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TALLER 1

Para situar bien la retórica y definirla mejor, se necesita precisar sus relaciones con la
dialéctica. Aristóteles distinguió en su órganon dos especies de razonamientos: los
razonamientos analíticos y los razonamientos dialécticos. El estudio que emprendió de
aquellos en los primeros y segundos analíticos, le valió ser considerado en la historia de la
filosofía como el padre de la lógica formal. También había estudiado los razonamientos
dialecticos en los tópicos, la retórica y las refutaciones sofísticas, lo que hace de él, igualmente,
el padre de la teoría de la argumentación. En sus analíticos, estudia las formas de inferencia
valida, especialmente los silogismos que permiten, dadas ciertas hipótesis, inferir
necesariamente de ellas una conclusión: si todos los A son B y si todos los B son C, resulta,
necesariamente, que todos los A son C.

Los razonamientos analíticos son: formales: su validez no depende del contenido de las
premisas, sino de su forma; la inferencia es válida cualquiera que sea la verdad o falsedad de
las premisas, pero la conclusión no es verdadera a menos que las premisas sean verdaderas.
Son demostrativos: la verdad de las premisas garantiza la verdad de la conclusión. Son
impersonales: la verdad o falsedad de las premisas no dependen de la opinión de los hombres.

Los razonamientos dialecticos, a diferencia de los razonamientos analíticos, no son formales,


ni demostrativos, ni impersonales. Los razonamientos dialecticos parten de premisas que están
constituidas por opiniones generalmente aceptadas con el propósito de hacer aceptable la
conclusión. Pretenden transferir la aceptabilidad de las premisas a la conclusión, intentando
hacer aceptable una conclusión que en principio, para nuestro interlocutor, puede ser
inaceptable o controvertida, siendo su finalidad, entonces, convencer. No consisten en
inferencias válidas y constrictivas, sino que presentan argumentos más o menos fuertes, más o
menos convincentes y que jamás son puramente formales. Los razonamientos dialecticos son
personales, porque con quien hablo importa.

No es impersonal, pues él se aprecia por su acción sobre un espíritu. Los unos se refieren a la
verdad y los otros a la opinión. Cada dominio exige otro tipo de discurso.

Así pues una cosa es demostrar y otra es argumentar. A lo primero se dedicará la analítica y a
lo segundo, la dialéctica. El fin de una argumentación no es deducir las consecuencias de
ciertas premisas sino producir o acrecentar la adhesión a las tesis que se presentan a su
asentimiento, ella no se desarrolla jamás en el vacío. En este sentido, Aristóteles había
opuesto la retórica a la dialéctica. La dialéctica se encargaba de analizar los argumentos
tendientes a convencer a un interlocutor. La retórica se encargaba de las técnicas para
convencer a muchos. Actualmente no se hace esta distinción. Una argumentación jamás puede
procurar la evidencia, y no es posible argumentar contra lo que lo es. La argumentación no
puede intervenir más que si la evidencia es discutida.

La nueva retórica, por oposición a la antigua, concierne a los discursos dirigidos a toda clase de
auditorio. Esta abarca un campo del discurso amplio. Considerando que su objeto de estudio
es el discurso no demostrativo, el análisis de los razonamientos que no se limitan a inferencias
formalmente correctas, la teoría de la argumentación –concebida como la nueva retórica –
cubre todo el campo del discurso orientado a persuadir o convencer, cualquiera sea el
auditorio al cual se dirige y cualquiera sea la materia sobre la cual versa.

CLASE 2
Convencer se contrapone a persuadir, se diferencian debido a la intención del argumentador.
Cuando se trata de convencer se pretende la adhesión de todo ser racional, de cualquiera; el
discurso dirigido a un auditorio particular busca persuadir, mientras que el dirigido al auditorio
universal busca convencer. Cuando se busca persuadir se quiere obtener la adhesión de
algunos espíritus. Un argumento convincente en el que sus premisas y conclusión son
universales, es decir, aceptables en principio, por todos; aceptable por, lo que podríamos
llamar, el auditorio universal. Para convencer es una condición necesaria que el argumentador
pueda adaptarse a sus interlocutores (auditorio) Si se quiere definir el auditorio de manera útil
para el desarrollo de una teoría de la argumentación, es preciso concebirlo como el conjunto
de aquellos sobre los cuales el orador quiere influir con su argumentación, que es muy
variable, ya que puede ir desde el orador mismo hasta la humanidad entera. Tengo que saber
que premisas son aceptables para él y tomarlas como punto de partida a estas tesis admitidas
por aquellos a quienes se dirigen. Es importante en una argumentación se tenga como punto
de partida premisas que sean aceptadas por el interlocutor. Cuando me despreocupo de esto
cometo la petición de principio (p > p), que es cuando presupongo lo que tengo que probar.
Por eso es importante adaptarse a los interlocutores, lo cual supone escoger entre las
premisas, afirmaciones con las cuales mis interlocutores estén dispuestos a abordar.

Hay dos objetos de acuerdo en una argumentación, que conciernen a lo real o lo preferible,
los primeros hacen referencia al ámbito de lo real y pueden ser hechos, verdades o
presunciones; los hechos y verdades presuntamente podrían ser admitidos por todo el mundo,
pero desde el momento en que un hecho o una verdad son controvertidos por el auditorio, el
orador ya no puede prevalerse de ellos, su status de hecho o verdad no está asegurado
indefinidamente, a menos que se admita la existencia de una autoridad divina. Para
descalificar un hecho o una verdad, se puede mostrar su incompatibilidad con otros hechos y
otras verdades que se presentan como más seguro.

Al lado de los hechos y verdades, a veces partimos de presunciones que, aunque no se


presentan seguras como aquellos, sin embargo, suministran bases suficientes. Las
presunciones hacen referencia a los valores, jerarquías y lugares comunes de lo preferible.
Hace referencia, primero a lo que se produce normalmente y segundo, a lo que es razonable
tomar como punto de partida.

Lo preferible, en teoría de la argumentación, es lo que consideramos que normalmente


acontece, pero la noción de normal es susceptible de interpretaciones variadas. Su status no
está asegurado indefinidamente.

Lo preferible hace referencia a los valores: objetos de acuerdo universal, en tanto y en cuanto
permanezcan indeterminados, cuando se lo aplica en situaciones concretas pueden aparecer
desacuerdos. Son instrumentos de persuasión, los valores universales juegan un papel
importante en la argumentación, pues ellos permiten presentarlo valores particulares como un
aspecto más determinado de los valores universales. Hay valores abstractos tales como la
belleza y la justicia, y hay valores concretos como la iglesia o Francia.

Al lado de los valores, la argumentación se apoya sobre jerarquías, que pueden ser: concretas,
como la superioridad del hombre sobre el animal; abstractas como por ejemplo, la
superioridad de lo justo sobre lo útil, lo uno sobre lo múltiple. Pueden ser heterogéneas u
homogéneas, mientras las primeras ponen en relación valores diferentes (el respeto de la
verdad es superior a la amistad de Platón), las jerarquías homogéneas son aquellas que se
basan sobre la cantidad, por ejemplo, es preferible un dolor más débil a uno más fuerte. Y
tercero, los lugares de lo preferible: son lugares comunes, afirmaciones muy generales acerca
de lo que presumiblemente vale más en un dominio. Son también lugares específicos,
haciendo referencia a lo que presumiblemente vale más en un dominio determinado. Los
lugares comunes pueden hacer referencia a la cantidad, lo que le sirve a un mayor número es
preferible a lo que le sirve a un menor número; se enunciará un lugar de la cualidad, si se da
como razón de preferir alguna cosa, el hecho de que es única, rara, irremplazable; el orden,
expresa la superioridad de lo anterior a lo posterior; existencia, sostiene la superioridad de lo
que es, con respecto a lo que es meramente posible; esencia, son superiores los individuos que
mejor representan la esencia del genero a la cual pertenece.

CLASE 3
El argumentador debe hacer una selección de los hechos y valores que va a considerar en sus
discursos, seleccionar implica tomar partido. Cuando uno selecciona ciertas premisas, uno las
pone en el primer plano de la conciencia, haciendo que el interlocutor tenga presente ciertas
cuestiones ante su presencia, el esfuerzo del orador es meritorio, ya que sin su intervención,
los elementos que hubieran sido olvidados, llegan a ocupar el centro de nuestra atención: lo
que está presente para nosotros se encuentra en el primer plano de la conciencia y se vuelve
importante. Desde esta perspectiva, lo que la teoría de la argumentación hace es: generar
presencia ante la conciencia. Por otra parte, lo que pierde en importancia, se vuelve abstracto,
casi inexistente. Lo que hace el ejercicio es mostrar más presente esto que parece tan lejano.
Hay muchas técnicas para generar presencia: la repetición, la acumulación de detalles, se
tratará un tema primero de una manera sintética, luego por la enumeración de las partes.
Estas estrategias para generar presencia se asocian con las figuras retóricas: es identificable
con una forma de habla que no es la habitual, y cuya forma sea distinguible por una figura
particular. Para que esto sea una figura retórica tiene que estar orientada a la persuasión, si
esto no se cumple o no9 es su finalidad, puede ser entendida mejor como una figura de estilo.

Esta selección que pone en relieve uno hechos y descarta otros, se da también porque el
lenguaje que yo utilizo nunca es neutro, un mismo hecho puede ser descripto de muchas
maneras, resalto unas circunstancias y dejo de lado otras circunstancias, esto nunca es una
operación neutral, ya que el lenguaje manifiesta múltiples elecciones. La falta de neutralidad
del lenguaje se ve en múltiples aspectos: En como calificamos o describimos, por ejemplo, el
asesino de su madre, o el vengador de su padre; en las categorías gramaticales que utilizamos.
No es lo mismo expresar una idea a través de un adjetivo que a través de un sustantivo, por
ejemplo, el alma encarnada en el cuerpo (adjetivo)/ el cuerpo animado por el alma
(sustantivo); la forma en que enlazamos las proposiciones, por ejemplo, pepito es una buena
persona, sus acciones son moramente buenas, salvo (minimiza) aquella que realizó cuando le
robó a fulanito/ Leí a Kant y leí a pepito (aproxima, nivela).

Estas diferentes descripciones no son necesariamente incompatibles entre sí, son


descripciones de la realidad en donde se enfatizan puntos de vistas diferentes, y en donde hay
una operación que no es neutral, sino que, lo que hay es una descripción de la realidad
interpretada, no es una descripción pura. Siempre cuando se describe un hecho se resaltan
algunos aspectos y se dejan de lado otros. En la teoría de la argumentación no se distingue
entre el dato puro y la interpretación, ya que no establece una distinción tajante entre hecho e
interpretación. La teoría de la argumentación se pregunta entonces, porqué los argumentos
que convencen, convencen.

ARGUMENTOS CUASILÓGICOS
Los argumentos se presentan, ya bajo la forma de un nexo que permite transferir a la
conclusión la adhesión acordada a las premisas, ya bajo la forma de una disociación que trata
de separar elementos que, el lenguaje o una tradición reconocida, han ligado previamente uno
a otro. Perelman desarrolla tres tipos de nexos: los argumentos cuasi lógicos, los argumentos
fundados sobre la estructura de lo real y aquellos que fundan esta estructura.

