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MENGA 06

CONJUNTO
ARQUEOLÓGICO
DÓLMENES DE
ANTEQUERA

AÑO 2015
ISSN 2172-6175
REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA · JOURNAL OF ANDALUSIAN PREHISTORY
MENGA 06
REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA
JOURNAL OF ANDALUSIAN PREHISTORY

Publicación anual
Año 5 // Número 06 // 2015

JUNTA DE ANDALUCÍA. CONSEJERÍA DE CULTURA


Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera

ISSN 2172-6175
Depósito Legal: SE 8812-2011
Distribución nacional e internacional: 250 ejemplares

Menga es una publicación anual del Conjunto Arqueológico Dólmenes de


Antequera (Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía). Su objetivo es la
difusión internacional de trabajos de investigación científicos de calidad
relativos a la Prehistoria de Andalucía.

Menga se organiza en cuatro secciones: Dossier, Estudios, Crónica y Recensio-


nes. La sección de Dossier aborda de forma monográfica un tema de inves-
tigación de actualidad. La segunda sección tiene un propósito más general y
está integrada por trabajos de temática más heterogénea. La tercera sección
denominada como Crónica recogerá las actuaciones realizadas por el Conjunto
Arqueológico Dólmenes de Antequera en la anualidad anterior. La última
sección incluye reseñas de libros y otros eventos (tales como exposiciones
científicas, seminarios, congresos, etc.).

Menga está abierta a trabajos inéditos y no presentados para publicación


en otras revistas. Todos los manuscritos originales recibidos serán
sometidos a un proceso de evaluación externa y anónima por pares como
paso previo a su aceptación para publicación. Excepcionalmente, el
Consejo Editorial podrá aceptar la publicación de traducciones al
castellano y al inglés de trabajos ya publicados por causa de su interés y/o
por la dificultad de acceso a sus contenidos.

Menga is a yearly journal published by the Dolmens of Antequera


Archaeological Site (the Andalusian Regional Government Ministry of Culture).
Its aim is the international dissemination of quality scientific research into
Andalusian Prehistory.

Menga is organised into four sections: Dossier, Studies, Chronicle and Reviews.
The Dossier section is monographic in nature and deals with current research
topics. The Studies section has a more general scope and includes papers of a
more heterogeneous nature. The Chronicle section presents the activities under-
taken by the Dolmens of Antequera Archaeological Site in the previous year. The
last section includes reviews of books and events such as scientific exhibitions,
conferences, workshops, etc.

Menga is open to original and unpublished papers that have not been
submitted for publication to other journals. All original manuscripts will
be submitted to an external and anonymous peer-review process before
being accepted for publication. In exceptional cases, the editorial board
will consider the publication of Spanish and English translations of already
published papers on the basis of their interest and/or the difficulty of
access to their content.

Exvoto ibérico. Figurilla femenina realizando un rito de paso. Bronce.


Instituto Gómez-Moreno de la Fundación Rodríguez-Acosta (Granada).
Fotografía: Carmen Rueda Galán.

1
MENGA 06
REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA
JOURNAL OF ANDALUSIAN PREHISTORY
Publicación anual
Año 5 // Número 06 // 2015

ÍNDICE
07 EDITORIAL

14 DOSSIER: FEMINISMO, MUJERES Y ARQUEOLOGÍA


Coordinado por Margarita Sánchez Romero y Eva Alarcón García

17 Representaciones figurativas, mujeres y arqueología


Trinidad Escoriza-Mateu, Andrea González-Ramírez y Pedro V. Castro-Martínez

33 Arqueología feminista, de las mujeres y del género en la Prehistoria de Andalucía


Eva Alarcón García y Margarita Sánchez Romero

61 La Arqueología ibérica y los estudios de género en Andalucía: avances y desafíos


Carmen Rísquez Cuenca

92 ESTUDIOS
95 Datación radiocarbónica y arqueología: la experiencia del Centro Nacional de Aceleradores (Sevilla)
Francisco Javier Santos Arévalo, Lidia Agulló García, Aurora Diéguez Ferrari e Isabel Gómez Martínez

113 Paleoecología y cultura material en el complejo tumular prehistórico del Castillejo del Bonete
(Terrinches, Ciudad Real)
Luis Benítez de Lugo Enrich, Norberto Palomares Zumajo, Honorio Javier Álvarez García,
Rosa Barroso Bermejo, María Benito Sánchez, Hugues-Alexandre Blain, Primitiva Bueno Ramírez,
Rodrigo de Balbín Behrmann, Sergio Fernández Martín, José Antonio López Sáez, María Ángeles
Galindo-Pellicena, Mª Antonia Garrido Martínez, César Laplana Conesa, Enrique Mata Trujillo,
Gabriel Menchén Herreros, Ignacio Montero Ruiz, Jaime Moraleda Sierra, Antonio Morgado Rodríguez,
Carlos Odriozola Lloret, Estíbaliz Polo Martín, Mónica Ruiz-Alonso, Paloma Sevilla García,Thomas. X.
Schuhmacher y Domingo Carlos Salazar-García

143 Hoyos y tumbas en la Edad del Bronce peninsular: la cuenca del Tajo y el sureste
Alberto Pérez Villa

2
168 CRÓNICA
171 Memoria del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera 2014
María del Carmen Andújar Gallego
191 Sobre la orientación de la Cueva del Marimacho (Antequera, Málaga)
César Esteban López
201 Nuevas aportaciones al estudio métrico y geométrico del dolmen de Viera (Antequera, Andalucía)
José Antonio Benavides López, Francisco Javier Esquivel Sánchez y José Antonio Esquivel Guerrero
211 Evidence of Neolithic Activity at La Peña de los Enamorados (Antequera, Málaga, Spain): Intensive
Surface Survey, Geophysics and Geoarchaeology at the Site of Piedras Blancas I
Leonardo García Sanjuán, David W. Wheatley, Marta Díaz-Guardamino Uribe, Coronada Mora Molina,
Olga Sánchez Liranzo y Kris Strutt
253 Evidencias de asentamiento y prácticas funerarias en los dólmenes de Menga y Viera en la
Antigüedad: la intervención de 1988
Gonzalo Aranda Jiménez, Leonardo García Sanjuán, Coronada Mora Molina, María del Carmen Moreno
Escobar, José Antonio Riquelme Cantal, Sonia Robles Carrasco y Jacobo Vázquez Paz

290 RECENSIONES
290 Luis Grau Lobo
Manuel Ramos Lizana: Guía del Museo de Almería
293 Alfredo Mederos Martín
Gonzalo Aranda Jiménez, Sandra Montón-Subías y Margarita Sánchez Romero: The Archaeology of
Bronze Age Iberia: Argaric Societies
296 José Suárez Padilla
María Oliva Rodríguez Ariza: La Necrópolis Ibérica de Tútugi (2000-2012)

299 NOTICIAS

3
MENGA 06
REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA
JOURNAL OF ANDALUSIAN PREHISTORY
Publicación anual
Año 5 // Número 06 // 2015

DIRECTOR/DIRECTOR Robert Chapman (University of Reading)


Bartolomé Ruiz González (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Miguel Cortés Sánchez (Universidad de Sevilla)
Antequera) Felipe Criado Boado (Consejo Superior de Investigaciones Cientí-
ficas, Santiago de Compostela)
EDITORES/EDITORS José Antonio Esquivel Guerrero (Universidad de Granada)
Gonzalo Aranda Jiménez (Universidad de Granada) Silvia Fernández Cacho (Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico)
Eduardo García Alfonso (Junta de Andalucía. Delegación Territo- Román Fernández-Baca Casares (Instituto Andaluz del Patrimonio
rial de Cultura, Turismo y Deporte, Málaga) Histórico)
Alfredo González Ruibal (Consejo Superior de Investigaciones
COORDINADOR DE RECENSIONES/REVIEWS COORDINATOR Científicas, Santiago de Compostela)
José Enrique Márquez Romero (Universidad de Málaga) Almudena Hernando Gonzalo (Universidad Complutense de Madrid)
Isabel Izquierdo Peraile (Ministerio de Educación, Cultura y
SECRETARIA TÉCNICA/TECHNICAL SECRETARY Deporte del Gobierno de España)
María del Carmen Andújar Gallego (Conjunto Arqueológico Sylvia Jiménez-Brobeil (Universidad de Granada)
Dólmenes de Antequera) Michael Kunst (Deutsches Archäologisches Institut, Madrid)
Victoria Eugenia Pérez Nebreda (Conjunto Arqueológico Dólme- Katina Lillios (University of Iowa)
nes de Antequera) José Luis López Castro (Universidad de Almería)
Martí Mas Cornellà (Universidad Nacional de Educación a Distancia)
CONSEJO EDITORIAL/EDITORIAL BOARD Fernando Molina González (Universidad de Granada)
Ignacio Montero Ruiz (Consejo Superior de Investigaciones
Gonzalo Aranda Jiménez (Universidad de Granada)
Científicas, Madrid)
María Dolores Camalich Massieu (Universidad de La Laguna)
Arturo Morales Muñiz (Universidad Autónoma de Madrid)
Eduardo García Alfonso (Junta de Andalucía. Delegación Territo-
María Morente del Monte (Museo de Málaga)
rial de Cultura, Turismo y Deporte, Málaga)
Leonor Peña Chocarro (Escuela Española de Historia y Arqueolo-
Leonardo García Sanjuán (Universidad de Sevilla)
gía en Roma. CSIC)
Francisca Hornos Mata (Museo de Jaén)
Raquel Piqué Huerta (Universitat Autònoma de Barcelona)
Víctor Jiménez Jaimez (Universidad de Southampton)
José Ramos Muñoz (Universidad de Cádiz)
José Enrique Márquez Romero (Universidad de Málaga)
Charlotte Roberts (University of Durham)
Dimas Martín Socas (Universidad de La Laguna)
Ignacio Rodríguez Temiño (Conjunto Arqueológico de Carmona)
Ana Dolores Navarro Ortega (Museo Arqueológico de Sevilla)
Robert Sala Ramos (Universitat Rovira i Virgili)
Bartolomé Ruiz González (Conjunto Arqueológico Dólmenes de
Alberto Sánchez Vizcaíno (Universidad de Jaén)
Antequera)
Stephanie Thiebault (Centre Nationale de Recherche Scientifique,
Arturo Ruiz Rodríguez (Universidad de Jaén)
París)
Carlos Odriozola Lloret (Universidad de Sevilla)
Ignacio de la Torre Sáinz (Institute of Archaeology, University
María Oliva Rodríguez Ariza (Universidad de Jaén)
College London)
Margarita Sánchez Romero (Universidad de Granada)
Juan Manuel Vicent García (Consejo Superior de Investigaciones
CONSEJO ASESOR/ADVISORY BOARD Científicas, Madrid)
David Wheatley (University of Southampton)
Xavier Aquilué Abadias (Centro Iberia Graeca, L´Escala, Girona)
Joao Zilhão (Universitat de Barcelona)
Ana Margarida Arruda (Universidade de Lisboa)
Rodrigo de Balbín Behrmann (Universidad de Alcalá de Henares)
EDICIÓN/PUBLISHED BY
Juan Antonio Barceló Álvarez (Universitat Autònoma de Barcelona)
JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura
María Belén Deamos (Universidad de Sevilla)
Juan Pedro Bellón Ruiz (Universidad de Jaén)
PRODUCCIÓN/PRODUCTION
Joan Bernabeu Aubán (Universitat de València)
Massimo Botto (Consiglio Nazionale delle Ricerche, Roma) Agencia Andaluza de Instituciones Culturales
Primitiva Bueno Ramírez (Universidad de Alcalá de Henares) Gerencia de Instituciones Patrimoniales
Jane E. Buikstra (Arizona State University) Manuela Pliego Sánchez
Teresa Chapa Brunet (Universidad Complutense de Madrid) Eva González Lezcano

4 MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 06. 2015. ISSN 2172-6175


DISEÑO/DESIGN
Carmen Jiménez del Rosal

MAQUETACIÓN/COMPOSITION
Francisco José Romero Romero (Agencia Andaluza de Institu-
ciones Culturales) Salvo que se indique lo contrario, esta obra está bajo una licencia
Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported
IMPRESIÓN/PRINTING Creative Commons. Usted es libre de copiar, distribuir y
PodiPrint comunicar públicamente la obra bajo las condiciones siguientes:

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de la manera especificada por el autor o el licenciador.
Sevilla
• No comercial. No puede utilizar esta obra para fines
FOTOGRAFÍAS/PHOTOGRAPHS
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Portada / Front cover: Representación femenina de la Cueva
• Sin obras derivadas. No se puede alterar, transformar o
de Ardales (Málaga) / Female representation in the Cave of
generar una obra derivada a partir de esta obra.
Ardales (Málaga).

