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Estudio 21 Jesús, el pan de vida 21 de Mayo 2017

TEXTO BÁSICO: Juan 6: 25-58.


VERDAD CENTRAL: Solamente Dios puede dar el verdadero pan del cielo. Al declararse Jesús como el pan de vida
está señalando que él es el verdadero pan porque “desciende del cielo”.
VERSÍCULO CLAVE: “ Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí
cree, no tendrá sed jamás.” Juan 6: 35.

1. Un motivo equivocado, Juan 6: 25-29.


25 Cuando le hallaron al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? 26 Jesús les respondió y
dijo: En verdad, en verdad os digo: me buscáis, no porque hayáis visto señales, sino porque habéis
comido de los panes y os habéis saciado. 27 Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento
que permanece para vida eterna, el cual el Hijo del Hombre os dará, porque a éste es a quien el Padre,
Dios, ha marcado con su sello. 28 Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las
obras de Dios? 29 Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios: que creáis en el que El ha enviado.
Otra vez Jesús inicia una declaración solemne con la doble partícula afirmativa griega amén, amén. Jesús presenta su
diagnóstico del motivo de su búsqueda. No era como él hubiera esperado, que ellos lo buscaran por haber discernido que él
era el Mesías basados en la señal realizada el día anterior. No, el motivo de la búsqueda era más materialista y egoísta.
¡Querían más comida gratis! Por eso querían hacerle rey. ¡Qué conveniente!

¿Por qué buscaban a Jesús? “Trabajad por la comida “La comida que a vida “¿Qué debemos de
que a vida eterna eterna permanece la cual hacer para poner en
permanece” el Hijo del Hombre os práctica las obras de
dará” Dios?”

 Jesús conocía bien sus  La exhortación que el  Cuando el Señor Jesús  Al hombre le gusta
corazones y sabía que la Señor hace aquí tiene dijo que Dios el Padre pensar que hay algo
razón por la que lo hacían que ver con cuál es le había acreditado que puede hacer
no era correcta. nuestra preocupación con su sello, para merecer la
principal a la que significaba que Dios le salvación.
 Sus motivos eran físicos e dedicamos la mayor había enviado y
inmediatos, no parte de nuestras aprobado.  La obra que Dios
espirituales y eternos. energías, y con qué demanda no
alimentamos nuestras  Lo que el Señor resalta requiere un
 Como sus padres, también almas cada día. aquí es la autoridad esfuerzo físico, ni
los judíos de los tiempos que él mismo tenía ofrendas
de Jesús, y la gente de  No deberíamos vivir para dar esta "comida materiales. La
nuestros días, gastan sus como si el cuerpo lo que a vida eterna demanda básica de
energías en una búsqueda fuese todo. Más bien, permanece”. Dios para que uno
desesperada de cosas deberíamos prestar alcance la vida
materiales que nunca les atención a que nuestra eterna es creer en
llegan a satisfacer. alma sea alimentada cada su Hijo.
día por la Palabra de
Dios. «No sólo de pan  El creer que salva es
vivirá el hombre, sino de una disposición de
toda palabra que sale de confianza personal
la boca de Dios.» para con Jesús,
Deberíamos trabajar de como Hijo de Dios, y
manera infatigable para un compromiso con
adquirir un mejor él que perdura.
conocimiento de la
Palabra de Dios.

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2. El verdadero pan del cielo, Juan 6: 30-40.


30 Le dijeron entonces: ¿Qué, pues, haces tú como señal para que veamos y te creamos? ¿Qué obra
haces? 31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Les dio a comer pan del
cielo.” 32 Entonces Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: no es Moisés el que os ha dado el pan del
cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. 33 Porque el pan de Dios es el que baja
del cielo, y da vida al mundo. 34 Entonces le dijeron: Señor, danos siempre este pan.
Hacía un día que habían visto al Señor Jesús alimentando a cinco mil con cinco panes y dos peces. Justo al día siguiente se
presentan a Él y le piden alguna señal que demuestre Su afirmación de ser el Hijo de Dios. Igual que en el caso de la mayoría
de los incrédulos, querían ver primero, y luego creerían. Para que veamos, y te creamos. Pero éste no es el orden de Dios.
Dios dice a los pecadores: «Si creéis, entonces veréis». La fe siempre ha de venir en primer lugar.
Volviendo al AT, los judíos recordaron a Jesús el milagro del maná en el desierto. Parecían estarle diciendo que Jesús nunca
había hecho nada tan maravilloso como aquello. Citaron del Salmo 78:24, 25, donde está escrito: Pan del cielo les dio a
comer. Implicaban con ello que Moisés había hecho descender comida del cielo; el Señor no era tan grande como Moisés,
¡porque sólo había multiplicado comida ya existente!

