La cabaiia
enel arbol
Gillan Cross
La cabana
en el arbol_
Gillian Cross
patra de oan y sana ie ena concryyenco una cabana
en el Jorn. Cuzndo apenas ha empezado tere que
mmercharse al extanjero, pero promete erviaries todos
Tos rare algo paala cabana. 10 cumple puntualmente
sto obige alos rosa tnigiar qué ulldad puede tener
lo rece, « stara y 2 Incorporario arto 8 su vida
rel como a sts jiegcs faréstcos.
Gitlon Cross racé en Londres. sto
‘terotira inglesa on las universicades
‘Ge Oxford y Sussex. Yo en su etape
‘scolar escrbta novetas pero cuando
"ushjos mosrorcn nterts por fs Ero
32 deseo en sero a esta fared, Llevo
ublicades mos de doce libros y he
‘gonaclo ef premio Whrtoraed y lo
restigioso medlto Camegie
ALEAGUARA
INFANTILEl castaiio
Santi tenia cuatto afios y
Juan ocho. Vivian en una casa aueva,
recién construida,
Pero el arbol que habia al fi-
nal del jardin tenia ciea aio.
Santi nunca habia visto un dr
bol tan grande. EI dia en que se mu-
daron a su nueva casa, salié al jardin
y se quedé extasiado bajo la enorme
y frondosa copa, mirando hacia lo
alto, cada vez més arriba.
Juan bajé al jardin detras de
Santi, pero no perdié el tiempo mi
rando. Tan pronto como vio el rbol,
arith:10
iPapé! jVen a ve
mos hacer una cabaiia en ol 4
Su padre, al igual que Juan,
corrié al jardin, s6lo que el doble de
ripido. Cuando vio el arbol se detuvo
y se quedé contemplindolo,
=Es un castailo precioso
dijo emocionado—. El proximo in
vierne podremos asir castafias jun-
tos, como haciamos mi padre y yo.
A Juan no le interesaban las
castafas,
iY qué hay de le cabas
Papa sonriG y se puso a estu:
diar el Arbol
Parece perfecto. Abi, donde
se dividen las ramas, puede ir la pla-
taforma. Tal vez los de las mudanzas
me vendan ua cajon grande de made-
1a, de los que usan para embalar va-
iillas, para hacer una pequefia cabafia
en un extreme.2
~i¥ podremos tener una es-
ealera? -pregumt6 Juan, dando bein
eos de excitacién,
=No veo por qué no paps sa-
£6 un trozo de papel de su bolsillo y
‘empez6 a dibujar la forma de! Arbo!
La cabaha puede ir ag
A Juan le brilisban los ojos.
~(Podrias ponerle ventanas?
Claro que sf ¥ quizé mamé
Jes haga unas cortinas
Santi atin miraba hacia arriba,
hacia el desmado y pelado drbol, wa
tando de imaginar todo aquello, Las
amas se halancearian en torno a la
cabafa, que quedaria ocuta cuando
crecieran las hoje.
De verdad nos vas hacer
tuna cabaiia? dijo bajito, como si
‘cultase un secrete En serio?
Papa le miré'y volvié son:
refr,
~Ahora mismo, no. Antes de-
bo empapelar las paredes y terminar
las estanterias en casa. Pero no me ol
vidaré, La haremos durante ej verano.
Cada noche, después de ce
har, hacfan planes para construitla, A
veces, papé tenia que marcharse a tra-4
bajar fuera, pero siempre que estaba
en casa sacaba los dibujos y planos de
Ja cabaia antes de que Santi y Juan
se fuesen a acostar. Los cuatro se sen-
taban airededor de la mesa, discutien-
do cémo la pintarian y qué harian
con el resto de la plataforma,
Juan estaba impaciente.
No hacemos mas que hablar.
@Por qué no le construitmos de unaa vez?
—Hay que planearlo todo an-
tes ~Te dijo mami, Mira esas estan-
terias que colgué ayer. Si antes no
hubiese pensado bien cmo hacerlas
ahora estarfan por los suelos
La cabafia nunca podré
cacrse —respondié Juan con voz tris
te, porque nunca Ia construiremos.
Papa le regan
—Deja de grufir, La haré
cuando Hlegue el buen tiempo.
