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Clara Coria Los laberintos del éxito llusiones, pasiones y fantasmas femeninos ediciones PAIDOS Barcclona-Buenos Aires-México Cubierta de Gustavo Macri 14 edicidn, 1993 Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacién escrita de los titulares del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccién total o parcial de esta obra porcual- ier método © procedimiento, comprendidos la reprografia y el tratamiento informatico, y la distribucién de ejemplares de ella mediante alquiler 0 préstamo pablicos. © de todas las ediciones en castellano, Ediciones Paidds Ibérica, S.A, Mariano Cubj, 92 - 08021 Barcelona Editorial Paidés, SAICF, efensa, 599 - Buenos Aires ISBN: 84-7509-843-6 Depésito legal: B-15.047/1993 Impreso en Hurope, S.A. Recaredo, 2 - 08005 Barcelona Impreso en Espafia - Printed in Spain Indice 1. Introducci6én . No todo es lo que parece . El protagonismo El tema del éxito es un gran abanico .......eeeeeeeerees El éxito, tal como esta concebido en nuestra cultura, conlleva un grado de violencia que omitirlo seria desvirtuar la complejidad del tema tees El éxito no esta divorciado del amor ni es incom- patible con él . Los varones no estan exentos de amenazas Las mujeres ponen en crisis el concepto de éxito El éxito, un personaje bastante e equivoco éTodo logro es un éxito? Y entonces... gqué es el éxito? Una confidencia personal Notas Cuando la transgresion pasa a ser s6lo un problema 7 28 30 31 32 35 37 47 55 56 58 63 65 Cuando el proyecto es una ausencia y la ambicion, una vergtienza: acerca de los ‘proyectos 68 desnudando ambiciones seen 73 «Cuando llueve sobre mojado»: el miedo a exponerse. » 79 la «cara de culo» .... 81 la autocritica exacerbada 82 NGS sntcnnsceenemmasnses 87 4. El fantasma de la soledad 93 El miedo a la infelicidad ... 95 Los varones del primero. segundo y tercer tipo 98 Cuando la companiia es soledad .. 113 Amenazas, castigo y estigma para mujeres {PTetENCIOSAS» .....sceecsecsereseenee 117 Cuando lo que no se quiere ver deja de existir 120 NOUS gencciseensitiarneadsssicisie nae uasieehy 122 5. Excitaci6n y violencia 125 El vértigo sexual: grealidad 0 mito? 127 Una practica cotidiana: el terrorismo 132 Tres ejemplos de terrorismo miségino Cuando la sal de la mesa no es la «sal de la viday . NOUS crssersssonsassenssesenvensoentensevsens 6. La competencia ......... 145 La competencia es nada mas que una contienda . 147 Ganar no es matar ni perder es morir 153 Notas .. 156 Bibliografia general no especifica ... 157 Dedico este libro a mi familia: A Alby Gellon, que acompafié mis desvelos y soporté con inmensa ternura mis tormentos de escritora. A mi hija Moira Abramz6n, por su presencia constante y solidaria. A Softa y Gabriel Gellon, por el afecto que me brindan. Ya mis amigas y amigos mds intimos —algunos préximos y otros distantes—, porque también me soportan. Porque creo que es tan insalubre someterse com- pulsivamente al éxito como resignarse a renunciar a él, y porque estoy convencida de que es posible construir un concepto de éxito entendido dentro de la solidaridad, es por lo que me empeciné en dar a luz estas reflexiones. Ofrezco este libro a las mujeres que quieren y no se animan, a las que intentan y tropiezan, a las que a punto de llegar renuncian, a las que pretenden sostenerlo, a las que no aceptan que el costo sea desangrarse, a las que aspiran a armonizar el éxito con el placer y el amor y alas mujeres y varones capaces de renunciar al éxito como instrumento de poder al servicio de su exclusivo egocentrismo. Nuestra reaccidn ante la lectura estd mds en funcién de lo que sucede en nuestro interior que del contenido del libro... Los libros reposan en espera de que estemos preparados. Bruno BerreiHem, El peso de una vida, Ed. Critica, Barcelona, 1991 La pagina escrita nunca recuerda todo lo que se ha intentado, sino lo poco que se ha conseguido. Antonio Mactapo, Poestas, Ed. Losada, Buenos Aires, Edicién 21. La mujer libre apenas si estd por nacer... La vida en comtin de dos seres libres es para ambos un enriqueci- miento, y en las ocupaciones del otro cada uno encuentra el estimulo de su propia independencia. La mujer que se basta a si misma logra salvar a su marido de la esclavitud conyugal, y eso significa su propio rescate. Simone pz Beauvoir, El Segundo Sexo, Ed. Siglo Veinte, Buenos Aires, 1981. El éxito no es el paraiso que tantos anhelan ni el infierno que muchas temen. jNi tanto ni tan poco! Prélogo En 1989 publiqué El dinero en la pareja. Algunas desnudeces sobre el poder, y orienté mis investigaciones hacia otro tema: el dinero de las herencias. Habia ya concluido entrevistas y talleres de reflexién que forma- ban parte de un proyecto de investigacidn a realizar con personas de ambos sexos de distintas colectividades y diversos niveles de poder econémico cuando recibi una llamada telefénica que cambié el curso de mis investiga- ciones. Se trataba de una propuesta para que coordinara un grupo de mujeres interesadas en indagar sobre la problematica del éxito. Estas mujeres habian comprobado que las pretensio- nes de éxito, e incluso su logro, les generaba con excesiva frecuencia una serie de conflictos que entorpecian sus anhelos, y a menudo frustraban resultados por alcanzar, en los cuales habian invertido