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Alan Knight Revolucién, Nemocracia y Populismo en América Latina in ermbar- macla y su secuela cardenista. pasar poralto ka Revolucion a go, personalmente no creo que los discursos determinen los resultados politicos. Mas bien son un reflgjo de los intereses y preocupaciones del ‘momento. Y la coytntura del momento claramente prefiere una democra- igable hacia el mercado y con “candado”, resistente tanto ala revol- ‘cidn popular como al autoritarismo, La “tradici6n revolucionaria® parecie- ra estar moribunda; la “tradici6n” democratica ha ganado la batalla, Sin fargo, cn st momento de mayor triunfo, tiene un aspecto cansado y macilento, 2 Akan Knight "Salinas and Social Liber in Historical Content, en Robert Aitken, NSE Cake, Gareth Jones Davi Stansted, Ping th Mxzen Stat London 190), pp. 37 CapiruLo 4 EVOLUCION SOCIAL: UNA PERSPECTIVA LATINOAMERICANAS Los mis célebres estudios comparativos sobre las revoluciones sociales han tendido a concentrarse en casos europeos y asiiticos, especialmente la gran tufada de Francia, Rusia y China. Con la excepcisn de Wolf, se le ha presta- do poca atencién a América Latina.’ Moore aventura al pasar la observa ci6n de que muchos casos latinoamericanos pueden ser compatibles con st. categoria de “gobiernos semiparlamentarios” que hari acometido “una re- volucién desde arriba’? Skocpol indirectamestie menciona -y malinter preta~ la Revolucién Mexicana." Brinton, Johnson, Baechler -para nom- brarsélo algunos~se confinan rigurosamente al Viejo Mundo.? En resumen, Jas “grandes” revoluciones latinoamericanas “México, Bolivia, Cubat~ rara vez han sido integradas al debate de mayor peso acadiémico sobre las catt sas, él cardcter y las consecuencias de la revolucisn social Este trabajo propone algunas conelusiones tentativas sobre esas revo iones, el lugar que ocupan dentro de la categoria més amplia de revo ‘isn social y de ciertas teorias que afirman arrojar luz sobre dicha categor ria, Parte del trabajo es negativo: critico tanto el enfoque centrado en el ‘estado que Skocpol privilegia como, en gencral, las teorias que pretenden descubrir patrones recurrentes en la etiologia o el proceso de las revolticio- nes. En cuanto a lo positive, postulo la importancia de las relaciones de clase en contraposicién a construccién del estado en el analisis de las revo- Iuciones, y me permito afirmar que l6s convencionales compartimentos cronolégicos y geogrificos (como “siglo XX" y “Tercer Mundo”) a menude mueven a error y deberian ser explicitados, Algunas teorias recientes han iratado de hacer que el estado recuper su lugar en la etiologia revolucionaria. La influyente tesis de Skocpol busca + ate article fue publica originalmente com etal “Social Reon: a Latin Americar Perspective”, en el Bult of Latin Amicon Rear, Vol 8, N°2 1900}, pp. 175202 E.R Wolf, Pacon Wart of the Tenth Coury (London, 1973) Barrington Mone Sica Ongns of Dictator and DeacrcyHarmandsworts, 1850). 438, ‘Theil Shocpol, ltr and Sea Raton (Cammbsidge, 197). p28 . Brinton, The Anatony of elton (New York, 1963): A Janson. Revlatioars Change (London 1968): ] Bacebler, Ravan (Oxford 1975) Alan Knight Revolucién, Democracia y Populismo en América Latina mostrar que el rasgo diagndstico de las revoluciones sociales ha sido su intima relacién, tanto causal como funcional, con la construccién del es do y el sistema internacional de estados.’ La competencia internacio leva a una sobrecarga del estado, crisis fiscal ¢ incluso derrota militar deslegitimizante. Pero la revolucién que signe, a la larga sirve para volver a forjar y fortificar el estado. Como dice Skocpol, haciéndose eco de Tocqueville € invocando a Weber, “los estados nacionales fortalecidos no fueron los tinicos logros de las revoluciones francesa, rasa y china sino que tales cambios en el orden del estado estuvieron entre las mis sorprenden- tes ¢ importantes transformaciones revolucionarias”.