Santi no protestaba. Cuando
15
Juan se iba al colegio y él se quedaba
solo, corria al garaje para mirar el enor:
me eajén con el que harian la cabaiia,
Acariciaba con los dedos las tablas sua-
ves y de color claro que papa habia
comprado para hacer la plataforma,
Y esperaba impaciente.
Un dia, a mediados de julio,
apd regres6 cemprano a casa. Bes6 a
Santi, le guif6 un ojo y desaparecis
cen el interior del garaje. Cuando Santi
y mama salieron para recoger a Juan
del colegio, escucharon el ruido de
Santi apretd La mano de ma-
ma y alz6 la vista hacia ella, Estaba
demasiado emocionado para decir na-
da, pero ella comprendié, Sonrié a
Santi y le devolvi6 el apretén.
‘Cuando regresaron a casa ha~
bfa una escalera metilica apoyada en¥l-castafio. Papa estaba arriba, entre
Jas ramas, clavando las tablas det
‘suelo.
Juan solts el bolsén del cole
Junto a la puerta y atravess el jardin a
Ia carrera,
—iFantdstico! ;Puedo subir a
echar un vistazo?
"7
Papa asomé la cabeza entre
Jas lirgas y dentadas hojas y emitié su
tecrible gruitido de Ogro Feroz
=Si algtin nifio sube por esa
escalera, | ME LO COMERE CON
PAPAS!
Juan bailaba alrededor del ér-
bol
~iQué pasa con la cabaiia?
ZY la escalera de madera? {No la ha-
brés olvidado, verdad?
‘No hubo respuesta alguna.
Solo se pian grufiidas y martillazos,
Santi tiré de la manga a
mamé.
¢Podemos tomar la merien-
da en el jardin’?
Mama sonrio,
~Latraeré, Pero Santi, no de-
jes que Juan molest a papé
Recogié el bolsén y desapa-
recié dentro de la casa, Santi eché a18
qué podia hacer para detener a Juan si
sepa, wearers ma |
parr
mn
eon me go pore
iVengi20
or grandes hojas. Por todas partes
colgaban unas flores Jargas y amari~
Jas, que parecfan orugas peludas.
~iEs fantastico! ~susurr6.
En ese momento son6 el telé-
fono.
Estaba abajo, al pie del arbol,
sobre Ia tapa de le caja de herramien-
tas. Papi se dirigié répidamente a la
escalera,
=Quédense aqui los dos -dijo-.
Al que se mueva un milfmetro, ME
LO COMO CON PAPAS. -Se’lanz6
escalera abajo, cogié el teléfono y
sonri-. jHola! ,Luis?
Cuando colgaba, apurecié
‘mam con una bandeja y cuatro tazas.
Papa corrié hucia ella, riendo entu-
sinsmado.
=jRosa! jHe conseguide -el
contrato en América!
21
Mand respirS'tiondo y dejé 1a
bandeja en el suelo:
=Es maravilloso, _;Cadnto
tiempo estards fuera? ;Cudndo tienes
que marcharte?
“Saldré pasado mafiana res
pondié papd cogiendo una taza de la
bandeja-. Estaré fuera seis meses.
Santi parpade6. No entendta
nada:
Pero Juan si comprendia. Se
puso rojo de ira.
=jNo puedes inte! jNo has
acabado la cabaita!
Papa dejé de sonrett
—Tengo que hacerlo, Juan. Se
trata de mi abajo.
Vaya trabajo estipido! ~es-
tallé Juan. (Cambia de trabajot
“No hay por qué ponerse asi
Je contesté mamé-. Yo terminaré de
consiruiria22
Juan siguid enfurrufiado.
La tiene que hacer papé. Lo
prometié
Papé suspir6.
~Escucha, tengo que inne, Pe-
ro puedo dejar el cajén instalado esta
noche. Asf tendran ya una cabatia
ZY qué pasa con las venta.
nas? —dijo Juan. ;Y con Ja puerta?
Las haremos cuando regrese.
Santi retorcia entre sus dedos
‘una de las largas flores amarillas del
castafio,
Para entonces ya habré ter-
‘minado el verano.
~Pueden juger en Ja cabafia
‘aunque no tenga ventanas ni puerta
—contest6 papé suavemente-, Micn-
tras tanto. les iré enviando otras cosas.
Todos los meses les mandaré un
Paquete con algo para la cabaiia.