muchos afios de su vida y no pocas energias. Notaban, por ejemplo, que les costaba disfrutar con “naturalidad” de éxitos logrados; que se enredaban en contradicciones afectivas e intelectuales; que podian disfrutar del prestigio que les otorgaba el éxito pero no del beneficio econémico; que para ellas el éxito era incompatible con estar en pareja e incluso crefan percibir que algunos varones no toleraban a las mujeres que tienen éxito. Les amaba también la atencién 19 comprobar que muchas mujeres dedicadas a la politica (gremial, sindical o en partidos politicos) dejaban trun- cadas sus carreras por presiones que no siempre provenian de las discriminaciones sociales 0 de sus compafieros de trabajo. La propuesta me parecié apasionante y tuve la certeza visceral de que el tema del éxito era tan complejo y tabu como el del dinero, y que justamente por ello podia brindar algunas claves para avanzar en la comprensién del entramado que forma la relacién entre los géneros y, particularmente, el del poder, punto de friccién, presién y liberacién al mismo tiempo. Agradezco profundamente la audacia y lucidez de esas mujeres que me lo propusie- ron porque me proporcionaron un estimulo inestimable para lanzarme a investigar —junto con ellas y “machete en mano”— estas selvas intrincadas y bastante virgenes. Un estimulo asi genera entusiasmo, y el entusiasmo es una de las virtudes de la juventud. Asi, pues, comencé por coordinar dicho grupo de mujeres que se reunié semanalmente durante tres meses. A partir de ahi elaboré un proyecto de investi- gacién que inclufa talleres de reflexidn, entrevistas y charlas-debate con mujeres y varones de distintos sectores sociales y niveles econémicos. Los fui realizan- do en los afios siguientes en diversas ciudades de la Argentina (Buenos Aires, Mendoza, Bahia Blanca, Rio Cuarto, San Martin de los Andes) y en tres ciudades espafiolas (Madrid, Barcelona y Valencia), Las personas participantes eran en su mayoria profesionales, comer- ciantes, empresarias/os, sindicalistas y politicas/os que pertenecian a la clase media y alta. No todos los talleres tuvieron la misma duracién, que oscilé desde una sola reunién prolongada hasta talleres de cuatro 20 meses. De los doce talleres realizados hubo cinco que convocaron a mujeres y varones agrupados seguin su especificidad. De los realizados en Buenos Aires, dos reunieron a mujeres que pertenecian a la Comisién de la Mujer del Consejo Profesional de Ciencias Econémicas de la provincia de Buenos Aires'y procedian de distintas y alejadas localidades de la extensa provincia citada (La Plata, Mar del Plata, Bahia Blanca, Trenque Lauquen, Caseros, Lomas de Zamora, San Isidro, San Martin, Chascomis, Mercedes, Necochea, Avellaneda, Bragado y Tandil). Otro convocé a mujeres politicas militantes y un cuarto a destacadisimos empresarios de la vida econémica nacional. El quinto taller lo levé a cabo en Barcelona con mujeres politicas. Reuni el material de los doce talleres de reflexién a los que se agregaron algunas entrevistas y los comentarios surgidos de charlas, conferencias y debates donde expuse el tema. Mi intencién era, fundamentalmente, rescatar las actitudes, pensamientos y vivencias de mujeres y varones determinados, insertos en una realidad social compleja, y dar a ese material una forma conceptual. Es por ello que este libro est4 sembrado de comentarios que han sido transcritos literalmente. Las reflexiones que expongo a modo de conclusién en los siguientes capitulos no pretenden ser opiniones rotundas ni mucho menos “verdades definitivas”. Mis reflexiones deben tomarse como lo que son: sintesis obtenidas a lo largo de un trabajo laborioso que pretende mostrar aspectos frecuen- temente omitidos y muy a menudo considerados “obvios”. Por lo tanto, son parciales e incompletas como todos los logros humanos, y no escapan a los prejuicios que todo investigador/a tiene, aun aquellos que hacen gala de imparcialidad. Pero también es cierto que mi respeto por el/la lector/a me lleva a explicitar las condiciones en que 21 fueron producidas y asi contribuir a reducir al maximo el riesgo de que dicho/a lector/a se sienta pillado/a por sorpresa. Mi forma de neutralizar las imparcialidades inevitables es poner en practica la honradez intelectual, respetando la metodologia de investigacidn y explicitando la postura ideolégica que subyace a mis indagaciones. En cuanto a esta ultima, se transparenta a lo largo del libro mi adhesién a valores solidarios, mi rechazo a todo tipo de discriminacién (en particular la de la mujer) y mi desacuerdo con un concepto de éxito individualista (una de cuyas expresiones es el “exitismo”). He podido comprobar que cuando el éxito no es un fin en sf mismo, el proceso previo es ya una capitaliza- cién que se inscribe como rédito. Por ejemplo, cierta- mente deseo que este libro logre el reconocimiento de los anteriores, pero si asf no fuera, el enriquecimiento que me produjo la laboriosa tarea de investigar, concep- tualizar y finalmente escribirlo es una adquisicién irreversible. En el plano personal me permitié esclare- cer vivencias y conceptos que me ayudan a orientar mis actitudes en concordancia con mis deseos y proyectos. En la esfera profesional me brindé mayores recursos para llevar a mi practica como psicéloga clinica ins- trumentos conceptuales que me permiten mirar de otra manera y oir con otra escucha los planteamientos de mis pacientes frente al éxito. Finalmente, deseo advertir que el tema del éxito es tanto o mas irritador que el del dinero e igualmente encubridor (jy revelador!). Asi como el dinero, en su instancia ultima, pone en tela de juicio la identidad sexual a causa de la sexuacién imperante en nuestra sociedad, el éxito —por su conexién con el poder— pone de manifiesto los valores de cada uno porque, como sefialo mas adelante, 22 el éxito no es una entelequia abstracta sino el resultado visible del actuar de una persona también real y con- creta.