Se caracterizan por el hecho de que aparentan ser demostraciones lógicas aunque en estricta
regla, no son deducciones rigurosas, porque trabajan con enunciados del lenguaje ordinario,
que son ambiguos, que no son precisos ya que admiten múltiples interpretaciones. Los
argumentos cuasilógicos se parecen a los argumentos formales de la lógica, en virtud de esta
semejanza es que estos son convincentes. Se diferencian en que los argumentos lógicos son
constrictivos ya que en una argumentación correcta, de la verdad de las premisas se sigue
necesariamente la verdad de la conclusión. En cambio, los argumentos cuasilógicos no son
constrictivos, ya que no se sigue necesariamente de la verdad de las premisas la verdad de la
conclusión.

Para ver los distintos argumentos cuasilógicos, se los comparará con los argumentos lógicos a
los cuales se parecen.

Contradicción (p . –p): Cuando se encuentra una contradicción en el sistema lógico, este se


vuelve incoherente, inutilizable, y ante la contradicción lógica no queda más remedio que
elegir entre los dos pares. Incompatibilidad: La contrapartida de la contradicción en el
lenguaje ordinario es lo que llamamos incompatibilidad. La diferencia entre ambas, es que en
la primera es preciso escoger o lo uno o lo otro. Sin embargo no es la única opción frente a la
incompatibilidad, considerando que la expresión tiene en ambas proposiciones significados
diferentes, por la ambigüedad del lenguaje, que permite tratar la incompatibilidad diferente a
la contradicción lógica. Cuando uno encuentra esto en el lenguaje ordinario puede elegir, y
puedo abordarlo desambiguando el lenguaje. Existe en el discurso ordinario manifestaciones
de incompatibilidad que no obligan a elegir, ya que se puede reinterpretar o limitar su alcance.
Por ejemplo cuando Heráclito dice: “descendemos y no descendemos dos veces en el mismo
río”, nuestra reacción es la de no ver en él sino una contradicción aparente: resolvemos la
contradicción, interpretando de dos maneras diferentes la expresión “el mismo río”. Hay una
incompatibilidad que se da, no cuando se oponen dos reglas, sino cuando la afirmación de una
regla es incompatible con las condiciones o consecuencias de su aplicación o de su
aseveración, esto es la autofagia, y el argumento que la muestra es la retorsión. Un ejemplo de
aplicación de la retorsión es cuando un policía le dice gritando a alguien, que está prohibido
gritar.

/Como la incompatibilidad, contrario a la contradicción formal, no es universal y no se produce


sino en una situación dada, una manera de escapar a ella consiste en examinar por anticipado
todas las situaciones que podrían dar nacimiento a ella. Quien no quiere sacrificar una regla o
resolver una incompatibilidad planteada en un momento inoportuno, se las arreglará para que
la situación delicada no se produzca, o si se produce se finge no verla, o recurriendo a la
mentira./

Identidad: Pone en relación objetos, no proposiciones. Las identidades puramente formales


siempre se presentan como evidentes o como convencionales. En todo caso escapan a la
controversia. En el discurso ordinario no vamos a hablar de identidad sino de Identificación: Se
pueden realizar a través de dos estrategias, o bien a través de las definiciones o bien a través
del análisis.

Toda definición pretende identificar el definiendum con el definiens, el primero es aquel


termino que quiero definir, el segundo es aquel termino o conjunto de términos que sirven
para definir el definiendum. Las definiciones buscan tratar al definiendum y al definiens como
intercambiables. Admitir una definición es admitir un argumento cuasilógico mediante el cual
el definiendum y el definiens resultan intercambiables. Por ejemplo, Thomas Hobbes dice: la
libertad (definiendum) es la ausencia de impedimentos externos (definiens). Las definiciones
no son convencionales, ni evidentes y suponen una argumentación.

Análisis: John Wisdom distingue tres tipos, material, formal, y filosófico. El primero se limita a
explicar uno u otro de los términos utilizados, su significado, analiza su alcance: “A es hijo de
B”, significa que “A es hijo o hija de B”. Los segundos pone en evidencia la estructura lógica de
las proposiciones. Sirven para develar una aparente paradoja. Por ejemplo: “El actual rey de
Francia es calvo” “El actual rey de Francia no es calvo”/ (ᴲx) [(Rxf. (y) (Ryf ɔ y = x) . Cx)] / (ᴲx)
[(Rxf. (y) (Ryf ɔ y = x) . ~Cx)] El análisis consiste en la descomposición, por lo que cuando digo
que “El rey de Francia es calvo” digo: 1)Que existe alguien que es actualmente el rey de Francia
2)Hay solo un rey de Francia 3)Que el rey es calvo/ (1,2,3). Cuando digo que “El rey de Francia
no es calvo” digo: 1) Existe actualmente alguien que es rey de Francia 2) Hay solo un rey de
Francia 3) El rey no es calvo / (1, 2, -3) El análisis de las proposiciones permite resolver la
paradoja. El análisis filosófico: Es aquel que va de lo complejo a lo simple, el que busca los
elementos últimos de un objeto o de un fenómeno; también pretende que ciertas expresiones
resulten intercambiables. Por ejemplo cuando Hume dice que es el conocimiento, dice que es
tener percepciones. Él va a descomponer las percepciones en impresiones e ideas, las ideas de
dividen en simples y compuestas, al igual que las impresiones, que se dividen en simples y
compuestas. Llegando así a los últimos elementos del conocer.
Todo análisis es direccional, pues se propone hacer que ciertas expresiones sean
intercambiables. Tanto la definición como el análisis son controvertibles y por lo tanto son
objeto de argumentación. Quien intenta escapar de la controversia apela a diversas
estrategias: presenta a las definiciones como convencionales. Presentar el análisis como
evidente y necesario.

Tautologías -> Tautologías aparentes: se caracterizan por acercarse a las tautologías pero no
ser tautología, y por ellos, ser objeto de controversia y argumentación. Ejemplo: si soy rico, soy
rico. El término rico puede presentar una ambigüedad aparente. Se transformará la tautología
en aparente dando a los dos términos un sentido diferente.

Leibniz planteó dos principios: 1) Principio de indiscernibilidad de los idénticos y 2) el principio


de identidad de los indiscernibles. Se desprenden de su filosofía. El primero sostiene que dos
seres: A y B, son idénticos si toda afirmación referente a uno de estos es equivalente a una
afirmación referente a otro, es decir, el primer principio lo que dice es que: si toda afirmación
referente a A es equivalente a una afirmación referente a B, entonces A es idéntico a B. El
segundo principio dice lo inverso: si A es idéntico a B, entonces, toda afirmación referente a A
es equivalente a una afirmación referente a B.

Primer principio: P(a) Ξ P (b) ɔ a=b Segundo principio: a=b ɔ P(a) Ξ P (b)

a=b no estoy señalando la identidad en cosas diferentes. Aludo a lo mismo desde punto de
vistas distintos.

Frege demostró que en realidad nunca puede haber identidad entre dos cosas diferentes. De
estos dos principios se desprende que dos seres idénticos deben ser tratados de la misma
manera, si A = B, A merece ser tratado de tal forma. No hay dos individuos idénticos desde el
momento en que son dos. El problema práctico es: sabiendo que nunca hay dos individuos
idénticos, ¿Cuándo es racional tratar de la misma manera a dos seres o situaciones
diferentes?, cuando dos individuos diferentes merecen el mismo tratamientos es porque de
alguna manera los estamos asimilando, lo que hacemos es identificarlos. No se trata de una
identidad total, sino parcial. Realizamos el igualamiento cuando consideramos que en las
diferencias entre ellos no hay diferencias esenciales, sino que son diferencias accidentales.
Uno realiza una asimilación cuando considera que los aspectos que lo revelan son accidentales
y los que los une son la esencia. Que aspectos son esenciales y cuales accidentales, dependerá
del contexto, lo esencial del examen a nosotros, es que somos estudiantes del mismo curso, lo
que va a determinar que es esencia va a depender de los fines de la regla. Esto es de alguna
manera lo que expresa el principio de igualdad ante la ley: todos los seres que poseen las
propiedades exigidas por la ley merecen el mismo trato. Este principio de igualdad no es más
que la expresión de una regla de justicia que expresa que dos seres que pertenecen a la misma
categoría esencial, deben ser tratados de la misma manera. La regla de la justicia tiene una
fuerte utilización argumentativa que se da por ejemplo en las circunstancias en las que se dan
precedentes, por ejemplo se me saco un cinco al responder tres preguntas y comparo mi
resultado con otro chico que se sacó seis con tres preguntas, es injusto. Se considera injusto
porque tiene la marca de la parcialidad.
La regla de la justicia también puede operar en un sentido inverso: uno podría trazar un
argumento partiendo de la premisa de que las situaciones que nosotros asimilamos por
presenciarla esencialmente iguales, no es asimilable.

Relaciones simétricas (relación lógica): Una relación “r” es simétrica, si y solo si para todo “a” y
para todo “b” si “a” se relaciona con “b”, “b” se relaciona con “a”. Por ejemplo: ser padre no es
una relación simétrica, ser hermano de… es una relación simétrica, porque puedo
intercambiarlos. Intercambiabilidad que no necesita argumentación. Contrapartida
argumentativa: Regla de la justicia -> búsqueda de precedentes. Argumento de reciprocidad:
asimila dos seres o situaciones de tal manera que considera que los términos de una relación
deben ser tratados de la misma manera, puesto que de alguna forma son intercambiables, por
ejemplo: si está mal que A le venda drogas a B, está mal que B le compre drogas a A. Tanto la
regla de la justicia como el argumento de reciprocidad tienen en común la asimilación.

Relaciones transitivas (noción lógica): una relación R es transitiva si y solo si, para todo “a”,
“b”, y “c”, si “a” se relaciona con “b” y “b” se relaciona con “c”, entonces “a” se relaciona con
“c”. Si “a” es mayor que “b” y “b” es mayor que “c”, entonces, “a” es mayor que “c”. Si “a” es
igual a “b”, y “b” es igual a “c”, entonces “a” es igual a “c”. No hay controversia. Perelman
señala que el silogismo aristotélico muestra la transitividad de la relación de inclusión, el
silogismo, es un razonamiento que consta de dos premisas, una conclusión y tres términos,
cada uno de los cuales aparece dos veces por ejemplo: todos los argentinos son americanos,
todos los tucumanos son argentinos, por lo tanto, todos los tucumanos son americanos. Hay
quienes entienden a la relación de inclusión como una relación entre el todo y la parte. La
contrapartida argumentativa es la transitividad argumentativa: /Hay casos en donde la
transitividad se proclama sin estar siempre garantizada: los amigos de mis amigos, son mis
amigos”/ no formal, sobre la que podemos argumentar, por ejemplo, si mi amigo se hace
amigo de mi enemigo, en realidad parece no ser mi amigo, a A b, b A c, a A c. Objeto de
controversia, requiere tratamiento argumentativo.

Silogismo (todo-parte) Inclusión: En la matemática, existen operaciones que operan en cierta


área, tales como las que expresan que el todo es mayor que la parte, esta es una afirmación
considerada como verdadera y ajena a la discusión, se vuelve argumento cuasilógico si se
sacan consecuencias como estas: “quien puede lo más puede lo menos”. Contrapartida
argumentativa: en ocasiones se utilizan afirmaciones que son similares pero no expresan lo
mismo, tales como: es más valioso el todo que la parte. En la relación todo-parte se fundan
tres argumentos que son: el dilema. El argumento a pari y a contrario. El dilema es un
argumento en el cual se examinan dos eventualidades para concluir que ambas conducen a la
misma consecuencia desagradable o negativa, por ejemplo: si hago paro o si no hago paro,
ambas opciones concluyen a conclusiones negativas. Argumento a pari: tiende a mostrar que
lo que vale para una parte, vale para la otra. Argumento a contrario: lo que vale para una parte
no vale para la otra. Estos dos últimos parten la realidad en dos.

