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Capitulo 1 La técnica del comentario filosdfico de texto Juan José Garcia Norra Ramén Rodrigue: En cierto modo no puede negarse que un texto habla por s{ mismo, pero tam- ‘poco podemos pasar por alto que todo texto permanece mudo mientras no ten- ‘gt lector. Y, dependiendo de su habilidad, el lector le haré hablar més 0 menos. El texto nunca es totalmente transpacente: para transmitienos su contenido, equiere de una interpretacida. El comentario pretende extraer de un texto 10 ‘ms posible, hacerle decir explfitamente todo To que eontiene en potencia, La rofundidad ilimitada del texto, ls distintas circunstancias en que se encuen- {uel lector, la vaguedad insuperable de la intencion del autor y otras razones cconvierten él comentario de texto en una tarea inagotable. Por esta raz6n, no cxiste un comentario completo, perfecto, detinitivo. Peco, ademis, al comentarista Ie interesarin algunos aspectos del texto y desatenders otres. Por tanto, nes encontramos con diversos géneros de comet- {arios dle texto Seguin sean las perspectivas con que se afronta su interpreta cidn, En esta obra, sin embargo, nos ocuparemos exclusivamente del comen- tario filosético. Y aiin nos someteremos a una restriceién més. Aunque por zexto se suele entender, por lo general. un escrito, la hermenéutica contem- ppordinea hia ampliado el concepto de texto para inchur bajo él también Tos tex- tos orales, actuados y otras formas de expresion (pintura, eseultura, arquitec- tura, ec.). Cabe convert estos modos de expresarse. al igual que otros ms, cen objeto de un comentario filos6fico. No obstante, nos limitaremos al estu- dio del comentario filosotico de una obea escrita con explicita inteneicn filo sofica, Con esta imitacién habrin de entenderse, a partir de ahora, las expre- La tecnica del comensarta fesoico de texto 13 siones comentario filosdfica de texto, comentario fitosdfico © incluso la sola palabra comentario, La finalidad a la que se dirige el comentario de texto flosofico no es otra aque la que mueve todo el estudio de la filasotia: aprender a filosofar. Para este 1, el comentario filosélico constituye una herramienta pedagdgica totalmente \ispensuble, Cuanto antes se famniliarice el estudiante de flosofia con la te- nica del comentario, ms aelantard en su estudio. Ww 4Cémo se hace un buen Comentario filosdfico de un texto filoséfico? 1.1.1. Los requisitos previos del comemario de texto Fs cierto que no es posible claborar un buen comentario de texto sin poseer una vata cultura general y especialmente una amplia cultura filosfic, ya que dursnte la ealizacion del comentario precsaremos recur con frecuencia nuestros conocimientos de historia dela Fikosofa, de ke erminologta iloss- fica, ademas de nociones de ldgicay reterica. Pero nos equivocariamos si, en consecuencia, creyéramos que no debemosadentraros en la actividad del o- mentario de texto hasta sentimos seguros en el conocimiento del historia de la filosofia 0 dela I6gies, En este punto, como en general en todo proceso de aprendiaje v, bien mirada, en toda trea vital, se reproice a su modo el circtlo hermenéutico: no cabe aprender a realizar cits actividades sin Ile- atlas a cabo previamente de forma reiterada y correcta peo, a su vez, nO es posible earls a eabo do modo conveniente sin haberas prenido antes, Sin Embargo, la parsjacitcular no es sino sparen. Por stpneso que como aca bames de deci, para comentar adecuadamente un texto, se exige una amplia cultura (hist6rca,literara, Flséfica...). peo tambn es evidente que es- ta cultura no puede sdquirrse mis que, entre otros medios muy diferentes, a través de frecuentes comentarios de texts filosstics. Natualments al prin- cipio el estudiante los realizars de manera tose, per la prictica continuada y telexiva ensanchard tanto su saber flosico como su sensibilidad, lo que ie permitiré mejorar rpidamente la calidad ce su comentarios. CConvieno no perder de visi que el comentario de un texto filosético “como al do un texto literaro, una pinta o una obra musical noes un fn on st mi- to, El comentario no pasa de ser un mecoinstramento, esos, indispensable, ue ampla nuestra capacidad de gozar de a letura de obras filosGticasy nos pone en disposiciéa de, Hegado el caso, componerlas nosotros mismo, Comoe comenta un texto flosofico Del hecho de que Ia valfa de un comentario de texto dependa en gran medi- da tanto del bagaje de conocimientos filoséticos del coment mismo, de su propia sensibilidad ¢ intereses intelectuales, se sigue que no hay ‘una sola manera correcta de comentar un texto, EF comentario de toxto 6s siempre ~es preciso no olvidarlo— un nuevo texto que, si bien esta constreni- do por un innegable pie forzado, que evidentemente es el texto objeto de comen- tario, permite, no obstante, una amplia gama de variaciones, que dependen en ddefinitiva del nivel de formacisn floséfica, de Ia sensibilidad e intereses del comentacista ‘Con toda, no es suficiente insistir en la importancia de una cultura flos6- fica para lograr la pericia en la realizaci6n del comentario de texto filos6ico sino se aflade inmediatamente después que amplisimos conocimientos de filo soffa no garantizan por sf solos comentarios de gran calidad. El comentario filos6tico obedece también a una técnica que, como cualquier otro arte, hay que aprender mediante una mezcla bien equilibrada de teorfa y préctica, ‘Aunque supone una ayuda sin la que apenas se puede pasar, la lectura dete- rida de buenos comentarios no basta por sf sola para aprender Cémo se comen- {a.m texto, Se precisa asimismo haber reflexionacio sobre el mado de proceder «lo largo del comentario, esto es, se requiete poscer un métode de comentario de texto. Llegar a dominarlo es una empresa relativamente sencilla y, una vez ‘duemios de! métado, el comentario de un txto filosofico se vuelve un tarex n0 ‘muy complicada, 1.1.2. ;Qué es un comentario filoséiico de un texto filoséfico? En general un comentario de texto se propone siempre dos objetivos. Prime- 10, determinar con precisién lo que dice el texto. Segundo, dar ewenta de eémo lo dice. En el caso del comentario filos6fico, estos dos objelivos se coneretan, ‘por un lado, en Ia pretension de fijar la idea del texto, que incluye tanto acla- far cual es el tema de que teata el autor como la tesis que sobre ese tema ade- lanta; y, por otro, en esclarever la organizacidn discursiva del texto, ‘A estas dos finalidades que jamés pueden faltar en un comentario de tex- to, conviene aftadir casi siempre una tercera: explicar y justificar por qué lo dice. Para alcanzar esta finalidad y, dependiendo de} enfogque can que se affon- ‘wel comentario, se puede buscar Una explicacion historica,socialogiea e inclu- so psicolégica, esto es, hallar las causas que explican la eleccién del proble- ‘ma, la tesis que se propone y el modo de apoyarla; pero asimismo se puede persoguir, on ver de una explicacién que ofrezcs ks causts de To dicho en el tx- 1a técnica del comentario llosofco de texto 16 toy del modo de decilo, una justificucidn que inguiera por ls razones de autor Uel texto para decir lo que dice. En este Gltimo caso, vamos mis alld del texto Y del contexto en que se escribis para hacer habla a la realidad misma y 8 las evidencias que de ella extraemos como justificantes tltimos del texto. Evi- dencias que suponemos que tenfa delante de si el autor del texto y que pre- tendemos traer a Ia eonciencia del lector de nuestro comentario, Con frecuencia, aunque no es estrictamente necesario, a estas tres final ddades se affade por parte del comentarista una reflexion personal y Un juicio valorativa del (exto. 1.1.3. Lo que nunca es un comentario filosofico Incomprensiblemente, un comentario de texto se transforma a veces en un res- ‘men, en una parifrasis 0 en una glosa continuada, 0 incluso en un ensayo per- somal, Ninguna de estas actividades puede hacer las veces de un comentario, Resumir un texto no equivale a comentarlo, Por supuesto que en el comenta- rio se ha de poner de relieve To esencial del texto, pero no puede quedarse en esto, Tiene que atender también a lo accesario y, sabre todo, sehalar la orga- nicacién conceptual del texto. ‘Supongamos que se nos propone como tarea comentar el siguiente frag- mento extfaido del libro de Kant Fundamemtacicn de la metafisica de las cos- tumbres: I poor servicio que puade hacerse ala moralidad es querera deducir de eras ejemplos. Porque cualquier ejemplo que se me presente della tiene que ser si Vez proviamentejuzgado sgtn prieipios de Ia moralided para saber sie digno de servi de ofmploorignaro, eo es, do modelo yc ejemplo na ‘puede en manera alguna ser el que nos proporcone el concepio de la moral ‘ed, El mismo Sao del Evangelio tiene que ser comparida ants todo can nus lwo ideal dela perfeccidn moral antes de que le reeanozcanes como lo ue es, YA dice de s mismo: “Por qué me Inds a mia quien esis viendo bue 1? Nadi es enn prop del hen, sino so el nica Dios quien Yoso- ros no ves". Max, de déade temamos el concepto de Dios camo bien supe- ma? Exclosivamente de nde oe a isn a prior bosque dela pert ‘moral yenliza inseparalements cone! concepto dena vont ie La i= ‘acion no tiene Iupar alguna en ko moral, Ios ejemplos so sirven de alent, ‘estos, poncn fuera de dala pesiildad de hae lo que la ley manda, nos preseian intuitvaments Fo que ln rep pricticaexpresauniversakmente, pera ‘ho pueden nonca autorzars que se cj aun lado su verdadcro original, que resid en la rarsin, para reps por ejemplos (Kan: 40-1) Comoe comenta un texto esofico [Nos equivocariamos totalmente si nuestro comentario de est texto se red {ese aun resumen mas o menos sueinto de lo que estimamos esencial en él. De rhinguna manera podemos tomar como un comentario algo similar a este: ‘Kant afirma tajantemente que de los ejemplos noes posible colegi la nora moral que hemos de seguir. Esto es afimado, sega el fundador del ‘dcalsmo trascendenta, inclusive por el propio Evangsli; en aquel pass je donde Jesis eepracha que le Hamen Maestro huena al joven rico que Te pregunta qué ha de hacer para heredar