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ADOLFO SALDIAS

Historia
de la Confederación
Argentina
tomo I

EDITORIAL UNIVERSITARIA DE BUENOS AIRES


CAPÍTULO I
ROZAS Y LAS CAMPAÑAS

Prospecto. — II. Genealogía de don Juan Manuel do Rozas. — III. Su


infancia. — IV. Sus primeras armas durante las invasiones inglesas. — V. Sus
primeras empresas. — VI. Rozas saladerista. — VII. La cuestión de los saladeros
en 1817. — VIII. Los industriales, la prensa y el Gobierno. — IX. Rozas
hacendado: orígenes de su influencia. — X. Sus primeros trabajos para
seguridad de las fronteras. — XI. Memorias que sobre este asunto elevó al
Gobierno.

Voy a escribir la historia de la Confederación Argentina, movido por él deseo de


trasmitir a quienes quieran recogerlas las investigaciones que he venido haciendo acerca
de esa época que no ha sido estudiada todavía, y de la cual no tenemos más ideas que
las de represión y de propaganda, que mantenían los partidos políticos que en ella se
diseñaron.
Perseguiré la verdad histórica con absoluta prescindencia de esas ideas, que
tuvieron su oportunidad en los días de la lucha y su explicación en la efervescencia
de las pasiones políticas.
No se sirve a la libertad manteniendo los odios del pasado. Lo esencial es estudiar
el cuerpo social que, a impulsos de su sangre y ie los defectos de su educación, incubó
y exaltó a los que tales odios inspiraron. Solo así pueden señalarse las verdaderas
causas de esa postración estupenda del sentido moral que llevó a un país fundador de
cuatro repúblicas a depositar sus derechos, esto es, su ser político, y a ofrecer su vida,
sus haberes y su fama, esto es, su ser social, a los pies de un gobernante que los
renunció infinidad de veces.
La generación argentina que pugna por autorizar con el pres tigio del tiempo sus
viejos y estériles rencores, cede naturalmente al sentimiento egoísta de toda sociedad
que graves culpas tiene ante el porvenir y ante la historia: se escuda tras el culpable
que presenta a la execración del presente. Ella acusa, acusa siempre a Rozas porque
no puede acusarse a sí misma. "Una sociedad, dice un eminente escritor francés, 1
necesita arrojar siempre sobre alguno la responsabilidad de sus faltas. Cuanto mayor
es el remordimiento que experimenta, mejor dispuesta se encuentra a buscar el
culpa-
1
"Boissier, L'opposition sous les Césars, 1885, pág. 125.
ble que por ella haga penitencia; y cuando lo ha, castigado — ha tomado la personería que le corresponde en esa cuestión de
bastante, se acuerda el perdón a sí misma y se congratula de gobierno, que envuelve para él sus intereses más íntimos y vitales. No;
su inocencia". la han tomado por él los interesados en desnaturalizar esa cuestión en
En cuanto a mí, estoy habituado a ver cómo se provecho de conveniencias más o menos extrañas y circunscritas; o,
derrumban en mi espíritu las tradiciones fundadas en la cuando estas conveniencias han estado en pugna, lo han lanzado a
palabra autoritaria que, atando el porvenir al presente, echan derrocar autoridades, como si de este cambio efímero dependiera la
al cuello de las generaciones un dogal inventado por el realización de los bienes que todavía se esperan.
demonio del atraso. Pienso que aceptar sin beneficio de El pueblo argentino es, en tesis general, menor de edad. Pero
inventario la herencia política y social de los que nos hay algo más asombroso que esto, y es que, por su legislación política
precedieron, es vivir de prestado a la sombra de una quietud anterior, no lo era. El pueblo de 1810 —pueblo del agora, pueblo
que revela la impotencia. de ciudad griega, si se quiere— pero el pueblo fue quien decidió de
-La prédica de los odios constituye, por otra parte, un sus destinos el 21 y el 25 de mayo de aquel año; in capite, ciudadano
verdadero peligro para el porvenir de las ideas, cuyo por ciudadano. El verdadero pueblo, por escaso que fuera, hacía
desenvolvimiento retarda, lanzando en senderos extraviados a acto de presencia en cada una de las evoluciones de la política
la juventud, en vez de iniciarla en la experiencia saludable de la militante. El pueblo era la fuerza del voto, cuya suma representaba
libertad, o en las lecciones moraliza-doras que presentan los la única opinión pública que había; y era, además, la fuerza armada,
propios infortunios políticos. en nombre de la ley, para hacer respetar y cumplir sus resoluciones
Si la República Argentina hubiese seguido estas corrientes, soberanas. Era un teatro diminuto, es cierto, pero era un teatro
su progreso social y político no estaría en el estado de embrión; hermoso donde brillaba el ideal de las democracias, por lo que
y las ideas que ochenta años ha fueron solemnemente respecta al ejercicio libre del derecho individual, que gobernaba.
proclamadas a la faz de América, servirían hoy de norma a los ¿Qué educación democrática tenía el pueblo que aclamó virrey a
hombres y a los pueblos que reaccionan todavía contra ellas. Liniers, poseído de una sublime intuición de la libertad; que votó la
Educar para la libertad es engrandecerse en el porvenir, y destitución del virrey Cisneros, congregándose en la plaza pública o
esto no se consigue explotando los desvíos de una época en en los cuarteles de Patricios para sostener las decisiones de sus
que se ahorcaba a la libertad, para consumar, a la sombra de representantes legítimos; que creó su Gobierno, Junta, Triunvirato,
este recuerdo, todos los escándalos políticos que vienen Directorio; que conquistó su independencia, e inventó, adoptó y
sucediéndose por los auspicios de una fanatismo análogo en divulgó las ideas más liberales y humanitarias; que gobernó él
tendencias y propósitos al que se pretendió derrumbar, aunque mismo, por el órgano de sus cabildos, durante los vaivenes o las
más ático en las formas y más soportable en la práctica. derrotas de la Revolución; que asistió, en fin, fuerte y compacto, a
Todos los fanatismos son perjudiciales. Cuarenta años todas las funciones políticas, donde se manifestaba realmente la in-
hace que el pueblo argentino vive entre los desahogos de una fluencia culminante y decisiva de la verdadera opinión pública?
libertad muy parecida a la licencia, y nada más llamativo ha El amor a la patria, el sentimiento de la propia dignidad, pudie-
creado o inventado que el modo de hacer el vacío alrededor de ron más que todos esos pretendidos progresos en las teorías y en
las instituciones, para consumar la mixtificación más odiosa las .ideas, que extravían a los pueblos en vez de educarlos, cuando
del mecanismo político que se dio. los llamados a gobernarlos por su influencia y por sus aptitudes
¿Han faltado ciudadanos? ¿Han escaseado fuerzas no dan el ejemplo de la virtud cívica, para que ésta haga camino y
poderosas? No; pero unos y otras han cedido a la perversión se radique al pie de cada autoridad que se levante.
del espíritu liberal; y esta, perversión lo ha invadido todo, Por eso triunfó la revolución. Esa llama divina de la virtud
derramando de sus senos impúdicos la leche que han bebido ardió siempre en el espíritu del pueblo, lanzado tras los nobles es-
dos generaciones. Ella ha abierto el camino fácil a todas las tímulos con que los prohombres de la Revolución prestigiaban la
reacciones. Ella ha minado los cimientos del edificio político causa del porvenir, haciendo llegar a todas partes los principios del
que levantaron los hombres de 1810, sin imaginar de seguro gobierno libre que hemos ido olvidando poco a poco.
que, al cabo de ochenta años, había de ser todavía un embrión Y, sin embargo, el liberalismo corruptor de nuestros días llama, a
en las manos de cuatro millones de argentinos que no saben o ese hecho elocuentísimo, candores patrióticos que hicieron su época. Y
que no pueden conducirlo con éxito. se diría que la sociología que pregona los progresos ha encontrado
Y el bienestar, el progreso, la prosperidad son, en la principios más humanitarios que aquél; el mismo que formulaba
República Argentina, meros resultantes de la cuestión de Montesquieu sentando que la virtud es el fundamento de la.Repú-
gobierno. Francia pudo prosperar y engrandecerse bajo el blica. Sustituyendo todo lo propio que al porvenir hablaba, con
despotismo deslumbrador de Napoleón I, porque Napoleón I ideas cuya misma inconsistencia engendra la perpetua reacción en
era la Nación. La República federal Argentina nunca ha sido
grande relativamente, porque jamás el pueblo—que es la Nación
que se vive, se llega a creer que tal principio fundamental es o será una es propio, se recoge lo viejo importado con los atavíos brillantes que
resultante de los medios de vida y de gobierno que se desenvuelvan tan a la mano tienen las industrias fáciles de nuestros días?
en lo comercial, en lo industrial y lo artístico. Cuando un país como la Nación Argentina, por la obra de su
Los vuelos paradojales de De Maistre no irían más lejos. Cuando espíritu y de su esfuerzo, ha dado independencia y vida a medio
ese desenvolvimiento se opera en gran escala, se levanta Cartago, continente y fundado la libertad a' la sombra de la cual se han
esa ecuación del mercantilismo, cuya incógnita era la nacionalidad, levantado seis nuevas repúblicas adonde pueden acudir trabajadores
que nunca se encontró. Cuando se opera en pequeño se levantan de todas partes del mundo, ese país tiene derecho de marchar con
juderías, adonde tampoco llegan más ecos que los del dios Oro, cuyo sus medios propios al progreso que le marcan sus destinos. Si no
culto sublima la avaricia de los que en ella pululan como átomos puede marchar así, si los ha perdido, es porque ha degenerado en su
.del espíritu de Bentham, el cual vive bajo la forma de una libra es- espíritu y en su sangre; como degeneró Grecia, hasta el punto de
terlina que arrojó a la faz del mundo entre una sonrisa de desprecio. vivir de la vida y de las ideas semibárbaras de Oriente, contra lo
Se aparta como vetusto lo que los abuelos creían que duraría cual han protestado los bardos Kleptas, manteniendo en los campos
cuando menos el tiempo necesario para comprenderlo y practicarlo. Se y en los montes de Jonia las gloriosas tradiciones de la patria vieja,
hace consistir el progreso en divorciarse del pasado, pero en que comienza a renacer.
divorciarse de lo que conspira contra el liberalismo pervertido; de lo Salustio refiere que Escipión el Africano y otros romanos ilustres
que no favorece las tendencias al absolutismo, que deja la solían decir que, ante el recuerdo de sus antepasados, sus corazones
opinión pública en esqueleto; de lo que puede oponer barrera a los se sentían abrasados por un violento amor a la virtud. Los argentinos
vicios que corroen la administración y el gobierno. Y se busca, sin tenemos antepasados ilustres también que nos dieron, con la inde-
embargo, en el pasado el atraso, el error y todo aquello que pueda pendencia y la libertad, un nombre entre las naciones civilizadas.
dar pábulo a la hipocresía que corrompe; a la molicie y el lujo Si nos inspirásemos en sus obras, en su espíritu y en sus esperanzas,
que enervan; al lucro ilegítimo con los intereses generales, que hace a no retardaríamos los beneficios de la libertad para nosotros y para
la mitad de la sociedad tributaria de la otra mitad; a la avaricia sórdida nuestros hijos, viviendo en perpetua reacción contra el organismo
que crea la explotación vergonzosa y los escándalos administrativos político que nos dimos después de habernos despedazado cuarenta
que se vienen perpetuando en la República. años; e imprimiendo a la época en que vivimos esa fisonomía de in-
La mentira erigida en sistema y la virtud puesta en ridículo: he dolencia, de escepticismo y de perversión que suele ser precursora
ahí la síntesis moral que ha resultado de ese divorcio del espíritu y de de grandes desastres o de irreparables descensos.
la ciencia de la revolución de 1810, contra el cual clamó el genio Historiando esa lucha prolongada y sangrienta bajo sus múl-
humanitario de Echeverría. Ensayos y reacción contra estos ensayos: he tiples aspectos de reacción, de represión, de descenso y de recons-
ahí la síntesis política de lo que el presente puede adelantar como trucción, y a la luz de los hechos y de la sana filosofía que de éstos
obra suya. se desprenden, creo hacer mejor servicio que el que han hecho
Y se persigue tal extravío porque los progresos materiales que se hasta ahora los que han escrito libros para enseñar a odiar la tiranía,
arrancan al sudor de los remotos descendientes deslumbran hasta el con el propósito deliberado de eludir responsabilidades propias, en
punto de no ver que el progreso es fatal como las desgracias, en un tiempo de extravíos comunes. Las generaciones nuevas no necesitan de
país nuevo, lleno de vida y con aspiraciones a la libertad... estos estímulos para rechazar, en principio, tal calamidad política. El
Dieciocho años después que el general Mitre unió a todos los argentinos peligro de una tiranía existe latente en el país que cree haber
bajo una constitución federo-nacional, Sarmiento, el infatigable cimentado su libertad deshaciéndose de su tirano, pero sin remover
Sarmiento, decía con el acento melancólico que inspira a la vejez la las causas que a éste lo incubaron.
idea de no ver realizados los sueños de ventura que se persiguieron Para apreciar en su justo valor la importancia de estas causas,
durante una vida de propaganda y de lucha: "Un hombre libre en es indispensable trasportarse a la escena en que se desenvolvían; y
América será el hijo de la historia humana como gobierno y moral; el a ella voy a llegar estudiando los primeros pasos del que fue en ella
centro del universo, porque todo pensamiento, sonido, materia y el protagonista obligado, en fuerza de las circunstancias que
visión le obedecerá y vendrá adonde él esté; o partirá a los cabos del derivaban de la propia índole del teatro, y del poder de atracción
mundo, guiado por la electricidad si es idea, empujado por el vapor si de ciertas ideas cuyo empuje llegó a ser irresistible.
es materia. Podrán decir, los que en tal época vivan, como Nerón:
estoy al fin alojado como un hombre libre".
¿Cómo es posible aproximarse a este punto si se invierte el orden;
si en vez de partir de los propios fundamentos se adopta sin reserva
los ajenos; si en vez de lo nuevo a que llamamos viejo porque
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CAPÍTULO II
LA CRISIS REVOLUCIONARIA
(1819-1820)

I. La obra de la revolución de 1810,—II. La crisis de la revolución: la Federación


Argentina. — III. Sinopsis del año xx: las provincias y los jefes federales. — IV.
Invasión de Ramírez y López; los proyectos de monarquía y el sentimiento
republicano: Alvear y Sarratea. — V. Batalla de Cepeda: el Congreso resigna su
autoridad en el Cabildo de Buenos Aires. — VI. Intimación del general del ejército
federal y disolución de los poderes nacionales: primera Junta Federal de Buenos
Aires. — VIL Anarquía de las facciones: Soler y Sarratea. — VIII. La Convención
del Pilar: Sarratea y Balcarce. — IX. Los golpes teatrales de Alvear; Soler y
Alvear; reposición de Sarratea. — X. La Junta de la Provincia: sus disposiciones
orgánicas. — XI. El partido directorial-unitario: elección de Ramos Mejía. — XII.
Contemporizaciones con Soler: representación del ejército de Soler al Cabildo de
Lujan. — XIII. Dictadura militar de Soler: combate de la Cañada de la Cruz.—
XIV. El gobierno de la ciudad y el de la campaña: Dorrego y Alvear. — XV. Resistencia
de Pagóla. — XVI. Dorrego, gobernador provisional.

CAPÍTULO III
LA CRISIS REVOLUCIONARIA
(1820)

I. La política de López: intimación que le hace Dorrego.— II. Las milicias del sur. —
III. Las reúne Rozas a pedido de Rodríguez. — IV. Las influencias de Rozas puestas a
prueba: resultados que obtiene; gastos que hace con tal motivo. — V. Rozas
comandante del 5° Regimiento. — VI. Operaciones de Dorrego: sus ventajas sobre
López. — VII. Tentativas de paz. — VIII. Toma de San Nicolás. — IX. Reapertura
de las negociaciones: Dorrego comisiona a Rodríguez y a Rozas; nuevo
armisticio. — X. Exigencias de López y denuncia del armisticio: batalla de
Pavón; Rozas teniente coronel. — XI. Rodríguez y Rozas se separan del ejército
cuando Dorrego persiste en invadir Santa Fe. — XII. Derrota de Dorrego en
el Gamonal. — XIII. Negociación directa de Rozas con López: obstinación de
Dorrego. — XIV. Agitación electoral en Buenos Aires: el partido directorial-
unitario en la ciudad, y el partido de las campañas. — XV. Los directoriales
propician a Rozas. — XVI. Participación de Rozas en la elección de gobernador.
— XVII. Circunstancias en que se elige a los representantes, — XVIII. Intriga de los
directoriales. — XIX. Elección de Rodríguez. — XX. Propósitos orgánicos y
nacionales de la Junta.
CAPÍTULO IV
REPRESIÓN DE LA ANARQUÍA
(1820)

I. Las facciones federales; rebelión del 1 ? de octubre: combate en la plaza de la


Victoria. — II. Desconocimiento de la autoridad de Rodríguez. — III.
Resistencia del gobernador. — IV. Rozas proclama a sus soldados. — V. Situación
de Rozas ante las órdenes simultáneas del gobernador y del Cabildo: se incorpora
al gobernador. — VI. El Cabildo abierto en San Ignacio. — VII. Marcha del
gobernador y de Rozas sobre la capital: oficio del gobernador a la Junta. — VIII.
Reticencias de los revolucionarios; proposiciones del Cabildo: la Junta ratifica el
nombramiento de Rodríguez. — IX. Ataque general a la plaza: Rozas la toma
por asalto.— X. Elogios del vecindario y de la prensa al 5» Regimiento de
Colorados. — XI. Homenaje de los Colorados al gobernador cuando éste entra en
la plaza.—.XII. Boceto de Rozas en 1820. — XIII. Ovación popular de que es
objeto.—XTV. Temores de nuevas revueltas. — XV. Conducta digna de Borrego
respecto de sus adversarios.— XVI. Rozas coronel: su manifiesto al pueblo. —
XVII. El gobierno le reembolsa sus anticipos. — XVIII. Mediación de Córdoba
en las diferencias con Santa Fe: tratado sobre la base de un congreso.—XIX.
Exigencias de López: garantía de Rozas que exige López.—XX. Rozas se compro-
mete por Buenos Aires a entregarle 25.000 cabezas de ganado. — XXI. Error
del historiador de Belgrano: la adjudicación en pago de la estancia del Rey a la
Sociedad Rozas, Terrero y Cia.