* * La sexuacién ha sido tratada extensamente en El sexo oculto del dinero y sintéticamente en la nota 1 de pag. 38. 23 1 Introduccién I, EL TEMA DEL EXITO ES UN GRAN ABANICO Abarca problematicas personales, paradigmas socia- les, concepciones éticas, posturas politico-econémicas; en fin, compromete toda la actividad humana. La intencién de abordar este tema obliga a afrontar un espectro amplio y atractivo cuyo riesgo estriba en quedar atrapada en la pretensién ambiciosa de abarcarlo en su totalidad. Y una posible consecuencia de esa tentacién es terminar es- cribiendo mucho de todo sin decir nada. Confieso que debi librar arduas batallas conmigo misma para limitar mis pretensiones y mantenerme fiel al recorte que habia elegido originariamente: la problematica del éxito en las mujeres y los fantasmas circundantes. No fue facil mantenerme firme porque recibfa permanentemente estimulos que me tentaban a ampliar mi foco, sobre todo por parte de los varones que siempre se mostraron muy interesados en el tema. Creo que dicho interés esta motivado en gran parte por la necesidad imperiosa que tienen (aunque no siempre se den cuenta) de revisar lo que les sucede respecto del éxito. Deseo reiterar, como he hecho en otras oportunidades, que el haber focalizado la problemdtica desde la perspectiva de la mujer no 27 significa que discrimine al varén. Se debe a que el varén requiere también de un abordaje exhaustivo, que en la actualidad excede de mis posibilidades.” De todas formas, aun cuando el foco esta dirigido a la problematica femenina, es afortunadamente inevitable que la luz que proyecta ilumine més alla del espacio que focaliza. Por ello también los varones pueden obtener de la lectura de este libro una apertura indirecta hacia sus propias inquietudes. Esta de mas decir que sdlo podran beneficiarse aquellos cuyo prejuicio no los lleve a sostener que “las cosas de las mujeres no tienen que ver con ellos”. Insisto en recordar que lo que afecta a la mitad de la humanidad salpica y afecta inevitablemente a la otra mitad. Il. EL EXITO, TAL COMO ESTA CONCEBIDO EN NUESTRA CULTURA, CONLLEVA UN GRADO DE VIOLENCIA QUE OMITIRLO SERIA DESVIRTUAR LA COMPLEJIDAD DEL TEMA Una de las violencias mas significativas proviene de la forma de concebir el éxito y de los valores humanos que sustentan dicha concepcién. Cuando el éxito se concibe de manera tal que se fomenta el individualismo a expensas de la solidaridad, cuando se justifica cual- quier medio con tal de lograr el fin o se convierte al éxito en un fin en si mismo, estamos frente a una concepcién * Enel prélogo a El dinero en la pareja fundamento mas explicitamente la conveniencia de que, ademds, sean varones quienes indaguen las problematicas masculinas. 28 del éxito que enarbola valores que ejercen violencia y, a su vez, la generan. Dicha violencia se expresa tanto en el plano social como en el personal. Por ejemplo, a nivel social se genera violencia cuando las comunidades adoptan sistemas politicos y econémicos carentes de solidaridad, favorecedores de discriminacién y perpetuadores de jerarquias. A nivel personal, conviene recordar que el trayecto hacia el éxito es un camino de obstaculos, y el abordaje de cada uno de ellos obliga a elegir permanentemente alternativas de accién. A menudo, las estrategias mas eficientes para satisfacer las ambiciones personales no coinciden con los valores mas solidarios, y es alli donde estos ultimos son puestos a prueba, dejando al desnudo —y en carne viva— las elecciones personales. El éxito no es una entelequia abstracta sino el resultado visible de la actuacién de una persona también real y concreta. Por eso, cuando se analizan las alternativas que una persona destacada ha elegido en su trayectoria hacia el éxito, quedan al descubierto los valores que privilegié cuando su ambi- cién la obligé a optar. Los valores humanos no son patrimonio exclusivo de ningtin género; por ello, tanto mujeres como varones son capaces de legitimar valores solidarios 0 profundamente egocéntricos. Cuando las concepciones de éxito estan regidas por el individualis- mo producen deterioro tanto en unas como en otros. Por eso, si el “yuppismo” no es saludable para varones tampoco puede serlo para las mujeres. El hecho de que algunas mujeres lo adopten no es un mérito de los llamados “avances femeninos” sino una evidencia de que existen mujeres que se equivocan tanto como los va- rones. 