4 Qué les parece?
23
~iLo prometes? ~dijo Juan.
~iLo prometo! ~contest6 pap’.
Santi solt6 la flor y se queds
mirando cémo cafa hasta ei suelo.
~(Estarés de vuelta a tiempo
para asar las castafias? —pregunts.“ 2 ia
EL primer paquete
Pasaron tres semanas antes
de que llegara el primer paquete.
Para entonees, Juan trepaba ya muy
bien hasta la cabaiia del drbol
—{Por qué no trepas ti tam-
biga, Santi? —no paraba de decir—
Es facil. Pon el pie izquierdo en este
saliente del tronco y agarrate a esas
ramas. Después pones el pie derecho
aqui...
Santi no lo lograba, Era ca-
paz de poner el pie izquierdo en el
primer saliente sin ningun problema,
y de agarrarse a las dos ramas. Pero26
en cuanto miraba hacia arriba, le pax
Fecia que la cabafia estaba teirible-
mente alta. Sencillamente. no conse-
guia levantar el otro pie del suelo.
No habia ningtin otro modo
de Megar hasta la cabaiia. Mamé decfa
que la escalera metélica era demasia-
do peligrosa para que la utilizasen
ellos solos. Asi pucs, Santi se queda-
ba al pic del érbol mientras Juan Te
gritaba desde lo alto,
-iEs magnifico! jEste arbol
es lo bastante grande como para hacer
un castillo! ,Por qué no subes, Santi?
Santi deseaba poder hacerlo
més que ninguna otra cosa en el mun-
do, Pero cada vez. que miraba, hacia
arriba, hacia la cabafia, sabfa que era
imposible. Pensaba que si lo intenta-
ba, sus pies resbalarfan, o se partirfan
Jas ramas a las que se hubiera agarra-
do y se caerfa. No podta hacerlo.
Entonces Hegé el paquete.
Un sabado por Ia manana, el
cartero Mam6 a las once en punto,
Juan y Santi abrieron la puerta al mi
mo tiempo. Cuando vieron sus nom-
bres en el paquete, supieron quién lo
enviaba.
~iPapa! -exclams Juan,
Empez6 a arranear el papel
que lo envolvfa. Santi recogié el cor-28
del con el que iba atado y lo enrollé
cuidadosamente alrededor de sus de-
dos. Cuando mama bajé, habia papel
de embalar por todas partes.
Juan sostenfa entre las manos
un revoltijo de piezas de madera y
cuerdas. Lo miré con el cefio frun-
cido.
{Qué es esto, mama?
Maré sonrié,
—Ya lo veris.
Couié los extremos de dos de
las cucrdas y subié las escaleras de
espaldas, dejando caer el resto, Los
ojos de Santi se abrieron do par on
par al ver lo que aparecia al desonro-
llarse Jo que habia en el paquete.
iEs una escala de cucrdal
iYa puedo subir a la cabafial
A Tuan le brillaban los ojos.
iPonla, mama! jPor favor!
Mamé les miro.
29
Tal vez lo haga cuando aca-
be de recoger las grosellas que que-
dan en el jardin,
Pero hay millones de grose-
las! ~protesté Juan-. Tardarés horas.
iPor favor, pon primero la escalat
=No mama negé con la ca-
beza-. Quiero hacer un poco de mer
melada para evirsela maflana a la
abuela. Primero, las grosellas.30
Juan se puso rojo de furia.
~Podemos ayudarte a recoger
las grosellas dijo en seguida Santi-.
‘As{terminards antes,
Muy bien -mamd sacé tres
platos de plastico de un mueble-
Siempre y cuando me ayuden de ver-
dad y no se dediquen a comérselas,
~{Prometido! -exelam6 Juan-,
iVamos, Santi!
Cogié un plato y eché a co-
rer por el jardin. Cuando llegé Santi,
Juan habia recogido ya diez grosellas.