Is vida eterna. Hueno, prosipic Casto, seg el rlato evangético, sdlo es Dios (Me 10, 17-18}, Por tanto, papel dl imitacién en To mara es muy secundario. Toto ka mis lox jer pls pen dames crime para cumplir eon nusiros dberes, oro jams pode mo extrac estos deberes de oerpos por Vituosos que Se... Un error en cierto modo opuesto al anterior, pero que surge de 1a misma tergiversaciGn de la naturalezs de lo que es un comentario, consiste en limi- tare a realizar una pardfrasis del texto, Como juzga de poca extensida el resu- ‘men, el comentaristafrustrado To parafrasea para aumentar la longitud de st esetito y, acaso con Ia intencién de logear el asentimiento del posible lector por mefa reiteraci6n de la idea, se limita a repeti con distntas palabras y varias ‘veces, amplificando lu idea fundamental, Jo que el texto ya dice de por si. [No queremos sugerir que la paritrasis sea siempre repudiable. Por supues- {to que manejada por un buen escritor es una figura retérica de gran poder. Sin ‘embargo, en absaluto viene al easo cuando do To que se trata es de comentar tun texto ue, digdimoslo de nuevo, tiene como objetivo principal senalar lo que el texto dice y poner de relieve el mod en que lo dice. Tpualmente feecuente y tan detestable como el defecto anterior es conver ticel comentario de texto en una serie de glosas o acotaciones dispersas a dis- tintas frases del texto o incluso a cada una de ellas. La acotaciG puede tener, sin dud, su funcién cuando se estudia un texto 0 cuando se lo traduee 0 {a para facilitar Ia comprensin por parte de! lector poco versado en el asunio, pero su finalidad, aclarar un concepto, ofrecer un dato aludido en el texto, aun- {que no explicito en él, transcvibir completa la cita Sélo iniciada en el fragmento mal reordad, etc. on actividades que pueden preceder al comentario, como ‘medios indispensables para él, pero nunca pueden pretender sustituirlo, Asf, no podria aceplarse como un comentario del texto anterior la simple ‘mencién de emo ontiende Kant la moralidad, Ja reproduceién del pasaje del Evangelio al que se alude, la exposicisn de la nocisn de razén en el idealismo tascendental el papel de las ideas dentro del esquema de la Critica de la vrazén pura, ni la definiciGn de lo « prior’ y la imposibilidad, de acuerdo con La tecnica del comentario lossico de texto Kant, de obtener conocimientos a priovi a partir de Ia mera experiencia. Todo ello y més puede venir a cuento recordarlo a lo lao del comentario, pero su :mencidn por sf sola no lo reemplaza, ‘Més aborrecible ain si cabe que el vicio anterior es tomar el texto como puro pretexto para hilvanas, con ms © menos gracia, un discurso personal sobre el tema tocacio en el texto, Nunea debemos pasar por alto que Ia finali- dad del comentario es esclarecer qué dice el texto, camo lo dice y por qué lo ice. Por tanto, no debemos tomarlo como ocasién de lanzamos a filosofar por nuestra cuenta, No nos fatardn otros momentos para hacerlo, e incluso serd cconveniente, de tarde en tarde, tomar pie en un texto ajeno como punto inicial de nuesiras reflexiones. He auf un nuevo ejemplo ce lo que no debemos haces, referido una vez mis al fragmento de la Fundamentacin Afi un antiguorefréa castellano que wna cosa es predicar y otra dar trig. Yel viejo dicho del pucblo contene indudablemente una gran verdad [Becir lo que se dee hacer no es dificil, pero Hevarlo a cabo es harina de oo ‘cesta. Por eso no dejan de admiramos los cjemplos ce conductas virwosss Con toda, oemple pars solo no basta. Como Schopenhauer, un discipa- Todo Kant my peculiar, gusta decir, una cosa es predicar la moral y oa alifrenteFundamonzarl, Una norma mora no se fundameata nunca madian- te un ejemplo. No s6lo porque como acertadamente abservs el Estagirta, los ejemplos solo afcctan a los hombres bien dispuestos para a viru, sino porque, como dice Sartre, cada cul elie los ejemplos que quiere seguir... ‘Una disertacién, por much erudicién que demuestre o la gran cohereneia con la que Seamos capaces de exponerla, no podré ser considerada nunca un comentario de texto. En el ejemplo anterior, el texto de la Fundamentacién ha quedado completamente olvidado. Todo lo ms, nos ha proporcionado el tema, como el primer verso, a partir del cual hemos dejado volar nuestra imagina~ cidn y nuestra plums. Como nuestro comentario no Io ha desentraftado, el tex- to sigue tan hermético como al principio. 1.1.4. Las fases del método En Iaclaboracién de un comentario de texto conviene distinguir dos partes muy iferentes. La primera etapa es puramente preparatora y termina antes de empe- zac a escribir el comentario, La segunda es a redaccién propiamente dicha del comentario a partir de los materiales de los que hemos hecho acopio en la pri- ‘mera etapa, Amba etapas son indispensables ya que jamds debemios lanzarios Cm se comenta un texto Hlos6Ie0 :tredactar el comentario de texto sin habernos demorado tanto como sea preciso en Ja etapa preparatoria, Naturalmente, esta etapa pretiminar nos Hevard mds © ‘menos tiempo dependiendo de I fcultad del texto propuesto para comenta, de ‘nuestros conocimientosfiloséficos, de nuestra habilided y dominio del método. La etapa preparatoria consta al menos, de cinco fases: Hectura atenta del texto, localizacién del fragmento, determinactén de la idea, delimitacién de Ia estructura y eonchusién, A) Lectura atenta del texto Por obvio que parezea, hay que recalcar que tedo comentario de texto tie: ne que comenzar por una lectura detenida del fragmento propcesto. Con mucha frecuencia las ganas de empezas a escribir cuanto antes llevan a contentarse con una lectura superficial. Con todo, ganaremos tiempo y aumentaremos la ‘calidad en nuestro comentario si lemos e texto lentamente, incluso dos © mds ‘veces, sin pensar aun en como organizaremos nuestro comentario. "También conviene reparat en el autor y, sino se lo conoce ya, intentat infor- rmarse sumariamente acerca de él, de su época, de sus principales posiciones filoséficas, del tipo de escritos que produjo. ;Significa esto que no es posible Comentar un texto cuyo autor no conocemos y del que no podemos obtener datos, por ejemplo, por estar en un examen? Ni mucho menos; el comentario [Puede realizarse sin esos conocimientos, aunque naturalmente es mayor el peli- gro de interpretar erréneamente el texto, Pero también se corre el peligro de tergiversar el sentido del texto si aplicamos de forma mecéinica nuestros cono- Cimientos acerca de su autor. Lo fundamental en el comentario es siempre el (exto, Esa él al que tenemos que hacer hablar para aumentar asf su eompren: sibilidad gracias a nuestro comentario. Debemos aprovechar la segunda lectura para realizar diversas tareas toda. ‘fa previas al comentario propiamente dicho. Primero, es preciso identificur el tipo de texto de que se trata (un poerna presocrdtico, un discurso sofistico, un dislogo socrético-platcnico, una acrdasis arisitética, una disertacidn estoica, tuna quaestio escolastica, un ensayo, etc). Este punto es importante, porque del enero literario elegido dependen, entre otras cosas, él método ulilizado por el autor y las figuras del lenguaje que podemos encontrar. Ast, por ejemplo, el tono de un escrito polémico o de un didlogo permite ciertos topos y licencias, algunas iroafas, que jams encontraremos en un tratado 0 en un maul En segundo lugar, la Lectura sosegada del fragmento cuyo comentario se nos pide fa de servienos para prestar atencién a las palabras de significado a técnica del comentario filoséfco de texto 9 20 incierta, bien porque las desconozcamos, bien porque dudemos de cuél sea cl sentido preciso que el autor les da. Para determinar Ia acepci6n en que stn usados estos vocublos resultan dhiles los diccionarios filossfivos y. sobre todo, las Iéxicas filosoficos especializados en un autor, ya que estos tiltimos, ademas de explicar las distntas significaciones esenciales del vocs bulario de un fil6sofo, remiten a otros pasajes de su obra donde aparecen definidos o, al menos, utilizados. Es detestuble la costumbre de algunos alum. nos de indicar en el comentario todos los sentidas posibles de un término contenido en el texto, Para el comentario solo interesa la acepcién con la que es usado, En terver lugar, ste es también el momento, cuando el texto esté tracuct do de otra lengua, de cotejario, si es posible, con el original o con otras tra- duceiones de las que dispongumos. Adem, pudiera ser que en el fragmento secitara lad otro texto, se aluciera a algiin otro fl6sofo 0 se nombrase alpu- ‘na doctzina tanto del autor del fagmento que se comenta como de otro pen- sador, Es evidente que la comprension del lexto aumentard si encontramos el ppasaje citado, o quiza s6lo indicado someramente, lo situamos dentro de la ‘obra en la que aparece, entendemos su sentido y comprendemas por qué razén se alude a ese pensador 0 a esa doctrina, lo que puede suponer la necesidad de recurrir a una historia de la filosofia 0 @ uns enciclopedis floséfica. Por dltimo, es tambign frecuente que en el texto se aluda sin nombrarlos a ‘olr0s filésofos, doctrinas © textos. Conviene, evidentemente, reconocer estas alusiones e informarse debidamonte de lo que esta tras ellas, para asi poder explicar las razones por las que el autor del texto las trae a colacion En resumen, en esia primera fase, hemos de procurar en Is medida de 10 posible 42) Enmarcar al autor del texto en su época y en el movimiento filosGlico mds atin ae }) [dentificur la clase de escrito aku que pertenece el fragmento que comen- amos, cc) Comprender todas las expresiones y haber determinado, respecto de aquellas que son potisémicas, on qu sentido las utiliza el autor. 4) Cotgjarel texto -si est traducido— com el original y, de exitir, con otras tradueciones, e) Reconocer las alusiones existentes en el texto a otros fl6solos, doctsi- ‘otextos, A) Informarse de lo esencial con relucién a los filésofos, doctrinas y tex- tos citados 0 aludidos, Como se comenta un testo floss. 