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ECRETOS, PLIEGUES, ENIGMAS El secreto Después de mas de veinte afios de un casi ininterrumpido silencio tedrico, el pensador mas secreto de nuestra época, el francés Guy Debord, publicé en 1988 un complemento a su famoso volumen La sociedad del especticulo, caya primera edicién vio la luz en 1967. El nuevo libro, titulado Comentarios sobre la sociedad del espectaculo, se gtin Debord, en el transcurso de los veinte afios que separan los dos libros, ha nacido y se ha desarrollado un tercer tipo de sociedad del espec- culo, que se aftade a las dos precedentes: la primera, caracterizada caracteriza por la importancia que asigna a la nocién de secreto. ta por lo espectacular concentrado, encontré su plena manifestacién en la Rusia estalinista y en la Alemania nazi; la segunda, caracterizada por lo espectacular difuso, se expres ampliamente en los Estados Unidos después de la segunda guerra mundial; la tercera, finalmente, caracteri- zada por lo espectacular integrado, pertenece al pasado mas cercano y se ha realizado en Francia y en Italia, Justamente en esta tiltima forma de especticulo es donde el secreto representa un papel esencial: éste se ha convertido no sélo en el complemento decisive de lo que se mues- tra, sino incluso en la operacién téctica més importante, De hecho, en un mundo post-histérico, neo-oscurantista y criptico-criminal, como ats, Ear 16 by dite env el que vivimos, la principal arma es la del chantaje. La frase ha nacido y se ha desarrollado la ia del seereto en la vida contemporinea esté estrechamente ligada al sere poder’, bajo cuya insigni moderidad, asume hoy una acepeién irrisoria: la importam imponerse y al difundirse en todos los ambitos de la sociedad del madelo mafioso. {De qué manera esta concepcidn, que contiene elementos de indudable agudeza, se revela en una consideracién més profunda no del todo satisfactoria? Como también ocurria en La sociedad del espec- téculo, resulta inadecuado, a mi entender, el presupuesto dualistico, maniqueo, en definitiva no dialéctico, sobre el que ésta se fundamen- ta: tal presupuesto no 5 tanto de naturaleza politica, como de natu- raleza esencialmente filosdfica, En 1967 Debord creia en la existencia de dos partidos que se enfrentaban y se combarian entre si; el partido de la burguesia y el del prolerariado. Veinte os después, el piensa que cl partido del proletariado ha sido vencido y que el primer partido no € otra cosa que vigilarse a si mismo y tramar contra si mismo. Pero a importante modificacién no altera la idea fundamental segtin la cual la labor de la razén es, a fin de cuentas, facil y puede ser desarrolla- da de una vez por todas. E 1967 todo estaba claro, abierto, desplega- do, mientras que veinte afios después todo es oscuro, escondido, secre- to: entonces la sociedad era transparente, hoy esta envuelta en un manto que hace impenetrable la comprensién. Si este manto fuera retirado, la verdad volverfa a resplandecer por si sola, sin que ello con- llevara un gran esfuerzo para la razén. Lo que encuentro insatisfactorio y en el fondo ingenuo en las tesis de Debord, y por extensién en la nocién misma de secreto, es justa- mente esta concepcidn de la verdad como algo que a veces aparece y a ve -s desaparece independientemente de la accién del pensamiento. El concepto de secreto reenvia a la existencia de una verdad simple: el camino para llegar a ella puede ser largo, complicado y tortuoso, pero éte se anula en el momento en el que aparece la verdad. En la nocién de secreto encuentro inaceptable la atribucién de un papel secundario ysen definitiva, insustancial a la actividad del pensar, Cada vez que ésta se presenta bajo el modelo de una investigacidn policial, se atenta con- tra su dignidad, se pone en compromiso su primacta, no se sale del marco cultural del neo-oscurantismo y de la neo-barbarie delineado por Debord. El pliegue En un mundo no lleno de secretos, sino de pliegues nos introduce dl libro de Gilles Deleuze EI pliegue, que lleva como subritulo Leibniz y-el barroco. Aqui la actividad del pensamiento est’ pensada no como la revelacién de un secreto, ni como una iluminacién, ni como una clarificacién, una Erkliirung, sino como una explicacién. Ahora bien, ¢s interesante observar que la palabra explicacién para indicar la activi- dad del