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• 1 Esta noción fue propuesta por E. Dussel (1994) para referir los fenómenos
producidos a escala plan (...)
• 2 En un trabajo de investigación desarrollamos este concepto de manera más
detallada (Martinez, 2006 (...)
• 3 En los siglos XVI, XVII y XVIII se girará en torno al mundo Ibérico-lusitano,
el siglo XIX estará (...)
5La idea de raza -nos menciona A. Quijano (1998) - venía formándose durante las
guerras de «Reconquista» del mundo ibérico, ya que en esas guerras los cristianos de la
Contrarreforma amalgamaron en su percepción las diferencias religiosas con las
fenotípicas. O de que otro modo se puede explicar la exigencia de «certificados de
limpieza de sangre» que los vencedores establecieron contra musulmanes y judíos. Pero
como sede y fuente de relaciones sociales y culturales concretas fundadas en diferencias
biológicas, la idea de «raza» se gestó junto a América, la modernidad y el sistema-
mundo.
• 5 Bartolomé de Las Casas estimaba que entre 1495 y 1503 más de tres millones
de hombres habían desap (...)
• 6 La cuestión de si el colonialismo español era capitalista ha sido objeto de sin
número de polémica (...)
12Lacolonialidad del hacer nos permitirá distinguir las prácticas estéticas, lingüísticas,
simbólicas y culturales, mediadas por relaciones de poder/colonial, entre sujetos.
Indudablemente las relaciones sociales implican luchas, tensiones y rupturas. Sin
embargo el concepto de «colonialidad del hacer» dará cuenta de las continuidades en las
estructuras de dominación. El vínculo entre cultura y poder podrá ser develado a través
de esta herramienta analítica.
14A partir del siglo XVI, asistimos a una lucha de imaginarios (colonizadores y
colonizados) en constante transformación. Los conquistadores tratan de imponer en
principio, su imaginario por medio de la religión, para posteriormente inculcar sus
propios valores, Weltanschauung, cultura y moral. Es fundamental tener presente que el
imaginario como la realidad no es un proceso estático, neutral e inmóvil, al contrario, es
dinámico y en constante tensión.
17La doble conciencia criolla blanca será concretamente distinta a la doble conciencia
mestiza, puesto que la distancia racial seguirá siendo axial en las relaciones sociales del
mundo colonial. El criollo blanco afirmará su diferencia en relación a Europa en
términos políticos o culturales más nunca fenotípicos. Por su parte, Frantz Fanon (1995)
analizó los procesos de subjetivación experimentados por los colonizados en un
contexto de discriminación racial. Incluso en su obra Los condenados de la tierra
(1988: 35) muestra las particularidades existenciales del imaginario colonial, donde el
aspecto somático es cardinal en las relaciones que se establecen y sostiene que : «la
especie dirigente es, antes que nada, la que viene de afuera, la que no se parece a los
autóctonos, a los otros». La doble conciencia del mestizo será fundamental en la
formación de un habitus colonial. La «colonialidad del hacer» será evidente en las
prácticas discursivas, que implican preferencias, gustos y antipatías determinadas.
• 14 «La constitución venezolana de 1839 declara, por ejemplo, que sólo pueden
ser ciudadanos los varon (...)
26A partir del siglo XIX las sociedades latinoamericanas sufrieron la influencia de las
nuevas potencias imperiales (Inglaterra, Alemania y Francia), sin embargo, eso no
provocó el derrumbe del reducto español o portugués. Aunque la administración del
poder cambió de manos, el núcleo criollo conservó muchos privilegios y, muestra de
ello, fueron las disputas ideológicas entre liberales y conservadores.
• 16 «No se escribieron manuales para ser buen campesino, buen indio, buen
negro o buen gaucho, ya que (...)
