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STOCKHOLM REVIEW OF LATIN AMERICAN STUDIES

Issue No. 3, December 2008

7 Fisuras entre Populismo y Democracia en


América Latina1
Franciso Panizza

Franciso Panizza Ph.D. in Po- Abstract: There is a widely shared view that the contemporary Left
litical Science Senior Lecturer in Latin America can be divided into radical populist and social
in Latin American Politics at the
democratic forces. The paper questions the nature of this division.
London School of Economics,
(LSE)
It argues that populism and social democracy cannot be seen as
opposite sides of the same continuum but as different dimension
of politics, which are relationally defined and redefined by the
political context in which these forces operate. The paper will look
at current forms of populist and social democratic representation
in Latin America and compare with past experiences of the same
modes of representation. It argues that the social, political, eco-
nomic and ideological changes associated with phenomena such
as globalisation and the emergence of more complex identities
have altered relations of representation and affected the nature of
both populism and social democracy in the region. The paper will
illustrate the arguments with references to the various left of centre
and radical populist governments of the region.
Keywords: Populism – Democracy – Rupture – Fundationalism – Leader – Institutions

Franciso Panizza Dr. en Cien- Resumen: Según una visión ampliamente compartida, la izquier-
cias Políticas. Docente en Polí- da latinoamericana puede ser dividida entre fuerzas de carácter
tica Latinoamericana en la Lon-
populista-radical y fuerzas socialdemócratas. En este artículo se
don School of Economics
(LSE)
discute la naturaleza de esta división. El populismo y la social-
democracia no deben ser vistos como polos opuestos del mismo
continuo. En realidad, constituyen dimensiones políticas diferen-
tes, definidas y redefinidas relacionalmente por el contexto po-
lítico en el que operan. El artículo compara las modalidades de
representación de las izquierdas actuales con las de las experien-
cias populistas y socialdemócratas del pasado. Al hacerlo, pone
de manifiesto que los cambios sociales, políticos, económicos e
ideológicos asociados con fenómenos como la globalización y la
emergencia de identidades más complejas, han alterado las rela-
ciones de representación y afectado la naturaleza del populismo
y de la socialdemocracia en la región.
Palabras claves: Populismo – Democracia – Ruptura – Fundacionalismo – Líder – Instituciones

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Introducción nuevas formas de organización social han roto con


Dividir los gobiernos de izquierda y centro-izquier- la anterior tradición política, tanto de la izquierda
da entre populistas y socialdemócratas se ha conver- como de la derecha, en la cual el liderazgo, el frac-
tido en lugar común para considerar la diversidad cionalismo, y la jerarquía eran aspectos dominan-
política de América Latina. Pero tal clasificación po- tes. Partiendo de una concepción del populismo he-
see una alta carga normativa implícita, y no puede redada más de la cruda caracterización ideológica
tener validez absoluta. Para algunos académicos, el de Castañeda que de las complejas elaboraciones de
populismo aparece como una enfermedad recurren- Margaret Canovan y Ernesto Laclau, Motta afirma
te del cuerpo político: los líderes populistas corrom- que una apreciación realista de la práctica demo-
pen las frágiles democracias de la región, y tienen crática de las bases en el proceso venezolano deja
poco que ofrecer para el crecimiento económico y el en descubierto el talón de Aquiles del análisis sobre
desarrollo social. Jorge Castañeda (2006:59) pinta, el populismo en cuanto el mismo es utilizado como
con fuertes contrastes, las diferencias entre social- una estrategia para rechazar y deslegitimar al cha-
demócratas y populistas: vismo (Motta, 2007: 30-35). Sin embargo, no todos
los académicos que apoyan a Chávez rechazan la
“En la actualidad, hay un giro hacia la izquierda en etiqueta de populismo. Laclau (2006: 60), uno de
América Latina, pero no es homogéneo. Aquellos par- los principales investigadores sobre el tema, consi-
tidos de izquierda que surgen de la antigua tradición dera que el fenómeno Chávez tiene todas las marcas
comunista, socialista o castrista (con la excepción de una ruptura populista:
del propio Castro), han cruzado el Rubicón hacia la
economía de mercado, la democracia representativa, el “En el caso venezolano, la transición hacia una socie-
respeto a los derechos humanos y una actitud geopo- dad más justa y democrática requería el desplazamien-
lítica responsable. A este grupo pertenecen el chileno to y la ruptura radical con una élite corrupta y des-
Ricardo Lagos y su sucesora, Michelle Bachelet; el bra- prestigiada, sin canales de comunicación política con 
sileño Luiz Ignacio Lula da Silva; y quizás también el la vasta mayoría de la población. Cualquier avance
uruguayo Tabaré Vázquez…Pero aquellos cuyas raíces demandaba un cambio de régimen. Pero para lograrlo
se hunden en la tradición populista latinoamericana, era necesario construir un nuevo actor colectivo de ca-
como el venezolano Hugo Chávez, el argentino Néstor rácter popular.  Es decir que, en nuestra terminología,
Kirchner, el [entonces] potencial presidente mexicano no había posibilidad alguna de cambio sin una ruptura
Andrés Manuel López Obrador y el boliviano Evo populista. Ya hemos señalado los rasgos definitorios
Morales, son de una especie distinta. Ellos se encuen- de esta última, todos los cuales están presentes en el
tran mucho menos convencidos de los imperativos de chavismo (….)”.
la globalización y la economía ortodoxa, de los valores
intrínsecos de la democracia y el respecto por los dere- El hecho de que dos académicos que apoyan el ré-
chos humanos, y no hacen nada mejor que quejarse del gimen de Chávez tengan puntos de vista distintos
residente de turno en la Casa Blanca”. sobre si se trata, o no, de un gobierno populista, re-
salta la carga política y la naturaleza teórica proble-
Otros académicos rechazan que gobiernos como mática del concepto. La discusión sobre si el popu-
el de Chávez o el de Morales puedan ser descritos lismo y la democracia se reafirman o se contradicen
con la etiqueta de populismo; o, estando de acuerdo ha polarizado a los académicos. Quienes reivindican
con que se trata de populistas, celebran lo que con- el origen democrático del populismo sostienen que
sideran el poder democratizador de los gobiernos tanto el populismo como la democracia se fundan
populistas radicales. Sacando conclusiones de una en el principio de soberanía popular y, por tanto,
investigación empírica sobre la política de bases la distinción entre populismo y democracia sería
en Venezuela, Motta (2007) señala que en ese país problemática. Según sus defensores, el populismo