's) Conjeturar las razones de por qué se ita explicita 0 implicitamente a ciettos fil6sofos, doctrinas 0 textos, + Aplicacicn de la primera fase Intentomos mastear con més detalle lo que es preciso hacer en esta prime- ‘a fase del comentario de texto. Urilizaremos para ello, una vez més, un ejem- ‘plo, Comenzamos la fase previa del comentario con una lectura atenta del irag- mento y Hevamos a cabo a continuacidn las seis tareas enumeradas en el apartado anterior. Naturalmente, depende del nivel flosofico del comentatis- 1 la peofundidad con que se espera que las efecte. En este primer caso, supon- _gamos que quien comenta es un aventajado alurnno de bachillerato © un estu- ‘ante de los primeros cursos de la universidad. ‘Se nos pmpone para su comentario el siguiente fragmento de David Hume: Los argumentos metaisicos suponen gue el alin es inmteraly que es imposible que el pemsamientopertenezca al oalen de las sustarcas mae. les Pro la mista metafsica nos enseia que la noc de sutancia es sobremanera confuse imperfeta, y que no tenemos ota idea de Ia sus- 5 tania que mo sea la agregacn de wna serie de cualdades particulars inbe- rents dun algo desconccdo, Poco tao a materia ye expla nos son cml fondo igualmentedesconocidos,yno poems detrminar que pos decualdaies som nherents als primera ol spundo. La metals tame biem nas ensena que nada puede ecirse a prior en lo que se raion la causa yal efecto y qu senda It experiencia ol nico funcareto‘en el que basis ness jucis de esta clase, no pedomos ser, ptiendo de ca quer oto principio, si la materia, por su organizaciony su estructura n0, podria ser la eausa del pensamicnto, Los razonamientos abstracts nada pueden decidiren lo rferene a uestiones de hecho y do existncia, Pero 15 admiendo gue haya una sustancia espinal esparcia en el universo, algo om el fuego etre de los esoics, tenemos razones para coaelu, por ‘iafoea, gue la ntualeza usa dl expt Je modo pareido a com tsa dea ova sustamcia, x devs, dela materia Estes empleala como si foe- tuna especie de pasta aril; la natraleza la modifica danda ger a 20 na vaiedad de formas y existencas;despugs deci temp, deshace cada maifcacion,y con wr ustaneia conse na forma mera As! como tna misma stntancia material pede componer, scesivamente oe cee pos de tcos los animales, ast ambien ura misma ssncia esprit pecia omponor ss amas. Sus conciencas, 0s sistemas de ponsariento qe 25 legaronaformarse ao arg dela vido, pola ser coninuarente dist tos por la mores y ajo una nea forma, nd de todo eso seguila ite- resdndoles. Las ms acendrades defensres de la mortaliéad nunca han 10 a cenlea dl comentaio fsofico de texto 21 2 negado la inmortalidad de su sustancia, ¥ que una sustancia inmateral, 10 mismo que una material, puede perder su conciencia 0 memoria lo mucs- 30 teacen parte la experiencia, aun asumiendo que el alma Fuerainmaterial Razonando a partir de a marcha normal de la naturuleza, sin supo- ner ninguna nueva intervenciGn de la Causa Suprema (ecurso que deberia cexclurse siempre de La flosofia), deducimos gue lo que es incocrupiible debe también ser inaenerable. Por lo tanto, si el alma fuese inmortal, ya 35. habriaexistido antes de nuestro nacimiento. Y si su existencia anterior no fos concemié en absoluto, tampaco Kabra de concernimios st existencia Posterior. Sin duda, los animales siete, piensan, aman, odian, descan fnchus, razonan,smque de un moda més imperfecta que el hombre. Som también sus almas inmateriales ¢ inmortales? (Hume, 1985; 137-139) Lo primero que haremos es numerar las lineas del texto si es que no est yahecho. ‘A continuacién buscamos informaciones sobre el autor del pasaje. Este paso es tanto mas importante cuanta mas desconocido nos sea el autor. Con- sultamos un manual de Historia de la Filosofia y anotamos los siguientes datos, {que pueden ser significativos de cara a entender el texto avid Hume (1711-1776), filésofo escocés que lev hasta sus it~ ‘mas eonseeencias la filosofia empirista de Locke y Herkcley, adapta una ‘posicin eseépica respecte dela metafisica ya que, al interpreta a rla- ‘ign causal como una mera asociaicin de ideas, nlega nuestro conocimiento ‘acional de Dies, dela sustancia material y del yo. Aplicé estos peincipios ‘asu enftica al religiéa, uch conta la supersiicia y negé la posibiidad de una eologte racional Puede surgir aqut de nuevo la pregunta, {Qué acurte si el comentario de texto nos lo proponen como examen y no podemos obtener datos como los anteriores? Esto no ha de suponecr una dificultad insalvable. Las informacio- res sobre el autor sirven de ayuda para comprender el texto, pero éste puede hablar por sf solo, Aunque desconozcamos todo acerca del filésafo que ha escrito el texto, el comentario sigue siendo posible Después procedemos a examinat las palabras que desconocemas 0 que Sos pechames que estén siendo utilizadas con ua sentido peculias: ya por ser dis- linto del habitual, ya por adguirir una signficacién técnica dentro del fragmento, Es muy probable que cl sent de toa Ins palabras del texto de Hume nos parezca claro. Sin embargo, nos damos cuenta de que algunas estan usadas con luna significacin bastante precisa. Tales son los siguientes términos: sustancia, sustancia material, sustancia espisitual, causa, Causa Suprema, conciencia, Como se comenta un texto flosfico Entee todos ellos, sin dud, el mds importante es el de sustancia. Anota- ‘mos algunas observaciones sobre la nocién de sustancia que maneja la filoso- fia moderna, bien porque las recordamos, bien porque Tas buscamos en again {ratado de Historia de Ia Filosofia: La sustancia es entemdida comocelsustrato en el que inhieren los acci= denies, De dicho sustrata no tenemos ninguna impresion ni externa ni de teflexién; por ell, Hume se inclina a rechazar In existencia de la sustan clas coma incompatible con su filosoia, Después buscamos en Ia obra principal de Hume, el Tiutado de la nate raleza humana, y encontramos, en su apéndice final estas palabras: Los filésoos comienzan a coincidis en el prinepio de que no tenemos ‘dea alguna de sustancia externa distin de las ideas de ewalidades par ticulares. ¥ este principio debe abr el camino para aceptar to stil por Toque respecta ala mente: no tenemos nocidn alguna de mente distinta de das percepciones partculares, Hume, 1977: 386) Asimismo es previso tomar nota de alytn aspecto de la doctrina de Hume wspecto do las extsas. Para el texto que se nos propone para comentario, cobra especial importancia Ia tesis humeana siguiente: Cuando ruzonamos a prior y consideramos meramente un objeto © ‘casa, al como aparece a a mente, independientemente de cualquier obser ‘yacién, nunea puede sugerienos la nocion de un ebjeto distinto, come lo es stefecto, ni cha menos mostramos tna conexidn inseparable e inviola- ble entre ellos. (Hume, 1980: 54) Recordemos de nuevo que posiblemente estas notas preparatorias no apa. recersi en el comentario que escribuinos, Si en esta etapa las anotamos es por que nos ayudarin a entender el texto y s6lo las deberos transeribir en nus- lwo comentario cuando con ello se explique alguna paste del mismo. ‘Ahora es el momento de cotejar la (aduecicin castellana de que dispone- ‘mos con el original inglés. En la sociedad de Ia informacién en la que n0s ‘vamos adentrando poco a poco esto es cada vez mis Facil. Basta con teclear en un buscador de Internet las palabras inglesas “Hume immortality of soul” ‘para que nos aparezcan en la pantalla varios vincules donde podemos obtener Ta versisn completa en inglés de este ensayo. Elegimos una de elas y nos fja- ‘mos en el texto, que transcribimos a contimuacin, ‘Metaphysical copies suppose thatthe soul is immaterial, a {impossible fr tiought to belong o a material substance, that “ts a tcnica del comentaria Mossico de texto 23 4 But just metaphysics teach us thal the notion of substance is wholly ‘confused and imperfect, and that we have no other idea of any substance, than as an aggrepate of particular qualities, inheringin an unknown some thing. Mater, therefore, and spirit, reat bottom equally unknown, and we ‘cunt detertine what qualities iaece ia the one of inthe other. They like- wise each us tht nothing ean be decided « priori concerning any cause or effect, and that experience being the only source of our judgements of this nature, we cannot know from any other principle, whether malter, by its Stiictre or atrangement, may not Bethe cause of thought. Abstract reaso~ ings cannot decide any question af factor existence ‘But sdiitting a speitual substance wo be dispersed Uuroughout the uni verse, lke the etherial fire ofthe Stoies and to be the only inherent subject ‘of thought, we bave reason to conclnde from analogy that nature uses it alter the manner she does the other substance, matter. She employs it a & Kind o paste o lay; mosis it into a variety of forms and existences; di solves after a time each modification, and from its substance erect a new form. As the same material substance may suovessively compose he bodies ‘ofall animals the same spciual substance may eompose their minds: Their consciousness, or that system of thought which they fermed during life, may be continsally dissolved by death. And nothing interests them i the ‘new modification. The most positive ascerters of the mortality ofthe sol, never denied the immortality ofits substance. And that an immisteral subs ‘tance, as wel as-2 material, may lose its memory oF consciousness appears in pan from experience. if te soul be immaterial. Reasoning from the common course of nature, and without supposing, any new interposition of the supreme cause, which cught always o be exch ‘fom philosophy, wha is incorruptible must azo be ingenerabie. The Soul therefore if immortal, existed before our bir; and i the ormer exis tence no ways concerned us nithor Will te ltr. Animals undoubtedly fel, think, lows, hate, wil, nd even reason, tho! ina ‘more imperfos manner than mien ar thee sous also immaterial an immortal? Cbservamos, por ahora, que hay varios puntos y aparte en la versiéa ingle- ‘atranscrita que en la traduccicn castellana, por cierto excelente, son puntos ¥ seguido. Esto quiz nos pucda posteriormente ayudar a comprender mejor lu division en partes observable en