You are on page 1of 12
«os en ciertos techos del siglo actual. Queda ahi abierto un an- cho campo de investigacién en los estudios latinoamericanisas, Muchas ayuda, desde aporte de noticias hasta faciltacion bibliogrifca y bibliotecaria de materiales de trabajo, hemos reci- bido de personas ¢instituciones en distintos lugares y momentos. Nuestro més vivo reconocimiento a todas los que de una manera uworra nos han prestado su colaboraci6n, yen particular al Centro de Estudios Latinoamericanos Rémulo Gallegos, de Caracas, que ha hecho posible la concrecién de este trabajo, de 1976 a 1978, y ahora su publicacién, AA IDEA DE AMERICA E IDEA. DE AMERICA LATINA Hy América anglossona, dinamarqusa Iolandes, ec: a bay epatola, fame, porngus yee grape equ denomination lenic aplcare sina ode lina? Jost Maria Torres Caicedo, 1875 ese dl objeto América, ha existido desde los primeros tiempos del jcanista, en cuanto reflein sobre Descubrimiento y la Conquista: primero, como necesidad de la conciencia europea, después como necesidad, ademis, de la propia conciencia americana. A través del tiempo, esa refleién no sélo ha crecido cuantitativamente sino que se ha diversificado cualitativamente,siguiendo las dos grandes lineas del ser natural y elserhistérico del hemisferio, Desenlace de ese proceso, dicho sea con la relatividad de nuestra perspectiva de época, ha venido a ser, desde hace uunas décadas, la puesta del tema de la idea de América. A al se accede desde la flosofia de Ia histori, la losofia de la cultura y I antropologafiloséfcas pero también —hacia los opuestos ‘xtremosdela investigaci empirica ya especulacidn torética— desde la historia y la ontologha No es por canualidad que la meditacién en torno a la idea de América resulta paralel a una viva preocupacién en los curopeos a propénito dela idea de Europa. Nolo s, porque en ambos casos la puesta del tema deriva del mismo gran hecho: la contemporinea peripecia critica de la cultura occidental, en relacién tanco con el antiguo dualismo Oriente-Occidente, que la trsciende, como con el moderno Europa-América, que lees Jnmanente. Deahi que en ambos casos también se desemboqueen lapregunta ontoldgica: porel ser de Europa yporelserde América Lareflexin curopeistasucle ven ligada ala americanista, como ‘un ingredient en ciertos momentos oblgado, de és, en virtd de la interelacién conceptual ¢histrica entre lo europco y lo americano: peo se da también con otal autonomia, en el espiricu pensante de Europa. Ha exstido alguna tendencia a considera el interés por Ia idea de América como supuesto indice de cultura marginal, es decir, efida con la éptica de lo universal. Sin desmedro de su tradicién universalista. Europa affonta hoy, no ‘menos que América, la interrogacién por su propio ser regional; nto, en definitiva, de su propia idea. Ta idea de América ha sido abordada desde diversos Angulos, considerindosea, ya en sf misma, ya en alguno de sus iitiples posibles aspectos: el Descubrimiento, la expresién Nuevo Mundo, la entidad geogrifica, Ia entidad histrica, las ttopias socales'y ls ralidades antropolgicas las relaciones hemisfércas en lo cultural o en lo jridico-poitco. En rodos los casos la historia ha venido a consticuir la materia bisica de las, claboraciones: pero en la intencién no se ha trtado de estudios hisoriogrificos en sentido esricto, por el aleance teérico a que, cen mayor © menor grado, han aspirado tanto los supuestos como los desarollos y ls conclusiones. Fl conjunto no puede cencerrarse en una sola determinada disciplna, sea cientifica‘o filossfca, empezindose porque la nocién misma de idea en la ca” se mangja en distntos planos, desde cxpresin “idea de Améti el ldgio hasta el metaisico, con too lanco que ello oftece a la controversia. De cualquier modo la ausencia, muy novora, de unidad conceprual y metodolégica, no es tuna objecién contra la literatura que el tema a generado. Por diseutibles que, segin el punto de vista, resulten tales 0 cuales