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tiene una profunda lógica democratizante porque el populismo es incompatible no sólo con el com-
da voz a los excluidos y les promete una inclusión ponente liberal de la democracia liberal, sino con la
radical en un nuevo orden en que la plebe – “los democracia como tal; pero no estoy de acuerdo en
de abajo” – se convertirá en populus – el pueblo que populismo y democracia sean siempre incompa-
soberano – aunque no todo movimiento populista tibles. Sostengo que lo que hace al populismo y a la
necesariamente cumpla con esta lógica. democracia amigos o enemigos es la naturaleza de
Pero otros cuestionan que el populismo, bajo la relación entre el discurso del populismo con los
cualquier disfraz ideológico, pueda tener esta fuer- discursos liberal republicano y de política de base,
za democratizante. En un artículo reciente, Abts y que también son parte de la tradición democrática.
Rummens (2007) sostienen que el populismo es una En este artículo, estas ideas se desarrollan de la
degeneración patológica de la lógica democrática. siguiente manera. La primera sección discute el po-
Basándose en el argumento de Lefort (1986), según pulismo como una lógica política que dicotomiza el
el cual en una democracia el poder es un espacio campo político entre el pueblo y sus enemigos. La
vacío que sólo puede ser ocupado provisionalmen- segunda sección analiza las fisuras entre el populis-
te, estos autores argumentan que, aunque populis- mo y la democracia en América Latina en relación
mo y democracia comparten la idea constitutiva a tres elementos: la noción de ruptura populista, las
de la soberanía popular, sólo la lógica democrática aspiraciones fundacionales del populismo, y las re-
reconoce que la voluntad del pueblo debe ser una laciones entre el líder, el pueblo y las instituciones
construcción continua, que siempre escapa a una políticas. El artículo concluye que llevada a su extre-
determinación final. Mientras la lógica democrática mo la lógica propia del populismo es incompatible
se refiere al locus vacío del poder y a la diversidad con la democracia, pero que también lo son otras
irreducible de la sociedad moderna, la lógica po- lógicas políticas que forman parte del imaginario
pulista abriga la ficción de la voluntad del pueblo democrático cuando son llevadas al extremo, y que
como una identidad homogénea, y, por esto, apunta la compatibilidad entre populismo y democracia
a suprimir la diversidad y a cerrar el espacio del depende de las articulaciones específicas entre la ló-
poder. gica populista, liberal republicana y basista.
Este artículo argumenta que la discusión sobre
las relaciones entre populismo y democracia no se El populismo como lógica discursiva y como principio
puede resolver en términos abstractos. Quienes sos- normativo
tienen que, por dar voz a los excluidos y reivindicar No tengo la intención de retomar aquí en detalle la
la soberanía popular, el populismo es fundamental- discusión teórica sobre el populismo. El concepto
mente democrático, deberían considerar todos los de populismo es uno de los más discutidos en la
casos en que los movimientos y regímenes populis- teoría política y uno de los más usados para expli-
tas no lo han sido. Por otra parte, quienes sostienen car la política latinoamericana. De acuerdo a ciertas
que se trata de una degeneración de la democracia, concepciones del populismo, el mismo estaría cir-
deberían considerar el genuino soporte popular que cunscrito a un período histórico de América Latina
gozan los líderes populistas y dejar de apelar a ar- delimitado aproximadamente por la crisis económi-
gumentos antidemocráticos sobre la ignorancia del ca de los años 30 y el comienzo de la ola de dictadu-
pueblo o la sinrazón de las masas. ras militares de fines de los años 60, un período en
Analizando las relaciones entre populismo y de- que la política estuvo dominada por el liderazgo de
mocracia, mi argumento es que estas relaciones se figuras carismáticas, tales como Juan Domingo Pe-
establecen como fisuras en el mapa político, a través rón en Argentina, Getúlio Vargas en Brasil y Lázaro
de líneas de contingencia que determinan la natu- Cárdenas en México, y la economía por un rápido
raleza de la propia relación. Estoy de acuerdo con proceso de industrialización. Autores como Ger-
Abts y Rummens en que, bajo ciertas condiciones, mani (1962) vieron al populismo como una forma

