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Frank Molano Camargo. Docente Titular Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Estudiante
del doctorado en Historia de la Universidad de Los Andes.
Para esto voy a responder las siguientes preguntas que servirán como guía de exposición.
emplazamientos en los que se hiciera una selección de basuras para solo llevar al RSDJ
residuos orgánicos y restos hospitalarios previamente incinerados. El predio del norte fue
descartado por el Distrito y la CAR, ya que se pensó que su sola mención ofendería a los
encopetados, aunque distantes habitantes de estratos altos quienes rechazarían cualquier
proyecto de poner basuras cerca a sus residencias. El de Alicachín fue descartado debido a
la distancia y a los mayores gastos de combustible para el transporte de desechos. Así que
se escogió el sur.
En realidad, si bien había erosión antrópica previa, no era del todo una zona tan
deteriorada. La quebrada Yerbabuena y otras aguas subterráneas eran componentes vivos
que fueron depreciados por los técnicos. Los nacientes barrios informales, por no estar
legalizados, fueron igualmente invisibilizados. La comunidad campesina y sus actividades
agrícolas y ganaderas de los Mochuelos tampoco fueron visibilizadas como actores sociales
y productivos del paisaje.
Así el RSDJ empezó a funcionar como una obra técnica que mejoría y recuperaría
ambientalmente el paisaje del sur de la ciudad. Este nuevo paisaje sería diferente a las
anteriores experiencias de relleno sanitario. Se prohibía la presencia de los habitantes
recuperadores dentro del emplazamiento, toda la basura se enterraría técnicamente, tan
buena sería la operación, que la sola presencia de un roedor, una mosca o un leve mal olor,
prendería las alarmas para corregir el desperfecto.
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El primer periodo se inició sin cumplir los requisitos planteados por Ingesam-URS. La Planta
de Transferencia de Protecho (hoy biblioteca El Tintal) nunca entró en funcionamiento. Así
toda la basura se empezó a acumular sin ninguna separación previa. La fiebre enterradora
fue gigantesca. Tengo algunas de las cartas de solicitud y autorizaciones de enterramientos
de todo tipo de basuras que encontré en el Fondo Edis del Archivo de Bogotá. Una muestra
para ilustrar.
Carta del Ingeniero Héctor Collazos a Marco A. Gómez, Jefe Departamento Disposición Final
a la Industria química Schering del 27 de febrero de 1992:
Dada la cantidad tan pequeña de 180 kilogramos, conceptúo que se pueden recibir en el
Relleno Sanitario Doña Juana; sin embargo por ser irritantes se deben colocar en la parte
inferior de la celda diaria de trabajo y taparlos inmediatamente con 20 centímetros de
arcilla utilizada en el Relleno Sanitario como material de cobertura”.
Carta de Alfredo Sánchez Vargas, Subgerente Industrial del Banco de la República a Sonia
Rodríguez, Jefe de Planeación de la Edis, el 23 de agosto de 1993
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Igualmente, están las cartas de advertencia sobre el mal manejo dado desde sus inicios al
RSDJ
Carta de la Abogada Gloria Lucia Álvarez Pinzón, de la Procuraduría Delegada para Asuntos
Agrarios a Álvaro Barrera Rueda, Gerente de la Edis el 8 de marzo de 1993.
“Esta Procuraduría se encuentra inmensamente preocupada por los problemas que se están
ocasionado en razón al alto porcentaje de lixiviados producidos en el relleno Sanitario Doña
Juana que están siendo vertidos a las aguas del río Tunjuelito (Nota propia: el
desconocimiento del sur lleva a que funcionarios e investigadores mencionen erróneamente
el nombre del río. Es TUNJUELO no Tunjuelito), en detrimento del recurso hídrico de que se
abastecen numerosas personas y cultivos en la Sabana de Bogotá”.
Resulta ilustrativo el informe de Luis Alfonso Sánchez Parra, Jefe del Departamento
Disposición Final a Sonia Rodríguez Uribe. Jefe Oficina de Planeación de la EDIS del 28 de
diciembre de 1993.
La respuesta de la Alcaldía a cargo de Jaime Castro y del Concejo Distrital fue privatizar
completamente el servicio de barrido, recolección y disposición final. La privatización la
había iniciado Pastrana que entregó parte del barrido a dos consorcios privados, Limpieza
Metropolitana LIME (de Argentina) y Aseo Capital (de la familia Ríos Velilla) a los que el
Distrito pagaba entonces $12.500 por cada tonelada de basura que llevaran a Doña Juana.
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Entre 1994 y 1997 llegaron al RSDJ 5 mil toneladas más de basuras. Se incrementó la
producción de lixiviados y gases. El control distrital sobre los residuos que llegaron y el
manejo del RSDJ fue más laxo, lo cual permitió que ninguna de las observaciones sobre
manejo técnico se cumpliera. Basura de todo tipo fue amontonada. Para ahorrarse costos,
Prosantana, en lugar de tratar separadamente los lixiviados, los reinyectó en las celdas de
basura, produciendo fisuras y agrietamientos. Adicionalmente la presencia del plástico en
botellas y bolsas de basura que ya para 1997 ya correspondía al 20% del peso de la basura
depositada, impidieron el flujo de lixiviados y taponaron su salida. Estos materiales no eran
triturados, así que la reinyección de lixiviados no permeó las basuras sino como lo
demostraron varios estudios, se formaron dentro de la montaña de basura de la sección II
lagunas de lixiviados que la hicieron peligrosamente más inestable.
olores por emisión de gases que desde entonces hacen parte de un paisaje cada vez más
malsano. Diversos diagnósticos de salud realizados por ONG y hospitales indican que el
deterioro de la calidad del agua, del aire y del suelo afecta la salud de las personas, de los
animales y de las plantas en las zonas adyacentes el RSDJ y se convierte en una tendencia
peligrosamente creciente. Enfermar la población y el territorio parecería ser una táctica
intencional para expulsar la población y expandir el RSDJ.
Ante la crisis de este año el consorcio GCR fue multado por la Superintendencia de Servicios
Públicos Domiciliarios (Superservicios), por $1.060'837.046 por el mal manejo dado al
manejo de residuos en el RSDJ.
“…si se continúa con la misma dinámica de generación de residuos, sin adecuadas medidas
para mejorar su aprovechamiento o tratamiento, y con patrones de producción y consumo
insostenibles, en el año 2030 tendremos emergencias sanitarias en la mayoría de ciudades
del país y una alta generación de emisiones de gases de efecto invernadero”.
El relleno, o como dicen los habitantes del sur, el basurero Doña Juana, en su diseño original
estuvo programada para ser clausurado en el año 2002. Se hizo una prórroga hasta el año
2022 y ahora el alcalde Peñalosa quiere expandir su funcionamiento hasta 2070. El sur de
Bogotá está a punto de un nuevo paro cívico, del que el cierre del basurero y el cambio de
modelo de gestión de basura, son solo un aspecto de las exigencias ciudadanas ante la
gigantesca deuda ambiental y social y los crímenes ambientales realizados por el Estado en
complicidad con los empresarios en el sur histórico de la ciudad. Otro sistema de gestión de
la basura, otra economía, otro modelo de ciudad y otra actitud ciudadana hacia las basuras
es urgente.