27Si en el siglo XVI los indígenas debían de convertirse al cristianismo, en el XIX los
habitantes tenían que lograr ser ciudadanos. La colonialidad del poder se consolidó con
los aparatos estatales, la colonialidad del saber se fortaleció con la Lumière y el
Aufklërung y la colonialidad del hacer se reforzó con los manuales de urbanidad y el
civismo. El proceso civilizatorio exigía refinar las prácticas discursivas autóctonas, en
este sentido, la buena moral tenía que remplazar las formas de socialización del
vulgo16. El tren del progreso estaba en marcha y no había fuerza celestial o terrenal que
impidiera su andar.
29El primer momento fáctico de la colonialidad del hacer se gesta en el siglo XVI. La
conquista y la evangelización fundamentan dicho proceso. El segundo momento se
fragua en los albores del siglo XIX. El núcleo criollo blanco de la región acaparó la
riqueza y monopolizó el poder. Se re-estableció una pirámide social somáticamente
diferenciada. En este sentido la idea de raza no sólo jugó un papel importante en la
reconfiguración del poder sino que fue determinante en la estructura social. La
producción de alteridad (indígena y negra) estaba articulada a la consolidación de una
«colonialidad interna» que beneficiaba a criollos y mestizos.
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Bibliografía
ADORNO Theodor, Dialéctica negativa, Madrid, Taurus, 1990.
_________, La distinción. Criterio y bases sociales del gusto, México, Taurus, 2002.
DU BOIS William Edward Burghardt, The souls of Black Folk, New York, Vintage
Books, 1990.
GALEANO Eduardo, Las venas abiertas de América Latina, México, Siglo XXI, 2002.
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Notas
1 Esta noción fue propuesta por E. Dussel (1994) para referir los fenómenos producidos
a escala planetaria a partir de 1492. América Latina y el Caribe inauguran la entrada en
escena de una «sola» historia global.
3 En los siglos XVI, XVII y XVIII se girará en torno al mundo Ibérico-lusitano, el siglo
XIX estará dominado por Inglaterra, Alemania y Francia, sin embargo,
paradójicamente, empezará a tener presencia el Atlántico Norte. Es hasta el siglo XX,
después de la llamada II Guerra Mundial, cuando los EUA lograrán posicionarse como
centro del sistema-mundo (Dussel, 2001).
4 Existe una polémica muy interesante entre A. Quijano y W. Mignolo que versa sobre
la clasificación racial. Mientras A. Quijano describe el racismo a partir del siglo XVI y
muestra la fundación moderna/colonial del racismo en términos de blancos, indios,
negros y mestizo ; W. Mignolo sostiene que la categoría de blanco no existe todavía en
el siglo XVI, puesto que la «pureza de sangre» se piensa en términos religiosos y en
relación con la cristiandad. La reconversión de la pureza de sangre de la religión a la
pigmentación y al color de la piel ocurre hacia finales del siglo XVIII y tiene base en las
elucubraciones de Arthur de Gobineau. Sin embargo, independientemente de este punto
discordante, ambos están convencidos que a partir del siglo XVI se gesta una
clasificación asimétrica de individuos y grupos ligada al imaginario occidental.
5 Bartolomé de Las Casas estimaba que entre 1495 y 1503 más de tres millones de
hombres habían desaparecido de las islas caribeñas.
11 Existe una vasta bibliografía sobre las luchas y resistencias indígenas desde el siglo
XVI hasta nuestros días. La memoria, la tradición y los imaginarios están presentes en
las tensiones del presente (Dussel ,1994 ; Galeano, 2002 ; Matamoro, 2005).
