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conocido también como «El Oscuro de Éfeso»,2 fue un filósofo griego. Nació hacia el
año 535 a. C. y falleció hacia el 484 a. C..
Era natural de Éfeso, ciudad de la Jonia, en la costa occidental del Asia Menor (actual
Turquía). Como los demás filósofos anteriores a Platón, no quedan más que fragmentos
de sus obras, y en gran parte se conocen sus aportes gracias a testimonios posteriores.
Contenido
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1 Legado
2 Notas y referencias
3 Bibliografía
4 Enlaces externos
[editar] Legado
La obra de Heráclito es netamente aforística. Su estilo remite a las sentencias del
Oráculo de Delfos y reproduce la realidad ambigua y confusa que explica, usando el
oxímoron y la antítesis para dar idea de la misma. Diógenes Laercio (en Vidas..., IX 1–
3, 6–7, 16) le atribuye un libro titulado Sobre la naturaleza (περὶ φύσεως), que estaba
dividido en tres secciones: «Cosmológica», «Política» y «Teológica». No se posee
mayor certeza sobre este libro. I. Bywater hizo un reacomodo de los fragmentos
conforme a la indicación de Laercio, traducido al español por José Gaos. Agustín García
Calvo reconstruye la posible estructura del libro en su edición de los fragmentos del
mismo, titulada Razón común. Distingue tres apartados: «Razón general», «Razón
política» y «Razón teológica».
Heráclito afirma que el fundamento de todo está en el cambio incesante. El ente deviene
y todo se transforma en un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada
escapa.
Es común incluir a Heráclito entre los primeros filósofos físicos (φυσικοί, como los
llamó Aristóteles), que pensaban que el mundo procedía de un principio natural (como
el agua para Tales, el aire para Anaxímenes y el Ápeiron para Anaximandro), y este
error de clasificación se debe a que, para Heráclito, este principio es el fuego, lo cual no
debe leerse en un sentido literal, pues es una metáfora como, a su vez, lo eran para Tales
y Anaxímenes. El principio del fuego refiere al movimiento y cambio constante en el
que se encuentra el mundo. Esta permanente movilidad se fundamenta en una estructura
de contrarios. La contradicción está en el origen de todas las cosas.
Todo este fluir está regido por una ley que él denomina Λόγος (Logos). Este Logos no
sólo rige el devenir del mundo, sino que le habla (indica, da signos, fragmento B93DK)
al hombre, aunque la mayoría de las personas «no sabe escuchar ni hablar» (fragmento
B73DK). El orden real coincide con el orden de la razón, una «armonía invisible, mejor
que la visible» (B54DK), aunque Heráclito se lamenta de que la mayoría de las personas
viva relegada a su propio mundo, incapaces de ver el real. Si bien Heráclito no
desprecia el uso de los sentidos (como Platón) y los cree indispensables para
comprender la realidad, sostiene que con ellos no basta y que es igualmente necesario el
uso de la inteligencia, como afirma en el siguiente fragmento:
Se engañan los hombres [...] acerca del conocimiento de las cosas visibles, de la misma manera
que Homero, que fue [considerado] el más sabio de todos los griegos. A él, en efecto, unos niños
que mataban piojos lo engañaron, diciéndole: 'cuantos vimos y atrapamos, tantos dejamos;
cuantos ni vimos ni atrapamos, tantos llevamos'.
Al uso de los sentidos y de la inteligencia, hay que agregarle una actitud crítica e
indagadora. La mera acumulación de saberes no forma al verdadero sabio, porque para
Heráclito lo sabio es «uno y una sola cosa», esto es, la teoría de los opuestos. Quizás el
fragmento más conocido de su obra dice:
El fragmento (citado con frecuencia erróneamente como no se puede entrar dos veces
en el mismo río, siguiendo a la versión que da Platón en el Crátilo) ejemplifica la
doctrina heraclítea del cambio: el río —que no deja de ser el mismo río— ha cambiado
sin embargo casi por completo, así como el bañista. Si bien una parte del río fluye y
cambia, hay otra (el cauce, que también debe interpretarse y no tomarse en un sentido
literal) que es relativamente permanente y que es la que guía el movimiento del agua.
