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El enigma del geoglifo más

grande del Perú


Nadie sabe exactamente
quiénes y para qué se
construyó esta enorme
“serpiente” con más de
5,000 hoyos que
asciende por los
contrafuertes andinos
vecinos a Tambo
Colorado, en Pisco.

Monte Sierpe es un poblado vecino a Humay por donde pasa la


autopista Vía Los Libertadores, que une Pisco con Ayacucho.
Está a solo veinte minutos de la Panamericana Sur y llama la
atención por un viejo campanario casi en escombros que algún
día fue la capilla de una hacienda pisqueña.

Monte Sierpe está a solo siete kilómetros de Tambo Colorado,


una sede administrativa construida por los incas para
controlar sus dominios costeños hasta Chincha y Lunahuaná.
Aquí hay un buen estacionamiento para los turistas y un
pequeño museo de sitio. Pero casi nadie se detiene en Monte
Sierpe pues ignoran la existencia de uno de los mayores
enigmas de la arqueología peruana.

El enorme geoglifo fue descubierto gracias a la fotografía


tomada en 1933 por Robert Shippee, pionero de las expediciones
aéreas en el Perú. La imagen fue publicada ese mismo año por
la National Geographic Magazine.
El más grande

Desde entonces se tejieron muchas hipótesis sobre su


construcción y utilidad, pero si en algo coinciden los
arqueólogos es en que se trata del geoglifo más grande del
Perú, con casi 1,600 metros de largo y un ancho que varía
entre 8 y 17 metros.

Lo enigmático es que la “piel” del geoglifo está compuesta por


aproximadamente 6,000 hoyos de diferente manufactura y tamaño.
Algunos alcanzan 1.50 metros de diámetro y poco más de un
metro de profundidad. La “piel” sube y baja por las laderas y
es interrumpida por cinco o seis “veredas”.

Desde la zona más alta del geoglifo, los hoyos parecen las
escamas de una gigantesca serpiente, con la “cola” en los
campos de cultivo vecinos a la autopista y la “cabeza” formada
por una quebrada que guarda la silueta de la testa de una
víbora. En medio de esta quebrada se encuentran los hoyos
mejor elaborados y mejor conservados. Sobre estos hay unas
grandes piedras desde donde se tiene una magnífica visión de
la serpiente que corre exactamente de norte a sur, teniendo
como horizonte unas gigantescas dunas que llegan hasta la
orilla del mar, entre Pisco y Paracas.

Este es precisamente el mejor ángulo para contemplar el


movimiento de la Vía Láctea. Y viene al caso si consideramos
que, en el antiguo Perú, el trajín de la Vía Lactea fue un
marcador de tiempo, casi como un calendario nocturno vinculado
íntimamente con las tareas agrícolas. También es necesario
considerar que las sombras de la Vía Láctea fueron muy
importantes para los antiguos sabios y astrónomos. Entre estas
sombras sobresale el “machacuay” o serpiente cósmica.

Las hipótesis
Desde su descubrimiento, Monte Sierpe llamó la atención de
destacados arqueólogos. Dwight Wallace fue el primero en
estudiar el sitio. Le llamó la atención no hallar rastros de
tumbas ni de vegetales en los hoyos. Esto fue comprobado por
Frederic Engel y posteriormente por John Hyslop, quien postuló
que se podría tratar de un enorme lugar de almacenamiento
inca, relacionado con el centro administrativo de Tambo
Colorado.

En el interín no faltaron las explicaciones esotéricas y


extraterrestres, hasta que los arqueólogos Charles Stanish y
Henry Tantaleán publicaron un estudio donde demuestran que
“con la tecnología prehispánica pétrea y el uso de picos y
arados, un joven podría excavar o construir uno de estos
agujeros fácilmente en dos o tres horas en promedio (…). Un
simple cálculo revela que 10 trabajadores podrían construir
esta banda entera en 300 días; 50 trabajadores en 60 días; y
100 trabajadores en un mes…”.

En el mismo informe, postulan que el geoglifo de Monte Sierpe


pudo servir como un enorme almacén de “tributos” entregados
por las poblaciones locales a los incas de Tambo Colorado.
Incluso, afirman que existieron grupos de hoyos para cada
ayllu aportante Relacionan el geoglifo con el hallazgo de
Alejandro Chu y Gary Urton en el centro arqueológico de
Incahuasi, en Lunahuaná: un espacio similar a un tablero de
ajedrez que sirvió para la administración inca de tributos
agrarios.

Pero siguen siendo hipótesis que alimentan el misterio de


Monte Sierpe.

Fuente: La República

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