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DEBATE SOCIOEDUCATJVO
Editorial Gedisa ofrece -
s los siguientes títulos sobre
i
" COLECCION
DEBATE SOCIOEDUCATIVO
Dirigida por Juan Carlos Tedesco
por
David Perkins
o-edisa
<_> editorial
Título del original en inglés:
Smart Schooís. From Training memorias to educating minds
Publicado por The Free Press, Nueva York
© 1992 by David Perkins
ISBN: 84-7432-560-9
Depósito legal: B. 7179-2001
Impreso en España
Printed in Spain
A g r a d e c im ie n t o ............................................................................................................. .13
L La escu ela in te lig e n te ........................... ........................... .15
Cómo usar lo que sabemos ....................... ............................ .16
Las metas: hacia un conocimiento generador..................... .17
Los medios: el aprendizaje reflexivo....... ............................. .20
Los antecedentes: las oscilaciones del péndulo,..,..... ......... ,21
Las perspectivas: poner en práctica lo que sabem os......... .24
Las conexiones: los problemas vistos desde una nueva
perspectiva......... ............................................ .................... .26
La misión: escuelas inteligentes........................................... .29
B ib l i o g r a f í a .....................................................................................................245
In d i c e t e má t ic o ...............................................................................................255
i
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I
1
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í
A mis alumnos Ted, Alicé y Tom
Agradecimiento
Sé lo que tengo que hacer guiándome por los ejemplos. Si hay dos
.números, sustraigo. Si hay muchos números, sumo. Si sólo hay dos y uno
es menor que el otro, el problema se pone difícil. Entonces divido y veo
si el resultado da justo. Si no da justo, multiplico.
Causas alarmantes
U na consecuencia alarmante
Enseñar es imposible. S i s u m a m o s t o d o lo q u e se e s p o r a de u n m a e s t r o
medio y tomamos n o t a de las c i r c u n s t a n c i a s e n la s q u e d e b e n ll e v a r s e
a cabo esas actividades, la s e x ig e n c ia s s o n t a n t a s y t a n a lt a s q u e n i n g ú n
individuo podría cumplirlas. Sin e m b a r g o , l o s maestros e n s e ñ a n .
En la mayoría de los trabajos hay una brecha éntrelo que sería deseable
y lo que es posible. Uno se adapta. La tragedia que sufren los profesores
de la escuela secundaria es que esa brecha es un abismo que no se puede
atravesar mediante ajustes razonables y sensatos. Aun. después de
hacer hábiles arreglos y concesiones devastadoras — como dedicar
solamente cinco minutospor semana a corregir el trabajo escrito de cada
estudiante y un promedio de diez minutos para planificar cada clase de
cincuenta y tantos minutos—, la tarea resulta agobiante: una semana
laboral de sesenta y cuatro horas.
¡ó R ev isión de la T eoría U no
La instrucción didáctica
Entrenamiento
La enseñanza socrática
La perspectiva evolutiva
L A E N S E Ñ A N Z A Y E L A P R E N D IZ A J E :
L A T E O R Í A U N O Y M Á S A L L Á .D E L A T E O R Í A U N O
M é t o d o v á lid o b á s ic o
• L a s tr e s e n c a m a c io n e s d é l a T e o r ía U n o . Instrucción didáctica,
entrenamiento, enseñanza socrática.
O t r a s o p c io n e s
• L a e le c c ió n m á s im p o r ta n te : q u é p r e te n d e m o s e n s e ñ a r . Se
deben enseñar las actividades elegidas como objetivos. Los métodos
pedagógicos — instrucción didáctica, entrenamiento, enseñanza
socrática u otros— pueden variar según los resultados buscados y
deben satisfacer los principios de la Teoría Uno.
^ a 2 + b2 = a + b
“Y no es así."
“Correcto, lo entendemos; pero nuestra pregunta es ¿p o r q u é no
es así? Parece como si debiera ser .así.”
La pregunta me sorprendió. AI orí' jip‘ o no *u] ' - '
derla. Si me hubieran preguntado >or qué ce ' r e ación
matemática, habría intentado ofrecti ui-a djir.or.rari . *• I nonos
una explicación cualitativa. Pero, ¿po~ que orín :eIoci''n r > válida?
Bien, simplemente porque no lo es. E >r.j s. t ip” ca.