CAPÍTULO V

LAS DISGREGACIONES PROVINCIALES


(1820-1821)

I. Las disgregaciones provinciales. — II. El Litoral. — III.


Boceto de Ramírez. — IV. Guerra entre Artigas y Ramírez: derrota y fuga del primero.
— V. El Supremo protector de Entre Ríos: sus protestas contra la invasión
portuguesa.— VI. Su circular a las provincias para hacer la- guerra a Portugal: sus
órdenes a López y ruptura con éste.—VII. Fracaso de la expedición de Rodríguez:
Ramos Mejía y los indios. — VIII. Invasión de los indios: retirada de Rodríguez.—
IX. Oposición de Rozas a esta campaña: ataques de que es objeto.—X. Preparativos
de Rodríguez contra Ramírez.—XI. Incursión de Carrera en Córdoba: derrota de
Bustos. — XII. Invitación de Ramírez a Carrera. — XIII. Invasión de Ramírez a
Santa Fe. — XIV. Mansilla ataca esa ciudad y regresa al Paraná. — XV. Ramírez
pierde su escuadrilla: derrota a López y a Lamadrid. — XVI. Batalla entre López y
Ramírez: éste se retira hacia Córdoba. ---XVII. Carrera se incorpora con
Ramírez: atacan a Bustos. — XVIII. Persecución a Ramírez y muerte de éste.
---XIX. Reducción y muerte de Carrera. — XX. La guerra civil en el 'norte:
Güemes y Aráoz; campaña de Güemes contra Aráoz. — XXI. Nueva invasión
realista a Salta. —XXII. Revolución contra Güemes: éste la domina con su
presencia. — XXIII. Atrevida celada contra Güemes: muerte de Güemes. — XXIV. El
juicio contemporáneo y el juicio póstumo. — XXV. Resumen de la década
revolucionaria.
CAPÍTULO VI
LA REVOLUCIÓN SOCIAL
(1821-1823)

I. Rivadavia.— II. Reforma política. — III. Derechos y garantías. — IV. Reforma


económica. —• V. Mejoramientos materiales. — VI. La mujer como agente de la
reforma. VII. La reforma eclesiástica. — VIII. Verdaderos propósitos de la reforma. —
IX. Rol de la prensa. — X. Don Juan Cruz Várela. — XI. Várela como propagandista.
— XII. Paralelismo con la propaganda de Virgilio bajo Augusto. — XIII. Carácter de la
poética argentina en 1822, XIV. Oposición de las oligarquías. — XV. El padre Cas-
tañeda. — XVI. Su actitud ante la reforma. — XVII. Castañeda y Várela. — XVIII. El
combate en prosa y verso. — XIX. Castañeda enfrente de toda la prensa. — XX. Sus
concitaciones a la revolución. — XXI. Reacción armada. — XXII. Conjuración del
doctor Tagle. — XXIII. Vista y rumbos de esta conspiración. — XXIV. Combate en la
plaza de la Victoria. — XXV. Represión y castigo sangriento de los conjurados.

CAPITULO VII
ENTRE RÍOS Y EL LITORAL
(1821-1823)

I. Las influencias civilizadoras de Buenos Aires. — II. Preliminares de paz con López
Jordán. — III. López Jordán y Mansilla. — IV. Pronunciamiento de Mansilla. -~- V. La
Junta del Paraná. — VI. Ésta libra la situación a Mansilla. VIL Derrota y fuga de López
Jordán: Mansilla independiza de Entre Ríos a Corrientes y a Misiones. — VIII. Instala-
ción del primer Congreso entrerriano. — IX. Éste nombra gobernador a Mansilla, y
sanciona la primera Constitución de Entre Ríos. — X. Boceto de Mansilla. — XI.
Tratado cuadrilátero. — XII. Leyes e instituciones libres. — XIII. Avances de los
portugueses. — XIV. Arreglo con el Barón de la Laguna. — XV. Misión del Cabildo de
Montevideo a Buenos Aires. — XVI. La comisión oriental solicita la ayuda de Santa Fe
y de Entre Ríos. — XVII. Revolución que la misma fomenta en Entre Ríos. — XVIII.
Lo que pensaba Mansilla respecto de la cuestión con el Brasil. — XIX. Cómo arregla
Mansilla su diferencia con López. — XX. Tratado con López: habilidad de Mansilla.
— XXI. Misión del doctor Cossio. — XXII. Reclamación del Barón de la Laguna. —
XXIII, Revolución que éste hace estallar en Entre Ríos. — XXIV. Mansilla renuncia su
reelección, y pasa a Buenos Aires como diputado al Congreso Nacional,

CAPÍTULO VIII

EL CONGRESO Y LA CUESTIÓN DE LA BANDA ORIENTAL


(1823-1824)

I. Punto de partida de Rivadayia para promover el Congreso Argentino. — II. Comisión


de notables que envía a las provincias. — III. Breve idea de éstas, y sus vistas respecto
del Congreso. — IV. Circunstancias en que el gobierno de Buenos Aires las invita
oficialmente a concurrir al Congreso. — V. Provincias que concurren. -— VI. Instala-
ción del Congreso: éste se declara legislativo y constituyente al mismo tiempo. — VII
Retrospecto: la cuestión con el Brasil por la Banda Oriental. — VIII. Antecedentes de
esta cuestión; guerras entre España y Portugal: renuncias del Portugal. — IX.
Proposición del Portugal al Cabildo de Buenos Aires. — X. Los portugueses penetran
nuevamente en la Provincia Oriental: armisticio de 1812. XI. Artigas y el Portugal. —
XII. La ocupación portuguesa de 1816. — XIII. La diplomacia argentina y la opinión.
— XIV. Misión del Directorio cerca del general Le-cor. — XV. Convenio con el
delegado de Artigas. — XVI. Obcecación de Artigas; Lecor entra en Montevideo:
edictos de Lecor. — XVII. Asedio que le opone Artigas. — XVIII. Medidas del
Directorio contra la ocupación. — XIX. Circunstancias que favorecen la anexión de la
Provincia Oriental al Portugal. — XX. El aislamiento provincial. — XXI. Ruptura
entre realistas e imperialistas. — XXII. Partidos que se diseñan en Montevideo. —
XXIII. Misión del gobierno de Buenos Aires cerca del Cabildo de Montevideo:
contradeclaración de éste. — XXIV. Retiro de las fuerzas portuguesas.

CAPÍTULO IX
LA CUESTIÓN DE LA BANDA ORIENTAL
(Continuación) (1824-1825)

I. Memorándum del ministro argentino al gobierno del Im-


perio. — II. Contestación al memorándum. — III. Reticencias diplomáticas del
gabinete imperial. — IV. Por qué no entraba al fondo de la cuestión. — V. Agregado
del enviado argentino al retirarse de Río de Janeiro: jura de la Constitución del Imperio
en la Provincia Cisplatina, — VI. El partido de la guerra, y las miras segregatistas de
los orientales. — VIL Trabajos para realizarlas. — VIII. Antecedentes que debían
decidir de las vistas del gabinete de Buenos Aires. — IX. Conducta que éste se
propone. — X. Resolución de Lavalleja en la reunión de amigos de An-chorena. — XI.
Cómo Rozas prepara la invasión de los 33. XII. Expedición de Lavalleja: sus primeras
ventajas en la campaña oriental. — XIII. Plan que desenvuelve Lavalleja. XIV.
Reclamación del Imperio: aprestos bélicos. — XV. Nueva reclamación del
vicealmirante imperial. — XVI. Diplomacia del ministro García. — XVII. Modo como
encara la cuestión. — XVIII. Escándalos en Buenos Aires. — XIX. Declaración del
gobierno de la Florida. — XX. Nuevos rumbos en que entra el gobierno de Buenos
Aires. — XXI. El Congreso declara reincorporada la Provincia Oriental. -- XXII.
Arrogante declaración del ministro García: el Imperio declara la guerra a las Provincias
Unidas.
CAPÍTULO X
LA GUERRA Y LA POLÍTICA CONSTITUCIONAL
(1825-1826)

I. Las medidas de guerra. — II. El Imperio se propone invadir por la costa sur y lanzar
los indios sobre Buenos Aires. — III. Comisión que el gobierno coníía a Rozas con tal
motivo. — IV. El negocio pacífico con los indios. — V. Cómo conjura Rozas la
invasión. — VI. Fracaso de los imperiales en Patagones. — VIL Combate de los Pozos.
— VIII. Creación del Poder Ejecutivo de las Provincias Unidas. — IX. Recepción del
presidente Rivadavia. — X. Proyecto sobre capital de la República. — XI. Los unita-
rios y los federales: paralelo histórico. — XII. La opinión de Buenos Aires. — XIII.
Trabajos de Rozas contra el proyecto sobre capital: su prisión. — XIV. Representación
de la campaña. — XV. Discusión y sanción del proyecto. XVI. Dificultades de la
presidencia. — XVII. La obra de la Constitución. — XVIII. El régimen de gobierno. —
XIX. Dictamen de la comisión del Congreso. — XX. Impresión que produce el
dictamen. — XXI. Los oradores: Galisteo y Mansilla. — XXII. Discurso de Gómez. —
XXIII. Cómputo del voto de las provincias: sanción del régimen unitario.-XXIV. La
solución de la ilustración y de la experiencia representadas por la mayoría del
Congreso. — XXV. Efectos de esta solución.

CAPÍTULO XI

LA GUERRA Y EL FRACASO DE LA CONSTITUCIÓN


(1826 -1827)

I. Estado de los ejércitos beligerantes. — II. El general Alvear reemplaza al general


Rodríguez. — III. Situación de los imperiales cuando Alvear inicia operaciones. — IV.
Plan de campaña de Alvear. — V. Movimientos del ejército republicano: ocupación de
Bayés. — VI. Incorporación de las fuerzas imperiales. — VII.. Marcha circular de
Alvear sobre la sierra de Camacuá: Barbacena sale de sus posiciones. — VIII. Ventajas
de los republicanos en Yerbal, Bacacay y Ombií. — IX. Aproximación de ambos
ejércitos entre Caciquí y San Gabriel. — X. Las escaseces del ejército republicano y la
conspiración contra Alvear. — XI. Consejo de guerra: prevalece la opinión de Alvear.
— XII. Marcha de Alvear sobre el Paso del Rosario: nueva estratagema de guerra. —
XIII. Batalla de Cutizaingó o del Rosario. — XIV. Alvear y los jefes de división. —
XV. Resumen crítico de la batalla. — XVI. Combate de Camacuá. XVII. Marcha de
Alvear hacia Río Grande. — XVIII. Rechazo de la Constitución: el general Bustos. —
XIX. El general Quiroga. — XX. Crítica situación de las autoridades nacionales. —
XXI. Dimisión de Rivadavia. — XXII. La obra de Rivadavia ante la posteridad. —
XXIII. La justicia de la posteridad.
CAPÍTULO XII
EL AISLAMIENTO PROVINCIAL
(1827-1828)

I. El Congreso nombra a López presidente provisional. — II.Las influencias del


coronel Dorrego. — III. Disolución de los poderes nacionales. — IV. Dorrego,
gobernador de Buenos Aires. — V. La guerra y el tratado García. — VI. Dorrego y
Alvear: paralelo político. — VII. Dorrego confía a Lavalleja el mando del ejército
contra el Imperio. — VIII. Las miras reales de Lavalleja. — IX. Su oposición a las
medidas de guerra del gobierno. — X. Anarquía en las operaciones de las fuerzas
contra el Imperio. — XI. Rivera y Lavalleja. — XII. Motivos de resistencia entre
ambos generales. — XIII. Expedición de Rivera sobre Misiones. XIV. Conflictos del
gobierno de Dorrego: éxito que alcanza Rivera. — XV. Inacción de Lavalleja: causas
de esta inacción. — XVI. Proyecto de Dorrego contra el Imperio. — XVII. Difícil
situación del gobierno de Dorrego. — XVIII. La Convención federal de Santa
Fe. — XIX. Fracaso de la Convención. — XX. Dorrego y Rozas. — XXI. Rozas
renuncia la comandancia de milicias de campaña: Dorrego no la acepta. — XXII. La
comisión pacificadora de los indios como medio de llegar a la conquista de la Pampa,
— XXIII. Dificultades para arreglar la paz: la desocupación de Misiones. — XXIV.
Tratado de paz sobre la base de la independencia de la Provincia Oriental. — XXV.
Cómo fue recibido el tratado en Buenos Aires.

CAPÍTULO XIII
DORREGO Y LAVALLE
(1828-1829)

I. Los unitarios conspiran contra Dorrego. — II. Publicidad de los trabajos


revolucionarios. — III. Medidas represivas del gobernador Dorrego. — IV. Las
elecciones de diputados. — V. Actitud del general Lavalle: su respuesta al llamado del
gobernador. — VI. Boceto del general Lavalle. VII. Influencias para contener la
revolución. — VIII. Perfil del coronel Olayarría: cita que se le da. — IX. La revolución
del I9 de diciembre. — X. La reunión en el templo de San Roque: Lavalle aclamado
gobernador. — XI. Lavalle se dirige a batir las fuerzas del gobernador. — XII. La
opinión y previsiones de Rozas: encuentro de Navarro. — XIII. Dorrego se dirige a
Areco, y es tomado prisionero. — XIV. Escribano y Acha retrogradan y entregan el
gobernador al general Lavalle. — XV. Influencias que deciden de la suerte del
gobernador Dorrego. — XVI. La condenación a muerte del gobernador. — XVII. El
cuadro del fusilamiento de Dorrego: Lavalle asume la responsabilidad de este
fusilamiento por su orden. — XVIII. El estado de ánimo del general Lavalle. — XIX.
Resumen crítico.
CAPÍTULO XIV
LAVALLE Y ROZAS
(1829)

I. Miras de los revolucionarios del l' de diciembre. — II. Lo que veían los
adversarios. — III. El rigorismo revolucionario: la prensa y las clasificaciones de los
federales. — IV. La reacción de las provincias. — V. Por qué esta reacción aparecía
más radical que la anterior. — VI. López y Rozas en la campaña de Buenos Aires. —
VII. Lavalle envía a Paz al interior y sale a contener a aquéllos. — VIII. La táctica de
López y de Rozas. — IX. Combates de las Palmitas, Vizcacheras y Puente de
Márquez. — X. López se retira a Santa Fe y propone a Lavalle la paz. — XI. Los
prestigios de Rozas. — XII. Lavalle contra los sentimientos y la tendencia de la
campaña. — XIII. Su resolución en presencia de estos hechos. — XIV. Su excursión
nocturna al campo enemigo.— XV. Lavalle en el alojamiento de Rozas. — XVI.
Conferencia entre Lavalle y Rozas. — XVII. Convenio de 24 de junio de 1829. —
XVIII. Impresión que produjo el convenio. — XIX. Fraude en las elecciones: lo que
pensaba Rozas de esta situación. — XX. Convenio adicional de 24 de agosto:
nombramiento del general Viamonte. — XXI. Fusión del partido urbano de Dorrego
con el partido de las campañas. — XXII. Nuevas adhesiones a este partido: rumbos
en que entra desde luego. — XXIII. Aspiraciones de Rozas al gobierno. — XXIV.
Vacilaciones del general Viamonte para convocar a elecciones. — XXV. Consulta
que le hace a Rozas. — XXVI. Opinión de los dorreguistas. — XXVII. Informe de
Rozas en la consulta del gobernador.— XXVIII. Éste convoca la legislatura
derrocada.

CAPÍTULO XV
EL EJECUTIVO FUERTE
(1829-1830)

I. La ley de 6 de diciembre de 1829. — II. Las facultades extraordinarias y sus


antecedentes. — III. Rozas elegido gobernador: su recepción. — IV. Prospecto
político: la proclama a las campañas. — V. Evolución orgánica de la sociabilidad.
— VI. Teoría de las evoluciones descendentes. VII. Plan de la de 1830: la idea
de la federación vinculada a la persona de Rozas. —- VIII. El sentimiento
ineducado deprimiendo la libertad. — IX. Las medidas represivas. — X. La
legislatura partidaria: condecoraciones y honores que discierne a Rozas; notables
declaraciones de éste al rehusarlos. — XI. Rozas previene contra los libertadores
de sable. XII. Traslación de los restos de Dorrego. — XIII. Manifestación popular
a que esto da lugar. — XIV. Alocución de Rozas sobre la tumba de Dorrego. —
XV. La administración y hacienda de la provincia. — XVI. El gobierno de Rozas
se pone a la defensiva. — XVII. La excursión administrativa a la campaña. —
XVIII. Curiosa correspondencia con el gobierno civil y eclesiástico.
CAPÍTULO XVI
PAZ Y QUIROGA.
(1829-1830)

I. Entrada del general Paz en Córdoba: Bustos se retira y aquél ocupa la


ciudad. — II. Bases de arreglo: la política del más fuerte. — III. Paz ataca y
derrota a Bustos. — IV. Circular de Paz a los gobernadores y al general Quiroga:
respuesta de Quiroga. — V. Perfiles del general Juan Facundo Quiroga. — VI. Las
huestes de Quiroga. — VII. Las acusaciones de los enemigos y las manifestaciones
de los patricios. — VIII. Boceto del general José María Paz. — IX. Los veteranos
y los llanistas. — X. Invasión de Quiroga. XI. Paz sala a batirlo y Quiroga entra
en la ciudad de Córdoba. — XII. Batalla de LaTablada: derrota de Quiroga. —
XIIICombate del 23 de junio: nueva derrota de Quiroga. XIV. Fusilamiento de
los prisioneros de Quiroga. — XV.Comisiones mediadoras: fracaso de éstas. —
XVI. Campaña de Paz sobre la Sierra. — XVII. Nueva campaña de Quiroga
sobre Córdoba: notable comunicación que dirige a Paz. — XVIII. La política
de guerra de Paz. — XIX. Nueva mediación: Paz le impide conferenciar con
Quiroga. XX. Batalla de Oncativo o Laguna Larga. — XXI Quiroga se retira
a Buenos Aires.