La respuesta del Señor comunica al menos dos pensamientos. Primero, no fue Moisés quien les dio el maná, sino Dios.
Además, el maná no era el verdadero pan espiritual del cielo. El maná era alimento físico, pero no tenía valor más allá de
esta vida. El Señor Jesús estaba aquí hablando del verdadero, ideal y genuino pan que Dios da del cielo. Es pan para el alma y
no para el cuerpo. Las palabras Mi Padre son una declaración de deidad que hace Cristo.
El Señor Jesús se reveló como el pan de Dios que descendió del cielo y da vida al mundo. Con ello mostraba la superioridad
del pan de Dios al maná en el desierto. El maná no impartía vida, sino que sólo sustentaba la vida física. Y aquel pan no había
sido dado para todo el mundo, sino sólo para Israel. El verdadero pan… es aquel que descendió del cielo y da vida no sólo a
una nación, sino al mundo. Los judíos no se daban cuenta aún de que Jesús estaba hablando de Sí mismo como el verdadero
pan, y por ello le pidieron este pan. Seguían pensando en términos de panes materiales. Lamentablemente, en sus corazones
no había verdadera fe.
35 Jesúsles dijo: Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca
tendrá sed. 36 Pero ya os dije que aunque me habéis visto, no creéis. 37 Todo lo que el Padre me da,
vendrá a mí; y al que viene a mí, de ningún modo lo echaré fuera. 38 Porque he descendido del cielo, no
para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39 Y esta es la voluntad del que me envió: que
de todo lo que El me ha dado yo no pierda nada, sino que lo resucite en el día final. 40 Porque esta es la
voluntad de mi Padre: que todo aquel que ve al Hijo y cree en El, tenga vida eterna, y yo mismo lo
resucitaré en el día final.
El pan nos habla del sustento necesario para la vida, aquello que es esencial e imprescindible para todo ser humano. Y en
segundo lugar, tener pan no calma nuestra hambre, es necesario comerlo para que realmente tenga efecto en nosotros, y
cuando lo comemos, el pan llega a formar parte de nosotros mismos. De la misma manera, cuando Cristo se nos ofrece como
"el pan de vida", es necesario creer en él para apropiarnos de esa vida, estableciendo así un grado de intimidad y de unión
que es imposible romper.
Cristo es el verdadero pan que ha descendido del cielo, y las personas tienen que ir a él para recibir la vida eterna que sólo él
puede dar. En realidad, podríamos decir que "venir a él" es una forma de ilustrar lo que significa "creer en él". Tiene que ver
con un acto de la voluntad humana que después de haber entendido la culpabilidad de sus pecados y la inutilidad de sus
propias obras, "viene a Cristo", confía en él, y le encomienda su salvación. ¿Cuál iba a ser la respuesta de los judíos a la
invitación que Cristo les estaba haciendo a ir a él para tener vida eterna? Desgraciadamente, una vez más ellos se negaron a
creer en él: "Aunque me habéis visto, no creéis". El milagro de los panes había despertado en ellos el apetito, pero no la fe.
Y después el Señor expresa una doble verdad:
 Todos los que el Padre le había dado llegarían a él, a pesar de cualquier obstáculo.
 Y los que fuesen a él, no los echaría fuera, porque la voluntad de Aquel que le había enviado era que "de todo lo
que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero".
Empecemos por considerar la segunda de estas afirmaciones de Jesús. Sin duda se trata de una promesa realmente
consoladora: "De todo lo que me diere, no pierda yo nada". A los que son suyos él los protegerá hasta el fin. Pero, así como

