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MIS COSAS FAVORITAS TAT ee ERE {POR QUE NOS GUSTA LA MUSICA QUE NOS GUSTA? Se Despiertas de un sueiio profundo y abres los ojos. El batir lejano y re- gular de la periferia de tu audicién atin esté all. Te frotas los ojos con las manos, pero no puedes distinguir contornos y formas. Pasa el tiem- po, pero gcudnto? ¢Media hora? Una hora? Luego oyes un sonido dis- tinto pero identificable: un sonido serpenteante, mévil, amorfo, con un ritmo rapido, un batir que puedes sentir en los pies. Los sonidos co- mienzan y cesan sin definicion. Creciendo y decreciendo gradualmen- te, se entretejen sin principios ni fines claros, Estos sonidos familiares son reconfortantes, los has ofdo antes. Cuando escuchas, tienes una vvaga idea de lo que vended a continuacién, y llega, aunque los sonidos sigan siendo remotos y confusos, como si estuvieses oyéndolos debajo del agua. SE El feto, dentro del vientre, rodeado de liquido arnniético, oye soni- dos, Oye los latidos del corazén de su madre, acclerandose unas veces y otras aminorando. Y cl feto oye miisica, como descubrié reciente. mente Alexandra Lamont, de la Universidad Keele del Reino Unido. Descubrié que los nifios, un afio después del nacimiento, reconocan y preferian miisica a la que habjan estado expuestos en el claustro ma- remo, El sistema auditivo del feto es plenamente funcional unas veinte semanas después de la concepcién. En el experimento de Lamont las, | madres pusieron una pieza de misica determinada a sus bebés repeti- das veces durante los tres tiltimos meses de gestacién. Por supuesto, los bebés estaban oyendo también (filtrados, a través del agua por el It quido amniético) todos los sonidos de la vida cotidiana de sus madres, incluyendo la otra mmisica, conversaciones y uidos del entorno. Pero se eligié una pieza determinada para que cada bebé la oyese de forma re- gular. Las piezas seleccionadas se eligieron entre miisica clasica (Mo- zart, Vivaldi), los 4o Principales (Five, Backstreet Boys), reggae (UB4o, Ken Boothe) y world beat (Spirits of Nature). Después del parto no se petmitié a las madres poner la cancién experimental a sus hijos. Un afio después Lamont puso a los bebés la miisica que habian ofdo en el claus- {to materno, junto con otra pieza elegida por corresponderse en el esti- Jo y el tempo con la otra. Por ejemplo, un bebé que habia ofdo el tema de reggae «Many Rivers to Cross» de UB4o, oyé de nuevo esa pieza, un aiio después, junto con «Stop Loving You» del artista de reggae Fre die McGregor. Lamont determind entonces cul de las dos pref los nifios. Como se puede saber cual de los dos estimulos prefiere un nifio preverbal? La mayoria de los que investigan con nifios utilizan una téc- nica conocida como el procedimiento de giro de cabeza condicionado, ideado por Robert Fantz en la década de los sesenta y perfeccionade por John Columbo, Anne Fernald, el difunto Peter Jusczyk y sus cole gas. Se instalan dos altavoces en el Iaboratorio y se coloca al nifio en- tre ellos (normalmente en el regazo de su madre), Cuando un nifie mira hacia un altavoz, éste empieza a emitir musica o algtin otro soni- do, y cuando mira al otro altavoz, empieza a tocar misica diferente o a emitir un sonido diferente. El nifio aprende enseguida que puede con- trolar lo que se toque segiin mire a un lado o a otro; es decir, aprende que las condiciones del experimento estén bajo su control. Los experi mentadores se cercioran de que contrapesan (aleatorizan) la ubicacién de la que Hegan los diferentes estimulos; es decir, la mitad del tiempo el estimulo que se estudia llega de un altavoz y la otra mitad llega del otro. Cuando Lamont hizo esto con los nifios de su estudio, descubrid gue tendian a mirar més tiempo al altavoz que tocaba la maisica que ellos habian oido en el vientre materno que al de la misica nueva, la gue confirmaba que preferian la miisica de la que habian tenido expe. riencia prenatal. Un grupo de control de nifios de un afio que no habian oido ninguna misica de la utilizada antes no mostraron ninguna pre: ferencia, confirmando que no habfa nada en la miisica en si que causa mn | | | 2 se aquellos resultados. Lamont descubrié también que, si no intervie- nen otros factores, el nifio prefiere la mésica répida y alegre a la lenta. Estos descubrimientos contradicen Ja idea predominante durante mucho tiempo de la amnesia infantil: que no podemos tener ninggn re- cuerdo veridico antes de los cinco afios, mas o menos. Mucha gente asegura que tiene recuerdos de la temprana infancia, de en torno a los dos y tres aiios, pero es dificil saber si son verdaderos recuerdos del acontecimiento original o si son mas bien recuerdos de lo que nos dijo alguien més tarde sobre el acontecimiento. El cerebro del nifio de pe- cho esta atin subdesarrollado, no se ha completado la especializacién funcional y ain se hallan en proceso de construccién las vias neurona- les. La mente del nifio esté intentando asimilar el maximo posible de informacién en el tiempo mas breve posible; es caracteristico que haya. grandes vacios en Ja interpretacin, la conciencia y el recuerdo de los ‘de forma sistematica la experiencia de Ja realidad. En con- secuencia, es un candidato excelente para la sugestién, y podria archi- var involuntariamente como propias historias que le contaron sobre él. Parece que en el caso de la masica hasta la experiencia prenatal se ar~ chiva en la memoria, y se puede acceder a ella en ausencia de lenguaje 0 de conciencia explicita del recuerdo. 22 ciematioda gona to wn “hela” Segiin un estadio que realizaron algunos periédicos y programas ma- tutinos de entrevistas hace varios afios, escuchar a Mozart durante diez minutos al dia te hacfa més listo (eel Efecto Mozart»). Concretamente escuchar miisica, se aseguraba, puéde mejorar el rendimiento en tareas, de razonamiento espacial efectuadas inmediatamente después de la se- sin de audicién (en el caso de algunos periodistas se consideré afecta da también la pericia matematica). Miembros del Congreso empeza- ron a aprobar resoluciones, el gobernador de Georgia asigné fondos para comprar un disco de Mozart a cada nifio que naciese en el estado. La mayoria de los cientificos se hallaban en una posicién incémoda, Aunque creemos intuitivamente que la misica puede estimular otras habilidades cognitivas, y aunque a todos nos gustaria ver que sc dedi- can mis fondos pablicos a programas escolares de misica, el estudio conereto que afirmaba esto contenia muchos fallos cientificos. Afirma- ba algunas cosas que eran ciertas, pero lo hacia por motivos que no lo eran, A mi personalmente todo este alboroto me parecié un poco ofen sivo, porque parecta impli ‘mejor r otras cosas «mas importantes». Piensa lo absurdo que esto po- dria resultar si le diésemos la vuelta. $i yo afirmase que estadiar mate- miticas estimulaba Ja habilidad musical, gempezarian los politicos a bombear dinero para las matemdticas por ese motivo? La misica ha sido a menudo la hijastra pobre de las escuelas piblicas, fo primero que se elimina cuando hay problemas de financiacién, y la gente suele intentar justificar el hecho de que se ensefie por sus beneficios colate- rales, en vez. de dejar que exista por sus frutos. El problema del estudio de «la misica te hace mas listo» es bastan- te evidente: los controles experimentales eran inadecuados, y la peque- fia diferencia en la habilidad espacial entre los dos grupos, segsin Ia in- vestigacién de Bill Thompson, Glenn Schellenberg y otros, se debia s6lo a la eleccién de la tarea de control. Comparado con estar sentado en una habitacién sin hacer nada, escuchar miisica estaba muy bien, Pero sia los sujetos se les diese en esa tarea de contzol el mas leve esti- malo mental (oi un libro en grabacién, leer, etc.) no habria ninguna ventaja para la audicién de miisica. Otro problema del estudio era que no se proponfa ningtin mecanismo plausible por el que eso pudiese operar: gc6mo podia el hecho de escuchar miisica aumentar la eficien- cia espacial? Glenn Schellenberg ha destacado la importancia de diferenciar en- tre los efectos de la misica a corto y a largo plazo. El Efecto Mozart se referfa a efectos inmediatos, pero otra investigacién ha revelado efec- tos a largo plazo de la actividad musical. Escuchar misica estimula 0 ‘modifica ciertos circuitos neuronales, inclayendo la densidad de cone- xiones dendciticas en el cértex auditivo primario. El neurocientifico de Harvard Gottfried Schlaug ha demostrado que la porcién frontal del cuerpo calloso (lz masa de fibras que conectan los dos hemisferios ce- rebrales) es significativamente mayor en los muisicos que en los que no son miisicos, y especialmente en los misicos que empiezan muy pron- i to su formacién, Esto refuerza la idea de que las operaciones musicales pasan a ser bilaterales al aumentar la instruccién, pues los misicos coordinan y rechutan estructuras neuronales tanto cn el hemisferio iz- quierdo como en el derecho. ‘Varios estudios han descubierto cambios microestructurales en el ce- rebelo tras la adquisicién de habilidades motrices, como las que ad- quieren los miisicos, incluyendo un aumento del néimero y la densidad de las sinapsis, Schlaug descubrié que los miisicos tendian a tener cere- belos més grandes que los que no lo eran, y una mayor concentracién de materia gris; la materia gris es esa parte del cerebro