Q..22.134
JEAN BAPTISTE DE MoNeT
‘CABALLERO DE LAMARCK
FILOSOFIA.
ZOOLOGICA
Presentacién de Adria Casinos
@ 5307348503FILOSOFIA ZOOLOGICAEl presente volamen reproduce, en fax Ia primera edicion del
Lio Filosofia sole (Valencia, F-Semperey Compan, it~
rea), Las meds deca el Hbro orginal han sido respetadas
Yu ha ahadido un apéndice con a tadueion completa de le
sAdverteniany del primer para del «Discurso preliminary
Coleen «Noctulabiam»
Acids por Jaume fsa | Loree
y edit por Ala alla en colaboraion
om la revista «Mando Canton
El grabado que a idenien
rata el empleo del noctirlabio
ttizando Ie estrllany proce
4a Libre de Cosmographia.. de Apiano
Primera edicin: septiembre de 1986
Propiedad de esta ec
Editorial Alte ull, Bre 71, 08009 Bareelona
1 Eaitorial Portal, 8.4, Valencia 359, 08009 Barelona
“Teaducein del Apéndice: Jaume Serrasoeas
Impreso on Hurope, S.A
Recaredo 2, Pablenow (Barcelona)
LAMARCK, ENTRE EL OLVIDO
Y LA CONFUSION
Lamarck en su época
‘Jean Baptiste de Monet, chevalier de La Marck, tenta
‘uarenta y cuatro afos cuando en 1788 consiguié una
plaza de asistente de Boténica en el «Jardin des Plan-
tes» de Parts. Era su primera vinculacion formal con
la ciencia, si bien hacia unos veinte ahos que estaba
relacionado con aquella insttuciOn. Tras pasar su pri-
mera juventud en el seminario de los jesuitas de
Amiens y en el ejéreito, y a consecuencia de una grave
herida, abandona la milicia y toma contacto con las
ciencias naturales. Lainfluencia ideolgica de Rousseau
parece que fue en este sentido bastante determinante.
Sus primeras preocupaciones cientificas estaban rela
cionadas con la meteorologia, pero pronto Antoine-
Laurent de Jussieu lo inclin6 a la boténica. En 1778,
enn corto plazo de tiempo, culminé su Flore frangai-
se, que entusiasmé a Buffon y conquist6 el honor de
ser impresa por la “Imprimerie royale”. En dicha
‘obra, que le abrié las puertas de la Academia de Cien-
cias, realiz6 su primera aportacion destacada, de las
‘muchas que hari al desarrollo de las ciencias natur:
les: el método dicotémicoivi
Cuando la Convencién leva a cabo la reorganiza-
cién del “Jardin des Plantes”, a propuesta del propio
Lamarck, transformandolo en el “Muséum d Histoire
Naturelle”, se convierte oficialmente en zodlogo. En
efecto, el 10 de junio de 1793 el gobierno republicano
crea doce cétedras, para las que son nombrados
Brongniart (Arte quimico), Daubenton (Mineralogia),
Desfontaines (Boténica, herbario), Faujas de St. Fon
(Geologia), Fourcroy (Quimica general), E. Geoffroy
Saint-Hilaire (Animales superiores), A.L. de Jussiew
(Boténica, herborizacion), Lamarck (Animales inferio-
res), Mertrud (Anatomia animal), Portal (Anatomia
humana), Thouin (Cultivos) y Van Spaendonck (Ieo-
nografia). El “Muséum” no es sino un eslabén més de
Ia profunda renovacion de la enseftanza superior que
1 poder revolucionario leva a cabo, sobre todo como
alternativaa la decrépita y obsoleta Sorbona, la misma
que habia intentado prohibir la Historia natural de
Buffon (1,2)-*
Desde el primer momento Lamarck decidis inaugu-
rar sus cursos del “Muséum” con una especie de
leccién magistral anual que denominé discours d’ouver-
ture. Alganos de los correspondientes manuscritos han
egado total o parcialmente hasta nosotros. En ellos se
puede seguir Ia evolucién de su pensamiento, en la
medida en que va introduciendo novedades. En el
Discours de 1794 debié utilizar por vee primera la
palabra “invertebrados” como contrapuesta a “verte
brados” (3). Rebautizaba asi la clasificacion propuesta
por Cuvier de “animales de sangre blanca” y“anima-
* Los mimeros entre parénteis emiten al bibliograia que Fi
ra al final de eat presentacion
ivy
Jes de sangre roja” (Cuvier habria llegado a Paris a
‘mediados de 1795). De todas esas leeciones inaugura-
les la del ato Vill (1800) seré la mas notoria. En ella
‘esboza las lineas magistrales de sus ideas evolutivas,
que nueve afos mas tarde desarrollaré en la Filosofia
z00l6gica.