el fragmento, Naturalmente los textos obte- idos a través de Intemet pueden contener errutss y, por tanto, conviene en la ‘medida ce Io posible confrontarios con otros extratdos de ediciones mas fiables. Asimismo, en esta fase previa, debemos procurar encontrar referencias mas o menos claras afilésotas o posiciones filos6ticas. Anotamos en el borra- dor que estamos confeccionando varias alusiones que no resulta demasiado dificil conocer, Ante todo Hume menciona des doctrinas muy euructertsti- Como se comenta un texto flosofico ‘cas de su pensamiento: la incognoscibilidad de la sustancia, de Ia que hemos tomado antes nota, y lu imposibilidad de prever antes de experimentarlo qué ‘efecto se soguing de una causa daca. En el texto hay también uns referencia al fuego etére0 de los estoicos, Al mencionarlo, Hume, hombre crudito, se ins pira probablemente en el didlogo cicetoniano Sobre ia naturaleca de tos dio- ses, que le sirvié de modelo para su libro Didlogos sobre la religidn natural. En 61 nos informamas dle que Zendn dle Citi, el furador del estoicismo, hall ‘en Heréclita la noci6a de fuego como principio del mundo. Este fuego se trans ‘forma incesantemente de una cosa en otra. Gracias a él se engendran las sees vives y los seres dotados de sensaci6n y de razén. De ab que se lo pueda con- cebir Come el harro que, moldeado de una forma, produce una figura que pue- de ser transtormada en otra distinta. Esta nocién de un fuego eléreo que a mma el cosmos entero reaparecié modificada, un siglo antes de que Hume cescribiera el texto que Se comenta, en la escuela filosGfica conocida como Pla- tonismo de Cambridge, que le da el significative nombre de plastica (Ferrater Mora, 1979: 2584), Para estos dltimos pensadores, las veces del fuego etéreo Jas hace la materia plistica que, en manos del artifice supremo que es Dios, ‘conforma los seres Vivos, de forma andloga a como la arcilla, moldeada por el alfarero, constituye diversos enseres. B) Localizacién del texto ‘Tras la Iectura sosegada del texto y las actividades anejas que hemos des- crit es preciso intentar localizarlo deni de la obra a la que perteneve, Como no tiene sentido comentar un libro filos6fico complet, ya que no poxdrfamos ‘detenemos suficientemente en cada una de sus partes, es casi seguro que, excep- to en contadisimas ocasiones, el texto que se nos propone sea un fragmento de tuna obra mucho mas amplia. En esta segunda fase de la etapa previa. procu- ‘aremos determinar donde se encuacira el texto dentro de Ia obra. La imerpre= ‘acion que vendea despuss seré tanto mas asequible cuanto mejor compeenda- mos la estructura de la obra y el lugar que el texto ocupa en ella. "Asimismo, conviene tener una idea claca de donde se sta 1a obra ala que pertenece el texto que comentamos en la bibliograffa del autor. Esto es espe- ‘ialmente importante en aquellos autores que, como Kant, Witigensioin y otros ‘muchos han experimentado una evolucion importante en su pensamiento, ‘Nos informamas también, si nos es posible, de las caracteristicas de la obra. De este modo legamos a saber que el ensayo Sobre la inmortalidad del alma, Junto al ensayo Sobre el suicide, fueron posiblemente los escritos mis polé- 1a tecnica del coment ilosoico de texto 235 26 rmicos de David Hume, hasta el punto de que ya impresos y, atemorizado por la reacei6n que podrfan producir, no permitis su venta, Sobre la inmortalidad ddl alma fue escrito como un ensayo literatio-filosofice destinado a un plibli= co culto, pero no necesariamente especializado en filosoita. Anotamos de igual forma Ia fecha de publicacién de otras obras de Hume, el Tratado de la natwraleca humana (1739-1740), La investigacién sobre el ‘entendimiento humano (1748), Investigaciones sobre tos principios de la moral (1751), estas dos tltimas obras recogen lo esencial del Tratado. En la década de los cincuenta, Hume se dedica especialmente a la Filosofia de la religion. Excriby en esos alos dos libros sobre ella: los Didlogos sobre la religion natu- ral, que no lleg6 a publicar en vida por temor a las reacciones adversas que sin duda produciria, y la Historia natural de la religién, que publics en 1757 Cada una de estas abras responde a una de las cos cuestiones que, segtin Hume, ppreo-cupan a un fildsofo respecto de la religion. “Dado que toda investigacion concerniente la religion es de Ia maxima importancia, existen dos temas en particular que reclaman nuestra atencidn, a saber, el que se refiere a su funda- ‘mento en It razdn y el que tiene que ver con su origen en la naturalezs: hums na” (Hume, 2003: 39). Los Diifogos sobre la religion natural teatan de Ia pri- mera cuesti6n, a saber, el fundamento racional del tefsmo y de la religion cristiana, De esta manera Hume se inserta en una polémica muy caracteristi- cea de la época, en cierto modo iniciada por Locke en 1695 mediante la publi- avin de La razonabitidad del cristianismo. A este libro le sigue el watado Demostracién de la existencia y de los atributos de Dios, de un cisespulo de Newton, Samuel Claske, que intenta demostrar racionalmente las principales creencias del cristianismo. Al hacer hincapié en la racionalidad de los princi- pios de la fe, se corr el peligro de minimizar el factor sobrenatural propio del cristianismo y sustituir esta religion por una vaga conviceién racional acerca e In deidad. Este peligro se hizo patente en el movimiento defsta, a partir de 1708 de Toland, El cristianisme no es un misterio, de 1696, de Tindal, Les religidn es tun vieja como la ereacién, de 1704 y El discurso sobre el libre pensamiento de Collins, de 1713. Esie movimiento defsta se viv aletado por el anhelo de terminar con las terribies guerras de religion que habfan asolado Europa, sobre todo, Ia guerra de Tos treinta anos (1616-1648). Es preciso responder, de nuevo, a una preocupacia que puede surgir en este punto: ;Qué pasa si el comentario de texto se propone en un examen, donde no es posible encontrar datos como éstos? Esto ne ha de suponer un problema, Ev Ldentemente, coma lo hemos puesto de relieve antes, el comentario filossficn 2 una herramienta insustituible para el aprendizaje de la filosofiay, por ello, es ademas un magnifico instrumento de evaluacion de los conacimientos filoséti- Camo se comenta un texto iloseeo ‘cos. Pero, en alguna medida, el comentario es en cierto grado independiente de ‘esos conocimientos, en tanto en cuanto que es posible comentar ul texto de un Autor totalmente desconacido, Los datos que estamos recogiendo puecien ayt- dar 91a comprensidn del texto, poro no resultan imprescindibles para ella. or dltimo, cabe selalar también en este apartado algunos rasgos del mar- cco historico, sociocultural y filoséfico en el que se inscribe el fragmento que ‘comentainos. C) Determinacién de ta idea del texto Dificilmente comentaremos filoséficamente un texto si no somos cons- cientes de cual es su problemdtica, cud! o cufles los problemas con los que el Autor se enfremta y en qué consiste la propuesta que ofrece, esto es, su tesis, Reconocemos que las nociones de problematica, problema y propuesta son bastante ambiguas y constituyen denominaciones que no estén aceptadas uni- versalmente. Con todo, y con independencia de los nombres que les demos, seflejan, a nuestro parecer, aspectos muy distintos que no podemos pasar por alto aa hora de realizar el comentario, + Aplicacidn de esta fase Regresomos de nuevo al texto de Hume para entencler mejor Ios distintos, ‘componentes que se ineluyen en Ia idea de un texto. ‘Sabemos que la probleruitica es la cuestion central que se plantea el autor ‘en cl texto sea explicitamente, o sea, con mayor frecuencia, de forma sélo mplicita, Podrfarios también denominair Ia problemstica el rema del texio, ‘pero os preciso, entonces, evitar entender por tema, o problemitica, cuestio- nes demasiacio generales; por ejemplo, la ética ola teoria del conccimiento no son nunea la prohlematica de un texto. En el texto que acabamos de citar resul- ‘ta patente que se trata de las pruebas filoséticas de la inmortalidad del alma. ‘Si se hubiera establecido, pues, como problemtica del texto, Ia umoria lidad del alma, balsa so exe6neo, toda vez que i en el fragmento transcri- {o, ni enel ensayo completo, que siempre es conveniente leer antes de iniciar el comentario, se trata en modo alguno de Ia naturaleza de esa inmortalidad, 0 de si resulta deseable tener un alma inmortal, pues acaso fuese una maldici6n, ‘0 de sies inteligible la afirmacién de que el hombre posee un alma inmortal, 0 de otras euestiones similares en torno a la inmortalidad del alms, La eues- ‘id Tuisiea os s6lo si existon pruebas racionales de que el alma humana es inmortal. Pero esto, que vale perfectamente como problemética del ensayo La tecnica del comentartoflsofico de texto 7 28 completo, todavia resulta demasiado amplio si nos restringimos al fragmen- to citado. Podemos, pues, coneretar atin mas Ia problemstica. En el frag- ‘mento que estudiamos, a Hume le preocupa solo discuti la fuerza de una deter- ‘minada clase de argumentas que s2 ha ullizado para intentar la demostraci¢n de la inmortalidad del alma y de momento se desentiende de otros modos posi- bles de Hevarla a cabo. El andlisis de la validex de este tipo de argumentos que, siguiendo al autor escocés, cabe denominar argumentos metafsicas de la amor. talidad del alma, es, pues, la problemstiea propia del texto, ‘Sin duda, cuando un autor escribe tiene en mente una determinada pro- blemética. Pero diffcilmente puede desarrollar esa problemética sin desglo- saurla en cuestiones més coneretas. Cabe denominar problema a cada una de estas cuestiones. Por consiguiente, el problema es un aspecto determinado de una cierta problematica. Reconocemos que no siempre es factible distin- guir con nitidez la problemética del problema. Pero siempre conviene que. ‘Como acabamos de decir, por una parte, evitemos reconocer como problems tica una cuestién muy general, ya que con ello no aclaramos nada acerca del texto y, por otra es preciso que mos demos cuenta de las forms concretas que adopta esa problematica que hemos