Entonces se me ocurrió una ideo y se la transmití ton sumo
agrado. Les expliqué por qué la pregun i o a i " c y p ~ - . . ' /isiór-
del mundo déla matemática era distil <a Je 1i oír S‘ r> n 11 ' n me
dedico a la educación y a la psicolog-'n r " r u'
matemático. La experiencia me H •
validez de una relación matemática se _vq 'ir o j r j,rr : *
relaciones que “parecen validas”, como la que mencionamos al princi
pio, a menudo no lo son. El universo de relaciones aparentemente
válidas está lleno de pajay el aparato deductivo de la matemática debe
separarla del trigo.
i Ahora bien, la experiencia matemática de mis interrogadores
había sido muy diferente. Jamás se vieron obligados a construir
sistemas matemáticos. En general, habían aprendido el contenido de
la matemática, las bellas y numerosas relaciones matemáticas que
son válidas. Por lo tanto, era natural que creyeran que las relaciones
que parecen válidas lo fueran efectivamente y que reaccionaran
sorprendidos cuando una relación de validez aparente traicionaba sus
expectativas.
En resumen, aprendí que mis interrogadores y yo teníamos
maneras diferentes de comprender no sólo la raíz cuadrada sino algo
mucho más amplio: la empresa total de la matemática. Ellos conside
raban que la tarea de la matemática consistía en verificar formalmen
te relaciones que parecen correctas y que probablemente lo son. Yo, en
cambio, consideraba que la tarea de la matemática consistía en
extraer de un océano de posibles relaciones aquellas pocas que son
válidas. Son estas últimas las que necesitan explicación, y no las
inválidas.
La moraleja de esta historia es que la comprensión posee múlti
ples estratos. No sólo tiene que ver con las datos particulares sino con
nuestra actitud respecto de una disciplina o asignatura. El episodio
que acabo de contar es un testimonio de los peligros que entraña una
visión demasiado atomista de la enseñanza, una visión que no preste
atención a cómo los datos y conceptos individuales forman un mosaico
más amplio que posee un espíritu, un estilo y un orden propios. Si la
pedagogía de la comprensión significa algo, significa comprender cada
pieza en el contexto del todo y concebir el todo como el mosaico de sus
piezas.
“Pedagogía” es una palabra erudita que denota el arte de en
señar. Una pedagogía de la comprensión sería el arte de enseñar a
comprender. Y eso es en gran medida lo que necesita la educación.
Recuérdese el “síndrome del conocimiento frágil”, del cual hablamos
en el capítulo dos: según numerosas investigaciones, los jóvenes en
general no entienden muy bien lo que están aprendiendb. Se aferran
a conceptos erróneos y a estereotipos. Y a menudo los desconciertan
las ideas difíciles: el modo subjuntivo, la indecisión de Hamlet, el
principio de desplazamiento de Arquímedes, por qué hace más calor
en verano, por qué la esclavitud fue tan tenaz en el Sur de los Estados
Unidos. Sin duda, todos queremos enseñar a comprender y a menudo
creemos hacerlo. Pero en general no es así.
El capítulo anterior concluía con una moraleja: lo más importan
te es decidir qué pretendemos enseñar. Para desarrollarla capacidad
de comprensión se necesita algo más que un método superior. Hace
falta enseñar algo más y algo distinto. Para mejorar la capacidad de
comprensión, debemos enseñar otras cosas.
Pero, ¿qué tipo de cosas? ¿En qué consiste la comprensión?
NI .'a s de comprensión
t
i
Más eficaces aun son los diagramas que se mueven, pues brin
dan al alumno algo más cercano a la experiencia del movimiento
new toniano. Afortunadamente, disponemos de este tipo de diagramas.
Los psicólogos de la educación Barbara White y Paul Horwitz crearon
un entorno de computación llamado ThinkerTools, que proporciona a
los alumnos un mundo newtoniano con el cual pueden jugar. En dicho
entorno, se puede aumentar, disminuir o eliminar la fricción. Se
puede conectar y desconectar la gravedad y cambiar su intensidad.