Peso, mediciones: cuando yo peso, pongo en relación una cosa con la otra. Cuando peso, uso
una unidad de medida que no varíe, y toma además, una unidad de medida que es neutra. En
la contrapartida argumentativa hablamos de comparaciones: la comparación constituye un
argumento cuasilógico cuando no da lugar a una pesada o a una medida efectiva, pero su
efecto persuasivo subyace en que podría apoyar su juicio en una operación de control, por
ejemplo: “sus mejillas son rojas como manzanas”. Cuando uno compara, la unidad de medida
varía en la comparación, no es neutra. La comparación tiene el efecto de acercar lo que se
compara. Cuando yo comparo, acerco realidades, acercando entre sí dos términos muy
alejados, se realza el término inferior pero se rebaja un poco el superior, de allí la superioridad
de lo que es incomparable. Argumento del sacrificio: toma como una unidad de medida del
valor de una acción el sacrificio realizado por las personas que la realizan. Las cosas valen en
función del esfuerzo que me ha llevado.

Es raro que los argumentos cuasilógicos puedan por sí solos producir la convicción: ellos
deberán ser completados por argumentos basados sobre la estructura de lo real.

ARGUMENTOS BASADOS EN LA ESTRUCTURA DE LO REAL


Persuaden porque de alguna manera tocan aspectos de la realidad. En la realidad hay
elementos que se encuentran relacionados, esta relación constituye nexos. Los segmentos que
vamos a ver se basan en nexos basados en la realidad. Nexos de dos tipos: de sucesión y de
coexistencia. Los nexos de sucesión conectan fenómenos del mismo nivel. Los nexos de
coexistencia conectan fenómenos de diferente nivel. Entre los nexos de sucesión vamos a
mencionar: la relación entre la causa y el efecto, o bien, la de los medios y los fines. Entre los
nexos de coexistencia tenemos, la relación entre una persona y sus actos, o una etapa
histórica y sus manifestaciones, o la relación entre una sociedad y sus miembros.

Primero vamos a analizar los argumentos fundados en el nexo causal: relación causa-efecto.
No son relaciones lógicas, son relaciones que se dan en la realidad, por ejemplo, en la realidad
física. Dicho esto se puede detectar por lo menos tres ejemplos de argumentos basados en los
nexos causales: 1) son los que se dirigen a la búsqueda de causas. 2) Son los que se dirigen a la
determinación de los efectos. 3) Argumentos pragmáticos: son de tal naturaleza que reduce el
valor de la causa al valor del efecto. Es el que considera que el valor de la causa depende del
efecto. Se valoran las acciones en virtud de sus consecuencias. El argumento pragmático
plantea algunas dificultades teóricas: la primera es de hasta donde llegar en la cadena de
efectos, ya que el efecto es causa de otro efecto. La segunda es que en general, ningún hecho
puede considerarse como el mero efecto de una sola causa, cada fenómeno tiene múltiples
causas y efectos.

La relación medios-fines es una relación intencional. Sobre esta se fundan algunos


argumentos: 1) argumento del derroche: es el que tiene a sostenes que la existencia de un
medio eficaz que permite realizar un deseo, le da a este ultimo la consistencia necesaria para
transformarse en un fin, de modo tal que el no hacer utilización del medio, constituye un acto
de derroche. Por ejemplo: la penitencia como un medio de salvación, o la facultad. 2)
Argumento de la superación: es generalmente usado para convertir un argumento en contra a
uno a favor, y tiende siempre a mostrar que lo que parecía malo, no es más que un medio para
un fin posterior. 3) Son aquellos que consideran que el fin es convencer y los medios, los que
va a posibilitar los pasos para convencer. A) Cuando el fin es convencer a veces es posible
descomponer la prosecución de un fin en varias etapas, esto se da cuando hay una gran
distancia entre las tesis defendidas por el argumentador y las aceptadas por el auditorio.
Entonces en vez de ir directamente de a a d, se irá de a a b y de b a c, y de c a d. Esto se llama
procedimiento por etapas. B) Cuando el interlocutor advierte que el procedimiento está
dirigido a convencerlo de una tesis que él no acepta, se puede valer de: Argumento de
dirección: aparece cuando el interlocutor se niega a pasar de a a b porque considera que la
aceptación de “a” lo va a llevar por vía enjabonada a “d”. C) Podría ocurrir que el interlocutor
advierta hacia dónde quiere llegar el argumentador y a fin de no arribar a ese punto, propone
la segmentación de la argumentación en etapas con la esperanza de no llegar nunca hacia
donde apunta el argumentador. Esta estrategia se la conoce como sofisma dilatorio.

La segmentación de un argumento en muchas partes puede traer problemas.

Entre los nexos de coexistencia, Perelman pone énfasis entre los actos de una persona y la
persona. No es un nexo temporal, son de diferente nivel lo que una persona es y lo que una
persona hace. Entre las personas y los actos hay un tipo de relación dialéctica,
retroalimentada, porque lo que hace una persona le da una reputación, pero una vez que
tenga una reputación, se juzgará mis acciones con respecto a esa reputación. En base a esta
relación dialéctica entre la persona y sus actos se fundarán dos argumentos: 1) argumento ad
verecundiam (argumento de autoridad), 2) argumento ad hominend (o ataque al hombre). El
primero consiste en argumentar a favor de una tesis apelando a la autoridad que en un área
determinada tiene el emisor de la tesis. La estructura es X dice P, X es una autoridad en torno a
las cuestiones sobre la que versa P, por lo tanto, P es verdad. Este argumento solo tiene valor
cuando no hay una prueba demostrativa a favor de la tesis que se quiere defender. Este
argumento admite una relación entre la persona y sus actos, porque si es confiable y sabe del
tema, convence. El argumento ad hominend tiene la estructura: X dice P; X tiene ciertos rasgos
negativos, por lo tanto, P es falso. Un argumento de esta estructura puede ser falaz o no,
depende cual sea el rasgo negativo de lo que dice o sobre lo que dice. Se funda en una relación
entre una persona y sus actos. Una afirmación dicha por alguien es falsa, en virtud de su
reputación negativa.

Existen estrategias argumentativas que tienden a acortar la relación entre lo que una persona
es y lo que una persona hace, o bien la atenúan. Estas técnicas argumentativas se denominan:
1) técnica de ruptura 2) técnica de freno. Las primeras intentan suprimir la relación entre una
persona y sus actos, y la segunda son aquellas que intentan atenuarla.

Hay dos técnicas para cada una de estas dos técnicas. 1) a) Preservar a la persona de sus actos,
haga lo que haga la persona quiero preservar su valoración buena o mala. La técnica que
utilizamos es la divinización o satanización. Cortan la relación entre lo que la persona es y lo
que hace. Ante el absoluto: dios, demonio y la verdad, se corta la relación persona y acto. B)
Preservar los actos de las personas. Una técnica de ruptura que sirva para esto es considerar
que el acto es la expresión de una verdad o de un hecho. 2) a) Para preservar a la persona de
los actos, se contextualiza. Es de freno porque tiene un límite. B) Para preservar a los actos de
las personas, se invoca las fuentes, por ejemplo, dios en el discurso de un cura odioso.

Además de una relación persona-actos, hay otro tipo de nexo de coexistencia, por ejemplo el
nexo entre un periodo histórico determinado y los acontecimientos de ese periodo
(manifestaciones de la época), el nexo de un periodo y las obras de ese periodo (el gótico).
Otro nexo es el que hay entre un individuo y el grupo.

Nexo simbólico: es el que hay entre el símbolo y lo simbolizado, nexo sobre cual se fundan
muchos argumentos. Argumento de la doble jerarquía: son aquellos que establecen una
correlación entre los términos de una jerarquía admitida con los de una jerarquía que se
quiere hacer admitir. Existen argumentos de la doble jerarquía tanto cuantitativos como
cualitativos. Los primeros son los que se fundan en correlaciones estadísticas o que aceptan las
cantidades, por ejemplo, si sostengo que el hombre A es más grande que B por el hecho de
que las piernas de A son más altas que las de B. Los cualitativos son los que trabajan con
cualidades, propiedades, por ejemplo, nos encontramos con argumentos de la doble jerarquía
cualitativos cuando decimos que es superior el medio que permite alcanzar un bien preferible,
al medio que permite alcanzar un bien no preferible.

ARGUMENTO POR ILUSTACION, EJEMPLO Y MODELO

El común denominador de estos es que trabajan con casos individuales. Argumentar por el
ejemplo es presupone la existencia de algunas regularidades de las que los ejemplos darán una
concreción. A partir del caso particular es que se busca la ley o la estructura que él revela. Es
siempre un argumento inductivo, porque se trata de una argumentación que busca pasar del
caso particular a una generalización. Es importante que el argumento no pueda ser discutido,
pues es la realidad de lo que se evoca lo que sirve de fundamento a la conclusión.

Mientras que la argumentación por el ejemplo sirve para fundar o una previsión o una regla, el
caso particular desempeña otro papel cuando la regla ya ha sido admitida: sirve esencialmente
para ilustrar, es decir, para darle una cierta presencia dentro de la conciencia. El caso
individual, en este caso, no tiene por qué ser un hecho incuestionado sino que puede ser
incluso un hecho imaginario, puesto que dicha regla general ya está asentada.

En ocasiones, el caso individual puede presentarse ni como ejemplo ni como ilustración, sino
como un modelo a imitar. El modelo se convierte en el patrón a partir del cual se juzga lo que
es valioso, es valioso lo que se aproxima al modelo y carece de valor lo que se aleja de él. Así
también tenemos la argumentación por el anti modelo, él, indica lo que vale menos. Estos
argumentos pueden dar lugar a distintos tipos de argumento, por ejemplo: el argumento a
fortiori, que, tomando una premisa determinada concluye en base a ella que existe una razón
más fuerte para sostener la conclusión.

ANALOGÍA Y METÁFORA

Las concepciones y el papel de la analogía han variado en la historia de la filosofía. Mientras


que para algunos pensadores, como Platón o Santo Tomas, la analogía presenta un tipo de
razonamiento específico e indispensable, para otros, como los empiristas, ella se limita a
afirmar una semejanza bastante débil, útil en el contexto del descubrimiento pero con poco
valor en el contexto de justificación. El termino remite etimológicamente a la idea de
proporción. Ella difiere de la proporción puramente matemática, en tanto que no platea la
igualdad de dos relaciones, como 2+2=4, sino que afirma una semejanza de relaciones, por
ejemplo: A es a B como C es a D. Entre la pareja A-B, --el tema de la analogía—y la pareja C-D –
el foro de la analogía--, no se afirma una igualdad simétrica por definición, sino una asimilación
que tiene por fin aclarar, estructurar y evaluar el tema gracias a lo que se sabe del foro, ora
explicando una relación desconocida por otra más familiar.

Hay tres destinos posible para una analogía: 1) En algunos casos orienta la investigación, y
permite obtener resultados experimentales. Una vez obtenido, la analogía se elimina, como el
constructos que desmonta un andamio después de haber acabado la construcción del
inmueble. Es así como la analogía establecida entre la corriente eléctrica y la corriente
hidráulica. 2) En otros caso la analogía será superada porque el tema y el foro se funden en un
principio más general, hay casos en lo que es posible remplazarla, porque tanto tema y foro
son remplazados por una ley más general que abarca a los dos. 3) En los dominios en donde el
recurso a métodos empíricos es imposible, la analogía es algo ineliminable; la argumentación
utilizada tenderá sobre todo a sostenerla.