conocer existe s6lo en las lenguas romances (en italiano, en francés, en espafol...). La diferencia entre la clarificacién (Erklarung) y ka explicacién (explicatio) fue expuesta hicidamente por Kant en la Critica de la razén pura: aqui Kant privilegia la primera sobre la segun- da, Mientras la primera — dice Kant — consiste en el exponer originaria- mente el concepto explicito de una cosa dentro de sus limites, la segunda tiene un ambito de aplicacién meramente empirico. En la explicacién, segtin Kant, el concepto no est dentro de limites seguros y por tanto no puede ser definido. $i pienso en el oro, por ejemplo, no puedo estar nunca seguro de pensar también en todas sus caracteristi- cas. Kant pone el ejemplo del robin: alguien puede pensar en la nocién de oro el hecho de que no se enrobina y otro en cambio no conoce en absolute esta propiedad. Sin embargo, lo que parece a Kant un defecto de la explicatio puede revelarse desde otro punto de vista, una virtud. Si la actividad del pen- sar no esta nunca dentro de limites seguros, sino que tiende siempre a superarlos, es porque ésta implica la experiencia de un desarrollo. Explicatio y explicare significan desarrollo y desarrollar. De ello deriva que el conocimiento no cs simplemente la revelacién de un secreto, ni la iluminacién de algo oscuro, ni, al final, la exposicién de un con- cepto dado a priori, sino el extender, el desenvolver, el expresar algo que esta envuelto, recogido, oMAs. Ec , El horizonte conceptual abierto por el pliegue y por la explicacion permite salir del callején sin salida en el que la problematica del espec« El escollo contra el que ha naufragado la barca de la militancia anti- cular ¢s sobre todo el problema de la novedad histérica, Victima de una concepcién angosta y maniquea de la realidad, ef triunfalismo ticulo y del secreto ha situado a toda una generacién de militante: espe utépico de los afios Sesenta y Setenta se ha convertido en negacidn de la historia: la falta de realizacién de lo que se esperaba y se anhelaba los ha hecho ciegos ante los pliegues, las complejidades, las sinuosidades de la realidad efectiva. De este modo se ha preferido pensar que la his toria era infinita, antes que reconocer la insuficiencia de los propios instrumentos conceptuales para comprender lo que sucedia. La atribu- cién de un papel fundamental al secreto es parte integrante de esta dimisién del pensamiento filosdfico. La atencidn tedrica con respecto a las nociones de pliegue y de explicacin nace justamente de la necesi gencia histéric decir desarrollo? Bn primer lugar, en la nocién de desarrollo parece implicita una cier- ta afinidad de forma, de estructura 0 de sustancia entre el punto de par- tida y el punto de Ilegada; esta afinidad excluye la concepeién dualista, maniquea de la realidad. Afirmar que la sociedad se ha convertido en esencialmente secreta significa reconocer que el pensamiento se ha con- vertido en esencialmente turbio, La explicacién pertenece al mismo mundo al que pertenece el pliegue. Fl pensador es tal justo en la medida 1 de volver a pensar la emer- :Qué quiere zcmo es posible hoy pensar el novi? cto directo con la realidad en la que es capaz de permanecer en conta histérico-social. En segundo lugar, la explicacién aporta algo nuevo, diferente con respecto al pliegue. Lo importante no es que s mejor 0 peor: nociones como progreso o regresién, ventaja o desventaja, mejora © empeoramiento, son relativas y susceptibles de cambiarse ripidamente la una por la otra. Lo importante 's que a una concepcidn estitica como la que rige la nocién de secreto sucede una concepcién dindmica en la que todo el universo esté continuamente animado por micromovimien- tos incesantes, por cambios de posicién inapreciables, a través de los cuales se cumple una efectiva, continua y casi imperceptible mutacién Los campos semAntico-conceptuales abiertos por Deleuze son cua- tro, Fstos derivan de cuatro verbos latinos: vola, plecto, flecto y clino. El primero, en el que se fundan las nociones de desarrollo y de envolvimiento, es volo, voltear, girar alrededor (en griego, eilzio). Este os introduce en el mundo no del secreto, sino de la voluta, término que en latin indica no sélo el adorno del capitel, sino también la espi- ral de la concha, Como ocurre también con las palabras vulva y volu- ‘men, la idea de