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RESISTIENDO LAS BASES

MILITARES Y LAS
ESTRATEGIAS DEL
PENTÁGONO EN
LATINOAMÉRICA
JAMES PATRICK JORDAN

29/01/2018

“LOS ESTADOS UNIDOS PARECEN DESTINADOS POR LA PROVIDENCIA


A PLAGAR AMÉRICA DE MISERIAS EN NOMBRE DE LA LIBERTAD.”
ESTAS PALABRAS FUERON ESCRITAS POR SIMÓN BOLÍVAR HACE 189
AÑOS. EL GRAN LIBERTADOR ENTENDIÓ QUE LIBERACIÓN Y EL
CONCEPTO ESTADOUNIDENSE DE LIBERTAD NO IMPLICAN LO MISMO.
CUANDO LOS IMPERIALISTAS HABLAN DE LIBERTAD, SIGNIFICAN
ACCESO A LA TIERRA, AL AGUA Y OTROS RECURSOS NATURALES
PARA EL DESARROLLO PRIVADO Y SUS GANANCIAS.

Ana Esther Ceceña, en 2013, en una publicación del Ministerio de Defensa de


Ecuador, describe los objetivos de los Estados Unidos en Latinoamérica y el
mundo. Ella dice que los EEUU tienen “dos objetivos generales: garantizar el
mantenimiento del capitalismo y dentro de él la primacía de Estados Unidos; y
garantizar la disponibilidad de todas las riquezas del mundo como base
material de funcionamiento del sistema, asegurando el mantenimiento de sus
jerarquías y dinámicas de poder….”.

Seis años antes que Bolívar escribiera estas palabras proféticas, la Doctrina
Monroe dijo a los gobiernos europeos que cualquier intento de interferir en
Latinoamérica se consideraría “peligroso para nuestra paz y seguridad ... no
podríamos ver cualquier interposición… por ninguna potencia europea en
cualquier otro sentido que como una manifestación de una disposición hostil
hacia los Estados Unidos”.

Al poner el énfasis en la interferencia como “una disposición hostil hacia los


Estados Unidos,” la Doctrina Monroe enmarcó la independencia
latinoamericana dentro un contexto de intereses e influencias estadounidenses.
Desde el establecimiento de la Doctrina Monroe, la historia estadounidense en
Latinoamérica ha sido marcada por invasiones, ocupaciones y guerras de
poder y robos directos de tierras como en la Guerra contra México. A los
Estados Unidos esto le ha dificultado establecer bases militares en toda
Latinoamérica. En especial, la población mexicana mantiene una fuerte
aversión a la presencia militar estadounidense dentro de sus fronteras. Por
desgracia, la oligarquía del país ignora esta aversión y traiciona el orgullo
nacional de su pueblo.

No obstante, los EEUU han tenido éxito al construir bases en varios países a lo
largo de toda Latinoamérica, con bases formalmente reconocidas en El
Salvador, Cuba ocupada, Aruba, Curazao, Antigua y Barbuda, Andros Island en
las Bahamas, Puerto Rico, incluso una micro-base en Costa Rica que el
gobierno costarricense niega oficialmente.

Sin embargo, hasta hace poco, la ecuación había estado en contra de las
bases estadounidenses. Desde 1999, cuando EEUU perdió la Base Howard Air
en Panamá, el número de bases estadounidenses había declinado
constantemente. En 2008 el gobierno colombiano había acordado permitir el
acceso estadounidense a siete bases, pero esto fue rechazado por la corte
constitucional en 2010. La realidad es que EEUU continúa accediendo y
usando estas bases respaldándose en otros acuerdos. La decisión de la corte
fue contra una presencia extranjera permanente, pero “permanencia” es un
concepto un poco amorfo abierto a la interpretación. Podemos decir con
certeza que el acceso estadounidense a estas bases es relativamente sin
restricciones y en forma continua. En 2008, el gobierno de Ecuador echó a
EEUU de su base en Manta. Ernesto Samper, líder de UNASUR (Unión de
Naciones Suramericanas) ha dicho que las bases militares estadounidenses
deberían "abandonar el continente".
Ahora el péndulo se balancea al otro lado, lo cual es una razón por la que
necesitamos este movimiento contra los bases. El golpe en Honduras en 2009
ocurrió poquito después que el electo presidente Manuel Zelaya había
propuesto la conversión de la base Palmerola (o Soto Cano) Air Force Base en
un aeropuerto civil. Tanto los EEUU como Honduras habían ambos usado la
base desde los 80's cuando fue un componente importante de la guerra de los
"Contras", contra el gobierno Sandinista en Nicaragua. Desde el golpe, EEUU
ha emprendido nuevas construcciones en la base y ha aumentado el número
de tropas, incluyendo el despliegue de 250 marines estadounidenses allí
mismo. Actualmente hay más de 1.300 empleados militares y civiles
estadounidenses, eclipsando la población de 300 hondureños de la Academia
Militar de Aviación. Además, desde el golpe, EEUU ha construido una base en
Catarasca en la región hondureña de Mosquitia, y en Guanaja, la marina
estadounidense ha construido un complejo para la marina hondureña que,
según los reportes, alberga aviones tanto de EEUU como de Honduras.

