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2.10. EL MODELO KF 210.1. Solteros Uno de ios més logrados modelos de andlisis componen- cial ha sido indudablemente el de Katz y Fodor (1963), pos- teriormente revisado por Katz y Postal (1964) y que de ahora en adelante vamos a llamar modelo KF. A pesar de sus limites (reconocidos incluso por uno de sus autores, cf. Katz, 1972), cho modelo ha provocado tantas discusiones y refutaciones,* «que nos parece titil tamarlo como punto de partida para un Mo- delo Reformulado posterior. A pesar de 9 notoredad, es él reproduce el modsio KF en la figura Ts, pra toner a Ta vist el alos componenetl de fa helo (soteror) que ha veto ale semen del timo deceto paranoicamente dbsesioneda por jovenes calves por foc S. Kualmente inthis Teel iagrama (que desde ahora vamos a Hammar Arbol KF) ‘existen syntactic markers (sindicadores sintécticos»), no colocados entre paréntesis (que pueden incluir categorias como Animado, Numerable [Count Nombre. Comin). Entre pareatess van los Semantic markers inden dresser tics) Wen READS CoH To (Gurotre cca lararrewrang.ansindndshiggsentpuoden.ser de-ntmiero-limitado-eamo queria HjelmslevEntre corchetes ven Toque lo autores del model aman distinguishes Pot.lmo, vonew lasseecionenresineavasrebotzadasaqut por letras riegas-entre parenesis en forma de angulo. Por selec Sones esrctivas ge eniende “a formally expressed necessary and 1 rnire las mids significatives,sefislmios Weinreich (1965) y varios textos en Steinberg & Jakobovits (1971). Ct, ademés, la bibliogratia que figura en Katz, 1972. 156 sufficient condition for that reading combine with other” (Katz y Postal. pag. 15). Un “reading” (“lectura”) es ta eleccién de un path» (strayectoria»), es deciry-un- SENTIDO=DE*LECTURA.. Scat el contexto. los diferentes componentes semnticos se com binan con fos de los demés lexemas presentes, para hacer plausi- ble o no una frase como /a married man is no more a bachelor! (Cun hombre casado ya no es soltero”) o bien /my husband is a Bachelor of Art (emi marido es lceaciado en letras”) baelor Noun saan Fries (stile IMtaving te academic Male) degree contemed for \. (ada) (eins) completing the frst Young) ]— Touryearsat ete] \ (right eb (Never-Married) 7 | [When without ¢ <> {Secving under he mate daring the standard of another breeding time] | | Figura 16 ‘La posibilidad. de combinar el lexema en. el contexto. viene dada por una serie de projection rules (“reglas de proyecci6n”), poor las que ante Te frase /e mar hits the colorfull ball, una vez asignados a cada lexema sus componentes seménticos, se puede construir una serie de lecturas diferentes de la frase. De hecho, Zeolorfull tiene dos marcas seménticas (Color [*color"] y Eva- Iuative [“Evaluation”)), tiene dos distinguishers (Abounding in contrast or variety of Bright colors (“Rico en contraste 0 variedad ide colores vivides"} y Having distinctive character, vividness or pieturesqueness |*Dotado de cardcter, viveza 0 pintoresquisto dis- tintivos")), y, por un lado, tiene restrcciones selectivas como [Physical object] (*Odjeto fisico”) V [Social Activity] (“Actividad 157 social”) y, por otro, eomo [Aesthetic object} (“Objeto estético”) V [Social Activity) Hasta que no se haya determinado con qué componentes se- minticos de /ball’ debe entrar en contacto ese adjetivo, no se sabré cuales son los amalgamated paths que conducen a inter- protar el sintagma /eolorfull ball’ como: (a) “actividad social de Gicada al baile, rica en colores”; (b) “objeto de forma esférica, rico en colores": (€) “proyectit solide lanzado por instrumentos de guerra, rico en colores"; (d) “activided social dedicada al bai- le, vivaz y pintoresea", Y asf sucesivamente hasta realizar la lec ‘ura miltiple y total de toda la frase En este caso el sentido se conereta como una-elecciéw binaria aque el destinatario de la frase realiza entre las diferentes ramifica- ciones eomponenciales posibles de los lexemas. Sil significado del lexema era el conjunto de su. deno:acin y-de. sus, conmataciones, el seftide que se le atribuye es un recorrido selective (que procede mediante afirmatin y negacion). Sobre este aspecto del senticlo como eleccidn, que emparenta tambien a los niveles superiores de Ia semidtica con el nivel del andlisis informacional de la sefal, volveremos a hablar en 2.15 Katz-y- Fodor precisan que los componentes seménticos no deben depender, para ser interpretados, de la situacién 0 cixcuns- tancia (que Haman seting), en que la frase se pronuncia. Ffectiva- mente, como se ve, indican diversas formas posibles de eliminar Ja ambigdedad, pero su teoria.seméntica no pretende determinar