Los puntos se mueven según los impulsos aplicados por el usuario,
siguiendo las leyes de Newton en cada momento. Los objetos en
movimiento pueden dejar copias de sí mismos en cada segundo para
indicar los cambios de dirección y de velocidad. El entorno ThinkerTools
muestra claramente el movimiento newtoniano, permite a los alum
nos manipularlo y destaca las principales características del mismo
por medio de dispositivos notacionales adicionales. En otras palabras,
ThinkerTools permite que los alumnos construyan una mejor imagen
mental del movimiento newtoniano. Las inve: 'ilaciones realizadas
con el entorno ThinkerTools han revelado que los estudiantes logran
comprender mucho mejor el movimiento newtoniano con este método
que con la instrucción tradicional.
ThinkerTools es un ejemplo entre muchos otros. Re ha compro
bado que, si se las elige cuidadosamente, las representaciones propor
cionan a los alumnos imágenes mentales que mejoran su compren
sión. El psicólogo de la educación Richard Mayer informó reciente
mente sobre una extensa serie de experimentos en los que se enseña
ban los conceptos científicos tanto con métodos convencionales como
con algún tipo de modelo conceptual, que por lo general consistía en
una representación visual que ilustraba de manera sencilla el signi
ficado y el uso del concepto. Por ejemplo, en una lección sobre el radar
se incluyó un diagrama que mostraba el pulso de un radar saliendo de
la fuente, golpeando un objeto, rebotando en él y volviendo a la fuente,
y que medía el tiempo del recorrido para determinar la distancia. En
una lección sobre el concepto de densidad se enseñó el vol umen por el
número de cajas de igual tamaño y la densidad por el número de
partículas de igual masa en cada una de las cajas.
Mayer descubrió que la memorización literal de’ ns conceptos p or,
parte de los alumnos no variaba demasiado, se usaran o no modelos
conceptuales. Pero cuando los modelos conceptuales formaban parte
de la lección, se recordaba más la esencia del mensaje. Además, los
alumnos se desempeñaban mucho mejor en aquellos problemas que
les exigían extrapolar a partir de lo que habían aprendido (nuevamen
te actividades de comprensión). Tales ventajas eran útiles para los
alumnos más flojos pero no para los más aplicados, los cuales,
aparentemente, construían sus propios modelos conceptuales. Curio
samente, Mayer descubrió también que los modelos conceptuales
presentados después de una lección no producían efectos positivos.
Según Mayer, los modelos presentados después de una 1ección a fin de
esclarecer un concepto tropezaban con las ideas ya formadas.de los
estudiantes y no lograban penetrar en ellos.
Temas generadores
La naturaleza d e l a comprensión
Enseñar a comprender
Niveles de comprensión
Pasiones intelectuales
Pero gen eralm en te las escu elas no dan razones para que el
corazón las escuche. En In the Ñame ofExcellence, un examen sobre
la reforma escolar, Robert Toch se refiere con inquietud a la negligen
cia general respecto del lado humano de las escuelas. Utiliza las
palabras de los adolescentes para acusar a un sistema que los aparta
de la educación e incluso los enemista con ella: “¿La escuela? Sólo es
un pretexto para huir de los problemas hogareños. Los chicos no
vienen a aprender: simplemente vienen”, dijo un estudiante de Cali
fornia, de nivel secundario inferior. Otro, perteneciente al nivel
secundario superior, lo expresó así: “Sólo estoy haciendo tiempo”. En
cuanto a los intentos por reformar la escuela, Toch nos advierte:
Enseñar a transferir
Una premisa pedagógica elemental dice que no se aprenden
fracciones aritméticas para aprobar un examen ni se diagrarpao
oraciones por el mero gusto de hacerlo, Al menos desde un puntd de
vista ideal, las asignaturas se vinculan entre sí y también se vinculé n
con la vida fuera de las aulas.
Esto se relaciona con uno de los temas más importantes y
polt . >03 de la psicología del aprendizaje: el problema de la transfe-
reiK- “Transferir” significa aprender algo en una situación determi
nad: y luego aplicarlo a otra muy diferente; digamos, aplicar la
m at...-.ática que se aprende en la escuela en la clase de física o en el
sup n . íercado. Pero el problema, para los educadores, es que a
menudo la transferencia no se produce. Los profesores de ciencias, por
ejemplo, se quejan porque tienen que volver a enseñar matemática a
sus alumnos, aunque éstos aparentemente se manejan bien en las
clases de esa asignatura. ¿Por qué entonces sus conocimientos mate
máticos no han podido pasar al área de la física?