29 Il]. EL EXITO NO ESTA DIVORCIADO DEL AMOR NI ES INCOMPATIBLE CON EL En todo caso, es incompatible con determinadas concepciones del amor; por ejemplo, con la del amor romantico, que exalta la entrega incondicional de uno de los dos como prueba cabal de amor “verdadero”. O del amor autoritario, que impone concentrar las energias de ambos en pos de concretar el desarrollo de uno solo. Una mujer con una profesién independiente comentaba que su marido, irritado por las pretensiones de desarrollo personal de ella, le dijo abiertamente: “En la pareja no hay lugar para dos exitosos”. Cuando el amor (ademas de las afinidades afectivas, espirituales y sexuales) es concebido como una relacién solidaria basada en la reciprocidad, no se favorecen las sumisiones ni se toleran los aprovecha- mientos mutuos. Se los combate cuando aparecen, y, en general, aparecen casi siempre porque una de las “debi- lidades’” del ser humano es su ansia de posesién y dominio. En una relacién recf{proca, la dignidad de uno crece con el desarrollo personal del otro, que se siente cada vez mas digno consigo mismo a medida que intenta desplegar sus posibilidades. E] amor entendido como reciprocidad es un intercambio donde el estimulo es mutuo y la exigencia es la de recibir en una medida equivalente a lo que se da. En una pareja que concibe el amor en términos de recipro- cidad, ciertamente hay lugar para dos exitosos. Es desde esta perspectiva que sostengo que el éxito no es incompatible con el amor sino que lo es con deter- minadas clases de amor: con el amor romantico, que encubre su autoritarismo bajo el disfraz de la abnegacién, y con el amor despético, que exige abiertamente y sin eufemismos un lugar de exclusividad no compartido. El amor —insisto— no es sélo afinidad espiritual y sexual; 30 es también —y fundamentalmente— contribuir al desarro- llo pleno de uno mismo y de la persona a quien se ama. IV. LOS VARONES NO ESTAN EXENTOS DE AMENAZAS Aun cuando el éxito es un expectativa social asignada al género masculino, ello no deja a los varones al margen de temores y angustias. Sin ninguna duda, ellos cuentan con mejores condiciones psicosociales para acceder al éxito, pero eso no los exime de cargar con el terror al fracaso.* He podido observar que las fantasias terrorifi- cas de los varones frente al éxito incluyen el fracaso como temor predominante. Por eso suelo decir que mientras las mujeres le temen al éxito, los hombres le temen a la falta de éxito. En esta sociedad patriarcal, el lamado “hombre de bien” esta presionado a hacer gala permanente de potencia para no cargar con el estigma de impotente. Dentro de esta légica patriarcal, lo que no es éxito se convierte en fracaso, y todo fracaso en impotencia. Se trata de una ldogica tendenciosa, incoherente y abusiva que engania a muchos de los varones, que se dejan seducir por la promesa de ser “poderosos” y protagonistas exclusivos de lo publico. Esta seduccién les cobra altisimos intereses y les obnubila el pensamiento, impidiéndoles a muchos de ellos darse cuenta de que no es cierto que la falta de éxito sea sindnimo de fracaso, que tampoco es cierto que signifique impotencia y que, por encima de todo, el éxito no hace a la masculinidad. * El temor al fracaso es un tema reiterado en muchos varones cuando abordan la problemética del éxito desde un éngulo masculino. Este temor parece no tener fronteras, Pude observarlo en entrevistas y talleres realizados con varones de diversas ciudades espaiiolas y argentinas. 31 Vv. LAS MUJERES PONEN EN CRISIS EL CONCEPTO DE EXITO Con llamativa frecuencia muchas mujeres cuestionan los aspectos deshumanizados y destructivos del éxito. Denuncian la insalubridad de la competitividad a ultranza. Rechazan la implementacién del éxito para someter sexualmente. Critican la falta de solidaridad que confi- gura posturas individualistas. Insisten en recordar que Ja erradicaci6n total del afecto configura vinculos dridos e insatisfactorios. Y se muestran particularmente pre- ocupadas por encontrar un punto de equilibrio que permita armonizar el placer del éxito con el placer del amor. Estimuladas por sus ansias de éxito y favorecidas por los movimientos sociales que resquebrajaron las rigidas estructuras discriminatorias, muchas mujeres se lanzaron a la conquista del éxito repitiendo modelos triunfalistas a falta de mejores alternativas. Igual que los varones, muchas de ellas dejaron su vida hecha jirones cuando, por “acceder a las cumbres”, claudicaron de sus valores solidarios, afilaron la competitividad y se enrolaron en el desafecto. Pero a diferencia de los varones —que tienden a negar la insalubridad del triunfalismo— registraron con afinada sensibilidad los deterioros de esa opcidn. Dicho registro gener6 condiciones propicias para que ellas cuestionaran la experiencia aunque no siempre las criticas resultantes estuvieron orientadas a proponer alternativas que mejoraran y favorecieran el cambio. En ocasiones algunas de estas mujeres, dolidas y afectadas por expe- riencias que les resultaron insatisfactorias, tendieron a reivindicar los valores de la feminidad tradicional con la misma vehemencia con que antes se habian pro- nunciado por la “liberacion”. Son las que suelen decir 32 “el feminismo perjudica a la mujer”, coincidiendo con los varones de rancia tradicién patriarcal que afirman que las mujeres vuelven —como dice el tango— “vencidas a la casita de los viejos”. Otras, en cambio, inhibidas por el despliegue de recursos que impone el ambito publico, miraron con desconfianza y temor las propuestas