Algunos autores ven en el cauce del río el logos que «todo rige», la medida universal
que ordena el cosmos, y en el agua del río, el fuego. A primera vista esto puede parecer
contradictorio, pero debe recordarse que Heráclito sostiene que los opuestos no se
contradicen sino que forman una unidad armónica (pero no estática). Es razonable,
entonces, que la otra cara del agua sea el fuego, como él mismo lo adelanta en sus
fragmentos.
A pesar que existen ciertas similitudes entre Heráclito y Parménides, las doctrinas de
ambos siempre han sido contrapuestas (con cierto margen de error), ya que la del
primero suele ser llamada «del devenir» o (con cierto equívoco) «del todo fluye»,
mientras que el ser parmenídeo es presentado como una esfera estática e inmóvil.
Era conocido como «el Oscuro», por su expresión lapidaria y enigmática. Ha pasado a
la historia como el modelo de la afirmación del devenir y del pensamiento dialéctico. Su
filosofía se basa en la tesis del flujo universal de los seres: «Panta rei» (πάντα ρεῖ), todo
fluye. El devenir está animado por el conflicto: «La guerra (pólemos) es el padre de
todas las cosas», una contienda que es al mismo tiempo armonía, no en el sentido de
una mera relación numérica, como en los pitagóricos, sino en el de un ajuste de fuerzas
contrapuestas, como las que mantienen tensa la cuerda de un arco. Para Heráclito el arjé
es el fuego, en el que hay que ver la mejor expresión simbólica de los dos pilares de la
filosofía de Heráclito. el devenir perpetuo y la lucha de opuestos, pues el fuego sólo se
mantiene consumiendo y destruyendo, y constantemente cambia de materia. Ahora bien,
el devenir no es irracional, ya que el logos, la razón universal, lo rige: «Todo surge
conforme a medida y conforme a medida se extingue». El hombre puede descubrir este
logos en su propio interior, pues el logos es común e inmanente al hombre y a las cosas
(la doctrina de Heráclito fue interpretada, olvidando esta afirmación del logos, en la
filosofía inmediatamente posterior —sobre todo, en Platón— como una negación de la
posibilidad del conocimiento: si nada es estable, se niega la posibilidad de un saber
definitivo). De Heráclito es también la doctrina cosmológica del eterno retorno: la
transformación universal tiene dos etapas que se suceden cíclicamente: una descendente
por contracción o condensación, y otra ascendente por dilatación.
«En los mismos ríos entramos y no entramos, [pues] somos y no somos [los
mismos]» (citado erróneamente, debido a una obra de Platón, como «Ningún
hombre puede bañarse dos veces en el mismo río»).
«La armonía invisible es mayor que la armonía visible».
«Ni aun recorriendo todo camino llegarás a encontrar los límites del alma; tan
profundo logos tiene».
«Siendo el logos común, casi todos viven como si tuvieran un logos particular».
«Conviene saber que la guerra es común a todas las cosas y que la justicia es
discordia».
Heráclito reprocha al poeta que dijo: «¡Ojalá se extinguiera la discordia de entre
los dioses y los hombres!», a lo que responde: «Pues no habría armonía si no
hubiese agudo y grave, ni animales si no hubiera hembra y macho, que están en
oposición mutua» (fragmento 9a Walzer = A 22 Diels-Kranz).3
(Éfeso, hoy desaparecida, actual Turquía, h. 540 a.C.-Éfeso, id., h. 470 a.C.) Filósofo griego.
Muy poco se sabe de la biografía de Heráclito de Éfeso, apodado el Oscuro por el carácter
enigmático que revistió a menudo su estilo, como testimonia un buen número de los
fragmentos conservados de sus enseñanzas.
Las enseñanzas de Heráclito, según Diógenes Laercio, quedaron recogidas en una obra
titulada De la naturaleza, que trataba del universo, la política y la teología –aunque
probablemente esta subdivisión la introdujera una compilación alejandrina de los textos de
Heráclito–, pero lo que ha llegado hasta nosotros de su doctrina se encuentra en forma
fragmentaria y sus fuentes son citas, referencias y comentarios de otros autores.
Heráclito
El desprecio de Heráclito por el común de los mortales concordaría con sus orígenes, pues
parece cierto que procedía de una antigua familia aristocrática, así como que sus ideas
políticas fueron contrarias a la democracia de corte ateniense y formó, quizá, parte del
reducido grupo, integrado por nobles principalmente, que simpatizaba con el rey persa Darío,
a cuyos dominios pertenecía Éfeso por entonces, contra la voluntad de la mayoría de sus
ciudadanos. A estos últimos, en cualquier caso, no debió de apreciarlos en demasía, y
Heráclito los colmó de improperios cuando expulsaron de la ciudad a su amigo Hermodoro.