Para contar gráficamente la historia de la transferencia tal como
ha sucedido a lo largo del tiempo, voy a referirme a tres teorías: la
teoría de la pastora confiada, la teoría de la oveja perdida y la teoría
del buen pastor.
Guiar la transferencia
Id e a s c l a v e p a r a l a e s c u e l a in t e l ig e n t e
C U R R ÍC U L U M : L A C R E A C IÓ N D E L M E T A C U R R ÍC U L U M
Supongo que podría decir que soy una persona inteligente. Por !o
general, obtengo buenas calificaciones. Sin em bargo, sé que no estoy
preparada para lograr lo que deseo y eso me preocupa. Me siento com o
una cinta grabadora que repite y repite lo que oye. Y eso me asusta...
Cum plo con m i tarea pero m e falta m otivación. Aprobé con buenas notas
el exam en sobre Iow a y los exám enes estatales, pero siem pre usan el
m ism o m étodo de selección m últiple. Pienso que cuando deje la escuela
y nadie m e alcance el cuestionario con la inform ación y las pregun tas me
sentiré perdida.
L a escuela no es nada realista en ese aspecto. Los estudiantes que hacen
las cosas bien con frecuencia sólo repiten lo que dice el profesor...
El efecto “oportunista”
Muchos de los ejemplos precedentes nos resultan familiares. Si
hay algo n uevo, no son las ideas específicas sino el modo de verlas.
Ellas son parte de la misión de redistribuir más ampliamente la
cognición en las escuelas y constituyen un enfoque de la educación
centrado en la persona más el entorno, que propone diversas maneras
de reorganizar el proceso de aprendizaje.
Sin embargo, para que las cosas no pa rezean tan u tópicas, existe
un factor fu n d a m en ta l que amenaza toda la em presa y que denomino
el efecto “oportunista”.
El efecto oportunista es la creencia de muchos reformadores en
el impacto que tienen las nuevas tecnologías u otras innovaciones,
tales como el aprendizaje cooperativo y la tu toría en tre pares. Dicha
creencia puede enunciarse en una simple oración: cuando les clamos
oportunidades que están al alcance de su mano, los alumnos las
aprovechan.
Por ejemplo, el efecto oportunista supone que si pon em os a
disposición de los jóvenes escritores un procesador de palabras, éstos
aprovecharán la oportunidad para hacer una revisión estructural de
sus relatos y ensayos, lo cual es muy engorroso si se lo hace con lápiz
y papel. También supone que si los familiarizamos con los lenguajes
de programación, harán analogías útiles entre la programación y
otras áreas del conocimiento, transfiriendo las habilidades de un área
a otra. O que si formamos grupos cooperativos dentro de ln clase, los
estudiantes aprovecharán la ocasión para adoptar pautas de apoyo
mutuo respecto del pensamiento y del aprendizaje. Y así sucesiva
mente.
En síntesis, creer en el efecto oportunista es creer en el oportu
nismo inmediato del organismo humano. Su pronóstico se reduce a lo
siguiente: para promover el cambio, todo lo que tenemos que hacer es
instalar estructuras físicas o sociales (procesadores de palabras,
grupos cooperativos, etcétera) que brinden oportunidades. A medi
da que los alumnos las aprovechen, el cambio se producirá natural
mente.
El problema que presenta el efecto oportunista es que no se
produce, al menos n o con certeza ni en el corto plazo. U n ejemplo típico
es el efecto de los procesadores de palabras en las redacciones de los
estudiantes. Simplemente es falso que los estudiantes tiendan a h acer
revisiones estructurales de sus textos cuando se les ofrece esta fa
cilidad. Por el contrario, se inclinan a usar el procesador para revisio
nes menores y puntuales, como corregir la ortografía.
Tampoco es cierto que organizar a los jóvenes en gru pos coope
rativos produzca réditos notables e inmediatos. Al principio, los
participantes no saben cómo trabajar en grupos. Además, ciertas
estructuras grupales son más eficaces que otras para mejorar el
rendimiento. Si bien el mero hecho de dividir a los oAorP,antes en
grupos crea ia oportunidad de colaborar, lo que siga l u e g o dependerá
de mucho más que la simple existencia de la oportunidad.