INSTITUCIONES COLABORADORAS/SUPPORTING ENTITIES Al reutilizar o distribuir la obra, tiene que dejar bien claro los
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Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica
puede no aplicarse si se obtiene el permiso del titular de los
(Universidad de Jaén).
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Grupo de Investigación: ATLAS (HUM-694) (Universidad de
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en la Prehistoria Reciente en el sur de la Península Ibérica
(HUM-065) (Universidad de Granada).
Grupo de Investigación: PERUMA. Prehistoric Enclosures
Research (Universidad de Málaga). Unless stated otherwise, this work is licensed under an
Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported Creative
Grupo de Investigación de las sociedades de la Prehistoria
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Reciente de Andalucía y el Algarve (GISPRAYA) (Universidad de
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La Laguna).

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MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 06. 2015. ISSN 2172-6175 5


Vivienda argárica del poblado de Peñalosa.
(Baños de la Encina, Jaén). (Proyecto Peñalosa).
DOSSIER
ARQUEOLOGÍA FEMINISTA, DE LAS MUJERES
Y DEL GÉNERO EN LA PREHISTORIA DE
ANDALUCÍA
Eva Alarcón García1 y Margarita Sánchez Romero1

Resumen:

Desde hace más de una década la investigación sobre las mujeres y las relaciones de género es un tema
recurrente en la Prehistoria de Andalucía. El objetivo de este trabajo es doble, por un lado, analizar lo
conseguido hasta el momento desde la Arqueología de mujeres, género y feminista; para ello, se presentan
los trabajos realizados sobre tres actividades básicas: las prácticas culinarias, el cuidado y la producción
textil. Por otro lado, se exponen las nuevas perspectivas referidas a la difusión del conocimiento sobre estos
temas.

Palabras clave: Arqueología feminista, género, mujeres, Actividades de Mantenimiento, Prehistoria


Reciente, difusión.

FEMINIST, WOMEN AND GENDER ARCHAEOLOGIES IN ANDALUSIAN


PREHISTORY

Abstract:

For more than a decade, women and gender relationship are a recurring theme in the Prehistory of Andalu-
sia. The aim of this paper is, firstly, to analyze the achievements of Feminist, Gender and Women Archaeo-
logy; in order to do it, this work is focused on three basic topics: food preparation, care practices and textile
production. In the second part of the paper, innovative dissemination practices are discussed.

Keywords: Feminist Archaeology, gender, women, Maintenance Activities, Late Prehistory, dissemination.

1
Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Granada. [eva@ugr.es] ; [marsanch@ugr.es]

Recibido: 20/09/2015; Aceptado: 01/12/2015

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 06. 2015. PP. 33-59. ISSN 2172-6175 // DOSSIER 33
EVA ALARCÓN GARCÍA Y MARGARITA SÁNCHEZ ROMERO

1. CÓMO HEMOS LLEGADO HASTA AQUÍ: que conlleva adoptar un punto de partida teórico
COMPROMISO Y DIVERSIDAD explícito (Cruz Berrocal, 2009: 25). La producción
científica de las investigadoras andaluzas se sitúa
En los últimos años la Arqueología feminista, de las teóricamente desde la preocupación por las relacio-
mujeres y de género se ha convertido en una de las nes entre el marxismo y el feminismo, hasta posicio-
perspectivas con debates más intensos y fértiles de nes vinculadas –aunque con matices– al posproce-
nuestro país (Sánchez Romero, 2009; Díaz-Andreu sualismo, sobre todo en lo que se refiere a conceptos
y Montón-Subías, 2013; Montón-Subías, 2014). A tales como la identidad, el cuerpo y el espacio. En
los focos iniciales de las universidades catalanas y cualquier caso, todas las aproximaciones han tenido
madrileñas se han sumado las universidades anda- el mismo objetivo, situar a las mujeres en el centro
luzas con una característica muy singular desde sus de la explicación histórica y reivindicarlas en sus dis-
inicios: la importancia del trabajo en red. Las rela- tintos roles.
ciones establecidas entre las investigadoras a través
de congresos, cursos y reuniones se han plasmado La perspectiva feminista y materialista ha tenido un
en la participación conjunta en proyectos de inves- ámbito de desarrollo muy relevante en la arqueología
tigación y en diferentes publicaciones (Sánchez andaluza. Desde esta perspectiva se apuesta por la
Romero, 2005a, 2007; González Marcén et al., 2005; reformulación teórica y metodológica del marxismo
Montón-Subías y Sánchez Romero, 2008; Prados que no ha escapado al androcentrismo debido a dos
Torreira et al., 2012), lo que ha permitido la fluidez hechos fundamentales. El primero, tiene que ver con
en la transmisión de conocimiento generado en los la consideración de la desigualdad de clase como la
distintos ámbitos. única existente en las sociedades, el segundo con la
dicotomía establecida entre producción y reproduc-
El dinamismo de esta aproximación teórica y meto- ción que ha llevado a privilegiar las actividades pro-
dológica a las poblaciones del pasado queda reflejada ductivas masculinas frente a las femeninas (Sánchez
en las primeras tesis doctorales realizadas desde Liranzo, 2005). Para estas autoras es fundamental
enfoques feministas y de género en las Universida- generar un feminismo materialista que reivindique
des de Sevilla (Sánchez Liranzo, 2001)1, Jaén (Gar- a la mujer como sujeto de conocimiento político, en
cía Luque, 2008)2 y Granada (Alarcón García, 2010)3. un proceso que no trate sólo de explicar el mundo,
Además, desde 2002, se han venido celebrando dife- sino que quiera transformarlo (Pérez Rodríguez,
rentes cursos y seminarios. Este es el caso de las 2011). Esa necesidad de transformación empieza por
dos ediciones del seminario Encuentro de Mujeres el reconocimiento de la existencia de desigualdad
y Arqueología (2002 y 2006) celebradas en Almería social en el pasado a través de diversas estrategias
(Escoriza Mateu et al., 2006), los dos cursos sobre de investigación como el estudio del registro fune-
Arqueología y Género realizados en Granada (2003 y rario (Cintas Peña, 2012, 2013, 2014) o la represen-
2005) (Sánchez Romero, 2005a, 2007) o el realizado tación del cuerpo femenino y las reflexiones sobre
en el marco de los cursos de Otoño Antequera Mile- cómo esas representaciones figurativas han servido
naria Mujeres, Géneros y Arqueología (2015). para la creación y refuerzo de estereotipos sobre
mujeres, hombres y las relaciones que mantienen
El panorama teórico y metodológico en Andalucía (véase Escoriza Mateu et al., en este dosier) (Escoriza
es rico y diverso. En realidad, no existe una única Mateu, 1996, 2002a, 2002b, 2007, 2008, 2011).
manera de hacer/ser feminista; el feminismo supone
una reflexión y las prácticas que derivan de ésta, La segunda de las tendencias teóricas que han pro-
comprometidas con la definición y los límites de lo tagonizado los estudios de las mujeres, y en la que
que es la ciencia, su objetividad y las implicaciones nos situamos las autoras de este artículo, es algo

1 SÁNCHEZ LIRANZO, O. (2001): Planteamientos Feministas para la praxis de una arqueología social. Un Análisis Crítico de la historiografía
marxista. Tesis doctoral Inédita. Universidad de Sevilla, Sevilla

2 GARCÍA LUQUE, A, (2008): Arqueología del género en la cultura íbera: una lectura desde la muerte. Tesis doctoral Inédita. Universidad de
Jaén, Jaén

3 ALARCÓN GARCÍA, E. (2010): Continuidad y Cambio Social. Las Actividades de Mantenimiento en el poblado argárico de Peñalosa (Baños
de la Encina, Jaén). Tesis doctoral Inédita. Universidad de Granada, Granada.

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ARQUEOLOGÍA FEMINISTA, DE LAS MUJERES Y DEL GÉNERO EN LA PREHISTORIA DE ANDALUCÍA

compleja de clasificar. Compartimos con la crítica, et al., 2009; Alarcón García y Sánchez Romero, 2011;
que no paradigma, posprocesual el reconocimiento Sánchez Romero y Alarcón García, 2012) y los reali-
de nuestra posición ideológica explícita como inves- zados para época íbera (Prados Torreira e Izquierdo
tigadoras y la necesidad de una perspectiva multi- Peraile, 2003; Rísquez Cuenca y Hornos Mata,
vocal que incluya a aquellos grupos (especialmente 2005; García Luque y Rísquez Cuenca, 2005; Prados
en nuestro caso mujeres e individuos infantiles) que Torreira et al., 2011)4. Sin embargo, consideramos
no han formado parte de la explicación histórica. que una de las aportaciones más interesantes ha
Para ello, partimos de una posición marcadamente sido el uso y desarrollo del concepto de actividades
política, nuestra pretensión es acabar con las des- de mantenimiento y su aplicación al análisis de las
igualdades entre mujeres y hombres y situar a las sociedades de la Prehistoria Reciente.
primeras en el centro del discurso histórico a través
de la práctica científica. Para ello, partimos de las Ya hemos mencionado en diversas publicaciones la
reflexiones realizadas desde perspectivas materia- importancia del concepto de actividades de mante-
listas por las pioneras de la arqueología feminista en nimiento para definir las estrategias de los grupos
nuestro país (Sanahuja Yll, 2007), principalmente en humanos para su supervivencia. Ésta depende no
su preocupación por sexuar el pasado y por reivindi- sólo de la reproducción biológica, sino y sobre todo,
car los procesos de producción y reproducción de las de los trabajos en el ámbito de la vida cotidiana que
sociedades; pero lo hacemos desde nuevas aproxi- garantizan la reproducción del sistema económico y
maciones como la arqueología del cuerpo, la identi- social de cualquier comunidad (Picazo Gurina, 1997;
dad o el estudio de espacio como forma de entender Alarcón García, 2006, 2012; Montón-Subías y Sán-
a las sociedades desde posturas fenomenológicas, chez Romero, 2008; Sánchez Romero, 2014a). Unos
y siempre usando la cultura material como el ele- trabajos que, hasta la construcción del concepto de
mento básico explicativo de los procesos históricos, actividades de mantenimiento, eran tan poco valora-
enriquecida, que no dirigida, por el avance en las téc- dos que ni siquiera teníamos una categoría analítica
nicas analíticas. Quizá sea lo que Robert Preucel y que pudiera utilizarse para estudiarlos. Desde esta
Stephen Mrozowski (2010) llaman el “nuevo pragma- perspectiva, se han analizado desde las razones por
tismo” en el que no es necesaria la primacía de nin- las que la historia no ha valorado las actividades
guna teoría, que no es lo mismo que no tenerla, sino de mantenimiento (Hernando Gonzalo, 2005), hasta
la integración explícita de la arqueología y su con- cómo se gestiona la producción y consumo de ali-
texto social de manera que sirva a las necesidades mentos (Montón-Subías, 2005; Alarcón García, 2010,
contemporáneas, que nos ayude a pensar y a com- 2011; Sánchez Romero, 2014a), pasando por cómo se
prender las sociedades (pasadas y presentes) gene- organiza el aprendizaje y la socialización de indivi-
rando discursos intelectualmente poderosos que duos infantiles (Sánchez Romero, 2008b, 2008c), las
podamos compartir y debatir, y no quedarnos sólo prácticas de cuidado (Alarcón García, 2010; Mon-
en la mera generación de conocimiento relativo a las tón-Subías, 2010) o la vinculación al espacio de la
sociedades del pasado (González-Ruibal, 2014: 44). cotidianeidad (Sánchez Romero 2015a) (Lám. 1). Pero
además, la aplicación de esta categoría de análisis
ha generado nuevas miradas sobre la manufactura
2. ¿Y CÓMO LO HACEMOS? EL ESTUDIO cerámica (Colomer Solsona, 2005), los procesos de
DE LO COTIDIANO Y SU RELEVANCIA EN producción metalúrgica (Sánchez Romero y Moreno
EL CONOCIMIENTO DE LAS SOCIEDADES Onorato, 2005; Alarcón García y Sánchez Romero,
PREHISTÓRICAS 2010) o lítica (Sánchez Romero, 2005b) y ha cuestio-
nado los roles y modelos de masculinidad proyecta-
Es bien cierto que el registro funerario ha ocupado dos desde el presente (Sanahuja Yll, 2007; Aranda
gran parte de la literatura arqueológica feminista Jiménez et al., 2009).
sobre las sociedades prehistóricas en Andalucía. De
esta perspectiva se han beneficiado los estudios rea- En las siguientes páginas analizaremos tres de estas
lizados sobre las sociedades argáricas (Montón-Su- actividades de mantenimiento: las prácticas culina-
bías, 2007; Sánchez Romero, 2008a; Aranda Jiménez rias, el cuidado y la producción textil. Todas ellas for-

