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RESUMEN
0. INTRCIDUCCIt^N
inductivas^. ^,No podría, con este nuevo planteamiento, construirse una teoría lógica de
la inducción?
Esta idea iba a recibir un desarrollo sistemático cuando los filósofos de la escuela
nevpositiva se apropiaron de ella. Se han hecho diversos intentos de construir lógicas
inductivas prababilistas y se ha pensado en que la inferencia estadística podría servir ai
menos de rnodelo para tales construcciones e, incluso, constituir ella misma una teoría
general de la inducción.
En este trabajo se estudian las posibilidades que, desde nuestro punto de vista,
ofrece la inferencia estadística en conexión con el histórico problema de la induccián.
Max Black (Black, M., 1979) define la inducción como «argumento na demostrativo,
en el que la verdad de las premisas, aunque no entraña la verdad de la conclusión,
constituye una buena razón para aceptarla». A tales argumentaciones, para las que la
conclusión puede presupaner la existencia de individuos no presupuestadas par las
premisas, san llamadas por Peirce «ampliativas» {Peirce, C. S., 1902). Este ir «más allá
de las premisas» , que son los hechos singulares de la experiencia (de ahí su carácter
ampliativo), posibilita la inferencia de hechos observados a hechos inobservados y, en
particular, a la predicción del futuro. La esfera de aplicación más importante de esta
inducción es la ciencia natural.
S. Es importante, a los fines de este trabajo, la distinción hecha por Nicod entre
inducciones «primarias» y«secundarias». Las inducciones primarias son argumentacio-
nes no demostrativas «cuyas premisas no obtienen su ^certeza o probabilidad a partir de
ninguna inducción» {Nicod, J,, 1961). Las secundarias son las que no cumplen ese
requisito.
2. EL PROBLEMA DE LA INDUCCION
seguirá necesariamente a tal causa. Pero los resultados que obtiene son aplicables a
todos los tipos de inferencia inductiva (puede consultarse: Hume, D., 1888 y 1894}.
consecuencia de la irnporteneia de las clásicas. Estas son de dos clases: las que pretenden
asignar probabilidades a toda clase de hipótesis y justificar, tal como intentá Hans
Reichenbach, tos principios en Ios que se basa esta asignación, y las que se esfuerzan
por construir parcelas limitadas de la lógica inductiva y defini'r' la probabilidad de una
hipótesis en condiciones muy restringidas. Estas restricciones s©n debidas a la debilidad
del sistema construido por Reichenbach y consisten en la debilitación del concepto
matemático de probabilidad (para gozar de más libertad en la construcción} y iimitación
de fórrn^ ulas a probabilizar. Las lógicas que más éxito tienen en Ia actualidad son las
comparativas, como Ias de Keynes y Koopman, que permiten discernir cuál de dos
hipótesis inductivas es más probable. Las pretensiones modestas de estas iógicas se
limitan a determinar la medida de la eunfrrmc^c•rcín que los datos experimentales aportan
a una hipótesis. Tal es la po4ición de los que se sitúan en la óptica de Rudolf Carnap.
tivo, de la argumentación que conduce de los hechos observados a las teorías capaces
de explicarlos» { Fisher, R. A., 1935).
E1 desarrollo de la infereneia estadística se ha producido na sin resonancia en el
campo de la f~ilosofía de la inducción. Las cuestiones que trata, el modo de tratarias, los
principios en que se apoya, nada es ^jeno a la problemática tradicional de la inducción.
Tanto en la conducción de experiencias como en la utilización de los datos obtenidos,
la teoria de la inferencia estadística parece haberse responsabilizado, en parte por la
menos, con problemas que dependen de lógica inductiva clásica. í,No se presenta acaso
como un ejemplo de lógica probabilistica de la induccián, construida por hombres de
ciencia, al margen de los filósofos?
c•) La inc^ucc•ic^^n prc.^Xresii^u, concebida como proceso reductivo que conduce del
examen de una muestra aleatoria a la prueba de una hipótesis. Toda la teoria de
decisión estadistica Bayesiana y de Wald, así como la teoría de cantrastes de hipótesis
estadíscticas de Neyman-Pearson, se inspiran en este proceso inductivo.
te de los españoles saben leer; Juan es español, luego Juan sab^e leer. La validez de la
conclusión está en función, naturalmente, de la razón m/n.
La creencia de que en la estadística pudiera estar la clave para la sol ución del
problema de la inducción proviene, sin duda, de la fe depositada, p ^or los hombres de
ciencia, en la verdad de las hipótesis contrastadas estadísticamente y de los éxitos
cosechados durante estos últimos años, por la estadística, en el campo de la investiga-
ción científica. Pero no basta con el testimonio de la fe; es preciso un análisis de las
razones en ias que esa fe se asienta.
1. Durante veintiún años estuvo Bernouilli, según su propia confesión, preoc upad^
por obtener medidas de frecuencias a partir de probabilidades y recíprocamente . E1
resultado fue el teorema que Ileva su nombre, que de modo muy simple puede enun-
ciarse así: «Si la probabilidad de un suceso, bajo ciertas condiciones, es ^, y si estas
condiciones se presentan en n ocasiones, el número más probable, x, de oc urrencias del
suceso es n^». Es éste un ejemplo de «reducción regresiva» que conduce de la
probabilidad ^ a la frecuencia x/n. La demostración de este enunciado puede verse en el
«Ars conjectandi» de Bernouilli (Bernouiili, J., 1713). Noy se obtiene fácilmente a partir
de la desigualdad de Chebyschev.
