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LA ALABANZA EXCELENTE

El Salmo 149:6 es uno de los versículos de la Biblia que contiene una referencia a la
exaltación, la cual creo que tiene por lo menos tres significados.

La mayoría de los creyentes experimentan tiempos cuando la alabanza asciende, y su


corazón se eleva en acciones de gracias y alabanza a Dios; y pronto la alabanza llega a
un nivel alto de intensidad. Hay niveles de alabanza, y la exaltación es su nivel más
intenso.

Hay que recordar que los creyentes no son los únicos que ofrecen alabanzas y adoración
al Señor. En este momento, alrededor del trono en los cielos, los querubines y serafines,
ángeles y criaturas, y los santos de todas las edades levantan la voz para cantar a la
santidad de Dios. La exaltación se refiere a la alabanza que tiene lugar en el cielo ahora
mismo, y asciende al Padre delante del trono. Creo que es posible que los creyentes,
aquí abajo, participen en el presente en esa exaltación de Dios. El espíritu del creyente
escucha y puede discernir la canción que se canta alrededor del trono. Cuando el santo,
santo, santo resuena en el cielo, el coro terrenal puede unirse al celestial y cantar lo
mismo. Se puede tener un coro antifonal de dos partes: el coro celestial canta
alabanzas al Cordero, y el terrenal responde con cantos de alabanza. Ojalá que todas
las iglesias tengan esa exaltación hoy día, “como en el cielo, así también en la tierra”.

Aquí se pone el enfoque en un tipo o nivel de alabanza que asciende a los lugares
celestiales y hace la guerra por los creyentes. Todos saben que hay fuerzas espirituales
de maldad que habitan los lugares celestiales. Daniel aprendió eso de manera clara en
una ocasión mientras oraba. Un "hombre” se le apareció en visión. Según su
descripción, tal vez fue el Señor, aunque el texto no lo declara así. Después que Daniel
oró, el hombre fue enviado a Daniel con la respuesta a su oración pero lo detuvo por
veintiún días el príncipe malo del reino persa. Miguel, uno de los arcángeles del cielo,
fue enviado a ayudarle al hombre en su combate contra el príncipe de Persia, y debido a
su pelea unida, el hombre pudo romper la barrera espiritual y llevarle a Daniel la
respuesta (Daniel 10). Las Escrituras aclaran que los poderes de maldad revolotean
sobre las naciones, las ciudades, las familias y los individuos. Se pueden combatir esas
fuerzas con varias formas de lucha espiritual. En el ejemplo, Daniel oró hasta lograr la
victoria; pero el Señor ha dado a su Iglesia otro instrumento precioso de combate que es
la exaltación de Dios. El Salmo 149:6 relaciona esa exaltación con “espadas de dos
filos” o sea la Palabra de Dios. Hay una hermosa relación entre el canto de las
alabanzas a Dios y la predicación de la Palabra. La alabanza a Dios acompañada del
mensaje fresco y enérgico de la Palabra de Dios produce una combinación invencible.
Las iglesias que se mueven en estas dos dimensiones de ministerio prosperan y crecen,
y nada las detendrá.

El Salmo 149:7 dice: Para ejecutar venganza entre las naciones, y castigo entre los
pueblos. Hay que entender este versículo según la perspectiva del NT porque Dios no
responde usualmente a la alabanza derramando su ira y juicio sobre los paganos. En el
sentido del NT Dios parece decir: "Hay una herencia para la Iglesia en las naciones,
pero todavía no se ha reclamado. Avanza y ata los poderes satánicos que ciegan el
corazón del hombre, y reclama para el reino esa parte del cuerpo de Cristo que falta por
conquistar.
Como se ve, el mayor impacto de la lucha por medio de la alabanza es evangelístíco. El
corazón de Dios se duele por los perdidos, y quiere que los creyentes tomen parte en la
acción.