4 Ver el trabajo de Carmen Rísquez en este dosier.

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 06. 2015. PP. 33-59. ISSN 2172-6175 // DOSSIER 35
EVA ALARCÓN GARCÍA Y MARGARITA SÁNCHEZ ROMERO

Lám. 1. Suelo de ocupación de la vivienda XVI de Peñalosa. Foto: Proyecto Peñalosa.

man parte importante de la investigación realizada pasado (Sánchez Romero, 2015a). Analizar cómo
por las autoras de este trabajo para explicar los pro- se suceden los distintos procesos nos servirá para
cesos históricos de las sociedades de la Prehistoria comprender la verdadera dimensión, tanto tecnoló-
Reciente del sureste de la Península Ibérica. gica como social, de estas prácticas, de manera que
podamos situarlas en el centro de la organización de
las comunidades del pasado. En los siguientes apar-
2.1. LAS PRÁCTICAS CULINARIAS tados, expondremos algunas de las estrategias que
hemos utilizado para acercarnos al conocimiento de
Las prácticas culinarias, es decir, el conjunto de las prácticas culinarias, en concreto el estudio del
procesos aplicados a los alimentos bien para trans- almacenamiento y la molienda de cereales, las técni-
formarlos en productos aptos para el consumo, cas de cocinado, y por último, las prácticas relativas
bien para conservarlos, juegan un papel esencial en al consumo de los alimentos.
cualquier comunidad. Para lograr sus objetivos se
implementan acciones como el abastecimiento de 2.1.1. El almacenamiento y la molienda de los
materias primas y su procesado, se utilizan diferen- cereales
tes técnicas de cocinado o se crean estrategias para
la conservación y el almacenaje del alimento trans- De entre todas las materias primas consumibles los
formado. Sin embargo, y a pesar de la importancia cereales han jugado un papel muy relevante en las
de los procesos tecnológicos que implican y de la estrategias de alimentación en el pasado; no sólo
cantidad de aspectos relacionados con la transmi- porque son una fuente de carbohidratos, y por lo tanto
sión de conocimiento y el aprendizaje, con la mezcla un alimento energético, sino porque la poca cantidad
entre tradición e innovación, o con elementos como de grasa y agua les proporcionan unas excelentes
la identidad y la memoria, en muy pocas ocasiones condiciones para la conservación pudiendo prolon-
se han utilizado para estudiar a las sociedades del garse su almacenamiento en niveles óptimos por un

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ARQUEOLOGÍA FEMINISTA, DE LAS MUJERES Y DEL GÉNERO EN LA PREHISTORIA DE ANDALUCÍA

MOLINO

Fig. 1. Distribución interna de la cabaña 149 de Marroquíes Bajos (Serrano Peña et al., 2011).

prolongado tiempo (Buxó Capdevila, 2008: 45). Tras cuadas de humedad y temperatura. La elección del
su cosechado es necesario desarrollar una serie de lugar para su almacenamiento, ya sea en el interior o
acciones: la trilla, el aventado, el cribado y, en oca- al exterior de las viviendas y el tipo de estructura uti-
siones, el torrefactado; actividades que dejan hue- lizada, serán claves para entender los cambios que
lla en el registro arqueológico. Un claro ejemplo lo se producen en la organización social y económica de
tenemos en el poblado argárico de Peñalosa (Baños una comunidad, sobre todo teniendo en cuenta el uso
de la Encina, Jaén) dónde sabemos que, al menos el cotidiano que las poblaciones harían de estos luga-
cribado y la limpieza previa a su almacenamiento, se res. En lo que se refiere a Prehistoria Reciente del
realizaba en el exterior de las viviendas; así lo apunta sur de la Península Ibérica, los cambios en la ubica-
la presencia carbonizada de raquis y malas hierbas ción de las estructuras de almacenamiento indican el
en las entradas de algunas de las casas (Peña Choca- paso desde estrategias compartidas en la provisión
rro, 2000; Alarcón García, 2010). En otros yacimien- del cereal a fórmulas cada vez más restringidas para
tos está documentado arqueológicamente el torre- su acceso. Por ejemplo, frente a las fosas y silos de la
factado, como atestigua la aparición de abundantes fase I del poblado de la Edad del Cobre de Marroquíes
semillas entre las cenizas de algunos hogares/horno Bajos (Jaén), que ocupan espacios comunales en los
durante el Neolítico Medio en el yacimiento de Los que el acceso a los productos podría ser comunitario,
Castillejos de las Peñas de los Gitanos (Montefrío, durante la fase II los silos subterráneos de la etapa
Granada); mediante este método de torrefacción se anterior se sustituyen por recipientes contenedores
consigue la inactivación de las encimas y por tanto su de gran capacidad como los aparecidos en la estruc-
conservación; sin embargo, la esterilización mediante tura de cabaña 149 (Fig. 1) (Sánchez Romero, 2015a).
el fuego disminuye los nutrientes, particularmente Estas estrategias de restricción del acceso al cereal
las vitaminas, y reduce la calidad nutricional de las se imponen durante la cultura de El Argar, cuando
proteínas, por lo que probablemente se utilizara de el almacenamiento se produce, bien en grandes
manera limitada (Sánchez Romero, 2000). orzas, bien en silos al interior de las cabañas, e irán
situándose, cada vez con más frecuencia, en espa-
Una vez limpio el cereal debe ser almacenado cios resguardados y poco visibles. Buen ejemplo de
mediante la utilización de recipientes o estructuras ello es el Complejo Estructural XVIa de Peñalosa. Si
que lo aíslen y lo mantengan en unas condiciones ade- en los primeros momentos de ocupación (fase IIIA)

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se produce una alternancia en el uso de estructuras


de almacenamiento y recipientes cerámicos –siem-
pre al interior de los espacios domésticos, en lugares
techados– en la fase III0 los recipientes cerámicos
se sitúan en espacios construidos específicamente
para el almacenaje, con mayores dificultades para
su acceso (Lám. 2) (Alarcón García, 2010; Sánchez
Romero, 2015a). También la escala del almacena-
miento puede ser significativa, el estudio de estas
estructuras en Peñalosa muestra como en cada
una de las terrazas del asentamiento aparece una
vivienda en la que la presencia e intensidad de esta
actividad es mayor, lo que mostraría cierta concen-
tración y centralización en las estrategias de distri-
bución del cereal (Alarcón García, 2010).

La mayor parte de los cereales pudieron consu-


mirse a partir de alimentos elaborados con harinas
o sémolas obtenidas mediante la molienda. Todo el Lám. 2. Estructura y vasijas de almacenamiento en la vivienda XVI de
Peñalosa. Foto: Proyecto Peñalosa.
proceso dependerá de varios factores: la limpieza
previa del cereal, la cantidad de fuerza aplicada por
la persona que la realiza, el modo y la intensidad de normalmente aparecen adosadas a los muros trase-
la molturación y, por supuesto, las características de ros o de compartimentación y asociadas a estructu-
los molinos utilizados (Meyer, 2005; Alarcón García ras de lajas hincadas destinadas a recoger lo molido,
y Sánchez Romero, e.p.) (Lám. 3). Igual que sucedía en ocasiones también se ha documentado una gran
con la organización del almacenamiento, la localiza- laja horizontal sobre la que se dispondría la persona
ción de las estructuras de molienda nos da informa- encargada de realizar dicha actividad (Alarcón Gar-
ción precisa sobre las estrategias de organización cía, 2010) (Lám. 3).
del trabajo. En la fase I de ocupación calcolítica de
Marroquíes Bajos, las estructuras de molienda apa- Si los cambios en el uso del espacio son significati-
recen agrupadas en zonas de trabajo especializadas. vos, tecnológicamente las variaciones en el proceso
No sabemos si esta disposición es el reflejo de una de producción de las harinas entre la edad del Cobre
producción en la que se aúnan esfuerzos para ser y del Bronce son mucho menos evidentes, aunque de
más eficaces a la hora de producir harinas, es decir, enorme importancia. Aunque se sigue utilizando el
un número determinado de personas molerían lo mismo tipo de molino, la tendencia observada en los
necesario para proveer a todos los “complejos fami- molinos argáricos es de una considerable mejora en
liares” (Serrano Peña et al., 2011). O, por el contrario, las cualidades técnicas y un mayor grado de estan-
los espacios serían lo único compartido y la moltura darización de las superficies activas, lo que indicaría
se realizaría de manera independiente por cada uno un uso y un mantenimiento más especializado (Risch,
de los grupos familiares. En uno otro caso, el sentido 2002: 252).
de comunidad estaría presente en estas poblaciones.
Esta situación empieza a cambiar en la siguiente fase Significativa es también la aparición en los momentos
en la que ya no aparecen las estructuras de moltu- finales de El Argar de espacios en los que se produ-
ración en espacios compartidos sino que pasan al ciría el almacenamiento y procesado a gran escala
interior de las cabañas, como ocurre, por ejemplo del cereal, como ocurre en la última fase de Fuente
en la mencionada estructura 149 (Fig. 1). Este pro- Álamo. Las interpretaciones que se han hecho de
ceso queda igualmente constatado durante El Argar, estos espacios vincularían el desarrollo de esta acti-
donde la molienda se realizaría de forma individual vidad a la aparición de talleres especializados en los y
en el interior de las casas (Sánchez Romero, 2015a). las trabajadoras, en ocasiones procedentes de pobla-
Por ejemplo, en Peñalosa, en cada una de las vivien- dos agrícolas cercanos, serían forzados a moler el
das se documentan una o dos estructuras compues- mismo grano que producían en sus lugares de origen
tas por molinos barquiformes. Estas estructuras (Risch, 2002: 269). Sin embargo, otra hipótesis es posi-

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sos las huellas de la fuerza aplicada, el tiempo dedi-


cado y el gesto técnico, es decir, los movimientos
corporales necesarios para manejar y controlar las
herramientas y que implica diferentes niveles de
potencia, precisión y complejidad. Al menos para la
Edad del Bronce, los estudios antropológicos rea-
lizados permitirían señalar a las mujeres como el
grupo que principalmente realizaría este trabajo. El
estudio realizado sobre los individuos de las necró-
polis del Cerro de la Encina (Monachil), Castellón
Alto (Galera), Cuesta del Negro (Purullena), Fuente
Amarga (Galera), Cerro de la Virgen (Orce) y Terrera
del Reloj (Dehesas de Guadix) (Jiménez-Brobeil
et al., 2004) y Peñalosa (Baños de la Encina, Jaén)
(Alarcón García, 2010) indicaría que las mujeres
presentan una mayor intensidad y concentración
de patologías degenerativas como la artrosis en la
columna vertebral, manos, caderas, rodillas y pies
(tobillo y dedos), articulaciones relacionadas direc-
tamente con la posición adoptada para llevar a cabo
la molienda (Alarcón García y Sánchez Romero, e.p.).