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de participación política resultante del proceso de zante), son parte central del imaginario político.
industrialización por sustitución de importaciones En el nivel más abstracto, la lógica que subyace
(ISI) característico de la época. Común a muchos al discurso populista se define por la dicotomiza-
de estos estudios es el énfasis en la alianza tripartita ción del espacio social mediante la creación de una
entre el estado, la burguesía nacional y sectores de frontera interna entre el pueblo – los de abajo – y el
la clase obrera organizada corporativamente, que orden existente. Si entendemos el populismo como
sustentaron políticamente al modelo económico basado en una lógica política antes que en una ideo-
entonces vigente (Cardoso y Faletto, 1972; Ianni, logía sustantiva podemos deducir que la cuestión
1975). En tanto la ISI requería la intervención esta- de si un líder, movimiento o régimen es populista o
tal y el compromiso de clases para promover tanto no, no es una cuestión absoluta, sino de grado (La-
la inversión como el consumo, las ineficiencias pro- clau, 2005a: 45). Depende si la lógica populista de
pias del modelo económico, conjuntamente con el dicotomización del espacio social entre el pueblo y
carácter precario y contradictorio del compromiso el status quo domina el discurso político sobre otras
de clases típico del populismo llevaron a un proceso lógicas discursivas, como la lógica participacionista
de crisis económica y polarización política que puso de la política desde abajo, la lógica liberal de las
fin a ambos (O’ Donnell, 1977). diferencias o la lógica republicana de respeto a las
Baste decir a los efectos de este artículo que no instituciones. De aquí se sigue que ningún actor po-
considero que el populismo este necesariamente re- lítico utiliza una única lógica discursiva en todas sus
lacionado con un cierto período histórico, modelo intervenciones políticas, sino que más bien articula
económico, formación social o ideología política. diferentes lógicas de acuerdo a los contextos políti-
Esta precisión es particularmente importante para cos en que opera.
distinguir mis usos del populismo con la lectura Todos los políticos tienen una vena populista
historicista del mismo bosquejada en el párrafo an- (Ardite, 2004: 139), y diferentes lógicas discursivas
terior. La historia latinoamericana contemporánea se complementan o subvierten entre sí. El caso de
ha mostrado que el populismo es un fenómeno re- Lula de Silva es ejemplar: cuando enfrentó sospe-
currente y no simplemente un legado histórico de la chas de corrupción contra su gobierno durante la
segunda mitad del Siglo XX. También ha mostrado campaña electoral del 2006, empleó tanto el discur-
que el populismo es compatible con diversos mode- so populista dicotomizante de los más débiles con-
los económicos, desde la ISI de los años 50 hasta el tra la elite política como el discurso institucional de
neoliberalismo de los años 90 y el “socialismo del las diferencias. Durante un recorrido por el Nordes-
siglo XXI” de los años 2000 y que sus bases sociales te, donde goza un fuerte apoyo entre los brasileros
de apoyo pueden ser también muy diferentes. Fi- más pobres, el Presidente Lula dijo:
nalmente, el populismo es también compatible con
ideologías de signo opuesto, desde el neoliberalismo “La misma elite que llevó a Getúlio [Vargas] a la
de Alberto Fujimori, en Perú, al neo-socialismo de muerte, que sometió a Juscelino [Kubitschek] al mayor
Hugo Chávez en Venezuela. proceso de acusaciones y mentiras, que hizo caer a
En sintonía con Laclau y con los autores que João Goulart, esa misma elite trató de hacerme caer.
adoptan una teoría formal - discursiva sobre este Pero la diferencia en mi caso no es que yo sea mejor,
fenómeno, en este artículo entiendo el populismo sino que tenía [el apoyo de] algo con que ellos no
como un modo de identificación política (un discur- contaban y descubrieron que existía, llamado pueblo
so) que, parafraseando a Kazin (1998), se encuentra brasilero”.2
disponible para cualquier actor político que opera
en un campo discursivo en el que la noción de sobe- Sin embargo, al día siguiente el mismo Lula se refe-
ranía popular y su inevitable corolario, el conflicto ría a la corrupción como el elemento estructural de
entre dominados y dominantes (lógica dicotomi- la política brasilera:

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“No piensen que los males [de la corrupción] son los heterogéneo sólo puede ser representada si el nom-
errores de individuos o partidos. Lo que sucede es bre del líder se convierte en un significante vacío,
el resultado de deformaciones que se originan en la es decir en un significante sin significado: una espe-
estructura política de nuestro país”.3 cie de hoja en blanco que opera como la superficie
para inscribir los deseos, afectos y demandas de los
Es evidente que Lula se presenta a sí mismo, en la diversos miembros del pueblo (Laclau, 2005b: 99).
primera trascripción, como parte del pueblo, ataca- Esta simbiosis esta ejemplificada en la afirmación
do por la elite dominante, que ya habría derrocado a del presidente Hugo Chávez: “Yo soy un poquito
otros presidentes populares; en cambio, en la segun- de todo ustedes” (El Universal de Caracas 12 de
da presenta la corrupción como un atributo inhe- Diciembre 1998, citado en Davila, 2000)
rente al sistema político del cual su propio partido, Hasta aquí, he bosquejado de manera condensa-
el PT, también sería parte. Según el primer discurso, da los bloques conceptuales de la teoría de Laclau
el líder es acusado de corrupción porque como un sobre el populismo: la dicotomización del espacio
outsider se encuentra bajo el ataque del sistema: social mediante la creación de una frontera política
en el segundo, el mismo líder – o mejor dicho, su entre el pueblo – los más débiles – y sus opreso-
partido – es corrupto porque forma parte del siste- res; la ruptura con el orden institucional actual, y la
ma. El acto doble de presentarse, simultáneamente, presencia de un líder que constituye la unidad ima-
como outsider e insider, marca la estrategia política ginaria de individuos heterogéneos. Pero aún hay
de Lula: mientras que el discurso populista, en que algo que falta considerar. Bajo la apariencia de una
se presenta como el presidente de origen popular teoría lógico-formal del populismo, la definición de
atacado por la elite fue, y sigue siendo, parte im- Laclau trasiega el fuerte contenido normativo del
portante de su convocatoria política, sus decisiones mismo: su promesa emanicipatoria basada en la re-
políticas están marcadas por compromisos, alian- cuperación del pleno ejercicio de la soberanía popu-
zas y pactos con partidos que difícilmente se carac- lar en un orden político depurado de sus opresores.
terizan por estar del lado de las clases populares. Como los señala Gerardo Aboy (2006), el populis-
Esto debilita el elemento populista de su discurso; mo es tanto un discurso de ruptura del orden polí-
pero, aunque parezca un caso excepcional, no lo es. tico como un discurso de re-institución del orden
Muchos líderes políticos exitosos utilizan el discur- mediante la constitución de un nuevo orden político
so populista del pueblo contra el sistema al mismo en que, luego de derrotar a sus opresores, el pueblo
tiempo que practican el compromiso y el acuerdo (“los de abajo”) serán los auténticos portadores de
como parte de su acción política. Es tan sólo en la la soberanía: la plebe se convertirá en el demos (los
medida en que la lógica de dicotomización del espa- titulares de la soberanía).
cio social entre el pueblo y sus enemigos es primor- Lo que hace el contenido normativo del populis-
dial para sus prácticas de identificación política, mo compatible con ideologías del signo más diverso
que podemos decir que líderes como Hugo Chávez, es que el pueblo no es una categoría sociológica sino
Evo Morales y Rafael Correa son populistas. una construcción discursiva y como tal definida por
Sin embargo, para Laclau, la dicotomización del su relación antagónica con sus opresores. Así, para el
espacio social y la ruptura con el orden existente peronismo de los años 50, el pueblo eran los desca-
son condiciones necesarias pero no suficientes para misados (la nueva clase obrera industrial de la peri-
la identificación populista. Laclau sostiene que, feria de Buenos Aires), y el enemigo del pueblo era la
puesto que la unidad simbólica del pueblo requiere oligarquía terrateniente; para su reencarnación en el
homogeneizar identidades heterogéneas, este proce- kirchnerismo del siglo XXI, el pueblo son los exclui-
so alcanza un punto en que la función unificadora dos por el neoliberalismo, y su enemigo son los acto-
sólo puede ser cumplida por un nombre: el nombre res políticos internos y externos que lo impusieron en
del líder. Es decir, la unidad imaginaria del pueblo la década de los 90 (Barros, 2006; Slipack, 2007).