proteccién y de defensa ¢s igualmente importante como la de enroscamiento y desenroscamiento. Esto es ain mas evi- dente en el griego eiluma, que quiere decir cobertura. En lugar de ir en busca de una transparencia absoluta, es necesario preguntarse acerca de Jos aspectos positivos implicitos en el recorrer los caminos laberinticos de la experiencia y del pensamiento. E proceder no es rectilineo, y atin asi El segundo campo seméntico-conceptual es el de plecto, del que, a propésito, proviene plica. Aqui la idea fundamental es la de tejer (del gtlego pléco, entretejer) y, por lo tanto, también la de tejido. El con- eepto de pliegue nos introduce en una idea de la verdad como algo esencialmente vestido. Filosofs @upa hay otra capa y asf sucesivamente. Bajo el yestido esté la piel, pero a piel es también un tejido. Desde este punto de vis del pliegue se mueve en una direccién opuesta respecto a una obra le, junto a las de Debord y las de Deleuze, parece sefalar en el clima Hlostce actual el declinar del nihilismo, la Critica de la razén cinica Peter Sloterdijk. Para este autor, de hecho, el remedio para el cinis- moderno hay que buscarlo en el cinismo antiguo, en una vuelta a ‘Wi naturaleza o incluso a la desnudez de la existencia animal. Pero el Pensamiento del pliegue es un pensamiento de la vestidura, del amplexus y de la complexio, del abrazar y entretejer conjuntamente ‘@osas distintas. El tercer campo seméntico-conceptual es el de flecto, plegar, el movimiento 1 espiral el existe. es como pelar una cebolla: bajo cada el pensamiento doblar, curvar. La inflexidn es para Deleuze el proceso gracias al cual Wh fluctuacién de la norma reemplaza la permanencia de la ley: en Agar de las claras separaciones ile transiciones insensibles opera un cambio sin sobresaltos, 1 ¢ impone un continuum que a través brus- FS, EN s & BARKOCO ¥ NFO-K: cas _variaciones. La inflexi6n es una modulacién un plasmar, un modelar de forma continua y perpetuamente variable. En el polo opuesto de la inflexién esté la rigide sis, la inflexibilidad. El cuarto campo seméntico-conceptual es el de clino (igual al griego clino): éste reenvia a la nocién de transversalidad, pero tambi , el endurecimiento, la esclero- nala relacién que se establece entre dos planos, entre el alto y el bajo. Klimax en. griego quiere decir escalera: ésta es la gradatio latina, que tiene el sentido retérico de ensalzar progresivamente el estilo, repitien- do la palabra precedente y corrigiéndola con otra més fuerte, Inclinatio es la derivacién, la formacién de palabras. Glinamen es la palabra con 1 describe en el marco de la filosofia epictirea el encuen- tro entre los étomos que da hugar a la formacién del mundo. E Ia que Lucre impor- tante observar que esta declinacién, con respecto al movimiento verti- cal, es la minima posible: el movimiento del clinare sucede a través de desviaciones que son infinitamente pequefias. La efectividad es inver- dad samente proporcional a la amplitud del alejamiento de la verticali de la caida. Estos cuatro campos semantico-conceptuales concuerdan entre si en el delinear una concepcién del mundo en la que el aspecto de la continuidad prevalece sobre el de la fractura. Esta continuidad es, a pesar de todo, concebida en modo dindmico, como un pasaje, un trin- sito desde una determinacién a otra del set. Para Deleuze, Leibniz ha sido el gran pensador del plicgue, el que ha dado la maxima relevancia ala fluider de la materia, ala elasticidad de los cuetpos, a los recesos y alas larebras del alma, Bajo este aspecto Leibniz no es el fundador de la metafisica wolfiana, ni el precursor del idealismo alemén, sino el pensador barroco por excelencia, en el que se despliega la inmensa sutileza de las cosas y la huz se rompe en una infinita riquera de colores Mientras el pensamiento del secreto enfatiza al méximo los aspectos negativos de la realidad y describe un mundo en el que triunfa ka nada, el pensamiento del pliegue nos propone la imagen de un mundo no vacio, sino leno; es més, lenis no, abigarrado, colmado en exceso, en el que hay un maximo de materia por un minimo de extensién. La metifora del plicgue significa jus amente esta plenitud: tal es el mundo barroco, en el todas las cosas estin plegadas para ocupar el menor sitio posible; tal el mundo contemporinco, en el que todo esti dado en el