La obra de Lamarck no esté exenta de ideologismo.
La influencia de Rousseau y su Contrato social, el
ateismo solapado de Buffon, debieron marcarle pro-
fundamente, y no es nada extraito que se entusiasmar
con la revolucién. No hay razones para pensar que su
actitud no fuera sincera, que setratara de simple servi-
lismo hacia el gobierno que le habfa encurabrado. De
ser asi, quiza hubiera sido capar de repetir la mani
bra. E1 18 de brumario del general Bonaparte marca el
fin de sus buenas relaciones con el poder. El imperio y
la restauracién borbénica no le serin favorables. El
propio Napoleén le reeriminaré piblieamente durante
‘una reunién del Instituto por su obra meteorologica,
cuando Lamarck intentaba hacerle entrega de su Filo-
sofia. Es curioso que sea en su obra dedicada a los
Fenémenos fisieos (por lo demés, abundante) donde
mas deja transparentar su faceta no estrictamente cien-
tifica. En general, sus hip6tesisfisico-quimicas fueron
bastante desafortunadas y en ocasiones muy politiza-
das, atacando a.cientifieos de ideologia antirrevolucio-
naria, como Lavoisier, despues de su caida en desgra-
cia durante la Convencion. Salvando las distancias,
evoca el episodio Lysenko. Cuando en 1794 publica
sus Recherches sur les causes des principaux faits
physiques, eseribe una dedieatoria que es sin duda su
‘mas ferviente profesin de fe revolucionaria:(vin)
Al pueblo francés.
Acepta, pueblo magninimo y vietrioso de todos tus
tnemigon, pueblo que has recuperado los derechos
fradose impresriptibles que has reibido dela natura.
feza [1] y por el deseo que yo tengo de compartir ta
flora, contribuyendo al menos, gin misdébles facl-
{ades, a ser til a mis semejanten, mis hermanos, mis
iguaes,
Entre 1799 y 1810 publies los once volimenes de
sus Annuaires météorologiques. Hay que decir que
Lamarck nunca concibié sus facetas de fisico y de
zoélogo separadamente, sino que las considers com-
plementarias. Cuando en 1802 publica su Hydrogéo-
logic la concibe como la primera parte de una fisica de
la Tierra, ala que habian de seguir una “Météorologie”
yun tercer volumen dedicado alos seres vivos, para el
que acuno el neologismo “Biologie”. Nunca fueron
publicados.
La mayor parte de su obra la desarrollé como espe
cialista en invertebrados. Asi, en 1801 publicé Systé-
‘me des animaux sans vertebres; entre 1802 y 1806,
‘Mémoires sur les fossiles des environs de Paris; tam-
bien en 1806 vio la luz Discours d’ouverture du cours
des animaux sans vertébres. Entre 1815 y 1822 su
legado principal los siete volimenes de Histoire natu-
relle des animaux sans vertébres, en una parte consi-
erable dictados a una de sus hijas, ya que en 1819 se
volvi6 completamente eiego. Murié el 18 de diciembre
de 1829.
iia)
Lamarck como evolucionista
Lamarquismo, herencia de caracteres adquiridos.
