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NAHUI OLLIN VÁZQUEZ MENDOZA

Pueblo a orilla del mar.


Huatulco en el siglo XVI (1522-1616)
ACERCA DEL AUTOR DE ESTE LIBRO ACERCA DE ESTA COLECCIÓN

Nahui Ollin Vázquez Mendoza.


Historiador por la Universidad Autó-
noma Metropolita-Iztapalapa (UAM).
Una versión previa del texto que aquí se
presenta, como tesis de licenciatura: “Pueblo
E n mayo de 1984 por decreto presidencial se dio a conocer la creación
de un nuevo destino turístico: Bahías de Huatulco, Oaxaca. El último
de los “Centros Turísticos Integralmente Planeados”, que estuvieron
en boga en aquellos años. Así, resulta tentador partir del presente para
abrazar el pasado y pensar que la historia de este lugar comienza con la
Diálogos. Pueblos originarios de Oaxaca
es una colección de libros editados por
la Secretaría de las Culturas y Artes de
Oaxaca. Ordenada en tres series: Veredas
(investigaciones pertenecientes a la cultura
a orilla del mar. Huatulco en el siglo XVI creación del puerto turístico. Empero, sería un error dar esto por sentado. y sociedades indígenas de la entidad),
(1522-1616): Un apéndice novohispano”, La presente investigación es una tentativa a la historia regional de Huatul- Urdimbres (literatura indígena y artes popu-

PUEBLO A ORILLA DEL MAR. HUATULCO EN EL SIGLO XVI (1522-1616)


obtuvo mención honorífica en el XIV co que inicia en 1522, con la Conquista, y que concluye en 1616 con el aban- lares) y Glifos (textos relacionados con el
Premio Banamex: Atanasio G. Saravia de dono obligado del puerto ante la posible incursión de enemigos (piratas) fortalecimiento de las lenguas nativas), esta
Historia Regional Mexicana. holandeses en el océano Pacífico. Si bien esto pareciera algo complejo y propuesta de ediciones se suma al propósito
desmesurado, nuestra intención, por el contrario, es diferente y menos de divulgar el trabajo escritural que en la
ambiciosa. Teniendo este marco Pueblo a orilla del mar. Huatulco en el siglo actualidad se genera en Oaxaca.
XVI (1522-1616) trata de explicar cuáles fueron los cambios y continuidades Se trata de una colección que es resulta-
de los señoríos prehispánicos de la costa central oaxaqueña al pasar al orden do de la convocatoria pública que cada año
colonial, en su estructura política, social, económica y cultural. se dirige a hombres y mujeres, primordial-
El contenido del presente libro se ordena en dos partes. La primera se mente autores y autoras oriundos de los
integra de dos capítulos que tienen como propósito introducir al lector en distintos pueblos indígenas oaxaqueños,
el marco espacial y las condiciones demográficas de la investigación; resal- con interés en publicar textos literarios o
tando cuáles fueron las condiciones fisiográficas en las que se estableció la académicos que reflejen el acervo cultu-
provincia de Huatulco. ral de Oaxaca. En 2012, Diálogos. Pueblos
La segunda parte está integrada por tres capítulos. El primero de ellos relata originarios de Oaxaca, da continuidad al
la llegada y conquista española del señorío de Tututepec y apunta las conse- empeño del actual gobierno estatal, asi-
cuencias en los señoríos sojuzgados a dicho reino, como es el caso de Huatul- mismo del gobierno federal y la sociedad
co. En el segundo se analizan las repercusiones en la territorialidad y gobier- civil, por fortalecer el arte y la cultura de
no en los pueblos de indios al situarse entre el mundo hispano y su dominio la entidad.
indiano. En el tercer capítulo se revisa la forma en que se instauró el puerto NAHUI OLLIN VÁZQUEZ MENDOZA
de Huatulco entablando el análisis desde una escala local a una global.

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Pueblo a orilla del mar.
Huatulco en el siglo xvi (1522-1616 )
Nahui Ollin Vázquez Mendoza

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VEREDAS
Pueblo a orilla del mar.
Huatulco en el siglo xvi (1522-1616 )
Nahui Ollin Vázquez Mendoza
Consejo Nacional para Gobierno del Estado de Fundación Alfredo
la Cultura y las Artes Oaxaca Harp Helú
Oaxaca, ac
Rafael Tovar y de Teresa Gabino Cué Monteagudo María Isabel Grañén Porrúa
Presidente Gobernador Constitucional Presidenta

Miriam Morales Sanhueza Emilio de Leo Blanco Gabriela Torresarpi Marti


Directora General Encargado del Despacho de Directora
de Culturas Populares la Seculta

Adriana Hernández Ocampo Alma Rosa Espíndola Galicia


Subdirector de Cultura Subsecretaria del Patrimonio
Indígena de la dgcp Cultural de la Seculta

Este libro es financiado por el Programa para el Desarrollo Integral de las Culturas de los
Pueblos y Comunidades Indígenas (prodici) en el cual participan la Dirección General de
Culturas Populares del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, la Secretaría de las
Culturas y Artes del Gobierno del Estado de Oaxaca y la Fundación Alfredo Harp Helú
Oaxaca ac.
972.019
V145P
Vázquez Mendoza, Nahui Ollin
Pueblo a orilla del mar. Huatulco en el siglo xvi (1522-1616)/ Nahui Ollin Vázquez
Mendoza
Oaxaca, México: Culturas Populares, conaculta/Secretaría de las Culturas y
Artes, Gobierno de Oaxaca /Fundación Alfredo Harp Helú-Oaxaca, 2013
304 p.: maps.tabs.;22 cm – (Colección Diálogos. Pueblos originarios de Oaxaca;
Serie: Veredas)
ISBN: 978-607-7713-75-3

1. Indios de México – Huatulco, Oaxaca - Historia.


2. Indios de Oaxaca – Vida social y costumbres – Siglos xvi-xvii.
3. Oaxaca, México – Historia - Siglos xvi-xvii.
4. Oaxaca, México – Historia – Colonia española – 1522-1616.
5. Huatulco, Oaxaca - Política y gobierno – 1522-1616.
6. Huatulco, Oaxaca - Condiciones sociales – Siglos xvi-xvii.
7. Huatulco, Oaxaca – Condiciones económicas – Siglo xvi-xvii.

Producción:
Dirección General de Culturas Populares del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes
Secretaría de las Culturas y Artes del Gobierno del Estado de Oaxaca
Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca ac.
Colección: Diálogos. Pueblos originarios de Oaxaca
Serie: Veredas

Coordinación de la edición: Alma Rosa Espíndola Galicia


Cuidado de la edición: Cuauhtémoc Peña
Diseño: Taller mariolugos/Araceli Cruz López
Fotografía de portada: Mapa de la costa occidental de la Nueva España, 1591. agi, mp-México, 518

ISBN: 978-607-7713-75-3

Primera edición, 2012


d.r.© Secretaría de las Culturas y Artes de Oaxaca
Mártires de Tacubaya 400, Santa María Ixcotel, Santa Lucía del Camino, Oaxaca,
c.p. 68100
Hecho en Oaxaca, México
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN 17

PRIMERA PARTE
I. HUATULCO: MEDIO GEOHISTÓRICO 25
Ubicación geográfica 25
Suelo y agricultura 29
Puerto, mar y pesca 37
II. APUNTES PARA LA POBLACIÓN Y LA SOCIEDAD 45
Perfil sociocultural 45
Transformaciones coloniales 49
La incertidumbre de los números: caída demográfica indígena 55
¿Madero o serpiente? 61

SEGUNDA PARTE
III. LA CONQUISTA DEL SUR POR UN SOL ESPAÑOL 63
Preámbulo 63
Preparativos 65
Sometimiento del señorío de Tututepec 66
Tonatiuh y Coatulco 68
IV. TERRITORIO Y GOBIERNO EN LOS PUEBLOS DE INDIOS 69
Un lunar nahua en Oaxaca 69
Encomenderos y fragmentación 84
Corregimientos y alcaldes mayores: la jurisdicción real 110
Los pueblos entre el mar y las montañas 124
La presencia secular en la costa de Oaxaca 134
De advenedizos y señores naturales 145
La llegada del ganado a la costa 149
V. HUATULCO: UN APÉNDICE NOVOHISPANO 173
A tres leguas de Guatulco 173
Puerto de la Nueva España: supremacía de 1537 a 1575 178
Para llegar a Huatulco 190
Tamemes: cargadores del anhelo español 198
Un enclave de ultramar y la búsqueda de riqueza americana 211
Enemigos al acecho: Perros Isabelinos 217
Francis Drake y el buque que no era 222
Thomas Cavendish y la leyenda de la Santa Cruz 236
Mendigos del mar: puerto olvidado y un abandono obligado 246

CONSIDERACIONES FINALES 251


ABREVIATURAS UTILIZADAS 257
FUENTES CONSULTADAS 258
ANEXO: PUEBLO A ORILLA DEL MAR: LOS TÍTULOS PRIMOR-
DIALES DE SANTA MARÍA HUATULCO 271
ÍNDICE DE MAPAS 285
ÍNDICE DE CUADROS 286
ÍNDICE DE FIGURAS 287
ANEXO FOTOGRÁFICO 289
A través del tiempo se han entretejido un sinnúmero de leyendas,
mitos e historias sobre los orígenes y procesos humanos en Huatulco.
Como suele pasar, seguramente muchas de ellas han quedado en
el olvido y otras más han ido transformándose al paso del tiempo,
mantenidas solo por la curiosidad de algunos cuantos ávidos de
conocer “lo que vivieron los abuelos”.

Raúl Matadamas y Sandra Ramírez


Antes de Ocho Venado y después de los piratas…
a
Erandi
y
Ohtonqui
Agradecimientos
15

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


E l texto que tiene el lector en sus manos es una “segunda versión” de mi
tesis de licenciatura. Aquel trabajo fue la culminación de un proceso
largo y arduo, pero muy grato, el de mi formación como licenciado en
Historia en la Universidad Autónoma Metropolitana (uam-Iztapalapa). En
ese devenir me acompañó un mundo de gente a quien debo reconocerle,
aunque quizá este espacio sea insuficiente, sobre todo si menciono además
a las personas que estuvieron conmigo en mis estudios de posgrado en la
Universidad Nacional Autónoma de México (unam).
En principio, agradezco de manera especial a la Dra. Norma A. Castillo
Palma por su guía, su comprensión y la libertad que me brindó para la in-
vestigación (la cual en un inicio, no sabía hacia dónde dirigir y en momentos
me ahogaba en libros y papeles, de donde me rescató). De igual forma, de ese
primer trabajo, agradezco la lectura y dictamen que realizaron: la Dra. Laura
Machuca Gallegos, quien ha compartido amablemente sus conocimientos
de la región; la Dra. Margarita Menegus Bornemann, un agradecimiento
por sus críticas severas y sus sugerencias, que en más de una ocasión han
cimbrado mi trabajo; al Dr. Thomas Calvo Ribes, por su paciencia y aliento
como su asistente de investigación en el conacyt, dentro del sni. Los co-
mentarios y sugerencias que ellos vertieron traté de atenderlos, y desde luego
que cualquier error aquí plasmado es de toda mi responsabilidad.
Las relaciones hechas con los investigadores de temas afines fue impor-
tante: agradezco al arquéologo. Raúl Matadamas por compartir su trabajo
sobre Huatulco; al Mtro. Juan M. Pérez Zevallos por su confianza al firmar
una responsiva para trabajar con el acervo de la Biblioteca Ángel Palerm
(ciesas); también un agradecimiento a Yadira, su bibliotecaria, por su ama-
bilidad y paciencia. Asimismo, agradezco a mis compañeros y amigos: Ale-
jandro Navarro, Miguel Galicia, Efraín Juárez, Karla Herrera, Víctor Corona
y Damián González, quienes, algunos dentro y otros fuera de las aulas, me
ayudaron a poner ideas más claras, en este trabajo hay mucho de ellos. A
Gonzalo Vázquez Cruz por ayudarme en los menesteres tecnológicos. Al Dr.
Gonzalo Vázquez Rosas por su aliento y en especial por compartir tanta in-
formación de Huatulco. También quiero hacer un reconocimiento a quienes
16 hicieron posible la publicación de este trabajo: al conaculta, a la seculta
del Gobierno de Oaxaca y a la Fundación Alfredo Harp Helú-Oaxaca.
Agradezco a mi familia, a Gonzalo Vázquez y Juana Mendoza, mis pa-
pueblo a la orilla del mar

dres, quienes me han apoyado siempre, a mis hermanos con mucho afecto.
Por último, agradezco a los habitantes de Huatulco, a quienes va dirigido
este trabajo. Estas páginas sólo contienen un fragmento de la historia de este
lugar, queda mucho por investigar. Espero se encuentre el lector con la evi-
dencia que apunta a que Huatulco ha sido un foco de atracción para gente
de diversas partes, del país y del mundo. Es necesario un reconocimiento en
la construcción de la historia de Huatulco de esta gente advenediza aún hoy
en día en que el huatulqueño “originario” siente trastocados sus espacios e
intereses.
Introducción
17

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


No hay historia económica
y social. Hay la historia sin
más, en su unidad. La his-
toria que es por definición
absolutamente social.
Lucien Febvre,
Combates por la historia

E l estado de Oaxaca hoy día concentra un número elevado de especia-


listas (arqueólogos, etnólogos, antropólogos, historiadores, etc.) que
tratan de dar cuenta de las sociedades pretéritas que se desenvolvie-
ron en este espacio geográfico, empero esto se da de manera focalizada en
ciertas regiones, por ejemplo: en los Valles Centrales, la Mixteca, el Istmo,
entre otras. Esto debido a la importancia de la cultura zapoteca y mixteca,
sociedades más avanzadas, mejor documentadas y más seductoras —como
bien lo señala John K. Chance para las culturas mesoamericanas—. Sin em-
bargo, pareciera que para el caso de Huatulco, ubicado en la costa central
de Oaxaca, no se ha profundizado más allá de las implicaciones de lo que
hoy conocemos como Bahías de Huatulco, es decir, el destino turístico y
sus contradicciones socioeconómicas con la población endémica.1

1
Por ejemplo, véase Ludger Brenner, “La planeación de ‘Centros Sustentables’ ¿Estrategia
prometedora para impulsar el desarrollo rural o ilusión sin perspectiva?”, en Esteban
Barragán López (ed.), Gente de campo. Patrimonios y dinámicas rurales en México, t. ii,
México, El Colegio de Michoacán, 2005, pp. 397-430; José Antonio de la Cruz, “Los in-
tentos del desarrollo en el municipio de Santa María Huatulco, Oaxaca”, en Arturo León
et al., Migración, poder y procesos rurales, México, Universidad Autónoma Metropolitana
(Xochimilco)/Plaza y Valdés, 2002, pp. 163-181.
En mayo de 19842 por decreto presidencial se dio a conocer la creación
de un nuevo destino turístico: Bahías de Huatulco, Oaxaca. El último de
los “Centros Turísticos Integralmente Planeados”, que estuvieron en boga
en aquellos años, en donde las condiciones socioeconómicas y culturales
de la “gente de la playa” no resultaban importantes para la política de Es-
tado, pues “aún es considerada como objeto pasivo que requiere impulsos
18 externos para ‘desarrollarse’, de acuerdo con las expectativas de actores fo-
ráneos.”3
Así, resulta tentador partir del presente para abrazar el pasado viviente
pueblo a la orilla del mar

y pensar que la historia de este lugar comienza con la creación del destino
turístico. A primera vista así pareciera, muchos de los turistas, al llegar para
disfrutar de las bellas bahías lo piensan. Empero sería un error dar esto por
sentado. Esta idea irá cambiando con los trabajos arqueológicos y la apertu-
ra al público del sitio arqueológico de Copalita, el cual da cuenta de un asen-
tamiento ancestral en esta zona; además de que implícitamente podemos
ver que el destino turístico afectó al ejido del pueblo de Santa María Hua-
tulco cuyo asentamiento data de la época prehispánica y logró continuar su
camino como pueblo durante todo el periodo colonial.
En Huatulco, la defensa de las tierras comunales en el periodo colonial
fue muy relevante, igual que en la actualidad. Así lo demuestra la gran can-
tidad de documentos resguardados sobre ella en el Archivo Municipal de
Santa María Huatulco. Por otro lado, también el cúmulo de información so-
breviviente en la memoria de los abuelos, tradición oral que el historiador
suele dejar en oídos del etnólogo o el antropólogo (con algunas excepciones
por parte de historiadores). Un ejemplo al respecto, fue don Francisco Cruz,
don Pancho, fallecido a finales de 2009, quien atesoraba sus recuerdos de
una manera muy singular, pues cuando contaba una historia uno podía re-
montarse al Huatulco de entonces y hacerse partícipe de ella.
Desde muy temprana edad don Pancho desempeñó cargos públicos en
Huatulco y eso le permitió un acercamiento a los documentos del pueblo.
Él fue comisariado de Bienes Comunales por primera vez en 1963, y luego
tuvo otros puestos en los años en que Huatulco aún no contaba con todos

2
El 29 de mayo de 1984 por decreto presidencial, por causa de utilidad pública, se ex-
propia una superficie de 20,975-0165 has en favor de la Secretaría de Desarrollo Urbano
Ecológico, ubicada en el ejido Santa María Huatulco, perteneciente al municipio del
mismo nombre. Véase el decreto del 12 de junio del mismo año, en el Diario Oficial de
la Federación, www.dof.gob.mx, consulta: 09 de junio de 2008.
3
Brenner, op. cit., 2005, p. 397.
los servicios públicos. Cuando ir a la capital de Oaxaca significaba un viaje
tortuoso por caminos de terracería, cuando al bajar de la camioneta “llega-
bas güero, empanizado de tanto polvo”.
Los documentos de los huatulqueños, como el mismo pueblo, han te-
nido un sin fin de vicisitudes: algunas veces son atesorados, cuidados y, las
más, en cambio, han desaparecido, a saber del motivo. Por ejemplo, en el
periodo del presidente municipal Juvenal Alderete Aja (1981-1983), don 19
Pancho fungió como regidor y, después de realizar el inventario de los do-
cumentos de Huatulco, no encontró los Títulos primordiales de Huatulco.

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Resultó que el documento se encontraba en la casa del señor Juvenal: su
esposa lo tenía a resguardo. Esta curiosa circunstancia causó asombro a los
integrantes del Cabildo y, luego de una plática en confianza, le pidieron al
edil que lo devolviera, debido a que constituía —y constituye— el “patri-
monio del pueblo” pues se trata de un documento de 1539. El suceso reflejó
una evidente preocupación por la historia propia, la conciencia clara de que
a partir de ese documento se podían defender las tierras comunales ante
vecinos y extraños, como en otros tiempos. En otra ocasión, un coleccionis-
ta de antigüedades llegó al pueblo ofreciendo cincuenta mil pesos por los
Títulos primordiales. Por eso, ante el temor de que volviesen a desaparecer,
eran vigilados.4 Sin embargo, años después el documento dejó Huatulco
(véase anexo).
Queda así de manifiesto que este lugar tiene una historia tan larga que
pretender hacer un estudio capaz de sintetizarla es un gran reto. Sin tratar
de caer en un anacronismo y guardando toda la proporción debida, pode-
mos pensar (o imaginar) que en el siglo xvi, con la Conquista, pudo pasar
una historia similar al poner en funcionamiento el puerto de Huatulco. Es
decir, la sociedad nativa fue sometida por los españoles, quienes veían a los
naturales únicamente como fuerza de trabajo y fuente de tributo; mientras
que el puerto les facilitó la integración económica de otras regiones de la
América española.
Sin pretender por ello escribir algo pragmático o apologético, existe la
necesidad de tener una historia con la cual pueda identificarse la comuni-
dad ante la región o ante el mundo; con lazos históricos que están presentes
en sus calles, en su gente, en su hablar, en su comida, en su vestido y que

4
Entrevista realizada por Nahui Ollin Vázquez Mendoza al señor Francisco Cruz Mar-
tínez, 15 de agosto de 2009.
deben ser puestos en papel y tinta para que la comunidad comprenda y
valore el lugar donde se desenvuelve e interactúa.
En el caso de la región de Huatulco, entendemos que el desconocimiento
de su historia, de sus problemas y sus consecuencias en tiempos más recien-
tes es, posiblemente, causado no sólo por el desinterés de la población, sino
por la apatía de algunos grupos, como también debido a problemas inter-
20 nos. Por ello, de nada sirve escribir textos académicos, de cualquier espe-
cialidad, sin intentar, por más modestos que estos sean, hacerlos llegar a las
comunidades que nos brindan información, trabajo, alegrías, frustraciones
pueblo a la orilla del mar

y sustento.
Por tanto, la presente investigación es una tentativa a la historia regional
de Huatulco que inicia en 1522, con la Conquista, y que concluye en 1616
con el abandono obligado del puerto de Huatulco ante la posible incursión
de enemigos (piratas) holandeses en el océano Pacífico. Si bien esto pare-
ciera algo complejo y desmesurado, nuestra intención, por el contrario, es
diferente y menos ambiciosa. Teniendo este marco general trataremos de
explicar cuáles fueron los cambios y continuidades de los señoríos prehispá-
nicos de la costa central oaxaqueña al pasar al orden colonial, en su estruc-
tura política, social, económica y cultural.
Existieron, principalmente, dos factores que nos llevaron a plantearlo de tal
forma: a) la fragmentación temporal y espacial de los documentos de Huatulco
y sus pueblos vecinos dificultó tratar un aspecto en particular de manera más
exhaustiva (sin querer decir que no existiera esta posibilidad) y, más importan-
te; b) era necesario tratar de explicar las implicaciones que se derivaron de la
puesta en funcionamiento del puerto de Huatulco en los pueblos indios de la re-
gión. Del resultado obtenido se pueden analizar los diversos componentes que
se presentaron en nuestra región de estudio, en la cual el elemento compara-
tivo dentro de los distintos territorios que conforman la región fue necesario.
Si bien, los trabajos más conocidos se han volcado al análisis de lo acon-
tecido en el mar y la relación con el principal puerto de la Nueva España
en la costa occidental que se llamó Huatulco, de 1537 a 1585, hasta que
Acapulco lo desplazó, poco se sabe del mundo indígena que interactuó en
ese momento.
La falta de fuentes de archivo dificultaron en gran medida realizar un
estudio del mundo indígena y su relación con el español en la región de
Huatulco, debido a que en su mayoría sólo se habla de los indios mediante
la percepción que tienen los españoles y muy pocas veces son los indios
quienes hablan de voz propia. No obstante, esta perspectiva discurre en
que lo indio no sólo se debe constituir como un objeto de transformación
y estudio, sino que es necesario entenderlo como el sujeto activo y partici-
pante de los procesos sociales de su propio devenir histórico. Los proble-
mas antes mencionados nos llevaron a elementos meramente descriptivos
que se trataron de llevar a un contexto explicativo, en donde la analogía
con otras realidades y contextos del mundo novohispano fue necesaria, no 21
únicamente como validatorios y/o ejemplificaciones.
Lo anterior nos condujo a plantear la hipótesis de que el puerto, con el

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


predominio hispano (no en valores cuantitativos), llevó a una fragmenta-
ción del señorío de Huatulco, creando dos cabeceras con el mismo nombre:
pueblo y puerto. El pueblo, que era de indios, por un lado, permaneció en
encomienda por tres generaciones impidiendo un desarrollo de ciertos as-
pectos en el interior de la vida indígena de la época. A la par de esto, y quizá
más importante, el puerto desplazó en importancia al pueblo constituyén-
dose en sede de una alcaldía mayor; creando un asentamiento de indios con
el único fin de mantener funcionando el puerto y tras el paulatino declive
económico del mismo la población decayó y la región entró en una nue-
va dinámica social. Lo anterior, por ejemplo, se constata al comparar a los
pueblos de Huatulco con sus vecinos chontales; lo que permite apreciar el
abigarrado mundo indígena que se presentó en el siglo xvi en la costa cen-
tral de Oaxaca.
Después de esto es necesario apreciar, de manera general, cuáles fueron
las relaciones políticas de España con las otras potencias europeas, sobre
todo Inglaterra, Francia y Holanda, que afectaron el devenir de las colonias
americanas tras iniciarse una lucha por las riquezas de los territorios recién
descubiertos. Estos ataques llegarían hasta el Mar del Sur (océano Pacífico)
y con ello las afectaciones a los puertos novohispanos. Esta situación, por
último, nos llevará a entender un poco mejor la política de la Corona para
con sus territorios ultramarinos y la condición política y económica que
repercutía directamente en la Nueva España. De este modo, la vulnerabi-
lidad del Puerto de Huatulco se hizo manifiesta desde el último cuarto del
siglo xvi, teniendo que ser abandonado en 1616 por orden del virrey Diego
Fernández de Córdoba.
En vista de lo anterior consideramos necesario, sin dejar el elemento
macro, profundizar en el aspecto microhistórico de la región que se confor-
mó como la provincia de Huatulco en su conjunto (el mar y la tierra). Pues:
Es un hecho, en estos días, que cuando se escribe acerca de cualquier cultura
mesoamericana, obviamente uno no puede reconstruir su historia simple-
mente con mirar a un solo grupo étnico o a un área cultural en forma aisla-
da. De la misma forma es claro que para entender el pasado autóctono de un
pueblo, no podemos contar solamente con las fuentes españolas. Nuestras
opiniones deben ser respaldadas y corroboradas con fuentes arqueológicas,
22 pictográficas y con documentos escritos o preservados a través de tradicio-
nes orales y prácticas contemporáneas.5
pueblo a la orilla del mar

En este sentido, la explicación histórica que buscamos va ligada a los as-


pectos geográficos que se circunscriben a un fin: captar los cambios, continui-
dades de los procesos humanos que se dieron dentro de un espacio físico en
concreto, para poder apreciar lo interno y externo que confluyó en la región y
en las sociedades que interactuaron en ese paisaje.6 Y no es que lo geográfico
condicione a la sociedad, más bien es un círculo cerrado que se tiene que
entender como tal. Sin embargo, es necesario tener un eje que articule di-
cha explicación; con todo lo subjetivo a que esto nos pudiera llevar. “Pero
no basta describirlo como un rasgo del medio físico, sino que hay que en-
tenderlo como la parte medular de un sistema dentro del cual se realiza el
acontecer cotidiano”.7 Es claro que el espacio refleja aspectos más comple-
jos, porque una cosa es cómo el investigador lo entiende y otra distinta es
cómo sus actores actuaron y dieron sentido a dicho espacio, por ejemplo,
de qué forma favoreció o limitó el acceso al poder (económico y político),
sean éstos, españoles o indígenas, cuestión muy compleja pero que hay que
señalarla.
La región, de esta forma, se entiende no como el paisaje, es decir, como
la expresión visible de un espacio físico; sino más bien es cómo funciona
dicho sistema espacial; el cual no siempre tiene fronteras infranqueables.
Esto nos llevará a problematizar y entender los elementos de las interac-
ciones que permitieron dicho funcionamiento, puesto que: “Las regiones

5
Danny Zborover, “Narrativas históricas y territoriales de la chontalpa oaxaqueña”, en
Andrés Oseguera (coord.), Historia y etnografía entre los chontales de Oaxaca, México,
Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2006, p. 62.
6
“El paisaje es la expresión visible de un sistema de organización espacial. Incluye ele-
mentos del medio físico y social o cultural. […] Los paisajes, […] son expresiones par-
ciales, relativas, que no obstante definen en gran medida nuestra percepción del espacio”.
Bernardo García Martínez, El desarrollo regional y la organización del espacio, siglos xvi-
xx, México, Universidad Nacional Autónoma de México/Océano, 2004, p. 35.
7
Ibid., p. 12.
surgen de la existencia de condiciones que les dan individualidad y les per-
mite funcionar; tienen una etapa de plenitud y suelen desarticularse si las
condiciones se modifican”.8
Cabe decir que en el interior de cada región existen subregiones con sus
propias particularidades. Cada una guardó su territorio, vistas a través de
los pueblos, que eran sus “espacios geográficos culturalmente modelados,
pero no sólo los inmediatos a la percepción (paisaje) sino también los de 23
mayor amplitud, que son reconocidos en términos de límites y fronteras”.9
Esos espacios geográficos, deteniéndonos en el paisaje, mostrarán la rela-

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


ción económica que guardaron los pueblos al estar situados en distintos
nichos ecológicos, costa, pequeñas muescas agrícolas a orillas de los ríos y
pueblos situados en la sierra sur, cada uno con sus productos.
Independiente de las observaciones anteriores, será el puerto de Hua-
tulco el eje que articula la región y en consecuencia el contenido de este
libro. Asimismo, los pueblos que guardó esta región en la etapa de plenitud
del puerto pueden entenderse como el hinterland del mismo, debido a que
se crea el espacio del puerto que afectó a estos pueblos. No obstante, antes
de que esto sucediera Huatulco era un pueblo indio que se vio opacado y des-
plazado en importancia por el puerto que tomó el nombre del pueblo y que en
adelante, principalmente al acercarnos a estudiar la región, se tiende a verlos
como uno solo. Así, creemos que el puerto se instauró en el lugar que ante-
riormente fue un señorío menor dependiente de Huatulco, transformado
por el gobierno virreinal en sede de una alcaldía mayor, creando así dos
cabeceras con el mismo nombre: de españoles (y sede de la alcaldía mayor)
en el puerto y de indios en el pueblo.
El contenido del presente libro se ordena en dos partes. La primera se
integra de dos capítulos que tienen como propósito introducir al lector en
el marco espacial y las condiciones demográficas de la investigación; resal-
tando cuáles fueron las condiciones fisiográficas en las que se estableció la
provincia de Huatulco, es decir, las características generales del territorio y
los aspectos socioculturales durante el siglo xvi. En suma, se examinan los
rasgos físicos y ambientales durante el periodo de estudio y sus relaciones
con los acontecimientos humanos, tratando con ello de enfatizar el modo
mediante el cual los pueblos de indios se insertaron en la dinámica colonial.
8
Ibid., p. 42.
9
Alicia M. Barabas (coord.), Diálogos con el territorio: simbolizaciones sobre el espacio
en las culturas indígenas de México, vol. 1, México, Instituto Nacional de Antropología e
Historia, 2003, p. 21.
La segunda parte está integrada por tres capítulos. El primero de ellos
relata la llegada y conquista española del señorío de Tututepec y apunta, de
manera introductoria, las consecuencias en los señoríos sojuzgados a di-
cho reino, como es el caso de Huatulco. En el segundo capítulo se analizan
las repercusiones en la territorialidad y gobierno en los pueblos de indios al
situarse entre el mundo hispano y su dominio indiano. Por último, en el tercer
24 capítulo se revisa la forma en que se instauró el puerto de Huatulco enta-
blando el análisis desde una escala local a una global.
Esta investigación se sustentó en un diálogo con la historiografía centrado en
pueblo a la orilla del mar

el análisis de los pueblos de indios, vinculando sus procesos y problemas, enmar-


cándolos en la coyuntura novohispana del siglo xvi, en general, y en Oaxaca
en particular. Este diálogo buscó abordar la historia indígena con múltiples
enfoques y herramientas. Al mismo tiempo se confrontaron las tesis con el
material de archivo depositado en los fondos documentales tanto naciona-
les como extranjeros. Por obvias razones aquí se revisaron sobre todo los
acervos nacionales y, gracias a los avances informáticos, fue posible revisar
algunos del extranjero.
De manera general, se puede advertir que la región de estudio guarda una
gran complejidad, por ello, se trató de no problematizar más de lo que intere-
saba: la relación de los pueblos de indios con el puerto de Huatulco; aspecto
quizá no muy trabajado. Al buscar un estudio multisecular algunos aspectos
representaban más preguntas que respuestas, por tanto sólo se trataron los
aspectos generales que así convenían para entender lo propuesto. Los erro-
res de interpretación u omisiones son todos del autor.
P R I M E R A PA R T E

I. Huatulco: medio geohistórico 25

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


No es precisamente el historiador quien aporta espectaculares revelaciones
capaces de modificar nuestra visión del mundo; la trivialidad del pasado está
formada por particularidades insignificantes que, al multiplicarse, terminan
componiendo un cuadro verdaderamente insospechado.
Paul Veyne,
Cómo se escribe la historia…

Ubicación geográfica

H uatulco se localiza en el estado de Oaxaca, en el distrito de Pochutla;


es una comunidad que presenta un largo peregrinar en su histo-
ria; sin embargo, ésta se ha visto suspendida por periodos largos
de tiempo, o por lo menos esto es lo que arrojan las fuentes históricas o la
escasez de las mismas. Al llegar el siglo xvi y con él los hispanos, Huatulco
era un señorío nahua dependiente de Tututepec. Tras consolidar su poder
político, Hernán Cortés promovió el surgimiento de distintos astilleros y
puertos en el océano Pacífico con miras de seguir con sus descubrimientos
en nuevas tierras; Huatulco no es la excepción y en poco tiempo se vio
transformado: de ser un pequeño señorío pasó a dar cabida (y nombre) al
primer puerto comercial del Pacífico novohispano. Desde ese momento —y
quizá hasta la fecha— la dinámica de este pueblo se ha visto sujeta al aconte-
cer del mar y su relación con los seres humanos, llámese puertos, piratas, vi-
llas planeadas, etcétera, llegando a condicionar el propio devenir del pueblo;
resultando así que las investigaciones se centren en ese aspecto.
En vista de ello, se buscará analizar la relación que existió entre el pueblo
y el puerto de Huatulco en este periodo, es decir, el hinterland de dicho
puerto,1 sin pretender realizar un trabajo exhaustivo, sino más bien un pri-
mer acercamiento a una región que no ha sido muy estudiada por los es-
pecialistas. Cabe reiterar, desde este momento, que un aspecto importante
en esta investigación es problematizar la implicación de la existencia de dos
asentamientos con el mismo nombre: pueblo y puerto de Huatulco en el
siglo xvi; siendo necesario tenerlo presente y no confundirlos.2 Conside-
26 rando como punto de partida que el primero fue un pueblo de indios y que
el segundo surgió y tomó el nombre del primero, erigiéndose como sede de
una alcaldía mayor, hacia 1550, poniendo en evidencia la importancia que el
pueblo a la orilla del mar

gobierno virreinal concedió a la salida por mar que ahí se explotó.3


Al quedar instaurada la sede de la alcaldía en el puerto su jurisdicción
abarcó los corregimientos de: Pochutla-Tonameca, Suchitepec y Huamelula,
cada uno con sus pueblos sujetos, con lo cual se podría cubrir las necesi-
dades de mano de obra para el funcionamiento de dicho puerto que sería
subsanado por los indígenas de los pueblos mencionados.
En este sentido, tampoco buscamos la contradicción que pueda existir al
iniciar el presente estudio con un apartado que describa el medio físico úni-
camente como telón de fondo que sirvió a los actores sociales en su devenir
histórico. La insistencia en reconocer al medio natural como un factor de
gran importancia se verá en los diferentes apartados, sin embargo, es ne-
cesario señalar aspectos de carácter más técnico y/o señalamientos a otras
temporalidades y problemáticas, que de otra forma no se podrían incluir
en el cuerpo del trabajo, y optamos por presentarlos en este apartado con la
intención de tener un contexto más amplio.

1
Al hablar de un puerto se hace referencia a una frontera natural la cual se puede ver
como un nodo, es decir, un punto de interacción o terminal de un sistema. En éste se
entrecruzan los medios de transporte terrestres y marítimos con sus mercancías y pa-
sajeros. De esta forma se crea el espacio del puerto, el cual se entiende a partir de sus
cuatro aspectos: a) el área portuaria (el espacio dedicado al embarque y descargue de
mercancías y pasajeros); b) su hinterland (la zona de influencia terrestre); c) el foreland
(el área comercial del puerto en ultramar –de entrada y salida de mercancía–) y d) el es-
pacio marítimo (es el área que separa a los puertos por la masa oceánica de su foreland).
Véase Lourdes de Ita Rubio, “Puertos novohispanos, su hinterland y su foreland durante
el siglo xvi”, en Marco Antonio Landavazo (coord.), Territorio, frontera y región en la
historia de América. Siglos xvi al xx, México, Universidad Michoacana de San Nicolás de
Hidalgo/Porrúa, 2003, pp. 3-4.
2
En el siglo xvii si bien la alcaldía mayor, y por ende la provincia, siguió existiendo como
tal, en algunos casos el puerto quedó abandonado y la sede se trasladaba al pueblo de
Huatulco. Ya en el siglo xviii con los cambios geopolíticos de los pueblos, por los ataques
de piratas y la decadencia económica más pronunciada del puerto, la sede de la alcaldía
cambiaba su ubicación, ya sea en Huamelula o Tlacolula, más no su nombre.
3
La importancia del puerto se manifestó unos años antes de 1550, desde la segunda
mitad de la década de 1530, cuando se puso en operación como astillero. Y en 1542 se
reasignó al corregidor de Pochutla y Tonameca al puerto.
Actualmente la cabecera municipal de Huatulco se encuentra localizada
en la costa del Pacífico Sur mexicano en el estado de Oaxaca,4 al sudoeste de
la Sierra Madre Occidental y dentro de las faldas de la Sierra Madre del Sur;
a 277 km de la ciudad de Oaxaca y a 765 km de la Ciudad de México, en una
latitud de 15° 50’ N y una longitud de 96° 19’ O (véase mapa 2). Dicha ubi-
cación responde a procesos largos y, por qué no, traumáticos de la sociedad.
El área de la costa, en general, “se puede describir como una zona hú- 27
meda, por un lado tiene muchos ríos que bajan de la Sierra Madre del Sur
y por el otro lado está el mar. El mar, las playas extensas y una vegetación

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


abundante marcan el litoral del estado frente al océano Pacifico”.5 Al situar-
nos en la playa la temperatura fluctúa, durante el año, entre 30 y 33 grados
centígrados; mientras tierra adentro está entre 28 y 30 grados centígrados.
Dicha ubicación responde a los acontecimientos históricos que se dieron
desde la llegada de los españoles, pasando por los corsarios y piratas en el
periodo colonial. Se presenta como un terreno accidentado debido a la baja
elevación montañosa, con algunas muescas agrícolas en pequeños valles y
planicies que favorecían los ríos; de los más importantes, podemos mencio-
nar: Huatulco, Magdalena, Coyula, Cuajinicuil y Copalita, siendo este últi-
mo el de mayor importancia. Aunado a esto, la cercanía de algunos de estos
pueblos a la costa les facilitó obtener recursos marinos para su sustento y
comercio. El tipo de suelo repercutió en los diferentes asentamientos, de
manera similar que en la Costa Chica del estado de Guerrero, “Siendo prác-
ticamente vecinos sierra y mar, los caudales no encontraron el espacio ne-
cesario para crear eficazmente llanuras aluviales”.6
Desde el último cuarto del siglo xvi los naturales de Huatulco entraron en
contacto con otros extranjeros: los corsarios ingleses que azotaron el puerto
y cometieron expoliaciones y tropelías a españoles y naturales, entre ellos,
Francis Drake en 1579 y, en 1587, Thomas Cavendish. En el siglo xvii, el
corsario se volvió pirata o estaba en tránsito de ello y así llegó de nueva
cuenta a Huatulco: se sabe que el 25 de mayo de 1616, por ejemplo, el virrey

4
Huatulco se ubica en la región de la Costa, una de las ocho regiones en que se ha dividi-
do al estado; donde: “Oaxaca es un mosaico muy complejo de climas, animales, plantas,
ríos, montañas y seres humanos que forman diferentes paisajes geográficos. La variedad
es una de las características del estado, cuenta con diversidad de climas, de suelos y de
grupos étnicos”. Margarita Dalton, “Una hoja de papel arrugada”, en Margarita Dalton
(comp.), Oaxaca. Textos de su historia i, México, Instituto Mora/Gobierno del Estado de
Oaxaca, 1990, p. 8.
5
Dalton, “Las ocho regiones geográficas”, en Dalton, op. cit., 1990, p. 23.
6
Rolf Widmer, Conquista y despertar de las costas de la Mar del Sur (1522-1680), México,
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1990, p. 23.
ordenó que fuera abandonado el puerto por las noticias de posibles enemi-
gos holandeses que se dirigían a territorio del virreinato.7
El punto más álgido de estas incursiones fue en 1697 cuando, por buscar
acrecentar su botín, los piratas incursionaron tierra adentro y llegaron al
pueblo de Huatulco, distante tres leguas de la orilla del mar, quemaron todo a
su paso y lo dejaron “destruido […] sin iglesia, ni casa alguna”.8 Los naturales,
28 espantados, se dispersaron por los pueblos vecinos sin la intención de regre-
sar a su antiguo asentamiento. Pero como no era nada fácil desprenderse
de los lazos que los unían, en 1700 ya habían encontrado un nuevo paraje a
pueblo a la orilla del mar

ocho leguas del mar y refundaron el pueblo. Esa circunstancia no fue pri-
vativa de Huatulco, por ejemplo, Astata de igual forma mudó su ubicación
original tras un ataque de piratas en 1680.9
Un año más tarde, en 1701, los huatulqueños solicitaron al gobierno espa-
ñol que les fuera reconocida su nueva ubicación con todos los derechos que
habían tenido en la anterior (véase mapa 1). En espera de la resolución, el pue-
blo siguió su vida normal asumiéndose como el Pueblo Nuevo de Huatulco.10
Por fin, el 17 de octubre de 1718, el virrey don Baltasar de Zúñiga y Guzmán
otorgó la licencia para que fundasen su pueblo en el paraje donde se hallaban
congregados y pudieran “erigir su iglesia y mantener su república con el expre-
sado título y nombre, y en la conformidad q[ue] antigua[men]te la tuvieron”.11
Inmediatamente, el 19 de enero de 1719, los huatulqueños pasaron a mos-
trar la licencia de la fundación a la cabecera de Huamelula, al alcalde mayor
don Andrés de la Puente, quien no se encontraba, siendo el teniente general
Miguel de Almaraza quien los recibió y se dispuso a cumplir lo contenido
ahí y pregonar la fundación, por si existiera algún perjudicado se manifes-
tara la inconformidad. El 15 de abril de ese año ya se había informado a los
pueblos vecinos de Pochutla y San Miguel Huatulco, quienes entendieron y
no se quejaron, procediendo a firmar y certificar la fundación.12

7
bmnah, Colección Pompa y Pompa, agi, México, 28, correspondencia de virreyes, rollo
núm. 11.
8
agn, Indios, vol. 42, exp. 66, f. 90.
9
Actualmente el sitio del asentamiento original de Astata se conoce como Huapote. Peter
Kröfges, “¿Arqueología de la cultura chontal o arqueología de la Chontalpa?”, en Andrés
Oseguera (coord.), Historia y etnografía entre los chontales de Oaxaca, México, Instituto
Nacional de Antropología e Historia, 2006, p. 46.
10
[Carga y data del pueblo nuevo de Santa María Huatulco, 1º de enero de 1701], amh, s/c, 1 f.
11
agn, Indios, vol. 42, exp. 66, f. 91v.
12
“Copia por concuerda de varios documentos pertenecientes a la titulación del pueblo
de Santa María Huatulco, distrito de Pochutla, Oaxaca. Hecha a solicitud de los señores
Leobardo Ortega e Ingnocente [sic.] Chávez Presidente y sindico municipales.” amh, s/c,
13 ff., 17 de febrero de 1950, f. 6v.
Mapa 1: Santa María Ozelotepeque, Pochutla y Xolotitlán, 1700.

29

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Fuente: agn, Instituciones coloniales, colecciones, mapas, planos e ilustraciones (280).
Propuesta para reconocer distancias del pueblo de San Mateo de las Piñas a la cabecera
de Santa María y al puerto de Huatulco, y la sugerencia para poner puentes que comuni-
quen esas comunidades con la de Copalita.

Suelo y agricultura
Las condiciones topográficas previas nos permiten apreciar, por un lado,
la diversidad biótica que interactúa con los huatulqueños; que aun con los
cambios dados en el tiempo a lo largo de su historia le han servido de co-
mercio y sustento. De igual manera, debemos tener en cuenta la interacción
de la sociedad con este medio, el cual repercute de manera importante en
su devenir, así los tipos y lugares de los asentamientos humanos obedecen a
dichas condiciones topográficas. El más claro ejemplo se da en la producción
agrícola, en el sentido de aprovechamiento del suelo cultivable que se encuen-
tra presente en tres nichos ecológicos que se interrelacionan de acuerdo con
sus particularidades; que complementan las necesidades sociales. Básicamen-
te podemos hablar de tres grandes nichos en la zona de estudio: montaña,
selva y costa. Por ejemplo los pueblos de la sierra se servían del cultivo de
la grana cochinilla; en la selva eran propicios los árboles de zapotales y en
la costa se cultivaba la sal, y muy probablemente se explotaba el caracol
púrpura.13
Existen diferentes tipos de suelo en la región de Huatulco, y son princi-
palmente de rocas ígneas intrusivas, de granito y granodiorita, con una cro-
noestratigrafía del mesozoico y una litología del jurásico y cretácico. Está
rodeada de rocas metamórficas, de gneis, del mesozoico con litología del
30 jurásico. En la parte de la costa se encuentra un suelo de rocas sedimenta-
rias y volcanosedimentarias, de tipo aluvial y litoral, del cenozoico, propio
del cuaternario. En el interior las fracturas terrestres son muy marcadas,
pueblo a la orilla del mar

condicionando en algunos casos el desarrollo urbanístico.

Cuadro 1: Tipos de suelo en la región de Huatulco.


Rocas Rocas ígneas
sedimentarias Rocas
Litología y Intrusivas Extru- metamór-
volcano- sivas ficas
Cronoestratigrafía sedimentarias
Cenozoico Cuaternario Suelo: aluvial
litoral
Mesozoico Cretácico Granito
Jurásico Grano-
diorita
Mesozoico Jurásico Gneis

Fuente: Carta geológica: Puerto Escondido, Oaxaca, México, Instituto Nacional de Es-
tadística, Geografía e Informática, 1994, D14-3. (1:250,000). Acotado a la zona de Santa
María Huatulco.

Las condiciones pluviales no sufrieron cambios drásticos durante el


periodo colonial, no como puede percibirse actualmente en términos de
cambio climático. La temporada de lluvias comenzaba a finales de mayo o
principios de junio y concluía entre septiembre y octubre; repercutiendo en
la dirección que soplan los vientos (sur-sudeste). En estos meses la tempe-
ratura bajaba ligeramente, pero el calor se sentía con más intensidad debido
a la humedad. “Entre 1500 y 1600, las precipitaciones bajaron abruptamente
[…]; al mismo tiempo, las temperaturas se acercan a las actuales. A partir del
siglo xvii, las fluctuaciones se vuelven menores”.14 Actualmente la precipita-
ción pluvial en la zona de Huatulco representa entre 800-1,300 mm anuales.
13
Ricardo Martínez Magaña, “Unidades domésticas de un centro local del Posclásico
tardío en Santa Cruz Huatulco, Oaxaca”, tesis de licenciatura, México, Escuela Nacional
de Antropología e Historia, 1999, p. 49.
14
Widmer, op. cit., 1990, p. 27.
Para el periodo prehispánico, Adolfo Rodríguez, quien retoma a Ángel
Palerm y Erick Wolf, nos dice que Huamelula, Tonameca y posiblemente
Huatulco contaban con sistemas de regadío que favorecían el cultivo de ca-
cao, principalmente. Tonameca tenía terrenos adecuados para el cultivo de
algodón del cual se servían para intercambiar por productos de uso común
o para completar lo que tributaban a Tututepec, por ejemplo la sal y la grana
cochinilla.15 31
Al llegar los españoles a la región se encontraban pueblos sedentarios agrí-
colas, que complementaban su dieta basada en productos del mar con anima-

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


les salvajes propios de la zona; dieta que permaneció con variaciones menores
durante el siglo xvi. Por ejemplo, en las Relaciones geográficas los indígenas del
puerto, al dar cuenta de su dieta, nos decían que: “alg[un]as veces, [comían]
carne de venado que cazaban, e iguanas q[ue] es un género de lagarto, que
la carne dellos sabe a carne de conejos q[ue] cazan en los montes y cantidad
de pescado que tomaban en los esteros y lagunas de la costa de la mar”.16
Además, en esta región se podía sembrar chile, calabaza y camote; a lo que
se sumaban los árboles frutales de ciruelas, chicozapote, zapotes de diferentes
variedades y aguacate. En la zona costera existían lagunas de donde apro-
vechaban la sal: “alg[un]os a[ño]s se cuajaba y cuaja, y, cuando no se cuaja,
solían cocer el agua de la mar y la solían hacer”.17 A primera vista pareciera
que esta zona fuera muy productiva, empero no es del todo cierto, si nos
concentramos en el área de Huatulco, se advierte que:

Los suelos existentes presentan un gran riesgo a la erosión, degradación y


empobrecimiento, aunándose a esto las prácticas agrícolas que se hacen. Hay
en el área de estudio siete grupos de suelos de los que sólo tres tienen aptitud
para la actividad agrícola. En el área, la fertilidad de los campos de cultivo
se agota entre dos y tres años y a veces deben dejar descansar la tierra por
lo menos cinco años. El 80% de la superficie mencionada no es cultivable
debido a las características físico-químicas de los suelos, a su ubicación en el

15
Adolfo Rodríguez Canto, Historia agrícola y agraria de la costa oaxaqueña, México,
Universidad Autónoma de Chapingo, 1996, pp. 58-60.
16
“Relación de Guatulco”, en René Acuña (ed.), Relaciones geográficas del siglo xvi:
Antequera, vol. 2, t. i, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1984, p. 190.
17
Ibid., p. 191. En Pochutla era menor la cantidad producida de sal, la cual se extraía del
agua de mar y no de lagunas, y mejor optaban por comprarla. Ibid., p. 196. Tonameca,
por otro lado, contaba con lagunas de donde extraer la sal o la podía hacer de agua de
mar, pero ya para el último cuarto del siglo xvi decían que ya no había quien supiera
hacerla. Ibid., p. 201.
terreno, así como su topografía con pendientes de más de 35° de inclinación,
exceso de salinidad, inestabilidad, y poca profundidad del suelo.18

Tratar de crear una imagen referencial del terreno y la forma que fue
aprovechado por los indígenas en la época prehispánica y posteriormente en
el siglo xvi nos llevaría a un trabajo más exhaustivo. Recurrir a elementos
32 que se perciben en la actualidad combinando algunas permanencias puede
favorecer a dilucidar dicha tarea. Considerando que nuestra premisa parte
de hacer el análisis de una región que se conforma como una provincia in-
pueblo a la orilla del mar

tegrada por distintos grupos étnicos (nahuas, chontales, zapotecos, huaves)


nos lleva a tratar de hacer una separación sistemática de la forma en que se
dieron las relaciones entre señoríos y el medio natural.
Sin problematizar en exceso, podemos decir que al traer la ganadería los es-
pañoles, la región entró en una nueva dinámica socioeconómica; proceso que
no tuvo los mismos efectos que en otras regiones del país, pues para el siglo
xix los sitios o estancias de ganado fueron menores; y solo un sitio pudo con-
solidarse como una hacienda (Apango). Sin embargo, con las características
esbozadas, de manera muy resumida, podemos pensar que con la llegada de
los españoles se pudo dar una mutilación de algunos de estos nichos eco-
lógicos tras la otorgación de encomiendas, la baja demográfica y el cambio
sociocultural en los indígenas, a partir de la búsqueda del pago de tributo,
la diversificación de las formas de trabajo con la puesta en funcionamiento
del puerto, entre otros tantos.
Por ejemplo, en el periodo prehispánico hay indicios que apuntan a que
Huamelula, Tonameca y posiblemente Huatulco contaban con algún sistema
de regadío que favoreció el cultivo de cacao, producto de consumo restrin-
gido a la nobleza indígena. Asimismo Tonameca tenía terrenos propicios
para el cultivo del algodón.19 No obstante, el cacao populariza su consumo
en tiempos de la Colonia, llevando a un desabasto por lo que fue necesario
traerlo de Centroamérica, llegando al puerto de Huatulco.20
De igual forma, el oro en la región fue un elemento importante en el
periodo prehispánico, el cual se obtenía de los ríos que descendían de la

18
Enrique Fernández Dávila y Susana Gómez, “Arqueología de Huatulco”, en Marcus
Winter (comp.), Lecturas históricas del estado de Oaxaca, vol. 1, Época prehispánica,
México, Instituto Nacional de Antropología e Historia/Gobierno del Estado de Oaxaca,
1990, p. 490.
19
Rodríguez, op. cit., 1996, pp. 58-60.
20
Véase Widmer, op. cit., 1990, p. 29; Rodríguez, op. cit., 1996, pp. 123, 135-136.
Sierra Sur; Huatulco y Pochutla tributaban dicho metal a Tututepec (que
compraban a los chontales).21 Por ejemplo, en 1528 los encomenderos de
Huatulco, Antonio Gutiérrez, y su homólogo de Cimatlán y Cacalotepec,
Pedro Pantoja, entablaron una compañía para explotar oro en la región por
el tiempo de dos años (que se retomará más adelante).
El mejor intento por desarrollar una empresa minera en esta zona lo
llevó a cabo Hernán Cortés, cuando llegó a Tehuantepec, ya como Marqués 33
del Valle, explotó las minas que se encontraban ahí. No obstante, su empresa
minera no fue tan afortunada. De 1540 a 1547, de donde se tienen más da-

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


tos, la producción fue disminuyendo año tras año, las epidemias mermaron
la mano de obra (indios esclavos), además de la fuerte cantidad de recursos
que tuvo que sufragar (funcionarios, herramientas, mantenimiento, etc.);
por ello tuvo que migrar a otras provincias y preferir las minas de plata.22
En el transcurso del siglo xvii Huatulco sufrió grandes transformaciones:
en el segundo cuarto de dicho siglo el pueblo había quedado deshabitado;
siendo hacia 1660 cuando el alcalde mayor lo hace repoblar por gente de la
jurisdicción de Miahuatlán. Posteriormente, como ya se advirtió, el pueblo
de Huatulco cambió su ubicación. Si bien en el siglo xviii, podemos inferir,
que ya existían nuevas condiciones por el cambio de localización del asen-
tamiento, también hay que resaltar los cambios de la política metropolitana
con relación a la productividad de la tierra, lo cual modificó el paisaje. Los
Borbones implementaron una política fisiócrata propia del antiguo régimen,
en la que el progreso de una nación dependía del progreso de su agricultura.23
Por ello, era menester aumentar los campos cultivables, roturando tierras que
parecían incultas. Asimismo se buscó una especialización de la mano indíge-
na en los productos americanos que tenían un impacto en las arcas reales. El
mejor ejemplo, la grana cochinilla. En 1796 el subdelegado, Francisco Xavier
de Arévalo, de la jurisdicción de Huatulco y Huamelula refiere que:

Siendo uno de los más recomendados encargos que el Rey Nuestro Señor
(Dios lo guarde) tiene repetidos por sus Reales Disposiciones el fomento

21
Acuña, op. cit., vol. 2, t. 1, 1984, pp. 189 y 198.
22
Véase Jean-Pierre Berthe, “Las minas de oro del Marqués del Valle en Tehuantepec”, en
Estudios de historia de la Nueva España, México, Universidad de Guadalajara/Centro de
Estudios Mexicanos y Centroamericanos, 1994, pp. 15-24.
23
Véase Margarita Menegus, “Reformas borbónicas en las comunidades de indios.
Comentarios al reglamento de bienes de comunidad de Metepec”, en Beatriz Bernal
(coord.), Memoria del iv congreso de historia del derecho mexicano, México, Universidad
Nacional Autónoma de México, 1986, p. 755 y ss.
y aumento de la agricultura, con particularidad el del precioso fruto de la
grana y algodones extrechando a las justicias y mandándoles no desmayen
en el celo y vigilancia relativo a que los comprendidos de sus partidos esten
de cotinuo ocupados en las labranzas y libres de ociosidad q[ue] los distrahe
de la precisa antención a sus obligaciones y los acerca a incurrir en los delitos
y vicios que han enseñado la experiencia, como se nota en esta jurisdicción
34 de diez años a esta parte en cuyo tiempo por su negligencia y ninguna apli-
cación han sufrido los abusos que manifiestan y es notorio cediendo no solo
en agravio de sus intereses sino tambien del Real Erario… [aun cuando] tie-
pueblo a la orilla del mar

nen a su disposición tantas cuantas tierras utiles necesiten debido a la Real


generosidad de nuestro soberano que por un efecto de su sincero amor les
franquea y cede sus Reales pertenencias…24

La intención reformadora de los Borbones se había hecho patente en la


Real Ordenanza de Intendentes, en concreto, en las disposiciones generadas
por la Junta Superior de Propios y Arbitrios y en los reglamentos de bienes
de comunidad de los pueblos de indios. En este último caso se buscó rea-
lizar una redistribución de la tierra junto con la introducción de diversas
medidas tendientes a sanear la economía de los pueblos,25 como bien se
aprecia en la cita anterior. Ahora bien, por ello:

… mandó a todos los individuos comprendidos en esta jurisdicción, que se


ocupen en labores del campo, que sin excusa ni pretexto alguno, procedan
a rozar las tierras que cada uno necesite para que a su debido tiempo plante
cada casado dos mil pies de nopal y los viudos y solteros mil quinientos cada
uno siendo estos lo que menos deben trabajar y el que pueda tener mas de lo
señalado sera mucho mejor de mayor grado a los superiores… [asimismo]
en las milpas que siembran el maiz para su manutencion u otros fines siem-
bren igualmente la correspondiente semilla de algodon…26

De este modo, en la sierra la producción de grana cochinilla fue muy


redituable, antes de la caída del mercado europeo a principios del siglo xix a
causa de los tintes sintéticos27 Esto trajo la introducción del café en las déca-

24
cdahslc, 1796, 2 ff.
25
Menegus, op. cit., 1986, p. 757.
26
cdahslc, 1796, 2 ff.
27
Atlántida Coll-Huartado, “Oaxaca: geografía histórica de la Grana Cochinilla”, en
Investigaciones Geográficas, Boletín núm. 36, 1998, p. 71.
das de 1880-1890 cuya fuerza económica decayó en la década de 1950; aun-
que en la actualidad este producto está siendo retomado con mucho empe-
ño. Se puede observar que, en la zona de selva baja caducifolia y de pastizales,
la agricultura de temporal sigue siendo lo más empleada por los campesinos
de la región, en donde las frutas tropicales son el sustento (principalmente
papaya, sandía, plátano, etc.); junto con el cultivo de maíz y frijol.28
Los peninsulares siempre fueron reticentes al clima cálido, quienes en 35
aquellos lugares pareciera que no tenían la prosperidad proyectada. Los es-
pañoles jugaron, durante mucho tiempo, con la dialéctica de lo sano y lo

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


malsano para justificar el fracaso o el éxito de sus centros urbanos. Con
frecuencia, los regidores hacían una descripción alarmista de su ciudad con
el fin de obtener reducciones de impuestos, mientras que, en ciertos casos, la
imagen idealizada de una localidad sana les permite reivindicar privilegios
y nuevos derechos.29

Figura 1: Amando Cruz, en Coyula. Fotografía de Francisco Cruz [†], ca. 1950.

28
Espaciomapa: Puerto Escondido, Oaxaca, México, Instituto Nacional de Estadística,
Geografía e Informática (inegi), 1993, D14-3. (1:250,000).
29
“De hecho, la percepción de lo sano y lo malsano, al igual que las prácticas sociales
que de ello se desprenden, difieren según las civilizaciones y evolucionan con el tiempo”.
Alain Musset, Ciudades nómadas del Nuevo Mundo, México, Centro de Estudios
Mexicanos y Centroamericanos/Fondo de Cultura Económica, 2011, p. 102.
36
pueblo a la orilla del mar

Figura 2: Santa María Huatulco, Oaxaca. Camino al panteón municipal (hoy calle Brena
Torres). Fotografía de Francisco Cruz Martínez [†]: ca. 1942.

Figura 3: Fiesta cívica del 16 de septiembre (Plaza principal). Fotografía de Francisco Cruz
Martínez [†]: ca. 1931.
Huatulco era visto por ellos como un lugar malsano, que al recorrer sus
caminos parecía olvidado por Dios, de un color grisáceo, sin vida; sobre
todo en época de sequías. Hacia la década de 1550 se decía del pueblo de
Huatulco que: “es tierra caliente y malsana y estéril”.30 Tras mudar su locali-
zación, en las postrimerías del siglo xvii, el pueblo de Huatulco pudo cam-
biar este condicionamiento, que distando de Huamelula dieciocho leguas,
se encontraba “sobre una tendida loma, por cuya falda corre un río de poca 37
agua pero dulce y pura, y suficiente al gasto de su vecindario, en número de
cuarenta y cuatro familias de indios, sobrando para el riego de sus huertas

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


y jardines”.31
Si bien esta característica de malsano puede parecer exagerada, sobre todo,
a partir de la idiosincrasia de los europeos, ajenos a ese clima tropical; cosa dis-
tinta es en la época de lluvias.“Por la variedad de estos elementos, las condiciones
físico-ambientales del área de Huatulco albergan selvas caducifolias, comunida-
des bióticas en las que ocurre un proceso de estiaje una temporada al año,
esto es la pérdida de hojas de las especies vegetales, lo que da un aspecto de
aridez al paisaje”.32

Puerto, mar y pesca


En la actualidad Huatulco cuenta con nueve bahías (Tangolunda, Chahue,
Conejos, Maguey, Cacaluta, San Agustín, Chachacual, Órgano y Santa Cruz).
El puerto de Huatulco se ubicaba en la que hoy se conoce como bahía de
Santa Cruz; se localiza en los 15° 44´ de latitud norte y 96° 08´ de longitud
oeste, la costa guarda una dirección sureste-noroeste.33 Su arena está forma-
da por grano fino y medio; con una pendiente suave de aproximadamente
5°. Sus aguas son cristalinas y tranquilas. La profundidad varía, en la zona
inmediata de la costa se da una pendiente de 8° y se prolonga hasta 22°
alcanzando profundidades de 45 metros a unos 200 y 500 mar adentro. Los

30
Francisco del Paso y Troncoso, Papeles de la Nueva España, 2ª serie. Geografía y Es-
tadística, tomo i: Suma de visitas de pueblos por orden alfabético, Madrid, Sucesores de
Rivadeneyra, 1905, p. 315.
31
Joseph Antonio de Villaseñor y Sánchez, Theatro americano. Descripción general de los
reynos y provincias de la Nueva España y sus jurisdicciones, México, Trillas, 1992, p. 392.
32
Raúl Matadamas Díaz y Sandra Ramírez, Antes de Ocho Venado y después de los pira-
tas. Arqueología e historia de Huatulco, Oaxaca, México, Colegio Superior para la Edu-
cación Integral Intercultural de Oaxaca/Secretaría de Asuntos Indígenas, 2010, p. 14.
33
Woodrow Borah, Comercio y navegación entre México y Perú en el siglo xvi, México,
Instituto Mexicano de Comercio Exterior, 1975, p. 58.
vientos dominantes son los que llegan del sur; presentando variaciones al
noreste en marzo y al noroeste en abril y diciembre. En mayo y octubre se
da la época de tormentas eléctricas tropicales, ciclones o huracanes, pero
que rara vez tocan la costa. La zona costera guarda una topografía abrupta
y accidentada; la altura oscila entre 0 y 100 metros.34
La vegetación, en general, se caracteriza por una selva caducifolia, baja en
38 el área cerril y media en alturas más bajas, propia del clima cálido-subhúmedo.
La vegetación está conformada por especies dominantes de un tipo arbóreo
y arbustivo; el paisaje está cubierto por malezas semiarbustivas y matorrales
pueblo a la orilla del mar

espinosos.35 Algunas especies marinas son: “erizos, coral negro y rojo, pulpo,
ostra, caracol, langostas, percebes, cabrilla, mero o chema, jurel, dorado, pez
puerco, salmonete, barrilete, pez vela, marlín y tiburones, entre otras espe-
cies más”.36
La localización del puerto en el siglo xvi obedeció a que se encontraba
en la menor de dos bahías adyacentes; siendo la más protegida encontrán-
dose separada de la mayor por una península que entra unos 700 m dentro
de mar; formando una lengua de mar con dirección noroeste. Su longitud
va de un kilómetro y medio a tres kilómetros, con una anchura de aproxi-
madamente 400 metros. Esto hace que se diferencie de otros dos puertos
del estado: Puerto Ángel y Puerto Escondido (véase mapa 2). En 1580, en
voz de los españoles, los propios indígenas nos presentan el puerto de una
manera similar:

Este Puerto está en una costa que corre del este a oeste y tiene la boca por la
p[ar]te del sur, y en ella tendrá de ancho casi un cuarto de legua y entrará la mar,
hacia la t[ie]rra y costa, una legua, que [es lo que] habrá desde la boca hasta la
lengua del agua. Por todas partes está reparado y abrigado de los vientos con
los cerros q[ue] le rodean, excepto por la boca del Puerto, por donde le pue-
de ofender el viento sur que suele correr pocas veces, y ésas, en t[iem]po de
aguas; y, así, es puerto seguro. No es muy ancho, mas tiene buenos y limpios
surgideros y el suelo tieso, y pueden surgir en cinco y seis, y siete y ocho, y
mas y m[en]os brazas, como quisieren; aunque los navíos que en él entran
no demandan de cinco brazas y cuatro arriba. Las tormentas que suelen

34
Adrián Ramírez González, “Las bahías de Huatulco, Oaxaca, México: ensayo geográfi-
co-ecológico”, en Ciencia y Mar, vol. ix, núm. 25, 2005, pp. 4, 7, 9 y 14.
35
Ibid., p. 10.
36
Álvarez, apud, Matadamas y Ramírez, op. cit., 2010, p. 15.
correr en esta costa son, en t[iem]po de aguas, algu[n]os suestes q[ue] reca-
lan en el puerto, q[ue] pasan presto; pero jamás peligran [los] navíos, como
tengan buenas anclas y amarras.37

Ello repercutió en que Huatulco fungiera como un enclave novohispa-


no; un puerto de comunicación a gran escala en el Pacífico; en un primer
momento con Centroamérica, después de que Cortés reconociera las con- 39
diciones geomorfológicas y meteorológicas desfavorables de Tehuantepec;
y con Perú, tras lograr la gran fase de ocupación española para los primeros

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


años de la década de 1530.38 Huatulco, como veremos más adelante, tendrá
así la supremacía como puerto comercial en la costa del Pacífico novohis-
pano de 1537 a 1575.
Al hablar de enclave se hace referencia a la forma en que se buscó una
orientación externa por parte de la metrópoli (y el gobierno virreinal) para
explotar los recursos; así como para ampliar el área de dominación y/o in-
tegrar a otras regiones en su beneficio propio o de particulares. Pues:

… si se eliminan las distancias […] se verá que [los centros y regiones colo-
niales] aparecen como apéndices o extensiones de una economía que, aun-
que lejana, las dota de unidad y de sentido […] el factor que cohesiona y
dota de racionalidad a las ciudades y regiones en el sector externo, y concre-
tamente, la política comercial de la metrópoli.39

Más allá de la búsqueda de salida hacia el mar, para los españoles, este
lugar tuvo la misma suerte y por lo regular era visto como un sitio propen-
so para las enfermedades (como cualquier otro puerto novohispano). Esta
idea que se heredó de la Colonia se refleja ya en el México independiente
tratando de sortear los avatares naturales para consolidar rutas comerciales
en esta costa.
Por ejemplo, la herencia de las condiciones malsanas del puerto de Huatul-
co en el México independiente nos la presenta Benito Juárez, quien para 1850
tras fundar Villa de Crespo en el mismo lugar donde se estableció el puerto

37
Acuña, op. cit., v. 2, t. 1, 1984, p. 192.
38
Un aspecto a resaltar para poder entender la importancia y dinámica del puerto
de Huatulco es lo que aconteció en Perú durante la primera mitad del siglo xvi, que
retomaremos en su momento, en relación con el comercio que se dio entre los dos
virreinatos.
39
Moreno Toscano y Florescano, apud, Ita Rubio, op. cit., 2003, p. 7.
de Huatulco (Santa Cruz), tratando de desmitificar esta cuestión dijo: “Este
lugar inhabitado por más de 200 años, enmontado y sin agua potable, ha
sido calificado con equívoco de malsano; pero ahora que de nuevo se ha po-
blado, que se ha desembarazado del espeso bosque que lo cubría”.40 El Bene-
mérito lo que buscaba era reactivar la economía del estado por aquel puerto
fundando una villa que permitiera articular una comunidad alrededor del
40 puerto de la que se pudiera servir, idea que se ha mantenido por varios siglos.
El pronóstico que dio Juárez era alentador, pues: “La fiebre, el escorbuto, las
calenturas intermitentes y otras enfermedades que suelen ser comunes en
pueblo a la orilla del mar

lugares semejantes, no se sufren en la villa con exceso, y de la segunda que


menciono, no se ha dado un solo caso”.41 Sin embargo, esta villa dejó en po-
cos años cualquier rastro de su existencia y sólo quedó en algunas fuentes
escritas y en la actualidad muy pocos habitantes tienen algunas referencias
de este asentamiento planeado.

Figura 4: Puerto de Santa Cruz Huatulco, Oaxaca. La vista muestra la Bahía de Santa
Cruz, lugar que albergó en el siglo xvi al puerto de Huatulco. 2008.

40
“Describe con entusiasmo la nueva Villa de Crespo”, Ángel Pola: Miscelánea, Biblioteca
Reformista, vol. viii, México, 1906, pp. 126 y hss., en Benito Juárez. Documentos, discursos
y correspondencia, selección y notas de Jorge L. Tamayo, México, Libros de México, 1972,
p. 696.
41
Idem.
Mapa 2: Principales puertos de Oaxaca, 1806.

41

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


1

Fuente: agn, Mapas, planos e ilustraciones. 1) Puerto de Huatulco; 2) Puerto Ángel y


3) Puerto Escondido.
Mapa 3: Santa María Huatulco, Oaxaca.

42
pueblo a la orilla del mar

Fuente: Carta topográfica: Santa María Huatulco, Oaxaca, México, Instituto Nacional
de Estadística, Geografía e Informática (inegi), 2000, D14B19 (1:50,000).
43

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Figura 5: Santa Cruz Huatulco, Oaxaca.

Figura 6: Fiesta del Primer Viernes. Fotografía del doctor Heriberto Jarquin: ca. 1960.
II. Apuntes para la población y 45

la sociedad

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


En la medida en que insertemos a nuestros sujetos en su contexto,
también rescatamos el mundo que los rodeaba.
John L. Gaddis
El paisaje de la historia…

Perfil sociocultural

H uatulco se ha visto como un enclave nahua en el momento del con-


tacto hispano, que en aquel tiempo estaba bajo el dominio de Tu-
tutepec (véase mapa 4). El padre José Antonio Gay afirmó que esto
obedecía a que los mexicas, portadores de esta cultura, tras sus invasiones
iban dejando colonias militares. Sin embargo, esto no era una práctica uni-
versal, ni permanente; más bien obedeció a las redes comerciales que enta-
blaron los pueblos de Oaxaca con los mexicas.1 Cabe decir que Gay también
hace mención de que posiblemente estas redes comerciales tuvieron lugar
en Huatulco2, población que anteriormente era un asentamiento zapoteco.3
Martínez Gracida nos dice que hacia el año 731 de nuestra era Huatulco
estaba ocupado por chontales que tras ser hostilizados por el ejército zapote-
co fueron expulsados hacia Ecatepec y Guiegolani; así este puerto pertene-
ció a la nación zapoteca desde entonces.4 Es claro que esa posible ocupación

1
José Antonio Gay, Historia de Oaxaca, México, Porrúa, 2006, pp. 43-44.
2
Ibid., pp. 120-121. Optamos por tomar la cita de Pedro Carrasco infra.
3
Ibid., p. 123.
4
Martínez Gracida, citado en Danny Zborover, “Narrativas históricas y territoriales de
la Chontalpa oaxaqueña”, en Andrés Oseguera (coord.), Historia y etnografía entre los
chontales de Oaxaca, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2006, p. 96.
se interrumpe con la expansión de Tututepec, ca. 1200 de nuestra era, tras
su consolidación previa de la mano del señor 8 Venado, Garra de Jaguar.
Pedro Carrasco, analizó las fronteras de la Triple Alianza con el reino mix-
teco de Tututepec, y escribe que: “Coatolco (Guatulco) y su comarca pertene-
cían al reino mixteco de Tototepec y nada indica que hubiera sido parte del
Imperio [tenochca], aunque hay un informe de que Coatolco y Tecuantepec
46 fueron conquistados por Axayacatl [ca. 1469-1481], antes de la expansión
hacia el Pacífico que llevó a cabo Ahuitzotl [ca. 1486-1502]”.5 Al respecto pa-
rece que la primera expedición en que se hace mención de Huatulco es en la
pueblo a la orilla del mar

“campaña inaugural de Axayacatl, un dato aislado que no se confirma en


otras fuentes y que, si es verdadero, no sabemos que tuviera consecuencias”.6
De ser el caso, esta fue una expedición contra Tehuantepec; lo que podría
implicar una afectación a los límites de Tututepec, quedando una presencia
nahua, a manera de cuña, entre estos dos señoríos.
No obstante, fuentes locales han demostrado que la presencia mexica sí
tuvo consecuencias claras en las relaciones geopolíticas de los pueblos pre-
hispánicos, sobre todo en la zona chontal, con repercusiones en la región
de Huatulco. Por ejemplo, el Manuscrito de Zapotitlán y el Lienzo de San
Lorenzo Jilotepequillo. En el primero se hace alusión a un emisario enviado
por Moctecuhzoma para ayudar a los chontales de la sierra a reconquistar sus
tierras. El segundo muestra una escena de una figura aislada glosada como
“mantecxoma”, con los atributos de poder mexica, al lado del topoglifo de
“tliltzapotitla”. Según la interpretación de Zborover, este último puede ser
el pueblo chontal de Zapotitlán, que aparece en el Lienzo de Tecciztlan y
Tequatepec (ltt) que dicho autor analizó.7
Empero, tiempo después de la Conquista se perdió dicha filiación y Gay
atribuye la ocupación a mixtecos o zapotecos,8 pareciera ser que gente del
valle. Esto pudo deberse a que ese grupo, el nahua, fue muy afectado por
las epidemias y pronto perdió toda importancia, quedando sólo los nom-
bres de los lugares en esta lengua, así como rasgos culturales que nos po-
drían ayudar a problematizar aspectos como la territorialidad a partir de

5
Pedro Carrasco, Estructura político-territorial del Imperio tenochca. La Triple Alianza de
Tenochtitlan, Tetzcoco y Tlacopan, México, El Colegio de México/Fideicomiso Historia
de las Américas-Fondo de Cultura Económica, 1996, pp. 462-463.
6
Ibid., p. 482.
7
Zborover, op. cit., 2006, p. 74.
8
Gay, op. cit., 2006, p. 68.
una cosmovisión nahua.9 En este sentido, pareciera que la conformación
étnica, antes y después de la Conquista, fue mucho más compleja de lo que
nos pudiera parecer a primera vista, como bien lo advierte Zborover para
los periodos prehispánico y de la Conquista, mientras que Gerhard lo hace
para la Colonia (aspecto que retomaremos en el siguiente subapartado). El
primero de estos autores se centra a partir de la población nativa, y recu-
rriendo a información de que Alcina French encontró en el Archivo Gene- 47
ral de Indias (agi), se percata de que Pochutla aparece como una cabecera
donde se habla zapoteco, mexicano y chontal.10

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Las fronteras étnicas entre las zonas culturales de mixtecos, zapotecos, cha-
tinos, huaves, chontales y nahuas son muy difíciles de separar, pues existía un
contacto importante entre estos grupos gracias al intercambio de productos de
diversa índole. Por ejemplo, los chontales cambiaban la sal por algunos pro-
ductos que los huaves y zapotecos producían en sus respectivas regiones.11
Pero para dar cuenta de cómo podía tener cada región una “demarcación
territorial” debemos recurrir a un aspecto cultural central; así las lenguas
“nativas”, como lo entendió Gerhard, nos brindan la posibilidad de acotar
a cada zona, lo cual, de igual forma, muestra las relaciones diacrónicas y
sincrónicas que podían existir entre ellas.
Por otro lado, Gibson, para la cuenca de México, muestra que, si bien
existió una mezcla biológica y cultural por causa de las relaciones comercia-
les y políticas que pudieron ser un factor para borrar las diferencias tribales,
no fue un factor importante y más bien lo que se dio fueron enclaves y no
mezclas de poblaciones.12 Se puede hacer referencia, por otro lado, a que
existen nombres en náhuat arcaico, sin la tl. Así, por ejemplo, Astata/Aztatla
o Mazatán/Mazatlán indican una ocupación temprana de este grupo. En
este sentido, Zborover, con base en Iixtlilxóchitl, nos advierte la posibilidad
de que fueran descendientes de los tolteca-chichimecas:
9
“Buen número de rasgos culturales dan testimonio de esa continuidad cultural más o
menos modificada, pero continuidad al fin: entre ellos cabe citar la lengua, la estructu-
ra familiar, el fundamento económico, ciertas manifestaciones artísticas, y muy espe-
cialmente la organización política con sus concomitantes elementos de identificación
histórica y corporativa”. Bernardo García Martínez, Los pueblos de la sierra. El poder y
el espacio entre los indios del norte de Puebla hasta 1700, México, El Colegio de México,
1987, p. 66.
10
Zborover, op. cit., 2006, p. 96.
11
Laura Machuca, Comercio de sal y redes de poder en Tehuantepec en la época colonial,
México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 2007,
p. 56.
12
Charles Gibson, Los aztecas bajo el dominio español, 1519-1810, 16ª Ed., México, Siglo
xxi, 2007, p. 26.
Desterrados los tultecas de su patria, emprendieron su viaje por la costa […]
siguiendo por la costa de Xalisco y toda la restante del Sur, salieron por el puer-
to de Huatulco […] y habiéndola andando y ojeando, vinieron a parar en la
de Tolantzinco, dejaron colonias en los puntos donde hicieron mansión (…)13

El pueblo de Pochutla, pueblo rodeado por hablantes de zapoteco, quizá


48 sea el vestigio que sobrevivió de este grupo nahua y perduró hasta mediados
del siglo xx. En 1912 Franz Boas, antropólogo estadounidense quien realizó
trabajo de campo en esta comunidad, pudo observar una variante del ná-
pueblo a la orilla del mar

huatl tan corrompida que denominó pochuteco.14

Mapa 4: Lenguas nativas en Oaxaca, ca.1519.

Fuente: Elaboración propia a partir de Peter Gerhard, Geografía histórica de la Nueva


España, 1519-1821, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1986, p. 6.