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Al privilegiar el momento de ruptura en su teoría Es cuando se busca instituir un nuevo orden políti-
del populismo, Laclau se refiere poco a la promesa co que se hacen evidentes las fisuras entre populis-
del populismo de un nuevo orden: de hecho (2005a: mo y democracia. Porque la construcción del orden
48), advierte la condición ambigua del demos, que en que la plebe se convierte en demos es un proceso
aunque sigue siendo una parte de la sociedad – la de transición de ser un desposeído a representar a
más débil –, se presenta a sí mismo como repre- toda la comunidad. Este proceso plantea al popu-
sentante de toda la comunidad. Pero Laclau sólo lismo las cuestiones esenciales de la democracia, a
reconoce dos posibles consecuencias de la ruptura saber: quiénes son los miembros legítimos del de-
populista: que la frontera interna entre el pueblo y mos, cómo se ejerce la soberanía y cuál es el afuera
sus enemigos sea anulada por la transformación del constitutivo del nuevo orden.
antagonismo en relaciones de diferencia a través de Voy, ahora, a analizar las fisuras entre populismo
la integración selectiva del pueblo al orden estable- y democracia en América Latina. En particular, me
cido o, en su defecto, que el antagonismo populista concentraré en la naturaleza de la ruptura populis-
permanezca activo en la forma, pero cambie su con- ta, en las aspiraciones fundacionales del populismo
tenido ideológico – como sería el caso del cambio y en las relaciones entre el líder, el pueblo y las ins-
del populismo tradicional de Alan García al nuevo tituciones políticas.
populismo de Alberto Fujimori en Perú a principios
de los 90–. Las fisuras entre el populismo y la democracia en
El énfasis ­en el momento de ruptura ignora las América Latina
aspiraciones fundacionales del populismo. La alter- En el caso de la actual ola de populismo en Amé-
nativa entre la institucionalización o la continuidad rica Latina, considero importante, a los efectos de
con un signo ideológico distinto reduce el populis- entender su relación con la democracia, analizar
mo al momento de la ruptura y, como tal, no nos las articulaciones entre el discurso del populismo y,
permite entender la transición del populismo como por un lado, aquellos discursos sobre “la política
el movimiento en las calles que llega a convertirse desde abajo”, y por el otro, con el discurso liberal-
en régimen oficial. Esta dicotomía ciertamente no republicano.
captura las complejas lógicas que están en juego Como argumenté en otra ocasión (Panizza,
en Argentina, durante el gobierno de Perón, o en 2005a), el discurso de “la política desde abajo”
Venezuela, desde que Chávez llegara al poder. Es comparte con el populismo la desconfianza en los
en la tensión entre la ruptura constitutiva del po- partidos políticos y en las instituciones liberales;
pulismo y su pretensión de devolver soberanía al pero, en lugar de privilegiar el vínculo del pueblo
demos donde Gerardo Aboy (2006:15) localiza la con el líder (populista) como encarnación de una
naturaleza específica del populismo en cuanto or- voluntad general, este discurso demanda políticas
den político: horizontales basadas en nuevos actores sociales. Sin
embargo, la lógica de la política de bases no rechaza
“El populismo es una forma específica de negociar la las instituciones de representación, sino que inten-
tensión irresoluble entre una ruptura fundacional y la ta profundizar la democracia incorporando nuevas
aspiración de representar al conjunto de la comunidad. formas de participación que dan voz a las organiza-
Consiste en un movimiento pendular que agudiza las ciones de la sociedad civil en el proceso de toma de
tendencias a la ruptura y las contra-tendencias a la decisiones. También apoya la descentralización del
integración del espacio comunitario, incluyendo y ex- poder y la institución de mecanismos de consulta, lo
cluyendo la alteridad constitutiva del demos legítimo; que limita y complementa las instituciones de repre-
esto es, re-inscribiendo y borrando, a veces alternativa, sentación y disputa el monopolio de la representa-
a veces simultáneamente, su propia ruptura fundacio- ción sostenido por los partidos políticos.
nal”. Por otra parte, el elemento liberal del discurso

