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LA AGONÌA DEL RÈGIMEN EN EL PERÙ

Carlos Angulo Rivas


La crisis política, económica y social, del desahuciado gobierno de Pedro Pablo Kuczynski significa la
etapa terminal de una democracia representativa inexistente en la forma y en el fondo; y precisamente a
causa de este sistema devenido en una clara plutocracia, nombre apropiado a la situación real, hoy se
tiene un desbarajuste institucional envuelto en la corrupción, la inmoralidad y la impunidad. Desde el
primer gobierno de Alan García 1985-90 la configuración plutocràtica en la sociedad peruana se fue
afirmando, más aún con el advenimiento del neoliberalismo económico iniciado por Fujimori y continuado
por los subsiguientes mandatarios quienes fortalecieron el sistema político heredado de la dictadura. La
plutocracia en si misma no es un sistema político alternativo a la democracia representativa sino la
degeneración sistèmica ligada al poder económico de la oligarquía y la clase elitista del capital
empresarial, lugar donde gobierna y prima el interés de los plutòcratas ignorando los intereses de los
trabajadores, del estado y sus responsabilidades sociales; por consiguiente, el poder político es usado
para servir a los grandes intereses privados generadores de corrupción, inmoralidad e impunidad. Se
privilegia de este modo el beneficio de los más ricos y poderosos, generando graves conflictos sociales
cuya solución a esta problemática no es otra que la revolución social y el cambio de SISTEMA.
La vacancia presidencial de Kuczynski por incapacidad moral permanente debido a sus falsos testimonios,
enriquecimiento ilícito y corrupción personal, salvada en el Congreso por un pelo, gracias a la abstención
comandada por Kenji Fujimori y el no voto de Nuevo Perú, no ha solucionado la crisis política sino, por el
contrario, la ha agravado a consecuencia del ilegal “indulto humanitario” al reo Alberto Fujimori
sentenciado por genocidio y robos multimillonarios al estado. El comportamiento de Kenji Fujimori
negociado en secreto con Kuczynski, votos por indulto a su padre, se explica; el de la bancada de Nuevo
Perú y la campaña de los medios de comunicación en salvamento del presidente, significa ahora, ilegal
indulto de por medio, el grave error de pretender rescatar la “institucionalidad democrática” ante el peligro
de un avasallamiento del fujimorismo. Nada más alejado de la verdad, porque Kuczynski siempre fue un
fujimorista ideológico que apoyó a Keiko Fujimori contra Ollanta Humala en las elecciones 2011, siendo un
rival circunstancial de ella en las elecciones 2016; y hoy regresa a sus orígenes en alianza a las fuentes
primigenias de la dictadura neoliberal fujimorista limpiando a Alberto Fujimori y por su intermedio, para
desgracia del país, a la hegemonía política del propio Vladimiro Montesinos, motor pensante de la MAFIA
incrustada en el estado y la degeneración política.
La protesta popular y el reclamo ciudadano del país, independientemente de las ubicaciones político-
ideológicas, ha declarado a Kuczynski traidor funcional, mentiroso y corrupto; en pocas palabras inmoral
permanente para continuar en el ejercicio de primer mandatario del país. Sin embargo, el manotazo de
naufrago casi ahogado de Kuczynski intenta salir adelante anulando la relación conflictiva entre el
Ejecutivo y Legislativo, mientras las grandes plazas, avenidas y calles, se calientan mediante el clamor
multitudinario que se vayan todos, un deseo final que no puede pisar tierra firme mientras los plutòcratas
tengan la manija del estado y nos gobierne la MAFIA política aliada a ellos con todas sus facciones, la
misma que administrativamente coloca enormes obstáculos “legales” para evitar la presencia de los
sectores populares en el desarrollo de una democracia verdadera. Entonces, la lucha político-social debe
ir mucho más allá de los buenos deseos, ya que la PLUTOCRACIA impide la liberación de las fuerzas
sociales. Así la defensa denodada de la democracia es un eufemismo, una ficción periodística aderezada
por los grandes medios de comunicación propiedad de los plutòcratas, precisamente los defensores del
SISTEMA.
De manera exclusiva, la representación política mayoritaria en la plutocracia atiende a los grandes
empresarios y a los propietarios ricos, a quienes se debe por el apoyo económico recibido, no ateniéndose
al mandato de los electores engañados ni a la mayoría del pueblo. Así el mandatario elegido rinde cuentas
y conversa sobre las decisiones principales de su gestión con los plutòcratas, estableciéndose un nexo de
unidad inmediata subordinado, es decir, una estructura de mando imperativo y vinculante de parte del
poder económico sobre el poder político y legislativo, jugando la palabra democracia el ridículo papel de
celestina sistèmica o la de acompañante prostituida. En consecuencia, defender la “institucionalidad
democrática” ya sea votando por el mal menor tal cual sucesivamente ha ocurrido o evitando vacancias
presidenciales, significa reforzar y salvar la plutocracia como sistema de gobierno. En el Perú, peor aún,
porque significa apostar por las fechorías de los presidentes, los ministros, los jueces, fiscales y
legisladores, cuya tradición mafiosa y cleptómana es bastante conocida dado que navegan en un mar
infestado de corrupción e impunidad.
Desde un punto de vista programático, el que se vayan todos es la única salida de la crisis político-social
en el Perú, sin embargo, este objetivo depende, primero, de la vacancia presidencial del corrupto
ciudadano estadounidense Pedro Pablo Kuczynski y de la nulidad del ilegal “indulto humanitario” que en la
práctica favorecería a Keiko Fujimori y a Fuerza Popular, anulando la aventura de su hermano Kenji
Fujimori, desarticulada y errática. Si esto ocurre, la situación política cambia radicalmente con Martín
Vizcarra, primer vice presidente de la república, encargado de la presidencia, pues ahí recién estaríamos
cercanos a la organizaciòn del Frente Único Programático, a la convocatoria a una Asamblea
Constituyente y a las elecciones democráticas adelantadas sin los fraudes consabidos perpetrados por la
plutocracia, es decir, estaríamos ante el objetivo fundamental: “Que se Vayan Todos.” En esta nueva
etapa, los plutòcratas trataran de mantener incólume su estructura de dominio sobre la política, pero
estarán muy disminuidos puesto que sus principales actores partidarios están involucrados en millonarios
actos de corrupción e inmoralidad y dependen los lava jato, Odebrecht y las próximas declaraciones del
eficaz testigo colaborante Jorge Barata.
Ahora bien, lo fundamental frente a la aguda crisis política es la unidad centralizada de los movimientos de
protesta y denuncia al sistema plutocràtico existente con miras a articular una organización plural
convergente de todos los sectores democráticos y revolucionarios a fin de quebrar la estructura
plutocràtica y limpiar el estado de la corrupción, la inmoralidad y la impunidad, apostando a un cambio de
sistema de gobierno a favor del bienestar general y la justicia social, única institucionalidad a ser defendida
con honor por los ciudadanos de una nación libre y soberana. Hoy más que nunca ante la farsa del
“diálogo y la reconciliación nacional,” un montaje de unidad entre mafiosos, ya que con los parches del
gabinete ministerial el país no se ha reconciliado, más bien se ha dividido irreconciliablemente, gracias a
un dinosaurio político como el corrupto e inmoral presidente Kuczynski, quien ha tratado de aprovechar al
máximo la presencia del Papa Francisco en el Perú.

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