enfoques, esa literatura, ademis de haber venido a vivificar y remozardistintos sectores particulares del saber, ha significado un ancho paso en la marcha —en América y fuera de América— hacia la conciencia de lo El asunto que se pasa a encarar aqui es més resting: no ya la idea de América, sino la idea de América Latina, 0 Latinoamérica, Claro es que cualquiera sea el alcance que se le ‘otorgue a fa nocién de idea la segunda se halla subsumida en la primera, De ahi que resulte necesario hacer referencia ante todo a cesta, mentara la primera para desde ella dirigise a la segunda, Explor agin sector siquiera de la idea de América», era el programa sgeneracional que evocaba hace un tiempo, como sugestién del maestro José Gaos, el fildsofo mexicano Antonio Gémex Robledo'. Es legitim, desde el punto de vista ligico como desde cl histérico, considerar la idea de Amé los tantos sectores posibles de la idea de América, necestados de exploracién. Lo que en este lugar se pets contribuie a esclarecer parcialmente la general idea de América, artojando alguna luz sobre uno de sus sectores particulars. Puede ser ese uno de sus resultados, por via indirecta: hay una permanente dialética también I6gica e histética entre la idea de América Latina y las ideas, tanto de América a secas como de ‘otras sub-Améticas. Lo que directamente se persigue es indagat la idea de América Latina en cuanto latina la idea de la larinidad de tuna de las sub-Américas: es decit, la idea de Américe Latina en si ‘ens{ mismo o en su inmensurable encarnacién, ica Latina como uno de jue, no es, empero, misma, convertida ella en la cuestidn esencial ‘Alcabo de una inteincada peripecia hstérca, la expresién América Latina ha venido a quedar consagrada en los ilkimos tiempos como denominacién, no ya de un sub-continent, 1 Antonio Gémer Robledo ey exis de Amin, Meio, Fondo de Calta Hconémicy, 1958, p. 9. El enfoque de esta obra ex de caicee hemisfxco, de Améxica como América, dede el dgalo de In Blosoa fpekepollce sino de un continente. Cualesquiera sean las concept jones y delimitaciones geogrificas, mis © menos discutidas, esa expresién alude hoy en el plano politico y cultural a una entiad continental auténoma,del mismo orden, por ejemplo, que Europa, Asia, Aftica © Norteamérica. Pese a ello, una notable imprecisién, producto y fuente de toda clase de confusiones, Ia rodea desde el punto de vista histrico. De reducila, siquiera en pare, es de lo que se trata aqui. Ce de las decisivas vicisitudes —y al fin metamorfosis— que en la stiruye un obligado prolegémeno a la co segunda mitad del siglo xx experimenta la tradicional cuestién de Ia identidad continental. Laidea yel nombre de América resultaron de un répido. proceso genético que comienza después del Descubrimiento y esti ya acabado s6lo tres lustros mas tarde. En una primera etapa inmediata a dicho evento, son inexistentes no solo el nombre sino la idea misma de América; en una segunda, aparece y actda la idea, pero no todavia el nombre; en una tercera, surge el nombre para expresar definitivamente tal idea. Ese proceso se objetiva con claridad en la sucesién de la clisica eilogia de términos inventada para designar las tierras descubiertas a Europa por Colén: Indias, Nuevo Mundo, América El nombre dado por Colén a las tieras a que art 1492, de inmediato recibo general en especial por la Corona, de Espafia— fue el de Indias, del que derivarta el de Indiar (Occidentales,respondiaa la idea de la asiaticidad de dichastieras, sin sospecha todavia de que constituyeran un continente aparte, hasta entonces desconocido; tal fue la obstinada creencia en que ‘murié el propio descubridor en 1506. Fue esa la primera etapa 12 mencionada. Para los europeos no existe Ia idea y menos el nombre de América, La segunda es marcada nitidamente por Américo Vespucio, al cabo de su viaje descubridor del Rio de la Plata y del litoral atkintico austral, de 1501-1502, en su célebre carta de 1503, Mundus Novus es