13
Zborover, op. cit., 2006, p. 72
14
Juan A. Hasler, “La situación dialectológica del pochuteco”, en International Journal
of American Linguistics, vol. 42, núm. 3, 1976, pp. 268-269. La información que le sirvió
de base a Boas fue recogida en 1888 por el Sr. Doctor Antonio Peñafiel; a partir de 80
vocablos de Pochutla, “los cuales muestran claramente que allí se habla el idioma náhua
o mexicano.” Boas estuvo una estancia de enero a febrero de 1912 en Pochutla. Sus
informantes eran en su mayoría mujeres mayores de 50 años, ya que los hombres ya no
tenían referencias claras de ese idioma. Franz Boas, “El dialecto mexicano de Pochutla,
Oaxaca” en International Journal of American Linguistics, vol. 1, núm. 1, 1917, pp. 9-44..
Mediante esta categorización étnico-lingüística algunos especialistas han
optado por utilizarla de manera que pareciera que en el momento del con-
tacto hispano este grupo ya existía como tal. Los nahuas de Pochutla antes
de la llegada de los españoles llegarían a un poco más de 8,000 personas,
y, sin embargo, por contradictorio que parezca, en 1580 decían ser no más
de 20.15 Creemos que si bien se puede hablar del pochuteco sería un error
descontextualizarlo, haciendo aún más compleja, para los habitantes de la 49
zona, la comprensión del devenir histórico de sus pueblos.

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Transformaciones coloniales
Antes de la llegada de los españoles a lo que sería bautizada como Nueva
España, en Huatulco se presentaba una compleja relación interétnica (na-
huas, zapotecos, mixtecos, huaves, etc.), sin embargo, podemos pensar que
existía una comunidad con identidades arraigadas, las cuales entraron en
un proceso de aculturación que transformó la manera en que veían su mun-
do. Los europeos, conscientes o no, casi o totalmente hicieron desaparecer a
los antiguos pobladores. Esto se debió a una serie de cambios que los espa-
ñoles llevaron a cabo para perpetuar su sistema colonial.
Un primer factor, por ejemplo, se dio en la alimentación, así como en la
carga de trabajo, aunado a las enfermedades —endémicas y las que llegaron
del otro lado del Atlántico— las cuales diezmaron a la población, hasta el
punto en el cual se puede decir que el original huatulqueño desapareció al
poco tiempo de haber llegado los españoles. Todo esto trajo cambios signi-
ficativos, pues la población que se fue articulando en ese terruño lo modi-
ficó y utilizó de forma, si no distinta, sí diferente a la población pretérita.
Teniendo en cuenta, en primer lugar que, indígenas de otra filiación étnica
fueron traídos poco a poco para reemplazar al casi extinto huatulqueño, que
tras un proceso largo y continuo, se generalizó en la región, al ser habitado
y despoblado por diversos grupos étnicos que llegaron de distintas regiones
de Oaxaca, sean los zapotecas de los Valles Centrales y de Tehuantepec, los
mixtecos de la Mixteca alta y baja, los chontales de la Costa y Sierra, los hua-
ves y los chatinos.

15
“Relación de Guatulco”, en René Acuña (ed.), Relaciones geográficas del siglo xvi:
Antequera, v. 2, t. i, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1984, p. 194.
Después de 1524, con la llegada de las encomiendas se vieron los pri-
meros signos de cambio en los pueblos; posteriormente con el arribo de
los funcionarios administrativos españoles, corregidores y alcaldes mayo-
res, quienes se fueron insertando de manera más clara al mundo indígena,
resultando que la región llegó a conformar una demarcación territorial de
carácter provincial a partir del puerto de Huatulco.
50 En segundo lugar, además de los propios españoles, se sumó la llegada de
gente de otras latitudes del globo a la región, como esclavos negros, provenientes
de África, para los trabajos pesados o como vaqueros de las estancias ganaderas,
pueblo a la orilla del mar

que en muchos casos huyeron de sus amos españoles y se instalaron en la región


de manera clandestina. Cabe decir que algunos de estos esclavos pudieron ha-
ber llegado al puerto de Huatulco provenientes de Perú o que fueron embarca-
dos en esa dirección. Otros más fueron asiáticos, filipinos que tras los primeros
contactos con Oriente llegaron a la región en carácter de comerciantes.
De esta forma, en el transcurso del siglo xvi la población indígena sufrió
grandes cambios en cuanto a su estructura y origen étnico. Al establecerse una
población de españoles en el puerto como eje de dominación en el que or-
bitaban los pueblos de indios, estos últimos no permanecieron aislados en
su totalidad, aun con las premisas de la Corona de evitar, en la medida de
lo posible, una mezcla de población; puesto que se intentó una separación
física y juridica de la sociedad nativa y los españoles, bajo la lógica de las repú-
blicas, con el fin de mantener el “orden” de las cosas y proteger a los indígenas.
Pero las necesidades de ambos mundos, en cuanto a recibir e impartir jus-
ticia, recaudar tributos y organizar la fuerza de trabajo, fue llevando a los
pueblos, si no a mezclarse, sí a una reconfiguración en la etnia dominante,
llegando a “una situación racial totalmente confusa”.16 Esto indica que lo
que se presentaba en la región era una nueva etnicidad india, resultante de
una transculturación colonial.
Para los españoles quizá no fue tan problemática la relación con los na-
turales, aun cuando fueron ellos quienes propiciaron una reconfiguración
étnica en la región. De cierto modo estos indígenas, a fin de cuentas, eran
naturales y por esa razón para los españoles era una forma de respetar su
legislación, manteniendo las restricciones propias de los indígenas, como,
por ejemplo, montar a caballo o portar armas, entre otras.17 Sin embargo,
16
Peter Gerhard, Geografía histórica de la Nueva España, 1519-1821, México, Universi-
dad Nacional Autónoma de México, 1986, p. 128.
17
Véase Norma A. Castillo, Cholula. Sociedad mestiza en ciudad india. Un análisis de
las consecuencias demográficas, económicas y sociales del mestizaje en una ciudad novo-
algunos señores principales querían recibir un trato a la española gracias a
su buena voluntad hacia las ideas hispanas. En la primera mitad del siglo xvi,
en algunos casos, los antiguos señores asumieron o conservaron el gobierno
de los pueblos de indios, en virtud de conservar prerrogativas antiguas, de lo
cual se benefició la Corona para mantener el control de los recien conquis-
tados. Lo anterior redundó en que estos señores (ahora llamados caciques
o principales) recurrieran a los argumentos de los españoles en cuanto al 51
linaje para conservar o adquirir privilegios, logrando una diferenciación
respecto al común de naturales, pues se les equiparó jurídicamente con la

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


nobleza hispana. Un ejemplo se nos presenta el 21 de agosto de 1542: a don
Francisco, cacique de Huamelula, el virrey Mendoza le concedió licencia de
andar a caballo, pero por ser un hombre viejo y pesado, y a solicitud de don
Francisco, se optó por andar a yegua.18 Otro ejemplo se da el 10 de diciem-
bre de 1591 a don Agustín Pérez, “que por el t[iem]po que fuere goberna-
dor del pu[ebl]o de pochutla pueda andar en una vaca con silla y freno sin
que en ello se le ponga embargo ni enpedimento alguno”.19
Por otro lado, cosa distinta pasaba con las relaciones entre españoles
e indígenas y los mestizos, a quienes se buscó tener fuera de la dinámica
socioeconómica de la Nueva España; desde 1549 hasta la primera mitad
del siglo xviii se dieron una serie de restricciones que prohibían acceder
a puestos publicos, residir en los pueblos de indios, o ser admitidos en las
órdenes religiosas. Por su parte, los esclavos negros pronto se fueron arti-
culando a la población natural, lo cual, al igual que con los mestizos, no
debían permitir las autoridades novohispanas, aunque no pudieron llevar
a buen término este propósito en ambos casos.20 Esta segregación racial
siempre se trató de poner en práctica, con la justificación de proteger a los
naturales y de ahí la esencia misma de las dos repúblicas, de españoles e
indios. Pero en la realidad no se podía llevar a cabo. “En 1578, las cédulas
mandaban a los corregidores prohibir a mestizos, mulatos y negros estar en
compañía o cerca de los indios”,21 pues viendo que al irse configurando una

hispana (1649-1796), México, Municipio de San Pedro Cholula/Universidad Autónoma


Metropolitana (Iztapalapa)/Plaza y Valdés, 2008, pp. 29-32.
18
agn, Mercedes, vol. 1, exp. 280, f. 130v.
19
agn, Indios, vol. 6 (2ª pte.), exp. 293, f. 65r. Unos meses después, el 22 de febrero de
1592, se da licencia a don Gregorio Vásquez, indio principal y cacique de Suchitepec
para andar en una vaca con silla y freno. agn, Indios, vol. 6 (2ª pte.), exp. 568, f. 125r.
20
Véase Castillo, op. cit., 2008, pp. 33-39.
21
Ibid., p. 40.
sociedad mestiza, y con ella sus vicios y carencias, era menester proteger a
los naturales. Años después, “En 1580, las ordenanzas vetaron de nuevo los
contactos interraciales, esta vez entre negros e indios. En los dos decretos
anteriores las autoridades habían hecho saber que españoles y negros to-
maban los bienes, las mujeres y las hijas de los indios”.22
Esta situación no la inventaba la autoridad virreinal, era común que los
52 indios solicitaran su intervención para con los abusos de los mozos de las
estancias que, por lo regular, eran negros o mulatos. En 1591 el virrey Luis de
Velasco informó al alcalde mayor del puerto de Huatulco que el gobernador,
pueblo a la orilla del mar

alcaldes y principales de Pochutla le hacían relación de que unos vaqueros,


mulatos y mozos de la estancia de ganado mayor de doña Luisa de Aven-
daño y otras más, que se encuentra en sus términos, les causaban muchos
agravios y maltratos. Pero lo más grave era que se “llevaban hurtadas sus
mujeres y hijas y las tienen en sus estancias y las tienen por mancebas y
sirviéndose de ellas todo el t[iem]po q[ue] quieren”. No encontraban for-
ma de hacer frente a estos malhechores, pues aunque lo intentaran ellos
esperaban fuera de sus casas con toda paciencia para hacer sus fechorías;
aun cuando los indios llevan los bastimentos que necesitaban por fuerza y
contra su voluntad y sin pagarles cosa alguna.23 Además, dichos mozos pa-
recían tener buena amistad con los dueños de las estancias y no ayudaban
a los indios en su pesar. El virrey atento a lo solicitado, mandó, en primer
momento, a que se castigara con todo rigor a estos mulatos; prohibiendo
que entraran a Pochutla. Pidiendo al alcalde que realizara la correspon-
diente averiguación, y de ser el caso, se procediera a castigarlos “exemplar-
mente y con todo rigor”.24
No obstante, estos sucesos obedecían a la cercanía que había entre estos
grupos raciales y los pueblos de indios, ya sea por la cuestión de las minas
o trapiches azucareros en los cuales los negros eran llevados a trabajar, o
tiempo después, la ganadería pudo haber sido otro factor que contribuyó a

22
Idem.
23
agn , Indios, vol. 5, exp.733, f. 265v.
24
Ibid., f. 266r. A doña Luisa de Avendaño se le otorgó la merced de su estancia el 16
de octubre de 1591, en términos del pueblo de Pochutla en “un cerro donde haze unas
lomas llanas como un tiro de arcabuz de la […] negrilla de la venta de vexil y del camino
r[ea]l viejo que viene de la ciudad de antequera p[ar]a el puerto de guatulco…” agn,
Mercedes, vol. 18, exp. 143, f. 45r. La segunda estancia a que aluden los indios puede que
sea la de Lucas Holgado, vecino de la ciudad de Antequera; a quien se le otorgó la merced
el 14 de octubre de 1591, en términos del pueblo de Pochutla. “[en] un cerrillo pequeño
q[ue] los naturales llaman Ayotepec junto al río que dizen de Figueroa como dos tiros
de arcabuz del camino real q[ue] va de la ciudad al puerto de guatulco…” agn, Mercedes,
vol. 18, exp.140, f. 44r.
su movilidad. En la costa de Oaxaca, la llegada de negros puede situarse al
inicio de la implementación de las minas auríferas de Cortés en Tehuante-
pec.25 O, por otro lado, como en el caso de lo que hoy es la Costa Chica de
Oaxaca y Guerrero, el factor de las estancias de ganado, que pronto fueron
adquiriendo la categoría de haciendas, puede ser otro agente a analizar,
pues tanto el clima como esa actividad era más afín a ellos.
De tal forma que: 53

A eso hay que sumar que la propia conducción del ganado les fue otorgando

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


una libertad de movimiento notable y que la geografía tropical hacía de esa
región una zona de muy difícil acceso, en la que era fácil esconderse. Todo
ello fue propicio para el llamado fenómeno del cimarronaje, o sea la huida
de los esclavos africanos de las condiciones de explotación a las que estaban
sometidos tanto en las plantaciones como en las minas.26

Gerhard menciona que “en el siglo xvi hubo una invasión de negros,
algunos de los cuales fueron a trabajar al puerto de Guatulco, mientras que
otros huían de la esclavitud y se establecieron cerca de Pochutla y Tona-
meca y en otras partes”.27 Algunos de esos negros, de quienes no sabemos
su origen exacto, es posible que escaparan de su condición de esclavos a su
llegada al puerto de Huatulco, provenientes de Perú, o en caso contrario, al
ser embarcados con esa dirección; éstos se fueron asentando en los pueblos
vecinos de Huatulco, como por ejemplo en Tonameca, o en alguna estancia
perteneciente al pueblo de Huatulco, como el caso de Coyula, afectando a
los naturales.
En principio, los negros que llegaron a la costa oaxaqueña, en los térmi-
nos de la jurisdicción de Huatulco, trabajaron para las estancias de ganado

25
Laura Machuca, “Haremos Tehuantepec”. Una historia colonial (siglos xvi-xviii), Oaxaca,
México, Culturas Populares-Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Secretaría
de Cultura-Gobierno de Oaxaca/Centro de Investigación y Estudios Superiores en
Antropología Social/Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, ac, 2008, p. 54.
26
Ethel Correa Duró, “Problemas y retos para los estudios de identidad en la población
de origen africano de la Costa Chica de Oaxaca en México”, en María Elisa Velázquez y
Ethel Correa Duró (comps.), Población y culturas de origen africano en México, México,
Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2005, pp. 431-432. Es necesario adicionar,
que según se decía que: “En el lenguaje común de la Nueva España cimarrón era también
un término de uso cotidiano cuyo sinónimo era la ignorancia, la torpeza o extranjería
servía, para identificar a las personas incultas.” Juan Manuel de la Serna, “Los cimarrones
en la sociedad novohispana” en Juan M. de la Serna, (ed.), De la libertad y la abolición.
Africanos y afrodescendientes en México y América Central, México, Centro Coordinador
y Difusor de Estudios Latinoamericanos [en prensa], p. 55.
27
Gerhard, op. cit., 1986, p. 128.
de algunos españoles. Diego de Guinea, español avecindado en Oaxaca, fue
uno de esos personajes que supo cómo sacar provecho de tales situaciones,
pero eso lo veremos más adelante. El 21 de abril de 1551 a Guinea se le otor-
gan dos mercedes para ganado mayor en “Apango y Cuscatlán”, trayendo
para su manejo un total de diez negros como guarda de dichas estancias.28
No obstante, la llegada de esta gente puede situarse, de manera más clara,
54 en los inicios de la década de 1580 cuando el alcalde mayor, Gaspar de Var-
gas, hizo gala de la fuerza “que los saco y hecho [sic.]” de Coyula; lo que quizá
llevó a que se replegaran más hacia el norte, del lado de Pochutla y Tonameca.
pueblo a la orilla del mar

Pero también, el flujo pudo continuar, o bien los que iban siendo expulsados
tras pasar la tormenta española regresaban al lugar ya conocido. De tal forma
que pasaron más o menos diez años y así el 20 de marzo de 1591 existían, de
nueva cuenta en el mismo lugar, negros cimarrones. El virrey Luis de Velasco
pidió un informe al alcalde mayor del puerto de Huatulco, pues dice: “yo
esido ynformado que en un monte que se dise Coyula dos leguas del d[ic]
ho pueblo asisten de ordinario tienpo de ruynas a unos negros simarrones”.29
Pero fue hasta el 7 de agosto de 1599 cuando el virrey Gaspar de Zúñiga
y Acevedo pidió que el alcalde mayor de Huatulco aprehendiera a los negros
huidos en su jurisdicción; pues Alonso de Tarifa le informó que: hay “gran
cantidad de negros y negras que se han huido del servicio de sus amos assi
de la dicha ciudad como desta y otras partes los quales viven en sus rranche-
rias y hazen sementeras de que se sustentan de que se sigue mucho daño”.30
En el caso de los negros que huían de su condición de esclavo y que pa-
saban por el puerto de Huatulco tenemos un caso, un poco tardío pero que
sirve de ejemplo. El 12 de diciembre de 1603 don Jorge de Baeza y Carvajal,
antiguo alcalde mayor del puerto, solicitó la intervención de la Audiencia
para poder vender a un negro; dando licencia al alcalde en turno, Francisco
de Guzmán, para poder realizar dicha venta, la cual, cabe decir, no era por
buena voluntad del alcalde en turno, pero contémoslo.
En el tiempo que fue alcalde mayor Baeza, a inicios de la década de
1590, llegó al puerto un navío llamado Nuestra Señora de la Natividad,
siendo su dueño y capitán Juan de Arrasti. Dicha embarcación había llega-
do proveniente de Acapulco y se dirigía al Perú. Al llegar a realizar la visita

28
Peter Gerhard, Síntesis e índice de los mandamientos virreinales, 1548-1553, México,
Universidad Nacional Autónoma de México, 1992, p. 561.
29
agn, General de Parte, vol. 4, exp. 328, f. 94v.
30
agn, General de Parte, vol. 5, exp. 294, f. 65.
del navío, como dictaba la norma, el alcalde solicitó la documentación al
capitán y tras no estar todo en orden en los registros de su carga tuvo que
aprehender a dos negros que viajaban en aquella dirección (lo que indica
contrabando de esclavos). Pero al llegar a tierra uno de los negros empren-
dió la huida, pudiendo salvarse de su condición, a saber que fue de él. El
otro, sin la misma suerte, quedó preso.
Tras esperar unas horas a que cayera la noche, la gente de Arrasti bajó a 55
tierra y tras uso de la fuerza, con cuchillo en mano, sacaron al negro preso, con
vista a darse a la fuga y sacar algo de lo perdido. Pero la suerte no estaba de

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


su lado, el negro emprendió la huida hasta llegar a un pueblo de indios (quizá
Huatulco); éste no fue bien visto y no tuvieron más remedio que remitirlo de
nueva cuenta a Baeza. Mientras tanto ya no se supo nada de Nuestra Señora
de la Natividad. El tiempo transcurrió y el alcalde se quedó con dicho negro.
Al terminar su periodo como alcalde, Baeza se disponía a partir con dirección
a la ciudad de Antequera y de pronto de nueva cuenta el negro huyó.
Pasaron algunos años, y Baeza resignado, quizá ya ni recordaba a aquel
negro, tuvo noticia de que en aquel puerto, Francisco Guzmán, alcalde ma-
yor, tenía un negro, el cual era aquel que se le dio a la fuga. Esta circunstancia
llevó a que Baeza solicitara la intervención de la Audiencia en su favor, por
haber recibido gran agravio de lo dicho. Por ello, la licencia que pedía para
la venta del negro no creemos que haya sido bien recibida por Guzmán,
aunque ya no se supo en qué terminó la historia de aquel negro huidizo.31

La incertidumbre de los números: caída


demográfica indígena
En Huatulco no hay referencia de conquistadores o cronistas que nos den
un número aproximado de los indígenas al momento del contacto hispano.
Según José Miranda, quien toma a reserva los datos obtenidos por Cook y
Borah, nos dice que quizás el número de indígenas en la costa oaxaqueña, a
principios del siglo xvi fue de 500 mil.32 Cifra que no nos dice nada al tratar

agn, Indiferente Virreinal (Alcaldes Mayores), caja 1439, exp. 27, 1 f.


31

José Miranda, “Evolución cuantitativa y desplazamientos de la población indígena de


32

Oaxaca en la época colonial”, en Estudios novohispanos, México, Universidad Nacional


Autónoma de México, 1995, p. 240.
de reducirlo a nuestra área de estudio. En las Relaciones geográficas sólo la
gente de Pochutla refiere que su pueblo “era muy grande, en que habría más
de ocho mil indios”,33 lo cual tampoco nos ayuda mucho.
Los primeros datos, sin embargo, para entender el inicio de las afectaciones
demográficas de los indios en Huatulco fueron justo al momento de la llegada
de los españoles. Una epidemia de sífilis había azotado la otrora tranquila co-
56 munidad, la cual transcurrió desde 1522 hasta 1530, presente en los entierros
de la Bocana del Río.34 A esta primera afectación, puede sumársele las ya co-
nocidas, pero aún muy discutidas, “pestilencias” que se dieron en el centro de
pueblo a la orilla del mar

la Nueva España y que pronto se propagaron por distintas regiones a través


de los circuitos comerciales y de comunicación. Los especialistas en el tema
han identificado dos de ellas: cocoliztli y matlazáhuatl como las más devasta-
doras epidemias, pues encontraron “un terreno virgen de inmunidad”.35
En este sentido, quizá la cocoliztli haya llegado a la costa dos años des-
pués de pasar por Cholula en 1520, pues por ejemplo, los indios del pueblo
de Huatulco recordaban “que después que vinieron los españoles, dende a
dos años, comenzó a haber enfermedad, de que vinieron a morir muchos; y
esta enfermedad que les dio fueron cámaras de sangre, de que morían cada
día cincuenta y sesenta personas en este pu[ebl]o”.36
Las enfermedades seguían asolando a Huatulco. Una serie de epidemias
posteriores cobraron muchas vidas, en el siglo xvi, las principales son las que
transcurren de: a) 1566-1567, b) 1576-1577 y c) 1591-1597.37 Seguramente la
primera de ellas pueda asociarse al matlazáhuatl, ya que de igual forma en
1580 aún se recordaba que tras las secuelas de la primera de 1522, “en otra
temporada, les acudió otra enfermedad de sarna e hinchazones de fuego
q[ue] les salía, de que asimismo murieron gran suma de gentes, y vino a
quedar muy despoblado y con pocos indios este pu[ebl]o”.38
33
Acuña, loc. cit. supra.
34
Raúl Matadamas Díaz y Sandra Ramírez, Antes de Ocho Venado y después de los piratas.
Arqueología e historia de Huatulco, Oaxaca, México, Colegio Superior para la Educación
Integral Intercultural de Oaxaca/Secretaría de Asuntos Indígenas, 2010, p. 35.
35
Castillo, op. cit., 2008, p. 432-433. Esta autora nos dice: “La primera de estas
enfermedades virales desconocidas, ha sido identificada con la viruela, mientras que
a la segunda se han asociado diversas afecciones, desde el sarampión hasta el tifus
exantemático”. Idem. Por otro lado, “Las epidemias de suelo virgen se caracterizan
por una población huésped sin defensa inmunológica (de ahí su nombre), un avance
extremadamente rápido y una infección casi universal”. Elinor G. K. Melville, Plaga de
ovejas. Consecuencias ambientales de la Conquista de México, México, Fondo de Cultura
Económica, 1999, p. 18.
36
Acuña, op. cit., v. 2, t. 1, 1984, p. 204.
37
Gerhard, op. cit., 1986, p. 128.
38
Acuña, loc. cit., infra.
Así durante la segunda mitad del siglo xvi, se presentó un descenso en
la población indígena, pues en 1550 se tenía contabilizado un aproximado
de 3,000 tributarios. Para 1570 pasó a 2,000 y continuó el declive ya bien
entrado el siglo xvii, donde se calculaban sólo 385 tributarios para 1646.39
Quedando así el pueblo con la décima parte de la población que tenía un
siglo atrás. Esta pérdida de 90% de su población es acorde con la tendencia
que se observa en casi toda Nueva España.40 57
Puede entenderse, de esta forma, que los encomenderos, con esta baja de-
mográfica, se asustaran por no tener quién trabajara las tierras y por tanto no

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


pagaran el tributo, más que por la misma gente. Por ello, solicitaban mano
de obra indígena de otros lugares, naturales de lugares cercanos, que llegaran
pronto; por ejemplo los zapotecas, mixtecos y demás vecinos que poco a poco
fueron ocupando los territorios que anteriormente eran de habla nahua.
Un ejemplo que ilustra esta idea proviene de un pueblo vecino que que-
daba dentro de la jurisdicción del puerto de Huatulco. El pueblo de Co-
zahutepec, un poco más al oeste de Tonameca, el 5 de noviembre de 1579
pide que se le haga justicia en lo mandado por provisión real respecto a los
indios que iban a avecindarse a su pueblo provenientes de Coatlán y que en
caso de ser necesario pudieran llevar a los responsables ante la justicia. Esto
se debía a que Cozahutepec era un pueblo que casi rozó por la extinción y
era necesario que se repoblara y de ahí la necesidad de traer naturales de
otros pueblos. No obstante, los alguaciles de Coatlán no veían muy bien esta
situación e iban a Cozahutepec a prender “y a llevar por fuerça los yndios
que [e]stam abezindados de mas de diez […] y quinze a esta parte y nos
hazen fuerça como yndios de mas posible que nosotros por ser pocos no
los podemos resistir”.41
La baja demográfica fue un shock cultural para los naturales de la re-
gión, sus secuelas siguieron presentes hasta 1580. Los indígenas del puerto
y pueblo de Huatulco, Pochutla y Tonameca nos expresan el terror ante
algo que no comprendían del todo, para ellos era claro que los españoles
eran los causantes, pero sobre todo, por haberlos apartado de sus dioses y
sus plantas medicinales. Sirva el ejemplo de los indios que se encontraban
en el puerto para ejemplificarlo:
39
Sherburne F. Cook y Woodrow Borah, Ensayos sobre historia de la población. México y
California, t. iii, México, Siglo xxi, 1980, pp. 70-72.
40
Véase Castillo, op. cit., 2008, capítulo cinco, pp. 429-481. Miranda, op. cit., 1995, pp. 239-
257. Cook y Borah, op. cit., 1980, passim.
41
agn, Indiferente Virreinal (Indios), caja 562, exp. 27, f. 1r.
Y dicen que oyeron d[ec]ir a sus antepasados que, antes que los españoles
viniesen, solían vivir sanos y recios, y mucho más t[iem]po, y que, despues
q[ue] vinieron los españoles, comenzaron a morirse todos; y q[ue] la causa
dello había sido porque los apartaron de sus dioses, q[ue] les decían lo que
había de hacer p[ar]a sanar cuando caían enfermos, y como, después q[ue]
vinieron cris[tia]nos, se perdieron sus dioses, luego comenzaron a morirse,
58 porque no tuvieron quien los curase ni dijiese lo que habían de hacer p[ar]a
sanar; y, así, se acabaron todos los indios desta t[ie]rra.42
pueblo a la orilla del mar

La población española guarda la misma complejidad para su cálculo. Des-


pués de consolidarse el puerto de Huatulco, es seguro que existía una población
hispana considerablemente numerosa, gracias a la llegada de comerciantes
de las principales ciudades en busca de acrecentar sus arcas. Sin embargo, el
total es casi incalculable, sobre todo a partir de que esa actividad, la de los
comerciantes, implicaba que fuera una presencia estacional de acuerdo con
las condiciones climáticas de los vientos que favorecían el comercio entre
Centro y Sudamérica. De igual manera, como ya hemos mencionado, el cli-
ma tropical nunca les sentó muy bien a los españoles y por ello optaban por
no permanecer largas temporadas, lo cual sucedió también con el puerto de
Acapulco tras consolidarse como el puerto mercante de la costa occidental
de la Nueva España.43
John Clinton, mercader acaudalado de Londres que vivió 19 años en
la Nueva España, arribó a Huatulco en 1570 “observando que ‘no hay más
habitantes que tres o cuatro españoles, con cierto número de negros que
el rey mantiene’”.44 Posteriormente al paulatino abandono del puerto de
Huatulco la población española decayó en mayor grado. Para cuando llegó
Francis Drake, en la primavera de 1579, al puerto había unos cuantos espa-
ñoles, si a caso una docena y 400 o 500 indios.45
42
Acuña, op. cit., v. 2, t. I, 1984, p. 190.
43
Rolf Widmer, Conquista y despertar de las costas de la Mar del Sur (1522-1680), México,
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1990, p. 100. Para 1568 pasaba algo similar
en Veracruz, ahí “vivían los agentes de los comerciantes españoles, pero solamente
parte del año: de finales de agosto a principios de abril, cuando llegaba de España la
flota mexicana, y durante el tiempo que se descargaba lo traído de la Península y se
embarcaban de vuelta ‘el dinero y los efectos’ que se enviaban de México”. Lourdes de
Ita Rubio, Viajeros isabelinos en la Nueva España, México, Instituto de Investigaciones
Históricas-Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo/Fondo de Cultura
Económica, 2001, p. 76.
44
Widmer, op. cit., 1990, p. 101. El viaje de John Clinton fue en 1570 y no en 1580, como
lo refiere este autor. Ita Rubio, op. cit., 2001, p. 79, lo demuestra al señalar las pérdidas
económicas que sufrió este mercader tras el ataque de Francis Drake al puerto de Huatulco.
45
Peter Gerhard, Pirates on the west coast of New Spain, 1575-1742, Glendale, California,
A.H. Clark, 1960, loc. cit., infra.
Esta circunstancia es interesante, en el sentido de cómo un número peque-
ño de españoles, que queda claro eran funcionarios, pudo imponer el dominio
y organización hispana en un territorio indígena tan amplio. Y por supues-
to, seguir operando, aunque en menor medida, el puerto y las relaciones
marítimas entre los distintos reinos americanos. Esta situación es evidente
cuando en los años de apogeo del puerto de Huatulco se designó un visita-
dor de navíos con un sueldo que provenía de las arcas reales, Pedro Pantoja, 59
y que tiempo después de no poder costear el sueldo por el declive comer-
cial en dicho puerto el alcalde mayor tuvo que desempeñar dicha función

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


(este aspecto lo retomamos más adelante).

Cuadro 2: Población de la provincia de Huatulco, siglo xvi.46


Poblado 1550 1570 1580 1623

* Huatulco (puerto) 4,711 3,135


Cimatlán 133 56
Cacalotepec 108
* Huatulco (pueblo) 627 778 56 85
* Pochutla 207 99 48
* Tonameca 132
* Huamelula 1,139 1,974 357
Astata 528 564
Mazatán 231 112 48
Tlacolula 208 282 462
* Suchitepec 446 846 190
Macupilco 30
Tlamacazcatepec 62
Tlacotepec 226
Zozopastepec 56

* Indica cabeceras.
Fuente: Rolf Widmer, Conquista y despertar de las costas de la Mar del Sur (1522- 1680),
México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1990, pp. 148- 149.

46
La información presentada por este autor fue tomada de la siguiente manera: 1550:
Suma de visitas. 1570: López de Velasco, Relación del obispado de Antequera. 1580: Re-
laciones geográficas. 1623: Cook y Borah, “Cuenta de tributarios 1620-1626” Para los
datos del puerto de 1580 el autor hace mención de haber obtenido su resultado a partir
de parámetros vecinos.
El cuadro dos es un intento por reconstruir el número de habitantes de
la costa, a partir de la provincia de Huatulco. Cabe decir que dicha informa-
ción es una mera aproximación a partir de fuentes españolas, en relación
con el tributo o el bienestar espiritual, lo que repercutió en la falta de con-
tinuidad de algunos pueblos y, a la vez, refleja la desaparición de otros. No
nos queda del todo claro la forma en que el autor trabajó la información de
60 sus distintas fuentes, empero al no tener un parámetro general, como el que
quizás él tuvo, optamos por presentarla de manera íntegra.
Si tenemos en cuenta los valores que este autor obtuvo para el pueblo de
pueblo a la orilla del mar

Huatulco para 1550, a partir de la Suma de visitas, en cuyo caso se dice que
había 190 casas y el resultado obtenido se da al multiplicar el total de casas
por un factor de 3.3, resultando 627 indios. No obstante, al realizar la misma
operación para otro pueblo el factor cambia. En Huamelula, con la misma
fuente, se nos dice que había 220 casas y el autor utiliza un factor de 5.1772,
para obtener un total de 1,139 indios. Por último, en Pochutla se dice haber
25 casas y nuevamente cambia el factor a 8.28, para obtener un total de 207
indios. No entendemos el porqué del cambio de factor.
Estas aproximaciones, sin embargo, nos permiten problematizar un poco la si-
tuación demográfica tratando de dar voz a los números, que al final de cuentas
eran personas. En primer momento, la población del pueblo de Huatulco se dijo
haber sido muy afectada por las epidemias sufriendo una debacle demográfica
de la etnia originaria al momento del contacto hispano; otra parte fue enviada
al puerto a trabajar; convirtiéndose así en una población cosmopolita. No obs-
tante, los números no decrecen, sino por el contrario se ve un aumento hasta
el tercer cuarto del siglo xvi. Esto indicaría la forma en que el puerto afectó su
hinterland siendo un foco de atracción de fuerza de trabajo, bajo la coacción
hispana, hasta el momento en que decae dicho puerto y no se requiere el mismo
número de manos que trabajen allí. Situación que para el último cuarto del siglo
se agudizó y entrando el siglo xvii se vio un descenso demográfico estrepitoso.
Por último, una cuestión que dificulta la aproximación de los números, a
lo ya expuesto, es la misma dinámica del mundo indígena, es decir, la forma
como algunos indígenas trataron de permanecer fuera del orden Colonial;
aun cuando esto implicaba una confrontación con aquellos indígenas pro-
españoles. Por ejemplo, el 23 de diciembre de 1593 don Domingo Pacheco,
indio gobernador del pueblo de Río Hondo47 hizo relación: “que a servido
47
En 1579 este pueblo que era corregimiento paso a la jurisdicción del puerto de Huatulco.
Véase agn, General de Parte, vol. 2, exp. 386, f. 80.
a su maj[esta]d [en] lo que sea ofrezido especialmente en descubrir du-
cientos tributarios del d[ic]ho pu[ebl]o”.48 De no haber sucedido así, y de
poderse haber dado igual situación en otros pueblos, esos indígenas nunca
se hubieran contado, haciendo que los números sean tomados con mayor
cautela. De cualquier forma, esa situación sirvió para que al gobernador se
le reconociera lo que solicitaba: tres indios de servicio; a los que tendría que
pagar medio real por su trabajo. No obstante, al año siguiente, el 30 de julio 61
de 1594, ese pueblo de Río Hondo fue congregado a San Mateo Piñas.49

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


¿Madero o serpiente?
El significado de Huatulco guarda una serie de dificultades, que ha deriva-
do en que no se tenga un consenso respecto al mismo. Aquí presentamos
algunas problemáticas al respecto; se incluyen en este apartado debido a los
problemas que hemos manifestado a partir de la cuestión sociocultural y la
presencia del náhuatl, sin querer por ello resolver el asunto.
Un factor, el primero, que pudo contribuir a que se enredara el significado de
Huatulco puede atribuirse a los letrados de la época colonial. El padre Francisco
de Burgoa fue un promotor de la leyenda de la Santa Cruz de Huatulco, que de-
rivó en el significado del pueblo (leyenda que trataremos más adelante). Actual-
mente, retomando lo escrito por el padre José A. Gay,50 se dice que Huatulco sig-
nifica “lugar donde se adora o reverencia el madero”, compuesto de (quahuitl),
“madero” (toloa), “hacer reverencia bajando la cabeza” y (co), locativo.51
Hacia mediados de 1579 la Relación Geográfica de Huatulco daba cuen-
ta, mediante la participación de caciques y ancianos, que en el momento del
contacto español este pueblo se hacía llamar Coatulco; que quiere decir “lugar
de culebra”,52 y sus ancestros eran chichimecas y, como ellos lo referían, todos

48
agn, Indios, vol. 6 (1ª parte), exp. 689, f. 183v.
49
agn, Indios, vol. 6 (1ª parte), exp. 839, f. 225v.
50
Este autor nos dice que: “Su verdadero nombre, según Veitia, es Quauhlolco, compuesto
de Quauhtli, ‘madero’ del verbo toloa, que significa hacer reverencia bajando la cabeza, y
so, que denota lugar. El todo quiere decir: ‘Lugar donde se adora el madero’”, Gay, op. cit.,
2006, p. 66. (nota 2 del autor). Cfr., con el subapartado de este trabajo relacionado con
“Thomas Cavendish y la leyenda de la Santa Cruz”.
51
Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal, Enciclopedia de los
Municipios de México, Estado de Oaxaca, Santa María Huatulco, Gobierno del Estado de
Oaxaca, 2009, en http://www.e-local.gob.mx/work/templates/enciclo/oaxaca/, consulta:
22 de enero de 2010.
52
Acuña, op. cit., v. 2, t. I, 1984, p. 203.
hablaban lengua mexicana “corrompida y disfrazada”.53 René Acuña apunta
que esta etimología es incierta, ya que, podría ser de qua (huitl), “árbol, palo”,
tul (lin), “juncia, espadaña”, y el locativo –co.54 No obstante, por otro lado, en la
misma Relación los naturales del puerto hacían referencia a que su ídolo, en
época de sus gentilidades, era Coatepetl, y que quería decir “cerro de culebra” o
“culebra del cerro”.55 De igual manera los naturales de Huatulco decían que el
62 ídolo que solían adorar era Coatl, que quería decir “culebra”. Lo anterior podría
indicar que realmente existía una asociación entre la culebra y el pueblo de
Huatulco. El cuadro tres muestra la forma en que, tomando de referencia, el
pueblo a la orilla del mar

“Analizador morfológico del Nahuatl: Chachalaca” al introducir el parámetro


Coatolco, en el diccionario Wimmer descomponiéndolo de la siguiente forma:
“coa-tol+-co: r.n. – r.n.+ -suf. loc. (co). Dándonos los posibles significados.

Cuadro 3: Descomposición morfológica de Coatolco.


Palabras Sentido Categorías
serpent / partie du corps, nombril, ventre /
l’invité, hôte. Voir côhuâtl / au plur.
coatl serpiente / parte del cuerpo, ombligo, vientre / r.n.
el invitado huésped. Ver cohuatl / en plural.
botanique, plante médicinale. Eysenhardtia á
plusieurs épis.
coatli botánico, planta medicinal. Eysenhardtia de r.n.
muchas espigas.
un mont, une phrase
itolli un monte, una frase r.n.
joncs. / artisan
tolin juncos (tule) / artesano r.n.
espéce de jonc
tolli especie de junco r.n.
Fuente: cen (Juntamente), Compendio enciclopédico del Náhuatl, México, Instituto Na-
cional de Antropología e Historia/Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2009,
(cd-room).56
53
Idem.
54
Idem. Nota del editor.
55
Ibid., p. 189.
56
chachalaca: Marc Thouvenot (celia, cnrs) en colaboración con Sybille de Pury. Dic-
tionnaire nahuatl-français: Alexis Wimmer (Rémi Siméon - Molina ...) formato: Alexis
Wimmer, en colaboración con Marc Thouvenot (cnrs, celia). En este sentido, Carlos
Montemayor, en el diccionario que coordinó, nos dice que Huatulco significa “En los
tulares de las serpientes. Coa-tol-co. de cóatl, serpiente, tolin, tule, -co, part. locativa. Oax.”,
Carlos Montemayor, (coord.), Diccionario del Náhuatl en el español de México, México,
Universidad Nacional Autónoma de México/Gobierno del Distrito Federal, 2007, p. 201.
S EG U N DA PA R T E

III. La conquista del Sur por un 63

Sol español

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


La conquista debe entenderse como un periodo de varias décadas en el cual
se consolidó uno de los diversos proyectos de dominación concebidos y ejecu-
tados por los conquistadores. No se logró este triunfo sin pasar por periodos
de franco enfrentamiento entre los diversos grupos de españoles […]. Algu-
nos de ellos acariciaron proyectos más o menos orientados a sus intereses
particulares. Pero el proyecto triunfador reflejó más bien los intereses de la
Corona […].
Bernardo García Martínez
Los pueblos de la sierra…

Preámbulo

H ernán Cortés poco después de su llegada a Tenochtitlán envió a


explorar los territorios que consideró más prometedores, inclu-
yendo Oaxaca. Al tener noticias de la Mar del Sur el conquistador
comisionó a dos españoles hacía Michoacán, dos más para Zacatula y otros
dos para Tehuantepec con miras a dar con dicho mar; en el último caso
fue Juan del Valle y su compañero quienes sin dificultad alguna tomaron
posesión de la tierra1, mediante lo que dictaban las capitulaciones: en ellas
se tomaba posesión de la tierra en nombre de su Majestad; se exigió el
sometimiento de los naturales a la Corona castellana y, en consecuencia,
como señal del nuevo vasallaje, se obligó a los indígenas a dar tributo y

1
Laura Machuca, “Haremos Tehuantepec”. Una historia colonial (siglos xvi-xviii), Oaxa-
ca, México, Culturas Populares-Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Secretaría
de Cultura-Gobierno de Oaxaca/Centro de Investigación y Estudios Superiores en An-
tropología Social/Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, ac, 2008, p. 15.
servicio al soberano español; así como a obedecer a sus lugartenientes y a
las autoridades que nombrase para gobernarlos.2
Al pasar unos años, iniciaba 1522, finales de enero, y dos hombres barba-
dos intercambiaban palabras. Estos hombres, amigos de batallas, doncellas
y botines, eran Hernán Cortés y Pedro de Alvarado. Entre su charla gira-
ban las nuevas órdenes que daba Cortés al temerario Pedro, quien, con
64 anteriores experiencias y ese gran espíritu conquistador que requerían los
territorios descubiertos, tendría que salir en pocos días a tomar el control
de las provincias del Sur, de Tututepec a Tehuantepec. A su paso por esa
pueblo a la orilla del mar

región entró en contacto con otras poblaciones, las cuales tenían distinta
lengua, tradiciones y formas de ver el mundo; éste es el caso de Huatulco,
el cual fue sometido y dado a la Corona española por Pedro de Alvarado.
Hernán Cortés dio instrucciones a Pedro de Alvarado, explicándole que
el señor de la provincia de Tehuantepec, Cosijopí ii (o Juan Cortés3), le solici-
tó ayuda, pues en esos días había llegado una embajada que en nombre de su
principal decía tener problemas con su vecino de Tututepec y algunos otros
de sus homólogos vecinos, por haberse hecho vasallo del rey de España; así
como de su fe.4 Cosijopí ii se encontraba en una situación de inestabilidad
debido a la competencia política de su vecino de Jalapa y el hostigamiento
de Tututepec.5 Cortés muestra el vasallaje hecho por Cosijopí ii: “me envió
ciertos principales y con ellos se envió a ofrecer por vasallo de vuestra ma-
jestad”.6 Así se estableció un nuevo principio relativo al origen del poder
real: un pacto original, implícito; en el cual la transmisión de poder es de
naturaleza voluntaria y contractual. Es decir: “Aquellos en quienes radica
originalmente lo traspasan por acto libérrimo a la institución —la monar-
quía— que ha de ejercerlo. Decimos a la institución y no a la persona que
ha de ejercerlo porque la transmisión no se hace a una persona, y a su
muerte a otra, sino a una serie de personas, a una determinada y a las que
le sucedan, en las que se mantendrá el poder mientras encaminen sus actos
al bien común, fin primordial del Estado”.7

2
Véase José Miranda, Las ideas y las instituciones políticas mexicanas, México, Universidad
Nacional Autónoma de México, 1952, pp. 36-37.
3
Francisco López de Gómara, Historia de la conquista de México, México, Porrúa, 1988,
p. 235.
4
Laura Machuca, “‘Como agua en la sal’: La decadencia del cacicazgo de Tehuantepec” en
Margarita Menegus y Rodolfo Aguirre (coords.), El cacicazgo en Nueva España y Filipinas,
México, Universidad Nacional Autónoma de México/Plaza y Valdés, 2005, p. 169.
5
Véase Machuca, op. cit., 2008, pp. 16-18.
6
3ª carta 22 de mayo de 1522, apud, idem.
7
Miranda, op. cit., 1952, p. 18.
Ya por esas fechas Cortés seguía deseando tierras y puertos en la Mar
del Sur, para acrecentar sus negocios,8 cosa que se avecinaba tras una con-
junción de acontecimientos. El padre José Antonio Gay nos dice que tras la
rápida campaña de Francisco de Orozco en Oaxaca, los mixtecos y zapote-
cos depusieron sus armas y a cambio los españoles les reconocieron sus de-
rechos; conservando la posesión de sus señoríos, y “Orozco pudo escribir a
Cortés que aquella conquista, fácil en verdad, estaba consumada”.9 65
Para aquel entonces la región de Huatulco era un lugar donde algunos
asentamientos humanos ya tenían un grado de complejidad, con construccio-

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


nes monumentales, cerámica de influencia mixteca y una adecuada utilización
del caracol púrpura como tinte natural para sus tejidos, una agricultura inten-
siva y una vida religiosa, es decir, una sociedad jerarquizada, con su propia
dinámica social “logran[do] fusionarse, creando un espacio habitable que
se conjuga en un prodigioso y a la vez agreste entorno natural”.10 Al parecer,
al llegar los españoles a estas tierras se encontraron un señorío llamado
Huatulco, y que junto a los pueblos que se extendían por la costa no opu-
sieron resistencia.11

Preparativos
Pedro de Alvarado, tras escuchar a Cortés, asintió y se dispuso alistar lo ne-
cesario para salir en su nueva comisión. Preparando su caballo y avisando a
sus hombres que irían hacia el Sur para controlar esos territorios; saliendo
de Coyoacán el 31 de enero de 1522 con 35 caballos y 180 cuerpos de infan-
tería.12 Entre ellos se encontraba Antonio Gutiérrez de Ahumada, soldado y
8
López de Gómara, op. cit., 1988, p. 235.
9
José Antonio Gay, Historia de Oaxaca, México, Porrúa, 2006, p. 185.
10
Raúl Matadamas Díaz y Sandra Ramírez, Antes de Ocho Venado y después de los piratas.
Arqueología e historia de Huatulco, Oaxaca, México, Colegio Superior para la Educación
Integral Intercultural de Oaxaca/Secretaría de Asuntos Indígenas, 2010, p. 5.
11
En las primeras investigaciones arqueológicas que se realizaron en Huatulco (de
Coyula a Tangolunda) se encontraron 47 sitios arqueológicos, en los que destacaron los
sitios de Santa Cruz y Coyula como aquellos de mayor jerarquía. No obstante, los trabajos
recientes en el sitio de Copalita, que no fue contemplado en ese primer momento, nos
muestran la existencia de una vida más compleja. Véase Fernández Dávila, Enrique y
Susana Gómez, Arqueología de Huatulco, Oaxaca: memoria de la primera temporada
de campo del proyecto arqueológico Bahías de Huatulco, México, Instituto Nacional
de Antropología e Historia/Secretaría de Educación Pública, 1988; Ricardo Martínez
Magaña, “Unidades domésticas de un centro local del posclásico tardío en Santa Cruz
Huatulco, Oaxaca”, tesis de licenciatura, México, Escuela Nacional de Antropología e
Historia, 1999; Matadamas y Ramírez, op. cit, 2010.
12
Gay, op. cit., 2006, p. 187.
conquistador de esta Nueva España y futuro encomendero de Huatulco. De
igual modo dentro de estos preparativos no podía faltar la inclusión de la fe
cristiana, de esta modo fray Bartolomé de Olmedo se integró a la partida,
quien con sus consejos ayudó a Alvarado.
Cada hombre llevaba impreso en el pensamiento una sola idea, dos en
realidad: encontrar grandes riquezas y la gloria, a saber cuál era la más im-
66 portante. Después de varias leguas de caminos accidentados, llegaron a Oa-
xaca (que ya estaba conquistada y pacífica13) y de allí poco después vino de
nuevo el partir, atravesando montañas, neblinas, afecciones y, muy proba-
pueblo a la orilla del mar

blemente, melancolías, bajando y subiendo, pasó poco más de un mes hasta


llegar a Tututepec, con 200 hombres de armas y de fe; 40 caballos y dos
trillos de campo;14 además de un cierto número de indígenas.15

Sometimiento del señorío de Tututepec


Para el 4 de marzo de ese año de 1522, Alvarado y sus hombres entraron en
Tututepec;16 tras una pequeña resistencia fueron finalmente recibidos por
sus señores.17 Ellos se instalaron en la parte baja de la ciudad, ya que, como
buen hombre de armas, Alvarado no confiaba en el señor anfitrión;18 sobre
todo a partir de lo señalado por el fraile Olmedo. Este hecho quedó claro
tras el asesinato de Coatzintecuhtli —señor de Tututepec— y la toma del
señorío.
La travesía pareció haber valido la pena para los conquistadores (pues en
Tututepec encontraron algo de oro, plata, perlas y ropa; ¡ah! y un hijo del se-
ñor principal19 —Ixtac Quiautzin20—). Maravillados por el paisaje que iban
recorriendo, parecía que la Mar del Sur les recibía con los brazos abiertos,
por momentos breves, varios parecían olvidar las inclemencias que sufrían.
Era una victoria para Alvarado; aún más para Cortés y su rey que así se
hacía de más vasallos y territorios. Alvarado dejó instrucciones y hombres,

13
López de Gómara, op. cit., 1988, p. 236.
14
Idem.
15
Gay, op. cit., 2006, p. 188.
16
Idem.
17
López de Gómara, Historia general de las Indias, Barcelona, Linkgua, 2008, p. 359.
18
López de Gómara, op. cit., 1988. p. 236.
19
López de Gómara, op. cit., 2008, p. 359.
20
Woensdregt, apud Matadamas y Ramírez, op. cit., 2010, p. 28.
continuando su andanza al sur, quizá sólo pensaba en su próxima llegada
a Tehuantepec.
Nuevamente, parecía que el camino se resistía a su conquista, quien po-
dríamos pensar era ayudado por un clima feroz propio de la costa, quizá
en espera de minar el ánimo de los peninsulares. Los yelmos castellanos
resplandecían con el sol, en contraste con la fuerza de los pasos de cada
hombre vasallo del rey, la ambición, la gloria y el oro, únicas razones que les 67
hacían seguir su camino. Pese al riesgo de no poder levantar con el ánimo
suficiente cada una de sus piernas; descansaban cuando el astro rey era más

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


inmisericorde y así reanudaban cuando podían soportar las quemaduras
que éste les provocaba.

Figura 7: Arnold Belkin, Pedro de Alvarado, s/f.


Tonatiuh y Coatulco
De pronto, un buen día, sin esperarlo, sin sospecharlo siquiera, a lo lejos, a
lo cerca, ya nada sabían, todo lo suponían, divisaron a unos naturales en su
pueblo; muy a la orilla del mar. Estos naturales no opusieron resistencia a
hacerse vasallos de un rey que no comprendían ni conocían. Sus ancianos,
68 que tendrían cuando mucho unos cincuenta años,21 hablaban lengua mexi-
cana corrompida y disfrazada,22 platicaron con Tonatiuh —así bautizado
Alvarado, por su rubia cabellera que tenía; que asemejaba a los rayos de
pueblo a la orilla del mar

aquel tremendo sol—, le hicieron saber que pisaba el pueblo llamado Coa-
tulco,23 sin mayor inconveniente, siguió el camino del sur hacia Tehuan-
tepec, dejando aquí también instrucciones, hombres y un sentimiento de
conquista en el aire. El Sur había sido tomado por este imponente —y no
menos ardiente— Sol español.24

21
Ibid., p. 35.
22
“Relación de Guatulco”, en René Acuña (ed.), Relaciones geográficas del siglo xvi:
Antequera, v. 2 t. i, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1984, p. 203.
23
Idem.
24
Según Jaime Zárate Escamilla, quien retoma lo dicho por Manuel Martínez Gracida,
Alvarado llegó a Huamelula el 16 de abril de 1522. Esto nos podría indicar que Alvarado
estuvo en Huatulco en los últimos días de marzo o en los primeros de abril. Jaime Zárate
Escamilla, Huamelula: Pueblo danzante, México, Comisión Nacional para el Desarrollo
de los Pueblos Indígenas, 2007, p. 24.
IV. Territorio y gobierno en los 69

pueblos de indios

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Un lunar nahua en Oaxaca

C uando los españoles llegaron a la costa del sudeste mexicano y la


conquistaron, a principios de 1522, la conformación político-terri-
torial se disputaba entre dos grandes reinos: Tututepec (mixteco)
y Tehuantepec (zapoteco). Ellos aglutinaban señoríos dependientes quie-
nes les tributaban y servían; éstos eran de distintos tamaños, complejidad
y conformación étnica. Tututepec parecía llevar la ventaja y Tehuantepec
pudo contener su avance tras perder parte del dominio con el que ya con-
taba. Así se creó una frontera que aun hoy día genera distintas interpreta-
ciones (véase Mapa 5).1
Poco se sabe, sin embargo, de la conformación territorial, y aun de la polí-
tica, de muchos de estos pequeños señoríos previos a la Conquista, la escasez
de fuentes no permite una aproximación muy exhaustiva al respecto. Hua-
tulco no es la excepción. Por ello más que tratar de dar respuesta o formular
una posible hipótesis: a lo largo de las líneas siguientes quisiéramos dejar

1
Claude Nigel Byam Davies, Los señoríos independientes del imperio Azteca, México,
Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1968, pp. 181-213. Otro autor que difiere
en este planteamiento, a partir de lo dicho en un primer momento por Alfonso Caso,
es Adolfo Rodríguez Canto, Historia agrícola y agraria de la costa oaxaqueña, México,
Universidad Autónoma de Chapingo, 1996, p. 45. Este autor nos dice que: “Aunque no
existe acuerdo sobre los límites que tuvo el señorío mixteco de la Costa, en parte debido a
que no fueron linderos plenamente definidos y estables, es posible señalar a grandes rasgos
el espacio territorial que ocupaban y las comunidades de otras zonas que dominaron. Se
extendió sobre más de 200 km a lo largo del litoral del océano Pacífico, desde lo que hoy
son los límites con el estado de Guerrero, hasta el puerto de Huatulco”. Una discusión
más reciente puede verse en Peter C. Kröfges, “¿Arqueología de la cultura chontal o
arqueología de la Chontalpa?”, en Andrés Oseguera (coord.), Historia y etnografía entre
los chontales de Oaxaca, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2006,
pp. 52-53.
planteadas algunas preguntas, deteniéndonos en la cuestión de la estruc-
tura sociopolítica previa al contacto hispano que podrían tener una fuerte
implicación al tratar de entender la conformación político-territorial en el
Huatulco del siglo xvi.
Invariablemente de que la conformación étnica de Huatulco sea com-
pleja antes y después de la Conquista, es claro que el dominio lo tuvo una
70 filiación nahua en las primeras décadas del siglo xvi. Saber si fue una mi-
gración proveniente del norte del país en época temprana o si fue mediante
las expediciones de la confederación mexica en la zona no nos ayuda en
pueblo a la orilla del mar

nada a tratar de destrabar problemas particulares. Los señalamientos que


algunos investigadores han realizado para entender esta cuña nahua en la
costa central oaxaqueña son importantes.
Posterior a la consolidación de un nuevo señorío en Tututepec, bajo la
égida del señor Ocho Venado, Garra de Jaguar2 varios pueblos de la costa en-
traron en tratos y alianzas con ese señorío. No obstante, tras la muerte de este
líder, dicha relación se transformó en una subordinación.3 Así “Tututepec
sojuzgó a pueblos distantes como Achiutla, 125 km al norte, y Tehuantepec,
250 km al este”.4 Es posible que Tututepec al expandir su dominio hasta
Tehuantepec, después de la muerte de Ocho Venado, haya sometido a los
señoríos que se encontraban en lo que sería el puerto de Huatulco y sus
alrededores, los cuales pudieron ser un grupo reducido de chichimecas so-
juzgados por los zapotecos que tras los avances del primero estos últimos
perdieran su dominio.
Los zapotecos llegaron al istmo de Tehuantepec para someterlo y esta-
blecer un nuevo reino al finalizar el segundo cuarto del siglo xv de la mano
de Cosijopii i, ya que habían sido expulsados de Zaachila por el paulatino
ascenso de los mixtecos al poder en los Valles Centrales. Cosijopii i (abue-
2
“Los códices sugieren que la migración de los mixtecos a la región del Bajo Río Verde
estuvo relacionada con las actividades del señor Ocho Venado, Garra de Jaguar, quien
nació en 1063 d.C. en el pueblo de Tilantongo. Aunque Ocho Venado llegaría a ser go-
bernante de Tilantongo y de Tututepec, ninguno de sus padres tuvo alguna relación
genealógica con las familias gobernantes de esos señoríos. Esta vez, el ascenso al poder
del Ocho Venado no estuvo basado en la herencia de un señorío existente, sino en la
fundación de uno nuevo”. Arthur A. Joyce, Marc N. Levine, “Tututepec (Yucu Dzaa). Un
imperio del posclásico en la mixteca de la costa”, en Arqueología Mexicana, vol. xv, núm.
90, marzo-abril, 2008, p. 45.
3
Enrique Fernández Dávila y Susana Gómez Serafín, “Arqueología de Huatulco”, en
Marcos Winter (comp.), Lecturas históricas del estado de Oaxaca, vol. 1: Época prehis-
pánica, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia/Gobierno del Estado de
Oaxaca, 1990, p. 491.
4
Joyce, op. cit., 2008, p. 47.
lo de Juan Cortés) conquistó y ganó por guerra el istmo a los huaves (o
guazontecas), ayuuks (mixes) y zoques.5 En 1512 Motecuhzoma ii (Xoco-
yotzin) emprendió una expedición militar hacia Oaxaca, anexando a Mia-
huatlán al imperio tenochca, cuya frontera occidental se extendía hasta la
sierra chontal con Ozolotepec.6 Posiblemente, posterior a la llegada de las
huestes mexicas a la región, esos chichimecas asentados en la costa central
hayan podido romper esos lazos de dominio y consolidarse como la etnia 71
dominante.

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)

Figura 8: Ocho Venado, Garra de Jaguar.


Fuente: Códice Nuttall, lám. 52. Apud, Joyce, op. cit., p. 46. “8 Venado, Garra de Jaguar ase-
guró el flujo de mercancías del Bajo Río Verde al Centro de México mediante un rito de
perforación nasal. Ese ritual lo convirtió en tecuhtli, señor, miembro del linaje real tolteca-
chichimeca”.

5
Véase Michel Oudijk, “Una nueva historia zapoteca”, en Juquila A. González (et al.),
Secretos del mundo zapoteca, México, Universidad del Istmo, 2008, pp. 273-292 ss.
6
Danny Zborover, “Narrativas históricas y territoriales de la Chontalpa oaxaqueña”, en
Andrés Oseguera (coord.), Historia y etnografía entre los chontales de Oaxaca, México,
Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2006, p. 74.
Un dato que es importante y hay que resaltar, tanto en el periodo prehis-
pánico como ya bien entrado el siglo xvi, es la importancia estratégica que re-
presentó este territorio. Ahuízotl decidió expandirse hacia el sureste (Oaxaca y
Chiapas), logrando dar un golpe al reino de Tehuantepec, debido a que era el
paso obligado hacia el Soconusco y Guatemala. La expansión y conquista de
provincias tenía como objeto acceder a recursos naturales de los que no dispo-
72 nía en los Valles Centrales la Triple Alianza.7 De ser el caso, los asentamientos
nahuas de la costa pudieron entrar en una nueva legitimación territorial a
partir de la intervención mexica, aun sin quedar del todo claro si ya se encon-
pueblo a la orilla del mar

traban chichimecas en la región o si fueron algún tipo de guarnición militar


tenochca, aunque al parecer Tututepec, con el asedio militar, no permitió
una consolidación de estos nahuas en su organización sociopolítica. A lo
que se añaden las vicisitudes que los mexicas no podían sortear en esta
región.8
Sin embargo, al momento del contacto hispano, Tututepec habría so-
juzgado nuevamente a este grupo, convirtiendo a Huatulco en una zona de
estira y afloja entre los dos señoríos de Tututepec y Tehuantepec:

La importancia de esta sub-región radica en la posición geográfica de defen-


sa que servía para detener las incursiones hacia ambos costados de la región
Huatulco-Pochutla-Tonameca, es decir, sería el primer punto de contacto
entre grupos que intentaron incursionar de Tehuantepec a Tututepec o vi-
ceversa; y a la vez una ruta de acceso hacia otras regiones o localidades.9

Así, esta región se caracterizó por una continua hostilidad entre los se-
ñoríos nahuas, zapotecos y chontales, pues se tendía a apoyar al reino al
7
El Soconusco era una región codiciada por sus recursos; siendo una de las últimas
conquistas mexicas. comprendía ocho señoríos, quienes tributaban cada seis meses 400
manojos de plumas azules y turquesas, 800 de amarillas; 1,600 de verdes y 800 de colo-
radas; 200 cargas de cacao; 20 de pieles de tigre; chalchihuites y ámbar. Véase Margarita
Menegus, “Los tributos y los derechos de los señores en la época prehispánica”, en Enrique
Florescano (coord.), Historia general de las aduanas de México, México, Confederación de
Asociaciones de Agentes Aduanales de la República Mexicana, 2004, p. 28-31.
8
Por ejemplo, hay quien refiere que: “Sus nuevas posesiones, empero, mal sujetas, pagaban
irregularmente sus tributos, no dejaban de manifestar su inconformidad, y hallándose a
gran distancia como para ser prontamente sofocados se rebelaron con frecuencia”. Rodrí-
guez Canto, op. cit., 1996, p. 45.
9
Ricardo A. Martínez Magaña, “Unidades domésticas de un centro local del Posclásico
tardío en Santa Cruz Huatulco, Oaxaca”, tesis de licenciatura, México, Escuela Nacional
de Antropología e Historia, 1999, p. 49. Davies, op. cit., 1968, p. 182, nos dice: “Habla la
Relación de Guatulco y su Partido, de guerras entre Tototepec y Tecuantepec, y por eso,
parece que en esta región, el territorio de Tecuantepec y el de Tototepec colindaban, sin
ningún otro territorio entre los dos”.
cual estuvieran sometidos. Por ejemplo, los zapotecas de Suchitepec tenían
guerra con los chichimecas de la costa,10 posiblemente en apoyo de los de
Tehuantepec. En este sentido, los nahuas de la costa antes de ser sojuzgados
por Tututepec enfrentaban guerra contra los de Ozolotepec y Huamelula,
zapotecos y chontales, respectivamente. Tras caer bajo el dominio del reino
mixteco, Pochutla y Tonameca iban a la guerra contra los zapotecas de Te-
huantepec en apoyo de Tututepec.11 73
La situación que queremos plantear se basa en el supuesto de que la or-
ganización política-territorial de los señoríos nahuas de la costa pudieron

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


guardar una cierta similitud con sus homólogos de los valles centrales de
México a un nivel muy básico del altépetl12; el cual no se pudo consolidar
en un altépetl complejo debido a la inestabilidad que seguía por la persis-
tencia de los dos señoríos vecinos de hacer más grande sus dominios (en-
tiéndase tributos y servicios). Insistimos, esto será un mero ejercicio, dado
que las fuentes dificultan profundizar en el tema.
En principio, teniendo en cuenta que en la época colonial existieron dos
cabeceras con el mismo nombre en Huatulco (pueblo y puerto) cada una
con sus sujetos, se pudiera interpretar que así fue antes de la Conquista. Si
bien consideramos que existió un señorío en lo que fue el puerto, éste no
era el mismo que Huatulco; si revisamos las Relaciones geográficas nos di-
cen que “Llámese el d[ic]ho Puerto, en lengua mexicana, ‘cerro de petaca’”13
y que Acuña se pregunta si será Petlacaltepec. Como lo veremos más ade-
lante, surge la duda de que la importancia del puerto, así como sus sujetos,
surgiera tras la consolidación del mismo; lo cual pensamos que fue de esa
forma y que el puerto en el momento del contacto hispano era un altépetl
menor subordinado a Huatulco y de ahí se le designó con ese nombre al
puerto —como ya lo ha apuntado Borah. O por qué al designar encomien-
das sólo se dio Cacalotepec y Cimatlán a Pedro Pantoja y sólo hasta que
el puerto estuvo en funcionamiento se le reconoció el goce de los indios

10
René Acuña (ed.), Relaciones geográficas del siglo xvi: Antequera, v. 2, t. 2, México,
Universidad Nacional Autónoma de México, 1984, p. 63.
11
Acuña, op. cit., v. 2, t. 1, 1984, pp. 204, p. 198.
12
“Los requerimientos mínimos para un altépetl, en la acepción nahua de la palabra
(esto es, en lo que se refiere a los tiempos anteriores a la Conquista), era un territorio,
un conjunto (por lo común un número canónico fijo) de partes constitutivas cada una
con su nombre propio, y un gobernante dinástico o tlatoani (en plural, tlatoque)”. James
Lockhart, Los nahuas después de la Conquista. Historia social y cultural de la población
indígena del México central, siglos xvi-xviii, México, Fondo de Cultura Económica, 1999,
p. 29. Las partes constitutivas del altépetl eran los calpolli, se verá en seguida.
13
Acuña, op. cit., v. 2, t. i, 1984, p. 188.
que ahí se encontraban. Por qué los indios del pueblo de Huatulco recono-
cen como conquistador a Pedro de Alvarado y los del puerto no recuerdan
quién fue y, si acaso, recuerdan que era encomienda de un fulano Pantoja.
Pero no nos adelantemos, en el posclásico tardío pudo haber existido un
intento por consolidar una organización de altépetl más compleja en la zona
nahua. Podemos cuestionar si el señorío que se encontraba en el puerto
74 mudó su localización tierra adentro por cuestiones climáticas desfavora-
bles, llámese huracanes, inundaciones o terremotos; conformando un nue-
vo altépetl que desplazara al del puerto. Al quedar Huatulco consolidado
pueblo a la orilla del mar

en su ubicación (si es que así fue, pero que se puede aplicar de igual mane-
ra en caso contrario), ¿de este asentamiento se desprenden calpolli14 para
conformar otros altépetl chichimecas llamados Pochutla y Tonameca?
La relación dual que se tenían era clara: Pochutla-Tonameca y Huatulco-
puerto, haciendo a la vez un número canónico de cuatro.15 Sin embargo, la
relación numérica de los calpolli para estos altépetl es incierta.16 La poca
información al respecto aparece en la Suma de visitas (1550), y estas partes
constitutivas del altépetl quizá ya no correspondían. Como tampoco cono-
cemos el territorio de los altépetl.
Otros elementos que sí se pueden apreciar en las fuentes que nos ayu-
dan a integrar otras partes constitutivas de estos altépetl son los señores y
los dioses tutelares.17 Si bien los señores eran designados por Tututepec,

14
“(…) el número de los calpolli no era cosa dejada al azar. Parece que algunos grupos
étnicos preferían siete partes, es probable que asociadas con las siete cuevas de la leyenda
originaria, pero la mayoría optaba por la simetría. Cuatro, seis y ocho partes eran comu-
nes (el cuatro es fácil de relacionar con un dualismo persistente, a la vez que coincidía
con los puntos cardinales y se ajustaba muy bien al sistema numérico mesoamericano, y
ocho es el resultado de duplicar ese número)”. Lockhart, op. cit., 1999, p. 31.
15
Véase ibid., pp. 43-44.
16
“El número par de los calpolli y la estrecha asociación entre el grupo más grande y sus
nombres (que frecuentemente se conservaban como un conjunto aun cuando el altépetl
sufría una división o creaba una colonia) nos hacen pensar que el calpolli surgió de un
proceso de división de una unidad anterior de personas. Ibid., pp. 31-32.
17
“Otros puntos focales en los conjuntos de calpolli eran el mercado y el templo del
dios principal. El mercado estaba estrechamente asociado con el tlatoani, que le im-
ponía tributo y lo reglamentaba; en vez de la rotación, el principio en este caso era la
congregación simultánea de los representantes de todos los calpolli para comerciar sus
especialidades complementarias. Todos los calpolli miraban al templo y a su dios de la
misma manera en que miraban al tlatoani. (En muchos casos es posible que la deidad del
altépetl se hubiera desarrollado a partir de la deidad del calpolli más antiguo, así como
el tlatoani podía haber surgido de su liderazgo.) Una clase sacerdotal integrada por los
principales nobles, con frecuencia emparentados con el tlatoani, estaba a cargo del tem-
plo y, aunque conocemos pocos detalles, parece que los calpolli rotaban sus deberes
hacia el templo, así como en la realización de los ritos y festividades, igual que lo hacían
en el caso de sus deberes hacia el tlatoani”. Lockhart, op. cit., 1999, p. 34.
éstos tenían la facultad de nombrar principales para cada barrio (calpolli)
que conformaba el señorío.18 En Huatulco su dios se llamaba Coatl.19 En lo que
fue el puerto los indios decían tener un ídolo que se llamaba Coatepetl20,
con su adoratorio. Pochutla tenía por diosa a una india vieja que se llamaba
Izpapalotl21 con su adoratorio. En Tonameca tenían un dios que llamaban
Telpochtli22.
Estos altépetl básicos tendían a ser la norma entre los primeros asenta- 75
mientos, las creaciones recientes de los mismos y en los casos marginales.23
Quizás esto último sea lo sucedido en la costa de Oaxaca; Huatulco, un lunar

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


nahua que rompe con las tradicionales etnias que ahí conocemos, no obstan-
te, un señorío cosmopolita y complejo en otros ámbitos. El altépetl complejo
guardaba la misma idea básica del sencillo, que se expandía hacia abajo y
hacia adentro, salvo que dicha expansión se da hacia arriba y hacia afuera.24

En esencia, dentro de un estado étnico complejo, los altépetl desempeñaban


el mismo papel que los calpolli en el estado simple; en otras palabras, un
conjunto de altépetl, dispuestos numéricamente y, de ser posible, simétri-
camente, iguales y separados y, no obstante su igualdad, jerarquizados en
orden de precedencia y rotación, constituía el estado más grande, al que
también se consideraba un altépetl y también se le llamaba por ese nombre.
[…]
Aunque el estado compuesto era en esencia una amplificación del altépetl
simple, difería de éste en que carecía de un tlatoani único para el todo. Las
únicas cabezas eran los tlatoque de las partes constitutivas; cada gobernante
recibía todo el tributo de sus propios súbditos y nada de los de las otras
partes constitutivas.25

18
“(…) los calpolli constitutivos eran microcosmos del altépetl en muchos aspectos. A
su vez, los calpolli se dividían en lo que se puede llamar secciones o distritos (no se
ha encontrado ningún término indígena equivalente) de aproximadamente 20, 40, 80
o 100 viviendas familiares, cada una de las cuales tenía un líder que era responsable de
la asignación de la tierra, la recaudación de los impuestos y otras actividades similares”.
Ibid., p. 32.
19
Que quería decir: “culebra”, Acuña, op. cit., v. 2, t. i, 1984, p. 203.
20
Que quería decir: “cerro de culebra” o “culebra de cerro”, ibid., p. 189.
21
Que según los indios quería decir: “mariposa q[ue] tiene la boca como espina”, Acuña
rectifica y nos dice que es “mariposa de obsidiana”, ibid., p. 193.
22
Que quería decir: “mancebo”, Acuña nos dice que en términos generales quería desig-
nar al “muchacho púber”, ibid., p. 198.
23
Lockhart, op. cit., 1999, p. 36.
24
Idem.
25
Ibid., p. 37.
El altépetl era una forma extendida de organización de distintos señoríos
de una tradición histórica distinta (etnia).26 Aquí sólo tratamos de ponde-
rar la posibilidad de que se estuviera complejizando dicha organización en
la zona nahua de la costa oaxaqueña, sin duda es algo muy discutible. Sin
embargo, los españoles aprovecharon dicha organización para su beneficio
tomando lo que necesitaban, con cambios y continuidades; por ello, es inte-
76 resante ver cómo se realizó el reparto de encomiendas y, tras la consolidación
del proyecto de la Corona, los corregimientos y las alcaldías mayores y, a su
vez, cómo se dio la relación entre indios, españoles, funcionarios y religiosos.
pueblo a la orilla del mar

Entendiendo, en primer lugar, cómo estaba conformado territorialmente


el señorío de Huatulco a la llegada de los españoles, debemos tener en cuen-
ta lo esbozado en líneas anteriores: en relación con que el puerto y pueblo
eran altépetl separados, cada uno con sus calpolli constitutivos. Ahora bien,
tenemos que, después de consolidar su dominio, Tututepec en el posclásico,
el pequeño señorío que se encontraba en la costa (en el lugar del puerto)
consistía de una cabecera y sus seis sujetos: Tecoalantla, Copalitla, Cimatlán,
Ayotepec, Cacalotepetl y Coyula, que fue conquistado militarmente y redu-
cido al estatus de dependiente tributario y político.27 Lo que derivó en que,
al igual que en el pueblo de Huatulco, Pochutla y Tonameca:

… los señores de Tututepec les enviaban a d[ec]ir quién había de ser goberna-
dor, y éste había de ser, y era, natural deste p[uebl]o. Y éste que era gobernador
nombraba, p[ar]a cada pu[ebl]o y barrio, un principal que les mandase, y un
tequitato que recogiese los tributos; porque cada pu[ebl]o estaba repartido
en barrios, y cada barrio tenía un recogedor de los tribu[t]os, que llamaban
tequitlato. Y estos tres tenían cuidado de acudir al gobernador p[ar]a todo
lo que era menester y tocaba a los pu[ebl]os y barrios.28

La referencia previa es algo confusa pero muy rica en información. Tra-


temos de explicarla mejor. Al hacer referencia a que los señores de Tutute-
pec determinaban quién iba ser su señor podría pensar el lector que éste
era un nahua impuesto por sus conquistadores. No obstante, el señor tenía
26
Véase Bernardo García Martínez, Los pueblos de la sierra. El poder y el espacio entre los
indios del norte de Puebla hasta 1700, México, El Colegio de México, 1987, capítulo dos.
27
Acuña y Spores, citados en Raúl Matadamas y Sandra Ramírez, Antes de Ocho Venado
y después de los piratas. Arqueología e historia de Huatulco, Oaxaca, México, Colegio
Superior para la Educación Integral Intercultural de Oaxaca/Secretaría de Asuntos In-
dígenas, 2010, p. 39.
28
Acuña, op. cit., v. 2, t. 1, 1984, p. 189.
que ser de Tututepec, enviado a tomar el orden político y económico de
estos señoríos.29 Por ejemplo, Cozahutepec, señorío zapoteca que pertene-
ció tiempo después como pueblo al corregimiento de Río Hondo, tuvo la
misma fortuna que el área nahua al ser conquistado y sojuzgado política
y económicamente por los mixtecos. Y ellos “Dicen que, en su gentilidad,
les enviaban de Tu[tu]tepec un gobernador que los rigiese, como ahora lo
hay, y este gobernador nombraba principales y ayudas, [a los] que les daba 77
a cargo los indios de los barrios que había en el pu[ebl]o para que los capi-
tán y señor [el original decía: “capitaneaseñor”] cobrasen dellos los tribu[t]

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


os”.30 En concreto, los de Tututepec enviaban al señor principal que debía
ser de sus pueblos sojuzgados; lo que a la larga implicaría un problema de
legitimidad de estos señores a raíz de la conquista hispana.
Las conquistas de señoríos menores por aquellos más poderosos llevó
a una relación compleja en el interior de estas unidades sociopolíticas. La
conformación étnica tendió a complejizarse con una relación desigual entre
los conquistadores y los sometidos. Con lo dicho hasta aquí, también es claro
que en algunos lugares los indígenas sometidos fueron expulsados o huye-
ron de esta condición, lo que dio pauta a un proceso de repartimiento y/o
reapropiación de la tierra por los vencedores. Así, podríamos sugerir que la
vida de los habitantes estuvo íntimamente ligada al devenir de sus señores.
Con ello, esta inestabilidad dentro de los señoríos pudo favorecer en mo-
mentos de crisis; ante una falta de cohesión y una desarticulación interna:
el tránsito al nuevo orden colonial.31
Lo anterior nos permite captar la complejidad en el interior de estos seño-
ríos, entendiéndolo como la estratificación social, previa al contacto español,
la cual era compleja, aun cuando estuvieran sojuzgados por otro señorío
—Tututepec—. En primer lugar, existía un señor o tlatoani (gobernador)
como cabeza del señorío (designado por el señor de Tututepec); el cual no
29
Esta práctica de sometimiento lo llevaban a cabo también los mexicas, por ejemplo,
para el caso de Toluca el rey mexica removió al señor de los matlazincas y en su lugar
puso a Tecuciactzin, hermano de Axayacatzin. Así, cuando los españoles llevan a cabo la
Conquista de ese territorio se percataron de que o había un señor matlazinca indepen-
diente, y que el llamado señor Matlazinco era un gobernador impuesto por los mexicas.
Véase Margarita Menegus, Del señorío indígena a la república de indios. El caso de Toluca,
1500-1600, 1994, pp. 43-45.
30
Acuña, op. cit., v. 2, t. 2, 1984, p. 185.
31
Véase, por ejemplo, Tomás Jalpa Flores, La sociedad indígena en la región de Chalco du-
rante los siglos xvi y xvii, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Instituto
Nacional de Antropología e Hiatoria, 2009, pp. 167-182; confróntese René García Castro,
Indios, territorio y poder en la provincia Matlazinca: La negociación del espacio político de
los pueblos otomianos, siglos xv-xvii, México, El Colegio Mexiquense/Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes/Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1999: pp. 310-
315; Menegus, op. cit., 1994.
podía intervenir en la jurisdicción de otro tlatoque. Este tlatoani se servía
de una nobleza “secundaria” ramificada en tres escaños: a) un teteuctli que
gobernaba el tecpan; b) un calpulelque que lideraba los calpolli y c) un pilli
(noble) encargado de recoger los tributos (tequitlato).32 De igual manera
quienes sustentaban a todos estos (incluido al señor de Tututepec) eran los
macehuales y los terrazgueros.33
78 De esta forma, en un nivel territorial, y por ende político-económico
mucho mayor tenemos el caso de los señoríos de Tututepec —del que Hua-
tulco era tributario— y Tehuantepec (véase cuadro 4), que después de la
pueblo a la orilla del mar

Conquista y la posterior “organización” territorial por parte de los españo-


les trajo cambios dentro de la estructura político-económica de cada seño-
río mediante la injerencia directa, o no, de los propios caciques, de donde
buscaban no perder todo su poder.
Cuadro 4: Señoríos nahuas sujetos al señorío de Tututepec en la costa
central de Oaxaca al momento del contacto español.
Pueblo Sujeto Tributo
Le daban indios que le servían en las guerras que
Huatulco (pueblo) estos tenían con otros pueblos y provincias
Huatulco (puerto) Oro en polvo y mantas
Oro en polvo; joyas; pedazos de cobre amarillo;
Pochutla plumas; ropa y le daban indios en servicio, de los
cuales se servían como esclavos
Pedazos de cobre amarillo; ropa y grana (que
Tonameca compraban en la sierra)
Fuente: Elaboración propia a partir de la “Relación de Guatulco”, en René Acuña (ed.),
Relaciones geográficas del siglo xvi: Antequera, vol. 2 tomo i, México, Universidad Na-
cional Autónoma de México, 1984, pp. 189, 193, 198 y 203.
32
Rik Hoekstra, Two worlds merging. The transformation of society in the Valley of Puebla,
1570-1640, Ámsterdam, Centro de Estudios y Documentación Latinoamericanos, 1993,
p. 26. Dicho autor retoma a Zorita para su explicación y advierte que las variantes en los
nombres se dan por cada región, lo cual recalcamos y sin querer dar por sentado que así
fue en nuestra zona. No obstante, las categorías son claras. Para profundizar más en el
tema y conocer algunas variantes de los términos, véase Hildeberto Martínez, Tepeaca
en el siglo xvi. Tenencia de la tierra y organización de un señorío, México, Centro de In-
vestigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 1984, pp. 51-76.
33
Para la problemática de los macehuales y terrazgueros, véase Margarita Menegus, La
Mixteca Baja: Entre la Revolución y la Reforma. Cacicazgo, territorialidad y gobierno, siglos
xviii-xix, México, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca/Universidad Autó-
noma Metropolitana/H. Congreso del Estado de Oaxaca, 2009, pp. 40-47. La autora reco-
noce la dificultad para definir a los terrazgueros; sobre todo a partir de la distinción entre
éstos y los macehuales al acceso de la tierra; la cual no hace la distinción pues, al perecer,
el señor es quien la reparte en general. Podemos suponer que efectivamente, un elemento
para clarificar el asunto se presente al saber el origen de dichos indígenas. Lo creemos así
por los documentos que referiremos más adelante, sobre todo en relación con los adve-
nedizos que tomamos de ejemplo en los pueblos de Cozahutepec, Huamelula y el propio
Cacalotepec después de la llegada de los españoles. Sin embargo, la autora nos dice. “Al
referirse a los terrazgueros, normalmente se utiliza el término de estancia o de barrio para
referir el lugar en donde residían, rara vez se habla de pueblos de terrazgueros”. Ibid., p. 47.
Tenemos, por ejemplo, que: “Cuando Cosijopí ii supo de la llegada de
los españoles se puso inmediatamente a su servicio. Este hecho no fue ca-
sual, pues él enfrentaba varios problemas con otros señoríos y esperaba
obtener una alianza con los españoles para derrotar a sus enemigos, es-
pecialmente al cacique de Tututepec […] y el cacique zapoteco de Jalapa,
apoyado por el señor chontal de Tequesistlán”.34 Este ejemplo nos muestra
la forma en que algunos caciques se pudieron beneficiar con la llegada de 79
los españoles, mientras otros no tuvieron otra alternativa que desaparecer,
como en el caso de Tututepec.