Pero el dia era muy caluroso,
Juan s6lo habia lenado Ia mitad de su
plato y ya estaba harto de recoger gr0-
sellas. Las eché en el cacharro de ma-
mi y ech6 a correr hacia el castafio
Santi sigui6 trabajando. Des-
pacito y sin descanso, contiaus 1e-
cogiendo grosellas ordenadamente,
31
planta a planta, sin comerse ai una,
Estaba sediento y bastante eansado,
pero lend cuatro veces su plato,
Has trabajado mucho —le di-
jo mama, viendo lo que pesaban los
platos tlenos de grosellas. <¢Y qué
pasa con la escala de cuerda, pens6
Santi. Pero no Ilegé a decir nada. Se
limits a mirar a mama en silencio
Mama ri6,
—Tranquilo. En seguida estoy
contigo. Slo tengo que coger las he-
rramientas.
Santi corri6 por el jarcfn has-
ta el drbol y grité hacia lo alto,
Juan! ;Ya viene mamé! ;Va
4 poner la escala!
Peto la cabatia estaba vaci
~iJuan?
Aqui estoy se oy6 la vor de
Juan-. Mas arriba.
Santi ech6 la cabeza hacia32
atrés. Juan estaba sentado en una raz
ma alta, encima de la cabaia,
{Qué estas haciendo at?
-Vigilar -contest6 Juan,
Puedo ver a muchos kilémetros de
distancia.
={Cémo has legado hasta ah?
—Trepando, pero ha sido muy
diffeil. Algunas ramas se han roto
Juan empez6 a descender con mucho
cuidado-. Oye, Santi, de verdad que
es muy facil subir hasta Ia cabafia, Si
consigues hacerlo sin 1a escala de
cuerda, podemos...
Santi tuvo Ia hostible sensa-
cién de que sabfa lo que iba a decir
Juan. Pero, antes de que To hiciese,
legé mamé con la escala de cuerda en
‘una mano y las herramientas en le
otra,
Muy bien —dijo-. Vamos
alla.34
Juan brincé hasta donde esta-
bielle.
-Hemos cambindo de idea,
mamé. No la queremos para subir a la
cabafia, porque podemos trepar hast
ella. Cuélgala mas arriba.
“Ti puedes hacerlo —le con-
test6 mamé-. {Pero qué va a hacer
Santi?
‘Yo... “Santi trag6 saliva, Mi-
16 a Jo alto, hacia la cabafia. Lucgo
miré a Juan. Creo que podria conse-
guirlo.
Mam dejé ta bolsa de tas he-
rramientas en el suelo.
—Veamos cémo lo haces.
Santi se aceres al arbol. Con
mucho cuidado, como habia hecho
‘otfas veces, puso el pie izquierdo en
elsatiente del tronco y se agarté a las
arriba,
35
grosellas y la cabafia parecia estar
més lejos que nunca.
=iVamos, sube! He susurré
Juan—. Si mama pone la escala mas
arriba, podremos hacer ung atalaya
arriba del todo. Como eni un castillo.
Santi mird mas arriba, hacia
el lugar donde habia estado sentado
Juan, Aquello si que estaba realmente
alto, Cuando bayé la vista hacia la
cabafia, no le parecié tan dificil llegar
alla,
—iTendrfamos un castillo en
el Arbol! —insistié Juan.
Despacio y cuidadosamente,
Santi empez6-a subir, levantando el
pie derecho del suelo hasta encontrar
el segundo saliente del tronco. Luego
se estiré para alcanzar la siguiente
rama,
‘Un momento después estaba
senitado en la cabaia, sonriendo a ma-36
mé, Juan saltaba en torno al Arbol
dando gritos.
—iLo conseguiste, Santi! jLo
conseguiste! jTendremos un castillo
en el arbol!
Esa misma noche, Juan escri-
bid a papa.
Querido papa:
ila escala de cuerda es GENIAL!
{Hemos hecho una atalaya!
Muchisimas gracias.
Muchos besos de
Juan y Santi
Fue corriendo hasta la habita-
cin de Santi y, le puso la carta debajo
de las narices. Santi s6lo fue capaz
' 37
de trazar tres vacilantes y cansados
besos.
(xxx
A continuacién, se quedé dor-
mido y sofié con grosellas y castillos.iEl enemigo ataca!
Santi empez6 a ir al colegio
en septiembre. Fl primer ofa de clase,
su profesora, la sefiora Ramirez, ley6
una historia que hablaba de un péjaro
magico de oro. Santi lo pinto y envié
el dibujo a paps.
La siguiente carta de papa de-
ofa:
Queridos Juan y Santi:
Me alegra que les haya gustado la
escala de cuerda.