cudindo, emo y por qué se aplica (usa) la frase en um sentido y ccuindo en otro. La tearfa esté en condiciones de explicar si, y por {qué, tiene una frase muchos sentidos, pex0 no en qué cite Gas debe perder su ambighedad, ni de acuerdo con qué sentido. El modelo KF intenta explicar muchos problemas semin- ticos sin recurrir a una teoria extensional (a pesar de que muchos lo hayan interpretado, y pour cause, como modelo extensionalista, pero Katz, 1972, recalea vigorosamente el proyecto intensionalista). No obstante, el modelo se niega a considerar ciertos problemas que es lo tinico que podria abrirle e! camino hacia la solucién de las cuestiones que desea- ria resolver. Por tanto, vamos a intentar elaborar aqui una especie de cahier de doléances para determinar los requisitos funda- mentales de un Modelo Reformulado, Podemos resumir dichas doléances en seis puntos: 158 (@ el modelo KF tiene los limites de un diccionario (cf 2.10.2); (ii) 1as_marcas seménticas son entidades platénicas (ct. 2103), (iii) no se tienen en cuenta las connotaciones (ef. 2.10.4.): (iv) no se prevén os contextos (cf. 2.10.4.); (¥) los distinguishers muestran impureza extensional (cf. 2.10.5.) (vi) ef modelo describe s6lo expresiones verbales-y ter ‘minos eategorematicos (cf, 2.10.5.) Examinemos uno por uno dichos puntos. 2.10.2. Diccionario y enciclopedia El modclo KF representa la competencia ideal de un hhablamte ideal: efectivamente, tiende a formular un diecio- nario elemental que no puede explicar la competencia soc lizada en la vivacidad de sus contradicciones. La diferencia ‘entre una competencia ideal y una competencia “hist6rica’ es lu existente entre DICCIONARIO y ENCICLOPEDIA. En ung critica suya al modelo KF, Wilson (1967) sostenia que tuna teorfa semantica debe considerar las creencias efectivas, arsai- ‘gadas contradictoria e histGricamente, en lugar de limitarse a cons: trucciones intemporales e inmutables. Katz (1972) le responde que lo que Wilson exige, en lugar de un diccionario semantico, es una especie de enciclopedia que presente todas las opiniones comtin- mente compartidas sobre los referentes de una palabra. Objecién que no deberfa impresionar, sino, al contrario, inclinar a aceptar Ia perspectiva de Wilson, siempre que, cvidentemente, las opinio- nes de que se habla no’se entiendan como opiniones sobre los referentes de tas palabras, sino como definiciones culturales que tuna cultura proporciona de todas sus unidades de contenido. En 2.11. vamos a mostrar que esas opiniones diferentes pueden repre- 159 sentarse como recorridos diferentes de un semema y que el cédigo puede prever esa diversidad. Katz (1972, pig. 75) objeta que, en tal caso, habsfa que con- siderar las palabras como algo extremadamente mutable, dado que continuamente habria que incluir en la representacién seméntica clemento Iéxico nuevos descubrimientos sobre el mundo, convertidos en materia de conocimicnto comiin. Lo que —estamos de acuerdo— representa una tarea de envergadura: pero desgra ciadamente dicha tarea es precisamente la que tina cultura lleva a ‘abo continuamente, cariqueciendo y eriticando sus propios cod {208 (como veremos en el capitulo 3). Asi, pues, la teoria de la competencia ideal-de-un.hablante ideal que Katz se preocupa de defender contra cl atague dé la interaecion historica'y social puede originar una construccisn for- ral elegante pero corre el peligro de no tener ninguna utilidad, ni siquiera para un editor de diccionarios, dado que el editor no hace otra cosa que poner al dia sw producto para adaptarlo pre- ‘isamiente al estado actual de la lengua. Aunque a veces la historia de la lengua dependa de la existencta de diccionatios, por fortuna también se puede decir lo contrario. 'A Katz le preocupa, y con razén, que el concepto de “opinion corriente’introduzca en la teorfa seméntica todas las motificacio- nes idiosincrdsicas debides s la experiencia cotidiana del hablante Pero esté claro que bastarfa con dar esta otra formulacién a les exigencias de Wilson: la sociedad debe CODIFICAR-0 teconocer de algiin modo,¢ INSTITUCIONALIZAR las opiniones corrien- tes, aungue éstas sean muy difusas. Katz se pregunta a parti de {qué habria que reeonocer la legitimidad de una nueva opinin so- bore el significado de una palabra. La respuesta es a partir de quello a lo que se refiere Katz al sostener que un /bachelor/ es un hombre no casado y no una pasta dentifrica, Es decir, a partit de aquello que permite no s6lo a una enciclopedia, sino también ‘2 un modesto diccionario, registrar el hecho de que el cuerpo social asocia estadisticamente un elemento Iéxico determinado a un significado determinado, y cambia de significado en cicttos con- textos sintagmaticos especiticos y registrables (como mostra- remos en 2.12, y en 2.13. al hablar del Modelo Q). No sélo eso, sino que, ademas, nos encontramos ante la necesidad 160 de manejar ‘fuzzy concepts’ y sodo=unFepertorio Ge ate- gorias que no se pueden asimilar_a.tas-desla-t6gicastormal (cf. Lakoff 1972). 