12 E. Dussel (1969) subraya que los semitas conciben al hombre como indivisible. Es
una posición sui generis entre el dualismo antrópico de los griegos y el dualismo o
pluralismo jerárquico óntico-ético de las relaciones iránicas. El mundo egipcio, por
ejemplo, embalsama y venera el cadáver de los muertos, mientras que los griegos lo
quema o lo arrojan al mar. El griego piensa en el alma divino-substancial, a diferencia
del egipcio, quién presta atención a la carne, al corazón como sujeto de la persona
concreta. El semita no aceptará la aniquilación de la individualidad después de la
muerte. En el pueblo de Israel, la antropología hebrea elabora una dialéctica entre la
carne (basár) el espíritu (rúaj) que le permite mantener inalterable, aunque en
evolución, el sentido de la existencia humana, que se expresa en la palabra néfesh. Esto
explica la razón por la cual los fenicios semitas no incineran el cuerpo sino que lo
guardan en sarcófagos. El ser-humano e idénticamente una carne-espiritual, un yo
viviente y carnal, todo ello asumido a la unidad del nombre de cada uno, que significa la
individualidad irreductible. Las estructuras metafísicas del pensamiento semita, en el
plano antropológico, se opondrán siempre a la «ensomátosis» o transmigración del alma
en diversos cuerpos.
13 Por explosivo, debemos entender con Lotman (1999), un proceso atravesado por
rupturas y contradicciones.
14 «La constitución venezolana de 1839 declara, por ejemplo, que sólo pueden ser
ciudadanos los varones casados, mayores de 25 años, que sepan leer y escribir, que sean
dueños de propiedad raíz y que practiquen una profesión que genere rentas anuales no
inferiores a 400 pesos. La adquisición de la ciudadanía es, entonces, un tamiz por el que
sólo pasarán aquellas personas cuyo perfil se ajuste al tipo de sujeto requerido por el
proyecto de la modernidad: varón, blanco, padre de familia, católico, propietario,
letrado y heterosexual. Los individuos que no cumplen estos requisitos (mujeres,
sirvientes, locos, analfabetos, negros, herejes, esclavos, indios, homosexuales,
disidentes) quedarán por fuera de la «ciudad letrada», recluidos en el ámbito de la
ilegalidad, sometidos al castigo y la terapia por parte de la misma ley que los excluye»
(Castro-Gómez, 2000: 149).
15 E. Dussel sostiene que tanto en el primer eurocentrismo (Kant, Hegel, Marx, Weber)
como en el segundo (Touraine, Habermas, Taylor, Adorno) se excluye al mundo
Ibérico- lusitano del imaginario moderno.
16 «No se escribieron manuales para ser buen campesino, buen indio, buen negro o
buen gaucho, ya que todos estos tipos humanos eran visto como pertenecientes al
ámbito de la barbarie. Los manuales se escribieron para ser «buen ciudadano», para
reformar parte de la civitas, del espacio legal en donde habitan los sujetos
epistemológicos, morales y estéticos que necesita la modernidad (…) Los manuales de
urbanidad se convierten en la nueva biblia que indicará al ciudadano cuál debe ser su
comportamiento en las más diversas situaciones de la vida, pues de la obediencia fiel a
tales normas dependerá su mayor o menor éxito en la civitas terrena, en el reino material
de la civilización. La «entrada» en el banquete de la modernidad demandaba el
cumplimiento de un recetario normativo que servía para distinguir a los miembros de la
nueva clase urbana que empezaba a emerger en toda Latinoamérica durante la segunda
mitad del siglo XIX (…) El «proceso de la civilización» arrastra consigo un crecimiento
del umbral de la vergüenza, porque se hacía necesario distinguirse claramente de todos
aquellos estamentos sociales que no pertenecían al ámbito de la citivas (…) La
«urbanidad» y la «educación cívica» jugaron, entonces, como taxonomías pedagógicas
que separaban el frac de la ruana, la pulcritud de la suciedad, la capital de las
provincias, la república de la colonia, la civilización de la barbarie (…) Existe, pues,
una relación directa entre lengua y ciudadanía, entre las gramáticas y los manuales de
urbanidad : en todos estos casos, de lo que se trata es de crear al homo economicus, al
sujeto patriarcal encargado de impulsar y llevar a cabo la modernización de la
República. Desde la normatividad de la letra, las gramáticas buscan generar una cultura
del «buen decir» con el fin de evitar «las prácticas viciosas del hablar popular» y los
barbarismos groseros de la plebe» (Castro-Gómez, 2000: 149-151).