También ami me encanté el dibu40
jo del pdjaro de Santi. Lo he col-
‘gado en la pared de mi cuarto.
He esiado pensando, y la cabafia
del castaiio seria un lugar estu-
pendo para observar a los pdja-
105, ast que les envio esto.
Los quiere,
Papa
Dentro del paquete habia
‘unos prismaticos.
Juan dudaba mientras los
contemplabs.
~gPara mirar pajaros? {En un
castillo?
=No tienen por qué ser péja-
ros le dijo mam-. Sube con ellos @
tuatalaya y mira a ver qué ves.
Juan le hizo un gesto a Santi
~Adclante, Don Santiago.
{Qué le parece si nos dirigimos al
castillo a hacer la guardia?
4
—Vale ~contest6 Santi.
Juan buts.
=No digas vale. Debes decir:
«Ciertamente, Don Juany.
~Cierta Mente, Don Juan -di-
jo Santi obediente.
No. sabfa qué significaba
aquello, pero sonaba propio de caba-
eros, y siguié repitiéndola cada vez
que Juan se diriga a él.
~jSubamos, pues, al castillo,
Don Santiago!
~Cierta Mente, Don Juan,
~Haréis la primera guardia
en la torre?
~Cietta Mente, Don Juan
-No olvidéis los prismiticos.
~Cierta Mente, Don Juan,
Colgindose los. prismaticos
al cuello, Santi ttep6 por la escala de
cuerda. Una vez instalado en la atala-
ya, se los colocé delante de los ojos.B
2Qué es lo que veis, Don
Santiago? —pregunié Juan,
—Cierta Mente, Don Juan —e
contest Santi.
Juan suspiré,
—iNo digas ¢so todo el tiem-
po! Mira con los prismiticos y dime lo
que ves.
Vale -Santi_ obedecis—. Veo
muchas cosas grandes y langas de color
café en la hierba,
—{Serpientes? —pregunté es-
peranzado Juan,
Senti fruncié el ceiio
No, creo que son las flores
caidas del érbol,
Juan suspir6 de nueve.
—Mira mis lejos.
Vale ~Santi levant6 los pris-
maticos y examiné con ellos el jar-
_. din-, Yeo a mamé en el huerto, Esta
recogiendo papas. Y hay algo enorme44
detris de ella. Fs grande y de color
Qué ms? —pregunté Teno
-No creo ~Sunti giré un poco
la cabeza-. No. Es la calabaza que es-
ts cultivando en tw jardin,
~¢La calabaza? —grité Juan-.
En serio, Santi, no tienes ni idea de
mo jugar a los castllos.
Me dijiste que te dijera lo
gue vefa
=No queria decir exactamente
so. Queria decir que... ;Venga, baja y
dgjame a mit
Santi bajéy le dio Jos prismé-
‘icos, Juan trep6 por Ia escala de cuer-
da en un sentiamén. Instalado en la
cabaiia, Santi recib(a toda clase de
emoeionantes noticias.
~iHay un ejéreito que avanza
45
desde el norte! —Juan se dio la vuel-
ta. [Y... un terrible dragén se acerca
volando por el este! {Y tres caballeros
negros sobre caballos que escupen
fuego..!
‘Santi miré desde la plataforma,
BI no habia visto nada semejante. Qui-
24 hubiera usado mal los prismiticos.
IY otro ejército al oeste! ~au-
aba Juan-, jNecesitamos ayuda! [Ve a
buscar réfuerzos! ;¥ trac municiones!
Eentamente, Santi bajé del ér-
bol. Lleg6 hasta el huerto y se detuvo
al lado de mamé, que clavaba el ras-
trillo en la tierra.
Mama, ,qué son re... r€..?
Refuerzos? —mamé recogié
las papas'y las ech6 en ta carretilla—
No tenemos de eso. Pero aqui hay
algo de munici6n ~indics con la ma-
no un pequefio montén de papas que
hab{a en el suelo. Esas estin dema-46
siado verdes para comérselus. Busca
una bolsa y Tlévatelas pata tirirselas
a tus enemigos.
Santi fruncis el eeno,
~No tenemos cnemigos.