Heráclito de Éfeso
(- 544 a - 484)
Biografía
1.
Pocas son las cosas que sabemos de la vida de Heráclito de Éfeso. Nació hacia el 544 antes de
Cristo, aproximadamente, y vivió en Éfeso, ciudad enclavada en la costa Jonia, al norte de Mileto,
hasta su muerte, en el 484 antes de Cristo. Pertenecía a una familia aristocrática y, al parecer, no se
llevó muy bien con sus conciudadanos, si nos atenemos a alguno de los fragmentos que se
conservan de su libro, y a los testimonios de sus contemporáneos.
2.
Escribió una obra a la que se le da el título común " Sobre la naturaleza" que se le había dado
también a los libros escritos por otros filósofos anteriores. No es seguro que se tratara realmente de
un libro en el que se desarrollaran sistemáticamente temas relacionados con el conocimiento de la
naturaleza, el alma o la cosmología. Es probable que se tratara de un conjunto de sentencias
recopiladas en forma de libro, hipótesis que se apoya en el carácter enigmático y oracular de los
fragmentos que conservamos, carácter que ya en su época le valió el sobrenombre de "El oscuro".
Pensamiento
1.
a) la afirmación del cambio, o devenir, de la realidad, ("Este cosmos [el mismo de todos] no lo hizo
ningún dios ni ningún hombre, sino que siempre fue, es y será fuego eterno, que se enciende según
medida y se extingue según medida.”) que se produce debido a:
b) la oposición de elementos contrarios, que es interpretada por Heráclito como tensión o guerra
entre los elementos. ("Conviene saber que la guerra es común a todas las cosas y que la justicia es
discordia y que todas las cosas sobrevienen por la discordia y la necesidad.") Ahora bien, esa
"guerra" está sometida a:
c) una ley universal, el Logos, (que podemos interpretar como razón, proporción...) que regula todo
el movimiento de la realidad conduciéndolo a la armonía, y unificando así los elementos opuestos;
de donde se sigue la afirmación de la unidad última de todo lo real. ("No comprenden cómo esto,
dada su variedad, puede concordar consigo mismo: hay una armonía tensa hacia atrás, como en el
arco y en la lira".)
2.
La identificación del cosmos con un fuego eterno probablemente no deba ser interpretada en el
sentido de que el fuego sea una materia prima original, del mismo modo en que lo eran el agua para
Tales o el aire para Anaxímenes. El fuego sería la forma arquetípica de la materia, debido a la
regularidad de su combustión, que personifica de un modo claro la regla de la medida en el cambio
que experimenta el cosmos. Así, es comprensible que se le conciba como constitutivo mismo de las
cosas, por su misma estructura activa, lo que garantiza tanto la unidad de los opuestos como su
oposición, así como su estrecha relación con el Logos.
3.
La idea de que el mundo nos ofrece una realidad sometida al cambio no es original de Heráclito: a
todos los pensadores presocrácticos les impresionó dicha observación. Las afirmaciones de que
"todo fluye" y "no se puede bañar uno dos veces en el mismo río" se las atribuye Platón libremente
en sus diálogos, sugiriendo la correspondiente consecuencia: "nada permanece". Es probable que
Heráclito insistiera en la universalidad del cambio más que sus predecesores pero, por los
fragmentos que conservamos de su obra, lo hacía aún más en la idea de la medida inherente al
cambio, en la estabilidad subsistente.
4.
Probablemente Platón se dejara influir por las exageraciones sofísticas del siglo V, y por las de los
seguidores de Heráclito, como Cratilo, quien al parecer afirmaba que ni siquiera era posible bañarse
una vez en el mismo río; pero sus consideraciones transmitieron a la posteridad una imagen
deformada del pensamiento filosófico de Heráclito, en la que abundará posteriormente Aristóteles,
quien acusará a Heráclito de negar el principio de contradicción (“Una cosa no puede ser ella misma
y su contrario, en el mismo aspecto y al mismo tiempo.”) al afirmar que los opuestos son "uno y lo
mismo". Parece claro por los fragmentos conservados que con esa expresión Heráclito quería
significar no que eran "idénticos" sino que pertenecían a un único complejo, o que no estaban
esencialmente separados. (Kirk y Raven, "Los filósofos presocráticos", Madrid, Gredos, 1970.)
