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Resumen
El objetivo del trabajo fue explorar las relaciones entre los niveles de agresión (física,
verbal, ira y hostilidad) y empatía en un grupo de niños y niñas escolares entre los 7 y 11
años de edad en la ciudad de Medellín (Colombia) con diagnóstico de Trastorno
Negativista Desafiante. Para evaluar la agresión se utilizó la versión reducida del
Abstract
This study aimed to explore the relationships between the levels of aggression (physical,
verbal, anger and hostility) and empathy in a group of school children between 7 and 11
years old in the city of Medellin (Colombia), diagnosed Oppositional Defiant Disorder. A
reduced version of the Buss-Perry Aggression Questionnaire in Spanish was used to assess
aggression; and a test about the type of stare and the Interpersonal Reactivity Index were
administered to assess empathy. The results indicated a higher ranking on physical
aggression in men in relation to women. It was found an existing relationship between
aggression and some empathy levels (direct, as in the case of the number of success in the
type of stare test, and opposite, with the number of errors in the same test); both
relationships were significant.
Introducción
indagan sus nexos en infantes con TND son escasas. Se considera que las formas en que la
agresión y la empatía se presentan en la infancia pueden ser variables relevantes para
comprender los trastornos de conducta en esta etapa.
La conducta agresiva
Num 20 – Julio-Diciembre, 2015 (Publicación preliminar)
La agresión es definida como una conducta tanto física como verbal, orientada hacia
alguien con la intención de hacerle daño (Berkowitz, 1996). Asociadas a esta se encuentran
la ira y la hostilidad, como factores facilitadores. La ira hace refencia al componente
emocional o afectivo y se define como una emoción básica, que varía en intensidad desde el
enfado leve o irritación, hasta la rabia y furia intensa (Spielberger, Johnson, Russell, Crane,
Jacobs, & Worden, 1985), y que se asocian con procesos psicofisiológicos de elevada
activación (Sanz, Magán & García-Vera, 2006). Por su parte, la hostilidad connota un
conjunto de actitudes negativas complejas como la desconfianza, suspicacia, desprecio y
juicios negativos hacia otros, que serían el componente cognitivo de la agresión
(Berkowitz, 1996; Roncero Villareal, 2012).
La empatía
Por otra parte la empatía ha sido vista como la contracara de la agresión (Krebs &
Miller, 1985) que en muchos casos se ha asocidado al aislamiento, al rechazo, al odio y a la
violencia social (Martín-Baró, 2003); la empatía, por el contrario, se ha relacionado con la
conducta prosocial, el altruismo, la autorregulación emocional y cognitiva y la inhibición
de la conducta agresiva en las relaciones interpersonales (Mestre Escrivá, Samper García,
& Frías Navarro, 2002). La lógica de esta relación hace refefencia a la dimensión
interpersonal de ambas, pues la conducta agresiva perturba y rompe los vínculos sociales y
la empatía puede cohesionarlos (Hoffman, 1987; 1990; Bandura, Barbaranelli, Caprara &
Pastorelli, 1996).
decir, sentir lo que la otra persona siente (Mehrabian & Epstein, 1972; Etxebarría & De la
Caba, 1998; Hoffman, 1982, 1987).
Diversos estudios han concluido que las personas empáticas presentan menos
conductas agresivas por su sensibilidad emocional y su habilidad para entender las
consecuencias perjudiciales para los otros y para sí mismo como consecuencia de la
agresión (Bandura, 1987; Hoffman, 1987); es así como la empatía se ha correlacionado
negativamente con la conducta agresiva y positivamente con el altruismo y la conducta
prosocial (Mestre Escrivá, Samper García, & Frías Navarro, 2002). También se han
señalado diferencias de género, las mujeres presentan una mayor disposición hacia la
empatía y niveles bajos de agresión (Carlo, Raffaelli, Laible, & Meyer, 1999; Garaigordobil
& García de Galdeano, 2006). Los resultados de estos estudios pueden ser importantes en el
diseño de programas de intervención en niños y adolescentes con perturbaciones de la
conducta. Es por ello que la empatía está siendo estudiada como un factor modulador
importante en la agresividad presente en distintos trastornos del comportamiento disruptivo
en niños, niñas y adolescentes (Garaigordobil & García de Galdeano, 2006; Parra
Benavides & Carvajal Pineda, 2012; Cuello, 2014).