2.1.2. Las técnicas de cocinado

Una vez obtenidas y procesadas las materias pri-


Lám. 3. Estructura de molienda al interior de una de las viviendas de mas, el siguiente paso del proceso culinario será la
Peñalosa. Foto: Proyecto Peñalosa.
transformación de esos recursos vegetales y anima-
les en productos comestibles a corto y largo plazo.
ble, que esos lugares fuesen espacios comunales en Básicamente, se incluyen los diferentes sistemas
los que la producción final podría ser o no compartida, culinarios (hervir, freír, asar, cocinar al vapor, ahu-
lugares que recordarían a los usos comunales del mar, marinar, fermentar, etc.). Además, se nece-
espacio durante la Edad del Cobre (Sánchez Romero, sitan dos acciones que pueden discurrir de forma
2015a). Dos son los factores que nos indicarían este paralela, por un lado la obtención de aquellos recur-
hecho, por un lado la presencia en los mismos espa- sos que resultan imprescindibles para la conversión
cios de otro tipo de producciones: fabricación y man- de las materias primas en alimento, básicamente
tenimiento de productos de madera, piedra y metal, agua y combustible, y por otro, el mantenimiento de
reparación y mantenimiento de hoces y molinos, la los lugares (hornos, almacenes, basureros) y arte-
aparición de hogares y sobre todo la producción tex- factos (utillaje de cocina, vasijas, molinos...) (Mon-
til; por otro lado, la presencia de tumbas de todos los tón-Subías, 2000). Normalmente todos los útiles y
grupos de edad y sexo en muchos de estos denomina- estructuras relacionadas con la producción de ali-
dos talleres (Risch, 2002: 258-261). Estos dos hechos mentos han sido estudiadas desde una perspectiva
podrían indicarnos la creación de lugares en los que muy concreta: las cerámicas de cocina se cuentan y
se produciría el intercambio de información, la mejora muestrean para conocer la procedencia de las arci-
de las tecnologías, los procesos de aprendizaje y llas con las que se fabricaron, los estudios sobre los
socialización por parte de un sector de la población, restos faunísticos están destinados a conocer el tipo
pero no tendría que significar la existencia de traba- de cabaña ganadera; los restos vegetales nos indi-
jadores forzados por una élite que es la única que se can cuestiones medioambientales, la utilización de
aprovecha de lo producido. sistemas de regadío o los cultivos en zonas áridas;
los vasos de consumo se estudian para conocer ele-
Conocer quienes realizaron esta actividad durante mentos relacionados con la jerarquización social.
las Edades del Cobre y Bronce requiere utilizar la Sin embargo, en muy pocas ocasiones esta cultura
antropología física para poder observar en los hue- material se pone en relación en el contexto de las

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prácticas culinarias, en esa concatenación de proce- cia de resinas y ceras, y por otro, la constatación del
sos tecnológicos que sirve para producir alimentos cocinado en un ambiente cerrado y reductor (Man-
de forma cotidiana. Sin duda ninguna, la inclusión zano Moreno et al., 2015).
de estas prácticas en el contexto de las actividades
domésticas, entendidas como rutinarias, cíclicas, Igualmente revelador resulta el análisis arqueofau-
carentes de tecnología y conocimientos, está en la nístico de este asentamiento. Las marcas de des-
base de esta consideración. Muy al contrario, estas cuartizamiento realizadas sobre todo en bóvidos,
prácticas presentan una gran variabilidad y capaci- caballos y ovicápridos, indican una gran pericia a la
dad de adaptación dependiendo de las condiciones hora de realizar el despiece de las piezas cárnicas y
medioambientales, económicas, sociales y políticas una especial preferencia por las partes anatómicas
(Brumfiel, 1991: 243) lo que las hace altamente diná- axiales y apendiculares. Estas partes son las más
micas e innovadoras. propicias para su consumo bien mediante el hervido,
ya constatado por los tipos cerámicos mencionados
El registro arqueológico nos proporciona evidencias con anterioridad, o bien asados, indicado por la apa-
claras de la singularidad de estas prácticas; vamos a rición en estos restos de marcas de exposición al
detenernos en el estudio de tres de esas evidencias: fuego (Sanz Bretón y Morales Muñiz, 2000; Alarcón
las vasijas cerámicas, el registro arqueofaunístico y García, 2010).
las muestras sedimentológicas, las tres nos propor-
cionan información relevante sobre los procesos de El análisis de la localización y el tipo de hogares utili-
preparación del alimento. zados para el cocinado nos orienta sobre las distintas
formas de llevar a cabo esta actividad. En el asenta-
Una de las estrategias más utilizadas en los estudios miento de Marroquíes Bajos las estructuras de com-
de los conjuntos cerámicos es el análisis de la relación bustión se sitúan al aire libre en zonas cercanas a
forma-contenido (Aranda Jiménez, 2001). En el caso las cabañas. Esto indicaría, si no la preparación de
de la cerámica destinada a la cocina, en Peñalosa apa- comidas comunitarias, al menos un uso compartido
recen fundamentalmente dos tipos, las ollas con perfil del espacio. Esta disposición continúa en la segunda
ovoide y las de paredes rectas, ambas con fondos con- fase del asentamiento; aunque la mayoría de las
vexos. Estas formas apuntarían a técnicas de cocinado actividades compartidas en momentos anteriores
relacionadas con el hervido de alimentos líquidos o han dejado de serlo (molienda o almacenamiento),
semisólidos. La aparición de recipientes con distintos la preparación del alimento debió seguir producién-
grosores en sus paredes hace evidente la utilización dose en lugares comunes (Sánchez Romero, 2015a).
de tiempos y cocciones diferentes y adecuadas a cada Por lo que respecta a la Edad del Bronce, y particu-
tipo de alimento. Elemento igualmente interesante es larmente en el caso de Peñalosa, se han identificado
la aparición de un gran número de tapaderas de piza- un escaso número de hogares; en su lugar, aparecen
rra relacionadas con procesos reductores en la pre- tanto improntas en negativo o manchas de cenizas
paración de comida (Alarcón García, 2010). con una potencia estratigráfica que pueden alcan-
zar los 0,30 cm que nos permitiría apuntar que cada
Por otra parte, la caracterización de los residuos vivienda estaba provista de, al menos, una estructura
orgánicos de recipientes cerámicos está proporcio- de combustión (Alarcón García, 2010). La dificultad
nando datos relevantes acerca tanto de los alimentos de su localización puede aminorarse con el uso de la
cocinados como del tipo de proceso culinario llevado micromorfología y sedimentología, como demuestra
a cabo. Los primeros análisis realizados para cerá- la identificación mediante estas técnicas de un hogar
micas argáricas se hicieron sobre vasijas proceden- la vivienda X de Peñalosa (Rivera Groennau y Alarcón
tes de contextos funerarios (Parras Guijarro et al., García, 2014).
2011; Juan i Treserras, 2004), en el caso de Peñalosa
se ha optado por analizar recipientes cerámicos pro- 2.1.3. Las prácticas de consumo
cedentes de espacios domésticos y utilizados en el
proceso culinario (ollas y cuencos). Los resultados En los últimos años se ha despertado un gran interés
obtenidos en una de las ollas globulares nos propor- por conocer cómo participa el consumo de alimentos
cionan datos, por un lado, sobre la variabilidad de los en la construcción y negociación de identidades socia-
productos cocinados: grasa animal, pescado y acei- les (Fischler, 1988; Curtin, 1992; Falk, 1994; Lupton,
tes vegetales, además de documentarse la presen- 1996; Montón-Subías, 2005; Sánchez Romero, 2008d).

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Las prácticas de consumo no son un acto puramente mayor heterogeneidad. Los alimentos consumidos
biológico, más bien al contrario, se muestran como por la mayoría de ellas responden a una dieta vege-
eventos cargados de significados normativos rela- tariana: frutos secos, legumbres, cereales o fruta;
tivos a tabúes religiosos, aspectos simbólicos y sig- sin embargo, existen dos excepciones importantes
nificados culturales integrados plenamente en el que merecen ser destacadas. Por un lado, la mujer
ejercicio cotidiano de alimentarnos (Bourdieu, 1988; de la sepultura 18 es la única que ingirió proteínas
Aranda Jiménez y Esquivel Guerrero, 2006, 2007; procedentes de pescado y crustáceos; por otro,
Aranda Jiménez, 2008; Sánchez Romero y Aranda la ocupante de la sepultura 28 presenta una dieta
Jiménez, 2006; Aranda Jiménez et al., 2011; Hayden, muy rica en lácteos y en proteínas procedentes de
2015). Reconocer el consumo diferencial de alimen- la carne, incluso mayor que algunos de los hombres
tos en una población por razones de identidad o cons- (Alarcón García y Sánchez Romero, 2011; Alarcón
tatar los cambios en los lugares y utensilios en dife- García y Mora González, 2014). Además, el análisis
rentes momentos culturales, resaltará el carácter de dos de los individuos presentes en la sepultura
fundamental de estas prácticas en la configuración siete, una mujer adulta y un individuo juvenil mascu-
de las redes sociales en cada comunidad. lino constata, de nuevo, diferencias importantes en
lo que al aporte cárnico se refiere con niveles más
Respecto al consumo diferencial de alimentos tene- elevados en el varón. Sin duda alguna, el consumo
mos varas referencias en Peñalosa. Por un lado, en diferencial tanto en lo que se refiere a los cereales
lo que se refiere al cereal, se ha constatado la pre- como en lo referido a la variedad de productos con-
sencia de diferentes variedades, la más frecuente es sumidos debe responder a la expresión de distintas
la cebada vestida que predomina sobre la desnuda, identidades sociales, en primer caso relacionada con
seguida de cerca por la presencia de trigo desnudo el estatus, en el segundo con el sexo de los indivi-
y, en último lugar, vestido (Mora González, 2012)5. duos (Alarcón García, 2010; Alarcón García y Sánchez
Los análisis estadísticos realizados hasta la fecha Romero, 2011).
sobre la presencia de estos macrorestos muestran
dos zonas bien diferencias; en la denominada acró- Otro ejemplo de lo que significan los cambios en
polis oriental predomina el trigo sobre la cebada, las prácticas de consumo podemos verlo entre dos
situación inversa a la que se produce en el resto del momentos culturales diferentes del sureste de la
poblado (Peña Chocarro, 2000). Por otra parte, los Península Ibérica: las sociedades argáricas y el
análisis preliminares de la composición isotópica de Bronce Final. Dos son los aspectos a observar, el
carbono realizada sobre ambas variedades de cereal, primero de ellos tiene que ver con los recipientes
apuntan a diferencias en las estrategias de cultivo; cerámicos. Mientras observamos que en las comu-
la cebada procede de suelos con bajos niveles de nidades argáricas predominan las formas cerra-
humedad, mientras que el trigo proviene de zonas de das (Lám. 4), en el Bronce Final se documentan
cultivo mucho más ricas en agua. De llegar a confir- formas abiertas o muy abiertas (Fig. 2); esto tiene
marse6 estas dos circunstancias, localización en el consecuencias a varios niveles, por ejemplo, si nos
asentamiento y composición isotópica, hablarían de referimos a la preparación de alimentos, el uso de
un consumo diferencial de los recursos cerealísticos recipientes más abiertos durante el Bronce Final,
en un mismo poblado. podría estar relacionado con nuevas estrategias
en su preparación y procesado por las que los ali-
Por otro lado, el análisis de oligoelementos reali- mentos sólidos o semisólidos cobrarían un mayor
zado en Peñalosa sobre los restos de cinco mujeres peso. En lo que se refiere a los recipientes para el
y nueve hombres muestra una gran disimetría en consumo, las formas cerradas del Argar pudieron
sus patrones alimenticios. Mientras que los hom- estar vinculadas a estrategias de consumo indivi-
bres presentan un consumo muy homogéneo y rico dual, mientras que las formas abiertas del Bronce
en proteínas animales, las mujeres presentan una Final nos remiten a un uso colectivo de los mismos.