de antagonismo y se refugiaron en los restringidos circulos domésticos y privados, a prudente distancia, en un anonimato su- puestamente protector que las tranquilizaba con respecto a sus inseguridades. Sin embargo, no dejaban por eso de seguir con atencién las vicisitudes de quienes salian a conquistar el éxito, fueran mujeres o varones. Muchas de ellas se convirtieron en profundas y sagaces observado- ras. Perciben con total claridad los estragos del exitismo: el deterioro de la salud psiquica y fisica, la superficiali- dad de optar por lo exclusivamente material, el infantilismo ilusorio de creer que el éxito es un pasaporte para la inmortalidad. En fin, con la distensién que permite observar un fendmeno a distancia de] lugar donde se produce (como cuando se observa llover desde el interior) muchas de estas mujeres acumularon re- flexiones acerca del éxito. Asi, independientemente de su falta de protagonismo, adquirieron recursos que les permiten cuestionar los modelos circulantes. Paradéjica- mente, la marginacién les permitié a muchas de ellas contar con un punto de observacidén estratégico. De esta manera, ya sea por padecer en carne propia las vicisitudes de un modelo de éxito insalubre o por seguir dichas vicisitudes “a distancia”, las mujeres estén en condiciones privilegiadas para cuestionar dicho mo- delo. Esta es una situacién que generalmente no goza el var6n, a quien las presiones sociales (y la ambicién desmedida de poder) no le dan tregua para tomar 33 conciencia del entramado en el que participa como victima y cémplice. En la medida en que las mujeres comienzan a sentir como legitima su participacién en el Ambito publico, también pueden arrogarse el derecho a participar activamente en la redefinicién del éxito esquivando caer en la trampa de tener que optar por una alternativa falsa: éxito puiblico versus éxito subjetivo. Esta falsa alternativa responde a una divisién sexual del éxito que lo divide en masculino y femenino respectivamente.* El éxito no deberfa tener género porque no nacié sexuado. La sexuacién es un producto exclusivamente social cuyo objetivo es perpetuar una divisién sexual que margine a las mujeres de los espacios de poder. Habituadas durante siglos a “palpar” los afectos, a indagar estrategias de supervivencia y a explorar las claves de la felicidad, las mujeres cuentan con gran disposicién para olfatear los peligros, alertar sobre sus consecuencias y, en los ultimos tiempos, asumirse como protagonistas para construir, junto con los varones, los modelos que rigen para todos. Los cuestionamientos femeninos contribuyen a poner en crisis el concepto tradicional del éxito y evidencian la necesidad de redefinirlo. Creo que esto ofrece una gran oportunidad histérica que convendria no desaprovechar: la de buscar otros paradigmas y otras claves que permitan concebir e] éxito dentro de un contexto de solidaridad, y contribuir asi a liberar tanto a las mujeres como a los varones, * Este es un punto clave para discriminar y esclarecer el concepto de éxito. Con frecuencia suelen considerarse complementarios o incompatibles. Uno y otro caso contribuyen a perpetuar confusiones que favorecen una particular sexuacién del éxito. Este aspecto se desarrolla en detalle en el capitulo 2. 34 2 No todo es lo que parece EL EXITO, UN PERSONAJE BASTANTE EQUIVOCO Antes de hacer disquisiciones acerca del significado que puede adquirir el éxito para las personas es imprescindible precisar a qué vamos a llamar éxito. Esta palabra, que en nuestra cultura y vida cotidiana usamos habitualmente sin necesidad de diccionario, esta muy lejos de ser univoca. La primera gran sorpresa al abordar este tema fue descubrir primero —y comprobar después— que los contenidos que le atribuyen las mujeres y los varones presentan diferencias muy sorprendentes. Y, junto con ello, las inquietudes que el éxito genera también son marcadamente diferentes en unas y otros. La mayoria de los varones, con mayor o menor claridad, coincidian en afirmar que el éxito consistia, sin ninguna duda, en el logro de objetivos que trascendieran el 4mbito privado y que contaran con algun tipo de reconocimiento social. Inclufan sin vacilaci6n —aunque con diversas valoraciones— el dinero, el prestigio, la autoridad y el poder como expresiones mas frecuentes y reconocidas de éxito en nuestra sociedad. Las inquietudes que con mayor frecuencia iban asociadas al éxito eran dos: la de no llegar a tenerlo y la de perderlo en caso de haber accedido a él. 37 Hasta aqui todo parecia relativamente coherente porque respondia a las expectativas mas corrientes de lo que “se dice” sobre el éxito, y ofrecia un punto de partida congruente para comenzar a profundizar sobre el tema. E] problema para mi aparecié cuando comencé a prestar atencién al discurso de las mujeres. Decfan cosas que me eran profundamente familiares, cargadas de gran senti- do comtun, en las que los afectos ocupaban un lugar preponderante. Pero, al mismo tiempo, lo que decian acerca del éxito estaba Ileno de contradicciones y mezclaban ideas de distinto orden, de una manera que no se correspondia en absolute con la formacién intelectual que tenian ni con su nivel de inteligencia. Una vez mas, como ya me habia sucedido cuando me propuse investigar acerca del dinero —y de lo que result6 ser su indiscutida sexuacién en nuestra sociedad—, se hacia evidente la presencia de incongruencias.’ Se palpaba un obstaculo incorpéreo. Aqui también parecia haber “gato encerrado”. Los comentarios de mujeres que intentaban caracte- rizar o definir el éxito también hacfan referencia al logro de objetivos. Pero una de las diferencias consistia en que inclufan objetivos de muy diversa indole. Algunos eran de orden profesional y publico, otros incluian satisfacciones afectivas y privadas, y un tercer tipo de objetivos hacia referencia a logros totalmente personales que no incluian a nadie mas que a su protagonista ni trascend{fan a otros. Es asi que aparecian mezclados deseos tan diversos como lograr desarrollar una profesién nueva, alcanzar una remuneraci6n econémica acorde con el prestigio profesio- nal adquirido, vencer dificultades personales para el desempefio de una actividad especifica (por ejemplo, manejar un ordenador o dominar un idioma), adelgazar los kilos propuestos, ser testigo de la realizacién de los hijos o de los progresos laborales del marido, mantener 38 la armonja en la familia, preparar una comida suculenta, terminar una carrera profesional que luego se subordi- naba a la maternidad, concretar un viaje sin la compania del marido después de quince afios de matrimonio o —como decia una psicéloga—, “Me siento exitosa cuando hago una interpretacién satisfactoria que acierta con la problematica de mi paciente”. En estos comentarios, las mujeres colocaban en un mismo saco logros de muy diversa indole, que en general tenian mucho mas que ver con satisfacciones subjetivas que con éxitos puiblicos. Y debo confesar que esta diversidad de objetivos generaba una profunda confusién de la cual yo no quedaba al margen. Cada uno de estos objetivos estaban apoyados en argumentos y fundamen- taciones que parecian tan saludables como irrebatibles. Qué decir, por ejemplo, cuando comentaban: Yo no pienso en tener éxito en la vida publica si primero no soy feliz como persona; para mi lo primero es amar y ser amada; eso de proponerme éxitos en la vida ptiblica es poste- rior; lo siento asi. Esta mezcla de logros de tan diversa indole, y la confusién que de ella resultaba, se reiter6 sistematica- mente en todos los grupos de mujeres que coordiné tanto en Argentina como en Espana. Una cosa curiosa es que estas confusiones surgian una y otra vez aun cuando ya habian sido aclaradas en las primeras reuniones y se habia alcanzado un consenso acerca de lo que era el éxito. El hecho de que se reiteraran era una prueba de que el consenso al que se habia llegado grupalmente era exclusivamente intelectual, mientras prevalecta otra concepcién profunda que entraba en contradiccién o 39 conflicto con el consenso logrado previamente. Dichas confusiones perduraban mas alla de todo andlisis racio- nal porque tenian una carga afectiva e inconsciente que era inmune a lo intelectual. Una mujer comenté: Yo vengo de una familia muy tradicional donde los roles est4n muy divididos. Para la mujer, el éxito estaba en lo privado, con la casa, los hijos y su educacidn cultural. Podemos pensar que esta mujer era portavoz de muchas otras que, aun cuando vinieran de hogares “menos tradicionales”, también habian incorporado la nocién de que el éxito, para las mujeres, “no es lo mismo que para los varones”..., y, supuestamente el equivalente femenino deberia consistir en las satisfacciones que da el amor, la familia y la felicidad de aquellos a los que aman. Curiosa manera de considerar equivalentes experiencias tan disimiles, porque el amor y la felicidad pertenecen a categorfas distintas del éxito y, en consecuencia, no son comparables linealmente, y mucho menos intercambia- bles. En otras palabras, las mujeres parecian haber “ma- mado” una versién distinta del éxito, y esta version circulaba por debajo de la “versién oficial”. Como todos sabemos, lo “mamado” tiene una carga muy importante que sélo puede llegar a diluirse cuando se toma conciencia plena de los mandatos implicitos. De esto nos ocuparemos especialmente cuando hablemos de los “fantasmas”. A menudo, el origen etimolégico de las palabras ayuda a esclarecer su contenido. Es por ello que deseo recordar que la palabra éxito viene del latin exitus, que significa resultado, y que a la vez viene de exire, que significa salida, exit. La etimologia remite claramente a 40 los resultados obtenidos a través de una actividad conectada con el salir, con el exterior, con “el afuera”. Con frecuencia se producen en el lenguaje extensiones de los significados. En el caso de la palabra éxito, su significado suele aplicarse, por extension, a una cierta cantidad de logros subjetivos. Dicha extension hacia el orden de lo subjetivo agrega matices a nuestro vocabulario, haciendo que alguien pueda emplear con propiedad la palabra éxito para referirse a un mero logro subjetivo conectado exclusivamente con una satisfaccién personal que no incluya a otros ni tampoco al “afuera”. As{, por ejemplo, la superacién de una inhibicién puede considerarse un éxito personal, pero este éxito no es de la misma categoria de lo que “se tiene en mente” cuando se piensa en el éxito. A nadie se le escapa que cuando se alude a este ultimo éxito se esté haciendo referencia a los resultados co- nectados con el “salir”. Las mujeres y los varones