Metodología
Num 20 – Julio-Diciembre, 2015 (Publicación preliminar)
Instrumentos de evaluación
Montes & Torres, 2003); y el Test de la Mirada -Eyes Test- (Baron-Cohen, Wheelwright &
Hill, 2001; Baron-Cohen, Wheelwright, Spong, Scahill, & Lawson, 2001).
Procedimiento
Los datos obtenidos fueron ingresados en una base de datos en Excel y exportados
para el análisis del coeficiente de correlación Rho de Spearman por medio del programa
estadístico SPSS (versión 21).
Resultados
En relación con el sexo se observa que son más niños que niñas, y que sus edades se
encuentran entre los 7 y 11 años. Respecto a la escolaridad la mayoría se encuentra en la
educación básica primaría; solo uno se encuentra en secundaria (Tabla 1).
Los niños evaluados cumplen con los criterios de tener un CI acorde a su edad y
grado de escolaridad. Frente al test de la mirada, se señalan las puntuaciones mínimas,
máximas, la media y la desviación estándar obtenida (Tabla 2).
Sexo
Masculino Femenino Total
n Mín Máx Media D.E. n Mín Máx Media D.E. N Mín Máx Media D.E. p
Agresión
Física
6 8,0 34,0 20,7 9,9 3 7,0 13,0 11,0 3,5 9 7,0 34,0 17,4 9,3 ,262
Agresión
Verbal
6 4,0 16,0 8,8 4,7 3 6,0 10,0 8,0 2,0 9 4,0 16,0 8,6 3,9 ,905
Ira
6 6,0 16,0 10,3 4,1 3 9,0 11,0 10,0 1,0 9 6,0 16,0 10,2 3,3 ,548
Hostilida
d
6 5,0 16,0 11,0 4,1 3 9,0 13,0 11,3 2,1 9 5,0 16,0 11,1 3,4 ,905
Total
6 5,0 16,0 11,8 4,6 3 11,0 13,0 12,0 1,0 9 5,0 16,0 11,9 3,7
Sexo
Masculino Femenino Total
n Mín Máx Media D.E. n Mín Máx Media D.E. n Mín Máx Media D.E. P
Perspecti
Toma de
va
6 12,0 18,0 14,7 2,3 3 13,0 17,0 14,3 2,3 9 12,0 18,0 14,6 2,2 1,000
Fantasía
6 17,0 31,0 23,0 5,1 3 21,0 23,0 22,3 1,2 9 17,0 31,0 22,8 4,1 ,714
Empática
Preocupa
ción
6 25,0 49,0 33,5 8,8 3 27,0 38,0 32,3 5,5 9 25,0 49,0 33,1 7,5 ,905
Malestar
Personal
6 7,0 20,0 13,2 5,3 3 8,0 15,0 11,7 3,5 9 7,0 20,0 12,7 4,6 ,905
TM_DES
Empática
TM_ACI
Preocupa
Hostilida
Agresión
Agresión
Perspecti
ACIERT
Toma de
Malestar
Personal
Fantasía
ERTOS
Verbal
Física
ción
OS
Ira
va
d
Coeficiente de
Correlación Rho Total
Agresión Física 1,000 ,340 ,262 ,662 ,587 -,202 ,068 -,117 -,207 ,577 -,534
Agresión Verbal ,340 1,000 ,755* ,688* ,173 -,413 -,224 -,226 ,325 ,120 -,105
Ira 1,000 ,880** ,568 -,084 ,157 ,193 ,280 ,288 -,338
Hostilidad 1,000 ,755* -,125 ,253 ,128 ,047 ,652 -,586
Total Agresión 1,000 ,225 ,504 ,387 -,093 ,798** -,848**
Toma de Perspectiva 1,000 ,798** ,909** ,419 -,112 ,022
Fantasía 1,000 ,765* ,081 ,232 -,316
Preocupación 1,000 0,5799 ,043 -,100
Empática
Malestar Personal 1,000 -,339 ,359
TM_ACIERTOS 1,000 -,983**
TM_DESACIERTOS 1,000
Discusión
y en algunos casos es significativamente más elevado en los hombres que en las mujeres
(Cuellar, 2014; Mestre Escrivá, Samper García, & Frías Navarro, 2002). Algunos autores
proponen que lo anterior puede deberse a factores tanto biológicos como sociales. Dentro
de los factores personales que más están asociados a la conducta agresiva se encuentran: el
temperamento irritable, la inestabilidad emocional, los trastornos de la conducta, déficit en