decit, Nuevo Mundo. Mis alli de ‘cualquier hipotécica anticipacin, se reg cn ella por primera vex de manera certs, la revolucionara ideacién por el hombre europe de una nueva part del mundo, diferente de Europa, Asi y’Affica La verdadera idea de Amética, como un Nuevo Mundo contrapuesto al Vigjo, es entonces cuando realmente nace, Esta revelacin de 1503 no sé results deslumbrador, sino que en 1 momento lo fue mucho més que la de 1492 —por otra parte cquivocada, incluso como supuesta confrmacién experimental de la redondes dela Tierra de un camino por el Occidente ala visja Asia Tanto, que apenas cuatro aos més tarde, en 1507, el continente descubiero fue batizado con el nombre de América, vomado del revelador. As se hizo en la obra Introduccion la Commegrafia publiada ese aio por el gedgrafo lorenés Martin Waldscemile. La tercera etapa del proceso quedabs cumplid, y abiertas todas sus consecuencias, al eins ala idea el nombre llamado a encarnarla En 1503, a los once afios del descubrimiento fisico, ierumpe por primera ver Ia idea de la existencia de un Nuevo Mundo. Este téemino, entonces empleado con reiteracién ‘en esctitos y mapas, vino a ser con el tiempo, irreversible. Es solamente claifcativa y califcativo: chsifica como “mundo”, ‘en un sentido convencional, a lo descubierto, y al mismo lo califica de “nuevo”; pero de tanta riquera semntica en su juego dialético con el de Viejo Mundo —desde lo geogrifico y lo histérico hasta lo flos6fico— que se ha mantenido vivo a través Ade las épocas. Todo abordaje de la idea de América debe encararse con d, Pero precisamente por su expresado caricrr, no resultaba adecuado como denominacién sustantiva propia, capaz de ddeterminar un gentilicio, El hondo estremecimiento europeo que siguié a la revelacién de 1503 generé asi, de manera espontinea, 1 nombre definitivo de América, a los quince afios justos del Descu iento. El conjunto de cansformacionesinelectales aque éte determina en la conciencia occidental, comienza en realidad entonces, es dei, en el momento en que por primera ver junto las de Europa, Asia y Afi, se escrbe I palabra América En su condi descripiva, 0° expllestiva:-y- asta prospectiva, pudo subsistir el cérmino Nuevo Mundo. Por no corresponder ala idea de éste,y portanto la de América, no pudo subsists en cambio, el de Indias st, aunque su aplicacin prioritaria (Caine At ts haya servido para dar nombre al poblador precolombino, desde Canada hasta Tierra del Fuego. La corona espaol lo mantuvo oficialmente durante el colonise, limitado, claro esté, a sus poscsones, es decir, a una parte del continente descubierts sélo en la misma condicin colonial y todavia mds restingia, ha subsist hasta nuestros dias el de Indias Occidenales como ddenominacién de las Anis britinicas. Tal, en tazo eaquemtico, el breve proceso de génesis de Inideay el nombre de América. No corresponde pormenorizatlo aqui, ni menos entrar en cl subsiguiente desenvolvimieneo de Ia idea asf nominada desde su apaicién hasta su universal im- posicién. Quede simplemente apuntado aquel proceso de géne- sis, como necesario antecedent para la consderacin del que es América se da en unidad, pero también en pluralidad Existe América, pero también Américas, que no son sino distin- tas partes del todo expresido por el término en singular. La pla- ralidad de las Américas no es, a su vee, univoca, sino multvoca Hay Amésica y América, de donde (resulta) “Amésicas’ pero hay también Améticas y América, es det, diversos conjuntos daArneienyo diveoo pl se procede al dstincién que conduce a a pluraidad. En lo que aqui interes, se presentan esos pluralismos en niimero de cuatro, Y pueden ser denominados asi: geogrfio: geogificn politic: lingiistico-culeural;étnico-culeural mos, sept el crterio con el cual [No partimos de ningin supuesto, ni proponemos térmi- 10s nuevos nos limitamos a apuntar aquellos ordenamientos que un registro empiric revela como de uso corriente Por superfluo que pueda parecer serénecesaio para el aceso a nuestro objeto ys tratamiento ulterior. 