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Los avances modernos que trajó consigo la segunda revolución industrial enmarcaron el
principio de lo que hoy se conoce como sociedad posmoderna. Es claro reconocer que las
estructuras sociales, políticas y económicas subyacen nuestra sociedad, y que parte de
este proceso ha desembocado, en gran parte, por el desarrollo de las industrias durante la
segunda revolución industrial.
Para el desarrollo de la industria moderna fue necesario romper con las antiguas formas
de producción y hacerlas más racionales, haciendo uso de los avances que la ciencia
otorgaba para el funcionamiento de las industrias. Esos elementos que desaparecieron de
las industrias otorgaban cierto sentido al trabajo de la clase obrera, sin embargo, ante las
nuevas técnicas y materiales necesarios para el trabajo, la clase obrera tuvo que
modificar sus conductas, y así mismo, su cultura, para poder adaptarse de la mejor
manera a los cambios de la segunda revolución industrial.
El proceso de industrialización tiene ciertas características que han causado, a lo largo del
siglo XX, ciertas modificaciones en las estructuras sociales. Es así que encontramos que
en las nuevas sociedades existe un sistema de instrucción que deberá actualizar y
enseñar las técnicas, métodos y conocimientos de manipulación a los sujetos de una
población. También surgen, a partir del orden que debe llevar la industria, las
estratificaciones laborales, donde cada trabajador es clasificado de acuerdo al puesto y
nivel de conocimientos que tenga, cabe mencionar que aquí es donde entra la
intervención del psicólogo laboral. La industria trae consigo, como antes Marx y otros
filósofos lo plantean en sus obras, la oposición existente entre clases (obrera y burguesa)
y la búsqueda de beneficios por ambas partes. La aparición de sindicatos es otro rasgo
característico de las sociedades industriales avanzadas.
Referencias bibliográficas
Marín, Antonio y García Pablo (2002). Sociología de las organizaciones. México. Mc Graw
Hill. p.p 41-70.