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Mapa 5. Tututepec antes y en la Conquista.

Fuente: Elaboración propia a partir de Enrique Fernández Dávila y Susana Gómez Se-
rafín, Arqueología de Huatulco, Oaxaca. Memoria de la primera temporada de campo del
proyecto arqueológico Bahías de Huatulco, México, Instituto Nacional de Antropología e
Historia/Secretaría de Educación Pública, 1988, p. 16.

De igual manera, la problemática de los señores y su legitimación evi-


dencia cómo con la llegada de la encomienda, lo que consideramos en un
inicio como todo el señorío de Huatulco se fragmentó al dividirse el terri-

34
Laura Machuca, “‘Como la sal en el agua’: la decadencia del cacicazgo de Tehuantepec
(siglos xvi-xviii)”, en Margarita Menegus y Rodolfo Aguirre (coords.), El cacicazgo en
Nueva España y Filipinas, México, Universidad Nacional Autónoma de México/Plaza y
Valdés, 2005, p. 169.
torio entre dos españoles, dicha circunstancia aún es preliminar, pero creemos
que dicho señorío no se fragmentó; por lo que rectificaríamos. Antonio
Gutiérrez de Ahumada y sus herederos: el pueblo de Huatulco, que se con-
formaba por sus sujetos: Guaçiçil, Centepeque, Oastepeque, Totoltepeque,
Tuçantlan, Teecaltepeque. Pedro Pantoja: Çimatlan y Cacalotepec, el prime-
ro con dos estancias y el segundo con tres barrios, de lo que pudo haber
80 sido un señorío menor. No queda del todo clara la forma en la cual surgie-
ron los nuevos asentamientos que se fueron articulando a las cabeceras; ni
tampoco cómo se extinguían los asentamientos originales, pero sin duda
pueblo a la orilla del mar

esto último obedeció a las constantes epidemias. No obstante, todo parece


indicar que el puerto fue el foco de atracción de mano de obra indígena que
hizo repuntar los sitios costeros, como lo era Cacalotepec y Cimatlán, pero
que al finalizar el siglo xvi estos pueblos desaparecieron.
El resultado que quedó de manifiesto para el periodo colonial fue la
categorización de provincias, como modelo de divisiones territoriales en el
cual la política del Estado español buscó controlar sus dominios america-
nos en un nivel intermedio con miras a articular otros espacios y ámbitos
de la sociedad. Ésta fue una división jurisdiccional, no obstante, teniendo
en cuenta las consideraciones hechas por Edmundo O’Gorman en relación
con las divisiones territoriales que se aplicaron en la época colonial, se pue-
den apreciar tres divisiones: eclesiástica, judicial-administrativa (audien-
cias), y administrativa-fiscal (provincias internas e intendencias). Todas
ellas configuradas a partir de los hechos históricos y no debido a factores de
sucesión como se venía diciendo. Para este autor, retomando a Humboldt,
en la base de estas tres divisiones existió, una “división antigua”, la cual:

… fraccionó en forma harto arbitraria el territorio de la Nueva España en


porciones determinadas, que se mantuvieron diferenciadas a través de la
historia colonial y que encontraron reconocimiento en la costumbre y en
la ley. Las porciones de esta división territorial recibieron la designación
genérica de ‘provincias’.35

En vista de lo anterior sólo nos limitaremos a la provincia de carácter


judicial-administrativa, en cuya base, al igual que el resto de las divisiones,

35
Edmundo O’Gorman, Historia de las divisiones territoriales de México, México, Porrúa,
2007, p. 9.
se encontraban los pueblos de indios. No obstante, y en este sentido, antes
de que se conformara la provincia de Huatulco, la otra parte de lo que sería
su jurisdicción la fueron ocupando pueblos de indios; lo que implicaba un
cambio en los señoríos indígenas.36 La conformación de los mismos fue
empujada por la búsqueda de los españoles por precisar límites entre cada
uno de los pueblos que recibían en encomienda.
De esta forma, el indígena y la idea que tenía de territorio era más libre, in- 81
dependiente de los lazos que pudiera entablar con sus vecinos, mediante el ha-
bla, la vestimenta y demás costumbres, las cuales conservaba donde quiera que

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


él estuviera; ellos veían el territorio como un todo en el que cada uno era libre
de relacionarse con los pueblos aledaños, en donde los linderos de un pueblo a
otro se pudieron entrecruzar dependiendo de las distintas necesidades que se
pudieron presentar, ya sea: económicas, sociales, religiosas o políticas.37
En un primer momento, antes de la llegada de los piratas, el pueblo de
Huatulco se localizaba a una distancia de tres leguas (aproximadamen-
te 15 km) tierra adentro en relación con el Puerto de Huatulco. Como ya
lo hemos mencionado, las incursiones de piratas en la costa oaxaqueña
transformaron el entorno físico de la región, pues los habitantes se vieron
en la necesidad de buscar sitios, tierra adentro, más propicios y seguros para
habitar, ocho leguas (aproximadamente 40 km). La ubicación de ese primer
Huatulco aún no se ha podido determinar con exactitud.
Los estudios arqueológicos realizados en los últimos años han analizado
la ubicación, así como el tipo de asentamiento que comprendía el territorio
de Huatulco, de esta forma, dichos estudios nos muestran que el asentamien-
to más importante se dio, en un primer momento, en la costa, casi en la
desembocadura del río Copalita; que:
36
Esta cuestión llevaría a una relación asimétrica del mundo español y el indígena de
manera más clara en la segunda mitad del siglo xvi. Sin que esto quiera decir que a
partir de ese momento se diera de esa forma —pues desde el primer contacto se puede
suponer esto— pero es mucho mayor la información que hay al respecto, como pudiera
quedar de manifiesto.
37
Lo que podemos apreciar de manera un poco más clara es que a partir del contacto
hispano los pueblos indios han quedado en una clase de asociación más confusa entre
los elementos constitutivos territoriales de la organización comunal, así: “La noción de
territorio como un espacio geográfico y social propio bordeado de fronteras, por po-
rosas que éstas sean, puede no existir en forma explícita —ni en luchas por derechos
territoriales ni en el nivel simbólico— en todos los grupos; en muchos de ellos las nocio-
nes etnoterritoriales han quedado confinadas a los espacios comunitarios y, si algunos
límites más amplios se reconocen todavía, éstos son vagos y relacionados con circuitos
de culto que articulan comunidades afines”. Alicia M. Barabas (coord.), Diálogos con el
territorio: simbolizaciones sobre el espacio en las culturas indígenas de México, vol. 1, Mé-
xico, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2003, p. 21.
A partir del Clásico (200 d.C.-900 d.C.) se halla el mayor número de eviden-
cias que apuntan a la existencia de asentamientos adaptados al medio que
les rodea. De esta forma, en Huatulco es evidente que los asentamientos de
mayor relevancia se ubicaron, al parecer, de forma nucleada, aprovechando
las posibilidades de subsistencia que brindan la zona de litoral, la planicie y
el área de ‘tierra adentro’.38
82
Si bien los asentamientos guardaron esa forma nucleada, esto se daba de
manera análoga a la dispersión de los mismos debido a la geología y topo-
pueblo a la orilla del mar

grafía de la región; sobre todo de los asentamientos menores, que al estar


condicionados por las corrientes de los ríos tendían a lo lineal.39 No obstante,
de igual forma estos estudios no han terminado de esclarecer por qué se
abandonó el asentamiento en Copalita y si la población que allí se encon-
traba en algún momento se mudó al sitio que al llegar los españoles, les
dijeron ser Coatulco, o si por el contrario Huatulco no guarda relación con
Copalita.
Los cambios que se dieron a lo largo del periodo virreinal fueron eviden-
tes, en un primer momento, en la medida que el altépetl fue redefinido, o has-
ta reinventado. Los pueblos, villas o ciudades, como conceptos urbanísticos,
llegaron a América provenientes de España y se instalaron a partir de las
bases preexistentes indígenas diferenciándose de acuerdo con su tamaño.40
Estos cambios pueden ser ejemplificados en la visión que guardó la elite in-
dígena y su relación con la tierra, lo que quedó expresado en algunas fuen-
tes escritas (encomiendas, mercedes, repartimientos, composición, títulos
primordiales, etc.) que reflejan una transformación en varios aspectos de la
visión indígena, quizá los más importantes sean:

…(en la noción de propiedad, en las normas de intercambio asimétrico, en


la clasificación social de membrecías y grupos, y en la evaluación ceremonial
y cotidiana de derechos y relaciones de respeto). Generalizando, los cambios
esbozados giran en torno a la transformación autóctona instituida a partir de

38
Matadamas y Ramírez, op. cit., 2010, p. 37.
39
Martínez Magaña, op. cit., 1999, p. 5.
40
Gibson, op. cit., 2007, p. 35. “Para empezar, el uso de la palabra [pueblo] fue reservado
originalmente en la Nueva España para los altepeme [término que el autor utiliza para
designar el plural de altépetl] y algunas otras colectividades indígenas: no se designó
con ella a ninguna población o corporación de españoles. La legislación incluso hizo
precisiones al respecto: las fundaciones de españoles deberían llamarse ciudades, villas o
reales”. García Martínez, op. cit., 1987, p. 78.
lazos de asociación objetivados en personas (Personenvarband) hacia un sis-
tema instituido con base en objetivaciones territoriales (Territorialverband).41

De este modo, por ejemplo, en un principio, en el siglo xvi, la elite indí-


gena, que sobrevivió al periodo de la Conquista, bajo dominio expresado en
su genealogía podía detentar el usufructo legítimo de su señorío.
Por otro lado, el español llegó a América con un horizonte cultural dis- 83
tinto, en el que entendía que un territorio implicaba una porción de tierra
y una jurisdicción con límites infranqueables, como en la península ibérica,

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


por lo que esto trajo considerables cambios para ambas partes —españo-
les e indígenas— en cuanto al valor del territorio; configurando el nuevo
paisaje que tendrá el territorio novohispano. En otras palabras, “con el de-
sarrollo de la administración colonial, el altépetl se transforma desde una
organización ante todo basada en el control del usufructo agrícola hacia
una organización basada en el control de la tenencia de la tierra”.42
Ahora bien, en Huatulco mientras se definían estas categorías de mane-
ra más clara desde 1522 a esas fechas, la introducción de la encomienda y
posteriormente el corregimiento permitieron ir reconfigurando el espacio
físico de los pueblos; a lo que se sumó la apropiación de tierras por los
españoles que no alcanzaron una encomienda o que llegaron a poblar la
Nueva España; lo que consciente o no, ayudó a establecer una base para lo
que serían propiamente la República de Indios bajo las directrices hispá-
nicas, entendiendo con ello lo que implicó el cambio del modo productivo
indígena. De tal forma que partiremos de dos premisas ya establecidas, de
manera general, en las cuales: “las entidades indígenas quedaron divididas
y combinadas para formar nuevas entidades territoriales, según los deseos
o necesidades de los conquistadores. Los pueblos indígenas conservaron su
antigua forma de gobierno pero con mucha intervención de los encomen-
deros”,43 para ceder las riendas a las autoridades virreinales.
41
Andrew Roth Seneff, “Memoria y epónima en la demanda chichimeca moquiuixca.
Cuahutinchan y la Historia tolteca chichimeca en vísperas de reformas, 1546-1555”, en
Desacatos, núm. 7, otoño, 2001, p. 115.
42
Roth, op. cit., 2001, p. 115. El autor refiere que estos procesos de cambios se pueden ob-
servar de manera más clara aproximadamente desde 1570 a 1650. Aunque, como men-
cionaremos en su momento, este proceso no se da de manera evolutiva o lineal y, mucho
menos, como una generalización. En algunos casos, esta cuestión debe de analizarse en
la yuxtaposición que implicaban, por una parte, a los señoríos indígenas y, por otro lado,
a los pueblos. Véase Menegus, op. cit., 2009, pp. 26-86.
43
Woodrow Borah, “El desarrollo de las provincias coloniales”, en Woodrow Borah
(coord.), El gobierno provincial en la Nueva España, 1570-1787, México, Universidad
Nacional Autónoma de México, 2002, p. 31.
Tenemos entonces que el cambio en la estructura social, política, eco-
nómica y cultural de lo que se fue articulando como una provincia al estilo
ibérico se tendrá que entender como un cambio generalizado, multicausal,
con sus propios ritmos, internos y externos. Por ello, revisaremos la asigna-
ción de encomiendas de lo que sería la provincia de Huatulco para ver de qué
manera se fueron reconfigurando los asentamientos humanos en la región,
84 la forma en que se trató de subsanar los errores de este primer intento, con
las encomiendas, al tomar más fuerza los corregimientos. Para ello nos ser-
viremos, principalmente, de la forma en que se fue dando la configuración
pueblo a la orilla del mar

territorial y de gobierno.

Encomenderos y fragmentación
Antonio Gutiérrez de Ahumada se estrenó en las armas en tierras americanas
en la entrada y conquista de Tenochtitlán, bajo el mando de Pedro de Alvara-
do. En 1522 acompañó nuevamente al Tonatiuh en sus andanzas por el sur;
tras controlar la región se apresuró a pedir la encomienda de Guatulco, la cual
se le concedió dos años más tarde de la mano de Hernán Cortés y Alonso
de Estrada.44 Para 1528 ya era vecino de la Ciudad de México. Ahumada era
originario de San Lucar (del Alpechin), quizás en la provincia de Sevilla. Hijo
de Martín Álvarez y de María Gutiérrez. Además de su participación en terri-
torio novohispano también participó en la conquista de Honduras.45
De tal forma que la primera institución que se estableció en toda la Nueva
España fue la encomienda, importada de las Antillas, donde fue la principal
forma de control privado durante los primeros años del siglo xvi, dejando
entrever grandes repercusiones en la sociedad nativa de las islas. La enco-
mienda, al llegar a territorio mesoamericano tomó una dinámica propia
orientada bajo las directrices de Hernán Cortés, quien trató de limitar las
afectaciones a los naturales. El extremeño tenía aún marcadas en su mente
las repercusiones en los indios de las Antillas. No obstante, a través de que
se consolidó la encomienda fue tornándose en una forma agresiva, en mu-
chos casos, de la explotación española hacia la mano de obra y producción

44
Peter Gerhard, Síntesis e índice de los mandamientos virreinales, 1548-1553, México,
Universidad Nacional Autónoma de México, 1992, p. 564.
45
Bernard Grunberg, Dictionnaire des conquistadores de Mexico, París, L’Hermattan,
2001, pp. 224-225.
indígena, la cual perduró ya bien entrado el siglo xvi. Con lo que se iba
dando cuenta de que si bien fue la primera institución en tener presencia
en el territorio recién conquistado, sería de igual forma la primera en per-
derla cuando la Corona inicia un proceso de consolidación de su proyecto
en las tierras americanas.
A grandes rasgos, la encomienda, era una merced real, a manera de re-
compensa a los españoles conquistadores y primeros pobladores, la cual 85
concede el derecho de goce de los tributos indígenas dentro de un terri-
torio específico;46 con las limitantes de proteger y vigilar el bienestar es-

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


piritual de sus tributarios indígenas. Lo anterior no quiere decir que ésta
fuera una concesión de tierra a los españoles, aunque en esos años los en-
comenderos pudieron o buscaron creer otra cosa, intentando imponer un
régimen señorial. Y cabe citar a fray Alonso de la Veracruz, quien da cabida
a esta duda (la tercera de su tratado) y aclara el punto:

Se duda si el que posee justamente, por donación real, un pueblo, puede,


por capricho, ocupar tierras de él, aunque sean incultas, o para pastos de
sus rebaños o para cultivar y recoger maíz, etc. Parece se ha de responder
afirmativamente, porque el dominio del emperador en todo su imperio y el
del rey en su reino es igual que el de éste en su pueblo. Y pudiendo el empe-
rador y el rey ocupar, por capricho, tierras incultas para pasto de rebaños o
para cultivarlas; luego también el dueño del pueblo. Hemos de afirmar, sin
embargo, lo contrario, porque lo ajeno nadie lo puede ocupar lícitamente
contra la voluntad de su señor. Pero la tierra, aun inculta, no es del señor que
tiene derecho a los tributos sino del pueblo. Luego no puede, por capricho,
ocuparla.
[Lo que justifica con la:]
Prueba. Porque si el aludido pudiese ocuparlas por capricho, sería porque es
señor de los tributos o tiene el pueblo en encomienda. La inconsistencia de
la prueba aparece clara, porque los cultivos o las tierras del pueblo no son
tributos, sino las bases de donde proceden los debidos tributos. Ni, tampoco,
porque posee el pueblo en encomienda. Porque el emperador, aun supo-

46
En su inicio la encomienda daba a su poseedor el goce del servicio personal y tributo.
Salvo que “el tributo lo recibían los encomenderos en lugar del rey, como una recom-
pensa especial, y no estaba incluido en el título de la encomienda. En cambio, el servicio
les era atribuido como provecho único, y por consiguiente esencial, de la encomienda, y
figura de manera expresa y principal en el título de ésta”. José Miranda, El tributo indí-
gena en la Nueva España durante el siglo xvi, México, El Colegio de México, 2005, p. 77.
niendo que sea verdadero señor, sólo pudo donar lo que poseía. Pero suyos
son únicamente los tributos no el dominio de las tierras. Luego no puede
uno ocuparlos lícitamente por propia autoridad.47

Es así que Huatulco entró dentro en la dinámica colonial española. Si


bien en un inicio existió una confrontación entre los funcionarios —prin-
86 cipalmente Cortés— establecidos en la reciente Nueva España y aquellos
que se encontraban en la metrópoli —el Consejo de Indias— por la aplica-
ción del sistema de encomienda en Nueva España y sus repercusiones en
pueblo a la orilla del mar

la sociedad nativa. Al final, la Corona y sus funcionarios, ayudados por los


argumentos de Cortés vieron: “La necesidad de premiar a los conquistado-
res, de asegurar la colonia y la justificación de acrecentar la Hacienda Real
mediante estas concesiones, lo cual fueron elementos que pesaron en la
decisión a favor de la encomienda”.48
Dentro de ese contexto, de los años que van de 1524 a 1528 se fue arti-
culando una forma de encomienda, en la que tanto las autoridades virrei-
nales (personificadas en Cortés) y la Corona misma se fueron alineando
en validar este modo de explotación. De tal forma que en este periodo las
únicas encomiendas que no se asignaron, hasta años después, en los pue-
blos vecinos fueron las de Suchitepec (1537) y Huamelula (1529). Por otro
lado, Pochutla y Tonameca, Astata, el pueblo y puerto de Huatulco, sí pu-
dieron ser asignados a encomenderos, siendo el pueblo de Huatulco el que
pudo sobrevivir mucho más tiempo como encomienda en contraposición
de los pueblos vecinos, lo que a la larga repercutió en los cambios que se
iban teniendo en los pueblos que pasaron a ser de la Real Corona. De este
modo, en particular, España había encontrado un nuevo lugar donde insta-
larse, sus hijos, que no eran muchos, pronto se harían más en lo que de ser
Coatulco pasó a llamarse Guatulco.
Con la llegada de la primera Audiencia en territorio novohispano, la
encomienda de cierta forma permaneció en la línea de su antecesor; sin

47
Silvio Zavala (ed.), Fray Alonso de la Veracruz. Primer maestro de derecho agrario en la
incipiente Universidad de México, 1553-1555, México, Centro de Estudios de Historia de
México condumex, 1981, pp. 59 y 61. Esta es una edición comentada de la tercera duda
del tratado de fray Alonso de la Veracruz conocido bajo el título “De dominio infidelium
et iusto bello” que recogen las enseñanzas que expuso el autor en la Universidad de Mé-
xico de 1553 a 1555.
48
Ethelia Ruiz Medrano, Gobierno y sociedad en Nueva España: Segunda Audiencia y
Antonio de Mendoza, México, El Colegio de Michoacán/Gobierno del Estado de Mi-
choacán, 1991, p. 57.
embargo, de 1528 a 1530, periodo de gobierno de la primera Audiencia, tras
el poder que se le concedió a dicha institución, se llegó a un exceso en la do-
tación de encomiendas, lo que ocasionó que se dieran abusos a los indíge-
nas por parte de sus encomenderos, teniendo en cuenta la carga tributaria
y el trabajo personal a que estaban obligados.
Así empezaron a llegar más españoles a Huatulco, principalmente a lo que
sería el puerto, y a las zonas vecinas, atraídos por las buenas nuevas de los 87
conquistadores que controlaron el lugar. Otros tantos no llegaron a esta tierra
—quizá porque les dijeron del ardiente sol— pero sí recibían el tributo que

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


ella producía, y otros más pronto regresaron a sus ciudades cuando se prohi-
bió la residencia de españoles en los pueblos de indios, con la aplicación de
las Nuevas Leyes en la década de 1540. Al introducirse la encomienda en la
costa, al igual que en toda Nueva España, se dio un fenómeno de fragmen-
tación territorial que causó muchos problemas a la Corona cuando quiso
tomar la rienda del virreinato.
Esta transición de conquista a colonización dejó fuertes repercusiones
en los territorios costeros, un ejemplo fue Huatulco. De tal manera que la
zona nahua para estos años comprendía, por una parte, el pueblo de Hua-
tulco, Cimatlán, Cacalotepec —estas dos asignadas a un solo español— y
por otra, a Pochutla y Tonameca. Al pasar los años los encomenderos ce-
dieron terreno en lo político y económico a las autoridades virreinales, que
en la esfera local serían personificadas por corregidores y alcaldes mayores;
y después de haber sido fragmentados los territorios indígenas, en cierta
medida por las encomiendas, al irse institucionalizando la Nueva España,
se inauguró un periodo de conformación de provincias en las que se arti-
cularon varios pueblos con sus sujetos mediante las alcaldías mayores.
Por ello, trataremos de analizar la forma en que Huatulco se convirtió en
el eje articulador, en tanto sede o cabecera, de una provincia mediante la asig-
nación de un alcalde mayor en el puerto de Huatulco, absorbiendo a pueblos
que en un inicio se podían ver ajenos a una cultura como la nahua, que
cabe decir poco tiempo después esta etnia fue sustituida por otras vecinas
como la zapoteca. Así, por ejemplo, los chontales de Astata y Huamelula,
como también pueblos serranos, conformaron la provincia que más o me-
nos sin grandes cambios llegó hasta el siglo xviii.
El pueblo de Huatulco, como ya se mencionó, fue otorgado en enco-
mienda a Antonio Gutiérrez de Ahumada en 1524. Durante estos primeros
años, algunos encomenderos no obtenían lo esperado de sus respectivas
concesiones, debido a varios factores, quizás el más importante la baja de-
mográfica que afectó en gran medida sus intereses; así como las condicio-
nes climáticas de las distintas regiones, que en algunos casos se hacía notar
en el aprovechamiento de la tierra cultivable, como sucedió en Huatulco.
Otro factor pudo ser que en la gran mayoría de los casos, el encomendero
no estaba imbuido en los asuntos operativos ni administrativos de sus em-
88 presas, por tanto derogaban dichas funciones en un cuerpo de auxiliares,
por ejemplo el administrador general de un pueblo que pertenecía a su en-
comienda era reconocido con el nombre de calpixque; siendo éste el encar-
pueblo a la orilla del mar

gado de recaudar los tributos, mantener la tierra cultivada, hacer llegar los
abastecimientos necesarios a donde fueran requeridos (dentro del pueblo
en cuestión), etcétera.49
A la larga lo seguro es que esto significó un contrapeso a la búsqueda de
beneficios anhelados por parte de los encomenderos. Aquí nos referiremos
a dos casos concretos, que vinculan tanto la jurisdicción de los pueblos y
por ende la encomienda; así como el tributo en este primer periodo. Den-
tro de ese contexto, de los años que van de 1524 a 1528 se fue articulando
una forma de encomienda que se guió por el interés de los conquistadores
en detrimento de las instituciones reales. Con la llegada de la primera Au-
diencia la encomienda no sólo permaneció en la línea de años anteriores;
sino por el contrario. De 1528 a 1530, periodo de gobierno de la primera
Audiencia, tras el poder que se le concedió a dicha institución bajo estos
mismos personajes, pero ahora con el aval más claro de la Corona, se llegó a
un exceso en la otorgación de encomiendas, lo cual ocasionó que se dieran
abusos contra los indígenas por parte de sus encomenderos, teniendo en
cuenta la carga tributaria y de trabajo personal a que estaban obligados.50
Algunas medidas emprendidas por los encomenderos para subsanar es-
tas cuestiones y/o buscar la forma de acrecentar las ganancias de sus enco-
49
José Miranda, “Medios personales y jurídicos de que el encomendero se vale para la
organización y administración de empresas”, en Estudios Novohispanos, México, Univer-
sidad Nacional Autónoma de México, 1995, p. 157.
50
Los tratadistas del siglo xvi habían insistido que tan sólo el rey tenía derecho a im-
poner el tributo a los indígenas, en virtud de los abusos de los encomenderos. Desde
la llegada de la segunda Audiencia hasta la década de 1560 se buscó retasar el tributo
indígena para que se pagase menos que en tiempos prehispánicos, como un mecanismo
de atraer a los naturales a la vida cristiana. No obstante, al ascender al trono Felipe ii el
tributo se incrementó progresivamente. Véase Margarita Menegus, “Alcabala o tributo.
Los indios y el fisco (siglos xvi al xix). Una encrucijada fiscal”, en Luis Jáuregui y José
Antonio Serrano (coords.), Las finanzas públicas en los siglos xviii-xix, México, Institu-
to Mora/El Colegio de Michoacán/El Colegio de México/Instituto de Investigaciones
Históricas-Universidad Nacional Autónoma de México, 1998, p. 112.
miendas los llevaron a entablar contratos o vínculos jurídicos, entre uno o más
encomenderos que, por lo regular, eran vecinos de encomienda. En este sentido,
tenemos que para el 16 de abril de 1528 Gutiérrez de Ahumada, encomen-
dero del pueblo de Huatulco, entabló un contrato de compañía con Pedro
Pantoja, encomendero de Cimatlán, Cacalotepec. Por lo que decían:

[…] yo Pedro Pantoja v[eci]no desta ciubdad de tenustitan desta nueva es- 89
paña / por my de la una p[ar]te e yo Antonio Gutierrez v[eci]no asy mesmo
desta d[ic]ha ciubdad por my de la otra p[ar]te ° La una p[ar]te de n[oso]

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


tros la otra e la otros la otra que tengamos e conosemos q[ue] por n[oso]tros
guntamos copania por tienpo e [e]spacio de dos años cumplidos primeros
sygientes los quales comienzan a correr e a contar desde oy dia de la f[ec]
ha dende en adelant[e] al cumplidos e acabados […] yo el d[ic]ho Pantoja
meto e pongo todos los yndios e pueblos q[ue] al presente tengo deposita-
dos e encomendados. 51

Mediante este tipo de contratos un encomendero podría formar una uni-


dad económica completa, al amalgamar los bienes que a uno le faltaban, ya
sea porque los poseía en su pueblo o gracias a los recursos económicos de
que disponía para realizar una explotación de sus encomiendas más prove-
chosa.52 El año de 1528 puede ser referencial, debido que antes de que se ins-
talara la primera Audiencia e iniciara la aprobación real de la encomienda
(con lo que ello implicaba)53 los encomenderos satisfacían a su antojo las
exigencias del servicio y tributo a que estaban obligados sus indios y sus
pueblos. Así la otra parte decía:

… yo el d[ic]ho Antonio Gutierrez meto e ponjo e asy mesmo [en] la d[ic]


ha conpania todos los yndios e pueblos q[ue] al presente yo tengo encomen-
dados e depositados como conquistador e v[ecin]o desta nueva españa con
todo el tributo e p[r]ovecho q[ue] vieren e atributazen e rentazen en todo el
tiempo desta conpania. P[ar]a q[ue] con todo ello ganeemos esta conpania

51
pagn, vol. 3, f. 288v.
52
“o se liga a los individuos que como medios o instrumentos personales precisa; los
contratos de partido y soldada, de los que se sirve para enganchar a su servicio, por vía
distinta de la anterior, mineros, mozos y otros auxiliares; los poderes dados a sus admi-
nistradores generales o especiales, en los que hará constar las facultades que les concede”.
Miranda, op. cit., 1995, p. 157.
53
Ruiz Medrano, op. cit., 1991, p. 57.
asy en coger oro yevarlo de los d[ic]hos pueblos e yndios como en sus casas
yo e dar mas temimis e se repartidos con otras personas como en todo lo
de mas q[ue] nos pertenece e viéremos q[ue] conviene p[ar]a nues[tr]o p[r]
ovecho e ganancias de lo qual tengo de tener […] y dado yo el d[ic]ho Anto-
nio Gutierrez e tengo de andar con my persona e visitando e entendiendo e
granjeando [en] la d[ic]ha conpania y de todo el oro o tributo o ganancia
90 e p[r]ovecho que viéremos e dios nos diere [en] todo este tienpo general o
espacial en qualquyer forma e manera q[ue] sea avido e adquirido e ganado
desta conpania e yndios e pueblos della ea p[ar]tes est[a]n bos a dos noso-
pueblo a la orilla del mar

tros ermanablemente e lo emas de a ver e llevar por p[ar]tes yguales cada


uno la mytad tanto el uno como el otro o el otro como el otro.54

De esta forma, al pasar los años, transitando a un orden colonial más rí-
gido, de igual manera, se pone de manifiesto que las funciones de gobierno
que atañían al propio pueblo serían puestas en manos de estos administra-
dores. Esta delegación de funciones en la organización socioeconómica en
el interior del pueblo, es posible que haya recaído en indígenas y, sobre
todo, en un personaje reconocido dentro del pueblo para tal tarea, es decir,
un principal o cacique. Obedeciendo a la dificultad para que un agente
externo pudiera explotar y canalizar la mano de obra importante y disemi-
nada en un terreno accidentado sin el conocimiento previo.55 Sin ser tan
accidentado el terreno, como en la Sierra Norte de Oaxaca, en Huatulco los
pueblos guardaban distancias largas y el único lugar donde se asentaban
algunos españoles, que también se podían contar en decenas, era el puerto
de Huatulco.
Para 1542 Antonio Montalvo era quien detentaba dicho cargo de cal-
pixque en el pueblo de Huatulco, donde aún no se observa una estructura-
ción de instituciones indígenas. Y era él a quien se dirigían las autoridades
virreinales para tratar de dar solución a los problemas que se gestaban en
el pueblo; sobre todo a partir de la manera como se iba articulando el tra-
bajo en el puerto, en donde los naturales eran víctimas de los excesos de los
españoles. Así que el virrey Antonio de Mendoza se dirigió a:

54
pagn, vol. 3, f. 289r.
55
Thomas Calvo, Vencer la derrota. Vivir en la sierra zapoteca de México (1647-1707),
México, El Colegio de Michoacán/Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos/
Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social/Universidad Au-
tónoma Benito Juárez de Oaxaca, 2010, p. 26.
Ant[oni]o de montalbo calpysque, e[n] [e]l p[uebl]o de guatulco q[ue] fra[ncis]
co guillen, e[n] n[om]bre de los nat[ural]es, del me a fe[ch]o rrel[aci]on
q[ue] por el d[ic]ho pasan muchos pasajeros o otras personas e que estos
toman e llevan a los nat[ural]es del d[ic]ho p[uebl]o cargados por fuerza
contra su voluntad e a que vayan trabaxar a los navyos e a otras cosas de que
resiben agravyo.56 91

Principalmente esto se debía a las fallas de regulación de las autoridades

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


para con este asunto, al cual se irían buscando medidas más completas en
los siguientes años. Los argumentos de los cuales se servían los naturales
eran sobre todo a la funcionalidad de los pueblos, implícitamente refleja-
ban la importancia del tributo indígena, pues le pedían al virrey:

[…] lo mandase remediar para q[ue] el d[ic]ho pu[ebl]o no se despoblase e


por my visto mande dar este mandam[ien]to [en la] dicha razon por el qual
vos man[d]o q[ue] no consyentays permitays ny deys lugar que ninguna
persona ny alguna persona / saquen ny lleven ningunos yndios del d[ic]ho
pu[ebl]o a parte alguna cargados por tamemes / por fuerza e con[tr]a su
voluntad ny a que vayan ha bazearlos ny llevar madera al puerto ny bazear
los navyos.57

Desde la llegada de la segunda Audiencia, ésta “procuró adoptar las me-


didas adecuadas para impedir la despoblación indígena y, al mismo tiem-
po, garantizar el establecimiento de un orden colonial”.58 Sobre todo con
la implementación de corregimientos. Sin embargo, éste era un asunto tan
complejo que siempre existieron los excesos por parte de los españoles, y
asimismo procesos de adaptación indígena a las normas hispanas como
mecanismos de resistencia y/o adaptación al nuevo contexto.
Si bien no sabemos el desenlace de este concierto, no se puede dejar de
mencionar. Seguramente los principales serían quienes tendrían que ser los
encargados de esta tarea. Lo que supone que se les permitió establecer las mo-
joneras entre los pueblos. Esto nos hace pensar que al romperse los lazos de

56
agn, Mercedes, vol. 1, exp. 17, f. 10v.
57
Idem.
58
Ruiz Medrano, op. cit., 1991, p. 33.
sujeción con el reino mixteco de Tututepec, a que pertenecían dichos pue-
blos, se presentaban problemas por tratar de recuperar un dominio per-
dido tras su sometimiento y que con la llegada de los hispanos se podría
estar en condiciones de ganar o perder algo de aquello, dado que ellos les
concedieron la posibilidad de extender su mando a aquellas secciones del
señorío de las que fueron privados. Sin embargo, esto puede poner de ma-
92 nifiesto la falta de una elite indígena en Huatulco. Lo que deja entrever las
necesidades de la empresa española y no la búsqueda de la cohesión de los
pueblos.
pueblo a la orilla del mar

guatulco, encomendado en diego gutiérrez, menor. En la provincia de


Guaxaca. En sus términos esta el puerto deste nombre. En diego gutié-
rrez.
Este pueblo tiene ocho estançias sugetas que se dizen Guaçiçil, Centepe-
que, Oastepeque, Totoltepeque, Tuçantlan, Teecaltepeque, y en todas ay ciento
y nobenta casas y en cada vna vn yndio casado, con sus hijos y familia. Dan
cada quarenta dias treinta y vn pesos de oro en texuelos, y beinte y ocho
gallinas, y diez y ocho mill almendras de cacao, estan en la costa del Sur y
en sus términos tiene este pueblo de Guatulco. Es tierra caliente y mal sana
y esteril.

Francisco del Paso y Troncoso, Papeles de la Nueva España, 2ª serie. Geo-


grafía y Estadística, tomo i: Suma de visitas de pueblos por orden alfabético,
Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1905, p. 315.

Huatulco seguía en encomienda de los herederos de Antonio Gutiérrez,


que tras su muerte, en algún momento cambiaron su vecindad a Oaxaca.59
Primero fue su hijo mayor, Diego Gutiérrez, a quien el 16 de noviembre
de 1552 se le da el título de la encomienda que comprendía los pueblos de
Huatulco, Ocoultepeque y Tutultepeque.60 No obstante, Huatulco ya estaba
a su nombre al finalizar la década de 1540. Después, una nieta de Antonio
se casó con Bernardino López, en quien recayó la concesión. Para la década
de 1570, Huatulco ya tenía de seis a ocho estancias. Al morir Bernardino
la Corona pasó a tomar la encomienda entre sus pertenencias entre 1580 y

59
Gerhard, op. cit., 1992, p. 564
60
Idem.
1597.61 Para finales de la década de 1540 el pueblo de Huatulco y sus sujetos
se podían ver muy atareados teniendo un gran número de habitantes que
ocupaban 190 casas; a partir de la cifra dada en la Suma de visitas podemos
sacar un somero número de habitantes de 760.
Para 1525 los indios del pueblo de Cimatlán y de Cacalotepec, reco-
nocían a un tal Pantoja como su encomendero. Pero este Pantoja, llamado
Pedro, pareciera que nunca puso un pie en el puerto de Huatulco en esos 93
primeros años. Pedro llegó a la Nueva España en 1522 procedente de Al-
conchel, provincia de Badajoz, España, junto con Alonso Valiente (familiar

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


de Cortés). Se instaló en la Ciudad de México y se le asignaron en en-
comienda Guazacualco (Coatzacoalcos) y Xaltepec, tiempo después se le
asignó Cimatlán, Cacalotepec; que además incluía a los indios del puerto
de Huatulco, que contaba con seis estancias. (Pedro Pantoja estaba casado
en España con Catalina Rodríguez, que no vino a estas tierras. Juan Panto-
ja, hijo de este encomendero, fue conquistador con la entrada de Narváez.
Pantoja padre, regresó a España en 1553, a su regreso, en esa misma década,
su encomienda ya había sido tomada por la Corona).62
Unos meses antes, el 13 de octubre de 1552, Pantoja había obtenido li-
cencia para regresar a España por un año y medio, acompañado de su hijo
mestizo (llamado Perico); de no regresar en dicho plazo perdería la fianza
y los indios de su encomienda. Desafortunadamente para él no consiguió
fiador y tuvo que hacer un segundo intento. El 14 de marzo de 1553 obtuvo
un fiador y su licencia se le otorgó por dos años. En ese lapso el alcalde
mayor del puerto sería el encargado de cobrar los tributos de los pueblos
que tenía en encomienda en esa jurisdicción. De no regresar en el plazo
acordado dichos tributos pasarían a la Corona, lo cual, al parecer, sucedió,
y su encomienda fue tomada por la Corona.63 Sin embargo, la Corona no
tuvo mucha suerte en esta encomienda y pocos años después dichos pue-
blos quedaron abandonados.64
Otro dato interesante de este personaje proviene del 25 de mayo de
1543. Él buscó beneficiarse más allá de la encomienda, lo cual se dio tras
conseguir que se le designara visitador de los navíos que salían de ese puer-
to con dirección al Perú y a otras provincias de Centroamérica. De igual
61
Robert Himmerich y Valencia, The Encomenderos of New Spain, 1521-1555, Austin,
University of Texas Press, 1996, p. 169.
62
Ibid. p. 211.
63
Gerhard, op. cit., 1992, p. 564.
64
Véase infra.
forma, esto puede darnos una muestra de la manera en que este personaje
intentó hacer frente a las leyes nuevas de esos años, las cuales prohibían la
residencia del encomendero en los pueblos de sus encomiendas. En este
sentido, a Pantoja ese cargo le permitiría buscar tener una permanencia
constante en el puerto. Acto por el cual le fue ratificado por el virrey Men-
doza el empleo, quien mandó a:
94
Fernando diaz que tiene a cargo de visitar y visitas los navios que salen del
puerto de guatulco a si para la prov[inci]a del peru como por ot[r]as partes
pueblo a la orilla del mar

/ el qual al presenta no puede usar al presente el d[ic]ho cargo por cierto


ynpedi[mien]to y conviene nombrar otra persona que tenga cargo de visitar
los d[ic]hos navios por ende para el efecto sobre el d[ic]ho / por la presente
en nombre de su maj[esta]d nombro y señalo a vos Pedro Pantoja tenyendo
por cierto que usaras el d[ic]ho cargo bien y fiel[men]te y obede[cien]do
que como tal visitador visiteys y mireis todos los navios que saliezen del
d[ic]ho puerto de guatulco.65

çimatlan. En Guaxaca, lxxvij. En pedro pantoja.


Este pueblo dos estançias y en todas ay diez y seis cassas de tributarios:
dan de tributo cada quarenta dias ocho pesos y dos cargas de maiz y quatro
gallinas; esta çerca del puerto de Acapulco [sic.]: tiene tierras de regadío, ay
en los ríos oro, y perlas en la costa y salinas; biuen algunos spañoles en el
pueblo.
cacalotepeque. En la costa del Sur, lxxvij. En pedro pantoja.
Esta cabeçera tiene treze cassas con seis mujeres y estan repartidos en tres
barrios; dan de tributo cada quarenta dias nueue pesos de oro comun y dos
cargas de maiz, y cada diez dias dan vna gallina; las tierras y estançias son
comunes.

Francisco del Paso y Troncoso, Papeles de la Nueva España, 2ª serie. Geografía


y Estadística, tomo i: Suma de visitas de pueblos por orden alfabético, Madrid,
Sucesores de Rivadeneyra, 1905, p. 102-103.

Este cargo le obligaba a revisar que todo navío que saliera del puerto
de Huatulco llevase lo necesario para sus pasajeros para tan largo viaje, así
como constatar que las embarcaciones fueran bien amarradas y apareja-

65
agn, Mercedes, vol. 2, exp. 197, f. 77v.
das con barcas, amarras y dos anclas, teniendo cuidado de que no fuesen
cargadas con exceso; de lo contrario tendría que remitir su informe al co-
rregidor del puerto, quien no permitiría la salida de dicho navío hasta que
se cumpliera con lo mandado. Además de esto, por cada navío que saliese
del puerto Pantoja cobraría dos pesos de oro de minas por su visita; siendo
cubiertos por cada embarcación.66
Pochutla y Tonameca, por otro lado, fueron asignadas en septiembre de 95
1528 a Diego de Ocampo, personaje preeminente. Él fue mayordomo de Cor-
tés y considerado un encomendero rico; era un poblador de la Nueva Es-

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


paña, lo que permite ver la forma en que la encomienda fue transitando en
estos años a todo español y no necesariamente entregada a los conquista-
dores (militares). Ya que: “[E]l poblador representa la continuidad, el peso
específico que concluyese la consolidación”.67 Dentro de su encomienda
podemos mencionar Tlanalpa (que incluía Oxtotipac y Talistaca) y Tata-
tetelco (Veracruz). Pero Pochutla pasó a la Corona para julio de 1531, a
consecuencia de las reasignaciones hechas por la segunda Audiencia y la
implementación de los corregimientos.68

pochutla. Guaxaca, lxxvij. En su magestad.


Este pueblo tiene algunas estançuelas y en todo ay veinte e çinco cassas:
dan de tributo cada quarenta dias seis pesos y vn xiquipil de cacao. El oro y
cacao cogen en su tierra; alcançan Rios y buenas sementeras, esta quarenta
leguas de Guaxaca.
tonameca. En la Costa del sur, lxxvij. En su magestad.
Este pueblo tiene diez y ocho cassas en que entran algunas estançuelas: ay
en todas quarenta cassados que dan cada quarenta dias seys pesos de oro en
poluo y vn xiquipil de cacao; tienen muchos ríos, cogen oro; esta çerca del
puerto de Acapulco [sic.]; tiene çinco leguas de largo y quatro en ancho.

Francisco del Paso y Troncoso, Papeles de la Nueva España, 2ª serie. Geografía


y Estadística, tomo I: Suma de visitas de pueblos por orden alfabético, Madrid,
Sucesores de Rivadeneyra, 1905, p. 186 y 288.

Peter Gerhard señala que posiblemente para la década 1550 esta en-
comienda se reasignó a Francisco Gutiérrez.69 Sin embargo, al parecer, de
66
Ibid., f. 78r.
67
Francisco de Solano, Cedulario de tierras. Compilación de legislación agraria colonial
(1497-1820), México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1984, p. 20.
68
Himmerich y Valencia, op. cit., 1996, p. 204.
69
Himmerich y Valencia, Ibid., p. 169. Francisco Gutiérrez de igual manera llegó a Cuba
acuerdo con las fuentes hasta aquí consultadas, es muy poco probable que
se trate del Pochutla del actual Oaxaca y, más bien, se trate de un Pochutla
cercano a Zacatula, en el actual estado de Guerrero.70
Para 1528 en la zona chontal había tres encomiendas, Astata, Suchitepec
(Xanadi) y Guamelula. Mientras que Mazatlán (Mazatán), entró más tarde
a la dinámica de la encomienda. Juan Bello tenía a cargo Astata. Dicho
96 personaje había llegado a Cuba en 1517 proveniente de Ciudad Rodrigo
en la provincia de Salamanca, España; hijo de Juan Bello Troche y Leonor
Gutiérrez. Él zarpó con la expedición de Grijalva antes de que llegara con
pueblo a la orilla del mar

Narváez a la Nueva España. Participó en la conquista de Tenochtitlán y de


otros sitios de la Nueva España. En 1524 ayudó a sofocar la rebelión de los
chontales. Fue, durante esos primeros años, partidario de Cortés, lo que le
causó hacerse de enemigos. Se avecindó en la Ciudad de México en 1527.71
Para el 20 de mayo de ese año fue juzgado por blasfemia,72 declarándose
culpable y fue condenado a pagar doce pesos de multa y los gastos; además
de realizar una peregrinación a la Virgen de la Victoria.73
Para 1528 a Juan Bello se le da en encomienda Astata; que además incluía
a Ixmiquilpan (hoy estado de Hidalgo). En 1548 Astata le dejaba ganancias
anuales por 200 pesos de oro; 365 gallinas; 365 cargas de maíz; cada semana
diez huevos y dos pescados; cada cinco años: cinco cargas de pescado seco o
salado; dos cargas de sal; un jiquipil de cacao; una jarra de miel y cinco cargas
de pimienta y frijoles. Para 1550 Astata contaba con cinco estancias. En 1556
se le otorgó una merced de dos sitios de estancia para ganado en términos de
Xilotepec.74 De tal forma que la encomienda pasó a manos de su hija, quien
se casó con Gil González de Ávila, quien tampoco tuvo mucha suerte, pues

en 1518, proveniente de Villa de Gota en la provincia de Alcántara, Cáceres. Un año más


tarde, en 1519, entró con Cortés a tierra firme. A diferencia de los otros encomenderos,
Gutiérrez, se avecindó en Pánuco, antes de 1532 tuvo en encomienda Moyutla (actual-
mente perteneciente al municipio de Tepetzintla, Veracruz), la cual vendió a Gregorio
Saldaña, abogado de Nuño de Guzmán. Después cambió su vecindad a Zacatula y al
quedar a punto de la pobreza se empleó de herrero de clase, principalmente en el trabajo
relacionado con la construcción naval de aquellos lares. Después de estos cambios se le
asignó la encomienda de Pochutla pero para 1565 la encomienda pasó nuevamente a la
Corona.
70
Vease agn, Mercedes, vol. 15, f. 77v.
71
Grunberg, op. cit., 2001, p. 75.
72
Himmerich y Valencia, op. cit., 1996, p. 128. La referencia del proceso inquisitorial
está dentro del catálogo del agn difiriendo la fecha de dicho proceso al 20 de mayo de
ese año; siendo el juez fray Domingo de Betanzos y el fiscal Sebastián de Arriaga, pero
físicamente ya no se encuentra dicho documento.
73
Grunberg, op. cit., 2001, p. 75.
74
Ibid., p. 76.
fue ejecutado tras haber participado en la conspiración contra el segundo
marqués, Martín Cortés; la Corona tomó toda la encomienda en 1566.75
Un punto importante aquí, en la problemática de los primeros pueblos
planeados, es lo que atañe a Suchitepec, pues, en un principio este pueblo
podría ser el que se localizaba dentro de los límites de la región de Miahuat-
lán. El lugar que ocupó una colonia zapoteca, Ocelotépec (Quiahuechi). Un
territorio que tres generaciones antes de 1580 perteneció a los chontales, 97
que muy probablemente tras los primeros intentos de congregación u or-
denamientos fue restablecido en el actual Xadani para 1537. Gerhard nos

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


dice que pudo ser encomienda, por esos mismos años, de un hidalgo, Fran-
cisco de Vargas,76 primer conquistador; originario de Sevilla, España. Llegó
a Cuba en 1518, participó en la conquista de Tenochtitlán y posteriormente
participó en la entrada de Pánuco y Colima, avecindado en la Ciudad de
México.

suchitepec. En comarca de Guaxaca, En su magestad.


Este pueblo tiene quatro estançias sugetas que se dicen Çoçopastepeque, y
Tamagaztepeque y Xucutepeque y Tlacotepeque, y en ellas çiento y treinta y çinco
casas, y en cada vna vn yndio casado con sus hijos y familia. Dan cada qua-
renta dias beynte y siete pesos en tejuelos y vn xiquipil de cacao, y dos jar-
rillos de miel, y trezientas y sesenta gallinas cada año. Este pueblo esta en
tierra caliente, esteril y mal sana, crianse en ella mal los niños; no ay minas
de ningún metal; esta junto á la mar y puerto de Guatulco.

Francisco del Paso y Troncoso, Papeles de la Nueva España, 2ª serie. Geografía


y Estadística, tomo i: Suma de visitas de pueblos por orden alfabético, Madrid,
Sucesores de Rivadeneyra, 1905, p. 315.

Lo anterior sería contradictorio si consideramos que en las Relaciones


geográficas que atañen a Suchitepec se dice que, igual que el resto de los pue-
blos de la costa, fue conquistado por Pedro de Alvarado y Francisco Maldo-
nado. Y que para 1579 en su cabecera se hablaba el zapoteco y en sus cuatro
estancias sujetas se hablaba el chontal.77

75
Himmerich y Valencia, op. cit., 1996, p. 128.
76
Gerhard, Geografía histórica de la Nueva España, 1519-1821, México, Universidad Na-
cional Autónoma de México, 1986. pp. 193; 127.
77
Francisco del Paso y Troncoso, Papeles de la Nueva España, 2ª serie, Geografía y Es-
tadística; tomo ii: Relaciones Geográficas de la diócesis de Oaxaca, México, Innovación,
1981, p. 25.
De igual manera este pueblo fue tomado por la Corona después de la
llegada de la segunda Audiencia, la cual le asignó un corregidor y, años
después, en varias ocasiones estuvo de manera informal, como la circuns-
tancia lo demandara, bajo la jurisdicción de la alcaldía mayor del puerto de
Huatulco, y no fue sino hasta 1599 cuando esta circunstancia se formalizó,
al parecer al quedar abolido el corregimiento.
98 Huamelula, por otro lado, para 1529 ya era considerada una prominente
encomienda, en posesión de Juan Hernández de Prada, entregada de manos
de Nuño de Guzmán.78 Proveniente de Galende en la provincia de Zamora,
pueblo a la orilla del mar

España, hijo de Juan de Prada de Galende y de María de Prada, él llegó a


Cuba en 1519, y un año después se unió en la entrada de Narváez. Por or-
den de Cortés se quedó en Veracruz y ayudó a la pacificación de Tapacoya,
Almería y Misantla, antes de llegar a México en la fase final de la Conquis-
ta. En 1522 no pudo ser parte de la hueste de Alvarado, que conquistó el
suroeste de la Nueva España, por estar enfermo; aun así envió en su nom-
bre a un español con armas y un caballo. Donde sí pudo participar fue en
la conquista de Oaxaca y Coatlán; así como en la pacificación definitiva de
Tetiquipaque.79
Su encomienda le daba de tributo seis tejuelos de oro cada 80 días y
400 cargas de maíz al año, pero fue tomada para la Corona por la segunda
Audiencia. En 1547 se avecindó en Oaxaca, se le concedió una renta anual
de 200 pesos; también se dedicó a la fabricación de carruajes. En 1561, a
sus 75 años, fue condenado a una multa de 30 pesos y penitencia pública
por ser malhablado.80
Por último, Mazatlán (Mazatán) en un principio fue reclamado por Cor-
tés como parte de Tehuantepec, y de su Marquesado del Valle, pero para
1531 fue incorporado al corregimiento de Huamelula; años más tarde, en
la primera mitad de la década de 1540, fue dado en encomienda a Álvaro
de Zamora. Él provenía de Santa Marta, provincia de Zamora, España, llegó
a Cuba en 1519. Soldado que después de la toma de Tenochtitlán, donde
murió su padre, se integró a la hueste de Pedro de Alvarado que sometió a
Tututepec y conquistó la costa del sur de la Nueva España. Para 1525 era
vecino de la Ciudad de México, al establecerse la primera Audiencia prestó

78
Gerhard, op. cit., 1986, p. 127.
79
Grunberg, op. cit., 2001, p. 244.
80
Ibid., p. 245.
sus servicios como intérprete, lo cual le permitió recibir la encomienda de
Mazatán como pago de los mismos. Tras su muerte hacia 1570, la sucesión
de la encomienda estuvo en disputa entre sus herederos, hasta 1580, cuan-
do la Corona la tomo para sí.81
Pasaban los años y los reajustes de encomienda y sus repercusiones a
los naturales se hacían notar.
99

guamelula. En Guaxaca, lxx. En cabeça de su magestad.


Este pueblo tiene dozientas y veinte cassas en que ay trezientos y quarenta

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


y çinco vecinos: dan cada ochenta dias treinta pesos de oro en poluo. Es
tierra caliente; esta asentado entre dos Rios que tienen oro, es tierra fragosa;
tienen regadíos en que siembran maiz tres vezes en el año: danse frutas de
la tierra y algodón, y hazen papel. Es tierra sana y biuen los yndios en los
altos, tienen pesquería en los Rios; parte términos con Astatla; esta çerca
de la mar del Sur, tiene de boxo ocho leguas, esta treynta y ocho leguas de
Guaxaca e quinze de Teguantepeque.

Francisco del Paso y Troncoso, Papeles de la Nueva España, 2ª serie. Geografía


y Estadística, tomo i: Suma de visitas de pueblos por orden alfabético, Madrid,
Sucesores de Rivadeneyra, 1905, p. 121.

Tratando de acrecentar sus arcas, los españoles, conquistadores o no, bajo


el auspicio o contradiciendo a la Corona, comenzaron a ocupar la región y a
aprovechar sus recursos, en muchos casos no teniendo en cuenta el aspecto
poblacional de los naturales. Por ejemplo, no importaba si una epidemia cau-
saba un descenso demográfico considerable, el encomendero exigía como
siempre el recaudo del tributo. Sin duda quien mejor pudo llevar a cabo
esta tarea, en cuanto al aprovechemiento del sector indígena, fue Hernán
Cortés cuando se le reconoce el Marquesado del Valle, territorio otorgado
en Cédula Real del 9 de julio de 1529.82

81
Himmerich y Valencia, op. cit. 1996, p. 264.
82
“El conjunto formaba un vasto territorio, dividido en cinco o seis partes, de las cuales
una de las más importantes era, al sur de México, la ancha depresión de Cuernavaca y
del actual estado de Morelos; le seguían diversas localidades muy cercanas a la capital
(Tacubaya y Coyoacán), con el valle de Toluca al oeste; mucho más lejos, hacia el sudeste,
la zona de las ‘cuatro villas’, alrededor de Antequera de Oaxaca, que se unía a la del Istmo
de Tehuantepec. Finalmente, hacia el golfo Atlántico, Tuxtla y varios pueblos próximos a la
Veracruz, Francois Chevalier, “El Marquesado del Valle: Reflejos medievales”, en Historia
Mexicana, vol. i, núm. 1 [1], julio-septiembre, 1951, pp. 48-49.
En el caso de las provincias y villas de Antequera, el establecimiento
del Marquesado favoreció al territorio indígena porque limitaba el acceso
de españoles, tal fue el caso de la región de Tehuantepec, la cual tenía una
ubicación estratégica y grandes recursos para comerciar, controlados por
Cortés. De esta forma, tenemos que la zona vecina que comprendía desde
Tonameca y Pochutla, pasando por Huatulco, hasta llegar a Astata y Hua-
100 melula, tenían una dinámica un tanto distinta, al instaurarse las institucio-
nes españolas en esa provincia, que se diferenciaba de Tehuantepec, donde
Cortés designaba directamente estos cargos, ya entrando en vigor los co-
pueblo a la orilla del mar

rregimientos y alcaldías mayores.


La implementación de las encomiendas en la zona costera, donde se
encontraba Huatulco, pareciera que fragmentó el territorio, en este periodo
donde se dio cierta libertad a los pueblos, los cuales tenían que pagar el
tributo a sus encomenderos como pudieran. Empero, esta primera ima-
gen puede resultar mucho más compleja cuando se abre el espectro, aun
dentro de la misma región, en un proceso azaroso. Estas concesiones no
permitían un adecuado control y explotación de la colonia; de tal manera
que la Corona buscó subsanar esta dificultad. La primera Audiencia había
dado muestras de su incapacidad para con la colonia, principalmente al no
poder hacer frente a los crecientes intereses y poder que iban adquiriendo
los encomenderos.
Cabe señalar ahora, que en un principio nuestra propuesta versaba en la
posible fragmentación del señorío de Huatulco a la llegada de los españoles,
creando dos cabeceras con el mismo nombre. Al estar dando vuelta a esta
idea, como ya habíamos adelantado, no nos llega a convencer del todo. Tra-
tando de sopesar todos los elementos, queremos rectificar y plantear que
no se dio una fragmentación como tal, sino por el contrario, existió una
interpolación en importancia en las cabeceras. Así, en un inicio, el pueblo
de Huatulco era un eje que daba algún sentido a los pueblos, quizá por
tamaño o por su importancia previa al contacto español. No obstante, al
surgir el puerto, éste desplaza de toda importancia al pueblo.
Mapa 6. Encomiendas en la costa central oaxaqueña, siglo xvi.

101

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Fuente: Elaboración propia a partir de Peter Gerhard, Geografía histórica de la Nueva
España, 1521-1821, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1986, p. 127.

Cuadro 5: Primeros encomenderos de la costa oaxaqueña.


Año Nombre Puesto Localidad
Antonio Gutiérrez de
1524 Encomendero Pueblo de Guatulco
Ahumada
Cacalotepec, Çimatlan,
1525 Pedro de Pantoja Encomendero
Puerto de Guatulco
1528 Juan Bello Encomendero Astata
1528 Diego de Ocampo Encomendero Pochutla y Tonameca
Juan Hernández de
1529 Encomendero Guamelula
Prado
1537 Francisco de Vargas Encomendero Suchitepec (Xadani)
1544 Álvaro de Zamora Encomendero Mazatlán (Mazatán)

Fuente: Elaboración propia.


Figura 9: Demostración gráfica de una encomienda del siglo xvi.

Tierras de tributos
señaladas en algunas
tasaciones (en el fruto Propiedad privada
para el encomendero) del encomendero
(por título distinto de
encomienda)
102
pueblo a la orilla del mar

Centro del
pueblo indio
(cacique,
principales y
Ayuntamiento)

Propiedad privada de
españoles distintos del
encomendero
Propiedad privada o comunal de los
indios y propiedades de la Corona si
las tierras quedan baldías
Fuente: Silvio Zavala, De encomiendas y propiedad territorial en algunas regiones de la Améri-
ca española, México, Antigua librería Robredo, de José Porrúa e Hijos, 1940, p. 85.

De este modo los asuntos que se discutían y se aplicaban en la Nueva


España provenían de la metrópoli. Pero, es importante mencionar que, si
bien, las cuestiones relacionadas con la organización e implementación de
las autoridades en el territorio de la Nueva España, se definían desde Espa-
ña, esto no quería decir que las posesiones ultramarinas fuera meramente
una cuestión periférica vistas a partir de una naciente economía mundo,
que se hacian notar tras bambalinas en las colonias españolas. La dinámica
social, interna al territorio de estas colonias, no obedecía estrictamente las
directrices metropolitanas, sino que obedeció a los propios acontecimien-
tos locales que configuraron un sistema socioeconómico propio, que tenía
una relación directa con los sucesos externos.
Cabe aclarar que las Leyes Nuevas de la década de 1540 y una legisla-
ción que empezó a ser aplicada en la década siguiente, atentaron contra
los intereses de los encomenderos, en tanto “negaban al encomendero el
derecho al trabajo de sus indios, le prohibía residir en su encomienda y
limitaba la sucesión a una vida”.83 De tal forma que estas medidas se di-
ficultaban más con la entrada de las autoridades de la Corona, como los
corregidores y los alcaldes mayores, por lo que “la primera medida efectiva
para establecer la autoridad real a nivel local en las comunidades indígenas
fue la introducción en México de una institución ibérica del siglo xiv, el
corregimiento”.84
Un factor que se suma a los problemas que buscó subsanar la Corona 103
fue la continua caída de la población natural, lo cual llevó a un reajuste de
los territorios conquistados y colonizados por los españoles; que a su vez

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


repercutió en una nueva cantidad que tributar (llamada moderación), varia-
ble según la región y la población total que podía trabajar. De igual forma,
dependiendo si era pueblo de la Corona o de encomienda, así se tasaba el
tributo, teniendo en cuenta que además tendría que existir una cantidad
más para la comunidad, lo que para los naturales fue un cambio en su modo
de vida, al cual se le iban sumando otras adecuaciones (a manera de experi-
mentación). Si bien nuestro trabajo no busca analizar el tributo indígena, es
menester realizar una pequeña descripción de los cambios que se dieron en
la matería, sobre todo si se considera, bajo reserva, que:

Hasta mediados del siglo xvi el tributo prehispánico permanece, en gran


parte, vivo. Los españoles lo utilizaron en un principio tal como lo hallaron y
fueron acomodándolo luego a las normas europeas y al régimen económico-
social que se iba formando en la Nueva España.85

No obstante, dichos cambios son harto complejos. Desde el cambio y/o in-
troducción de productos que no estaban en un inicio a la mano de los pueblos,
como agentes productores, los cuales fueron introducidos por los españoles.
Lo anterior permitiría captar estos cambios, pero pocas veces podemos saber
de dónde provenían tales productos y la forma en que se adquirían.86

83
Gerhard, op. cit., 1986, p. 9.
84
Ibid. p. 14.
85
Miranda, op. cit., 2005, p. 62. Véase cuadro 4, donde se hace relación de lo que los pue-
blos nahuas tributaban al señorío de Tututepec.
86
Para entender cómo se desarrolló el tributo indígena durante el siglo xvi, véase Miran-
da, op. cit., 2005, pp. 71-160. Dicho desarrollo obedece a directrices políticas y económi-
cas que la Corona buscó subsanar, enmarcadas en cinco etapas históricas: a) Cortés y la
primera Audiencia; b) La segunda Audiencia; c) El virrey Mendoza; d) El virrey Velasco
y e) Después de la visita del licenciado Valderrama [1564].
Si bien, para 1523 en la Nueva España la población natural, tras hacerse va-
salla de la Corona española, fue obligada a pagar, en trabajo y especie, el tributo
real,87 la forma de pagar el tributo también fue cambiando con el tiempo
debido a factores internos en las regiones, consecuencia de la dinámica
social que se gestaba dentro, entre otros, la caída en la producción agrícola
y la falta de manos que trabajaran la tierra. Básicamente la Corona buscó,
104 desde ese año 1523, guiar el asunto del tributo en dos extremos, que se fueron
consolidando conforme su proyecto se iba sentando en la Nueva España:
a) el de principio de vasallaje (ya usado por Cortés) y b) la forma en que se
pueblo a la orilla del mar

debía imponer (que pudieran cumplir y pagar, de acuerdo con la calidad


de los pueblos).88
Dicha circunstancia se debió, quizá, a que no existió una recuperación
de población en el siglo xvi, sino más bien, las manos que tuvieron capaci-
dad productiva se incrementaron. Pues recordemos, que si bien en la Nue-
va España tras la llegada de los españoles hubo una caída de la población
increíblemente rápida de entre 90 y 95%, fue en un tenor distinto que en
las Antillas. Allí la extinción de los nativos fue clara tras la dificultad que
tuvieron los conquistadores de adquirir un control más riguroso en cuanto
a la forma de organización, explotación de la población antillana, a lo que
se sumó la introducción de los animales y enfermedades que traían los
españoles. Tengamos en cuenta que las enfermedades importadas del otro
lado del Atlántico, viruela, sarampión, influenza, peste y tuberculosis, se ca-
racterizaban por un índice de mortandad muy alto, focalizado en personas
de entre 15 a 40 años, el grupo más activo en la producción.89
En tierra firme, por otro lado, se buscó implementar mecanismos en los
cuales se presentara una relación más estrecha con los indígenas, puesto
que, como se mencionó, fue clara la caída demográfica en todo el siglo xvi
con la llegada de los españoles, aunque para el siglo xvii se tuvo una recu-
peración gradual, si consideramos un descenso promedio de 90% en toda
la Nueva España. De tal forma que “hubo, pues, dos considerables comu-
nidades viviendo dentro del mismo territorio, y la necesidad de ajustar sus

87
Fabián de Fonseca y Carlos de Urrutia, Historia general de Real Hacienda, México, Vi-
cente García Torres, 1849, p. 414. No obstante, antes de esto, y quizá a la par de ello: “No
hay todavía mandato ni precepto del monarca español. Todo se ha hecho en aplicación de
un principio político casi tan antiguo como la humanidad: el de que los vasallos o los súb-
ditos tienen que pagar tributo al soberano o señor supremo”. Miranda, op. cit., 2005, p. 73.
88
Ibid., p. 79.
89
Elinor G. K. Melville, Plaga de ovejas. Consecuencias ambientales de la Conquista de
México, México, Fondo de Cultura Económica, 1999, p. 19.
relaciones se volvió más urgente —no menos— conforme aumentaba la
población hispanizada”.90 Además de que las autoridades españolas sabían
de qué adolecían los súbditos hispanos llegados a la Nueva España, y tra-
tando de evitar los abusos de éstos contra los indígenas, trataron de separar
la población en dos repúblicas: la de indios y la de españoles.

Vemos así que los indios de la Nueva España, después de sufrir las terribles 105
bajas y perturbaciones de los primeros años de la Conquista, en cuanto em-
pezó un gobierno real relativamente ordenado con la segunda Audiencia en

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


1531, encontraron que podían arrastrar a un tribunal a cualquier funciona-
rio y desafiar sus decisiones, que podía disputarse toda cesión de tierras, que
se podían oponer a cualesquiera límites o acuerdos políticos.91

De tal manera que los naturales al tener una representación ante las autori-
dades españolas podían pedir un reajuste en lo que debían tributar, o la misma
Corona veía la necesidad de llevar a cabo estas medidas de reajuste. La segunda
Audiencia fue un claro ejemplo de cómo la Corona iba tomando las riendas
de su nuevo reino; tras iniciar una carrera de obstáculos, que seguiría presente
tiempo después, mediada entre las distintas partes: “Tasó los tributos de gran
parte de los pueblos de la Nueva España, abrió un libro para el registro de las
tasaciones realizadas, no consintió que se hicieran repartimientos ni derramas
sin su licencia, y fijó, también mediante tasa, la comida que los indios daban a
los corregidores, la cual debía ser rebajada del tributo.”92
Por otra parte, existieron distinciones en relación con las categorías de
los tributos, respecto si se trataban de pueblos en encomienda a particu-
lares o pueblos de la Corona, que en ambos casos únicamente significaba
quién era el destinatario del tributo. Debido a que el Rey era el legitimo

90
Woodrow Borah, El juzgado general de indios en la Nueva España, México, Fondo de
Cultura Económica, 1996, p. 38.
91
Ibid., p. 52.
92
Miranda, op. cit., 2005, p. 103. A la llegada del primer virrey, Antonio de Mendoza, a la
Nueva España y como presidente de la Audiencia se fueron insertando otros aspectos al
tributo. Significativo fue que se tendrían que realizar visitas a los pueblos para verificar
la condición y calidad de los mismos para poder tasarlos y de ser el caso aumentar el
tributo. A principios de 1536 se va perfilando la política real para dar una solución legis-
lativa al tema. El 16 de febrero de ese año se reitera la legislación protectora, la cual iba
encaminada a limitar y controlar a los tres principales personajes generadores de abusos:
a) encomenderos; b) corregidores y c) caciques y principales; y al declinar la primera las
otras dos crecerán considerablemente. Posteriormente, el 26 de mayo de aquel mismo
año, se trata de poner fin ahora si al tema, sobre todo a la indeterminación del tributo.
Ibid., pp. 110-119.
dueño de los tributos, así como del cuidado de su recolección, y al dar al-
guna encomienda a un particular, era el monarca quien cedía su tributo.
Las Leyes Nuevas en relación con el tributo guardaron la legislación previa,
pero al ir encaminadas a combatir los excesos de los encomenderos y ca-
ciques, y por velar más por el bienestar del indio, repercutió en su forma al
estipular que el pago fuera menor de lo que daban en tiempos prehispáni-
106 cos.93 Para 1549 se da un hito en la cuestión tributaria, al menos en el papel.
Primero, quedó abolido el servicio personal que los indígenas prestaban
a los españoles, y que los caciques muchas veces consentían y aprovechaban
pueblo a la orilla del mar

para su beneficio (llámese tasación y/o conmutación) al no poder cubrir el


pago original. Después, se comienza a perfilar la búsqueda del diezmo indí-
gena, repartido para el bien espiritual (y de lo restante a las arcas reales).94
Por último, para la década de 1570 se introduce un nuevo cambio en rela-
ción con la tasación (determinación general) y el repartimiento del tributo
(determinación particular). Anteriormente el tributo iba de lo general a lo
particular: de la Audiencia (quien fija el volumen total) al cacique o gober-
nador o calpixque (quien recogía la parte que correspondía a cada indio
para concentrar el total tasado). En el futuro se buscó ir de lo particular a
lo general: la Audiencia determinaba la cuota que cada indio tenía que tri-
butar (individualización); llegando así a la determinación general, la cual
se obtenía al multiplicar lo primero por lo último. “Antes, la determinación
general era la base de la tasación; ahora, lo será la determinación particular
o individualización.”95
En el caso de Huatulco, ya visto como una alcaldía mayor representada en
el puerto a principios de la década de 1550, tenemos que: Pochutla y Tona-
meca, Cacalotepec y Cimatlán eran pueblos de la Corona con su corregidor,
que además era alcalde mayor del puerto y tenía en su jurisdicción otros
corregimientos, como enlace entre los pueblos de indios y la autoridad vi-
rreinal.96
Existía una problemática con Cacalotepec y Cimatlán, podemos asegu-
rar que es hasta la mitad de la década de 1550 encomienda de Pantoja, no
obstante, para el 22 de abril de 1550 se le ordenó a Iñigo Ortiz de Retes,
corregidor de Pochutla y Tonameca y alcalde mayor del puerto de Huatulco

93
Ibid., p. 121.
94
Ibid., pp. 126-127.
95
Ibid., p. 190.
96
Véase Cuadro 6, Infra.
(que incluía a Cacalotepec y Cimatlán), que obedezca la tasación de dichos
pueblos y no les exija gallinas, maíz y servicio. Tonameca y Pochutla se que-
jan de que además deben entregar la comida del corregidor. Se puede inferir
que los pueblos sujetos al puerto en encomienda entregaban el tributo al
alcalde mayor para que él lo remitiera al encomendero, de la forma en que
se daría unos años después cuando Pantoja partió a España.97
Así, por ejemplo, el 30 de octubre de 1547, por mandato de la Audiencia, 107
los indios de Tonameca sólo tributarían seis pesos de oro en polvo y un xi-
quipil de cacao, cada 40 días; por un periodo de cuatro años. Para el 30 de

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


octubre de 1551 dichos indios retornarían a dar diez pesos de oro, que era
en lo que estaba tasado su tributo.98 Pero, tras la visita de Luis de León rea-
lizada en 1552 a los pueblos de Pochutla y Tonameca, su tributo se reajustó
a doce pesos de oro común, por un periodo de diez años; eliminando cual-
quier otro tipo de tributo, incluida la comida al corregidor y al capellán.99
Transcurrieron veinte años para que los indios de Pochutla y Tonameca al-
zaran la voz, en relación con la dificultad de poder cumplir el pago de tributo
en las condiciones demográficas; así, para el 13 de febrero de 1572, llegó
ante la Audiencia su petición: “sobre que no pueden cumplir los tributos
en que están tasados, atento lo que consta y parece por la dicha informa-
ción y la cantidad de gente que hay en los dichos pueblos”.100 Por tanto, lo
que tendrían que tributar era, para el caso de Tonameca, 32 pesos de oro
común; de los cuales 24 correspondían a su Majestad y el resto a la comu-
nidad. Mientras que Pochutla tendría que tributar 29 pesos de oro común,
21 para su Majestad y lo demás para la comunidad, que incluían los gastos
para el ornato del culto divino y el sustento de los religiosos, al igual que en
Tonameca. De tal manera que cada tributario tendría que dar un peso de
oro común al año, si era casado, y la mitad si era viudo; lo que tendría que
recolectarse de todo el pueblo y entregarse cada tres meses.
Por otro lado, Astata, para el 14 de junio de 1548, seguía en encomienda
de Juan Bello; por lo cual los indígenas que ahí vivían trabajaban ardua-
mente para poder acumular el tributo que la tasación oficial les marcó: 200
pesos de buen oro, dividido en cinco tantos de 40 pesos al año; acompañan-

97
Gerhard, op. cit., 1992, pp. 561-562, 564-565.
98
El libro de las tasaciones de pueblos de la Nueva España, siglo xvi, prólogo de Francisco
González de Cossío, México, Archivo General de la Nación, 1952, pp. 294 y 295.
99
Idem.
100
Ibid., p. 295.
do, en este pago en metal, una porción más en especie que comprendía cinco
cargas de pescado (seco o salado), dos cargas de sal, un jiquipil de cacao, un
cántaro de miel y cinco cargas de ají y frijol; sumado a que todos los días
tenían que dar una gallina y una carga de maíz.
Dentro del pago de ese tributo era necesario dotar de lo necesario a las per-
sonas que los encomenderos designaban como su calpixque, para quien todos
108 los viernes y sábados tendrían que dar dos pescados y diez huevos para su
sustento, además de un indio del común para su servicio. Como ya se había
establecido la prohibición de residencia de los encomenderos en su respec-
pueblo a la orilla del mar

tiva encomienda, cada vez que la visitaran, los naturales tendrían que dar
cinco días de servicio y dos cargas de zacate para sus caballos. Y por último,
Juan Bello tenía que recibir de los naturales una casa pequeña en el pueblo
o en el puerto, con su cocina y caballeriza, además de tener que hacerle al
año una sementera de diez anegas y lo que ella produzca llevarlo al puerto
de Huatulco.101
Como podemos ver, la tasación del pueblo de Astata es muy elevada, te-
niendo en cuenta que no era un lugar con una población densa. Ésta duró
hasta el 10 de octubre de 1551, cuando “los indios del pueblo de Astata, que
tiene en encomienda Juan Bello, vecino de esta ciudad [de México], y dijeron
que no podían cumplir los tributos en que estaban tasados, porque, además
de ser muchos, han venido en disminución”.102 Tras cotejar esta informa-
ción, Juan Bello accede a un reajuste “y porque les hace buena obra”103se
reajusta el tributo que a partir de dicho día y por un periodo de seis años
sólo tendrán que dar 200 pesos de oro común, de ocho reales cada peso,
dividido en dos pagos al año y la reparación de las casas que Bello tenía en
el puerto; “con lo cual los indios quedaron contentos”.104
Los tratadistas del siglo xvi habían insistido que sólo el rey tenía derecho
a imponer el tributo a los indígenas, en virtud de los abusos de los encomen-
deros. Desde la llegada de la segunda Audiencia hasta la década de 1560 se
buscó retasar el tributo indígena para que se pagase menos que en tiempos
prehispánicos, como un mecanismo de atraer a los naturales a la vida cris-
tiana. No obstante, al ascender al trono Felipe ii, el tributo se incrementó

101
Ibid., p. 59.
102
Ibid., p. 60.
103
Idem.
104
Idem.
progresivamente. 105 Como fue pasando el tiempo, a partir de 1568, el tributo
indígena fue tomando un aspecto un tanto más complejo, aunque en teoría
esta situación tendría que irse uniformando bajo el precepto de las condicio-
nes propias de cada pueblo, las cuales repercutían en la tasación que hacían
el presidente y oidores de la Audiencia. Así el tributo real, que se incrementa-
ba gracias al mayor número de pueblos que estaban en cabeza de la Corona,
se tendría que dar “la mayor parte en dinero y maíz, y otros en mantas de al- 109
godón, y algunas en cacao y otras cosas que siembran y cogen en sus tierras;
especies que eran vendidas en pública almoneda, puestas en dichos pueblos”.