Y esto es solamente lo referido a Honduras. A fines de 2016, el gobierno


regional peruano en el Amazonas, aprobó una asociación con Southcom, el
Comando Sur de EEUU, y Partenón Contratistas para construir una base nueva
en ese país. Con el golpe legislativo contra el gobierno de Dilma Rousseff
en Brasil, y la victoria derechista en Argentina, ambos países se han ido
acercando a los militares estadounidenses, demostrando sus actitudes
receptivas a nuevas bases estadounidenses. El presidente brasileño
Michel Temer ha invitado a EEUU a usar la base Alcántara para el
lanzamiento de misiles y cohetes. (Samuel Pinheiro Guimaraes, ex-
Secretario General de Relaciones Exteriores, y Ministro de Asuntos
Estratégicos, expresa su opinión que “El objetivo principal de los
Americanos es tener una base militar en territorio brasileño con la cual
pueda ejercer su soberanía más allá de las leyes de los autoridades
brasileñas…. La ubicación de Alcántara en el noreste brasileño frente el
oeste de África es ideal para los Estados Unidos en cuanto a sus
operaciones políticas y militares en Suramérica y África.”) En Argentina,
el presidente neoliberal Mauricio Macri logró un acuerdo con EEUU en
mayo de 2016, para permitir a los EEUU construir dos bases, una en
Tierra del Fuego, y la otra la base sobre el Acuífero Guaraní, en la Triple
Frontera de Argentina, Brasil, y Paraguay, en la región de la reserva de
agua dulce y potable más grande del mundo.

Con respecto al agua y los recursos naturales, si observamos cómo están


diseminadas las bases, actividades y presencias militares por Latinoamérica,
podemos ver que están ubicadas en y alrededor de concentraciones de
minerales y petróleo, grandes centros de agro-negocios, y grandes reservas de
agua. Los recursos de agua de Brasil, Colombia y Perú juntos, son mucho
mayores que los de los países y regiones más ricos en agua.
A pesar de estos reveses, el movimiento contra las bases en Latinoamérica es
fuerte y es una manifestación de la voluntad popular. Además, estas bases no
solo amenazan a Latinoamérica y especialmente a Venezuela, Cuba, Bolivia, y
los países del ALBA que forman un baluarte contra el intervencionismo
estadounidense; amenazan el mundo. Desde la base de Palenquero en
Colombia – una de las siete bases colombianas donde las tropas
estadounidenses están constantemente… pero no "permanentemente"…
presentes, con ninguna o con una sola parada para cargar combustible; los
aviones a reacción pueden alcanzar cualquier país en Latinoamérica, así como
África y el Medio Oeste.

La presencia de bases militares estadounidenses es solamente un componente


de la infraestructura del Imperio. Sabemos que las invasiones, ocupaciones,
construcción de bases, y acuerdos militares estadounidenses son
prácticamente siempre seguidos por la aprobación de leyes que socavan la
agricultura tradicional, la desviación de recursos de agua, la explotación de las
riquezas minerales y petroleras, la militarización de la policía y las fronteras, y
la construcción y rediseño de sistemas penitenciarios con un estilo
estadounidense de encarcelamiento masivo.

En términos de actividades militares estadounidenses en Latinoamérica, el


asunto de los bases es verdaderamente la punta del iceberg. Debemos
también considerar la reactivación de la Cuarta Flota de la marina
estadounidense en el Caribe, el rápido aumento de ejercicios militares
conjuntos por todo el hemisferio, los cuales frecuentemente resultan en el
despliegue de bases temporarias y, por lo tanto, móviles y en el flujo constante
de asesores militares. Uno de los métodos más efectivos para evitar el
movimiento anti-bases es a través de lo que podría denominarse una soberanía
de marionetas, por la cual los países desarrollan actividades, políticas, y
acuerdos que tienen la apariencia de independencia de los EEUU mientras
verdaderamente son seguidores de las estrategias y los proyectos
estadounidenses.

Ana Ceceña escribe sobre el sistema global de los Comandos del Pentágono
que garantizan “…una supervisión más detallada de las tierras, mares,
glaciares y poblaciones que componen el planeta Tierra en su conjunto.” Estos
comandos ponen efectivamente a los militares y los aparatos de seguridad de
la mayoría de otras naciones, bajo la coordinación del Pentágono.

Estos "Comandos" representan únicamente un aspecto de este fenómeno.