CAPÍTULO XVII
EL INTERIOR Y EL LITORAL
(1830-1831)

I. Política de Paz cuando es arbitro del interior. — II. Su título y motivos para
someter las provincias. — III. Modo como las divisiones de Paz resuelven en
favor de éste la situación de las provincias. — IV. Lamadrid en L'a Rioja; Videla
Castillo en Mendoza: los Videla en San Luis; Alba-rracín en San Juan; López y
Dehesa en Santiago del Estero. — V. Tratado de alianza entre los gobiernos del
interior, Cuyo y norte. — VI. Alcance de este tratado. — VIL Ellos invisten al
general Paz con el Supremo poder militar. — VIII. Invitación del general Paz a
los gobiernos del litoral. IX. Éstos lo invitan a organizar la República bajo el
régimen federal. — X. Por qué Paz hizo imposible por entonces la organización
nacional: el plan de la organización unitaria. — XI. Comienzo de ejecución
de este plan: revolución unitaria en Entre Ríos. — XII. Derrocamiento del
gobernador Sola: anarquía entre los partidarios de López Jordán y los de
Barrenechea. — XIII. Carril y demás revolucionarios invitan al general Paz a que
se ponga en acción contra el litoral. — XIV. Lucha entre López Jordán y
Barrenechea, y fracaso de la revolución. — XV. Iniciativa orgánica del litoral: el
Pacto Federal de 1831..— XVI. Organismo institucional que establece. — XVII.
Puntos de partida del Pacto, distintos de los de las constituciones anteriores:
su trascendencia en el futuro de la República Argentina. — XVIII. El Supremo
poder militar como principio antagónico al Pacto federal. — XIX. ¿Luchaba
el general Paz por organizar la Nación, según la voluntad de las provincias?
CAPÍTULO XVIII
GUERRA ENTRE EL INTERIOR Y EL LITORAL
(1831)

I. Circunstancias en que el general Paz se propone llevar sus armas sobre el


litoral: actitud de las repúblicas americanas ante la anunciada tentativa de España.
— II.. Mediación de Chile entre Rozas y Paz. — III. Marcha del general Paz sobre
Santa Fe. — IV. Operaciones del ejército federal en Córdoba: combate de Fraile
Muerto. — V. Quiroga toma por asalto Río Cuarto, derrota a Pringles, derrota a
Videla Castillo; represalias que toma por el asesinato del general Villafañe. —
VI. Paz se dirige a batir a López; modo como es tomado prisionero: la narración
de un testigo ocular. — VII. Reacción de Paz en favor de la transacción con los
federales. — VIII. Lamadrid toma el mando del ejército unitario y se retira a
Tucumán. — IX. Negociado entre el general federal y el gobierno provisional de
Córdoba. — X. Ocupación de Córdoba por la vanguardia federal. — XI. Regreso
del ejército auxiliar: el fusilamiento de prisioneros en Buenos Aires. — XII.
Resolución de las situaciones políticas del interior y de Cuyo. — XIII. Quiroga
marcha sobre Tucumán: antecedentes entre él, don Javier López y Lamadrid. —
XIV. Las cartas de Lamadrid sobre su conducta en La Rioja, y secuestro de los
dineros de Quiroga. — XV. Batalla de la Ciudadela. — XVI. Quiroga después de
la victoria. — XVII. Lamadrid pide clemencia a Quiroga. — XVIII. Proceder
levantado de Quiroga. — XIX. Intimación de Quiroga a Alvarado: resolución de
todas las provincias en favor de la federación.

CAPÍTULO XIX
LAS ISLAS MALVINAS
(1832)

I. La isla de la Soledad: la concesión a Vernet. —- II. Colonia que éste forma. —


III. El gobierno argentino nombra a Vernet gobernador de las Malvinas: Vernet
reitera las prohibiciones sobre pesca. — IV. Apresamiento de barcos
norteamericanos. — V. Insólita reclamación del cónsul de los Estados Unidos:
digna conducta del gobierno de Buenos Aires. — VI. Los atropellos de la corbeta
norteamericana Lexington en la isla de la Soledad. — VII. Reclamación del
encargado de negocios de los Estados Unidos: el gobierno de Rozas le exige
satisfacción e indemnizaciones por el atropello de la Lexington. — VIII. Aquél
pide sus pasaportes y abandona la cuestión. — IX, Gran Bretaña reclama de los
decretos del gobierno argentino sobre las Malvinas: contesta los derechos de éste
y se los arroga él mismo. — X. Sinopsis histórica; descubrimiento de las
Malvinas: exploraciones de Magallanes, Alcazaba, Loiza y Villalobos. XI. Los
holandeses disputan ese descubrimiento a los británicos de 1598 en adelante. —
XII. El mejor derecho de España en el supuesto de que el descubrimiento fuese
un título. — XIII. La primitiva ocupación de las Malvinas: Bougainville establece
una colonia a nombre del rey Luis XV. XIV. España reclama las Malvinas:
Francia reconoce el derecho, y España compra a Francia la colonia. — XV. Ex-
pedición del capitán Macbrige: éste se apodera de las Malvinas e intima el
desalojo de la isla de la Soledad. XVI. España es reintegrada en la posesión
de las Malvinas. — XVII. Los ingleses intiman a los españoles el desalojo de la isla
de la Soledad: otro antecedente del derecho de España reconocido por la Gran
Bretaña. — XVIII. Expedición de 1770 contra los ingleses: son desalojados por
los españoles. — XIX. . Satisfacción que demanda el gobierno británico. — XX.
Notable declaración del embajador de España, que acepta sin reserva el
gobierno británico. — XXI. Éste es reinstalado en Puerto Egmont, a condición
de abandonarlo. — XXII. La condición de abandonar Puerto Egmont aparece en
la correspondencia del gobierno británico. — XXIII. Ella es enunciada
también en el parlamento británico. — XXIV. La misma condición se explica en la
cláusula por la cual España salvaba sus derechos anteriores a las Malvinas en el
convenio de 1771. — XXV. Otras pruebas que de la condición del abandono
suministran los publicistas y estadistas ingleses. —• XXVI. Confirman lo mismo
los documentos sobre la evacuación de Puerto Egmont por los ingleses. —
XXVII. Calidad de los títulos de España a las Malvinas en 1774: posesión
tranquila que ejerce en las Malvinas hasta 1810. — XXVIII. Las Provincias
Unidas suceden a España en los derechos de ésta sobre el virreinato del Plata. —
XXIX. Actos de soberanía del gobierno argentino sobre las Malvinas. — XXX. Sin-
gularidad de la reclamación del agente de los Estados Unidos. — XXXI. Nuevo
atropello del almirante Baker: les ingleses se apoderan a mano armada de las
Malvinas. — XXXII. Respuesta de lord Palmerston a la reclamación del gobierno de
Buenos Aires. — XXXIII. Protesta y memoria del ministro argentino al gobierno
británico; reticencias de lord Palmerston. — XXXIV. Resumen de los títulos legales e
históricos de la República Argentina; — XXXV. La prioridad del descubrimiento
invocado por la Gran Bretaña. — XXXVI. Las declaraciones oficiales del gobierno
británico que robustecen los derechos de la República Argentina. — XXXVII. A qué
título la Gran Bretaña retiene las Malvinas. — XXXVIII. Notable declaración de sir
William Molesworth.

CAPÍTULO XX
LAS FACULTADES EXTRAORDINARIAS
(1832)

I. El prospecto nacional: la federación en las provincias. — II. Los campeones de


la federación: origen de la divisa punzó. — III. Decreto sobre el uso de la divisa,
— IV. Antecedentes de estos usos en la República. — V. Decretos contra la
libertad de imprenta. — VI. La hacienda pública: hábil administración del
ministro García. — VIL La suscripción a los fondos públicos. — VIII. Modo
como ésta se llevó a cabo: éxito que se obtuvo. — IX. Nueva organización del
ministerio. — X. La labor administrativa de Rozas: los progresos urbanos y los
mejoramientos rurales. — XI. Rozas devuelve a la legislatura las facultades
extraordinarias: especialidad del Mensaje en que tal devolución verifica. —
XII. Circular de la Comisión Representativa de Santa Fe para que las provincias
envíen sus diputados al Congreso federal. — XIII. Trabajos de los diputados
de Córdoba y del gobernador de Corrientes en oposición a ese propósito. — XIV.
Principios que éstos invocan para proceder en sentido contrario al propuesto. —
XV. Quiroga los denuncia ante la opinión pública. — XVI. La respuesta de
Quiroga al diputado y gobernador de Córdoba. — XVII. El gobierno de Rozas
recurre a los de Córdoba y Corrientes del proceder de los diputados y los
invita a trabajar la Constitución. — XVIII. Motivos que aduce el de Córdoba
para diferir la obra de la Constitución: respuesta del de Corrientes. — XIX.
Tratado particular que propone el de Corrientes al de Santa Fe: López lo
rehusa después de consultar a Rozas. — XX. La Constitución obstaculizada
nuevamente. — XXI. Elección del general Balcarce. — XXII. Programa de
gobierno de éste. — XXIII. Motivos de las renuncias reiteradas de Rozas. —
XXIV. Síntesis del período gubernativo de 1829 - 1832.

CAPÍTULO XXI
LA CONQUISTA DEL DESIERTO
(1833-1834)

I. Iniciativa de Rozas para conquistar el desierto. — II. Sus trabajos! en este sentido
desde 1820 hasta que subió al gobierno. — III. Invitación que al respecto dirige al
gobierno de Chile y a los generales Quiroga y López. — IV. Plan que combinan
entre sí. — V. La revolución en Chile y.la paz que celebra el general Bulnes con
los indios. — VI. La expedición se organiza con tres divisiones argentinas. — VII.
Preparativos científico-militares para la marcha de la división Izquierda. — VIII.
Bozas la revista en el Monte. — IX. El gobierno le niega a Rozas los recursos
votados: Rozas abre sus marchas no obstante. — X. La llegada a Tapalqué: Catriel
y Cachul. — XI. El ejército se interna en el desierto. XII. Pasaje del arroyo
Naposta. — XIII. Rozas adelanta su vanguardia al mando de Pacheco: sus
providencias en su itinerario hasta el río Colorado. — XIV. El cuartel general del
río Colorado. — XV. Rozas manda explorar el río Colorado. — XVI. La división
del Centro contra los ranqueles: avisos de Rozas al general Huidobro. — XVII.
Huidobro se dirige en consecuencia sobre el cacique Yanquetrú. — XVIII. Batallas
de las Acollaradas y derrota de Yanquetrú, — XIX. Huidobro lo persigue y se
retira después a Córdoba. — XX. División de la Derecha; sus marchas hasta
Malalhué: ocupa el río Chadileuvu. —• XXI. Sorprende a los indios Limey-
Maguida y los bate en las tolderías de Yanquetrú: fin de las operaciones de la
división Derecha. — XXII. Operaciones de la división Izquierda: Pacheco ocupa el
río Negro, batida en las márgenes de este río, muerte del cacique Payllaren. —
XXIII. Críticos momentos de la expedición. — XXIV. Sublevación que se fomenta
a los indios reducidos de Tapaíqué y Salinas. -— XXV. El Ministerio de la
Guerra de Buenos Aires fomenta la sublevación de la división Izquierda.

CAPÍTULO XXII
LA CONQUISTA DEL DESIERTO
(Continuación)

I. Rozas manda remontar el río Colorado y extiende sus operaciones sobre el


centro, la derecha y límite sur del teatro de la guerra. — II. Pacheco toma a viva
fuerza la isla de Choele-Choel: Sosa destruye al cacique Chocory y Lagos al
Pitrioloncoy. — III. Descalzi explora y navega el río Negro. — IV. Pacheco llega
a la confluencia del Limay y Neuquén, y bate a los indios en las faldas de la
cordillera. V. Llegada de Darwin y de Fitz-Roy al campamento del Colorado:
su opinión respecto de la expedición de Rozas. VI. Campaña del coronel Ramos
por el Chari-leo; batida a los indios que querían refugiarse en la cordillera. —
VII. Enarbola por primera vez el pabellón nacional en el Cerro Payen. — VIII.
Campaña de Rodríguez y de Miranda al país de los ranqueles y sobre
Yanquiman. — IX. Campaña de Ibáñez al río Valchetas. — X. Dificultades
con que luchaba Rozas en la expedición. — XI. Resultado general de las
operaciones de la división Izquierda. —• XII. Rozas regresa a Napostá y
desprende una división que destruye a los borogas. — XIII. Rozas proclama y
licencia la división Izquierda en Napostá. — XIV. Los límites de Buenos Aires
fijados por Rozas de acuerdo con las provincias interesa das. — XV. Los límites
de Buenos Aires por el S. y S. O. y los actos ejercidos dentro de éstos. — XVI.
Los fijados por Rozas son los mismos que fijan las cédulas reales desde dos siglos
atrás. — XVII. Los títulos legales de Buenos Aires a esos territorios, — XVIII.
Jurisdicción que ejerció sobre ellos Buenos Aires hasta 1878. — XIX. Una
cuestión de derecho federal: la ley de octubre de 1878, que violó esos títulos.
— XX. La conquista del desierto de 1833 y la ocupación militar de 1879: por
qué se hizo necesaria esta expedición. — XXI. Opinión del general Roca sobre la
con quista de 1833. — XXII. Otra opinión del general Sarmiento. — XXVIII.
Único resultado de la conspiración oficial de 1835.

CAPÍTULO XXIII
REVOLUCIÓN DE LOS RESTAURADORES
(1833)

I. Los actos de partidario del general Balcarce y sus compromisos con el partido
federal. — II. En razón de éstos los federales lo llevan al gobierno: sus
declaraciones como gobernador. — III. Balcarce se divorcia del partido federal y
se propone abatir la influencia de Rozas. — IV. Perfil del general Enrique
Martínez, ministro de la Guerra. — V. Medidas de éste contra el partido federal
y contra Rozas. VI. La mayoría federal y la minoría de los lomo-negros.
VII. El poder ejecutivo suspende las elecciones cuando los federales
triunfaban. — VIII. Proyecto de los diputados Olazábal e Iriarte sobre libertad de
imprenta. — IX. Idea general de la prensa de 1833: las hojas federales y las de
los lomo-negros. — X. Los hombres del gobierno en la prensa. — XI. El
Constitucional y El Restaurador de las Leyes. — XII. La virulencia de la
prensa y la agitación popular. — XIII. Comisiones que se acercan al gobernador.
XIV. Llamamiento que le hace la prensa opositora. — XV. El poder ejecutivo
acusa a los diarios de oposición. — XVI. Juicio de El Restaurador de las Leyes.
— XVII. Tumulto en la plaza de la Victoria: los descontentos se retiran á
Barracas. — XVIII. Los revolucionarios dominan la campaña: el general
Pinedo, nombrado jefe del movimiento. XIX. Conferencia de la comisión de la
legislatura con el general Pinedo. — XX. Éste se limita a la defensiva y pide la
renuncia de Balcarce. — XXI. Balcarce manda batir a los revolucionarios y
queda estrechado en la ciudad. — XXII. Pinedo declara que tomará la
ofensiva. — XXIII. Los revolucionarios avanzan sobre la ciudad: Balcarce so
mete su continuación en el mando a la decisión de la legis latura. — XXIV. El
acuerdo de la legislatura, la intimación del general Pinedo, la legislatura
exonera a Balcarce y nombra a Viamonte. — XXV. Respuesta de Rozas a la or-
den del ministro de la Guerra de que dicte medidas para restablecer el orden.
— XXVI. Lo que se propondría con esto el ministro de la Guerra. — XXVII.
Prescindencia de Rozas en la revolución de octubre.

