You are on page 1of 9

INFORME SOBRE EL PRINCIPIO DE BUENA FE.

Señores:

Tribunal Administrativo de Cundinamarca,

Realizado por:

María Fernanda Triana Reyes

UNIVERSIDAD DEL ROSARIO


FACULTAD DE JURISPRUDENCIA
BOGOTÁ
2018
CONTENIDO

1. Concepto según el Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso


Administrativo (CPACA).

2. El principio de la buena fe según la doctrina.

3. Particularidades del principio de buena fe. ( Características importantes).

4. Concepto señalado en la jurisprudencia aplicable: Sentencia C-1194/08

5. Casos en la Jurisprudencia y la aplicación en el hecho jurídico del principio de


buena fe.
PRINCIPIO DE BUENA FE

1. Según el CPACA:

En lo que respecta al Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso


Administrativo (CPACA), o ley 1437 DE 2011, se encuentra en el artículo 3, numeral 4
el principio de Buena fe, que se expresa de la siguiente manera:

“En virtud del principio de buena fe, las autoridades y los particulares presumirán el
comportamiento leal y fiel de unos y otros en el ejercicio de sus competencias, derechos y
deberes”.

2. Según el estudio de la doctrina:

Algunos doctrinantes, como la jurista colombiana María José Viana, creen que la
noción de buena fe contiene dos elementos indispensables que desarrollan la esencia
de este principio: la lealtad y la transparencia. Se puede observar que estos dos
elementos hacen parte actualmente del concepto que se desarrolla en el CPACA
(Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo).
Respecto a la lealtad, se hace referencia al cumplimiento de lo prometido (de la
palabra dada); mientras que de la transparencia nos indica que “es el deber que
implica poner de manifiesto todos los aspectos relevantes para que las partes de una
relación jurídica puedan definir sus propias conductas” [1].

Sin embargo, la doctrina sobre el principio de la buena fe va más allá y se constituye


como fuente del derecho, tal cual como lo expone Karl Larenz: “La salvaguardia de la
buena fe y el mantenimiento de la confianza forman la base del tráfico jurídico y, en
particular, de toda la vinculación jurídica individual. Por esto, el principio no puede
limitarse a las relaciones obligatorias, sino que es aplicable siempre que exista una
especial vinculación jurídica, y en este sentido puede concurrir, por tanto, en el
Derecho de cosas, en el Derecho procesal y el Derecho Público”[2].

Algunas nociones de la buena fe están ligadas a su esencia y especialmente a su


carácter vinculante de la relación administración-administrado: La buena fe tiene que
hacer parte de todos los miembros de la comunidad, que involucre sus recíprocas
relaciones de una adecuada actitud de transparencia y lealtad de uno en relación con
otro, puesto que “la estimación habitual de la gente puede esperar determinada
conducta del uno, o determinadas consecuencias de su conducta, o que no ha de tener
otras distintas o perjudiciales” [3].

En consecuencia, el principio de la buena fe tiene como objeto “proteger al ciudadano


y al valor ético social de la confianza jurídicamente válida frente a cualquier lesión
objetiva que pueda sufrir, haya sido o no maliciosamente causada. Un acto es
contrario a la buena fe cuando produce una lesión, cualquiera que sea la intención del
causante”[4].
3. Concepto señalado en la jurisprudencia aplicable: Sentencia C-1194/08

“La jurisprudencia constitucional ha definido el principio de buena fe como aquel que


exige a los particulares y a las autoridades públicas ajustar sus comportamientos a una
conducta honesta, leal y conforme con las actuaciones que podrían esperarse de una
“persona correcta (vir bonus)”. Así la buena fe presupone la existencia de relaciones
reciprocas con trascendencia jurídica, y se refiere a la “confianza, seguridad y
credibilidad que otorga la palabra dada” [5]

La Corte ha señalado que la buena fe es un principio que va ligado al artículo 83 de la


Carta Política:

“ Las actuaciones de los particulares y de las autoridades públicas deberán ceñirse a los
postulados de la buena fe, la cual se presumirá en todas las gestiones que aquellos
adelanten ante éstas”[6].