4) Primatiamence, América resulta ser plural desde el punto de vista de la geograia en sentido esticto: Amézica del Norte, América Central y América del Sut, con sus variantes lexicogifcas Norteamésica, Centtoamética y Sudaméria. Esa pluralidad estuvo reducida durante largo tiempo a dos términos seferidosal Istmo: América del Nore, incluida en ella a Central y América del Sur; dualidad expresada también de este otro modo: América Septentrional y América Meridional. 1b) De Ia forma dual de esa plualidad estrictamente seogrifica, deriva otra de caticterpeogriic-poltica. Conforme a ela, América del Nore 0 Seprentrional sla que comprende a Estados Unidos y Canad; América dl Sut, © Meridional, la aque se extiende desde México inclusive hasta Tiera de Fuego. Aqut se llega a la dualdad por la expansién de los eéminos Sue 0 Meridional hasta abarcar no silo Amética Cental sino también una parte de la Amética del Norte grogréfica, coma et México. Importa tenero presente, porque a fines de la Colonia, cn la época de la Independencia, mis tarde y hoy mismo, ha hecho y se hace empleo de los términos América del Sur 0 li de iy ene Ae eine ‘América Meridional para designar politicamente toda la parte del hemisferio que se halla al sur de Estados Unidos. Se trata de un espontineo convencionalismo decerminado por obvias razones histricas, sin cuyo reconocimiento quedarian sin sentido ‘muchos textos de a més variada indole del pasado y del presente. ‘)Allaspluralidades geogrifica y geogrifico-politica, sigue la que cabe llamar linglistico-cultural, esulrante dela diversidad, de lenguas oficiales europeas en vigencia. Por la entidad cultural ‘que cada una de ellas genera, se hace menci6n ante todo de cuatro ‘Américas: ingles francesa, espaiola y portuguesa; el mimero suele levarse « ses, adicionando la holandesa y la danesa. Sin dejar de cubrir la totalidad del hemisferio, este ordenamiento ‘en uso hace prescindencia de muchas otras lenguas cocxistentes; tanto de las indigenas algunas de ella también simulténeamente oficiales~ como de otras europeas, afticanas y asiiticas que se hablan en comunidades de inmigracién o trasplante, de mayor ‘6 menor arraigo. Por el caricter de las lenguas que toma en ‘cuenta, contiene también un aspecto politico. En el origen, tal aspecto ¢s mis marcado por cuanto las denominaciones en que 1 ordenamiento se expresa aluden ala posesién colonial por los respectivos imperios europeos. Pero cuando se sigue hablando de América Espaiiola 0 de América Portuguesa no obstante su Independencia, y de América Inglesa 0 de América Francesa, incluyendo aun a sus regiones independientes, es al érea cultural de las correspondientes lenguas a lo que se hace mencién; por ‘is resbio colonial que haya en ello, lo connotado no es su pertenencia a Espafa, Portugal, Inglaterra o Francia. Estas cuatro ‘Américas son, desde luego, ls mis signiicativas desde el punto de vista considerado, ‘Dos de elas, la Amética Inglesa y la América Espafola, vienen siendo mentadas también desde la época dela Independencia con otras denominaciones que no represcntan, respecto a ellas, més que variances lexicogificas; Angloamérica ¢ Hispanoamérica. Sin embargo, esta élkima equivale a América Espatiola sslo en acepcién stricta, En acepcién amplia, que én a toda la Peninsula Trica del nombre romano Hispania. Hispanoamérica —con sus variances Amés tiene por Fundamento la antigua api Hispana y sobre todo América Hispinica— abarcaal mismo tiempo las Américas Expafolay Portugues os paises americanos de origen espaol y el Brasil Con esos dos aleances, stricto 0 amplio, oscilando a veces del uno al otro en los mismos textos, se han venido pana, ‘América Hispinica. En acepcién amplia tesultan equivaentes ‘manejando las expresiones Hispanoamérica, América ‘una tercera, Iberoamérica, de uso no menos frecuente. En tal «aso, est vor aria innecesaria a aquellas,o resultria ella misma