Una analogía no necesariamente tiene que tener cuatro términos, puede tener tres, B es a C,
lo que A es a B; “el hombre con relación a la divinidad, es tan pueril como el niño lo es con
relación al hombre”. Un aspecto importante de la analogía es que suele haber interacciones
entre el tema y el foro, sucede a menudo que los elementos del foro se modifiquen para
aproximarlo al tema, y hacer la analogía más convincente. Una analogía argumentativamente
rica es una analogía que se puede prolongar de manera fecunda. La prolongación de una
analogía es siempre un recurso útil en la argumentación; es así como las dificultades
encontradas en el fundamento de nuestro saber pueden ser asimiladas a las de una barca
sacudida por la tempestad, y el hecho de llegar a conclusiones escépticas, al de llevar la barca
a la orilla donde puede permanecer y podrirse. Kant oponiendo su epistemología a la de
Hume, dice: “que importa dar a esta barca un piloto que, siguiendo los principios ciertos de su
arte, sacados de la ciencia del globo, provisto de una carta marina completa y de una brújula,
pueda conducirla seguramente a donde quiera”. Las analogías no son neutras, siempre hay
intencionalidad, pone ciertas relaciones en evidencia y deja otras en la sombra. Por ejemplo: al
describir una batalla en términos tomados del juegos de ajedrez, se elimina todo lo que se
refiere a los horrores de la guerra. Admitir una analogía es, pues, suscribir una cierta
escogencia de aspectos que importa poner en evidencia en la descripción de un fenómeno.

Al criticar una tesis ilustrada por una analogía, uno tiene dos vías: o bien criticar la tesis sin
cambiar la analogía pero modificándola para que corresponda mejor a sus propias
concepciones o bien podemos criticar una tesis, remplazando la analogía por una que
juzguemos más adecuada.

Metáfora

Perelman sostiene que la metáfora es una especie de analogía condensada, gracias a la fusión
de tema y foro. A partir de la analogía: A es a B como C es a D, la metáfora tomará la forma: “A
de D”, “C de B”; “A es C”. A partir de la analogía “la vejez es a la vida lo que la noche es al día”,
se derivarán las metáforas: “la vejez del día”, “la noche de la vida” o “la vejez es una noche”. A
fuerza de ser repetidas, las metáforas se gastan y existe la tendencia a olvidar que se trata de
metáforas, se han vuelto maneras ordinarias de expresarse, pero su aspecto metafórico
reaparece cuando uno quiere traducirlas a una lengua extranjera. Cuando el único camino para
designar un objeto es a través de la metáfora, se califica de catacresis, por ejemplo: el pie dela
montaña. Este recurso de catacresis es muy eficaz en la argumentación, pues sacando una
conclusión a partir de una manera habitual de expresarse, sin que nuestro interlocutor se de
cuenta que estamos haciendo uso de una analogía, y por ello parece que nuestras
conclusiones se derivan de la naturaleza misma de las cosas. Es así como Descartes habla en la
séptima regla para la dirección del espíritu, de la catacresis del “encadenamiento de las
ideas”, insistiendo sobre el hecho de que en una deducción rigurosa no hay que saltearse
jamás un eslabón de la cadena. Es importante decir que l pensamiento filosófico así como todo
pensamiento creador, no puede prescindir de las metáforas, estas son inherentes al discurso
filosófico.

DISOCIACION DE LAS NOCIONES

Se trata de una técnica argumentativa típicamente filosófica, que se impone sobre todo a
quien analiza el pensamiento filosófico, es decir, al que quiere ser sistemático. La función 2
explica la 1: alma/cuerpo, pluralidad/unidad, fenoménico/noumenico, apariencia/ realidad. El
termino II, que será normativo con relación al término I en la misma medida en que ella lo
confirma como expresión auténtica de lo real o lo descalifica como error. Con relación al
término I, el término II será, a la vez, normativo y explicativo. Perelman sostiene que un
pensamiento filosófico original es aquel que invierte los términos de la pareja, aunque
raramente esta inversión se opera sin modificar uno u otro de sus términos, pues se trata de
indicar las razones que justifican esta inversión.

AMPLITUD Y FUERZA DE LA ARGUMENTACION

Cuando tenemos una demostración formal, lógica, la amplitud de la demostración no tiene


demasiada relevancia. El problema de la amplitud de la argumentación no es irrelevante a la
hora de examinar la eficacia del razonamiento que tiene como finalidad convencer. Se podría
creer que la eficacia del discurso está en función del número de argumentos. Esto no es
necesario por: 1) Hay que tener en cuenta que cuando uno utiliza muchos argumentos puede
ocurrir que entre todos esos haya alguno que sea débil, no adaptado a los interlocutores, su
debilidad podría afectar la eficacia de todo el discurso. Por otra parte, dar muchas razones a
favor de una tesis es indicar que ella no es evidente y no se impone a todos, por lo que
necesita ser muy argumentada. La acumulación de argumentos tiene límites psicológicos, ya
que la paciencia y la atención de los auditores tiene límites. Como el número de argumentos es
indefinido, es inevitable proceder a una selección de los argumentos en función de su fuerza.
Un argumento fuerte es eficaz, y un argumento eficaz, convence. La fuerza de un argumento
siempre es contextual, depende de muchos factores: adhesión de interlocutores a las
premisas, de las pertinencia de las premisas, de la proximidad o lejanía que puede haber entre
las premisas y la tesis que queremos hacer aceptar, también de las posibles objeciones que
puede recibir y de los recursos que el argumentador dispone para hacer frente a las posibles
objeciones.

Existen distintas estrategias para disminuir o acrecentar la fuerza de un argumento. Cuando yo


elogio la capacidad retórica de mi interlocutor, de su talento orador, tiendo a disminuir la
fuerza de sus argumentos. El argumento conocido, mientras más conocido es, es porque tiene
algo de ineficaz, no convenció. Es un lugar común, y tiene menos fuerza que el argumento
original. Otra estrategia para debilitar un argumento es calificarlo como falacia. Otra estrategia
es cuando tomo el argumento de mi adversario y lo vuelvo en contra de él, el argumento tiene
una fuerza enorme, porque mi adversario ya lo utilizó y por lo tanto reconoció su fuerza. Otra
estrategia que hace fuerte al argumento es valerme de la analogía de mi adversario, dispondrá
de un argumento más fuerte que quien opone a una analogía, una analogía diferente. Cuando
distintos argumentos llegan a la misma conclusión, los argumentos se refuerzan entre sí, se
hacen más fuertes, aunque tiene un límite, ya que cuando tenemos una convergencia muy
grande de argumentos resulta sospechoso.

La amplitud de la argumentación se explica a veces por la ignorancia de las tesis admitidas por
el auditorio. No sabiendo qué argumento será más eficaz, se pueden presentar varias
argumentaciones, a veces complementarias, incluso a veces incompatibles. Es así como la
doble defensa que se hace, de hecho y de derecho, va en dos direcciones. En la primera se
niegan los hechos de los que se ha sido acusado, en la segunda se trata de demostrar que los
hechos invocados no serían contradictorios ni al derecho ni a la moral.

ORDEN EN LA ARGUMENTACIÓN

Bajo los nombres de dispositio, en la antigüedad, y de método, en el renacimiento, la Retórica


y la Dialéctica trataron de la organización de los temas estudiados, del orden de los
argumentos en el discurso. Se distinguieron, para este propósito, diversas partes del discurso:
el exordio, la narración, la prueba, la recapitulación y la perorata. La apología de Sócrates es un
ejemplo de todo esto. El exordio: su papel es funcional, ya que su fin es suscitar benevolencia y
el interés del auditorio, disponerlo bien con relación al orador. El exordio puede tratar del
orador, del auditorio, del tema o del adversario. La narración consiste en la exposición de los
hechos. La prueba consiste en la argumentación misma. La recapitulación es un resumen de lo
dicho. La perorata son las últimas palabras que se dicen para convencer al público apelando a
cuestiones más ligadas a la subjetividad, la compasión o la ira. Es el último momento del
discurso en donde se trata de convencer con argumentos menos formales donde se invita a los
interlocutores a aceptar de una manera más emocional.

Perelman se opone a que tenga que haber un ordenamiento rígido en el discurso, esto
dependerá del contexto. Lo que no puede faltar son la tesis y la prueba. En relación entre la
tesis y la prueba hay dos posibilidades relativas al orden: tesis – prueba, prueba – tesis. En
general, se opta por la primera cuando se pretende convencer, en cambio, uno opta por la
segunda cuando uno quiere convencer. (¿)
En el momento de la prueba, puede incluir muchos argumentos, y se pueden ordenar de
diferentes modos. Se han preconizado tres órdenes basados sobre la fuerza de los
argumentos: el orden de fuerza creciente, el orden de fuerza decreciente y el orden nestoriano
donde se comienza y se termina por los argumentos más fuertes, dejando a los otros en el
medio.

RETÓRICA Y FILOSOFÍA

La historia de esta relación ha sido compleja y siguió caminos distintos. El primero que de
alguna manera vislumbra esta relación es Parménides, al oponer en su célebre poema de la vía
de la verdad, garantizada por la divinidad, a la vía de la opinión que es la de los hombres,
inauguraba la competencia entre filósofos y maestros de retórica. Esta vía de análisis abierta
por Parménides es seguida por Platón, la filosofía debe buscar la verdad, la retórica tiene como
objetivo hacer pasar lo falso por lo verdadero y lo verdadero por lo falso. Sin embargo,
distingue entre dos tipos de retórica, la verdadera y la falsa. La primera servirá para comunicar
la verdad, a la que se llegó por intuición gracias a la dialéctica socrática. La retórica digna del
filósofo es la que podrá persuadir a los dioses, pues ella busca la adhesión a tesis verdades y no
a simples opiniones. Contraponiéndose a esta retórica verdadera, está la que se contenta con
la adhesión del auditorio, manteniéndolo bajo los efectos del lenguaje, es una técnica de la
apariencia. El retórico, como el sofista, es el maestro de la opinión, por consiguiente, de la
apariencia. Aristóteles distingue entre ciencias teóricas y disciplinas prácticas; si la intuición es
la que garantiza la verdad de los principios de la ciencia, es el recurso a la deliberación y a la
discusión el que confiere una racionalidad a las actividades prácticas. Descartes entra en la
mirada que divorcia la filosofía de la retórica. El proyecto cartesiano era el de construir un
sistema que, procediendo de evidencia en evidencia, no dejaría lugar a ninguna opinión
controvertida. La ambición de elaborar una filosofía cuya tesis sean todas evidentes, tiene
como consecuencia la eliminación de ella de toda forma argumentativa, la de rechazar la
retórica como instrumento de la filosofía. Para los sofistas, en cambio, no existe divorcio entre
la filosofía y la retórica, no lo hay porque no existe la distinción entre la opinión y la verdad.

FALACIAS
Una falacia es una maniobra verbal destinada a conseguir que alguien acepte una afirmación u
obedezca una orden por motivos que no son buenas razones. No todo argumento que
recuerde la estructura de una falacia es necesariamente falaz. Es importante, para entender
esta caracterización notar cuál es la diferencia entre motivos y razones. Por ejemplo: el que yo
haya nacido en la provincia de Buenos Aires puede ser un motivo para que yo sostenga que los
porteños son engeridos, pero no es una buena razón.

Razonamientos Ad hominem y carga de la prueba.


Es una de las falacias más poderosas en lo que respecta a poder persuasivo. Significa, contra el
hombre, y así se llama porque se comete cuando se intenta desacreditar una afirmación
haciendo referencia no a la probable falsedad de esa afirmación sino a ciertas características
de quien la enuncia. Son falaces porque la verdad o falsedad de una oración no depende, en
general, de las características de quien la enuncia.