Heráclito de Éfeso
(- 544 a - 484)
Vida y obras
Biografía
1. Pocas son las cosas que sabemos de la vida de Heráclito de Éfeso. Nació hacia el 544
antes de Cristo, aproximadamente, y vivió en Éfeso, ciudad enclavada en la costa Jonia, al
norte de Mileto, hasta su muerte, en el 484 antes de Cristo. Pertenecía a una familia
aristocrática y, al parecer, no se llevó muy bien con sus conciudadanos, si nos atenemos a
alguno de los fragmentos que se conservan de su libro, y a los testimonios de sus
contemporáneos.
2. Escribió una obra a la que se le da el título común " Sobre la naturaleza" que se le
había dado también a los libros escritos por otros filósofos anteriores. No es seguro que se
tratara realmente de un libro en el que se desarrollaran sistemáticamente temas
relacionados con el conocimiento de la naturaleza, el alma o la cosmología. Es probable
que se tratara de un conjunto de sentencias recopiladas en forma de libro, hipótesis que se
apoya en el carácter enigmático y oracular de los fragmentos que conservamos, carácter
que ya en su época le valió el sobrenombre de "El oscuro".
Pensamiento
1. Respecto a los contenidos esenciales de su interpretación de la naturaleza, siguiendo la
línea abierta por los filósofos de Mileto, podemos destacar:
a) la afirmación del cambio, o devenir, de la realidad, ("Este cosmos [el mismo de todos]
no lo hizo ningún dios ni ningún hombre, sino que siempre fue, es y será fuego eterno, que
se enciende según medida y se extingue según medida.”) que se produce debido a:
c) una ley universal, el Logos, (que podemos interpretar como razón, proporción...) que
regula todo el movimiento de la realidad conduciéndolo a la armonía, y unificando así los
elementos opuestos; de donde se sigue la afirmación de la unidad última de todo lo real.
("No comprenden cómo esto, dada su variedad, puede concordar consigo mismo: hay una
armonía tensa hacia atrás, como en el arco y en la lira".)
3. La idea de que el mundo nos ofrece una realidad sometida al cambio no es original de
Heráclito: a todos los pensadores presocrácticos les impresionó dicha observación. Las
afirmaciones de que "todo fluye" y "no se puede bañar uno dos veces en el mismo río" se
las atribuye Platón libremente en sus diálogos, sugiriendo la correspondiente
consecuencia: "nada permanece". Es probable que Heráclito insistiera en la universalidad
del cambio más que sus predecesores pero, por los fragmentos que conservamos de su
obra, lo hacía aún más en la idea de la medida inherente al cambio, en la estabilidad
subsistente.
4. Probablemente Platón se dejara influir por las exageraciones sofísticas del siglo V, y por
las de los seguidores de Heráclito, como Cratilo, quien al parecer afirmaba que ni siquiera
era posible bañarse una vez en el mismo río; pero sus consideraciones transmitieron a la
posteridad una imagen deformada del pensamiento filosófico de Heráclito, en la que
abundará posteriormente Aristóteles, quien acusará a Heráclito de negar el principio de
contradicción (“Una cosa no puede ser ella misma y su contrario, en el mismo aspecto y al
mismo tiempo.”) al afirmar que los opuestos son "uno y lo mismo". Parece claro por los
fragmentos conservados que con esa expresión Heráclito quería significar no que eran
"idénticos" sino que pertenecían a un único complejo, o que no estaban esencialmente
separados. (Kirk y Raven, "Los filósofos presocráticos", Madrid, Gredos, 1970.)
Fragmentos de Heráclito
(Según la ordenación realizada por Marcovich y, entre paréntesis, la
ordenación de G.S.Kirk)
Frg 1 (1) De esta razón, que existe siempre, resultan desconocedores los hombres,
tanto antes de oírla como tras haberla oído a lo primero, pues, aunque todo ocurre
conforme a esta razón se asemejan a inexpertos teniendo como tienen experiencia de
dichos y hechos; de éstos que yo voy describiendo, descomponiendo cada uno según su
naturaleza y explicando cómo se halla. Pero a los demás hombres les pasa inadvertido
cuanto hacen despiertos, igual que se olvidan de cuanto hacen dormidos.
3 (17) No entienden los más las cosas con las que se topan, ni pese a haberlas
aprendido las conocen, pero a ellos se lo parece.