® Al mismo tiempo, Jo deja en claro pre Skocpol evita presentar otras categorias de definicin y explicacién de lo revolucionario. Las nociones de contlieto de clases, de sevolucién “burguc- sat 0 “socialista” son rechazadlas o bien subordinadas alos criterios de rele cancia primarios yorientados al estado,? Este enfoque ejerce un fuerte atractivo. Historiograficamente, armoni- za con la poderosi tendencia revisionista en los estudios revolucion: franceses que ha atacado ~€ incluso otorgado certificado ce defuncién=a ta antigua interpretacién “social” de la Revolucidn." Rechaza los anilisis de samente la eleccién y organizacién de los datos, clases demasiado esquematicos que consideran un simple determinismo segtin el modelo base-superestructura y ka burda coreogratia de clases so- ciales. Forma parte de ese renovado interés en el estado quie ha afectado tanto a los teGricos marxistas como a los historiadores empiricos.!9 Final mente, gratifica el gusto popular -segrin se manifest6 en Ja recepcisn ini- cial acordada al nn tanto banal superventas de Paul Kennedy= por el anil sis de sistemas internacional, que traza la tayectoria del auge y caida de las grandes potencias, enfatizando lasinexorables limitaciones del sistema ms gute Tas estructuras sociales enddégenas de sus participates"! Pero lo que esti de moda es una pobre guia x la verdad. En wt casos latinoamericanos considerados aqui, el enfoque “estatista” ha demos- trado ser sumamente deficiente. No puede explicar el por qué de las revo: G.]- Cavanaugh, “The present state of French revolutionary historiography Alfred Cobban Inept the Fish and beyond”, ne i 6; Francois Fue alsin, 7. pp 5 (Cambridge, 1981), Coby, Ta Pale and th Pople Fen Ppl Pras 1788-1820 (Ostend, 192), pp. xen J. Holloway 5. Precio, 8 a Mare Dae (Lees 1978) P.M, Kennedy 7 nat Pars: Brom Change and ary Confit fom, wa Gapitnta 4. Revnluciin social: une. perp neriaena luciones ni el por qué del cuindo y dénde ocurricron las revoluciones. Tampoco el énfasis en Ja construccidn de un estado necesariamente llegual coraz6n de la experiencia revolucionaria y su resultado. Obviamente, los, estudios de casos no pueden rebatir teorias de alto nivel. Sin embargo, chan. do tres casos de importancia, dentro de un limitado tiverso de revolucio. nes sociales, hacen surgir tales problemas, la validez del enfoque debe ser cuestionada y es necesario buscar enfoques altertiativos. En los casos latinoamericanos, la competencia intemacional ha tent do poco que ver con las revoluciones mexicana y cubana. Por supuesto que México, Bolivia y Cuba compartieron una relacién de dependencia con los Estados Unidos (aun cuando fa forma de sus respectivas “depen- dencias” fuera diferente). Pero esta relacién era claramente diferenciable de la rivalidad geopolitica, inclayendo earreras artnamenti sy crisis fis seipitaron cales, guerras y derrotas que supuestamente precedieron y las revoluciones francesa, rusa y china. Ni M ‘ico ni Cuba calzan den ro de esta etiologia skocpotiana (me referiré a Bolivia, pais que es un candi. lato ms plausible, un poco més adelante). El ¢jército de México no hal peleado con ningtin enemigo externo desde 1867; st presupuesto militar habia sido ajustado y sus finanzas nacionales eran florecientes. No hubo hingiin “quiebre militar-administrativo de(l] estado preexistente” en Mex co antes de la Revolucién: a decir verdad, nunca el estado se habia visto mais fuerte.!? Fue la Revolucién la que eausé el quitebre, después de 1910; ese quiebre fue a su vez una consecuencia ~y sintoma diagnéstico~ de la revolucién popular.!S Skocpol admite (brevemente) que la Revolucién Mexicana “no emergié como resultado de confrontaciones de estados imperiales histéricamente auténomos y establecidos con competidores o intrusos forsineos": por lo tanto, invoca (en forma vaga) el “legal » del colonialismo espaol” a debi- lidad del régimen portiriano y cambios no especificados en inve tranjera y politica del gobierno de los Estados Unidos." Ella también recu- rre al viejo argumento de que las naciones luetias, por ser pequetias y por lo tanto dependientes, estén mas condicionadas por las fuerzas exter- nas que las naciones grandes como Francia, Rusia y China, Esto