identificado dentro del texto, La relacidn entre Ia problemética y el problema puede ser muy variads, ‘aunque siempre va de lo més general a lo mas particular. En algunos textes, el problema es una de las varias cuestiones del mismo nivel, por decitlo asf, en |que eabe dividir la problemstica. Este es el caso del fragmento citado. Movi do por su interés de analizar los argumentos racionales de indole metafisica que intentan demostrar la inmortalidad del alma, en el fragmento propuesto Hume examina la validez de uno solo, sin duda el argumento metafisico mis usual, aquet que se apaya para demostrar su inmortalidad en Ia espictualidad del alma. Diremos, entonces, que 1a valoracion de este angumento es el pro- blema del texto, Pero la relaci6n entre la problemitia y el problema puede adoptar otras formas muy variadas. Por ejemplo, el problema puede ser una cuestcn preli- ‘minar para afrontar la problemética propiamente dicha. También cabe que el problema del texto consista en una aclaracion terminoldgica, en una dofini- cidn o en tna clasifieacién encaminadas a resolver una cierta problemstica. Es posible asimismo que el problema consista en la refutacién de una tesis cuya verdad harfa imposible adentrarse en la problemiética planteada, y otras for- ‘mas muy distintas. Como se ve, ef problema es siempre una de las muchas caras que una problenidtica dada puede presemtar. Y ganaremos en clatidad si gracias a nuestro comentario se pone de relieve tanto la problemtica a la que sieve el texto como el problema o los problemas con los que se enfrenta, Comoe comenta un texto flosofico cos. Pero, en alguna medida, el comentario es en ciesto grado independiente de esos conccimientos, en tanto en cuanto que es posible comentar un texto de unt autor totalmente desconocilo, Los datos que estamos recogiendo pueden ay dara la comprension del texto, pero no resultan imprescindibles para ella, or dltimo, cabe senalur también en este apartado algunos rasgos del mar 0 hisiérico, sociocultural y filosérico en el que se inscribe el fragmento que comentames, C) Determinacidn de la idea del texto Dificilmente comentaremos filos6ficamente un texto si no somos cons. cientes de cus es su problemties, endl 0 cusles los problemas con los que el autor se enfrenta y en qué consiste la propuesta que afrece, esto es, su tess. Reconocemos que lus nociones de problemitica, problema y propuesta son ‘bastante amihiguas y constituyen denominaciones que no estén acepiadas uni versalmente, Con iodo, y con independencia de los nombres que les demos, ‘eflejan, a niestro parecer, aspectos muy distintos que no podemos pasar por alto ala hora de realizar el comentario, + Aplicacisin de esta fase Regresemos de nuevo al texto de Hume para entender mejor los distintos ‘componenies que se incluyen en Ia idea de un texto, Sabemos que la prohlematica es la cuestion central que se plantea el autor en el texto sea explicitamente, o sea, con mayor frecuencia, de forma s6lo {mplcita, Podriamos también denominar a la problemstica el rema del texto, ‘pero es preciso, emtonces, evitar entender por tema, o problemtica, cuestio- ‘nes demasiado generales: por ejemplo, la ética ola teorfa del conocimiento no son nunea la problemdtica de un texto, En el texto que acabamos de citar cesul- {a patente que se trata de las pruebas Glosoficas de Ia inmortalidad del alma, Si se hubiera establecido, pues, como problemitica del texto, la inmorta: dad det alma, habia sido err6neo, toa Voz que ni en el fragmento transeri {0,ni en el ensayo completo, que siempre es conveniente leer antes de iniciar cl comentario, se trata en modo alguno de la naturaleza de esa inmortalidad, © de si resulta deseable tener un alma inmortal, pues acaso fuese una maldiciGn, de sies ineligible Ia afimmucién de que el iombre poses un alma inmortal, © de otras cuestiones similares en torno a la inmortalidad del alma. La cucs- tin basica es sélo si existen pruebas racionales de que el alma humana es inmortal. Pero esto, que vale perfectamente como problemitica del ensayo La tecnica del comennart llosoico de texto 7 28 completo, cava resulta demasiado amplio si nos restringimos al fgomen- to citad, Podemos, pues, coneretar atin mas la problemtica, Enel frag ‘mento que esuamos, a Hume le preoeupa solo discus ka fuerza de una dete mninada clase de arzmentos que sha tla para intentar la demostracion de la inmortalidad de alma y de momento se desentiende de otros mods pos bles de Hovara a cabo, El andiss dela vide de ese tpo de argumentos que, sieuieno al ator escoes, cae denominarargeanentas metafisicos da mor talidad del alma es, poes, la problemética propia de texto. Sin duda, cuando un autor escrbe tiene en mente una determinada pro- blomitica. Pero ciffeilmente puede desaralar esa problematic sin desplo- sarla en enestones mis concretas. Cabe denominar problema a cada tna de estas evestiones, Por consiguiente, el problema es un aspect determinado de una cera problemiica, Reconocemos que no siempre es Fcible distin. guir con ntider Ia problemitica del problema, Pera siempre conviene que fomo acaamos de decir, por una parte, evitemosreconocer como problema tica una cuestin muy general ya que con ello no selarumnos nada scenca del te¥t0y, por oe, espresso que nbs demos cuenta de as formas conereas que adopta esa problemitica que hemos idetiicado dentro del texto. La relacidn entre la problematic y el problems puede ser muy varada, aunque siempre va de lo més general alo mis particule. En algunos textos, el problema es una de las varias euestiones del mismo nivel, por decitlo as, en Que cabedividirla problematic. Este es el caso del fragmento citado. Movi do por su interés de analizar los argumentos racionales de fndole metafisica gue intentancomostrr Ia inmortalidad de alma, ene fragmento propuesto ume examina la valde den solo, sin dda el argument metatisco ms sal, aquel que se apoya para demostrarsu inmortalidad en la espistualidad dol alma, Diromos, entonces, que Ia valoracic de este argument es el pro- biema del texto Pero la relacién entre la problemitica y el problema puede adoptr otras formas may varindss. Por ejemplo, el problema puode ser una cust pli iminar paca afronar la problemetica propiament dicha, Tambicn eabe que problema del texto consista en una aclaracion tenmninol6gica, en tna defini- ida o en una clasificacién encaminadas a resolver una cera problemdtca. Es posible asimismo que el problema consista en Ia refutacin de una tess cu ‘ead haria imposible adentrarse en I problemen planteada,y otras for- amas muy distntas. Como seve. el problema es siempre wna de las muchas caras qe una problemtca dada puede presetar. Y ganaremnes en cari Si pracias a nistro comentario se pone de relieve tanto la problemen a In Que sive el texto como el problema o los problems con los que se enfrenta, Como se comenta un texto Mloscico Naturalmente los filésofos no se limitan a tratar un problems, sino que taspiran a resolverlo, Lo que hiemos Hamado a propuesta 0 tesis del texto con: sisto sobre todo en lao las soluciones que respecto de los problemas existe {esen el texto propone su autor, 0 sea, en lo que él desea demostrar, 0 simple- ‘mente, proponer en ol fragmento que se comenta. Hay que tone muy presente que es probable que la tess del texto no coincida con Ia posicién general del Autor, por lo que est de ms en el comentario referirse alas grandes lneas de su pensamiento, sulvo que estén reflajadas en el fragmento, incluso cabe asi mismo que la propuesta dol texto sea opuesta dado que el penssdor puode estar {en el fragmento proponiéndose olnjeciones a su propia doctrina para luego, ya fueea del fragmento seleccionado, intentar contrarrestarlas o meramente des- cribiendo lo que otros han expresado sobre el asunta que le preacupa. Obviainente, la propuesta bisica del texto humeano eilado es la caren, do solidez del argumento metaffsico que parte de la espiritualidad del alma ‘humana para demostrar su inmortalidad. Resumiendo, por tanto, cabe decir que la tercera fase supone identificar y describir: 1. La problemitica del texto. 2. El problema o problemas que afronts el texto, 3. La tesis o las tesis que propone su autor. ‘Al conjunto de problemitica, problemas y tesis lo hemos denominado lew del texto, D) Delimitacin de ta estructura ‘Comentar un texto es explicarlo. Esto requiere mostrar qué dice, e6mo lo dice y, sies posible, por qué lo dice. En la fase anterior, en la determinacién do Is idea, hemos encantrado bésicamente qué dice, Ahora toca establecer emo lo dice. En el caso de los textos filos6ficos, explicar el cémo equivale a poner de ‘manifiesto la estructura conceptual del texto. Identificar los argumentos, los ejemplos, las figuras ret6ricas, con qué se apoyan las tesisadueidas. Lo impor {ante es captar el movimiento conceptual que ha seguido su autor y poner de relieve los vinculos que unen entre st las diversas partes en que cabe dividir el fragmento propuesto. Aunque pueda parecer comple, a tarea es bastante sim- ple. Vedmoslo, una vez més, mediante un ejemplo. a técnica del comentario filoséfco de texto 2 30 \Volvamos al texto de Hume. Lo primero que salta a la vista es que est dividido en dos pésrafos (en varios mds en la versi6n inglesa), Ciertamente, aunque esto no es un critero infalible, la division en dos pirafos nos estindi- teado dos partes muy distintas en el fragmento, posiblemente dos urgumentos. En l primer parrafo, el mds largo, tambign poxlemos distinguir dos partes bas- tante diferencindas, sin que, por ello, et parrafo pierda su unidad. Los textos filosoficos, cuando estin bien constuidos, reflejan el movimiento ininterrum- pido de Ia mente que reilexiona sobre un problema, La distincién de las dos partes del primer pésrafo se evidencia ain con mayor claridad cuando atende- mos a la consteucci6n gramatical del texto, En este punto, resulta fundamental fijarnos en las eonjunciones y también adverbios que falonan el texto come pic- das mitiares que ayudan al mavimiento del pensamiento. Copiemos de nuevo el texto, poniendo ahora en neprita los nexos de unin de las proposiciones que Jo