26 (50) No escuchándome a mí, sino a la razón, sabio es reconocer que todas las cosas
son una.
28 (80) Preciso es saber que la guerra es común; la justicia, contienda, y que todo
acontece por la contienda y la necesidad.
51 (30) Este orden del mundo, el mismo para todos, no lo hizo dios ni hombre alguno,
sino que fue siempre, es y será fuego siempre vivo, prendido según medida y apagado
según medida.
Según la versión de Alberto Bernabé, "De Tales a Demócrito", Madrid, Alianza, 1988.
1. Heráclito, hijo de Blisón, o según algunos, de Heración, fue efesino, y floreció hacia la
Olimpiada LXIX. Sentía en las cosas muy elevadamente, como consta de sus escritos,
donde dice: «El aprender muchas cosas no instruye la mente.» Y que enseñó a Hesíodo, a
Pitágoras y aun a Jenófanes y a Hecateo; pues la verdadera y única sabiduría es conocer
la mente , que puede disponer o gobernar todas las cosas por medio de todas las cosas.
Decía que Homero era digno de ser echado de los certámenes y de ser abofeteado, y lo
mismo Arquíloco. Que los ímpetus de una injuria deben apagarse más que un incendio, y
que el pueblo debe defender las leyes lo mismo que los muros.
4. Fue admirado desde niño, y siendo mancebo decía «que no sabía cosa alguna»; pero
cuando llegó a la edad perfecta decía que «lo sabía todo». De nadie fue discípulo, sino
que él mismo se dio a las investigaciones, y decía haberlo aprendido todo por sí mismo.
Sin embargo, dice Soción que algunos lo hacen discípulo de Jenófanes, y que Aristón
asegura, en el libro De Heráclito, que curó de su hidropesía y murió de otra enfermedad.
Esto mismo dice también Hipoboto.
5. El libro que de él nos queda, por su contenido se titula De la naturaleza, bien que está
dividido en tres discursos, a saber: Del Universo, De política y De Teología. Lo depositó en
el templo de Diana; y, según algunos, lo escribió de industria oscuro para que sólo lo
entendiesen los eruditos, y por vulgar no fuese desestimado.
(Diógenes Laercio, "Vidas de filósofos ilustres", trad. José Ortiz, ed. Iberia,
Barcelona, 1962)
HERÁCLITO
1. VIDA Y OBRA DE HERÁCLITO.
2. IDEAS.
3. IMPORTANCIA DE HERÁCLITO.
Fragmentos de Heráclito
1. Los hombres no han llegado al conocimiento de este logos
que ha existido desde siempre, ni antes de haber oído
hablar de él ni tampoco después. Pues, viniendo todas las
cosas a la existencia según este logos, los hombres parecen
gentes inexpertas, cuando ensayan palabras y actos tales
como los que yo describo detalladamente, distinguiendo cada
cosa según su naturaleza y expresando como es. Se les
escapa lo que los hombres hacen en estado de vigilia, igual
que se les escapa lo que realizan durmiendo.
12. Son distintas las aguas que cubren a los que entran en
el mismo río.
107. Los ojos y los oídos son malos testigos para los
hombres que tienen una alma bárbara.
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Fragmentos y números de Diels, Fragmente der Vorsokratiker,
(R. Verneaux, Textos de los grandes filósofos: edad
antigua, Herder, Barcelona 1982, 5ª ed., p.7-12).
HERÁCLITO
Fragmentos organizados por temas
53. Guerra es padre de todos, rey de todos: a unos ha acreditado como dioses,
a otros como hombres; a unos ha hecho esclavos, a otros libres.
61. El mar es el agua más pura y más contaminada: para los peces es potable y
saludable; para los hombres, impotable y mortífera.
67. El dios: día noche, verano invierno, guerra paz, saciedad hambre; se
transforma como fuego que, cuando se mezcla con especias, es denominado
según el aroma de cada una.
88. Como una misma cosa está en nosotros los viviente y lo muerto, así como
lo despierto y lo dormido, lo joven y lo viejo; pues éstos, al cambiar, son
aquéllos, y aquéllos, al cambiar, son éstos.
12. Sobre quienes se bañan en los mismos ríos afluyen aguas distintas y otras
distintas.
18. Si no se espera lo inesperado, no se lo hallará, dado lo inhallable y difícil
de acceder que es.