2.10.3. Las marcas seménticas como interpretantes La doléance (ii) imputa al modelo KF un ‘platonismo’ de las marcas seménticas. Efectivamente, en 2.9.5. hemos visto lo dificil que es imaginar un conjunto finito y universal de construcciones teéricas capaces de explicar todos los ma- tices semanticos”“Fl"modelo KF. propone- inicialmente sus. propias marcas como construcciones.teéricas”puras-que.en. principio no deberian someterse a un andlisis: componencial posterior, dado que una marca es el explicans del semema ¥ no otro explicandum. No obstante, el propio Katz. (1972, page44) habla de reglas de redundancia que postulan un andlisis posterior de cada uno de los componentes (dado que suponen, por ejemplo, que, dada la marea «Humano», va implicita la marca «Animado»), y. por lo tanto, plantea in- directamente el problema de la INTERPRETACION DE LOS INTERPRETANTES. La regla de la redundancia impone que, dada en una repre- sentacién semdntica de ‘silla/ Ia marca «mOvil>, esta sltima “in: cluya’, a su vez (aunque por razones de espacio no se la repre- sente) Ia marca «artefacto>, que, a su vez, podré analizarse en «objeto» + «fisico» + «inanimado, ete. Para Katz, las reglas de redundencia son puros artficios operativos destinados a simplificar Lakoff presenta los ‘fuzzy conceps" ya estudiados por L. Za doh (Toward fuzziness in computer sysiems, Proprint Dept. of Electrical Engineering and Computer Science, University af Califor, Berkeley, 1969; Towards a Theory of Fuzzy Systems, Electronic Research Labo- ratorium, U. of Cal, Berkeley, 1969) y por G. C. Moisil (Lecons sur la logique du raisonnement nuaneé, Urbino, 1972, manuscrto), como cconceptos euyos limites son vagos y estén sometidos a cierta gradua- ‘con. El ejemplo tipico es el concepto de «ave» que parece aplicarse Plenamente al dguile, menos al dnade, casi nada a la gallina, y supo- he, por tanto, una especie de prodicacién “graduada’ (el Ienguaje natural no conoce aves tour court, sind aves al 10 % y aves al 5 %). 161 la representacién, pero no se puede evitar la consecuencia teérica que de ella se deriv a se presenta como junto finito 0 ican ————_ 5 2.104, Las marcas connotativas y tos ‘settings? doléance (iii) se refiere a las connotaciones. El mo- = ‘elo KF a0 detiene en los ditinguishers no da dex de lns-—~ i ynnotaciones ne rictamente denot En ese sen- tido proporciona las rey in diccionario bastante ele mental del tipo del usado por Jos turisias en un pais extran- jero, que permite pedir un café o un filete, pero no “hablar” verdaderamente una lengua determinada. De ese modo se sacrifican muchos recorridos posibles. Exis- ten subcédigos bastante difusos en virtud de los cuales, por [0 menos en la civilizacidn occidental, /soltero/ puede connotar bien sdisoluto» bien «joven deseable> o incluso «libertino con garcon- nigre». En determinados subuniversos seménticos (pignsese en cl teatro de pochade) recaen sobre el soltero autorizadisimas conno- taciones de simpatfa 0 de antipatia y auténticas marcas ‘axiolégi- ceas’ (del tipo de «Bueno» o «Malo»), Ademis, considérese que una representacién seméntica satisfactoria exigiria que /soltero ‘connotase también lo contrario de su anténimo: «—casado>. 62 connotaciones extraiias-al ct-significante. Es decir que, en otros términos, Ia palabra ‘perro! connota con frecuencia la imagen de un perro y negar la normalidad de semejantes re- 162 botes connotativos significa limitar de forma inaceptable el andlisis intensional del contenido. Con respecto a esto, la objecion de mentalismo no se sostiene. Efectivamente, no estamos hablando de asociaciones o imagenes mentales (aunque no se las deberia subvalorar): estamos hablando de corzelaciones formuladas en términos culturales. Nos referimos al hecho de que en cualquier enciclopedia, cuando se habla (en términos verbales) del perro, se interpretan las descripciones ver- bales con descripeiones icdnicas: por consiguiemte, se establece ‘una correlacion entre la palabra /perral y las imagenes de uno mas tipos de perros. Imagenes y palabras se remiten mutuamente ‘en términos abstractamente culturales, independientemente de que luna mente humana realice esa asociacion. Asi, pues, una vez aceptado el modelo KF, hay que exigir que toda la vasta familia de los interpretantes de un t&rmino