componen y subrayemos otros términos que, de alguna manera, marcan el ritmo del discurso de Hume: ‘Los argamontos meafisioos suponen que el clma es inmatedial ¥ que «imposible que el pensamiento perienezea al orden de ks susiancas mute- slales, Pero It misma motffeica nos ensefia que la nocidn de sustancia es sobremanera confuss imperfecta, y que no lenemos otra idea dela sus- 5 tancia que no sea la aprepaccn de una sere de cualidades particles ihe rentes aun algo desconocido. Por fo tanto, la matcra y el espiitu nas son ‘en fondo igualments desconocidos, ¥ no peemos determinar qus tipos Ge cualidades som iberentes k peimera ol segundo. La metafisica tam biém nos enseiia que nada puede decirse «priori en lo gue se reficre a ls 10. causa y al efzeto,y que siendo Ia experiencia el nico fundamento en cl que 'basamas restas juicios de esta clas, no podem Saber, pariendo de cual- {uier oto principio, sila materia, por su organizacié y su estructura no podria ser Ia causa del pensamiento. Los razonamienios abstractos nada pueden decidir en lo referene a cuestiones de hecho y de exisencis, Pero 15 admitiendo que haya una sustaca esprlual exparcida en el univers, algo como el fuego etéreo de los etoicos, tenemos razones para conclu, por ‘analogia, que la naturaleza usa del espirim de moda parecide a como usa e a otra sustaneia, es decir de la materia, Esta es empleads como si fue- sauna especie de pasta o rill; I naturale Ix modifica dando lugar aun 20 variedad de formas y existencias; después de cietto tiempo, deshace ca- cla modificaci6n, y eon su sustancia construye tna forma nueva. Asi como ‘ona misma sustancia material puede componer, sucesivamentc, los euerpos {e todos fos animales, asf también tna misma sustanciaespiritmal podria ‘componer sus almas. Sus conciencias, o esos sistemas de pensamiento que 25 legavon a formuse alo largo de la vida, poutfan ser continuamente disuel- tos por la muerte; y bajo una nueva forms, nada de todo exo sep Como se comenta un texto iloseieo resindoles, Los mds acendrados defensores de la monalidad nunea han rnegado la iamortalidad de su sustaneia, Y que uaa sustancia inmateral, lo snismo gue una material, puede perder su coaciencia 0 memoria lo mues- tra.en parte la experiencia, aun asumiendo que el alma fuera inmatevial ‘Razonande a partir de la marcha normal de la nauuraleza y sin supo- ner ninguna nueva intervencién de la Causa Suprema (recurso que deberta cexclusse siempre de I filosoffa), deducimos que lo que es incorruptible fdebe tambicn ser ingencrable. Por lo tanto, sel alma fuese inmortal, ya 35. habria exist antes de nuestro nacimiento, ¥ sist cxistencia anterior no os coneemid en absoluto, tampace haba de concemimos su existencia posterior. Sin dud, los animales sienten, piensan, aman, odin, cesean ‘incluso, rs7onan, aunque do un made mis imperfecto gue et hombre. ;Son tambien sus almas inmateriales inmortales? (Hume, I988: 137) 30 Esta nueva lectura nos permite entrever la estructura argumentativa del {exto que comienza aporentemente con una doble afirmacién, a saber: ls agu- ‘mentos metafisicas que teatan de demostrat la inmortalidad de! alma parten en su razonamiento de la suposiciGn de que el almaes inmaterial (justamente en su inmaterialidad basardn los metafisicos la demostracion de su inmortalidad ya que lo que carece de partes yuxtapuestas, a diferencia de los cuerpos, no puede descomponerse) y se fundamentan asimismo en que el pensamiento se da Gnicamente en una sustancia espiritual, o sea que el alma inmaterial es el sujeto de fos pensamiontas, Ia res cogitans. No obstante, si 1o consiieramos espacio, no se tata de dos aseveraciones independientes, Por inmoralidad del alma se entiende generalmente ~y el texto de Hume lo supone asi, como que- da claro al final del fragmento la pervivencia del yo que supone 1a identidad ‘personal apoyada en Ta autoconciencia, que no es sino el experimentarse sien- do el mismo gracias a la memoria, como ya Locke mosts6 en su Ensaya sobre ef enterdimiento husnano, En. lo que los argumentos que Hume denomina meta- fisicos se apoyan como punto de partida es en el hecho de que los pensanientes, sin los cuales no cabe hablar de supervivencia del yo, solo se dan en una sus- tancia inmateril, que solemos llamar alma, que por su simplicidad espacial no puede descomponerse y, por tanto, es incorruptible por Causas naturales, Esta tosis os In que va a ser negads en cl resto det fragmento, Esto es To que s° firma on las dos Iineas iniciales del texto anterior. ‘Los arguments metaffscus suponen que el alia es inmaterialy que es imposible que el peusanienopertenczca al orden de as sustancis materiales, En su sefutacion de esta posicién, Hume sienta dos afinmaciones y probard cada una de ellas mediante dos arguments. La primera objecién de Hume sefa- La dcntea del comematt flossico do texto 3 32 Jn que no conocemos se sujet de os ponsamientos es una sustanca material 0 immaterial. Lo arsumenta de dos formas. Primero la metafisicn ecterda, no informa de que no tenemos impresiones de las sstancias y nos imitans la tar sustacia aun ao $6 qué desconoeido donde inhieren os airbuts, Por ta- (0, no tiene sentido habla de que la sustancia de Tos pensanentos es un al éspintual. Este argument consituye laconoca cca ala idea de ststarcia, peculiar de la metatisica empirista desde Locke hasta Hume, pasando por Ber- keley, Pero, aunque conociramos -ée es el segundo argument la sustain mated e inmate no podiames saber cul de esas dos susan escapade proce pensamiento. Se basa aqui Hime en in principio imporantsimo desu peculiar metalisica los poderes Casas els cosas mos son desconocides, sélo a posterior esto es, mediante la experiencia, podemosasocar tal casa tl efecto, nunca deduce de Ta natralva de una cosa sus poderes causa En consecienci, no sabemies sla materia pede penser Esta es na tipca cuestion dehecho, que no se puede cilucidar mediante argumentos abstract, Pero la misma metaffsica nos ensefia que la nocidn de sustancia es sobremanera confuss e imperfecta, y que no tenemos otra idea de la sus tania que no sea la agregacion de una serie de cualidades particulates ili renes un algo desconocide, Por fo tant, la materia y el esprit os sm cen el fondo igualmente desconocidos, ¥ no podemos determina qué tipos ‘de evalidades son inberentes la primera o a segundo, Pero aungue admitames que el alma, como sustancia inmateral,es el suje- to de los pensamientos que configuran la personalidad, el yo, no por elle hemos probado atin la inmortalidad de Jo que lamamos propiamente alma, Hume uti- liza para demostrar este punto de nuevo dos sgumentos. El primero es un argu- mento por analogia. Lo que decimos de Ia sustancia material puede decirse, ‘anflogamente, del alma espritual si vdmitimos su existencia. Por tanto, deka mis- ‘ma manera en que Ia sustaneia material forma cuerpes muy distintos, una misma sustancia espirial puede formar yoes 0 conciencias muy distintos. Esto demues- tea que la mera incorruptibilidad de la sustanciaespisitual no garantiza la inmor- talidad del yo (Nada me importa que la sustancia espiritual que constituye ahora mi concieneia forme manand La conciencia de otro ser! Diffcilmente cabo denominar a eso inmotalidad!) Para reforzar Ia aflemaci6n de que puede permanecer la sustancia espiri- tual y perderse Ia coneiencia, Hume alude a fenémenos tan desconcertantes soticamente come el sueno, en el que se pierde la conciencia sin que supon- xgamos, por esa razén, que se ha corrompide Ia sustancia espiritual que cons- Utuye nuestra alma, Como se comenta un texto flosfico Pero admitiendo que haya una sustancia.espiritalesposcida en el n= verso algo como el fuego eterea de los estoicas, enemas razon para con- clit, por analgeta, que la naturaleza usa del espiu de modo parceido & como uss de la ov sustancia, es decir, de la materia, Esta es empleada como Si fuera una especie de pasta o arcilla: ls naturaleza la modifica dando lugar ‘una variedad de formas y existeneias; después de cierto tempo, deshuce ‘cada modifieaci¢n, y con su sustanciaconstuye una form nueva. Asfeomo ‘una misma sustancia material puede componer sucesivanente los everpos de todos los animales, as tambiém una insma sustancis espiitual podria ‘componer sus alimas. Sus concienciss, esos sistemas de pensamiento que legaron a formarse a o largo de la via, pods ser contiausmente dist tos por la muerte: y bajo una nueva forma, nada de todo eso sepia inte resindoles. Los mas acendrados defensores de la mortalidad nunca han nogedo la inmortalidad de su snstancia, ¥ que una sustancia inmatena, fo mismo que una material, puede perdor su eoneiencia 9 memoria lo mucs- teu on parte Ia experionci, aun asumiendo que el alma fuera inmaterial. ‘Adem de ls dos argumentos anteriores, expone Hume un tercero, Como Jos dos previos, éste también se endereza a demostrar que, aunque se admita ‘que la sustancia espiritual es sempiterna siempre que no intervenga la Causa Primera, sin embargo, ello no equivule todavia u haber demostrado Ta inmorta- Tidad de! alma, comprendida como inmortalidad del yo. El argumento poses estaestructura. Lo que es incorruptible es ingenerable (podemos suponer que Ja corrupcién supone la desagregaciOn de las pastes constitutivas, mienlras que la ‘generacidin es Ia apregacién de estas partes; ahora bien, lo que carece de partes, fagregables o desagregables no puede ni gencrarse ni corromperse), si admiti- ios como quieren los partidarios de la inmortalidad del alma que ésta no pue- de corromperse, 0 sea aniquilarse, sin intervencidn divina, hemos de admitis, ‘por Ia misma raz6n, qui tampoco puede generarse y, por tanto, ol alma, nes ‘ra alma, ha existido antes que nosotros, antes de que nosotros tviéramos con- ciencia de ser. Ese estado previo en que existfa nuestra alma, pero no nuestro ‘yo, sicabe hublarusf, es ul estado que ni nos va ni nos viene, nos es totalmen- ie indiferente, Por tanto, voncediendo, que nuestros pensamientos provengan ‘de una sustancia espiritual, de abi no se sigue que nuestro yo sea inmortal Raronando a partir de la marcha normal de la naturslera, y