Esta falacia puede tomar dos formas: el razonamiento ad hominem abusivo y el razonamiento
ad hominem circunstancial. El primero consiste en sostener que una afirmación es falsa sobre
la base de que quien la emite tiene ciertas características criticables. La segunda consiste en
sostener que una oración es falsa porque no es coherente con otras oraciones que debería
aceptar quien la afirma debido a ciertas circunstancias especiales en que se encuentra. Por
ejemplo: A: Las empresas actualmente en manos del estado deben ser privatizadas. B: Eso es
absurdo. ¿Acaso no es usted comunista? Lo que B está haciendo aquí es sostener que una
afirmación de A es falsa porque entre en conflicto con otras afirmaciones que él acepta o
debería aceptar.

No todos los razonamientos ad hominem son falaces. Un razonamiento ad hominem puede


tener el efecto legítimo de cambiar la carga de la prueba en una argumentación. Con carga de
la prueba hace referencia en quien debe empezar por dar las razones de una afirmación en
una discusión. Por ejemplo: A sostiene que X es verdadera y B sostiene que X es falsa. ¿Quién
debe empezar a razonar, es decir, quién tiene inicialmente la carga de la prueba? Aquella
posición que resulte “intuitivamente” la más débil, o la más opuesta a las opiniones
generalmente aceptadas, es comúnmente la posición que tiene la carga de la prueba. Sin
embargo, esto es contextual, ya que si la cuestión analizada es, por el contrario, un tema
altamente especializado, entonces la carga de la prueba debe tomarse teniendo en cuenta las
creencias de los expertos en el tema. Muchas veces un razonamiento ad hominem de los dos
tipos, tiene el efecto legítimo de cambiar la carga de la prueba. Por ejemplo, en la variante
circunstancial: A: El sistema de concursos para cubrir cargos académicos en las universidades
argentinas promueve situaciones ilegítimamente desiguales. B: Pero usted es profesor por
concurso en una universidad argentina. B no está intentando demostrar la falsedad de la
afirmación hecha por A, sino pidiéndole a A que muestre porque el hecho de que él sea un
profesor por concurso no lo inhibe de opinar sobre el tema. Con respecto a la variante abusiva
es más difícil encontrar casos no falaces. Hay, sin embargo, una acusación que puede
entenderse como un razonamiento ad hominem abusivo: la acusación de insinceridad. Si A
dice algo, y B sostiene (mostrando razones plausibles) que A es un mentiroso y que, en
particular, sus opiniones sobre el tema en discusión han resultado ser sistemáticamente falsas,
entonces B ha trasladado legítimamente la carga de la prueba. Los razonamientos ad hominem
cambian el tema de discusión, es por esto que se han visto como casos obvios de
razonamientos falaces.

Apelación a la ignorancia

Consiste en sostener que una afirmación es verdadera porque no se demostró que es falsa, o
viceversa. La estructura del razonamiento es: No se ha demostrado que A es falsa. Por lo tanto,
A es verdadera. En general los razonamientos de esta forma son falaces por dos razones: 1)
Como sean las cosas no depende en general, de lo que nosotros podamos saber de ellas. Una
cuestión es cómo son las cosas, otra, que conocemos acerca de las cosas. Este tipo de
razonamiento las mezcla. Otra razón por la que en general estos argumentos son falaces es
porque trasladan ilegítimamente la carga de la prueba. Supongamos que la carga de la prueba
está del lado de quien debe probar la verdad de una afirmación X. Supongamos que el
razonamiento que se da en favor de X sea que no se ha demostrado que X es falsa. En este
caso lo que está haciendo es trasladar la carga de la prueba a quien sostiene que X es falsa.

En algunos contextos la apelación a la ignorancia no es falaz, sino que meramente implica un


traslado de la prueba que es legítimo. Por ejemplo: A: Dado que el universo no tiene comienzo,
no hay buenas razones para pensar que deba tener un fin. B: Pero la presuposición de su
razonamiento, que el universo no tiene comienzo, no tiene por qué ser aceptada. Incluso
quienes más saben de esos temas no se ponen de acuerdo. Apela a la ignorancia no para
concluir que la oración afirmada es falsa, sino para mostrar que es necesario tener más
razones a su favor para aceptarla.

Preguntas complejas

Frente a este tipo de preguntas, uno siente que algo está mal. Hay dos tipos de preguntas
complejas. El primer tipo se caracteriza por dos rasgos: dada su forma gramatical, solo admite
dos respuestas, sí o no. El segundo rasgo es que, cualquiera de esas dos respuestas equivale
no a una, sino a dos respuestas. Por ejemplo: A: ¿Ha dejado usted de golpear a su esposa? El
segundo tipo de pregunta compleja consiste en pedir explicaciones de un fenómeno cuya
existencia no ha sido reconocida por los interlocutores a quienes va dirigida la pregunta.

Obviamente, no se da esta falacia si hay pleno acuerdo sobre las cuestiones sobre las que se
está discutiendo. Lo único que cabe hacer frente a estas es replicarlas mostrando su
complejidad.

Petición de principio

También se los conoce como razonamientos circulares, porque premisas y conclusión dicen lo
mismo. Por ejemplo, “hay vida en otros planetas, por lo tanto hay vida en otros planetas”. Es
falaz porque la premisa nos dice lo mismo que la conclusión. Si tengo que argumentar es
porque no se acepta la conclusión y si la premisa es la misma que la conclusión, estoy
partiendo de aquello que tengo que probar. A veces no resulta tan obvio que se incurra en un
razonamiento circular, porque se dice lo mismo pero de manera diferente. Por ejemplo: “no
existe el conocimiento que no se pueda poner en práctica, porque tal conocimiento en
realidad no es conocimiento en absoluto”. A no es razón de B.

Apelación a la emoción

Existen diferentes maneras de intentar que una afirmación sea aceptable apelando a la
emoción, no a la argumentación. No siempre estos intentos son falaces, en general si lo son.
Hay apelaciones a la emoción que son maniobras de persuasión no sólo efectivas sino también
legítimas. Analizaremos los tres tipos fundamentales de apelación a la emoción.
Razonamiento ad populum (apelación al pueblo): la variante más cruda de este tipo de
razonamientos consiste en sostener que una oración es verdadera porque todo el mundo o un
grupo determinado cree que es verdadera. Todos creen que “P”, por lo tanto, “P”. Se llama
apelación a la emoción porque apelan a los deseo de otros, y de parecerse a los otros. Esto se
ve en la publicidad. Es falaz porque que un grupo de personas crean que una afirmación es
verdadera, no establece, en general, la verdad de la afirmación. Es necesario señalar tres
cosas: en general son solo en general falaces. Considérese este ejemplo: Todo el mundo cree
que todo el mundo cree en algo. Por lo tanto, todos creen en algo. Es fácil darse cuenta de que
es válido: si es cierto que todo el mundo cree que todos creen algo, entonces no puede ser
falso que todos creen algo. En segundo lugar, este tipo de razonamiento puede ser aceptable
si no se usa para decir que una afirmación es verdadera sino, para proporcionar una base
inductiva y no deductiva, que me indica sobre quién debe caer la carga de la prueba. Por
ejemplo: Todo el mundo sabe que P. Por lo tanto P. (falaz). Todo el mundo sabe que P. Quien
sostenga no P tiene que empezar dando razones de eso (no falaz).

Apelación a la piedad (ad misericordiam): Se comente esta falacia cuando se sostiene que
cierta afirmación es verdadera o falsa, basándonos exclusivamente en circunstancias penosa
en la que se encuentra a bien el sujeto que realiza la afirmación o el sujeto sobre el cual se
realiza la afirmación. Esta es la estrategia argumentativa que dice que Sócrates no va a realizar
y realiza (apología de Sócrates). Comesaña sostiene que la apelación a la piedad es falaz
cuando se pretende decir o insinuar que un hecho no ha sucedido o no ha sido realizado por la
mera circunstancia de que la persona sobre la que cae la acusación, se encuentra en una
circunstancia penosa. Pero no necesariamente la apelación a la piedad es falaz. Si lo que se
pretende es mostrarnos que en algún sentido la persona que ha tenido una circunstancia
penosa, no es del todo culpable de lo que ha hecho. Por ejemplo: A: Mujer acusada de
asesinato. B: Abogado dice que sufrió maltrato.

Apelación a la fuerza (ad baculum): Se la comete cuando se intenta que alguien acepte una
afirmación o que haga algo apelando a la amenaza de la fuerza. Comesaña sostiene que hay un
caso donde no es falaz, y es cuando se produce la amenaza ante el incumplimiento de las
normas.

AMBIGÜEDAD Y VAGUEDAD

Hay dos fenómenos comunes a todos los lenguajes naturales, la ambigüedad y la vaguedad.
Que, a la vez que otorgan un mayor poder expresivo a esos lenguajes, hacen surgir ciertos
problemas. Un término es polisémico cuando tiene más de un significado, por ejemplo “fin”.
Un término es usado de manera ambigua cuando no se sabe con qué sentido se lo utiliza. Un
término es vago cuando los límites de su aplicación no son precisos. Aunque la ambigüedad y
la vaguedad son dos fenómenos diferenciados, es interesante notar que el uso de términos
vagos puede dar lugar a ambigüedades. No es vago: número par. Es vago: Joven, ya que la
juventud es algo que se pierde de a poco. Una regla general para evitar este tipo de falacias es
la siguiente: cuando un término se unas más de una vez a lo largo de un razonamiento, debe
usárselo siempre con el mismo significado. Hay un extenso grupo de falacias que tienen que
ver con esto.
Equívoco

Esta es una falacia que se comete cuando un término es usado en un razonamiento con
significados distintos, y este cambio es el que hace que el razonamiento sea objetable. Por
ejemplo 1) la muerte es el fin de la vida 2) el fin de toda cosa es su perfección. Por lo tanto la
muerte es la perfección de la vida.

Anfibología

No sólo términos aislados pueden tener distintos significados, sino que también frases
completas y oraciones pueden tenerlo. Esto es obvio, porque una oración donde figuren
términos polisémicos será ella misma polisémica. Así, “La muerte es el fin de la vida” es una
oración con al menos dos significados. Pero algunas veces la polisemia de las oraciones se
debe no a la presencia en ellas de algún término polisémico, sino a la estructura gramatical de
la oración. Cuando esto sucede, se da el fenómeno de la anfibología. Por ejemplo: un policía
mató a un hombre con un hacha.

El equívoco y la anfibología tienen que ver con el lenguaje, específicamente, con su


ambigüedad. Existen también, al menos dos tipos de falacias que se asocian con la existencia
de los términos vagos. Estos son:

Sorites o falacia del montón

La falacia del montón tiene por detrás un principio al que Comesaña llama principio de
aditividad de la insignificancia. Este principio sostiene que la suma de cambios insignificantes
no puede equivaler a un cambio significante. La estructura de este tipo de falacias es la de este
ejemplo: 1) Si alguien pesa ciento noventa kilos, es gordo. 2) Si alguien es gordo, entonces
aunque pierda cien gramos sigue siendo gordo. 3) Por lo tanto, no importa cuántos gramos
pierda un gordo, nunca pasará a ser flaco. Una manera de explicar lo que anda mal con este
tipo de razonamientos apela a la aparición en ellos de términos vagos. El termino en cuestión
en nuestro ejemplo es “gordo”. El principio que está detrás de este razonamiento (PAI) es falso
cuando lo que está bajo consideración es la aplicación de un término vago. Es obvio que si
alguien gordo pierde varias veces cien gramos puede perder diez kilos después de un tiempo,
convirtiéndolo en alguien que ya no es más gordo.