Darwinismo, seleceién natural. He aqui unas pregun-
tas y respuestas del catecismo neodarwinista, en plan
fe del carbonero, que repiten eantidad de bidlogos que
no se han molestado en leer a Darwin ni, por supuesto,
a Lamarck. En realidad la cuestion es mucho més
compleja.
En primer lugar las ideas evolucionistas de Lamarck
son mucho menos esqueméticas de lo que se piensa,
Hay en ellas dos componentes diferentes (5). Por un
lado, la creencia en una supuesta tendencia progresiva
que obligaria a los seres vivos a elevarse paulatina-
‘mente en la escala vital. Por otro, lo que se ha identifi-
‘ado propiamente con el lamarquismo, la herencia de
los caracteres adquiridos. Esta supuesta capacidad he-
reditaria no se reduce al mecanismo uso-herencia, se-
‘gin el cual la voluntad del ser controlaria indirecta
‘mente su propia evolucién. El ejemplo de las jirafas y
su cuello, que responde a este fenémeno, es para mu-
chos la quintaesencia del lamarquismo. Es més, con
frecuencia se piensa también que la induccién por el
medio ambiente fue postulada por Lamarck, cuando
‘en realidad se trata de una hipétesis de Geoffroy Saint-
Hilaire que Lamarck siempre rechaz6 (6).
Lamarck era consciente de que el mecanismo uso-
herencia implicaba un acto de volicién, eosa que era
imposible en los vegetales. Asi la aparicion de nuevos
caracteres en las plantas sera simplemente una res-
puesta a nuevas condiciones ambientales, que actian @
través de los cambios provinientes de la nutricion y
ddemés aspectos fisiologicos del individuo.od
Es en conereto el primer aspecto del pensamiento
evolucionista del autor de la Filosofia zooldgica lo que
Darwin juzga errénco, es decir lo que en el bosquejo
histérico que antecede a El origen de las especies
calfica literalmente de “ley de desarrollo progresivo”
(7). La otra cuestion, la herencia de los caracteres
adquiridos, ¢s asumida por Darwin como un mec
‘mo evolutivo més, ya que su gran aportacin, la selec-
cién natural, es solamente concebida como un factor
determinante de variacién compatible con otros, aun-
que 61 lo considerara el principal. Hay que decir tam-
bien que Darwin pas6 por muchas fases en su valora-
cién de la posibilidad de herencia de los caracteres
adquiridos (8). Ya es antigua la argumentacién de que
‘esto puede apreciarse en las diferentes ediciones de El
origen de las especies en el hecho de que en La
variacién de los animales y plantas en domesticacién,
publicado en 1868, cuatro aos antes que la sexta, y
Gefinitiva, edicion del Origen, dedicara un capitulo
entero a ia defensa de la herencia de los caracteres
adquiridos,
Hay ademés otro punto de contacto entre esos dos
grandes evolucionistas que se olvida con demasiada
frecuencia y que conviene rescatar aqui, por tratarse
de un tema de rabiosa actualidad. Me refiero a su
‘reencia comin en el gradualismo, que les llevo a
adoptar una actitud nominalista respecto a la especi
biolbgica. La actitud de Darwin, plasmada en su asun-
cidn de la méxima de Leibniz natura non facit saltum,
es sobradamente conocida (8) pero lo que esté menos
divulgado es que Lamarck Hleg6 al transformismo a
partir de la hipétesis de que era posible establecer
series filéticas ininterrumpidas, entre fosiles y vivien-
ou
tes, en determinados grupos animales. En sltima i
tancia parece que fueron las colecciones de moluscos
del “Muséum” de Paris, de las que se hizo cargo en los
tltimos afios del siglo XVitt, a la muerte de Bruguiére,
las que le sugirieron la idea (6). Por estos mismos aitos,
Cuvier, al observar Ia falta de todo nexo de unién entre
las especies de mamiferos fsiles y las actuales, levaba
‘cabo una lectura discontinua del fenémeno, que le
evar a fa formalacién de su teoria de las revolucio-
nes del globo.