las habilidades sociales, entre otras (Ayala Velázquez, Pedroza Cabrera, Morales Chainé,
Chaparro Caso-López, & Barragán Torres; Caprara & Pastorelli, 1993; Farrington, 2005).
En relación con lo anterior, se ha encontrado en otros estudios que los niños presentan más
trastornos externalizantes y las niñas presentan trastornos internalizantes (Covas, Valdivia
& Maganto, 2005). Por último, otro factor que puede influenciar la presencia de mayores
conductas agresivas en los niños en relación con las niñas, son las expectativas de los roles
masculinos y femeninos (Archer, 2004).
otros estudios, en los cuales las puntuaciones de las niñas son significativamente más altas
en relación a los varones, en los cuatro factores que componen la estructura del IRI,
planteando que existe una mayor disposición empática en las mujeres (Cuello, 2014;
Mestre, Frías & Samper, 2004). Si bien no se pueden generalizar los resultados, podrían
orientar futuras investigaciones en esta línea.
Por otro lado, se identificó una correlación entre el total de agresión y la dimensión
de la fantasía, sin embargo, dicha relación no es estadísticamente significativa. Lo anterior
también es disímil de lo hallado por Cuello (2014) en el cual la fantasía y el malestar
personal no serían relevantes para la agresividad física y verbal, en cambio la toma de
perspectiva y la preocupación empática disminuyen las conductas agresivas de tipo físico y
verbal.
Frente al total de agresión se encontró que existe una relación directa con el número
de aciertos en el test de la mirada, e inversa con los desaciertos del mismo; ambas fueron
significativas. En el grupo de niños con TND se presentaron puntajes del test de la mirada
adecuados a su edad y sexo, es decir, no se evidenciaron compromisos en el reconocimiento
de las emociones y estados mentales. Lo anterior, permite evidenciar que los resultados
obtenidos para evaluar el nivel de agresión son compatibles con algunos niveles de empatía
(reconocer estados emocionales en los demás). Esto es similar a lo encontrado por Del
Barrio, Holgado y Carrasco (2012) quienes señalan que la agresividad está relacionada con
algunos niveles de la empatía emocional, pero en su estudio también hallaron una
incompatibilidad con la empatía intelectual en niños. Los datos anteriores, pueden orientar
la exploración de estas relaciones en futuras investigaciones para ayudar al entendimiento
de esta problemática.
Si bien los datos analizados en este estudio no arrojaron evidencia suficiente para
concluir que existe una correlación estrecha y significativa entre agresión y empatía, dado
que se obtuvieron p-valores superiores a 0,05, estos resultados pueden dar luces para el
desarrollo de nuevos proyectos de investigación que profundicen en el entendimiento de
Num 20 – Julio-Diciembre, 2015 (Publicación preliminar)
estas relaciones, de modo que sus hallazgos pueden dar lugar a intervenciones psicosociales
para la promoción de la salud y la prevención de riesgos en esta población.
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