préctica Algunoshistriadowessemiencr gee een Pi fal, No pedi guerra vasa extranjrn nk quicina del esa) Brien lucha armas de I9U191T y de 1916191, bn lun sgn snigho y tena 1 Theda Sko«pol, Strand Sei bri paso ala yevolcin xplcar qué priya esta mpl hbo Democracia y Populismo e Alan Knight Revohuci mente constituye una admisién de que el enfoque centrado en el estado funciona mal en el caso de México y de Cuba. La competencia en Ia arena internacional, que fuera el descubrimiento analitico original, se reemplaza por algo que se parece a la dependencia econsmica. Los estados grandes sufren los embates de rivalidades geopoliticas; los estados pequeiios los cembates de la dependencia econémica, Pero aun asumiendo que esto sea ‘eanpiricamente verdadero la distincién es crucial y el cambio explicativo, es revelador. Porque, sla rivalidad internacional no es el factor clave, si las, revoluciones no se precipitan porla guerra y sus gravdmenes fiscales asocia- dos, entonces la razén “estatista” pierde st validez, A To sumo, se puede aplicar alas Grandes Potencias, oa aquellas Pequeiias Potencias que (como Bolivia) equivocadamente imitan a stis mayores. En la mayoria de los casos, sin embargo, el argumento de Skoepol presupone que las revoluciones de las potencias menores deben obedecer a una razén bastante diferente (ui raz6n que se relaciona, de alguna manera que Skocpol no especifica clara- mente con su stalus de potencia menor y su depenclencia econémica).. Pero esto no funciona muy bien tampoco, Pasaré por alto la pregunta de sila tesis de Skocpol calza incluso con las grandes potencias en las que se concentra. Estoy preocupado, por el contrario, con su relevancia general 0 (como ella insiste en afirmar) irrelevancia para el universo mas populoso compuesto de potencias menores. En primer lugar, la distincién s poco lata, La distincién entre grandes y pequetias potencias aparece como una, racionalizacién ex pos! facto. Presupone una clara dicotomia cuando en rea Tidad estas categorizaciones son fluidas y relacionales: México es una po- tencia menor en relacién a los Estactos Unidos, pero una gran potencia en relacién con Guatemala; Argentina, una potencia mundial menor, pero gran potencia a nivel regional, desempeiié un papel importante en la ges- tacidn de la Revolucin Boliviana, En segundo lugar, esté el tema empirico de lo que sucedié en Bolivia, Aparentemente, Bolivia fue impelida hacia ka revolucién por la Guerra del Chaco, notoriamente un clasico ejemplo de politica del poder (a nivel regional). Pero, en realidad, a historia es bastan- te mms compleja: las tensiones internas movieron al Presidente Salamanca ‘@ orquestar una guerra externa con la esperanza de restablecer la credibi ‘dad interna yeltiro le salié por la culata. Aun cuando la ulterior revolucién social en parte se deriv6 de la guerra, la guerra misma fue el producto de tuna tensidn social interna; no le fue impuesta a Bolivia por un inexorable sistema internacional. Por otra parte, la Revolucién Bol © consti- tuye el dinico caso que quizis corresponda a la etiologia skocpoliana, no ogré establecer un estado poderoso y durable que, segrin el modelo de Skocpol, es el sello de una revolucién exitosa. Por el contratio, las revolu- Copiouta 4. Revolucin social une porspectiva tatinoamericana Giones mexicana y eubama, que no tuvieron nada que ver con rivalidades internacionales, silo lograron. El sustituir “dependencia econsmica” por “rivalidad” en el sistema i ternacional de estacos es alterar profunciamente el marco explicativo de la causalidad revolucionaria, Desplaza el énfasis desde el estado —con sus tipi- cas pruebas y tribulaciones, y eventual colapso- hacia factores socioecons- micos: comercio, inversién extranjera, la comercializacidn de Ja agricul ra, el despojo del campesinado, el auge del movimiento laboral. Es aqui donde nos adentramos en un universo explicativo bastante diferente det de Skocpol. Aqui también nos encontramos con grupos o clases sociales, que los tedricos han relacionado con formas especificas de movilizacién revolucionaria: el insurgente “campesinado medio” de Erie Wolf; los m grantes revolucionarios de las haciendas; los trabajadores militantes del sec: tor exportador.! Aqui también nos enfrentamos a una amplia gama de opciones explicativas. El anilisis que Wolf hace de México sigue siendo exocativo y convincente, Sin embargo, la inclusisn de Guba entre sus “gue- rras'campesinas del siglo XX” sugiere un cierto eshuerz0 a lo Procusto pat hacer que el t6pico calce con el titulo. Tanto Paige como Bergquist ofrecen isis estimulantes y originales de los movimientos campesinos y de traba- jadores respectivamente, sefialando los factores que facilitan la moviliza- ign y la militancia. Pero los hugares latinoamericanos que concitan su inte- rés (Argentina, Chile, Colombia, Venezuela y Pert) han sido todos ellos ajenos a revoluciones sociales; por el contrario, los focos de la revotucién, social en América Latina (México, Bolivia, Cuba y Nicaragua) han sido omitidos. Asimismo, los analsis de Los movimientos campesinos o de wabajado- res en si, por muy iluminadores que sean, pueden proporcionar slo exphi- caciones parciales de las revoluciones sociales, las que, como casi todos los estudiosos del tema coinciden en opinar, son fenémenos complejos q abarcan diferentes clases, ideologias y factores contingentes, Los historia dores dle México en la actualidad son muy dactos a aseverar la multiplicidad de la Revolucién, respecto a la cual hacen suya la idea de Lefebvre de que “la Revolucién [Francesa] es una entidad compleja (jail. que no hay una sola Revolucién sino vatias”.! Es posible encontrar la “guerra campesina” E.R. Wolf Pent Wars, p. 2025]. M. Paige, Agaian Recut: Soria Monemenic od Export Apricatoe in the Underdaded Wild (New York, 1978; (Bergquist, Lab in Latin Amer CCompantioe Exe om Ce, Argentina, Vesela, ad Clo Sexntor, (86) ‘Aan Knight, The Meccan eeaation (Camm. 186). Vol. I-p2-C. Lefebre “Lz Revolution Francaise et ex Paya” em Lefevbre eat}, le su la Rétuton Prune Paes, 195), pe Alan Knight Revolucién, Democtacia y Populismo en América Latina de Wolfen el México revohucionacio, pero es mas dificil localizarla en Boli- via y Cuba. Los trabajadores radicales del sector exportador de Bergquist aparecen en forma evidente en las minas de estaito de Bolivia yen la indus tia de azticar cubana, pero no lograron dejar huella de su presencia en México (aunque cf. Hart)!” Los componentes de la revolucién pueden set comparables separacamente, pero debido a la forma en que se ensamblan, cl aparato resultante y su funcionamiento difiere profiundamente cada ver que se materializa. Los actores sociales representan personajes similaves, pero actiian en una obra donde ka tram es diferente, is "grandes revoluciones” es tal, que es En realidad, la complejidad de dificil encontrar rasgos en comiin o patrones, especialmente a nivel de ¢ © proceso (me abocaré al crucial ema del resultado mas adelante). Con respecto a la etiologia revolucionaria, los supnestos rasgos en comtin no. emergen con ninguna consistencia. Ya he cuestionado anteriormente la por colap- 1 T nocién de que las revoluci jamente son precedid: sos en el poder del estado." También recomiendo un poco de escepticis- mo cuando se «rata de la nocidn asociada de escalada de tensién prerrevolucionaria, nocién que es a menudo transmitida por medio de fe- nas “organicistas’."” La Revolucin Boliviana fue sefalizada anticipadamente por una ereciente movilizacion politica, inestabilidad del esiado y revueltas premonitorias (exitosas en 1943, frustradas en 1949). Aqui, quizas, esté la “fiebre” que precedié al espasmo revolucionario. Asi todo, la revolucién de 1952 Hegé como una gran sorpresa para algui Atin mas, claramente la Revolucién Mexicana dej6 at6nitos por igual a vie- timas y protagonistas. Después de un eamultuoso periodo a mediados del siglo XIX, el pais habia gozado de una generacién de estabilidad politica y relativa paz social. Efectivamente, la insurreccién de 1910 sigui6 a dosaiios de intensa actividad politica, pero huubo un salto cuntico ~que no fue pre= visio entre esta efervescencia politica, hastante