presente, todo esta disponible aqui y ahora, y no falta nada, Deleuze desarrolla la ta intuicin de Debord que en La sociedad del expectéculo habia sub- fayado el caricter anticipatorio de la experiencia barroca respecto a la edad contemporinea, dindole una valoracién positiva. Veinte anos despues, en el mundo de secreto que él traza no queda ya, sin embargo, fltio para la herencia barroca. El hilo conductor del barroco es retomado 1 Deleuze, ef cual nos introduce en un pensamiento del pleroma y de Ia plenitud. Sobre este punto, entre el pensamiento del secreto y el pen- : el primero considera samiento del pliegue hay una neta contraposiciés ila sociedad del especticulo integrado la peor de todas la vociedades que hayan existido, el segundo piensa que la peor realidad es siempre mejor que la mejor utopia, justamente porque al menos es una realidad. Si el mundo existe -escribe Deleuze exponiendo a Leibniz no es porque es el incor, es mis bien al contrario, s el mejor porque es, porque es el que hay, El pensamiento del pliegue es, por asi decir, post-nihilista: &te hace suya la mentalidad hist6rica, segin la cual algo, sea como sea, es siempre mejor que nada. Esto, sin embargo, no debe ser entendido como una jus- tificacién de la renuncia y de la resignacidn, sino més bien al contratio, como la premisa de un pensamiento ieee apie lo fad. que cueste, en contacto con la real ‘Tanto Debord como Deleuze asigi tn papel fundamental con respecto al pasado y al futuro, pero también sobre este punto la valoracién es opuesta. Para Debord la sociedad del especticulo integrado nos introduce en un presente perpetuo que acaba con la experiencia de la historia, porque inflacionando la impor- tancia de la novedad, destruye todo criterio de medida, Para Deleuze la primacta del presente es, en cambio, una caracteristica de la men- an a la dimensién del presente talidad barroca, la cual estd conectada a un modo de sentir a la vez ene aminostilgico y antiutdpicos en esta tonalidad afectiva, ésta se encu amente por un lado con la experiencia poética y artistica a razdn tra paraddj tia del tiltimo siglo, por otro con la experiencia del Mayo francés filosdfica se salda ast con la razén poética y la razén social en un pre- sente cargado de pasado y prefiado de futuro, SNEAS SECRETOS, PLIEGUES, EN DY NEO-BARROC, as. Fire Exx EI pensamiento del pliegue es tan extraiio a la hermenéutica como lo esal utopismo, La explicacidn es esencialmente diferente de la inter- pretaci6n, porque es evento, es un novum prefigurado por el pliegue, pero irreducible a éste, En la filosofia de Leibniz no hay ningdn dualismo entre objeto interpretante y objeto interpretado: el alma es expresién del mundo, porque el mundo esté contenido en el alma. La cerrazén de la ménada, el hecho de que éta no tenga ni puertas ni ventanas, no significa en absoluto que la ménada sea extrafia en relacién con el mundo, porque el mundo esté ya en la ménada, Los muchos universos implicitos en las ménadas no son més que un solo universo considerado desde los distintos puntos de vista de cada médnada. De esta forma, Leibniz. confiere un significado nuevo, esen- cialmente mundano, a la experiencia del recogimiento que tiene sus precedentes en la mistica renana (Meister Eckhart y Johannes Taulet) y en la espiritualidad espaiiola del siglo XVI (el recogimiento). transposicién mundana de una experiencia espiritual, Leibniz es auténticamente bartoco, Pero tal mundanizacién ¢s justamente lo con- trario de la frivolidad y de lo efimero. Esa tiene en muy alta estima lo que cela, lo que enivuelve, lo que resiste y permancce. n esta El enigma més allé del secreto y del plicgue La nocién de enigma constituye el punto de llegada al que conduce la profundizacién en la problematica del secreto y del pliegue, zn qué se diferencia el enigma del secreto? Como escribe Charles Malamud, el secreto nace de la voluntad no de proteger el misterio, sino de crear unos el enigma obtiene su fuerza de la tensién interrogativa que susci- ta. A diferencia del secreto, que se disuelve en su comunicacidn, el enig- ma tiene la capacidad de explicarse simultineamente en miiltiples regis- tros de sentido todos igualmente vélidos y abre un espacio intermedio suspendido que no esta destinado a ser colmado. En el fondo, el secre- to se basa en una concepcidn simplista de la realidad