Como es tan frecuentemente el caso, Colombia es un territorio de prueba para
esta soberanía de marionetas. Por ejemplo, en 2012, los EEUU y Colombia
firmaron un acuerdo de cooperación militar que ha tenido a Colombia
participando en patrullas conjuntas con los EEUU en Centroamérica y África
Occidental. Los EEUU han promovido una asociación entre la OTAN y
Colombia. Colombia se ha involucrado mucho en la formación de personal
militar, policial, judicial y del sistema carcelario por todo el mundo. A lo largo de
la última década, Colombia ha entrenado más de 25.000 personas en otros
países. La mitad ha sido en México, siendo Honduras, Guatemala, y Panamá
los otros destinatarios principales. Debemos mencionar que cuando hablamos
de la “soberanía de marionetas”, esto no implica que los militares colombianos
sean menos capaces o menos profesionales que sus colegas militares
estadounidenses. Claramente el personal militar colombiano es bastante
educado y experimentado en su arte e iguales a sus homólogos
estadounidenses. De hecho, los EEUU han gastado mil millones de dólares en
impuestos precisamente para asegurar el desarrollo de los militares
colombianos como sustitutos altamente eficaces para los objetivos
estadounidenses.

El General John Kelly es el Jefe del Estado Mayor del Presidente


estadounidense Donald Trump y fue anteriormente el Director del
Departamento de Seguridad de la Patria; fue previamente el Comandante de
Southcom. Dando testimonio ante el Congreso estadounidense el 29 abril de
2014, Kelly hizo una declaración alarmantemente honesta y reveladora: “La
belleza de tener una Colombia – son tan buenos socios, especialmente en el
ámbito militar…. Cuando les pedimos que vayan a alguna parte y capaciten a
los mexicanos, los hondureños, los guatemaltecos, los panameños, lo hacen
casi sin hacer preguntas. Y lo hacen por su propia cuenta….. Por eso es
importante que ellos vayan, porque yo estoy -al menos en lo militar- restringido
de trabajar con algunos de estos países debido a las limitaciones que están
realmente basadas en pecados pasados. Y lo dejo por esas.”

La relación EEUU-Colombia ha sido tan exitosa que se ha transformado en un


modelo para las relaciones entre los EEUU y México. Esto incluye el desarrollo
del Plan México y ASPAN (La Alianza de Seguridad y Prosperidad de América
del Norte), un acuerdo que ata a Canadá y México más íntimamente al
Pentágono.

Los militares mexicanos tienen una historia internacional de no intervención.


Pero en una Conferencia en octubre de 2016, Rebecca Chávez, Asistente
Secretaria de Defensa para el Hemisferio Occidental durante la Administración
Obama e integrante del Consejo de Relaciones Exteriores, reveló que “Los
Estados Unidos y México… han dado pasos que han resultado en una
transformación de la relación estratégica.” Chávez explicó que México es la
decimoquinta economía más grande del mundo, tiene un papel creciente en
asuntos internacionales, incluyendo la esfera militar. Ella señaló que México ha
aumentado su misión militar con agregados militares en Indonesia, Irán, Egipto,
Suráfrica y varios otros países y que participó en misiones de paz en Haití y
Líbano. Chávez cita al presidente mexicano Enrique Peña Nieto por reevaluar
el papel de los militares mexicanos, diciendo que, “Incluso antes del cambio,
México se involucró en aproximadamente 40 actividades externas para apoyar
alrededor de 25 socios diferentes… Nuestro primer paso ha sido fortalecer el
diálogo y las relaciones más allá de un enfoque estrecho de seguridad
interna… Otras áreas potenciales de cooperación son América Central y
trabajando juntos para fortalecer el Sistema Interamericano de Defensa ".

Es una idea muy buena que nosotros participemos en el movimiento global


anti- bases militares extranjeras de los EEUU y la OTAN. Pero ante cualquier
victoria que obtengamos estaríamos miopes si no las conectáramos al
movimiento más grande contra el imperialismo y por la liberación. Las
proyectos del Pentágono son adaptables; acuerdos militares, ejercicios
conjuntos, comandos coordinados, son algunas de las maneras para aumentar
e incluso reemplazar la expansión de bases extranjeras.

Últimamente, nuestra lucha contra las bases extranjeras debe ser parte de una
lucha aún más amplia y global, la lucha por la liberación del Imperio. Si nos
deshacemos de las bases, pero no del Imperio, estamos simplemente
cambiando sus formas. En el análisis final, la única respuesta es sacudir el
yugo de la dominación estadounidense/capitalista y poner algo mejor en su
lugar, es decir, con democracia participativa y socialismo. Cada vez que
gritemos el reclamo de “¡No Más Bases!”, entonces respondamos a esa
exigencia con un grito de solidaridad con Venezuela, solidaridad con Cuba,
solidaridad con Bolivia, solidaridad con el pueblo de Puerto Rico y con cada
territorio ocupado; solidaridad con cada movimiento popular y gobierno que se
interponga en el avance del Imperio hasta que ese Imperio sea total y
completamente desmantelado.

(Este artículo es una adaptación de una presentación dada el 13 de enero de


2018 en la Universidad de Baltimore para la Conferencia contra las Bases
Militares de los Estados Unidos y la OTAN)

JAMES PATRICK JORDAN


CO-COORDINADOR DE LA ALIANZA POR JUSTICIA GLOBAL

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