frecuente en otros paises latinoamericanos como Argentina o Chile, y la repentina insurgencia po- pular de 1910-19112) La Revolucién Cubana, asi como Ia boliviana, fue briles metal precedida por una larga ola de movilizacién politica, cuyo origen puede remontarse aprosimadamente a la revolucién de 1933, Sin embargo, 1933 Gt Hat *The 1840s Southwestern Peasant Wit ™ Great do, 1968), pp. 904104. "© G.Brinton, ‘The Anat (New York, 190 Revolution en RB ves), Rtn in ry (Cambridge, 1988). p 8 “olivia: nl review for 1952", Lamas La Para én, 16 de enero de 1958, Archivos del British Foreign Oi, FO 37 aight, The Mescan Rawat pp. 1617; Eric Hobshawn, pp. 78246, marcé no tanto un nuevo punto de partida (Cuba nunca habia conocido tun periodo de gobierno oligarquico estable, tal como México 0 Bolivia) sino que la entrada de una nueva generacisn a la escena politica. Desde ahi en adelante, Cuba experiments violencia politica ¢ ad, corrup- cin y gangsterismo, una oscilacién entre politica pretorkana y civil. Siést0s se consideran como sintomas febriles, fueron endémicos durante una ge- neraci6n. Como resultado, el descenso a Oriente de Castro en 1956, Les afios después de su frustrado ataque al cartel Moncada, no desperté exe pectativas de una revolucién inminente. Todavia en enero de 1958, el “op- imismo corporativo” era alto, y algunos observadores informadlos estaban confiados de que “no parece haber perspectivas de un cambio en el ho en el futuro inmediato"® La caida dle Batista, a menos de 12 meses despues, fue repentina y sorprendente. Mais atin: la mayoria de los observa- dores dudaban de que pudiera conducir a cambios profindos en Cuba Si los sintomas premonitorios a menudo estalian ase la “dra sucedia lo nivica danza dae mismo con las elapas progresivas de la vevolucién éetica"— que algunos analistas comparativos han discemnido.?* Cont mentea lo quealgunos han aseverado, la Revolucién Mexicana (1910-1 ho pas6 por la progresidn clisica ~es decir, la progresién de la Revolucisn, Francesa y, quizis, de la rusi~ de moderada a vadical, a Termidor. El radicae lismo popular fue coetineo de la revolucisn politica de 1910-191: el que ya sea el radicalismo social 0 Ia moderaci6n politica se vean como domni- nantes depende mayormente de dinde mire un observador, no de cuirdo mire. El régimen carrancista de 1915-1920, aun cuando fire mis duro te cabera y despiadado que su prececesor maderista (1911-1913), no fue ne- cesariamente mis radical"! En el largo plazo, también, la revolucién mos 6 una capacidad para recurrentes virajes a la izquierda (1920-1997, 1994 1938) y a la derecha (1927-1983 y 1938-1946). La Revolucién Boliviana se tambaleé primero hacia la izquierda (1959-1956) luego -debido a la pre- sidn interna ¢ internacional se enricl6 a la derecha después de 1956. EL golpe militar de 1964, lejos de representar una dramatica vuelta en U, con fin este proceso. Aun cuando el poder politico cambié de manos, las reformas sociales de la revolucién fueron preservadas ¥, en el caso de la reforma agraria, extendidas. La Revoluci6n Cubana, inicialmente modera da (0, por lo menos, opaca), pronto se movi hacia la izquierda, por rao M.HL Morley, Inport Stowe and Retin: he nit Stk Cid, 182.188) tue 1987), p34: FO minuta sobre Fordhain, La Haan re 1958, FO 87119210, Brinton, The Anais of Revolution, pp. VL. He in 178D1848 (Now York, 1952), pp. SHES, "Revolution, pp, 20-1 Knight, The Mexico Reation, Voll, pp. 44 Alan Knight cmocracia y Populismo en Amés res que mencionaremos. Pero, a pesar de muchos cambios en politica des- de 19 tin Termidor que haya parado a la revolucién ‘en st avance. Aun hoy en dia, ha habido menos de glasnosty perestroika en Cuba que en otras estados socialists. Las teorfas que plantean causas 0 procesos que siguen un patrén pare- cen ofrecer muy poco en términos de alcanvar una auténtica percepcién de la experiencia revolucionaria latinoamericana 0, a decir verdad, cual quicr experiencia de ese tipo. Una “teoria de la vevolucién” que opere a «ste nivel se arriesga a ser tautotdgica (por ejemplo, convirtiendo los rasgos dliagndsticos