Una vez reconocido el carácter no automático del tan deseado
efecto oportunista, es fácil encontrar las razones que justifican el
fenómeno. Veamos algunas de ellas.
O p ortu n idades n o reco n o cid a ». Los alumnos que han tenido
pocas oportunidades de hacer revisiones estructurales de sus textos,
ni siquiera reconocen su importancia . No hay nada en su experiencia
que los induzca a aprovechar la opori anudad. En cambio, las personas
acostumbradas a escribir “a la imb' a i" y ce. w vi ’ ' "oave
nientes de una revisión hecha a xm u o u i ' i >ná ja n\ ri ' ,
usarán de inmediato esos recut..os. TV mgla g i *r \ las e as
oportunidades que ofrece toda innovación no acvt, idas p ' oz
principiantes.'
1*) ¿Cuánto es la mitad de una fracción? 2S) ¿Por qué usamos fracciones?
3S) ¿Qué tienen que ver las fracciones con la matemática? (sic ) 49)
¿Tienen que ver con alguna otra cosa?
La e con om ía d e la fu en te y la o p c ió n ú n icas
La co b e rtu ra d e la información
Las escuelas Comer ilustran la idea de que una de las claves para
lograr una economía cognitiva más intensa en el alumnado es el
desarrollar una economía cognitiva más intensa entre los adultos
vinculados con la escuela. En muchísimos establecimientos urbanos,
los directores y maestros cumplen con sus responsabilidades como si
fueran sonámbulos, agobiados y desanimados por las constantes
presiones y problemas. Las escuelas Comer dan cabida a los padres y
los incluyen decididamente en las tareas que incumben a] pensamien
to y «al trabajo escolar, y reavivan los intereses de todos, pidiéndoles
que se conduzcan reflexiva y responsablemente no sólo respecto de la
escuela en general, sino de cada niño en particular.
Existen, por supuesto, muchos otros modelos para reestru _tu raí-
las escuelas. Pero la reestructuración no es tarea sencilla. Demasia
dos escollos obstruyen su camino: actitudes y expectativas profunda
mente arraigadas, libros de texto limitados, directores autoritarios,
etcétera. A menudo, las escuelas se encuentran atrapadas en una
maraña de normas y procedimientos burocráticos tan antiguos como
la gota de ámbar que atrapó al insecto hace cientos de años. Pero«¡ - ¿
ninguno de estos mecanismos tenga la incidencia de la evalu e;o i
convencional, un tema que trataremos en d próximo punto. ¡:,
El examen equivocado
„ El conflicto de intereses inherente al dilema en que se hallan los
maestros en el aula convencional no ha pasado inadvertido. En
realidad, existe una solución muy conocida por todos: los exámenes
externos. Con esto quiero decir que en un punto clave de la enseñanza
—digamos, ai finalizar la escuela primaria— un cierto tipo de examen
es declarado la evaluación oficial del rendimiento del alumno. Los
docentes no planean el examen pero pueden calificarlo, si se dan las
condiciones para que lo hagan con objetividad. Los alumnos deben
aprobar la evaluación para pasar de grado.
Es fácil deducir de qué manera esto disuelve el conflicto de
intereses que sufren los maestros. Una vez instalados los exámenes
externos, el docente ya no se encuentra en una posición que lo obliga
a contemporizar, exigiendo menos “moneda cognitiva” de los alumnos
a fin de asegurarse de que la mayoría pasen de grado. Los alumnos se
deben preparar para rendir bien los exámenes externos y el maestro
debe ayudarlos para que casi todos los aprueben.
Desde luego, no siempre maestros y alumnos reciben con bene
plácito las presiones impuestas por el sistema de exámenes externos.
Incluso cabe la posibilidad de que el sistema se maneje de un modo
torpe o autoritario. Los ocasionales exámenes externos no reempla
zan, en última instancia, las pruebas más frecuentes tomadas por los
maestros para seguir de cerca el progreso de sus alumnos. Sin
embargo, es importante reconocer hasta qué punto liberan a los
docentes, permitiéndoles impartir la instrucción en estrecho contacto
con los estudiantes.
Siguiendo este esquema, alumnos y maestros reflexionan cuida
dosamente sobre los requerimientos del examen y el docente trata de
enseñar con vistas a cumplirlos. “¡Ajá! ¡Conque enseñando para la
evaluación. Eso sí que está mal!”, es posible que alguien exclame.