y en la intencién subjetiva de velar, de enmascarar, de ocultar la evidencia: esto implica la existencia de alguien que detente y sepa mantener un completo dominio de su gestién a uravés de procesos de comunicacién a un pequefio ntimero de confidentes y de sefialacién a la gran mayorfa de los excluidos. A partir del momento en el que el secreto se le escapa de Jas manos al que lo detenta, porque la realidad se le presenta bajo una dimension més compleja, articulada, elaborada y contradictoria de lo que imaginaba, se pasa a otro horizonte que es del enigma. Por ejem- plo, en el marco de la sociedad del especticulo integrado, delineada por Debord, es lo que ocurre cuando los gobernantes se encuentran en el punto en el que confluyen innumerables tramas que en su mayor parte se les escapan: una sociedad en la que nadie sabe ya que es lo que real- mente sucede, en la que resulta imposible calcular exactamente el pre- elo de la produccién de quien sea, en la que la incertidumbre esta orga- nizada en todos los ambitos, zpuede ser definida todavia como una sociedad del secreto? Esa es en realidad una sociedad del enigma. ‘También el profundizar en la nocién de pliegue nos conduce a lo que Adorno define como el aspecto egipcio de toda obra de arte, 0 sea el enigma. Tal profundizacién pasa por la pregunta: ¢qué relacién existe entre el pliegue y la explicacién? El problema esta expuesto en la Torta estética, en la que la esencia de la obra de arte es vista justamente través del enigma. :El concepto filosdfico -se pregunta Adorno- es la verdad que se despliega de la obra de arte? ;La relacién entre arte y flosofia seria entonces comparable a la que existe entre el pliegue y la explicacién? ;Pero, pucde la filosofia limitarse a ser la explicacién del gontenido de verdad implicito en la obra de arte? En la pretensién de Jos sistemas del idealismo aleman de tomar la forma del arte como modelo de la filosofia esta implicita la intuicién de la afinidad sustan- ‘plal entre arte y filosofia. Pero esta afinidad sustancial no debe hacer- Nos olvidar que tanto el arte como la filosofia m in haci a lo real, que existe un contenido colectivo del arte, que Ia experiencia del arte puede convertirse en filosofia. Lil cardcter enigmatico del arte y de la filosofia se basa por tanto no mbos del mundo real, sino justamente en lo contrario, fon la lejania d fen el hecho de que la esencia de la realidad es enigmadtica. De esta forma, ef arte y la filosofia pueden salir del estado de minoria en el que las diversas formas del pensamiento negativo (pen- exleatas SPERETOS, O-BARROCO, as. Ec samiento de la cri: sis, pensamiento debil....) las han confinado y reivin- dicar la posibilidad de una adecuacién de ambas al mundo actual, Se pasa definitivamente de la problemstica del pliegue a la del enigma a partir del momento en el que se renuncia a privilegiar al pliegue sobre la explicacién o viceversa a la explicacién sobre el pliegue. Se va desde el pliegue a la explicacién y se vuelve di sde la explicacién al pliegue a través de un trinsito, a través de un proceso que va de lo mismo a lo mismo. El enigma e 4 justamente en el hecho de que, en este movimiento, el punto de partida y el punto de Hegada son al mismo tiempo los mismos y radicalmente diferentes: profundizando en cl exa- men de la diversidad que encuentra la unicidad, y viceversa, profun- dizando en el examen de la uniformidad, se encuentra el cambio. El caricter enigmatico del despliegue y del replicgue encuentra una expl cacién en lo que Adorno, en referencia a la obra musical de Alban Berg, dice sobre cl arte del pasaje minimo: en ésta todo procede de manera continua a través del imperceptible transcurrir de un elemen- {0 a otro, sin-cesuras, segtin un arte de la mediacién cromatica que va desde el sonido ms simple a la mis completa elocuencia formal y exu- berante riqueza fonica, y que pasa de éstas al fragmento infinitamente pequefo y al maximo recogimiento del silencio. El enigma y lo banal Si la naturaleza del enigma es el transito, el pasaje insensible hacia algo diferente, su puesto es lo banal, la permanencia de la identidad en si misma, la afirmacién de categoria tautolégica a través de la cual una cosa se da ni mds ni menos que por si misma. Es evidente que la sociedad del especticulo integrado es el lugar por excelencia de la banalidad