como el “colapso del régimen”= en causas) o sencillamente errénea (ya que asevera la generalidad de patrones que son evidentes slo cen algunos casos). En este sentido, las revoluciones son no mas susceptibles de ser explicadas en términos de teorias generales que los hoyos en la tie ® Hay otro sentido, sin embargo, en el que se puede decir que las revo- luciones sf siguen patrones comunes, Este tiene que ver con et resultado 59, no se ha visto nin iis que la causa o proceso, Antes de pasar a este enfoque mas positivo, es necesario explicar y justificar el concepto de *revolucién social”, Hay dos atributos claves de este concepto, aceptados por la mayoria de los an: aun cuando ellos pueden describirlos en términos diferentes. Una revolu- ci6n social (a) involucra una sustancial moxilizacién politica en pos de cau sas que importan lo suficiente como para suscitar tanto un compromiso voluntario (no obligatorio) como una significativa oposicién, y que condu ce, pasanclo por un setio quiebre gubernamental a (b) un profando cam- bio estructural de tipo sociopolitico.*” El primer rasgo (a) es descriptivo, describe emo es una revolucién en términos del proceso. El segundo (b) ¢s funcional, denota las consecuencias estructurales de la revolucidin. Estos dos rasgos pueden no ser proporcionales. En la evolucién social, a en la biolégica debemos estar en guardia en contra de “la falsa ecuacién entre magnind del efecto ¢ intensidad de la causa™.!7 Algunas fases de movilizacién masiva pueden conducir a resultados comparativamente inconcluyentes, Como en la fibula de Esopo, algunas montaiias revolcio- narias pujan y pujan y dan a luz ratones, La revuelta de Tipac Amara cons vulsioné el Alto Peni en los 1780, como ocurrié con Hidalgo en Nueva Espaita en 1810. En cada uno dle estos casos, las autoridades espaitolas, en connivencia con una alarmada elite criolla, restablecieron el control, Finale A Macy, Agi te Slfimage ofthe Age (New York, 1971}, p. 28 Shocpul Sot nt Seca Revetons pp. (New Haven 1971) pa Gould, The Pan's Ponts Mor Rafesons i Natura ier (Hasmvondswort, 1988), p. 10 Huntingion, Pail Onin Chenin Capitulo 4. Revoluciin social na perspec mente las elites criollas lograron la independ dos términos, evitando la revohucidn social. La r pli6 con todos los requisitos descriptivos de derrocé nia una dinastia nia la aristocracia, ia en sus propios y limita belién de Taiping cum ana revoluciGn social, pero no Por el contrario, algunas movilizaciones relativamente pequeiias pe den presagiar un sustancial cambio social. La Revolucién Cubana (en 16 ininos descriptivos) fire una minucia comparada con la mexicana. A las fiuerzas armadas de Castro se las habria tragado la Divisién del Norte de Pancho Villa. El total de victimas fatales ~aun considerando la diferencia en niimero de habitantes- fue doscientas veces m mexicana que en la cubana. Sin embargo, la Revolucién Cubana marcé el comienzo de una fase de un cambio racial mas vépido que la mexicana. La ‘revolucién” boliviana fue, en términos de Ia decisiva toma del poder en 1952, una insurreccién urbana que demors tres das y dejé menos de 5.000 victimas entre muertos y heridos, En estos dos casos se justifica el rotulo de for en la revolucién “revolucionario" no s6lo por el resultado funcional -un répido y sustancial cambio politico~ sino también por el hecho de que los episodios insurreccionales estuvieron a st vez inserios dentro de procesos mais am- plios de movilizacién politica y conflicto (se puede decir lo mismo de la Revolucidn Francesa). La Revoluci6n Boliviana hizo uso de las tradiciores millitantes de los mineros del estatio, quienes habfan organizado huelgas y sido objeto de represién desde los 1920. Tambien ciones campesinias, manifiestas en el caso det Valle de Cochabamba y laten- tes en una gran parte del Altiplano.