fencuentre un lugar entre las ramas de su érbol. Pero, en tal aso, resulta dificil asignar la responsabilidad de las rela- ciones seménticas y de la amalgama exclasivamente a las marcas seménticas (como ocurte en la teoria KF) y const derar los distinguishers como puntos terminales a que se Hega, cuando ya se han realizado las amalgamas contextuales. Por ultimo, a propdsito de las connotaciones, ya hemos dicho en 2.9.6, que una expresién ‘pesca’ en diferentes ejes ‘seménticos, con lo que coloca a veces en contradiecién sus propias connotaciones. En esos casos la-elecci6n entre una y olra connotacién debe estar motivada por factores contex- tuales o circunstanciales Lo que nos conduce a ta doléance (iv): comodelo-KE, se. niega.a,considerarslos»sestings".y..con ello no consigue-explicar por qué un término determinado, en cago de ser expresado en una circunstancia determinada, 0 desPHnserto en UA COnTEXTO"lingliisticoespecificowadquicre ‘uno u otro de sus sentidos de lectura ‘Los autores aclaran con mucha precision quemne se inte- rein por ese*problemaypero'deberian hacerlo. Efectivamente, se presenta el eslabén perdido entre la teorta de los c6- digos y la teorfa de la produccién de signos y ese eslabén perdido es en realidad el espacio de una intersecciGn, pues, sino, tendefamos dos conjuntos teéricos earentes de un vincu- Jo que garantice su funcionalidad mutua, 163 Ahora no vamos a preocuparnos de criticar en este apartado la teoria de los seaings, tal como la evoca reductivamente, y después la elude, el modelo KF. Seré preferible continuar con el tema en. 2.11, donde veremos las ventajas que reporta a una teoria de los codigos y a su Modelo Reformulado el hecho de integrar en su marco te6rico la teoria de los contextos y de las circunstancias, con lo que se climina un hiato entre la llamada seméntica y la llamada pragmatic 2105, La naturaleza espuria de los ‘dstinguishers* Veamos ahora la doiéance (v). En el modelo KF los distinguishers figuran como elementos espurios que parecen deber corregir la insuficiencia de las marcas, recurriendo a tuna definicion mas completa, pero desgraciadamente ad hoc. Puesto que dicha definicion es siempre algo lingiisticamente (mejor dicho, metalingGisticamente) mas complejo que las marcas y que el propio semema entero que explica, nos en- contramios ante el discutible resultado de haber explicado lo ms simple con lo mas complejo. Si después pasamos a verificar la teoria més completa de los distinguishers.(la elaborada por Katz, 1972), Vemos-que ést0s Tesuitan ser una solucién extensionalista introdueida en una teorfa-intensionalista para ampliar sus limites supuestos. Si las marcas fueran puras construcciones tedricas que requi- rieran un andlisis ulterior (aunque a dicho requisito se opon- ga la regla de la redundancia), deberia considerarselas cate- Zorias intensionales capaces de_preservar la teoria de intro- misiones extensionalistas. Pero los distinglishers, a difereneia de las marcas, no se definen como puras construcciones te6- ricds, sino que, porel-contrario, resultan ser definiciones. muy complejas; {cual es, entonces, su funcién en la teorfa? Katz (1972) nos'dice que_no son’ propiedades intensionales del semema, sino"(deseripciones “del referente-concreto-a"que puede aplicarse” las’ diferentesslecturaslEn otras palabras, dado_unesentido"de-tectura” que” proporcionesladéscripeicn intensional-de- tn «Animal MachorJoven'¥Focas, la repre- sentacién seméntica advierte que es posible aplicar tal en- tidad seméantica a las focas macho que durante el periodo de los amores no encuentran una compaiiera 164 reionan i bre unidorareferentel No abstante y curiosamente, otro recorrido de lectura de /ba- chelor/ establece que puede ser un «Varén Humano Adulto No Casados, {Por qué razén «No Casado» es una marca (y. por lo tanto, una construccidn intensional tedrica), mientras que «que no hha encontrado companera durante el periodo de los amores» no Io es (y se lo clasifica como disringuisher)? «No Casado» es una marca que puede interpretarse como «que no ha encontrado 0 20 quiere buscar una companera fijan; mientras que «que no ha en- contrado una compatiera, ete es un distinguisher que puede intet- pretarse como «No Emparejador (por tanto, clasificable como marca). {Por qué a uno sc lo considera construccién todrica y al ‘otro no? Desde luego, no porque el soltera humana lo sea durante todo el aiio, mientras que el soltero animal lo sea sélo en el pe- iodo de los amores; ambas situaciones son transitorias y, por otra parte, se trata solo de definir una duracién diferente de la estacion de los amores para los humanos y para los animales tativas” (en