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J. C. Ruiz Franco
Finalizamos con los autores que nos contaron sus experiencias con drogas clásicas y
empezamos con las drogas modernas, en concreto la anfetamina.
Frente a esta forma de argumentar tan común, el químico y etnobotánico Jonathan Ott
expone una serie de pruebas para demostrar que el consumo de drogas es algo natural.
Una de las más importantes es que los principios activos de estas sustancias se limitan a
encajar en los receptores que tenemos en nuestro organismo; por tanto, estamos
predispuestos genéticamente para aceptar y asimilar las drogas. Además, también
tenemos nuestras propias drogas endógenas, similares a las que podemos introducir desde
el exterior. Por ello ―concluye este autor, jugando con el título de la obra de Baudelaire
y el de la suya propia― el consumo de productos psicoactivos no crearía paraísos
artificiales, sino naturales.
Walter Benjamin
Es Walter Benjamin quien más explícitamente narra sus experiencias con esta droga, en
su obra Haschisch.
No me acerqué a la droga, según ya dije, como un novicio (...) jamás hasta entonces me
había sentido acogido en esa comunidad de experimentados cuyos testimonios, desde
‘Los paraísos artificiales’ de Baudelaire hasta ‘El lobo estepario’ de Hermann Hesse,
me resultaban todos familiares.
Al rato de fumar, el hachís comienza a hacer efecto, se siente desorientado y entra en una
peluquería creyendo que es una chocolatería. Los cambios en la percepción del mundo y
de sí mismo son notables:
Uno de los primeros signos de que el haschisch comienza a hacer efecto es un sentimiento
sordo de sospecha y de congoja; se acerca algo extraño, ineludible (...) aparecen
imágenes y series de imágenes, recuerdos sumergidos hace tiempo (...). Queda el hombre
sorprendido y dominado por todo lo que sucede, incluso por lo que él mismo dice y hace.
Su risa, todas sus expresiones chocan con él como sucesos exteriores (...). El espacio se
ensancha, se hace escarpado el suelo...
6. Se saca lo cómico no sólo de los rostros, sino también de lo que sucede. Se busca
motivo para la carcajada.
11. Desgana por la información (...) Gran sensibilidad respecto de puertas abiertas,
hablar en voz alta, música.
Este autor, de una familia británica de larga tradición intelectual (su abuelo, Thomas
Henry Huxley, famoso biólogo, colaboró en el desarrollo de las teorías evolutivas) mostró
casi desde sus comienzos un gran interés por las drogas, aunque desde una actitud
ambivalente. Por eso, el soma de su obra Un mundo feliz apacigua y permite olvidar los
problemas, pero es un instrumento al servicio de la manipulación estatal, porque la
persona que lo ingiere obtiene el descanso necesario para olvidar los problemas que
pueden crear conflictos, aplacando toda potencial rebeldía. Más allá de la sustancia que
utilizaban los personajes de su libro, Huxley tenía muy claro que hacía falta una nueva
droga que aliviara y consolara sin dañar a la larga.
La mayoría de las personas sólo llegan a conocer, la mayor parte del tiempo, lo que pasa
por la válvula reductora y está consagrado como genuinamente real por el lenguaje del
lugar. Sin embargo, ciertas personas parecen nacidas con una especie de válvula
adicional que permite trampear a la reductora. Hay otras personas que adquieren
transitoriamente el mismo poder (...) espontáneamente (...) resultado de deliberados
ejercicios espirituales, de la hipnosis o de las drogas.
En Las puertas de la percepción nos describe las sensaciones que una persona
experimenta cuando ingiere mescalina:
2. Las impresiones visuales son más intensas y la vista recobra su inocencia, la propia de
cuando no estaba subordinado al concepto.
En cuanto a los efectos adversos, Huxley afirma que no hay peligro para la persona media:
Huxley señala que es improbable que la humanidad pueda pasar sin los paraísos
artificiales, ya que la mayoría tiene una vida tan monótona que el afán de escapar y de
trascenderse siempre existirá.
El mundo exterior (...) es el lugar donde, nos guste o no, tenemos que esforzarnos por
vivir. En el mundo interior no hay en cambio ni trabajo ni monotonía. Lo visitamos
únicamente en sueños o en la meditación (...) ¿Cómo puede extrañar que los seres
humanos, en su busca de lo divino, hayan preferido generalmente mirar hacia adentro?
Por todo lo que hemos expuesto, es fácil comprender por qué Huxley es considerado uno
de los escritores más influyentes en el campo de la experimentación con drogas y un
pionero de la psiquedelia.
Anfetaminas
Las anfetaminas, tal como ocurre con todas las drogas, tuvieron en sus orígenes un
propósito terapéutico determinado. Como narra Solomon Snyder, los científicos que, a
comienzos del siglo XX, buscaban un remedio para el asma, sabían que la adrenalina
dilata los bronquios y alivia por ello este padecimiento. Sin embargo, esta sustancia,
cuando se introduce en el organismo por vía oral, queda inactiva antes de que pueda surtir
efecto. Por esta razón era necesario encontrar algo que funcionara, tomado por vía oral.
En los años 20, K.K. Chen, farmacólogo que trabajaba para los laboratorios Lilly,
investigó sobre la planta Ma Huang (efedra), descrita, en los tratados botánicos chinos,
como remedio útil para tratar el asma. El alcaloide y principio activo de la efedra es la
efedrina, droga que perdura hasta nuestros días, bastante popular en deportistas,
estudiantes y personas que buscan estimulantes baratos, accesibles y con escasos efectos
secundarios.
Tras comprobar que realmente dilataba los bronquios, se comercializó para combatir el
asma. Sin embargo, las existencias de efedra eran escasas, por lo que se buscó un
sucedáneo sintético. Y en los años 30, a partir de la efedrina, se consiguió sintetizar la
anfetamina, fármaco que puede introducirse por inhalación en los pulmones, resultando
así más eficaz.
Las anfetaminas, como todas las drogas, pueden usarse para diversos fines. Pueden ayudar
a sentirse mejor en momentos puntuales, a estimular cuando alguien se siente bajo de
ánimo, y a tratar a niños hiperactivos. También pueden ser objeto de serio abuso y arruinar
la salud, porque lo que es droga inteligente para uno, resulta droga tonta para otro, en
palabras de Jonathan Ott. De ahí la necesidad de difundir la información que sobre estos
productos existe, para que el uso sea siempre el más adecuado.