Pendiente resbaladiza

La estructura general de este tipo de razonamiento es la siguiente: se no que la diferencia


entre dos cosas, A y B, es insignificante y que, por lo tanto, si A es aceptable, B también debe
serlo. A continuación, se nota que la diferencia entre B y C es del mismo tipo que la que existe
entre A y B y que, por lo tanto, si B es aceptable, entonces C también debe serlo; y así
sucesivamente. La conclusión de la pendiente resbaladiza puede ser de dos tipos, en ambas, la
propiedad se va deslizando, tal resbalozidad se debe a la insignificancia. El primer caso consiste
en decir que, puesto la diferencia entre A y B es insignificante, entre B y C es insignificante,
entre C y D, entre D y E. Partiendo de esta diferencia insignificante, digo que si A tiene una
propiedad, y concluyo que E también la tiene; o que, debería aceptarse E dado que se acepta
A. En el segundo caso, me niego a sostener que E tiene una propiedad, por lo tanto, A no tiene
una propiedad; dado que no queremos aceptar E, no deberíamos aceptar tampoco A.
Ejemplo de este último caso es: “Si se legaliza la venta de marihuana, entonces esta droga será
más fácilmente disponible, Pero entonces atraerá a un grupo mayor de consumidores que el
que existe actualmente. Además, es sabido que el consumo de marihuana es un primer paso
hacia drogas más duras. Entonces, más gente consumirá este tipo de drogas, y el consumo de
ese tipo de drogas es un factor importante en la violación de varias leyes y en general, en el
aumento de la violencia urbana. Por lo tanto, la legalización de la marihuana tiene efectos
condenables, y es por eso que no debería ser aceptada”. Ejemplo del primer caso sería: “No
debería haber velocidad máximas de circulación en automotores; ya que, si alguien excede la
velocidad máxima permitida por un kilómetro por hora, no se lo debería castigar, y no se
debería castigar a nadie que circule a un kilómetro por hora más rápido que alguien a quien no
se castigaría”. Walton señala que este tipo de razonamiento puede servir, en una discusión
racional, para señalar ciertas consecuencias posibles de tomar determinado curso de acción. Si
una pendiente resbaladiza se usa con este propósito y no se pretende que su conclusión está
concluyentemente apoyada por sus premisas, entonces puede ser una crítica aceptable a
determinada afirmación. La respuesta adecuada en este caso consistiría en mostrar que
algunos de los pasos de la argumentación no están bien justificados y que, por lo tanto, la
pendiente no es tan resbaladiza como pretende. Sino, la crítica resulta efectiva y debe
tomársela en cuenta.

COMPOSICIÓN Y DIVISIÓN

Se comete una falacia de composición cuando: a) Se le atribuye la propiedad a un todo sobre la


base de que sus partes tienen esa propiedad, o b)Se le atribuye una propiedad a un agregado
sobre la base de que sus elementos tienen esa propiedad. Ejemplo de la primera: Cada una de
las partes de esta máquina es liviana. Por lo tanto, la máquina es liviana. Ejemplo de b: Cada
uno de los estudiantes puede inscribirse en tres materias. Por lo tanto, el conjunto de los
estudiantes pueden inscribirse en tres materias. La diferencia ente estos dos tipos a y b,
consiste en la relación, en a: todo-parte. B: conjunto-elementos. Ya que no soy una cosa.

Se comete una falacia de división cuando: a) Se le atribuye una propiedad a cada una de las
partes de un todo sobre la base de que el todo tiene esa propiedad, o b)Se le atribuye una
propiedad a cada uno de los elementos de un agregado sobre la base de que el agregado tiene
esa propiedad. Ejemplos: a) Esta máquina es pesada. Por lo tanto, cada una de sus partes
también debe serlo. B) El conjunto de los estudiantes se inscribió en veintisiete materias. Por
lo tanto, cada uno de los estudiantes se inscribió en veintisiete materias.

Walton intenta explicar por qué son falaces estos tipos de argumentos recurriendo a las
nociones de composicionalmente hereditaria y divisionalmente hereditaria, nociones que
explica de la siguiente manera: Una propiedad es composicionalmente hereditaria con
respecto a una colección de partes o agregado si, y solo si, el todo tiene esa propiedad si cada
parte lo tiene. La propiedad conversa, que va del todo a las partes, es la de ser divisionalmente
hereditaria. La falacia ocurre cuando se cree erróneamente que un predicado es
composicionalmente o divisionalmente hereditario, cuando no lo es.
GENERALIZACIONES PELIGROSAS

Razonamientos inductivos por enumeración y generalizaciones apresuradas

Un razonamiento inductivo por enumeración tiene la siguiente estructura: X1 es A; X2 es A;…


Por lo tanto, todos los X son A. Pero no todos los razonamientos con esta estructura es un
razonamiento inductivamente correcto. Hay dos reglas para que se lo considere correcto. La
primera de ellas es la siguiente: la enumeración efectuada en las premisas debe comprender
un número suficiente de casos. Paso de lo particular a lo general; de un caso infiero lo que
pasa siempre. Es obvio que la regla es vaga e imprecisa, ya que no especifica cuán grande debe
ser el número de casos. Esto se debe, en parte, a que esa información variará de acuerdo con
el contexto en el que se esté formulando el razonamiento. Si la clase es homogénea, entonces
un número relativamente pequeño de casos puede darle bastante fuerza a la conclusión. A la
inversa, si la clase es heterogénea, los argumentos serán más variados. El segundo requisito
para que no sea falaz es que la enumeración de las premisas comprenda un número lo
suficientemente variado de casos. Antes hablamos de cantidad ahora de cualidad.

Comesaña comenta que ha habido quienes han sostenido que lo que nosotros llamaos
generalización apresurada no es en realidad una falacia. Para sostener esto han dado dos
argumentos: El que expresa que lo que llamamos generalización apresurada es una práctica
muy usada. El segundo argumento dice que tenemos a quienes sostienen que los seres
humanos tenemos una capacidad innata de reconocer clases naturales y ver cómo están
constituidas, esto explica que nosotros podamos a partir de un número pequeño de casos,
llegar a una conclusión de orden general. Algunos sostienen que no es una falacia porque lo
practican todos. Otros dicen que los hombres tenemos una capacidad innata de reconocer
clases naturales, puedo entonces decir que para lo que vale para dos casos diferentes, va a
valer para todos los casos.

Razonamiento inductivo por analogía

Dentro de las generalizaciones peligrosas, teníamos los argumentos inductivos por


enumeración. Ahora veremos los argumentos inductivos por analogía. Tiene la siguiente
estructura: A tiene las características b, c y d. B tiene las características b, c y d… X tiene las
características b y c. Por lo tanto, X tiene la característica d. Qué propiedades tiene que tener
estos argumentos para no ser falaces. Primero, cuanto más propiedades tengan en común A y
X, más fuerte será el razonamiento por analogía. Un criterio tanto o más importante como el
de la cantidad de aspectos en los que los casos son similares es la pertinencia de las similitudes
con respecto a la conclusión que se desea extraer. Los razonamientos por analogía y los
razonamientos inductivos por enumeración tienen en común los requisitos de cantidad y
pertinencia.

Causa y efecto

Cuando nos preguntamos por la causa de una determinado acontecimiento, podemos intentar
averiguar la respuesta mediante algún razonamiento. Llamaremos a cualquier argumento cuya
conclusión sea la afirmación de una relación causal entre dos acontecimientos un “argumento
causal”. Un argumento causal será, por regla general, inductivo. Existen buenos y malos
argumentos causales. Cuando sostenemos que un acontecimiento A es la causa de otro
acontecimiento B sobre la base, exclusivamente, de que A sucedió antes que B cometemos la
falacia llamada post hoc, ergo propter hoc (luego de ello, por lo tanto a causa de ello). Que un
acontecimiento sea cronológicamente anterior a otro es condición necesaria para que el
primero sea causa del segundo, pero no es condición suficiente. Otra falacia puede cometerse
si sostenemos que un tipo de acontecimiento es causa de otro basándonos solamente en el
hecho de que se presentan juntos regularmente. Esta condición es también, una condición
necesaria de que uno sea causa de otro; pero, no es condición suficiente. Dos acontecimientos
que se presentan regularmente pueden estar desconectados causalmente entre sí y ser
ambos, por ejemplo, efecto de un tercer acontecimiento.

NATURALEZA DE LA ARGUMENTACIÓN ESPECIFICAMENTE FILOSÓFICA

Entre todas las corrientes filosóficas contemporáneas, la que mayor peso le dará a la cuestión,
es la filosofía analítica, la cual considera que la tarea de la filosofía no es la construcción de
sistemas especulativos que expliquen todo, sino que, la filosofía consiste en una tarea de
detalle, de análisis del lenguaje, y los filósofos de este tipo de corriente son los que más
importancia le darán a la argumentación en la filosofía. Lo que define a la filosofía analítica
entonces, no es un conjunto de problemas comunes o un método en particular, sino una cierta
aptitud que consiste en discernir, en cualquier argumento, “lagunas” lógicas.

Reducción al absurdo

Ocupa un lugar privilegiado en el arsenal argumentativo de los filósofos. Es una herramienta


básicamente negativa y consta de los siguientes pasos: 1) Se supone que la afirmación a
refutar es verdadera. 2) Se deriva, a partir de la afirmación supuesta en el primer paso, una
contradicción u otro relato igualmente inaceptable. 3) Se concluye que la afirmación supuesta
en el primer paso es falsa. La conclusión de la reducción al absurdo se justifica en dos
principios: a) una contradicción es necesariamente falsa, y b) si una falsedad se deduce
válidamente a partir de un conjunto de premisas, entonces al menos una de esas premisas
debe ser falsa.

Apelación a la mala interpretación

Otro tipo de maniobra argumentativa que alude Comesaña es esta, y a menudo son falaces, no
es una estrategia argumentativa seria. El contexto de su empleo es el siguiente: un filósofo
presenta una crítica demoledora a las tesis de otro filósofo; como respuesta, este último
sostiene que el primero ha hecho una mala interpretación de sus doctrinas, que él “no quiso
decir eso”. De manera que la apelación a la mala interpretación puede convertirse en una
manera de hacer indiscutible a una teoría.

Apelación a dudosa consecuencias de descubrimientos científicos que nadie termina de


entender del todo

Consiste en derivar una proposición una proposición filosófica de una proposición científica. Es
una estrategia impropia y criticable. El problema no reside en que la filosofía se apoye en el
conocimiento científico, es más, un buen filósofo no puede desconocer la ciencia de su época,
ni la filosofía puede contradecir a la ciencia. Otra cosa es considerar que las proposiciones
filosóficas se derivan lógicamente de proposiciones científicas. Porque si es así lo que estoy
haciendo es diluir la filosofía en la ciencia.

Argumentos trascendentales

Un argumento trascendental tiene la siguiente forma: “Se da el fenómeno F” “G es condición


de posibilidad de F” “Por lo tanto, G”. La noción clave es la de “condición de posibilidad”. La
primera premisa de un argumento trascendental se presenta como una verdad establecida e
indiscutible. La segunda premisa expresa lo que lo hace posible. Por ejemplo:

Existen juicios sintéticos a priori como la línea recta es la más corta entre dos puntos.

Este tipo de juicios no sería posible si el espacio no fuera una de las formas de la
intuición sensible, sino algo objetivo.

Por lo tanto, el espacio es una de las formas de la intuición sensible.