las que ‘denotativo’ se usa en el sentido extensionalista tradicional sentido Por lo que sélo una tworia general de la actuacion linguistica, que incorpore e integre competencia lingtistica y mecanismos perceptivos. puede connotar los distinguishers en el vocabulario de la teoria perceptiva que a ellos correspondan” (1972: pag. $4). Katz tiene razén al decir que iia (que, por cierto, ¢s auestra teoria de is las rele de Ia cuenta los limites Releamos la frase citada mas arriba: ,qué significa “referentes de sentido igual conceptual= Tos 165 mente”? Un referente, como tal, no “tiene sentido”. Es un estado del Peto, en ese caso, en lugar de los distinguishers, el &rbol componencial deberd dar otra descripcién intensional y, por lo tanto, una nueva red de marcas seménticas. En ese caso, los distinguishers irén sometidos a las mismas reglas de re- dundancia que regulan el andlisis seméntico ulterior de cada una de las marcas. En resumenpovelobjetorde-Unerteoriade. larpercepeidn-es unt construccién-o.no.lo-es:-si lo es, como dice Katz, efabilidad general que Katz defiende a propdsito del lenguaje verbal. Siu describirse i & {qué razones vamos a tener? entonces, para usar una palabra (con los sentidos que abarca) y aplicarla como nombre a un objeto de a percepcién? Como vamos a ver en 3.3.5. también fos actos de referencia consis- ten en establecer que un significante al que un cédigo asigna dcterminadas propiedades seménticas puede aplicarse a una idea a la que otro tipo de cédigo asigne un conjunto de pro- piedades fisicas o perceptivas: y el segundo puede ser nom- brado por cl primero, de igual forma que ambos pueden ser nombrados por un metalenguaje comiin, precisamente en vVirtud de esos requisitos® Pero lo que vuelve irresoluble el problema de los distinguishers en el marco de la teoria de Katz es la falta de un concepto articulado de interpretante, % Kate (1972, pig. $5) dice que “si fos elementos en cuestion son marcas seménticas, en ese caso la distinia que indican es de tipo 166 Kav, por ejemplo, dice que. un, distinguisher no es una cons- ‘trucci6a conceptual, porque puede ser también un dato perceptive como. la sensacisn, de. rojo; “Es dificil que una cualidad como el ser rojo sea susceptible de andlisis conceptual” (1972, pag. 87). Ahora bien, aparte de que, si la sensacién de rojo es una construccin estudiada por una teoria de la percepcidn, debe hn- ber también un modo de enalizarlo conceptvalmente —como oci- se, efectivamente, cuando se define el tono de rojo como la porcion el espacio espectral que va de 650 a 860 milimicras—, Katz no cconsigue seguir adelante, porque no piensa que las marcas semén- ticas no son s6lo ‘palabras’ (ni tampoco construcciones te6ricas que puedan traducirse solo mediante palabras), sino que son IN- ‘TERPRETANTES. En ese caso, la representacidn seméntica de Ja palabra /rojof debe incluir entre sus ramificaciones también agin registro mnemotécnico de un dato sensorial. Hiptesis que no compromete la pureza te6rica de la teorfa de los eSdigos, porque también rojo como dato cultural puede definirse semanticamente como unidad eultural, no slo porque se puede descomponer to- talmente en sus formantes espectrales, sino también porque se puede sistematizar (y de hecho esta sistematizado) como posicién en un campo de los colores (y, en cuanto tal, se puede distinguir culturalmente de los demés colores). Un color es simplemente el imiembro de un n-tuplo de anténimos. El color x no puede recon cerse como tal, sino va inserto en un campo de oposicio- nes seménticas, de igual forma que «humano» no puede compren- (mientras que tas connotaciones de feroci- Gad no quedan excluidas, pero pasan a segundo plano, pues el placer del ciroo se debe precisamente al juego ambiguo de esas 7 cconnotaciones antinémicas, lo que explica por qué tiene el circo algo ‘en comiin con una actuacién estética. Si consideramos que /zoo! lleva también una marca de «cauti- vidad», resulta que para el enunciado en cuestin es necesaria una sola leetura correcta: un Jen que se lleva al zoo es un le6n al que se conduce de nuevo a la cautividad, ¢ incluso en este caso hasta €l verbo llevar! se carga contextuaimente con una connotacién de arepresién». En cambio, en Io que se refiere al eaunciado sobre cl nifio, no parecen exist selecciones circunstanciales precisas y segtimos teniendo razones para seguir indecisos sobre si la expe- riencia del nifio es agradable 0 no (lo que sigue siendo objeto de interpretacién contextual, mas allé de las instrucciones proporcio- rnadas por el cédigo, materia de inferencia y de presuposicin li- bre), Pero lo que es indudable es que para el