que contiene los cuerpos celulares, axones y dentritas, y se la considera responsable del procesamiento de informacién, mientras que a la materia blanca se la considera responsable de transmitir informacién. Nose ha demostrado que esos cambios esructurales del cerebr ‘mis fructifera respecto al gusto musical, los resultados de Lamont son, importantes porque muestran que el cerebro prenatal y el del recién nacido son capaces de almacenar recuerdos y recuperarlos después de argos periodos de tiempo. Desde un punto de vista mas practic, los resultados indican que el entorno (incluso mediando el liquido amni tico y el claustro materno) puede afectar al desarrollo y a las preferen- cias del nifio. Asi que las semillas de la preferencia musical se siembran cn el vientre materno, pero tiene que haber algo mas que eso, porque si no los nifios gravitarian simplemente hacia la mtisica que les gusta a sus madres © que se pone en las clases de Lamaze, Lo que podemos decir es que lo que oimos en el vientre materno influye en las p ‘do de aculturaci6n, durante el cual el nifio asimila Ja misica de la cul- tura en la que nace. Hace unos afios hubo informes segiin los cuales todos los ni ajena (para nosotros) prefieren la misica occidental a las otras misi as, independientemente de su cultura 0 de su raza. Estos informes no fueron corroborados, sino que lo que se descubrié fue que los nifios muestran una preferencia mayor por la consonancia que por Ia diso- rancia. La percepci6n de la disonancia llega més tarde en la vida, y la agente difiere respecto al grado en que la puede soportar. Esto probablemente tenga una base neuronal. Los intervalos conso- nantes y los disonantes se procesan en el c6rtex auditivo a través de mecanismos diferenciados. Estudios recientes de las reaciones electro- fisiolégicas de humanos y monos a la disonancia sensorial (es decir, acordes que resultan disonantes en virtud de sus indices de frecuencia, no debido a un contexto arménico 0 musical) muestran que neuronas del cértex auditivo primario (el primer nivel de procesamiento cortical para el sonido} sincronizan sus indices de activacién durante acordes disonantes, pero no durante los consonantes. Atin no esta claro por ane eso tiene que crear wna preferencia pot la consonancia. Sabemo: quel 2 los oid nacimi to, el desarrollo del cerebro tardara meses o afios en alcanzar la capa- cidad de iios pequerios recongcen een ‘ones de tono y de compas (cambios de tempo), lo que indica versidad McMaster, han teunido pruebas de que los aifios pequefios pueden también atender a entradas de oido absoluto si la tarea lo re- quiere, lo que parece indicar una flexibilidad cognitiva desconocida hasta ahora: los nifios pequefios pueden utilizar diferentes modos de procesamiento (presumiblemente por medio de circuitos neuronales distintos) segiin Lo que les ayude mejor a resolver el problema que se les plantea, ‘Trehub, Dowling y otros han demostrado que el contorno es fa ca- racteristica musical mas destacada para los nifios pequetios; se pueden detectar similitudes de contorno y diferencias hasta con treinta segun~ dos de retencidn. El recuerdo de ese contorno remite a una pauta de al- tura de tono musical de una melodia (la sucesién de subidas y bajadas que la melodia adopta) con independencia, del tamafio del intervalo. Alguien que atienda exclusivamente al contorno s6lo retendria que la melodia sube, por ejemplo, pero no cudnto, Hay un paralelismo entre la sensibilidad de los nifios pequeiias al contorno musical y su sensibi- lidad a contornos lingitisticos, que separan por ejemplo preguntas de exclamaciones y forman parte de lo que los lingitistas llaman prosodia. Fernald y Trehub han documentado las diferentes formas que tienen, los padres de hablar a los nifios pequeiios, a los nifios mayores y a los adultos, algo que se da en muchas culturas. La forma resultante de ha- blar a los bebés utiliza un tempo mas lento, una gama tonal ampliada y un nivel de altura de tono global més alto. Las madres (y en una medida menor los padres) hacen esto con toda naturalidad sin ninguna instruccién explicita, utilizando una entona- cin exagerada que los investigadores liaman habla dirigida al nifio 0 canaternés». Creemos que el maternés ayuda a llamar la atencién de los bebés hacia la voz de su madre y ayuda a diferenciar palabras den- tro de la frase. En vez de decir, como hariamos con un adulto: «Esto es tuna pelota», en maternés se diria algo asi como: «Veeees?» (con el tono de la cece subiendo hasta el final de la palabra). «Ves la PELO- OOOTAAA?» (con el tono cubriendo un registro ampliado y subien- do de nuevo al final de la palabra epelota»). En estas expresiones, el contorno es una sefial de que Ia madre est haciendo una pregunta 0 una declaracién, y al exagerar las diferencias entre los contornos de su- bida y bajada, la madre llama la atencién hacia cllos. En realidad, la madre est creando un prototipo de pregunta y un prototipo de decla- racién, y asegurando que esos prototipos sean facilmente diferencia bles. Cuando una madre regafia con una exclamacién, de un modo completamente natural (y de nuevo sin adiestramiento explicito), es probable que esté creando un tercer tipo de expresion prototipica, una expresién breve y cortada sin mucha variacién de tono: «jNo!» (pau- sa) «jNo! |Mall» (pausa) «He dicho que no!» Los bebés parecen ve~ nir con una capacidad incorporada de detectar y seguir el contorno, preferentemente, en intervalos de altura de tono especificos. “Trehub demostré también que los nifios pequefios tienen una capa- cidad mayor para codificar los intervalos consonantes como cuarta perfecta y quinta perfecta que los disonantes, como el tritono. Descu- bri6 que los geados desiguales de nuestra escala hacen que resulte mas facil procesar intervalos incluso en la muy temprana infancia. Ella y sus colegas experimentaron con nifios de nueve meses con la escala mayor regular de siete notas y dos escalas inventadas por ella. En una de esas escalas inventadas, dividi6 la octava en once gtados de espacios iguales y luego seleccion6 siete notas con pautas de uno y dos grados, yen Ia otra dividi6 la octava en siete grados iguales. La tatea de los ni. fios era detectar una nota desentonada. A los adultos les fue bien con la escala mayor, pero mal con las dos escalas artificiales que nunca ha- bian ofdo, Sin embargo, a los nifios les fue igual de bien en las dos es- calas de grados iguales y en Ia de desiguales. Por trabajos anteriores se cree que los nifios de nueve meses axin no han incorporado un esque- ma mental para la escala mayor, asf que esto parece indicar una venta- ja general de procesamiento para grados desiguales, como los que tie- ne nuestra escala mayor. Dicho de otro modo, nuestros cerebros y las escalas musicales que utilizamos parecen haber coevolucionado. Y no es ningiin accidente el que tengamos esa curiosa disposicién asimétrica de notas en la escala mayor: cs mas facil aprender melodfas con esa ordenacién, que es una consecuencia de la fisica de la produecién del sonido (a través de las series de arménicos que anteriormente analizamos); el conjunto de to- nos que utilizamos en nuestra escala mayor esté muy prOximo en al- tura a los que forman las series de arménicos. La mayorfa de los nifios empiezan en una etapa muy temprana de la infancia a vocalizar es- ponténeamente, y estas tempranas vocalizaciones pueden parecerse mucho al canto. Los bebés exploran el registro de sus voces y empiezan a explorar la emisién fonética, en sespuesta a los sonidos que reciben del mundo que los rodea. Cuanta més nnisica oyen, més probable es gue incluyan variaciones ritmicas y de tono en sus vocali pontaneas, Los nifios pequefios empiezan a mostrar wna preferencia por la mé- sica de su cultura a los dos afios de edad, aproximadamente en la época en que empiezan a desarrollar un procesamiento verbal especializado. Tienden a gustarles al principio canciones simples; misica «simple» quiere decir temas claramente definidos (como algo opuesto, por ejem- plo, a contrapunto a cuatro partes) y progresiones de acordes que se resuclven de formas directas y fAcilmente previsibles. Cuando ma- duran, los nifios empiezan a cansarse de la miisica fécilmente prede cible y a buscar misica que plantee algiin reto. Segiin Mike Posner, aciones es- los !6bulos frontales y el cingulado anterior (una estructura situada justo detras de los I6bulos frontales que dirige la atencién) no estén plenamente formados en los nifios, lo que significa una incapacidad de prestar atencién a varias cosas a la vez; a los nifios les resulta dificil atender a un estimulo cuando hay presentes distracciones, Esto explica por qué a los nifios menores de ocho afios, mas 0 menos, les resulta tan dificil cantar «rounds» como «Row, Row, Row Your Boat», Fste s tema atencional, concretamente la red que conecta el giro cingulado (la estructura mas grande en que se encuentra el cingulado anterior) y las regiones orbitofrontales del cerebro, no puede bloquear adecuadamen- te los estimulos no deseados o que distraen. Los nifios que ain no han legado a Ia etapa del desarrollo en que son capaces de excluir infor- ‘macién auditiva irrelevante se enfrentan a un mundo de gran comple- jidad sénica con todos los sonidos irrumpiendo en un aluvién senso- rial. Deben intentar seguir la parte de la cancién que tiene que estar