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liberal-republicano (O’Donnell, 1998: 113-115) re- sólo tiene sentido económico, sino también político:
alza la importancia de los derechos individuales, los implica romper con el orden político existente. Pero
frenos y contrapesos, la tolerancia de las diferencias esto a su vez plantea nuevas interrogantes acerca de
y el imperio de la ley. Por su parte el elemento repu- cómo definir el orden político: ¿el orden se refiere al
blicano de este discurso privilegia a las institucio- gobierno, al sistema político, al modelo socio-eco-
nes públicas por encima de los líderes individuales nómico o se trata de una combinación de los tres?
y resalta la importancia del espíritu público de los En todos los casos contemporáneos de ruptura po-
actores políticos para conformar y señalar los lími- pulista en América Latina ha habido una denuncia
tes de la vida política. El discurso republicano tam- de los partidos tradicionales, como corruptos, al
bién privilegia los derechos y deberes ciudadanos servicio de sus propios intereses y responsables por
y la responsabilidad de las figuras públicas como las reformas neoliberales que, se alega, han achica-
guardianes del bien común contra los intereses par- do el Estado y empobrecido al pueblo. Este ha sido
ticulares; así como considera las instituciones re- muy especialmente el caso de los discursos de Evo
presentativas, sobre todo el Congreso y los partidos Morales en Bolivia y de Hugo Chávez en Venezuela
políticos, como lugares privilegiados para la activi- (Harten, 2007; Ellner y Tinker Salas, 2007). Pero la
dad política, porque desconfía de la representación denuncia de gobiernos fracasados, y de los partidos
personalista y de las formas de participación que se tradicionales que los sustentan, es una forma limi-
encuentran fuera del espacio público. tada de ruptura con el orden político, que ha sido
Veamos ahora como estas relaciones se articulan compartida por el discurso de líderes de partidos
en tres elementos claves del populismo: la ruptura que no son generalmente considerados como popu-
populista, su pretensión fundacional y la relación listas tales como el Frente Amplio (FA), en Uruguay,
entre el líder, el pueblo y las instituciones políticas. y el Partido dos Trabalhadores (PT), en Brasil.
Ha habido otras formas más radicales de ruptu-
La ruptura populista ra. El discurso populista radical emerge de la aper-
Una manera de entender el cambio político es aso- tura de una brecha entre legalidad y legitimidad en
ciarlo con un nuevo comienzo, un evento que repre- el orden político en ciertos países de la región: los
sente una completa ruptura con el orden existente. gobiernos serían legales en tanto electos constitu-
Esta imagen del cambio es característica del popu- cionalmente, pero ilegítimos porque en la práctica
lismo como de otros discursos: por ejemplo, aque- dejaron de representar a la plebe.4 Las multitudes
llos sobre el anti-colonialismo y la revolución. En el en las calles de Venezuela en 1989, en Argentina
discurso populista el cambio significa una ruptura entre el 2001 y el 2002, en Ecuador en el 2000 y
con la condición presente, asociada normalmente el 2005, en Bolivia entre el 2000 y el 2006 fueron
con graves problemas económicos o crisis políticas; percibidas como la manifestación visible de la pér-
o con gobiernos poco populares o que han perdido dida de legitimidad de gobiernos elegidos democrá-
su legitimidad. Es decir, para el populismo el “cam- ticamente; y eventualmente, también justificaron la
bio como ruptura” es la promesa de un nuevo orden caída de estos gobiernos. La brecha entre legalidad
radical o de re-institución del orden en sociedades y legitimidad se convirtió así en condición para la
que enfrentan graves dislocaciones políticas y eco- ruptura con el orden existente y, al mismo tiempo,
nómicas. en una fisura de la relación entre populismo y de-
De inmediato se plantea la cuestión de qué sig- mocracia.
nifica tal ruptura, con qué se rompe, y en qué tér- Una cosa es negar la legitimidad de un orden
minos se legitima. Todos los discursos populistas político abiertamente opresivo y pregonar la rup-
radicales contemporáneos de América Latina com- tura con este orden. Éste fue un discurso común de
parten su fuerte rechazo contra el neoliberalismo. los líderes de los populismos de los años cuarenta y
Sin embargo, para estos discursos la ruptura no cincuenta en oposición a las autocracias oligárqui-

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cas de la época. Pero en América Latina, con todas caso de Chávez dirigiendo un fallido golpe militar,
sus limitaciones, en las últimas décadas, los órdenes Morales como líder de los sembradores de coca y
políticos han sido democráticos, y en una democra- Correa negándose a presentar candidatos para el
cia el poder se alcanza mediante elecciones. Si, de Congreso, son ejemplos que marcaron la fisura que
acuerdo con el relato populista, la plebe en las calles separaba a estos candidatos del orden institucional.
tenía el derecho de considerar un gobierno impo- Más aún, los candidatos populistas fueron conside-
pular como ilegítimo y derrocarlo mediante ma- rados por sus oponentes como herederos políticos
nifestaciones callejeras masivas, aún nos queda la de la plebe que había roto, en las calles, el vínculo
pregunta sobre cómo legitimar un gobierno que sea entre legalidad y legitimidad, derrocando a los go-
verdaderamente representativo del demos para así biernos elegidos constitucionalmente en los casos
afirmar su derecho al ejercicio de la soberanía. Las de Bolivia y Ecuador, o contribuyendo a su caída en
denuncias sobre la pobre calidad de la democracia el caso de Carlos Andrés Pérez en Venezuela. Pero
“realmente existente” han sido parte importante de también hay que recordar que, con la excepción de
los discursos populistas de nuestra época, así como Chávez, estos candidatos no eran del todo outsi-
las afirmaciones de que una democracia real requie- ders: Morales ya participaba en política como líder
re no sólo elecciones, sino también la implementa- de una asociación legal, los cocaleros, y de un par-
ción de mecanismos de participación directa. Pero, tido, el Movimiento al Socialismo (MAS,) que tenía
en el entorno político de América Latina de fines representación en el Congreso; y Correa había sido
del XX y principios del XXI, la falta de legitimidad ministro de economía del régimen saliente. La am-
electoral hubiera hecho difícil para los líderes popu- bigua condición de los candidatos como outsiders,
listas el pretender encarnar al demos soberano. con un pie adentro del sistema, – o insiders con un
De hecho todos los partidos y líderes populis- pie afuera – hace evidente la dialéctica de exclusión
tas contemporáneos participaron en las elecciones, e inclusión típica del populismo.
y alcanzaron el gobierno mediante los votos. Sin Una de las formas más profundas de ruptura
embargo, la participación electoral conlleva, para el populista está representada en el discurso electo-
populismo, el peligro de volverse parte de un juego ral de Evo Morales en Bolivia y de su partido el
institucional en el cual sólo pueden ocupar el rol Movimiento al Socialismo (MAS). A través de su
diferencial de la oposición antes que el rol antago- campaña, el MAS construyó un antagonismo en
nista de agentes de ruptura. Este peligro varía consi- varios niveles entre el pueblo, por un lado, y la eli-
derablemente de acuerdo a la realidad de cada país. te política tradicional, por el otro. La narrativa del
En países como Bolivia, Ecuador, Venezuela y Perú, MAS representó al pueblo unido en varias formas:
las desigualdades socio-económicas y la exclusión en las protestas masivas contra la privatización del
étnica, proporcionan condiciones fértiles para la gas y el agua que hicieron parte de las luchas con-
recepción de discursos que dicotomizan el orden tra el proyecto neoliberal; en las campañas de los
social. La polarización de la sociedad se manifiesta sembradores de coca que fueron prohibidos de cul-
en la división del electorado: los pobres y excluidos tivar la “hoja sagrada” por la interferencia de los
votan por los candidatos contra el status quo, y las EEUU; y en la identidad étnica de los indígenas bo-
clases medias apoyan a los candidatos identificados livianos que habían sufrido más de quinientos años
con el orden establecido (Latinobarómetro 2007). de exclusión política, económica y cultural (Harten,
La polarización política entre el pueblo – los 2007). Articulando la oposición contra el neolibe-
“excluidos” – y el establishment político se mate- ralismo, contra la intervención extranjera y por el
rializa en la figura de los outsiders políticos, candi- control y la expropiación de los recursos naturales,
datos presidenciales que no siempre se sometieron junto con la conciencia de la exclusión histórica de
a las reglas del juego electoral en el pasado; o que, los indígenas, el MAS construyó una frontera entre
cuando participaron, jugaron con reglas propias. El el pueblo y el sistema político, que puso en cuestión