En los altimos anos Eldredge y Gould han desarro-
Mado una teoria que hace una lectura discontinua del
proceso evolutivo, conocida con el nombre de “equili-
brios & intervalos” (punctuated equilibria) (9). La
polémica en torno a dicha teoria ha ido més allé del
hecho puramente cientifico, de forma que han surgido
voces sfirmando que lo que habia detrés era un plan-
teamiento marxista, que implicaba el rechazo sistem4-
tico de todo punto de vista gradualista (10). No deja de
ser curioso que en los albores del siglo XIX la situacion
fuera inversa a las conclusiones del citado andlisi:
Lamarck, el personaje de ideas avanzadas, era gradus
lista: Cuvier, reaccionario y profundamente oportunis-
ta en lo politic, era rupturista. Un pensador revolu-
‘ionario tan atento al desarrollo de las ciencias natu
les como Engels, dria afios més tarde que “la teoria de
las eatéstrofes [de Cuvier] era revolucionaria en sus
palabras, pero reaccionaria en sus hechos” (11).
Dicen que a veces la historia se repite. En el men-
cionado debate actual sobre la posibilidad de los pro-
cesos discontinuos en la evolucién animal, las series
fileticas de moluscos han vuelto a convertirse en pie-
dra de toque. En 1981 P.G. Williamson (actualmentebar
en la Universidad de Harvard) publicaba un articulo
sobre gaster6podos y bivalvos fosiles del lago Turka-
na, en Kenia (12). En él, Williamson reconocia una
serie de fendmenos de especiacién que intrepretaba
‘como sumamente répidos, separados por periodos de
cestasin o de estabilidad de las especies. La polémica
sigue su curso (13) en funcién de que una serie de
especialistas dudan de la interpretacion, aunque algu-
nos sean partidarios de la hipotesis de equilibrios
intermitentes, dada la difcultad de definir buenas es-
pecies cuando no son aplicables criterios como la in-
terfecundidad.
4Qué consideracién ha merecido Lamarck a la pos-
teridad? Puede afirmarse que hasta que Darwin publi-
6 en 1859 su Origen de las especies, Lamarck fue el
gran olvidado. Incluso su esquema sistematico (del
que da cumplida cuenta en la Filosofia) es arrincona-
do en beneficio del de Cuvier. Es, curiosamente, con la
cexpansin del darwinismo, hasta los primeros afios del
presente siglo, cuando el pensamiento lamarquiano
fest en su mejor momento. Muchos de los primeros
propiedater
do une fueren
‘vital eapecial 6 do una cause final orgintea; Ia procadenela de
‘tos ls orgunismos de ua sorta adimero de formes antope.
anldas por goneriéa eapoutdaea de le matory 1s
porpetuidad no iaterrsmpida de la evolucién geoldgicay Ie
‘ausonsie de revolusiones y especialmente In inadmisbilidad
e todo milagro; en une palabra, todas las propesisiones mis
{importantes dota biologia moataticn otha ya formalades 0a
1a Finosorta 200140104.
Sil admirable esfaur2o intelactanl do Lamarck fab
Aesconosido en aa tomapo ello a dabo do aaa parte Al g
‘era del pus do gignato por ol oual so adelantabe on medio
siglo & sus contemporkeecs, y por otra & que faltaba & su
obta una base expecimontal sufelonts, notindose algunes
‘tu didcultades do domostracba, Lamarck aedale muy jus
‘taments Ins condisionos do a adaptacida eotno vonstitayendo
Jas ctuans mocknicns de primer onde, que producon Ia porpo-
‘tus metamorfosis ds las formas orginicas: cuanto & la anelo-