5 MORA GONZÁLEZ, A. (2012): Una aproximación al análisis de isótopos estables (δ13C y δ15N) en restos carpológicos a través del poblado
argárico de Peñalosa. Límites y perspectivas. Trabajo Fin de Máster Inédito. Universidad de Granada. Granada

6 Para su confirmación es necesario aumentar la muestra analizada. Este trabajo se está llevando a cabo en estos momentos por Adrián
Mora González.

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Lám. 4. Vasos de cocina y consumo procedentes del poblado argárico del Cerro San Cristóbal. Foto: GEA/Miguel Ángel Blanco de la Rubia.

Esto hecho, unido a un tratamiento superficial más tan cruciales para cualquier grupo humano como la
cuidado durante esta último periodo, con un fuerte memoria, transmisión de conocimiento, las innova-
bruñido, pastas de alta calidad y motivos decorati- ciones tecnológicas o el uso del tiempo y el espacio.
vos podría significar que durante el Bronce Final, Y por último, nos sirven para reivindicar las expe-
las formas cerámicas no sólo estaban pensadas riencias vitales de un gran número de mujeres del
para contener la comida, sino especialmente para pasado y presente.
mostrar y exhibir su contenido. Estas innovaciones
y cambios inciden directamente sobre la forma en
que el alimento es consumido, participando direc- 2.2. EL CUIDADO
tamente en la construcción de la identidad indivi-
dual y colectiva (Sánchez Romero y Aranda Jimé- Las prácticas de cuidado comprenden aquellas
nez, 2006). acciones que contribuyen a cubrir las necesidades
físicas y afectivas de las personas. Podría pensarse
En conclusión, la preparación y consumo de comida que la mayoría de estas actividades dejan poca
y bebida deben ser consideradas actividades social- huella material en el registro arqueológico. Sin
mente construidas y por tanto elementos funda- embargo, la mejor prueba de que se realizan y de
mentales para la reconstrucción e interpretación de que se hacen de manera eficaz y exitosa es preci-
nuestro pasado. Tanto las formas y las técnicas de samente la supervivencia de quienes por cuestio-
preparación, como los alimentos, los recipientes, el nes relacionadas con la edad (individuos infantiles
utillaje empleado y los espacios donde se llevan a o personas de edad avanzada) o por su salud (de
cabo estas actividades nos permite visibilizar estas forma temporal o permanente) están en situación
prácticas y reconocer cómo estructuran el tiempo, de riesgo y necesitan de atención (Sánchez Romero,
cómo intervienen en las relaciones sociales, cómo 2007). Las prácticas de cuidado no sólo se ocupa-
participan en la construcción de identidades (entre rían de la salud y la enfermedad sino que también
ellas las de género y edad) y cómo generan rela- de las necesidades de higiene, resguardo y afecto
ciones de poder. Nos sirven para explorar aspectos (Sánchez Romero, e.p.).

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Fig. 2. Vasos de consumo del poblado del Bronce Final del Cerro de los Infantes, Pinos Puente, Granada (Dorado, 2012).

A pesar de que en la literatura arqueológica apare- la literatura arqueológica (Fregeiro Morador, 2005;
cen algunos ejemplos de esas prácticas de cuidado, Alarcón García, 2007, 2010; Montón-Subías, 2010).
en la mayor parte de las ocasiones se tratan bien El estudio de estas prácticas nos indica no sólo las
como elementos anecdóticos, que demostrarían la condiciones sociales y económicas que provocan
“humanidad” de las poblaciones del pasado acercán- momentos de crisis (carencias nutricionales, modos
dolas a nosotros, bien como parte de la descripción de vida, accidentes, caídas...) sino, sobre todo, las
de los análisis antropológicos; y no como la prác- condiciones y el tipo de organización social que posi-
tica de trabajos cotidianos que requieren esfuerzo, bilitan su práctica. La enfermedad, la necesidad de
conocimiento, experiencia y que forman el núcleo del cuidados no se puede considerar sólo desde un punto
bienestar de las poblaciones. de vista biológico, sino que debe observarse como
un problema social; cualquier síntoma de dolencia
Desde la perspectiva de la arqueología feminista, el o necesidad de protección pone en movimiento de
cuidado está empezando a tener su lugar propio en manera automática por parte de quién cuida, una

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serie de conocimientos, trabajos, actitudes y expe- en la mayor parte de las ocasiones por las mujeres,
riencias; pero además es necesario que se le facilite debido al hecho fundamental que constituyen las
a la persona cuidada una buena alimentación y la necesidades alimenticias de los niños, no debemos
posibilidad de descanso para su recuperación (Fre- olvidar que la maternidad, precisamente porque es
geiro Morador, 2005). El cuidado tiene su reflejo en una construcción cultural y social cargada de signi-
la cultura material, fundamentalmente en los huesos ficados sociales, económicos, culturales, políticos,
humanos, pero también en los objetos relacionados psicológicos y personales, dependerá de las necesi-
con el proceso de curación (bastones, recipientes, dades y estrategias de organización de cada una de
tejidos), en elementos orgánicos vinculados a la las sociedades a estudio (Sánchez Romero, 2006).
administración de medicamentos o en el procesado
de determinados restos vegetales. Observar a los individuos infantiles como receptores
de cuidados y de prácticas de socialización, verlos
2.2.1. Las prácticas maternales, estrategias de como actores dentro de los procesos productivos y
cuidado de generación del registro arqueológico o como pro-
tagonistas de estrategias sociales de jerarquización
En lo que se refiere a las prácticas de cuidado, hemos nos brinda nuevas perspectivas y oportunidades que
puesto en los últimos años el énfasis en lo que deno- hasta ahora no habían sido exploradas; pero, sobre
minamos prácticas maternales, aquellos trabajos todo, plantea nuevos retos e interrogantes en cues-
que tienen como objetivo lograr que los individuos tiones como la capacidad de actuación de los indivi-
infantiles alcancen la vida adulta en condiciones ópti- duos infantiles: niños y niñas que aprenden, que cui-
mas, no sólo en lo que se refiere a su desarrollo bio- dan, que se relacionan, en definitiva, que participan
lógico sino también en el social, identitario y afectivo. en la toma de decisiones y que transforman espacios
El estudio de las prácticas maternales (cuidado, ali- y objetos (Sánchez Romero y Alarcón García, 2012;
mentación, procesos de socialización y aprendizaje) Sánchez Romero et al., 2015; Sánchez Romero, e.p.).
y de cómo estas estrategias de las sociedades se
negocian y organizan, resulta una excelente fuente En el caso de las prácticas maternales, la mejor
de información acerca de cuestiones relativas a las prueba de la eficacia en la realización de las mis-
prácticas sociales, económicas e ideológicas de los mas es la llegada al mundo adulto de los individuos
grupos humanos del pasado. La enorme dependen- infantiles. Por ello, para poder comprender cómo se
cia de los niños y niñas durante sus primeros años de gestionan y se organizan estos trabajos hemos de
vida requieren estrategias definidas por avances tec- recurrir a aquellos casos en los que no se cumplió el
nológicos, conocimientos y experiencias (Hernando objetivo, es decir, que los individuos infantiles murie-
Gonzalo, 2005; Sánchez Romero, 2006, e.p.). ron en algún momento de este proceso, y siempre
teniendo en cuenta que la infancia no es un periodo
La falta de interés por estas prácticas maternales de transición hacia el mundo adulto sino que es un
responde a la incapacidad de reconocer la impor- proceso de transformación constante y específico en
tancia explicativa de procesos como la maternidad, cada sociedad (Sánchez Romero, 2004, 2008c).
la crianza, el aprendizaje o la socialización. En esta
situación ha influido de manera evidente la natura- El análisis de los restos óseos de individuos infanti-
lización de todos estos conceptos y su vinculación les de la mayor parte de las sociedades prehistóricas
esencialista al ámbito femenino. En este sentido, muestra que existen dos conjuntos de factores que
debemos considerar que existe una maternidad provocan la alta mortalidad de estos grupos: causas
biológica y una maternidad social que pueden ser endógenas, influenciadas por las condiciones antes o
desempeñadas por la misma persona o por perso- durante el parto y causas exógenas, originadas por la
nas distintas. Los mecanismos reproductivos cier- calidad del medioambiente postnatal. De los prime-
tamente necesitan de los cuerpos de las mujeres ros, para la cultura de El Argar, poseemos ejemplos
para que se pueda producir el embarazo y el parto y de partos fallidos (Malgosa-Morera et al., 2004) y de
esto es un fenómeno universal, ahora bien, lo que le fetos prematuros (De Miguel Ibánez, 2010: 145) con
sucede al niño o la niña una vez deja el útero materno tratamientos muy cuidados a la hora de su inhuma-
supone múltiples posibilidades. Aunque entendemos ción. Respecto a las causas exógenas, el destete es
que es muy probable que en las sociedades prehistó- el momento más crítico para los individuos infanti-
ricas las prácticas maternales fueran desarrolladas les; el paso de la seguridad de la leche materna a