Ha habido diversos intentos de explicar lo que es un argumento trascendental de manera tal


que la noción de condición de posibilidad sea reducida a otras nociones. Es así como algunos
consideran que un argumento trascendental es equivalente a un modus ponens (A c B. A por lo
tanto B). Lo que hacen es equiparar la noción de condición de posibilidad con la noción de
implicación material (entonces). No son nociones equivalentes porque la noción de implicación
material es mucho más débil que la de condición de posibilidad. Cuando digo que A implica
materialmente a B estoy diciendo que no es verdad que el antecedente sea verdadero y el
consecuente falso. La segunda premisa establece una relación de implicación material entre la
existencia de juicios sintéticos a priori al mismo tiempo que el espacio no sea subjetivo. En
cambio la noción de condición de posibilidad implica un tipo de nexo que es mucho más
fuerte. Es por eso que no son lo mismo.

Hay también los que han identificado o considerado como equivalentes erróneamente los
argumentos transcendentales con argumentos presuposicionales, este es el caso de Alison. La
noción de presuposición la toma Alison de Strawson, y este la introduce para el análisis de la
naturaleza de las proposiciones que contienen descripciones definidas que no refieren a nada.
Hay descripciones que refieren a cosas y o tras que no refieren a nada, por ejemplo: el actual
rey de Francia. La proposición “el actual rey de Francia” presupone otra proposición: que hay
un actual rey de Francia. Que A presupone a B significa que la verdad o falsedad de A
presupone la verdad o la falsedad de B. La condición de posibilidad no es equivalente a la
presuposición por dos razones: 1) La relación de presuposición se da entre proposiciones y la
representación del espacio no es una proposición. Kant se ocupa no de relaciones entre
oraciones sino entre capacidades cognoscitivas. 2) Si suponemos que P presupone Q, entonces
si P es verdadero, Q será verdadero, pero si P es falso, entonces Q será falso. Kant no dice que
Q sea verdadero o falso, sino que esto es un hecho, no caben ambas posibilidades. Debemos
tener en cuenta que el argumento de Kant tiene carácter trascendental, es claro que la noción
de presuposición utilizada por Strawson no puede servir para el análisis de esos tipos de
argumentos. En efecto, Kant está aceptando Q como verdadero, no como verdadero o falso.

Experimentos mentales

Es el tipo de movida argumentativa ampliamente difundida en la actual filosofía,


especialmente en la filosofía analítica. Un experimento mental consiste en la descripción de
una situación imaginaria con el único requisito de que sea lógicamente posible (que no se
contradiga) y sirve para: o bien señalar que la mejor explicación de esa situación posible es la
aceptación de una cierta teoría, o bien para señalar que esa situación imaginaria es
incompatible con cierta teoría, razón por la que debe ser refutada.

En su artículo “sobre el sentido y la denotación” Frege estableció lo que se puede llamar una
“teoría clásica” del significado, la cual algunos autores han propuesto que una idea como esta
es insostenible. Una de esas críticas es la de Putnam, en el artículo “el significado de
significado” basado en un experimento mental. En su influyente artículo, Putnam se propuso
mostrar la debilidad de la teoría semántica clásica. Entendemos por teoría semántica clásica a
una teoría que suscriba las siguientes tesis: 1) Hay dos componentes semánticos básicos: el
sentido y la denotación. El sentido de un término es lo que se capta cuando se comprende, es
su significado. La denotación es el conjunto de cosas de las cuales el término es verdadero,
aquello a lo que alude o refiere. 2) El sentido de un término determina su denotación. Esto
quiere decir que si dos términos tienen distinta denotación, entonces tienen distintos sentidos.
Esto se puede entender de dos maneras: a) Si tengo un término 1 del lenguaje y un término 2
del lenguaje, si tienen el mismo sentido, estos términos entonces tienen que tener
necesariamente la misma denotación. B) Si tengo un término 1 con diferente denotación que
un término 2, entonces el término 1 necesariamente tiene que tener diferente sentido que el
termino 2.

(T₁ = T₂) ɔ (T₁ = T₂) o (T₁ ≠ T₂) ɔ (T₁ ≠ T₂)

El experimento mental de Putnam fue diseñado para atacar la segunda tesis: “el sentido
determina la denotación”. Comesaña reproduce el argumento de Putnam con una estructura
casi deductiva. Su argumento principal podría reconstruirse como una reducción al absurdo:

1) Los estados psicológicos consistentes en estar captando el sentido de un término


determinan unívocamente el sentido de ese término;

2) El sentido de un término determina su denotación; por lo tanto

3) los estados psicológicos determinan la denotación de un término; entonces

4) pero es absurdo que los estados psicológico determinen las denotaciones de los términos;
entonces

5) o bien no es cierto que conocer el sentido de un término consiste en estar en un cierto


estado psicológico o bien no es cierto que el sentido de un término determina su denotación.
La premisa 2 es la tesis de Frege. La premisa 3 se deriva de las dos primeras. Es falsa, entonces
si es una conclusión que se deriva de 1 y 2, o 1 es falsa, o 2 es falsa. Lo que se refuta es la 2, la
tesis de Frege. La premisa 1 es una tesis que introduce Putnam en la argumentación y la
considera verdadera. No dice que el significado sea un estado psicológico, lo que dice es un
criterio para determinar cuándo dos expresiones tienen el mismo sentido. La 4 muestra las
supuestas implicaciones contradictorias de la teoría clásica, se basa en un experimento mental.

Supongamos, dice Putnam, que existe otra tierra que difiere de la nuestra sólo en el hecho de
que lo que allí se llama agua tiene la estructura atómica XYZ y no H₂O. Esta es la única
diferencia que existe entre la tierra Gemela y nuestra tierra. Por lo demás, tienen las mismas
características fenomenológicas que nuestra agua. En la tierra hay unos usuarios del lenguaje
que utilizan la palabra agua y en la tierra gemela hay usuarios del lenguaje que utilizan la
palabra agua. Como por hipótesis la única diferencia entre ambos mundos es la composición
química del agua, entonces el estado psicológico en el que me encuentro cuando capto el
sentido de la palabra agua es el mismo de mi gemelo. Es posible que tanto yo como mi gemelo
nos encontramos con el mismo significado de “agua”. Entonces, cuando yo digo la palabra
agua, la denotación aquí es H₂O y allí XYZ. Por lo tanto, o bien conocer el sentido de un
término no consiste en estar en cierto estado psicológico o bien los sentidos no determinan la
denotación. Este ejemplo muestra que, si la situación descripta es posible, entonces un cambio
en la denotación no va necesariamente acompañado de un cambio en el sentido.

Pero con este experimento mental, Putnam no está refutando nada, sino que es una
explicitación de la negación de la tesis de Frege, lo único que demuestra es que tiene una tesis
opuesta a la mía.

Pero debemos hacernos una pregunta: ¿es posible una situación como la que describe el
ejemplo de Putnam? Comesaña cree que un fregeano convencido tiene dos alternativas: a) la
situación no es posible. Pedir que aceptemos el ejemplo es una petición de principio.

Supongamos que alguien sostiene que es lógicamente necesario que todos los cuervos sean
negros. Para refutarlo, decidimos idear el siguiente experimento mental: existen unos
exploradores que, en un lugar remoto del planeta, se encuentran con unos seres con la
estructura genética de los cuervos pero verdes. Este experimento, decimos nosotros, refuta la
tesis de que “todos los cuervos son negros” es una verdad lógica. Pero quien sostiene la tesis
puede argumentar que nuestro supuesto experimento mental no cumple con el requisito de
ser lógicamente posible, ya que en la descripción de la situación se incluye la palabra “existen”
y esa frase es la negación de lo que sostiene él. No se puede comenzar un argumento en
contra de mi tesis diciendo “supongamos que existen cuervos verdes” sería una petición de
principio.

METODO SOCRÁTICO

Sócrates no escribió nada. Este abstenerse de la enseñanza escrita suele explicarse por: 1) Su
visión de la escritura. En el Fedro Platón compara a la escritura con la pintura, en el sentido de
que si la interrogamos, callan majestuosamente, así, el discurso escrito no sabe dar
explicaciones, ni defenderse por sí mismo. Además, se ofrece igualmente al entendido y al
lego. 2) El motivo más esencial es el hecho de que rechaza la función pasiva del lector. Se debe
a que el papel pasivo del lector contrariaba la visión de la praxis filosófica que tenía Sócrates.
Para él la praxis filosófica está íntimamente unida al magisterio. La forma propia de la
enseñanza socrática es el diálogo en donde el maestro pregunta más que contesta, excita la
reflexión activa del discípulo: es un despertador de conciencia e inteligencia, no un proveedor
de conocimiento.

El magisterio para Sócrates tiene un carácter fundamentalmente religioso, como expresión de


su honda conciencia de una misión sagrada a la que dedicó íntegramente y sacrificó su vida
misma. Sócrates vuelve al concepto de la filosofía como misión religiosa y camino de
purificación ya sostenido por los pitagóricos y por Parménides. Esta tarea está dirigida al
cuidado del alma. Este enunciado de una misión sagrada implica un culto a la filosofía como
camino de purificación del alma. Este era también un ejercicio continuo del conocimiento de sí
mismo: conciencia de las propias faltas que se despertaba con la exigencia interior de pureza,
por lo cual el discurso sagrado pitagórico incitaba a sentir vergüenza ante sí mismo más que
ante cualquier otra persona. Es el despertar de la conciencia que la filosofía alcanza con
Sócrates en el ejercicio de su tarea de purificación espiritual y que se afirma con el dictamen
del oráculo de Delfos: conócete a ti mismo, condición esencial para ser sabio, mejores. El
magisterio, por lo tanto, está orientado a que seamos mejores. El conocimiento de sí mismo
constituye la condición, o mejor, la esencia misma de la sabiduría y de la virtud, únicas que nos
transforman en mejores a cada uno de nosotros. Uno de los aspectos del conocimiento de sí es
el conocimiento de la propia ignorancia.

Si a Sócrates le interesa despertar conciencia y permitir el conocimiento de sí, la vía para


conseguirlo no puede ser la escritura sino el dialogo. Este dialogo tiene tres momentos: 1)
Exhortativo o protréptico 2) Refutación (elenkhos). 3) Investigación (mayéutica). 2 y 3 son los
momentos fuertes, 1 es preparatorio para los otros dos, ya que dispone para el conocimiento,
despierta la curiosidad, las ganas de conocerse a sí mismo, exhorta a la práctica filosófica
conjunta. La refutación tiene la misión de suscitar en los otros la conciencia de su ignorancia,
es decir, de encaminarlos hacia una purificación espiritual de sus errores y faltas, y por eso no
llega ni debe llegar a una conclusión positiva sino a un resultado negativo que, sin embargo es
preparación y estímulo para una investigación reconstructiva, para un conocimiento más
fuerte. Primero Sócrates pide una definición, pero luego la refuta haciendo que se contradiga;
a través del dialogo hago que el interlocutor llegue a una contradicción. Purgando así al alma
de las opiniones falsas que tenía como verdaderas. Se eliminan así los obstáculos
epistemológicos, que son creencias falsas que se la considera verdadera, que si no se los
elimina, el alma no puede aprovechar la enseñanza. Por lo tanto, antes de conocer, hay que
purgar el alma. Desde un punto de vista estrictamente lógico, cuando uno tiene una
contradicción, uno de los dos términos tiene que ser falso, pero a priori no tiene razón de que
sea uno u otro. Sin embargo Sócrates supone que si mi interlocutor dice P en primer lugar, y
después dice no P, lo falso es P. En esto hay un componente extra-lógico, esto porque Sócrates
supone que cuando se pone de manifiesto un conflicto, existe un camino correcto para
resolverlo y el interlocutor a de escogerlo, supone que hay una racionalidad en los diálogos.
Esto es un supuesto socrático.
La investigación resulta entonces, para Sócrates, el ejercicio de un poder congénito que ante
todo tiene que ser liberado del obstáculo que le oponen los prejuicios y errores a fin de que
pueda dar a luz su producto genuino: así, después de la refutación, se presenta la mayéutica.