CAPÍTULO XXIV
EL PROVISORIATO Y SU CRISIS
(1834)

I. Circunstancias que le daban carácter de transición al gobierno de Viamonte. —


II. Tendencias progresistas y liberales de este gobierno. — III. Paralelo político
entre Riya-davia y García. — IV. Decretos sobre matrimonios de disidentes y sobre
registro civil. — V. El patronato nacional: sus antecedentes legales. — VI.
Dificultades suscitadas al ejercicio del patronato. — VII. Modo como las resuelve
García: junta o concilio de teólogos y juristas. — VIII. Proposiciones que somete el
gobierno a esta junta. — IX. Las doctrinas de García se formulan en la Constitución
de 1853. X. Obstáculos a la marcha del gobierno. — XI. El regreso de Rivadavia.
— XII. La carta del ministro Moreno y los planes para conflagar al país. — XIII.
Relación entre este plan y el de monarquizar las secciones americanas. — XIV. El
poder ejecutivo decreta el reembarco de Rivadavia y demanda a la legislatura una
ley general sobre la materia. XV. La legislatura deja pasar el decreto: noble
ofrecimiento de Quiroga a Rivadavia. — XVI. Rudos ataques al ministro
García. — XVII. El fiscal acusa los libelos: términos en que García solicita su
juicio de residencia. — XVIII. Rozas renuncia la donación de la isla de Choele-
Choel que le hace la legislatura. — XIX. Ésta nombra a Rozas gobernador: Rozas
renuncia. — XX. La prensa de oposición corrobora los motivos de esta renuncia.
— XXI. Los ideales de la legislatura. — XXII. Declaración de los diputados
Wright y Medrano; la legislatura envía una comisión a Rozas; interpelación a esta
comisión. — XXIII. Razones que da Rozas para insistir por tercera vez en su
renuncia. — XXIV. Rozas insiste por cuarta vez: nuevas declaraciones de la
legislatura al admitirle la renuncia. XXV. Elección y renuncia de los Anchorena.
— XXVI. Viamonte pide a la legislatura le indique a quién entre gará el poder
ejecutivo. — XXVII. Crisis del ejecutivo. XXVIII. La legislatura restringe la
prensa y resuelve que su presidente ejerza el ejecutivo a falta de gobernador:
elección y renuncia de Terrero y de Pacheco, el doctor Maza asume el poder
ejecutivo.
CAPÍTULO XXV
BARRANCA-YACO
(1834 -1835)

I. Retrospección: las provincias del norte después del año 1831. — II. El general
Latorre: reacción que encabeza contra el plan del general Paz; desaloja las fuerzas
unitarias de Santiago del Estero y ocupa el gobierno de Salta. — III. Revolución de los
unitarios en Salta; combate de los Fulares. — IV. Latorre y Heredia; anarquía en
Catamarca: Latorre acusa a Heredia. — V. Rompimiento entre ambos gobernadores;
Latorre se pone en campaña. — VI. Misión de Quiroga; la vida de Quiroga en
Buenos Aires: cambio que se opera en su persona. — VII. Sus vistas respecto de la
política general del país: su conducta con los adversarios. VIII. Quiroga consulta a
Rozas sobre su misión al norte: ambos convienen en la necesidad de arreglar a
Heredia con Latorre. — IX. La conferencia en San José de Flores. X. Rozas
acompaña a Quiroga hasta Areco: Quiroga rehusa la escolta que aquél le presenta. —
XI. Rozas le dirige la carta convenida sobre la obra constitucional. — XII. Detalles de
esta carta: las provincias y la Nación. — XIII. El precedente del año 1826: carácter
del Congreso y base de la Constitución a dictarse. — XIV. Idea de la confederación de
las provincias. — XV. Idea de la capital: Rozas se pronuncia por la creación de una
capital como Washington; resume las dificultades para dar inmediatamente la Cons-
titución. — XVI. Marcha de Quiroga hasta Pitambalá: aquí sabe la muerte de
Latorre y se dirige a Santiago. — XVII. Vacilaciones de Quiroga cuando debe regresar:
combate íntimo sobre si debe esperar en Santiago o en Córdoba a sus asesinos. —
XVIII. Ibarra se sincera a sus ojos: Quiroga se penetra de que López y los Reinafé
quieren asesinarle y marcha hacia ellos. — XIX. Idénticos avisos y detalles certeros
que recoge en la posta del Ojo del Agua. XX. Barranca-Yaco: asesinato de Quiroga y
de su comitiva. XXI. Antecedentes que desautorizan la sospecha contra Rozas:
opinión de Rivera Indarte y de Sarmiento. — XXII. Quiénes fueron los asesinos. —
XXIII. Enemistad entre López y Quiroga. — XXIV. Revolución que fomenta Qui-
roga contra Reinafé: plan siniestro que le denuncia Ruiz Huidobro y que
concuerda con la denuncia anterior de Moreno. — XXV. Actitud subsiguiente de
López: confesión de López a Rozas. — XXVI. Opinión del general Paz que
concuerda con esa confesión; cuándo y cómo arreglan López, Cullen y los
Reinafé el modo de sacrificar a Quiroga. — XXVII. Las últimas instrucciones del
gobernador Reinafé a su hermano. — XXVIII. Cómo los glosa Rozas en su carta a
López. — XXIX. Consecuencias que deduce Rozas del estudio de los hechos. — XXX.
Empeño de Rozas de descubrir a los asesinos. — XXXI. Juicio y –fusilamiento de
los asesinos.

CAPÍTULO XXVI
LA SUMA DEL PODER PÚBLICO
(1835)
I. Cómo se desenvuelve el plan revelado por el ministro Moreno. — II. El
gobierno de Buenos Aires obliga al gobernador López a que defina su posición. —
III. El gobernador provisional denuncia la crisis y amenaza en que se halla la
provincia y dimite su cargo. — IV. El proyecto para nombrar a Rozas gobernador
con la suma del poder público.—V. El fervor de las clases distinguidas y docentes.
— VI. Rígida observancia de las formas parlamentarias. — VII. Selecta
composición de la legislatura. — VIII. Razones que aduce Rozas para solicitar
reconsideración de esa ley en Sala plena, y que la misma sea sometida al plebiscito.
— IX. Singularidad de esta creación de gobierno fuerte. — X. El plebiscito
ratifica el voto de la legislatura: opinión de Sarmiento.— XI. Reapertura de la
discusión. — XII. Recepción de Rozas: su programa de gobierno. — XIII. La
suma del poder de que se apodera Augusto y la que la ley acuerda a Rozas. —
XIV. La sociedad hace la apoteosis del gobierno fuerte.— XV. Los guardias
del honor y las suscripciones de los hacendados y comerciantes. — XVI. El carro
triunfal y las solemnidades teatrales. — XVII. La consagración religiosa del
gobierno fuerte: los tedeum en las iglesias. — XVIII. Origen de lo mazorca: las
manifestaciones en la campaña. — XIX. Las medidas de Rozas para afianzar la
federación: carácter esencialmente nacional que la asigna. — XX. Abolición de la
pena de confiscación; primer tratado sobre la abolición de tráfico de esclavos;
reformas en la instrucción universitaria y educación común. — XXI. La hacienda
pública: responsabilidades, control; facilidades al comercio interior y exterior. —
XXII. Fundación del Banco de la Provincia. — XXIII. Error en atribuir esta
fundación al doctor Vélez Sársfield. — XXIV. Restablecimiento de la Compañía
de Jesús. —XXV. Las provincias invisten a Rozas con el poder ejecutivo nacional:
el hecho orgánico de la Confederación Argentina.— XXVI. El programa de la
reacción unitaria dado por el general Lavalle: motivos para convulsionar Entre
Ríos; instrucciones sobre la vida y la propiedad de los federales; reglas para
legalizar el movimiento — XXVII. Carácter de la lucha que se inicia.

CAPÍTULO XXVII
LUCHA CIVIL EN EL ESTADO ORIENTAL
(1835-1836)

I. Influencias que se disputan el predominio en el Estado Oriental después de 1828.


— II. Lavalleja y la segregación de la Provincia Oriental. — III. Actitud de Rivera
en la lucha por la independencia oriental. — IV. Su participación en la guerra con el
Brasil. — V. Rivera varía su plan y trabaja por ocupar el gobierno del nuevo Estado
Oriental.— VI. La asamblea nombra a Lavalleja y Rivera se alza contra el nuevo
gobierno. — VIL Medidas represivas del gobierno: especulativo acomodamiento de
Rivera. — VIII. Medios de que se vale Rivera para ser elegido presidente. — IX.
Actitud prescinden te del gobierno de Buenos Aires: cordialidad que le manifiesta el
gobierno de Lavalleja. — X. Contraste del gobierno de Rivera: Rivera ayuda a la
revolución de Entre Ríos. — XI. Alzamiento de Lavalleja: auxilios que le da el
ministro de Guerra del gobierno de Buenos Aires: división que éste organiza al
mando de Olazábal.— XII. Notoriedad de la participación de Martínez. — XIII.
Nueva expedición de Lavalleja con ayuda del gobernador de Misiones: Rivera lo
derrota y fusila al gobernador Aguírre. — XIV. Lo que se veía al través de estas
aventuras guerreras. — XV. El general Oribe es elegido presidente: por qué fue bien
recibida esta elección. — XVI. La ecuación política de Rivera: sus trabajos
revolucionarios en unión con los emigrados unitarios. — XVII. El gobierno de Rozas
reclama de estos movimientos por lo que hacía al litoral argentino. — XVIII. El de
Oribe impide que se lleve la revolución a Entre Ríos. — XIX. Rivera, en unión de
Lavalle, se alza contra el gobierno constitucional. — XX. Los gobiernos del litoral
argentino se previenen contra la sublevación de Rivera. — XXI. Acción de
Carpintería y derrota de Rivera.

CAPÍTULO XXVIII

LA INICIATIVA ORGÁNICA DE 1837

I. La iniciativa trascendental del año 1837. — II. Esteban Echeverría: el pensador y


el poeta..— III. Carácter de la poética de Echeverría: opinión de Gutiérrez. — IV.
Evolución orgánica que inicia: cómo la aprecia él mismo. — V. La Asociación Mayo:
el Dogma socialista. — VI. Las palabras simbólicas del dogma. — VII.
Desenvolvimiento de éstas: asociación, leyes y principios para su desarrollo
progresivo. VIII. Progreso: sus peculiaridades y puntos de partida. —IX. El principio
de la igualdad y de la libertad. — X. Emancipación del espíritu americano: la
reforma de las costumbres y de la legislación. — XI. El principio religioso: libertad
de conciencia; separación de la Iglesia y del Estado. — XII. La democracia como
principio: la razón pública y el sufragio calificado. — XIII. Fusión doctrinaria de
las ideas en lucha. — XIV. Inventario histórico: antecedentes unitarios, antecedentes
federales. — XV. El Dogma proclama el régimen federo-nacional de gobierno. —
XVI. Esperanzas de que Rozas proteja la Asociación Mayo: ésta queda reducida a
sí misma. — XVII. Rozas alienta a Echeverría, pero los hechos invierten el plan
de la asociación. — XVIII. Correspondientes de la asociación en las provincias,
Montevideo y Chile. — XIX. Resistencia de los centros dirigentes del partido
unitario. — XX. Motivos de esta resistencia. — XXI. Echeverría analiza estos
motivos y los condena en nombre de la patria; la patria y la libertad; las ideas de
la nueva generación; las ideas del personalismo absolutista. — XXII. Cómo
interpreta Echeverría la resistencia al Dogma. —XXIII. Triunfo moral del
Dogma socialista. — XXIV. El Dogma triunfa materialmente en la Constitución
de 1853. ---XXV. Testimonio de Alberdi.-~ XXVI. Testimonio de Gutiérrez. —
XXVII. A cada capacidad según sus obras.

CAPÍTULO XXIX
LA GUERRA CON BOLIVIA Y LA REVOLUCIÓN ORIENTAL
(1837-1838)
I. Complicaciones con Bolivia: diferencias que promediaban entre este gobierno y
el de Buenos Aires. — II. Invasiones al territorio argentino que ayuda el general
Santa Cruz.— III. Relaciones de éste con el general Lavalle y los emigrados
unitarios en Montevideo. — IV. Reclamaciones del gobierno argentino: Santa Cruz
se niega a satisfacerlas desconociendo el carácter, de aquél.—V. Rozas cierra toda
comunicación con Bolivia. —VI. La confederación peruano-boliviana. — VIL
Chile y la Confederación Argentina le declaran la guerra a Santa Cruz: la prensa de
Chile. — VIII. Rozas da a Heredia el mando de las fuerzas argentinas; ejército de
reserva en Tucumán. — IX. Primeras operaciones de Heredia: victoria dé Santa
Bárbara. — X. Sorpresa del Rincón de las Casillas. — XI. Marcha del general
Alemán por Humahuaca: el general Brün se retira con su ejército. — XII. Marcha
del general Gregorio Paz: los pueblos de Tanja se pronuncian por los argentinos.
— XIII, Retrospecto: segunda campaña de Rivera contra el gobierno de Oribe;
combate de Yu-cutuya; combate del Yí. — XIV. Rivera sigue la guerra de
recursos: su marcha hasta Montevideo.—XV. Rivera pone sitio a Paysandú; las
fuerzas argentinas de observación.— XVI. Lavalle se incorpora al ejército de
Rivera; correspondencia inédita entre ambos. —XVII. Misión que envía Rivera a
Río Grande: instrucciones al comisionado. — XVIII. Batalla- del Palmar y derrota
de Oribe (Ignacio). — XIX. Alianza de hecho entre Rivera y los agentes de
Francia en Montevideo. — XX. Situación insostenible del presidente Oribe. —
XXI. Éste resigna su autoridad. — XXII. Rivera queda arbitro del Estado Oriental
y aliado a Francia contra el gobierno argentino.

CAPÍTULO XXX
EL BLOQUEO FRANCÉS
(1838)

I. La querella de Francia y el plan denunciado por el ministro Moreno. — II. Bozas y


las potencias recolonizadoras. — III. Cómo interpretó Rozas el sentimiento nacional.
— IV. Cómo obligó a Europa a estudiar sus verdaderos intereses en América;
opinión de Sarmiento. — V. La ley de 10 de abril de 1821 y la reclamación del
cónsul de Francia en 1830. — VI. Principios que fija el ministro Anchorena: derecho
del soberano para imponer al extranjero residente cargas correlativas a los
derechos que le acuerda. — VIL El extranjero residente que acepta estos derechos en
cambio de obligaciones correlativas, no puede invocar en contraposición de estos
últimos los derechos de que gozaba en el país de su origen. — VIII. El soberano
puede dispensar exención determinada en cuanto no menoscabe los beneficios; pero
ella no se puede invocar por tercero, sino por vía dé tratado. — IX. El cónsul de
Francia invoca los derechos relativos a los transeúntes: distinción que hace An-
chorena. — X. La_ capitulación Vetancourt. — XI. Cómo Acorta la cuestión el ministro
Anchorena. — XII. El vicecónsul de Francia insiste en que sea abrogada la ley de
1821 y considerados los franceses como lo eran los británicos por el tratado de 1825.
— XIII. Lo insólito de estas pretensiones y el tono insultante del vicecónsul. — XIV.
El gobierno de Buenos Aires le niega personería y le da los pasaportes que solicita.
— XV. La ley de 1821 y los principios internacionales que regían en 1838: espíritu de
la legislación. — XVI. Los Estados Unidos sancionan el principio moderno sobre
condición de los extranjeros residentes.—XVII. Francia reclama de ellos y los
Estados Unidos alegan idénticamente lo mismo que alegó el gobierno de Rozas en
1838. — XVIII. El contraalmirante Leblanc presenta un agregado de exigencias al
frente de las fuerzas navales de Francia. — XIX. El gobierno de Rozas reproduce sus
declaraciones y se resiste a discutir reclamaciones con un jefe militar. — XX.
Leblanc declara Buenos Aires y el litoral en estado de bloqueo. — XXI. El gobierno
de Rozas protesta de la ilegalidad del bloqueo. — XXII. Lo que exigía realmente el
contraalmirante: informes que acreditan la falsedad de los hechos que invoca. —
XXIII. Cómo contesta Rozas las reticencias del contraalmirante. — XXIV. Términos
en que Rozas coloca la cuestión. — XXV. Cómo levanta Rozas el principio de la
soberanía nacional. — XXVI. Carácter de las agresiones simultáneas de Francia en
Sudamérica. — XXVII. Lo que salvó Rozas resistiendo a la agresión de Francia:
contraste entre su conducta y la de Francia.

CAPÍTULO XXXI
AGRESIONES DEL EXTRANJERO
(1838)

I. Situación oficial creada por el bloqueo francés. — II. La crisis comercial y


económica. — III. Economías forzadas que el gobierno introduce en el presupuesto
y recursos que se crea. — IV. Rozas somete a la legislatura la consideración de la
cuestión con Francia. — V. La cuestión de fondo: Sarmiento apunta treinta años
después los mismos peligros que apuntaba Rozas. — VI. Contreversia en la cuestión
de fondo: conspiración contra Rozas. — VII. Ruidosos debates en la legislatura;
dictamen aprobatorio de la conducta de Rozas; proyecto en disidencia del diputado
Wright. — VIII. Discurso de Anchorena. — IX. García sostiene el dictamen de la
comisión. — X. Boceto del parlamentario Wright. — XI. Crítica de su proyecto. —
XII. La experiencia de las leyes análogas que vinieron después, y las vistas de los
publicistas argentinos. — XIII. Dificultad para la reforma si se hubiese sancionado
el proyecto Wright. — XIV. Discurso de Medrano. XV. Sanción del proyecto de la
mayoría; los gobiernos de provincia aprueban la conducta de Rozas. — XVI.
Disidencia de don Estanislao López; don Domingo Cullen. — XVII. Fallecimiento
de López; sinopsis histórica.—XVIII. Santa Fe resiste el nombramiento de
Cullen; don Juan Pablo López es elegido gobernador. — XIX. El ultimátum del
cónsul Roger. — XX. Contestación del gobierno de Rozas: la cuestión de
hechos.'—XXI. La condición de tratar a los franceses residentes como a los
súbditos de la nación más favorecida. XXII. Mediación solicitada del ministro de
S. M. B. — XXIII. El cónsul Roger acepta la mediación. — XXIV. Rivera y los
prohombres unitarios lo disuaden. — XXV. El cónsul vuelve sobre su aceptación
y en el ínterin las fuerzas aliadas de Francia y de Rivera atacan la isla de
Martín García. — XXVI. Medios de defensa en la isla. —XXVII. Intimación
del comandante Doguenet al jefe de la isla; la respuesta del comandante Costa.
— XXVIII. Asalto y toma de la isla. — XXIX. La nota honorífica de los
vencedores a los vencidos. —XXX. Impresión que dejó la agresión de los
extranjeros. — XXXI. Los términos de la lucha entre Rozas y sus enemigos. —
XXXII. Doña Encarnación Ezcurra. XXXIII. Su fallecimiento y honores fúnebres.
— XXXIV. El origen del cintillo federal. — XXXV. El general Alejandro Heredia.
— XXXVI. Plan para asesinarlo; el drama de Lules. — XXXVII. Opinión de los
gobernadores sobre este asesinato.

