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La crisis alimentaria mundial está comenzando a aparecer en su imagen real este año. Durante las
últimas décadas el hambre estaba "escondida" en áreas rurales o zonas marginales. Ahora el
número de afectados está aumentando y mucha más gente ya no puede aguantar más.
Africa y Asia son los mayores afectados por el hambre y la miseria en las zonas rurales, y por los
efectos crecientes del cambio climático. El desarrollo económico y el crecimiento benefician
solamente a una minoría de la población y provocan daños ambientales y no resuelven la situación
extremadamente precaria de la gran mayoría. En la India el auge económico beneficia solamente a
una pequeña parte de la población. Al mismo tiempo, la economía basada en el campesinado esta
siendo destruida y miles de campesinos acaban con sus vidas suicidándose por la desesperación y
la pobreza. Jóvenes campesinos de Indonesia, Filipinas, Tailandia, Bangladesh tienen que
abandonar sus familias y aldeas para ir a otros países, porque allí no hay posibilidades de poder
ganarse la vida.
Los acuerdos tomados a nivel internacional a través de la Organización Mundial del Comercio
(OMC), los Acuerdos de Libre Comercio (FTA) y los Acuerdos de Asociación Económica (EPA), e
impulsados por programas del Banco Mundial y del FMI, permiten el apoyo incondicional a los
agro negocios, siendo prioridad en las políticas alimentarias y agrícolas en muchos países.
En nuestro País la crisis también se deja sentir, las agriculturas y ganaderías familiares están siendo
las más vulnerables ante las subidas de precios desproporcionadas de los costes de producción,
como ocurre con el sector del ovino. Los precios de los alimentos suben indiscriminadamente sin
tener repercusión alguna en las rentas de los agricultores. El acto de producir alimentos poco a
poco se va privatizando, quedando en manos de los que tienen recursos económicos para la
adquisición de derechos productivos. El acceso a los recursos naturales para practicar una
agricultura familiar se hace cada vez más difícil. La tierra, el agua y las semillas, dejan de ser
recursos gestionados por los campesinos y las campesinas para uso de una agricultura social.
Claramente, las agro negocios de las transnacionales quieren acabar con la agricultura familiar, e
impedir que sean los campesinos/as los que alimenten a las personas en el mundo, dado que sus
objetivos son controlar el mercado mundial de los alimentos y convertir la producción campesina
en producción industrial. Después de expropiar a muchos pequeños campesinos, explotan a los
consumidores aumentando los precios mundiales de alimentos.
La operación de las transnacionales en los agro negocios, es contraria a los seres humanos y a la
sostenibilidad del planeta, no deberíamos permitirles continuar con sus operaciones. Deberíamos
pararles y volver a reivindicar los derechos de los pueblos a la agricultura, el derecho a producir
buenos alimentos para todo el mundo.
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