La alabanza funciona como instrumento de evangelización en el NT. El día de


Pentecostés, los judíos temerosos de Dios, venidos de muchas naciones a Jerusalén,
oyeron a los cristianos hablando en lenguas desconocidas, habla[ndo] ... las maravillas
de Dios, es decir, alabando a Dios en otras lenguas. Corno resultado de oír esa
exaltación de Dios, seguida del sermón de Pedro (la espada de dos filos), unas tres mil
personas vinieron a Cristo aquel día. Como es característico de la alabanza, hubo dos
reacciones en esa ocasión: asombro y burla (Hechos 2:12-13). Dios no pide que el
creyente se preocupe por las reacciones humanas, sino que cante para exaltarlo y declare
su Palabra; la cosecha le pertenece a Él.

Dios da los instrumentos y la oportunidad para que los creyentes participen, pues desata
la convicción y el arrepentimiento cuando ellos alaban. La Iglesia tiene una herencia sin
reclamar en las naciones. Hay que poner en alto el estandarte de la alabanza y, mediante
la fe, presenciar la divulgación de la palabra y el poder de Dios en toda la tierra, hasta
que el cuerpo de Cristo esté lleno y completo.

"Cada golpe de la vara justiciera que asiente Jehová sobre él, será con panderos y con
arpas; y en batalla tumultuoso peleará contra ellos" (Isaías 30:32). Esta es una actividad
en la que han de participar los instrumentistas. Saquen la pandereta y la guitarra. Que el
pianista se siente a tocar, y el tambor tome su lugar, pues es hora de salir al combate. Es
el momento de guiar al pueblo de Dios en la exaltación para declarar que el Señor es
victorioso en toda la tierra.

Dios quiere castigar el reino de las tinieblas rescatando de mano de Satanás a muchas
almas que ahora están destinadas a la destrucción. Cuando se arrebata a un alma de las
tinieblas y se la lleva al reino de Dios, se le da un golpe mortal al pecado, se frustran los
planes de Satanás, se da muerte a la naturaleza carnal, y surge un santo recién nacido. Si
la intercesión por el esposo que no es salvo, por muchos años la ha fatigado en la
batalla, deje de luchar y comience a alabar a Dios. La alabanza, el regocijo y la
confesión de la soberanía de Dios permiten la lucha del Señor, y lo que no se consiguió
en años puede ocurrir en sólo cuestión de meses o semanas.

Isaías declaró: Destruirá en este monte la cubierta con que están cubiertos todos los
pueblos, y el velo que envuelve a todas las naciones (Isaías 25:7). Se refería al monte de
Sión que era famoso como lugar de alabanza. El tabernáculo de Moisés se conocía
como lugar de sacrificios, pero el de David (monte de Sión) como lugar de canto,
música y alabanza. En ese monte de alabanza, el Señor destruirá la cobija de tinieblas
que cubre ciudades y familias enteras. Muchas veces se testifica a personas que no
muestran ninguna reacción. Tales personas no entienden lo que se les dice porque
Satanás les ha cegado la mente para que no puedan recibir la verdad de la Palabra de
Dios, aunque quisieran. No obstante, la alabanza rompe esa barrera.

Unos jóvenes que habían participado en un programa evangelístíco mundial llamado


Juventud con una Misión me contaron que habían tenido ocasiones cuando su
evangelización personal parecía chocar con un muro de cemento. Entonces sacaban las
guitarras y comenzaban a cantar alabanzas a Dios donde estuvieran.
Los muros espirituales se derrumbaban, y testificaban con éxito en esa localidad. La
alabanza es un arma maravillosa porque Dios ha ordenado que por medio de su Iglesia
(el monte de Sión) que lo exalta. Él va a romper las barreras espirituales que cubren las
naciones.

Así Jehová de los ejércitos descenderá a pelear sobre el monte de Sión, y sobre su
collado (Isaías 31:4). Los collados de Dios son las alabanzas de exaltación del pueblo de
Dios. Cuando los creyentes elevan el corazón para exaltar al Señor, su espíritu asciende
por los collados de Sion. Al elevar la voz a ese nivel de exaltación Dios responderá con
poder (Salmo 76:2).

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