30. Este mundo, el mismo para todos, ninguno de los dioses ni de los hombres
lo ha hecho, sino que existió siempre, existe y existirá en tanto fuego siempre-
vivo, encendiéndose con medida y con medida apagándose.
31. Fases del fuego: en primer lugar, mar; del mar, la mitad tierra y la mitad
torbellino ígneo. El mar se dispersa y es medido con la misma razón que había
antes de que se generase la tierra.
90. Con el fuego tienen intercambio todas las cosas y con todas las cosas el
fuego, tal como con el oro las mercancías y con las mercancías el oro.
36. Para las almas es muerte convertirse en agua; para el agua es muerte
convertirse en tierra; pero de la tierra nace el agua y del agua el alma.
45. Los límites del alma no los hallarás andando, cualquiera sea el camino que
recorras; tan profundo es su fundamento.
F. Concepción de la sabiduría
17. La mayoría no comprende cosas tales como aquellas con que se
encuentran, ni las conocen aunque se las hayan enseñado, sino que creen
haberlas entendido por sí mismos.
32. Uno, lo único sabio, quiere y no quiere ser llamado con el nombre de
Zeus.
41. Una sola cosa es lo sabio: conocer la Inteligencia que guía todas las cosas
a través de todas.
57. Maestro de muchos es Hesíodo: consideran que sabe muchas cosas éste,
quien no conoció el día y la noche, ya que son una sola cosa.
104. ¿Qué es lo que comprenden o se proponen? ¿Hacen caso a los aedos del
pueblo y toman como maestro a la masa, ignorando que muchos son los
malos, pocos los buenos?
107. Malos testigos son para los hombres los ojos y los oídos cuando se tienen
almas bárbaras.
29. Los mejores escogen una cosa en lugar de todas: gloria perpetua en lugar
de cosas mortales; pero la mayoría es saciada como el ganado.
44. El pueblo debe combatir más por la ley que por los muros de su ciudad.
89. Para los despiertos hay un mundo único y común, mientras que cada uno
de los que duermen se vuelve hacia uno particular.
114. Es necesario que los que hablan con inteligencia confíen en lo común a
todos, tal como un Estado en su ley, y con mucha mayor confianza aún; en
efecto, todas las leyes se nutren de una sola, la divina.
79. El hombre puede ser llamado niño frente a la divinidad, tal como el niño
frente al hombre.
85. Difícil es combatir con el corazón: pues lo que desea se compra al precio
de la vida.
86. La mayoría de las cosas divinas escapan al conocimiento por falta de fe.
93. El Señor, cuyo oráculo está en Delfos, no dice ni oculta, sino indica por
medio de signos.
102. Para el dios todas las cosas son bellas y justas, mientras los hombres han
supuesto que unas son injustas y otras justas.
Heráclito de Éfeso
(- 544 a - 484)
Fragmentos de Heráclito
Frg 1 (1)
De esta razón, que existe siempre, resultan desconocedores los hombres, tanto antes de oírla como
tras haberla oído a lo primero, pues, aunque todo ocurre conforme a esta razón se asemejan a
inexpertos teniendo como tienen experiencia de dichos y hechos; de éstos que yo voy describiendo,
descomponiendo cada uno según su naturaleza y explicando cómo se halla. Pero a los demás
hombres les pasa inadvertido cuanto hacen despiertos, igual que se olvidan de cuanto hacen
dormidos.
3 (17)
No entienden los más las cosas con las que se topan, ni pese a haberlas aprendido las conocen,
pero a ellos se lo parece.
26 (50)
No escuchándome a mí, sino a la razón, sabio es reconocer que todas las cosas son una.
27 (51)
No comprenden cómo lo divergente converge consigo mismo; ensamblaje de tensiones opuestas,
como el del arco y el de la lira.
28 (80)
Preciso es saber que la guerra es común; la justicia, contienda, y que todo acontece por la contienda
y la necesidad.
33 (60)
Camino arriba, camino abajo, uno y el mismo.
51 (30)
Este orden del mundo, el mismo para todos, no lo hizo dios ni hombre alguno, sino que fue siempre,
es y será fuego siempre vivo, prendido según medida y apagado según medida.
Según la versión de Alberto Bernabé, "De Tales a Demócrito", Madrid, Alianza, 1988.
NOTA
Spengler
FRAGMENTOS AUTÉNTICOS
El agregado es de Aristóteles.
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