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Sin embargo, los oficiales reales en muchos casos buscaron que los indígenas
pagaran sólo en metálico y no ya en especie, cosa que no siempre era bien
vista por las autoridades, cuando ya se había dispuesto la tasación.
Para el siete de abril de 1576 en Huatulco, en momentos que se trató de
igualar el tributo en especie y metálico de los pueblos, el responsable de la
almoneda real (o cualquier otra persona) tenía que respetar lo que estaba pro-
visto que dieran los naturales en especie como tributo y “no lo pida en dineros
a ningún precio comutando la especie contra su voluntad [de los indios]”,
el virrey Martín Enríquez pidió se guardara lo proveído a petición de los
pueblos de “San Juan cuexcomatepec e aspatlavaya santa maria magdalena
e san juan tenexapa del partido de guatulco”, dado que Gonzalo de Ávila no
quiere recibirles maíz en el pago de tributo y les pide dinero. Refiriendo los
naturales que esta persona:

[…] saco en el almoneda rreal el maiz que dan los d[ich]os pu[ebl]os de
tributo no lo quiere rrecibir en la especie que esta obligado por dezir que a
deser maiz blanco e no amarillo lo qual esfin de llevarles a seis rreales por
cada a nega contra la boluntad de los d[ich]os yndios e que en ello rreciben
agravio […] e que por auto proveydo por esta rreal [audiencia] esta man-
dado que las personas que sacaren de la almoneda rreal el tributo del maiz
sean obligados a entregarse en el / dentro de quatro meses despues que el le
rrematare so pena q[ue] si despues se le diere dañado o podrido o subcedie-
re en el algun rriesgo no sea a cargo de los indios.106
105
Menegus, op. cit., 1998, p. 112. Confróntese agi, Patronato, 181.33. Donde, por ejem-
plo, el 12 de julio de 1558 se mandó al Lic. Lorenzo Lebron de Quiñones, oidor alcalde
mayor en la Audiencia Real del Nuevo Reino de Galicia, realizara una visita en la provin-
cia de Oaxaca y de las mixtecas con la intención de que los indígenas fueran desagravia-
dos de la demasía en el cobro de tributos; conforme a su calidad y posibilidad. Además se
establecía la residencia para los funcionarios reales, alcaldes mayores, corregidores, etc.,
con la intención de velar por los vasallos americanos.
106
agn, General de Parte, vol. 1, exp. 876, fs. 162v-163r.
De tal forma, desde la asignación de encomiendas en la costa de Oaxaca
se puede ir trazando la línea de los marcos generales en que se fueron cir-
cunscribiendo los aspectos generales del tributo, así como a los particula-
res y funcionarios españoles que atentaron contra los naturales, cuando se
les presentaba la oportunidad. En un inicio no queda del todo claro esta
relación, sobre todo debido a la falta de información, aunque el principio
110 político de que los vasallos o súbditos tenían la obligación de pagar un tri-
buto a su señor supremo queda de manifiesto. Desde un inicio Cortés buscó
“canalizar los tributos hacia los conquistadores; a conseguir para éstos una
pueblo a la orilla del mar

recompensa que los indemnizara de los gastos y sacrificios de la conquista


y los sujetara a la tierra, cuya dominación sólo ellos podían asegurar”.107 Lo
anterior llevó a un creciente poder económico y político de la mayoría de
los encomenderos, situación que trató de revertir la Corona y que tras su
primer intento con la primera Audiencia no quedó clara y tuvo que desig-
nar una segunda Audiencia que con éxito mayor e inigualable lo consiguió,
al insertar un mayor número de funcionarios que se articularan a la tierra
novohispana.

Corregimientos y alcaldes mayores: la


jurisdicción real
Para los años que van de 1531 a 1535, con el establecimiento de la segunda
Audiencia, se suscitó un cambio en la organización local en el territorio de
la Nueva España. Antes de este periodo, la organización político-territorial
a nivel local, la recaudación de los tributos y la administración de justicia
estaban en anarquía, debido a las pugnas entre los encomenderos, los ca-
ciques indígenas y, en menor medida, el clero, hechos que tuvieron como
resultado la destitución de la primera Audiencia tras el insostenible estado
en que se encontraba la Colonia. En esta primera etapa, enmarcada desde
la Conquista hasta el fin de la primera Audiencia, los corregimientos y las
alcaldías mayores coexistieron pero de manera más restringida. Como res-
puesta y siendo un contrapeso al poder adquirido por los encomenderos, la
segunda Audiencia llevó a cabo la implementación de un número mayor a
cien corregidores; lo que permitiría que dicha autoridad real detentara cua-

107
Miranda, op. cit., 2005, p. 73.
tro ramos del gobierno civil (administrador de los súbditos indígenas de la
Corona, magistrado, recaudador de impuestos y alguacil).108
La gran mayoría de los encomenderos, durante la gestión de la primera
audiencia, habían explotado de manera irracional su repartimiento, perju-
dicando a los naturales, que quienes con su tierra y trabajo constituían la
riqueza económica básica.109 De tal manera que la segunda Audiencia llevó
a cabo una serie de medidas para limitar estos abusos. Primero, fue necesa- 111
rio recuperar los pueblos en encomienda que habían sido otorgados por la
primera Audiencia y pasarlos a tutela de la Corona.110

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Por otro lado, las encomiendas que habían caducado, por causa de muerte
o abandono de los encomenderos, mientras se decidía si se heredaban o pa-
saban también a la Corona, quedaban a cargo del corregidor.111 No existe una
clara confrontación entre encomendero y corregidor, ni tampoco la intención
de afectar a todos los encomenderos. Empero, este tipo de funcionarios fueron
permitiendo un mejor control en la centralización de la autoridad novohispa-
na, en relación con un orden político-territorial en el ámbito de lo local; ya que,
otro aspecto importante del corregidor que impuso la Corona fue eliminar la
alta justicia a los principales y caciques naturales dentro de sus pueblos.112
El área costera pronto fue recibiendo corregidores, en un territorio fraccio-
nado por las encomiendas, tratando de tener una mejor administración en sus
respectivas jurisdicciones, limitando el poder de los encomenderos y estable-
ciendo entidades territoriales más grandes. Estos funcionarios se insertaban
como una autoridad intermedia, actuando conjuntamente (al menos en la
legislación) con el virrey, la Audiencia y los cabildos. En un inicio su salario
debería corresponder con la calidad de los pueblos que tenía en jurisdic-

108
Gerhard, op. cit., 1986, p. 14.
109
Ruiz Medrano, op. cit., 1991, p. 56.
110
Así, “A raíz de la instalación de la segunda Real Audiencia novohispana, el Estado es-
pañol fue aboliendo los repartimientos de indios arbitrariamente asignados, en medio de
ríspidas protestas. Enarbolando la soberanía real, máxima abstracción jurídica encarnada
en la persona del emperador Carlos v, se fue recuperando de manos de encomenderos
particulares una densa población aborigen que habitaba las antiguas naciones mesoa-
mericanas más influyentes, en las regiones más estratégicas”. Francisco González-Her-
mosillo Adams, “El tributo a su majestad: una legítima prueba judicial en la separación
de los pueblos de indios en Nueva España”, en Brian F. Connaughton (coord.), Poder y
legitimidad en México en el siglo xix. Instituciones y cultura política, México, Universidad
Autónoma Metropolitana (Iztapalapa)/Miguel Ángel Porrúa, 2003, p. 31.
111
Ruiz Medrano, op. cit., 1991, p. 69.
112
Ibid., p. 71.
ción, pero al pasar los años, el virrey Mendoza trató de fijar sus salarios,
iniciativa que no fue muy favorable a los corregidores y abriendo posibili-
dades para cometer excesos contra los naturales, contrario a lo que era su
función original.
Para el 4 de abril de 1531, la Corona tomó para sí la encomienda de
Juan Hernández de Prada y se designó un corregidor en Huamelula, que
112 incluía los pueblos de Tlacolula, Ecatepec y Mazatán (Astata aún seguía en
encomienda); teniendo que tributar seis tejuelos de oro (dos cada pueblo),
cada 80 días, y 400 cargas de maíz anualmente, además de darle de comer al
pueblo a la orilla del mar

corregidor un día cada pueblo.113


Pochutla y Tonameca “[E]n treinta y uno de julio de mil y quinientos
y treinta y un años, se pusieron estos pueblos en corregimiento”114 al pasar
la encomienda de Diego de Ocampo a la Corona. Por tanto, estos pueblos
tenían que tributar, cada 40 días, diez pesos en oro polvo y un xiquipil de
cacao.115 Pochutla y Tonameca, al igual que Huamelula, fueron los primeros,
tiempo después se sumó Suchitepec y por último Huatulco. Como hemos
visto, tanto Pochutla como Tonameca sufrieron un gran declive poblacio-
nal, al grado que para mediados del siglo xvi sólo pudieron sobrevivir sus
cabeceras con algunas estanzuelas, por lo que no es extraño que el corre-
gimiento haya sido uno solo para ambos pueblos, cuyas fronteras eran del
lado de la costa hacia el oeste, Cimatlán y Chichicapa; hacia la sierra más
al norte “Ocelotépec” ; hacia el este con el corregimiento de Suchitepec y
después de 1542 se crearía el corregimiento en el puerto de Huatulco, el cual
absorbió a Pochutla y Tonameca.
En Suchitepec fue establecido el corregimiento hacia 1537116 de igual forma
que en Huamelula; Pochutla y Tonameca, al tomar la encomienda de Francisco de
Vargas; colindando hacia el oeste con Pochutla y Tonameca y después con Huatul-
co, hacia la sierra con Ocelotépec y Tlacaltepec y al este con Huamelula. En el
periodo que comprende de 1550 a 1580 contaba con cuatro estancias sujetas:
Macupilco, Tlacotepec, Tlamacazcatepec y Zozopastepec, en cuya cabecera
se hablaba zapoteco y en las estancias chontal, hecho que nos podría mos-
trar la relación que existió aun entre un mismo corregimiento de diferentes
etnias y con ello posibles conflictos interétnicos.
113
El libro de las tasaciones… op. cit., 1952, p. 192.
114
Ibid., p. 294.
115
Idem.
116
Gerhard, op. cit., 1986, p. 127.
Tras la congregación de 1598 nada más tres estancias pudieron perma-
necer, ya sea con diferente nombre o como un pueblo distinto: San Miguel
Chongo, San Bartolomé Tamagaztepec y San Lorenzo Suchitepec. Pero el
corregimiento sólo pudo existir hasta el 19 de noviembre de 1599, fecha en
la cual desaparece a causas del declive demográfico que sufrió en la segunda
mitad del siglo xvi. Debido a lo anterior, por mandato del virrey Gaspar
de Zúñiga y Acevedo, quedó bajo la jurisdicción de la alcaldía mayor de 113
Huatulco, que detentaba para ese año, de nueva cuenta, don Antonio En-
ríquez; haciendo que el antiguo corregidor deje libre la administración y

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


se abstenga de ella, teniendo que obedecer los vecinos y naturales de dicho
pueblo. Ya que por:

ser poco la jurisdicción q[ue] tiene me a parezçido anexar la del pu[ebl]o de


suchitepec y su partido que esta cercano al d[ic]ho puerto de mas q[ue] en
otras ocasiones se a dado en administración a la justicia del d[ic]ho puerto
por tanto por la pre[sen]te doy comision y facultad […] para que de aquí
a delante hasta q[ue] por mi otra cosa se provea […] tenga en jurisdiçion
el d[ic]ho pueblo de suchitepec y su partido administrando jus[tici]a en el
según y de la manera q[ue] lo puede y deve hazer en el d[ic]ho puerto co-
noziendo de las causas yn g[ener]al civiles y criminales que se ofreçieren.117

Esto implicaría que los pueblos que se creaban desaparecieran y surgie-


ran otros con igual suerte, o que al fortalecerse la presencia de religiosos
se pudo ir asignando un santo patrón a cada pueblo. Lo que es claro es que
los pueblos abandonados serían devorados por el monte que crecía y que,
al igual que con los sujetos de Huatulco, sea difícil la ubicación exacta de
ellos (véase por ejemplo los mapas 7-11). Además de esto, se manifiesta la
vida política en el interior de la provincia; que aun al ser pocos los pueblos
y en declive el puerto, la provincia en manos de los funcionarios del puerto
mantuvo su hegemonía.
Para el caso del puerto de Huatulco, la primera referencia documental de
este tipo de funcionario es de 1542, con Cristóbal de Chávez,118 quien un año
antes había sido corregidor de Pochutla y Tonameca; pero para 1550, tras la
importancia que había adquirido el puerto de Huatulco, puede ser que haya

117
agn, General de Parte, vol. 5, exp. 557, f. 124
118
agn, Mercedes, vol. 1, exp. 421, f. 197v.
sido reasignado el corregidor de Pochutla y Tonameca como alcalde mayor
del Puerto, acción que hará que también los corregidores de Suchitepec y
Huamelula queden supeditados al alcalde mayor del puerto de Huatulco.
El cuadro 6 muestra los funcionarios reales que se designaron en la cos-
ta, corregidores y alcaldes mayores. No se presenta una información con-
tinua, faltan años y en algunos otros el sueldo. Esto último nos permitiría
114 apreciar la importancia de cada corregimiento, con base en ello, y la posible
cantidad de indígenas.
pueblo a la orilla del mar

Cuadro 6: Autoridades españolas en la región (corregidores y alcaldes


mayores).
Año Nombre Cargo Localidad Sueldo
Pochutla y
1536 Juan Muñoz Corregidor $250
Tonameca
Pochutla y
1536 Garci Ramirez Corregidor $250
Tonameca
1537 Balthasar Osorio Corregidor Guamelula $250
1538 Balthasar Osorio Corregidor Guamelula $250
Pochutla y
1538 Garci Ramirez Corregidor $250
Tonameca
Pochutla y
1539 Cristobal de Chavez Corregidor $250
Tonameca
1539 Gomez de Villafañe Corregidor Guamelula $250
Pochutla y
1540 Cristobal de Chavez Corregidor $250
Tonameca
Pero Garcia
1540 Corregidor Guamelula $200
Rengino
Pero Garcia
1541 Corregidor Guamelula $200
Rengino
Pochutla y
1541 Cristobal de Chavez Corregidor $250
Tonameca
1542 Pedro Hernandez Corregidor Guamelula $200
1542 Pedro Hernandez Corregidor Guamelula $200
Guatulco
[absorbe
1542 Cristobal de Chavez Corregidor
Pochutla y
Tonameca]
Guatulco y su
1542 Alonso de Canseco Corregidor
partido
Guatulco y su
1543 Alonso de Canseco Corregidor
partido
Continuación cuadro 6.
Pochutla y
1544 Alonso de Canseco Corregidor $200
Tonameca
Alonso de
1544 Corregidor Guamelula
Malvenda
Alonso de
1545 Corregidor Guamelula
Malvenda
115
Rodrigo Pochutla y
1545 Corregidor $200
Barrionuevo Tonameca
Rodrigo Pochutla y
1546 Corregidor $200

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Barrionuevo Tonameca
Puerto de
Guatulco (y
corregidor
Yñigo Ortiz de Alcalde
1550 de Pochutla y
Retes mayor
Tonameca y
su partido y
sujetos)
+ $200
Alcalde Puerto de (oficiales
1553 Alonso de Figueroa
mayor Guatulco reales de
Oaxaca)
Puerto de
Guatulco (se
designa con un
Alcalde
1554 Pedro Pacheco sueldo de $130
mayor
a Pero Yañez
como teniente
por un año)
Bernardino de Alcalde Puerto de
1570
Santoyo mayor Huatulco
Francisco Maraber Alcalde Guatulco y su
1584
de Ayala mayor partido
Guatulco,
Alcalde Pochutla,
1585 Gaspar de Vargas
mayor Tonameca y su
partido
Alcalde Puerto de
1588 Miguel de Trujillo
mayor Huatulco
Pueblo y
Alcalde
1590 Diego de Ovalle su partido,
mayor
Huatulco
Alcalde Puerto de
1591 Bernardino Santoyo
mayor Huatulco
Continuación cuadro 6.

Juan Antonio Alcalde Puerto de


1594
Branbila mayor Huatulco
Tonameca y
Hernando de Alcalde
1597 Huatulco y su
Molina Jojas mayor
partido
Guatulco y
116 Hernando de Alcalde
1598 Corregidor de
Molina Jojas mayor
Pochutla
Alcalde
Don Antonio Puerto de
pueblo a la orilla del mar

1599 mayor y $200


Enríquez Huatulco
capitán
Francisco de Alcalde
1603 Huatulco
Guzmán mayor
Fuente: Elaboración propia de agn (varios ramos y volúmenes); Ruiz Medrano, op. cit.,
1991 y Gerhard, op. cit., 1992.

Tras dejar el gobierno y la administración en una situacion más orde-


nada dentro de la sociedad novohispana, la segunda Audiencia cedió las
riendas del gobierno al primer virrey de la Nueva España, Don Antonio
de Mendoza, quien llegó a la Ciudad de México en 1535. Lo que la Corona
buscó con este tipo de funcionario, fue consolidar lo que había hecho la
segunda Audiencia, dando una representación directa de su presencia en te-
rritorio novohispano; a saber de su eficacia, el virrey Mendoza tuvo una po-
lítica, en lo tocante a la encomienda y el corregimiento, opuesta a la segunda
Audiencia, que en muchos casos pudo obedecer a la misma necesidad de
la Corona.119
El virrey Mendoza trató de abolir al corregidor, por considerar que las
funciones de este cargo eran excesivas e intentó sólo dejar a los alcaldes
mayores.120 Sin embargo, con la llegada de su sucesor, Luis de Velasco, y en
un periodo que se extiende de 1550 a 1564 “fue el predominio numérico de
los corregidores, que pasaron una etapa difícil al mantenerse sus sueldos
mientras subía mucho la vida del virreinato y se les prohibía recibir comida
gratis de los indios”.121

119
Ruiz Medrano, op. cit., 1991, p. 91.
120
María Justina Sarabia Viejo, Don Luis de Velasco virrey de Nueva España, 1550-1564,
Sevilla, Consejo Superior de Investigaciones Científicas/Escuela de Estudios Hispano-
Americanos, 1978, p. 60.
121
Ibid., p. 61.
Mapa 7: Suchitepec [corregimiento], 1580.

117

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)

Fuente: Tomado Rafael López Guzmán, Territorio, poblamiento y arquitectura: México


en las Relaciones Geográficas de Felipe ii, Granada, Universidad de Granada-Atrio, 2007,
pp. 106 y 108.
Mapa 8: Tlamacazcatepec [sujeto], 1580.

118
pueblo a la orilla del mar

Fuente: Tomado Rafael López Guzmán, Territorio, poblamiento y arquitectura: México


en las Relaciones Geográficas de Felipe ii, Granada, Universidad de Granada-Atrio, 2007,
pp. 106 y 108.
Mapa 9: Zozopastepec [sujeto], 1580.

119

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)

Fuente: Tomado Rafael López Guzmán, Territorio, poblamiento y arquitectura: México


en las Relaciones Geográficas de Felipe ii, Granada, Universidad de Granada-Atrio, 2007,
pp. 106 y 108.
Mapa 10 y 11: Macupilco (arriba) y Tlacotepec (abajo) [sujetos], 1580.

120
pueblo a la orilla del mar

Fuente: Tomado Rafael López Guzmán, Territorio, poblamiento y arquitectura: México


en las Relaciones Geográficas de Felipe ii, Granada, Universidad de Granada/Atrio, 2007,
pp. 107 y 109.
Mapa 12: Corregimientos de la costa, ca. 1540.

121

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Fuente: Elaboración propia a partir de René Acuña (ed.), Relaciones geográficas del siglo
xvi, Antequera, vol. 2, t. 1, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1984.

Es pertinente hacer una observación en cuanto a la postura que asumió


el virrey Mendoza respecto a los corregidores, pues es en esta época cuan-
do toman mayor fuerza los alcaldes mayores. En un inicio el virrey vio en
el corregidor a un funcionario innecesario, dado que, según su visión, co-
metía muchos atropellos contra los indígenas, y por ello él propuso que se
sustituyera por un alcalde mayor, funcionario que era contemporáneo del
corregidor en España. El corregidor y el alcalde mayor pudieran ser utilizados
como sinónimos, pero existen algunas diferencias, el corregidor era el vínculo
entre los españoles y el mundo indígena, aunque no siempre funcionó así;
por ende él tenía una jurisdicción local; mientras que el alcalde mayor tenía
una jurisdicción provincial. El alcalde mayor “se creó en Nueva España en
tiempos de Hernán Cortés, estableciéndose alcaldías mayores en las villas
con cabildo español que dependían del rey, y principalmente en los puertos
y zonas mineras.”122 Pero no es hasta la década de 1550 que se verá este tipo
de funcionarios en el puerto de Huatulco. De cualquier forma como se fue
dando la propia dinámica de la Colonia, el virrey Mendoza no se opuso al
corregimiento, sino que otorgó dichos cargos como sus antecesores.
Se ha tratado de enlistar los nombres de los personajes que ocuparon los
cargos de corregidor y alcalde mayor, así como los elementos básicos de sus fun-
122
Idem.
ciones. No obstante, los casos particulares dan cuenta de sus fechorías o las
participaciones en el interior de la vida de los indios, en busca de sus intereses o
en pro de la Corona, los que se irán desarrollando y haciendo visibles en los
apartados que se siguen.
Al pasar los años, gente nueva llegaba y otra más se iba; pero las de-
mandas españolas siempre se quedaban y con sus novísimas instituciones
122 perpetuaban sus necesidades. Por lo que, para limitar estas necesidades, el
gobierno novohispano, además de sus funcionarios, llevó a cabo una política
de concentración de la dispersa población natural, la cual se había reducido
pueblo a la orilla del mar

considerablemente y dificultaba su explotación, estableciéndose así pueblos


planeados. De esta forma: “Los términos congregación, junta y reducción
fueron usados para describir este proceso”.123
Lo que se buscaba era concentrar a la población natural dispersa dentro de
lo que anterior a la llegada de los españoles se conocía como un altépetl (o en
una unidad más pequeña, el calpolli). Ya para esos momentos como pueblo se
buscó establecer fronteras más estrechas. La intención al realizar dicha tarea
fue doble. Primero era necesario aprovechar eficientemente la explotación de
los indígenas, por parte de los españoles; asimismo esto permitiría una evan-
gelización a los naturales más continua por parte del clero. En segundo lugar,
se sumaba una tercera fuerza, la cual pugnaba por las tierras abandonadas, que
estaba conformada por los ganaderos y los agricultores españoles, en los cuales,
durante el tránsito de la Conquista a la colonización, la Corona tuvo una mayor
injerencia. Ya que: “Los españoles pronto se dieron cuenta de que no podían ni
explotar completamente ni catequizar efectivamente a un pueblo disperso en
áreas remotas, donde evadiría el tributo y practicaría ritos prohibidos”.124
El cuadro 7 muestra la jurisdicción de la provincia del puerto de Hua-
tulco mediante la sujeción de los distintos pueblos a sus cabeceras al iniciar
la década de 1580. Por ejemplo, para el caso del puerto y sus sujetos, que se
extendían por la franja costera, que incluía Cimatlán y Cacalotepe, tenemos
que anteriormente, en épocas que fueron encomienda, durante la primera
mitad del siglo xvi, eran cabeceras, y para ese momento ya estaban casi
abandonadas. El pueblo de Huatulco, por otra parte, aunque seguía en en-
comienda de Bernardino López ya contaba con un cabildo de indios, lo más
seguro de advenedizos o a partir de una macehualización, contando con
sus sujetos hacia la sierra; no obstante, en 1590 salió a luz el pueblo de San
123
Peter Gerhard, “Congregaciones de indios en la Nueva España antes de 1570”, en
Historia Mexicana, vol. xxvi, núm. 3 [103], enero-marzo, 1977, p. 347.
124
Ibid. p. 349.
Miguel como sujeto del pueblo de Huatulco (quizás el homónimo de Santa
María del siglo xviii, el actual San Miguel del Puerto).125 Por otro lado, la
alcaldía tenía en jurisdicción y frontera al oeste del pueblo de Cozauhtepec
propio del corregimiento de Río Hondo.126 El cual llegaba hasta Mazatán.
La importancia del puerto como sede administrativa, desde el surgi-
miento de la misma y hasta que llegó el decaimiento, explica la trasposición
de elementos entre el pueblo y puerto. No obstante, en varias ocasiones el 123
alcalde mayor iba a vivir y realizar funciones al pueblo de Huatulco sin
consentimiento de la autoridad virreinal, lo cual indicaba que en el puerto

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


la vida transcurría más lentamente aburrida en aquellos meses en que no
tenía actividad portuaria y por tanto resultara más lucrativo convivir con
los indios. Por ejemplo el 27 de enero de 1553 “[S]e mando al quees o que
fuere alcalde mayor del puerto de Guatulco que no resida en el pueblo sino
en el puerto”127 y que tuviera cuidado de los naturales.
Cuadro 7. Provincias de Huatulco, ca. 1579.
ALCALDÍA MAYOR

Sujeto Pueblos Sujetos


Puerto de Huatulco

Pueblo de Cozauhtepec Tecoalontla


(Corregimiento de Río Hondo) Pueblo de Huatulco Copalita
Zimatlán
Corregidor Ayotepec
Totoltepec Cacalotepec
Pueblos
Coyula
Huitzitziltepec Sujetos

Teohuitolco
Corregimientos
Quicopiaca
en Jurisdicción
Cuixtepec Pochutla y Tonameca

San Andrés Xochitepec


(Suchitepec) Guamelula
San Juan
Pueblos Sujetos
Texcala
Astata
Mazatán
Tlacolula

Fuente: Elaboración propia a partir de la “Relación de Guatulco”, en René Acuña (ed.),


Relaciones geográficas del siglo xvi: Antequera, vol. 2, t. i, México, Universidad Nacional
Autónoma de México, 1984, pp. 187-206.
125
agn, Mercedes, vol. 15, fs. 241r-242v.
126
El 17 de diciembre de 1579 se le pide a Cristóbal de Salas, corregidor de Río Hondo
que no resida allí y solo goce de su sueldo que por real provisión se le designó, y que la
jurisdicción del corregimiento quedaría en manos del alcalde mayor de Huatulco. agn,
General de Parte, vol. 2, exp. 386, f. 80r.
127
Gerhard, op. cit., 1992, p. 564.
Los pueblos entre el mar y las montañas128
Los pueblos de indios, en términos generales, eran una adaptación del mismo
tipo de pueblos a la española. Que tendrían que estar en razón de la alcaldía
mayor de la administración española, cuando se diera el caso. “El territorio
comprendía un número más o menos elevado de enclaves poblacionales
124 (sujetos o estancias) que dependían del centro más destacado (cabecera),
creándose así una red productiva y, a la vez, evangelizadora, ya que las órde-
nes religiosas convirtieron las enclaves secundarias en visitas desde el con-
pueblo a la orilla del mar

vento situado en la cabecera.”129 Las cabeceras fueron los cimientos sobre


los cuales los españoles organizaron el tributo y trabajo indígena, a su vez
las cabeceras volvieron su vista a sus sujetos con el fin de recaudar el tributo
y las cuotas de trabajo.
Pero, de igual manera, en estos pueblos fueron apareciendo autoridades
indígenas, a la usanza española, que regulaban la vida del pueblo, estos per-
sonajes fueron llamados gobernadores y en muchos casos pertenecían a las
antiguas autoridades prehispánicas, también llamados caciques y principales,
y dependiendo del tamaño del pueblo podían tener un corpus de autoridades
indígenas más complejo (por ejemplo, gobernador, alcaldes, regidores, jus-
ticias).130
De tal manera que “Quizás el espíritu colaboracionista entre caciques
y frailes, unido a la municipalización de la sociedad como método idóneo

128
Un trabajo reciente que complementa aspectos de nuestra zona de estudios y ahonda
en los pueblos de la sierra —y que un subapartado de él nos hizo darnos cuenta de la
importancia de la Sierra Sur, así como inspirarnos para el título de este subapartado—,
Damián González Pérez, “Las huellas de la culebra. Historia, mito y ritualidad en el proce-
so fundacional de Santiago Xanica, Oaxaca”, tesis de maestría, México, Instituto de Inves-
tigaciones Antropológicas-Universidad Nacional Autónoma de México, 2010, pp. 37-81.
129
Rafael López Guzmán, Territorio, poblamiento y arquitectura: México en las Relaciones
Geográficas de Felipe ii, Granada, Universidad de Granada/Atrio, 2007, p. 171. “Pasada la
etapa fractal del proceso de conformación del gobierno indígena, la ley indiana estatuía
que en todo pueblo de indios habría un alcalde indio; cuando pasaba de 40 almas pero
no llegaba a ochenta, un alcalde y un regidor. Si excedía esta cifra ‘aunque el pueblo sea
muy grande’, tendrá dos alcaldes y cuatro regidores”. Juan Ricardo Jiménez Gómez, La
república de indios en Querétaro, 1550-1820. Gobierno, elecciones y bienes de comunidad,
México, Universidad Autónoma de Querétaro/Miguel Ángel Porrúa, 2008, pp. 33-34.
130
“En la práctica de la vida política los pueblos de indios de la temprana sociedad novohis-
pana se abrían paso en medio de lo que habían heredado —tradición y experiencia de ori-
gen prehispánico— y de lo que se les imponía —proyectos ideales y modelos castellanos
de organización—, teniendo encima de todo la realidad nada simple de las contradiccio-
nes y conflictos inherentes a la naciente sociedad colonial. Los ojos más europeos de la
época, o los más europizados, veían en cada pueblo de indios —en cada altépetl— una
corporación de tipo municipal en la que se podría implantar un nítido cabildo de origen
castellano.” García Martínez, op. cit., 1987, p. 99.
para conseguir la castellanización de los indígenas, sean las claves para va-
lorar positivamente el proceso de congregación”.131 Y en algunos casos estos
personajes podían no haber pertenecido a la nobleza prehispánica, sino que
se pudieron colocar en una posición más favorable al colaborar con los es-
pañoles, quienes los ennoblecieron.
La política de desarrollo de los cabildos en los pueblos de indios se dio de
manera desigual y a ritmos distintos en toda la Nueva España, pudiéndose ver 125
desde dos posturas: la de los españoles, mediante las fuentes oficiales y las del
mundo indígena, y la de fuentes que indirectamente nos permiten un acer-

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


camiento a este problema. En el primer caso se podría hablar de las leyes y
ordenanzas que “reglamentaron ‘desde arriba’ la naturaleza y las atribucio-
nes de los nacientes oficios municipales indios en la América hispana”.132
La que, en algunos casos, puede ser vista como una conquista política del
mundo indígena. En el segundo caso, por ejemplo, esta implementación se
puede analizar desde los pleitos judiciales entre poblados, o entre particu-
lares que denotaban acusaciones, abuso de poder o ambiciones separatistas
(principalmente debido a la pugna entre el poder municipal).133
Por ejemplo, los corregidores se introducirían en los pueblos con miras a
eliminar la alta justicia de los principales y caciques.134 Dicha tarea no siempre
fue fácil, más cuando se entreveraban los intereses de la Corona con los de los
caciques y encomenderos. Ya referimos un caso en el corregimiento de Hua-
tulco, donde sobresalen los intereses del encomendero. Ahora, otro ejemplo
que ilustra la problemática se aprecia en los pueblos chontales, en donde las
tres instituciones están presentes peleando por el poder y sus intereses. No
obstante, vemos cómo la jurisdicción real se va imponiendo. Asimismo, se
muestra la conformación sociopolítica en el interior de la Chontalpa.
En Astata, el 29 de mayo de 1543, se extiende un mandamiento a Alonso
de Canseco, corregidor del puerto de Huatulco, para que remedie lo refe-
rido por los indios de dicho pueblo, encomendados de Juan Bello, que a
diferencia de Huatulco se puede inferir la existencia de un señor natural.
Así, decía el virrey Mendoza que:

131
Idem.
132
Francisco González-Hermosillo, “Indios en cabildo: historia de una historiografía so-
bre la Nueva España”, en Historias, núm. 26, 1991, p. 26.
133
Ibid., p. 27.
134
Ruiz Medrano, op. cit., 1991, p. 69.
... se me vinieron a quexar e hizieron rrelacion diziendo q[ue] tenyendo
y poseyendo ellos como diz[en] q[ue] y poseen por suyas doss estancias
de maçeguales q[ue] se llaman la una totolapa y la otra e alotepeque. sin
causa ny rrazon alguna y por fuerça los yndios del pueblo de guamelula se
las toman y quyeren tomar entrándose en ellas de q[ue] resçiben mucho
agravyo.135
126
Aquí, de nueva cuenta el encomendero buscó el concierto de estos pueblos
para el justo tributo. No obstante, el papel protagónico que juegan los naturales
pueblo a la orilla del mar

es importante de resaltar, estas estancias bien pudieran corresponder a asenta-


mientos de terrazgueros que se encontraban en términos de Astata y su señor,
en donde los vínculos antiguos entraban en juego y competencia. El corregidor,
como era costumbre, tenía la tarea de mediar entre las partes para que quedaran
en paz o de lo contrario se hacía el concierto entre las partes a la fuerza. Estas
pequeñas referencias que salpican esta región, permiten una aproximación
con muchas lagunas, sin embargo, dan una idea más o menos general de la
existencia de este tipo de tierras y del grupo social.
Estos problemas se venían dando en Huamelula y nos indican las dis-
tintas formas en que se iban articulando a las nuevas exigencias impuestas
por los españoles. Para el mes de agosto de 1542, ya se aprecia un gobierno
indígena en Huamelula representado en sus principales, se pedía que los ma-
cehuales recién llegados a “vivir y morar” en esas tierras, en los términos del
pueblo de Maçatlan [Mazatán] que era sujeto de dicha cabecera, contribu-
yeran con tributo, estando, al parecer, en una condición de terrazgueros les
gustase o no. Estos naturales parecían llegar de la Chontalpa Alta, de Tequi-
sistlán, encomienda que en primer momento ostentaba Luis de la Cueva y a
la cual renunció el 19 de enero de 1538 a favor de Tomás de la Madriz.136 Al
parecer la figura del terrazgo se iba modificando, pues quedaba de manifies-
to no una voluntad de los principales por dar tierras a dichos macehuales;

135
agn, Mercedes, vol. 2, exp. 215, f. 84v.
136
Véase Silvio Zavala, Suplemento documental y bibliográfico a la encomienda india-
na, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas-Universidad Nacional Autónoma
de México, 1994, p. 79. La información que presenta el autor es tomada de Edmundo
O´Gorman (1939: 209-311), donde resalta la renuncia de la encomienda de Luis de la
Cueva (vecino de Antequera) y el traspaso a Tomás de la Madriz (vecino de la Ciudad
de México) en quien recae la encomienda y el buen cuidado de los naturales, respeta la
tasación de los tributos y tiene el cargo de industriar a los naturales en la fe. Asimismo
resalta la acusación que hiciera Cortés por este traspaso de donde dice que Mendoza
recibió dos mil castellanos, un dato interesante si recordamos que Cortés buscó que
Mazatán se incluyera en El Marquesado.
sino obligándolos a tributar con el apoyo del gobierno español. Dirigiéndo-
se el virrey Mendoza al:

… corregidor del pueblo de guamelula q[ue] por parte de gob[ernad]or prin-


cipales en los del d[ic]ho pu[ebl]o measydo f[ec]ho rrel[aci]on que en los
termynos del [e]stan /estan poblados algunos maceguales los quales tyenen
y ocupan unas dichas tierras en las que las siembran e cojen e que deviendo 127
pagar el tri[bu]to q[ue] por razon de las ti[e]rras que gozan / no lo qiziesen
hacer dando escusas yndevydas e me fue pedydo mandase q[ue] pues goza-

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


van de las d[ic]has tierras les tributasen por razon de ellas.137

Esta relación entre gobernador, principales, por un lado, y los macehua-


les y terrazgueros, por el otro, estuvo bajo la directriz de las autoridades
novohispanas. En el entendido de que los macehuales “contribuyan al d[ic]
ho pueblo de guamelula q[ue] aquello q[ue] fuese ympuesto y moderado /
conforme a la ca[lida]d e posibylidad y a las tierras que ocupasen y que a las
causas tuvyesen para [...] de no contribuyr los oyd sobre ella probeyendo lo
q[ue] sea jus[tici]a”.138
Siendo de esta forma, en enero de 1543 los macehuales de Huamelula
ponen de manifiesto la otra cara de la moneda sobre este mismo asunto y
su argumento muestra las adaptaciones al orden colonial. Estos naturales
argumentaban que por ser libres podían ir a vivir donde así les conviniera.
No obstante, se observan dos intereses contrapuestos. Primero, el gobierno
indio pedía que tributaran a esa cabecera, como era costumbre en el terraz-
go, mientras que sus homólogos de Tequisistlán se entrometían en su juris-
dicción por el mismo cobro de tributos. Segundo, el encomendero vecino
buscaba que esos macehuales regresaran a su encomienda, ayudado por el
gobernador y principales de dicho pueblo. En ambos casos el tributo es lo
que les interesaba. La instrucción iba dirigida a Alonso Méndez, corregidor
de Suchitepec, informándole que los macehuales de Huamelula y Mazatán
se quejaban de los abusos del calpixque de Tomás de la Madriz:

137
agn, Mercedes, vol. 1, exp. 281, f. 131r.
138
Idem. No obstante, cabría la posibilidad de que esta circunstancia ponga de manifiesto
que este gobernador (cacique) haya surgido sin los privilegios antiguos, propios de su
descendencia prehispánica, y que la tierra que refieren perteneciera a los vínculos anti-
guos y que estos moradores hayan constituido su terrazgo. Esto indicaría la ruptura con
la figura prehispánica y la búsqueda por romper las prerrogativas pasadas.
… q[ue] los yndios del pueblo de guamelula e maçatlan se me han venido a
quexar q[ue] el calpisque del pueblo de tomas de la madriz e los gobernadores
e principales del an ydo e van a estos d[ic]hos pueblos e a los yndios q[ue] a
ellos se han ido a bivir y de su voluntad los sacan y llevan por fuerça dellos no
lo pudiendo ny deveindo hazer por ser como son personas libres y q[ue] pue-
den bivir e morar donde quysieren y por bien tenieren e q[ue] no contentos
128 con lo suso d[ic]ho diz[en] q[ue] les an tomado y ocupado e toman e ocupan
çiertas tierras estando las tales tierras en términos de los d[ic]hos pueblos de
guamelula y maçatlan y a los yndios dellas por furÇa los compelan y apremian
pueblo a la orilla del mar

a que contribuyan e sirvan al d[ic]ho pueblo de tomas de la madriz.139

La coexistencia de elementos prehispánicos y la inserción de nuevos im-


puestos por los españoles, que guiaban la vida en el interior del pueblo era evi-
dente y en algunos casos motivo de conflictos, como por ejemplo, el calpixque
y, por otro, lado los gobernadores, caciques, que pudieron sobrevivir al proceso
de conquista y buscaron no perder mucho de los atributos prehispánicos en el
nuevo contexto. La forma en que algunos casos estos dos elementos coexistie-
ron en un mismo lugar, hacen muy compleja la relación dentro de los pueblos,
en la norma virreinal que en más de una ocasión era fácil burlar. Es clara la
forma en la cual Huamelula se insertó de manera más acelerada a los cambios
coloniales. La presencia del cabildo es más contundente, y de cierta forma tem-
prana. Sólo surgen otras preguntas: ¿Es a partir de que los caciques acceden al
cargo de gobernador que pueden disfrutar de estas tierras? ¿Esta situación puede
ejemplificar las transformaciones que se desarrollaron en el régimen de propie-
dad indígena en el siglo xvi al estar fincadas en una estructura más simple de
dos tipos de propiedad, la de la nobleza y la del común?
En el documento antes citado no aparece el nombre de ningún principal,
pero para el 20 de agosto de 1542 se le concede a don Francisco, cacique de
Guamelula, licencia para ir montado en una yegua, y no un caballo, por ser
persona vieja y pesada; por el tiempo que fuese la voluntad del virrey.140 De
igual manera en estos años, el gobierno virreinal se interesó en no permitir
los abusos de los caciques contra los macehuales. Ejemplo de ello es la ins-
trucción del virrey Mendoza a su sucesor para tasar lo que le correspondía

139
agn, Mercedes, vol. 2, exp. 68, f. 28r.
140
agn, Mercedes, vol. 280, f. 130v-131r. Por desgracia el documento está manchado en
la parte donde pudiera decir que por tiempo que fuera gobernador y voluntad del virrey.
por ostentar el cargo de gobernador a los caciques: “tase y modere la comida
y tributos que los macehuales dan a los caciques y gobernadores y otros”.141
Por ejemplo, a finales de esa década, para agosto de 1549 se da la tasa-
ción del gobernador de Huamelula, en donde: “Dan los yndios de Guame-
lula a don Pablo su gouernador cada veinte dias dos xiquipiles de cacao, y
cada dia una gallina y siete yndios y siete yndias de seruicio, y cada casa una
carga de mays cada año”.142 Al iniciar la siguiente década, el 8 de octubre de 129
1551 se le concede licencia a don Graviel, quien fuera gobernador en ese
año, para tener una yegua y dos crianzas de ella.143

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


En este sentido, pero con un matiz distinto, fue que en pocos años parece
que se desdibujaron los lazos de parentesco que unían al señorío por aque-
llos lazos territoriales que conformaban el pueblo, lo que podría mostrar que
la tesis del cambio del personanverband al territorialverband pueda explicar
esta primera etapa en el caso de Huatulco.144 Dicha tesis manifiesta que es
posible distinguir dos principios de organización territorial: a) aquella ba-
sada en el vínculo entre personas y b) aquella que se basa en la relación de
propiedad de la tierra. Sin embargo, no pareciera existir una continuidad
aun dentro de Huatulco y mucho menos en la región y qué decir de toda la
Nueva España. Por ello, mejor dicho, se entreverá una yuxtaposición de estos
dos ámbitos en los pueblos, por ejemplo, tenemos el caso de Huamelula que
retomaremos posteriormente. Pero a diferencia de otras regiones, en Huatul-
co no queda del todo claro cómo pudo irse formando la territorialidad de los
pueblos y su gobierno en los primeros años de ocupación hispana.145
141
Citado en Menegus, op. cit., 2005, p. 39.
142
Gerhard, op. cit., 1992, p. 561. “A medida que avanzaba el siglo xvi las rentas y los bie-
nes de los cacicazgos variaron enormemente, en parte debido a las tasaciones efectuadas
por la Corona a lo largo del periodo —particularmente a partir de la década de 1550—
que restringían el ingreso de éstos, en parte por el cambio impulsado por las autoridades
coloniales en materia de propiedad”. Hay que advertir que estas tasaciones obedecieron
únicamente para el cargo de gobernador y no a lo correspondiente a su patrimonio per-
sonal como cacique. Menegus, op. cit., 2005, pp. 26, 40.
143
Gerhard, op. cit., 1992, p. 563. Existe un documento signado con agn, Indios, vol. 1,
exp. 341, f. 150v., en donde se dice que para el 16 de enero de 1583, a petición de los ofi-
ciales de república del pueblo de Huamelula que solicitaron la tasación de sus salarios,
el virrey Lorenzo Suárez de Mendoza les otorgó sus salarios. Sin embargo, el documento
está incompleto y sólo nos muestra la fórmula de lo solicitado, faltando los salarios.
144
Véase Andrew Roth S., “Personenverband, protocolo narrativo y ambigüedad en un tí-
tulo primordial temprano”, en Abriendo camino. El legado de Joseph Benedict Warren a la
historia y a la lengua de Michoacán, México, Universidad Nicolaíta/Centro de Investiga-
ciones y Estudios Superiores en Antropología Social/Instituto Nacional de Antropología
e Historia, en prensa, p. 162.
145
Siguiendo la propuesta de Margarita Menegus: De las dos situaciones que se pudie-
ran dar al respecto: “En el primer caso se trata de sustraer del cacicazgo o del señorío a
maceguales o terrazgueros dotándolos de tierras propias, mediante la creación de una
república de indios con todo lo que ello implica. En el segundo caso, no se produce un
desmembramiento del señorío, ya que a través de la figura del censo enfitéutico se man-
tiene la relación entre los maceguales y su señor”. Menegus, op. cit., 2009, p. 50.
Empero esta “reconfiguración” inaugurada por los encomenderos y que
siguió la autoridad virreinal fue dando pie a un doble proceso, como en al-
gunas otras regiones de la Nueva España: por un lado, a una “compactación y
jerarquización de sus asentamientos; por el otro, un proceso de centralización
de las funciones políticas y de gobierno en manos de un cabildo de indios”.146
Por desgracia no contamos con referencias directas ni indirectas a los caci-
130 ques de Huatulco para esos momentos, lo que dificulta seguir un rastro que
pudiera arrojar más luz al asunto. Por otro lado, en los documentos anterio-
res se nos deja entrever que aún para 1542 no parece haberse constituido
pueblo a la orilla del mar

un gobierno indígena a la usanza española en los pueblos y que más bien


se encontró bajo la administración de los calpixques. No obstante, hay que
advertir que mientras se reconfigura el orden indio:

Esta forzada adopción, introyectada en la mentalidad y práctica de las co-


munidades indígenas como nuevo y obligado atributo étnico, respetó grosso
modo la superficie de las principales entidades prehispánicas históricamen-
te determinadas, dotándolas ahora de una demarcación fronteriza lineal y
menos ambigua.147

Esta situación nos pone en la disyuntiva de intentar reconocer qué fue


lo que les sucedió a los señoríos prehispánicos en Huatulco. Consideramos
que es claro que no hubo una fragmentación como tal creando dos cabeceras
con el mismo nombre. Si bien se respetó esta jerarquización de Huatulco, el
pueblo (el señorío prehispánico más importante), de un momento posterior
surge una nueva figura, el puerto, consolidando su eje de dominación ante
los pueblos de indios vecinos de la mano de los españoles, y que anterior-
mente este asentamiento era una figura menor, que a la vez reocupó viejos
asentamientos para darle sentido y figura a la ocupación española: obte-
niendo así la riqueza deseada.
Con el paulatino declive del puerto, el pueblo de Huatulco parecía ir recu-
perando un poder que le había sido opacado, empero la encomienda del pueblo
aún seguía vigente, eso sí, al parecer menos redituable que en aquellos primeros

146
René García Castro, “De señoríos a pueblos de indios. La transición en la región oto-
miana de Toluca (1521-1550)”, en Francisco González-Hermosillo Adams (coord.), Go-
bierno y economía en los pueblos de indios del México colonial, México, Instituto Nacional
de Antropología e Historia, 2001, p. 198.
147
González-Hermosillo, op. cit., 2003, pp. 31-32.
años. Si consideramos que el puerto decae en la década de 1570, es obvio pensar
que el encomendero, más allá de la encomienda buscó sacar cierta ventaja de la
ubicación de la misma (como lo veremos más adelante) al solicitar mercedes
de estancia para ganado mayor. Este tránsito permitiría ir soltando las riendas
políticas del pueblo; y con ello se iniciará la configuración de un cabildo indio,
lo que conduce a un doble proceso de “readecuación de los espacios, insti-
tuciones y dirigentes precortesianos ya desprovistos de su dominio natural e 131
inminente sobre recursos, bienes y personas”.148
Así, Huatulco como pueblo nuevamente se insertó y absorbió los pueblos

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


de la costa (si es que quedaba alguno) a su eje de acción, como al mismo puer-
to, eso sí con las grandes limitantes que ponían los españoles. Lo anterior se
entiende por la necesidad del gobierno virreinal por mantenerse de cierta
forma en funciones o vigilancia del puerto de Huatulco, y para 1616, tras un
posible ataque pirata, se ordenó su destrucción y el alcalde mayor se tuvo que
trasladar al pueblo. Para 1550, aun dentro de las mismas encomiendas había
una coexistencia de dos elementos. Cimatlán y Cacalotepec estaban en enco-
mienda de Pantoja, estos pueblos parecieran ser cabeceras muy pequeñas. En
el caso de Cacalotepec se dice que sus estancias y tierras son comunes, de lo
que pueden surgir preguntas: ¿la población que se encontraba allí fue traída
por los españoles?, o ¿esos naturales eran o fueron algún tipo de terrazguero?
Lo que se observa de manera clara es una falta de autoridad indígena, y pa-
reciera que quedan sujetos al calpixque del encomendero. Sin embargo, estos
pequeños pueblos, al igual que en otras encomiendas, en el último cuarto
del siglo xvi desaparecieron al no contar con el interés directo de un espa-
ñol; quedando a expensas de la autoridad virreinal. Por ejemplo, en 1580
estas dos cabeceras ya habían desaparecido y de los otros asentamientos de
los primeros años del contacto español que se recordaban, Tecolontla, Co-
palitla, Ayotepec y Coyula, estaban abandonados, guardados en el recuerdo
de quien los conoció. “Y solamente en el d[ic]ho Puerto, y en Copalit[l]a,
hay algunos advenedizos q[ue], unas veces van y, otras, vuelven, q[ue] nin-
guno dellos es natural”.149
Podemos pensar que el pueblo de Huatulco tuvo la misma suerte que estos
casos. Para 1580, los pueblos sujetos “sin otras muchas q[ue] solía tener, q[ue] se
han despoblado y muerto los indios dellas”150 fueron los de: Totoltepec, Huitzi-

148
Ibid., p. 32.
149
Acuña, op. cit., v. 2, t. 1, 1984, p. 188.
150
Ibid., p. 202.
tziltepec, Teohuitolco, Quicopiaca, Cuixtepec, San Andrés, San Juan y Texala.
Lo cual nos muestra que no existe una relación directa con los asentamien-
tos que entraban dentro de la encomienda, y que sólo el primero de ellos
aparece en ambas ocasiones, teniendo en cuenta que “todos estos sujetos
están metidos en la sierra, en t[ie]rra áspera y doblada, alg[un]a caliente y
otra fría”.151
132
pueblo a la orilla del mar

Figura 10: Playa Coyote, 2008.

Siendo así, Huatulco se nos puede dibujar como un lugar donde las re-
laciones diacrónicas y sincrónicas entre los pueblos se hacían entre el mar y
la montaña; terruño accidentado con barrancas de rocas enormes rebanadas;
prominencias erizadas como cabezas entronadas; donde la vegetación con sus
cactus en las playas, como dedos paralizados por los años, nos alistaran para
el paisaje de las montañas despeinadas por la maleza impenetrable en tiem-
pos de aguas que se transforma en ramas en épocas sin agua.

151
Ibid., p. 203.
133

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Figura 11: Camino Viejo, 2009.

Este elemento geográfico nos lleva a entender, por otra parte, la congrega-
ción general que está documentada que ocurre el 14 de enero de 1598. La que
se conoce como segunda congregación. Durante la segunda mitad del siglo
xvi, el pueblo de Huatulco contó con seis u ocho estancias, pero después de
esta congregación solo una pudo sobrevivir: Cuixtepec.152 Sin embargo esto
nos haría pensar sólo en los sujetos del pueblo sin saber qué pasó con los
sujetos del puerto; así como de los restantes pueblos de los corregimientos
que quedaban bajo la jurisdicción de la alcaldía mayor del puerto de Hua-
tulco. En dicha comisión, dirigida a don Pedro Barba Coronado se indicaba
que él tenía que:

… yr a la rreduçion de la provincia de aguatulco y teguantepec y pu[eblo]s


de xaltenjo q[ue] por otro nombre se dize rio hondo y tonamec y çiguatolco
y sochitepec y guamilulan aztatlan y tlacolula y tetzitlan y xalapa y petapa y
tetetitlan y tzetune y chimalapa y san and[re]s y san miguel y tonaltepec y ta-
panaltepec y todos los pu[ebl]os que [e]stan entorno de la cab[ece]ra de la d[ic]
ha pro[vinc]ia.153

152
Gerhard, op. cit., 1986, p. 128.
153
agn, Indios, vol. 6 (2ª parte), exp. 924, f. 236v.
Las condiciones geográficas nos permiten preguntar cómo se llevó a cabo
dicha reducción, ya que no hay más referencia del proceso en sí. El terreno
accidentado, con un espacio limitado de tierras para cultivo y para que se
asentaran poblaciones muy grandes fue un factor que sale a luz y que nos
dificulta saber si todos los pueblos referidos fueron reducidos. Sin embargo,
por ejemplo, para 1604 se mandó a Juan Antonio de Acebedo, alcalde mayor y
134 juez congregador del puerto de Guatilco [sic] que los naturales de los pueblos
de San Lorenzo Jilotepec y Santa María Ecatepec solicitaban que los dejaran
en el pueblo de Tlacolula y no los llevaran a Santa Lucía perteneciente a
pueblo a la orilla del mar

Nexapa, porque su tierra era de mejor calidad.154


Cabe hacer mención que se ignora de qué forma se llevó a cabo la con-
gregación de estos pueblos; sin embargo, como en otras zonas de la Nueva
España, esto se puede deber sobre todo a aspectos sociales y geográficos.155
En el primer caso, la falta de una presencia estable de alguna orden religiosa
va a ser determinante, y sobre todo porque no fueron los dominicos quie-
nes se hicieron presentes en la costa. A la llegada de Pedro de Alvarado a la
costa le acompañó fray Bartolomé de Olmedo, de la orden mercedaria, fue
el primer religioso en la región, pero no se quedó en la zona.

La presencia secular en la costa de Oaxaca


Las órdenes religiosas del clero regular han sido el foco de análisis para pro-
fundizar en el mecanismo de evangelización de las sociedades nativas en la
Nueva España durante el siglo xvi; dependiendo de su área geográfica de
acción. Para el caso de Oaxaca los dominicos fueron quienes tuvieron dicha
prerrogativa.156 Siendo así, muy poco se sabe del clero secular en Oaxaca,
que pronto buscó entrar al juego, compitiendo por su parcela de devoción.
La intención de este apartado no es pormenorizar al respecto, sobre todo
en la cuestión de las prácticas de los seculares para la evangelización, sólo
trataremos de hacer algunos señalamientos básicos en cuanto a los partidos
y los pueblos que comprendían su doctrina. Básicamente nos serviremos del

154
agn, Congregación, vol. 1, exp. 243, f. 118r.
Véase Menegus, op. cit., 2009, pp. 36-39.
155

“Poco tiempo después de la toma de la capital mexica, don Hernando pidió que se
156

enviasen a la Nueva España religiosos mendicantes, en quienes confiaba más que en los
seculares para la tarea misionera”. Pilar Gonzalbo Aizpuru, Historia de la educación en la
época colonial. El mundo indígena, México, El Colegio de México, 2008, p. 25.
trabajo de John Frederick Schwaller,157 quien nos presenta la organización de
los documentos del agi de la sección de “Contaduría” pertenecientes a la Real
Hacienda, la cual contiene información acerca de los partidos de Huamelula y
Pochutla. Cabe decir que los cuadros 8 y 9 presentan la relación de cada uno de
los curas designados, divididos en los dos partidos, con la salvedad de algunos
años, en ellos se encuentra: nombre, cargo, partido principal, otros pueblos
(lo que sería su doctrina), las fechas del cargo, sueldo y pago, este último se 135
refiere a que cada cura tenía un apoderado, quien cobraba su sueldo.
La costa al ser una región no tan estudiada no cuenta con alguna in-

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


vestigación al respecto, pero es aquí donde los seculares tuvieron una pre-
sencia permanente en el siglo xvi; sobre todo en lo que fue la provincia de
Huatulco. Los dos pueblos que se erigieron como cabeza de partido fueron
Pochutla y Huamelula.158 No obstante, el puerto no podía quedar fuera de
la presencia clerical:

En el puerto de Guatulco hay otro cura que tiene cargo del dicho puerto é
de la gente de los navíos que allí vienen é contratacion que allí hay, que es
cantidad, y de los pueblos de Cimatlán y Suchitepeque, que estan en la real
corona, y del pueblo de Guatulco que esta encomendado en Bartolomé Ló-
pez: en los cuales dichos pueblos con sus estancias podrá haber quinientos
é cincuenta indios tributarios, poco más o menos…159

La empresa evangelizadora inaugurada por los franciscanos pronto fue


reforzada por frailes de las otras órdenes: dominicos, agustinos, jesuitas.
“Mientras tanto habían llegado también clérigos seculares, sin solemnes ce-
remonias de recibimiento ni cronistas dispuestos a registrar su presencia,

157
La información que se presenta en el texto es la data de lo espiritual, “que en general
refleja los pagos a párrocos de indios en pueblos bajo la real corona”. Además de que lo
espiritual sólo incluía a los clérigos seculares. Así, y después de la Ordenanza del Patro-
nazgo en 1575, se ve que: “A causa de esto, los datos de Lo Espiritual reflejan la impor-
tancia de los clérigos seculares y la pérdida lenta de los partidos de los religiosos”. John
Frederick Schwaller, Partidos y párrocos bajo la real corona en la Nueva España, siglo xvi,
México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1981, pp. vii, ix.
158
“La distinción impuesta entre política y religión, si bien a veces no muy clara y tal vez
no del todo nueva para los indios, fue al menos diferente a lo que tenían en su experien-
cia histórica. El concepto de iglesia y lo asociado a él englobaba y diferenciaba a una
serie de elementos —culto, ministros, edificios, etc.— que quedaron integrados, en el
mundo colonial, en una forma novedosa”. García Martínez, op. cit., 1987, p. 97.
159
Luis García Pimentel (ed.), Relación de los Obispados de Tlaxcala, Michoacán, Oaxaca
y otros lugares del siglo xvi, México, Librería de Gabriel Sánchez, 1904, p. 90.
pero en número suficiente para formar el núcleo de la organización ecle-
siástica secular, cuya cabeza era el obispo”.160 Al llegar la segunda Audiencia,
y respaldado tras las Leyes Nuevas, se incrementó el número de pueblos
bajo la Corona, al tomar las encomiendas que fueron concedidas por sus
antecesores o las que estaban vacantes. Así: “La Corona, como encomende-
ro, tenía la obligación de proveer para los requerimientos espirituales de los
136 indios en su territorio”.161
El obispado de Oaxaca en el siglo xvi contaba con cuatro villas de espa-
ñoles: Antequera, Espíritu Santo (Guazacualco), San Ildefonso (Zapotecas)
pueblo a la orilla del mar

y Santiago de Nexapa. La relación que daba fray Bernardo de Alburquerque,


obispo de la diócesis de Oaxaca, de los indios tributarios del obispado era
de cien mil. De los cuales tres partes estaban a cargo de la orden de los do-
minicos. El resto del obispado estaba a cargo de seculares.162
El nombramiento de los curas se daba por la jerarquía eclesiástica, de la
mano del obispo local.163 En un inicio el título que llevaban estos párrocos
era el de capellán, el cual se fue transformando por el de cura. Por otro lado,
algunos de estos curas pudieron llevar un título alterno de vicario, que en
este contexto implicaba que tenía poder jurídico que lo elevaba al cargo de
juez vicario.164 En el último cuarto del siglo xvi, y a partir de la promulga-
ción de la Ordenanza del Patronazgo en 1575,165 se dio una transformación
de los curatos sencillos, los cuales se pasaron a beneficios, lo que otorgaba
un salario anual al cura beneficiado solventado por la Corona.166

Los curas beneficiados ganaban sus partidos en competencias, oposiciones.


Después del nombramiento del virrey, como vicepatrón, y la confirmación
canóniga del obispo, el párroco podía disfrutar del beneficio de por vida.
En contraste, los curas y vicarios en todas las épocas servían a través de
nombramientos anuales, o sea, al placer del obispo, amovible ad nutum.167

160
Gonzalbo, op. cit., 2008, p. 26.
161
Schwaller, op. cit., 1981, p. vii.
162
García Pimentel (ed.), op. cit., 1904, pp. 69 y 77.
163
Véase mapa 13 para la Diócesis de Antequera.
164
Schwaller, op. cit., 1981, p. viii.
165
“Con las Ordenanzas del Patronazgo, el rey anunció su intención de secularizar los
partidos”. Ibid., p. ix.
166
Ibid., p. viii. “En el último tercio del siglo, los vicarios llegaron a ser curas interinos”.
167
Idem.
Para el 11 de octubre de 1540 el virrey Antonio de Mendoza ratificó
a Francisco Larios como clérigo “por capellan de los pueblos de Pochutla,
Guatulco y Comaltepeq y Yagayo y Tlacoltepeq”. Quien, lo más probable,
es que haya tenido su residencia en el puerto de Huatulco y de allí tendría
que visitar toda su doctrina, pudiendo dar los servicios sacramentales a los
naturales. Francisco Larios tendría un salario de 150 pesos de oro común
anualmente, pero el pueblo de Huatulco al encontrarse en encomienda de 137
un particular tendría que cubrir una parte de dicho salario, quedando de la
siguiente manera:

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


[…] y q[ue] los d[ic]hos pu[ebl]os se los diesedes y pagasedes de los tri-
butos q[ue] los naturales de los d[ic]hos pu[ebl]os son obligados a dar a
su maj[esta]d e por quanto el pu[ebl]o de Guatulco no esta a cabeza de su
maj[esta]d e la pers[on]a q[ue] lo tiene en encomienda es obligado a de
pagar por razon e se taso e modero- que la d[ic]ha persona pagase de dicho
capellan xxv pesos de oro comun - e los otros cxxv pesos se pagasen de los
tributos de los dichos pu[ebl]os q[ue] estana la cabeza de su maj[esta]d.168

Unos años después, para el 10 de octubre de 1543 se designó a Garci


Rodríguez capellán de Pochutla por periodo de un año. Después de este
tiempo el partido pasó a Huamelula. Pochutla reaparece como partido nue-
vamente hasta finales de 1553, teniendo ocasionalmente que visitar los pue-
blos de Tetiquipa, Suchitepec y Huatulco; sólo Tonameca siempre estuvo
anexado a éste.169 El primero de enero de 1577 se convirtió en beneficio de
Simón de Miranda hasta 1584.170 Posteriormente pasaron algunos años en
que volvió a ser capellanía y después nuevamente beneficio. Al parecer hay
periodos en que al mismo tiempo que se designaba un cura para el partido
de Pochutla, el de Huamelula también tenía a su cargo la visita de este partido,
quizás esto indicaba que era una jurisdicción muy amplia, teniendo que com-
168
agn, Mercedes, vol. 2, exp. 446, fs. 184v-185r. Tiempo después el cura residente en el
puerto tendría un salario de 200 pesos de minas, 170 eran pagados por la Corona y los 30
restantes por el encomendero del pueblo de Huatulco (Bernardino López). García Pimentel
(ed.), op. cit., 1904, p. 90.
169
En la Relación del Obispado de Oaxaca se refiere que en Tetequipa (Titiquipa) resi-
día un cura que visitaba Cozautepec, Pochutla y Tonameca, todos ellos en cabeza de la
Corona. El cura recibía un salario de 150 pesos de minas. Y en todos esos pueblos, con
sus estancias, habría unos 900 tributarios, poco más o menos. García Pimentel (ed.), op.
cit., 1904, pp. 89-90.
170
Un caso interesante de este personaje y su papel en el pueblo de Huatulco se da para
1582. Véase Infra.
partir los pueblos comarcanos indistintamente. Sin embargo, parece que para
el último cuarto del siglo el cura de Pochutla tenía a su cargo de la frontera
oeste hasta la parte central de la provincia (incluyendo a Suchitepec) y Hua-
melula, pero se concentraba más en los pueblos del lado este, sobre todo en
los de la sierra chontal. 171
El 26 de enero de 1544 se designó a Juan de Ortega por capellán de Hua-
138 melula. En el tiempo en que Pochutla dejó de ser partido, es éste quien tiene en
jurisdicción toda la provincia. Curiosamente, pareciera ser que a diferencia de
Huamelula, el cura de Pochutla nunca tuvo a su cargo toda la provincia.
pueblo a la orilla del mar

Huamelula, por otro lado, fue un partido en el cual los curas o beneficiados
tuvieron un sueldo más regular, que ronda en los 150 pesos, mientras que
Pochutla tuvo más variaciones, el más bajo se encontró en 100 pesos y el
más alto en 170 pesos. Lo anterior pudiera indicar, de ser el caso, que al lado
este de la provincia los pueblos (con preponderancia chontal) no sufrieron
una baja demográfica tan estrepitosa y pudieron tener cierta estabilidad,
caso contrario al otro partido.172
El cura del puerto por lo regular se buscó que sólo tuviera a su cargo
la gente que allí llegaba. Entendiendo que se le quitó la visita de los otros
pueblos y por ello se erigieran los dos partidos en Pochutla y Huamelula.
Esto obedecía a las condiciones del clima, a lo fragoso de los caminos y a lo
disperso de los pueblos:

En este puerto de Guatulco converná que haya un cura que no entienda en


otra cosa sino en tener cargo de la gente que allí está é allí acuden en los
navios á sus contrataciones, porque es número de gente la que va é viene y la

171
Schwaller, op. cit., 1981, pp. xxxiv, 269-273.
172
Ibid., pp. xxi, 97-104. Los salarios obedecían a “que los curas que llevan más salarios
que otros, se les da por razón que tienen el partido más lejos de esta ciudad que los otros,
y ser la tierra más trabajosa, calidad y enferma y cara, que no se pueden sustentar sino
con mucho trabajo, y á esta cabsa se le señala y de mas salario que á los demas curas.
Los curas que tienen menos gente á cargo que otros é llevan el salario ordinario, tiénese
respeto á que el partido é pueblos que tienen á cargo están muy derramados y mal po-
blados, y estan de suerte que no se pueden juntar otros pueblos con ellos por estar muy
apartados y ser trabajosa la visita de ellos. Los otros curas que tienen muy poquito sala-
rio y poca gente y menos que los demás, no se les puede señalar más salarios, por razón
de ser la gente que tienen á cargo poca é pobre, é ser poco el tributo que dan”. García
Pimentel (ed.), op. cit., 1904, p. 94.
gente que viene por la mar: y como la tierra es cálida cae mucha gente enfer-
ma, y si no hay allí remedio de quien les administre los santos sacramentos,
acaescen muchos desastres de morirse sin ellos; y los dichos pueblos están
algo desviados del dicho puerto, en los cuales convendrá poner otro cura,
juntando otro pueblo con ellos.173

El camino accidentado fue un factor que limitaba el buen ejercicio de los 139
curas de cualquiera de los dos partidos, y si le sumamos el clima, ni se diga.
El 24 de septiembre de 1552 se le ordenó a Melchor de Sosa, corregidor de

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Suchitepec, que abriera caminos, con la mano de obra indígena, para que se
facilitara la visita de la doctrina de los curas. En primer lugar, desde Suchi-
tepec hasta Astata. Después, de Astata hasta el camino de Huamelula. De ahí
hasta la cabecera de Huamelula y residencia del cura. Continuando, de Su-
chitepec hasta el camino real entre Huamelula y Huatulco. Para concluir, de
Suchitepec a las estancias de “Ecacastepeque, Xocotlan, Tamagastepeque y
Tlacotepeque”.174 Por último, al iniciar la segunda década del nuevo siglo, el
11 de mayo de 1613 existía un beneficiado en el puerto de Huatulco, Diego
de Paz Monterrey.175 Después en 1629 aún continuaba presente el beneficio
del puerto,176 lo que indicaría un retorno de los funcionarios españoles al
puerto tras el abandono obligado del mismo en 1616.
En 1575 un incendio destruyó la iglesia de Huamelula. Los naturales soli-
citaron licencia del virrey Martín Enríquez para reedificarla, pero a causa de
no tener sobrantes de tributos ni otros bienes de comunidad pidieron que
se les diera autorización para hacer una sementera de maíz de 200 brazas
en cuadrado para con ello pagar a los indios que trabajasen en la iglesia y lo
que hubiera menester. La licencia fue concedida el 31 de diciembre de 1575
y los naturales podrían sembrar anualmente la sementera hasta que otra
cosa les fuera mandada. Con ella darían de comer a los indios y comprar las
cosas que hicieran falta para el culto y ornato de la iglesia.177

173
García Pimentel (ed.), op. cit., 1904, p. 91.
174
Gerhard, op. cit., 1992, p. 563.
175
agn, Indiferente Virreinal (Real Audiencia), caja 5173, exp. 79, f. 1.
176
agn, Jesuitas, vol. 3, f.
177
agn, Indios, vol. 1, exp. 56, f. 22r.
Mapa 13: Diócesis de Antequera, siglo xvi.

140
pueblo a la orilla del mar

Fuente: René Acuña, (ed.), Relaciones geográficas del siglo xvi: Antequera, vol. 2 t. i, Mé-
xico, Universidad Nacional Autónoma de México, 1984.
Cuadro 8: Párrocos del partido de Guamelula, 1544-1597.
Partido Otros Fecha Sueldo
Nombre Cargo Pagó
principal pueblos de hasta anual
Clérigo
Juan de 50
Cura Guamelula 26/01/1544 150
Ortega
Capellán
Clérigo
Julián 150
Cura Guamelula 12/01/1545 12/01/1546
Carrasco 141
Capellán
Clérigo
Julián
Cura 100 Guamelula 16/01/1546 150
Carrasco

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Capellán
Clérigo
Julián
Cura 75 Guamelula Suchitepec 01/09/1546 01/03/1546 150
Carrasco
Capellán
Clérigo Suchitepec,
Garci
Cura 150 Guamelula Pochutla, 12/03/1547 12/03/1548
Rodríguez
Capellán Tonameca
Clérigo
Andrés
Cura 75 Guamelula Suchitepec 12/03/1548 12/09/1548 150
Jiménez
Capellán
Suchitepec,
Clérigo
Pedro Guatulco,
Cura 150 Guamelula 18/08/1548 18/08/1549
Caballero Tonameca,
Capellán
Pochutla
Clérigo
Pedro Suchitepec,
Cura 150 Guamelula 31/08/1549 31/08/1550
Caballero Guatulco
Capellán
Suchitepec,
Tomás de la Clérigo Guatulco,
150 Guamelula 16/09/1550 16/09/1551
Plaza Cura Tonameca,
Pochutla
Clérigo
Nicolás de
Cura 112,4 Guamelula Suchitepec 22/09/1551 22/06/1552 150
Vergara
Capellán
Suchitepec,
Clérigo
Guatulco,
Juan Pérez Cura 43,6 Guamelula 14/07/1552 29/10/1552 150
Tonameca,
Capellán
Pochutla
Clérigo
Antonio de
Cura 150 Guamelula 04/11/1552 04/11/1553
Santa Cruz
Capellán
Clérigo
Antonio de Pochutla,
Cura 150 Guamelula 14/12/1553 14/12/1554
Santa Cruz Tonameca
Vicario
Clérigo
Antonio de Pochutla,
Cura 137,4 Guamelula 22/12/1554 22/11/1555 150
Santa Cruz Tonameca
Capellán
Continuación cuadro 8.

Partido Otros Fecha Sueldo


Nombre Cargo Pagó
principal pueblos de hasta anual
Clérigo
Diego de Pochutla,
Cura 132,5 Guamelula 14/12/1555 02/11/1556 150
Sevilla Tonameca
Vicario
Clérigo
Bartolomé Cura 150 Guamelula Suchitepec 02/11/1556 02/11/1557
de Izcar Capellán
142 Clérigo
Julián Tonameca, 03/03/1557
Cura 72 Pochutla 27/08/1557 150
Carrasco Tetiquipa
Capellán
Bartolomé Cura Tlacolula, 02/11/1557
150 Guamelula 02/11/1558
de Izcar Capellán Suchitepec
pueblo a la orilla del mar

Clérigo
Bartolomé Cura 150 Guamelula Suchitepec 20/02/1560 20/02/1561
de Córdoba Capellán
Francisco Clérigo
de Cura 113,4 Guamelula 28/03/1561 31/12/1561 150
Céspedes Capellán
Francisco Cura
de 150 Guamelula 01/01/1562 01/01/1563 150
Capellán
Céspedes
Clérigo
Diego Cura 150 Guamelula 01/01/1563 01/01/1564 150
Álvarez Capellán
Bartolomé Cura 150 Guamelula Tlacolula 01/01/1564 01/01/1565 150
de Icazar Vicario
Clérigo
Bartolomé Cura 150 Guamelula Tlacolula 01/01/1565 01/01/1566 150
de Icazar Capellán
Bartolomé Cura 150 Guamelula Tlacolula 01/01/1566 01/01/1567 150
de Icazar Capellán
Clérigo
Bartolomé Cura 150 Guamelula Tlacolula 01/01/1567 01/01/1568 150
de Icazar Capellán
Martín Cura 150 Guamelula Tlacolula 01/01/1568 01/01/1569
Castaño
Bartolomé Cura 150 Guamelula 01/01/1569 01/01/1570
de Icazar
Pedro de Cura 124,1 Guamelula Tlacolula 01/01/1570 01/01/1571
Mendoza
José Beneficiado 243 Guamelula Tlacolula 01/01/1586 01/01/1587 150
Godínez
José Beneficiado 248,1 Guamelula Tlacolula 01/01/1587 01/01/1588 150
Godínez
José Beneficiado 124 Guamelula Tlacolula 01/01/1588 01/07/1588 150
Godínez
José Beneficiado 124 Guamelula 01/07/1588 01/01/1589 150
Godínez
José Beneficiado 165,3 Guamelula Tlacolula 01/05/1590 01/01/1591 150
Godínez
José Beneficiado 248,1 Guamelula Tlacolula 01/01/1591 01/01/1592 150
Godínez
José Beneficiado 248,1 Guamelula Tlacolula 01/01/1592 01/01/1593 150
Godínez
José Beneficiado 82,5 Guamelula Tlacolula 01/01/1593 01/05/1593 150
Godínez
José Beneficiado 165,3 Guamelula Tlacolula 01/05/1593 01/01/1594 150
Godínez
José Beneficiado 248,1 Guamelula Tlacolula 01/01/1594 01/01/1595 150
Godínez
Continuación cuadro 8.
Partido Otros Fecha Sueldo
Nombre Cargo Pagó
principal pueblos de hasta anual
José Beneficiado 248,1 Guamelula Tlacolula 01/01/1595 01/01/1596 150
Godínez
José Beneficiado 248,1 Guamelula Tlacolula 01/01/1596 01/01/1597 150
Godínez
Fuente: Tomado de John Frederick Schwaller, Partidos y párrocos bajo la Real Corona en la Nueva
España, siglo xvi, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1981, pp. 97-104.
143

Cuadro 9: Párrocos del partido de Pochutla, 1543-1598.


