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LAS CLAVES PARA

GANAR SUS BATALLAS ESPIRITUALES

Mario E. Alas

TEXTO MEMORIAL: “Por lo demás, hermanos míos,


fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza”
(Efesios 6:10).

INTRODUCCIÓN: Puentes. Caminos. Pistas de aterrizaje. Estaciones


de radio y televisión. En toda guerra, las zonas estratégicas son
fuertemente fortificadas para defenderlas del enemigo. Quien ocupe
los lugares claves probablemente gane la batalla. Hay tres zonas
estratégicas en nuestra vida que tenemos que fortificar contra todo
ataque: La mente, corazón y la boca. Al igual que posiciones
militares críticas, debemos luchar hasta el último aliento para
protegerlas.

I. LA MENTE. La primera zona estratégica.


Todo pensamiento que penetra en nuestra mente
tiene tres fuentes:

a) Nosotros mismos. Tenemos capacidad de producir


pensamientos independientes de cualquier otra fuente.

b) Vienen de Dios. Dios puede hablar a nuestra mente por


revelación, dirección, la voz de Dios o Palabra de ciencia.

c) Viene del enemigo. Las fuerzas de las tinieblas también nos


hablan.

La mayor parte de la Guerra Espiritual se libra en la mente del


hombre. Tiene que ver con el reconocimiento de un pensamiento
cuando no es recto, o cuando no concuerda con la verdad de Dios.
No todos los pensamientos malos vienen de Satanás, pero él los
aprovechará y aumentará. El enemigo disfruta en desacreditar a la
gente y destruir sus relaciones. Es el deleite de Satanás llenar
nuestra mente de acusaciones contra nuestro esposo o esposa,
nuestros líderes, maestros amigos, o gente de un país o ciudad en
particular, o contra Dios. Satanás es el padre de mentira (Juan 8:44)
y “el acusador de nuestros hermanos” (Apoc. 12:10). Hay dos
fortalezas muy comunes entre los creyentes e inconversos y
necesitamos derribarlas, estas son:

1) Pensamiento de inferioridad: No eres suficiente, listo, no te ves


bien, no esta logrando nada, no vales nada. Esto nos lleva a la
competencia y envidia.

2) Pensamiento de condenación: No estas agradando a Dios, no


eres espiritual, lees muy poco la Biblia, no oras, no tienes
comunión con Dios.

Necesitamos un guardián o centinela mental. Los pensamientos


pueden ser como el alimento que entra por la boca. No estamos
conscientes de cada bocado. Quizás no nos detengamos para pensar
en cada bocado, pero cuando damos un mordisco a una fruta
podrida, automáticamente la escupimos. De la misma manera, tratar
con los pensamientos y las imaginaciones puede llegar a ser
automático. Todo puesto militar tiene guardias. Estos están en
silencio en sus puestos hasta que oyen un crujido en los arbustos.
Entonces inmediatamente dan el “¿Quién vive?”, y se preparan para
expulsar a cualquier intruso. Nosotros también necesitamos situar
un guardia en la puerta de nuestra mente para comprobar las
credenciales de todo pensamiento e imaginación, listos
para derribar lo que no sea verdadero, recto o de Dios. Si
no pertenece, debe salir. Esto es Guerra Espiritual: Estar
alerta a todo pensamiento.

II. EL CORAZÓN: La segunda zona estratégica.


“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la
vida” (Proverbios 4:23).
Cuando la Biblia se refiere al corazón quiere decir muchas cosas.
Referente a la Guerra Espiritual, estoy tomando dos de sus
significados: Las actitudes y las emociones. La Biblia habla de la
protección de los miembros importantes de nuestra anatomía con la
armadura de Dios. Tanto en lo físico como en lo espiritual, la cabeza
y el corazón son los más vitales y vulnerables. Se puede cortar un
brazo y una pierna en la batalla, pero una herida en la cabeza o el
corazón son igualmente vulnerables y exigen igual protección.
Limpiémonos de las malas actitudes. Las actitudes malas deben de
sacarse de inmediato antes que echen raíz profunda y se vuelva
todo una gran empresa el tener que removerlas.

III. LAS TRES PIEDRAS ANGULARES DEL ENEMIGO.


El enemigo construye sus fortalezas en tres piedras angulares que
son: el orgullo, la incredulidad y el miedo. El orgullo se contraresta
humillándonos. La incredulidad y el miedo echando nuestra ansiedad
sobre Dios. El Apóstol Pedro nos habla de dos elementos: La
sobriedad y el velar (1ª P. 5:8). La sobriedad es igualada
frecuentemente con no estar ebrio. Una persona ebria esta
confundida, desequilibrada, atontada, perturbado porque esta bajo
la influencia de tóxicos.

Si estuviésemos en el frente de batalla, donde las balas y los


morteros volasen sobre nuestra cabeza, buscaríamos protección en
una trinchera u hoyo de protección. Las balas volarían sobre la
trinchera y podríamos tener paz relativa detrás de los sacos de
arena. Podríamos descansar siempre que recordásemos donde
estamos. Si olvidamos por un Segundo donde estábamos, podríamos
sacar la cabeza de la trinchera y ser muertos. Mientras que estemos
sobrios, siempre conscientes de donde estamos, y de la potencial
amenaza, podremos disfrutar de la vida, a su plenitud, y confiar que
el Espíritu Santo nos está guardando del peligro. El creyente puede
disfrutar de la vida más que nadie. La vida es para gozarla. Pero en
toda situación, en toda reunión social, en toda forma de diversión, y
en toda conversación, debemos recordar dónde estámos.

Estamos en el frente de una batalla real, donde no hay tiempo para


entrar en calor o para pretender. Es necesario velar. Pedro dice
entonces, que seamos humildes, que no nos preocupemos, que
seamos sobrios, y que estemos alertas, porque vuestro adversario el
diablo, como león rugiente anda alrededor buscando a quien devorar.

Con frecuencia olvidamos quien es nuestro adversario. No es un


líder, un malhumorado compañero de trabajo. Nuestro adversario es
el diablo. Anda como un león rugiente viendo a quien devorar. El
rugido del león busca devorar a los hijos de Dios, pero no lo puede
hacer por causa del poder de Dios para guardar; sin embargo los
amedrenta. Satanás ruge y nosotros saltamos. Ruge y nos enojamos.
Ruge y codiciamos. Ruge y nos deprimimos. Ruge y nos revelamos.
¿Qué nos guía, el rugido del león o Dios? Si tomamos decisiones
basadas en nuestra emociones no nos está guiando Dios sino el
rugido del León que nos está guiando al miedo, enojo y orgullo para
llevarnos a un lugar donde nos pueda devorar y lo hará.

III. LA BOCA: La tercera zona crucial.


Con frecuencia, nosotros que debemos alentar a los hermanos y
proclamar la verdad, permitimos que nuestra boca se convierta en
arma de destrucción en manos del diablo. Muchas heridas se causan
por las palabras habladas. Las palabras pueden ser herramientas
para vida o muerte. Las palabras de la boca, combinadas con
actitudes del corazón, son portadoras de poder de Espíritu. Nuestras
palabras pueden ser el vehículo de Dios para proclamar la salvación
y regeneración de un alma.

CONCLUSIÓN: Las claves para ganar las batallas espirituales es


conocer muy bien el área donde nos encontramos, conocer el
enemigo de nuestra vida y fortalecer muy bien las áreas
estratégicas de nuestra vida. La mente, el corazón y la boca son
áreas de nuestra vida que deben de estar bien protegidas.

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