le6n la experiencia cs desagradable, y precisamente a partir de las representaciones componenciales proporcionadas por el oddigo. Notese, ademas, que en el caso de /ledn! y de /z00!, ni si- ‘quiera han intervenido selecciones circunstanciales, y han bastado selecciones contextuales (Ia representaciGn componencial prevé que ‘ene contexto «jungla» 0 «200» susjan connotaciones determinadas). Podriamos hablar de citcunstancias externas (que, como se recor dard, se deben a Ia aparicién de signos y objetos vineulados con ‘otras sistemas semi6ticos), s6lo en caso de que se hubiera pro. nnunciado frente a la puerta del 200 la frase /deberiamos lever otra vee el ledn/. Peto en ese caso la circunstancia habria tenido valor indicativo (/debemos traer el feGn aqui!) y halbtia permitido la traduccién de nuevo a la forma examinada en un principio. En cambio, si queremos identiticar un caso de seleccién cis- cunstancial codificada, hay que pensar en la diferencia de signifi- cado que asume el dibujo de una calavera en caso de que se coloque sobre una botella en lugar de sobre la puerta de una ccabina eléctrica teoria de las ci ol iencias entrer - ‘ancias externas entren.como,entidades codificadas,cnseles- 178 pusiese en correlacion todas las interconexiones posibles en= \ue-sus infinitos elementos.-De lo contrario, hay que volver a formular la pregunta det modo siguiente: zexisten émbitos culturales y universos precisos de discurso en que pueda ha- cerse eso? Ahora bien, i cont s: como ocuirfe, , el caso de los zapatos de piel de cocodrilo, en el dmbito de la cultura occidental. En una cultura primitiva en que apenas se conocieran los zapatos (y la idea de zapatos de piel de cocodrilo fuera inconcebible), la frase sobre la que hemos discutido antes podria también interpretarse de modo in- correcto. Los natives pensarian que se esti hablando de za- ppatos para cocodrilos, y quizas a ellos esa idea les resultaria ‘menos peregrina que la de arrostrar la fatigosa tarea de matar a reptiles muy feroces por el gusto de hacer un regalo deli- cado a Cenicienta, 2113, Elsemema como enciclopedia _ Asi, pues, existen casos de eédigos incompletos, de es- nticos organi des la opinion Para un zo6logo, «ballena» es un semema organizado je- rérquicamente y univocamente de modo que las propiedades secundarias dependan de las més generales y caracterizadoras, 179 con lo que se produciré un Arbol de forma semejante al de Ja figura 18: > we Zor > e oy Figura 18 Para un autor de bestiarios medievales, «ballena» habrfa tenido un espectro organizado de forma anéloga, sdlo que las propiedades habrian sido diferentes: para él la ballena era un pez y noun mamifero, y, entre las propiedades secunda- rias, habria colocado una serie de connotaciones alegsricas, como la propiedad de representar al Leviatén, al Diablo, 0 el Pecado. Para el hombre comtin de hoy, «ballenay es probable- mente un semema algo inconexo en el que coexisten las propiedades de ser pez y mamifero y el espectro seméntico aparece como una red de superposiciones desordenadas entre sentidos contradictorios ©, en cualquier caso, incompatibles, con selecciones contextuales imprecisas. Un ejemplo de esa competencia seméntica puede encontrarse en e1 modo en que Melville, que interpretaba con ironia consciente el nivel de conocimiento de 10s marineros de Nantucket, define la ballena como un gran pez con corazén dividido en dos ca- vidades, de sangre caliente, pulmones y un “peremt intrantem foeminam mammis lactantem” (Moby Dick, capitulo 32). Pero Melville queria jugar precisamente con esa naturaleza doble de ta ballena, mamifero estudiado por Cuvier y pez fabuloso y diab6lico, descrito por la Biblia, unas veces visto en forma critica por Ismael y otras veces en forma alucina- toria por Achab. ‘Ahora tenemos razones para concebir una representacion seméntica en forma de enciclopedia que explique todas esas 180 diferencias cognoscitivas y permita recoger a un tiempo las significaciones biblico-medievales, las significaciones cient ‘eas y las imprecisss significaciones populares (fig. 19), de modo que sobre una representacién de ese tipo pueda basar. se, por ejemplo, una lectura critica de la obra macstra de Melville, y que se haga intervenir conscientemente todas las ambigitedades que el autor ha manejado. (coMagys) — ths 6 & Ibatlenal = alenae : (ont) aa, Ota) — hy 4, (Ontggate) — 666 Figura 19 Este modelo representaria una especie de competencia en forma de enciclopedia, en el sentido ya descrito en 2.10.2. El hecho de que, en el caso de la ballena, la enciclopedia se parezca més a un Speculum Mundi medieval que a la Ency- clopaedia Britannica, sugiers