Es decir que todas las relaciones jurídico administrativas deben estar ratificadas en el
principio de Buena Fe, y solo es posible desvirtúala con los mecanismos consagrados
por el ordenamiento jurídico vigente, luego es simplemente legal y por tanto admite
prueba en contrario. Por tanto “ la Corte Constitucional ha considerado que en tanto la
buena fe ha pasado de ser un principio general de derecho para transformarse en un
postulado constitucional, su aplicación y proyección ha adquirido nuevas
implicaciones, en cuanto a su función integradora del ordenamiento y reguladora de
las relaciones entre los particulares y entre estos y el Estado, y en tanto postulado
constitucional, irradia las relaciones jurídicas entre particulares, y por ello la ley
también pueda establecer, en casos específicos, esta presunción en las relaciones que
entre ellos se desarrollen” [7].

4. Particularidades que se adviertan sobre el principio de buena fe:

Es de suma importancia recordar que la confianza legitima va ligada al principio de la


buena fe, es decir que es posible encontrar casos en donde solo sea evidente el
principio de la buena fe pero, la confianza legitima siempre va a ir junto al principio de
buena fe. Esa confianza legitima que ha brindado el Estado, hace que un particular
ejerza la buena fe sobre sus objetivos, entendiendo que todo lo que esta haciendo, ya
tiene una autorización legal y que como administración no se va a interponer. Es decir
que, el principio de buena fe tiene dos manifestaciones, las cuales son el respeto por el
acto propio y la confianza legítima para no contravenir o ir en contra de sus
actuaciones precedentes y de defraudar las expectativas que generan en los demás. De
tal manera que las autoridades y los particulares a conserven una coherencia en sus
actuaciones, un respeto por los compromisos adquiridos y una garantía de estabilidad
y durabilidad de las situaciones que objetivamente permitan esperar el cumplimiento
debido de los entes administrativos.
En efecto, el principio de confianza legítima constituye una proyección de la buena fe
que debe gobernar la relación entre las autoridades y los particulares, y permite
conciliar, en ocasiones, el interés general y los derechos de las personas. Esa confianza
legítima se fundamenta en los principios de la buena fe (artículo 83 c.p. y 3 del c.c.a.),
seguridad jurídica (arts. 1.º y 4.o de la c.p.), respeto al acto propio, y adquiere una
identidad propia en virtud de las especiales reglas que se imponen en la relación entre
administración y administrado.

La buena fe tiene una función, junto con los demás principios de llenar los vacíos de
las leyes y los contratos. Para Valencia Zea, se trata de "la fuente ultima a que debe
recurrir todo intérprete cuando necesite llenar una laguna o vacío del código o de la
ley” [8]. Así mismo, se evidencia el principio dentro del orden público, es inderogable,
por tal razón no puede ser objeto de limitaciones si hay un acuerdo entre particulares
o la administración, de lo contrario tendría que indemnizar el perjuicio causado. Su
obligatoriedad, se encuentra consagrada en el artículo 83 de la Constitución, tanto
para las actuaciones de los particulares como de las autoridades públicas, materia de
la cual se ha ocupado la Corte Constitucional en varias ocasiones como se menciono
anteriormente.

5. Casos en la Jurisprudencia y la aplicación en el hecho jurídico del principio


de buena fe.

Sentencia T-295 de 1999-Magistrado Ponente: Alejandro Martínez Caballero


http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1999/T-295-99.htm

En este caso, un anciano tenía reconocida su pensión por parte de Bancafé, en unas
condiciones bastante favorables; posteriormente, esta entidad disminuye
unilateralmente el monto de la pensión.

La Corte empieza por considerar la jurisprudencia existente y cita algunos apartes de


las sentencias que hemos evaluado, en cuanto a la inmutabilidad de los derechos
subjetivos y la buena fe, y agrega lo que se ha visto en los casos mencionado
anteriormente sobre la teoría del respeto del acto propio, que tiene origen en el
“brocardo venire contra factum proprium” y su fundamento radica en la confianza
despertada en otro sujeto de buena fe, en razón de una primera conducta realizada.
Por tal razón, esta buena fe quedaría vulnerada, si fuese admisible aceptar y dar curso
a una pretensión posterior y contradictoria.