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la ingesta de leche de aportación animal o a la pre- tecnológicos y simbólicos y garantizan que niños y
paración de alimentos con aguas con condiciones de niñas aprendan a desenvolverse en su entorno de
salubridad insuficientes, pudieron provocar diarreas acuerdo a la normativa social, algo imprescindible
y alergias debido a sistemas digestivos e inmuno- para la pervivencia de cualquier comunidad. Aunque
lógicos no totalmente formados, lo que provocaría aprendizaje y socialización son procesos que ocurren
carencias nutricionales y procesos infecciosos en en paralelo, el primero se refiere a la adquisición de
algunos casos mortales (Sánchez Romero y Alarcón habilidades y conocimientos específicos y al uso de
García, 2012). ciertas tecnologías que permiten que los individuos
infantiles sean capaces de realizar tareas producti-
La constatación arqueológica de las estrategias de vas. La socialización, por su parte, introduce a niños
lactancia y destete puede realizarse a través del y niñas en la particular cosmovisión del grupo. De
estudio de los isótopos estables de carbono y nitró- este modo, llegan a ser capaces de manejarse en
geno en los restos óseos de los individuos infanti- esferas relacionadas con la identidad social y con
les. Aquellos que sólo se alimentan mediante leche las formas de compresión de la realidad (Sánchez
materna presentan patrones isotópicos enriquecidos Romero, 2008c; Aranda Jiménez et al., 2015).
en δ15N, normales en una dieta a base de proteínas
de origen animal, en muchos casos incluso más altos En este sentido, hemos utilizado la denominada
que los típicos carnívoros. Durante el proceso del arqueología del cuerpo y el espacio funerario para
destete, cuando la lactancia se sustituye progresiva- estudiar cómo se crean, manipulan y modifican las
mente por papillas o gachas de cereales, los indivi- identidades a lo largo del tiempo en el ámbito de la
duos infantiles se sitúan en el extremo más bajo en cotidianeidad y cuáles son los aspectos más relevan-
nitrógeno, hasta que se van introduciendo en su ali- tes de las biografías concretas de las personas ente-
mentación productos de origen animal y sus valores rradas. Dos de los yacimientos con una buena muestra
se van asemejando a los de la mayoría de los adultos de sepulturas infantiles son los asentamientos argári-
(Fuller et al., 2006). En algunos casos se ha compro- cos del Cerro de la Encina (Aranda Jiménez y Molina
bado que, ante procesos infecciosos o parasitarios, González, 2006; Sánchez Romero, 2008b, 2008c) y de
se pudieron amamantar a los lactantes durante más Peñalosa (Alarcón García, 2010). En el primer caso, se
tiempo de lo habitual para su edad en esa comuni- estudiaron ocho individuos, de los que tres procedían
dad, aportándoles un suplemento alimenticio rico en de sepulturas individuales y cinco de enterramientos
proteínas (Nájera Colino et al., 2010). de más de un individuo. Cinco no superaban los cuatro
años de edad, uno tenía entre cinco y siete años y dos
Estrategias fundamentales dentro de las prácticas más se situaban entre nueve y diez años. En cuatro
maternales son los mecanismos de aprendizaje y casos pudo sugerirse además el sexo: una niña de
socialización. En las sociedades argáricas se han tres años y tres niños de dos y cuatro años. En Peña-
analizado desde dos perspectivas teóricas distintas losa se estudiaron 13 individuos infantiles de entre 18
(Aranda Jiménez et al., 2015). La primera reflexiona meses y seis años, de los que nueve se habían ente-
sobre las formas en que se materializan y repro- rrado en tumbas individuales, tres en tumbas dobles y
ducen las asimetrías sociales (Lull et al., 2004) y la uno en una sepultura triple. En ambos yacimientos los
segunda sobre cómo se construyen la identidades individuos infantiles representan aproximadamente el
individuales y colectivas mediante procesos de socia- 30% del total de los individuos enterrados.
lización y aprendizaje a través de la cultura material
y el estudio del espacio (Sánchez Romero, 2004, La muestra analizada evidencia la participación de
2008b; 2008c; Alarcón García, 2010; Sánchez Romero los individuos infantiles en los rituales funerarios
y Alarcón, 2012; Sánchez Romero et al., 2015). y el reconocimiento social que este hecho supone,
igualando a todos los individuos al margen del sexo o
A través de esta última aproximación reivindicamos la edad. Niños y niñas aparecen tanto en sepulturas
la agencia de los individuos infantiles, un momento individuales como en dobles, triples o cuádruples,
de la vida de las personas crucial no sólo para su en estos casos acompañando a individuos adultos
desarrollo y formación, sino también para la propia de ambos sexos (Sánchez Romero y Alarcón García,
continuidad social del grupo. Es durante este periodo 2012). Sólo la sepultura 22 del Cerro de la Encina,
cuando los procesos de socialización y aprendizaje donde se documentaron dos individuos infantiles, se
aseguran la transmisión de patrones culturales, sale de la norma, siendo además un caso excepcio-

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Lám. 5. Sepultura 22 del Cerro de la Encina (Monachil, Granada). Enterramiento infantil doble. Foto: GEA/Miguel Ángel Blanco de la Rubia.

nal en el ámbito argárico (Lám. 5). En cualquier caso, un brazalete de oro y cuatro clavos de plata (Sánchez
esta diversidad de prácticas de enterramiento debió Romero y Alarcón García, 2012; Aranda Jiménez et
estar ligada a las formas de entender los vínculos al., 2015) (Lám. 6).
de consanguinidad y de identidad colectiva del grupo
familiar. En unos casos se habría enfatizado la posi- En lo que se refiere a otros rasgos de identidad como
ción del niño o niña como miembro de pleno derecho; por ejemplo el género, no parecen ser especialmente
en otros, se habría sumado además las relaciones de significativas las diferencias durante los primeros
parentesco (Sánchez Romero y Alarcón García, 2012;
Aranda Jiménez et al., 2015).

De las sepulturas analizadas, el 25% de los infantiles


del Cerro de la Encina no presenta ajuar, porcentaje
que se eleva al 38,5% en el caso de Peñalosa. Los
ajuares que pudieron asociarse a niños y niñas con-
cretos, bien porque procedían de sepulturas indivi-
duales bien porque aparecían asociados a sus restos
antropológicos, están integrados por elementos de
adorno, vasijas cerámicas y útiles metálicos. Dado
que los adornos constituyen el 80% de los ajuares,
podemos considerarlos como marcadores de iden-
tidad social. Así, resulta especialmente relevante
el uso del oro y de la plata como indicador de alto
estatus social, lo que reproduce la misma situación
que se documenta en las sepulturas de adultos. Por
ejemplo, destaca el individuo infantil de unos cinco
Lám. 6. Ajuar funerario metálico de la sepultura 8 del Cerro de la
años de edad de la sepultura ocho del Cerro de la
Encina (Monachil, Granada). Foto: GEA/Miguel Ángel Blanco de la
Encina que posee, entre otros elementos de ajuar, Rubia.

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Lám. 7. Ajuar funerario del enterramiento doble infantil de la sepultura 22 del Cerro de la Encina (Monachil, Granada). Foto: GEA/Miguel
Ángel Blanco de la Rubia.

años de vida. Esta situación empezaría a modificarse Romero, 2008b). Como en otros casos, a través del
a partir de los cambios en los ciclos reproductivos juego y el uso de juguetes los niños y niñas argáricos
de mujeres y hombres y de sus roles productivos. no solo habrían experimentado y aprendido nuevos
En el caso particular del Cerro de la Encina se cons- conceptos y técnicas, sino que se habrían situado
tata también un aumento progresivo de útiles metá- dentro del universo argárico, reforzando comporta-
licos como dagas, cuchillos y punzones a partir de mientos propios de la edad, género, condición social
los cinco años aproximadamente (Sánchez Romero, o etnicidad (Sánchez Romero y Alarcón García, 2012;
2004, 2008a). Aranda Jiménez et al., 2015).

Los procesos de aprendizaje pueden estar en la


base de la aparición de cerámicas de tamaño muy 2.3. TEJIENDO LA HISTORIA: LA PRODUCCIÓN TEXTIL
pequeño y aspecto tosco, son vasijas que imitan for-
mas típicamente argáricas aunque con unas carac- Otra de las actividades de mantenimiento que pode-
terísticas que evidencian una escasa pericia en su mos reconocer en el registro arqueológico es la pro-
manufactura (por ejemplo, el tratamiento grosero ducción textil. Esta actividad, a veces incluida en el
de sus superficies, la utilización de desgrasantes grupo de las artesanías y por tanto sacada del ámbito
inadecuados, los grosores excesivos o la asimetría de lo doméstico, ha sido vinculada desde los inicios
de sus paredes). Aparecen especialmente en contex- de su estudio a las mujeres. La elaboración de vesti-
tos domésticos, aunque su presencia en sepulturas mentas posee una doble vertiente, por un lado cubre
como la 22 del Cerro de la Encina, un enterramiento las necesidades de abrigo y protección, y por otro
infantil doble, corrobora y enfatiza su relación con los sirve como indicador de identidades sociales, mar-
individuos infantiles (Lám. 7). Todos estos aspectos cadas por las diferencias que se pudieron establecer
permitieron identificar estas miniaturas con juguetes por razones de estatus social, género o edad, funcio-
mediante los que se reproducirían comportamientos nando, en ocasiones, como marcador de la memoria
del mundo adulto, a la vez que pudieron formar parte colectiva (por ejemplo, trajes regionales). Su análisis
del proceso de aprendizaje de la cerámica (Sánchez nos acerca a tecnologías cambiantes a lo largo del

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tiempo, con una alta dosis de innovación, e incluso


de especialización dada la complejidad que a veces
representa su proceso tecnológico.

Al igual que la preparación de alimentos, la produc-


ción textil es un proceso con múltiples de fases, desde
la elección de la materia prima, la preparación de la
misma –la seda, el lino, el algodón o la lana requie-
ren tratamientos previos a la obtención del hilo–, la
elaboración del tejido, el diseño de la vestimenta y su
manufactura y la aplicación o no, de motivos decora-
tivos. Sin duda, una larga cadena de producción que
requiere como en los casos anteriores la aplicación
de conocimiento, experiencia, sabiduría, innovación,
experimentación, imaginación y sobre todo un largo
proceso de aprendizaje que muy probablemente se
iniciase durante la infancia.

La principal característica de la producción textil, Lám. 8. Localización de la estructura de telar y pesas en la vivienda
XVI de Peñalosa. Foto: Proyecto Peñalosa.
es su compatibilidad con otras actividades de man-
tenimiento. Los trabajos de hilado y tejido pueden
ser interrumpidos y reanudados con facilidad, lo argárico de Castellón Alto (Galera) nos podría pro-
que permite a los sujetos desarrollar otras muchas porcionar información muy valiosa sobre aspectos
actividades en paralelo a esta. Su visibilidad en el tan importantes como las técnicas de manufactura
registro arqueológico no es una tarea sencilla, sobre utilizadas y los tipos y diseños del entramado (Molina
todo, porque como sucede en los casos anteriores, González et al., 2003). Un buen ejemplo de ello es el
su producto no siempre se conserva. Sin embargo, estudio realizado sobre los restos de tejido docu-
durante la Prehistoria Reciente podemos reconocer mentados en la Cueva Sagrada en la sierra de la Ter-
fácilmente la práctica de estas actividad fijándonos cia (Lorca, Murcia) (Ayala, 1987).
en dos ámbitos diferenciados, por un lado los espa-
cios que ocupan en la viviendas, y por otro las estruc- Las transformaciones de los sistemas tecnológicos
turas y herramientas necesarias para su ejecución. relativos a la producción textil durante la Prehistoria
Pero, además, el registro arqueológico demuestra la Reciente, demuestran el dinamismo de las innova-
incidencia que esta actividad tuvo en la organización ciones en esta actividad. Los cambios se produjeron
de la producción. con relativa rapidez; desde los cuernecillos de arci-
lla utilizados en la Edad del Cobre que aparecen,
Las especiales características que requiere el desa- por ejemplo, en la cabaña F de El Malagón (Cúllar,
rrollo de esta actividad hacen que tanto en Peñalosa, Granada), pasando por las estructuras de telar en
como en otros yacimientos de la Edad del Bronce, madera y las pesas circulares en arcilla menciona-
se documenten asociadas a puntos de luz: ventanas, das para el caso de Peñalosa o el Cerro de la Encina,
puertas, zonas de paso, tragaluces, etc. (Alarcón hasta las fusayolas en piedra aparecidas en el suelo
García, 2010). La acumulación de pesas de telar, la de la cabaña B del poblado del Bronce Final de Cabe-
aparición de punzones, agujas o leznas, incluso las zuelos (Úbeda, Jaén) (Sánchez Romero, 2015a).
improntas de las estructuras de madera que debie-
ron componer los telares son elementos que nos Pero sin duda si hay un elemento característico y dia-
permiten identificar arqueológicamente este trabajo crónico relacionado con esta producción, ese el pun-
(Lám. 8). Sin embargo, para el sureste de la Penín- zón. Durante Prehistoria Reciente aparecen dos tipos
sula ibérica, las condiciones medioambientales diferenciados por su materia prima, hueso y metal.
relacionadas con la temperatura y humedad hacen Los primeros, en el mundo argárico, aparecen vin-
extremadamente difícil la conservación de los tejidos culados a los contextos domésticos. Las marcas de
elaborados. Sin duda alguna, el estudio de varias pie- desgaste analizadas tanto a nivel macro como micro
zas de lana y lino en la sepultura 121 del yacimiento de estos punzones de hueso de Peñalosa, nos indican