innecesaia, pero una y otras recuperan todo su sentido cuando laspprimeras on empleadas en acepcidn estrita: Hispanoamérica, 6 América Hispana, 0 América Hispanica, designando sdloa los paises americanos de origen espafol; Iberoamérica, designando a he ie be Ais ane al conjunto de ellos y el Brasil, En cualquiera de los empleos dados a estas dstintas denominaciones, se sigue tratando ante todo, en el conjunto del hemisferio, de la pluralidad de rate lingiistico-culwral, ) Esa pluralidad es el antecedente inmediato dela éenico- ‘culeural a que nos interesaba aribar: aquella plurlidad, can usual 6 tan funcional en su érbita como en la suya lo son las anteriores, aque se reduce la escueta dualidad de América Sajona y América Latina, Aquf la terminologia empleada arranca directamente de Ia ilacién étnica de las poblaciones de origen europeo que implantaron en tierra americana dererminadas formas de cultura La Amética Sajona corresponde a la América de origen inglés, peroladenominacién no procede yadel nombredelanacién ‘europea made, sino del conglomerado éenico sajén constituyente della Por otro lado, la América Latina correspondea las Américas de origen espafiol, portugués y procede ya la denominacién de los nombres de las respectivas haciones curopeas madres, sino del comiin conglomerado étnico incés, pero aqui tampoco latino constivayente de ellas. Slo que, tanto en uno como en ‘otro caso, el factor estrictamente éenico, en el sentido biolbgico de raza, se halla complementado cuando no dominalo y en Aefinitiva siempre ditigido, por el cultural. América Sajona es aquella cuya cultura es la propia 0 caracteristca de los pueblos sajones; América Latina es aquella cuya cultura es la propia 0 caracterfitica de los pueblos latinos. Y en ambas —por encima “ del abigarrado mosaico de etnias europeas,indigenas, afticanas Y asidticas,cruzadas © no, que entran en juego— el medio por que la cultura se configura se halla dado por las respectivas lenguas oficiales de expresién, de origen europeo. Por esta razn es que la plualidad énico-culeural tiene por antecedente inmediato ala ling su ver tiene por antecedente también inico-cultural, Pero ta imediato a geogrico- politica, ue por su parte lo encuentra en la geogréfca pura y simple. Cada una de las cuatro pluralidades expucsas, en elonden cen quello han sido, es, pues, el asiento tsricoy logico de la que le sigue, Es posible, no obstant, reduc las cuatro a dos sectors, agrupindolas dos y dos. Por un lado a geogrfica yl geogrifco- politica: por ouo lalinghistico-culturaly la énico-cultural, Cada uno de esos dos sectores desemboca en una dulidad: América Septentional del Norte y América Meridionalo del Sur (en el sentido politico ques vo); América Sajona y América Latin. Una y otra dualidad son en el fondo la misma; y el hecho de que a una y otra altura del proceso de pluralizacién se caiga y recaiga en la dualidad, es revelador de que més allé de su naturalea fisica y de su realidad linglistica, América «©, por su condicién histérica, en dlsima instancla, dual, La terminologia geogrifica,trascendiendo su purafsicalida, sirvi6 1 sigue sirviendo para distinguir politicamente una América del Norte Septentrional y una América del Sur o Meridional. La pluralidad lingistico-cultural tendié espontincamente, por indir el ober de te ate tuna especie de dialéctica intima, a la dualidad; obraba en ella la ‘misma exigencia, en definitiva politica, que monté la dualidad sobre la pluralidad geogréfica. Sélo la alcanzé sobrepasindose asi misma por la radicacién en el plano éxnico-cultural de las, ddenominaciones América Sajona y América Latina. Esta Giltima dualidad ha sido, como la primera, un producto histéricos pero tiene de distinivo el haber sido un producto histérie ‘oluntariamente perseguido, Ha resultado de un dificultoso, y por momentos angustioso, empefio por definir su identidad histica, de un sector de la que ibaa lamarse América Latina: ef sector hispanoamericano en sentido