®* La guerra de guerrillas en la Sierra Maestra fue complementada con terroismo arbano, huelgas y una cons tante actividad politica de oposicidn. Las insurrecciones armadas fueron sélo una parte de un cuadro mais grande tanto cronolégica como espacial mente hablando. La violencia fue un aspecto necesario del proceso revolue cionario, pero un enfoque que se concentra en la violencia en si=por ejem- plo, por medio de la compilacién de listas de hechos de violencia~ es may probable que demuesire ser mecanicista y conducente a error. Como eb- servara Hobsbawm, “el tema de la ‘violencia’, un término que generalme rovechd las reckamae ambiguo y sin definit, puede ser inseparable de la revolucién, ' periférico”.®" S6lo en México el episodio armado en si fte pro- Jongado, traumatico y decisivo. En México, asi como en China, la misma * J Dandlery A. Torrico, From the National Indigen Bolivia 1945-1917" en S.J. Stem (editor), Rest Prasat Wid, 19 20° Centres (Moin, 1987) © Hobsbawmn,*Revolton”,p. 7 “st the Ayoqsy4 Rebetle od Consciousness he Aden Alan Knight Revolutcin, Democracia y Populismo en América Latina Iucha revolucionarta sirvié para tansformar la sociedad, independiente- mente de las acciones intencionales de los grupos revolucionarios. (Debray y Guevara argumentan que la guerra de guerrillas transformé a los lideres revolucionarios cubanos: sin embargo, éstos constituian slo una pequeiia fraccién de la poblacién, para la gran mayoria de la cual la revoluci6n ar snaza 0 una inspiracién, En México, el proceso mis- ulo, ina molestia, una mada era un espects pero no una experiencia transformadora). mo de la revolucién -lucha, agitacién, inflacién, eseasez, migracién— pro- bablemente tuvo un impacto mucho mayor que cualquier legiskaci6n re Jucionaria, por cierto, que la anterior a 1920."" Aun ctando la movilizacién de masas nuestro primer eriterio deserip- racteriz6 todos los tres casos, no es posible distinguir patrones co- munes de movilizacidn, Las revoluciones aparecen como procesos que s6lo se prestan para un analisis histérico caso a caso: son, como lo sefalara Wolf, “historias porque si", narrativas que dependen de una peculiar concatena- ién de eventos.” Hasta el momento, por lo tanto, hemos seguido la linea de MacInyre: en Io que respecta a la etiologia y la morfologia, las revol ciones son tan reacias a las generalizaciones significativas como los hoyos en la tierra. Si, sin embargo, prestamos atenciGn a nuestro segundo crite- rio, es decir la fiancién o el resultado, se pueden aventurar conclusiones ‘mais positivas. En primer lugar, se debe eliminar una fuente de confusion potencial. Cualquier caso que desee pertenecer al selecto club que recibe el apelativo de “revolucién social” debe poder demostrar que ha tenido &xite: debe tener uma funcién o resultado revolucionario social. De lo con- trario, pasa a unirse a las filas de las insurrecciones de Tipac Amaru e Hi- dalgo, Taiping, la Violencia Colombiana: cuentos revolucionarios “Ilenos de furia y sonido, pero que carecen del menor sentido” (0, por lo menos, sin un sentido que sea conmensurable con su prédigo despilfarro de vida y recursos). El éxito se define en términos de un cambio sociopolitico sus tancial ¢ irreversible, Pero esto puede no implicar éxito para los mismos actores revolucionarios. Como bier: lo sefiala Skocpol, el curso y resultado. de las revoluciones rara vex. corresponde a las intenciones de los que part: cipan en ellas.** A menudo se parecen a “inmensas fuerzas impersonales”, como el metaférico buraciin que, cn la imagineria del novelista mexicano Regis Debray, Rawuton in the Reston? (Harmondsworth, 1968), pp. 668 y 118; Emesto (Che Guevara, Reminscenesof be Caan stationary War (Harmondsworth 1958), pp. 9697. 31 Knight. The Meson Revolution Yo oll Introducton”en N Miliary R. Ay (i irl (New York, 1071, p12 Skocpol Ste and Social Resins, pp. 1-18 2), National LhrationReltinnin the Prd 4. Revoluciin socal unc erspectivn latinoamericana Anucla, arras6 el pais, Hlevandose por el aire a desventurados seres huma- nos como si fueran hojas secas de oto‘io.*" El eambio acurre, pero de mt nera no planeada y no prevista. Esto, podemos argumentar, fue precisamente lo que sucedié con las revoluciones bunguesas, aquellas que contribuyeron 2 desmantelar las

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