la idea de que el universo de los lenguajes naturales esta muy alejado del universo de los Ienguajes formalizados y tiene muchos puntos de contacto con un universo primitivo’. Por lo que se refiere al significado cballena», esté claro que Ia decisién de considerarlo pez 0 mamffero depende de una seleccién contextual previa que precede a cualquier ‘otra asignacidn de marca denotativa, Naturalmente, para con- cebir la ballena como pez, una cultura debe haber organizado previamente un campo semantico en el que la ballena se ponga y esté en correlacién con «delfin», «tiburdns, etc. (pero, en el universo seméntico de Pinocho, xballena» y «tiburén» ocupan el mismo espacio seméntico) y esas uni- dades culturales deben tener unas mareas en comtin y otras en oposicién, Lo mismo ocurre si se considera la ballena como 181 Asi, resulta que, si encontramos «ballena» en un contexto contemporéneo, disponemos de otras dos selecciones con- textuales, Si el contexto es de tipo cientifico, tendremos una jerarquia de propiedades denotadas dependientes de las de notaciones primarias (que pueden registrarse también en vir- tud de las realas de redundancia), mientras que, si el contexto es el del habla popular o comtin, tendremos una serie no organizada de connotaciones dispersas, muchas de las cuales probablemente sean las mismas de la representacion medieval. Un espectro componencial de ese tipo es un espectro sin- crodiaerénico y no solo permite eliminar la ambighedad de los textos, segiin la época a que haya que atribuirlos, sino que, ademas, permite aceptar el juego impuesto por Melville en sus paginas, en las que el autor explora deliberadamente las diferentes nociones de ballena y especula con la super posicién de los sentidos de lectura y con la ambigtiedad global que constituye uno de los resultados estéticas de su juego. 2.114. Analisis componencial de expresiones no verbales E] MSR puede aplicarse también a signos no verbales. ‘Véanse los dos ejemplos siguientes (figs. 20 y 21). Woandera rojlj—ms 7 © tercat a abandera toja» <— [Cire yaaa] —— vein [etree eon Figura 20 (ciresta] —— llcataverall- ms Keira — en el sentido de «. Efectivamente, /éste! y lése!, cuando se usan anaféricamente, parecen invitar ge- néricamente a “dirigir la mente hacia atrés’. Una vez iniciada ‘esa operacién de atencidn, el resto sigue siendo materia de interpretacién contextual libre. Asi, pues, serfa més satisac- torio registrar cl contenido de (Gste/ 0 de /ése/, usados con funcién defetiea, con un artificio no verbal, del tipo —». En ese caso, lit funcidn anafériea podria registrarse como 2 2 Deda la imprecision del robote anafSrico, imtervienen a nivel de representacton fontica fenémencs de ENTONACION que ayudan fa establecer con mayor exactitud a qué poreién de contenido puede Teferirse festot, Supongamos que se pronuncien dos versiones de la 186 Debemos recordar lo que hemos dicho en 2.72. y en 2.10.4, 8 decir, que el interpretante de un signo no tiene por qué ser signo del mismo tipo (perteneciente al mismo sistema semistico) ¥, por Io tanto, la denotacién de una palabra no tiene por qué ser tuna marca necesariamente traducible con otra palabra. Entrar, t= lir, subir, yacer, colgar, son, por ejemplo, porciones de contenida muy bien segmentadas que se refieren al comportamiento corpo- ral. Estos ‘segmentos de comportamiento’ estan catalogados cultu- ralmente y tienen también un aombre. Sin embargo, las expe- riencias recientes en cinésica nos revelan que un gesto puede des. cribirse mucho mejor mediante una estenografia no verbal, en 10 referente al plano de la expresién, y mediante tomas cinematogré ficas 0 respuestas de comportamiento, por lo que se Fefiere a la descripcidn de su contenido, Cuando Morris (1946) dice que el ‘ignificatwm” de un signo es nuestra disposicién a darle una res- puesta (con lo que reduce la seméntica a verificacién condutista de los efectos del significante) reduce indudablemente la teorla del significado mas alld de lo aceptable, pero sugiere efectivamente {que ciertos significantes deben interpretarse mediante respuestas de comporiamiento. Admitamos entonees que una de las denotaciones princi- pales de /éste/ sea una actitud de comportamiento. Estamos ante una expresién que es a un tiempo referencial © impe rativa (me ordena dirigit la atencién a) y en los térmainos de Mortis podria definirse bien como un DESIGNADOR bien como un PRESCRIPTOR (Io que es mejor que decir, como hace Mortis, que se trata de un IDENTIFICADOR y, por lo tanto, de algo semejante a los nombres propios en el sentido en que Russell usa este término). Asi, cuando se usa defeticamente, /éste/ significa > (0 «mira a...») + préximo + hablante En cambio, cuando se usa anafricamente, /éste/ significa yma frase poniendo énfasis en partes diferentes: (i) Mhas ido [a ‘Moseit| con Luis, 7y e50 90 le soportolly (j3) has ido a Moxcii con Luis, jy es0 no Jo soportoY: esti claro que en el primer caso estamos ante una eseena de celos, y en el segundo ante una manifestacion de histerismo antisoviético. Sobre el cardcter semantico de los fendmenos de entonacién ef Lekoft, 1971b, 187 © + proximo + contexto Por consiguiente, su andlisis componencial revestria la for ‘ma siguiente ei stnicel Aono — d—e [etre ce F~ Aconex —d Figura 22, lestol M5010 Up Por tanto, iéste! tiene siempre una denotacién de cer- ‘canfa, pero, cuando va en conexién con un indice gestual, denota proximidad al hablante y enfoca la atencién del desti- natario en sentido defetico: en cambio, cuando el indice gestual est ausente, significa que la atencién debe enfocarse retrospectivamente hacia un contexto precedente.* Es facil ver que, una vez admitido que las marcas semén- ticas pueden ser también artificios no verbales e intraducibies verbalmente, la representacion de un indice no es diferente de la de un término categoremstico como /ballenal2> Tén- ‘gase en cuenta, ademés, que también en términos categore~ miticos, como por ejemplo /naranja/, se deben prever mar- ‘cas no verbalizables, como el color, la forma, el tipo de rugosidad, el sabor, ete. 1% Profundizando en ese tipo de representaciOn seméntica se descubre probablemente Jo artificial que es la distincién entre “adjet vos" y "pronombres’ demostrativos: desir Iquiero ésta! indicando 2 tuna manzana o decir /quiero esta manzana’ o bien decir Ime has labofeteado y esto no me gusta’ o /me has abofeteado y esto hecho no me gusta’ no cambia [2 naturaleza de la referencia ai el signii- ‘ado transmitido, 2% Naturalmente, provoca otra_pregunta: si también sincatego: reméticos como ‘se! 0 fentonces! pueden analizarse componencial mente, qué decir de la posicidn sinuética de un signo en el contex- to? Bn Paolo ama a Marla’ es la posicién la que hace de Paolo sujeto y de Maria objeto de la pasidn. Ahora bien, Morris habia definido ambien el orden de les palabras coma un signo, ¥ habfa llamado a xe tipo de signos formadores (1938). Véase una solucién de este problema en 265, 188 | mismo tipo de representacién puede verificarse en el caso de los indices no verbales, como un dedo apuntando o cualquier otro ‘senalador’ cinésico, que parecen estar tan estrechamente Unidos al propio objeto de referencia. Sin embargo, el andlisis de tos indices gestuales resulta mis laborioso, porque, mientras que en el caso de expre- siones verbales se ha dado por descontado el andlisis de las marcas sintécticas (analizadas con tanta amplitud por la fo- nologia y la sintaxis), en el caso de un dedo apuntado hay que individuar ex novo dichas marcas. Evidentemente, se trata de caracteristicas fijas diferentes de las de las expresiones verbales, dado que diferentes ti- pos de expresién se refieren a sistemas de parémetros fisicos diferentes (cl. 3.4.2.) y pardmetros fisicos diferentes generan rasgos caracterizadores distintos. Un dedo apuntado tiene cuatro marcas sintécticas perti- nentes: dos dimensionales y dos cinésicas. Ante todo, tenemos una marca de /longitud// y una marca de /extremidad!/ © /apicalidad/. El dedo ¢s mas largo que ancho y ‘acaba’ en la punta de las uiias. La observacién puede parecer trivial, pero no lo es: basta con pensar en otros artificios que tiendan a substituir el dedo apuntado y se vera cudn necesario es que realicen los mismos rasgos fisicos, Por ejemplo, una flecha de direccién reproduce “icénicamente’ tanto la longitu- dinalidad como Ia apicalidad. Es cierto que ta flecha, més que dar la impresién de ‘detenerse’ en la punta, da la de “dirigitse hacia’ una direccién determinada, e irreversible- mente. Pero ese movimiento sugerido ayuda a reconocer y a distinguir el punto de que la flecha ‘parte’ de aquel hacia el que ‘se dirige’: lo que significa que la flecha, igual que el dedo, tiene una ‘raiz’ y un ‘épice’, y en ambos casos el aipice es el que adquicre carécter pertinente. Desde luego, una flecha de la carretera no se mucve en realidad hacia nada, mientras que un dedo apuntado si; pero no es casualidad que se escoja la flecha para substituir a un dedo apuntado: la flecha permite presuponer e! movimiento que realiza el dedo de hecho. Asi, pues, el tercer rasgo del dedo apuntado es su /movi- ‘iento hacia’. Se trata de una marca que esté siempre presen- te, aunque imperceptiblemente. En cambio, en otros indices 189

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