cantando su grupo, pero les distraen y les hacen tropezar las partes ti- vales de round. Posner ha demostrado que ciertos ejercicios adapta~ dos de juegos de concentracién y de atencién utilizados por la NASA pueden ayudar a acelerar el desarrollo de la capacidad atencional del nifio. a trayectoria que siguen los nifios en su desarrollo de preferir pri- mero canciones simples y Inego mas complejas es, por supuesto, una sgeneralizacién; en primer lugar, no a todos los nifios les gusta la muisi- a, y algunos desarrollan un gusto por la que se apasta del camino tri- llado, a veces por pura serendipia. Yo me quedé fascinado por la mi- sica de big band y swing cuando tenia ocho afios, época en que mi abuelo me dio su coleccién de discos de 78 spm de los afios de la se gunda guerra mundial. Lo que més me atrajo en principio fue lo nove- doso de las canciones, como «The Syncopated Clock», «Would You Like to Swing on a Star», «The Teddy Bear's Picnic» y «Bibbidy Bob- bidy Boo», canciones que estaban hechas para nifios. Pero una exposi- Gin suficiente a las pautas de acordes y temples relativamente exéticos de las orquestas de Frank de Vol y Leroy Anderson se convirtieron en parte de mi cableado mental y no tardé en encontrarme escuchando todo tipo de jazz; el jazz de nifios abrié las puestas neuronales para ha- cer el jazz en general saboreable y comprensible. Los investigadores seialan los diez afios como el momento decisive para las preferencias musicales. Bs en torno a los diez u once atlos de edad cuando la mayoria de los nifios se toman un interés real por Ig isica, incluso los nifios que no habian expresado antes interés por clla. La misica hacia la que tendremos a sentir nostalgia ea la edad adalta, fa que sentimos como «nuestra» miisica, se corresponde con Iq que ofmos durante esos afios. Uno de los peimeros indicios de la enfer. edad de Alzheimer (una enfermedad caracterizada por cambios en los niveles de neurotransmisores y células nerviosas, y por la destruc. i6n de sinapsis) en los adultos de més edad es la pérdida de memoria, A medida que avanza la enfermedad, la pérdida de memoria se hace més profunda, Sin embargo, muchos de esos veteranos atin pueden re. cordar las canciones que oyeron cuando tenian catorce afios y cantar. las. ¢Por qué catorce? Parte de la raz6n de que recordemos canciones de nuestros aiios de adolescencia es porque esos atios fueron periodos de autodescubrimiento y estuvieton cargados en consecuencia emoti. vamentes tendemos en general a recordar cosas que tienen un compo- nente emotivo, porque la amigdala y los neurotransmisores actian de forma conjunta para «etiquetar» los recuerdos como algo importante. Parte de la raz6n tiene que ver también con la maduracién nevronal y Ja poda; es hacia los catorce afios cuando el cableado de nuestros cere. bros musicales se aproxima a los niveles adultos de culminacién, No parece haber un punto de ruptura a partir del cual no puedan adquitirse ya nuevos gustos en miisica, pero la mayoria de las personas tienen formados sus gustos entre los dieciocho y los veinte afios, No estd claro por qué sucede eso, pero vatios estudios han descubierto que €s asi, Tal vez. se deba en parte a que tendemos en general a abrienos ‘menos a nuevas experiencias al hacernos mayores. Durante los aifos de adolescencia empezamos a descubrir que existe un mundo de ideas di. ferentes, culturas diferentes, gentes diferentes, Experimentamos con la idea de que no tenemos que limitar el curso de nuestra vida, nuestra personalidad o nuestras decisiones a lo que nos enseiiaron nuestros pa res 0 a cémo se nos educé. Buscamos también tipos de misica dife- entes. En la cultura occidental en concreto, la eleccién de misica tie- 2€ consecuencias sociales importantes. Escuchamos la miisica que sscuchan nuestros amigos. Cuando somos jévenes sobre todo y anda- 246 | i | : i mos a la busca de nuestra identidad, creamos vinculos o grupos socia~ les con gente a Ja que queremos parecernos o con la que creemos tener algo en comin. Como un modo de exteriorizar el vinculo, vestimos de maneta parecida, compartimos actividades y escuchamos 2 misma imsica. Nuestro grupo escucha este tipo de miésica, esa otra gente es- cucha otro, Esto enlaza con la idea evolucionista de la misica como un vehiculo de vinculaci6a y cohesién social. La miisica y las preferencias musicales se convierten en una sefial de distincién y de identidad per- sonal y de grupo. Podriamos decir que las caracteristicas de la personalidad de un in- dividuo estan asociadas, en cierta medida, con el tipo de miisica que le gusta, o que lo predicen, Pero viene determinada en mayor medida por factores que son mas 0 menos casuales: donde estudiaste, con quién s2- lias, qué misica daba la casualidad que escuchaban. Cuando yo vivi de nifio en el norte de California, lo mejor era Credence Clearwater Revi- val...; eran de allf al lado. Cuando me trasladé al sur de California, el sello CCR de misica country-hick no se ajustaba bien a la cultura sur- fista/Hollywood que incluye a los Beach Boys y a artistas de actuacién mas teatral como David Bowie. El cerebro esta ademas desarrollando y formando nuevas conexio- nes a una velocidad explosiva a lo largo del adolescencia, pero ese rit- mo se reduce sustancialmente después de ese periodo, la fase formati- vva en que los circuitos neuronales quedan estructurados por nuestras experiencias. Ese proceso se aplica a la musica que ofmos; Ia nueva musica pasa a incorporarse dentro de la estructura dela misica que es- cuchamos en ese periodo critico. Sabemos que hay perfodos criticos para la adquisicién de nuevas habilidades, como el lenguaje. Si el nifio no aprende un idioma hacia los seis afios (ya sea el primero o el segun: do) nunca aprender a hablar con esa facilidad que caracteriza a la ma- yoria de los hablantes nativos de un idioma. Con la misica y con las matematicas el margen es mds amplio, pero no ilimitado: si un estu- diante no ha recibido lecciones de miisica ni estudiado matematicas antes de los veinte afios, atin puede aprender esas materias, pero s6lo con gran dificultad, y es probable que nunca liegue a «hablar» en el lenguaje de las matematicas ni en el de la mitsica como alguien que las haya aprendido antes. Esto se debe a la trayectoria bioldgica del creci- Imiento sindptico, Las sinapsis del cerebro estén progeamadas para cre- cer durante un niimero de afios, haciendo nuevas conexiones. Después de ese perfodo, hay un cambio hacia la poda, para librarse de conten nes innecesarias, sibles, el grado de reorganizacién que puede produciese en le mayoria de los adultos es muchisimo menor de la que puede producirse en los nifios y en los adolescentes, Hay diferencias individuales, claro. Lo mismo que hay personas que Sceuran de cortes en la piel y huesos rotos antes que otras, las hay tam- bién que pueden establecer nuevas conexiones con més facilidad que otras, La poda se inicia generalmente entre los ocho + los catorce affos de edad en los lébulos frontales, a sede del pensamiento superior y el Fazonamiento, la planificacién y el control del impulso. Empieza a sue mentar durante ese perfodo la mielinacién. La miclina es una substan- ei due cubre los axones, acelerando la transmisi6n sindptica (Esa es la razén de que aumente en los nifios al hacerse mayores la ca. Pacidad y la rapidez para resolver problemas més complejos) La mic. Hinacién de todo el cerebro se completa en general a los vetnte aiios de dad. La esclerosis miltiple es una de las diversas enfermedades dege- Berativas que pueden afectar a la vaina de miclina que rodea las nem ronas. El equilibrio entre simplicidad y complejidad en la misica influye también en nuestras preferencias. Estudios ciemtificos sobre lo que nos Busta y To que no nos gusta en una diversidad de dominios exétices (ointura, poesfa, danza y misica) han demostrado que existe una rela idn met6dica entre la complejidad de una obra artistica y lo que nos gusta. Por supuesto, la complejidad es un concepto totalmente subjeti- Yo. Pata ue la idea tenga algiin sentido, tenemos que aceptar que lo ue le parece de una complejidad impenetrable a un individes podria ‘otresponder al «punto dulce» de preferencia de otro, Asimismo, lo Inc @ una persona le parece soso y de una simplicidad odiosa, a otra roditfa parecerle dificil de entender, debido a diferencias de formacién, xperiencia, interpretaci6n y esquemas cognitivos. 