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la legitimidad de todo el orden social del país, de de la asamblea, sobre su composición y términos
sus instituciones y de su historia. de referencia, así como la lucha por la mayoría re-
querida para la aprobación de disposiciones cons-
El impulso fundacional del populismo titucionales, antes que reparar la fisura la hacen
Las convocatorias para asambleas constituyentes en más evidente. También hace evidente el problema
Venezuela, Bolivia y Ecuador son la expresión de la que enfrenta el populismo para negociar la tensión
promesa fundacional del populismo al mismo tiem- constitutiva entre los principios republicanos sobre
po que exponen la ambigüedad de esa promesa. El la primacía de las instituciones y el principio po-
constitucionalismo se encuentra en el seno de la tra- pulista del pueblo como soberano. Pero ante todo,
dición republicana, con sus raíces en la Revolución las batallas políticas expresan el enfrentamiento por
Francesa y en la Revolución de los Estados Unidos, la inclusión y la exclusión, en que se define quién
que inspiraron los movimientos de independencia puede ser considerado parte legítima del demos, y
en la América Hispana. La constitución consagra la quién no.
soberanía de la nación y la supremacía de las insti- Por eso no es sorprendente que la Asamblea en
tuciones sobre sus titulares que sólo temporalmente Bolivia, establecida para reconciliar al pueblo y re-
las hacen operativas. También asegura la unidad fundar una nación contra la historia de exclusión,
histórica y la continuidad de un país más allá de las se convirtiera en un campo de batalla. Los asuntos
disputas políticas y cambios en el contenido cons- en cuestión en la Asamblea boliviana revelaron las
titucional. fisuras en el seno de las pretensiones fundaciona-
En tanto, en el discurso populista, un nuevo or- les del populismo. ¿Qué significa la ruptura en un
den constitucional es necesario para superar la ten- contexto democrático? ¿Cómo se define al pueblo
sión entre el momento de ruptura – que, si fuera que exige ejercer la soberanía? ¿Cómo reconciliar
reproducido en el tiempo, conduciría a una políti- la heterogeneidad interior entre la comunidad indí-
ca de revolución permanente – y la integración al gena y otro actores del pueblo en el nuevo demos?
orden institucional existente – que, de completar- ¿Son democráticas las demandas por autonomías
se, marcaría el fin del populismo –. Una asamblea regionales y, por tanto, parte del proceso de cons-
constituyente representa el momento de ruptura titución de un demos plural, o son los movimiento
radical que significa el ejercicio inmediato de la so- autonómicos expresión de un otro recalcitrante,
beranía por parte del pueblo: como miembros de ajeno al pueblo? La respuesta a la primera pregun-
la asamblea, quienes integran la plebe pueden aspi- ta depende si se acepta la brecha entre legalidad y
rar a convertirse en el demos. La autoridad política legitimidad en la definición de democracia. La res-
del pueblo es legitimada por la investidura radical puesta a la segunda, define las reglas de legitima-
del poder soberano en la asamblea constituyente, ción y procedimientos para la elección y el trabajo
liberada de cualquier otra fuente de autoridad: con de una asamblea constituyente. Las tensiones por
esta base, el pueblo, como portador de la soberanía, encontrar una respuesta a la tercera suponen el
no sólo tiene el derecho de decidir las reglas para juego inestable de las igualdades y diferencias en el
tomar decisiones en la asamblea, sino también para centro de las identidades populistas. Las diferentes
determinar las reglas del nuevo orden político sin respuestas políticas a la cuarta definen si la relación
considerar ningún precedente ni convención. entre el pueblo y su Otro en el nuevo orden político
Como se ha mostrado en varios procesos de estará dominada por estrategias de exclusión, rege-
reforma constitucional, la promesa de un nuevo neración o negociación.
principio que se invoca para cerrar la fisura entre la
plebe y el demos es al final una ilusión, porque nin- Líder, pueblo e instituciones políticas
gún orden social puede existir sin un afuera cons- La centralidad del líder en los procesos de identi-
titutivo. Las batallas políticas en torno a las reglas ficación populista plantea más interrogantes sobre