No necesariamente. No hay nada malo en enseñar para un
examen, dado que los exámenes prueban los resultados que uno
r e a lm e n te d e s e a obtener.
El problema con la táctica de la evaluación externa es que el
examen tíjníejun'carácter típicamente reduccionista, reflejando una
idea de la educación basada en la búsqueda trivial y dando prioridad
a la retención .del conocim iento^por medio del sistema de selección
múltiple o el de llenar los blancos, que tienden a generar un conoci
miento inerte— y a la ejecución de algoritmos. Cuando los maestros
enseñan para estas pruebas, los alumnos obtienen mejores resulta
dos, pero no “mejores” respecto de la cognición compleja que estamos
buscando.
Descalificar los exámenes externos se ha transformado en uno
de los deportes favoritos del ambiente pedagógico. Se dice que son muy
malos. Que impulsan el sistema. Que si no fueran tan malos, vaya y
pase. Pero, ¿por qué son tan malos? :
Además de planificar exámenes mejores (véase la próxima
sección) es conveniente entender por qué esas evaluaciones son
tan malas. Por cierto, no lo son por casualidad o estupidez, sino
porque responden a determinados factores de la economía eogni-
tiva. En primer término, el dinero forma parte de la economía
eognitiva y las pruebas más flexibles y cognitivamente exigentes
resultan más costosas de administrar y calificar.
También hay factores que inciden y que son más nocivos pero
menos obvios. En primer lugar, la implantación de exámenes externos
como una especie de filtro para obtener el certificado de estudios no
soluciona el conflicto de intereses que sufren los maestros. Simple
mente, “promueve" el conflicto a niveles jerárquicos más altos, sea el
sistema escolar, sea el Estado. Pues bien, ahora es el sistema escolar
o el Estado el que determina qué clase de exámenes se utiliza y cuál
es el puntaje mínimo para aprobarlos. De modo que ahora son ellos los
que sufren la presión —en favor de evaluaciones más simples y
directas— de los padres, maestros, directores, consejos escolares y
dirigentes del gobierno, todos ellos interesados en el progreso de los
estudiantes.
Desde luego, esas presiones nunca se ejercen bajo la forma de un
pedido directo de “indulgencia”. Pero el sistema de exámenes que
parece “esotérico”, cjue no se adecúa a la actitud popular respecto de
la “importancia de la ortografía”, que formula preguntas en aparien
cia caprichosas e ininteligibles para los padres y que no produce un
número “razonable” de graduados, suele juzgarse injusto, racista e
inoperante. Por su parte, quienes lo implantaron pueden perder sus
puestos o las elecciones.
Esto no significa que los exámenes externos impuestos por el
sistema escolar o el Estado constituyan una mala idea. Los niveles
jerárquicos que trascienden el cuerpo docente de la escuela son,
probablemente, más capaces de mantener el rumbo global. De modo
que la transferencia del conflicto a niveles superiores al aula resulta
en definitiva beneficioso para la educación. Sin embargo, no debe
mos engañarnos y pensar que el conflicto de intereses ha desapare
cido.
Además de este problema, existen otros. Los exámenes exigen
tes desde el punto de vista cognilivo complican las cosas. Cuando la
evaluación es directa —hechos y procedimientos de rutina— los
maestros saben muy bien cómo enseñarla. Pueden formar asociacio
nes muy efectivas con los alumnos, ayudándolos a dominar los temas
y a superar las dificultades. Por otra parte, los libros de texto
alimentan sutilmente el proceso, aportando montones de hechos y
pilas de problemas al final de cada capítulo.
No.obstante,.cuando el examen exige.actividades que implican
una cognición. compleja, a menudo los maestros no saben cómo
enseñarlo. Esto es comprensible, pues ni la educación que reciben
apenas ingresan a la escuela ni los textos que usan les suministran
mucha información sobre actividades complejas tales como las activi
dades de la comprensión, analizadas en el capítulo 4, o las clases de
pensamiento que discutimos en el capítulo 5.