248 i i Los esquemas lo son todo en cierto modo, Estructuran nuestra com Prensi6n; son el sistema en el que emplazamos los elementos y las in- texpretaciones de un objeto estético. Los esquemas alimentan nuestras expectativas y nuestros modelos cognitivos. Con un esquema, la Quin. ta de Mahler es perfectamente interpretable, incluso aunque se oiga or primera vez: es una sinfonia, sigue la forma sinfonica con cuatro movimientos; conticne un tema principal y subtemas, y repeticiones del temas los temas se manifiestan a través de inscrumentos orquesta. les, a diferencia de los tambores hablantes afticanos o del distorsiona- dor (fez bass). Los que conozcan la Cuarta de Mahler se darén euen- ta de que la Quinta se inicia con una variacién del mismo tema, incluso el mismo tono. Los que conozcan a fondo la obra de Mahler se darn cuenta de que el compositor incluye citas de tres de sus propias canciones. Los que tengan formacién musical se dardn cuenta de que |a mayoria de ls sinfonias desde Haydn a Brahms y Bruckner empie- zan y acaban cacacteristicamente con la misma nota. Mahler prescinde de esa convencién en su Quinta, pasando de do menor sostenido a la menor y finalmente acaba en re mayor. $i no hubieses aprendido @ mantener en tu mente un sentido de tonalidad mientras se desarro- Ila la sinfonfa, o si no tuvieses un sentido de la trayectoria normal de una sinfonia, esto careceria de sentido; pero para el oyente experi- mentado, ese desacato a la convencién aporta una sorpresa grata, tuna violacién de expectativas, especialmente cuando esos cambios de tonalidad se hacen con la habilidad precisa para que no resulten es. tridentes. La Quinta de Mahler, al carecer de un esquema sinfénico apropiado, o si el oyente posee otro esquema, por ejemplo el de un aficionado a la mdsica de rasgas india, es absurda o tal vez divagato- Ha, una idea musical se funde en ella con la siguiente de un modo amorfo, sin ninguna frontera, sin principios ni fines que la hagan pa- recer parte de un todo coherente, El esquema enmarca nuestra per- cepcién, nuestro procesamiento cognitive y en tltimo término nues- tra experiencia de la realidad. Cuando una pieza musical es demasiado simple tiende a no gustar- nos, nos parece trivial. Cuando es demasiado compleja, tiende también 2 no gustamnos, nos parece imprevisible: no percibimos que esté asen tada en algo familiar. La misica, como toda forma artistica en reali- dad, tiene que lograr para que nos guste el equilibrio justo entre senci- llez y complejidad. La sencillez y la complejidad se relacionan con la familiatidad y familiaridad es una palabra que equivale a esquema, En ciencia es importante, por supuesto, definir los términos. ;Qué significa «demasiado simpler o «demasiado complejo»? Una defini- cién operativa es que una pieza nos parece demasiado simple cuando es tan previsible que resulta trivial, parecida a algo que hemos oido an- tes y que no nos plantea el menor reto. Pensemos, por analogfa, en el juego de tres en raya. A los nifios les resulta infinitamente fascinante porque tiene muchas caracteristicas que resultan interesantes para su nivel de capacidad cognitiva: tiene normas claramente definidas que cualquier nifio puede exponer con facilidad; tiene un elemento de sor- presa porque el jugador nunca sabe seguro qué va a hacer exactamen- te su adversario; el juego es dindmico, porque en la jugada siguiente que uno hace influye la que haya hecho antes nuestro adversario; cuando acabar el juego, quién ganar o si habré un empate es algo in- determinado, pero hay un limite externo de nueve jugadas. Esa inde- terminacién crea tensién y expectativas, y la tensién se libera final- mente cuando termina la partida, ‘Al mismo tiempo que desarrolla un refinamiento cognitivo crecien- te, el nifio va aprendiendo estrategias: el que juega segundo no puede ganar frente a un jugador competente; a lo maximo que puede aspirar es a empatar. Cuando la secuencia de jugadas y el final de la partida re- saltan previsibles, el tres en raya pierde su atractivo. Por supuesto, los adultos atin podemos disfrutar jugando al tres en raya con nifios, pero disfrutamos viendo el placer en la cara del nifio y disfrutamos del pro cceso (que se extiende a lo largo de varios afios) durante el cual el nifio aprende a desentrafiar los misterios del juego al ir desarrolléndose su cerebro. Para muchos adultos Raffi y Bamey el Dinosaurio son el equivalen- te musical del tres en raya. Cuando la miisica es demasiado previsible, el desenlace demasiado seguso y el «movimiento» de una nota o de un acorde al siguiente no contiene ningéin elemento de sorpresa, la miisi- ca nos parece insulsa y simplista. Mientras la misica est sonando (so- bre todo si tienes la atencién centrada en ella), el cerebro va pensando por delante cuales son las diferentes posibilidades para la nota siguien- te, hacia dénde va la médsica, su trayectoria, la direccién que se propo- ne seguir y su punto final definitivo. El compositor tiene que conseguir emplazarnos en un estado de confianza y de seguridad; tenemos que dejarle que nos lleve en un viaje arménico; tiene que darnos las sufi- cientes pequefias recompensas (culminaciones de expectativas) para gue tengamos una sensacién de orden y una sensacién de ubicacién, Pongamos que ests haciendo antostop de Davis, California, a San Francisco, Podeias querer que la persona que te coja te lleve por la ruta normal, la autopista 80. Podrias estar dispuesto a tolerar unos cuantos atajos, sobre todo si el automovilista es cordial, creible y te dice clara- mente lo gue esta haciendo. («Voy a cortar por aqui para evitar las obras que hay en la autopista>.) Pero si te lleva por carreteras secun- darias sin darte ninguna explicacién y Hlega un momento en que no ves, ya sefiales ni hitos, seguro que tu sentido de la seguridad se siente aco- sado. Por supuesto, las reacciones a esos viajes no previstos, musicales © automovilisticos, sern diferentes segiin las diferentes personas y los diferentes tipos de personalidad, Algunos reaccionarén con puro pani- co («iEse Stravinsky esta volvigndome laco!») y otros con espiritu aventurero ante la emocién del descubrimiento («Coltrane esté ha- ciendo aqui una cosa rata, pero, qué demonios, no me hard ningén mal seguir oyendo un poco, soy perfectamente capaz de preservar mi yo arménico y de encontrar el camino de vuelta a la realidad musical si tengo que hacerlo»), Continuando Ia analogéa con los juegos, hay algunos con reglas tan complicadas que el individuo medio no tiene paciencia para aprenderlas. Las opciones de lo que puede pasar en cualquier mo- mento son demasiado numerosas e imprevisibles para que el novicio pueda considerarlas, Pero la incapacidad para prever qué pasaré a continuaci6n no siempre es una sefial de que un juego acabe teniendo interés si uno persiste en él el tiempo suficiente. Un juego puede tener una trayectoria completamente imprevista sin que importe el que tengas mucha practica en él: hay muchos juegos de mesa en que todo consis- teen tirar el dado y esperar a ver qué es lo que sale. Es lo que pasa por ejemplo con ka Oca. Los nifios disfrutan de la sensacién de sorpresa, pero a los adultos el juego puede resultarles tedioso porque, aunque nadie pueda prever exactamente lo que pasard (todo depende del azar de las tiradas de dados}, el resultado no tiene ninguna estructura y no puede influir ademés en el proceso la habilidad del jugador. La miisica que contiene demasiados cambios de acordes, 0 una es- tructura con la gue los oyentes no estén familiarizados, puede condu- cir a muchos de ellos directamente a la salida mas proxima, o al botén de «salto» de su equipo de miisica. Algunos juegos, como Go, Axiom 0 Zendo, resultan lo bastante complicados y opacos al novicio para que muchos renuncien antes de llegar muy lejos: la estructura oftece una curva de aprendizaje empinada, y el novicio no puede estar seguro de siel tiempo que ha de invertir merecerd la pena 0 no. Muchos tenemos la misma experiencia con miisica o con formas musicales con las que no estamos familiarizados. La gente puede explicarte que Schdnberg es brillante, 0 que Tricky es el préximo Prince, pers si no puedes hacerte idea de lo que esté pasando en el primer minuto 0 asf de una de sus pie- zas, quizés empiezes a preguntarte si los beneficios justificardn el es- fuerzo que dedicas a intentar aclararlo todo, Nos decimos que si lo escuchamos el niimero suficiente de veces, podremos empezar a enten- derlo y nos gustard tanto como les gusta a nuestros amigos. Sin em- bargo, recordamos otras ocasiones de nuestras vidas en las que inver- imos horas escuchando a un artista y nunca llegamos a ese punto en el que lo . El artista recorre la forma com- pleta de Ia cancién una vez; lo caracteristico son dos versos y el coro (conocido también como un . Sucede que yo creo que Pinker esta equivocado, pero dejaré que las pruebas hablen por si mismas. Dejadme que retroceda primero ciento cincuenta afios hasta Charles Darwin. Ese latiguillo que a la mayoria de nosotros nos ensefiaron en la escuela, «la supervivencia del mas apto» (propagada por desgracia por el filésofo briténico Herbert Spencer) simplifica demasiado la evolucién. La tcoria de la evolucién se apoya en varios supuestos. Primero, todos los atributos fenotfpicos del individuo (la apariencia, los atributos fisiolégicos y algunas con. ductas) estan codificados en los genes, que pasan de una generacién a {a siguiente. Los genes le dicen al cuerpo cémo hacer las proteinas, que generan nuestras caracteristicas fenotipicas. La accién de los genes es especifica de las células en las que reside; un gen determinado puede contener informacién que sea itil o no segiin la célula en cuestién: las células del ojo no necesitan desarrollar piel, por ejemplo. El genotipo (la secuencia particular de ADN) da origen al fenotipo (las caracteris- ticas fisicas particulares}. Asi que resumiendo: muchas de las formas en que difieren entre silos miembros de una especie estén codificadas en los genes, que se transmiten a través de la reproduccin, Bl segundo supuesto de la teorfa evolucionista es que existe entre nosotros cierta variabilidad genética natural. Tercero, cuando nos apareamos, el material genético se combina para formar un nucvo ser, ‘que tendré un cincuenta por ciento de material genético de cada