que se han sentido convocadas/os a mis talleres y conferen- cias sobre el éxito vinieron —sin ninguna duda— en busca de esclarecimiento acerca de lo “que todos tenemos en mente cuando pensamos en el éxito, y que no se trata de los éxitos llamados ‘subjetivos’ ”. Quiero resaltar la sorpresa que me producian estas confusiones y diferencias entre mujeres y varones. Mientras los varones reconocian la existencia de los éxitos subjetivos y nunca los confundian en absoluto con el éxito, las mujeres tendian a considerarlos equi- valentes e incluso llegaban a reivindicarlos como éxitos “tipicamente femeninos”. Asi algunas comentaban: Las mujeres sentimos de otra manera; por eso para nosotras el éxito consiste en ser feliz. Al La gama de comentarios que surgian, sobre todo en las primeras reuniones de cada taller de reflexién, presentaba una riqueza sorprendente. Riqueza que adquiere enver- gadura cuando logramos desentrafiar muchos de sus significados implicitos. Asi, por ejemplo, el siguiente: A mi me da mucho miedo el éxito porque para eso tendria que relegar otras cosas como la dedicacién a mi familia, y entonces, jpara qué quiero el éxito si me quedo sola? En este comentario podemos constatar el entre- cruzamiento de por lo menos tres consideraciones rela- cionadas con el éxito. Una de ellas es que el éxito se vive como una voragine —sin términos medios— que excluye cualquier otro desarrollo personal. Otra, que el éxito es incompatible con la atencién de la familia en la medida en que ésta se concibe como una consumidora de la dedicacién exclusiva de las mujeres. Y una tercera, que la familia aparece como si castigara la falta de exclusi- vidad con el abandono y su dolorosa consecuencia: la soledad. Curiosa percepcién la de esta mujer que segu- ramente esta cansada de ver —como muchas otras mujeres— que los éxitos de los varones refuerzan la admiraci6n que su familia siente por ellos, en la medida en que no se trate de varones patolégicamente adictos al éxito. Es todo un desafio indagar por qué las mujeres temen quedarse solas cuando la experiencia les muestra permanentemente que a los hombres con éxito no se les abandona. En sintesis, podemos decir que el éxito llega a ser vivido por muchas mujeres como una experiencia atemorizante mds que enriquecedora. Sabemos que la amenaza es un recurso insidioso que presiona sobre el psiquismo, alterando su capacidad para discriminar. Por 42 ello resulta facil entender que la inteligencia de muchas mujeres se obnubile ante el miedo que genera la amenaza que suele estar encubierta en el éxito. Otro tipo de comentarios ponfan de manifiesto que existfa cierta conciencia de que la complejidad que este tema adquirfa para las mujeres podfa estar relacionada con dudas atin no esclarecidas. Una de ellas decia: En mi cabeza tengo muy dividido el éxito personal del éxito ptblico. Siento que tengo éxito porque soy feliz en relacién con mi familia y mis afectos. Mi objetivo era tener dos hijos como los que tengo. Pero por otro lado esta el éxito publico. Lo tengo separado. No sé si lo tengo separado porque ambos son éxitos, aunque diferentes, 0 porque son dos cosas distintas. Este comentario, que presenta todo el sabor de la frescura, nos ofrece algunas pistas y nos plantea varios interrogantes. La primera pista es la identificacién entre felicidad y éxito. Identificacién curiosa y dramatica porque si bien el éxito puede vivirse como fuente de felicidad para algunas personas, la felicidad no se define a través del éxito. De esto nos ocuparemos en el préximo capitulo. Este comentario corresponde a una mujer que esgrimia con vehemencia su deseo y voluntad de acceder al éxito ptiblico. Es por ello que resulta particularmente significativo constatar la contradiccién manifiesta de los objetivos. El que aparece como objetivo reconocido y explicito es la maternidad, mientras que el éxito, con su bagaje de proyeccién en el dmbito publico no figuraba ni siquiera como un objetivo paralelo al de la maternidad, ni estaba tampoco incluido en un proyecto explicito de vida. 43 Esto no deberia sorprendernos. Si se nos ocurre hacer una encuesta a nifias y nifios de corta edad preguntaén- doles “;qué quieres ser de mayor?”, es posible que muy pocos varones (por no decir ninguno) incluyan la pater- nidad como objetivo de su proyecto vital. Ello no significa que la rechacen. Simplemente consideran que es algo que viene con el hecho de “ser mayor”, pero que no orienta ni define su identidad. Su proyeccién futura incluye nece- sariamente el dmbito publico, pudiendo jugar en su fantasia con llegar a ser desde bombero a presidente. Para las nifias, en cambio, es factible comprobar que, en términos generales, cualquier otro proyecto diferente de la maternidad suele incluirse (cuando lo incluyen) como un accesorio. Mas como adorno que como eje existencial. Parece que, en general, para los varones las ambiciones de éxito ptblico no suponen una renuncia a constituir una familia, a tener hijos y un hogar. En el caso de las mujeres, en cambio, suelen vivirse como aspiraciones incompatibles con el éxito publico. Esta breve digresién nos permite anticipar una re- flexién acerca de las posturas que suelen adoptar las personas cuando se enfrentan con estas actitudes diferen- tes entre nifias y varones. Aquellos que defienden la