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Estudio 21 Jesús, el pan de vida 21 de Mayo 2017

la Biblia enseña que Dios ha escogido a ciertas personas para salvación, también enseña que el hombre es responsable para
aceptar el evangelio. Dios hace un ofrecimiento universal —que si alguien cree en el Señor Jesucristo, será salvo—. Dios no
salva a nadie en contra de su voluntad. Se ha de acudir a Él con arrepentimiento y fe. Entonces Dios lo salvará. Nadie que
acuda a Dios por medio de Cristo será echado fuera. Por otro lado, este pasaje nos enseña que no todo aquel que se dice
creyente, y en alguna medida sigue a Jesús, lo es realmente. Tal vez nosotros habríamos interpretado que aquellos discípulos
habían perdido la salvación, pero la auténtica razón de su abandono era que nunca habían llegado a ser salvos realmente.
He descendido del cielo, dijo Cristo, enseñando con claridad que no comenzó a vivir Su vida en el pesebre en Belén. No; Él
existía desde toda la eternidad con Dios Padre en el cielo. Al venir al mundo, Él fue el obediente Hijo de Dios. Asumió
voluntariamente el puesto de un siervo para cumplir la voluntad de Su Padre. Esto no significa que Él no tuviese una
voluntad propia,
Finalmente, notemos también que en esta porción el Señor vuelve a explicar cuál era la consumación de la salvación que
había venido a dar a los pecadores y que él mismo garantizaba: "Yo le resucitaré en el día postrero". La resurrección será el
último capítulo en el proceso de la salvación que le ha sido confiada a Jesús. Por lo tanto, lo que el Señor estaba afirmando,
era que no sólo tiene poder para guardar a los creyentes hasta el final, sino que también tiene el poder para completar su
salvación por medio de la resurrección.

3. El pan que da vida eterna, Juan 6:41-58.


41 Por eso los judíos murmuraban de El, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo. 42 Y
decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo es que ahora
dice: “Yo he descendido del cielo”? 43 Respondió Jesús y les dijo: No murmuréis entre vosotros. 44 Nadie
puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió, y yo lo resucitaré en el día final. 45 Escrito está en
los profetas: “Y todos serán enseñados por Dios.” Todo el que ha oído y aprendido del Padre, viene a
mí. 46 No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que viene de Dios, éste ha visto al Padre. 47 En
verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de la vida. 49 Vuestros padres
comieron el maná en el desierto, y murieron. 50 Este es el pan que desciende del cielo, para que el que
coma de él, no muera. 51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá
para siempre; y el pan que yo también daré por la vida del mundo es mi carne.
Los oyentes estaban bien poco dispuestos a aceptar al Señor Jesús, y mostraron esto murmurando de él. Él había afirmado
que era el pan que descendió del cielo. Se daban cuenta de que se trataba de una afirmación de enorme importancia. Para
descender del cielo no se podía ser un mero hombre, ni siquiera un gran profeta. Y por ello murmuraban contra él porque no
estaban dispuestos a creer Sus palabras.
En sí mismo, el hombre no tiene ninguna esperanza ni capacidad. Ni siquiera tiene fuerzas para acudir a Cristo por sí mismo.
A no ser que el Padre comience primero a obrar en su corazón y vida, jamás se dará cuenta de su terrible culpa y de su
necesidad de un Salvador. Muchas personas encuentran una dificultad en este versículo. Suponen que enseña que un
hombre puede desear ser salvo y encontrarse con que le es imposible. No es así. Lo que sí enseña el versículo de la forma
más enérgica es que Dios es Aquel que primero actuó en nuestras vidas y buscó ganarnos para Sí mismo. Tenemos la
elección de aceptar al Señor Jesús o de rehusarlo. Pero nunca habríamos tenido en primer lugar el deseo si Dios no nos
hubiese hablado a nuestros corazones.
Habiendo expresado en los términos más enérgicos que nadie puede ir a Él excepto si el Padre le atrae, el Señor pasa a
explicar cómo el Padre atrae a los hombres. En primer lugar, cita de Isaías 54:13: Y serán todos enseñados por Dios. Dios no
escoge simplemente a individuos. Hace algo acerca de ello. Habla a sus corazones por medio de la enseñanza de Su preciosa
Palabra. Luego se involucra la propia voluntad del hombre. Los que responden a la enseñanza de la Palabra de Dios y
aprenden del Padre son aquellos que acuden a Cristo. Aquí vemos otra vez, juntas en la Escritura, las dos grandes verdades
de la soberanía de Dios y de la decisión del hombre. Nos muestran que la salvación tiene un aspecto divino y también un
aspecto humano.
La afirmación de Jesús es que solamente a través de Él se puede realmente entender y conocer a Dios (Juan 1:18; 14:6,9).
6:47 El versículo es un resumen del ofrecimiento de salvación gratuita para toda la humanidad (“el que está creyendo,”;
“vida eterna” v. 51,58; 3:15, 16,36; 5:24; 11:26; 20:31). Jesús es la única y verdadera revelación de Dios, la única puerta
verdadera a Dios; pero esto está a disposición a todos. 6:50 Este versículo, así como en 31-35, es un juego de palabras con el
significado de “pan”: pan físico (maná) y pan divino (Jesús). Uno de ellos da y sostiene la vida material, debe ser abastecido
constantemente, y eventualmente no habrá muerte física. El otro, da y sostiene la vida eterna, pero debe ser aceptado y