pro- genitor. Finalmente, debido a errores esponténeos, se producen a veces confusiones o mutaciones que se pueden transmitir a la generacién si- guiente, Los genes que existen en ti hoy (con excepcién de un pequefio mi- mero que pueden haber mutado) son los que se reprodujeron con éxi- to en el pasado. Cada uno de nosotros es un vencedor en una carrera de armamentos genética; muchos genes que no consiguieron reprodu- cirse con éxito murieron, sin dejar descendientes. Todos los que hoy estén vivos tienen genes que ganaron una competicién genética a largo plazo y a gran escala. «Supervivencia del més apto» es una simplifica cidn exagerada porque conduce al punto de vista distorsionado de que Jos genes que confieren una ventaja de supervivencia en su organismo anfitrién son los que ganarén la carrera genética, Pero vivir una larga vida, aunque sea feliz y productiva, no es algo que se transmita en los genes. Un organismo necesita reproducirse para transmitir sus genes. El nombre del juego evolucionista es reproducirse a toda costa, y pro~ curar que los propios vastagos vivan para hacer lo mismo, y para que sus vastagos vivan lo suficiente para hacer lo mismo y asi sucesiva- mente, Si un organismo vive lo suficiente para reproducirse y sus véstagos son sanos y estan protegidos de modo que puedan hacer lo mismo, no hay ninguna razén evolutiva convincente para que el organismo viva mucho tiempo. Algunas especies de aves y de arafias mueren durante el aparcamiento sexual o después. Los afios posteriores al aparcamiento no confieren ninguna ventaja paca la supervivencia de los genes del or- ganismo, salvo gue éste sea capaz de utilizar ese tiempo para proteger a sus vastagos, asegurarles recursos o ayudarles a encontrar pareja. Ast pues, hay dos cosas que llevan a que los genes «triunfen»: 1) que el or- ganismo sea capaz de aparearse con éxito y transmita sus genes, y 2) que sus vstagos sean capaces de sobrevivir para hacer lo mismno. Darwin reconocié esta consecuencia de su teorfa de la seleccién na- tural y propuso la idea de la selecci6n sexual. Dado que un organismo debe reproducirse para transmitir sus genes, las cualidades que atrae- rn a la pareja deberian acabar codificadas en el genoma. Si una man- dibula cuadrada y unos biceps muy grandes son rasgos atractivos en un hombre (a ojos de sus parejas potenciales), los hombres con esos rasgos se reproducirén con més éxito que sus competidores de mandi- bula estrecha y brazos flacos. Los genes de la mandibula cuadrada y el biceps grande pasardn a ser por ello més abundantes. Los vastagos también necesitan que se les proteja de los elementos, de los predado. res, de la enfermedad, y que se les proporcionen alimentos y otros re- cursos para que puedan reproducirse. Asi pues, un gen que promucva esa conducta de colaboracién en la cria después de la c6pula podria también difundirse entre la poblacion, en 1a medida en que a la des- cendencia de aquellos que tienen ese gen de colaboracién en la cria les va mejor, como grupo, compitiendo por recursos y parejas. @Podria jugar la misica un papel en la seleccién sexual? Darwin Pensaba que si. En El origen del hombre dice: «Mi conclusion es que eliritmo y las notas musicales los adquirieron primero los progenite, res masculinos o femeninos de la humanidad con el fin de atraer +] Sex0 opuesto. Asi, las notas musicales pasaron a asociarse firmemen- te con algunas de las pasiones més fuertes que es capaz de sentir un animal, y que se usan en consecuencia de forma instintiva...». Al bue cat pareja, nuestro impulso innato es encontrar (consciente o incons- cientemente) alguien que sea biol6gica y sexualmente apto, alguien ue nos proporcione hijos que sea probable que sean sanos y capa. cs, para que puedan atraer a su vez.a otras parejas, La miisica pue- de indicar aptitud biolégica y sexual y servir para atracr al sexo opnesto. Darwin creia que la misica habja precedido al lenguaje como me- dio de cortejo, y la equiparaba a la cola del pavo real. En su teoria de la seleccidn sexual atribuy6 la aparicién de rasgos que no servian directamente a ningiin propésito de supervivencia a conseguir que el individuo resultase atractivo (y con ello sus genes). El psicélogo cog nitivo Geoffrey Miller ha relacionado esta idea con el papel que de. sempena la miisica en la sociedad contemporénea. Jimi Hendrix tuvo «relaciones sexuales con centenares de fans, mantuvo relaciones para. Jelas de larga duraci6n con dos mujeres al menos y engendrd al menos tes hijos, en los Estados Unidos, Alemania y Suecia. En condiciones ancestrales previas al control de la natalidad, habria engendrado mu. chos més», escribe Miller. Robert Plant, el cantante principal de Led Zeppelin, recuerda su experiencia en sus grandes giras de conciertos de los afios setenta:«Yo viajaba para amar. Siempre. Siguiese la ruta que siguiese, el coche se dirigia a una de las mas grandes experiencias se- xuales de mi vida». EI mimero de parejas sexuales de las estrellas de rock puede ser intos de veces mayor que el de un var6n normal, y en el caso de las sstrellas de rock mas destacadas, como Mike Jagger, la apatiencia fisi- :@ no parece tener importancia. Durante el cortejo sexual, los animales suelen publicitar Ja calidad le sus genes, su cuerpo y su mente con el fin de atraer a la mejor pate- 2 posible. Muchas conductas especificamente humanas (como la con. 268 el } versacién, la mtisica, la habilidad artistiea y el humor) deben haberse desarrollado a lo largo de la evolucién para publicitar sobre todo la in- teligencia durante el cortejo, Miller indica que en las condiciones que debieron de existir a lo largo de la mayor parte de nuestra historia evo- Jutiva, en que miisica y baile estaban completamente entrelazados, la habilidad para ambos debia de ser indicativa de aptitud sexual en dos frentes. Primero, cualquiera que fuese capaz de cantar y bailar estaba publicitando ante parejas potenciales su resistencia y su buena salud global, fisica y mental. En segundo lugar, todo el que se convirtiese en un experto o destacase en misica y danza estaba publicitando que te- nia alimento suficiente y un refugio lo bastante sélido para poder per- mitirse derrochar un tiempo valioso desatrollando una habilidad ab. solutamente innecesatia. Este es el argumento de la bella cola del pavo real: el tamafio de la cola esté correlacionado con la edad det animal, su salud y su buena condicién fisica general. La cola colorista indica que el saludable pavo real tiene metabolismo para desperdiciar, que es tan apto, tan equilibrado, tan sano en términos de recursos que tiene de sobra y puede dedicar una parte a algo que s6lo sirve para fines es- téticos y de exhibicién. En la sociedad contempordnea, vemos que sucede esto con la gen- te rica que construye casas suntuosas 0 conduce coches de cientos de miles de délares. El mensaje de la selecciéa natural es claro: eligeme, ‘Tengo tantos alimentos y tantos recursos que puedo permitirme derro- charlos en esos articulos de lujo. No es ninguna casualidad que mu- chos hombres que viven en el nivel de pobreza o cerca de él en Estados Unidos se compren Cadillacs y Lincolns viejos, unos vehiculos de esta- tus elevado que no son pricticos pero que indican inconscientemente Ja aptitud sexual de su propictario, Esto puede considerarse también el bling, la tendencia de los hombres a Hevar joyas ostentosas. Que esa ansia y esa adquisicién de coches y de joyas alcance st punto culmi- nante en los hombres durante la adolescencia, cuando mayor es su po- tencia sexual, apoya la teoria, Hacer miisica, dado que exige una serie de habilidades fisicas y mentales, seria un desplicgue claro de salud, y tener tiempo para desarrollar esa habilidad musical, se argumenta, in- dicaria abundancia de recursos. En la sociedad contempordnea, el interés por la miisica aleanza también su punto culminante durante la adolescencia, lo que subraya mas los aspectos de seleccién sexual de la mtisica. Hay muchos mas jé- venes de diecinueve afios formando bandas ¢ intentando introducirse en mifsica nueva que hombres de cuarenta, aunque los de cuarenta ha- yan tenido mas tiempo para desarrollar su habilidad musical y sus pre- ferencias. «La musica se desarroll6 evolutivamente y sigue funcionan- do como un despliegue del cortejo, que exhiben sobre todo los machos j6venes para atraer a las hembras», argumenta Miller La misica como exhibicién de aptitnd sexual no es una idea tan descabellada si tenemos en cuenta la forma que adoptaba la caza en al- gunas sociedades de cazadores-recolectores. Algunos protohumanos confiaban para la caza en Ia persistencia: arrojar lanzas, piedras y otros proyectiles contra su presa y luego perseguirla durante horas has- ta que se desplomaba por las heridas y el agotamiento. Si el baile en las antiguas sociedades de cazadores-recolectores se parecia a lo que ob- secvamos en las contemporaneas, se prolongaba caracteristicamente muchas horas y exigia por ello un gran esfuerzo aerdbico. Como exhi- bicién de la aptitud de un varén para participar en una caceria o diri- girla, ese baile tribal seria un magnifico indicador. La mayoria de los bailes tribales incluyen alzar mucho los pies, pisar fuerte y saltar utili- zando los misculos més grandes y mas vidos de energia del cuerpo. Hoy sabemos que muchas enfermedades mentales minan la habilidad pata bailar o para moverse ritmicamente (la