por los procesos de reduccién, de homologacién, de nivelacién que ésta implica: el instrumento principal del que ésta se vale consiste en la deshistorizacién, en el sustraer las cosas del flujo del devenir y del cambio incesante y en la inmovilizacién en una especie de asombrosa idiorer que convierte en superficial toda interrogacién ‘También el enigma puede ser banalizado: esto ocurre cuando en él se ve solo una adivinanza, Nosotros estamos acostumbrados a considerar la ideologia politica y la frivolidad como los dos yehiculos principales de la banalizacion de la sociedad: de hecho ambas se corresponden con los dos primeros tipos de espectacularidad social que distingue Debord, respect regimenes totalitarios y lo mente lo espectacular concentrado de los espectacular difuso de las democracias occidentales. En el transcurso del tiltimo decenio se ha manifestado sin embargo a escala mundial un vista inclasificable segtin las categor fendmeno social a prime ala propuestas por Debord, que tiene justamente en la critica ra la ideologia politica y al la frivolidad de la sociedad del /oisir la propi arma principal: me refiero al fundamentalismo religioso que ejercita su -influencia cada vez mis grande en las sociedades de lo espectacular concentrado, de lo espectacular difuso y de lo espectacular integrado. tun movimiento religioso y no un movimiento I hecho de que se filosdfico el que sea actualmente el portador por excelencia de la eriti- ca ala ideologia, a la frivolidad y a la delincuencia organizada consti- tuye una sorpresa que hay que afrontar necesariamente. El enigma del arte y de la filosofia se encuentra asi ante una corriente muy popular, el misterio de las religiones monoteistas, que no necesita explicaciones nii complicaciones, es més, prescinde completamente de la problemati- ca del plicgue. jE misterio del fundamentalismo religioso pude ser definido como un secreto sin solucién? Bien es verdad que si el hori- rronte del secreto reducia Ia labor de la razén a una nvestigacién poli- ial, el del mistetio anula completamente la actividad del pensamien- negacién de la filosofia, el fundamentalismo teligioso formas de nihilismo, to. En e como sus potenciales aliados las distinta encuenti de anti-intelectualismo, de pensamiento negativo y debil, que desde hace tiempo minan desde el interior el trabajo de la razén y compl tan el panorama de neo-oscurantismo militante que parece caracteri rar nuestra edad. Pero el fundamentalismo, jes verdaderamente portador de una vuelta a la seriedad de la experiencia? Hace falra, antes que nada, tener 2 es mas, su presente que éte es algo muy distinto del tradicionalism caracteristica consiste justamente en la pretensién de hacer referencia, mis alli de la tradicién ¢ incluso en contra de ésta, a los principios 2 as. fundamentales objerivos ¢ incontestables que se muestran en la letra de los textos sagrados. Se oscurecen asi y aparecen bajo sospecha tanto fa reflexidn teolégica que, explicandose en una multitud de tendencias y de direcciones, contiene una riqueza cultural e intelectual irreducible a la mera literariedad, como el proceso histérico mismo que por su dimensidn esencial de evento implica necesariamente la presencia de factores de novedad también cuando no contiene aparentes saltos ni roturas. Por esto el fundamentalismo rechaza tanto la explicacién como la ansmisién, tanto el desplegarse del pliegue como el enigma del transito, y se hace portavoz de una literariedad fija ¢ inamovible, hostil a la problemuitica de la meditacién filoséfica y de la tradicién histérica, Su costumbre de atenerse a la identidad del Fundamento, de la letra, de la ley, su imposicién para considerar el texto. como lo que ¢s, ni mas ni menos, conlleva la abolicién de todos los interrogantes con los que esta entretejida la vida espiritual, el surgimiento de un fanatismo ciego y de un militantismo agresivo que idolatra la efectivi- dad desnuda tua El fundamentalismo se revela, por lo tanto, como la banalizacién de la religién, la reduccién de la espiritualidad y de lo sagrado a la literariedad estatica ¢ inmévil de la banalidad espectaular: su protesta contra la banalidad de la ideologia y de la diversién no esta fener ae es la variante religiosa de lo banal integrado. Aun asi, no hay que con-

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