Otros Fecha Sueldo

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Nombre Cargo Pagó Partido
pueblos de hasta anual
Clérigo
Garci
Cura 125 Pochutla 10/10/1543 10/10/1544
Rodríguez
Capellán
Clérigo
Tonameca,
Juan Pérez Cura 100 Pochutla 11/02/1553 11/02/1554 140
Guatulco
Capellán
Clérigo
Julián Tonameca,
Cura 72,2 Pochutla 03/03/1557 27/08/1557 150
Carrasco Tetiquipa
Capellán
Clérigo
Andrés de
Cura 81,2 Pochutla Tonameca 27/08/1557 15/03/1558 150
Cerbera
Capellán
Clérigo
Bartolomé
Cura 150 Pochutla Tonameca 15/11/1558 15/11/1559
de Icazar
Capellán
Clérigo
Bartolomé
Cura 170 Pochutla Tonameca 15/11/1559 15/11/1560
de Icazar
Capellán
Clérigo
Bartolomé
Cura 150 Pochutla Tonameca 15/11/1560 15/11/1561 150
de Icazar
Capellán
Bartolomé Cura
170 Pochutla Tonameca 15/11/1561 15/11/1562 170
de Icazar Capellán
Clérigo Tonameca,
Cristóbal de
Cura 103,4 Pochutla Suchitepec, 01/01/1563 11/07/1563 170
Utrera
Capellán Guatulco
Cristóbal de Cura Tonameca,
233 Pochutla 10/08/1563 31/12/1564 170
Trujillo Capellán Suchitepec
Clérigo
Francisco de Tonameca,
Cura 170 Pochutla 01/01/1565 01/01/1566 170
Céspedes Suchitepec
Capellán
Simón de Cura Tonameca,
170 Pochutla 01/01/1566 01/01/1567
Miranda Vicario Suchitepec
Clérigo
Pedro de Tonameca,
Cura 170 Pochutla 01/01/1567 01/01/1568
Valdés Suchitepec
Capellán
Francisco Cura
170 Pochutla 01/01/1568 01/01/1569
de la Plaza Vicario
Cristóbal Tonameca,
Cura 170 Pochutla 01/01/1569 01/01/1570
Gil Suchitepec
Continuación cuadro 9.
Otros Fecha Sueldo
Nombre Cargo Pagó Partido
pueblos de hasta anual
Cristóbal de
Cura Vicario 281 Pochutla Tonameca 01/01/1570 01/01/1571
Trujillo
Bartolomé de
Cura Vicario 128,6 Pochutla Tonameca 01/01/1571 01/01/1572
Pisa
Cristóbal
Clérigo Cura
Bernal 281,2 Pochutla 01/01/1576 01/01/1577
Vicario
Negrete
Simón de Clérigo Cura Tonameca,
144 165,3 Pochutla 01/01/1577 01/01/1578 100
Miranda Beneficiado Suchitepec
Simón de Cura
165,3 Pochutla 01/01/1578 01/01/1579 100
Miranda Beneficiado
Simón de Clérigo
165,3 Pochutla Tonameca 01/01/1579 01/01/1580 100
pueblo a la orilla del mar

Miranda Beneficiado
Simón de Clérigo
137,6 Pochutla 01/01/1580 01/11/1580 100
Miranda Beneficiado
Simón de Clérigo
165,3 Pochutla 01/01/1581 01/01/1582 100
Miranda Beneficiado
Simón de Clérigo
165,3 Pochutla Suchistepec 01/01/1582 01/01/1583 100
Miranda Beneficiado
Simón de
Beneficiado 160,7 Pochutla 01/01/1583 01/01/1584 100
Miranda
Francisco
López del Vicario 165,3 Pochutla Tonameca 01/01/1584 01/01/1585 100
Salto
Diego Álvarez
Vicario 143,3 Pochutla Tonameca 01/01/1585 01/09/1585 130
Barreto
Tonameca,
Hernando de
Beneficiado 430,1 Pochutla Suchitepec, 15/08/1586 15/08/1588 130
Torres
Guatulco
Cristóbal Tonameca,
Bernal Beneficiado 573,4 Pochutla Suchitepec, 10/03/1586 01/05/1592
Negrete Guatulco
Cristóbal Tonameca,
Bernal Beneficiado 215 Pochutla Suchitepec, 01/05/1592 01/05/1593 130
Negrete Guatulco
Cristóbal Tonameca,
Bernal Beneficiado 215 Pochutla Suchitepec, 01/05/1593 01/05/1594 130
Negrete Guatulco
Cristóbal Tonameca,
Bernal Beneficiado 90,1 Pochutla Suchitepec, 01/05/1594 01/10/1594 130
Negrete Guatulco
Tonameca,
Luis Alonso de
Cura Vicario 35,6 Pochutla Suchitepec, 01/10/1594 01/01/1595 130
Logo
Guatulco
Tonameca,
Esteban
Cura Vicario 322,4 Pochutla Suchitepec, 07/01/1595 06/07/1596 130
Ramos
Guatulco
Tonameca,
Juan Ortiz Beneficiado 215 Pochutla Suchitepec, 01/10/1596 01/10/1597 130
Guatulco
Tonameca,
Juan Ortiz Beneficiado 215 Pochutla Suchitepec, 01/10/1597 01/10/1598 130
Guatulco
Fuente: Tomado de John Frederick Schwaller, Partidos y párrocos bajo la Real Corona en la
Nueva España, siglo xvi, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1981, pp.
269-273.
De advenedizos y señores naturales
En Huatulco no queda del todo clara la situación del cacicazgo en el mo-
mento del contacto hispano; pero quizá teniendo en cuenta los ejemplos de
sus vecinos más importantes y más próximos de Tehuantepec, los princi-
pales aceptaron de buena gana el dominio español.178 Así, las funciones de
gobierno quedaron supeditadas, en primer momento, a los encomenderos, 145
quienes las delegaron en sus representantes indígenas en el pueblo y tiempo
después, al dejar de ser encomienda, son estos personajes quienes tomarán

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


posesión del orden político. Considerando en primer lugar la dinámica de-
mográfica antes de 1550, pudiera pensarse que no fue posible consolidar de
manera clara un liderazgo sucesorio en Huatulco, lo que fue ocasionando
una macehualización de los pueblos de indios representados en sus autori-
dades.179 En segundo lugar, y lo que marca un punto de inflexión en la his-
toria de Huatulco, se puede apreciar de manera clara para el último cuarto
del siglo xvi cuando ganaron presencia los foráneos, asumiéndose como
principales del mismo, que no es de extrañar que a futuro fueran ellos quie-
nes pudieran detentar los cargos en el cabildo indio.
De ser este el caso surgirían preguntas harto complejas: ¿En este primer
momento el territorio que podía estar vinculado a un liderazgo étnico, con
el tiempo pasó a la comunidad bajo un cabildo indio? ¿Qué sucedió con el
tributo del señor (servicio y especie)? ¿La figura de terrazgueros pudo guar-
dar cierta relación aun con la falta de nobleza que a partir de nuevos linajes
impuestos por los españoles fue sustituida?
En algunas regiones de la Nueva España se dio un fenómeno similar al
establecerse una nueva elite indígena de advenedizos impuesta por los es-
pañoles, al declinar la nobleza prehispánica, en el último tercio del siglo
xvi; sobre todo más al centro de la Nueva España.180 En esas regiones, los
cacicazgos pudieron sobrevivir gran parte del periodo colonial e incluso ya
en el México independiente.181 No obstante, en Huatulco, sobre todo, pare-

178
Véase Machuca, op. cit., 2005, pp. 168-170.
179
Retomando aspectos más concretos del primer subapartado de este capítulo, debemos
tener en cuenta, y de ahí que creamos más conveniente suponer que Huatulco tenía
una semejanza con los señoríos del centro de México en su estructura calpolli-altépetl,
sobre todo en que su organización se haya acentuado en la etnicidad, “y considerara a
los señores principalmente como funcionarios y líderes del grupo étnico”. Lockhart, op.
cit., 1999, p. 159.
180
Gibson y López Sarrelangue, citados en Menegus, op. cit., 2005, pp. 16-17.
181
Véase Menegus, op. cit., 2009, pp. 17-112.
ciera que dicho declive fue inmediato, y por lo tanto, se instauró una nueva
relación entre los principales y macehuales.
En el valle de Oaxaca, por ejemplo, el cacicazgo sobrevivió hasta el siglo
xviii. Primero, por ser un lugar en donde se llevó a cabo una conquista pací-
fica, como la que estamos sugiriendo para nuestra zona de estudio (sin contar,
claro, a los sediciosos chontales182). Segundo, a la presencia limitada de la en-
146 comienda, cosa contraria en la costa y sobre todo en Huatulco, la cual ha de
haber sido el factor preponderante que dificulte abordar el tema. Por último,
por la necesidad de la Corona por conservar el liderazgo militar de aquellos
pueblo a la orilla del mar

señores en busca de una mejor recaudación del tributo, cosa que por ende no
se dio; además de lo ya mencionado, la pérdida inmediata de estos líderes.183
Por otro lado, todo parece indicar que en este gran mosaico étnico-
geográfico con todas las limitantes que pudieran existir, era clara la presen-
cia de señoríos, constituidos a partir de su propio devenir histórico y que en
algunos casos pudieron tener cierta permanencia tras el contacto hispano.
Aún en la Sierra Sur eran claras estas características.184 A diferencia, por
ejemplo, de la Sierra Norte, la cual no contaba con una estratificación muy
compleja, en donde: “Los caciques se distinguían más por su liderazgo en
la guerra, que por su posesión de tierras u otro tipo de riquezas y proba-
blemente no vivían mejor que los principales, el segundo estrato de la no-
bleza”.185
Buscando respuestas a las preguntas planteadas en líneas anteriores tenemos
que empezar, y reiterar, la dificultad para las primeras décadas de ocupación es-
pañola. Al inicio de la década de 1540, a partir de los abusos de los españoles
que usan a los naturales como tamemes, es clara la presencia del calpixque

182
En 1522 a su paso por la costa, Alvarado fue recibido hostilmente por los naturales
de Astata, lo que motivó una fuerte represalia de su parte, quien saqueó Astata y
Huamelula. “Los chontales continuaron dando muestra de rebeldía, y en 1527 los
españoles intentaron conquistar definitivamente la región. Para someter a estos
valientes guerreros, la Real Audiencia envió al capitán Francisco Maldonado, quien con
un ejército de 200 españoles y 600 zapotecas, conquistó a los pueblos chontales, desde
Tenango hasta Huamelula”. Miguel Bartolomé y Alicia Barabas, “Historia chontal”, en
Andrés Oseguera (coord.), Historia y etnografía entre los chontales de Oaxaca, México,
Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2006, p. 24.
183
Taylor, citado en Menegus, op. cit., 2005, p. 17.
184
Véase González Pérez, op. cit., 2010, pp. 37-52.
185
John K. Chance, La conquista de la sierra. Españoles e indígenas de Oaxaca en la época
colonial, México, Instituto Oaxaqueño de las Culturas/Fondo Estatal para la Cultura y
las Artes/Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 1998,
p. 199.
indígena Antonio Montalbo en la vida política, económica y social del pue-
blo de Huatulco, bajo la égida del encomendero Gutiérrez. En este tiempo
son los propios naturales quienes hablan en primera persona, mediante la
intervención de Francisco Guillen, sin que se aprecie la figura de algún ca-
cique o principal.
A inicios de la década siguiente, el 18 de abril de 1550, nuevamente por
los excesos hacia los naturales que son llevados como tamemes contra su vo- 147
luntad al puerto, nos salen a la luz tanto gobernador y alguaciles, como ca-
ciques y principales. Estos dos grupos parecen ser antagónicos y sugieren la

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


lucha en el interior del pueblo por el poder político; en donde los caciques y
principales son los portavoces de los macehuales y el gobernador y alguaci-
les los propensos a los abusos de autoridad, igual que sus homólogos los cal-
pixques. El virrey Mendoza es quien da voz a los personajes y nos dice que:

[…] por quanto por p[ar]te de los yndios caciques y principales del pueblo
de guatulco y sus subjetos, me fue hecha rrealçion que el d[ic]ho pueblo es
muy (visitado por) pasajeros y que son muy molestados y les hazen fuerças
y agravyos. en ello ha sydo causa que muchos de los naturales del d[ic]ho
pu[ebl]o, y sus subjetos, de ayan muerto e otros despoblado. y me fue pedido
mandar que no los apremyasen por tamemes.186

Siendo así, este grupo son los acusadores. Y el virrey mandó:

[…] que ning[un]as ny alg[un]as personas de qualquyer calidad y con-


diçion que sean no sean osados de cargar ny llevar por tamemes por fuerça
ny contra su voluntad yndios alg[un]os del d[ic]ho pueblo de guatulco y
sus subjetos so las penas contenydas en las ordenanças y mas so p[en]a de
otros cien pesos de oro para la camara y fisco de su maj[esta]d la mytad y
la otra para el denunçiador y juez que lo sen[tec]yase y sola la d[ic]ha pena
nom[bran]do al al[ca]lde mayor del d[ic]ho puerto de guatulco, e a otras
qualesquyer jus[tici]as […] y lo mesmo pongo de pena al governador e a los
d[ic]hos alguaziles yndios del d[ic]ho pueblo que si lo mandaren contra su
voluntad como d[ioc]ho es…187

186
agn, Mercedes, vol. 3, exp. 42, f. 202r.
187
Idem. Para contextualizar el trabajo de los naturales, utilizados como tamemes, véase
el capítulo cinco.
Sin embargo, esto no nos ayuda a tratar de dilucidar nuestras dudas, o
al menos una de ellas, cuál era el patrimonio vinculado a sus figuras. Otro
aspecto que se hace evidente, y puede tener relación con el tributo de los ca-
ciques que pudieran detentar el cargo de gobernador, son los beneficios eco-
nómicos provenientes de transacciones comerciales. Pero que por desgracia
también se quedan en suposiciones, y tiene que ver, no con tianguis, sino
148 con un sitio de venta en el pueblo de Huatulco que tendría que satisfacer
las necesidades de los viajeros, comerciantes, etc., que se dirigían al puerto.
Los gobernadores, principales y naturales del pueblo solicitaron una merced
pueblo a la orilla del mar

para dicho sitio, la cual se les concedió en septiembre de 1560.188


Al tener poca información documental del cacicazgo en la cual no se
identifican las tierras propias del señor, y después del gobernador, podemos
pensar que gran parte de las tierras que anteriormente fueron de la nobleza
pudieron ser tomadas por el común, como sucedió en Cacalotepec, y en me-
nor medida por los principales advenedizos, esto se puede inferir, sin que sea
definitorio, de la gran cantidad de mercedes para sitios de estancia de ganado
mayor y menor que inició en 1542 dadas a españoles en la costa en términos
de Huatulco y pueblos vecinos, que conformaron una década después la pro-
vincia, como veremos en el siguiente subapartado.
En Huatulco, sin embargo, la cuestión de los advenedizos se puede ver, qui-
zás, en el tránsito a la segunda mitad del siglo xvi, pues antes de esto no se
observa la presencia de autoridades indígenas constituidas en un cabildo. Pero
para los últimos veinte años de ese siglo ya se percibe la figura de gobernador
en Huatulco con mucha mayor fuerza. Por ejemplo, para 1582 se pide al al-
calde mayor del puerto de Huatulco no consintiera que Simón de Miranda,
beneficiario del pueblo de Huatulco metiera ganado en los términos del pue-
blo, todo por la relación que hizo el gobernador y naturales de Huatulco.189 Sin
embargo, no nos dan el nombre del funcionario indígena, lo que impide saber
si era natural o advenedizo del pueblo, si es que esto se pudiera hacer.
El elemento más sólido que se tiene para este asunto se da para 1594, cuando
se otorga una merced para una estancia de ganado menor a don Diego Pache-
co, “natural y principal del pueblo de guatulco”.190 Pero para 1603 al nombrar-
se a los cuatro capitanes para la protección del puerto y la costa, que se desig-

188
agn, Mercedes, vol. 5, f. 114r. véase infra.
189
agn, Indios, vol. 2, exp. 70, f. 17r.
agn, Mercedes, vol. 18, exp. 1003, f. 315r. Otra merced dada a algún principal, en la
190

costa, fue a Diego de Velasco, principal y gobernador del pueblo de Tonameca, la cual
era de ganado menor el 3 de noviembre de 1591. agn, Mercedes, vol. 17, exp. 460, f. 127v.
naron en la ciudad de Antequera por su cabildo como era costumbre, se hace
mención que “uno de ellos fue diego Pacheco ve[ci]no desta ciudad el qual ha
muchos años que se fue della y recide e[n] una estancia de ganado que tiene
e[n] la costa”.191 Esto pudiera parecerse a los nombramientos que al inicio del
periodo colonial hacía el rey, aunque este cargo era el de cacique, pero tam-
bién pudiera reflejar el inicio de méritos para poder constituirse como tal. No
obstante, al estar ausente en esa ciudad, el cargo recayó en Gaspar Vázquez. 149
En esos primeros momentos en la frontera chichimeca, en algunos ca-
sos, se daba el título de cacique y el de capitán de frontera.192 De igual forma

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


en Yucatán se daba el cargo de capitán, aunque al parecer dichos títulos en
poco tiempo perdieron el sentido original, militar, y se colocaron nada más
como una distinción social.193 Consideramos que en el caso de don Diego
Pacheco el cargo no tenía un contenido militar, sino que sólo era de vigía de
la costa. Cabe decir que si bien son advenedizos merecen una atención es-
pecial, sobre todo en Huatulco, pues es desde este punto del cual podremos
regresar al estudio de la institución del cacicazgo para el resto del periodo
colonial. Pues como se advierte: “Si bien la Corona creó caciques nuevos, es
decir, una nobleza desligada de una tradición tlatoani, no por eso deben ser
descalificados, ya que si consideramos al cacicazgo como una institución
colonial debe estudiarse tanto a los caciques de linaje como aquellos en-
cumbrados por sus servicios y méritos.”194

La llegada del ganado a la costa


Los españoles, de forma consciente o no, buscaron mecanismos para despo-
jar a los pueblos indios de las tierras de los antiguos señoríos que ellos consi-
deraron tierras baldías o realengas, o como Hildeberto Martínez nos dice: “la
tierra de nadie”.195 En Huatulco, a consecuencia de la intromisión temprana
191
agn, Indiferente Virreinal (Indiferente de guerra), vol. 6074, exp. 13, f. 1.
192
Fernández de Recas citado en Menegus, op. cit., 2005, p. 21.
193
Ferris citado en Idem.
194
Ibid., p. 38.
195
Hildeberto Martínez, Codiciaban la tierra. El despojo agrario en los señoríos de Te-
camachalco y Quecholac (Puebla, 1520-1650), México, Centro de Investigaciones y Es-
tudios Superiores en Antropología Social/Secretaría de Educación Pública, 1994, p. 75.
Este autor hace referencia a los mecanismos que los españoles idearon para despojar a
los pueblos de indios de las tierras, y cómo los segundos trataron de frenar su codicia,
ya que, antiguamente pertenecieron a los señoríos, pero que al ser vistas improductivas
por los primeros, buscaron hacerse de ellas: “pues, no eran tierra sin dueño. Cada pueblo
o ‘señorío’ reconocía su territorio aunque parte de él lo mantuvieran deshabitado y sin
cultivo alguno. Por eso cuando los españoles empezaron a pedir mercedes en aquellos
parajes, los indios no sólo se opusieron sino que incluso fundaron, de la noche a la ma-
ñana, poblaciones enteras en los campos solicitados por los conquistadores”. Ibid., p. 76.
de la encomienda y la baja demográfica, en lugar de que pudieran fundarse
nuevos asentamientos como mecanismo de contención contra los españoles,
muchos asentamientos originales desaparecieron. Al correr los años los pue-
blos tuvieron que hacer frente a otros extraños (el ganado) que se pasearían
por sus tierras, teniendo que contener la llegada de ungulados (herbívoros
con pezuñas duras), pues la intención de sus dueños era poder acrecentar su
150 patrimonio a costa de la tierra indígena, propiciando un reordenamiento en
el uso de la tierra.196 Sin embargo, las epidemias mermaban a la población
original y con ello desaparecían los asentamientos humanos. Los más afec-
pueblo a la orilla del mar

tados, por otro lado, fueron los señores (caciques), en cuanto fueron despo-
jados de sus propiedades.197 Por ello, fue mucho más fácil hacerse de tierras
y es hasta años después que los naturales buscan defender sus tierras tras las
constantes estancias de ganado que invadieron sus términos.
El otorgamiento de mercedes fue la forma clásica para llevar a cabo esta
ocupación de la tierra. Y con el paso del tiempo, tras una Hacienda Real mer-
mada, fueron apareciendo otras formas de hacerse de la tierra, como las ventas,
y, por último, las composiciones, las cuales con un pago a la Corona se podía
obtener el título de posesión de la tierra que se ocupaba de manera ilegal.198 En
términos generales, en sus inicios, “[L]a merced era la donación graciosa que
hacía el monarca de determinado bien realengo, la tierra en este caso, con
un fin determinado: desde premiar la gestión ejemplar de un vasallo rele-
vante [español o indígena] hasta el pago de un compromiso”.199

196
Laura Machuca, “Haremos Tehuantepec”. Una historia colonial (siglos xvi-xviii), Oa-
xaca, México, Culturas populares-Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Secreta-
ría de Cultura-Gobierno de Oaxaca/Centro de Investigación y Estudios Superiores en
Antropología Social/Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, ac, 2008, p. 62.
197
“Las propiedades de los señores naturales y de los pipiltin [principales] comprendían,
pues, tierras de cultivo, tierras en recuperación o barbecho, tierras de bosque y tierras de
reserva; y era común que las tierras en barbecho, de bosque y de reserva fueran muchas
más que las destinadas a la siembra. Con la conquista todas las tierras no cultivadas
fueron consideradas realengas o baldías y se tomaron de inmediato. En las tierras ocu-
padas por los indios [el pueblo], en cambio, los españoles actuaron con algún recato. Sin
embargo, es conveniente reconsiderar aquí una circunstancia: las tierras pertenecían a
los señores y pipiltin y quienes las trabajaban eran sus macehuales terrazgueros. Debido
a esta íntima relación que existía entre los trabajadores macehuales y la tierra propiedad
de su señor, fue fácil para las autoridades virreinales y colonizadores en general, actuar
sobre una u otra de las fuerzas productivas con el mismo resultado: apropiarse de la
tierra de los señores significaba liberar, en beneficio de los españoles, la mano de obra
macehual; y a la inversa, apoderarse de la fuerza de trabajo macehual implicaba desocu-
par las tierras de los señores que (convertidas desde ese momento en realengas), eran
susceptibles de ser repartidas entre los colonos”. Martínez, op. cit., 1994, p. 74.
198
Mariano Peset y Margarita Menegus, “Rey propietario o Rey soberano”, en Historia
Mexicana, vol. xliii, núm. 4 [172], 1994, p. 583.
199
Solano, op. cit., 1984, p. 16.
Lo anterior nos obliga a detenernos un poco más en el punto central del
problema: salvaguardar la tierra de los pueblos de indios a que iban dirigidas
las pretensiones de los españoles, aun y con las limitantes que pudieran darse
en nuestra zona de estudio al respecto y teniendo en cuenta lo antes referido
en este texto. Si se pemite tomar a consideración como modelo básico de
la tenencia de la tierra indígena, por ejemplo, en el México central obser-
vamos que en el periodo prehispánico se podían distinguir tres tipos: a) 151
aquellas ligadas a personas como individuos (patrimonio de la nobleza),
b) aquellas ligadas a las corporaciones de individuos (calpolli) y c) aquellas

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


ligadas al erario de uso remunerativo.200
Al transformarse los antiguos señoríos en pueblos de indios, y con ellos
la afectación a los bienes de la nobleza, se dio un reconocimiento por parte
del monarca español por mantener las tierras propias de los pueblos, al me-
nos en el papel, pues la realidad siempre fue más compleja. En un inicio el
carácter jurídico de las tierras en América indicaba que no eran propiedad
del monarca a excepción, en la Nueva España, de las tierras de Moctezuma y
aquellas baldías, y él sólo tenía la soberanía sobre el territorio conquistado.
Respetando así la propiedad de los vencidos, sobre todo donde se encontra-
ban sus asentamientos.201 Como ya lo hemos referido, esto condujo a una
mala interpretación de lo que implicaba el antiguo señorío al equipararlo
con la concepción peninsular de asentamientos. No obstante, la cruda reali-
dad fue otra y fue necesario contener los excesos de los españoles que llega-
ban a territorio novohispano y se hacían de la propiedad de los pueblos.202
En 1532 una cédula real fija dicha postura. “Los indios continuarán en
posesión de sus tierras, tanto cultivables como de pastoreo, para que no les
faltase lo que es necesario”.203 Posteriormente, por su fugaz paso por la Nue-
200
Hanns Prem, Milpa y hacienda. Tenencia de la tierra indígena y española en la cuenca
del Alto Atoyac, Puebla, México (1520-1650), México, Centro de Investigaciones y Estu-
dios Superiores en Antropología Social/Gobierno del Estado de Puebla/Fondo de Cul-
tura Económica, 1988, p. 51.
201
Tiempo después fueron dotados de ciertos bienes, llamados de comunidad, con miras
a satisfacer las necesidades públicas. “Felipe ii le imprimió un carácter legal al ordenar
que se procurase la formación de los bienes de comunidad en cada pueblo, y las tasacio-
nes oficiales de tributos de la segunda mitad del siglo xvi determinaron expresamente la
obligación de los indígenas a contribuir al establecimiento de un fondo para beneficio
del común”. Delfina López Sarrelangue, “Las tierras comunales indígenas en la Nueva
España en el siglo xvi”, en Estudios de Historia Novohispana, México, núm. 1, 1966, p.
132-133. Aquí sólo nos limitaremos a las tierras comunales.
202
Peset y Menegus, op. cit., 1994, pp. 590-591.
203
Recopilación de leyes, libro 4, cap. 12, ley 5, citado en William Taylor, Terratenientes y
campesinos en la Oaxaca colonial, México, Instituto Oaxaqueño de las Culturas/Fondo
Estatal para la Cultura y las Artes, 1998, p. 91.
va España, el tercer virrey, el marqués de Falces, declaró que todos los pue-
blos de indios tendrían derecho a fundo legal de 500 varas y los españoles
tendrían que guardar una distancia de 600 varas entre éstos y sus propie-
dades.204 Tiempo después en 1573, se siguió la misma línea pero de manera
más clara, en donde: “los pueblos de indios tenían derecho a un ejido (pas-
tura comunitaria) de una legua, es decir una legua cuadrada o una zona
152 circular con un radio de una legua”.205
En el valle de Oaxaca los indios y sus pueblos perdieron muy pocas tierras.
En el siglo xvi optaban por recurrir al recurso de posesión prehispánica y
pueblo a la orilla del mar

poder contener de manera más efectiva la presencia española en sus tierras.


Esto condujo a que se aprecie de manera más clara la forma en que se diver-
sificó la propiedad indígena. Pues a diferencia del Valle de México, en Oaxaca,
Taylor encontró seis formas de tenencia en la tierra, más claramente defini-
das en el periodo colonial: 1) el fundo legal, o lo que es el territorio propio
del pueblo (500 varas); 2) las tierras comunitarias que eran trabajadas para
sufragar los gastos de fiestas patronales y cualquier menester del pueblo; 3)
los bosques y tierras de pastoreo para el uso de los miembros del pueblo; 4)
las tierras del barrio comunitarias que se repartían a familias o individuos
pertenecientes al mismo; 5) las tierras que pertenecían al pueblo que eran
asignadas a aquellos que no la poseían (terrazgo) y 6) terrenos privados.206
Otro ejemplo en el que se aprecia una posición distinta de la tradicio-
nal forma de ver a los españoles en busca de tierra es lo que sucedió en la
Sierra Norte de Oaxaca, que al sufrir un gran declive demográfico contenía
la invasión, compra o solicitud de mercedes. “La reacción de los españoles
ante la disminución de la población indígena no fue adquirir tierras, como
sucedía comúnmente, sino intensificar las actividades comerciales con los
sobrevivientes, tratar de conseguir derechos sobre las minas, o simplemente
abandonar la jurisdicción para buscar fortuna en otra parte”.207
En Tehuantepec la situación fue otra. Hernán Cortés inició la introducción
de ganado porcino en 1526, cambiando en la siguiente década a todo tipo de
ganado. Le siguieron los dominicos; al mismo tiempo que particulares. “En el
siglo xvi de transformaciones y cambios rápidos, la primera innovación en
el espacio regional fue la introducción de ganado mayor y menor, quizá una

204
Ibid. p. 92 y Peset y Menegus, op. cit., 1994, p. 578-579.
205
Martínez Báez, citado en Taylor, op. cit., 1998, p. 91.
206
Ibid., pp. 92-98.
207
Chance, op. cit., 1998, p. 145.
de las empresas más rentables y duraderas, en la cual participaron españoles
e indios”.208 Un incremento de la actividad ganadera en el Istmo se dio para la
década de 1580. La forma en que los distintos grupos indígenas de la región
(zapotecas, huaves y zoques) trataron de sortear los avatares de la introducción
de ganado en sus respectivos nichos fue variada. Los más afectados fueron los
zoques, en sus tierras se instalaron las principales haciendas dominicas y mar-
quesanas. Los zapotecas aprovecharon de mejor forma la introducción de ga- 153
nado, sobre todo los caciques. Por último, los huaves de igual forma pudieron
resistir gracias a las condiciones de las tierras en que se asentaban, sin embar-

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


go, ellos aprovecharon de igual manera la presencia del ganado convirtiéndose
en criadores.209 De este modo, Laura Machuca concluye que en Tehuantepec:

Como hemos visto, sólo la actividad ganadera generó verdaderas ganancias


a los marqueses del Valle. Los indígenas tampoco permanecieron ajenos a la
irrupción ganadera y en lugar de aislarse, supieron adaptarse al nuevo mode-
lo económico que ofrecían los españoles, participando ellos mismos de él.210

En Huatulco, después de 1540, al salir el sol, conforme iba iluminando la


tierra, en ella se podía ver a aquellos indígenas que tenían que ir a labrar las
sementeras, como si fueran una extensión de la misma tierra; la cual los acom-
pañaba en su arduo trabajo hasta que el mismo astro llegaba al ocaso. Estos
indígenas veían cómo esa tierra que les servía para su sustento, y para pagar el
tributo español, iba reduciéndose. Los pueblos eran rodeados por la tierra que
tenían que cultivar; pero esa tierra iba siendo cercada por animales de pasto-
reo en donde los españoles solicitaban a sus autoridades terreno para poder
alojarlos. Al parecer podríamos decir que el auge del puerto favoreció su llega-
da con miras de tener una salida a otros mercados. Para sorpresa de estos indí-
genas, el ganado se reproducía mucho más rápido que ellos, atentando contra
este espacio vital de la tierra agrícola, ya que sin control alguno, estos animales
invadían y destruían su tierra llegando, en muchos casos, hasta el pueblo mis-
mo, y si bien no eran muchas las estancias sí pocas las tierras cultivables.
En el capítulo uno hemos manifestado la condición de la tierra en Huatul-
co, siendo una región con una topografía accidentada, principalmente en el
área nahua, lo que podría considerarse una particularidad de la región. De

208
Machuca, op. cit., 2008, p. 55.
209
Ibid., pp. 62-63.
210
Ibid., p. 65.
los siete grupos de suelo sólo tres son idóneos para la actividad agrícola. Así,
80% de la superficie no es cultivable. De esta forma, en Huatulco se puede
pensar, más que en valores cuantitativos en relación con las estancias de
ganado, en valores cualitativos y de ahí su impacto en los pueblos de indios.
La tierra que los españoles obtenían y las formas de ocuparla eran muy
dispersas y fomentaban que el ganado creciera de manera importante, si no
154 es que desmesuradamente. Dentro de su idiosincrasia, los españoles tenían
la mala costumbre de permitir que el ganado pastoreara en tierras ajenas
antes de la siembra y después de la cosecha (vida estacional), hecho que
pueblo a la orilla del mar

afectaba a las tierras de los indígenas, quienes tendrían que ir buscando la


forma de revertir esta situación, ya que podría tener la misma consecuencia
que las epidemias ante el pueblo.211
El virrey Mendoza trató de evitar estos agravios para con los naturales, y
si era necesario el ganadero español tendría que pagar los daños que causa-
ra su ganado por sus desmanes. Pero esto no funcionó, ya que ambas partes
no llegaban a ningún acuerdo y podían suscitarse pleitos de nunca acabar.
Por ello, la situación de los indígenas era que se le daba “un respeto teóri-
co hacia sus propiedades y tierras, como legítimamente adquiridas, junto a
unas usurpaciones y compras abusivas por parte de los españoles.”212
Estas circunstancias llevaron a que el virrey Mendoza reconociera y otor-
gara sitios de estancia para ganado mayor y menor (1,756 ha y 780 ha, respec-
tivamente) en nombre del rey, pues anteriormente las tierras donde los gana-
deros tenían a sus animales debían contar con el permiso del cabildo español
en los lugares específicos; siempre bajo la fórmula de no hacer perjuicios a
terceros, en el entendido de que buscaban lugares en donde pudieran pastar
los animales, y por lo regular eran aquellas tierras fértiles de los pueblos de
indios.213 En ambos casos la tierra dada no era de su propiedad, sólo podían
recibir el usufructo del ganado que ahí tuvieran. Sin embargo, al llegar casi
al final del siglo xvi eran tantos los sitios de estancia de ganado que ya
no era tan redituable y muchos, los más pobres, vendieron sus mercedes a
los más ricos quienes acapararon las estancias y a la larga, tras empezar a

211
Francois Chevalier, La formación de los latifundios en México, México, Fondo de Cul-
tura Económica, 1982, p. 119.
212
Peset y Menegus, op. cit., 1994, p. 581.
213
“Casi con independencia de la Corona, las autoridades locales, y más tarde los virre-
yes, se vieron poco a poco obligados a reconocer una noción de pasto común mucho
más flexible, que, en realidad, iba a preparar la repartición del suelo entre los criadores
de ganado”. Chevalier, op. cit., 1982, p. 121.
sembrar en ellas, fueron logrando el reconocimiento de la propiedad de sus
tierras con pagos módicos a la Corona.
La defensa de estas tierras, por parte de los naturales, está relacionada con
la falta de mecanismos jurídicos apropiados por parte de las autoridades es-
pañolas ante sus iguales; quienes en muchas ocasiones ocupaban tierras muy
cerca de los sitios de estancias de ganado que sí les eran reconocidas por
merced real (aun cuando éstas afectaran las tierras de los pueblos de indios), 155
donde según ellos eran tierras baldías o permitían que el ganado anduviera
libre, sin permiso de nadie. Estas invasiones afectaron la dinámica socioeco-

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


nómica de los pueblos de indios. Al existir una baja en la población natural
y por ello dificultades para pagar el tributo, lo cultivado en ocasiones no
alcanzaba para el pago de dicho tributo. Por ello, a la par que se daban las
mercedes de sitios de estancia, cuando los naturales veían afectadas sus se-
menteras recurrían a los amparos ante las autoridades virreinales.214
Existen varios ejemplos de estos casos en Huatulco que nos permiten ilus-
trar las formas en que los indígenas recurrían a los recursos legales, en de-
fensa de las tierras de sus pueblos de las cuales obtenían su sustento. De igual
manera, esta situación no era privativa de los pueblos, también los españoles
fueron víctimas de sus paisanos que en algunas ocasiones trataron de hacer-
se de tierra que ya tenía dueño, o en sentido inverso, buscaron remediar las
quejas de los naturales para privarles de esa tierra. Las primeras referencias al
respecto se dan en 1542 y el problema siguió durante todo el siglo xvi.
Esta circunstancia, sin embargo, se dio por factores externos propios de
la dinámica del virreinato. Anterior a esta fecha en el Valle de México y sus
alrededores ya existía una sobrepoblación del ganado y las afectaciones a
los pueblos no se hacían esperar, incluyendo los bajos precios de la carne. El
virrey Mendoza, casi contra su propia filosofía, trató de trasladar el ganado
de la zona a lugares más despejados, menos habitados. “Como una marejada
cada vez más poderosa, a partir de 1542 o 1545 grandes olas de ganado inva-
dieron los llanos del norte o las partes menos montañosas de las tierras ca-
lientes, a lo largo de la costa”.215 De esta forma, las primeras mercedes dadas
en estos nuevos lugares tendían nada más a ratificar una ocupación previa.

214
Estancia, en una acepción básica designa el punto en que al fin se detienen el hombre
y el rebaño nómada. “La fortuna de la palabra estancia implica el nacimiento de ciertos
derechos sobre los lugares designados por ella. Al principio su sentido no siempre es
preciso, pero muy pronto, empleada sola, denota un sitio destinado al ganado”. Chevalier,
ibid., 1982, pp. 121-122.
215
Ibid., p. 128.
El 5 de junio de 1542, el virrey Mendoza le otorgó el título de una mer-
ced a Pedro de Malta, tras argumentar que durante tres años, más o menos,
tenía posesión de unas estancias en términos de Mazatán y Tequisistlán.
Puesto que “el se teme / que algunas personas se la quieren quitar dysiendo
estar [en] perju[ic]yo e por no tener tytulo le hiziese m[erce]d”. Tras soli-
citar que se hicieran las averiguaciones pertinentes a cargo del corregidor,
156 Cristóbal de Chávez, para validar que no estuviera en perjuicio de indígenas
o otras personas, se le dio dicha estancia.216 No obstante cabe mencionar
que es en estos años cuando se inicia una ratificación de la posesión que ya
pueblo a la orilla del mar

se tenía, en nombre de su majestad.217


En la primavera de 1550, el 18 de abril, el pueblo de Huatulco prácti-
camente se encontró cercado por tres estancias de ganado, pertenecientes
a Juan Gallegos, Alonso Ruiz y Diego Guinea, todos vecinos de la ciudad
de Antequera. Esto llevó a que los naturales se quejaran ante el gobierno
virreinal, y el virrey Mendoza mandó a Luis de León Romano, juez de comi-
sión en la provincia de Oaxaca, para que llevaran a cabo las averiguaciones
pertinentes, puesto que:

[…] que por p[ar]te de los yndios caÇiques e prinÇipales e naturales del
pueblo de guatulco e sus subjetos me fue fecha rr[elaci]on que de un año
y medio a esta p[ar]te y de menos tiempo en los terminos del d[ic]ho pue-
blo, an asentado tres estanÇias de ganado mayores una Juan gallego otra un
alonso Ruiz y otra diego de Guinea que les fue dicho pero que no vieron
el sytio y en ello fueron engañados y no se les dio a entender porque si lo
vieran y se les diera a entender lo contradixeran […] por estar muy junto a
las labranzas y sementeras.218

Para el 6 de diciembre de 1550 el recién llegado virrey Luis de Velasco


aún seguía teniendo referencia de estos problemas, y nuevamente solicita
las averiguaciones a Luis de León:

[…] q[ue] por parte de los yndios del pu[ebl]o de guatulco me a sido f[ec]
ha rrelacion que entre sus casas labransas y sementeras de poco tienpo a esta
p[ar]te se an asentado dos o tres estancias de ganado mayor y q[ue] allende
216
agn, Mercedes, vol. 1, exp. 130, f. 65r.
217
Chevalier, op. cit., 1982, p. 131.
218
agn, Mercedes, vol. 3, exp. 43, fs. 20r-20v.
destar en superjuyzio los aveys compelido q[ue] contra su voluntad hagan
casas y corrales en la d[ic]ha estancia de lo qu[a]l a si rresebido e rresiben
agravio […] y si no rremedia disq[u]e los naturales del pu[ebl]o se yran y
por q[ue] no es justo q[ue] las d[ic]has estancias están en su perjuyzio.219

Y de ser en favor de los naturales se tendrán que quitar dichas estancias,


sin que haya ninguna querella por ello. Curiosamente tanto Gallego como 157
Ruiz tenían en encomienda pueblos vecinos a Huatulco, Lapaguía y Ocelo-
tepec, respectivamente. Guinea, por otra parte, fue criado de Cortés y des-

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


pués del segundo marqués (Martín Cortés), lo que le ayudó a consolidar sus
mercedes y hacerse de pequeños latifundios en varias partes de Oaxaca.220
Un ejemplo del poder de Guinea es que para el 23 de abril de 1551, se
le conceden otras dos estancias de ganado mayor. La primera en términos
de Huatulco, en un lugar llamado Cuscatlán, donde se le autorizó hasta 400
novillos y 200 potros, además de una guarda de cuatro negros a caballo. La
segunda se le otorgó en términos de Pochutla en el lugar llamado Apango,
la cual se encontraba a legua y media de alguna de las otras dos, y se le per-
mitió hasta 3,000 cabezas de vacas y yeguas con una guarda de seis negros
a caballo y un español.221
Por otro lado, el que era encomendero del pueblo de Huatulco, Bernar-
dino López, fue otro personaje que pudo sacar provecho de su situación dé-
cadas después. Avecindado en la ciudad de Antequera, Bernardino quizás al
ver que la encomienda ya no era muy redituable y con la seguridad de que
al tener un pequeño coto de poder en la costa, con los indios, era más pro-
bable que no existieran perjuicios, primero, para 1575 solicitó una merced
para un sitio de ganado mayor, en el camino que llevaba a Huamelula a una
distancia aproximada de tres leguas del pueblo de Suchitepec (véase mapa
15, cfr. mapa 14).
Unos años después, el 10 de octubre de 1582, acrecentó su patrimonio.
Sin embargo, a diferencia de la primera y de sus paisanos que solicitaban la
merced del rey para hacerse de una estancia para ganado, en esta ocasión

219
agn, Mercedes, vol. 3, exp. f. 238v-239r.
220
Gerhard, op. cit., 1992, p. 561. Alonso Ruiz era un poblador de la Nueva España y se
le reasignó la encomienda de Ocelotepec tras el asesinato de su primer poseedor, Martín
Rieros [Riberos] a manos de los indígenas. Véase Himmerich y Valencia, op. cit., 1996,
p. 229.
221
Ibid., p. 563.
Bernardino la compró, por lo que al parecer no le iba nada mal. Curiosa-
mente esta estancia se encontraba en Apango, pero en ese momento perte-
necía a los herederos de Francisco Hernández; que no sabemos si guardó
alguna relación con Guinea. En este sentido, la merced iba dirigida a que le
permitieran poblar dicha estancia, ya que:

158 …el conpro del convento de santo domingo de d[ic]ha ciudad quinien-
tas bacas cimarronas que tiene en la provincia de teguantepeque y nexapa
donde ansimismo tiene el mill y dos zientas bacas que le pertenecen de los
pueblo a la orilla del mar

diezmos que conpro de los años pasados de ochenta y ochenta y uno y que
con las unas y las otras pretende poblar un sitio de estancia (por lo que)
le mandase dar y diese li[cenci]a con declaracion de que ninguna just[ici]
a se lo ynpida ni le pidan ni lleve costas ni pasaje y por mi visto atento a lo
suso d[ic]ho por la pre[sen]te doy li[cenci]a a el d[ic]ho bernardino lopes
para que libremente pueda sacar de la d[ic]ha provincia de teguantepeque
y nexapa las d[ic]has bacas con que la sacase a en los meses de di[ciembr]
e de [e]ste presente año de ochenta y dos henero y febrero de ochenta y
tres y no antes ni despues y con que muestre bastante rrecaudo de como le
pertenecen por conpra poder de la persona de cuyo yerro y señal fueren.222

Los dos ejemplos previos, el de Guinea y Bernardino López, nos dan


cuenta de la forma como ciertos personajes, por sus particularidades, podían
tener mejores resultados en momentos específicos de su vida para hacerse
de un gran patrimonio a costa de los indios y con una alta dosis de benevo-
lencia de las autoridades. No obstante los menos afortunados, eran los otros
españoles, cuyas transgresiones se hacían ver de manera más explícita y el
gobierno virreinal no era tan contemplativo con ellos, al menos en el papel.
Por ejemplo, el 9 de octubre de 1582, el virrey Lorenzo Suárez de Men-
doza decía que los naturales del pueblo de Tonameca le habían hecho rela-
ción que en los términos de su pueblo se dio una merced de un sitio para
yeguas a Álvaro de Lemos, vecino de Antequera, la cual estaba en su per-
juicio. Esto obedecía a que el alcalde mayor del puerto, Gaspar de Vargas,
al realizar las diligencias pertinentes no les admitió la contradicción que
de dicha merced hacían, por lo cual solicitaban que se suprimiera, pues el
alcalde mayor decía que no existía perjuicio alguno y daba por buena la

222
agn, Indios, vol. 2, exp. 71, fs. 17r-17v.
solicitud. Lo anterior nos lleva a apreciar cómo la autoridad, preocupada
por estas ocupaciones ilegales (que fomentaron sus propios funcionarios),
atentaba contra los pueblos de indios. En algunos casos tratar de frenar esta
situación se dificultaba debido a los intereses y mutualidades que se podían
dar entre españoles. No obstante, como fuere el caso, estas situaciones te-
nían que ser resueltas por el alcalde mayor:
159
[…] os mando que a toda la pres[en]te del d[ic]ho Alvaro de Lemos hagais
averiguacion del perjuicio que los dichos naturales de tonameca dicen rre-

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


cibia de la d[ic]ha estancia y visto y entendido del danio que della les podra
rresultar y la cercanía que ay a sus casas y sementeras me ynformareis en
particular de todo y enviaras ante mi las d[ic]has averiguaiconess con vu[es]
tro parescer jurado sobre si se podra continuar la d[ic]ha merced o si se
debe suspender.223

Otro ejemplo, en ese mismo año, sucede el 10 de octubre, cuando nue-


vamente el virrey Suárez de Mendoza pidió al alcalde mayor del puerto que
resolviera el conflicto que se daba por los daños en las sementeras del pueblo
de Huatulco, que en voz de su gobernador y naturales le han hecho relación
de su pesar por los daños ocasionados por el ganado que metió Simón de
Miranda, beneficiado del partido de Pochutla. Por ello, se pidió al alcalde
mayor, que el beneficiado (que pareciera estar más preocupado por sus ne-
gocios que por el bienestar espiritual de los indios) presentara sus títulos o
merced donde se marcaran los límites de su estancia. De lo contrario debe-
ría dejar la tierra en buen estado, para que no se permitiera que se siguiera
afectando a los naturales. Dado que:

… e[n] las tierras que les pertenecen e[n] la parte del teletulco donde ay
yndios morados y asentados a los quales y a ellos a echo y haze con mayor
daño en sus sementeras y aprovechamientos frequentemente las destruye y
que si no se rremedia con vrevedad sera escusado e no fielarlas por que seles
pierde el grano y fruto ynportante a su sustento y el trabajo que en esto pa-
decen en lo grande y continuo y me pidieron que atento que de ocuparseles
como estan ocupadas las d[ic]has tierras con los d[ic]hos ganados cassas y
corrales rreciven notable agravio y molestia […]224
223
agn, Indios, vol. 2, exp. 69, f. 16v.
224
agn, Indios, vol. 2, exp. 70, f. 17v.
Todos los problemas de este tipo, de ocupación de tierra baldía o ilegal, fue-
ron una preocupación para el rey Felipe ii, pues estas prácticas iban en aumento
y en perjuicio de las arcas reales, situación que en muchos casos se debió a la
negligencia del gobierno virreinal, desde virreyes, pasando por la Audiencia y
hasta los alcaldes y corregidores. Por ello, el rey Felipe ii trata de poner solución
a este problema. Para el año 1591 las reales cédulas de composición serán un
160 intento por regular la propiedad en la América española, lo cual afectó a espa-
ñoles e indígenas. “En ellas se ordenaron examinar las posesiones de españoles
y los títulos que los amparaban. En el caso de no poseerlos debían componer
pueblo a la orilla del mar

las tierras que tenían en demasía, mediante un pago a la Real Hacienda,


para que el rey expidiera un título que legitimara sus heredades”.225 Esto
afectó a algunos españoles en detrimetro de otros, pero también permitió
a algunos que se regularizara su propiedad; por lo cual es interesante ver
como en ese año se dio un aumento en las mercedes de estancias para gana-
do en la región de Huatulco.
Evidentemente, esta regularización de la propiedad de la tierra de los
españoles afectó en gran medida a los indígenas. Estas cédulas no estipu-
laban que se procediera de igual manera ante las tierras de los naturales,
“porque [Felipe ii] reconocía en principio el derecho de los naturales a sus
tierras como un derecho inmemorial y legítimo, estas cédulas redefinieron
de diversas maneras la propiedad en América y particularmente la propie-
dad indígena”.226 Debido a esos cambios los indígenas buscaron mecanis-
mos, dentro de la misma dinámica española, para defender sus tierras de la
ocupación hispana ilegal. De tal suerte “que las comunidades de indios por
voluntad propia, compusieran masivamente en los siglos xvii y xviii sus
tierras y, por otra parte, dieron origen a los llamados títulos primordiales de
los pueblos”.227 Así se fue dando un tránsito en las solicitudes de tierra, ya
sea para ganado o labranza, a finales del siglo xvi y principios del xvii. Por
ejemplo tenemos que:

La concesión de una merced tenía lugar gratis por principio en la mayor


parte del siglo xvi, en memoria de su finalidad original, el agradecimiento
y reconocimiento de parte de la Corona. Sin embargo, a principios del siglo
225
Margarita Menegus, “Los títulos primordiales de los pueblos de indios”, en, Estudis,
núm. 20, 1994, p. 207.
226
Idem.
227
Ibid., p. 208.
xvii ya se incluía en la merced una composición (composición individual)
y la concesión de la merced se ligó al pago de una cuarta parte del precio
estimado a la Caja Real. En la segunda mitad del siglo xvii apareció una
variable en lugar de esta regulación fija según la cual la cantidad a pagar se
negociaba entre el solicitante y el fiscal.228

En el cuadro 10 se aprecia la distribución de las estancias en la costa en 161


el siglo xvi, es claro cómo en 1591 se incrementa notablemente el número
e incluso, como ya lo mencionamos, los pueblos pueden acceder a las mer-

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


cedes haciendo de esta forma más fuerte sus bienes de comunidad. En ese
año el pueblo de Pochutla tenía un mandamiento acordado para que fuera
validado por el alcalde mayor del puerto. Este mecanismo ya representaba
cierta posesión de la tierra y, en teoría, al presentarse el alcalde para realizar
las diligencias y mostrarlo se cerraba la investigación, en este caso en cuatro
meses.229 No obstante, para que se reconociera legalmente la posesión, con
base en una merced podrían tardar años, al parecer en este caso poco más
de dos.230
De este modo, en Pochutla transcurren unos años y para el 20 de octu-
bre de 1593 se le concede a su república la posesión de una estancia para
ganado menor. Las diligencias de posesión fueron realizadas por Alonso
de la Carrera, teniente del alcalde mayor de Huatulco, y como en todos los
casos, se les hace saber a españoles e indígenas, cuáles son las restricciones
y condiciones debidas para el otorgamiento de la merced (con excepción de
poder venderla), por lo que el virrey dice:

… hago merced a los naturales del pueblo de pochutla de un sitio de estan-


cia de ganado menor para propios de su comunidad en terminos del dicho
pueblo en una llanada entre dos aroyos de agua que por el ban y se nombran
acucheq que sera una legua del dicho pueblo poco mas o menos […] las
cual les hago con cargo y condiÇion que dentro de un año primeros siguien-
te pueblen el dicho sitio de estancia con dos milcabeÇas del dicho ganado
menor y agora ni en ningun tienpo no lo puedan bender trocar ni enagenar
a ninguna persona […] dicho y guardando las ordenanÇas que estan echas

228
Prem, op. cit., 1988, p. 122.
229
Prem, op. cit., 1988, p. 121.
230
agn, Mercedes, vol. 1, exp. 266, f. 72v.
cerca de la distanÇia que a de aber de un sitio a otro que al de ganado mayor
tres mil pasos de marca de a cinco terÇias cada uno y dos mil al de menor.231

Claro, quien podía salir más beneficiado de estas composiciones eran


algunos españoles. Francisco Carvajal, puede servirnos de ejemplo, en la
primera mitad de la década de 1590 contaba con dos estancias de ganado
162 mayor y un sitio para pesquería.
A Carvajal, avecinado en la ciudad de Antequera, para el 13 de noviem-
bre de 1591 se le otorgaron dos mercedes de sitio para estancias de ganado
pueblo a la orilla del mar

mayor en términos del pueblo de Huatulco, siendo Bernardino de Santoyo,


alcalde mayor, el encargado de las diligencias. La primera fue para yeguas y
se encontraba a una distancia de una legua del pueblo, en un lugar despo-
blado junto a un arroyo que llamaban Guaipila. Tenía un año para poblar
el sitio con 500 cabezas de dicho ganado y la prohibición para no poder
venderla en cuatro años.232 La segunda se encontraba en un cerrillo peque-
ño que llamaban Malatepec, que daba al camino real que iba a la ciudad de
Antequera, teniendo un año para poblarla con 500 cabezas de ganado.233
Por último, Carvajal cerró sus posesiones en la costa con una merced de un
sitio para una pesquería, la cual ya tenía en mandamiento acordado. Ésta se
encontraba a un lado del puerto de Huatulco “en el lado y parte que llaman
sacrifico y tangolontlan y serca de una estancia de ganado mayor que alli
tiene”.234
Una reconstrucción de cómo afectó y fraccionó el territorio de los pue-
blos de indios las mercedes de ganado nos la presenta Sara de León, quien,
para el área chontal, nos muestra una reconstrucción de la ubicación de
éstas. (Véase mapa 14).
Lo anterior refleja la forma cómo los pueblos de indios fueron afectados
por la introducción de animales del Viejo Mundo (ganado). Para el caso de
Huatulco se ve una complicación mayor para realizar dicha reconstrucción,
pues como ya hemos manifestado, aún no se tiene la ubicación exacta de
cada pueblo; si es que se pudiera rastrear en el tiempo con las nuevas herra-
mientas que han surgido para la arqueología esperamos en un futuro poder
realizar dicha reconstrucción.

231
agn, Mercedes, vol. 18, exp. 876, fs. 274r-274v.
232
agn, Mercedes, vol. 18, exp. 205, f. 61v.
233
agn, Mercedes, vol. 17, exp. 461, f. 127.v.
234
agn, Mercedes, vol. 18, exp. 1002, f. 314v.
Cuadro 10: Estancias en la provincia de Huatulco, siglo xvi.
Año Nombre Vecino Pueblo Estancia Fuente
Pedro de Mazatlán y agn, Mercedes, vol. 1
1542 México gm
Malta Tequezistlan exp. 130, f. 65r.
Juan En términos de agn , Mercedes, vol. 3,
1550 Antequera gm
Gallego Huatulco exp. 43, fs. 20r-20v.
Alonso En términos de agn , Mercedes, vol. 3,
1550 Antequera gm
Ruiz Huatulco exp. 43, fs. 20r-20v.
163
Diego de En términos de agn , Mercedes, vol. 3,
1550 Antequera gm
Guinea Huatulco exp. 43, fs. 20r-20v.
En términos de
Diego de Huatulco, en un Gerhard., Síntesis… op.

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


1551 Antequera gm
Guinea lugar llamado cit.
Cuscatlan
En términos de Po-
Diego de Gerhard, Síntesis… op.
1551 Antequera chutla, en un lugar gm
Guinea cit.
llamado Apango
En términos
de Pochutla y
Juan
Tinameca, en un agn , Mercedes, vol. 5,
1560 Gallego Antequera gm
lugar llamado fs. 84r-84v.
(viejo)
Chacalapa y
Nancinapa
En términos
de Pochutla y
Tristan Tonameca, en un agn , Mercedes, vol. 5,
1560 Antequera gm
Arellano lugar llamado f. 84v.
Chacalapa y
Nancinapa
Camino a
Huamelula, cerca
Bernardino del río Metlatengo,
1575 Antequera gm agn , Mapoteca
López a tres leguas
del pueblo de
Suchitepec
Juan Esteba En términos de agn , Tierras, vol. 2679,
1579 Antequera gm
Colmenera Astata exp. 14.
En los términos
Miguel de los pueblos de agn , Tierras, vol. 2687,
1579 México gm
Jerónimo Cozahutepec y exp. 27.
Colotepec
En términos de
Bernardino Pochutla, en un agn , Indios, vol. 2, exp.
1582 Antequera gm
López lugar llamado 71, fs. 17zr-17v.
Apango
Álvaro de En términos de agn , Indios, vol. 2, exp.
1582 Antequera gm
Lemos Tonameca 69, f. 16v.
Simón de En términos de agn , Indios, vol. 2, exp.
1582 Beneficiado gm
Miranda Huatulco 70, f. 17r-17v.
Continuación cuadro 10.

Año Nombre Vecino Pueblo Estancia Fuente


Francisco En términos de agn , Mercedes, vol.
1583 gm
Escobar Tonameca 11, f. 216v-217r.
En términos de
Martín de Huatulco, en un agn , Mercedes, vol.
1583 México 2 gm
Pedroza lugar llamado 11, f. 302r.
Tenexapa
164 En términos de
Villa Alta
Benito Tonameca, en un agn , Mercedes, vol.
1583 de San gm
López lugar llamado 12, f. 21v-22r.
Ildefonso
Tenaguatle
pueblo a la orilla del mar

gm en términos de
Astata, en el lugar
Pedro
llamado Malpaso agn , Tierras, vol.
1589 Ramírez gm y p
y P en términos 2676, exp. 5.
de Aguilar
de Huamelula y
Pijutla
Juan En términos de
agn , Mercedes, vol.
1590 Ramírez Huatulco, en San 2 gm
15, fs. 242r-242v, 285v.
de Aguilar Miguel
En términos del
Diego Villa de pueblo Astata, en agn , Mercedes, vol.
1590 gm
Navarro Nexapa un arroyo llamado 15, f. 285v.
Quaco
En términos de
Francisco
Huatulco, en un agn , Mercedes, vol. 18,
1591 de Antequera gm
lugar llamado exp. 205, fs. 61v-62r.
Carvajal
Guipila
En términos de
Francisco
Huatulco, en un agn , Mercedes, vol. 17,
1591 de Antequera gm
lugar llamado exp. 461, fs. 127v-128r.
Carvajal
Mactepec
En términos de
Lucas Pochutla, en un agn , Mercedes, vol.
1591 Antequera gm
Holgado lugar llamado 18, exp. 140, f. 44r.
Ayotepec
Luisa En términos de agn , Mercedes, vol.
1591 gm
Avendaño Pochutla 18, exp. 143, fs. 45r-45v.
Indio
Diego En términos de agn , Mercedes, vol. 17,
1591 principal y gm
Velasco Tonameca exp. 460, fs. 127r-127v.
gobernador
En términos de
Gabriel agn , Mercedes, vol.
Astata, en un
1591 Mejía Antequera gm 17, exp. 536, f.147v-
arroyo llamado
(Bachiller) 148v.
Quaco
En términos de
Pedro
Mazatán, en un agn , Mercedes, vol.
1592 Vásquez Antequera gm
vallecillo que 19, exp. 88, fs. 47v-48r.
Tamayo
llaman Dabanba
Continuación cuadro 10.
Año Nombre Vecino Pueblo Estancia Fuente
En términos
agn ,
de Astata, gm
Francisco Mercedes,
en el Cerro gm y
1592 Maraves de vol. 18,
Gordo; Ct en dos Ct
Ayala exp. 588, fs.
Ciénaga de
160v-161r.
los Pastos
agn , 165
Pochutla,
Mercedes,
Pueblo de Propios de en un lugar
1593 Gm vol. 18,
Pochutla Comunidad llamado
exp. 876, fs.
Asucheq

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


274r-274v.
Diego agn ,
Pacheco Indio En términos Mercedes,
1594 Gm
(indio natural principal de Huatulco vol. 18, exp.
y principal) 1003, f. 315r.
Junto al
agn ,
puerto de
Mercedes,
Francisco Huatulco,
1594 Antequera Pa vol. 18, exp.
Carvajal entre
1002, fs.
Sacrificios y
314v-315r.
Tangolotlan
Fuente: Elaboración propia a partir del agn y Gerhard, op. cit., 1992. gm= ganado ma-
yor; gm= ganado menor; p= potrero; ct= caballería de tierra; pa= pesquería.

Enseguida presentamos algunas láminas o planos de la época, de las cua-


les se servían las autoridades para dar las mercedes; no se presentan como
un sustituto de la reconstrucción que se tendría que realizar en un mapa ac-
tual para que el lector pudiera constatar los cambios en el terreno. Algunos
de estos mapas son de la misma zona chontal y bien pudieran confrontarse
con el primer mapa en donde sí es posible visualizar el terreno real que
era representado. De manera adicional, que esta presentación sirva de paso
para acercarnos a la representación que los españoles tenían del espacio
novohispano (véase mapas 15-18).
El mapa 18 muestra la representación de la diligencia practicada para un
sitio de estancia para ganado mayor solicitado en 1579, en términos del pueblo
de Cozahutepec, que solicitó Miguel Gerónimo, vecino de la Ciudad de Mé-
xico.235 Un año después, el 16 de noviembre se presentó ante Cristóbal de
Salas, corregidor de Río Hondo, Alonso de Loaiza en nombre y con poder
de Gerónimo, mediante un mandamiento acordado, en el que solicitaba que

235
Lo que sigue proviene de agn, Tierras, vol. 2687, exp. 27, 12 fs.
se reconociera un sitio de estancia para ganado mayor que se había pedido en
los términos de Cozahutepec. Para lo cual días antes, el 25 de octubre, el corre-
gidor ya había dado instrucciones y dispuesto de sus de ayudantes: el escriba-
no y un intérprete. Este último fue Pedro Fernández, mulato que entendía
la lengua zapoteca, que es la que se hablaba en los pueblos.
Para el día 16 de noviembre de ese año todos ellos se presentaron en el pueblo
166 de Cozahutepec para realizar la notificación pertinente al pueblo. Estando ahí
presentes hicieron saber que Gerónimo había solicitado una merced para una
estancia en términos del pueblo; así lo hicieron, después de misa, ante don
pueblo a la orilla del mar

Juan (gobernador), los principales Francisco González, Domingo de Rojas,


Diego de Mendoza, Juan de Loaiza, Matheo Sánchez, Sebastián García y Mar-
tín de Rojas, así como los demás naturales. Esto para evitar cualquier daño a
su pueblo, a lo que ellos responderían después de verificar ningún daño. Al
día siguiente desde un cerrillo Loaiza señalaba el lugar referido, el cual se
encontraba a media distancia de la merced de Cristóbal Holgado, estando a
cuatro leguas de distancia del pueblo, eran tierras vastas, llanas y de buenos
pastos; en el lugar llamado San Miguel (antes Xintlan). Después de corrobo-
rar, con ayuda del intérprete, no hubo queja alguna, diciendo los naturales
que no les hacía perjuicio a ellos ni a alguna otra persona; que eran tierras
baldías y yermas en términos del pueblo de Colotepec.
Esto llevó a que se realizará la misma operación en Colotepec, llegando ahí
el domingo 20 de noviembre de ese año. A lo cual los indígenas respondieron
que las tierras solicitadas quedaban a una distancia de más de cinco leguas del
pueblo, y que por haberse a menos los naturales, al haber muerto, eran más
tierras de las que necesitaban, y no había sementeras ni heredades comarca-
nas en ellas. Por lo cual los naturales daban el visto bueno para conceder la
estancia sin perjuicio alguno. Acto seguido el escribano notificó a Cristóbal
Holgado, vecino de estancia, el cual no tenía perjuicio en que se le conce-
diera al solicitante, siempre y cuando se respetara las distancias dictadas en
las ordenanzas.
Enseguida se realizó el recaudo de la información de partes, con los tes-
tigos de Loaiza: Francisco de Rocha (español), Alonso Rodríguez (vaquero),
Juan Pérez (indio principal de Colotepec), Gaspar Hernández (alguacil de
Colotepec) y Mateo López (indio principal de Colotepec), a lo cual no hubo
nada que objetar. Dicha información se confrontaría con los testigos del co-
rregidor: Mateo de Monjaras (vecino de Oaxaca y antiguo encomendero),
Domingo de Rosas (indio principal de Cozahutepec); Martín de Rojas (in-
dio natural de Cozahutepec) y Diego Arias de Salazar (corregidor pasado).
Lo cual concluyó en que las tierras eran fértiles, baldías y que por su topo-
grafía dificultaba que el ganado pudiera llegar a los pueblos y hacerles daño.
Sin duda, estos eran procesos muy complicados, pero fáciles de llevar a cabo,
sin embargo, estas diligencias permiten captar la forma en que el gobierno
virreinal buscó impedir los daños que los naturales recibían en aquellos
primeros años en que los animales iban llegando a la costa y que para estos mo- 167
mentos ya era clara su presencia y, por qué no, su permanencia. Algunas otras
diligencias quizá se hayan perdido, pero con estos mapas podemos apreciar,

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


de igual forma, algunas de ellas; por ejemplo, el sitio de Gaspar de Vargas,
alcalde mayor del puerto.
Regresando un poco y para concluir, respecto a las restricciones, requisitos
o condiciones impuestas por la autoridad a los solicitantes de mercedes, po-
demos decir que en general eran: no hacer perjuicio a particular o terceros;
en tiempo de un año poblarla con el ganado solicitado y no traerlo de otro
lado; tener precaución de que no se salieran del sitio para hacer daño a las
sementeras de los naturales; esperar cuatro años para poder venderla, tro-
carla o enajenarla; de igual manera se tendrían que respetar el número de
cabezas de ganado estipulado, no menos; después de cuatro años la puede
vender libremente, a excepción de la Iglesia y personas eclesiásticas; si fuera
necesario fundar una villa de españoles en el lugar de la estancia, o cerca de
ella, se puede retirar la merced (pagando por ella); y, por último, guardar las
distancias mandadas entre estancias: para ganado mayor 3,000 pasos y para
ganado menor 2,000 pasos, los cuales eran de cinco tercios cada uno.
En este sentido, se puede concluir que en Huatulco no prosperó el proce-
so de mercedación, a diferencia de Tehuantepec donde la ganadería fue una
actividad económica preponderante. “Tehuantepec no perdió las cualidades
que habían alentado a Cortés a apropiársela, siguió con su puerto, y con el
Istmo, sólo que los tiempos eran otros y las fuentes de explotación también”.236
Huatulco, continuó con su puerto con grandes transformaciones en el último
cuarto del siglo xvi, pero la población rozó la extinción.237 La región quedó
hueca y perdió un eje de articulación funcional y sólo permaneció el nombre
y algunos cuantos naturales y menos españoles. De suerte que la ganadería
no prosperó y a la par de la decadencia del puerto decayó el “progreso”. Ini-

236
Machuca, op. cit., 2008, pp. 65-66.
237
Véase infra.
ciado el siglo xvii y el resto del periodo colonial, Huatulco entró en una nueva
dinámica económica, geopolítica, demográfica y cultural. Por ello es necesario
entender las transformaciones que se dieron en el siglo xvi, para con ello com-
prender cuáles fueron las implicaciones que derivaron en la puesta en marcha
del puerto, de lo cual hablaremos en el siguiente capítulo.

168 Mapa 14: Distribución de las mercedes en territorio chontal.


pueblo a la orilla del mar

Fuente: Sara de León Chávez (Coord.), Lo que cuentan los abuelos 3, Méxi-
co, Instituto Nacional Indigenista, s/a, p. 14.
Mapa 15: Xuchitepec [Suchitepec] y Guamelula [Huamelula], 1575.

169

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)

Fuente: agn, Instituciones Coloniales, Colecciones, Mapas, Planos e Ilustraciones (280).


Guamelula, Oaxaca. Lo solicita el señor López para meter ganado mayor; además ex-
plica cómo está conformado el pueblo. Junto a éste pasan dos ríos y un camino real; las
medidas las toma por leguas. Bernardino López pidió de merced un sitio de estancia
para ganado mayor en la costa del Mar del Sur, provincia de Huatulco, en el camino que
va de Guamelula, junto a un río que llaman Metlatengo, casi tres leguas del pueblo de
Xochitepec.
Mapa 16: Aztatla [Astata], 1576.

170
pueblo a la orilla del mar

Fuente: agn, Instituciones Coloniales, Colecciones, Mapas, Planos e Ilustraciones (280). Al


este de Aztatla dos lagunas, así como al oeste varias sementeras; del mismo modo que un río
que va a la mar. Diligencias sobre un sitio de ganado mayor en términos de pueblo de Aztatla
y en términos de las costas del Mar del Sur que pidió de merced Juan Esteban Colmenero.
Mapa 17: Cozautepeque, Río Hondo; Guatulco, 1579.

171

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)

Fuente: agn, Instituciones Coloniales, Colecciones, Mapas, Planos e Ilustraciones (280).


Huatulco, Oaxaca. Localizado al norte Cozautepec a poca distancia de un río que corre
de norte a sur y que llega a la mar, además en dirección al oeste serranías y una porción
de tierras, por último al este el sitio de Gaspar de Vargas. Diligencias sobre una sitio de
ganado mayor que en términos de Cozautepec y Colotepec en la costa del Mar del Sur
pide se le haga merced Miguel Gerónimo.
Mapa 18: Guamelula, Pijutla y Astatla, 1589.

172
pueblo a la orilla del mar

Fuente: agn, Instituciones Coloniales, Colecciones, Mapas, Planos e Ilustraciones (280).


Al norte está Guamelula, al poniente Pijutla y al oriente Astatla. Diligencias sobre un
sitio de estancia para ganado mayor en términos del pueblo de Astatla y un potrero en
Guamelula y Pijutla, que fue pedido por merced de Pedro Ramírez de Aguilar.
V. Huatulco: un apéndice
novohispano
173

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


… si se eliminan las distancias […] se verá que [los centros y regiones colo-
niales] aparecen como apéndices o extensiones de una economía que, aunque
lejana, las dota de unidad y de sentido […] el factor que cohesiona y dota de
racionalidad a las ciudades y regiones en el sector externo, y concretamente, la
política comercial de la metrópoli.
Florescano y Toscano,
El sector externo.

A tres leguas de Guatulco

D esde 1520 Cortés ya tenía referencia de una bahía idónea para instalar
astilleros en las costas de Oaxaca. Casi a la par de que Alvarado ini-
ciara su recorrido para someter la parte sureste novohispana, Cortés
había enviado a capitanes a explorar las costas del Mar del Sur más hacia la
parte suroccidental; lo que condujo al establecimiento de un astillero en la
desembocadura del río Zacatula. Poco tiempo después, para 1526 Cortés pre-
firió utilizar Tehuantepec como punto estratégico en sus acciones navales, ins-
talando así un astillero permanente. Esto repercutió en Huatulco al grado de
ser desplazado, o no ser considerado en ese primer momento. No obstante, al
encontrar elementos desfavorables, que no se apreciaban a simple vista, Cortés
necesitó rectificar esa primera decisión y cambiar de Tehuantepec a Huatulco.1
Por ello aquí dedicaremos algunas líneas para entender el porqué de la elec-
ción de Huatulco como puerto y la forma en que Acapulco lo sustituyó.
1
Lourdes de Ita Rubio, “Puertos novohispanos, su hinterland y su foreland durante el
siglo xvi”, en Marco Antonio Landavazo (coord.), Territorio, frontera y región en la his-
toria de América. Siglos xvi al xx, México, Universidad Michoacana de San Nicolás de
Hidalgo/Porrúa, 2003, pp. 19-26.
Al irse estructurando la ocupación hispana, con los distintos proyectos
en juego, en el territorio recién conquistado, de encomenderos, colonos, clé-
rigos y funcionarios reales, con una amalgama de ideas, instituciones, nece-
sidades y deseos bajo una estructura espacial prehispánica, la Corona, pero
no sólo ella, sino también, en un inicio, Cortés y algunos otros destacados
españoles, sobrepusieron sus intereses (económicos y políticos, principal-
174 mente) a regiones que para ellos eran estratégicas. Así, esas regiones entra-
ron en una acelerada transformación a causa de la búsqueda de satisfacción
inmediata y muy pocas veces pudieron desprenderse de las diversas exigen-
pueblo a la orilla del mar

cias que se veía en ellas. Pero al quedar cubiertas las expectativas o, por el
contrario, al ser disfuncionales a los intereses que las hicieron destacar, las
regiones, en muchos casos, quedaron huecas, pues habían estado determi-
nadas a las exigencias y supeditadas a las necesidades de los españoles.
De este modo, después de consolidar su proyecto en tierra firme, la Co-
rona se encaminó a buscar una satisfacción hacia el exterior, a manera de un
apéndice o extensión en relación con la metrópoli, por lo que tendría que
sortear la masa oceánica que la separaba de sus posesiones de ultramar. Es
decir, España buscó consolidar su poder naval,2 primero en el Atlántico y
después en el Pacífico, acción que se concretó en la segunda mitad del siglo
xvi, pero que rápidamente decayó un siglo después. Para el caso novohis-
pano esta organización se dio de igual forma hacia afuera, pero en un inicio
esto se logró gracias a algunos comerciantes que se articularon, en el discur-
so, a las directrices metropolitanas, pero en la realidad buscaban el provecho
personal. El mejor ejemplo de ello son las empresas cortesianas, que aun bajo
el supuesto de atender a los intereses de la Corona, Cortés sólo buscó para
beneficiarse. No obstante, en conjunto, el mundo metropolitano instauró
avanzadas, centros de penetración y/o enclaves en los puertos novohispanos
con miras a ampliar el área de dominación, integrar otras regiones al domi-
nio español y/o explotar los recursos; de ahí la importancia de los puertos.3

2
“En definitiva, podemos definir el poder naval como el conjunto de fuerzas navales
militares, flota pesquera y mercante e industria naval y que, siendo [el] elemento
fundamental de toda nación marítima, es indispensable para conquistar y mantener el
dominio del mar.” Guadalupe Chocano, “Decadencia del poder naval e imperio marítimo
español desde el siglo xvii. Política de protección y fomento de las industrias navales”,
en Antonio Acosta Rodríguez, Adolfo Luis González Rodríguez, y Enriqueta Vilar Vilar
(coords.), La Casa de la Contratación y la navegación entre España y las Indias, Sevilla,
Universidad de Sevilla/Consejo Superior de Investigaciones Científicas/Fundación El
Monte, 2004, p. 993.
3
Ita Rubio, op cit., 2003, p. 6.
Pero esta circunstancia puede comprenderse a partir de la necesidad
misma de la Corona de consolidar su primacía como monarquía, enten-
diendo que el imperio estuvo conformado por reinos, que en su máxima
expansión se encontraron separados por dos océanos: Atlántico y Pacífico.

Cuando la mar no sólo bordea un país sino que lo divide en dos o más partes,
como es el caso de la monarquía hispánica, entonces el dominio del mar no sólo 175
es importante sino vitalmente necesario, y ese dominio del mar sólo se obtie-
ne y mantiene por el poder naval, al ser su misión primaria facilitar el uso del

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


mar como vía de comunicación a la navegación propia, militar o comercial, a
la vez que limita o impide su aprovechamiento a las fuerzas enemigas, resul-
tando una especie de póliza de seguro para su tráfico marítimo.4

Ahora bien, regresando al aspecto regional. Los cambios en las relacio-


nes económicas y geopolíticas de los pueblos de indios que se articularon a
regiones particulares, como es el caso de los puertos, no se hicieron esperar,
o eso deberíamos entender, por ejemplo las cuestiones demográficas y ét-
nicas. Sin embargo, en la mayoría de los casos trabajados por los especialis-
tas se ha enfatizado en describir las partes constitutivas de los puertos, en
función de su hinterland o foreland, sin detenerse a explicarlos en realidad,
sobre todo el primero. Por ejemplo, ¿de qué forma se modificó la estructu-
ra o funcionamiento de los pueblos de indios?, ¿cuales fueron los cambios
sufridos en las estructuras de poder?, ¿se perdió o consolidó la figura de
los caciques vistos como representaciones de un alto peso sociopolítico o
poder económico? Por otro lado, de ser el caso, ¿de qué forma los caciques
o principales que no tenían ascendencia noble interactuaron en la vida de
los pueblos como agentes de un cambio socioeconómico y político en bus-
ca de obtener o consolidar sus privilegios? O, ¿de qué manera los distintos
intereses de los españoles se confrontaron o favorecieron con la Corona o
el gobierno virreinal?
Quince años después de que la costa central oaxaqueña fue conquistada se
fue configurando una región idónea para los españoles, en la cual intentaron
guardar la estructura básica indígena que ellos apreciaron. En ese sentido,
Huatulco comenzó a ser visto con buenos ojos para el comercio de ultra-
mar.5 Woodrow Borah señalaba que “los historiadores que se ocupan de Mé-
4
Chocano, op. cit., 2004, p. 992.
5
José Luis Martínez, Hernán Cortés, México, Fondo de Cultura Económica, 1990, p. 484.
xico generalmente ignoran que Huatulco fue el principal puerto del Pacífico
aproximadamente entre 1537 y 1575”.6 Dicho puerto tomó el nombre del
pueblo de Santa María Huatulco, poblado indígena que distaba tres leguas del
puerto y que a finales del siglo xvii cambió su ubicación a ocho leguas tierra
adentro debido a las constantes incursiones de corsarios y piratas.7 Este pue-
blo era un antiguo señorío nahua que sufrió una serie de transformaciones
176 económicas, sociales, geopolíticas y demográficas. De tal manera que en poco
tiempo esto llevó a que Huatulco se convirtiera en el eje de articulación de
una provincia donde las cabeceras y pueblos sujetos conformaron el hinter-
pueblo a la orilla del mar

land del puerto, el cual fungió como sede de una alcaldía mayor.
La idea de que la figura de Huatulco haya sido tan importante como para
poder integrar a la región puede tener algunas variables, tres son las que
podríamos mencionar. Primero, la idea ya expuesta como primera hipótesis
de este trabajo: la fragmentación del señorío prehispánico de Huatulco, lo
cual condujo a la creación de dos cabeceras, pueblo y puerto, con el mismo
nombre de Huatulco. Segundo, la idea que se analizó en el capítulo anterior
tratando de rectificar la primera, la cual hace referencia a la primacía de Hua-
tulco como el señorío prehispánico más importante y cercano al lugar donde
se fundó el puerto. Por último, algo que no hemos mencionado de manera
explícita pero que bien se podría complementar con la segunda idea: al es-
tablecerse el puerto fue necesario reubicar a la población natural de la cual
se servirían los españoles como fuerza de trabajo, así Huatulco al ser el se-
ñorío más importante podría proporcionar dicha mano de obra, y con ello
al asentarse estos indígenas en el puerto posiblemente se llevaron consigo
el nombre de Huatulco.8
El problema que intentamos evidenciar es la tendencia que existe de
apreciar a Huatulco indistintamente como pueblo y puerto, lo cual conlle-

6
Woodrow Borah, Comercio y navegación entre México y Perú en el siglo xvi, México,
Instituto Mexicano de Comercio Exterior, 1975, p. 59.
7
Peter Gerhard, Pirates on the west coast of New Spain, 1575-1742, Glendale, California,
A.H. Clark, 1960, p. 34.
8
Dicha circunstancia no es privativa de Huatulco, en Acapulco de igual forma se nece-
sitó fundar nuevos asentamientos cerca del puerto para poder aprovisionarse de mano
de obra. Cortés en el tiempo en que busca un lugar idóneo para su empresa marítima al
tener en cuenta a Acapulco, quien: “De hecho mandó en aquel entonces a su encargado
Hernando de Saavedra que mudase el pueblo de Acapulco, a seis leguas del mar, a la
bahía posteriormente llamada del Marqués con el propósito de que los indios prepara-
sen allí el terreno para un asentamiento comercial español”. Rolf Widmer, Conquista y
despertar de las costas de la Mar del Sur (1522-1680), México, Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes, 1990, p. 95.
va a que la relación entre estas dos figuras no se entienda adecuadamente
aun hoy día. En un principio la zona de la costa estuvo conformada por un
señorío prehispánico menor supeditado al de Huatulco. Recordemos que
Cacalotepec, junto con Cimatlán, fueron elegidos como centros de enco-
mienda, lo que reflejó la importancia prehispánica que tenían.9 Lo anterior
podría sustentarse si consideramos el trabajo de Zborover, quien analiza
un cacicazgo indígena según su interpretación del Lienzo de Tecciztlan y 177
Tequatepec (ltt), una fuente de carácter histórica-geográfica, la cual rela-
ta los acontecimientos que dan forma al territorio de un cacicazgo, poco

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


después de la Conquista y antes de 1550. En cuyo centro de la narración
se encuentra descrita la forma en que Huatulco describe el territorio de los
chontales.10 En el ltt el único señorío nahua que este autor identificó es
Cacalotepec, lo cual es interesante si recordamos que para 1542 se trató de
amojonar los pueblos de Cacalotepec, Guatulco y Pochutla. Esto de alguna
manera tuvo repercusiones en los pueblos vecinos, quizá por ello la narración
se encaminó a describir la tierra de los chontales como un segundo grupo de
relevancia en sus relaciones, ya que: “es significativo observar que los linderos
en el ltt circunscriben casi exactamente todo el territorio de la costa y sierra
chontal, tal fue conocido en el siglo xvi, mientras que otros pueblos zapotecas
y mixes fueron excluidos”.11 Es muy seguro que se haya desarticulado la es-
tructura y la relación entre los señoríos prehispánicos de la región, sobre todo
al romperse los lazos de sujeción con el señorío de Tututepec. Ahora bien,
adentrémonos a la cuestión del puerto para valorar cómo se llevó a cabo
esta readecuación en los pueblos de indios, entendiendo con ello los tiem-
pos: cuándo entra en función el puerto, cuándo llegó a su mayor apogeo y
el momento en que decae.