esquizofrenia y el Parkin- son, por nombrar sélo dos), y asf el tipo de miisica y baile ritmicos que hha caracterizado a la mayor parte de la miisica a lo largo de los siglos sirve como garantia de aptitud fisica y mental, ¢ incluso quiz4 como garantia de habilidad y aplicacién (porque, como vimos en el capitulo 7> para ser un experto hace falta un tipo determinado de concentracién, mental). Otra posibilidad es que fa evolucién seleccionase la creatividad en general como un indicador de aptitud sexual. La improvisacién y lo novedoso en una sesién conjunta de misica y danza indicarfa la flexi- bilidad cognitiva del bailarin, mostrando su potencial para la astucia y Ja estrategia en la caza. La riqueza material de un pretendiente mascu: lino ha sido considerada desde hace mucho tiempo uno de los atracti- vos més convincentes para las mujeres, que suponen que aumentaré la probabilidad de que sus hijos dispongan de proteccién, cobijo y ali- mento abundantes. (Los ricos pueden conseguir més protecci6n por- que pueden solicitar el apoyo de otros miembros de la comunidad a cambio de alimentos o de muestras simbélicas de riqueza como las jo- s 0 el dinero.) Si la riqueza fuese lo decisivo en el juego del cortejo, la mésica parecerfa relativamente intrascendente. Pero Miller y su co- lega Martie Haselton, de la Universidad de California, en Los Angeles, han demostrado que la creatividad derrota a la riqueza, al menos en las hembras hunnanas. Su hipétesis es que mientras que la riqueza predice que tendremos un buen papé (para la crianza de los nifios), la creativi- dad predice mejor quién proporcionaré los mejores genes (para engen- drar hijos) En un inteligente estudio, se pregunté a mujeres en diversas etapas de su ciclo menstrual (unas durante su punto culminante de fertilidad, otras en el punto minimo y otras en un punto intermedio) que valora- sen ol atractivo de parejas potenciales basdndose en viiietas escritas que describian a varones ficticios. Una viieta tipica describia a un hombre que era un artista, y que mostraba una gran inteligencia crea- dora en su trabajo, pero que era pobre debido a la mala suerte. Una vi- ficta alternativa describia a un hombre que tenfa una inteligencia crea- dora media, pero que era rico debido a fa buena suerte. Todas las vifietas estaban disefiadas para dejar claro que la ercatividad de cada hombre estaba en funcién de sus rasgos y atributos (y era por tanto en- dégena, genética y heredable) mientras la situacién econ6mica de cada hombre era mayoritariamente accidental (y por tanto exégena y no he- redable). Los resultados mostraron que cuando las mujeres estaban en el punto culminante de su fertilidad, preferfan al artista creativo pero po- bre en vez. del hombre rico pero no creativo como pareja a corto plazo, © en un breve intercambio sexual, En otros perfodos de su ciclo las mu- jeres no mostraban esas preferencias. Es importante tenet en cuenta que las preferencias estan en gran medida incorporadas y no son facil- mente dominables a través de cogniciones conscientes; el hecho de que Jas mujeres puedan hoy evitar el embarazo mediante un método de control de la natalidad casi infalible es algo demasiado reciente en nuestra especie como para que pueda influir en las preferencias inna tas. Los hombres (y las mujeres) que podrian ser los mejores cuidado- res no son necesariamente los que pueden aportar los mejores genes para los vastagos potenciales. La gente no siempre se casa con aquellos candidatos que les atraen més sexualmente, y el cincuenta por ciento de las personas de ambos sexos afirman que tienen aventuras extra- maritales. Son muchas més las mujeres que quieren acostarse con e5- trellas de rock y atletas que las que quieren casarse con ellos. En suma, Jos mejores padres (en el sentido biol6gico) no siempre son los mejores papas (para la crianza de los nifios). Esto puede explicar por qué, se- gain un reciente estudio europeo, el diez por ciento de las madres dice que sus hijos estaban siendo criados por hombres que crefan falsamen- te que los nifios eran suyos. Aunque hoy Ia reproduccién pueda no ser el motivo, es dificil separar nuestras preferencias innatas, derivadas del proceso evolutivo en la elecci6n de pareja para el apareamiento, de ‘nuestros gustos en cuanto a pareja sexual social y culturalmente con- dicionados. Para el musicdlogo David Huron, de Ohio State, Ia cuestién clave para la base evolutiva es qué ventaja podria atribuirse a individuos que exhiben conductas musicales, frente a aquellos que no lo hacen. Si la miisica es una conducta anémala optativa en la que sélo se busca el placer (el argumento de la tarta de queso auditiva) seria légico pensar que no habria durado mucho en la historia de la evoluci6n. «Los con- sumidores de heroina —escribe Huron— tienden a descuidar su salud y es sabido que tienen elevados indices de mottalidad, Ademés, no son buenos padres; tienden a despreocuparse de sus hijos» Que uno no cuide de la salud propia y la salud de sus hijos es un medio infalible de reducir la probabilidad de que los propios genes pasen a las generacio- ‘nes futuras. En primer lugar, si la misica fuese no adaptativa, los amantes de la miisica deberian hallarse en cierta desventaja evolutiva 0 de supervivencia. En segundo lugar, la misica no deberia haber dura- do mucho tiempo. Es improbable que cualquier actividad con un valor adaptativo pequeiio se practique durante mucho tiempo en la historia de la especie, o que ocupe una porcién sigaificativa del tiempo y de las energias de un individuo. Todas las pruebas de que disponemos nos indican que la miisica no puede ser s6lo tarta de queso auditiva; ha acompaiiado durante mu chisimo tiempo a la especie. Los instrumentos musicales figuran entre Jos artefactos més antiguos fabricados por el hombre que se han en- contrado, La flauta de hueso eslovenia, fechada hace cincuenta mil afios, hecha con el femur de un oso europeo ya extinto, es un excelen- te ejemplo, La miisica precede a Ia agricultura en la historia de la espe- ie. Podemos decir, como minimo, que no hay ninguna prueba tangi- ble de que el lenguaje precediese a la miisica. De hecho, las pruebas materiales sugieren lo contrario. La misica es sin duda alguna més an- tigua que esa flauta de hueso de hace cincuenta mil aiios, porque no es verosimil que las flautas fuesen los primeros instruments. Bs probable que diversos instrumentos de percusién, entre los que se incluyen los tambores, las maracas y las sonajas, se utilizasen miles de afios antes que las flautas: lo comprobamos en las sociedades contempordneas de cazadores-recolectores y en las descripciones de los invasores europeos que informaron de lo que encontraron en las culturas americanas nati- ‘vas. Bl registro arqueol6gico muestra una presencia ininterrumpida de creacién de miisica en todas las zonas en las que encontramos huma- ros, y en todas las épocas. Y, por supuesto, también el canto precedié probablemente a las flautas. Repitiendo el principio sumario de la biologia evolutiva: «Las mu- taciones genéticas que aumentan la probabilidad de que uno viva fo su- ficiente para reproducirse se convierten en adaptaciones». Segtin los ‘mejores célculos hace falta un minimo de cincuenta mil afios para que aparezca en el genoma humano una adaptacién, A esto se le llama lap- s0 evolutivo: e!lapso temporal entre la primera aparicién de una adap- tacién en una pequefia proporcién de individuos y el momento en que pasa a distribuicse ampliamente en la poblacion. Cuando los genetistas conductistas y los psicélogos evolucionistas buscan una explicacién evolutiva a nuestras conductas © nuestra apariencia, consideran qué problema evolutivo se estaba intentando resolver con la adaptacién en cuestién, Pero debido al lapso evolutivo, la adaptacién en cuestién ha- bria si 1 a esas condiciones tal como eran cincuenta mil afios atrés, no como son hoy. Nuestros ancestros cazadores-recolecto- res tenfan un estilo de vida muy diferente al de cualquiera que esté Je- yendo este libro, con presiones y prioridades diferentes. Muchos de los problemas a los que nos enfrentamos hoy (canceres, enfermedades car- jo una reacei diacas, tal ver incluso la elevada tasa de divorcios) han venido a ator- mentarnos pozque nuestros cuerpos y nuestros cerebros estaban dive, fiados para manejar la vida de la forma que era para nosotros hace cin. cuenta mil aitos. Dentro de cincuenta mil afios, en 52006 (milenio ma: © menos), nuestra especie tal vex haya evolucionado por fin para ma. nejar la vida tal como es ahora, con ciudades superpobladas, contami, nacién del aire y del agua, videojuegos, poliéster, donuts glaseados un gran desequilibrio mundial en la distribucién de recursos, Podemen desarrollar evolutivamente mecanismos mentales que nos permitan yi vir unos al lado de otros sin sentir una pérdida de intimidad, y meca, nismos fisiol6gicos para procesar monéxido de carbono, desechos ra, diactivos y azticar refinado, y podemos aprender a utilizar recursos que hoy son inutilizables. Cuando preguntamos por la base evolutiva de la miisica, no sirve de nada pensar en Britney o en Bach. Tenemos que pensar en cémo era la miisica hace unos cincuenta mil afios. Los instrumentos recuperados en los yacimientos arqueol6gicos pueden ayudarnos a entender lo que utilizaban nuestros ancestros para hacer misica, y qué tipos de melo, dias escuchaban, Las