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Fig. 3. Punzones de hueso trabajado recuperados en Peñalosa (Altamirano y Alarcón García, e.p.).

su participaron en el procesado de tejidos (Altamirano situación frecuente en sociedades históricas donde


García y Alarcón García, e.p.) (Fig. 3). Por otro lado, los generalmente las mujeres se reúnen para realizar
punzones de metal aparecen, en su mayoría, asocia- trabajos de producción, cosido y reparación de ropas
dos al ámbito funerario formando parte del ajuar de y tejidos (González Marcen y Picazo Gurina, 2005;
las sepulturas y con significados simbólicos. Alarcón García, 2010).

La aparición de punzones de hueso, pesas y estruc- El segundo tipo de punzón, el realizado sobre metal,
turas de telar en el yacimiento de Peñalosa nos apoyaría esta vinculación simbólica de la producción
proporciona datos muy significativos en lo que se textil a las mujeres. La presencia de estos objetos
refiere a su distribución espacial y, por tanto, a la metálicos entre los ajuares funerarios ha sido objeto
organización del trabajo. La presencia de estos tres de investigación desde los años 80 del siglo pasado.
elementos en sólo una vivienda de cada una de las A lo largo de más de 500 años, las leznas y punzo-
terrazas ocupadas nos indica que la elaboración del nes metálicos tuvieron una presencia recurrente
tejido sólo se está llevando a cabo en estos espacios en las tumbas femeninas, independientemente de
específicamente. En el resto de viviendas, se han la categoría social y de la edad (Siret y Siret, 1886;
documentado otros elementos, como las leznas, Montón-Subías, 2007; Sanahuja Yll, 2007; Aranda
vinculadas a la práctica de remendar y coser tejidos Jiménez et al., 2009, 2015). El estudio de 140 sepul-
ya elaborados (Altamirano García y Alarcón García, turas en diferentes necrópolis argáricas del sureste
e.p.). Dos son las hipótesis que explicarían este com- de la Península ibérica ha proporcionado un total
portamiento, por un lado podríamos estar ante una de 27 punzones que formaban parte de los ajuares
actividad especializada e incluso supradoméstica funerarios. 25 de ellos en metal y sólo dos de hueso
como han apuntado algunos autores (Gilman, 2006); trabajado. Es interesante observar cómo los únicos
por otro lado, quizás, podríamos hablar de espacios ejemplares en hueso trabajado aparecen asociados a
de reunión cuyo eje central sería la producción textil, un individuo adulto varón y un individuo infantil. Los

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análisis estadísticos realizados sobre esta muestra culino y heterosexual modelo que se subvierte en
dan un valor significativo y altamente representativo muy pocas ocasiones. La Arqueología construye uno
a la asociación entre mujeres y punzones. Indudable- de los discursos más directamente relacionados con
mente, estos útiles formaron parte de la identidad la identidad del grupo social, ya que crea, referentes
social e individual de las mujeres argáricas, no cabe comunes que son recordados, reiterados y comparti-
duda de que dicha actividad tuvo una significación dos por todo el grupo. El patrimonio se convierte así
social determinada en la vida cotidiana de los grupos en una representación simbólica de la identidad, en
argáricos del sureste hasta tal punto que sobrepasó un factor de cohesión, en un espacio referencial. En
la esfera de lo cotidiano para reflejarse en lo simbó- definitiva, un poderosísimo instrumento de transfor-
lico y ritual (Aranda Jiménez et al., 2009). mación social (Sánchez Romero, 2015b).

En nuestra comunidad autónoma hemos de reco-


3. CÓMO CONTAR LO QUE HACEMOS: ES- nocer y valorar las iniciativas que se han desarro-
TRATEGIAS DE DIVULGACIÓN CIENTÍFICA llado en museos como los Arqueológicos Provincia-
les de Almería, Córdoba y Jaén, debido sobre todo
Entre las estrategias de cancelación de las mujeres al empuje de sus directoras, Ana D. Navarro (en la
en los discursos sobre la (pre)historia, una de las más actualidad en la dirección del Museo de Sevilla), Mª
eficientes ha sido sin duda la invisibilidad de estas en Dolores Baena y Francisca Hornos Mata respec-
las narraciones que generamos sobre el patrimonio tivamente, espacialmente preocupadas por este
arqueológico y, por tanto, su omisión en la memoria posicionamiento. Es necesario hacer hincapié en la
colectiva. Entre las graves consecuencias que esto capacidad explicativa de las instituciones que tra-
tiene, está el que las mujeres no han tenido modelos bajan con el patrimonio histórico, que las convier-
femeninos que seguir, impidiendo la institución de ten en potentes herramientas de deconstrucción de
una genealogía femenina. Debido a que los discursos estereotipos sobre las mujeres, sobre los hombres y
científicos que se han escrito sobre los grupos huma- sobre las relaciones que mantienen entre ellos. Des-
nos del pasado casi nunca han prestado atención a las graciadamente, a pesar de que existe una legislación
mujeres, éstas no aparecen en los textos divulgativos absolutamente clara y contundente en este ámbito,
más allá de los estereotipos que se han construido estos relatos igualitarios no siempre tienen cabida ni
sobre ellas, bien la mujer exuberante, sexualmente en los discursos museológicos ni en la plasmación
receptiva, bien la mujer madre, guiada por el instinto museográfica de los mismos y en la mayor parte de
biológico de cuidar. Un simple recorrido por libros de las ocasiones, el apostar por actividades y narrati-
texto, revistas de divulgación científica, imágenes en vas que potencien la igualdad y que den el valor que
medios de comunicación e incluso exposiciones en les corresponde a las mujeres de nuestro pasado,
museos nos situarán a las mujeres o en uno de estos reposa en la voluntad de iniciativas personales con-
dos lugares, o en la más absoluta invisibilidad (Sán- cretas más que en la elaboración de un proyecto a
chez Romero, 2014b, 2015b). mayor escala (Sánchez Romero, 2014b).

Esto no es banal, las mujeres, las niñas que no se Ante esta situación caben dos estrategias, la primera
ven reflejadas, o lo hacen de manera estereotipada, de ella consiste en detectar y denunciar aquellas
en museos, exposiciones temporales, centros de representaciones, tanto en las citadas instituciones
visitantes y en sus textos divulgativos entienden que museísticas (Hornos Mata y Rísquez Cuenca, 2000;
no forman parte de los hechos que han constituido Hornos Mata y Rísquez Cuenca, 2005; Querol Fernán-
nuestra historia, o que lo han hecho sólo de manera dez y Hornos Mata, 2011; Bécares Rodríguez, 20137)
restringida lo que las relega a posiciones de des- como en otro tipo de formatos de divulgación (docu-
igualdad a la hora de explicar cómo hemos llegado mentales, folletos, guías, revistas de divulgación
a ser lo que somos. Y eso no solo es falso, sino que científica). La segunda consiste en concebir nuevas
además es injusto. El objeto y el sujeto del patrimo- imágenes y nuevos discursos, más sólidos científica-
nio histórico se convierte en un individuo adulto mas- mente y más justos socialmente y para ello debemos

7 BÉCARES, L. (2013): Visibilidad de las mujeres en los proyectos museísticos del Museo Arqueológico de Asturias y Museo Arqueológico de
Córdoba. Dos modelos para el siglo XXI. Trabajo Fin de Máster Inédito. Universidad de Granada.

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Fig. 4. Recreación de una vivienda argárica. Dibujo: Miguel Salvatierra Cuenca. Fuente: Proyecto Los trabajos de las mujeres y el lenguaje de
los objetos: Renovación de las reconstrucciones históricas y recuperación de la cultura material femenina como herramientas de transmisión
de valores (I+D+i exp.: 002/07) (www.pastwomen.net).

generar conocimiento de calidad y hacer divulgación La explicación de las sociedades argáricas con nue-
de excelencia. El convencimiento de esto último, el vas imágenes y protagonistas forma parte del pri-
compromiso con la calidad de las narraciones sobre mero de estos proyectos. Representaciones cons-
el pasado, queda demostrado en la existencia de pro- truidas a partir de la información generada por las
yectos de investigación dedicados a generar imáge- investigaciones llevadas a cabo en los últimos años.
nes y relatos en este sentido. Dos de ellos tienen un Las nuevas miradas a estas poblaciones han posibili-
fuerte componente de investigación sobre las socie- tado crear una serie de representaciones que ponen
dades de la prehistoria y la protohistoria en Andalu- el acento en diversos aspectos de su cotidianeidad. A
cía. Los proyectos Los trabajos de las mujeres y el partir de cinco elementos: el cuidado de las personas,
lenguaje de los objetos: renovación de las recons- construir comunidad, procurar el alimento, los espa-
trucciones históricas y recuperación de la cultura cios de vida y las tecnologías cotidianas, se va des-
material femenina como herramienta de transfor- granando la realidad de las poblaciones argáricas con
mación de valores coordinado por Paloma González mujeres, hombres, niños y niñas como protagonistas
Marcén (González Marcén et al., 2012)8 y sobre todo con distintas responsabilidades pero el mismo nivel
Recursos para la investigación de la arqueología de de implicación en los distintos trabajos (Fig. 4).
las mujeres y del género en España (GENDAR) HUM
1904 Proyecto de Excelencia de la Junta de Andalucía En la misma línea se trabaja en otra de las estrate-
coordinado por Carmen Rísquez Cuenca (ver artículo gias de reivindicación de las mujeres en los textos
en este dosier) son buena prueba de ello. divulgativos. La publicación Las mujeres en la histo-

8 GONZALEZ MARCÉN, P., ALARCÓN GARCÍA, E., COLOMER SOLSONA, L., GARCÍA LUQUE, A., MASVIDAL FERNÁNDEZ, C., PICAZO i GURI-
NA, M., RÍSQUEZ CUENCA, C., SÁNCHEZ ROMERO, M. y SOLER MAYOR, B. (2012): Los trabajos de las mujeres y el lenguaje de los objetos:
renovación de las reconstrucciones históricas y recuperación de la cultura material femenina como herramientas de transmisión de valores.
Memoria científica inédita (2007-2010). Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Instituto de la Mujer.