Beha un vistazo en la cocina
—respondié mamé~. Los mejores ene-
‘migos son los que hacen mucho ruido
cuando les tiras papas,48
Santi se sinti6 desconcertado,
pera fue a ia cocina a buscar una bol-
sa de pléstico. Mama las guardaba en-
we el mueble de las cacerolas y cl ca-
mrito de las verduras. Cuando tir6 de
una bolss pera sacaria, una manzana
cayé del carrito,
Y¥ golpes una cacerola con un
gran CLANG.
«Los mejores enemigos son
os que hacen mucho raido cuando
les tiras papas», recordé,
Santi sonti6. Se metié la bol-
sa de pléstico en el bolsillo y tomé
tes cacerolas grandes y viejas del
mueble. Después, regresé al jardin,
laya
Miraba en diteccién contraria
a Santi y aullaba a todo pulmon,
49
~iBérbaros a caballo por el
noroeste! jUn toro salvaje carga des-
deel este!
‘A sus espaldas, Santi se mo-
via silenciosamemte por el jardin,
ocultando las cacerolas boca abajo
entre los arbustos. A continuacisn,
Hend Ia bolsa con papas verdes y se
acerc6 hasta el pie del castafo.
=iCierta Mente, Don Juan!
~gtit6-. ‘Tengo la muinicién, pero no
puedo subirla hasta aby arriba.
-i¥a voy! —Juan se descolgé
hhasta el suelo y subié Ia bolsa a la pla-
taforma-. jEstupendo! Sube a la ata-
laya y dite dénde estén los enemi-
g08. Yo les dispararé,
—Cierta Mente.
Santi. tepé por la escala de
cuerda y cogié los prismaticos dé la
rama donde Juan los habia dejado col-
gados. Observé con atencién el jardinhasta que localizé una de las cacero-
las escondidas.
Sefialé en direccidn al arbusto.
~iHay un enemigo con arma-
dura ahi detrés!
jMuy bien! Juan echo un
vistazo hacia arriba para ver en qué
direcciGn seftalaba Santi. Lanzé la
primera papa directamente contra el
SL
arbusto. Golped Ia cacerola con un
gran j{CLANG!! y rebots,
Juan se quedé boquiabierto.
~iSanti! jHay alguien ahi!
~dijo con un jadeo-. jAlguien que lle-
va armadura!
=1Y otro alli! ~exclamé Santi.
La segunda papa choos y re-
boté directamente hacia donde esta-
ban ellos.
~iNos atacan! —grit6 Juan-.
Baja de la atalaya, Santi. Quiero de-
cir, Don Santiago. Aytidame con estas
balas de caaién,
=iCierta Mente! —respondié
Santi,
Gates escala abajo y lanz6
una -papa justo contra la cacerola
mas grande. ;jCLANG! Sontié.
Empezaba a comprender en
qué consistia el juego aquel de los
castillos.32
Aquella noche Juan eseribié:
Queride papa.
Fue una suerte que enviaras tos
prismiticos. Estamos rodeados de
enemigos. ;Hemos librado una es-
tupenda batallat
Muchos bezos de
Juan y Santi
Llevé la carta a la habitacién
de Santi,
~Ya esté. Pon algo abajo.
~Ya sé escribir mi nombre
—contesté Santi medio adormilado—
‘La sefiorita Elena me esti ensefiando,
Y escribié al final de la carta:
Sante
* ‘ .
Liamada a larga distancia
En octubre Hegaron dos pa-
quetes, uno para Santi y otro para
Juan, En la carta pape decfa:
Si hay tantos enemigos rodeén-
doios, creo que necesitarén alma-
cenar comida en la cabatea.
Dentro de cada paquete habia
un tarro Leno de caramelos envueltos
en papel dorado.
-iViveres! ~exclamé Juan.
No debemos desperdiciarios, Santi.
Hay un agujero cn el castafio. Los54
*guardaremos alli y comeremos uno
cada dia. Asf nos durardn siglos.
~Cierta Mente, Don Juan ~di-
jo Santi no muy satisfecho. Le encan-
taban los caramelos,
Pero no hizo trampas. Puso su
taro con el de Juan en el agujero que
habia en el drbol detras de la cabaiia.
Cada dfa sacaba solamente uno de los
caramelos envueltos en papel dorado
y se lo comia, muy despacito.