pinturas de las euevas, sobre cerémica de gres otros restos histéricos pueden explicarnos algo del papel que tenia ly miisica en la vida cotidiana. Podemos estudiar también sociedades contempordneas que han estado aisladas de la civilizacién tal como la conocemos, grupos de gentes que viven como cazadores-recolectores 4ue se han mantenido invariables durante miles de afios. Un deseubry, miento sorprendente es que en todas las sociedades de las que tenemos noticia, la misica y Ja danza son inseparables. Los argumentos contra la misica como una adaptacién la conside- ran s6lo un sonido desencarnado y, ademas, algo interpretado por una slase experta para un publico, Pero la miisica se ha convertido en una actividad de espectador s6lo en los iltimos quinientos afios: la idea de an concierto musical en el que una cl e de «expertosn a ana audiencia apreciativa ce algo completamente dessononde slong 30 de nuestra historia como especie. Y sélo en los iltimos cien afios se xan minimizado los vinculos entre el sonido musical y el movimiento sumano. Pl caracter de la miisica como algo vinculado al cuerpo, elca- ‘cter indivisible de movimiento y sonido, escribe el antropélogo John | | ' Blacking, caracteriza a la misica a través de las culturas y a través de las épocas. La mayoria de nosotros nos quedariamos estupefactos si os miembros del piblico de un concierto sinfénico se levantaran de sus sillas y empezaran a batir palmas, a gritar, a armar jaleo y a bailar, como es de rigor en un concierto de James Brown. Pero la reaccién a James Brown esta sin duda alguna mds préxima a muestra verdadera nnaturaleza, Esa reaccién de escuchar de forma respetuosa, en Ja que la mtsica se ha convertido en una experiencia absolutamente cerebral (hasta las emociones de la musica han de sentirse, en la tradicién clasi ca, interiormente y no deben causar ningiin arrebato fisico) es contra~ tia a nuestra historia evolutiva. Los nifios muestran 2 menudo la reac cién que se corresponde con nuestra auténtica naturaleza: se mueven y gritan y participan en general cuando sienten ganas de hacerlo, incluso en conciertos de misica clésica. Hay que educarles para que se com- porten «civilizadamente>. Cuando una conducta 0 un rasgo est4 ampliamente distribuido en- tre los miembros de una especie, consideramos que esté codificado en el genoma (de forma independiente de si fue una adaptacién o una en- juita). Blacking dice que la distribucién universal de la habilidad para hhacer miisica en las sociedades africanas parece indicar que sla habili- dad musical es] una caracteristica general de la especie humana, més que un raro talento». Més importante atin, Cross escribe que «la habi- lidad musical no se puede definir s6lo en términos de competencia pro- ductiva»s casi todos los miembros de nuestra sociedad son capaces de escuchar miisica y por tanto de entenderla. [parte de esos factores sobre la ubicuidad, la historia y la anatomia de la miisica, es importante comprender c6mo y por qué se selecciond Ja misica, Darwin propuso la hipétesis de la seleccién sexual, que ha sido expuesta més recientemente por Miller y otros. Se han alegado también posibilidades adicionales. Una ¢s la vinculacion y cohesién so- cial, Interpretar misica de forma colectiva puede fomentar conexiones sociales: los humanos son animales sociales y la mésica puede haber servido historicamente para fomentar sentimientos de unidad y sincro- nia del grupo y haber sido un ejercicio para otros actos sociales como las conductas de turnarse para hablar. Cantar alrededor del antiguo fuego de campamento podria haber sido un medio de mantenerse des: pierto, de protegerse de los predadores y de desarrollar coordinacién social y cooperacién dentro del grupo. Los humanos necesitan vincu- los sociales para hacer funcionar la sociedad, y la miisica es uno de allos. Una via intrigante de investigacién a partir de la mésica como me- dio de vinculacién social es la relacionada con mi trabajo junto a Ur- sla Bellugi con afectados por trastornos mentales como el sindrome de Williams (SW) y por los trastornos del espectro del autismo (ASD, segiin sus siglas en inglés). Como vimos en el capitulo 6, el sindrome de Williams tiene origen genético y provoca un desarrollo cognitive y neuronal anormal, que tiene como consecuencia una discapacidad in- telectual. A pesar de su discapacidad mental general, los afectados por clsindrome de Williams son may sensibles a la mtsica y muy sociables, Contrastan con ellos los que padecen trastornos del espectro del autismo, muchos de los cuales sufren también discapacidad intelectual, Sigue siendo un tema controvertido silos trastomnos de este género tie- nen 0 no una base genética. Un indicador de los trastornos del espec- ‘tro del autismo es la incapacidad para identificarse con los demés, para entender las cmociones o la comunicacién emotiva, sobre todo las emociones de los otros. Los que los padecen sin duda se pueden mos- trar furiosos y alterados, no son robots. Pero su capacidad para «leer» las emociones de los demds esta significativamente perturbada, lo que se extiende de forma caracteristica a una incapacidad total para apre- ciar las cualidades estéticas del arte y de la mtisica, Aunque algunas personas con trastornos del espectro de autismo interpretan miisica y algunas han llegado a un alto nivel de pericia técnica, la miisica no les conmueve emotivamente, Las pruebas preliminares y sobre todo anec- déticas indican mas bien que lo que les atrac es la estructura de la mie sica. Temple Grandin, una profesora que es autista, ha escrito que la miésica le parece bonita» pero que en general, simplemente «no la capta> y no entiende por qué la gente reacciona con ella como lo hace. El sindrome de Williams y los trastornos del espectro del autismo son dos sindromes complementarios, Por una patte tenemos una po- blacién que es sumamente sociable, gregaria y muy musical. Por la otra, una poblacién antisocial y poco musical. El supuesto vinculo en- tre miisica y cohesién social lo refuerzan casos complementarios como | | | éstos, lo que los neurocientificos llaman una doble disociaci6n. El ar- gumento es que tiene que haber un conjunto de genes que influye tan- to en la extroversién como en la musicalidad. Si esto fuese cierto, po- defa esperarse que las desviaciones en una habilidad coincidieran con desviaciones en la otra, como vemos en el sindrome de Williams y los desérdenes del espectro del autismo. Los cerebtos de los afectados por el sindrome de Williams y por los desérdenes del espectro del autismo revelan también, como podria s- perarse, discapacidades complementarias. Allan Reiss ha demostrado que el neocerebelo, la parte més reciente del cerebelo, es mayor de lo normal en las personas con sindrome de Williams y mas pequefio de Jo normal en las que padecen trastornos del espectro del autismo. Esto no es sorprendente, si tenemos en cuenta lo que ya sabemos sobre el importante papel que juega el cerebelo en la cognicién musical. Parece haber alguna anormalidad genética todavia no identificada que causa, directa o indirectamente, la dismorfologéa neuronal del sindrome de Williams, y saponemos que también la de los teastornos del espectro del autismo. Esto conduce, a su vez, a un desarrollo anormal de Jas con- ductas musicales, que en un caso se potencian y en el otro se reducen. Debido al caracter complejo e interactivo de los genes, es seguro que hay otras correlaciones genéticas de la sociabilidad y la musicali- dad que van més alld del cerebelo, La genetista Julie Korenberg ha pro- puesto la existencia de un conjunto de genes relacionados con la ex- troversién o la introversién, y que los afectados por el sindrome de Williams carecerfan de algunos de los genes inhibidores normales que tenemos todos los demas, lo que harfa sus conductas musicales mas de- sinhibidas; durante toda una década en informes aneedéticos basados en relatos en el noticiario 60 Minutes de la CBS, en una pelicula na- ttada por Oliver Sacks sobre Williams y en una gran cantidad de arti- culos de prensa, se ha asegurado que las personas que padecen el sin- drome de Williams se vinculan més a la misica, y estén mas inmersos cen ella que la mayorfa de la gente. Mi propio laboratorio ha aportado pruebas neuronales sobre este hecho. Hicimos escdners cerebrales a afectados por el sindrome de Williams después de que oyesen mtisica y descubrimos que estaban utilizando un conjunto de estructuras neura- Jes muchisimo mayor que el que usan todos los demas, La activacién de la amigdala y del cerebelo (Ios centros emotivos del cerebro) era sig- nificativamente més fuerte que en las personas sin sindrome. Habia dondequiera que mirébamos una activacién neuronal més intensa y més ampliamente difundida, Sus cerebros zumbaban. Un tercer argumento en favor de la primacia de la misica en la evolu- cién humana (y protohumana) es que la miisica se desarroll6 evoluti- vamente porque fomentaba el desarrollo cognitivo, La musica pudo ser la actividad que prepard a nuestros ancestros prehumanos para la comunicaci6n verbal y para la propia flexibilidad cognitiva y de repre- sentacién necesaria para convertirse en humanos. El canto y las acti- vidades instramentales podrian haber ayudado a nuestra especie a perfeccionar habilidades motrices, preparando el camino para el desa- rollo del control muscular exquisitamente delicado