9
“En las inmediaciones de lo que sería el puerto de Huatulco, en punta Santa Cruz (sitio
69), se encontraba una unidad habitacional de tipo doméstico que de acuerdo con el
material arqueológico supone una jerarquía mayor a otros sitios que fueron explora-
dos en la primera temporada de campo (1987-1988). No obstante, el sitio con mayor
complejidad, y por ende mayor jerarquía regional, fue el que se encontró en Bajos de
Coyula (sitio 89)”, Ricardo A. Martínez Magaña, “Unidades domésticas de un centro
local del postclásico tardío en Santa Cruz Huatulco, Oaxaca”, tesis de licenciatura, Méxi-
co, Escuela Nacional de Antropología e Historia, 1999, pp. 1, 5-6. Al llegar los españoles
es probable que el sitio 69 ya haya estado abandonado, mientras que el 89 estuviera en
decadencia.
10
Danny Zborover, “Narrativas históricas y territoriales de la Chontalpa oaxaqueña”, en
Andrés Oseguera (coord.), Historia y etnografía entre los chontales de Oaxaca, México,
Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2006, p. 64.
11
Idem.
Puerto de la Nueva España: supremacía
de 1537 a 1575
Existe una serie de imprecisiones en torno a la temporalidad de la entrada
en función del puerto de Huatulco y con ello las repercusiones que se die-
178 ron en el interior de los pueblos. Lo cual se complica aún más debido a las
escasas fuentes escritas de la época. Así, por ejemplo, A. Murphy y Stepick
nos dicen que el primer navío que levó anclas y salió de Huatulco lo hizo en
pueblo a la orilla del mar

1526; sin darnos nombre ni rumbo de la embarcación. Asimismo señalan lo


desafortunado del propio Cortés en sus primeros intentos de exploración,
por lo cual pareciera que se saca de contexto esta empresa cortesiana. Si bien
esta empresa de exploración no fue tan exitosa, vista desde una perspectiva
actual, en su momento permitió la configuración de redes comerciales y de
navegación entre los dos virreinatos, promoviendo la creación de astilleros
y puertos en lugares estratégicos. De esta forma también se favoreció que
Centroamérica pudiera entrar en esa dinámica comercial:

The Santa Cruz de Huatulco port and an associated shipyard were establis-
hed by Cortez; he was not, however, so lucky at shipping as he was at con-
quering. The first ship to leave Santa Cruz Huatulco in 1526 disappeared
over the horizon never to return. A second vessel, sent to find the first, foun-
dered, killing the captain and forcing the few survivors to travel around the
world via India to reach Spain. 12

Esta fecha, sin embargo, nos parece cuestionable, tanto como la idea de
las desventuras de Cortés. Desde que Cortés inició la conquista de México o
desde antes, se iba fraguando en su mente un “empresa de explotación eco-
nómica” volcada hacia la Mar del Sur, en cuya empresa se entrecruzaban sus
intereses personales con los de la Corona; la cual llegó a consolidarse con la
obtención del título de Marqués del Valle, que a la larga tendrá repercusio-

12
“El puerto de Santa Cruz Huatulco y un astillero cercano fueron establecidos por Cor-
tés, sin embargo, no fue muy afortunado con la navegación como con la conquista. La
primera embarcación que zarpó de Santa Cruz Huatulco en 1526 desapareció en el ho-
rizonte y nunca regresó. Una segunda embarcación fue enviada a encontrar a la primera,
fracasó (o se hundió), matando al capitán y forzando a los pocos sobrevivientes a regre-
sar a España vía India”. Arthur D. Murphy y Alex Stepick, Social inequality in Oaxaca:
a history of resistance and change conflicts in urban and regional development, Temple,
Filadelfia, Temple University Press, 1991, p. 17.
nes en la empresa marítima de Cortés, cuando la Corona se dio cuenta de su
error (como lo veremos enseguida). Básicamente son dos los intereses que
se entremezclaron: a) descubrir y conquistar para poder dominar y b) poblar
y explotar buscando el interés económico.13 La orientación que Cortés buscó,
no era fortuita, como tampoco lo eran las pretensiones de los pueblos elegidos
para conformar la jurisdicción de lo que sería el Marquesado años más tarde,
dado que: 179

… las empresas cortesianas deberían ser productivas y estar orientadas hacia

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


el Pacífico, esto es, tener la misma dirección de la principal ruta de expan-
sión española desde Nueva España. De una de las bases de esa expansión se
valió, necesariamente, Cortés: las rutas comerciales y culturales de los pue-
blos indígenas, que se extendían siguiendo el camino que la propia geografía
brindaba formando dos tentáculos hacía dos regiones de la costa occidental
mexicana, la de Tututepec y Tehuantepec y la de Zacatula y Colima.14

Al pasar un año y medio desde la toma y conquista de Tenochtitlán,


Cortés ya daba cuenta de sus inicios en la empresa marítima al monarca
español. En 1522 comenzaban los preparativos para la exploración del Pa-
cífico, en tres sitios idóneos que había descubierto el extremeño para su em-
presa, en las costas occidentales de la Nueva España.15 No obstante, parecía
que Cortés tenía cierta preocupación por no tener una respuesta favorable
del monarca español.16 Por ello, haciendo gala de su prudencia y anhelo,
escribía: “Suplico a Vuestra Cesárea Majestad tenga por bien de mandar oír,
porque este negocio es de tanta importancia, que es mucha razón que Vues-
tra Alteza le tenga en más que a todo el resto de las Indias, según de lo que,
como digo, tenemos relación.”17
Un año más tarde una real cédula, fechada el 26 de julio de 1523, da
cuenta de que el rey está enterado de la empresa del extremeño, ordenán-

13
Bernardo García Martínez, El Marquesado del Valle. Tres siglos de régimen señorial en
Nueva España, México, El Colegio de México, 1969, pp. 42-43.
14
Ibid., p. 43.
15
“Carta que acompaña a la Tercera Carta de Relación”, en José Luis Martínez (ed.),
Documentos cortesianos, tomo i: 1518-1528, Secciones i a iii, México, Fondo de Cultura
Económica, 1993, p. 231.
16
Ibid., p. 230.
17
Ibid., p. 231.
dole que continúe informando de los descubrimientos de la Mar del Sur.18
Siguiendo su anhelo, ahora sí bajo las órdenes del monarca, Cortés se dis-
puso a construir cuatro embarcaciones para iniciar la exploración de la Mar
del Sur. “Para ello había instalado un astillero en el puerto de Zacatula que
se encontraba en la margen izquierda del río de las Balsas, cerca de su des-
embocadura, en el lugar donde está la actual frontera entre los estados de
180 Michoacán y Guerrero”.19 Los avatares que tuvo que librar el gobernador
de la Nueva España fueron incontables, uno de ellos fue que necesitó echar
mano de lo que pudiera para la construcción de la flota que disponía para
pueblo a la orilla del mar

la exploración. La fracasada expedición de Francisco de Garay al Pánuco le


proveyó de algunos aparejos y aprestos de aquellas embarcaciones:

Conocemos yo, Juan Jiménez, e yo, Juan de Morales, criados del señor gober-
nador, que recibimos del señor Pedro de Valle, teniente de esta villa de San
Esteban, un cable bueno nuevo e toda la jarcia del navío, del dicho Pedro del
Valle, e tres aniles e un moldero e todas las velas del dicho navío, los cuales
dichos aparejos nos da para llevar con otras cuerdas de los navíos de Fran-
cisco de Garay que haya, que el dicho señor gobernador manda llevar a la
mar del Sur […]. Fecho a 18 de abril de 1523 años.20

Muy atareado se encontraba el extremeño, en las tareas de la gobernación


de la Nueva España y la empresa de exploración de la Mar del Sur. Para 1524
sus proyecciones de exploración se veían frustradas, los navíos que tenía
en construcción en “una noche se puso fuego y todo se quemó”.21 Esto no
significó el desánimo del gobernador, por el contrario, parecía que le daba
vitalidad. Su reacción mostraba cómo se entrecruzaban sus deseos y los de
la Corona. Miguel León-Portilla, al referirse a la pretensión del extremeño
de ser causa de que el monarca español se hiciera de más reinos y señoríos,
nos dice:

Lo expresado por Cortés suena casi inaudito. Él, que ha sometido al pue-
blo más poderoso de entre los que hasta entonces se conocían en el Nuevo
Mundo, ofrece ahora como algo que le parece muy realizable, ensanchar

18
Miguel León-Portilla, Hernán Cortés y la Mar del Sur, Madrid, Ediciones Cultura His-
pánica/Instituto de Cooperación Iberoamericana, 1985, p. 34.
19
Ibid., p. 35.
20
Idem.
21
Ibid., p. 39.
todavía más el ámbito de poder de Carlos v. Con las exploraciones y nuevas
conquistas que quiere emprender en la Mar del Sur, ganará tantos reinos y
señoríos hasta que el emperador llegue a ser verdadero monarca del mun-
do.22

En consecuencia, en 1526 Cortés eligió como sede de otro astillero per-


manente a Tehuantepec.23 Lo que nos manifiesta que Huatulco no entró en 181
los planes de Cortés durante el resto de esta década y la primera mitad de
la siguiente. Un año después, Cortés tenía en funcionamiento el otro astille-

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


ro de Zacatula, reflejando un comienzo de la creación de astilleros que en
algunos casos, como el de Huatulco, se convirtieron en puertos mercantes.
No obstante, esta circunstancia fue favorecida en esos años por la propia
Corona, lo que implicaría un reconocimiento de la empresa marítima de
Cortés en la Mar del Sur.
Expliquemos esto. El 25 de julio de 1526 el patache Santiago arribó a
costas oaxaqueñas al mando de Santiago de Guevara y otro grupo de so-
brevivientes, entre ellos el padre Juan de Aréizaga. Al sufrir un infortunio
en el Estrecho de Magallanes, sin alimentos más que “quatro quintales de
vizcocho é ocho pipas de agua”24 y sin un batel en el cual poder salir de a
bordo. Esta pequeña embarcación era una de las ocho naos que salieron de
Coruña, como parte de la armada que estuvo al mando del capitán gene-
ral, comendador de la Orden de San Juan, fray García Jofre de Loaisa. Las
embarcaciones salieron de España en 1525 con encargo de Carlos v para
que se continuara con las exploraciones hacia las Molucas, algo que fracasó,
muriendo el propio Loaisa.
El patache Santiago se separó de lo que quedaba de la flota, el día pri-
mero de junio de 1526 a causa de una tormenta a unas 157 leguas del cabo
Deseado (875 km), y de ahí siguieron en la Mar del Sur hasta el día ya men-
cionado. El padre Aréizaga preocupado por el bienestar de sus compañeros,
vislumbró una playa propicia, por lo que decidió arriesgarse a ir a tocar
tierra. Casi ahogado el pobre hombre, fue rescatado por cinco indios que
lo sacaron a la playa.25 Luego de recuperar el aliento fue llevado con el ca-

22
Ibid., p. 40.
23
Ita Rubio, op. cit., 2003, p. 20.
24
Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias, islas y tierra-
firme del mar océano, t. i, 2ª parte, cap. xii, Madrid, Imprenta de la Real Academia de
Historia, 1852, p. 500.
25
Ibid., pp. 481-483.
cique de Mazatán, un pueblo cercano a Tehuantepec y Huatulco. Llegando
a este lugar el padre vio una cruz clavada en la tierra y el cacique —que no
sabía español— la señaló y le dijo a Aréizaga: “Santa María”. Dio gracias y
reverenció la cruz. Después el padre pudo disponer de alimentos que le fue-
ron dados por los indígenas. Al quinto día de su arribo llegó el gobernador
de Tehuantepec a recibir a los castellanos y les recomendó que fueran a la
182 Ciudad de México a entrevistarse con Hernán Cortés, quien les proveería de
lo que necesitaran.26 Sólo acudió a aquella ciudad Juan de Aréizaga, debido
a que el capitán estaba enfermo y pensaba que no podría llegar vivo hasta
pueblo a la orilla del mar

allá. Mientras tanto el resto de la tripulación se quedó a construir un navío


con el que pretendían seguir su camino.27
Lo anterior es interesante, y de ahí quizá la confusión, en el sentido de
que el cacique balbuceó “Santa María”, lo que podría hacernos pensar que
estaban en Santa María Huatulco y que aquella cruz hubiera sido la legen-
daria Santa Cruz de Huatulco. No obstante, el padre bien dice que llegó a
Mazatán, además de que al haber dejado la playa tuvo que caminar y pasar
un cerro para poder llegar al pueblo, mientras que la cruz de Huatulco ten-
dría que haber estado enterrada en la playa. Por lo cual no podría haber lle-
gado a Huatulco. Pero esto tampoco quiere decir que no existiera actividad
marítima en la región en las fechas que aducen Murphy y Stepick, pero algo
distinto es que el puerto de Santa Cruz Huatulco ya estuviera operando.
Casi al mismo tiempo de la llegada del padre Aréizaga a la Ciudad de
México (1526), Cortés recibió una carta de Su Majestad, Carlos v, donde le
autorizaba que echara sus navíos de la Mar del Sur en busca de las arma-
das de Caboto y Loaisa.28 Dicha circunstancia facilitó y concedió permiso
a Cortés para explorar el Mar del Sur en busca de las islas de la Especiería,
aunque esta circunstancia no haya sido el objetivo de Cortés. Por ello, Cor-
tés mandó a Francisco Maldonado, como capitán general y superintendente
de su empresa naviera, con la autorización de Marcos de Aguilar. De esta
forma, don Hernán dispuso sus navíos para lo solicitado por Carlos v, los
cuales levaron anclas desde Zacatula. Así, la primera expedición que Cor-

26
Martín Fernández de Navarrete, Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron
por mar los españoles desde fines del siglo xv: Con varios documentos inéditos concernien-
tes á la historia de la Marina Castellana y de los establecimientos españoles en Indias, vol.
5, Madrid, Imprenta Nacional, 1837, pp. 178-180.
27
“Quinta carta de relación de Hernán Cortés”, 11 de septiembre de 1526 años. José Luis
Martínez (ed.), Documentos Cartesianos, tomo i, 1518-1528, Secciones i a iii, México,
Fondo de Cultura Económica, 1993, pp. 406-407.
28
Ibid., p. 373-376.
tés envió a dicho mar salió el 31 de octubre de 1527, con miras de explo-
rar y realizar nuevos descubrimientos, al mando del capitán Alvarado de
Saavedra Cerón (primo de Cortés), con tres embarcaciones. Saavedra fue
informado, poco tiempo después, de la construcción de otros tres navíos
en Tehuantepec por si era necesario ir a auxiliarlos. Las naves llegaron a las
Molucas, no obstante, sus esfuerzos fueron desafortunados para el regreso
al no existir una ruta. El capitán murió en el intento de regresar, los sobre- 183
vivientes tuvieron que regresar a España vía la India.29
En este sentido, uno de los primeros astilleros que entró en funciones

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


en esta región fue el de la Laguna Superior en la Villa de Tehuantepec, lla-
mado Santiago, de donde salieron los navíos para la segunda expedición de
Cortés, al mando de Diego Hurtado de Mendoza, en 1533. Dicho astillero
fue trasladado, muy probablemente, a principios de 1535 y nombrado El
Carbón, tal vez cerca del actual puerto de Salina Cruz.30
Hasta cierto punto, pareciera que Tehuantepec y Huatulco comenzaron a
competir, puesto que ambos fueron usados como astilleros y sirvieron de apoyo
para la exploración de la Mar del Sur. En un inicio “[E]l astillero de Tehuan-
tepec fue desde fines de la década de 1520 la clave de los proyectos marítimos
de Cortés en el Pacífico”.31 Pero el competidor real del puerto de Huatulco
fue Acapulco, que en los primeros años de las exploraciones cortesianas no
fue utilizado debido a los accidentados caminos y lo costoso del traslado
de las mercancías a la Ciudad de México. En un inicio fue necesario buscar
una alternativa, y Cortés vio que Tehuantepec podría ser más propicio a sus
intereses.
Al tener la posibilidad de una ruta navegable que conectara a Veracruz
con el Pacífico, muy cerca del Istmo, así como la existencia de un camino
más benévolo de la Ciudad de México a Oaxaca y de ahí a Tehuantepec, que
a la vez tenía un camino que conducía a Centroamérica, Cortés se inclinó
por Tehuantepec y pidió que se incluyera dentro del Marquesado del Valle.

29
Antonio A. de Paz Palacios, “La construcción de navíos para las exploraciones de la
Mar del Sur, 1535”, en Boletín del agn, 6ª época, núm. extraordinario 15, noviembre 2006,
p. 14. Laura Machuca, “Haremos Tehuantepec”. Una historia colonial (siglos xvi-xviii),
Oaxaca, México, Culturas Populares-Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Secre-
taría de Cultura-Gobierno de Oaxaca/Centro de Investigación y Estudios Superiores en
Antropología Social/Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, ac, 2008, p. 49.
30
Ibid., pp. 10-11. El documento que presenta este autor nos muestra el funcionamiento
del astillero El Carbón para mayo de 1535, en relación con la construcción de dos navíos
de Cortés. Véase agn, Indiferente Virreinal (Hospital de Jesús), caja 1719, exp. 13, 4 fs.
31
Peter Gerhard, Geografía histórica de la Nueva España, 1519-1821, México, Universi-
dad Nacional Autónoma de México, 1986, p. 272.
Las ventajas de este puerto en el ámbito local radicaron en ser apto para la
construcción de los navíos en el lugar, gracias a la cercanía de madera de
buena calidad de la selva de Chimalapa.32 Por otro lado, Cortés mudó su
empresa naviera de Zacatula a Tehuantepec debido a la hostilidad de que
era objeto por parte de Nuño de Guzmán y otros importantes españoles. Te-
huantepec sobresalió en su decisión, puesto que Zacatula ya no pertenecía
184 a él por ningún título y había concertado una capitulación en 1529 que le
permitió explorar la Mar del Sur.
De este modo, al instaurarse la primera Audiencia, el astillero de Tehuan-
pueblo a la orilla del mar

tepec se abandonó, aun bajo la pretensión del alcalde mayor de Tehuantepec,


Martín López, de no abandonar la empresa de su patrón, la cual contempla-
ba la construcción de cinco navíos, invitando a quien quisiera ir a hacer des-
cubrimientos en la Mar del Sur, a lo cual algunos aceptaron con un sueldo de
cien pesos de oro común. Sin embargo, dicho alcalde tuvo que desistir por
una migración de Tehuantepec a Chiapas y Guatemala que dejó sin mano de
obra al astillero. Al regresar Cortés de su viaje a España encontró grandes di-
ficultades, sobre todo con el presidente de la Audiencia, Nuño de Guzmán.33
Las pretensiones de los enemigos de Cortés se hicieron manifiestas en su
juicio de residencia, dado que años atrás algunos de los pueblos que había
tomado en “presura” 34 le fueran arrebatados cuando viajó a las Hibueras.35
Dicho viaje fue el talón de Aquiles del extremeño. A mediados de octubre
de 1524 salió Cortés para tratar de dar alcance y castigar al capitán Cristó-
bal de Olid, quien había entrado en franca rebeldía. En ese momento, “Los
miembros de la Audiencia, dando por desaparecido al conquistador, o por lo
menos decididos a contrariar sus propósitos si es que regresaba, estorbaron
cuanto pudieron la construcción de los navíos de Zacatula.”36 No obstante,
el 11 de junio de 1526, de regreso en la Ciudad de México, Cortés aún se
recuperaba del viaje a Las Hibueras, cuando le llegó la noticia de que en el

32
Borah, op. cit., 1975, p. 59. Machuca, op. cit., 2008, p. 48
33
García Martínez, op. cit., 1969, p. 69.
34
Las presuras son “la forma de posesión o de apoderamiento de un territorio que lleva,
en su mismo nombre, la idea de su diferenciación, casi su oposición, con respecto a
los repartimientos de las capitulaciones. […] [Siendo], las presuras, un cierto triunfo o
ventaja de los intereses particular. […] La presura, por el mero hecho de la ocupación,
era un modo de adquirir la propiedad de las tierras ocupadas sin necesidad de otros
requisitos”. Ibid., p. 41.
35
Ibid., p. 46-47.
36
León-Portilla, op. cit., 1985, p. 44. El 24 de noviembre de 1525 se le ordenó a Cortés
que se trasladara a España para dar cuenta de las cosas de la Nueva España; así como el
asunto de su juicio de residencia.
puerto de Veracruz había desembarcado Luis Ponce de León para realizar-
le su juicio de residencia. Pero los acontecimientos ponían a prueba a don
Hernán, quien parecía tener a su favor a la Providencia, pues al poco tiempo
de haber llegado el licenciado Ponce perdió la vida y fue sucedido por otro
licenciado, Marcos de Aguilar, quien con inverosímil coincidencia murió al
poco tiempo, no pudiendo realizar el juicio de residencia.37
Lo anterior llevó a que el extremeño viajara a España a solicitud del rey, 185
lo cual le serviría para defender sus posesiones y privilegios. No obstante,
tuvo que aceptar la pérdida de algunos de los pueblos que quería que se

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


incluyeran en su señorío, y aun a su regreso tuvo muchas dificultades para
tomar posesión de su territorio.38 La pretensión de Cortés, como ya se había
adelantado, fue tener pueblos que le permitieran volcarse hacia el Pacífico, lo
que consiguió con Tehuantepec, pero no pudo retener Zacatula, Michoacán
y Tututepec. No obstante, esto llevó a que se siguiera hostigando al marqués,
primero por la cantidad de vasallos que le fue otorgada y, segundo y más
importante, se insistía al monarca español para retirar a Tehuantepec del
Marquesado por el hecho de que nunca se daba en señorío algún puerto,
dado que éstos siempre tenían que estar bajo la Corona.
En España parecía que no tenían conocimiento de la calidad de las tie-
rras solicitadas por Cortés. De entrada, en Sevilla no se percataron de la
posición estratégica de Tehuantepec, lo cual llevó a que la Corona tratara de
averiguar las condiciones de las tierras del Marquesado. El marqués, en res-
puesta, ya en la Nueva España, decía que él había dado toda la información
respecto a lo que solicitaba en su momento, y que no le parecían justas las
averiguaciones a sus espaldas.39
Lo anterior, sin embargo, no impidió que el recién nombrado Marqués
del Valle siguiera con su empresa marítima. En los últimos meses de 1532,
Cortés se dirigió a Tehuantepec para supervisar la construcción de dos na-

37
Ibid., pp. 44-45.
38
Véase García Martínez, op. cit., 1969, p. 47; Machuca, op. cit., 2008, p. 35.
39
Ibid., pp. 70-71. Así, Tehuantepec permaneció en El Marquesado hasta 1563, tiempo en
que el desinterés del segundo marqués por la empresa naviera se manifestó: “La pérdida
de Tehuantepec fue la más importante modificación territorial que sufrió el Marquesado
en sus tres siglos de existencia. Y más importante aún que el hecho en sí, fue el que con
ello se perdió total y definitivamente lo que quedaba del ideal del primer marqués, que
había soñado con un dominio volcado hacia el Pacífico y que sirviese de puente o muelle
de partida para empresas exploradoras por la banda del sur”. Ibid., pp. 71-72. De cierta
forma la Corona y el Consejo cedieron Tehuantepec para mantener ocupado a Cortés
con la intención de que no se incrementara su fama y poder. Confróntese Machuca, op.
cit., 2008, p. 33-34.
víos, llevando a todos sus criados y a 30 oficiales a quienes les pagaba 400
pesos de minas anuales y sumando un aproximado de 30 mil castellanos el
costo de las embarcaciones. Al siguiente año se dispuso a botar los navíos
al agua cuando un intempestivo viento echó a tierra la empresa, quedando
muy maltrechos sus barcos y teniendo que reiniciar.40 Para el 30 de octubre
de 1533 Cortés por fin pudo botar dos navíos, el Concepción y el San Láza-
186 ro. No obstante, Nuño de Guzmán se apoderó de uno de estos navíos, por
lo que Cortés buscó, en 1535, la forma de recuperarlo, aun teniendo todo
en contra. Para 1539 el marqués mandó otra expedición al mando de Fran-
pueblo a la orilla del mar

cisco de Ulloa, con la cual acabarían las esperanzas orientales de Cortés,41


dado que los problemas del marqués parecían no tener fin:

Otro de sus acérrimos enemigos en esta época fue el virrey Mendoza, quien
enterado de las riquezas de California por el testimonio de fray Marcos de
Niza, quiso tener el derecho exclusivo sobre estas tierras. Mendoza no per-
mitió que los navíos de Ulloa llegaran a su destino, e incluso prohibió que
ningún otro saliera de Nueva España y envió a Gómez de Villafañe, corre-
gidor de Guamelula a Tehuantepec donde tenía el astillero y tomó todo lo
que ahí tenía, y prohibió a los oficiales no hiciesen nada ni echasen navíos
en el agua.42

Poco tiempo después, al transitar la década de 1530 a 1540, el mismo


Cortés vio cómo Tehuantepec no era tan propicio como él esperaba, por su
propia fisiografía. El resultado fue la pérdida de algunos barcos, “ya que el
Istmo, con sus costas que bajan muy lentamente, ofrece muy pocos anclade-
ros protegidos, además de que las corrientes y los vientos son especialmente
traicioneros para los barcos de vela durante las tormentas de la época de
secas”.43 Recordemos que:

El Istmo de Tehuantepec es la porción más angosta del territorio mexicano


entre el Golfo de México al norte y el Océano Pacífico al sur. En su parte norte,
es una llanura amplia con ligeras ondulaciones, correspondiente a la cuenca
del Río Coatzacoalcos. En su porción centro, presenta pequeñas elevaciones,

40
Machuca, op. cit., 2008, p. 51.
41
Idem.
42
Ibid., pp. 51-52.
43
Borah, op. cit., 1975, p. 61.
pero hacia el oriente y occidente es una planicie que limita al sureste con la
Sierra Madre de Chiapas y al noroeste y suroeste con el Macizo Volcánico de
los Tuxtlas, con el Sistema Montañoso Oaxaqueño Poblano y con la Sierra
Madre Sur. De este modo, el Istmo de Tehuantepec, además de ser la porción
más estrecha del territorio nacional, es una depresión topográfica encerrada
entre dos macizos montañosos.44
187
De tal forma que en esos años se empezó a dar una transición a otro
puerto, cercano a Tehuantepec, el cual con mejores condiciones geográfi-

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


cas desplazaría en importancia a Tehuantepec. Y es “a partir de 1537 [que
Cortés] comenzó a preferir, como lugar de apoyo, Huatulco, cerca del actual
Puerto Ángel, Oaxaca, excelente puerto natural, bien protegido por los vien-
tos. Y desde allí partieron, después de marzo de 1537, aproximadamente dos
naves por año que enviaba al Callao, el puerto cercano a Lima, con escala en
Panamá”.45 Conforme fue pasando el tiempo, de 1540 a 1575, la intensidad
del comercio fue en aumento y las embarcaciones pasaron de tres o cuatro
al año con dirección al Perú, y así como un número mayor de pequeños
navíos que intensificaron el comercio con Centroamérica.46
El rápido recuento que hemos realizado nos permite entrever algunas
circunstancias harto interesantes. Primero, los problemas que enfrentó Cor-
tés con sus enemigos nos dan muestra de la ansiedad de poder y riqueza
que estas grandes figuras perseguían aun a costa de las prerrogativas de la
Corona. Segundo, en los primeros años la Corona dejó toda la empresa de
exploración a Cortés por no tener forma de llevarla a buen término, si es
que en esos momentos le interesaba. Tercero, y más importante, al consoli-
darse el proyecto de la Corona, a lo que se le sumaba la forma en la cual los
altos funcionarios del virreinato se aprovechaban de ello, habiendo surgido
gran número de puertos en la costa occidental de la Nueva España se limitó
su funcionamiento; tratando de hacerse del control de ellos, o más bien
impidiendo que se desarrollara una empresa marítima como la que intentó
Cortés. Lo anterior se reflejará claramente para finales del siglo xvi, pues
aun teniendo relación de tan buenos puertos sólo Acapulco fue reconocido
como el puerto oficial. Pero llegaremos a eso.

44
Ita Rubio, op. cit., 2003, p. 21.
45
José Luis Martínez, Hernán Cortés, México, Fondo de Cultura Económica, 1990, pp.
703-704.
46
Gerhard, op. cit., 1960, p. 34.
Mapa 19: Puerto de Guatulco, ca. 1580.

188
pueblo a la orilla del mar

Fuente: Peter Gerhard, Pirates on the west coast of New Spain, 1575-1742, California, A.
H. Clark, Glendale, 1960, p. 33.

Mientras tanto a finales de la década de 1530, el puerto de Huatulco iba


cobrando mayor importancia, la población del puerto, que era cosmopolita,
colaboró en el trabajo. El más pesado era realizado por los indígenas de los
pueblos cercanos, a la par de que se consolidó y diversificó la población. A
mediados del siglo xvi la importancia de Huatulco ya era patente, monopo-
lizando casi en su totalidad el comercio mexicano-peruano. “La primacía de
Huatulco era obvia porque en su bahía se avecindaban artesanos especiali-
zados en la construcción y reparación naval, encargados del mantenimiento
de los barcos de la línea de navegación entre Centro y Sudamérica”.47 Las
materias primas eran provistas por los pueblos comarcanos, la madera de
la selva cercana y de la Sierra Sur llegaba al puerto ya labrada, la brea y al- 189
quitrán eran provistos por Suchitepec, que contaba con abundante bosque
de pinus oocarpa que producía esta sustancia resinosa.48 Para llevar a cabo

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


estos trabajos artesanales:

En las colonias hispanoamericanas, los astilleros funcionaron pronto y pri-


mero fueron los de la costa del Pacífico. Guatulco en Nueva España, y Realejo
en Nicaragua, tenían acceso a reservas de pino, brea para calafatear, también
proveniente de los pinos y algodón, cayuga, pita y cactus para las velas, el
cordaje y el calafate.49

Esta condición ventajosa, que ofreció Huatulco en contraposición de Aca-


pulco, permitió el aprovechamiento de los caminos prehispánicos, que se co-
nectaban con Oaxaca y Tehuantepec; que después del dominio español era
necesario ampliar y mejorar, aunque no siempre fue tarea fácil. Para la déca-
da de 1540 Huatulco ya era visto como parte de la principal cadena cacaotera en
la Nueva España: “Un sendero de origen prehispánico lleva de Huatulco a Tona-
meca, Cozoaltepec, Colotepec, Tetiquipa-Río Hondo, Miahuatlán y Oaxaca”.50
De tal manera que: “el camino de México a Huatulco pasa por una serie de
valles y depresiones que están separados por partes montañosas compara-
tivamente pequeñas, de manera que, aunque fuera más largo, era mucho
más transitable para los viajeros que la zona entre Taxco y Acapulco”.51 En
la década de 1560 entraban por Huatulco un total de 50,000 cargas de cacao
provenientes del puerto de la provincia de Izalcos y Acajutla.52

47
Ostwald Sales Colín, El movimiento portuario de Acapulco, México, Plaza y Valdés,
2000, p. 55. Borah, op. cit., 1975, pp. 59-61.
48
Widmer, op. cit., 1990, p. 100.
49
Murdo J. Macleod, “España y América: el comercio Atlántico 1492-1720”, en Leslie
Bethell, (ed.), Historia de América Latina, t. ii, Madrid, Crítica, 1990, p. 49.
50
Widmer, op. cit., 1990, p. 99.
51
Borah, op. cit., 1975, p. 63.
52
Widmer, op. cit., 1990, p. 99.
Para llegar a Huatulco
Los caminos que se presentan en el mapa 20, que mediante un esfuerzo sobre-
humano Borah logró recostruir a partir de múltiples fuentes documentales,
que reproducimos aquí modificado a efecto de ejemplificar la orografía ac-
190 cidentada que se atravesaba, nos permite ver la forma en la cual se fueron
articulando los mercados y las relaciones que se pudieron entablar entre
las ciudades españolas y el puerto de Huatulco. Si bien es un mapa que se
pueblo a la orilla del mar

basa en muchas conjeturas, con base en información documental, muestra


dos caminos que pudieran tomarse de la Ciudad de México con dirección
a Huatulco.
El primero, hacia el sur, por el valle de Cuernavaca y de allí hacia el
sureste, subiendo y bajando, hasta la planicie de Izúcar donde se unen los
dos caminos del sur para llegar a Antequera. El segundo, quizá más frecuen-
te, que iba de la Ciudad de México en dirección oriente, que cruzando las
montañas, desembocaba en el valle de Puebla y al llegar a Cholula o Puebla
se daba vuelta con dirección al puerto de Veracruz, donde se podría seguir
el viaje en los ríos navegables. O bien, de Puebla se seguía con dirección al
sur hasta los valles de Tepeaca y Tecamachalco, y de ahí a la planicie de Te-
huacán, así bajar hasta Cuzcatlán, Tecomavaca, Cuicatlán y continuar por el
Cañón de Tomellín, hasta llegar a Sedas y de ahí llegar a Antequera.
Llegando a Antequera (Oaxaca) para ir al puerto de Huatulco se tenía que
seguir en dirección meridional, atravesando las planicies de los Valles Centra-
les hasta estar en Zimatlán, y continuar hasta Ocotlán y Miahuatlán. Llegando
a este punto el viaje se hacía más complicado, ya que se seguía serpenteando,
subiendo y bajando por la Sierra Madre del Sur más allá de San José del Pací-
fico, en el punto más álgido de la sierra para después ir bajando a clima más
cálido, hasta llegar a Río Hondo, y de allí se pasaba por el pueblo de Huatulco
y por fin al puerto. Todo esto nos dibuja un recorrido tortuoso, que se llevaba
varias semanas o hasta meses, dependiendo de la carga y la forma en la cual se
transportara. Si el viaje se hacía en caballo era más rápido y caro; en cambio,
de hacerlo en recuas de mulas, que si bien era más barato, sólo se podía reali-
zar cuando los caminos lo permitieran, como en las planicies.53

53
Borah, op. cit., 1975, pp. 64-69.
Estos caminos no siempre fueron hechos en tierras baldías o sin conflic-
to. En 1542 Luis de Castilla determinó la traza del camino real de Oaxaca a
Huatulco. Para hacerlo, este personaje realizó una visita y determinó cuáles
tierras serían afectadas para la ruta. Debido a ello Juan García de Velasco
solicitó al virrey que se le indemnizara por las afectaciones que se le hi-
cieron a una huerta de tierra que el cabildo de Antequera le había hecho
entrega. Él no podía aprovecharla; aun solicitando que la ruta no pasara por 191
su huerta. El 30 de julio de ese año el virrey ordenó que se le hiciera dicha
recompensa por parte del cabildo.54

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Ese mismo año el virrey ordenó que se abriera el camino desde Coatza-
coalcos hasta Tehuantepec, ruta muy frecuentada pues como vimos había
quien prefería llevar su carga a través del río Coatzacoalcos y cuando no
era posible era menester ir por tierra. La instrucción iba dirigida a Joan de
Toledo, justicia de la provincia de Tehuantepec, y a Joan de Spanalo, regidor
de Coatzacoalcos, fechada el 20 de octubre de 1542, puesto que:

de la d[ic]ha villa y de esa provincia y a los caminantes e otros que van y


bienen por las d[ic]has provincias conbiene y es necesario de abrir el cami-
no […] que podra ser cinquenta leguas poco mas o menos porque estando
abierto el d[ic]ho camino de mas de reducir algunos pu[ebl]os se llevaran
los tratantes y caminantes de mucho trabajo y sera mas los […] jornada
y se escusara a quien de el trabajo de los tamemes y que lo qual presente
conbenia a abrirse.55

Llegando al puerto los comerciantes y pasajeros debían esperar la salida


de los navíos. Las embarcaciones tenían un programa de navegación, que
obedecía a cuestiones climáticas, de corrientes marítimas y a los vientos.
Esto derivaba en el tiempo de espera que estarían en Huatulco las personas
que quisieran embarcarse al Perú. El viaje, de tomarse en la temporada fa-
vorable tardaba dos meses. Así: “los viajeros que llegaran a Huatulco a fines
de febrero probablemente tendrían que esperar durante toda la primavera
y los tórridos, bochornosos y lluviosos meses del verano, hasta fines del
otoño o principios del invierno, a que hubiera de nuevo naves que empren-
dieran la travesía”.56 Lo anterior se debía a que los vientos en la zona en
54
agn, Mercedes, vol. 1, exp. 259, f. 123r.
55
agn, Mercedes, vol. 1, exp. 407, fs. 189r-189v.
56
Borah, op. cit., 1975, p. 71.
que se navegaba entre México y Perú eran desfavorables en estos meses. De
abril a septiembre los vientos del sur soplan a lo largo del litoral de la costa
centroamericana; alejándose de la costa hay vientos del sureste que afectan
las embarcaciones de vela con dirección al sur; cosa distinta en dirección
contraria. Por lo que: “Un viaje que se iniciara en Huatulco a principios de
esta temporada, para recalar en las costas de alguno de los reinos del Perú,
192 tardaba por lo menos de siete a ocho meses.”57
Al disponerse a viajar los pasajeros tenían que estar ya provistos de su
matalotaje (provisiones) para el trayecto. Felipe iii dispuso, siguiendo la cos-
pueblo a la orilla del mar

tumbre, en 1607, que para los viajes transatlánticos (que podían guardar
relación con los intercoloniales):58

Los pasajeros han de prevenir, embarcar y llevar todo el matalotaje y basti-


mentos que hubieren menester para el viaje, suficientes para sus personas,
criados y familias, y no se han de poder concertar con los maestres de ra-
ciones, o con los demás oficiales; y esta prevención es nuestra voluntad que
se haga, interviniendo el vedor de la armada o flota, si los pasajeros fueren o
vinieren en la Capitana o Almiranta de la dicha flota, o en las naos de Hon-
duras, porque no reciba fraude ni menoscabo el caudal de la Avería o el que
costeare estas provisiones.59

Esto obedecía a buscar proteger las raciones de la tripulación de los navíos,


quizá debido a los motines que se suscitaban a causa de quedar varados en
medio de las temporadas desfavorables del viaje. Las provisiones de los viaje-
ros eran libres de almojarifazgo e impuestos parecidos, teniendo una persona
encargada de las raciones diarias a la tripulación y al finalizar el viaje entrega-
ba cuentas de ello. Por otro lado, situación distinta se daba con los pasajeros,
quienes eran los encargados de llevar lo necesario bajo todos los impuestos,
a salvedad del agua que era proporcionada por la embarcación, muy pre-

57
Ibid., p. 72.
58
La normatividad del funcionamiento de los puertos se va consolidando a lo largo del
siglo xv. En 1552 se comienza a legislar la entrada y salida de mercancías conforme a
notario (en el Atlántico y el Pacífico); legislación que se reforzó en 1558. Para 1575 otra
cédula disponía que todas las reglas que estuvieran vigentes y se aplicaran fueran ejecu-
tadas de igual forma en el Pacífico, sobre todo en relación con el registro de pasajeros, los
oficiales del puerto tendría que inspeccionar cualquier navío; siendo ellos los primeros
en subir y realizar la inspección. Recopilación de leyes, lib. ix, título xxxiii, leyes xxxii y
xxxiii; título xliv, ley ix y título xxxv, ley lv, apud, ibid., pp. 189-190.
59
Recopilación de leyes, lib. ix, título xxvi, ley xliv, apud José Luis Martínez, Pasajeros
de indias. Viajes trasatlánticos, México, Fondo de Cultura Económica, 1999, p. 58.
caria por cierto.60 Algunos de las provisiones más conocidas fueron: “biz-
cocho, vino, puerco y pescado salados; vaca, probablemente como cecina;
habas, guisantes y arroz; queso, aceite, y vinagre, ajos y toneles de agua”.61 En
Nueva España podría pensarse que se le podían sumar las frutas propias y
el maíz, hecho en tortillas.62

Mapa 20: Caminos al puerto de Huatulco en el siglo xvi. 193

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)

Fuente: Tomado de Woodrow Borah, Comercio y navegación entre México y Perú


en el siglo xvi, México, Instituto Mexicano de Comercio Exterior, 1975, p. 66.

60
Ibid., pp. 58-59.
61
Ibid., p. 62.
62
“Las provisiones de la tripulación se guardaban en toneles, jarras y cajas comunes. En
cambio, cada pasajero, familia o grupo debía llevar su propio cargamento como quisiera
y pudiera. Y aquello debió ser una barahúnda de baúles, para lo más importante, y toda
suerte de cajas, jarras, botas de vino, cestos, sacos, atados diversos, cosas y cacharros
sueltos, y aun, los más previsores, algunas gallinas”. Ibid., p. 98.
De esta forma, la importancia del puerto de Huatulco fue en aumento
en poco tiempo, así lo reflejan las licencias para la salida de navíos y la em-
barcación de personas y mercancías, que eran constantes. Tanto así que el
virrey Mendoza salió del puerto de Huatulco en 1551 en dirección del Perú.
En relación con las afectaciones a los naturales, macehuales, se hacían notar
mediante las solicitudes para tamemes.63
194 La primacía de Huatulco se hacía evidente (como ya se mencionó), es
por ello que un grupo de artesanos se estableció en el puerto para dar ser-
vicio a la navegación. Éstos se dedicaban a las distintas fases de la cons-
pueblo a la orilla del mar

trucción y reparación naval.64 Reflejo de ello, por ejemplo, en los años de


tránsito de un puerto a otro, es la necesidad del alcalde mayor de Tehuante-
pec que al no tener calafates, para los navíos de su patrón Cortés, tenía que
mandar a traer dos trabajadores calificados de Huatulco.65
Es así como se pudieron construir barcos de importancia en el puerto de
Huatulco, teniendo como mano de obra a indígenas de la región para los
trabajos más sencillos y duros, como el acarreo y desbastadura de la made-
ra; mientras los europeos calificados llevaban a cabo las tareas más delica-
das de herrería, carpintería y calafateo.66
En los primeros años de la década de 1540 hasta quizá la primavera de 1544,
en el puerto de Huatulco se construyó un galeón, bajo la dirección de Diego de
Ocampo (antiguo encomendero de Pochutla y Tonameca), que con ayuda
del virrey Antonio de Mendoza pudo obtener permiso para hacer traba-
jar a los indígenas comarcanos. Esta actitud del virrey no era fortuita, pues
muy probablemente Mendoza era un socio en la empresa de Ocampo.67 El
corregidor del puerto de Huatulco, Cristóbal de Chávez, obedeció y puso
a trabajar en el acarreo de madera, de los bosques de Mazantepec, para la
construcción de dicho galeón y el reclutamiento para tamemes para las de-
más actividades en 154268 y que se prolongó hasta 1543. Para 1544 dicho
galeón ya estaba terminado y en el invierno de ese año se localizaba en la
Bahía de Caraques, frente a Manta, Ecuador.69
Cabe decir que la construcción naval en la Nueva España fue muy limi-
tada, primero, debido a lo costoso que era y por ello muy pocos personajes
63
Para algunas licencias y solicitudes véase cuadro 11.
64
Borah, op. cit., 1975, p. 62.
65
Idem.
66
Ibid., p. 63.
67
Ibid., p 76.
68
agn, Mercedes, vol. 1, exp. 421, f.197v. y.
69
Borah, op. cit., 1975, p. 75.
podían atreverse a tales empresas. Cortés es el mejor ejemplo, seguido del
virrey Mendoza.70 En Huatulco puede suponerse la construcción de navíos
pero no como una cuestión permanente, sólo podemos inferir que era más
bien dedicado a la reparación de navíos, pues no se estableció ahí un astillero
permanente, en cuyo caso esta función se asentó en el puerto de La Navidad
(Michoacán), teniendo la categoría de astillero real, con miras a satisfacer las
necesidades del comercio con Oriente. Así es posible que la mayoría de las em- 195
barcaciones hayan sido de manufactura y propiedad centroamericana o
peruana.71

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Cuadro 11: Algunas licencias o mercedes otorgadas relacionadas al puerto de
Huatulco.
Fecha Personajes Licencia o Merced Observaciones Fuente
Licencia para salir del A partir de esta fecha
puerto de Huatulco agn,
el virrey Mendoza
Juan de con dirección a Mercedes, vol.
26/04/1542 anunció que no saldrán
Sevilla Guatemala, en el 1, exp. 36, fs.
navíos del puerto sin
navío nombrado San 19v-20r.
su licencia.
Pedro.
Licencia para que
pueda llevar tamemes Mil cargas de cacao en
cargados de cacao vez de treinta arrobas agn,
Pedro de y bálsamo a la de bálsamo, siendo Mercedes, vol.
05/06/1542 Malta Ciudad de México, cargados los tamemes 1, exp. 131, f.
pagándoles por ello con no más de dos 65v.
y sin llevarlos por arrobas.
fuerza.
Pequeña embarcación
que sólo transportaba
bastimentos, sin
Licencia para que pasajeros ni otra cosa, agn,
Francisco salga su navío por lo que la licencia Mercedes, vol.
05/06/1542 Hernández llamado San Juan se le concede para que 1 exp. 140, fs.
con dirección a libremente pueda salir 67r-67v.
Guatemala. del puerto de Huatulco,
sólo a Guatemala y por
el tiempo que el virrey
así lo dispusiera.

70
Para el caso del virrey Mendoza, véase Ethelia Ruiz Medrano, Gobierno y sociedad en
Nueva España: segunda Audiencia y Antonio de Mendoza, México, El Colegio de Mi-
choacán/Gobierno del Estado de Michoacán, 1991, pp. 180-186. “Muy pocos entre los
comerciantes más ricos que residían en la Audiencia de México creían que el comercio
en el Pacífico fuera suficientemente atractivo para comprar barcos. Su poca disposición
estaba sólidamente basada en que, dada la falta de buenos astilleros en la costa de la
Nueva España en el Pacífico, los barcos construidos allí eran ciertamente más costosos”.
Borah, op. cit., 1975, p. 143.
71
Ibid., p. 130. Martha de Jármy Chapa, La expansión española hacia América y el Océa-
no Pacífico, t. ii La Mar del Sur y el impulso hacia el Oriente, México, Fontamara, 1988,
p. 233.
Continúa cuadro 11.
Fecha Personajes Licencia o merced Observaciones Fuente
Licencia para que Dichos tamemes iban agn,
06/06/1542 Luis lleve tamemes, sin de la Ciudad de México Mercedes, vol.
Heredero llevarlos por fuerza y al puerto. 1, exp. 145, f.
pagándoles. 68v.

Poder que se le Se debía a que el navío


otorgó para que de Pedro de Malta
196 entraba al puerto de las agn,
Juan de hiciera cumplir Salinas de Tehuantepec Mercedes, vol.
10/10/1542 Toledo los mandamientos o playa de Mazatán 1, exp. 378, fs.
de pedir licencia a realizar carga y 175v-176r.
para entrar y salir a descarga de mercancía
pueblo a la orilla del mar

Guatemala. violando lo mandado.

Licencia para que AGN,


Pedro de pueda salir del puerto Siempre y cuando Mercedes, vol.
15/10/1542 Malta de las Salinas o playa hiciera relación de ello. 1, exp. 379, f.
de Tehuantepec o 176r.
playa de Mazatán.

Para que los naturales El corregidor del


comarcanos llevaran puerto, Cristóbal
los mástiles y timones de Chávez, tiene agn,
08/11/1542 Diego de del navío que está que compeler a los Mercedes, vol.
Ocampo construyendo en el naturales para el 1, exp. 422, f.
puerto de Huatulco, trabajo pagándoles por 197v.
desde los montes de ello.
Mazantepec.

Además, llevaba como


pasajeros a Francisco
Para ir a las Hidalgo; Alonso Cano;
Barbacoas y a otras Pazni de Carson; agn,
08/11/1542 Blas de partes con el navío Martín Solís; Juan Mercedes, vol.
Simancas nombrado Todos Vázquez; Antonio 1, exp. 423, f.
Santos que está en el Lorenzo; Pedro de 197v.
puerto de Huatulco. Oviedo; Alonso de
Cartaya; Nicolás de
Rubialo; entre otros.

Para llevar tamemes


cargados de árboles
frutales de la
Ciudad de México al Guardando las
puerto de Huatulco. ordenanzas de llevar agn,
13/11/1542 Blas de 20 cargados de a los tamemes por su Mercedes, vol.
Simancas membrillo; ocho voluntad y pagándoles 1, exp. 430, f.
de perales; ocho de a ellos por su trabajo y 202v.
duraznos; cinco de no a otras personas.
manzanos y 30 de
ciertas hierbas y otras
cosas que llevaba.
Continuación cuadro 11.

Fecha Personajes Licencia o merced Observaciones Fuente

Para llevar ciertas


indias nobles del
Perú y Nicaragua que agn,
Esto por temor a que la
Blas de venían en el navío Mercedes, vol.
13/11/1542 justicia del puerto no
Simancas nombrado San Juan, 1, exp. 431, f.
se lo permitiera.
perteneciente a su 202v.
197
flota que se dirigían a
las Barbacoas.
Nombramiento de A causa de que

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


visitador de los navíos agn,
Fernando Díaz no
Pedro que salieran del Mercedes, vol.
31/05/1543 podía desempeñar el
Pantoja puerto de Huatulco 2, exp. 197, fs.
cargo, de quien era en
hacia el Perú y otras 77r-77v.
principio.
partes.
Para que los indios A causa de que el
comarcanos traigan corregidor no se lo
lo que le hacía permitía. Además
falta para su navío, de los problemas agn,
20/10/1543 Diego de pagándoles lo que le que tenía con su Mercedes, vol.
Ocampo faltaba del trabajo contramaestre Ramón 2, exp. 489, fs.
del año anterior. Sánchez por haberle 201r-201v.
Y que resuelva las vendido su poder y
diferencias entre su no hacer las cosas del
contramaestre. navío.
Para que dicho
corregidor haga agn,
visitar a los navíos Por posible tráfico de Mercedes, vol.
23/12/1543 Alonso
Canseco
de que andaban en el indios a Guatemala y 2, exp. 570, f.
tráfico de cacao. Y que Nicaragua. 232v.
hagan registro de su
carga.
Peter Ger-
Los tamemes irían hard, Síntesis
Para cargar tamemes cargados de la jarcia e índice de los
y bastimentos para el mandamien-
13/11/1550 Gonzalo
las Casas
de de Yanguitlan y
Antequera hasta el viaje que hacía el navíotos virreinales,
puerto de Huatulco. Santa Andrés al Perú, 1548-1553,
quien llevó al virrey México,
Mendoza. unam, 1992,
p. 562.
Silvio Zavala,
Asientos de la
Diego, gobernación
Andrés, de la Nueva
Juan y Para ir a Guatemala Indios mercaderes, España
16/04/1551 Martín,
Domingo
embarcándose de
Huatulco. naturales de Anguitlan. (periodo
del virrey
y Joan don Luid
Malina de Velasco),
México, agn,
1982, p. 139.

Fuente: Elaboración propia.


Tamemes: cargadores del anhelo español
El trabajo indígena que se circunscribía a las actividades del puerto bási-
camente correspondía al transporte de mercancías que eran llevadas de un
mercado a otro, es decir, como tamemes. Previo a la llegada de los españoles
a estas tierras ya existía este mecanismo, sin duda esto obedecía a la per-
198 vivencia de las condiciones geográficas que aún no podían ser subsanadas
por los colonos. Principalmente podemos entender la dificultad de abrir y
mantener nuevos caminos, como los casos antes señalados, los que favore-
pueblo a la orilla del mar

cieron la implementación de esta forma de trabajo, lo cual permitió el abuso


contra los naturales.72
El 9 de enero de 1526 se dispuso la necesidad de que aquellas personas
que necesitaran utilizar tamemes sólo pudieran hacerlo con licencia expedi-
da por Gonzalo de Salazar, quien fuera Capitán General de la Nueva España:

…ninguna persona de ningún estado e condición que sea sean osados de


traer vino ni ropa ni otra cosa en indios ni en esclavos sin expresa licencia
e mandado del señor gobernador, so pena de perdemiento de lo que así
truxere en los dichos indios e esclavos, e demás dos pesos de oro por cada
indio o esclavo que cargare.73

Más de dos años después, el 4 de diciembre de 1528, Carlos v expresaba


su preocupación por el empleo de tamemes, aun cuando las prohibiciones
eran reiteradas en este sentido. Para ello dispuso que no se ocuparan indios
como tamemes, para lo cual existían las bestias de carga. No obstante, se si-
guió permitiendo que los indios fueran cargados para llevar el tributo de los
encomenderos a su residencia, sin exceder las 20 leguas, existiendo un pago
para los indígenas de ser necesario que entregaran el tributo a otro sitio.74
El caso que aquí nos interesa inicia el 24 de agosto de 1529, cuando por
ordenanza se prohíbe llevar tamemes a los puertos. Siendo que sólo se les
podía llevar allí para descargar los navíos y llevar las mercancías a tierra
adentro, sin que sobrepasaran la media legua, pagándoles por su trabajo. La
reiterada prohibición en las ordenanzas para cargar a los indios nos mues-

72
Silvio Zavala, El servicio personal de los indios en la Nueva España, 1521-1550, t. i,
México, El Colegio de México/El Colegio Nacional, 1984, p. 121.
73
Ibid., p. 124.
74
Ibid., p. 125.
tra que éstas eran burladas. No obstante, debemos tomar en cuenta que el
accidentado terreno novohispano tenía sus repercusiones en esta materia.
Si bien al iniciar la década de 1530 era clara la preocupación de la Corona
para con este asunto de los tamemes, lo que era ratificado en la Audiencia
de México, pero ésta última hacía notar a la Corona las repercusiones que
estas prohibiciones tenían en el mercado, por ejemplo, el alza en los precios
o escasez de productos. Por ello en la Nueva España se veía conveniente el 199
uso de tamemes, que en gran parte beneficiaba de igual manera a los na-
turales.75 Para 1533 se optó por permitir la carga de indios sólo con su vo-

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


luntad; pagándoles por su trabajo, que dependería de la carga y la distancia,
y poniendo un límite de peso a dos arrobas. La coexistencia de elementos
para el transporte de mercancías en la Nueva España es clara y perduró en
zonas donde los animales de carga no eran adecuados, siendo los tamemes
la opción.76
En la década de 1540, Huatulco ya destacaba como un puerto y astillero
que conectaba y permitía el comercio con el resto de las colonias españolas
como Guayaquil, Sonsonete, Perú, etcétera, e internamente era el punto de
inicio del tránsito del cacao en la Nueva España. En los últimos años en que
Huatulco tuvo la batuta como puerto mercante, antes de que Acapulco lo
opacara a inicios de la década de 1570, el intercambio de bienes que llega-
ban al puerto, tales como ropa, ganadería y esclavos negros, así como por
cacao embarcado desde Acajutla aún era marcado.77 Como se pudo apreciar
en el capítulo previo, es en estos primeros años de la puesta en función del
puerto cuando se tiene el mayor cambio en la vida de los pueblos comar-
canos, es decir, el hinterland, sobre todo en la forma en que los naturales
fueron utilizados masivamente para tamemes, así como las acciones que
las autoridades virreinales llevaron acabo. Sin duda esta consecución ya no
era bien vista por la Audiencia y para 1563 se ordenó al alcalde mayor del
puerto, así como a los oficiales de las repúblicas de indios y encomenderos
de las cercanías, que no permitieran estos abusos hacía los naturales bajo
ninguna condición.78
En este sentido, es necesario considerar la introducción del ganado como
otro factor que repercutió en el devenir de los pueblos de indios, estos ani-

75
Ibid., pp. 126-128.
76
Ibid., pp. 146, 171.
77
Gerhard, op. cit, 1960, p. 34.
78
Borah, op. cit., 1975, pp. 215-216.
males fueron traídos a la región en busca de terreno fertil para su reproduc-
ción, que a la larga, seguramente encontrarían una ruta hacia otros mer-
cados a partir del puerto. Asimismo, otro factor que se articuló al puerto,
teniendo repercuciones en los indígenas, tiene que ver con la canalización
de los productos que iban dirigidos a cubrir el pago del tributo. Por ejemplo,
cuando se hace la tasación de la encomienda de Juan Bello del pueblo de
200 Astata, el 14 de junio de 1548, se le concedió a Bello que parte del tributo
de esta encomienda fuera llevado al puerto de Huatulco, pudiéndose inferir
que podría ser embarcado como mercancía para su venta: “le han de hacer
pueblo a la orilla del mar

en cada año una sementera de maíz de diez hanegas de sembradura, y lo que


procediere de ella llevarlo al puerto de Huatulco”.79
La actividad portuaria se fue complejizando en esta década, para 1542,
el corregidor Cristóbal de Chávez, que se encontraba designado para Po-
chutla y Tonameca cambió su residencia al puerto de Huatulco,80 lo cual
implicaba un intento por parte del gobierno virreinal por tener un control
del mismo, reafirmándose la preocupación de la Corona de tener bajo su
administración todos los puertos. En este mismo lapso pudo haber estado
ya en funciones el visitador del puerto, encargado de la inspección de los
navíos, Fernando Díaz.
En 1543 Díaz estaba indispuesto para desempeñar el cargo y fue rem-
plazado por Pedro Pantoja (encomendero de Cacalotepec y Cimatlán). No
obstante, conforme pasaron los años y el puerto de Huatulco fue decayendo
en importancia, el alcalde mayor tenía que realizar dicha función a la que
se le fueron sumando otras más, por ejemplo, de juez de almojarifazgo (con
un secretario), así como capitán de infantería o de defensa del puerto. Esto
último a partir de los ataques de piratas.
Esto querrá decir que Huatulco fue un nodo en el que las mercancías
encontraban una ruta para nuevos mercados, aun años después de que en-
trara en decadencia, donde quedó relegado a un tráfico más restringido, casi
volcado a Centroamérica; así como “También era apropiado para reunir los
abastecimientos y provisiones producidos en las fincas del marquesado,
para su distribución a lo largo del litoral del Pacífico”.81

79
El libro de las tasaciones de pueblos de la Nueva España, siglo xvi, prólogo de Francis-
co González de Cossío, México, Archivo General de la Nación, 1952, p. 59.
80
Gerhard, op. cit., 1986, loc. cit., supra.
81
Borah, op. cit., 1975, p. 61.
Un ejemplo más concreto de la importancia de Huatulco como el prin-
cipal puerto de la Nueva España en la Mar del Sur, nos lo brinda Borah;
donde:

A fines de 1540, cuando Pedro de Alvarado trajo hacia el norte su flota a lo


largo de la costa, hizo un contrato con Cortés para que lo abasteciera; éste
hizo que la administración de sus posesiones juntara una gran cantidad de 201
provisiones: 1,500 quintales de bizcocho, entre 2,500 y 3,000 lonjas de tocino,
muchas ovejas, carneros, cerdos y terneras, y grandes cantidades de frijol y

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


de otros productos alimenticios. Todo esto fue enviado a Huatulco como el
punto más seguro y apropiado para que Alvarado lo cargara en sus barcos.82

Debido a una rencilla entre Alvarado y el virrey Mendoza esto no se lle-


vó a cabo. Lo que a su vez nos permite ver como las pugnas de los hombres
de la época, al defender su visión de las cosas en las tierras descubiertas y
por descubrir, dificultaban las acciones entre ellos.
Para estos años se logra apreciar cierta consolidación comercial de las
rutas marítimas entre los puertos de la Nueva España y el Perú, pues la
construcción de embarcaciones y puertos comenzó a aumentar de manera
considerable; así, los puertos de Acajutla en El Salvador, Iztapa en Guate-
mala y Guayaquil en la parte sur del continente americano, comenzaron
su actividad comercial con la Nueva España. La producción de maderas
útiles para la navegación permitió a la región del Mar del Sur —incluyendo
a Huatulco— transformar sus astilleros en puertos marítimos donde a me-
nudo se intercambiaban sal, metales, cacao y otros productos.83
En este sentido, se aprecia la forma en que el puerto de Huatulco inicia
su desarrollo al concentrar los elementos, políticos y económicos capaces
de convertirlo en eje articulador de una provincia, transformándose así en
otro apéndice novohispano. Este desarrollo se puede entender, según la idea
propuesta por Ita Rubio, como el de un puerto de penetración, asumido
como un desarrollo a expensas de los puertos y caminos independientes
que convergieron en Huatulco para dar sentido a la vinculación económica
de los virreinatos.

82
Borah, op. cit., 1975, pp. 61-62.
83
Eugenio Piñero, The Town of San Felipe and Colonial Cacao Economies, Darby, Penn-
sylvania, Diane Publishing, 1994, pp. 27-30
Mapa 21: Costa occidental de la Nueva España (copia original delinea-
da en 1541).

202
pueblo a la orilla del mar

Fuente: Miguel León-Portilla, Hernán Cortés y la Mar del Sur, Madrid, Ediciones Cultura
Hispánica/Instituto de Cooperación Iberoamericana, 1985, p. 136.
Al entrar la década de 1550 y hasta 1585, el comercio entre los dos vi-
rreinatos llegó a su pináculo debido, en principio, a la consolidación del
proyecto de la Corona en el Perú y a una década previa volcada al desarrollo
del puerto. La Corona trató de promover el comercio entre los dos virreina-
tos, buscando con ello tener más apacibles a los españoles en aquello reinos
meridionales, más tendientes a revelarse.84

Las guerras civiles que tuvieron lugar en el Perú entre 1530 y 1560 ocasiona-
ron que los precios de las manufacturas, caballos y alimentos europeos subie-
ran mucho, ya que todo esto tenía que ser importado. Dichas guerras no sólo 203
conservaron los precios más altos todavía que en las condiciones normales
de escasez existentes en un principio, y de lo que los habrían hecho subir los

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


hallazgos de grandes cantidades de metálico, sino que también prolongaron
el periodo de escasez.85

Sin embargo, mientras las cosas en el Perú iban cobrando forma, en Ni-
caragua se daba otro tenor, la rebelión de los hermanos Contreras, Hernando
y Pedro, tuvieron sus repercusiones en el puerto. De mayo a julio de 1550 se
tomaron medidas para evitar la entrada o salida de cualquier persona hacia
Guatemala. El 20 de mayo se le ordenó al alcalde mayor del puerto que me-
tiera tierra adentro toda la artillería y municiones que se encontraran allí,
claro con la mano de obra indígena. Tres días después se prohíbe dejar salir
a persona alguna para Guatemala sin licencia del virrey. Para el 23 de julio
se extiende la prohibición para que dicho alcalde aprehenda a cualquier
persona que no viniera registrada, enviándola a la cárcel de la Ciudad de
México, tomando todos los bienes, debido a que el virrey tenía noticia de
que algunos prófugos de Perú y León habían desembarcado en Huatulco.86
En este sentido, es clara la existencia de sitios estratégicos que los natu-
rales pronto se dispusieron a buscar para su beneficio, por ejemplo, solici-
tando mercedes que les concedieran sitios de venta buscando un beneficio
económico para los caciques y mostrando una adecuación a la vida portua-
ria, es decir, manifestándose como agentes de un cambio socioeconómico
envestidos en nombre de la comunidad. Tal es el caso de un mandamiento
de amparo de una merced solicitada en 1560 para tal efecto:

Por parte de gobernadores, principales y naturales del pueblo de guatulco,


me pidieron en nombre de su maj[esta]d les hisiese merced de un sitio de
Borah, op. cit., 1975, p. 125.
84

Ibid., pp. 157-158.


85

Peter Gerhard, Síntesis e índice de los mandamientos virreinales, 1548-1553, México,


86

Universidad Nacional Autónoma de México, 1992, p. 562.


venta para su comunidad en terminos del d[ic]ho pueblo, la qual ya tenia
poblada y basteçida para el proveimyento de los pasajeros que por ella pasavan
sobre la qual les mande dar ynformaçion cerca de si era asi, que la tenian po-
blada, y estava en tierras del d[ic]ho pueblo, e sin perjuyzio, la qual dieron e
atento lo que por ella consta por la presente en nombre de su maj[esta]d
anparo y defiendo, a la comunidad del d[ic]ho pueblo de guatulco [en el]
204 d[ic]ho sitio de venta que desuso se haze mençion y en la poseçion que
della tiene para que la tenga y posean e no sean desposeydos, della sin ser
oydos el gobernador y principales del d[ic]ho pueblo, en nombre de la d[ic]
pueblo a la orilla del mar

ha comunidad con tanto, que la tenga poblada y basteçida de los bastimen-


tos, nescesarios para los pasajeros que por ella pasaren con aperçibimiento
q[ue] seles quitara e mando que teniéndola proveyda la justiçia del d[ic]ho
pueblo, les anparen en ella que si es necesario, en nombre de su maj[esta]d
fago a la d[ic]ha comunidad del d[ic]ho sitio de venta.87

Algunos españoles habían iniciado desde 1525 la instalación de ventas


en los caminos de la Ciudad de México a Veracruz, bajo los preceptos de Es-
paña. “Estas ventas eran instalaciones muy precarias, de chozas con techos
de paja, con lo indispensable para que tuvieran algún descanso y comida
los pasajeros y sus bestias”.88 Las regulaciones más fuertes estaban dirigidas
a la venta de vino, actividad prohibida para los indios, pero que con el sitio
podían realizar. Por ejemplo, las ordenanzas de Cortés, de 1523 o 1524, al
respecto decían que:

… se cobre a medio peso de oro el azumbre (dos litros), en el puerto y hasta


diez leguas de distancia, y que se aumente medio peso por cada diez leguas de
alejamiento. La posada costaba dos tomines con cabalgadura y uno a los que
viniesen a pie; y se figaban precios para gallinas ‘gallinas de la tierra’ o guajolotes,
gallinas y pollos de Castilla; conejos, codornices, puercos, venado, maíz y huevos
que eran excesivamente caros ‘medio real de oro, que son tres tomines’ cada uno.
[…] Por el alojamiento, con ‘cama de su jergón e ropa limpia’, un real.89

Debido a ciertos acontecimientos, en gran medida externos, el puerto


de Huatulco fue cayendo en desuso. Por ejemplo, el factor más importante

87
agn, Mercedes, vol. 5, f. 114r.
88
Martínez, op. cit., 1999, p. 25.
89
Ibid., p. 26. Confróntese Zavala, op. cit., 1984, p. 122.
fue la expansión del imperio español hacia Oriente y llegar a establecerse en
Filipinas en 1565, gracias a que Andrés de Urdaneta finalmente pudo trazar
el derrotero del tornaviaje de Filipinas (Este asiático) al virreinato novohis-
pano. Para lo cual Urdaneta estableció al puerto de Acapulco —bajando por
California— como el puerto oficial para tal viaje. Resultando que: “Un rasgo
sorprendente en la historia naval y portuaria de la Nueva España fue la elec-
ción del puerto de Acapulco para la serie de contactos múltiples entre un 205
extremo y otro del Pacífico”.90 Pero existen varias explicaciones plausibles
que nos dan cuenta por qué se eligió a Acapulco por encima de los otros

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


puertos del Pacífico novohispano, teniendo en cuenta en primer momento
que la Nueva España pudo, mediante sus recursos económicos, mantener la
hegemonía en la América española.
Dichas explicaciones son: las condiciones geográficas de un puerto bien
protegido de las inclemencias naturales y humanas; recursos técnicos (ma-
teriales y humanos) que repercutían, en primer lugar, en la construcción
y reparación de los navíos, y una más en el abastecimiento de provisiones
para tan largos viajes; y, sobre todo, la cercanía con la capital del virreinato,
la Ciudad de México, con lo cual se pretendía tener un control más férreo
del comercio. Esto no quiere decir que se tengan que ver por separado, sino
más bien éstas deben verse en su conjunto, tal como lo hicieran sus con-
temporáneos. Por ejemplo, el mismo fray Andrés de Urdaneta expresaba al
rey que:

El puerto de Acapulco parece que tiene buenas partes para que en él se arme
el astillero para hacer navíos e para que en él sea la carga y descarga dellos,
por ser uno de los buenos puertos que hay en lo descubierto de las indias,
grande y seguro y muy sano y de buenas aguas y mucha pesquería, de mu-
cha madera para tablazón y pinos para mástieles y entenas. Aunque la ta-
blazón se truxese allí de otras partes por mar, importa mucho que el puerto,
para hacer los navíos y para la carga y descarga, sea en Acapulco, porque
demás que es bueno y tener las partes que tiene, bien cerca del puerto es la
tierra razonablemente poblada, y de esta cuidad [de México] a él no hay de
setenta y tantas leguas arriba, y camino que andan por él arrias.91

90
Ostwald Sales Colin, El movimiento portuario de Acapulco. El protagonismo de Nueva
España en la relación con Filipinas, 1587-1648, México, Plaza y Valdés, 2000, p. 52.
91
Nuchero, citado en ibid., p. 57.
Si observamos, análogamente, Huatulco pudo tener muchas de estas
ventajas, en cuanto a las condiciones geográficas y recursos técnicos, y quizá
la única que cambia sustancialmente es la cercanía de Acapulco con la Ciu-
dad de México. Si bien es cierto que los caminos de Huatulco a esta ciudad,
en el periodo que va de 1539 a 1564 estaban mejor acondicionados que los
de Acapulco, por lo cual se hacían más transitables, aun siendo mayor la
206 distancia (120 leguas); para el gobierno virreinal era mucho más económico
que las mercancías hicieran este recorrido que abrir nuevos y mejores ca-
minos al puerto de Acapulco. Sin embargo, dentro de estos mismos años se
pueblo a la orilla del mar

intentó hacer las mejoras de estos caminos, pero se llegó a un punto en que
se descuidó: “En 1547 el virrey ordenó la construcción de caminos a Aca-
pulco, Taxco, Zultepec y Zumpango; Antonio de Mendoza deseaba imbricar
le vereda de Cuernavaca a Iguala, Tixtla, Anenecuilco, Citlaltomagua, Co-
yuca, Citlala y llanos de Acapulco. Sin embargo, la primacía de otros puertos
en fechas tan tempranas influyó en un olvido temporal frente a los demás
con más fácil acceso”.92
En los años subsecuentes, de 1565 a 1572, este olvido se subsanó pau-
latinamente, al adquirir más importancia Acapulco. Al consolidarse el de-
rrotero Manila-Acapulco, influyó decididamente para que se valoraran las
ventajas antes expuestas, tanto el propio Urdaneta, como el virrey Martín
Enríquez, quien hacia 1572, escriben al rey Felipe ii, exponiendo que: “Aca-
pulco viene a ser el primer puerto para el comercio con Filipinas, porque
está cercano a la ciudad de México.”93 Al año siguiente, a finales de 1573,
queda establecido el puerto de Acapulco como sede del tráfico marítimo
proveniente de Asia.
De esta forma, a partir de la segunda mitad de la década de 1530, el puerto
de Huatulco empezó a ser muy rentable. A él fueron llegando agentes comer-
ciales, tenderos y mucha gente de distinta condición y calidad. Por sus caminos
se podían ver, en un principio, a los naturales caminando con sus cacles, con
una mantilla encima de las carnes y su maxtlatl, que les cubría su virilidad,
y todos ellos con grandes cabelleras, para cubrirse del sol. Ya en casa (que
eran unas chozas hechas de varas delgadas y cubiertas de paja, chaparritas y
algunas cubiertas con lodo —barro—94) se disponían a comer, sus tortillas

92
Schurz, citado en ibid., p. 58.
93
Idem.
94
Acuña, op. cit., v. 2, t. i, 1984, p. 189.
y tamales, o si tenían suerte, gracias a la caza, comían venado o iguana, que
podían alternar con algún buen pescado, pero eso sí, con su chile y su sal; y
para refrescarse tenían el agua clara, que podían aderezar con pinole (maíz
tostado y molido).95 Para tener una idea de el número de indígenas que se
desenvolvían en torno al puerto en estos años se habla de un asentamiento
de poco mas de cien casas, de considerable importancia.96
Después, ya para 1580, en pleno declive del puerto, a los indígenas se les 207
vería vestidos con camisas y zarahuelles (un calzón ancho y largo de man-
ta), algunos con sombrero y zapatos; aunque los más pobres seguirían con

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


sus cacles.97 Comían lo mismo de años atrás, pero ahora ya tenían el pozol
(que era masa de maíz desecha en agua); así como bebían cacao.98 Pero poco
a poco los fuereños se fueron asentando y su número creció, mientras que
los naturales disminuyeron. Mestizos, castas y españoles eran la población
que predominaba y los indígenas fueron relegados de lo que anteriormente
había sido su terruño,99 el cual tendrían que defender ante los españoles,
como también de los enemigos de éstos, sin entender el porqué de su agre-
sión y odio hacía ellos, tal como sucedió en 1579 cuando Francis Drake llegó
al puerto.
De esta forma, para estos años, y los que siguieron, aquel nodo y apéndice
novohispano, llamado puerto de Huatulco, perdió las prerrogativas previas
y cayó en desuso oficial, lo que nos indicaría una nueva faceta en la región,
permitiendo el contrabando, cerrándose junto con él, aquel próspero perio-
do de un comercio primitivo.
En la última década del siglo xvi, aun bajo los primeros intentos de con-
trolar la importación y reexpedición de mercancía china al Perú (por cierto,
mucho más barata) por parte del gobierno virreinal, se inició una nueva fa-
ceta del comercio como consecuencia de la llegada de comerciantes ricos,
con la solvencia suficiente para adquirir todo un embarque proveniente de
Filipinas y revenderlo en Perú. Huatulco, en este sentido, pudo ser un foco
para librar aquellos tan onerosos impuestos reales que se dispusieron al ver
una franca omisión a las prohibiciones: “No fue por decadencia natural,
95
Ibid. p. 190.
96
Borah, op. cit., 1975, p. 63.
97
Idem.
98
Idem.
99
Acevedo, citado en Raúl Matadamas y Sandra Ramírez, Antes de Ocho Venado y después
de los piratas. Arqueología e historia de Huatulco, Oaxaca, México, Colegio Superior para la
Educación Integral Intercultural de Oaxaca/Secretaría de Asuntos Indígenas, 2010, p. 43.
sino por expansión, cuando el comercio de artículos chinos hizo perder
importancia al intercambio de productos españoles y locales.”100
Los mapas 22 y 23 nos muestran la costa occidental de la Nueva España
y el inicio de Guatemala. En ellos se aprecian los puertos naturales de los que
se tenía relación de California hasta Sonsonate y un poco más allá de Guate-
mala, dando un total de 21 puertos naturales. Lo interesante es que con tan
208 ricos recursos naturales y humanos la Nueva España no haya podido desa-
rrollar una infraestructura marítima. No es extraño, después de todo, que la
Corona no dejaría en manos de particulares tan redituable negocio, propi-
pueblo a la orilla del mar

ciando que surgieran figuras como el ya extinto Cortés, las cuales adquirie-
ran gran poder económico y político. No obstante, pareciera ser que en la
primera mitad del siglo xvi, quienes sí se beneficiaron, bajo dicha preten-
sión de la Corona, fueron los virreyes y demás oficiales, pues recordemos que
al llegar un nuevo virrey y con él todo su séquito (que en su mayoría serían
sus familiares) se veían en la necesidad de colocarlos en distintas empresas
y funciones. Por ello, no es singular que bajo tan envidiosas pretensiones la
Nueva España no contara con la infraestructura adecuada para salir al mar.
Los únicos puertos con salidas al océano eran: Veracruz hacia el Atlántico
y Acapulco hacia el Pacífico.101 Los dos mapas a continuación son de finales
del siglo xvi, el primero proviene del agi fechado en 1591 y al parecer es de
donde se copia el segundo, que se encuentra en el agn, el cual no tiene fecha
y sólo refiere que es de dicho siglo. En ellos se hace mención de la ruta que
siguió un enemigo inglés, Drake o Cavendish. Se encuentran referidas las
ciudades más importantes de Guatemala hasta Nuevo México. Cuentan con
los nombres de los puertos y pueblos cercanos a ellos, o al menos los más
importantes. De igual forma se trató de ejemplificar el accidentado terreno,
acompañado de algunas figuras de indígenas y animales.

Borah, op. cit., 1975, p. 125.


100

Agradecemos a Abraham Barandica Martínez quien nos proporcionó las referencias


101

de dichos mapas, así como sus comentarios acerca de nuestro tema que nos ayudaron a
percatarnos de tan complejo asunto, el de los puertos y las relaciones de los personajes
de la época. Información personal, 2011.
Mapa 22: Costa occidental de la Nueva España, 1591.

209

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)

Fuente: agi, mp-México, 518.


Mapa 23: Costa de la Mar del Sur, siglo xvi.

210
pueblo a la orilla del mar

Fuente: agn, Instituciones Coloniales, Colecciones, Mapas, Planos e Ilustraciones (280).