Sentencia T-475 de 1992: Magistrado ponente: Eduardo Cifuentes Muñoz


http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1992/T-475-92.htm

El hecho jurídico que se plantea en esta sentencia, es el del dueño de un


establecimiento donde funcionan unos billares, previa licencia por parte de la
correspondiente autoridad administrativa; luego sobrevienen una serie de quejas por
parte de los vecinos en cuanto a la inconveniencia social de este establecimiento,
logrando que la misma autoridad suspenda posteriormente la licencia que concedió.

la Corte en esta sentencia para resolver este caso a favor del actor y conceder la tutela
del solicitante, utiliza el principio de la buena fe junto con la confianza legitima,
analizado en el segundo capítulo, del que se aclara que más que un principio general
del derecho, es un principio constitucional (Art. 83 de la Carta Política) según el cual,
como ya se mencionó, tanto las autoridades como los particulares deben observar una
conducta honesta.

Es en este punto donde la sentencia llega a la teoría de los actos propios, llevando el
principio de la buena fe a términos de confianza y credibilidad en la palabra dada:

El principio de la buena fe incorpora la doctrina que proscribe el “venire contra


factum proprium”, según la cual a nadie le es lícito venir contra sus propios actos. La
buena fe implica el deber de observar en el futuro la conducta inicialmente
desplegada, de cuyo cumplimiento depende en gran parte la seriedad del
procedimiento administrativo, la credibilidad del Estado y el efecto vinculante de sus
actos para los particulares

Cuando la administración, luego de conceder una licencia de funcionamiento a una


persona para el ejercicio de una determinada actividad, luego, sin justificación objetiva y
razonable, procede a suspender o revocar dicha autorización, con el quebrantamiento
consecuente de la confianza legítima y la prohibición de "venir contra los propios actos".
En el caso sub-examine, la vulneración del principio de la buena fe al cual deben ceñirse
las autoridades en todas sus actuaciones se ha concretado por la decisión de la
Secretaría de Planeación Municipal de Popayán. [10]

Sentencia del Consejo de Estado. Sala de lo Contencioso


Administrativo. Sección Tercera, agosto 13 de 1992

El caso planteado de esta sentencia trata de un contrato estatal mediante el cual el


Departamento de Santander contrata con un consorcio de ingenieros la realización de
una obra de infraestructura, previo acuerdo del precio fijo que habría de pagarse en
virtud de tal vínculo; posteriormente, se presentaron una serie de dificultades que
entorpecieron el cumplimiento de las obligaciones por parte del contratista, y lo
condujeron a modificar el acuerdo previo, elevando los precios que habrían de
pagarse por el cumplimiento de sus obligaciones.

El Consejo de Estado, luego de hacer otro tipo de consideraciones, comienza a


mencionar la doctrina de los actos propios, que se justificaba en una filosofía
contractual, también relacionada con la buena fe y la paz jurídica.

Esta sentencia, referente al derecho contractual público, hace referencia a las partes
que en un contrato o acuerdo jurídico modifican las condiciones del contrato; sin
embargo, es deseable una aplicación más extensiva de este principio, cobijando, por
supuesto la firmeza de los actos administrativos de contenido particular que generan
derechos o expectativas, esperando mayor receptividad en el juez especializado en lo
contencioso administrativo y en la autoridad administrativa.

Así que, la sentencia reconoce el rango constitucional de principios como el de la


buena fe, la seguridad jurídica, la confianza legítima, entre otros, que pueden
concurrir para garantizar la inmutabilidad de los derechos adquiridos. Incluso, hasta
podría pensarse que principios como el de la no retroactividad de las decisiones
públicas que puedan afectar derechos de los asociados, que opera en varias ramas del
derecho, pueden contribuir a la consolidación de esta doctrina.

Sentencia T-366 de 2002- Magistrado ponente: Rodrigo Escobar Gil


http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2002/T-366-02.htm

Esta sentencia trata con cuidado la familiaridad entre el principio de la buena fe y la


teoría del acto propio, así:

La doctrina ha elaborado diversos supuestos para determinar “situaciones contrarias


a la buena fe, y entre ellas cabe mencionar la negación de los propios actos, “venire
contra factum proprium” , las dilaciones injustificadas, el abuso de poder y el exceso
de requisitos formales”.