CAPÍTULO XXII
LOS ALIADOS CONTRA ROZAS
(1838 -1839)
I. Alcance que se dio a las agresiones de Francia. — II. La prensa de ambos
mundos y los publicistas enemigos de Bozas.— III. Ideas del general Lavalle
sobre el particular. — IV. Lo que empujaba a la primera coalición contra el
gobierno del general Rozas. — V. Lo que buscaban los coaligados. — VI. Tratado
dé alianza entre el general Rivera y el gobernador Berón de Astrada, bajo la
protección de Francia. — VII. Consecuencias de este tratado: la reacción contra
Astrada. — VIII. Rivera' le declara la guerra al gobierno argentino. — IX. Berón
de Astrada hace igual declaración, y solicita de los agentes de Francia que
levanten el bloqueo a Corrientes: condiciones que imponen los franceses. — X.
Astrada separa Corrientes "de la Confederación y suscribe a las exigencias de
Francia. — XI. El gobierno argentino refuerza el ejército de Entre Ríos: Echagüe
marcha sobre Berón de Astrada. — XII. Batalla del Pago Largo: derrota y muerte
de Berón de Astrada. — XIII. Cómo reputa esta victoria el gobierno argentino:
amnistía parcial que concede. — XIV. La inacción de Rivera. — XV. El sistema de
Rivera: el despilfarro y los que lucraban con éste. — XVI. Don Blas Despouy
lo insta a nombre de los agentes de Francia a que invada Entre Ríos. — XVII.
Pretextos que opone Rivera. — XVIII. Su negociación de paz con Rozas: sus
cartas a Lavalleja. — XIX. Trabajos de don Domingo Cullen en las provincias, de
acuerdo con Rivera y los franceses; muerte de Cullen. —• XX. La Comisión
Argentina y el general Lavalle. — XXI. Las declaraciones de Várela, Carril y
Lavalle y la invitación del primero para que La valle tome las armas en unión de
Rivera y con el auxilio de Francia. —XXII. Boceto del doctor Várela. — XXIII.
Va-reía decide a Lavalle a hacer la guerra en alianza con los agentes de Francia y
con Rivera. — XXW. Várela solicita el consenso de Rivera. — XXV. Emulación
de este último: Várela se esfuerza en mostrar que Lavalle servirá bajo las órdenes
de Rivera. — XXVI. Lavalle ofrece a Rivera sus servicios: Rivera no los acepta.
— XXVII. Lavalle se prepara a salir de Montevideo con los emigrados y Rivera
dicta medidas para impedírselo. — XXVIII. Embarque de Lavalle para Martín
García. — XXIX. Rivera se declara cooperador de Lavalle cuando Rozas rechaza
sus proposiciones de paz. — XXX. Nuevas agresiones de las fuerzas de Francia a
la Confederación Argentina: desembarcos en las costas norte y sur de Buenos
Aires.
CAPÍTULO XXXIII
LA CONJURACIÓN DE MAZA
(1839)
I. La conspiración en Buenos Aires: conocimientos que tenía Bozas al respecto. — II.
Su confidencia a Terrero. — III. La tertulia de Fernández y los avisos de La Gaceta
Mercantil. IV. La frase de Rozas al comandante Maza y lo que sobre la conjuración
dice el general Paz. — V. Los que iniciaron la conjuración, banquete de la
Asociación Mayo. — VI. La fracción revolucionaria de esta asociación y el
comandante Maza.—VII. Elementos de que Maza disponía: los conjurados se
comunican con La valle por medio de Tejedor.— VIII. Maza invita a Lavalle a que
desembarque en Buenos Aires con banderas argentinas solamente; trabajos del doc-
tor Maza en la legislatura. — IX. Plan general de la conjuración.— X. Prisión del
comandante Maza. — XI. Crítica situación del doctor Maza: Rozas le proporciona
los medios para que se ausente del país. — XII. El conflicto del doctor Maza. —
XIII. Terrero consigue de él que vayan a ver a Rozas: Maza reacciona y penetra
en la casa de la legislatura. — XIV. El asesinato del doctor Maza. — XV. Providen-
cias de la legislatura. — XVI. El pueblo en la casa de la legislatura: fusilamiento
del comandante Maza.—XVII. La apreciación del asesinato: discurso del diputado
Garrigós. XVIII. La imputabilidad del asesinato. — XIX. Impútanselo a Rozas sus
enemigos: hechos y declaraciones que des autorizan esta especie. — XX. Rozas
manda suspender todo procedimiento y fusilar al asesino convicto del doctor Maza;
cómo Rozas aprecia estos hechos treinta años después. — XXI. Reacción en favor
del gobierno de .Rozas: la legislatura.— XXII. La prensa: origen del mote de
salvajes unitarios.— XXIII. El tono de la prensa. — XXIV. Las manifestaciones en
la ciudad y campaña. — XXV. Ellas eran las resultantes de las raíces que había
echado el gobierno fuerte. XXVI. Causas impulsivas de la adhesión a Rozas: el
supuesto terror y el consenso manifiesto. — XXVII. La moral acomodaticia para eludir
responsabilidades. — XXVIII. Festividad político-religiosa de la parroquia de la
Merced: las personas que la dirigían. — XXIX. La función de San Telmo. XXX. La
de San Miguel: apoteosis de Rozas; la procesión cívica; el brindis del general
Lamadrid. — XXXI. La manifestación en Lobos. — XXXII. La manifestación en
San Nicolás. — XXXIII. Influencia de la literatura que se servía en estas
manifestaciones de campaña.

CAPÍTULO XXXIV
LA REVOLUCIÓN DEL SUR Y EL GENERAL LAVALLE
(1839)

I. Trabajos revolucionarios de Castelli y de los hacendados del sur. —II. Invitan a


Lavalle a que encabece la revolución. III. Lavalle somete la invitación a un consejo
e invade Entre Ríos.—IV. Desaliento que produce en el sur esta resolución. — V.
Plan de campaña de Lavalle antes de invadir Buenos Aires. — VI. Recursos con
que cuenta para emprender su campaña: la ley del honor. — VIL Los dineros de
Francia y la proposición del agente de Francia de bombardear a Buenos Aires.—
VIII. Embarque de la Legión libertadora para Entre Ríos. — IX. La proclama de
Lavalle.
— X. Su desembarco en el puerto de Landa; sus primeras
operaciones. — XI. Combate de Yeruá. — XII. Exposición de Lavalle al congreso
entrerriano; crítica de este documento. XIII. Mala impresión que produce entre los
adversarios y los amigos; carta del doctor Pico. — XIV. López se prepara a batir a
Lavalle y éste se dirige a Corrientes. — XV. Situación de los revolucionarios del sur
de Buenos Aires. — XVI. Circunstancias que los obligan a anticipar el movimiento.
XVII. Los cálculos de Rozas: circular que pasa a los jueces de paz. — XVIII.
Pronunciamiento del coronel Rico en Dolores; Castelli y Crámer organizan sus
fuerzas en Chascomús. — XIX. Singular actitud de Rozas en los primeros
momentos de la revolución. — XX. Impresión que le produce esta revolución. —
XXI. El combate íntimo de Rozas con la incertidumbre. — XXII. Lo que Rozas
esperaba para proceder: órdenes , que le transmite al coronel Rozas. — XXIII. Los
revolucionarios promueven la sublevación de la indiada de Catriel; efecto que en
éstos produce la su puesta muerte de Rozas. — XXIV. Los jefes revolucionarios
declaran que sus principios son los mismos que los de los franceses bloqueadores.
— XXV. Combate de Chascomús; derrota de los revolucionarios; muerte de
Castelli; Rico se embarca en el Tuyú y se incorpora a Lavalle. — XXVI. La
influencia del triunfo sobre la opinión; el gobernador da cuenta de la revolución
del sur a la legislatura: ésta la declara delito de traición a la patria. — XXVII.
Los representantes ponen a disposición de la provincia su persona, bienes y fama;
Rozas hace igual ofrecimiento. — XXVIII. Las manifestaciones de adhesión a
Rozas; los indicios de la crisis sangrienta. —XXIX. Actos de adhesión de los par
tidos de Dolores y Monsalvo.

CAPÍTULO XXXV
LAVALLE Y RIVERA
(1839-1840)

I. Invasión de López a Corrientes. — II. Desastrosa retirada de López. — III. Las


influencias que pesaban sobre el general Lavalle. — IV. La Comisión Argentina;
Rivera; los agentes de Francia; los de Rivera. — V. Boceto del coronel Chilavert:
resistencia que éste subleva. — VI. Intrigas para separarlo del ejército libertador.
—.VII. Los supuestos arreglos de Chilavert con Rivera y Ferré: lo que dicen los
documentos.— VIII. Chilavert le propone a Lavalle defina su situación con Rivera y
se acomode con Oribe y López; manera como Lavalle encara esta proposición. — IX.
Desacuerdo entre Lavalle y Chilavert; necesidad sentida de Chilavert en el ejército.
— X. La campaña en el Estado Oriental: Echagüe y Ramírez. — XI. Batalla de
Cagancha; Echagüe flanquea a Rivera; error de Echagüe que le arrebata la victoria
completa. — XII. Rivera medra para hacerse el arbitro de la guerra; ratificación del
tratado Berón de Astra-da. — XIII. Violenta posición de Lavalle; su desavenencia
con Ferré. — XIV. Lavalle sale de Corrientes con su ejército.—-XV. Chilavert en
Concordia; cargos severos que le hace Lavalle. — XVI. Consideraciones que mueven
a Chilavert a separarse del ejército: carta que le dirige a Lavalle. — XVII. Chilavert
explica confidencialmente a sus amigos las causas de su renuncia, y los amigos de
Rivera mandan esas cartas a Buenos Aires; desagradable impresión que ello produce.
—XVIII. Explicaciones de Martínez; reto de Chilavert a Vázquez. — XIX. Diplomacia
de la Comisión Argentina y de los riveristas.
CAPÍTULO XXXVI

CAMPAÑA DE 1840

I. Resultados negativos de la guerra de los coaligados contra el gobierno argentino.


— II. El gobierno de Rozas se afirma en el interior: la diplomacia, los Parlamentos
y la prensa de Europa se pronuncian en favor de la Confederación Argentina y de
Rozas; notable declaración de Sarmiento. — III. La cuestión del Plata en Inglaterra;
declaración de lord Palmerston. —IV. La cuestión del Plata en los Estados Unidos;
opiniones vertidas por los diplomáticos allí residentes: comunicaciones del general
Alvear al respecto. — V. Declaraciones de la prensa de América sobre la misma
cuestión; declaración del presidente del Perú; declaración del de Chile;
manifestaciones en el Parlamento del Brasil; manifestaciones en el de Francia. — VI.
Notable comunicación del jefe del gabinete de Francia a Mr. de Martingny sobre las
miras de su gobierno en la cuestión del Plata; el rey no piensa enviar tropas de
desembarco; peligro que apunta en perseverar con sus aliados los unitarios;
declaración expresa de que Francia es parte en la guerra contra Rozas: se pronun-
cia en contra de la expedición de seis mil soldados acordada entre Mr. de Martigny,
Lavalle y Rivera; recomendación sobre los dineros que Francia ha dado a la
Comisión Argentina. — VII. La comisión argentina sigue haciendo la guerra con los
dineros de Francia; declaración de Mr. de Lamar tine.— VIII. Operaciones de
Lavalle en combinación con la escuadra francesa. — IX. Sentimientos que subleva
en el pueblo argentino la alianza de los emigrados unitarios con Francia; ellos
robustecen el gobierno de Rozas.—X. Las parroquias y departamentos elevan
peticiones para que Rozas sea reelegido, y la legislatura así lo verifica. — XI.
Rozas renuncia reiteradamente; la legislatura no le hace lugar y aprueba su
conducía política. — XII. Batalla de Don Cristóbal; error de Echagüe; hábil
movimiento de Lavalle; ventajas relativas que obtiene este último. — XIII. Lavalle
se retira hacia el Paraná y Echagüe lo sigue. — XIV. Tentativa frustrada de Lavalle
sobre Santa Fe. — XV. Rivera prosigue su plan de anular a Lavalle. — XVI. Cómo
usa Rivera sus atribuciones de director de la guerra; Lavalle resuelve atacar a
Echagüe. — XVII. Condiciones en que estaba el ejército del primero respecto
del segundo; junta unitaria de guerra que decide una nueva batalla. — XVIII.
Batalla del Sauce Grande; Lavalle se propone operación análoga a la que efectuó
en Don Cristóbal; Echagüe se lo impide y lo rechaza. — XIX. Crítica situación
de Lavalle. — XX. Dificultades para hacer pasar el Paraná a las fuerzas de
Corrientes. — XXL Lavalle le comunica al gobernador Ferré su resolución de hacer
una expedición sobre Buenos Aires. — XXII. La escuadra francesa transporta el
ejército de Lavalle hasta Coronda; inacción de Echagüe. — XXIII. La misma
escuadra francesa desciende el Paraná con el ejército de Lavalle en dirección a
Buenos Aires, — XXIV. Antecedentes que explican la presencia del general Paz
cerca del general Lavalle.—XXV. Rozas le da la libertad, lo reintegra en su grado
militar y le ofrece nombrarlo plenipotenciario en Europa. — XXVI. Paz se embarca
clandestinamente para la Colonia y sigue a Punta Gorda. — XXVII. Resistencias que
encuentra en el Ejército libertador; lo que, al sentir de Paz, era este ejército. —
XXVIII. Cambio que observa en la persona del general Lavalle. — XXIX. Paz se
dirige a Corrientes; Ferré lo nombra general en jefe después de declarar traidor a
Lavalle.

CAPÍTULO XXXVII

LA CRISIS DEL AÑO 40

I. Lavalle desembarca su ejército en la costa norte de Buenos Aires. — II. Encuentro


del Tala. — III. Error capital de Lavalle de no avanzar sobre la capital; Rozas ve
perdida la situación; desorganización de los elementos; falta de tropas regulares, —
IV. Rápida organización que Rozas imprime a la resistencia; providencias y
movimientos militares que ordena desde su cuartel general. — V. Lavalle se dirige a
Arrecifes- intimación que hace a los jefes departamentales. —- VI. Divide su ejército
en dos columnas y en vez de batir a Pacheco, se recuesta al oeste, — VII. Derrota las
fuerzas de Lorea y González, y llega a Merlo,—VIII. Su inacción en este punto; su
desengaño respecto de la adhesión que esperó encontrar. — IX. Resistencia unánime
que subleva en Buenos Aires; testimonio de su ayudante de campo. — X. Lo que
Lavalle esperaba en Merlo; el auxilio de las tropas francesas; la carta del doctor
Várela que así lo explica. — XI. Por qué no llegó el auxilio del almirante Baudin;
las instrucciones del mariscal Soult y la presencia del barón. Mackau. — XII. Crítica
situación de Lavalle en agosto de 1840; las fuerzas federales. — XIII. Lavalle re-
suelve volver sobre su retaguardia. — XIV. Se aproxima a Santa Fe. — XV. Las
depredaciones en la campaña de Buenos Aires. — XVI. Carácter de la lucha. — XVII.
La Coalición del norte y el general Lamadrid: su conducta política en Tucumán. —
XVIII. Los coaligados invaden Santiago del Estero;- Ibarra los derrota y Lamadrid es
desalojado de Tucumán. — XIX. Represalias políticas en Buenos Aires; el gobierno
declara los bienes de los unitarios responsables para reparar los quebrantos sufridos
en los de los federales. — XX. Las clasificaciones del año 40; origen de éstas bajo el
gobierno de Lavalle en 1829. —XXI. La Sociedad Popular Restauradora; su origen;
calidad de los que la formaban. —XXII. Idea de la crisis del año 40. — XXIII. El
rigorismo político único principio dominante.— XXIV. El imperio de la venganza y
del odio. — XXV. El individualismo vergonzante y el interés generoso; conceptos de
don Nicolás Anchorena. — XXVI. El populacho desenfrenado; medidas de orden
que el ministro de S. M. B. reclama del gobernador delegado y, de Rozas.—XXVII.
La respuesta de Rozas-perfiles del radicalismo;. Rozas se declara impotente para
reparar los estragos del radicalismo; seguridades que ofrece a Mr. Mendeville al dar
la nota más alta del radicalismo.

CAPÍTULO XXXVIII
LA CRISIS DEL AÑO 40
(Continuación)
I. Lavalle manda tomar por asalto la ciudad de Santa Fe: Garzón la defiende
hasta que se ve obligado a capitular. —II. Los jefes del ejército libertador le
piden a Lavalle que fusile a Garzón y a los jefes capitulados. — III. Lavalle ac-
cede a ello y da las órdenes del caso; circunstancias que hacen cambiar su
resolución.—IV. Impresión que produce en el ejército unitario la convención
Mackau-Arana; Lavalle evacúa Santa Fe.—V. Revolución en Córdoba;
Lamadrid entra en esta ciudad y se pone en comunicación con La valle. — VI.
Lavalle se dirige a incorporarse con Lamadrid; Oribe lo sigue en su marcha. —
VII. Difícil retirada de Lavalle hasta los Quebrachitos. — VIII. Batalla del
Quebracho. — IX. Derrota dé Lavalle. — X. Asesinato de don Rufino Várela. —
XI. La convención Mackau-Arana. — XII. Examen crítico de esta convención. —
XIII. Singular ventaja que con esta convención obtiene la Confederación
Argentina. — XIV. La posición de Rozas después de estas ventajas. — XV.
Enérgico decreto contra los perturbadores de la seguridad pública. — XVI.
Rozas nombra un comisionado para que, en unión del comisionado francés, le
presente a Lavalle la convención Mackau-Arana y le ofrezca las garantías que
pida para terminar la guerra. — XVII. Lavalle desconoce el carácter oficial de
los comisionados. — XVIII. Respuesta de Lavalle al comisionado francés; rehusa
recibir al comisionado argentino. — XIX. Nueva tregua que obtienen los
comisionados; Lavalle resiste todo arreglo. — XX. Crítica política de la
resistencia de Lavalle a todo avenimiento. — XXI. Los dictados del honor y los
sacrificios que impone el patriotismo. —XXII. Desastre de San Cala; Lavalle
se dirige a Catamarca. — XXIII. Rivera y la convención Mackau-Arana.

CAPÍTULO XXXIX
CAMPAÑA DE LA RIOJA
(1840 -1841)

I. Energía indomable de Lavalle en seguida de la convencí.. Mackau-Arana. — II.


Circunstancia característica de la lucha que prosiguió; sus prestigios imponentes. —
III. Situación de Lavalle a principios del año de 1841: sus fuerzas y las combinadas
al mando de Oribe. — IV. Su retirada a Catamarca. V. Brizuela le ofrece el mando
de las fuerzas de la coalición.— VI. El general fray José Félix Aldao. —VIL El
general Tomás Brizuela.—VIII. Dificultades de Lavalle con Brizuela cuando Aldao
ya viene sobre La Rioja.— IX. Por qué Lavalle le abandona a Aldao la plaza de La
Rioja y se retira hacia los Llanos. —X. La misión pacificadora de fray Nicolás
Aldazor; prisión del pacificador. — XI. Aldao sigue en la persecución de Lavalle;
peligros del plan que desenvuelve Lavalle. — XII. Importancia de este plan. —
XIII. Derrota del coronel Acha.—XIII. Aldao hace ocupar Catamarca, y el
gobernador Augier, batido por Maza, huye a Tucumán. — XV. Oribe resuelve
moverse sobre La Rioja, y manda a Aldao a situarse en Valle Fértil; plan de Oribe.
—XVI. Conducta hábil de este general. — XVII. Lavalle y Oribe. — XVIII. Paralelo
político-militar de Lavalle y Oribe. —XIX. Desigualdad de la lucha que dirigen
ambos generales. XX. Posición respectiva que tienen en esa lucha; la unidad de
comando y de acción en manos de Oribe.—XXI. Concurrencias que debilitan y
coartan la acción militar de Lavalle. — XXII. Circunstancias en que Oribe invade
La Rioja.

