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El rey de mi valle

¿A dónde se han ido los poemas y los cantos al rio Guatapurí? ¿Dónde ha quedado el deleite

por sus aguas? Si nos trasladamos a unos 20 años más, seguramente se podría apreciar la

calidad de los escritos de aquellos que se engalanaban de las dulces aguas de Valledupar.

Ciertamente los tiempos han cambiado, las palabras han cesado y las letras han tomado otro

rumbo. Mientras que antes se apreciaba el aroma de las flores y el encuentro fugaz de dos

enamorados, hoy día, todo gira alrededor de una sociedad que solo consume “lo que está de

moda”, sin importar que tan denigrante puedan llegar a ser sus palabras.

El rio Guatapurí, ese que por tanto tiempo ha sido el centro de grandes compositores, parece

hoy quedar en las huellas del olvido. Ya no hay quien cante, quien escriba, quien exalte el

paisaje natural de las tierras vallenatas.

Según Nicolás Maestre Martínez en su Oda al Río Guatapurí, muy poéticamente describe el

recorrido que hace desde la Sierra Nevada, y su encuentro con el Río Cesar, también cuando

las mujeres se acercaban a lavar sus ropas y entre ellas contar sus historias. Todo lo que

ocurría alrededor era un verdadero acontecimiento, más que una rutina era un estilo de vida.

La historia, la cultura, hacen parte de los recuerdos de aquellos viejos que hablan con tanto

agrado de cómo era ese rio caudaloso, del cual ya no queda nada. Si nuestra mirada se

concentra en él, notaremos el descuido y la poca importancia que la personas le dan porque

se conserve como en aquellos tiempos.

Parece que el encuentro de dos ríos ya no es un acontecimiento de admirar. Solo nos

detenemos a pensar en el estado de nuestros ríos cuando hay señales de alerta: en ese

momento todos quieren salvar el tan hermoso Rio Guatapurí. ¿Qué pasara entonces cuando
su cauce empiece a bajar considerablemente? ¿Aparecerán los verdaderos amantes de la

silueta del que era el gran rio de Valledupar? Mientras tanto sigue siendo un tema de no tocar,

porque muchos hablan y pocos quieren actuar.

Hasta el turismo se ha visto afectado, aunque muchos extranjeros llegan a visitar y a

contemplar su majestuosidad, los propios vallenatos han dejado en el olvido aquel viejo rio

que por años ha sido el centro de atención.

Sin duda sigue siendo ese lugar que no se puede dejar de conocer, sigue teniendo

reconocimiento en todo el país y fuera de él, como uno de los ríos más atractivos y de gran

historia. Lo importante no es reconocer, es trabajar y esforzarse porque lo siga siendo.

Entonces ¿realmente esto estará sucediendo?

Una de las más apreciables características de nuestro Rio Guatapurí, son sus innumerables

piedras que se posan a lo largo de su cuerpo y que todos pueden admirar. Esas que adornan

su paisaje y que reflejan la belleza de tan grandiosa naturaleza.

¿Hasta dónde ira a llegar tanta indiferencia? De todos aquellos que solo voltean su mirada

en tiempos de fiesta y épocas de reuniones para exaltar la belleza de la ciudad y luego que

todo termina se olvidan del viejo Valledupar.

Las nuevas generaciones están creciendo sin tener sentido de pertenencia para con nuestros

ríos, lo contaminan, le echan basuras, no lo limpian, y terminan por juzgar a los demás y

aun las autoridades municipales del mal estado que hoy refleja nuestro Rio Guatapurí.

Poco a poco se va deteriorando nuestra belleza natural, tal vez la única que ha valido la

pena mirar durante tantos años, y que se va quedando en tan solo recuerdos.
Ahora bien. Todos los poemas y cantos dirigidos al amado Guatapurí han sido

reemplazados por contenidos comerciales que solo buscan un lucro y un generar un placer

momentáneo en los lectores u oyentes. De esa forma ya no hay quienes aprecien ni se

detengan a pensar de qué manera se puede ayudar a conservar nuestros ríos y que las

futuras generaciones puedan disfrutar de sus aguas limpias que tanto han dado de que

hablar.

Es entonces cuando nos encontraremos más adelante con la terrible experiencia de que los

caudales han bajado considerablemente y ya no queda nada de nuestro río, es allí donde nos

lamentaremos y pensaremos (demasiado tarde) que debimos hacer para evitarlo.

Es allí donde los esfuerzos se doblaran y todos confesarán amar aquel rio que un día solo

ayudaron a que se desvaneciera y con el producto de sus manos dañaron lo que la

naturaleza ofrecía.

La solución debe partir desde casa, desde una educación orientada a la conservación de

nuestra naturaleza. Sin ella, será complicada nuestra manera de vivir, ya que ella nos

provee todo lo que necesitamos y las consecuencias pueden ser irreversibles.

También es indispensable que exista un plan de gobierno orientado a la conservación y

cuidado de nuestros ríos, ellos deben dar el punto de partida para realizar las acciones

pertinentes y que sean acertadas en el tiempo. Ya que, uno solo no puede llevar la batuta

para transformar y orientar la manera de pensar de la sociedad en cuanto a esta notable

necesidad.

Por último, las promesas escritas pueden que sean alentadoras, pero las que se ejecutan

ofrecen el verdadero cambio. Por eso aunque ya no se escriban poemas, ni canciones, ni


reseñas, ni comentarios, ni nada relacionado con la belleza de nuestro Rio Guatapurí, se

debe mantener intacto el interés por nuestra cultura y nuestras costumbres, no perdiendo el

verdadero sentido de cuidar y proteger lo que nos hace únicos y aquello que ante el mundo

es un verdadero placer conocer.

No esperemos que otros decidan y actúen, sino que demos el primer paso para mejorar la

condición actual de nuestro río y esté apto para las generaciones que nos han de seguir.

Por ahora será conservar la esperanza de que no cesen las palabras para exaltar la belleza de

nuestro Río Guatapurí, y que en su recorrido no se desvié al olvido y a la inexistencia.

BY: KellysP-C-G.

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