La buena fe, resultó alterada en el presente caso, puesto que, desde la perspectiva del
respeto al acto propio, la confianza despertada en la señora, que actuó de buena fe, en
razón de su primera conducta realizada, es decir “ cuando la Dirección General de
Sanidad Militar en el año de 1992, le otorgó la categoría beneficiaria, quedó vulnerada
por una pretensión posterior y contradictoria de exigirle requisitos para demostrar
una situación que ya había sido consolidada y avalada por la propia administración”.

Por ello, el “brocardo venire contra factum proprium” no impone la obligación de no


hacer, sino el deber de no poder hacer, es eso lo que significa que no se puede ir
contra los actos propios. Por lo tanto, cuando el ordenamiento jurídico por su
intermitencia y fragilidad no da seguridad a los particulares respecto a la legitimidad
de sus actuaciones, y la actuación pública, fundada en dicho ordenamiento, revela un
comportamiento que no es la conducta regular y recta que el administrado espera del
Estado, viola el postulado de la buena fe. Ello resulta así, cuando los agentes del
Estado atentan contra los derechos de los ciudadanos de manera súbita e
inconsiderada e incumplen lo ofrecido o retiran lo que han otorgado anteriormente,
por razones que para éstos resultan inesperadas e incomprensibles debido a la
confianza legitima que han tenido sobre sus actos.

Sentencia T-830 de 2004 - Magistrado ponente: Rodrigo Uprimny Yepes


http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2004/T-830-04.htm

Respecto a esta sentencia, la señora Luz Dary impone una tutela contra el Seguro
Social Pensiones porque expidió la resolución No. 5615 “Por medio del cual se revoca
una resolución en el sistema general de pensiones régimen de prima media con
prestación definida”. La entidad argumentó para ello que cuando reconoció la
prestación vitalicia a la demandante, no sabía de la expedición de la ley 797 de enero
de 2003, mediante la cual fueron reformadas algunas disposiciones del sistema
general de pensiones previsto en la ley 100 de 1993. La demandante considera que la
resolución 5615 de 2003, expedida por el seguro social, en el sentido de revocar la
resolución 001667 de 2003 de reconocimiento de pensión mensual de vejez, vulneró
sus derechos al debido proceso a la vida, a la salud y a la tercera edad.

En esta sentencia se retoma la jurisprudencia sobre la doctrina de los actos propios y


su relación directa con el principio de la buena fe, que debe informar las relaciones
entre los particulares, que cobra especial relevancia cuando de la administración
pública se trata.

En tales circunstancias, actuaciones como la negación del acto propio, las demoras
injustificadas, el abuso de la posición dominante y el exceso de requisitos formales —
entre otros— vulneran de manera flagrante el principio superior en mención. El
mandato de lealtad en este preciso ámbito supone que, en las actuaciones que
adelanten la administración y el administrado, debe primar la buena fe en el
perfeccionamiento desarrollo y extinción de las relaciones jurídicas. Esta regla
constitucional aplica tanto a los contratos que se celebren con la administración, como
a las actuaciones que esta despliegue unilateralmente por mandato legal y que
generen situaciones subjetivas y concretas para las personas, debiendo mantenerse
durante todo el tiempo en que se surte la relación.
BIBLIOGRAFÍA

[1] Viana, María José. 2007. El principio de confianza legítima en el derecho


administrativo colombiano. Bogotá: Universidad Externado de Colombia. Pp. 40.

[2] Larenz, Karl. 1958. Derecho de obligaciones, Revista de Derecho Privado, ed. esp.
Madrid. P.p 144.

[3]González Pérez, Jesús. 1983. “El principio general de la buena fe en el derecho


administrativo”. Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

[4] Sainz Moreno, Fernando. 1979. “La buena fe en las relaciones de la Administración
con los administrados”. RAP 89. España.

[5] Sentencia C-1194/08, Corte Constitucional, en


http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2008/c-1194-08.htm, consultado el
5 de Febrero de 2018.

[6] Constitución Politica de Colombia, artículo 83, en


http://www.constitucioncolombia.com/titulo-2/capitulo-4/articulo-83, consultado el
4 de Febrero de 2018.

[7] Sentencia C-1194/08, Corte Constitucional, en


http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2008/c-1194-08.htm, consultado el
5 de Febrero de 2018.

[8] VALENCIA ZEA Arturo. Derecho Civil. Tomo I Parte General y Personas. Temis.
Bogotá , 1.981. P.p. 190 y 191.
[10]

You might also like