estrito, el de los pueblos, americanos de origen espafol. La expresién América Latina, como sustantivo com- puesto, designa al conjunto de las Américas de lenguas espafola, Portuguesa y francesa. Pero como tal sutantivo —més alli de la mera adjetivaciOn establecidainicialmente por pluma francesa— surgié en lengua espaiola; entre americanos para quienes éta cra su lengua materna, Y ain mis: en un primer momento sus creadores la aplicaron s6lo a Hispanoamética, tomado este término en su acepcién restringida es decir, ala tambin lamada ahora por su lengua de expresién ya que no por condicién colonial — América Espafiola, Poco a poco ellos mismosy quienes los siguieron, la extendieron a la toralidad del érea de aquellas tres Américas de lenguas neolatinas. El término Hispanoamérica cn la sefialada restringida acepcién, asi como el mis amplio de 6 Iberoamérica, resultaron subsumidos en ef toda dde América Latina 0 Latinoamérica. Asi escalonados, ninguno resulta excluyente ni excluido en su relacién con los otros. Cada uno en su esera vienen a ser, tanto el punto de vista légico como dl his insustituibles. De ahi la permanente legitimidad de todos ellos. Afirmada esa legtimidad de los tres términos, con reconocimiento de la esfera de aplicacién de cada uno, ¢s obvio ‘queeste estudio dela idea de América Latina est lejos de signficar tuna toma de partido a favor de uno y en contra de los otto, como ha solido hacerse en planteamicntos polémicos. Investigaciones sobre la idea de Hispanoaméricay la idea de Theroaméria, estén tan justificadas en la tcoria y son tan necesarias en a prictica ‘como sobre la idea de Latinoamérica. Por lo que a la idea de Hispanoamérica se refiere, mantiene tanta vitalidad y porvenir hoy como ayer en cuanto definicidn de aquella comunidad histérca desde la cual se geste impuso, sin dsdibujamiento de mas amplio ino también ico, no sélo compatibles y conciliables, sus propios perfles, la concepein del latnidad americana El advenimiento histérico y el desarrollo de la expresin América Latina no se explica sin su elacién dialéetica con la ex- presién América Sajona. Son conceptos corelacionados, aunque por oposicién; no pudieron aparece y desenvolverse sino juntos, aunque a través de su contrast. Sin embargo, como términos, han tenido una suerte diferente. América Latina ha pasido a see Ja preferente denominacién politico-cultural de un continent, a is sey dno Amie Lats resultando subsidiaria de ella la expresién América del Sur 0 Su ddamérica. Con ese alcance su empleo ha adquirido en nuestros dias una impresionante universalidad. América Sajona, en cam= bio, ha quedado como expresién subsidiariade la de América del Norte o Norteamérica erigida en la denominacién bisica del con- tinente seprentrional del hemisferio, en el sentido de continente politico-culeural. Asi, por ejemplo, el léxico a través del cual se ex- presa habitualmente la conjuncién de los genilicios respectivos, no sel de latinoamericano y sajoamericano (o saxoam no), sino el de lainoamericano y norteamericano, De ahi que Amé- rica Latina es término que ha pasado a denominat, en niéimero ‘reciente cada dia, organisms einstituciones internacionales, no siendo ese el caso de América Sajona. En el fondo, esta variante semdntica introducida por imposicién dela vida histrica sobre la logica lexicogrifica, no afecta a la antitéticasignificacién con- ‘eptual de la idea de América Latina; cada vez que se laaludeestd presente, en forma expicta, su contraste con la idea, ya que no siempre con el nombre, de América Sajona, ¥ no es este uno de los menores motivos de atraccién en el sorprendente destino al- ‘canzado por una idea, como la de América Latina, que en circun- stancias tan precarias, por no decir humildes, hizo su apariciém 4 ‘mediados del siglo xxx. 1a idea y el nombre de América Latina, pasan por un proceso de génesis que recorre las mismas tes etapas que el de Ia idea y el nombre de América. En el caso de América el . dm de punto de partida lo constituyé el Descubrimiento; en el de ‘América Latina, la Independencia, desde su época de gestacién al final de la Colonia. En una primera etapa, aun después de esa Independencia no existen ni la idea ni el nombre de América Latina; en una segunda, hace su aparici6n la idea, pero sin la compariia del nombre, en el caricter sustantivo que llegaria a asumir; en una tercera, aparece el nombre con que la idea eusja histdricamente La primera etapa corre desde fines del siglo vat hasta comienzos del segundo tercio dl siglo xtx. Conforme al léxico, de los proceres militares y civiles precursors y protagonists de la Independencia, asi como de los estadistas y publicistas de la ‘generacién inmediata la que se iba a llamar mis tarde América Latina, o sea, la que se extiende al sur de los Estados Unidos, es rnombrada de distintos modos: Nuevo Mundo, América, América dl Sut, América Meridional. El término América —como en su «aso el de Nuevo Mundo— se restringe, pues, para mencionar sélo una parte del hemisferio (sin dejar de usirsle, desde luego, también en su sentido propio); los términos América del Sur yy América Meridional, en cambio, se ensanchan hasta incluir Centroamérica y Mézico. En ertas acepciones dichos srminos se siguen usando ocasionalmente,codavia hoy, junto al de América Latina, pero entonces eran los inicos. En esa misma primera etapa, la América que fue de pertenencia de Espafia —sélo una parte, por lo mismo, de la ” ln de tated ed Atos ata después Hamada América Latina— es denominada, a igual que también hoy, América Espaftola o Hispanoamética. Pero desde su propio imbito, ya que no desde el exterior sele dan ademés, muy ‘ menudo, los mismos nombres que se acaba de ver, de Nuevo Mundo, América, Amética del Sur, América Meridional; a veces lina de la Magna Colombia. El término América se restringe entonces ain més que en el caso del Sur y América ‘Meridional, se siguen ensanchando por un lado para comprendet todavia, Colombia, en la idea mira anterior y en cuanto a los réeminos Amét ‘4 Centroamérica y Mexico, pero, por otro lado, se restringen para no hacer inclusién més que de los paises americanos de origen espatiol. Toda esta diversidad terminoligica, que es a la vez ambigtiedad, subsistird de algiin modo hasta hoy, aunque ahora cen segundo plane. La segunda etapa se extiende desde fines de la década dll ereinta hasta fines de la década del cincuenta del siglo xix. Aparece y crece la idea de la lavinidad de toda la América del Sur o Meridional, en ef més amplio sentido de estos términos. Esta idea aparece primero en algunos escritores franceses que ‘comienzan a distinguir en el Nuevo Mundo, dos grandes dreas ddeterminadas por las etnias —o razas, conforme al léxico de la Epoca— que han levado a cabo su civlizacién respectiva: la sajona y la latina. La recogen luego publicistas hispanoamericanos residentes en Europa, sobre todo en Paris y en Madrid. Al ‘onde principio la idea les interesa vivamente como connotacién slo del mundo hispanoamericano, En un momento {que se agta con intensidad la cuestén de las razas se inclinan de buen grado a subsumir lo expafol 0 hispano en lo latino, para mejor contrastarlo a lo sajén o anglosajén, en que habia venido a convertise lo meramente inglés © anglo, Para cllos, entonces es ance todo la América Espafiola 0 Hispanoamérica la que resulta ser latina», Esta adjetivacién —en cuanto simple adjetivacién— «primero circunstancial, por cuanto se hace uso de ella sélo cen determinados giros del pensamicnto, en la comparacién 0 el ‘contraste de las civilzaciones del hemisferio, En tanto laexpresin se mantiene con ese caricte, se permanece en la segunda etapa, es decir, la de exstencia ya de la ida, pero no todavia del nombre ‘América Latina El advenimiento de la tercera etapa se marca cuando ‘sos mismos publicsta hispanoamericanos, por el uso cada vez iis frecuente de aquellaadjtivacibn, pasa a sustantivatla en la

You might also like