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preservado, haciendo desaparecer la muerte espiritual (la relación quebrantada con Dios; a favor de una relación íntima con
el pecado y el yo).
“mi carne es vida para el Mundo” Esta es una metáfora que enfatiza que Jesús no es sólo abastecimiento de comida, es
nuestra necesidad. El pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. Aquí, el Señor Jesús estaba
señalando adelante a Su muerte en la cruz. Él daría Su vida como rescate por los pecadores. Su cuerpo sería abierto, y Su
sangre sería derramada como sacrificio por los pecados. Él moriría como Sustituto. Pagaría la pena que nuestros pecados
exigían. ¿Y por qué lo iba a hacer? Lo hizo por la vida del mundo. No iba a morir sólo por la nación judía, ni siquiera sólo por
los elegidos. Su muerte tendría suficiente valor para todo el mundo. Esto, naturalmente, no significa que todo el mundo sea
salvo, sino que la obra del Señor Jesús en el Calvario sería suficiente en su valor para salvar a todo el mundo, si todos los
hombres acudiesen a Jesús.
52 Los judíos entonces contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a
comer su carne? 53 Entonces Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo
del Hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre,
tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. 55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre
es verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. 57 Como el
Padre que vive me envió, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por
mí. 58 Este es el pan que descendió del cielo; no como el que vuestros padres comieron, y murieron; el
que come este pan vivirá para siempre.
Los judíos seguían pensando en términos de pan y carne físicos y materiales. Eran incapaces de ascender en sus
pensamientos más allá de las cosas de esta vida. No se daban cuenta de que el Señor Jesús estaba empleando objetos físicos
para enseñarles verdades espirituales. Una vez más Jesús, que conocía todas las cosas, se dio cuenta de manera exacta de lo
que estaban pensando y diciendo. Y por ello les advirtió solemnemente que si no comían Su carne y bebían su sangre, no
tendrían vida en ellos mismos. El Señor Jesús estaba sencillamente expresando que a no ser que nos apropiemos para
nosotros mismos, por la fe, del valor de Su muerte por nosotros en el Calvario, que nunca podemos ser salvos. Hemos de
creer en Él, recibirle, confiar en Él.
Es el énfasis continuo del Nuevo Testamento en torno a la perseverancia de los Santos (Gálatas 6:9; Apocalipsis 2:7, 11, 17,
26; 3:5, 12, 21). La respuesta verdadera se complementa con una respuesta permanente. La carne del Señor Jesús es
verdadera comida, y Su sangre es verdadera bebida. Esto está en contraste con el alimento y la bebida de este mundo, que
sólo tienen un valor temporal. El valor de la muerte del Señor Jesús jamás se anula. Los que participan de Él por fe reciben
una vida que siempre permanece.
Ahora el Señor pasa a dar otra ilustración del estrecho vínculo que existe entre Él y Su pueblo. La ilustración es Su propia
vinculación con Dios Padre. El Padre viviente había enviado al Señor Jesús al mundo. (La expresión Padre viviente significa el
Padre que es la Fuente de la vida.) Como Hombre aquí en el mundo, Jesús vivía por medio del Padre, esto es, por causa del
Padre. Su vida era vivida en la más estrecha unión y armonía con Dios Padre. Dios era el centro y la circunferencia de Su vida.
Su propósito era estar ocupado con Dios Padre. Él estuvo aquí como Hombre en el mundo, y el mundo no se dio cuenta de
que Él era Dios manifestado en carne. Aunque fue mal comprendido por el mundo, sin embargo Él y Su Padre eran uno.
Vivían en la más estrecha intimidad posible. Así es exactamente como sucede con los creyentes en el Señor Jesús. Están aquí
en el mundo, mal comprendidos por el mundo, aborrecidos y a menudo perseguidos. Pero debido a que han puesto su fe y
confianza en el Señor Jesús, viven por medio de Él. Sus vidas están estrechamente vinculadas con Su vida, y esta vida
permanecerá para siempre.

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