CAPÍTULO XL
OPINIÓN Y REACCIÓN
(1841)

I. Resistencia en el litoral. — II. Dificultades financieras en Buenos Aires: estado de la


hacienda pública. — III. Escrupulosidad de Rozas en el manejo de los dineros públicos;
sistema de administración que funda; declaración postuma de sus enemigos. — IV.
Movimiento controlado de las diversas reparticiones: publicidad de las cuentas.—V.
Calidad y responsabilidades de los funcionarios. — VI. Declaraciones de Rozas al
respecto. — VII. Declaración de la legislatura cuando Rozas renuncia el mando;
motivos en que ella se fundaba.
— VIII. Hechos singulares y característicos que abonan esos
motivos. — IX. Lógica de los ideales encarnados en Rozas. X. Honores y títulos
que el pueblo y los poderes acuerdan a Rozas.-—XI. Ejemplos del uso que de ellos
hacía y se hace en Europa y América. — XII. Razones que da Rozas para
declinarlos. — XIII. Por qué acepta el monumento de gloria. XIV. Nueva tentativa
para matar a Rozas; antecedentes. --XV. El envío de la sociedad de Anticuarios del
Norte y la trama de Rivera Indarte. — XVI. El cónsul Acevedo Leite y la máquina
infernal. — XVII. Curiosidad que aquel presente provoca en doña Manuela de
Rozas. — XVIII. Cómo y por qué pretende ésta abrir el cofre que contenía la máquina
infernal. — XIX. Lo que se cree observar dentro del cofre. —XX. Rozas abre el
cofre por sus manos; impresiones de dos testigos oculares. — XXI. Por qué no se
atenúa este asesinato frustrado. — XXII. Él pone de manifiesto las fuerzas del
gobierno de Rozas;—XXIII. Actitud de la legislatura. XXIV. Las felicitaciones de
las corporaciones; calidad de los nombres que las suscriben. — XXV. Sentimientos
que tales felicitaciones revelan. — XXVI. Carácter especial de las de los señores
Arana, Sarratea y del obispo y senado del clero.:— XXVII. Las felicitaciones del
interior y del exterior; aclaraciones del cónsul Acevedo Leite.—.XXVIII. Otra
consecuencia política del asesinato frustrado; nuevos rumbos de los notables de
Buenos Aires.—XXIX. Franca iniciativa de don José María Roxas y Patrón; el
sucesor de Rozas para el caso en que éste desapareciese. — XXX. Hechos notorios
que podían preparar esta sucesión a doña Manuela de Rozas. — XXXI. Precedentes
oficiales establecidos a este respecto. — XXXII. Los notables comunican a Rozas su
proyecto; significativas palabras con que éste los desahucia; análogo significado
que le dio posteriormente doña Manuela de Rozas. — XXXIII. Resumen de
probabilidades.— XXXIV. Comparación entre ésta y las tentativas anteriores. —
XXXV. Principios y bases en que se fundaba la tentativa de los federales de 1841;'
consenso de los publicistas modernos. — XXXVI. Impresiones póstumas del
iniciador de esta tentativa.
CAPÍTULO XLI
FIN DE LA COALICIÓN EN CUYO
(1841)

I. Objeto que se propone Lavalle al retirarse de La Rioja. —II. Doble hipótesis bajo
la cual opera Oribe. — III. Error de cálculo de Lavalle. — IV. Resultado de las
operaciones de Oribe en los Llanos de La Rioja; justicia que Oribe rinde a Peñaloza.
— V. Lavalle se retira a Famatina sin. poder reducir a Brizuela a que lo siga. — VI.
La obcecación de Brizuela.— VIL Brizuela y la Comisión Argentina de Chile;
propósitos radicales de esta comisión. — VIII. Lo único positivo que vio Brizuela en
la conducta de dicha comisión. —IX. Aldao marcha sobre Brizuela y lo destroza
en -Sañogasta; muerte de Brizuela. — X. Lavalle y Lamadrid se reúnen en
Catamarca y acuerdan sus operaciones respectivas. — XI. Motivos que facilitan la
marcha de Lamadrid de Tucumán a Catamarca. — XII. Por qué Lagos no batió a
Lamadrid; propósito a que obedecían las órdenes terminantes de Oribe. — XIII. Por
qué Oribe no 'batió a Lamadrid y prefirió marchar sobre Tucumán. - - XIV. Lamadrid
adelanta su vanguardia a La Rioja y de aquí a San Juan al mando de Acha. — XV.
Aldao marcha sobre San Juan y Acha sale a esperarlo. — XVI. El cuadro de Angaco.
— XVII. Epílogo de Angaco. — XVIII. Benavídez asalta la plaza de San Juan; Acha
se rinde después de tres días de combate. — XIX. Benavídez concierta la evasión
de Acha, pero se retira a la aproximación de Lamadrid y lo remite a Pacheco,
que lo hace fusilar. — XX. Crítica de la conducta de Lamadrid mientras Acha se
hallaba en San Juan. — XXI. Su indecisión y lentitud destruyeron su vanguardia. —
XXII. Lamadrid entra en San Juan y marcha en seguida sobre Mendoza; sus
partidarios lo aclaman gobernador. — XXIII. Marcha de la columna de Pacheco por
San Luis. — XXIV. Avance de Pacheco por el Desaguadero; combate de la Vuelta de
la Ciénaga. — XXV. Batalla del Rodeo del Medio; número y formación de las
fuerzas de Lamadrid y de Pacheco; movimientos de la columna federal para
pasar el puente de la Vuelta de la Ciénaga; error capital de Lamadrid; despliegue de
las fuerzas federales; ventaja relativa del coronel Alvarez; desobediencia del
coronel Saltar; carga del centro unitario; Lamadrid vuelve a formarlo bajo los
fuegos enemigos; derrota completa de Lamadrid. — XXVI. La retirada de Lamadrid:
su pasaje por la cordillera cerrada. — XXVII. Sarmiento le conduce auxilios por el
lado de Chile.

CAPÍTULO XLII
FIN DE LA COALICIÓN EN EL NORTE
(Continuación) (1841)
I. Lavalle en el norte: situación de Tucumán y de Salta. — II. Reacción de los
federales de Salta. — III. Lavalle se traslada a Salta, pero regresa a Tucumán
cuando Oribe se aproxima. — IV. Dificultades que rodean a Lavalle; salida
audaz que efectúa; por qué no ataca a Oribe después de haberlo flanqueado.— V.
Marcha de Lavalle hasta Monteros; motivo que lo resuelve a presentarle batalla
a Oribe. —VI. Batalla de Famaillá o Monte Grande; formación de ambos
ejércitos; la izquierda unitaria y la derecha federal; Pedernera y Lagos;
inminente combate singular entre ambos; choque de las caballerías; fácil ventaja
sobre el centro y la derecha de los unitarios; derrota de Lavalle; persecución
tenaz de Oribe. —VII. Epílogo sangriento de Famaillá: cómo y por qué cayó
Avellaneda prisionero de Oribe. — VIII. Oribe lo somete a un consejo de
guerra. — IX. Comunica a Rozas la decapitación de Avellaneda y el
fusilamiento de los jefes prisioneros. — X. La cabeza de Avellaneda y doña For-
tunata García. — XI. Cómo esta dama obtuvo de Carballo la cabeza de
Avellaneda para darle sepultura. — XII. El último de los gobernadores
coaligados del norte; Oribe destaca a Maza sobre Catamarca. — XIII.
Fisonomía política y moral del coronel Maza. — XIV. Breve sinopsis de sus
hechos sangrientos. — XV. La nota resaltante de estos hechos. — XVI.
Programa de Maza al reabrir su campaña sobre Catamarca. XVII. Toma por
asalto la plaza: su comunicación al gobernador de Córdoba. —XVIII. Fin de
la coalición del Norte: las provincias resueltas en favor de la federación. —XIX.
La retirada de Lavalle a Salta; circunstancia imprevista que frustra su plan.—
XX. Lavalle sigue para Jujuy con el resto de sus fuerzas; entra en la ciudad y se
aloja en la casa de Zenavilla. — XXI. Muerte de Lavalle. — XXII. La fidelidad
y abnegación de sus compañeros; éstos resuelven salvar el cadáver de Lavalle.
— XXIII. Designan a Pedernera para que dirija esta empresa: la llegada a
Tumbaya. XXIV. La peregrinación guerrera hasta Potosí; honores y los restos de
Lavalle al ser depositados en la catedral de Potosí. — XXV. Dudas sobre la
muerte de Lavalle; nota estupenda de Oribe. — XXVI. Oribe propone a Rozas
la reincorporación de Tarija. — XXVII. Rozas se opone a ello sentando
principios que felizmente se han conservado.

CAPÍTULO XLIII
GUERRA DEL LITORAL
(1841-1842)

I. Rivera y Ferré; por qué el primero medraba contra Paz, --II. Por qué Paz
acepta un puesto secundario en Corrientes.— III. Manejos de Rivera contra
Paz; éste renuncia su cargo; términos en que Ferré comunica a Rivera que no
acepta tal renuncia. — IV. Paz forma y organiza el ejército de reserva. — V.
Avanza sobre el río Corrientes; alardes de Rivera.-—VI. Actitud especulativa de
Rivera; sus negociaciones con Urquiza. — VII. Reclamaciones y desconfianzas de
Ferré.—VIII. La escuadra argentina; Brown queda dueño de las aguas del Plata;
Rivera da el mando de su escuadra a Garibaldi. — IX. Cálculo de Rozas respecto
de la posición de Paz; los allegados de Rivera concuerdan en el fondo con Rozas.
—X. Rivera se queda en el Durazno, mientras Echagüe se viene sobre Paz. — XI.
Hábiles operaciones de Paz; la guerra de partidas. — XII. Opera sobre la
retaguardia de Echagüe; fusila al coronel Benítez. — XIII. Obliga a Echagüe a
tomar la ofensiva; marcha de este último sobre el río Corrientes; error capital de
Echagüe. — XIV. Llegada del coronel Salas al campo de Paz; tratado con el
gobierno de Santa Fe. — XV. Paz atraviesa el río Corrientes por el paso de
Caaguazú; posición crítica en que pudo quedar si Echagüe aprovecha esta
circunstancia. — XVI. Batalla de Caaguazú; formación de ambos ejércitos;
posición respectiva de Paz y de Echagüe; cómo Paz saca partido de su posición;
hábil maniobra de Núñez; desbande de las caballerías de Echa güe; vanos
esfuerzos del centro federal para restablecer el combate; retirada de Echagüe a
Entre Ríos. — XVII. Paz sigue su campaña sobre Entre Ríos; demoras y
exigencias que le opone Ferré; disposición sobre hacienda de los fede rales con la
que Paz morigera esas exigencias. — XVIII. Rivera pasa el Uruguay cuando
conoce la victoria de Paz. --XIX. Éste ocupa el Paraná; espíritu de la población.
—XX. La negociación con Santa Fe y Corrientes; bases insólitas de Ferré. —
XXI. Paz resuelve trasladarse a Corrientes; la población, alarmada, le pide que
no lo verifique. —XXII. Paz, gobernador de Entre Ríos; Ferré le quita el ejército
correntino. — XXIII. La integridad argentina amenazada por Rivera y sostenida
por Rozas; testimonios del general Paz. —.XXIV. Cómo Rivera desenvuelve su
plan en Entre Ríos. — XXV. Facilidades relativas que encuentra. — XXVI. Por
qué quiere impedir que Paz se incorpore a Núñez; su resolución de batir la
división de Húñez. — XXVII. Situación extrema de Paz; su marcha de Nogoyá
a Gualeguay. ---XXVIII. Por qué Rivera destruía la influencia de Paz en el
litoral. — XXIX. Lo que más mortificaba a Paz; conocimiento que tenía Ferré del
plan de Rivera. — XXX. Rivera

CAPÍTULO XLIV
ROZAS Y LA MEDIACIÓN ANGLOFRANCESA
(1842)

I. Posición de Rivera después de la separación de Paz.— II. Coaliciones extranjeras


contra el gobierno de Rozas; posiciones radicales en que se mantiene el partido
federal.— III. Las escenas sangrientas del año 1842. — IV. La prensa de Montevideo
y los degüellos de la Mazorca: los que componían la Sociedad Popular Restauradora.
— V. Desmentido del cuerpo diplomático de Buenos Aires respecto de los degüellos;
cómo los desautoriza la prensa de Buenos Aires. — VI. Efectos de las coaliciones; las
clases cultas y acomodadas. —'VII. Suscripción de los vecindarios para los gastos de
la guerra. — VIII. Ventajas del ejército federal en Santa Fe. — IX. Los unitarios
riveristas echan de menos a Paz cuando Oribe marcha sobre Entre Ríos. — X. El
ejército de Rivera y los despilfarros de éste según Paz. — XI. Iniciativa que ante el
peligro toman los riveristas de Montevideo; Rivera se traslada a esta ciudad. — XII.
La escuadra de Rivera; cómo pasa Garibaldi por Martín García; presas que efectúa
en las aguas del Paraná. — XIII. Combate naval de Costa Brava; Garibaldi acodera
sus buques, y atrinchera en tierra su infantería; los guardiamarinas Mariano y
Bartolomé Cordero; Brown destruye en un solo combate el poder marítimo de Rivera.
— XIV. El parte de Brown y las hipérboles de Garibaldi y de Rivera Indarte. — XV.
Impotencia de Rivera y sus aliados; nuevos rumbos en que entran los influyentes de
Montevideo y la Comisión Argentina. — XVI. La mediación anglofrancesa; tentativa
anterior del ministro de S. M. B. — XVII. Manejos y cálculos de la Comisión
Argentina y del gobierno de Montevideo.—XVIII. Mediación que en tono de
amenaza ofrecen al gobierno argentino los ministros de Inglaterra y Francia
conjuntamente. — XIX. El gobierno de Montevideo solicita de los mediadores una
verdadera intervención armada. — XX. Reticencias del mismo gobierno al insistir en
que desembarquen en Montevideo fuerzas inglesas y francesas. — XXI. Estímulos
que él mismo brinda a los mediadores para que declaren que sus gobiernos no serán
indiferentes a la continuación de Ir guerra. — XXII. Circunstancias que contribuyen
a que Rozas rechace la mediación en la forma propuesta. — XXIII. Respuesta del go-
bierno argentino a los mediadores.—XXIV. Hechos que pone de relieve la nota del
ministro Arana al rechazar la mediación. — XXV. La legislatura aprueba la conducta
del poder ejecutivo. —XXVI. Respuesta de Rozas a la amenaza de los mediadores.
— XXVII. Por qué Rivera tomó rápidamente la ofensiva en territorio argentino. —
XXVIII. Cómo la escena entre Rozas y Mandeville explica la seguridad de triunfo
que llevaba Rivera. — XXIX. Oribe se aproxima al Arroyo Grande. — XXX.
Batalla del Arroyó Grande; formación de ambos ejércitos; las cargas de la caballería
de Rivera; carga a la bayoneta de los federales; derrota completa de Rivera;
persecución que le hace Oribe. — XXXI. Consecuencia trascendental de la victoria
de Arroyo Grande.

CAPÍTULO XLV
ASEDIO DE MONTEVIDEO
(1842-1843)

I. Medidas desesperadas de Rivera subsiguientes a su derrota del Arroyo Grande. — II.


los ministros mediadores le exigen a Rozas que retire el ejército argentino del
territorio oriental.— III. Los influyentes representan la necesidad de defender la
plaza de Montevideo. — IV. Por qué acepta Paz el encargo de defender Montevideo.
— V. Disposiciones que toma y dificultades que vence Paz. — VI. Irritación de Ri-
vera al saber el nombramiento recaído en Paz; resolución que forma de destituirlo.
— VII. Renuncia obligada de Paz; consternación en la plaza. — VIII. Rivera, al
frente de su ejército, exige la separación de Paz. — IX. Reproduce su exigencia en la
reunión de notables. — X. Éstos declaran que emigrarán si Paz no defiende la plaza;
Rivera consiente en que Paz permanezca como jefe de las armas. — XI. El ministro
Vidal informa en la reunión de notables sobre las relaciones del gobierno de
Montevideo con los mediadores. — XII. Sus declaraciones respecto de la ayuda de
éstos en la negociación con el ministro Sinimbú para la posible erección de un
Estado independiente sobre la base de Entre Ríos y Corrientes. — XIII. El
panegírico de la idea; protesta del coronel Chilavert. — XIV. Antecedentes que rela-
ciona Chilavert y responsabilidades que fija para clasificar duramente a los
argentinos que en tal idea colaboran.— XV. Rivera cambia su ministerio y sale a
campaña; Oribe lo estrecha a la altura del Canelón Chico. —XVI. Aquél maniobra de
flanco y se interna; Oribe sigue hasta el Cerrito y pone sitio a Montevideo. — XVII.
Estado de la defensa de Montevideo cuando Oribe llegó al Cerrito; enérgicas provi-
dencias del gobierno de la plaza. — XVIII. Quiénes eran los defensores de
Montevideo. — XIX. Pruebas que aduce un artillero de Rivera de que eran
extranjeros en su casi totalidad los defensores de Montevideo. — XX. El gobierno
argentino declara bloqueado el puerto de Montevideo; el cuerpo diplomático,
inclusive el ministro de S. M. B., reconoce el bloqueo. — XXI. Principios desatinados
que establece el comodoro Purvis para oponerse al bloqueo. — XXII. Motivos a que
obedecía la intromisión del comodoro Purvis; cómo los estimulaban el gobierno de
Montevideo y la Comisión Argentina. — XXIII. Hostilidades del comodoro Purvis
contra la Confederación Argentina y en favor del gobierno de Montevideo; apresa la
escuadra argentina y ayuda las operaciones de los sitiados. — XXIV. Pretexto que
invoca; la circular de Oribe sobre los extranjeros en armas. —XXV. La circular del
l» de abril ante el derecho de gentes y la práctica no interrumpida de las naciones. —
XXVI. Alcance de la circular. — XXVII. Anterior declaración del gobierno de
Montevideo sobre los extranjeros en armas; declaración que produjo Gran Bretaña
en 1882, idéntica a la de Oribe. — XXVIII. Propaganda de la prensa y medidas del
gobierno de Montevideo para que se armen los extranjeros. — XXIX. El gobierno de
Rozas reclama de los atropellos del comodoro Purvis.— XXX. Declaraciones
terminantes que produce al exigir explicaciones y satisfacción al ministro de 8. M. B,
— XXXI. El ministro Mandeville ante la protección que el comodoro Purvis ofrece a
los súbditos británicos; memorial que los comerciantes británicos presentan al
ministro Arana. — XXXII. Respuesta categórica de la cancillería de Rozas; Mr.
Mandeville confiesa implícitamente los atropellos del comodoro Purvis. — XXXIII.
Dilema en que Rozas coloca a Mr. Mandeville. — XXXIV. El ministro de S. M. B.
constata oficialmente la instrucción de lord Aberdeen que así la confirman. —
XXXV. Contra quién se dirigían principalmente las instrucciones de lord Aberdeen.

