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— ¡Se cortó la prima!

Y silencian las guitarras. Es el


punto de la relación.' Hay un cos-
quilleo en las venas, de más delicada
sensibilidad, para apreciar, ahora, el
don ladino de las lenguas...

EL MALAMBO
Es de justa, 3' se verifica en las
pulperías. Una guitarra resuena pre-
cipitada, en emulación épica, y a su
compás se borda la «postura», que el
contrincante responde, a guisa, sobre
la marcha. Parecen las vertebras dis-
locadas; en partes los pies pisan dé
punta, ni se ven; avanzan hasta la
linea contraria, y de allí baten en
ondas, regidos por las espuelas ru-
morosas que ni rasguñan, oediciido
tierra.
Los entusiasmos estallan. So va-
ciantes tiradores, encías paradas». X
concluye, al fin, la porfía. ])or decla-
rarse «puesta». Salvo la palma triim-
tal,' tácita, con que se corona al
mejor... Y los campeones cierran la
prueba, bailando juntos, tomados
iiidalgamente de una mano. Las filas
de copas rebalsan. . .

EL PERICÓN Desen la mano,


como se dan la pluma
Sería un himno plástico, si se permitiese la imagen. los escribanos.
Recuerda, al efecto, el último que presenciara, el autor Los pañuelos sobre las cabezas pincelaban aimbos.
de estas líneas. El cielo invadía con claridades de bendición. Todo era,
Fué junto al mojinete del rancho, al rayar del alba todo contribuía a nna confraternidad humana profun-
que empalidecía los candiles. La tolda de la carpa pro- damente sentida. Al finir, ima cuerda lloró en el aire.
visoria se hinchaba en vaivén de oleajes. Las guitarras, Apareció el sol, como una condecoración redonda.
humedecidas las cuerdas, se animaron en una hilación
de notas, acordadas de infinito.
¡El último pericón! Y las parejas se entretejieron. No desoiibiremos la zamba, el cielito, la /.aiiiacueca.
Se oyó la jjalabra directora, límpida y rápida, en el que se bailan casi exclusivamente en las provincias
oiden de los jiros, del interior, y otros. Quemando, desde los destierros,
— A la voz de aura. el postrer tallo de las reminiscencias.
— ¡Aura! Y "los recuerdos no se v a n . . . Para los que oyeron
— Formen parejas... de boca de los padres viejos e! relato de las virtudes
— Desen las compañeras.. . de antaño, y palpitaron en felices ejemplos, loa recuer-
Y el eco, sobrepuesto al chocar de herrajes y ru- dos constituyen dones, compañeros amados. Perfuiu"<
ntores de júbilo, osciló, jierdiéndose por los ám- que alientan, con el aire puro de la salud antigUM.
bitos. como dedicatorias entreborradas., .
— ¡Aura, pues!
ALUI.XO O. Lói'Ez:

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