Luego, tomar exámenes que requieren una cognición compleja
sin reorganizar primero la instrucción es la mejor receta para provo
car la catástrofe. En tanto que la evaluación reduccionista y simple
impulsa el sistema, la evaluación cognitivamente exigente no lo hace
por la sencilla razón de que el sistema es incapaz de responder. El
resultado puede ser un completo fracaso que ponga en tela de juicio la
competencia de aquellos administradores del sistema escolar o del
Estado responsables de su aplicación.
Nada de lo dicho debe ser tomado como un argumento en favor
del examen reduccionista, en el sentido de someterse a él y conformar-
se realmente con esta clase de pruebas. Pero sí es un llamado de
j atención. Es necesario reconocer que en la economía de las aulas, de
f los sistemas escolares y de los sistemas pedagógicos estatales, este
| tipo de evaluación funciona no porque la gente sea especialmente
\ obtusa sino porque está reaccionando al costo en riegos y en dinero que
\ demandan los exámenes cognitivamente exigentes.
I d e a s c l a v e p a r a l a e s c u e l a in t e l i g e n t e
MOTIVACIÓN: LA E C O N O M Í A C O G N I T IV A
E c o n o m ía s c o g n it iv a s m o d e r a d a s
• L a e c o n o m ía c o g n it iv a d e la c la s e c o n v e n c io n a l. E l costo
elevado y la escasa ganacia de la cognición compleja. L a falta de
conexiones y sus consecuencias. L a economía de la fuente y la opción
únicas. E l conflicto de intereses en que se hallan los maestros. La
estrategia de inversión en pequeñas dosis. L a cobertura de la
información como pauta de la inversión en pequeñas dosis.
E c o n o m ía s c o g n itiv a s in t e n s a s
Iniciación
Instrumentación
Jeff Orono y Rudy Bake~ r' oen lo p~r pp. -uadir n mío-;
miembros del cuerpo docente /- -'osar de ’ r -" 'b -'rir" ^ -ns’
se sienten descorazonados por la- >-epueFi ‘.- - m o í'" ' 'u;ít • ’
gran parte de lolque ustedes sugieren y r~ i -je tiempo de aplu" ;1')
en el próximo sefnestre”. - pozar 1- r " in u r - iy os todo u ip.e
puedo manejar por el r^ommrcr. “Nt . que “ais est’ 7 lia ites
desarrollen algunas habilidades elementales. Esto les resultaría
demasiado' esotérico*.
» Sin embargó, despiertan el interés de Sara Greenbaum (de
matemática) y de Barbara Finelli y Leland Parks (de historia). “¿Es
suficiente?”
“Más que suficiente. ¡Empezar de a poco y pensar en grande! Si
se empeñan en reclutar a los profesores que no se han interesado
desde ei principio, arruinarán las cosas. Para que el proyecto crezca,
hay que darle tiempo”, responde Constancia.
Durante el verano, los cinco profesores se reúnen un par de veces
a fin de hacer planes. Deciden probar algunas estrategias en el
semestre de otoñó. Definen las metas de comprensión y explicitan las
actividades en las que participarán los alumnos para foijar esa
comprensión. Teniendo en mente el conocimiento como estructura,
estiman qué objetos y conceptos desean que sus alumnos consideren
estructuras. Comienzan a esbozar los niveles superiores de compren
sión en las disciplinas que dictan (véase el capítulo 4).
También deciden gastar algo de dinero en uno o dos talleres de
asesoramiento, a fin de reflexionar sobre el tema e incorporar a otros
profesores. De manera que se ponen en contacto con Rosa Ferris, una
asesosora independiente, con buenas referencias. Pero Rosa tiene una
inquietud respecto del programa: “Están intentando algo magnífico y
no quiero que piensen que mi consejo es interesado, pero un par de
talleres no Ies servirá de mucho. En última instancia, las cosas no
dependen de mí. Son ustedes los que deben generar un ‘asesoramiento
interno’, es decir, asesores dentro de la escuela que ayuden a los otros
y mantengan vivo el impulso”. Asimismo, Rosa señala la necesidad de
un programa de observación y de colaboración entre los pares.
¿Rosa está tratando de vender sus servicios? “Puede que sí, pero
de todos modos tiene razón. ¿Qué opinará Constancia?”, dice Barbara
Finelli.
Constancia escucha los argumentos pero no da el visto bueno de
inmediato. Si Rosa Ferris va a participar regularmente, se impone
evaluar el punto.
Más instrumentaciones .