CAPÍTULO XLVI
LA PRENSA PROPAGANDISTA DEL PLATA
(1843 -1844)

I. La prensa de propaganda de los unitarios: El Nocional de Montevideo. — II.


Transformación política de don José Rivera Indarte. — III. La primera juventud de
Rivera Indarte. — IV. Circunstancias que influyen sobre su carácter. — V. Sus
primeras armas en La Gaceta Mercantil, en El Investigador y en La Revista de
Montevideo. — VI. De regreso a Buenos Aires se afilia en el partido federal; su
propaganda en El Imparcial. — VII. Generalización de su propaganda; resumen
crítico de sus trabajos políticos y literarios. — VIII. Su propaganda en el Diario de
anuncios; PUS fervores por el gobierno con la suma del poder público, y la
represión radical. — IX. Asocia su poética para exaltar a su héroe y propagar el odio.
— X. Apogeo de Rivera Indarte. — XI. Sus relaciones con don Santiago Vásquez y
los emigrados unitarios; sus esfuerzos para desvanecer las desconfianzas que provoca.
— XII. Cómo le explica Vásquez a Rivera la prisión de Rivera Indarte. — XIII.
Rivera Indarte en Montevideo; móviles que lo empujan; cómo lo juzga Echeverría.
— XIV. La propaganda de odio y de venganza de El Nacional. — XV. Perfil de esta
propaganda. — XVI. El competidor de Rivera Indarte; quién era don Nicolás Marino.
— XVII. Paralelo entre Rivera Indarte y Marino; fisonomía periodística de ambos.
— XVIII. Idea de la lucha entre El .Nacional y La Gaceta Mercantil; el gran monstruo
de Rivera Indarte. — XIX. Forma bajo la cual es presentado para que el lector
juzgue por su propio criterio. — XX. Cómo rebate Marino las efemérides de Rivera
Indarte. — XXI. Las tablas al/abéticas de Rivera Indarte; las matanzas de 1840 y
1842. — XXII. El canibalismo argentino de Rivera Indarte en las batallas de la
guerra civil.—XXIII. Los libelos de Rivera Indarte contra la vida privada de las
personas. — XXIV. Las ilusiones de Rivera Indarte sobre la influencia de Rozas, y
el modo como las glosa Marino.—XXV. Cómo resume Marino los antecedentes de la
lucha entre unitarios y federales a partir derSl* de diciembre de 1828. —XXVI.
Contraste que presenta Rivera Indarte entre la civilización y la barbarie; sus
apólogos a Rivera.—XXVII. Cómo resume Marino la vida de este último. —
XXVIII. La réplica de Rivera, Indarte, y lo que autoriza a llamarle pardejón a Rivera.
— XXIX. Cómo funda Marino el apodo de pardejón. — XXX. Cómo explica Marino
el mote de mueran los salvajes unitarios.—XXXI. Cómo Marino da la nota más alta
al recapitular los antecedentes y los hechos. —XXXII. La querella de los poetas
revolucionarios.

CAPÍTULO XLVII
LA COALICIÓN Y LA DIPLOMACIA SINIESTRA
(1843 -1844)

I. Los extranjeros y la coalición vigorizan la defensa de Montevideo. — II. Cómo


Oribe contribuye a este resultado. III. Oribe renuncia a las ventajas del plan que se
le atribuyó de reducir por hambre a la plaza. — IV. La conspira ción Alderete: fracaso
de ésta. —V. Los combates de la línea de Montevideo. — VI. Gestiones de los
ministros británico y francés para regularizar la guerra.—VII Medidas tremendas
del gobierno de Montevideo sobre las personas y bienes de los enemigos. — VIII.
Situación de Oribe frente a Montevideo. — IX. Las operaciones de Urquiza contra
Rivera: destruye las divisiones de Rivera y éste se asila en el Brasil. — X. La
diplomacia del gobierno de Montevideo y de la Comisión Argentina. — XI.
Propósitos de la coalición; la segregación de Entre Ríos y Corrientes; los antece-
dentes y los actores. — XII. Circunstancias que obligan a modificar el plan
segregacionista- cómo queda concertado este plan. — XIII. Memoria que sobre este
plan escribe el doctor Várela; el ministro Sinimbú, el comodoro Purvis y el agente
francés aceptan la Memoria y deciden la misión de Várela ante el gobierno
británico. — XIV. Objeto claro de esta misión; Várela aboca al general Paz. — XV.
Respuesta que sobre lo mismo da Paz al ministro Vázquez y al ministro Sinimbú:
manifestación que sobre tal misión hace al comodoro Purvis. — XVI. Singularidad de
este negociado y de la resistencia. — XVII. El ministro Sinimbú desconoce el bloqueo
de Montevideo. — XVIII. Sus pretextos ante los principios del derecho internacional.
— XIX. Comunica oficialmente su resolución al gobierno de Montevideo; ello se
celebra como un triunfo. — XX. El gobierno de Rozas pide satisfacción al del Brasil;
las manifestaciones del ministro Ponte-Rivero y la respuesta de éste al gobierno
argentino. XXI. Rozas le pide el retiro de esta nota, y a la respuesta del ministro
brasileño le envía el pasaporte para que salga del país. — XXII. Cómo encara la
cuestión la prensa del Plata. XXIII. Las seguridades del Imperio y la misión
Aforantes en ayuda de la de Várela. — XXIV. Las necesidades de Montevideo y la
demora de la intervención. — XXV. Situación afligente de la plaza; intimación del
contraalmirante Lainé a los franceses en armas. — XXVI. Operaciones de Urquiza
sobre Rivera; batalla del Sauce y derrota de Rivera. — XXVII. Atrevida
operación del coronel Flores para introducir ganado a la plaza. — XXVIII.
Operaciones sobre el Cerro; muerte del general Núñez. — XXIX. La acción del
Pantanoso: los cálculos del general Paz frustrados por la desobediencia de sus
subalternos. —XXX Paz explica públicamente su conducta; razón que le dan los
enemigos.

CAPÍTULO XLVIII
ROZAS Y LA COALICIÓN
(1844)

I. Probabilidades respecto de la intervención europea. — II. Expectativa tranquila


del gobierno de Rozas. — III. La labor de Rozas: sus pequeñas treguas en
Palermo. — IV. Cómo hacía frente a las necesidades de la Confederación con las
rentas de la provincia de Buenos Aires. — V. Reformas en la administración; rol de
la contaduría y del gobernador; requisitos para los pagos; la tesorería y la
contaduría únicas; funciones de los habilitados; estado general de los precios
corrientes. — VI. El empréstito inglés; Rozas arregla con Baring el servicio del
empréstito. — VIL Cómo Rozas economiza sobre las mismas dificultades. — VIII.
Dato comparativo entre esa administración y las anteriores y subsiguientes.—
IX. La ganadería y la agricultura; franquicias al cabotaje argentino. — X.
Actividad de Rozas en las mejoras materiales de Buenos Aires; Senillosa y
Arenales; la confesada pobreza de este último. — XI. Puentes, caminos, desmontes
y empedrados. — XII. Proyecto de Rozas sobre la Alameda; informe de Senillosa;
cómo se construyó la Alameda. — XIII. Resultados de la confianza pública;
desenvolvimiento del comercio y las industrias; la inicial en la paleontología
argentina; descubrimiento del megatherium y del gliptodonte; testimonio de
Cuvier a Muñiz; investigaciones de Muñiz sobre el cow-pox; su informe a Mr.
Epps, en el que se pronuncia contra la opinión de Jenner; el verdadero cow-pox
espontáneo en Buenos Aires en el año de 1844; trabajos de Muñiz sobre la
escarlatina y geología; arqueología, historia, astronomía y literatura; Angelis,
Sastre, Vicente López: la nota poética! —XIV. Nota discordante de Rozas: su
decreto sobre el luto. — XV. Crítica de este decreto: tema que proporciona a
Rivera Indarte.—XVI. Decreto sobre el carnaval. — XVII. Contraste entre
Buenos Aires y Montevideo; actividad de la coalición; Corrientes y el general
Paz; Bolivia y Chile; expectativa de Rozas. —XVIII. Paz se traslada a
Corrientes; plan para asesinarlo. XIX.La nueva posición de Paz en Corrientes; los
Madariaga invaden Entre Ríos; Garzón los derrota y repasan el Mocoretá. — XX.
Paz es nombrado director de la guerra; el tratado que negocia con el
Paraguay; cómo y por qué interviene de buen grado en este negociado el
ministro del Imperio. — XXI. Motivos que deciden a Paz a ponerse por el
momento a la defensiva. — XXII. Las facciones en Montevideo: Vázquez, Flores,
Pacheco y Obes.— XXIII. Medidas radicales que impone Rivera al presidente
Suárez. — XXIV. Choque de las facciones desalojadas.

CAPÍTUUO XLIX
LA INTERVENCIÓN DE LA GRAN BRETAÑA Y DE LA FRANCIA
(1844 -1845)

I. Idea de la intervención armada en 1845. — II. El plan de los coaligados; la


misión Várela; las reservas de .lord Aberdeen. — III. Por qué la Gran Bretaña no
quería intervenir juntamente con el Brasil. — IV. Fracaso de la misión Várela:
Gran Bretaña procede según su conveniencia. — V. La misión Aforantes y la
negativa de Rozas a ratificar el tratado de alianza con el Imperio; protestas que
aquélla provoca en el Brasil. — VI. Términos de la misión Aforantes; fracaso de la
misma. —VIL Cómo se mira en el Brasil la renuncia que ofrece Aforantes a las
pretensiones del Imperio sobre el Estado Oriental. —VIII. Rozas y la misión
Aforantes; la prensa de Buenos Aires pone en transparencia los propósitos de
aquélla. —IX. Impresión de Várela al respecto; Várela y Agüero pretenden
aquietar los escrúpulos de Paz. — X. Discusión de la intervención en Londres y en
París; Sir Robert Peel proclama conio principio la primacía de la fuerza. — XI. La
diplomacia de Mr. Guizot; los principios de Mr. Thiers. — XII. Girardin da en
Europa la nota más alta sobre la intervención; el pretexto del bloqueo: los
designios recolonizadores de la Gran Bretaña; proporciones del reparto en el Plata,
según el mismo Girardin. — XIII. Cómo miraba Rozas la intervención; valientes
protestas que ella inspira a la prensa de Buenos Aires. — XIV. Cómo se sostenía la
plaza de Montevideo cuando llegaron los ministros de Francia y Gran Bretaña. —
XV. Motivos que deciden a los coaligados a sostener a todo trance Montevideo. —
XVI. Hecho notorio del gobierno que ejercía Oribe en todo el Estado Oriental con
excepción de Montevideo: elemento distinguido que formaba el núcleo oriental
de su partido. — XVII. Nuevas operaciones de Rivera al sur del río Negro. —
XVIII. Batalla de India Muerta; Rivera es completamente derrotado y se asila en
el Brasil. — XIX. Acuerdo reservado del gobierno de Montevideo. — XX. Hechos
que acreditan la poca seriedad de este acuerdo.— XXI. Diplomacia del
gobierno de Montevideo para establecer allí el protectorado del Imperio;
vacilación del gabinete del Imperio en seguida de la derrota de Rivera. — XXII.
Rivera asume en Río de Janeiro la representación del gobierno de Montevideo;
significativos comentarios de la prensa de Río. — XXIII. El Imperio cogido en sus
propias redes; las conveniencias del Imperio ante la imposición de las grandes
potencias. — XXIV. Oribe propone rendición a la plaza de Montevideo; se decide
a tomarla y dicta las medidas para que se elija el nuevo presidente del Estado
Oriental. — XXV. Los almirantes Inglefield y Lainé impiden que Oribe tome
Montevideo: cómo se adelantan a los verdaderos objetos de la intervención. —
XXVI. Las Instrucciones al ministro británico; de la obligación que se atribuye la
Gran Bretaña de sostener la independencia del Estado Oriental; del empleo de la
fuerza para hacer retirar el ejército argentino; de la ocupación de territorio argentino
y bloqueo de Buenos Aires; de la libre navegación de los ríos y arreglos con los
gobiernos del litoral argentino: sátira al final de las instrucciones. — XXVII. Las
instrucciones de Mr. Guizot; galimatías de derecho para obligar a los beligerantes a
que acepten" mediación; medidas contra el beligerante obstinado.

CAPÍTULO L
LA MISIÓN OUSELEY-DEFFAUDIS
(1845)

I. Recepción del ministro Ouseley. — II. Confidencias de éste al ministro Guido.


— III. Las deducciones de Guido.— IV. Memorándum del ministro Ouseley al
gobierno argentino.— V. Puntos que llega a fijar con el ministro Arana: resumen
que de ellos presenta al gobierno argentino.— VI. Éste los ratifica sobre la base
del reconocimiento del bloqueo de Montevideo. — VII. Interposición del ministro
de los Estados Unidos: correspondencia de éste con el británico sobre la
mediación. — VIII. Conferencia entre ambos diplomáticos sobre la pacificación del
Plata: ellos y el ministro Arana aceptan las bases propuestas. — IX. Cambio brusco
del ministro Ouseley. — X. El barón Deffaudis se niega a aceptar la interposición
de los Estados Unidos: Mr. Ouseley da como no hechas sus declaraciones, y se
niega a comunicar con el residente de los Estados Unidos. — XI. Lo que revelaba
la exclusión de este último. — XII. Los mediadores reclaman del gobierno
argentino una suspensión de hostilidades sobre Montevideo: Rozas, sin
pronunciarse sobre la reclamación, reitera su declaración de que no admitirá
mediación sin que previamente se reconozca el bloqueo de Montevideo. — XIII.
Los mediadores exigen que se levante este bloqueo: términos concretos en que
coloca la cuestión el gobierno argentino. — XIV. El bloqueo de Montevideo ante el
derecho de gentes. — XV. Los bloqueos declarados por Francia y Gran Bretaña. —
XVI. Los mediadores exigen al gobierno argentino que retire sus fuerzas del
territorio y aguas orientales. — XVII. La mediación convertida oficial y
materialmente en intervención armada.— XVIII. Crítica legal de los motivos
que alegan los interventores: la violación de los tratados de 1828 y de 1840:
verdadera posición, del gobierno argentino en la guerra con el de Montevideo: la
amenaza contra la independencia oriental venía de los interventores; en ningún
caso podían legalmente Gran Bretaña y Francia intervenir como lo hacían: la
mediación y la garantía ante el derecho: actos solemnes por los cuales Gran
Bretaña y Francia entendieron que no eran garantes de la independencia del
Estado Oriental. — XIX. Las crueldades en el Estado Oriental que habían sacudido
al mundo civilizado: crueldades, horrores y barbarie de los ingleses y franceses
en China, India, Argel, México e Irlanda. — XX. Los perjuicios al comercio
británico y francés a causa de la obstrucción del Plata: la navegación fluvial en
tiempo de guerra: caso entre esas potencias fallado por el rey de Prusia en el
sentido de la restricción: cómo reconoció Gran Bretaña las restricciones durante el
bloqueo francés de 1840. — XXI. Derecho del gobierno argentino para imponer
restricciones a la navegación de las aguas interiores. — XXIL Leyes y principios
que de antiguo regían la navegación de los ríos argentinos. — XXIII. Rozas los
conservó otorgando ciertas franquicias. — XXIV. Restricciones que contenían los
tratados con Gran Bretaña y Francia. — XXV. Propósitos de estas potencias de
crearse privilegios exclusivos. — XXVI, Cuál fue la libre navegación que
conquistaron por la fuerza de sus armas. — XXVII. Principio que consiguió Rozas
consignar en el tratado de 1849: la conquista de 1845 prevalece después del
derrocamiento de Rozas. — XXVIII. El cabotaje cosmopolita y la desaparición
de la bandera nacional en las aguas interiores argentinas. — XXIX. Ultimátum
de los interventores: piden sus pasaportes y secuestran la escuadra argentina. —
XXX. Los interventores se creen dueños de la victoria: lo que piensa M. de
Mareuill.—XXXI. El gobierno de Rozas pone de manifiesto los hechos de la
intervención, y remite los pasaportes pedidos. — XXXII. Los interventores se
retiran a Montevideo: ocupan esta plaza con su artillería y sus soldados: la
protesta de la opinión ante la ocupación militar de Montevideo y la intervención
armada en el Plata.