tradicién patriarcal,? e insisten en la conveniencia de que las mujeres se ocupen de los nifios para que los varones no desvien las energias necesarias para el logro de sus ambiciones, sostienen que estas diferencias estan marca- das por la “madre naturaleza” y que, en consecuencia, son inamovibles. Algunos, ademés, se apoyan en dogmas religio- sos para sostener que la maternidad, como rol esencial del género femenino, es un mandato divino. Por el contrario, quienes entienden que, como dice el poeta, “...los hijos no son tus hijos sino los hijos de la vida misma...”, tienen muy claro que estas diferencias en las preferencias de 44 nifias y varones son producto de los condicionamientos socioculturales que establecen mandatos diferenciados, segin el género, para mujeres y varones. Y que estos mandatos socioculturales tienen por objetivo mantener una distribucién de roles que facilite al varén el ejercicio del poder ptiblico. Deciamos, antes de esta digresién, que el ultimo comentario nos planteaba también varios interrogantes. Veamos dos de ellos: 1. ZA qué se debe que mujeres de probada in- teligencia pongan en un mismo nivel el éxito publico y las satisfacciones personales, persis- tiendo en una confusién insostenible desde lo racional? ...O dicho de otra manera: {Por qué presentan tantas dificultades para tomar conciencia de que el éxito puiblico y la extensién que hacen de su significado al hablar de “éxitos subjetivos” son cualitativamente distintos y, en consecuencia, no son equivalentes? 2. ~Por qué las mujeres reclaman como valido para si mismas lo que seguramente considera- rian una limitacién en el varén si éste enarbo- Jara la paternidad y el hogar como objetivos exclusivos y excluyentes para su desarrollo personal? O dicho de otra manera: si las mujeres saben —como lo sabe todo el mundo— que cuanto menores sean los recursos de que disponga una persona (afectivos, intelectuales, econémicos, etc.) mayor sera su vulnerabilidad frente a la vida, {por qué toleran y aceptan un panorama de desarrollo que se circunscribe a 45 una sola esfera vital, reduciendo as{ también la gama de recursos posibles? Evidentemente, el tema del éxito es complejo y por algo resulta ser mucho mds equivoco de lo que podria esperarse a simple vista. No es casual, entonces, que las mujeres presentaran tanta uniformidad en sus confusiones a pesar de las diferencias de sus historias personales y procedencias socioculturales. Si bien es cierto que una mujer puede vivir como un éxito la elaboracién de un rico pastel, lograr adelgazar los kilos propuestos, concretar un viaje muy deseado o incluso formular una “buena interpretacién” (como en el caso de la psicéloga), ninguna de esas cosas, por muy legitima que sea la satisfaccion que le brinden, la convierten en una mujer de éxito. Y aqui no puedo dejar de relacionar el uso que suelen hacer las mujeres de las tarjetas de crédito.* Recordemos que el 80 % de las mujeres usan la extensién de la tarjeta de crédito cuyo titular es el marido 0 el padre. Y en esos casos, aunque ellas se tomen “libertades” para usarla, son irremediablemente controladas por el titular, que es quien recibe el resumen de cuentas. Se trata, pues, como puede inferirse, de una “libertad bajo control”. De la misma manera, las mujeres que reivindican como éxito las satisfacciones subjetivas, haciendo uso de la “exten- sién” del concepto, estan limitando al circulo de lo afectivo, doméstico y privado el espectro de posibilidades de realizacién con que cuenta todo ser humano. Hablando de “extensiones”, parece que a muchas mujeres les pasa con el éxito lo mismo que con la tarjeta * El tema de las tarjetas de crédito se desarrollé en El dinero en la pareja, Algunas desnudeces sobre el poder (1989), y en él se incluyen las seudolibertades que brindan las “extensiones”. 46 de crédito: se quedan con la “extensién”. En ambos casos, al instalarse en la “extensién” se privan del placer que brinda la autonomia y el protagonismo.* {TODO LOGRO ES UN EXITO? En la primera parte de este capitulo he intentado transmitirles de la manera mas transparente posible la complejidad del tema, asi como también las confusiones que de él se desprenden y las contradicciones que se perpettian a pesar de haberse llegado a un consenso supuestamente esclarecedor. Es hora de que intentemos esbozar una idea univoca acerca del éxito. Estamos en condiciones de afirmar que, si bien todo éxito supone el logro de objetivos, no cualquier objetivo convierte a una persona en exitosa. Entonces no podemos dejar de pre- guntarnos acerca de cudles son las condiciones que debe cumplir cualquier logro para que podamos incluirlo dentro de la categoria de éxito. Primera condicién Aunque parezca una redundancia, me veo obligada a decir que el éxito de un logro personal tiene que ser “de uno mismo”. Entre otras cosas, porque los beneficios que proporciona un éxito no residen exclusivamente en los resultados satisfactorios de los objetivos propuestos sino —fundamentalmente— en el proceso por el que atraviesa una persona hasta llegar a esos resultados. De ahi que podamos pensar con propiedad que aquel que no logr6 sus objetivos no necesariamente “pierde”. En lo que al éxito se refiere, considero que el proceso es la base 47

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