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ingresos anuales de más de 36,000 millones de dólares. Dennis Kozlowski, después de tomar el
control como director general en 1992, transformó a Tyco de una oscura empresa manufacturera
estadounidense en el proveedor más grande del mundo de sistemas submarinos de
telecomunicaciones, sistemas de protección contra incendios y servicios de seguridad electrónica.
Al hacerlo, Kozlowski administró a Tyco como si fuera su propio imperio personal, esto es,
derrochó cientos de millones de dólares en préstamos no autorizados y regalos exorbitantes para sí
mismo y sus administradores de alto nivel. Aunque su compensación anual aumentó de 8.8
millones de dólares en 1996 a 136.1 millones de dólares en 1999, Kozlowski tomaba regularmente
préstamos de la empresa con un valor de cientos de millones de dólares. Entre sus gastos
estuvieron una fiesta de cumpleaños para su esposa con costo de 2.1 millones de dólares más una
cortina de baño de seis mil dólares y un portasombrillas con diseño de perro de 15,000 dólares
para su departamento de Nueva York con un valor de 16.8 millones de dólares. Debido a que
operaba sin un segundo al mando y a que escogía a administradores de alto nivel que eran “listos,
pobres y que deseaban ser ricos”, mantuvo el control personal de la corporación. Eligió a los
miembros de la junta directiva, a la cual le “filtraba” toda la información que debía llegar a ella.
Sin la aprobación de este organismo, Kozlowski dio 56 millones de dólares en bonos a 51
empleados de Tyco para condonar los préstamos que habían obtenido anteriormente de la
empresa. Debido al escándalo de Enron, la Securities and Exchange Commission de Estados
Unidos (Comisión de Valores y Cambios; SEC, por sus siglas en inglés), el Servicio de Rentas
Internas y el Estado de New Hampshire comenzaron a investigar a Tyco por irregularidades
contables y a su empresa de contabilidad pública por no reportar prácticas cuestionables.
Kozlowski renunció como director general poco antes de ser acusado de evasión fiscal. La
investigación posterior reveló por qué la junta directiva había permanecido en silencio durante
este periodo de excesos de la administración de alto nivel. De los diez directores de la empresa,
tres eran ejecutivos de Tyco que tenían serios conflictos de intereses. Aunque el miembro de la
junta directiva Joshua Berman había servido como ejecutivo de Tyco desde 1997, la empresa
siguió pagando millones de dólares en honorarios al anterior bufete jurídico de este ejecutivo.
John Fort, el ejecutivo de Tyco que fue designado director general interino de la empresa
después de la renuncia de Kozlowski, había sido inversionista en un fondo de capital privado
especializado que hizo una compra de 810 millones de dólares de las operaciones de Tyco en
1999, mientras servía como miembro de la junta directiva
El director de finanzas de Tyco, Mark Swartz, también servía como miembro de la junta
directiva cuando recibió 6.5 millones de dólares en préstamos de la empresa. Además, los
directores no administrativos o “externos” habían tenido lazos tan profundos con la
empresa que ponían en serio riesgo la capacidad de la junta directiva para supervisar a la
administración. Por ejemplo, Michael Ashcroft trabajó anteriormente para la empresa
hasta 1997. Otro miembro de la junta directiva, Stephen Foss, arrendó un avión a Tyco. El
presidente de la junta directiva, Frank Walsh, Jr. recibió 20 millones de dólares por sus
servicios de asistencia para arreglar la desastrosa compra que Tyco hizo en 2001 de la
empresa financiera comercial CIT Group.
En el primer semestre de 2002, las acciones, omisiones y revocaciones de acciones que
realizó la junta administrativa de Tyco costaron a los accionistas alrededor de 88,000
millones de dólares en pérdida de valor para los accionistas, que equivale al triple de las
pérdidas de fondos propios de Enron que fueron de 33,000 millones de dólares y casi al
doble de las pérdidas de fondos propios de WorldCom. Tyco acordó pagar cinco millones de
dólares al estado de New Hampshire para reembolsar a los accionistas y al público que
fueron perjudicados por la mala conducta financiera de sus antiguos funcionarios. Después
de declararse culpable de fraude de valores, el presidente de la junta directiva, Frank Walsh,
acordó pagar 22.5 millones de dólares en multas e indemnizaciones para dirimir los cargos
civiles y criminales. Además, la empresa auditora de Tyco fue investigada pues nunca
detectó las irregularidades contables. Según Lyn Turner, ex directora contable de la SEC, 41
millones de dólares de un esquema de condonación de deuda de 96 millones de dólares
fueron cargados al balance general como “impuesto sobre la renta federal devengado”.
Turner expresó: “No entiendo cómo dejaron pasar eso”.
Papel de la administración de alto nivel