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Fig. 5. Recreación de una vivienda argárica. Dibujo: Carmen Merino Rodríguez (Birriel Salcedo y Robles Vizcaíno, 2012).

ria: itinerarios por la Provincia de Granada pretende se habla de cooperación como clave de la evolución
contribuir al conocimiento de la historia de las muje- humana; se explica la importancia real de estrate-
res en este territorio, haciendo accesible a diferentes gias como la caza o el carroñeo; se reta la atribución
tipos de público la experiencia de vida de mujeres de sexual de determinadas producciones como la lítica;
diversos periodos históricos. Utilizando la reflexión se enfatiza la importancia de las actividades de man-
cercana, afectiva, a escala de lo cotidiano y de lo tenimiento; y se habla de la construcción de la identi-
próximo se trata de comprender la trayectoria vital de dad de las mujeres a través del registro funerario, o de
mujeres singulares, pero también de aquellas cuyos su participación en las estrategias políticas, sociales,
nombres no nos han llegado (Birriel Salcedo y Robles rituales y religiosas de los grupos humanos en los que
Ortega, 2012). En el caso de la arqueología prehistó- vivían (Sánchez Romero, 2012, 2014b).
rica, el itinerario discurre por el altiplano granadino,
visitando las poblaciones de Orce, Galera y Baza. Un Un interesante precedente lo tenemos en “Las
territorio que destaca por su riqueza arqueológica y mujeres en la Prehistoria” la exposición itinerante
que permite acercarse a la historia, las experiencias, del Museo de Prehistoria de la Diputación de Valen-
los conocimientos y las actividades de las mujeres cia. Una muestra que por primera vez se dedicaba
durante más de un millón de años. Desde las prime- de manera monográfica a la difusión del estudio de
ras poblaciones que se asentaron en la Península las mujeres en la Prehistoria. Inaugurada en 2006
Ibérica y que ocuparon las riberas lacustres de la sigue viajando por todo el país en la actualidad (Soler
cuenca de Orce, pasando por el poblado argárico del Mayor, 2008). Durante los meses de abril y mayo
Castellón Alto en Galera, hasta el mundo ibero que de 2008 esta exposición realizó su itinerancia en el
se desarrolló de manera espectacular en esta zona, Parque de las Ciencias de Granada, la adaptación
con una necrópolis como Tútugi o una ciudad como del montaje en esta ocasión incluyó la colocación
Basti (Sánchez Romero, 2012) (Fig. 5). de paneles de creación propia referidos al ámbito
doméstico (Peñalosa, Baños de la Encina) y fune-
A través de los restos arqueológicos dejados por los rario (Cerro de la Encina, Monachil) para mostrar
distintos grupos humanos se pretender dar a conocer las investigaciones que se estaban llevando a cabo
los trabajos, las tecnologías y las experiencias de las desde la Universidad de Granada. Además se pro-
mujeres. Así, frente a otros discursos androcéntricos, gramó un ciclo de conferencias abierto al público en

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ARQUEOLOGÍA FEMINISTA, DE LAS MUJERES Y DEL GÉNERO EN LA PREHISTORIA DE ANDALUCÍA

general en el que se trataron temas como los meca- los múltiples significados de las experiencias de la
nismos de creación de estereotipos sobre la identi- gente a través de aproximaciones tales como la feno-
dad femenina en el pasado, el proceso de creación de menología (Sánchez Romero, 2015a).
la propia exposición o la metodología necesaria para
generar nuevas propuestas de creación de imágenes Desde ese posicionamiento, consideramos que
en la literatura científica y divulgativa de la prehis- hay varios asuntos que en los próximos años van a
toria; por último, se dedicó una mesa redonda a las ocupar buena parte de nuestras preocupaciones y
representaciones femeninas en la Prehistoria. Para que nos ayudaran a tener una mejor comprensión
completar la estrategia de transmisión de conoci- y mayor conocimiento sobre la vida cotidiana de los
miento, la revista Arenal dedicó un monográfico a grupos sociales del pasado. Ya hemos expuesto el
esta temática (Sánchez Romero, 2008e). enorme potencial explicativo que tienen las prácticas
culinarias en la reconstrucción de las sociedades del
pasado. En este sentido, debemos seguir trabajando
4. ¿HACIA DÓNDE VAMOS? hasta conseguir convertir estas actividades en una
categoría de análisis reconocida para el estudio de
Aunque el camino recorrido hasta aquí ha sido sin las sociedades prehistóricas e históricas. Para ello,
ninguna duda muy fructífero, aún nos queda mucho necesitamos mejorar metodológicamente en cues-
por hacer. Los estudios sobre las mujeres, las rela- tiones relativas a la definición y caracterización de
ciones de género o la infancia aún tienen que pelear las técnicas de cocinado y preparación de alimentos.
para ser considerados necesarios dentro de cualquier Es necesario aumentar la muestra tanto de indivi-
proyecto de investigación, y por ende formar parte duos analizados mediante técnicas de isótopos de
imprescindible de cualquier estrategia de divulgación nitrógeno y carbono; como de residuos químicos
del conocimiento que se genera sobre las sociedades orgánicos conservados en el interior de los recipien-
del pasado. Ya hemos manifestado en alguna oca- tes cerámicos y debemos hacerlo mediante un aná-
sión nuestra creencia de que el no reconocimiento de lisis diacrónico de estas actividades, para observar
estas investigaciones por parte tanto de investigado- cambios y/o continuidades en estas prácticas.
res como investigadoras se debe a que la arqueología
feminista, de las mujeres y del género pretende no En lo que respecta a la producción textil debemos
sólo visibilizar mujeres, sino también reconfigurar la seguir avanzando en conceptos tales como la tecno-
manera de hacer arqueología, introduciendo nuevos logía o los procesos de aprendizaje. Para aumentar
temas y protagonistas en el debate, reconsiderando el nuestro conocimiento sobre su proceso, técnicas de
papel que tenemos como profesionales ya sea desde manufactura y herramientas empleadas, necesita-
la academia, las instituciones o desde la profesión mos incorporar técnicas de análisis concretas. Por
libre (Sánchez Romero, 2014a), y provocando un giro ejemplo, estudios de huellas de uso, que nos permitan
epistemológico que haga de nuestra disciplina un ins- determinar qué tipo de materia prima fue trabajada
trumento para la transformación por medios pacíficos (lino, lana, cuero, etc.) y concretar en qué fase del pro-
del sufrimiento humano (Martínez Guzmán, 2005). ceso de producción intervienen determinados objetos
como punzones, leznas y agujas. Asimismo, es nece-
No hay duda de que la implantación de nuevas técni- sario realizar un estudio diacrónico sobre los tipos
cas de análisis va a permitir un acercamiento mucho de estructuras de telar y pesas que encontramos a lo
mayor a la realidad de las poblaciones. Es cierto que largo de la Prehistoria Reciente. Todo ello, nos daría
ahora podemos conocer prácticamente la biografía la oportunidad de profundizar en el carácter social,
de cada uno de los individuos encontrados. A través económico e identitario de esta actividad.
del análisis de sus cuerpos podemos conocer dietas,
esfuerzo físico realizado, tipo de trabajo, enfermeda- Una vez probada la capacidad de la infancia como
des, procedencia, edad, sexo entre otras cuestiones categoría explicativa de las sociedades algunas de
pero no podemos correr el riesgo de entender que las cuestiones que permitirán seguir avanzando
esos datos nos dicen exactamente cómo fue el pasado tienen que ver con la solución de problemas meto-
(González-Ruibal, 2014). Insistimos en la necesidad de dológicos relacionados, por ejemplo, con la capaci-
una lectura más abierta que mantenga, obviamente, el dad de lectura de estos restos humanos debido a la
rigor metodológico trabajando con una base empírica preservación diferencial de los huesos inmaduros, o
en el registro arqueológico, pero intentando entender con la identificación del sexo de los individuos. Otras

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cuestiones están más relacionadas con la normali- BIBLIOGRAFÍA


zación de determinados estudios sobre cuestiones
asociadas con las prácticas maternales, por ejem- ALARCÓN GARCÍA, E. (2006): “Aproximación al
plo, la lactancia y el destete. Y, quizá uno de los retos estudio de las actividades de mantenimiento en
más complejos sea el análisis de la cultura material el poblado argárico de Peñalosa (Baños de la
y de los espacios no vinculados al ámbito funerario. Encina, Jaén)”, Arqueología y Territorio 3,
pp. 89-116.
La capacidad de reconocer aquellos lugares y obje-
tos dedicados al aprendizaje, al juego o a la sociali- ALARCÓN GARCIA, E. (2007): “Las prácticas de
zación, marcará de manera evidente nuestro conoci- cuidados en las sociedades prehistóricas: la
Cultura Argárica”, Arqueología y Territorio 3,
miento de los grupos humanos del pasado.
pp. 233-249.

Debemos, por último, reforzar los mecanismos de ALARCÓN GARCÍA, E. (2012): “Teoría y método:
Arqueología de mujeres y las relaciones de
transmisión de conocimiento, con una doble estra-
género en la Edad del Bronce del sureste de la
tegia, por un lado mediante la continuación de los Península Ibérica”, Monográfico Teoría y Praxis
proyectos de investigación como los mencionados en Arqueológica, Arkeogazte 2, pp. 35-55.
este texto; por otro, generando espacios de discusión,
ALARCÓN GARCÍA, E. (2011): “Reconstruyendo iden-
debate y articulación de propuestas. Con ese propósito tidades a través de la preparación de alimen-
está concebido el Seminario de Arqueología Feminista tos”, II Jornadas de Jóvenes en Investigación
del Conjunto Arqueológico de los Dólmenes de Ante- Arqueológica (Madrid, 6, 7 y 8 de Mayo del 2009),
quera, con tres líneas de actuación programadas, la Pórtico, Madrid, pp. 729-737.
primera tiene que ver con convertirse en un punto de ALARCÓN GARCÍA, E. y SÁNCHEZ ROMERO, M.
encuentro de investigadoras e investigadores intere- (2010): “Identidades de género y edad en la
sados en esta perspectiva a través de la realización de organización del trabajo minero-metalúrgico en
seminarios específicos; la segunda de las propuestas el Distrito de Linares-La Carolina”, La minería
y la metalurgia en alto Guadalquivir: desde sus
es la programación de cursos y conferencias destina-
orígenes hasta nuestros días, (Contreras Cortés,
dos a un público amplio; la tercera y última, el diseño F. y Dueñas, F. eds.), Instituto de Estudios Jien-
de una serie de publicaciones de carácter divulgativo nenses/Diputación Provincial de Jaén, Jaén,
que incluya desde manuales universitarios hasta lite- pp. 343-363.
ratura infantil y destinados a transmitir los conoci- ALARCÓN GARCÍA, E. y SÁNCHEZ ROMERO, M.
mientos generados desde esta perspectiva. (2011): “Relaciones de género y organización del
trabajo metalúrgico en la Edad del Bronce del
En definitiva, estamos convencidas de que trabajar sureste Peninsular”, V Simposio Internacional,
sobre las sociedades prehistóricas desde la pers- Minería y Metalurgia Históricas en el Suroeste
Europeo: Homenaje a Claude Domergue, Univer-
pectiva feminista no solo mejora el conocimiento y
sidad de León, León, pp. 207-218.
la consideración de las mujeres –las de la actualidad
y las del pasado–, sino que, además, amplía y rege- ALARCÓN GARCÍA, E. y MORA GONZÁLEZ, A. (2012):
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MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 06. 2015. PP. 33-59. ISSN 2172-6175 // DOSSIER 59

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