sin spo ner ninguna nueva intervencién de la Causa Suprema (recurso que deherta excise siempre de la ios, deducimaas que Jo que es incorruptible debe ser tambien sr ingenerabe. Por lo tant, sil alma fuss inmoral, ya bets existida antes de nuso macimiento, ¥ lsu existeneia anterior no nos eon cemi en absolute, tampoco hi de concernimos su existencia posetioc. a uenkea dol comemati Alos6ico de texto 33 34 A estos tes razonamientos afade Hume otro mds. Ahora se trata de un Lipico argumento ad hominem, un argumento ditigido contra aquellos que defienden la inmortalicad de! alma humana. Por lo gencral, 1a tealogéa cris tiana niega que los animales tengan un alma inmocal. El argumento retori- ‘co de Hume pone de relieve una posible incoherencia en estos pensadores que dofienden la inmoriabidad de! alma humana porque la sustancia espiritual es suieto de los pensamientos, pero niegan que la sustancia que es sujeto de los ppensamientos de los animales sea inmortal duda, los animales siente, piensan, aman, odian, desean e,inclu- so, rezonan, aunque de un modo mds imperfecto que el hombre, Son tam bign sus alas inmaterialese inmortales? Recoriemas que estamos todavia en la primera fase del comentario, en aquella que establecemos el borrador que luego nos servied para redactasios. Si lo preierimos, ese borrador lo podemos conteccionar en forma de esquema Y podria ser algo ust: — Esquema de la idea del texto y de su estructura: la idea fundamental del texto: 14) Problemitica: las pruebas metatisicas de la inmortalidad del alma. ) Problema: Ia validez dol argumento que, apoydndose en su espiri ‘ualidad, demuestra su inmortatidad, c) Tesis centeal: no es Jo mismo la persistencia de la sustancia espiri- lwalidad que la inmortalidad del yo, que exige conciencia de sf y memor 4d) Primera tesis secundaria: no esté probado mcionalmente que los pen samientos requieran una sustancia espiritual co) Segunda tesis secundaria: el argumento de la espiritualidad del alma, ‘de ser vilido, probarfa mas de To que pretend, pues justificarfa que ‘también los animales poseen un alma inmortal ~ Los argumentos son éstos 1. Se rechaza que la sustancia espiritual sea el sujeto necesario de los pensamientos mediante dos argumentos (primera tesis secundaria): 4a) La maturaleza de la sustancia nos es desconocida. +b) No podemos asociar a prior’ un efecto a una causa. Como se comenta un texto flosofico 2. Aunque la sustancia espiritual sea el sujeto de los pensamiontos no se ha probado la pervivencia del yo puesto que (tesis central 4) Una misma sustancia espicitual puede componer distintos yoes, Uiferentes series de pensumientos, de conciencias, andlogamente ‘comno una misma sustancia material compone a To largo del iem- po diversos cuerpos, ) La experiencia muestra que una sustancia inmaterial puede per- Uer la coneiencia o memoria, c) Sila sustancia espiritual es incorruptible, ha de ser ingenera ble, por tanto la sustancia espiritual de donde provienen nues- los pensamientos existia antes de que tuvigrames conciencia de nosotros mismos. Seguird existiendo después de nuestra muerte y ya no tendremos conciencia de nosotros, no pervivi- 3. Argumento ad hominem (contra la segunda tesis secundaria). No abe dofender la inmortalidad del alma humana y nogar la inmorta- lidad del alma det animal, como hace la mayoria de los fildsofos y tedilogos. E) Conclusién y valoracién del texio Podemos concluir nuestro comentario poniendo de relieve por qué el autor ice lo que dice. Y esto puede realizarse tanta explicando a partir de ciertas Cireunstancias histérieas,socioldpicas, psicoldgicas 0 de otra indole la idea del texto, como justficando la misma a partir del sistema filos6lico profesado por el autor. Cabe efectuar esta tarea del comentario, que no es indispensable y no ‘debe emprenderse hasta estar en posesicn de profiindas conocimientos filas6- ‘cos, en un apartado aparte o también entretejiéndala al hilo de la explicacica de la estructura del texto, Finalmente, es aconsejable cerrar el comentario con una breve conclusién. F) Redaccién del comentario Acabada la preparacién, tendremos un gran acopio de materiales. Pro- cedemos a seleccionarlo y & poner en limpie nuestras notas. El escrito de 2 enkea dol comentario flosoico de texto 35 36 comentario puede adoptar diversas formas y extenderse mAs o menos (es posible que el profesor que lo encarga establezea diversos eriterios al res- pecto). Pero siempre se adapta a una estructura general: intcoduccin. expli Ccacién del texto y conclusién, Naturalmente no es necesario, més bien restl- 14 poco elegante, que nuestro comentario quede partido en estas epigrates, pero siempre es util tenerlos presentes para it articulando en torno a ellos el texto, En la introduceién hemos de poner de relieve Ia localizacién del texto (el fragmento dentro de la obra, la obra dentro de la trayectoria total de su autor, 1 autor dentro de su marco historica y flosdfico),y la idea (que incluye problemstica, problema y tesis). En la parte central del comentario, debemos mostrar Ia estcuctura del texto. Y por dtimo damos fin al comen- tario estableciendo ung conclusién que puede ir unida a una valoraci6n per- sonal. En esta Valoracién liemos de evilar caer en la tentacidn, tan apeteci ble para el filésofo novel, de limitarnos a refutar Ia tesis del texto, El comentario tiene como finalidad mostrar que se ha comprendide un texto y hhacetlo comprensible a los demés. Y esto se logra dificilmente si lo sust twimos por una critica de plano al texto, Por falsa que una docirina nos parez- cca tenemos que esforzarnos por salirie al encuentro, aprender de ella, dejar al escrito que hable, que dé de sf todo lo que pueda para llegar a empapar- rnos de toda su riqueza. Al menos procuremos comprender cémo esa doc- tina se sigue de ciertos presupuestos, cOmo viene inducida por una época, cc6mo responde a una determinada idiosincrasia de su autor. Por supuesto, esto implica una actitud de respeta e incluso ce amor hacia el texto que, si bien no excluye Ia posibilicad de poner de relieve ciertas dificultades det fragmento, posibles incongruencias, ambigedades, generalizaciones pre- cipitadas, peticiones de principio, falacias de varius clases, trata ante todo de encontrur su sacionalidad y coherencia, La conclusién, que siempre parece conveniente, permite establecer un balance que ponga de manifiesto el valor del texto por la problemitica con que se enfrenta, por la importancia hist6rica de la tesis que plantea, por el rigor de su exposicién o cualquier otro elemento especialmente relevante del texto. Naturalmente en esia parte final del comentario tenemos que prestar espe- cial atenci6n a ovitar frases supertluas. Por ejemplo, ,para que decie que el ‘fragmento fue escrito por Hume? Ya se sabe, puesto que aparece su nombre al final. En cambio, puede ser opostuno dar informaciones ucerca de Hume, Asi- mismo, desechemos frases huecas como: “Este texto es muy interesante”. Por ‘supuesto se supone que To es, sino, ;para qué proponerio como tema de comen- tario? Repetirlo no antade nada a la comprension del misma. Digase, en cam- (como se comenta un text flosoco bio, dnde reside su interés, Cuidemos, por titimo, de que en nuestro escrita ‘no aparezcan adjtivos del todo inapeopiades, tales como “bonito” y otras simi- ares a los que algunas personas tienen especial alicién, CCabe redactar las notas que hemos tomado en la preparacién del ejercicio dde comentario del fragmento de Fume de esta manera: Las reflexiones filos6ficas de Hume acerca de la religién le produjeron en vida innumerables sinsabores y dificultades de muy variada condicién [or sus tesis, consideradas por muichos de sus contempordneos como heré- ticas y hasta ateas. Sin embargo, no es de extrafar esta reaccisn dada la con- tundencia con que Hume atac6 la posibilidad de una demostracién racional de los predmbulos de la religidn cristiana, especialmente en los Didlogos sobre la religién natural, que no lleg6 a publicar en vida por terior a la reuc- cign que podia suscitar, 0 su insistencia en el dafio, descrito en la Historia natural de la religion, que, a su parecer, ban producido a la humanidad 2 lo largo de los siglos algunas supersticiones religiosas. Pose a estas y a otras obras de su autor, es fodavia una cuestiOn muy debatida entre ls estudinsos de su filosofia cudl era Ia auténtica posicicn personal de Hume en materia religiosa, Sea cual fuese, es indudable que Hume mantiene bésicamente un escepticismo en torno a la posibilidad de fundamentar de modo filossfica doctrinas religiosas. Por ejemplo, en los ya cilados Didlogos sobre la reli ssidn natural, Fil6n, que presumiblemente representa la posicin mas proxi- ‘ma ala de Hume, sostiene con fuerza inusual la imposibilidad de demostrar ccon la razsin la existencia de un ser divino personal, omnipotente y benovo- lente, En la seccidn X de Ia Investigacién sobre el entendimiento humano, niega que alguna vez. podamos tener razones paca aceptar que se haya pro- ducido un milagro. Y, en fin, en el breve ensayo Sobre la inmortalidad del alma, que no conocid una edicién auiorizada en vida de su autor, propone ‘come tesis la imposibilidad de una demostraci6n de la inmortalidad del alma ‘humana con las Solas luces de la raz6n, ya que dnicamente el Evangelio pue- de iluminarnos sobre esa cuestiGn. Para probar esta tesis, Hume procede induetivamente, Pretende que induccidn que lleva a cabo es completa, Puesto que hay, como atirma en cl pirrafo anterior al fragmento que se propone como objeto de comentario, {nes tipos de pruebas racionales de la inmortalidad del alma: las metafisi- cas, Its morales y Ins fisieas, y todas ellas son insuficiemtes, no existe, en consecuencia, modo racional de demostrar esta inmoftalidad. El fragmento propuesto se centra exclusivamente en la insuficiencia de las pruebas meta- fisicas, La técnica del comemari flossico de texto a7 38 ‘A pesar de que Hume habla en plural, en realidad reduce todas las prue- bas metafisicas a una sola y de ella se limita a exponer dos de sus premisas, ddejando al Teetor en la novesidaxl de reconsirur