Un enclave de ultramar y la búsqueda de
riqueza americana
La dinámica de los distintos reinos en el pequeño mundo europeo cam-
bió drásticamente con el descubrimiento de América, siendo España quien
bautizara a sus dominios en estas nuevas tierras como Indias Occidentales. 211
Cabe decir que los problemas entre monarcas eran claros, sobre todo a par-
tir de los cambios que se gestaban en el interior de su sociedad, en aquel

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


tránsito a los estados modernos; con el despertar de la burguesía.102 En la se-
gunda década del siglo xvi se dieron las transformaciones más vertiginosas
en aquel mundo en el que sus fronteras llegarían a nuevos horizontes, prin-
cipalmente de España y Portugal, potencias imperiales de aquellos tiempos.
Los cambios que se vivieron en Europa tenían un trasfondo que compli-
có las relaciones entre las potencias y aquellos “Estados” en ascenso: Ingla-
terra, Francia y Holanda. La religión y la exclusión de la abundante riqueza
americana que se veía llegar a los puertos de la Península Ibérica incentivó una
reacción de confrontación ante ellos; a partir de la forma en que se repartieron
las tierras descubiertas y por descubrir desde el último cuarto del siglo xv.103
En 1493 la bula de donación y un año después el Tratado de Tordesillas, re-
soluciones pontificias de Alejandro vi, concedieron a España, y a Portugal,
parte de las tierras descubiertas, excluyendo a cualquier otro reino.104
La geopolítica europea que se derivó de esta situación tiene una implica-
ción directa en la piratería y los ataques contra España y sus posesiones en
las Indias Occidentales. En un primer momento, estas acciones inauguradas
por el rey de Francia, Francisco i, en 1521, se desarrollaron bajo el escenario
de las aguas del Atlántico y el Caribe. Tras esta primera fase la problemática

102
Martha de Jármy Chapa, La expansión española hacia América y el Océano Pacífico,
tomo i: Un eslabón perdido en la historia: Piratería en el Caribe, siglos xvi y xvii, México,
Fontamara, 1987, p. 23.
103
“El enfrentamiento entre España y Portugal por descubrir una ruta oceánica que po-
sibilitara la relación comercial directa con el Este de Asia, ocasionó la llegada de los
españoles a tierras continentales antes desconocidas por ellos. En octubre de 1492 Cris-
tóbal Colón estaba plenamente convencido de su llegada a un archipiélago contiguo a
Japón, pero los portugueses consideraban que el italiano había encontrado nuevas islas en
el Océano Atlántico. Los lusitanos no permitirían la llegada de los españoles al Este, surcan-
do aguas atlánticas; en consecuencia, esgrimieron el reclamo de las islas descubiertas por
Colón señalando el contenido del Tratado de Alcazovas de 1475, que convenía la renuncia
a las islas Canarias por parte de Portugal a favor de España, conservando la exclusividad
de todos los archipiélagos del Mar del Norte”. Sales, op. cit., 2000, pp. 37-38.
104
Ibid., p. 38; Jármy, op. cit., 1987, p. 47.
fue tornándose más compleja despues del periodo de ruptura entre España
e Inglaterra, bajo el manto de la religión, que inició en 1534 con la reforma
religiosa anglicana.105 El punto más álgido al respecto se suscitó con ascenso
al trono de la reina Isabel i,106 lo que ponía en evidencia las dos visiones del
mundo que entrarían en juego en un nuevo escenario: el océano Pacífico.
En los albores de la modernidad, España ya había hecho patente la for-
212 ma en la cual la afrontaría. Para el siglo xvi el Estado-Iglesia español adoptó
el misoneísmo católico e imperial, combatiendo todo lo que le pareciera ex-
traño e incomprensible, creencias y tendencias progresistas y nacionalistas
pueblo a la orilla del mar

que atentaban contra la vieja y anquilosada cristiandad. Inglaterra, Francia


y Holanda dieron muestra de una nueva forma de ver el mundo a partir del
protestantismo. Así Inglaterra, por ejemplo, en el siglo xvi inició su marcha
a una época de progreso y prosperidad de la mano del capitalismo mercan-
til, que condujo al aniquilamiento naval español.107

… entre los años de 1521 y 1559, la gran rivalidad existente entre los mo-
narcas franceses Francisco i y Enrique ii y los españoles Carlos v y Felipe
ii, se reflejó de manera muy clara en la actividad desplegada por los piratas
franceses en contra de España; esta misma actividad en el mar, esta vez de
corsarios ingleses, se puede observar en toda la segunda mitad del siglo xvi,
durante las sordas luchas políticas entre Felipe ii e Isabel i.108

Por último, Holanda, de igual manera, a finales del siglo xvi se pudo consti-
tuir como una potencia naval respetable. España, de la mano de Felipe ii, trató
de limitar la presencia del protestantismo en sus dominios. Esta política lle-
gó a los Países Bajos donde no fue bien recibida; iniciando una guerra civil
que tuvo el apoyo de Francia e Inglaterra, lo cual desembocó en la indepen-
dencia de las provincias del norte de España reconocidas por su monarca
en 1597.109

105
Véase Juan A. Ortega y Medina, El conflicto anglo-español por el dominio oceánico
(siglos xvi y xvii), México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1994, pp. 38-44.
106
Véase Inmaculada Rodríguez Moya y Víctor Míngues, “Iconografía de los defensores
de la religión: Felipe ii de España versus Isabel i de Inglaterra”, en Pedro Barceló et al.,
Fundamentalismo político y religioso: de la antigüedad a la Edad Moderna, Valencia, Uni-
versitat de Jaume i, 2003, p. 198.
107
Ibid., passim.
108
Jármy, op. cit., 1987, p. 48.
109
Ibid., p. 50.
Es importante analizar la práctica del corso110 durante el siglo xvi y de la
piratería durante el siglo xvii en la Mar del Sur (océano Pacífico). Empeza-
remos por dar unas definiciones muy breves para entender a qué nos referi-
mos cuando se usa cada término, pues por lo general se tiende a englobar a
las prácticas enemigas contra España como piráticas, lo cual sería un error
si no se consideran las diferencias entre una y otra.
Las imprecisiones que se pueden tener datan del origen mismo cuando 213
éstas se llevaron a cabo en las aguas americanas. Algunos trabajos realizados
sobre el corso y la piratería mencionan que estas prácticas adquirieron gran

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


importancia en la América española, al grado de que la imagen del corsario
y el pirata se relacionaba mucho con las colonias:

La piratería y el corso se trasladaron a América pocas décadas después de su


descubrimiento, adquiriendo allí unos perfiles y características propios. Tan
propios, que, para un europeo, el verdadero pirata era el americano, el del
pistolón, el sable y la botella de ron.111

Teniendo en cuenta estos datos, se puede interpretar que hay una gran
conexión con la historia del pueblo de Huatulco y la piratería. Desde la pers-
pectiva de este sitio destaca una coincidencia con los problemas en Europa:
las invasiones de corsarios y piratas son la consecuencia de la ruptura y la
competencia entre el imperio español e Inglaterra y también teniendo en
cuenta a las otras potencias europeas, Francia y Holanda:

Piratas, bucaneros, filibusteros y corsarios fueron miembros de una familia


europea de grandes marinos que se adueñaron de los océanos americanos
durante la mayor parte de la Edad Moderna, colapsando el comercio regular
de las metrópolis con sus colonias. Actuaron principalmente contra el cató-
lico Rey de España, disputándole sus riquezas, pero también contra su Gra-
ciosa y hasta contra Su Cristianísima Majestad, cuando Inglaterra y Francia
lograron posesiones indianas, que era lo que a fin de cuentas perseguían.112

110
El corso se refiere a la “campaña que hacen por mar los buques mercantes con patente
de su gobierno para perseguir a los piratas o a las embarcaciones enemigas”. Diccionario
de la Lengua de la Real Academia, apud, Manuel Lucena Salmoral, Piratas, bucaneros,
filibusteros y corsarios en América: perros, mendigos y otros malditos del mar, Madrid,
Mapfre, 1992, p. 33-34. [el autor no especifica edición del diccionario].
111
Ibid., p. 26
112
Ibid., p. 13.
Estos personajes, sin embargo, tuvieron su propia temporalidad y área
de acción y no es lo mismo un corsario a un pirata, aunque las líneas que
dividen a uno de otro son muy tenues y difíciles de separar; y en algunos
casos pareciera más apropiado fusionarlos, es decir, corsopiratas. La imagen
que se puede presentar, gracias a la literatura o el cine (más recientemente),
214 dista de la realidad. Aquellos hombres que en el siglo xvi entraron en la costa
occidental de la Nueva España y llegaron al punto exacto del puerto de Hua-
tulco, no eran hombres bárbaros con barbas desalineadas, o con parche en
pueblo a la orilla del mar

algún ojo, ni con un pie de palo o que decir de un garfio; aunque sus acciones
pudieran parecer lo contrario, estos corsarios procedían con cuidado.
Sin embargo, para comenzar a explicar la situación de este periodo, si-
glos xvi y xvii, así como sus causas y consecuencias, es importante definir
claramente lo que significó esta práctica. De acuerdo con las palabras de
Fernand Braudel, el término piratería comenzó a utilizarse durante el siglo
xvii. Por lo que no es muy preciso decir que fueron piratas quienes andu-
vieron llevando sus prácticas dentro de las costas de la Mar del Sur, sino que,
de acuerdo con algunos documentos son llamados corsarios o enemigos.113
Empero, el corsario denota a un marino mercante particular el cual es-
taba al servicio de un monarca, o en otros casos se aprecia que servía tam-
bién a diversos comerciantes, entendiendo que estos marinos aún pudieran
estar dentro de la categoría de un corsario, puesto que dichos comerciantes
pertenecían al mismo reino y acataban las órdenes del mismo monarca.114
Tenemos entonces que: “El corso es una forma lícita de guerra, legalizada
bien por una declaración de guerra formal, o bien por patente de corso”.115
Mientras que el pirata sólo saquea o roba para su propio beneficio, algo que
sucedía ya en el siglo xvi, pero el concepto de piratería no era tan difundi-
do. Aunado a estos dos, existió otro tipo de agresión por parte de los rivales
de España, para afectar el comercio y sacar ventaja de ello: el contrabando.
Estas diferencias, por un lado, que parecieran ser sustanciales se hacen más
atractivas cuando entendemos que el Mediterráneo es el antecedente más cla-
ro para este tipo de práctica, que se trasladó a América; por otro lado, esto

113
Fisher, citado en Fernand Braudel, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la
época de Felipe ii, vol. ii, México, Fondo de Cultura Económica, 2005, p. 286.
114
Lucena, op. cit., 1992, p. 36-37; Carlos Saiz Cidoncha, Historia de la piratería en Amé-
rica española, Madrid, San Martín, 1985, pp. 54-55.
115
Braudel, op. cit., 2005, p. 286.
se entiende por el hecho de que el Mediterráneo fue el sitio que enmarcó
el comercio europeo hasta el siglo xvi. “Después de 1574, la guerra de las
armadas, de los cuerpos expedicionarios y de los grandes asedios está prác-
ticamente terminada”.116 No obstante, esto no quiere decir que reinara la paz
entre los distintos reinos europeos, ya que:

La suspensión de la guerra mediterránea, después de 1574, ha sido, sin duda, una 215
de las razones de la serie de perturbaciones políticas y sociales que ahora se pro-
ducen casi en todas partes, incluido el bandolerismo. Lo que desde luego puede

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


asegurarse es que el fin de la lucha entre los grandes Estados hace que pase a
primer plano, en la historia del mar, la piratería, esta guerra de segunda clase.117

Este tipo de guerra tuvo como protagonistas a especialistas en la mar,


hombres temerarios, adultos y jovencitos; corpulentos y flacos, altos y bajos,
inteligentes y otros no tanto; que con espada y pistolón andaban a la mar
como pescados, aislados en un barco por tiempos muy largos, con cuartos
mal acondicionados, donde la comida era apreciada, al igual que un buen
trago de licor, obedientes al capitán y a las leyes de la mar.

Pero el lector puede estar pensando que corso y piratería son, a fin de cuen-
tas, la misma cosa: crueldades análogas, exigencias que se imponen, monó-
tonas, en función del curso de las operaciones y de la venta de esclavos y
mercancías capturados. Sí, es cierto, es lo mismo, pero con una diferencia: el
corso es una antigua forma de piratería originaria del Mediterráneo y creci-
da sobre sus mismas aguas, con sus usos, compromisos y negociaciones.118

En el transcurso del ajetreado siglo xvi, con sus cambios sociales, políti-
cos, económicos y culturales, a terreno novohispano llegó más de un corsa-
rio al Pacífico; en busca de riqueza y gloria de aquellos años, surcó los mares
de Atlántico para navegar por el Estrecho de Magallanes, donde tantos se
extraviaron a causa de un mar bravo, que si hubiera existido el fin del mun-
do le sería muy análogo. Pero una diferencia que sí importa, y hay que recal-
car, es el hecho de que para los corsarios sí existió la necesidad de respetar
y defender un reino, que mediante el color o escudo de armas plasmado en
116
Ibid,. p. 284.
117
Ibid., p. 285.
118
Ibid., p. 287.
una bandera se podía identificar en mar adentro al enemigo. Mientras que,
por otro lado, el pirata sólo vio por su beneficio personal.
En un inicio el Pacífico no representó, para la Corona española, un lugar que
se tuviera que proteger de enemigos extranjeros, se veía como un mar exclusivo
de españoles. Con el tiempo esto cambió, y se vio la necesidad de fortificar los
puertos, pero eso sucedió mucho tiempo después de la primera incursión de
216 enemigos extranjeros en las costas del Pacífico, más al norte de Panamá el único
puerto que tuvo una guarnición fue Acapulco. Las grandes riquezas, de plata del
Perú y México y los saques del galeón de Manila dieron grandes botines a los
pueblo a la orilla del mar

corsarios y piratas, quienes tenían una mejor artillería que los españoles.
Tenemos, entonces, que los piratas y corsarios vienen siendo, a final de
cuentas la misma cuestión, sin embargo, esto es superficial, ya que si bien la
piratería realizó las mismas acciones que un corsario y pretendía lograr el con-
trabando en las diversas colonias americanas, sólo generó beneficios para el
propio “pirata” y atacó a cualquier Estado sin distinción. Mientras que el cor-
sario generaba riqueza para él y para el Estado y comerciantes —del mismo
Estado— para los cuales trabajaba; generaba además el contrabando en bene-
ficio de él y del monarca o comerciantes, sin olvidar que los ataques estaban
predeterminados por el Estado al que servían; es decir, se atacaba al enemigo
de dicho Estado.119 Ya entrada la segunda mitad del siglo xvi, el Pacífico es-
pañol fue objeto de ataques extranjeros, en el momento mismo que se iba
estableciendo el comercio con Oriente, en Filipinas.
Por tanto, podemos mencionar que una de las diversas causas por las que
la zona de Huatulco fue invadida se debió a su fragilidad defensiva, echo que
favoreció a los enemigos, por su cercanía con el puerto de Acapulco; de gran
importancia económica, pues tenía la ruta Acapulco-Panamá-Lima-Filipinas.
Si a esto le agregamos la poca capacidad de defensa de las autoridades espa-
ñolas en su dominio americano, así como los problemas europeos entre el
Estado español y sus enemigos europeos, entenderemos que la historia de
Huatulco está relacionada con situaciones de gran complejidad, pues uno
se preguntará: ¿Cómo podían estar tanto tiempo en la mar los enemigos?
Podríamos entender así que Huatulco, más allá de las riquezas propias que
pudiera ofrecerle a los enemigos, era un punto de abastecimiento y repa-
ración de navíos, no importando si estas reparaciones y reabastecimiento
fuera por las buenas o por la fuerza.

119
Saiz, op. cit., 1985, pp. 52, 62.
Por ejemplo, se ha visto que la ruta antes citada era de gran importancia
debido a la concentración de riqueza que por ella circulaban, más allá de
que Huatulco tenía o pudiera ofrecer a estos personajes. A lo largo de sus
viajes se hacían sentir en los puertos de:

[…] Tehuantepec, Huatulco, Acapulco y Colima, en la costa occidental, fue-


ron frecuentados en violentas incursiones por corsarios holandeses e ingleses, 217
quienes, para mayor deleite, acechaban y asaltaban en altamar las pesadas
embarcaciones españolas rebosantes de valiosas mercancías.120

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Lo que se entiende, entonces, es que Huatulco era receptor de cacao
durante el periodo de incursiones inglesas, el cual traían proveniente de
El Salvador, y posteriormente, después de ser reabastecidos los navíos, era
llevado a zonas como Acapulco y de ahí a la capital. De esto puede inferirse
la importancia de la relación que tenía Huatulco con las costas del Mar
del Sur; así como con la capital, puesto que también era un punto de paso
para el traslado de productos importantes hacia lugares cuyo consumo y
utilidad se ponía de manifiesto: “El cacao de Sonsonete se enviaba por mar
como carga en barcos españoles a los puertos mexicanos meridionales de
Huatulco y Acapulco, y el producto suramericano de los siglos xvii y xviii
también venía por vía marítima”.121

Enemigos al acecho: Perros Isabelinos


Al consolidar sus territorios en América y sacar ventaja de ellos gracias al
comercio y saqueo, España tuvo también una serie de problemas. La fuerte
competencia político-comercial en la que se vio afectada la metrópoli, por
parte de Francia e Inglaterra, por sacar ventaja de las riquezas que se pro-
ducían en América (principalmente metales preciosos) fue el preámbulo
de un siglo conflictivo. Tiempo después, a estos competidores se sumaría
Holanda, a inicios del siglo xvii. Lo que obedeció al monopolio que adqui-
rió España en América, que envidiosamente guardaba para sí, con todos los

120
Carmen Saucedo Zarco, Sor Juana Inés de la Cruz, México, Planeta, 2004, pp. 25-26.
121
Gibson, op. cit., 2007, p. 384.
recursos a su alcance, pero eso sí, con una desigual distribución a lo largo
de todo el imperio.
Sus competidores, de igual forma, llevaban un ritmo acelerado en su
producción, lo que les instaba a buscar mercados donde colocar sus pro-
ductos; lo que derivó en una especialización de su flota mercante y la tripu-
lación que tendría que embarcarse mar adentro para la búsqueda de estos
218 mercados. Esto afectó a España, que desde finales del siglo xv y hasta la
primera mitad del siglo xvi, no tuvo problema al monopolizar gran parte
de América, lo cual poco a poco fue tornándose más difícil de hacer. Así, las
pueblo a la orilla del mar

rutas comerciales en América primordialmente son por mar, y se dirigen


al Atlántico, debido a que en esa dirección se encuentra la metrópoli y la
misma Europa, rutas que en pocos años se vieron plagadas de buques ex-
tranjeros que daban competencia a los ibéricos, por lo cual esta zona fue la
que en un inicio tenía prioridad para la Corona española.122
Pero existió otro gran mercado, no olvidemos el Mar del Sur —océano
Pacífico—, en donde se creó y desarrolló un comercio relativamente “local”,
propio de la América española. Por esta razón no es menos importante que
el Atlántico, puesto que esta zona conectaba, tanto con el virreinato del Perú
y Centroamérica, así como más tarde con las Filipinas. Por tanto empieza
a tener importancia en cuanto al transporte naval comercial que de una u
otra forma se conectaba con la metrópoli. En un principio, este comercio fue
monopolizado por el puerto de Huatulco, en la costa occidental de la Nueva
España, y tiempo después tomó la batuta el puerto de Acapulco, como ya lo
vimos, al expandirse este mercado a Oriente. Este nuevo mercado fue sien-
do atractivo para corsarios y piratas durante la segunda mitad del siglo xvi
y más allá del siglo xvii, principalmente debido a la gran competencia que
iba en aumento en el Caribe entre ingleses, franceses y holandeses.
Esto, como puede verse, trajo una serie de problemas a los cuales se tuvo
que enfrentar el imperio español, el más duradero y que más le afectó, junto
a otros propios de tierra firme fue el del corso y la piratería, puesto que:

La prohibición que estableció la Corona española contra el comercio de ex-


tranjeros en las indias; la exclusión de las naciones europeas, salvo Portu-

122
Lucena, op. cit., 1992, pp. 26, 96. “Franceses e ingleses, vanguardia de los países eu-
ropeos desheredados del Nuevo Mundo, lanzaron a sus piratas y corsarios al Atlántico,
para luchar contra el exclusivismo hispano. Más tarde hicieron lo mismo los holandeses,
esgrimiendo la teoría del Mare liberum elaborada por Hugo Grocio [Hugo van Grot].”
Ibid., p. 19.
gal [al pasar a formar parte del Imperio], en las posibilidades de dominio
y explotación del Nuevo Mundo; la codicia provocada por las riquezas en
metales preciosos que se llevaban de las Indias a España; las guerras contra
Francia e Inglaterra; la desorganización y debilidad de las defensas de las
naves que cruzaban el océano y de los puertos diseminados en las islas y
continente; y una moral que encontraba justificable lo mismo la conquista
y explotación de los pueblos indígenas que el comercio y esclavitud de los 219
negros hicieron posible el bandidaje marino llamado piratería.123

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Todo ello desembocó en una idea antiespañola por parte de los demás
reinos beligerantes europeos, llevando a la piratería a tener tanto éxito en los
mares americanos. América y su riqueza, que no compartía España, empezó
a ser atractiva para los otros territorios transatlánticos, a lo que se sumó la
calidad de la vida en Europa, cada vez más decadente; lo cual empujó a una
población pauperizada a la vagancia; lo que facilitó que gran parte de esta
gente se enlistara en las empresas marítimas con tal de tener una salida,
insegura y arriesgada, para mejorar su condición de vida. A lo anterior po-
demos sumar el fanatismo religioso de anglicanos, hugonotes y calvinistas
que lucharon contra el papismo representado por España.124
Además, en gran medida estos enemigos pudieron tener éxito en sus
aspiraciones por la incapacidad que tuvo la misma España para mantener
el dominio americano, al menos esto por mar.125 En un principio el Caribe
español fue el marco que delimitó la acción de los comerciantes extranjeros,
con miras a introducir sus productos, que iban desde ropa y artículos para el
hogar, hasta un sinfín de artículos fáciles de vender. Pero España no quería
entablar relaciones comerciales con otros reinos europeos, aun sabiendo que
la metrópoli era incapaz de llenar el vacío de los productos acabados que las
colonias americanas demandaban.
Derivado de ello fue el aumento del contrabando, que en la realidad fue
auspiciado por algunos de los funcionarios españoles en las colonias. De tal
manera que para 1540 España tomó una decisión crucial, por Real Cédula
se confiscaban todos los productos que fueran introducidos sin su permiso,
pues “a caufa de auer paffado efcondidamente algunos nauios y perfonas
eftrangeras, han tomado y tienen efperiêcia de la nauegaciô y puertos dellas,
123
Martínez, op. cit., 1999, p. 117.
124
Véase Lucena, op. cit., 1992, pp. 26-28.
125
Martínez, op. cit., 1999, Idem.
y fe han hecho coffarios, y andan por la mar de que como es notorio se hâ
feguido grandes robos, muertes, daños, y otros inconuinientes”.126 A dicha
medida, a saber de su eficacia, se respondió con agresividad más explícita
por parte de los comerciantes extranjeros, convirtiéndose así en poco tiempo
en ladrones de mar, donde se saciaban y atentaban contra los puertos espa-
ñoles, llámeseles piratas, corsarios, bucaneros o filibusteros. Cabe aclarar que
220 aquí sólo nos abocaremos a piratas y corsarios.
En muchos casos los propios gobiernos francés e inglés toleraron este
tipo de prácticas dentro del Caribe español, pasando así a ser corsarios. Por
pueblo a la orilla del mar

lo que España al sentirse agraviada por los extranjeros en sus dominios


optó por que “fi de aqui adelante algún nauio Portugues, o Ingles, o de otra
nación eftrangera deftos nueftros reynos aportare a algun puerto de effas
dichas prouincias o Islas tomeys por perdido los tales nauios y las merca-
derias que en ellos fe lleuaren”.127 El éxito de la piratería en el periodo que
comprende de 1536 a 1568, proveniente de Francia en un primer momento,
y que cerraría Inglaterra con John Hawkins, no fue de cierta forma un éxito
inmediato.

El balance de la piratería contra España entre 1536 y 1568 fue de 189 bar-
cos capturados y 74 incursiones en tierra. En el Atlántico americano sólo se
apresaron 152 naves españolas, pues las 37 restantes lo fueron en el trián-
gulo comprendido entre España, Canarias y las Azores. Resulta así que la
media (4,75) no llegó a cinco barcos por año. No puede decirse, por consi-
guiente, que este despertar de la piratería fuera especialmente grave para las
colonias americanas.128

Si bien es cierto que puede ser baja, esta media fue lo suficientemen-
te fuerte y atractiva para que se desarrollara dicha actividad. Como se ha
señalado, es necesario contemplar el panorama completo; si bien las colo-
nias meridionales pudieron consolidarse hasta la segunda mitad del siglo
xvi, es claro que esto repercutió en un alza en la producción de metales
preciosos, sobre todo de plata proveniente de Perú. Con ello pareciera ser

126
“Prouifion que manda que fe tomen por perdidos los nauios y mercaderías de los
eftrangeros deftos reynos que paffaren a las Indias fin licencia, 1540”, en Jacques Lafaye,
Los conquistadores, figuras y escrituras, México, Fondo de Cultura Económica, 1999, p.
196.
127
Idem.
128
Lucena, op. cit., 1992, pp. 51-52.
más atractiva todavía dicha actividad. La primera mitad de la década de
1550 fue un periodo decisivo en las relaciones entre España e Inglaterra,
en principio, por la sucesión del reino, y por ser cada vez más atractivas las
riquezas americanas a los ojos ingleses.129 Esto último se puede explicar por
la creciente información que llegaba a Inglaterra de un pequeño grupo de
mercaderes ingleses que residían en Andalucía, los cuales eran testigos de
la llegada de los galeones de la flota de Indias, cargados hasta el tope de la 221
riqueza americana.130
La gran sorpresa de los españoles, con este telón de fondo, es que un

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


buen día estos enemigos llegarían a lo que ellos consideraban su lago pri-
vado, el Mar del Sur. El océano Pacífico, desde su descubrimiento en 1513,
fue una nueva manzana de la discordia entre España y Portugal por su do-
minio con la intención de encontrar rutas hacia las Molucas; de ahí en ade-
lante España buscó por todos los medios hacerse del monopolio de éste,
como fue el segundo caso después del viaje de 1519-1522 de Magallanes-
Elcano.131De tal modo “El océano Pacífico era exclusivamente español y por
ello, los conocimientos detallados necesarios para su navegación debían ser
guardados celosamente como un secreto”.132 No obstante, de poco sirvió el
esfuerzo español, las ansias de sus enemigos por romper su monopolio fue-
ron más grandes. Por ello no es raro que cuando los españoles vieron por
vez primera un barco inglés lo dieran por español, situación que le sucedió
al alcalde mayor del puerto de Huatulco.
Pero son dos los sucesos que sobresalen en el siglo xvi en el puerto de
Huatulco. Dos de los tres legendarios navegantes ingleses de ese siglo llegaron
a dicho puerto. El primero de ellos fue el que protagonizó Francis Drake a
bordo de la Golden Hind en el año de 1579. El segundo suceso es el que llevó
a cabo Thomas Cavendish y su Desire en 1587 (dos Perros Isabelinos). Estas
incursiones pusieron de manifiesto la incapacidad de la Corona por salva-
guardar sus territorios americanos, pues habían llegado hasta el Pacífico; que
a su vez pusieron a la población de Huatulco en un estado de continua alerta,
sentimiento que se prolongó todo el siglo xvii y que tuvo fuertes repercusio-
nes, como lo veremos más adelante. Pero pasemos al primer acontecimiento.

129
Ortega y Medina, op. cit., 1994, p. 57.
130
Lourdes de Ita Rubio, Viajeros isabelinos en la Nueva España, México, Instituto de
Investigaciones Históricas-Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo/Fondo
de Cultura Económica, México, 2001, p. 28.
131
Sales, op. cit., 2000, pp. 37-42.
132
Borah, op. cit., 1975, p. 191.
Francis Drake y el buque que no era
Hacia 1543 en Devonshire, actual Devon, Inglaterra, nace Francis Drake, el
cual “fue el primer extranjero que logró penetrar el Pacífico español”133 me-
diante la circunnavegación por el Estrecho de Magallanes. Anteriormente
John Oxenham había penetrado hacia el Pacífico español atravesando Pana-
222 má en 1575.134 En los primeros años de vida de Francis Drake no se hubiera
pensado en él como un personaje relevante en la historia mundial, no tuvo
una educación formal, era casi analfabeta. Provenía de una familia numerosa
pueblo a la orilla del mar

de labradores, compuesta por once hermanos de convicciones anglicanas,


por lo cual en 1549 son expulsados por los católicos.135 Siendo niño se hizo
a la mar, acompañando en sus viajes a su primo John Hawkins, aprendiendo
así de la vida misma lo necesario para sobrevivir en un mundo caótico en el
que le tocó existir, y a sus 24 años ya era capitán de su primer barco.136
En 1572, al lado de Oxenham, atacó Nombre de Dios, terminal de la ruta
de la plata del Caribe español, muy cerca de Panamá, del lado del Atlántico,
obteniendo un jugoso botín que inauguró su apetito por la riqueza america-
na. Este episodio sirvió para que a Drake se le tuviera respeto, adquiriendo
una reputación de invencible dentro y fuera de Inglaterra, tanto así que para
los españoles escuchar el nombre de Francis Drake era un factor determi-
nante que los hacía desmoralizarse al encuentro.137
¿Drake era un pirata o un corsario? En un primer momento se puede ha-
blar de él como un pirata, pues bien es cierto que no existían hostilidades entre
Inglaterra y España en el momento de su partida. Empero, hay que destacar
que Drake fue financiado, en primer lugar, por un grupo de comerciantes
(por nombrar algunos, Robert Dudley, Sir Francis Walsingham, Sir Christo-
pher Hatton, y otros), por otro lado, por la Corte Real (algunos de sus miem-
bros también comerciantes), y por último, por la misma reina Isabel i de
Inglaterra, quien aportó algún capital. Al parecer la reina dio una “comisión”
sencilla, sin autorizar abiertamente las hostilidades hacia los españoles, por
lo cual sería más correcto atribuirle la categoría de corsario.138 Para algunos

133
Sales, op. cit., 2000, p. 68.
134
Gerhard, op. cit., 1960, pp. 57-58.
135
Lucena, op. cit., 1992, p. 98.
136
Gerhard, op. cit., 1960, pp. 60-61.
137
Idem.
138
Gerhard, op. cit., 1960, pp. 61-62. Por otro lado, Lucena, op. cit., 1992, p. 87, nos dice
que más bien pudiera referirse a los ingleses de este periodo como corsopiratas, incluido
Drake, “pues el gobierno inglés expidió patentes de corso para atacar a las plazas indianas
“la partida de Drake hacia el Nuevo Mundo sin una misión será considerada
como un acto ilegal por buena parte de sus compatriotas”.139
Se han generado tres ideas de las intenciones de la misión de Drake, que se
derivan de los resultados a su regresó a Inglaterra el 2 de septiembre de 1580,
al mismo puerto que lo vio salir en el invierno de 1577, pero una cuarta sería
la más plausible. Primero, establecer una relación comercial entre Inglaterra
y Oriente, empresa que llevó a buen término, casi a su regreso a Inglate- 223
rra.140 Segundo, poder encontrar el Estrecho de Anián, que para esa época,
se pensaba, tendría que estar al norte de California y conectaría al Pacífico

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


con el Atlántico,141 Drake llegó hasta la Alta California a mediados de ju-
nio de 1579, y no lo encontró.142 Tercero, establecer algún tipo de colonia
inglesa, pero al llegar a esas tierras sólo las pidió para su reina y las bautizó
como New Albion (además sin querer los nativos le coronaran rey de esas
tierras).143 Por último, y lo que al parecer importaba al mismo Drake, fue
hacerse de un cuantioso botín a costa de las riquezas de la América espa-
ñola, tratando de hacerle el mayor daño posible, en lo cual tuvo éxito. De
ello salieron beneficiados económicamente las partes que se involucraron, y
además de esto, políticamente la reina salió beneficiada.144

Figura 12: Francis Drake. Fuente: National


Maritime Museum, Londres. Tomado de Ita
Rubio, op. cit., 2001, entre pp. 116-117.

sin mediar declaración de guerra con España.”


139
Braudel, op. cit., 2005, p. 286.
140
Gerhard, op. cit., 1960, p. 77.
141
Ibid., p. 62.
142
Ibid., p. 77.
143
Idem.
144
Ibid., p. 61.
Su viaje se inicia el 13 de diciembre de 1577, a eso de las cinco de la
tarde, desde el puerto de Plymouth, Inglaterra. A su salida, la flota de Drake
se conformaba de cuatro buques, dos de ellos de mayor tamaño, pero en
su conjunto eran de corta envergadura —lo cual los hacía más veloces que
los buques de sus enemigos— y una pinaza (esta era una embarcación muy
pequeña, estrecha y ligera, de vela y remos).
224 La nave insignia era el Pelican, terror de muchos, al mando del almirante
Francis Drake. Tiempo después fue rebautizado, como la Golden Hind, el 20
de agosto de 1578, un poco antes de llegar al Estrecho de Magallanes. Éste
pueblo a la orilla del mar

era un buque de 100 o 120 toneladas, con 70 pies de eslora y un calado de


sólo nueve o diez pies. Iba ricamente decorado con telas, muebles y vajillas
finas; además contaba con el acompañamiento de músicos que amenizaban
las comidas y solemnidades, al antojo de Drake. No carecía de nada, estaba
muy bien armado, contaba con catorce cañones (doce de ellos de hierro
fundido y dos de bronce) siete de cada lado, formados en una sola línea;
cazadores de metal, arcos, ballestas y arcabuces (con suficientes municiones
para tan largo viaje). Se dice que fue rebautizado por Drake como un buen
gesto hacia uno de sus patrocinadores, Sir Christopher Hatton, quien tenía
estampado, en su escudo de armas, una cierva dorada (Golden Hind).145

Figura 13: Golden Hind. Fuente: Tomado de


Nigel Cawthorne, A history of pirates. Blood
and thunder on the high seas, New Jersey,
Chartwell Books, 2004, p. 126.

Ibid., p. 64. Lucena, op. cit., 1992, p. 102, nos dice que el Pelican tenía un tonelaje de
145

240, mientras que para el resto de las embarcaciones no existe discrepancia.


En segundo lugar estaba la Elizabeth, al mando del vicealmirante John
Winter, con una capacidad de 80 toneladas. El tercer buque fue el Marigold, de
30 toneladas, al mando de John Thomas. El cuarto fue el Swanne, de 50 tone-
ladas, al mando de John Chester. Por último, la pinaza, de nombre Christopher,
de 15 toneladas, al mando de Thomas Moone. Su flota fue tripulada por 164
hombres, entre ellos jovencitos y adultos, muchos de los cuales eran ingle-
ses, dentro de éstos, algunos pertenecían a familias nobles; también iban a 225
bordo franceses, escoceses, vascos, flamencos e incluso negros, pero estos
formaban la minoría.146 Poco tiempo después de que levaran anclas y es-

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


tuvieran casi en aguas del Atlántico, Drake se deshizo de dos de sus naves,
pues muy cerca de Falmouth, Inglaterra, se encontraron con una tormenta
que estaba en tierra, pero que les afectó, el Marigold y al parecer el Zwanne
tuvieron que abandonar el viaje, y trece días después de su salida regresaron
al puerto de Plymouth.
Al llegar a la altura de Brasil se inició un intento de boicot dirigido por
Thomas Doughty, pues arguyó que la empresa no era un viaje normal al Caribe
sino la meta era el Pacífico, idea que era cierta y que estaba en la comisión
dada por la reina Isabel i, pero que nadie la sabía. A lo anterior, Drake no
tuvo otra opción que juzgar y ajusticiar a Doughty, aun bajo su calidad de
noble. Para sofocar cualquier intento de contradicción el capitán hizo explí-
cita dicha comisión y permitió que la tripulación decidiera si continuaban
con la encomienda o se retiraban, a lo cual todos lo siguieron.147 Se manifes-
tó así, la importancia de los códigos marítimos de los ingleses, que a partir
de la calidad de Drake como su capitán ningún subordinado le contradijo,
aun sin importar la contradicción que se pudiera esperar de una sociedad
aristocrática al enjuiciar a un noble.148
Al penetrar el Estrecho de Magallanes, a partir del 20 de agosto de 1578,
durante 16 días de su travesía no parecieron tener problema alguno, pero

146
Gerhard, op. cit., 1960, p. 63-64.
147
Ita Rubio, op. cit., 2001, pp. 125-126.
148
Lucena, op. cit., 1992, p. 92. “De la autoridad del capitán emanó un código disciplinario
para la vida a bordo, con castigos ejemplares para quienes infringían las normas. Muchos
capitanes prohibieron jugar a los dados o a las cartas y hasta penaron jugar, contar
historias obscenas y tener conversaciones impías. Los castigos usuales eran azotar a los
transgresores, pero había algunos especiales. Así, se cortaba la mano al que atentara con
un cuchillo contra un oficial, y si había herido a un compañero se le castigaba pasándole
tres veces por debajo de la quilla, con lo que se le producían numerosas heridas por
las adherencias de los moluscos. También se sometía a un castigo humillante al que
hurtaba: se le afeitaba la cabeza y se le untaba con una mezcla de plumas y aceite
hirviendo. Delitos de homicidio eran competencia de la justicia inglesa, pero algunas
veces se hicieron extrañas ejecuciones en los buques corsarios”. Ibid., pp. 92-93.
poco tiempo después, ya en el Pacífico, en los primeros días de septiembre
de ese año, fueron recibidos por fuertes tormentas que infligieron daños al
resto de la flota; el Christopher se perdió y dio excusa para que el Elizabeth
regresara a Inglaterra, siendo la Golden Hind el único que hiciera el resto del
viaje, dejando a Drake y su tripulación sin ningún buque de reserva al cual
recurrir en caso de alguna contingencia.149
226 Ya en solitario Drake, su Golden Hind y sus hombres continuaron hacia el
norte sobre la costa chilena. Para el 5 de diciembre de 1578 llegaron a Valparaí-
so, puerto español, en el actual Chile, donde su viaje empezó a cobrar su recom-
pueblo a la orilla del mar

pensa. Saquearon el pequeño asentamiento e inició la recaudación del botín.


Siguiendo hacia el norte, pasando por casi todos los puertos, desde Coquimbo,
Chile, hasta el Callao en Perú, realizó la misma operación con igual resul-
tado. Los españoles eran blanco fácil; desprevenidos y sin un mecanismo
adecuado de defensa opusieron una mínima resistencia. Las circunstancias
de tal vulnerabilidad obedecían a la idiosincrasia hispana, de suponer un
exclusivismo en la Mar del Sur, ya que:

Los españoles consideraban el Pacífico como una extensión de su propio te-


rritorio, como un lago particular, y hasta entonces no se había violentado la
hegemonía hispana en el Mar del Sur por ningún forastero. Éste fue un factor
muy favorable para el éxito de Drake en sus correrías por el Pacífico: los barcos
cargados de tesoro navegaban sin armamento ni protección alguna, los puer-
tos no contaban con fuertes y los mismos galeones y barcos que se usaban en
viajes transoceánicos eran construidos en las pequeñas ciudades portuarias.150

En este último punto de sus incursiones en el Perú, el 15 de febrero de


1579, Drake se enteró de la salida, doce días antes, de un buque con un rico
cargamento que se dirigía a España vía Panamá. Drake no esperó para ir a
su encuentro, lo que apuntaba a ser el premio mayor para esos momentos.
La oportunidad se les presentó el 1 de marzo de 1579. A las afueras de Ecua-
dor, se cruzó ante la Golden Hind un buque español bautizado como Nues-
tra Señora de la Concepción, pero mejor conocido como Cacafuego, el cual
sucumbió ante la destreza de Drake, quien lo tomó para sí haciéndose de
una gran cantidad de oro, plata, perlas y joyas, que acrecentaron su botín.151

149
Gerhard, op. cit., 1960, p. 65.
150
Ita Rubio, op. cit., 2001, p. 126.
151
Gerhard, op. cit., 1960, p. 65. Ita Rubio, op. cit., 2001, p. 126.
Mapa 24: Rutas de piratas al Pacífico.

227

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)

Fuente: Peter Gerhard, Pirates on the west coast of New Spain, 1575-1742, California, A.
H. Clark, Glendale, 1960, p. 63.

En los días subsecuentes, Drake hizo paradas técnicas consistentes en el ca-


lafateo de la Golden Hind, a la altura de Centroamérica, en el sur de Costa Rica.
Mientras esto sucedía, el 20 de marzo, hacia al norte se vio bajar una pequeña
embarcación española que había salido de San Pedro del Palmar, en el Golfo
de Nicoya, tres días antes. Pronto fue interceptado por los hombres de Drake,
mediante una pinaza de la que Drake se había hecho a costa de los españoles,
y obrando de igual manera, tomaron su cargamento y también prisioneros.
Dentro del botín que se obtuvo de esta embarcación, que más que riqueza
material le aprovisionó maíz, miel, madera y zarzaparrilla (planta medici-
nal), también se encontró con correspondencia y derroteros de la ruta Aca-
pulco-Manila, propiedad de Antonio Sánchez Colchero y Martín de Agui-
rre, pilotos de los galeones de Manila, que se encontraban como prisioneros
de los ingleses.152
228 Al terminar sus maniobras técnicas, el 25 de marzo, Drake dio la pinaza
a los prisioneros españoles para su regreso hacia el Golfo de Nicoya, a excep-
ción del piloto Sánchez Colchero quien le podría servir de guía en esas aguas.
pueblo a la orilla del mar

Además, el capitán se quedó con el pequeño buque, con el que se acompañó en


el viaje por otros cuatro meses. Los prisioneros liberados llegaron a “Esparza”
el 29 de marzo y dieron aviso de la presencia de ingleses en el Pacífico. En los
primeros días de abril la noticia ya se había dado en el Realejo, actual Nicara-
gua, el puerto y astillero más importante, para esos momentos, en la costa de
Centroamérica, y después la noticia pasó a Acajutla, El Salvador, y de ahí a
Guatemala, Huatulco y Acapulco. La audiencia de Guatemala se alistó para
recibir a los enemigos a su regreso por el sur, tanto así que estaban dispuestas
las campanas de la catedral de la ciudad para ser fundidas para cañones. Pero
la mensajería española era más lenta que el andar de su enemigo; para esos
días ya había pasado Drake por esos puntos de Centroamérica, sin entrar a
estos puertos por la negativa de Sánchez Colchero de ayudar a su captor.153
El 4 de abril, dos leguas mar adentro al norte de Acajutla, la Golden Hind
casi choca con un buque español de unas 60 toneladas, proveniente de Aca-
pulco, el cual se dirigía al Perú con un cargamento de mercaderías chinas
—que comprendía telas y ropas finas, un poco de algodón, loza y un halcón
de oro fino con una incrustación de esmeralda en su pecho—; acrecentando
cada vez más el botín inglés.154
Para estos momentos se podría pensar en Drake como una persona bár-
bara y sin modales, algo que los españoles esperaban de él. Pero Francis Dra-
ke dio al traste con esta idea: el dueño del buque interceptado, Francisco de
Zárate, un noble comerciante, se encontró con una persona refinada, que
trataba con cortesía a sus prisioneros, e incluso les hablaba en español, e invi-
tándole a cenar, a él y Sánchez Colchero, en su camarote finamente decorado
y amenizado por sus músicos, se impresionó aún más. Durante dos días la

152
Ibid., p. 66.
153
Ibid., p. 67.
154
Ibid., p. 68.
nave española fue remolcada por la Golden Hind en su travesía hacia el norte
y para la mañana del 6 de abril la nave de Zárate le fue devuelta, tomando
lo más valioso y menos voluminoso y tras la negativa constante de Sánchez
Colchero por ayudar a los ingleses se le dejó en libertad a manos de Zárate,
sin antes tomar a otro piloto de la nave de Zárate quien ayudaría en su ca-
mino hacia Huatulco.155
Al salir el sol, el lunes 13 de abril de 1579, e ir iluminando las chozas y 229
almacenes en el tranquilo puerto de Huatulco, en donde días antes había
atracado un buque de aproximadamente 100 toneladas que se encontraba

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


anclado al puerto, ahora en decadencia al ser eclipsado por Acapulco, nada
parecía fuera de lo normal para los pocos españoles y los 400 o 500 indíge-
nas que ahí se encontraban viviendo, salvo que se preparaban para los feste-
jos de la Semana Santa.156 Pero, el alcalde mayor, Gaspar de Vargas, comenta
en una carta al virrey:

Y esta mañana que fue lunes santo a las 8 de la mañana estando en el p[uer]
to de Guatulco tuve aviso, de marineros de un navío de ju[an]o de Madrid
que estaba en el dicho puerto y cargado de ropa para con […] y p[ar]a ha-
serse a la vela el miércoles que viene, de que abian visto aquella ora dos belos
muy cerca del puerto, la una grande y la otra pequeña.157

Creyendo que eran navíos españoles, sin embargo, la situación tuvo un


cambio inesperado, a eso de las diez de la mañana cayó en cuenta de su error,
pues el mismo Gaspar de Vargas, crédulamente, pensó “que entendia hora
es navío del Perú que estaba esperando y que el pequeño devia de ser barco
para la pesca de perlas desta costa”.158 Aun cuando en esa época del año el
comercio entre los dos virreinatos no era muy activo debido a los vientos
desfavorables. Asimismo fue confundida la nave más pequeña que le acom-
pañaba con un buque de pesca de perlas locales, entendiendo quizá la excu-
sa del propio alcalde por no hacer patente su desconcierto.
Al irse acercando más a tierra: “luego desde a dos horas que serian como
las diez comenzaron a entrar en el puerto a la par”.159 Poco a poco el alcalde
mayor se dio cuenta de que eran más grandes de lo que pensaba: “alcabo
155
Ibid., pp. 68-69.
156
Ibid., p. 70.
157
agi, México, 20, núm. 24, f. 2r.
158
Idem.
159
Idem.
entraron con mucha determinación en el puerto y surgió el grande y la
barca, que después pareció ser lancha, y el batel de la nao cargado dejente
comenzaron a benir muy de golpe y con determinación entraron”.160
Para ese momento ya se habían percatado de que era un “corsario yn-
gles”, y al parecer un marino italiano que se encontraba en el puerto dio la
voz de alarma.161 Rápidamente “con la poca gente despañoles e algunos yn-
230 dios questaban aderezando la yglesia para el jueves santo y pascua, y con las
harmas quenos hallamos nospusimos arresistir su salida entierra” con toda
intención de hacer frente al enemigo, pero en poco tiempo los españoles se
pueblo a la orilla del mar

percataron, “que el batel contraer mas de cuarenta arcabuzeros y flecheros,


se detuvo hasta quela plancha y comenzó a disparar su artillería” ayudando
a los de la lancha, que serían unos 25 hombres.162 Esto tuvo un efecto devas-
tador en los españoles, que en poco tiempo entraron en pánico, y sin más
remedio vieron que “fue necesario desamparar la tierra y meternos en el
monte”,163 donde se refugiaron y vieron a sus enemigos entrar a tierra.
Al ver esto Drake se dispuso a ir a tierra acompañado de más hombres
que se dispusieron a saquear el puerto.

Se dirigieron a la ciudad y a la casa del Ayuntamiento, donde encon-


traron que se estaba llevando a cabo un juicio contra tres esclavos negros.
Llevaron a bordo de la Golden Hind al juez, a los acusados y a tres oficiales
que estaban presentes, obligaron al primero a escribir una carta en la que se
ordenara a todos los pobladores que dejaran a los recién llegados abastecer-
se de agua sin ningún riesgo.164

De este modo, Drake y sus hombres saquearon lo que encontraron; que


en realidad no había mucho qué llevarse, encontraron unos cuantos mi-
les de pesos en oro y plata, algunas joyas y ropa. Al respecto John Chilton,
mercader inglés en la Nueva España, también salió perjudicado: “Con esto,
el propio Chilton perdería más de mil ducados que Drake tomó con otras
muchas mercaderías de varios comerciantes de México”.165 Pero, sobre todo
para él, lo más importante fueron las provisiones, comida y agua.

160
Idem.
161
Gerhard, op. cit., 1960, pp. 70-71.
162
agi, op. cit., f. 2r.
163
Idem.
164
Ita Rubio, op. cit., 2001, p. 127.
165
Ibid., p. 79 (nota: 118).
Para los españoles que ahí vivían fue lo contrario, ellos vieron con gran
tristeza a sus enemigos “saltar en tierra y con su capitán comenzaron asa-
qear las haziendas de mercaderes y cassas delos que alli viviamos”. Para estos
años lo común, entre españoles e ingleses, era el mutuo odio por la cuestión
religiosa, así que con pesar los españoles no pudieron hacer nada contra los
ingleses, a quienes vieron decididamente, profanar, quemar y destruir la pe-
queña iglesia: “hacer con gran desvergüenza pedazos las ymajenes y cruzifi- 231
jos acuchillados”, hasta la campana pareció tener la misma suerte.166
Los prisioneros de que se hicieron los hombres de Drake, de acuerdo

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


con lo dicho por los españoles que se encontraban refugiados en el monte:
“segun lo que podíamos ver llevaron tres personas, que son el vicario y un
deudo suyo, corregidor de suchitepeq que se llama Miranda queabia venido
atener la semana santa en el puerto, y aun Fran[cis]co Gomez encomende-
ro” los llevaron a bordo del Golden Hind, junto con el botín de que se habían
hecho en el puerto, y aunado a lo que encontraron en el navío que estaba
anclado en el puerto, “questava cargado demercadurías sacándolas del y lle-
vandolas al suyo”, quemándolo después de esto.167
Apaciguados los ánimos de destrucción, a bordo de la Golden Hind, Dra-
ke y sus hombres, la noche de ese lunes, frente a sus prisioneros hicieron
gala de su protestantismo al celebrar un oficio, de esta clase, de la mano del
propio Drake, en donde la tripulación y la orquesta participaron con entu-
siasmo en los Salmos. De igual manera, Drake hizo preparar una cena a sus
prisioneros, como pocas, explicándoles cuál era el objetivo de su viaje:168

[…] was to do as much harm as possible to King Philip and his viceroy in
New Spain. He further mentioned that he would continue punishing the
Spaniards until he had collected the £2,000,000 taken from his cousin John
Hawkins at Vera Cruz in 1568.169

Mientras, en tierra algunos españoles entraron a ver la condición del


puerto, después de llegar el alcalde mayor, ya bien entrada la noche, quien

166
agi, idem.
167
Idem.
168
Gerhard, op. cit., 1960, pp. 71-72.
169
“(…) era hacer tanto daño como fuera posible para el rey Felipe y su virrey en la
Nueva España. Mencionó además que continuará castigando a los españoles hasta que
él hubiera recogido los £ 2,000,000 tomados a su primo John Hawkins en Veracruz en
1568”. Ibid., p. 72.
intentó obtener información de quién era la gente que los atacó, y dice “y lo
que mas pude entender fue que el piloto desta jente, por lo que entendieron
la jente del navio que digo de ju[an]o de madrid, se llama morera, y un
yndio enfermo que quedo en el puerto conoció la prime vez a uno o dos
hombres que aquí solian andfar por marineros”.170 Después de obtener esta
información Gaspar de Vargas se apresuró a llegar al pueblo de Huatulco,
232 donde a las doce de la noche redactó una carta que mandó con un indio
para Oaxaca (de la cual nos estamos sirviendo), quien haría tres días de via-
je para que se tuviera noticia del enemigo y se diera voz de alarma al puerto
pueblo a la orilla del mar

de Acapulco, para que estuvieran prevenidos.

Figura 14: Francis Drake subiendo a bordo el botín y prisioneros en Huatulco.


Fuente: Grabado del siglo xviii, apud Peter Gerhard, Pirates on the west coast of New Spain,
1575-1742, California, A. H. Clark, Glendale, 1960, p 75.

A la mañana siguiente, el martes 14 de abril, estando Drake en el puerto


liberó a los presos, quienes amablemente solicitaron un poco de comida a su
captor, el cual accedió, pues ante el saqueo parece que no dejaron mucho en
tierra. Asimismo, en el puerto, al irse recobrando los ánimos, empezaron a re-
gresar algunos de los que anteriormente habían huido. Al día siguiente por la
noche, algunos curiosos se acercaron al puerto; así Bernardino López enco-
mendero del pueblo de Guatulco, solicitó entrevista con Francis Drake, quien
lo recibió en la noche del 15 de abril a bordo del Golden Hind; su visita se tornó
social y amena, terminada ésta se retiró y regresó a tierra.171 Sin saber quizá
170
agi, México, 20, núm. 24, f. 2v.
171
Gerhard, op. cit., 1960, p. 72.
que al día siguiente el anfitrión de esa noche partiría para nunca más volver,
pero eso sí dejó una profunda herida en los españoles e indígenas que ahí vi-
vían, situación que poco después se iría agudizando, posterior a Drake llegaron
más enemigos. Pero antes de esto veamos cómo se retiró Drake de Huatulco.
Era una tarde de Jueves Santo, 16 de abril de 1579, al punto de ponerse
el sol y entrar la noche, se vio llegar a tierra a un portugués, Nuño da Silva,
que había sido prisionero de los ingleses desde Cabo Verde, de quien se sir- 233
vieron como navegante de esos mares por algún tiempo, pero al ver que ya
no se le necesitaba lo dejaron a su suerte en aquel puerto. Al llegar a tierra

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Da Silva era considerado un enemigo, y con frustración veía que su suerte
empeoraría, pues fue llevado a los tribunales de la Inquisición, en donde
más que enemigo (pirata) se le vio como un hereje. Así el Golden Hind jun-
to con el navío español que lo venía acompañando desde Panamá levaron
anclas y se dispusieron a abandonar lo que quedó del puerto de Huatulco.172
Mientras, la noticia de la llegada de Drake siguió un accidentado andar al
salir de Huatulco hasta llegar al virrey, el 13 de abril. Transcurrieron diez
días de haber llegado Drake al puerto de Huatulco cuando se inició el viaje
de la información hacia el monarca español, esto lo confirma el virrey Mar-
tín Enríquez en una carta enviada al rey de España, Felipe ii. La carta está
fechada el 24 de abril de 1579, dando noticia de la llegada de un corsario
inglés al puerto de Huatulco: “Y ayer alpunto que vino la nueva deaver lle-
gado un corsario inglés con un navío y una lancha al puerto deguatulco en
la costa del mar del sur”; mientras ha dado ya sus primeras instrucciones,
parece que el virreinato entró en pánico y con tal ajetreo y desorganización,
el virrey a “enacabando de leer la carta la despaché A.V. md. por quenose
fuesse la flota. sin dar avisso. delo quepassava”.
Haciendo gala de prudencia, el virrey, informó que “Yaora quesse que
no es partido turno a escrivir estos renglones para que V.M. entienda lo
que se sabe. que es despachar jente asi de mi casa, como de la desta ciudad.
Que entre oy y mañana. saldra de aqui y con la mayor dilijencia que fue-
se posible bayan alpuerto de acapulco a amparar aquél puerto ynavios”. La
preocupación, al fin de cuentas es clara, ya que el virrey dice: “Y lo principal
que yo puedo es amparar los navios porquesilos que massen quedavamos
mancos. Y el sr. delamar y siesto sucede bien que lleguen a tiempo y los
navios quedan libres procurasen meter enellos todos los arcabuseros que-

172
Ibid., pp. 72-73.
pudiesen yr para que la bayan siguiendo yno ande contanta libertad”.173 De
tal manera que las distintas autoridades en la Nueva España, Guatemala y el
Perú, tuvieron sus propias interpretaciones del asunto y su forma de actuar
fue similar, pero con diferencias claras que pusieron de manifiesto su inca-
pacidad para tratar este tipo de asuntos.
En la Nueva España existieron problemas en la organización para dar
234 respuesta a estas incursiones. Quizás el más importante sea el de las comu-
nicaciones entre España y sus respectivas colonias y en el interior de ellas,
dado que, para ser más precisos, además de los problemas territoriales, es-
pueblo a la orilla del mar

taban las interpretaciones y formas de actuar de la autoridad virreinal de


acuerdo con los problemas que se le presentaban; encontramos en lo ante-
rior, la noticia que daba indicios de corsarios ingleses en Huatulco. Ahora la
respuesta que dio la autoridad respecto a ésta fue la siguiente:

Y a la hora questa scrivo acavo de resivir otra carta del al[ca]lde mayor de
guatulco conesa relacion que con ella me ynvio no me persuado aquello sino
que entro en esta mar por donde la ves passada y que quanto debe son fan-
farronerías. Yaunque vi[s]to claro pues debe que entro con seis galeones y
que en un temporal que le dio en la costa del Peru se apartaron los cinco
y queya tiene nueva dellos yesta nueva devio de ser por su belacion que de
otra manera no se yo quien sela podria dar sino que le deve parecer que con
aquello pone gran espanto y este navio debe de ser de los que van y bienen
al peru. El cual devio detomar con la lancha y si esto es en panama se enten-
dera mejor ya han avisado a V.M. y con la nueva promesa que tuve el jueves
pasado en la tarde despache yo correo al presidente de Guatemala dandole
la relacion que yo tenia deste corsario y lo que havia hecho en guatulco y lo
mismo escrivi al presidente de Panama para que estuviesen avisados […] Y
al de guatemala que ynbiase la carta de los navios de acapulco tengo temor si
el aviso del al[ca]lde mayor de guatulco no llego antes porque desta manera
d[o]n. Juan de Guzman al[ca]lde mayor de acapulco le saldra arrescivir en-
viandole entendiendo que es navío del peru puesde corsario es cosa nunca
vista estaria tan descuidado que pudiese entrarse como en guatulco.174

El problema que se presentó en esta carta son las diferentes interpreta-


ciones y tiempos con los cuales llegan las notificaciones de corsarios en la
173
agi, México, 20, núm. 24, f. 1r.
174
agi, México, 20, núm. 24, f. 1r. Las cursivas son del autor.
zona, el inicio de la carta muestra la ligereza con que se tomaban los avisos
de las autoridades de la Nueva España en relación con una circunstancia
grave. Posteriormente se tomó en serio esta cuestión y surgen más proble-
mas en relación con la defensa del puerto, ya que se trata, después, de antici-
parse a las invasiones de corsarios ingleses, solicitando así la protección del
Estrecho de Magallanes.
235
[…] de todo es bien que v.m. tenga rrelacion y assi la doy y si por casso el
corsario passo por el estrecho sera necesario V.M. mande poner aquel passo

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


en defensa que me dicen hay en el estrecho de partes adonde se puede poner
sin mucha dificultad esta relacion me la dio un frayle agustino que comuni-
co mucho a (vidanera) frayle de su horden honbre de la mar que passo por
aquel estrecho y los queyo e ynviado acapulco siel corsario viene con la bre-
vedad que resibe el alcalde mayor de guatulco no pueden llegar atiempo y
los tiempos no le fueron muy contrarios porque no es navegación de mar de
seis o siete dias de guatulco acapulco y podra muy bien estar alla quandoyo
tuve la primera relacion175

Estas acciones no le importaron a Drake, si es que le pasaron por la ca-


beza, quien para esas fechas ya se encontraba muy lejos. El 23 de abril mien-
tras esto sucedía en la Nueva España y reinos vecinos, él estaba zarpando de
California, y tiempo después regresaría a su tierra natal vía Oriente. Esto fue
una sorpresa que no se esperaba, pues los esfuerzos, casi sobrehumanos por
parte de las autoridades de la Corona, tanto en la Nueva España como en el
Perú, quienes trataron de dar alcance o esperar el regreso de Drake por el
Mar del Sur fueron infructuosos, se quedaron esperando. En este último caso
el virrey del Perú mandó a Pedro Sarmiento de Gamboa a que resguardara
el Estrecho de Magallanes para esperar el regreso de Drake o evitar en lo
posible otra incursión de enemigos, al parecer tuvo un éxito relativo en lo se-
gundo, pues para 1584 ya se había instalado una fortificación en el estrecho,
aún para esos momentos no se tenía en cuenta un paso más al sur del Cabo
de Hornos, y cuatro años más tarde dicha fortificación cayó en desgracia y
desapareció, tras fuertes hambrunas.176

175
Idem.
176
Gerhard, op. cit., 1960, p. 79.
Thomas Cavendish y la leyenda de la
Santa Cruz
El éxito obtenido por Drake al expoliar la riqueza española en 1579 en el
Mar del Sur, dio suficiente aliento para que otros ingleses se apresuraran
a seguir los pasos del ya Sir Francis Drake. Para 1585 existió, entre España
236 e Inglaterra, un abierto estado de guerra, situación que se articularía en un
sentir de exaltación ante su reino, y por otro lado, en una búsqueda del benefi-
cio personal. Dos exploraciones se dispusieron para alistarse en el año de 1586
pueblo a la orilla del mar

para salir en busca de la riqueza ibérica en sus territorios americanos, vía mar.
La primera de ellas a cargo de George Clifford, conde de Cumberland, quien
se dispuso a enlistar dos buques a los que se sumarían otros dos, uno de ellos
propiedad de Sir Walter Raleigh, sin embargo, esta empresa no tuvo éxito.177
La segunda, y que aquí interesa, es la expedición de Thomas Cavendish,
quien tuvo éxito en llegar al Pacífico español, repitiendo la circunnavega-
ción. Cavendish pertenecía a una familia acomodada, nació en el condado
de Suffolk en 1560 y era heredero de una fortuna considerable, que en poco
tiempo dilapidó. Perteneció a la Corte de la reina Isabel i y decidió hacerse
corsario para recuperar su fortuna y posición. Al parecer era de un carácter
más duro que Drake, pero igual de diestro en el mar. Para los años de 1583 a
1585 había acompañado a Sir Robert Grenville en su viaje a Virginia en una
expedición colonizadora, lo que lo dotó de cierta experiencia.178
El 31 de julio de 1586 (o 21 de julio de ese mismo año para los ingleses,
por el cambio al uso del calendario gregoriano179) después de un periodo
de tres días Thomas Cavendish, a bordo del Desire, su nave insignia, levó
anclas y se dispuso a salir del puerto de Plymouth acompañándose de otras
dos naves más con una tripulación de 123 hombres, algunos de los cuales
ya habían hecho ese viaje al mando de Drake. El Desire era una nave de
120 toneladas y contaba con una artillería que daría envidia y podía hacer
sucumbir a los barcos españoles: eran 29 cañones de bronce y de hierro
fundido. La segunda de estas naves era el Content, de 70 toneladas, y una
tercera, que era más bien una barca, el Hugh Gallant.180
177
Gerhard, op. cit., 1960, p. 81.
178
William Fordyce Mavor, Historical account of the most celebrated voyages, travels, and
discoveries, from the time of Columbus, vol. ii, Londres, 1796, p. 44.
179
Ibid., p. 45.
180
Gerhard, op. cit., 1960, pp. 81-82.
Mapa 25: Nueva España y Guatemala, 1570-1745.

237

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)

Fuente: Peter Gerhard, Pirates on the west coast of New Spain, 1575-1742, California, A.
H. Clark, Glendale, 1960, pp. 20-21.
238
pueblo a la orilla del mar

Figura 15: Thomas Cavendish.


Fuente: National Maritime Museum, Londres. Tomado de Ita
Rubio, op. cit., 2001, entre pp. 116-117.

El objeto de este viaje era muy similar al de Drake, pero ahora sí de


manera explícita pretendía causar el mayor daño en los puertos españoles y
obtener un jugoso botín. Asimismo para Cavendish, como parte de su expe-
riencia adquirida en la mar, la obtención de cartas hidrográficas de la Mar
del Sur era otro aliciente. Quizá en cierta medida tuvo más vicisitudes que
Drake en su viaje. Por ejemplo, una epidemia de escorbuto atacó a la tripu-
lación, pasando por la costa de África, teniendo que hundir el Hugh Gallant
tras la fuerte pérdida de hombres, en las costas de Ecuador, y por otro lado,
su viaje por el Estrecho de Magallanes fue mucho más escabroso y tortuoso
debido a un clima muy hostil y la falta de víveres; sin embargo para el 6 de
marzo de 1587 ya habían penetrado al Pacífico español.181

181
Ibid., p. 82.
Sus primeros contactos con puertos españoles fueron en la costa del
Perú y Chile, donde su botín no se acrecentó en demasía, y para el 11 de
julio ya avistaban Centroamérica. Al dejar atrás las costas del Sur, el virrey
del Perú, a finales de mayo escribió cartas para Panamá y México dando la
voz de alarma de la presencia del corsario inglés. Pero como hemos visto, el
problema de la correspondencia seguía presente, pues el virrey de la Nueva
España no recibió dicha carta sino hasta mediados de octubre de ese año, 239
tiempo en el que Cavendish ya había aterrorizado ese virreinato.
El 19 de julio los ingleses tuvieron su primer encuentro con una nave

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


española de 120 toneladas muy cerca del puerto de Acajutla, de donde se
hicieron de las armas, para después quemarla. Un día después, el 20 de julio,
otro navío se avistó, provenía del mismo puerto y procedieron del mismo
modo. Para suerte de Cavendish, en el primer buque un tripulante era un
piloto del derrotero de Manila, un francés que era conocido como Miguel
Sánchez, quien tras sufrir de la tortura habitual, dio información a su captor
de que se esperaban dos navíos de Filipinas que podrían llegar antes de
noviembre. Tras tener esta información, Cavendish se preparó para ir a su
alcance, buscando un punto adecuado donde poder esperarlos.182
El lugar escogido fue el indefenso puerto de Huatulco, del cual había te-
nido noticias gracias a Drake. Thomas Cavendish a bordo del Desire, junto
con el Content, llegaron muy cerca de la desembocadura del río Copalita,
donde anclaron el cinco de agosto de 1587. Pocas horas después se preparó
una pinaza, con aproximadamente 30 hombres, que fue en avanzada para la
mañana siguiente, cuando entraron en el puerto de Huatulco. En esos años
el puerto ya estaba en decadencia, si bien en él aún había cierta presencia
de comercio, era menor a los años anteriores; asimismo sus habitantes eran
mucho menos. La importancia que tenía para esos momentos no era reco-
nocida por las autoridades virreinales, era utilizado como bodega de mer-
cancías chinas sacadas de Acapulco para su comercio con el Perú de manera
ilegal.183
El comercio de contrabando que se daba en el puerto era auspiciado y
promovido por el alcalde mayor, Juan de Renjiso, quien tras avistar la pinaza
de los ingleses no le pareció extraña su llegada, ya que, unos días antes habían
desembarcado dos navíos peruanos, haciendo una escala en su viaje, para

182
Ibid., p. 83.
183
Ibid., p. 84.
intercambiar plata por mercaderías chinas. Así que sólo había un pequeño
buque anclado en el puerto que traía un cargamento de cacao proveniente de
Acajutla, de unas 50 toneladas. Al llegar a la bahía, la primera acción de los
enemigos fue apoderarse de la pequeña embarcación; acto seguido entraron
a tierra haciendo gala de sus armas, consiguiendo un descontrol de quienes
ahí se encontraban. Pronto el puerto cayó en manos de los hombres de Ca-
240 vendish y el alcalde mayor fue hecho prisionero. Mientras tanto, las pocas
personas que pudieron escapar se refugiaron tierra adentro, en los montes.
El puerto había quedado bajo el control de los protestantes, que ya era un
pueblo a la orilla del mar

lugar cubierto por la maleza, con no más de cien chozas de carrizo, una peque-
ña iglesia y una bodega, con muy poco que ofrecer a sus captores. Pero no
por ello sintieron compasión, como era de esperar, profanaron la iglesia y la
quemaron; entrando a las viviendas procedieron de igual forma pasándole
la antorcha a todo lo que pudiera arder. Al día siguiente, venía lo peor, tras
llegar Cavendish y sus dos navíos, se dispuso a quemar el campo de varios
kilómetros a la redonda. Estas acciones pueden ilustrar las diferencias de
un corsario a otro: de Drake se puede decir que tenía cierta consideración
por sus enemigos, pero Cavendish tenía un odio más marcado hacia los
españoles, el cual se hacía presente en estas acciones.184
Cavendish se dispuso a abandonar los restos del puerto de Huatulco,
zarpando el 12 de agosto de 1587 hacia mar adentro con dirección de Aca-
pulco. Antes de partir quemó la pequeña embarcación que yacía indefensa
en el puerto, tratando de hacer lo mismo con una cruz que estaba clavada en la
playa, propósito que según los cronistas españoles no pudo concretar aun con
todos los medios que contaba. Las referencias a esta cruz se contraponen abier-
tamente: por un lado los cronistas ingleses no hacen mención a este episodio;
cosa distinta es lo hecho por los españoles, quienes la elevan a una categoría de
milagrosa y dan pie a que con el paso de los años creciera la leyenda de la Santa
Cruz de Huatulco. El primer cronista que dio cuenta de la Santa Cruz fue fray
Juan de Torquemada, quien amalgama sus grandes dotes de historiador con
su devoción católica.
La cruz como instrumento de la Pasión y Redención para la fe católica
es el instrumento que por antonomasia utilizaron los evangelizadores para
luchar frente a las fuerzas del mal que atentaban contra la fe cristiana.185

Véase Ita Rubio, op. cit., 2001, pp. 136-137.


184

Thomas Calvo, “Croix miraculeuses et frontiéres religieuses: de la Méditerranée au


185

Pacifique (xvi-xviii siécles)”, en Cahiers des Amériques Latines, núm. 33, 2000, p. 15.
Así, en la lucha frontal ideológica de la segunda mitad del siglo xvi, entre
el protestantismo inglés y el catolicismo español, es donde la cruz encontró
un terreno fértil de acción:

Beaucoup de ce qui nous retient se trouve ici, dans ces marges lointaines de
la chrétienté, en situation de confrontation idéologique, religieuse souvent
violente. Dans ce contexte, l’arme privilégiée du catholicisme est la Croix- 241
Passion. Ici le pouvoir formidable de l’instrument est double. La Croix est
la “muraille”, la forteresse inexpugnable derrière laquelle s’abrite la commu-

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


nauté des fidèles et qui veille aux quatre coins de l’espace […]. La Passion
porte aussi en elle la force de l’exemple et de la persuasion que procurent la
Rédemption et le Salut qui l’accompagnent.186

En este sentido, el escenario idóneo en el cual se confrontarán estas dos


concepciones del mundo terrenal y el celestial se personifica en la tierra y el
mar. El mar como la frontera natural mundana que adquiere un elemento
ejemplificador de la muralla terrestre, en un sentido trasfronterizo de la
divinidad.
El caso que sobresale al respecto es el de la cruz de Huatulco, que medía
“cinco brazas de largo”, enterrada en la inmediatez de la playa. Torquemada
sugiere que el personaje que la clavó en aquel lugar fue fray Martín de Va-
lencia cuando se dirigía al Oriente a llevar la palabra de Dios; o de lo con-
trario, algunos de sus acompañantes.187 Permaneciendo ahí mucho tiempo,
aun cuando los enemigos de la fe católica quisieron destruirla:

Apoderados los enemigos de nuestra santa fe católica del dicho puerto, como
gente sin luz y ciegos, con el aborrecimiento que tienen a las imágenes, destruían
todas las que podían haber a las manos, y viendo enhiesta esta alta y hermosa
cruz, quisieron quemarla, para lo cual la derribaron y untándola con brea
para que mejor y más fácilmente ardiese, la cubrieron con chamiza y dié-

186
“Gran parte de lo que nos mantiene aquí, en los márgenes distantes de la cristiandad, es
una situación de confrontación ideológica religiosa, a menudo violenta. En este contexto,
el arma preferida del catolicismo es la pasión de la Cruz. Aquí el formidable poder del
instrumento es doble. La Cruz es la “muralla” detrás de la fortaleza inexpugnable que
albergó a la comunidad de los creyentes que velan en las cuatro esquinas del espacio
[…]. La pasión también lleva consigo la fuerza del ejemplo y la persuasión que procuran
la redención y la salvación que la acompañan”. Ibid., p. 17.
187
Fray Juan de Torquemada, Monarquía indiana, vol. v, lib. xvi, cap. xviii, México, Uni-
versidad Nacional Autónoma de México, 1986, p. 305.
ronla fuego. Comenzó a arder la chamiza fuertemente, ayudada de la brea
que más aviva la llama, pero por más fuego que había la santa cruz no se
quemaba; los herejes airados aumentaban fuego, rendidos de el de su ira;
pero el poder de Dios (cuya fuerza es infinita) no consentía que aquel santo
madero se abrasase. Esto duró por tres días que el enemigo estuvo en aquel
puerto y los nuestros se habían ido a los montes. Ido el enemigo y vuelta la
242 gente a él, fueron al lugar donde humeaba el fuego que sobre la santa cruz
se había encendido; y apartando la brasa y ceniza de que estaba cubierta, la
hallaron entera y sana y sin lesión alguna, muy hermosa y resplandeciente
pueblo a la orilla del mar

sin que el fuego continuo de tres días la ofendiese. Viendo los católicos el
conocido milagro, postrados en tierra, la adoraron y dieron gracias a Dios
con muchas lágrimas por haberse servido de haber mostrado su poder
en defender aquel santo madero.188

Tras retirarse Cavendish de la costa central de Oaxaca, se iniciaría la


construcción de la leyenda de la milagrosa Santa Cruz de Huatulco. Y, pre-
cisamente, puede ser éste el indicador de la posible tergiversación de la eti-
mología de Huatulco. Por ejemplo, cuando Torquemada refiere el nombre de
Huatulco lo llama Quauhtochco, lo que podría indicar la confusión con Gua-
tusco —Huatusco, Veracruz— (castellanización de Cuauhtuchco), como aún
hoy día se puede encontrar documentos del agn en los cuales se aprecia este
error. Podríamos añadir a esto, retomando nuevamente a Torquemada, que los
primeros indígenas en ver una cruz y no tener un vocablo para referirse exac-
tamente a ella la llamaron tonacaquahuitl: “que quiere decir madero, que da el
sustento de nuestra vida; tomada de la etimología del maíz, que llaman to-
nacayutl”.189 Siguiendo esta tradición vendría fray Francisco de Burgoa para
consolidar dicha leyenda, en la cual se reseña detalladamente la forma como
esta cruz fue convertida en astillas y el destino de éstas.190
188
Idem.
189
Ibid., vol. v, lib. xvi, cap. xxvii, p. 301. Para ver el problema de la etimología en rela-
ción con el madero véase el subapartado, de este trabajo: “¿Madero o serpiente?”
190
Los pobladores y demás gentes de paso que venían del Perú, al tener noticia de la mi-
lagrosa cruz iban quitándole astillas, haciéndose cada vez más pequeña. En 1611 al llegar
don Juan de Cervantes, obispo de Antequera, le fue hecha relación de tan milagrosa cruz.
Valorando el estado en que se encontraba la cruz el obispo decidió trasladarla a la ciudad
de Oaxaca, mandando a hacer una capilla para ahí se resguardara. No obstante, los ha-
bitantes comarcanos al enterarse se apresuraron a ir a la playa y hacerse de un pequeño
pedazo, quedando así la cruz muy deteriorada, y por ser fieles se les dispensaba liberar
una astilla, cosa contraría que los infieles ni con el acero pudieron mellarla. Por fin, en el
mes de abril de 1612 la cruz llegó a la ciudad de Oaxaca. Francisco de Burgoa, Geográfica
descripción, vol. 2, México, Talleres Gráficos de la Nación, 1934 (Publicaciones del Archi-
vo General de la Nación: 26), pp. 290-310.
243

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Figura 16: Capilla de la Santa Cruz. Fotografía del
doctor Heriberto Jarquin.

Por otra parte, los problemas que dieron los corsarios y enemigos a las
posesiones españolas en la Mar del Sur se vieron reflejados en la creación de
una serie de armadas-convoy con la intención de proteger esas aguas y a las
riquezas que por ellas transportaban los buques españoles. En un inicio fue
la Armada de Barlovento quien tenía a su cuidado la zona del Caribe espa-
ñol; que buscaría evitar la circunnavegación. Después se sumó la Armada
del Sur, o mejor dicho la Real Armada del Mar del Sur, la cual surgió como
una respuesta a las diversas invasiones de los corsarios ingleses y holande-
ses, en el derrotero del virreinato del Perú-Panamá, atacando a lo navíos
españoles cuyo cargamento era principalmente de lingotes de plata; que
introduciédose por el Golfo de Panamá y atravesando la masa continental
hasta llegar al Atlántico era embarcado hacia la metrópoli.191
Óscar Cruz Barney, El combate a la piratería en Indias: 1555-1700, México, Universi-
191

dad Iberoamericana, 1999, p. 18.


244
pueblo a la orilla del mar

Figura 17: Thomas Cavendish y la Santa Cruz de Huatulco.


Fuente: Catedral de Oaxaca, apud. Peter Gerhard, Pirates on the west coast of New Spain,
1575-1742, California, A. H. Clark, Glendale, 1960.

Sin embargo, el rey no estuvo dispuesto a erogar más gastos para prote-
ger lo que se consideraba un lago español; crédulamente mantuvo una idea
errónea de la situación, dejando desprotegidos aquellos puertos de la Mar
del Sur.192 El caso de Acapulco, tras la presión ejercida por el Consulado de
México, fue distinto, se impulsó la necesidad de fortificar aquel puerto. Una
medida inicial se dio con la implementación de un barco de aviso.193 De tal
192
Jármy, op. cit., 1988, p. 430.
193
Sales, op. cit., 2000, pp. 81-109.
manera, por ejemplo, “La Armada de Barlovento intervino en el siglo xvii en
diversas acciones defensivas, entre ellas, la infructuosa búsqueda de los esta-
blecimientos escoceses en el Darién, y llegó a los inicios del siglo xviii en un
estado deplorable.”194
La Segunda Armada, al parecer tuvo sus limitaciones, pero en algunos
casos pudo tener éxito en su tarea, pues fue equipada con cañones y armas,
a lo que se le sumó que en Panamá se instalaran cañones para defensa del 245
puerto, teniendo así los dos tipos de defensa más propicios para ese mo-
mento: las “defensas fijas” y las “defensas móviles”. Esta armada surge de dos

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


proyectos, uno se da en 1560 por el capitán Juan Ruiz de Ochoa, y uno más
tarde en 1579. “De la conjugación de ambas propuestas nació la Armada de
la Mar del Sur, cuya misión fundamental consistió en vigilar la Flota de la
Plata de Callao a Panamá; en segundo término debía custodiar las costas
americanas y perseguir a los enemigos de la Corona.”195
Empero, pareciera que hacia el norte de Panamá no se llevaba a cabo
ninguna medida de este tipo, dejando a su suerte a los buques que hacían
el recorrido de Perú hacia México. Por ejemplo, “en 1587, cuando Thomas
Cavendish después de atacar un navío español arrasó Huatulco, García de
Palacio fue nombrado general, pero sus intentos por dar alcance al ‘Desire’
fueron infructuosos en virtud de los fuertes vientos”.196 Y tenían que pasar
40 años de los expolios de Cavendish a algunos puertos, que además cap-
turó el buque Santa Anna, que es cuando se instala una fortificación en el
puerto de Acapulco.
Esta fortificación tuvo sus propios conflictos e intereses, cuyos menes-
teres estarían a cargo del holandés Adrián Boot. En un inicio se dicutieron
dos propuestas. Para Boot era necesaria una fortificación grande, lo que im-
plicaría más gastos; mientras que para las autoridades virreinales era mejor
una de menor tamaño. Pero “[F]inalmente la sugerencia de Boot, tal vez
considerada anteriormente un dislate, fue aceptada por Real cédula de 25
de mayo de 1616. La construcción del castillo de San Diego duró desde los

194
Bibiano Torres Ramírez, La Armada de Barlovento, Sevilla, Escuela de Estudios
Hispano-Americanos, 1981, pp. 108-109.
195
Ostwald Sales Colin, “El movimiento portuario de Acapulco: La hegemonía española
en la ruta transpacífica (1587-1648)”, tesis de maestría, México, Universidad Autónoma
Metropolitana (Iztapalapa), 1998, p. 83.
196
O’Gorman apud, Beatriz Garza Cuarón et al., Historia de la literatura mexicana 1:
Las literaturas amerindias de México y la literatura en español del siglo xvi, México,
Universidad Nacional Autónoma de México/Siglo xxi, 1996, p. 501.
finales de 1615 hasta el 15 de abril de 1617”.197 Esta fortificación apoyaría
el esfuerzo de mantener a raya a los piratas, que había iniciado el barco de
aviso de la ruta transpacífica (Filipinas-México) establecido en 1587.