Quien sf hizo trampas fue
Juan. No paraba de encontrar excusas
Para comer caramelos. Una semana
més tarde su tarro estaba vacio y ob-
servaba con nvidia el tarro de Santi
Ya podias darme uno -dijo
mientras estaban sentados en la caba-
fia~. Los caballeros siempre compar-
ten la comida.
Santi fruncié el ceflo. Querfa
comerse sus caramelos él solo, pero
35
su tarro estaba todavia lend casi hasta
arriba, y le parecié que era un egoista
si decfa que no.
Vale. Pero s6to uno ~doj6
caer un caramelo en el tarro vacio de
Juan. Este sonrié y 10 agit
Gracias, Don Santiago. Ha-
ce mucho ruido, verdad?
Santi chupé su caramelo.
Una vez vi un programa en
la tele. Explicaba cémo hacer un telé-
fono con dos tarros.
-iMe acuerdo! dijo Juan,
micntras se le iluminaban los ojos
jVamos a hacerlo!
Santi negé con la cabeza.
“He olvidado como se hacta.
Peto yo, no —dijo Juan agi-
tundo de nuevo su tarro—. Hay que ha-
cer unos agujeros en los tarros y luego
unirlos con un cordel.
=Yo tengo un trozo de corde!56
~Santisacé un rollito de uno de los
bolsillos de su chaquetén— Es del pa-
quete donde venia la escala.
Juan tomé el cordel cuidado-
samente enrollado y lo desenrollé un
poco,
-Es perfecto, Podrfamos ha-
cer unteléfono muy largo que Hegara
hasia lo alto de a atalaya, Pero...
Se qued6 mirando el tarvo de
Santi
Santi también lo hizo. Le ape-
tecfa tener un teléfono, pero no po-
drfan hacerlo hasta que los dos tarros
estuviesen vacios.
—Voy a contar mis caramelos
dijo, Empez6 a sacarlos y fue colo-
cndolos en hileras de cuatro sobre el
suelo de madera. El papel dorado bri
Haba en las sombras-. Uno, dos tres.
Habja ocho filas de caramelos
cuando colocé el tiltimo.
tay dos caramelos.
~|Hay millones! -se lamenté
iSi sdlo te comes uno al éfa,
nunca tendremos teléfono!
Santi se quedé mirando los
carametos, que brillaban sobre la ma-
dera,
No hay por qué guardarlos
en un tarro,Juan se animé
~Puedes pedizle a mamé una
bolsa. ¥ tambien puede hacernos los
agujeros, —Metié las dos tarros en
bolsillos de Santi-. ;Por qué no vas a
Salis Por qué no vas a
Despacio y con cuidado, San-
1 baj6 del rbot y fue hasta la cocina,
Cuando “mamé oy6 Io que
quer, sonrid. mans
59
=Yo tuve un teléfono asf
cuando era pequefia, Busca una bolsa
para tus caramelos ¥ yo haré los agu-
jeros.
Santi dejé los tarros en la me
sade la cocina, y fue hasta donde es-
taban las bolsas de pldstico.
Mama,
; Mmm? ~dijo sin levantar la
vista. Hstaba rebuscando en Ta caja de
Jas herramientas.
Santi sacé una bolsa y se que-
46 miréndola.
Juan se ha comido todos sus
caramelos. {Crees que debo compar
tir los mios con él?
=Sélo si_ quieres hacerlo
contests mamé. Puso boca abajo el
primer tarro y le hizo un agujero en
el fondo con el martillo y el clavo~
Son tus caramelos.
Santi se quedé pensativo.60
Mamd hizo el segundo aguje-
P09 le dio los tarros, "
Toma. Tengen cuidado de no
arafarse,
-Gracias.
‘Santi se guards los tarros en
I bolsillo. Mientras Jo hacia, tomé una
decision. Cogié una segunda bolsa de
Plistico y volvié corriendo al rbot
Tan pronto como tlegé a la
cabafia, Juan le tendi6 las manos,
Venga. Trae los tarros.
Santi se los entregs, Después
se volvi6 para recoger los caramelos,
Habia decidido repartislos en dos bol.
as mientras Juan construta el telé
Pero Ios carameles habjan de-
saparecido,
Santi parpades,
Juan,
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-Espera un minuto ~contesté
Juan.
‘Estaba intentando pasar le cucr=
da por el agnjero det segundo tarro,
Santi trag6 saliva.