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MI MAMA ME DEBE

El otro día estuve leyendo un informe detallado y completo acerca de los cambios en las costumbres familiares
colombianas, y al final saqué calculadora, eché números y llamé a mi progenitora.
-- Mamá --le dije--: me debes 30 millones de pesos. En realidad me debes 30 millones 908 mil pesos, pero te rebajo el
pico porque soy un buen hijo.
Mi mamá se sorprendió un poco con la noticia, pero no perdió la compostura. Entre sus hijos hay por lo menos uno
que es mucho peor que yo, así que ella ha desarrollado cáscara de cocodrilo (casi digo de elefante) para estas
situaciones.
-- A ver --contestó-- explíqueme por qué, y luego veré si le giro todo en un solo cheque o si le extiendo un pagaré a 24
años.
Cuando mi mamá me llama de usted es porque la cosa es seria. Era evidente que el tema no le gustaba. A pesar de
todo, le expliqué, como ella quería. Según los estudios, hoy en día los jóvenes colombianos permanecen en casa hasta
los 30 años. De esta manera se ahorran arriendos, muebles, servicios, ropa y comidas, todo lo cual corre por cuenta de
los taitas. Como yo salí del hogar paterno a los 21 para contraer gripa y matrimonio el mismo día, y montar casa aparte
al día siguiente, mis predecesores me deben el equivalente a nueve años. Siendo mi mamá cabeza de familia, por
fallecimiento del esposo suyo y padre mío, a ella le toca indemnizarme.
Ahora bien: a cuánto debe subir la indemnización? Podría haber exigido una suma estrafalaria de daños y perjuicios,
pero como mi mamá no es la Electrificadora del Atlántico sino una persona de recursos muy apretados, opté por el
salario mínimo. Meritos 286 mil pesos mensuales que, multiplicados por los nueve años de ausencia, dan casi 31
millones. Con el descuento motivo madre, 30 millones cerrados.
-- Interesante --contestó mi mamá--. Pero resulta que yo también leí el mismo informe, y me enteré de algunas cosas
muy curiosas. Por ejemplo, supe que el 67 por ciento de los jóvenes que trabajan contribuyen al presupuesto familiar
con porcentajes de sus ingresos que oscilan entre el 30 y el 90. Y me puse a pensar que usted nunca nos dio un solo
peso, a pesar de que empezó a trabajar a los 17 años. De manera que, echando cifras, nos debe unos 48 meses de
ayudas al presupuesto familiar.
No era justo. Yo siempre he proclamado con orgullo que desde el día que obtuve (todavía no sé bien cómo) mi cartón
de bachiller, me pagué mis gastos, mis estudios y mis libros. A partir de los 17 años dejé de ser una carga para la familia.
Ahora mi mamá sugería que eso no bastaba: habría podido arrimar la canoa y girarles entre el 30 y el 90 por ciento de
mi sueldo de redactor principiante en EL Tiempo.
-- Mamá --le dije con un poquito de exasperación--: en el periódico me pagaban 1.500 pesos al mes. Si quieres
multiplicamos eso por 48 meses, y cruzamos cuentas. Descontados los 72 mil que te debo, tendrías que girarme 29
millones 928 mil pesos.
-- Cómo le agradezco la rebajita, mijo. Lo malo es que también leí que, con la valorización, un sueldo de 1.500 pesos de
entonces equivale a uno de millón y medio hoy en día. De modo que estamos hablando de 72 millones que me debe,
sin contar lucro cesante ni intereses.
-- Setenta y dos millones! --exclamé indignado.
-- Está bien: se lo dejo en 70. Quiero cheque al portador por la suma completa, ojalá mañana. Y colgó.
Yo no estaba dispuesto a entregarme, así que releí el informe y descubrí que el 18 por ciento de los jóvenes que salen
del hogar paterno vuelven a él, y la mayoría de ellos lo hacen con cónyuge e hijos.
Decidí declararme miembro de ese 18 por ciento y dos días después, en vez de llegar con el cheque al apartamento de
mi señora madre, me presenté a pedir posada permanente y alimentación con mi mujer, mis hijos y mis nietos. Pero ni
siquiera pude entrar. En la puerta había un letrero que decía "Se arrienda".
Averiguando con los vecinos, pude saber que mi mamá se había trasteado la víspera porque descubrió que el segundo
de mis hermanos se marchó de la paterna morada cuando tenía 32 años de edad. Mi mamá estaba instalada en la casa
suya, y anunció que no regresarúa antes de los 24 meses de techo y manutención que mi hermano le debía.

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