246
Mendigos del mar: puerto olvidado y un
abandono obligado
pueblo a la orilla del mar

En el mismo tiempo que los ingleses incrementaban su poderío naval, vencien-


do a lo que parecía invencible, llegando hasta las entrañas de las posesiones
americanas de España, se venía configurando otro frente que Iberia tendría
que sortear a la par. Los habitantes de los Países Bajos, ante el constante ase-
dio de España y su catolicismo férreo, optaron por abandonar su tierra. En
1567 el duque de Alba emprendió una persecución contra los protestantes,
conduciéndolos así a volcarse al mar y llevar una contraofensiva hostigando
el comercio español. “Surgiendo así (1568) los mendigos del mar o pordiose-
ros del mar, gente sin patria, o cuya patria era precisamente el mar, porque la
suya estaba ocupada por los españoles”.198 Así, al iniciarse la rebelión enca-
bezada por Guillermo de Orange estos personajes no dudaron en seguirlo;
a lo cual el caudillo repartía patentes haciéndolos corsarios, cuya consigna
que proferían era: “antes turcos que papistas”.199
La llegada al Pacífico de la primera expedición holandesa se dio en 1598
al mando de Mahu de Cordes y Oliver van Noort, comisionada por los Esta-
dos Generales y financiada por una compañía de comerciantes, tratando de
llegar a China y Japón; pero sin mucho éxito regresaron a Holanda en 1660.200
Mientras tanto las actividades contrabandísticas de los holandeses seguían te-
niendo repercusiones en el Caribe, llegando a la primera década del siglo xvii
consolidados como buenos marinos. No obstante, en 1609 la guerra entre
España y Holanda llegó a su fin, estableciéndose así la tregua de los doce años.
Esto no impidió que en 1614, rompiendo la tregua, la Compañía Holan-
desa de las Indias Orientales embarcara una flota, cuatro naves de guerra y
dos pequeñas para un viaje alrededor del mundo, al mando del almirante

197
Sales, op. cit., 1998, p. 74.
198
Lucena, op. cit., 1992, p. 121.
199
Idem.
200
Ibid., p. 123. Jármy, op. cit., 1988, p. 459.
Joaris van Speilbergen. La misión era poder consolidar la presencia holan-
desa en el Oriente, en las Molucas, para reforzar la posible intención de los
españoles por expulsarlos de Indonesia, llegando allí en 1616.201 Sin embar-
go, el viaje que nos interesa es otro, pues quizá sea el que llegó al puerto de
Huatulco desembocando en el abandono del mismo.
En 1615 Isaac Le Mayre, comerciante de Ámsterdam, envió una flota de
dos naves al mando de Wilhelm von Schoutten, llamadas: la Hoorn y la Con- 247
cordia, con la misión de encontrar un paso interoceánico al sur del Estre-
cho de Magallanes. Su salida se dio el 4 de julio de 1615; llegando a tierras

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


americanas sin gran problema. Entrando en la Patagonia su suerte cambió
y la Concordia se perdió. El resto del viaje lo realizó en solitario la Hoorn,
teniendo éxito en su empresa pues el 24 de enero de 1616 encontró el es-
trecho que buscaba, bautizándolo con el nombre de Le Mayre, en honor del
armador de la empresa, y el promontorio más meridional de América fue
llamado Hoorn, en alusión al nombre de la nave. Con el paso del tiempo el
nombre del primero se transformó en este último.202
Después de esto no se tiene mucha referencia del resto de su viaje, pero
llegaron a las Molucas y como su arribo parecía contravenir la exclusividad
comercial de las Indias Orientales fueron arrestados y enviados de regreso a
Holanda. Sin embargo, como ya lo hemos mencionado, para el 25 de mayo de
1616, se tiene noticia de posibles enemigos holandeses en la costa del Pacífico.
La información que a continuación se cita puede ser un poco confusa
para el lector, y quizá aun a los mismos actores de esos años, podemos pensar
que la flota a que hace mención el virrey novohispano es la de Speilbergen,
ya que toma la noticia de los portugueses;203 y quizá sea una información a
destiempo que recogió Francisco de Borja al tener noticias de Schouten. Por
otro lado, se ha visto que estos dos son los únicos viajes que los holandeses
realizaron al Pacífico en estos años.204 Lo que no genera dudas es que esto
conduciría a la destrucción del puerto de Huatulco. El marqués de Guadal-
cázar así lo informó:

El príncipe de Esquilache me escrivio en razon de nueva de enemigos el


cappitulo de carta cuya copia va con esta en que no se aclara mucho sobre

201
Jármy, ibid., pp. 467-468.
202
Lucena, op. cit., 1992 pp. 128-129.
203
Jérmy, op. cit., 1988, p. 468.
204
Lucena, op. cit., 1992, p. 129.
el fundam[en]to que tiene pero por otras de Lima sea entendido llego aviso
de que una escuadra de navios olandeses avian tomado a los Portugueses
la fuerza del Rio genero [sic.] y la artilleria que en ella estava y que se yvan
acercando al estrecho aun que por no averme dado esta noticia ningun mi-
nistro de V.M. no se que tan cierta sea mas en caso que lo fuese no pueden
hazer daño en la costa deste Reyno porque las pocas cassas que avian que-
248 dado en el puerto de Guatulco he hecho que se arrasen congregando a los
yndios tres leguas la tierra adentro con lo qual en toda ella no queda puerto
sino es el de Acapulco que tan en defensa sea puesto a donde se podrán
pueblo a la orilla del mar

recoxer y estar seguras las naos de Guatemala y otras partes si se reforcare


dicha nueva y porque no hagan agua y leña se pondran donde fueren nece-
sarias algunas emboscadas.205

Esta acción en el puerto de Huatulco nos hace volver un poco a la cues-


tión defensiva que tomó España en sus dominios americanos. Este tipo de
defensa, si le pudiéramos llamar así, de la “tierra quemada” era común para
los españoles, sobre todo en el Caribe. Así, por ejemplo, al comenzar el siglo
xvii los holandeses, junto con los ingleses, habían puesto en jaque la costa
norte y la zona occidental de la isla Española. Esto llevaría a una serie de
medidas tomadas por los españoles, la importancia de la zona era tal, gra-
cias a la ganadería y las ferias que se realizaban, ya que los contrabandistas,
enemigos españoles, se hacían de buenos tratos. Los españoles resolvieron
retomar un plan que venía gestándose desde 1573 el cual comprendía el
despoblamiento de la isla. “Consistía en trasladar a las poblaciones al in-
terior y destruir la riqueza agropecuaria existente para que no sirviera de
apoyo al enemigo. La política de ‘tierra quemada’ la ejecutó el Presidente
Antonio Osorio en 1605 con gran dolor de los pobladores”.206
La manera en que se expresa, la forma en que se realizaba este tipo de
amurallamiento de los asentamientos españoles permite entender cuánto
afectaba a los pobladores. Para el caso de Huatulco, al parecer queda como
un intento desesperado por hacer frente a los enemigos, quizá las secuelas
no sean tan patentes, pues ya era un puerto en decadencia oficial, sólo era
un lugar de paso principalmente para el contrabando, y tal vez la población

205
bmnah, Colección Pompa y Pompa, agi, México, 28, correspondencia de virreyes, ro-
llo núm. 11, fs. 1-2.
206
Lucena, op. cit., 1992, p. 126.
más densa ya se encontraba en el pueblo (tres leguas tierra adentro).207 No
obstante, en términos de carácter local se ha señalado la designación de un
capitán de la defensa de la costa en 1603, Gaspar de Vázquez.
La designación de este cuerpo defensivo no correspondía a la visión del
gobierno virreinal por tratar de dar soluciones a la problemática, más bien
estos nombramientos recaían en el Cabildo de la Villa de Antequera, el cual
estaba conformado mayoritariamente por comerciantes quienes veían pe- 249
ligrar sus caudales con los ataques piratas. Esto sería un accionar muy pa-
recido al que operó el Consulado de la Ciudad de México en relación con

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


la fortificación y defensa del puerto de Acapulco, es decir, los comerciantes
son los principales promotores de la defensa de los puertos. La designación
era por votación del cuerpo del Cabildo, quienes proponían a sus candida-
tos, y al haber un ganador la decisión se turnaba al virrey para que fuera
ratificado.208
Para concluir, al llegar a su fin el ciclo del puerto de Huatulco, en el
sentido de enclave comercial, la vida de los pueblos pareciera entrar a un
estado de ensombrecimiento, ya no hay por qué referir a ellos. Después de
este periodo, cuando se llegó a hablar de ellos, principalmente en el siglo
xvii, es casi siempre en términos no muy favorables. Así, por ejemplo, casi a
la mitad del siglo xvii, en 1660 o 1661, el alcalde mayor (que se encontraba
nuevamente en el puerto) se refiere al pueblo de Huatulco, y nos hace ver
que realmente el huatulqueño del siglo anterior había desaparecido en su
totalidad; avizorándose un nuevo devenir para la región:

El capp[ita]n Don Pedro Ramirez de quiñones alcalde m[ay]or y capitan a


guerra del puerto de huatulco y su jurisdis[i]on doy q[uen]ta a Vssa como en
el mismo puerto abia vn pue[bl]o de yndios que se nombraba guatulco el qual
a muchos a[ño]s que se despoblo y reconoziendo que era de mucha utilidad
que aquel pue[bl]o estubiese poblado para que los yndios que alli viviesen
sirviessen de bixias para dar quenta todas las veses que por aquella mar del

207
Por ejemplo, en 1622 en virrey Diego Carrillo de Mendoza al dar cuenta a su rey de la
situación de la Hacienda Real, hace un señalamiento respecto a artículos que entraban
al puerto de Huatulco como contrabando: “La causa de la denunciación de Guatulco de
la ropa de contrabando, que pretendian pasar al peru, se va prosiguiendo con todo cu-
ydado haviendose depositado los sesenta y dos caxones que se embargaron en el puerto,
y espero que con brevedad se pondrá a termino de sentencia.” agi, México, 29, núm. 87,
1622.
208
Véase agn, Indiferente Virreinal (Indiferente de Guerra), vol. 6074, exp. 13, 7 fs.
sur se bieren belas y espesialm[en]te de enemigos que suelen yr a el para pre-
benir la defensa a los daños que se an experimentado en otras ocasiones y con
esta atension y paresiendome cossa conbeniente al servisio de su mag[esta]d
y utilidad de los que viven en aquella comarca e hecho las diligencias posibles
en horden a poblar el d[ic]ho pu[ebl]o y he albergado del sinco familias de yn-
dios casados y otros sinco solteros. Reedificado la ygless[i]a y de vuelta a ellas
250 […] campanas que antes tenia que son dos y algunos ornam[en]tos con que
esta corriente y por la comodidad de buenas tierras para sus milpas que son
del mismo pu[ebl]o antiguo y otras combeniencias que convenjan permane-
pueblo a la orilla del mar

seran y se agregaran otros de diferentes pueblos como lo hisieron algunos de la


jurisdis[i]on de miaguatlan que con ocas[i]on de cobrar los tributos los alcaldes
mayores an solicitado el volverlos a sus pueblos siendo libre en los yndios vivir
donde quisieren pagando sus tributos y para que no se ympida en nombre de
los d[ic]hos yndios agregados = a Vssa pido y supp[li]co m[an]de que sean am-
parados y que a ellos y a los demas que alli se fueren avesindar no se lo impidan
y cumplan con pagar sus tributos adonde leximam[en]te los dexieren pagar y
que puedad dar a los que se abesindasen zitios para casas y hechas para haser
sus milpas de las pertenecientes a d[ic]ho pue[bl]o con que pasara adelante la
d[ic]ha poblasion y se conseguira el util referido…209

cdamhslc, 1f. s/c. [sin año y lugar].


209
Consideraciones finales
251

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


L a investigación de las sociedades de la costa central oaxaqueña durante
el siglo xvi ha buscado examinar los diferentes procesos históricos que
irrumpieron en la región, tratando de explicar las consecuencias de la
implementación del puerto de Huatulco. En principio, las condiciones so-
ciales y geopolíticas de los señoríos de la costa previo al contacto hispano
dan cuenta de dos subregiones con una dinámica peculiar, aun dentro de
una búsqueda de dominación por parte de Tututepec y Tehuantepec, y qué
decir de los españoles. Primero, la fragilidad e inestabilidad de los señoríos
nahuas llevan a una desarticulación y una nueva legitimación en el interior de
los “pueblos” recién instaurados por los españoles. Es decir, los intereses de los
encomenderos en detrimento de los pueblos.
El amojonamiento de los pueblos nahuas muestra la resignificación de
las relaciones geopolíticas en esta zona; la posibilidad de competir por la su-
premacía territorial y social dentro de estos “pueblos”. Sin embargo, la zona
nahua y su condición geográfica de puerta y frontera natural como puerto
lo condujo a una debacle demográfica, con una paulatina reocupación y
redefinición poblacional que de algún modo conllevó a una desarticulación
de las instituciones indígenas prehispánicas y la búsqueda de formación de
otras nuevas.
Por otra parte, la zona chontal presenta un abigarrado mundo de intereses
y ajustes. Aquí se aprecia una supervivencia de instituciones prehispánicas que
se insertaron y adaptaron al orden colonial. El terrazgo, la movilidad indíge-
na, el cacicazgo y los intereses del encomendero. La aparición de instituciones
indígenas coloniales, tal como el cabildo, da muestra de una “adaptación” del
contexto, pues desde estas instituciones buscaron hacer frente a las pro-
blemáticas en el tránsito a una jurisdicción real. La distancia mayor del
puerto y un posible “aislamiento” pudieron coadyuvar a una permanencia
y asimilación más visible de estos elementos sociopolíticos. En un inicio la
competencia entre los pueblos por un territorio definido se puede apreciar
en el interior de los antiguos señoríos; posteriormente las competencias ini-
252 ciarán por los pueblos vecinos y se agudizarán desde la segunda mitad del
siglo xvi.
La importancia económica y política que Cortés dio a la exploración de la
pueblo a la orilla del mar

Mar del Sur tuvo fuerte impacto en los señoríos cercanos a la costa occidental
de la Nueva España. El mejor ejemplo fue Tehuantepec. No obstante, Huatul-
co entró en dicha dinámica y en pocos años aquel señorío prehispánico fue
opacado por la figura del puerto, que llevó su nombre. Las relaciones geopo-
líticas entre los señoríos vecinos de Huatulco implicaron una nueva dinámi-
ca a partir de la ruptura de sujeción con el señorío de Tututepec. Mientras se
iniciaba la puesta en marcha del puerto, los pueblos comarcanos intentaron
recuperar algo de lo que habían perdido o pretendieron obtener ventaja de
la situación; como ejemplo, los caciques de Huatulco, que sugerimos eran
advenedizos o de nuevos linajes que carecían de una tradición tlatoani, bus-
caron posesionarse ventajosamente ante los cambios propiciados por los
españoles.
Pareciera que un nuevo estado de realidades se presentó en la región.
La forma en cómo se articuló la provincia guardó la relación sociopolítica
de los pueblos que se tenía antes de la Conquista. Es clara la forma en que
los españoles utilizaron el sistema prehispánico para instaurar sus insti-
tuciones y ambiciones en la región, lo cual llevó a una reconfiguración en
las relaciones de los pueblos, siendo así el puerto de Huatulco el eje arti-
culador. Esto abona a las distintas interpretaciones que se han dado para
entender las relaciones geopolíticas de los pueblos de la costa central oaxa-
queña antes de la Conquista. Si consideráramos que el dominio del señorío
de Tututepec llegó hasta lo que es la desembocadura del río Copalita, la
configuración territorial de la provincia de Huatulco en el periodo colonial
no correspondería. Ahora bien, se puede sugerir que Tututepec extendió su
dominio hasta Mazatán, asumiendo áreas previamente dominadas por los
mexicas y que con la llegada de los españoles se guardó, de cierta forma,
esa estructura, puesto que, por ejemplo, Mazatán estaba más cerca de Te-
huantepec y no se incluyó en esa alcaldía aun con la pretensión de Cortés
de incluirlo en el Marquesado del Valle, siendo que tiempo después pasó a
estar bajo la jurisdicción del corregimiento de Huamelula.
La desarticulación de los antiguos señoríos y la paulatina transforma-
ción en repúblicas de indios, según los parámetros españoles, llevó a una
reconfiguración tanto territorial como de gobierno de los mismos pueblos;
así como de sus relaciones con sus vecinos. Si bien se trató de aprovechar
la organización prehispánica, los cambios ocasionados por los españoles 253
afectaron de manera similar en toda la Nueva España a ritmos distintos
(encomienda, tributo-trabajo, forma de gobierno, congregaciones).

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


En Huatulco el gobierno indígena se modificó a partir de que el encomen-
dero y su recaudador de tributo fueron agentes en la designación de señores
naturales en los pueblos indios. No obstante, en este trabajo no se pudo
desentrañar si en realidad pudiera ser que los tlatoque permanecieron con
el gobierno indígena por sus relaciones de parentesco o por cuestiones de
tradición. Sólo se infiere una posibilidad: las afectaciones demográficas y
la ruptura política y económica con Tututepec detonó una nueva dinámica
social. Por otro lado, una forma que sí se pudo apreciar fue la macehualiza-
ción de las funciones de gobierno, sobre todo al finalizar el siglo de estudio.
La introducción del cabildo indígena respondió a la búsqueda del mundo
español por debilitar el poder tradicional de los señores naturales y a la
vez condujo a una descomposición de los pueblos. Sin embargo, se puede
inferir que sólo en los lugares donde se rompieron los lazos de parentesco
y con ello el linaje gobernante se pudo llegar a consolidar la injerencia his-
pana en los pueblos de indios, es el caso de Huatulco. Por el contrario, en
Huamelula el linaje principal siempre buscó la manera de interpretar las
normas hispanas a su conveniencia.
Hay que recordar que no es sino hasta la segunda mitad del siglo xvi
cuando aparece la figura de gobernador en el pueblo de Huatulco, mientras
que para el caso de Huamelula (chontal) ya existía en 1542. Esto parece
indicar que, en primer lugar, la reconfiguración territorial de la zona nahua
se da en el momento de la concesión de encomiendas y se consolidó en
1542 con el establecimiento de “límites precisos” entre los pueblos y, por
otro lado, se estableció jurídicamente mediante un cabildo, al igual que en
otras partes de la Nueva España, hasta finales del siglo xvi.
En la medida de lo posible, entender las implicaciones del puerto, que
no es lo mismo que el pueblo, nos arrojaron un abigarrado entramado en el
interior de los pueblos, que en la mayoría de los casos sugieren más pregun-
tas que respuestas. Se aprecia que el pueblo de Huatulco fue el señorío más
importante en el momento de la Conquista. Por ello el puerto se conoció
con ese nombre. Y no se quiere decir que se hayan creado dos alcaldías ma-
yores en la provincia, por el contrario, el puerto se erigió como sede de la
alcaldía mayor, mientras que el pueblo fue uno más de los pueblos de indios
que quedaron bajo la administración de los funcionarios del puerto.
254 No obstante, consideramos que a la par de la formación y consolidación de un
cabildo indio en Huatulco, la zona chontal muestra un ejemplo de las diversas
formas en que los pueblos, por cercanos que estuvieran, podrían desenvol-
pueblo a la orilla del mar

verse de maneras diversas de acuerdo con sus circunstancias particulares.


Huatulco se presenta como un pueblo que se caracterizó por estar condi-
cionado por el puerto, el cual llevó a una vertiginosa transformación de un
nodo y apéndice novohispano, modificando las instituciones prehispánicas,
pero la decadencia del mismo puerto llevó a un acelerado deterioro de los
pueblos de indios que conformaban su hinterland.
La integración del mundo indígena al orden colonial se realizó de di-
versas formas; las instituciones y mecanismos fluyeron en un abanico de
posibilidades. En la región de estudio, el mar y las montañas jugaron un
papel decisivo, pero no el único. Desde la conquista de los pueblos de la
región, que se dio en 1522 como etapa previa, se infiere una continuidad en
la inestabilidad geopolítica en los mismos. Es hasta la segunda mitad de la
década de 1530 cuando se aprecian las condiciones particulares, principal-
mente geográficas, que inauguran la puesta en funcionamiento del puerto
y con ello un intento por la adaptación de los indígenas. Se observa la bús-
queda de vincular por mar las tierras recién descubiertas, siendo el puerto
de Huatulco quien compensó dicha necesidad, el que tenía una etapa de
plenitud a partir de la década de 1540 hasta 1580.
Ahora bien, después de 1585 las condiciones económicas y políticas prin-
cipalmente se modificaron, lo que repercutió en el puerto de Huatulco, el
cual fue cayendo en abandono y desuso “oficial”, afectando a su hinterland.
Pero al quedar establecida la sede de la alcaldía mayor en el puerto per-
mitió articular la región a manera de una administración provincial que
perduró durante el periodo colonial.
Para el caso del puerto de Huatulco no se tiene conocimiento de una or-
denanza para el funcionamiento o para su designación como puerto oficial
(si es que se pudiera hablar de él en tales términos), como sí sucedió con
Acapulco, que lo sustituyó entablando las relaciones comerciales con Asia.
Todo parece indicar que la puesta en marcha de éste se debió más bien a las
condiciones geográficas y la misma necesidad de Cortés, quien buscó una
salida al Mar del Sur, con el ánimo de realizar más descubrimientos y de
este modo obtener provecho económico y político. No obstante, lo que inaugu-
ró Cortés, y continuó la Corona, es indicador de una nula intención de desarro-
llo portuario en la Nueva España, y esos puertos que sólo fueron “astilleros”
ocasionales de acuerdo con las necesidades inmediatas. Lo anterior trajo 255
una consolidación de privilegios para algunos españoles al tener el control
comercial en beneficio de la metrópoli. Observándose la lucha fratricida de

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


los distintos personajes encumbrados por sus proyectos personales, bajo la
pretensión de responder al beneficio de la Corona. Cuando se aprecia, de
manera muy tenue, una política de la Corona para dicho asunto, es para no
permitir el desarrollo portuario, dejando a la Nueva España a expensas de
terceros.
En el último cuarto del siglo xvi los enemigos de la Corona: ingleses y
holandeses, aprovecharon las limitantes de los reinos americanos, llevándo-
se “jugosos” botines de lo perteneciente a España, dejando cicatrices en los
pueblos con quienes entraron en contacto. Los pueblos de la provincia de
Huatulco son claro ejemplo de lo anterior. En consecuencia, los pueblos de
Huatulco y Astata tuvieron que buscar parajes más seguros en donde habitar.
En Huatulco ningún intento por crear mecanismos mediante los cuales
los españoles se pudieran enriquecer cuajó, o al menos los legalmente re-
conocidos, pues el contrabando fue algo que sí permaneció. El puerto tuvo
entre sus manos un comercio primitivo con el Perú, y al morir el intercam-
bio quedó desprovisto de toda importancia; ni las estancias de ganado se
consolidaron y pronto se pierde todo rastro de ellas; y tampoco existieron
minas en la región que le dieran importancia. Todos esos cambios que apre-
ciamos en el siglo de nuestro estudio se extinguen tras un abandono obli-
gado, que entendemos no fue permanente, sin embargo el puerto no pudo
articular de nuevo la provincia.
Desafortunadamente los indígenas, los huatulqueños del siglo xvi pocas
veces hablaron de viva voz, sólo el eco de sus recuerdos nos quedó. En el
siglo xvii, el cual se proyecta hasta el presente, serán otros los personajes
que hablarán de ese mundo indígena, un nuevo huatulqueño —advenedi-
zo— será el interlocutor entre el pasado, el presente y aquellos que busquen
más allá. De esta manera, Huatulco parece corresponder con un pueblo en
donde se han asentado distintos grupos étnicos, los cuales se suceden de
manera “arbitraria”, lo que tiene un impacto en el desarrollo social, econó-
mico y cultural, circunstancia que hasta el día de hoy se puede percibir.

256
pueblo a la orilla del mar
Abreviaturas utilizadas:
257

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


agn: Archivo General de la Nación, México, df.
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huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Anexo: 271

Pueblo a orilla del mar:

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Los Títulos Primordiales de
Santa María Guatulco
Si no existe “una esfera objetiva de verdad” desde la cual podemos historiar, en-
tonces tenemos que establecer el “lugar” desde donde se produce un discurso histó-
rico y sus temas.
Andrew Roth S.
“Memoria y epónimia…”

Una historia en espera de ser contada

D
1
esde su aparición ante los ojos del historiador, los títulos primordiales
han suscitado grandes discusiones y mares de tinta que en ocasiones
se transforman en tormentas.1 Si bien algunos trabajos han señalado

Los códices Techialoyan inauguraron en la década de 1940 el análisis de los tópicos


recurrentes por lo que algunos especialistas, tiempo después, los consideraron como
un subgrupo de los títulos primordiales. En el momento de este primer acercamiento
aún no se pudo llegar a un análisis más detallado y se consideró a los títulos y códices
como documentos apócrifos, como resultado de la codicia indígena, ya que para los
especialistas decían ser documentos elaborados en el siglo xvi mientras que en realidad
fueron escritos en los siglos xvii y xviii. Para los Techialoyan véase Nadine Béligand,
El códice de San Antonio Techialoyan (A 701). Manuscrito pictográfico de San Antonio la
Isla, Instituto Mexiquense de Cultura/Gobierno del Estado de México, 1993. Esta autora
realiza una revisión exhaustiva de la historiografía y del documento en sí. Para los títulos
un primer acercamiento lo presenta Charles Gibson, Los aztecas bajo el dominio español,
1519-1810, México, Siglo xxi, 2007, p. 278. Dicho autor entendió la importancia de la
protección de la tierra comunal, reflejada en estos documentos, pero para él tenían
una limitada validez legal. No obstante, lo anterior permitió entender que su factura
respondió a momentos de crisis dentro de las comunidades indígenas.
las diferentes interpretaciones como un ejercicio historiográfico que antecede
a la investigación de un caso, aún no existe un consenso para definir a los tí-
tulos primordiales.2 Como resultado, las interpretaciones parecieran guardar
una relación estrecha, pero tornándose, en algunos casos, drásticamente dife-
rentes las conclusiones que se alcanzan. Es decir, si estos documentos fueron
empleados en procesos judiciales o su factura y uso respondió a necesidades
272 meramente internas de recuperación de su historia y legitimación del gru-
po dominante o, si por el contrario, estas fuentes nos permiten entender el
pensamiento y cosmovisión indígena. No obstante, queremos subrayar aquí
pueblo a la orilla del mar

dos puntos importantes. Primero, la bibliografía existente es abundante, pero


limitada y fragmentada. Segundo, los trabajos son descriptivos y tienden a la
generalización, por no rebasar un análisis más profundo y “exhaustivo”, al-
canzando lo que se podría considerar una limitación autoimpuesta que ha
llevado a los especialistas a atrincherarse en sus posiciones.
En la actualidad encontramos básicamente cuatro vertientes interpre-
tativas de los títulos a partir de su reivindicación como fuentes históricas
validas, ya no centrándose en la “falsedad”. Primera, aquella que busca los
temas recurrentes, la defensa de la propiedad comunal; conceptualizar la
forma como los indios entendieron la Conquista y sus consecuencias,3 y
con más peso recientemente, comprender la cosmovisión indígena (meso-
americana).4 Segunda, las investigaciones que centran su análisis en buscar

2
Serge Gruzinsky, La colonización de lo imaginario. Sociedades indígenas y occidentaliza-
ción en el México español, siglos xvi-xviii, México, Fondo de Cultura Económica, 2007, p.
104, ha llamado la atención en la problemática de las dos posibles acepciones que pueden
tener los títulos primordiales: la de las comunidades y la de los investigadores. En el pri-
mer caso se trata de la documentación que permite justificar la posesión comunal desde
tiempo atrás a partir de una perspectiva oficial. En el segundo caso se trata de documentos
elaborados en el interior de la comunidad para justificar y defender sus tierras mediante su
historia, tendiendo a una carencia de certidumbre legal. En un tenor muy similar, María de
los Ángeles Romero Frizzi, “El título de San Mateo Capulalpan, Oaxaca. Actualidad y au-
tenticidad de un título primordial”, en Relaciones, vol. xxxi, núm. 122, primavera, 2010, p.
22, considera válida dicha distinción, pero sostiene su hipótesis: la tradición prehispánica.
3
Los más representativos: James Lockhart, “Views of corporate self and history in valley
of Mexico town: Late seventeenth and eighteenth centuries”, en George A. Collier, Renato
I. Rosaldo y John D. Wirth (eds.), The Inca and Aztec states, 1400-1800: Anthropology and
history, Nueva York, Academic Press, 1982, pp. 367-393; Los nahuas después de la conquis-
ta. Historia social y cultural de la población indígena del México central, siglos xvi-xviii,
México, Fondo de Cultura Económica, 1999. Stephanie Wood, “The cosmic conquest:
Late colonial views of the sword and cross in central Mexican Títulos”, en Ethnohistory,
núm. 2, vol. xxxviii, primavera, 1991, pp. 176-195; “El problema de la historicidad de
los títulos y los códices Techialoyan”, en Xavier Noguez y Stephanie Wood, (coords.), De
tlacuilos y escribanos. Estudios sobre documentos indígenas coloniales del centro de México,
México, El Colegio de Michoacán/El Colegio Mexiquense, 1998, pp. 167-221; entre otros.
4
Michel Oudijk y María de los Ángeles Romero Frizzi, “Los Títulos Primordiales: Un gé-
nero de tradición mesoamericana. Del mundo prehispánico al siglo xxi”, en Relaciones,
núm. 95, vol. xxiv, verano, 2003, pp. 17-48; Romero, op. cit., 2010, pp. 21-54.
las continuidades y cambios del territorio indígena de un orden prehispáni-
co a uno colonial.5 Una tercera, más reciente y menos trabajada, que centra
el análisis en el llamado pacto original (rey-vasallos), que por ende difiere
de la primera y segunda vertientes al analizar los títulos como resultado de
las transformaciones coloniales, sobre todo en materia agraria.6 Y por últi-
mo, una cuarta vertiente que se encuentra en una ambivalencia entre las tres
y busca otros elementos que analizar, haciendo que la polémica se reavive 273
intensamente.7
Los títulos primordiales deberían ser entendidos como aquellos docu-

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


mentos escritos en las comunidades de acuerdo con los parámetros espa-
ñoles, en un soporte indígena o europeo y donde se explicita una historia
escrita de los pueblos en cuestión, con la intención de reivindicar derechos
antiguos dentro del orden colonial. De este modo, cuando se habla de que los
títulos contienen la historia de los pueblos como ellos la entendieron, habría
que preguntarse realmente cuál es la historia que nos cuentan.8 Como que-
ramos llamarla: sagrada o profana. No sólo en búsqueda de lo verdadero, lo
falso o hasta lo inventado,9 con la intención de confrontar las historias que
5
Enrique Florescano, Memoria Mexicana, México, Fondo de Cultura Económica, 2002;
Hans Roskamp, “Memoria, identidad y legitimación en los ‘títulos primordiales’ de la
región tarasca”, en Andrew Roth Seneff (ed.), Caras y máscaras del México étnico. La
participación indígena en las formaciones del Estado mexicano, volumen 1: Dominio y
libertad en la historia indígena de México, México, El Colegio de Michoacán, 2010, pp.
39-53; entre otros.
6
Margarita Menegus, “Los Títulos Primordiales de los pueblos de indios”, en Estudis,
núm. 20, 1994, pp. 207-230.
7
Gruzinski, op. cit., 2007; Amos Megged, “El ‘Relato de Memoria’ de los axoxpanecas
(posclásico tardío a 1610 dc)”, en Relaciones, vol. xxxi, núm. 122, primavera, 2010, pp.
107-162; Paula López Caballero, Los Títulos Primordiales del centro de México, México,
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2003; entre otros.
8
Esta recuperación de la historia por parte de sus actores, es un pasado compuesto de-
liberadamente más acorde con las ambiciones de un grupo que se reconfigura a lo largo
del tiempo, desposeyendo a las antiguas casas dirigentes, mediante la inversión o despla-
zamiento de los roles principales. Si estos momentos de crisis obedecen a un ocaso social
y político que afecta a las comunidades y sus autoridades en donde la aculturación ya
no representa la integración: los títulos primordiales reflejan un intento por recuperar
un pacto de antaño. Un grupo que ha sido aculturado podrá ser capaz mentalmente de
imaginar un pasado distinto a sus recuerdos inmediatos (prehispánico). Véase Serge
Gruzinski, “La memoria mutilada: Construcción del pasado y mecanismo de memoria
en un grupo otomí de la mitad del siglo xvii”, en ii Simposio de historia de las mentali-
dades: la memoria y el olvido, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia,
1985, pp. 33-46. Confróntese Roskamp, op. cit., 2010, pp. 43-46.
9
Eric Hobsbawm, La invención de la tradición, Barcelona, Crítica, 2002, pp. 7-8. En la
introducción a este texto dedicado a la identificación y análisis de las implicaciones de
la invención de tradiciones se dice que: “El término ‘tradición inventada’ se usa en un
sentido amplio, pero no impreciso. Incluye tanto las ‘tradiciones’ realmente inventadas,
construidas y formalmente instituidas, como aquellas que emergen de un modo difícil
de investigar durante un periodo breve y mensurable, quizás durante unos pocos años, y
se establecen con gran rapidez”. Por otro lado, el mismo autor, señala que: “La ‘tradición
en la actualidad son oficiales en los pueblos.10 Indagar la historia que pode-
mos recuperar mediante otras fuentes permitiría apreciar las transforma-
ciones y continuidades, conflictos y solidaridades de los pueblos para expli-
car el contenido expresado en los títulos y ver en ellos un contexto de mayor
alcance para entender a las comunidades agrarias de la época colonial.
El trabajo que se presentó, si bien busca ocuparse del siglo xvi, también
274 intenta hacer llamados a otras temporalidades y problemáticas para dejar
evidencia de la complejidad de la región y a manera de invitación, seguir
explorando la costa central oaxaqueña. No obstante, sobresalen dos puntos
pueblo a la orilla del mar

que hay que resaltar. Primero, la problemática de la jurisdicción-propiedad


y, segundo, la recomposición social de Huatulco en el periodo colonial. En
Huatulco al menos existieron tres fundaciones: prehispánica, siglo xvi y
siglo xviii, esta última con un cambio de ubicación. De igual forma existió
una reapropiación del asentamiento por indígenas provenientes de la Sierra
Sur y los Valles Centrales a mediados del siglo xvii. Dichas circunstancias
empujan a problematizar cómo entender la jurisdicción, la propiedad y la
historia de los pueblos de indios expresados en los títulos primordiales.
El documento que se presenta a continuación, mediante un cuadro comparati-
vo, son dos versiones que se han podido localizar de los títulos primordiales de
Huatulco, al no poder consultar la versión de donde salieron dichas trans-
cripciones. En ellas se marcan entre corchetes algunas palabras que son de
clara comprensión pero que fueron escritas mal, o bien que así aparecen
en el “original”. De igual forma, se presentan con un color distinto de letra
(gris), los elementos que sobran o faltan en una u otra versión; también se
encuentran subrayadas las palabras que difieren entre las transcripciones.
La primera es una copia certificada en 1950 ante el notario Luis Cas-
tañeda Guzmán (Notaría Pública núm. 8 de la ciudad de Oaxaca), que se
encuentra en el Archivo Municipal de Santa María Huatulco. Dicho legajo,
además, cuenta con la transcripción de varios documentos que permiten
inventada’ implica un grupo de prácticas, normalmente gobernadas por reglas aceptadas
abierta o tácitamente y de naturaleza simbólica o ritual, que buscan inculcar determi-
nados valores o normas de comportamiento por medio de su repetición, lo cual implica
automáticamente continuidad con el pasado. De hecho, cuando es posible, normalmente
intentan conectarse con un pasado histórico que les sea adecuado”.
10
Por ejemplo, en Huatulco en el año 2002, se constituyó un asociación civil: “Consejo
Histórico y Cultural Huatulco” con la intención de rescatar y preservar la “verdadera
historia de Huatulco”. Siendo uno de sus primeros logros que se reconociera, mediante
una sesión extraordinaria del Congreso del Estado (lviii Legislatura) celebrada en la
cabecera municipal el 23 de diciembre de 2003, que el día 9 de enero se insertara dentro
del calendario cívico del pueblo como el día de su titulación ante la Corona española en
1539. Según sus títulos primordiales. amh, s/c, 1 h. 23 de diciembre de 2003.
entrecruzar la información sobre los linderos y tierras de la comunidad. De
hecho, este legajo inicia con un documento que da la impresión de haber
sido un mapa o bien las glosas que lo acompañaban, indicando las mojone-
ras de Huatulco.11 La segunda es una transcripción que se encuentra en Ar-
chivo General Agrario (aga) que está fechada el 15 de noviembre de 1917,
al entregar a la comunidad los títulos que les fueron solicitados por parte de
la Comisión Agraria que certificó la copia y entregó los originales a la co- 275
munidad.12 Cabe decir que la transcripción de 1917 del aga fue más trasto-
cada por quien elaboró la transcripción; trató de modernizar su contenido

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


acentuando las palabras y poniendo más signos de puntuación, a diferencia
de la realizada en 1950 (ante notario) que pareciera fue dejada tal como la
entendieron en ese momento.
En 1994 un total de diecisiete carpetas con documentos de gran valor his-
tórico fueron entregados para su restauración al centro inah-Oaxaca por el
presidente municipal de Huatulco, José Humberto Cruz Ramos, y el regidor,
Facundo Chávez Ramírez.13 Dentro de este material sabemos que se entrega-
ron los títulos primordiales, aunque desconocemos si es el trasunto de 1799 o
el “original” de 1539. Hasta hoy la institución los tiene bajo su resguardo.
Alicia González es quizá la única persona que ha podido consultar el
original de los títulos primordiales en tiempo recientes. A través del estudio
que ella hace se aprecia una descripción física un poco más puntual del
documento cuando dice: “This beautifully painted document of twenty-
nine fojas, or leaves —some in very poor condition, eaten by insects and
illegible, others faded by time— bound together with brown thread into a
book”.14 Esta descripción hace notar una serie de inconsistencias que me-
recen ser señaladas. Por ejemplo, en la transcripción de 1950 se indica que
el documento está compuesto por siete fojas, en papel sellado de un cuarto

11
“Copia por concuerda de varios documentos pertenecientes a la titulación del pueblo
de Santa María Huatulco, distrito de Pochutla, Oaxaca. Hecha a solicitud de los señores
Leobardo Ortega e Ingnocente [sic.] Chávez Presidente y síndico municipales.” amh, s/c,
13 fs., 17 de febrero de 1950.
12
aga, leg. 2 exp. 24/12228, fs. 21r-25v.
13
“Resguardo de códices y documentos históricos de Santa María Huatulco”, Archivo
Municipal de Santa María Huatulco, s/c, 2 fs., 2 de marzo de 1994.
14
“Este documento de veintinueve fojas bellamente pintadas —algunas en muy mal esta-
do, comidas por insectos e ilegibles, otras descoloridas por el tiempo—, atadas con hilo
café para formar un libro (…)”. Alicia González, The edge of enchantment: Sovereignty
and ceremony in Huatulco, Mexico, Washington/Nueva York, Smithsonian Institution,
2002, p. 18. La autora comenta que al parecer hubo una segunda mano que lo compiló
de esta forma, pues el índice que contiene la primera foja fue escrito con tinta azul y en
él aparece el año de 1528, lo cual la diferenció con el tipo de escritura del interior.
un cuartillo de los años 1798-1799. Por otro lado, la transcripción de 1917
marca que está formado por ocho fojas. Al referirse a “bellamente pintadas”
podemos interpretar que la autora hace alusión a la caligrafía, no obstante,
se sabe que el documento se encuentra ilustrado con dos láminas: la prime-
ra, ubicada en la sexta foja, representa a los tres caciques fundadores arro-
dillados ante una virgen, la patrona del pueblo (véase figura 17); en la otra,
276 situada en la última foja, se repiten las imágenes de dos de estos caciques,
uno tiene un clarín y el otro un tambor y una bandera.
En principio, pues, se trata de un documento fechado en 1799 en el cual
pueblo a la orilla del mar

se aclara que constituye un traslado o, mejor dicho, un trasunto de 1539. No


sabemos si el de este último año existió o existe, si está desaparecido o se
perdió definitivamente.

Títulos Primordiales de Huatulco


1917 1950
Al frente de la primera de las ocho fojas [Foja: 1v]
de que se compone un sello que dice: [Documento 2]
Hispaniar Rex.– Carolus iv.– D.G.– Al centro de la primera de las siete hojas
Al centro una corona.= Una Cruz.= un de que se compone: Sello con las Armas
quartillo.– Sello Qvarto, vu qvartillo, de la Monarquía Española y que dice:
años de mil setecientos noventa y Carlus IV. – D.G. Hispaniar Rex.- Una
ocho, y noventa y nueve.= Al margen Cruz.- Sello Quarto, Un Quartillo, años
de todas las fojas una rúbrica.– La de mil setecientos noventa y ocho y
fundación del pueblo de Santa María noventa y nueve.- Texto “La fundacion
Huatulco=Pueblo fundado y antiguo en del pueblo de Santa Maria
presencia del Gobernador y Alcaldes y [Foja: 2r]
todos los Oficiales de toda la República, Huatulco – Pueblo fundado y antiguo en
de Casiques y Principales de este Pueblo presencia del Gobernador y Alcaldes y
de Santa María de Huatulco, Pueblo todos los Oficiales de toda la Republica,
fundado Orillas del Mar, le dieron el de Casiques y Principales de este Pueblo
parabién de su buena venida del Señor de Santa Maria de Huatulco, Pueblo
Don Fernando Cortés, mando conquistar fundado orillas del mar, le dieron el
a este Pueblo de Santa María de Huatulco parabién su buena benida del Señor Don
con su gran poder, mando hacer la Fernando Cortes mando conquistar a
merced y títulos.------ Gobernador este Pueblo de Santa Maria Huatulco
Capitán General de la Nueva España, a con su gran poder, mandó hacer la
Vos Don Juan García y Doña Dominga merced y titulos = Gobernador Capitan
Pérez y Don Juan de zúñiga y los tres General de la Nueva España á Vos Don
Fundador y Poblador de este Pueblo de Juan Garcia y Don Domingo Perez y
Santa María de Huatulco hos hago esta Don Juan de Suñiga y Cortés fundador y
merced y títulos aque luego al instante poblador de este Pueblo de Santa Maria
tomeis posesión de buestras tierras de de Huatulco hos hago esta Merced y
Lomerias y Serros altos y bajos y Ríos de titulo a que luego al
Aguas y Mar y Lagunas de pesca y Salinas instante tomeis posesion de buetras
como refiere las escrituras buestras gente tierras de Lomerias y Serros altos y bajos
pasados. Visto las Escrituras en esta Sala y Rios de aguas y Mar y Lagunas
Continuación:
del Superior Gobierno se mandó y mando de pesca y Salinas como refiere las
que se executa de justicia; que ningunas Escrituras buestros gente pasados.
personas maltraten a todos los Casiques y Visto las Escrituras en esta Sala del
Principales y los hijos del Pueblo los miren Superior Gobierno se mandó y mando
como sus propios personas esta merced que se executa de Justicia; que ningunas
y títulos sea Tturiesson [se atuviese] y se personas maltraten á todos los Casiques
reteficó en esta sala Real de su Magestad y Principales y los hijos del Pueblo los
asi se mando todos los jueces Eclesiasticos miren como sus propios personas esta
que no me maltraten a todos los hijos merced y titulos sea-Ttuviesse [sic. se
277
del Pueblo todo lo que llebo mandado se atuviese] y se retifico en esta sala Real
guarde y se cumpla de justicia su [sic. so] de su Magestad asi se mando todos los
pena setecientos pesos para los gastos de Jueces Eclesiasticos que no me maltraten
la Real Camara de su Magestad quienes á todos los hijos del Pueblo, todo lo que

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


perjudicaren y estorbare las posesiones en llebo mandado se guarde y se cumpla de
que estan posiando de su propiedad todos Justicia, su [sic. so] pena setecientos pesos
estos Casiques que le dieron parabién al para los gastos de la Real Camara de su
Señor Fernando Cortés mando que en Magestad quienes perjudicare y estorbare
esta Sala Real de su Magestad se hiso esta las posesiones en que estan poseiando de
merced de los Casiques del Pueblo de su propiedad todos estos Caziquez que
Santa María de Huatulco como estan en la le dieron para bien al Señor Fernando
Orilla y Playa del Mar puerto de Huatulco Cortes mando que en esta Sala Real de
tengan sus armas de fuego prebenidos por Su magestad se hizo esta Merced de los
si acaso se aparesca los enemigos tambien Casiques del Pueblo de Santa Maria
prebenidos sus vanderas y Caxa y Clarin de Huatulco. como estan en la orillas y
pa… Playa del Mar puerto de Huatulco tengan
[Foja: 2v] sus armas de fuego prebenidos por si
ra que sean llamados todos los Pueblos, acaso se aparesca los enemigos, tambien
todos los vesinos para Pueblos cercanos prebenidos sus Vanderas y Caxa y clarín
estén prebenidos en este Puerto de para que sean llamados todos los Pueblos,
Huatulco y del bista por el mar, por que todos los vezinos para Pueblos cercanos
no se paresca y entre maltratar todos los esten prebenidos en este Puerto de
hijos tributarios de su Magestad. Así se Huatulco y del bista por el mar, por que
mando en esta Sala Real de su Magestad no se parezca y entre maltratar todos los
y de Acurdo años de mil quinientos y hijos tributarios de Su Magestad. asi se
treinta y nuebe, citada esta Merced en esta mando en esta Sala Real de su Magestad
Sala Real del Superior Gobierno todos y de Acuerdo años de mil quinientos y
los hijos tributarios saquen tierras para treinta y nuebe, es dada
sus sembrados adonde hubiere lugar sin [Foja: 2v]
sobre pasarse las mojoneras sin estorbar esta Merced en esta Sala Real del
a otro Pueblo ni se sobre pasen en las Superior Gobierno. todos los hijos
tierras mas que conste las Escrituras que tributarios saquen tierras para sus
se entitulo y retificó en este Acuerdo para Sembrados adonde hubiere lugar sin
lo benidero todos los hijos Principales sobrepasarse las mojoneras sin estorbar
del Pueblo recuaden los reales tributos de á otro Pueblo ni sobrepasen en las
su Magestad y tengan sitios de Ganado tierras mas que conste las Escrituras que
Mayor y menor para tierras de Común se entitulo y se ratificó en este Acuerdo
para lo necesario y de la festividad de para lo benidero. todos los hijos
Nuestra Señora de la Limpia Concepción principales del Pueblo reacuden los
pongan sus sitios de Ganado mayor y Reales tributos de su Magestad tengan
menor de la Virgen de la Purísima y Sitios de Ganado mayor y menor para
Limpia Concepción la Patrona del Pueblo tierras de Comun para lo necesario y
de Huatulco le hagan su festividad como de la festividad de Nuestra Señora de la
llebo mandado y referido dentro este Limpia Concepcion. pongan. sus Sitios
titulo y Veneren a Dios Nuestro Señor y de Ganado mayor y menor de la Virgen
a sus Ministros y Sirbos de Dios Nuestro de la Purisima y Limpia Concepcion la
Señor. La reciba con acatamientos y Patrona del Pueblo de Huatulco le hagan
Continuación:
le den lo que es uso y costumbre del su festividad como llebo mandado y
Pueblo y hagan su glesia con todos su referido dentro de este titulo y veneren
adornamientos bien compuesto en el a Dios Nuestro Señor y sus Ministros
encargo que se hace, hagan su comunidad y Sierbos de Dios Nuestro Señor. La
y Conventos Onde podan recibir el reciba con acatamientos y le den lo que
ministro de Dios y esta merced y títulos es uso y costumbre del Pueblo y hagan
quedó en cabesa del Casique Don Juan su Glesia con todos sus adornamientos
de Suñiga y Cortés, y Don Juan García y bien compuesto en el encargo que se
Don Domingo Pérez, y Domingo Martín hace, hagan su comunidad y Combentos
278 Gobernador de ese Pueblo, Alcalde Don onde podan recibir el menistro de
Pedro García, Rexidor Pasqual Martín y Dios. y esta Merced y titulos quedó en
Rexidor Francisco Martín, Martín Juan de cabeza del Cazique don Juan de Suñiga
los Reyes Rexidor y Luis García Rexidor y Cortés, y Don Juan Garcia y Don
pueblo a la orilla del mar

todos estos principales de la República con Domingo Perez, y Domingo Martin


su Casiques fundadores y Pobladores del Gobernador de ese Pueblo, Alcalde Don
Pueblo de Santa María de Huatulco como Pedro Garcia, Rexidor Pasqual Martin
constas las Escrituras de sus antepasados y Rexidor Francisco Martin, Martin
los de la Cavesera del Pueblo de Huamelula Juan de los Reyes Rexidor y Luis Garcia
les entregaron las posesiones en que están Rexidor todos estos principales de la
posiando sobre de su propiedad y todos Republica con sus Caziques fundadores
firmaron en este título como son los de la y Pobladores del Pueblo de Santa Maria
Cavesera de las Escrituras que estan puesto de Huatulco como consta las escrituras
todos la República allegaron en este Playa de sus Antepasados de la Cavezera del
del Mar hicieron la entrega de la posesión Pueblo de Huamelula les entregaron las
en que han estado y están sobre la… posesiones en que estan posiando sobre
[Foja: 3r] de su propiedad y todos firmaron en
propiedad de Laguna del Arenal y Laguna este titulo como son los de la Cavesera
de Coyula y Laguna de Mascalco y las de las Escrituras que estan puesto todos
Salinas / tomaron su posesión y las la Republica a llegaron en este Playa del
tierras que tomaron y recibieron todos Mar hicieron la entriega de la posesion
los hijos del pueblo, hiso la entrega y en que han estado y estan sobre la
amparo la posesión toda la República propiedad de la Laguna del Arenal y
del Pueblo y Cavesera de Huamelula, Laguna de Coyula y Laguna de Mascalco
mandaron luego al instante hicieron y las Salinas qe. son dos toda estas
la entrega de la posesión pusieron de Lagunas y Salinas tomaron su posesion y
pena los setecientos pesos aplicados a las tierras que tomaron su posesion y las
la Real Cámara de su Magestad bá en tierras que tomaron y recibieron todos
foxa de la Escritura y Autos de posesión los hijos del Pueblo, hizo la entriega y
para su resguardo y para que conste a amparo la posesion toda la Republica
los venideros ante los testigos que se del Pueblo Cavezera de Huamelula,
hallaron presentes= testigos= Salvador mandaron luego al instante hicieron la
de la Cruz= testigo= Francisco Martín= entrega de la posesion pusieron de pena
Juan López= testigo= testigo= Baltazar los setecientos pesos aplicados a la Real
Pérez =Rexidor =Juan Martín =Rexidor– Camara de Su Magestad: ba in foxa de la
Domingo García =Pablo Gabriel Rexidor Escritura
=Nicolás García–Rexidor =Don Francisco [Foja: 3r]
de Velasco Alcalde =Don Domingo de y Autos de posesion para su resguardo
Suñiga y Cortés Alcalde =Gobernador y para que conste a los venideros ante
Don Francisco Cortés =Gobernador de los testigos que se hallaron presentes
la Cavesera del Pueblo de Huamelula = Testigos = Salvador de la Cruz –
hicieron la entriega de esta posesión de Testigo – Francisco Martin – Juan
este Pueblo de Santa María Huatulco. Lopez – testigo – testigo – Baltasar
Gobernador y Capitán General de esta Perez – Rexidor Juan Martin – Rexidor
Nueva España confirmado este Merced y Domingo Garcia – Pablo Gabriel
título de la fundación del Pueblo de Santa Rexidor – Nicolas Garcia – Rexidor –
María Huatulco Don Francisco de Velasco Don Francisco de Velasco Alcalde – Don
= Don Pedro Sumano Secretario de su Domingo de Suñiga y Cortes
Continuación:
Magestad= Visto este titulo autorizado Alcalde Gobernador Don Francisco
por orden de su Magestad obedecimos Cortes – Gobernador de la Cavesera
todos los de la Cavesera de Huamelula del Pueblo de Huamelula hizieron la
juntamente con nuestro teniente general entrega de esta posesion de este Pueblo
Don Juan de Santillan hermoso a lo que de Santa Maria Huatulco Gobernador y
está mandado en este título y Escritura Capitan General de esta Nueva España
del Pueblo de Huatulco.= Don Juan confirmada esta Merced y titulo de la
de Santellan teniente general = Don fundacion del Pueblo de Santa Maria
Domingo de torres y Vamero Escribano.= Huatulco Don Francisco de Velasco =
La escritura de este Pueblo de todas las Don Pedro Sumano Secretario de su 279
Salinas, Lagunas de Pescado y brasos de Magestad.– Visto este titulo autorizado
lagunas como quedan en poder de todos por orden de su Magestad obedecimos
los Casiques y Principales de este Pueblo todos los de la Cabezera de Huamelula
hallegamos nosotros Gobernadores juntamente con nuestro teniente general

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


y Alcaldes de Pueblo de Huamelula Don Juan de Santillan hermoso a lo qe.
Cavesera como todos la República de esta mandado en este titulo y Escritura
justicias hallegamos en este Comunidad del Pueblo de Huatulco – Don Juan
todos a celebrar esta Escritura de la tierra de Santillan Teniente general – Don
del común para que conste esta Escritura Domingo de torres y Romero Escribano.
para lo benidero oy día martes año de mil – La Escritura de este Pueblo de todas
quinientos y treinta y nuebe años dimos las Salinas, Lagunas de Pescado y brasos
paso para el Río de Copalito a donde está de lagunas como queda en poder
un peñasco de mojonera coje el cerro del de todos los Caziques y Principales
León linda con el Pueblo de San Mateo de de este Pueblo hallegamos nosotros
las Piñas en la mera cumbre quedó… Gobernadores y Alcaldes del Pueblo
[Foja: 3v] de Huamelula Cavezera como todos la
la mojonera de las tierras de este Pueblo Republica de Justicias hallegamos en
de Huatulco, core por el Río grande de este Comunidad todo á celebrar esta
Copalito Cuando del camino que se Escritura de la tierra del Comun para qe.
bá a san Mateo de las Piñas quedó la conste esta Escritura para lo venidero
mojenera de las tierras del común de oy dia martes año de mil quinientos
este pueblo de Huatulco juntamente con treinta y nuebe años dimos pasos para
el Gobernador de Huamelula Cevesera el Rio Copalito á donde esta un peñasco
quien Los entregó esta posesión de las de Mojonera coje al cerro del Leon
tierras del común todos la República de la linda con el Pueblo de San Mateo de
Cavesera entregaron esta posesión a todos las Piñas en la mera cumbre quedo la
los hijos de este Pueblo lo recibieron su Mojonera de las tierras de este Pueblo
posesión como de clara la pintura de de Huatulco, coxe por el Rio grande de
todas las Salitreras y Lagunas de pesca y Copalito Tirando del camino que se
Salinas de Miscalco y las Salinas Lagunas ba a San Mateo de las Piñas quedo la
de Sopilote quedó para la Virgen de Mojonera de las tierras de el Comun
Nuestra Señora de la Concepción hasta de este Pueblo de Huatulco juntamente
qe. el tanto le hagan su Casa y su Corteral con el Gobernador de Huamelula de
Asi lo mandamos nosotros los Justicias nuestra cavezera quien los entrego esta
en este Escritura y títulos de este Playa posesion de la tierra del Común todos
del Mar puerto el Pueblo de Huatulco la Republica de la Cavezera entregaron
junatamente con el esta posesion a todos los hijos de este
Pueblo de San Miguel de Huatulco los Pue—
dos pueblos saquen Sal en las lagunas [Foja: 3v]
del Común de los dos Pueblos como blo lo recibieron su posesuon como
contara este titulo y Auto de posesión declara la pintura de todas las Salitreras
que tomaron recibieron los dos Pueblos y Lagunas de Pesca y Salinas de
/ Saquen Sal las Salinas de Mascalco y las Mascalco y las Salinas y Lagunas
Salinas del Sopilote y Lagunas de Coyula de Sopilote quedó para la Virgen de
y las Salinas del Arenal o benderan la Nuestra de la Concepcion hasta qe. el
Sal de que para componer la Iglesia con tanto le hagan su Casa y su Corteral Asi
todo su adornamento de la Iglesia tengan lo mandamos nosotros los Justicias en
Ganado mayor y menor para celebración este Escritura y titulos de este Playa
Continuación:
de la festividad de la Patrona de Nuestra del Mar puesto el Puerto de Huatulco
Señora de la Concepción Patrona de este juntamente con el Pueblo de San
Pueblo todos los Casiques y Principales Miguel de Huatulco los dos Pueblos
de harán la festividad y sino sé hará la saquen Sal en las Lagunas del Comun
Virgen a la Cavesera de Humelula con de los dos Pueblos como contara este
esta cargo y condición celebramos esta titulos y Auto de posesion que tomaron
Escrituras Dimos paso entre nuebe dias Recibieron los dos Pueblos Santa Maria
se entregó esta posesión a este Pueblo de de Huatulco los dos Pueblos saquen Sal
Huatulco y de San Miguel de Huatulco de las Salinas de Mascalco y las Salinas
280 hermanablemente los dos Pueblos juntos del Sopilote y Laguna de Coyula y las
y congregados recibieron su posesión Salinas del Arenal ó banderan la Sal
de todas las mojoneras como constara de que para componer la Iglesia con
de estas Escrituras de la posesión de todo su adornamiento de la Iglesia
propiedad de todos los hijos de este y tengan Ganado Mayor y menor
pueblo a la orilla del mar

Pueblo repartimos sus tierras y Solares, para la celebracion de la festividad de


estos tres Casiques que están retratados la Patrona de Nuestra Señora de la
bajo de la Iglesia son los fundadores y Concepcion Patrona de este Pueblo
Pobladores de este Pueblo como constará todos los Caziques y Principales le
la pintura de la fundación / antigua hus haran la festividad y si no se hirá la
ecli de celebramos esta Escritura con Virgen a la Cavezera de Huamelula
graves ermia pena de mil pesos para la con este cargo y condición celebramos
Casa Real del Rey Nuestro señor el que Esta Escritura Dimos paso entre nuebe
maltratare a es- dias se entregó esta posesion a este
[Foja: 4r] Pueblo de Huatulco y de San Miguel
tos dos Pueblos asi entregamos su de Huatulco hermanablemente los dos
posesión con todas las mojoneras y con Pueblos juntos y congregados recibieron
Escritura y titulo jurídico y bista todos la su posesion de todas las Mojoneras
República de la Cavesera de Huamelula como constara de esta Escritura de la
juntamente con el Casique Don Juan posesion de propiedad de todos los
de Suñiga quien conquistó el pueblo hijos de este Pueblo repartimos sus
Cavesera de Huamelula que Yo dueño tierras y Solares, estos tres Caziques
de Salinas de los tunales de Mascalco que estan retratados bajo la Iglesia son
Horiada y sus Salinas de toda las Salinas los fundadores y Pobladores de este
no hay otro como la de tunales ese dicho Pueblo como constara la pintura de la
Casique fué el que fundó el Pueblo de fundacion y Decreto de la fundacion
San Miguel de Huatulco y el Pueblo de antigua. (tres palabras imposibles de
Santa María de Huatulco como vinieron desifrar) celebramos esta escritura con
los testigos y Gobernadores del Pueblo graves ermia pena de mil pesos para
de San Mateo de las Piñas quedaron de la Caxa Real del Rey Nuestro Señor el
testigos de bista de la posesión de los del que maltratare a estos dos Pueblos asi
Pueblo de Huatulco = Don Domingo Luis entregamos su posesiona con todas
testigo = Baltasar Luis testigo = Mateo las mojoneras y con Escritura y titulo
Martín testigo = Francisco Martín testigo jurídico y bista todos la republica de la
= Juan Luis testigo = Francisco López Cavezera de Huamelula la juntamente
testigo = Mateo García testigo = Don Luis con los Caziques Don Juan de Suñiga y
Gobernador = Francisco López Alcalde = quien conquisto el Pueblo Cavecera de
Pedro Martín Alcalde = Estos Principales Huamelula que Yo dueño de Salinas de
y Casiques fueron los testigos declarados los tunales de Mascalco floriada y sus
de los linderos y mojoneras de las tierras Salinas de todas las Salinas no hay otro
del Común qe. conste lo benidero hubo como las de tunales ese dicho Cazique
citación con citas personas del Pueblo fue el que fundo el Pueblo de San
de San Mateo las Piñas con la pena grave Miguel de Huatulco y el Pueblo de Santa
suma de mil pesos para la Caxa de su Maria de Huatulco como vinieron los
Magestad, cita Comunidad celebramos testigos y Gober
esta Escritura de su propiedad de todos [Foja: 4r]
los hijos de Santa María de Huatulco; esta nadores del Pueblo de San Mateo de las
Escritura quedó en poder del Cazique Piñas quedaron de testigos de bista de la
Don Juan de Suñiga y Cortés posesion de los del Pueblo de
Continuación:
Casique y Gobernador de la Cavesera Huatulco. – Don Domingo Luis testigo
de Huamelula quien entregó la posesión – Baltasar Luis testigo – Mateo Martin
con todos los Alcaldes y Rexidores y testigo – Francisco Martin testigo –
Oficiales de la República, firmaron esta Juan Luis testigo – Francisco Lopez
Escritura y títulos y Autos de posesión testigo – Mateo Garcia testigo – Don
todos, se asentó en estos dos pliegos Luis Gobernador – Francisco Lopez
que los venideros les servirá a estos Alcalde – Pedro Martin Alcalde – Estos
hijos de Huatulco como se dividieron principales y Casiques fueron testigos
con los dos Pueblos San Miguel de declarados de los linderos y mojoneras
Huatulco como firmó nuestro teneinte de las tierras del Común para qe. conste 281
General de su Magestad = Don Juan de lo benidero hubo citacion con estas
Estrada Teniente General del Pueblo personas del Pueblo de San Mateo de
de Huamelula = Don Pedro de Suñiga las Piñas con la pena grave suma de
Alcalde = Don Pedro de la torre Alcalde mil pesos para la Caxa de Magestad,

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


= Escribano Domingo Cortés del Pueblo esta Comunidad celebramos esta
de Huamelula = Se autorisó este título del Escritura de su propiedad de todos
Pueblo de Huatulco.=--------------------- los hijos de Santa Maria de Huatulco;
testigos de San Mateode las Piñas y esta Escritura quedo en poder del
testigos de Huamelula bieron y oyeron Casique Don Juan de Suñiga y Cortes
la posesión con siete Lagunas de Salinas Casique y Gobernador de la Cavecera
y de Pesquería, que lo gozen estos de Huamelula quien entrego la posesion
hijos del Pueblo de Santa María de la con todos los Alcaldes y Rexidores y
Limpia Concepción y le entregamos Oficiales de la república, firmaron esta
esta Escritura a Don José García y Don Escritura y titulos y Autos de posesion
Domingo Pérez y Don Andrés García,… todos se asento en estos dos pliegos
[Foja: 4v] para lo benidero les servirá a estos
y Francisco Luis Alcalde, Gobernador hijos de Huatulco como se dividieron
y hoy a Don Felipe Gambos teniente con los dos pueblos San Miguel de
General, lo firmé con la República en Huatulco como firmó nuestro teniente
dicho dia mes y año y para que balga en General de Su Magestad – Don Juan
lo adelante y conste, ba en cinco fojas de Estrada – Teniente General del
llanamente en Común por los Indios Pueblo de Huamelula – Don Pedro de
de Huamelula y lo firmé con ellos con Suñiga Alcalde Don Pedro de la Torre
la Unión que se hizo=Juan Sanchez Alcalde – Escribano Domingo Cortes
Cavallero=---------------------- del Pueblo de Huamelula – Se autorizo
Para que Nuestra Señora del de este Titulo del Pueblo de Huatulco.
alumbramiento honren y veneren a los === Testigos de San Mateo de las
Padres y Sacerdotes Ministros de Dios Piñas y Testigos de Huamelula bieron
vivan Ciristianamente a la fée de Dios y oyeron la posesion con siete Lagunas
gocen sus tierras que recibieron sus de Salinas y de Pequeria, que lo gozen
posesión y mandamos de pena el que estos hijos del Pueblo de Santa Maria de
metiere pleito estos hijos pagaran la Limpia Concepcion y le entregamos
quinientos pesos de oro común para la esta Escritura a Don José Garcia y Don
Real Camara de su Magestad, / y para Domingo Perez y Don Andres Garcia,
que balga esta Escritura confirmamos y Francisco Luis Alcalde, Gobernador
nosotros las Justicias de Huamelula y hoy a Don Felipe Gambo teniente
como se acabó con muchisima pas, en General, lo firmé con la Republica en
lo adelante no tengan ningún pleyto y le dicho dia mes y año y para que balga en
encargamos a los señores y Benemerictas lo adelante y conste, ba en cinco foxas
que en lo adelante fueren justicias que llanamente en comun por los Indios
atiendan esta Escritura de posesión de Huamelula y lo firme con ellos con
que gocen los hijos de este Pueblo de la la union que se hizo – Juan Sanchez
Concepción sus Lagunas de Pesqueria Cavallero. ===Para que Nuestra Señora
y Salinas mientras el mundo fuere que les de alumbramiento honren y Veneren
lo hicimos por nombre del Rey Nuestro a los Padres Sacerdotes Ministros de
señor así mesmo mandamos a los hijos de Dios vivian Cristia—
este Pueblo qe. cuiden de la [Foja: 4v
Continuación:
Virgen Santísima de la Pura y Limpia namente a la fee de Dios gozen sus
Concepción de Huatulco Cavesera por tierras que recibieron su posesion y
estar retirado del Pueblo de Huamelula mandamos de pena el que metiere
qe. de este Pueblo de la Concepción Pleyto estos hijos pagaran quinientos
de Huatulco con el Barrio de Santa pesos de Oro Comun para la Real
Cruz Puerto del Mar con Cuerpos de Camara deSu Magestad no para
guardia tomaron esta posesión quieta y nosotros Su Magestad, y para que balga
pacíficamente sin contradicción alguna esta Escritura confirmamos nosotros las
hallándose presentes todos los Casiques Justicial de Huamelula como se acabó
282 y Principales del Pueblo de San Mateo de con muchisima paz, en lo adelante no
las Piñas y de Huamelula para degraga tengan ningun pleyto y le encargamos
Ba lindar con el Pueblo de San Mateo a los Señores Benemerictas que en lo
de las Piñas coge el Río de la Xonaxi (un adelante fueren Justicias que atiendan
signo) linda con el Pueblo de San Mateo esta Escritura de posesion que gozen los
pueblo a la orilla del mar

de las Piñas El por la Chixon el rif linda hijos de este Pueblo de la Concepción
con las tierras de los Chontaleros, por el sus Lagunas de Pesquerias y Salinas
Oriente queda el Pueblo de San Miguel mientras el mundo fuere que lo hicimos
Puerto Centro de las tierras del común por nombre del Rey Nuestro Señor asi
hermanablemente le entregamos su mesmo mandamos a los hijos de este
posesión estos dos Pueblos San Miguel Pueblo qe. cuiden de la Virgen Santisima
y Santa María que gocen sus tierras de la Pura y Limpia Concepcion de
mientras mundo fueres comenzamos la Huatulco cavezera por estar retirado
posesión dentro del Río Grande Copalito del Pueblo de Huamelula qe. de este
onde ponemos una cruz la orilla de Pueblo de la Concepcion de Huatulco
este Río de Copalito miraa al Poniente con el Barrio de Santa Cruz Puerto del
a Norte coje por un camino dentro del Mar con Cuerpos de guardia tomaron
Río Grande de Copalito donde está un esta posesion quieta pacíficamente
peñasco grande linda con el Pueblo de sin contradicion alguna hallándose
San Mateo de las Piñas coje el Cerro del… presentes todos los Caziques y
[Foja: 5r] Principales del Pueblo de San Mateo de
León en bajo ponemos otra cruz linda la Piñas y de Huamelula para de graga
con el Pueblo de San Mateo de las Piñas Ba lindar con el Pueblo de San Mateo
por el Norte coge al carro [sic. cerro].= de las Piñas coge el Rio de la Xonaxi y
Escritura de este Pueblo de Santa María linda con el pueblo de San Mateo de las
de Huatulco Puerto del Mar Barrio Piñas El por la chixonel Xis linda con
de Santa Cruz hoy día Lunes a ocho las tierras de los Chontaleros, por el
del mes de Enero de mil quinientos Oriente queda el Pueblo de San Miguel
treinta y nuebe.= Nosotros las Justicias Puerto centro de las tierras del Comun
Gobernadores Alcaldes y todos los hermanablemente le entregamos su
Oficiales del Rey Nuestro Señor allegamos posesion estos dos pueblos San Miguel
a amparar la posesión de los Hijos y Santa Maria que gozen sus tierras
fundadores de este Pueblo de Santa María mientras mundo fueres comenzamos la
de la Concepción liamadose Aguatusco posesion dentro del Rio grande Copalito
para que se sepa de nosotros las Justicias onde ponemos una Cruz la orilla de
de la Cavesera de Guamelula para que este Rio Copalito mira al Poniente a
estos aumenten los Reales Haberes de su Norte coge por un Camino dentro del
Magestad.= Escritura y fundación de estos Rio grande de Copalito onde esta un
dos Pueblos de San Miguel y siempre este peñasco grande linda con el Pueblo de
en reconocimeinto en Santa María de San Mateo de las Piñas coge al Cerro del
la Limpia Concepción de Huatulco.– Es Leon en bajo ponemos otra Cruz linda
copia fiel de su original que para el efecto con el Pueblo de San Mateo de las Piñas
me entregó el Gobernador República por el Norte coge al Cerro – Escritura
y Común de Naturales del Pueblo y de este pueblo de Santa Maria Huatulco
Cavesera de Santa María Huatulco a que Puerto del Mar Barrio de Santa Cruz
me remito, siendo de entender que aun hoy dia Lunes a ocho del mes de Enero
que se quedaron en el citado original de mil y quinientos treinta y nuebe.
algunas foxas por copiar consintió en lo Nosotros las Justicias Gobernador
ilegible que se hallan por Alcaldes y todos los Oficiales del Rey
Continuación:
haberse apagado las letras y por que es Nuestro Señor allegamos a amparar la
de presumir que contengan lo propio posesion a los Hijos fundadores de este
que lo que se copió por Don Francisco Pueblo de Santa Maria de la Concepcion
Xavier de Arevalo y Suáres Justicia mayor llamándose Aguaturco para que se sepa
y Subdelegado de Real Hacienda por el de nosotros las Justicias de la Cavezera
Rey Nuestro Señor (Dios lo guarde) de de Guamelula para
la jurisdicción de Huatulco y Huamelula [Foja: 5r]
actuando con dos testigos de asistencia que estos aumenten los Reales Haveres
afalta de Escribano que no lo hay Público de su Magestad = Escritura y fundacion
283
ni Real en cinquenta leguas en contorno, de estos dos Pueblos de San Miguel
el que se le entrego a los Interesados y siempre este en reconocimeinto en
con el Original que bervalmente me Santa Maria de la Limpia Concepcion
entregaron; y bá este en diez foxas siendo de Huatulco === Es copia fiel de su

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


la primera y última en papel del sello original que para el efecto entrego
quarto y las restantes del dicho Común el Gobernador Republica y Comun
y útiles sola las ocho primeras. Fecho de Naturales del Pueblo y Cavesera
en el Pueblo y Cavesera de Santa María de Santa Maria Huatulco a que me
Asunción Tlacolula a veinte días del mes remito, siendo de entender que aunque
de septiembre de mil setecientos nobenta se quedaron en el citado original
y nuebe años actuando como dicho es de algunas foxas por Copiar consintio
que doy fee.= Francisco Xavier de Arevalo en lo intelegible que se hallan por
y Suárez. Rúbrica.= De Assa., Theodoro haberse apagado las letras por que es de
Flores Losano. Rúbrica.= De assa., Miguel presumir que contengan lo propio que
Marcos. Rúbrica.------------------------- se copio por mi Don Francisco Xavier
E.R.=que son dos todas estas lagunas de Arevalo y Suarez Justicia Mayor y
y salinas.= Santa María de Huatulco Subdelegado de Real Hacienda por el
los dos pueblos=y decreto de la Rey Nuestro Señor (Dios le guarde) de
fundación=de=no para nosotros su la Jurisdiccion de Huatulco y Huamelula
Magestad.=Valen.=-- actuando con dos testigos de asitencia a
Es copia fiel cotejada debidamente con su falta de Escribano que no lo hay Publico
original que certifico.- Oa- ni Real en cinquenta leguas en contorno,
[Foja: 5v] el que se le entrego a los Interesados
xaca de Juárez, a 15 de noviembre de mil con el original que bervalmente me
novecientos iecisiete.----------------------- entregaron; y ba este en diez foxas
El Srio. de la C. Local Agraria, simples la primera y ultima en pael del
[Rúbrica] Sello quarto y las restantes de dicho
V/o. B/o., comun y utiles solo las ocho primeras
El Pres. de la C. Local Fecho en el Pueblo de Cavezera de
Agraria Santa Maria Asuncion Tlacolula á
veinte dias del mes de Septiembre de
[Rúbrica] mil setecientos noventa y nuebe años
actuando como dicho es de que doy fee
Franco. Xavier de Arevalo y Surez.------
Rubrica.---- De Assa.– Theodoro Flores
Losano.– Rubrica. – De Assa.– Miguel
Marcos.– Rubrica”
284
pueblo a la orilla del mar

Figura 18: Caciques fundadores, según Título primordial. Fuente: Tomado de Alicia Gon-
zález, The edge of enchantment: Sovereignty and ceremony in Huatulco, Mexico, Washing-
ton/Nueva York, Smithsonian Institution, 2002, p. 19. De izquierda a derecha: Don Juan
García, Don Juan Zúñiga y Cortés, y Don Domingo Pérez.
Índice de mapas:
285

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Mapa 1: Santa María Ozelotepeque, Pochutla y Xolotitlán, 1700 29
Mapa 2: Principales puertos de Oaxaca, 1806 41
Mapa 3: Santa María Huatulco, Oaxaca 42
Mapa 4: Lenguas nativas en Oaxaca, ca. 1519 48
Mapa 5: Tututepec antes y en la Conquista 79
Mapa 6: Encomiendas en la costa central oaxaqueña, siglo xvi 101
Mapa 7: Suchitepec [corregimiento], 1580 117
Mapa 8: Tlamacazcatepec [sujeto], 1580 118
Mapa 9: Zozopastepec [sujeto], 1580 119
Mapa 10 y 11: Macupilco y Tlacotepec [sujetos], 1580 120
Mapa 12: Corregimientos de la costa, ca. 1540 121
Mapa 13: Diócesis de Antequera, siglo xvi 140
Mapa 14: Distribución de las mercedes en territorio chontal 168
Mapa 15: Xuchitepec [Suchitepec] y Guamelula [Huamelula], 1575 169
Mapa 16: Aztatla [Astata], 1576 170
Mapa 17: Cozautepeque, Río Hondo; Guatulco, 1579 171
Mapa 18: Guamelula, Pijutla y Astatla, 1589 172
Mapa 19: Puerto de Guatulco, ca. 1580 188
Mapa 20: Caminos al puerto de Huatulco en el siglo xvi 193
Mapa 21: Costa occidental de la Nueva España (copia original
delineada en 1541) 202
Mapa 22: Costa occidental de la Nueva España, 1591 209
Mapa 23: Costa de la Mar del Sur, siglo xvi 210
Mapa 24: Rutas de piratas al Pacífico 227
Mapa 25: Nueva España y Guatemala, 1570-1745 237
Índice de cuadros:
286
pueblo a la orilla del mar

Cuadro 1: Tipos de suelo en la región de Huatulco 30


Cuadro 2: Población de la provincia de Huatulco, siglo xvi 59
Cuadro 3: Descomposición morfológica de Coatolco 62
Cuadro 4: Señoríos nahuas sujetos al señorío de Tututepec en
la costa central de Oaxaca al momento del contacto español 78
Cuadro 5: Primeros encomenderos de la costa oaxaqueña 101
Cuadro 6: Autoridades españolas en la región (corregidores y
alcaldes mayores) 114
Cuadro 7: Provincias de Huatulco, ca. 1579 123
Cuadro 8: Párrocos del partido de Guamelula, 1544-1597 141
Cuadro 9: Párrocos del partido de Pochutla, 1543-1598 143
Cuadro 10: Estancias en la provincia de Huatulco, siglo xvi 163
Cuadro 11: Algunas licencias o mercedes otorgadas relaciona-
das al puerto de Huatulco 195
Índice de figuras:
287

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)


Figura 1: Amando Cruz, en Coyula 35
Figura 2: Santa María Huatulco, Oaxaca. Camino al panteón
municipal (hoy calle Brena Torres) 36
Figura 3: Fiesta cívica del 16 de septiembre (Plaza principal) 36
Figura 4: Puerto de Santa Cruz Huatulco, Oaxaca 40
Figura 5: Santa Cruz Huatulco, Oaxaca 43
Figura 6: Fiesta del Primer Viernes 43
Figura 7: Arnold Belkin, Pedro de Alvarado, s/f. 67
Figura 8: Ocho Venado, Garra de Jaguar 71
Figura 9: Demostración gráfica de una encomienda del siglo xvi 102
Figura 10: Playa Coyote, 2008 132
Figura 11: Camino Viejo, 2009 133
Figura 12: Francis Drake 223
Figura 13: Golden Hind 224
Figura 14: Francis Drake subiendo a bordo el botín y prisio-
neros en Huatulco 232
Figura 15: Thomas Cavendish 238
Figura 16: Capilla de la Santa Cruz 243
Figura 17: Thomas Cavendish y la Santa Cruz de Huatulco 244
Figura 18: Caciques fundadores, según Título primordial 284
Anexo fotográfico

289

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)

Santa María Ozelotepeque, Pochutla y Xolotitlán, 1700.


290
pueblo a la orilla del mar

Principales puertos de Oaxaca, 1806.


291

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)

Suchitepec [corregimiento], 1580.


292
pueblo a la orilla del mar

Tlamacazcatepec [sujeto], 1580.


Zozopastepec [sujeto], 1580.
huatulco en el siglo xvi (1522-1616)
293
294
pueblo a la orilla del mar

Macupilco.
Tlacotepec [sujetos], 1580.
huatulco en el siglo xvi (1522-1616)
295
296
pueblo a la orilla del mar

Xuchitepec [Suchitepec] y Guamelula [Huamelula], 1575.


Aztatla [Astata], 1576.
huatulco en el siglo xvi (1522-1616)
297
298
pueblo a la orilla del mar

Guamelula, Pijutla y Astatla, 1589.


299

huatulco en el siglo xvi (1522-1616)

Costa occidental de la Nueva España, 1591.


pueblo a la orilla del mar

Costa de la Mar del Sur, siglo xvi.


Pueblo a orilla del mar. Huatulco en el siglo
xvi (1522-1616), se terminó de imprimir
en los talleres de Productos Gráficos El
Castor s.a. de c.v., en Oaxaca, Oax., junio
de 2013. El cuidado de la edición estuvo a
cargo de Cuauhtémoc Peña. Se tiraron mil
ejemplares, más sobrantes de reposición.

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