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Así, el México de 1994 estaba escindido en una promesa modernizadora y en una
realidad problemática: el país había superado la crisis económica de los 80 pero
continuaba irresuelta una de las principales demandas de 1910: la democracia.
Colosio dijo
Aquí está el [PRI] que […] reconoce que la modernización económica sólo cobra
sentido cuando se traduce en bienestar para las familias, y para que sea
perdurable debe acompañarse con el fortalecimiento de nuestra democracia. Esta
es la exigencia que enfrentamos y a ella responderemos con firmeza. El PRI
reconoce su responsabilidad y ésta es de la mayor importancia para el avance
político de México. Los priistas sabemos que ser herederos de la Revolución
Mexicana es un gran orgullo, pero ello no garantiza nuestra legitimidad política.
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No obstante, Colosio pensaba diferente:
5 Peschard, J. (1993). “El fin del sistema del partido hegemónico” en Revista Mexicana de Ciencias
Políticas y Sociales, p. 461-462.
6 Luna, M. (1993). “Modernización en México: la propuesta empresarial” en Revista Mexicana de
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Externamente, el mundo estaba volcado hacia una tendencia democrática. En
Europa y en América Latina se dejaban atrás los supuestos marxistas,
revolucionarios y autoritarios. Así, la “reforma del poder” no sólo haría progresar al
país sino que permitiría la supervivencia del PRI al contexto que se presentaba.
“Cambiar para conservar” como dijo Reyes Heroles.
Es la hora de un nuevo impulso económico […] la economía, más allá de las metas
técnicas, tiene que estar al servicio de los mexicanos, por eso el nuevo crecimiento
económico tiene que ser distribuido con mayor equidad, con empleos crecientes,
con ingresos suficientes […] México cerrará este ciclo con una economía mucho
más fuerte […] Es la hora […] de traducir las buenas finanzas nacionales en
buenas finanzas familiares […] Es la hora del impulso al esfuerzo que realizan las
mujeres y los hombres al frente de micro y medianas empresas, que se les lleve a
superar sus dificultades […] para que sean más competitivos en los mercados. Es
la hora del combate a la desigualdad.
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Daremos transparencia a nuestros gastos. Asumimos el compromiso de reforma
republicana, reforma de estos procesos y reforma interna del PRI. Sólo habrá un
vencedor inobjetable: el pueblo de México. Habrá observadores en las elecciones.
Nuestras elecciones no tendrán vergüenzas que ocultar […] Soy un mexicano de
raíces populares […] que ha recorrido nuestro país, que no cesa de maravillarse
ante la variedad de riqueza humana de nuestra patria y que no cesa de advertir
carencias y dolores
El discurso del 6 de marzo de 1994 fue la primicia del estatismo priista desde la
fundación del partido. En un contexto donde México estaba escindido entre la
economía moderna y la vieja política, Colosio le habló a los mexicanos pero se
dirigió hacia los priistas y, concretamente, al Presidente. Su discurso fue emotivo
con un lenguaje sencillo para sus electores y lo argumentó inductivamente
mediante la experiencia histórica del país, caracterizada por un gobierno estático.
El contenido fue la reforma política (acompañada de un nuevo proyecto
económico) y su finalidad fue anunciar la implementación de aquélla para una
verdadera apertura democrática en México, pues el mensaje, envuelto en una
inicial anáfora de inclusión priista y en un último diagnóstico de los problemas
nacionales, era: “Yo sí haré la reforma política”.