• E m p e z a r d e a p o c o , p e n s a r e n g r a n d e .L a investigación demues
tra que los grandes comienzos no son siempre los m ás acertados. Si
hay demasiadas personas involucradas desde un principio, las
iniciativas corren el riesgo de ahogarse en su propia complejidad
social y en los compromisos marginales de algunos participantes.
Por eso Constancia está en lo cierto cuando insiste en comenzar con
pocos profesores.
• A s e s o r a m ie n to p r o lo n g a d o . Rara vez se obtienen resultados
duraderos en un taller o en una consulta. A m ed id a que los profesores
ponen en práctica las innovaciones, tropiezan con innumerables
obstáculos cuya superación exige un asesoramiento permanente. La
sugerencia de Rosa de mantenerse en contacto es de vital impor
tancia.
• A s e s o r a m ie n to in te r n o . También es atinado su consejo de capa
citar a los docentes para que cumplan, con el tiempo, la función que
ella desempeña. Por otra parte, aunque la escuela pueda costear los
servicios de Rosa, éstos resultarán insuficientes a la larga. Si la
pedagogía de la comprensión (o cualquier otra reforma) va a perdu
rar, será por la comprensión y los fuertes compromisos internos, no
por la ayuda que provenga del exterior.
5
i
: “Esta es una oportunidad, no un problema. Conozco a alguien
muy competente en Paídeia. Si sus colegas aún no han encontrado a
nadie, yo les sugería que es la persona indicada. Ciertamente, el
enfoque no es el mismo que el de la pedagogía de la comprensión, pero
se le parece bastante. ¿Por qué no lo invitan? Haremos una sesión
conjunta y compartiré mis honorarios. Quizá puedan formar una
coalición con los profesores de lengua”.
Continuación
E n las peores escuelas, los directores rebajan a los maestros y los tratan
como a niños, considerándolos meros custodios, guardianes o técnicos
faltos de inspiración. En ambientes menos grotescos se los deja en paz,
prácticamente aislados del resto de los adultos, dispensando poca o
ninguna atención a su necesidad de apoyo, recompensa y crítica.
El ejemplo de Asía
Dimensión 3. El metacurrículum
1. ¿ L a in s tr u c c ió n e x ig e u n a c o g n ic ió n c o m p le ja (a c t iv id a d e s d e c o m p r e n
sión, n iv e le s s u p e r io r e s de c o m p r e n s ió n , u s o de le n g u a je s d el p e n s a m ie n to , etc.)
d e los a lu m n o s ?
2. ¿ L a in s tr u c c ió n p o n e d e m a n ifie s to la s v e n t a ja s d e la c o g n ic ió n complejn
s u b r a y a n d o el g o c e y e s t a b le c ie n d o c o n e x io n e s c o n o tra s c u e s tio n e s d e n tro y fuera
d e la e s c u e la ?
3. ¿L a in s tr u c c ió n minimiza los costos d e la c o g n ic ió n c o m p le ja a p o y a n d o a
los estudiantes en sus esfuerzos?
4. ¿,La instrucción tiene sentido para el docente en términos de costos en
esfuerzo y otros factores?
5. ¿La instrucción minimiza el conflicto de intereses para el docente
mediante el uso, al menos ocasional, de exórnenos externos?
6. ¿L a in s tr u c c ió n lib era a lo s m a e s tro s d e la o b lig a c ió n d e a b a r c a r la m a y o r
c a n tid a d p o s ib le d e te m a s p o n ie n d o el a c e n to en u n p e q u e ñ o n ú m e r o d e te m a s
d a r o s y p rio r id a d e s ?
7. ¿La instrucción e m p le a evaluaciones a u té n tic a s (a s ig n a n d o a los ahí m nos
t a r e a s que se p u e d e n encarar d e d iv e r s a s m a n e r a s y que ponen en ju e g o la s
m is m a s a c tiv id a d e s que se d e s e a q u e d e s a r r o lle n ) a fin de q u e el d o ce n te p u ed a
enseñar a rendir exámenes d e u n m o d o legítimo y p ro d u c tiv o ?
D im ensión 6. C o n d ic io n e s p a r a e l ca m b io
I
1I
Notas
L as m etas: hacia un
c o n o c im ie n to gen era d o r Cpágs, 17-20)
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