por sf solo el argumento com pleto. Ello, en verdad, no es dificil ya que se trata, sin duda, del ms conoci- ddo argumento metafisico para demosteae la inmortalidad del ser humano. La _argumentacion provede en dos pasos que cabe reconstrur ast — El primer paso consta de dos afinmaciones, de las que extrac una con- clusion a inmortlidad del ser humane censise en la persvencia de su autoconcienca, es dels, de su memoria, Cietameat esa afin cin no aparece expifitamente en todo el texto y slo se aude a ela (Csus conciencias 0 esos sistemas de pensamiento que learon afr- nares lo largo oe a vide"), Esta ex una idea muy earacteristca de Ti flosoia moderns enunciadaexpliitamente por Locke en su est diode i identidad personal y que Hume da por supuesto que forma pare de ta cultura flosética de sus posibes lectores Elpensamiento se daen el alma, oo quees lo mismo, inbiere en ella es imposible que el pensamiena pertenezca al orden dels sts- tuncias materiales”) Por tanto, el yo, constiluide por sus pensamientos, persistiré tanto ‘como persista el alma. — Segundo paso: el alma, en la medida en que es inmaterial, no puede, por Ccausas naturales (“Ia exclusicn de I Causa Primera es siompre desea ble en la flosorta”), ser aniquilada, ya que, hemos de suponer, Ia ani uilacion se produce por la disgregacicn de las partes yuxtapuestas, de las que el alma carece. Ahora bien, como el pensamiento persiste tanto ‘como el sma, de acuerdo con Ja conclusidn del primer paso del raz0- ‘namiento, y el alma es inmortal, el yo personal también lo ser Hume se ha desentendido de este razonamionto porque Ie interesa fijarse solo en dos de sus premisas, justamento aquellas que va a stacar a continua- cig. Negard, ante todo, que el pensamicnta no pucda darse en una sustancia material, que es un supuesto esencial del primer paso del razonamniento. Y se ‘opondiré después a la conclusidn de este primer paso, que es un elemento esen- cial del segundo, esto es, que el pensamiento, que constituye la supervivenci del yo, persista tanto como el alma, Contra 1a afirmacion de que el pensamiento no puede darse en una sustan- cia material, Hume opone los resultados a los que ha llegato la metafisica empi- |. especialmente la desarrollada por él siguiendo los pasos de Locke y Ber Camo se coment un too osetia koley. Desile Locke, Ia sustancia es un no s6 qué en donde inhieren los acei- nies, Puesto que la sustancia no es un objeto perceptible sensorialmente, 90 tenemos conocimiento de en qué consista y, por tanto, la distinciGn entre sus- {aneias materiales. inmateriales es totalmente confusa, por lo que na pocemos eestablecer los Kmites de una y otra. La materia y cl espiritu nas son por igual esconocidos, como se lee en el texto, Toda sustancia no es mas que el con- junto de propiedades que se presentan unidas. Al seruos desconocido el sus- {rato en el que se dan, carece de sentido afirmar que el pensarmiento no pueda existiren una sustancia matedal. Esta posicion se encuentra ya plenamente dess- rollada en Locke, aunque este penstdor no extrae de ella todas las eonsecuen- cia posibles. Dice Locke: “Tenomos las ideas de materia y de pensamiento, ‘pero posiblemente nunca seremos capaces de conocer sialgtin ser meramente ‘matetial piensa o no; siendo imposible para nosolros, mediante la contempla- Cidn de nuestras propias ideas descubrit, sin la Revelacién, sila Omnipotencia rng ha dacio a algtin sistema de materia, ispuesto ndecuadamente, el podes de percibir y pensar, o, por el contrario, ha unido y fijado a la materia, asf dispuesta, ‘una sustancia inmateril pensante”. (Locke, 1980, 1V. II, 6) Por tanto, es imposible conocer de un modo abstract, sin recurrr a la expe- riencia, que la materia no puede ser el sujeto donde inhiera el pensamiento, Dicho en términos humeanos, la afirmaciGn de que la materia no puede pen- Sar no es una relaci6n de ideas, no puede ser establecida a priori. Se trata, eentonces, de una cuestion de hecho, que debe ser establecida por la experien- cia, Pero aqut la experiencia ha de permanecer muda ya que jams puede esta- blecer la imposibilidad de que I materia sea causa del pensamicnto, A pesar de esto, supongamos ~prosigue el razonamiento de Hume que cconocigramos en qué consiste la sustancia material y en qué consiste la sus- {oneia espiritual, ¥ que este eonocimiento nos permitiera deseurtr la sustancia ‘material como sede del pensamiento. Fs decic, concedames lo que nos piden os metalisioos que defienden el argumento para proba la inmorialidad del alma que estamas debatiendo, Aun asf, pese «haber hecho esta concesicn, nos hallo- ‘mos lejos de estar en disposicicn de admitir el razonamiento por tes motives. En primer lugar porque la sustancia espiritual podra desligarse de la auto- ‘conciencia que constituye lu base de la pervivencia del yo, lo que se sueleenten- dee, digdmoso otra vez, como iamortalidad del alma. Dicho de otro modo, Hume nega la validez cel primer paso del argumento. Entiende que, aunque se admi- {a como demostrado que el pensamienio solo se da en uns sustancia espiritual, no se sigue de ah que el pensamiento haya de durar tanto como dura es sus” tancia espirtual. Paca probar la poca solidez de la ar-gumentacién que va en contra de esta afirmacién, recurre Hume a un argumento anal6gico. De modo La tdcntca del comentart floséico de texto 39 40 similar a como se acepia Ia existencia de una sustancia material, que ni se crea ni se destruye por causas naturales, que puede componer diversos cuespos,tam- bign cabe pensaren una sustancia spiritual que compone diversas series de pen- samientos, diversas coneiencias. Si entendemos por alma, como hace Hume, la conciencia, coneebida como la conciencia de ser uno mismo, esto es, la con- ciencia de la propia personalidad, cabrfa decir que una misma sustancia inma- \erial imperecedera puede dar lugar a diversas alias, diversas eonciencias de sf. Por lo que Ia inmortalidad de la sustaneia espiritual no habla a favor de la Inmortalidad del alma ("Ios mas acendrados defensores de la mortalidad del ‘alma nunca han negado la inmortalidad de su sustancia’) No sélo no hay razones convincentes para unit sustancia inmaterial y alma, como le gustaria al argumento metafisico, sino que hay razones para disociat alma y porvivencia del yo. Si el alma, entendida como la entendiésemos, es incorruptible, como pretenden algunos fl6sofos, también, por similares ra70- nes, seria ingenerable y, por tanto, habria existido antes de lo que Ilamamos nuestro nacimiento. De ese perfodo no tenemos memoria, nadie afirma que ha existido antes de nacer, aunque admita que existfa su sustancia espisitual e incluso su alma, Por las mismas razones, que nuestra sustancia espicitual, 0 incluso nuestra alma, persista tras nuestra muerte, no supone que Sigamos exisliendo, que nueso yo perviva. Estamos de nueve ante un argumento ana- ldgico. En cl anterior argumento la analogfs tena esta form Jas sustarcas materiales das sustancas inmateriales conforman distintos cuerpo conformaia dstntas alms 'Y ahora Ia analogfa se establece de esta otra manera claim ha existdo antes de mi nacimiento el alma exstrd despues de mi muerte no he tenido concioncia de mr no tend conciencia de mi ‘Naturalmente replica «esto diciendo que el alma hu sido ereada por Dios en el momento de mi nacimiento o de mi concepeidn, es inroducir la Cust Prime- ‘men ol discurso filosofic, lo que Hume considera como no pertinente en el mis- ‘mo. Pero silo aceptamos, entonces, con la misma raz6n, podriamos concluir que, fuera asf, esa Causa Primera destruir mi alma tras mi muerte, Por tltimo aftade Hume un tercer aegumento, Es un tipico argumento ad hominem, Se Hama asi a aquellos argumentos en los que se presiona a un Como se comenta un texto losses hombre con consectiencias que se extraen de sus propios prineipias o de 1a que ha admitido (Locke, 1980, IV, XII, 21). Normalmente los teslogos que admiten la inmortalidad del alma son reacios a aceptar que los brutos ten- {gan un alma inmaterial y que este alma sea inmortal. Pero esos teblogos, sal- Yo algunos cartesianos, no niegan que los animales infrahumanos no tengan pensamientos. Si se prueba la inmortalidad del alma del hombre a partir del hhecho de que éste tiene pensamientos y de que el alma sélo se da en una sus- {ancia inmaterial, habria que concluir que tambien los animales irracionales poseen un alma inmortal ‘Con Ia claridad usual en 61, Hume ha puesto de relieve los puntos débiles do una argumentacién metufisiea muy usual. Ha desmenuzado un argumento parentemente convincente y mastrado los pasos que realiza indebiiamente. La fuecza de la argumentacion humeana aumenta porque en todo momento Hume se ha movido dentro de la filosolfa que suelen aceptar los metaiisicos que proptignan ol argumento al que se ponen reparos en este texto, Por ell, coabe decir que la eftica de Hume es totalmente interna ya que na depende de presupuestos que no estén inclinados a aceptar aquellos que sostienen el argu- ‘mento que se alaca, También en este punto, a ertica ala sustancialidad e inmor- tulidad det alma, Hume es un claro predecesor de Kant. Bibliografia Ferrater Mora, José. Diccionario de Filosofia, Alianza Editorial, Madrid, 1979. Hume, D. Tratad de fa naturales humana. Elitoca Nacional, Madeid, 197 (edic. orig. Treatise of Human nature, 1739), — Investigacidn sobre el entendimiento humano, Alianza Editorial, Madrid, 1980 (edic. orig. Enquiry concering the human Understanding, 1748). — Sobre la inmortalidad del alma, en Hume, Sobre el suicdio y otros ensa- yos, Alianza Editorial, Madrid, 1988. — Historia nasurat de la veligicn, Tootta, Mautid, 2008 (edie. orig. The Nanw- ral History of Religion, 1757), Kant, Inmanuel, Fundamentacién de ta metafisica de las costunbres. Edicio- nes Encuentro, Madrid, 2003 (edic. orig. Grundlegung der zur Metaphy- sik der Siten, 1785). Locke, Jolin, Ensayo sobre ef Enzendimiento Human. Faltora Nacional, Mati, 1980 (edic. orig, An Essay concerning human Understanding, 1690), La tecnica del comentario lossico de texto a

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