Las condiciones a las que alude el teorema puecfen cc^mpendiarse en ésta: la probabi-
lidad del suceso en la (n + 1} ocasión no debe ser afectada por el conocimiento de la
frecuencia de ocurrencias en las n precedentes y debe ser igual a la probabilidad «a
priori» de la primera.
El enunciado de Bernouilli produjo tanto impacto que Ellis (Ellis, R. L., 1K^3) y
Venn (Venn, J., 1K66), lo utilizaron como base de la definición axiomática cie probabili-
dad y Laplace creyó que expresaba una ley natural de la naturaleza. Con todo, las
condiciones que exigen lo hacen aplicable sólo a ciel-tas clases especíticas de sucesos. Si
la probabilidad inicial está basada en la experiencia, está claro que está ligadd a l^i
información de una nueva experiencia, lo que contradice las condicicanes impuesta^.
ó2 ESTAUiSTICA ESPAÑOi.A
Esta última indicación pone de manifiesto que estamos trabajando con inducciones
secundarias. Además, del conocido experimento de Buffon, dirigido a la comprobación
del teorema de Bernouilli, otros análogos, empleando monedas, bolas o dados, así como
loterías y ruletas de Montecarlo, fueron diseñados, con el mismo fin, por De Morgan,
Quetelet, Jevons, Weldon, Wolf, Czuber y Karl Pearson.
2. En carta dirigida por Jacobo Bernouilli a Leibniz (Leibniz, G., ^855), fechada en
1^03, le dice: «Podemos determinar, por consideraciones "a priori", en qué cuantia es
más probable obtener la suma siete, al lanzar das dados, que ta suma ocho; pero no
podemos determinar, por tales procedimientos, la ^+robabilidad de que un hombre de 20
años sobreviva a otro de óo. ^,No será posible aún obtener este conocimíento, "a posterio-
ri", de haber observado un gran número de parejas de hombres análogas a la anterior?».
yen una clase completa de hipótesis. Se torna asi el ..clásico problema de la «Probabilidad de
las causas» . Considerada p como una variable aleatoria de densidad f{p ), el teorema de
Bayes de la probabilidad «a posteriori» de que p esté entre dos números p' y p" después
de haber observado x veces el suceso en n pruebas:
p• n p X^ 1_ p) n-X,^f-(P )dP
p, X
p[(P' < p S p")lx i
n pX(1 ^ p)"-x.f^P)dp
o x
^
Como f(p ) está acotada, es f(p ) = U, para p fijo . Ade más, f{p )- dp = 1, por se r
0
0 S p S 1, luego la convergencia de las integrales de la expresión anterior queda
asegurada lo cual permite calcular la probabilidad a partir de la frecuencia. +Queda,
naturalmente, abierta el problema de la determinación de f(p) al que intenta responder
el análisis bayesiano.
A efectos de nuestra tesis, el punto esencial que hay que señalar es que las
probabilidades «a posteriori» presuponen el conocimiento no sólo de las verosimili-
tudes, sino también de las probabilidades «a posteriori» . Ambos conocimientos impl ican
inducciones primarias, por lo que la inducción obtenida, al ser secundaria, no sirve a la
solución del problema humeano.
Según Laplace, se puede considerar la posesión dei ^tributo A por un objeto que es
un B, como un suceso aleatorio. Se asimila así la ley a una serie de extracciones de
bolas de una urna cuya composición sea canstante . En su «Essai philosophique sur les
probabilités» {Laplace, p. 1814), capítulo III, 7.° principio, enuncia: <^ `.a probabilidad
de un suceso futuro es la suma de los productos de las probabilidades de cada causa
^STADISTICA ESPAIrtol.A
extraida del suceso observado, por 1a probabilidad de que, existiendo esta causa, ocurra
el suceso futuro^». Pone a continuación un ejemplo que generalizado conduce a esta
regla: Si el suceso ha ocurrido siempre en n ucasiones, la probabilidad de que se
n+1
verifique siempre en una nueva serie de m pruebas es . El caso m= 1, en
n + m + 1
que la probabilidad toma el valor (n + 1) /(n + 2}, fue bautizado por Venn ( Ve nn, J.
l 889) con e! nombre de «regla de sucesión de Laplace ^» .
La prueba de esta sucesión puede hacerse brevemente así: Sea p la probabil idad «a
priori^^ de un suceso en condiciones dadas. La probabilidad de que el suceso ocurra m
veces en esas condiciones y falle en otras n ocasiones es pm •( l - p}n. Luego la
probabilidad «a posteriori^ de p, tras m ocurrencias del suceso en m + n pruebas de
q ue p está enire p y p + dp , es
t
r(m + n + 2) pm+t(1 - p)^d,p
0 r(m + n + 2} r(m) r(n)
r(m + l)r(n + l) "(m + 1) r (n + l ) r (m + n )
m+1
m + n + 2
1
priori» de su ocurrencia n-veces no es 2: ,,, sino 1/(n + 1).
Las primer•as criticas a esta regla provinieron del propio Venn en la obra citada, por
no estar de acuerdo, según él, con la experiencia. Pearson, que ia acepta, resuelve estas
discrepancias. Es rechazada también por Boole (Boole, CC., 1854), que dice se basa en
hipátesis arbitrarias; por Bertrand (Bertrand, J., 18^39), que niega su aplicabilidad al
caso de un númeru finito de alternativas y que la califica de ridícula, etc. En cambio,
merece la aprobación, entre otros, aparte de Pearson, de De Morgan, Jevons, Lotzey y
Czuber.
REFERENCIA BIBLIOGRAFICA
SUMMARY