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MILITARES Y LAS
ESTRATEGIAS DEL
PENTÁGONO EN
LATINOAMÉRICA
JAMES PATRICK JORDAN
29/01/2018
Seis años antes que Bolívar escribiera estas palabras proféticas, la Doctrina
Monroe dijo a los gobiernos europeos que cualquier intento de interferir en
Latinoamérica se consideraría “peligroso para nuestra paz y seguridad ... no
podríamos ver cualquier interposición… por ninguna potencia europea en
cualquier otro sentido que como una manifestación de una disposición hostil
hacia los Estados Unidos”.
No obstante, los EEUU han tenido éxito al construir bases en varios países a lo
largo de toda Latinoamérica, con bases formalmente reconocidas en El
Salvador, Cuba ocupada, Aruba, Curazao, Antigua y Barbuda, Andros Island en
las Bahamas, Puerto Rico, incluso una micro-base en Costa Rica que el
gobierno costarricense niega oficialmente.
Sin embargo, hasta hace poco, la ecuación había estado en contra de las
bases estadounidenses. Desde 1999, cuando EEUU perdió la Base Howard Air
en Panamá, el número de bases estadounidenses había declinado
constantemente. En 2008 el gobierno colombiano había acordado permitir el
acceso estadounidense a siete bases, pero esto fue rechazado por la corte
constitucional en 2010. La realidad es que EEUU continúa accediendo y
usando estas bases respaldándose en otros acuerdos. La decisión de la corte
fue contra una presencia extranjera permanente, pero “permanencia” es un
concepto un poco amorfo abierto a la interpretación. Podemos decir con
certeza que el acceso estadounidense a estas bases es relativamente sin
restricciones y en forma continua. En 2008, el gobierno de Ecuador echó a
EEUU de su base en Manta. Ernesto Samper, líder de UNASUR (Unión de
Naciones Suramericanas) ha dicho que las bases militares estadounidenses
deberían "abandonar el continente".
Ahora el péndulo se balancea al otro lado, lo cual es una razón por la que
necesitamos este movimiento contra los bases. El golpe en Honduras en 2009
ocurrió poquito después que el electo presidente Manuel Zelaya había
propuesto la conversión de la base Palmerola (o Soto Cano) Air Force Base en
un aeropuerto civil. Tanto los EEUU como Honduras habían ambos usado la
base desde los 80's cuando fue un componente importante de la guerra de los
"Contras", contra el gobierno Sandinista en Nicaragua. Desde el golpe, EEUU
ha emprendido nuevas construcciones en la base y ha aumentado el número
de tropas, incluyendo el despliegue de 250 marines estadounidenses allí
mismo. Actualmente hay más de 1.300 empleados militares y civiles
estadounidenses, eclipsando la población de 300 hondureños de la Academia
Militar de Aviación. Además, desde el golpe, EEUU ha construido una base en
Catarasca en la región hondureña de Mosquitia, y en Guanaja, la marina
estadounidense ha construido un complejo para la marina hondureña que,
según los reportes, alberga aviones tanto de EEUU como de Honduras.
Ana Ceceña escribe sobre el sistema global de los Comandos del Pentágono
que garantizan “…una supervisión más detallada de las tierras, mares,
glaciares y poblaciones que componen el planeta Tierra en su conjunto.” Estos
comandos ponen efectivamente a los militares y los aparatos de seguridad de
la mayoría de otras naciones, bajo la coordinación del Pentágono.
Últimamente, nuestra lucha contra las bases extranjeras debe ser parte de una
lucha aún más amplia y global, la lucha por la liberación del Imperio. Si nos
deshacemos de las bases, pero no del Imperio, estamos simplemente
cambiando sus formas. En el análisis final, la única respuesta es sacudir el
yugo de la dominación estadounidense/capitalista y poner algo mejor en su
lugar, es decir, con democracia participativa y socialismo. Cada vez que
gritemos el reclamo de “¡No Más Bases!”, entonces respondamos a esa
exigencia con un grito de solidaridad con Venezuela, solidaridad con Cuba,
solidaridad con Bolivia, solidaridad con el pueblo de Puerto Rico y con cada
territorio ocupado; solidaridad con cada movimiento popular y gobierno que se
interponga en el avance del Imperio hasta que ese Imperio sea total y
completamente desmantelado.