La mayéutica es el momento positivo del método. Una vez purgada el alma, Sócrates ayuda a
dar a luz lo que ellos ya sabían. Nada aprendieron él, sino que son ellos quienes por sí mismos
hallaron cosas que ya poseían. La característica de este tercer momento supone un saber
congénito. Para Sócrates ese saber innato se refiere al mundo humano o moral. En lo que
respecta a las cosas humanas, descubría en nuestra conciencia misma la existencia de
principios universales alcanzables por el examen, la reflexión y la discusión. Su investigación no
quería versar en lo mudable –objeto de opinión-, sino en lo inmutable, es decir, lo universal, la
esencia –objeto de ciencia-, por eso tomó como objeto de su pensamiento las definiciones. La
exigencia de universalidad que busca Sócrates se afirma en un doble sentido: 1) Con respecto a
los sujetos del conocimiento. 2) Con respecto a los objetos de conocimiento. La exigencia de
unidad correspondiente al primero tiene que ver con querer encontrar en este la universalidad
absoluta por medio de acuerdos con otras conciencias. El criterio para saber cuándo hemos
llegado a la verdad es que estemos de acuerdo. El acuerdo intersubjetivo es un criterio de que
llegamos a algo objetivo. La exigencia de objetividad con respecto al segundo modo, se da a
través de la multiplicidad de cosas. Sócrates busca la esencia, vamos a llegar a esta una vez que
lleguemos al acuerdo. Busca llegar a dar con definiciones de los conceptos morales. Estas
definiciones deben cumplir con un doble requisito: epistemológico y metafísico. El primero
requiere que se conozca la virtud a definir correctamente. El segundo nos pide identificar la
virtud a definir con una propiedad que poseen las cosas que tienen esa virtud.

Piedad: aquello que los dioses aman. Viola los requisitos epistemológicos porque no
podríamos saber qué acciones son piadosas, hasta no saber cuáles son las acciones que los
dioses aman. A la vez que viola las exigencias metafísicas porque el hecho de que los dioses
amen las acciones piadosas, no constituye el hecho básico por el que son piadosas. Los dioses
aman esas acciones porque son pías y no al revés.

FILOSOFÍA ANALÍTICA

Según Rabossi, no puede sostenerse que los filósofos analíticos comparten tesis, métodos
específicos o una problemática especial: resulta imposible encontrar algo que tengan en
común, tal que la presencia de ese algo pueda emplearse como condición para justificar que se
los agrupe bajo el rótulo de filósofos analíticos. Para explicar el uso de ese rótulo común, apela
a una noción que introduce Wittgenstein cuanto intenta explicar el significado de la palabra
“juego” y es la noción de “aires de familia”. Se trata de indicar rasgos que están presentes con
grados variables de intensidad, que en casos particulares pueden aún estar ausentes. Estos
rasgos familiares son:

1) La tendencia a ver una relación más o menos intima entre la filosofía y el lenguaje. Esta idea
se ha manifestado de muchas maneras: a) en la exigencia de que los enunciados filosóficos
tengan precisión significativa. Significa que, en general, cuando leamos a un filósofo analítico,
no será alguien oscuro, b) el empleo del lenguaje como instrumento para comprender lo real.
Aspecto que ya puede encontrarse en Platón, que toma el lenguaje como la herramienta para
conocer algo que no es lenguaje, como un trampolín que me permite acercarme a la
estructura de lo real. C) Es claro que existen precedentes importantes en cuanto al
reconocimiento de la existencia de esta relación, pero lo que no tiene precedente es el énfasis
que muchos filósofos analíticos ponen en señalar el carácter fundamental de dicha relación.

Los resultados de esta preocupación es el rigor en las expresiones, la discusión del criterio de
significado de las palabras, conveniencia o no del empleo de lenguajes artificiales. El límite
extremo de esta actividad filosófico se encuentra en el “tractatus lógico filosófico” de
Wittgenstein en donde hace la siguiente afirmación: “toda filosofía es crítica del lenguaje”.

2) Una actitud cautelosa hacia la metafísica.

Los positivistas lógicos presentaban un argumento en contra de la metafísica que era


novedoso con respecto a Hume y a Kant. Consideran que las afirmaciones que realizan los
metafísicos no son falsas ni verdaderas, sino que carecen de sentido, que deben relegarse al
plano emocional. Realizan una crítica a la metafísica desde el lenguaje. Lo que hace que una
afirmación tenga sentido es la posibilidad de especificar qué circunstancias la verifican
empíricamente, por ejemplo, no se puede testificar ni verificar ningún hecho de que dios
exista. Esta actitud también se manifiesta en la oposición a la construcción de sistemas
especulativos y en evitar “compromisos” ontológicos que excedan el límite de lo teóricamente
necesario, también en un extremo cuidado por el rigor conceptual y en evitar un lenguaje
oscuro. La tarea del filósofo analítico es más modesta, analiza, descompone.

3) Actitud positiva hacia la ciencia o sabe científico.

Los antecedentes de este rasgo también pueden rastrearse en el pasado. Al estudiar los
comienzos mismos del pensamiento filosófico Cornford distingue una tradición científica y otra
mística. Russell sostiene tres clases de filósofos: a) los que hacen filosofía motivados por
cuestiones religiosas o morales (Platón, Hegel, Spinoza); b) motivados por cuestiones
científicas (Locke, Hume, Leibniz); c) motivados por cuestiones religiosas y científicas
(Aristóteles, Descartes, Kant). Rabossi dice que un filósofo analítico es probablemente alguien
que se sentaría en la misma mesa que quienes pertenecen al segundo y al tercero pero no a la
de los primeros. Como en el caso de la metafísica, son también los positivistas lógicos quienes
adoptan ante el saber científico la posición más extrema, solo que ahora con un signo positivo.
Carnap sostenía que “aparte de los problemas que se plantean en las ciencia individuales, sólo
son problemas científicos genuinos los que platea el análisis lógico de la ciencia o de sus
oraciones, términos, conceptos, teorías, etc”. A este núcleo de problemas los denomina “lógica
de la ciencia” y corresponde a esta disciplina tomar el lugar ocupado tradicionalmente por la
filosofía y por su confusa maraña de problemas. Relegando así a la ciencia un montón de
problemas filosóficos.

La actitud positiva a la ciencia se ve en que: no se duda de que la ciencia brinde el


conocimiento más riguroso y exacto que podemos tener de la realidad y b) en el hecho de que,
en general, los filósofos analíticos no consideran que haya que competir con la ciencia. Esta
valoración positiva va de la mano con una manera de concebir la actividad filosófica, esta tiene
fundamentalmente una finalidad elucidatoria. La filosofía no nos proporciona nuevos
conocimientos acerca de la realidad. Tal función es propia de la ciencia. Esto se ve en el
tractatus de Wittgenstein. Otro factor relevante es la idea de que el filósofo desarrolle su
actividad teniendo en cuenta algunos rasgos parecidos a la ciencia, a saber, el rigor, la
exactitud, la neutralidad. Otro factor es la recomendación de que el filósofo tome en cuenta
los hallazgos de la ciencia. La valoración positiva también se encuentra en la idea que tiene
algunos de ellos, de que el saber filosófico también debe ser acumulativo como el saber
científico.

4) La filosofía es una actividad fundamentalmente analítica

Decir que el análisis es la médula de la indagación filosófica significa que el filósofo no desea
construir grandes sistemas filosóficos. La tarea de la filosofía es fragmentaria, de detalle. La
noción de análisis aparece como contrapuesta a la de síntesis especulativa. Michael Dummont
suele decir que el padre de la filosofía analítica fue Gottlob Frege, la razón de esta afirmación
es: en su libro “los fundamentos de la aritmética” en donde se pregunta qué es un número,
señalando que la única manera de responder a esta pregunta es analizando la naturaleza de la
proposición que contienen signos que aluden a números; descubrir una entidad matemática a
través de consideraciones acerca de las proposición. Es el padre del giro lingüístico, ya que
para él los problemas filosóficos son problemas del lenguaje.

La filosofía analítica implica múltiples modalidades de trabajo intelectual que se desarrollan


particularmente en el siglo XX. Durante la primera década se da la modalidad del análisis
clásico, aparece Russell, Moore, etc. Hay múltiples variantes de este análisis. El análisis clásico
está siempre orientado al análisis de los conceptos o al análisis de las expresiones del lenguaje
y en descomponerlas analizando sus partes. Existen muchas maneras de analizar un término o
concepto, una de ellas consiste en buscar definiciones contextuales. Para Russell es tarea de
los filósofos realizar definiciones contextuales de términos problemáticos. Qué implica dar una
definición contextual: Dada una proposición P, que contiene un expresión M filosóficamente
problemática, se define contextualmente a M si se logra substituir a la proposición P por otra
proposición Q, R, S… tal que Q o dicho conjunto de proposiciones, es equivalente a P, y ni M ni
ningún otro sinónimo de M aparecen en Q o cualquiera de las proposiciones Q, R, S. Por
ejemplo: El juego es la causa (problemática) del calor/ Si tengo fuego, luego tengo calor. Cada
vez que tengo fuego, tengo calor. Desde cierta mirada, Hume es un filósofo analítico porque
más que criticar la causalidad, dice cuál es el verdadero significado de la causalidad.

A partir de mediados del S XX la filosofía analítica toma dos direcciones opuestas: 1)


constructivismo lógico con Carnap, Frege, Russell, 2) filosofía lingüística con el segundo
Wittgenstein. La diferencia entre ambos tiene que ver con su diferente valoración sobre el
lenguaje ordinario. El primero opina que el lenguaje ordinario es una fuente de enormes
problemas filosóficos y considera esos problemas se resuelven a través de lenguajes
artificiales. El modelo de esta actividad filosófica se encuentra en “sobre el denotar” de
Russell, el cual apela al lenguaje lógico para solucionar problemas filosóficos. El análisis lógico
muestra lo que el lenguaje natural me oculta. Para Russell hay problemas filosóficos que se
resuelven una vez que se sacan los obstáculos del lenguaje natural. La tarea del filósofo sería
hacer pie en la lógica para resolver problemas filosóficos.
La filosofía lingüística parte de un supuesto diferente acerca del funcionamiento del lenguaje
natural y su relación con la filosofía. Los filósofos lingüistas opinan que los problemas
filosóficos surgen cuando nos apartamos del lenguaje natural, cuando le damos a las palabras
un significado diferente al que tienen en el lenguaje natural. Cuando hacemos esto aparecen
problemas que no existían, por lo tanto, la tarea de la filosofía consiste en el examen del
lenguaje ordinario y el examen del significado de las palabras en el lenguaje ordinario. Para los
filósofos lingüistas los problemas filosóficos surgen cuando se saca a las palabras de su
contexto usual de uso. Por ejemplo, cuando en una conversación común utilizo la expresión
“me duele el alma”. Cuando realizo esa pirueta intelectual surgen los problemas. Para la
filosofía lingüística la tarea del filósofo es analizar el lenguaje ordinario, ver el contexto en el
cual las palabras viven, porque la filosofía lo que hace es, tomar una expresión y sacarla de
contexto para ponerla en otro que nada tiene que ver, y esos problemas se resuelven o
disuelven cuando se la coloca en su contexto natural.

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