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las fisuras entre populismo y democracia. Respon- hay un excedente de significado en los procesos de
diendo a los críticos de la orientación personalista identificación populista en que los líderes, partidos,
del populismo, Laclau (2006: 60) sostiene que el movimientos y gobiernos funcionan juntos o alter-
liderazgo político es central no sólo para el populis- nativamente como superficies de inscripción para
mo sino también para muchos movimientos demo- identidades populistas. La relación del populismo
cráticos y que caracterizar a los líderes populistas con las organizaciones sociales y los órdenes insti-
como antidemocráticos supone un sesgo ideológico. tucionales que encuadran demandas de representa-
Aunque esto puede ser verdadero, se podría argu- ción determinan si la identificación entre el líder y el
mentar que las relaciones entre el líder y el pueblo pueblo es absoluta y todo abarcadora, como Abas
en el populismo son de una naturaleza distinta que y Rummens sostienen, o condicional y constitutiva-
en otras tradiciones políticas, y que esta diferencia mente separada.
hace al populismo incompatible con la democracia. En el populismo clásico latinoamericano, organi-
Como apunta Arditi (2004: 143), en el populismo zaciones sociales subordinadas al estado y marcos
su posición central y su relación directa con el ‘hom- institucionales débiles aumentaron la identificación
bre común’ transforman a los líderes en personajes directa entre el líder y el pueblo. Organizaciones de
cercanos a soberanos infalibles, puesto que sus de- base y marcos institucionales republicanos fuertes
cisiones son incuestionables por el mero hecho de significan que la persona/nombre del líder no mo-
ser suyas. Este argumento es más trabajado por nopoliza la identificación populista y nunca podrá
Abas y Rummens en términos de los supuestos po- cerrar totalmente la fisura entre la plebe y el demos.
pulistas: (i) que la voluntad del pueblo se considera Bajo estas condiciones, las organizaciones sociales
transparente y accesible de inmediato a quienes se retienen grados significativos de autonomía que im-
encuentren dispuestos para escuchar la vox populi; pedirían la sumisión total a la voluntad del líder.
y (ii) que la transparencia de la voluntad del pue- En términos de la relación entre líder y plebe, hay
blo es posible porque el populismo conceptualiza una diferencia significativa en los dos procesos de
al pueblo como una unidad homogénea. Tal como identificación: cuando el líder se dirige a la multitud
Abas y Rummens explican (2007: 415): “Esto signi- en la calle y cuando el líder se presenta como cabeza
fica que los ciudadanos, como comunidad política, de un partido o movimiento político con complejas
constituyen un cuerpo político homogéneo con una estructura de representación. Es en la ausencia de
voluntad singular, la volonté générale. Es importan- mecanismos complejos de representación e identi-
te recordar que la identidad sustancial de todos los ficación a nivel partidario y en las circunstancias
miembros de la comunidad política también abarca que las organizaciones de base son dependientes del
a la identidad de gobernantes y gobernados”. (Én- patronazgo del líder que se pueden levantar serias
fasis añadido.) dudas sobre la naturaleza democrática de lideraz-
Tanto la noción de Laclau como la de Abas y go populista. En fin, cuando se ejerce el gobierno a
Rummens sobre el liderazgo político son proble- partir de principios republicanos, la pretendida uni-
máticas. La postulación del nombre del líder como versalidad de la representación populista se funda
la única posible superficie de inscripción para una sólo provisional y temporalmente en el líder popu-
identificación populista, supone la visión de un lista, en virtud de su investidura institucional. En un
populismo que existe en un vacío histórico e insti- marco republicano, un presidente populista puede
tucional. No se trata de disputar la centralidad de pretender ser líder de la plebe, pero es también el re-
la figura del líder en cualquier proceso de consti- presentante del demos: la esencia de la democracia
tución de identidades populistas; pero las organi- depende de cómo el líder/presidente atraviese esta
zaciones de base, los partidos, los movimientos y fisura.
aún los gobiernos han jugado un rol importante El gobierno de Chávez nos muestra las tensiones
en la historia del populismo. Se puede sostener que entre las formas de identificación republicana y po-

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pulista en el liderazgo populista que se encuentran (Kantorowicz, 1957). Sin embargo, estos autores
en juego en Venezuela. En tanto presidente, Chávez se basan en el supuesto de que la identidad de un
sólo puede presentarse como ocupante provisional pueblo homogéneo y la identidad del líder se cons-
y parcial del locus vacío del poder: como presidente tituyen plenamente aún antes de relacionarse en el
constitucional elegido democráticamente, su lide- proceso de representación; o, alternativamente, con-
razgo en Venezuela se enmarca por su posición ins- sideran esta representación como una transparente,
titucional. En tanto cabeza del Movimiento Boliva- perfecta y directa. En lugar de eso, la representación
riano, es el líder de una sección de la comunidad: la es una relación en que el rol del representante no se
plebe. Pero la representación de toda la comunidad, agota sólo en reflejar la voluntad de los representa-
el demos, es un atributo de la presidencia, y ubica- dos. El líder no representa pasivamente una iden-
do en esta posición Chávez es también presidente tidad popular homogénea preconstituida, sino que
de todos los venezolanos. La escisión constitutiva las identidades de representados y representantes se
entre el líder del Movimiento Bolivariano y el Pre- constituyen en el mismo proceso de representación,
sidente de Venezuela obliga a Chávez a ensayar un que nunca se completa del todo ni alcanza un éxito
acto de equilibrio: escoger entre un marco simbó- final.
lico común para reconocer, a los que él considera Parafraseando y modificando la definición de
como “enemigos” de la plebe, como diferencias le- Groppo (2006), la representación populista tiene
gítimas en el seno del demos, o negar la posibilidad lugar en el espacio dislocado entre el intento del lí-
de todo reconocimiento mutuo entre sus adeptos der de constituir la unidad imaginaria del pueblo y
y sus adversarios, y perpetuar así el antagonismo la imposibilidad última de controlar las reacciones
constitutivo del populismo. En democracia, las elec- del propio pueblo frente a este intento. Quizás, una
ciones periódicas desnudan la escisión republicana manera de entender esta relación, sea pensar la re-
entre la presidencia, como locus permanente del po- presentación no tanto en términos de la metáfora
der, y el titular de la presidencia, como su ocupante del nombre del líder como una hoja en blanco en las
provisional. La derrota de Chávez en su búsqueda que se inscriben las identidades, sino como un eco
de re-elección indefinida – que fue, con todo, so- resonante cuya recepción es distorsionada y trasto-
metida al voto popular –, marcó la tensión entre el cada por los ruidos estáticos de múltiples formas
republicanismo y el populismo en el interior de la preexistentes de identificación. Esto significa que,
democracia venezolana. durante el proceso identificatorio, el pueblo no es
Finalmente, ¿cuáles son las condiciones de enun- un receptor pasivo del eco, sino que se involucra
ciación y recepción de un discurso populista que activamente en la producción de voces que el líder
permita la identificación/des-identificación entre lí- tiene que re-interpretar y re-dirigir en su intento por
der y plebe? Si bien la perspectiva de Laclau sobre mantener la unidad del pueblo. De este modo, la re-
el liderazgo populista necesita considerar el marco lación entre el pueblo y el líder no es necesariamen-
institucional en el cual sucede la identificación, el te la del pueblo como receptor pasivo del discurso
argumento de Abas y Rummens sobre la identidad del querido líder, sino una relación en la que el líder
entre gobernantes y gobernados, en cambio, no con- actúa como un significante al cual se pueden atri-
sidera la naturaleza de las relaciones de representa- buir múltiples significados, y cuya fuerza se siente
ción entre el líder y el pueblo. Si Abas y Rummens tanto en la presencia del orador carismático, como
están en lo correcto sobre la naturaleza totalmente en sus ausencias, silencios y ambigüedades.
abarcadora de la identificación entre el líder popu- En términos prácticos, esto significa que el poder
lista y sus seguidores, como pretendida expresión del líder para imponer un discurso político con un
de la volonté générale, la relación entre un pueblo significado unívoco a una audiencia muy diversa,
homogéneo y su líder no sólo restaura la cabeza del está restringido por las interpretaciones múltiples
rey, sino que incluso fusiona los dos cuerpos del rey de esa audiencia al mensaje del líder. Como resulta-