que se necesita para el lenguaje vocal o de sefias. Como la miisica es una actividad compleja, Trehub opina que puede ayudar a preparar al nifio de pecho, en proceso de desarrollo, para su vida mental futura, Comparte mu- chos de los rasgos del lenguaje y puede establecer un medio de «prac- ticar» la percepcién del lenguaje en un marco diferenciado. Ningtin ser humano ha aprendido nunca el lenguaje por memorizacién. Los bebés no se limitan a memorizar cada palabra y cada frase que han ofdo; aprenden més bien reglas y las aplican para la percepciGn y la genera- cién de nuevo lenguaje. Hay dos pruebas de lo anterior, una empirica y otra légica. La prueba empirica procede de lo que los lingiiistas lla- man sobreextensién: los nifios que estén aprendiendo las reglas del len- ‘guaje las aplican a menudo de forma l6gica pero incorrecta. Donde se ‘ye més claro esto es en el caso de la conjugacién los verbos irregulares, Elcerebro en desarrollo se apresta a establecer nuevas conexiones neu ronales y a podar otras viejas que ya no son iitiles 0 no son exactas, y su misién es asentar las reglas en la medida de lo posible. Por eso of- mos a los nifios pequefios decir «No lo he hacido», en ver de «No lo he hecho». Estén aplicando una regla Logica: en la mayotfa de los ver- bos cuyo infinitive termina en er el participio termina en ido: nacerlnacido, beber/bebido, tejer/tejido. Una aplicacién razonable de la regla conduce a sobreextensiones como esa. De hecho, es mas pro- i | | able que cometan estos errores los nifios més inteligentes y que los co- ‘metan antes en el curso de su desarrollo, porque tienen un sistema ge- nerador de reglas més perfeccionado. Como son muchisimos los nifios, que cometen esos ertores lingtifsticos y pocos los adultos que Lo hacen, el hecho demuestra que los nifios no estén simplemente remedando lo que oyen, sino que sus cerebros estan desarrollando teorias y reglas so- bre lenguaje que ellos luego aplican. La segunda prueba de que los nifios no se limitan a memorizar el Ienguaje es légica: todos nosotros decimos frases que no hemos ofdo munca, Podemos formar un niimero infinito de frases para expresar pensamientos e ideas que no hemos expresado antes ni hemos ofdo ex- presat: es decir, el lenguaje es generativo. Los nifios deben aprender las reglas gramaticales generando frases tinicas para convertirse en ha- blantes comperentes de su idioma, Un ejemplo trivial de que el mime- ro de frases del lenguaje humano es infinito es que a cada frase que me digas, siempre puedo afiadirle al principio «no creo» y hacer una frase nueva. «Me gusta la cerveza» se convierte en «no creo que me guste la cerveza». «Mary dice que le gusta la cerveza» se convierte en «no creo que Mary diga que le gusta la cerveza», Hasta «no creo que Mary diga que le gusta la cerveza» se convierte en «no creo que no crea que Mary diga que le gusta la cervera», Aunque una frase como ésta es torpe, eso no altera el hecho de que expresa una nueva idea. Al ser el lenguaje ge~ nerativo, los nifios no pueden aprenderlo de memoria. La mésica tam- bién es generativa, A cada frase musical que oigo, siempre puedo afia- dirle una nota al principio, al final o en medio y generar una frase musical nueva. Cosmides y Tooby sostienen que la funcién de la miisica en el nifio en desarrollo es ayudar a preparar su mente para una serie de activi- dades sociales y cognitivas complejas, ejercitando el cerebro de mane- ra que esté preparado para las exigencias que le plantean el lenguaje y Ja interaccin social. El hecho de que la miisica carezca de referentes especificos la convierte en un sistema simbélico seguro para expresar estados de 4nimo y sentimientos sin que haya confrontacién. El proce- samiento de la musica ayuda a los nifios pequefios a prepararse para el Jenguaje; debe disponer el camino para la prosodia lingifstica, antes incluso de que el cerebro en desarrollo del nifio esté en condiciones de procesar la fonética. El desarrollo de la mésica opera como una forma de juego, un ejercicio que invoca procesos integradores de nivel mas elevado que alimentan la competencia exploratoria, preparando al nifio para explorar cuando Hegue el momento el desarrollo de lengua- je gencrativo a través del balbuceo y finalmente de manifestaciones lin- silisticas y paralingiisticas mas complejas. Las interac ones madre-nifio que incluyen la miisica casi siempre enttafian canto y movimiento ritmico, como cuando la madre acuna al bebé o lo acaticia. Esto parece ser comiin a todas Jas culturas. Duran- te mas o menos los primeros scis meses de vida, como mostré en el ca- pitulo 7, el cerebro del nifio es incapaz de distinguir con claridad la fuente de las impresiones sensoriales; la visi6a, el oido y el tacto se mezclan en una representacién perceptiva unitatia, Las regiones del cerebro que acaban convittiéndose en el cértex auditivo, el cértex sensorial y el c6rtex visual estan indiferenciadas funcionalmente y las impresiones que reciben los diversos receptores sensoriales deben co- nectarse a muchas partes distintas del cerebro, hasta que se produzca Ja poda en una época posterior de la vida, Segiin la descripcién de Si- mon Baron-Cohen, el nifio, con toda esta charla sensorial cruzada, vive en un estado de pleno esplendor psicodélico (sin la ayuda de drogas). Cross reconoce de forma explicita que en lo que la misica se ha con- vertido hoy con la influencia de la época y de la cultura, no es necesa- riamente lo que era hace cincuenta mil afios, ni deberia esperarse que lo fuese. Pero un anélisis del caracter de la mtisica antigua explica por qué a tantos nos conmueve literalmente el ritmo; segiin casi todas las referencias la mtisica de nuestros remotos ancestros era muy rftmica El ritmo agita el cucrpo. La tonalidad y la melodia agitan el cerebro. ‘La agrupacién de ritmo y melodia tiende un puente entre el cerebelo (el control motriz, el pequetio cerebro primitivo) y el cértex central (la parte més evolucionada y més humana del cerebro). Asi es como el Bo- lero de Ravel, «Koko» de Charlie Parker o «Honky Tonk Women» de los Rolling Stones nos inspiran y nos conmueven, tanto metaférica como fisicamente, con exquisitas uniones de compas y espacio melédi- co. Por eso el rock, el heavy metal y el hip-hop son los géneros musi- cales més populares del mundo, y lo han sido durante los iltimos vein- | te aiios, Mitch Miller, el cazatalentos jefe de Columbia Records, dijo cen una frase célebre que el rock and roll era una moda que pronto mo- riria, Hoy, en 2006, no hay indicio alguno de que su popularidad dis- minuya. Ya no se compone miisica clésica, tal como la mayorfa de no- sotros la concebimos (es decir, desde 1575 a 1959, desde Monteverdi a Bach a Stravinsky, Rachmaninoff y demas). Los compositores con- temporaneos de Ios conservatorios de miisica no componen ya ese tipo de misica como norma, sino que escriben mas bien lo que muchos de- nominan mtisica de arte del siglo x (ahora del siglo x1). Y tenemos asia Philip Glass y John Cage y compositores ms recientes y menos conocidos cuya miisica raras veces interpretan nuestras orquestas sin- f6nicas, Cuando Copeland y Bernstein componian, las orquestas inter- pretaban sus obras y el piiblico las disfrutaba. Esto ha ido sucediendo cada vez menos en los tiltimos cuarenta afios. La miisica «clasica» con- ‘temporénea se practica primordialmente en las universidades; no la es- cucha casi nadie; deconstruye la armonia, la melodia y el ritmo, ha- cigndolos casi irreconocibles; es un ejercicio puramente intelectual y, salvo alguna rara compaiiia de ballet de vanguardia, tampoco la baila nadie. Un cuarto argumento en apoyo de la miisica como adaptacién nos lo aportan otras especies. Si podemos demostrar que otras especies uti- lizan la mésica con fines similares, tal hecho constituye un firme argu- mento evolutivo. Pero es especialmente importante no antcopomorfizar conductas animales, interpretindolas sélo desde nuestra perspectiva cultural. Lo que a nosotros nos suena como mésica 0 como una can- ciGn puede tener para los animales una funcién muy diferente de la que tiene para nosotros. Cuando vemos que un perro se echa a rodar en la hierba fresca en verano, con una cara de satisfacci6n perruna, pensa- mos: «Qué contento esta Spike», Estamos interpretando su conducta de acuerdo con lo que sabemos de nuestra especie, sin pararnos a con- siderar que podria significar algo distinto para Spike y para la suya. Los nifios humanos se echan a rodar en la hierba, dan volteretas y ha- cen cabriolas cuando estan contentos. Los perros se echan a rodar en la hierba cuando descubren en ella un olor particularmente acre, con referencia de un animal que haya muerto hace poco, y cubren su piel con ese olor para que los otros perros piensen que son unos magnificos cazadores. El canto de un pajaro puede parecernos asimismo may ale- ‘te, pero puede que el cantor no se propusiese dar esa impresi6n ni sea asi como lo interpreta el pajaro que lo escuche. Sin embargo, de todas las llamadas de otras especies, el canto de los péjaros ocupa una posicién especial debido a lo que nos sobrecoge ¢ intriga. ¢Quién no ha ofdo el canto de un pajaro una maiiana de pri. mavera y le ha parecido cautivadora su belleza, sti melodia, su estruc. tura? Aristételes y Mozart figuran entre los que sintieron esa sensa-

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