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do, el líder debe a menudo limitarse a arbitrar entre dacionales, así como la identificación entre el líder
diferentes re-enunciaciones político-ideológicas de y el pueblo.
su propio discurso, buscando apoyos alternativos, ¿En qué condiciones es el populismo compatible
sin hacer jamás una adjudicación última. En buena con la democracia o puede, de hecho, ser conside-
medida este fue el juego político realizado por Pe- rado una fuerza democratizante? Al respecto, no
rón durante su exilio, el cual le permitió mantener existen respuestas inequívocas que nos permitan
el apoyo de sus seguidores desde la extrema derecha resolver la disputa entre populismo y democracia.
a la extrema izquierda (Sigal y Verón, 1988). Pero En conjunto, los asuntos tratados en este artículo
la relación entre el líder y su audiencia también esta nos muestran que la lógica populista conlleva un
marcada por la naturaleza socio-política de la mis- excedente de significado que no puede someterse a
ma. En el populismo latinoamericano clásico de los ninguna consideración a priori de las relaciones en-
años 50, la audiencia del populismo estaba signifi- tre ambas lógicas. Por lo que sostienen Abas y Rum-
cada por una noción del pueblo-nación como un mens, considero que, llevada al extremo, la lógica
agregado homogéneo que dejaba poco espacio para populista es incompatible con la democracia.5 Pero
la autonomía y las diferencias internas, fueran es- esto no nos dice mucho; como ambos autores reco-
tas definidas en términos étnicos, regionales, etc. El nocen (2007: 406), la lógica del liberal-republica-
control corporativista de los sindicatos y otras or- nismo, llevada al extremo, también resulta incom-
ganizaciones populares reforzaba esta homogenei- patible con la democracia. Y no es posible, como
dad y la relación vertical con el líder/movimiento/ lo sueñan los basistas tener un orden democrático
estado. En contraste, las bases sociales del populis- basado solamente en formas de participación desde
mo radical contemporáneo en América Latina son abajo, sin reunir las diversas voces del pueblo en
estructuralmente más heterogéneas y políticamente alguna versión provisional de la volonté générale y
más conscientes de su heterogeneidad en tanto que estableciendo instituciones administrativas y repre-
las organizaciones populares gozan de márgenes sentativas para ejercerla.
más amplios de autonomía. La relación entre Evo La democracia es un significante sumamente
Morales y los movimientos de base que sostienen su complejo, que articula un gran número de lógi-
presidencia nos muestra cómo los líderes populis- cas y tradiciones con una tensión inestable entre
tas, lejos de ser modernos soberanos absolutos que sí. Es posible concluir que la compatibilidad entre
reinan sobre un pueblo homogéneo, son a menu- populismo y democracia está condicionada por
do bricoleurs que enfrentan la tarea interminable las relaciones del populismo con otras lógicas que
de reconstituir la unidad del pueblo fragmentado también son parte del imaginario de la democracia.
étnica y socialmente, y que mantiene márgenes de Considero que tanto la tradición liberal-republica-
autonomía organizacional más elevados que en el na como la tradición de los movimientos de base,
populismo clásico. La dimensión de esta tarea está que son constitutivas del imaginario democrático,
marcada en el caso de Morales por la naturaleza son cruciales para hacer al populismo compatible
del MAS como un partido con una fuerte cultura de con la democracia. En la medida en que la lógica
movimientos de base, lo que condiciona y restringe populista se mantenga en contrapeso con la lógica
la capacidad del líder para controlar desde arriba la del liberal-republicanismo y la lógica de movimien-
recepción de su propio discurso. tos de base, el populismo puede convertirse en una
fuerza democratizante. Pero si estas tradiciones es-
Conclusiones tán ausentes o muy debilitadas, la pretensión popu-
En este artículo se ha examinado la lógica populista lista de haber cerrado la fisura entre plebe y demos
a la luz del actual resurgir del populismo en Améri- por medio de la figura del líder constituye un grave
ca Latina. Se ha considerado la ruptura populista en peligro para la democracia. Se puede sostener que
términos de sus componentes antisistémicos y fun- la tensión entre las tres lógicas se encuentra en el

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seno de la democracia, y la convierten en una cons- Laclau, E. (2005a) ‘Populism: What’s in a name?’ In F. Panizza
trucción sin fin. (Ed.) Populism and the Mirror of Democracy, London: Verso
pp. 32 – 49.
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1 Traducción de Juan Guijarro Latinobarómetro (2007) Informe Latinobarómetro 2007.
2 Lula diz que, sem reforma, novos escândalos surgirão’, Folha de Santiago de Chile, Banco de Datos en línea, accesible en:
São Paulo, 24 July 2006. www.latinobarometro.org (último acceso el 22 de julio del
3 Ibid 2008).
4 Debo la distinción entre legalidad y legitimidad a Gustavo
Lefort, C. (1986) The Political Forms of Modern Society.
Bonifaz.
5 He desarrollado este argumento en Panizza (2005b) Bureaucracy, Democracy, Totalitarianism. Cambridge: Polity
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