CAPÍTULO LI
LA INTERVENCIÓN ANGLOFRANCESA
(1845)

I. Los emigrados y el general Paz. — II Invasión de López a Santa Fe:


simultáneo avance de fuerzas de Paz sobre Entre Ríos. — III. Echagüe se rehace
y retoma Santa Fe: persigue a López y lo destruye en San Jerónimo. — IV.
Hostilidades de la intervención; las escuadras de Gran Bretaña y Francia
capturan la escuadra argentina; vejámenes a los argentinos prisioneros: libertad
de Brown a condición de que deje el servicio. — V. Rozas comunica lo ocurrido a la
legislatura; ésta lo autoriza para que proceda en sostén de la dignidad nacional.
— VI. Los interventores se reparten la escuadra argentina y se proponen apo-
derarse de los puntos dominantes del litoral. — VII. Ponen bajo el mando de
Garibaldi los buques argentinos apresados, y las escuadras combinadas se internan
en las aguas del Uruguay y Paraná; declaración de bloqueo, — VIII. Las escuadras
combinadas intiman rendición a la Colonia: bom bardeo y toma de esta plaza. —
IX. Los almirantes aliados fortifican la Colonia y se dirigen a tomar la isla de
Martín García; aparato para rendir diez soldados inútiles. — X. Mandan a
Garibaldi asaltar a Gualeguaychú; saqueo a este pueblo; impresión que dejó tal
saqueo. — XI. Curiosos fundamentos de los interventores para declarar
bloqueados los puertos y costas de Buenos Aires; alardes de sus agresiones.—
XII. Protesta del gobierno argentino: desmentida del cuerpo diplomático en
Buenos Aires a las imputaciones de los interventores. — XIII. Los aliados atacan a
Paysándú y no se atreven a desembarcar; empresa frustrada de Garibaldi sobre
Concordia; ocupa el Hervidero. — XIV. Díaz apresa una goleta con la
correspondencia de los aliados; botín de Garibaldi en el Salto. — XV.
Proposiciones de paz que a solicitud del residente de Francia presenta el gobierno
argentino; los interventores las-rechazan y se preparan a forzar los pasos del río
Paraná— XVI. El país entero acompaña a Rozas a repeler la guerra que le traen
los aliados. XVII. La prensa del mundo acompaña con sus simpatías a la
Confederación Argentina y a Rozas; la prensa del Brasil. — XVIII. La prensa de
Chile; la de los Estados Unidos.— XIX. Rozas conceptuado por el consenso
universal el representante armado del principio republicano y de la
independencia de las secciones americanas.
CAPÍTULO LII
LA INTERVENCIÓN ANGLOFRANCESA Y LA GUERRA: OBLIGADO
(1845 -1846)

I. La Vuelta de Obligado y la situación del general Mansilla. ---II. Colocación y


dotación de las baterías de Obligado. — III. Distribución de las fuerzas argentinas; el
bergantín Republicano interceptando el pasaje del río. — IV. Cálculo de
probabilidades de Mansilla. — V. Reconocimiento que ordena de los buques
aliados; proclama de Mansilla antes del combate. — VI. Número y dotación de
los buques ingleses y franceses que llevan el ataque sobre las baterías argentinas.
— VII. Heroísmo y estragos; falta de municiones: Craig hace volar el bergantín
Republicano: los aliados llegan a la línea de atajo; el momento crítico del combate:
ventajas parciales de los argentinos; Hope corta la línea de atajo. — VIII. La batería
de Thorne; Thorne queda fuera de combate; el cuadro final; desembarco de los
aliados; Mansilla fuera de combate al conducir una carga a la bayoneta. ---IX.
Último esfuerzo del coronel Rodríguez; testimonio póstumo del almirante
Sullivan; las pérdidas de ambas partes. — X. Victoria problemática de los
aliados: cómo encomia esta victoria la prensa de los emigrados argentinos. ---XI.
Impotencia de esta prédica; ella es desacreditada por los enemigos de Rozas. —
XII. Notable carta de Eguía a Echeverría: idilio político de Chilavert.—XIII.
Alcance de este pronunciamiento. —XIV. Desmonetización de la propaganda de
los emigrados argentinos; la prensa del Brasil. — XV. La de Estados Unidos;
meeting en favor de la Confederación Argentina. — XVI. La prensa de Chile:
declaración del ex presidente Pinto. — XVII. Efectos de este consenso sobre el
pueblo, el parlamento y el comercio británicos; cómo se comienza a mirar aquí
la cuestión del Plata. — XVIII. El alto comerció británico consulta la opinión del
general San. Martín; situación ruinosa que, en sentir del Libertador,
prolongará la intervención armada en el Plata; cómo cuenta el Libertador sobre
la firmeza del general Rozas y el sentimiento y hábito del pueblo argentino;
obstáculos que hace tocar a los poderes interventores; cómo se pronuncia sobre
el esperado auxilio de los nativos a la intervención. — XIX; El Libertador le ma-
nifiesta al general Rozas el pesar de que sus achaques le impidan servir la
causa del honor y de la independencia nacional que éste sostiene. ---XX. Rozas
le ratifica su resolución de sostener hasta el fin esta causa.

CAPÍTULO LIII
LA GUERRA CON GRAN BRETAÑA Y FRANCIA
(1846)

I. Urquiza regresa a Entre Ríos, que amenazan los aliados por los ríos y Paz desde
Corrientes. — II. Operaciones de Urquiza contra Paz. — III. Paz rehuye el
combate y levanta su campo de Villanueva. — IV. Combate de Laguna Limpia;
derrota de la vanguardia de Paz. —'V. Éste toma posiciones en Ibahai; retirada de
Urquiza; resultado de su campaña.—'VI. Negociación entre Urquiza y los Ma-
dariaga sobre la base de la separación de Paz: Madariaga le da de ello conocimiento a
Paz. —VII. Paz se propone desbaratar estos arreglos y depone al gobernador
Madariaga; éste se sobrepone y Paz, destituido, se retira al Brasil. — VIII. Rosas
estimula el arreglo con los Madariaga; la prensa de Montevideo ante las
declaraciones del gobernador de Corrientes. — IX. Lo que Rozas descubre a través
de esto. X. La negociación entre la Comisión Argentina de Montevideo y los
interventores con Urquiza sobre la base de la segregación de Entre Ríos y
Corrientes, — XI. Urquiza le transmite a Rozas los antecedentes de este asunto;
cómo lo glosa La Gaceta Mercantil. —. XII. El gobierno y las facciones de
Montevideo. — XIII. Elaboración de un gobierno híbrido en Montevideo con el apoyo
de los interventores. — XIV. Rivera recurre ante ese gobierno y los interventores
de las medidas contra su persona; la prevención a su esposa. — XV. La revolución
riverista del 1" de abril; los interventores reasumen el gobierno de Montevideo. —
XVI. Estivao y los legionarios. — XVII. Ataque a la legión argentina; los
interventores se resuelven en favor de Rivera, que recobra el poder. — XVIII.
Nuevos rumbos en que entra Rivera respecto de Oribe; éste reproduce sus declara-
ciones anteriores. — XIX. Los interventores continúan su protectorado y sufragan los
gastos de la guerra. — XX. El combate de San Antonio. —-XXL Thorne rechaza a los
aliados que desembarcan en la costa de Obligado; el convoy de los aliados. —XXII.
Combate de Acevedo. — XXIII. Combate dé San Lorenzo; desastre del convoy;
pérdidas de los aliados. — XXIV. Los aliados bombardean el campo del Tonelero;
combates del 2 y 6 de abril. — XXV. Mansilla represa el pailebot Federal, con
armamento y correspondencia de los aliados: combate con el Lizard. — XXVI. Los
aliados pretenden desembarcar en la Ensenada, y saquean e incendian barcos
mercantes en la bahía; reconocimiento que practican sobre la Atalaya y muerte del
oficial que lo verifica. — XXVII. Decreto de Rozas sobre los incendiarios. XXVIII.
Impotencia de la intervención bélica, según los oficiales aliados. — XXIX. El gran
convoy dé los aliados baja el Paraná. —XXX. Combate del Quebracho; desastre del
convoy y derrota délos aliados. —XXXI. Cómo subsanan sus pérdidas los
negociantes de Montevideo. — XXXII. Felices operaciones de Rivera. — XXXIII.
Las depredaciones de Rivera y el interés que en ellas tenían el gobierno de Mon-
tevideo y los ministros interventores. — XXXIV. Forma en que se manejan con
Rivera para la remisión de ganado, cueros y demás frutos. — XXXV. El sistema de
Rivera y las exigencias de los interesados.

CAPÍTULO LIV
LA MISIÓN HOOD Y LA GUERRA
(1846)
I. Motivos que inclinan a Gran Bretaña a un acomodamiento con la Confederación
Argentina. — II. Interpelación de lord Palmerston sobre el estado de relaciones con el
Plata. — III. Sir Robert Peel elude la discusión. — IV. Lord John Eussell la coloca en
los verdaderos términos. •— V. Ostensible adhesión de Francia a la política de paz; la
misión Hood. — VI. Bases de pacificación que a nombre de Inglaterra y Francia
propone el comisionado Hood al gobierno argentino. — VIL El gobierno de
Montevideo pide explicación a los interventores acerca de esta misión; declaraciones
que anticipa de acuerdo con éstos. — VIII. Diplomacia guerrera de los interventores.
— IX. El ministro Magariños le transmite a Rivera la mira de los interventores. — X.
La negociación Hood-Arana; Rozas ordena suspender las hostilidades contra los
aliados. — XI. Consentido que el bloqueo será levantado, el gobierno argentino
acepta las bases de pacificación; Mr. Hood da por terminado el arreglo con el
gobierno argentino. — XII. Trabas que ponen los interventores para que el
comisionado se comunique con Oribe. — XIII. El gobierno de Oribe acepta las bases
bajo el mismo concepto que el argentino; el comisionado entrega ambas aceptaciones
a los interventores para que terminen la pacificación — XIV. Medios que emplean
éstos para frustrarla. — XV. El gobierno de Montevideo hace publicar las bases antes
de aceptarlas: reticencias con que acepta unas y rechaza otras. — XVI. Insistencia
calculada con que se atribuye facultades de gobierno de la República Oriental;
hechos notorios que lo colocan cuando menos a la par del que ejerce Oribe. — XVII.
Forma en que los interventores admiten la aceptación de ambos gobiernos. —
XVIII. Los interventores se niegan a proceder a la pacificación porque el gobierno
argentino ha modificado la base relativa al bloqueo; el comisionado Hood invoca
el texto de las instrucciones que admite esta modificación. — XIX. El barón
Deffaudis insiste en referirlo a su soberano; el verdadero motivo de la resistencia del
barón Deffaudis. — XX. El comisionado Hood pide al gobierno argentino que vuelva
sobre lo pactado. — XXI. Motivos que éste da para preferir que la cuestión se refiere
a los gabinetes de París y Londres. — XXII. Explicación que pide el mismo sobre la
permanencia de las escuadras aliadas en el Paraná. — XXIII. El comisionado
Hood se dirige nuevamente a los interventores; éstos le declaran que él ha terminado
su misión y lo embarcan precipitadamente. — XXIV. Triunfo moral de los ministros
Ouseley y Deffaudis; actitud de Rivera durante la pacificación. — XXV. Cómo el
gobierno de Montevideo aprovecha ese triunfo para frustrar la pacificación. —
XXVI. Cómo se refleja esta política de guerra en la prensa de los emigrados
argentinos. — XXVII. Fuerzas de la Confederación para resistir las agresiones de
los aliados. — XXVIII. Decisivos esfuerzos de los interventores para que Rivera
obtenga ciertas ventajas; puntos que éste ocupa. — XXIX. El gobierno de
Montevideo intenta nuevamente de Urquiza que se subleve segregando Entre
Ríos y Corrientes; Urquiza remite a Rozas los anteceden tes. — XXX. Los
buques aliados bombardean Paysandú; Rivera entra a saco en la plaza. — XXXI.
Operaciones del general Ignacio Oribe; Gómez retoma el Salto; la vanguardia de
aquél retoma Mercedes. — XXXII. Derrota de Rivera en Sierra de las Animas;
Gómez retoma Paysandú; Moreno es rechazado en la Colonia. — XXXIII.
Derrota de los franco-rriveristas en Spriano: botín que éstos hacen; decreto con -
siguiente de Oribe. — XXXIV. Rivera, desalojado de la isla del Vizcaíno, se
encierra en Maldonado; últimas operaciones de los aliados en territorio oriental.
— XXXV. Expectativa a principios del año de 1847.

CAPÍTULO LV
ROZAS Y EL BRASIL
(1846 -1847)

I. Divulgación universal de la cuestión argentino-anglo-francesa. —II. Cómo sé


destacaba la figura política de Rozas; principio en nombre del cual resistió a la
coalición. III. Rozas, absorbido por los negocios públicos. — IV. Su asiduidad en el
trabajo: su género de vida. —V. Quiénes compartían con él las tareas del gobierno:
el doctor Anchorena: boceto de don Nicolás de .Anchorena.—JVI. El doctor Ara-
na. — VII. Dificultades económicas y financieras que crearon el bloqueo y la
guerra anglofrancesa; los recursos y la deuda. — VIII. Cómo, a no haber mediado
el bloqueo y la guerra, esa deuda habría sido saldada en el año de 1862. — IX. Lo
que constituía el grueso de esta deuda; fenómeno económico de la valorización
paulatina de la moneda de papel. — X. Causa de este fenómeno; la grande
confianza en la rectitud administrativa de Rozas. — XI. Tentativa del general
Flores para recuperar posiciones en América con auxilio de España; invitación de
los gobiernos de América al de la Confederación Argentina. — XII. Iniciativa de
Chile y el Perú. — XIII. Invitación del Perú para un congreso americano; fracaso
de la expedición Flores. — XIV. Tirantez de relaciones entre la Confederación
Argentina y el Imperio del Brasil: rol que éste desempeñaba durante la
intervención anglo-francesa. — XV. El ministro Guido reclama del Imperio el
cumplimiento de la convención de 1828; nueva reclamación sobre jefes riveristas
armados en el Imperio. — XVI. Guido exige una declaración categórica
respecto de la misión Abrantes. — XVII. Reticencias del ministro Cayrú sobre
que el Imperio intervendrá en la pacificación del Plata. — XVIII. Pretensiones de
la prensa ministerial del Imperio sobre probabilidades de una guerra con la
Confederación; El Comercio del Plata se constituye auxiliar del Imperio. — XIX.
Sostiene la conveniencia de que este .último se arme contra el gobierno
argentino, quien pretende reconstruir el virreinato. — XX. El Imperio hace suya
la propaganda de El Comercio del Plata y manifiesta sus temores al ministro ar-
gentino; brillante nota de Guido; quién defendía y atacaba la independencia del
Estado Oriental. — XXI. La provincia del Paraguay; la de Tarija. — XXII. El
Brasil y el general Urquiza.— XXIII. A qué respondían los trabajos del Imperio
en el litoral argentino; su cálculo en la doble hipótesis de si la intervención
anglofrancesa triunfa o no del gobierno argentino. — XXIV. Actitud expectante
del Imperio en la negociación del gobierno argentino con Corrientes. — XXV. Por
qué reaccionó Urquiza de sus primitivas vistas en esta negociación. — XXVI.
Declaraciones de Urquiza cuando Rozas rechazó el tratado de Alcaraz; Rozas
rechaza el tratado con Madariaga; fundamento que da para rechazar el de
Corrientes con el Paraguay. — XXVII. Proposiciones del gobierno argentino que
Urquiza le transmite a Madariaga para reincorporar Corrientes. — XXVIII. La
obra de la coalición; sentimiento antiargentina y principios segregativos del go-
bernador Madariaga. — XXIX. Reticencias de éste en espera de la ayuda
prometida del Imperio; ultimátum de Urquiza a Madariaga. — XXX. Agitación
de los federales de Corrientes ante la resistencia de Madariaga. — XXXI. Urquiza
retira de Corrientes su comisionado y se prepara a reincorporar Corrientes a la
Confederación Argentina por medio, de las armas.
CAPÍTULO LVI
MISIÓN HOWDEN - WALEWSKI
(1847)

I. Llegada de los plenipotenciarios para reanudar la negociación Hood. — II. Boceto del
conde Walewski. — III. Boceto de lord Howden. — IV. Espíritu de los gabinetes de París y
Londres. — V. Los plenipotenciarios le declaran al gobierno argentino que su misión es
ajustar la ejecución de las bases Hood. —VI. Proyecto de convención que remiten:
trascendencia de las variaciones que introducen. — VII. 'El ministro Arana les remite un
proyecto igual a las aceptadas bases Hood y un memorándum explicativo. — VIII. Variación
que hace notar el memorándum respecto de quién ejerce autoridad legal en la República
Oriental y acerca de lo cual se pronuncian los plenipotenciarios; principio que esto sentaría.
— IX. Agregado al objeto de la convención de asegurar al Estado Oriental en su
independencia; derecho de intervención erigido en principio. — X. Del rol del gobierno
argentino en la guerra en el Estado Oriental. — XI. Del desarme de los extranjeros en
Montevideo; supresión del saludo a la bandera argentina. — XII. De la navegación del
Paraná y del Uruguay- desconocimiento de los derechos de la Confederación. — XIII.
Derecho implícito para interrumpir el de la Confederación a hacer la guerra. — XIV. De las
incumbencias respectivas de los gobiernos aliados; la amnistía general y amplia. — XV.
Supresión de la cláusula sobre el retiro de los plenipotenciarios si el gobierno de
Montevideo rehusaba desarmar los extranjeros; nulificación implícita de la convención. —
XVI. Contestación de los plenipotenciarios: contraste entre las declaraciones y las exi-
gencias de los mismos. — XVII. Lo que el gobierno de Rozas habría sentado admitiendo las
nuevas proposiciones de los plenipotenciarios. — XVIII. Arreglo confidencial que presenta
el conde Walewski.—XIX. Acuerdo respecto del objeto de la convención; actitud de lord
Howden.—XX. Emulación entre ambos plenipotenciarios, derivada del espíritu de sus
gobiernos respectivos. — XXI. Esfuerzos del conde Walewski y del doctor Várela para
doblar a lord Howden. — XXII. Relaciones del conde Walewski con los emigrados unitarios;
su reserva repulsiva respecto de la sociedad de Buenos Aires, y su ojeriza contra el gobierno
de Rozas. — XXIII. Cómo lord Howden cultiva la alta sociedad de Buenos Aires: cómo se
familiariza con las costumbres del país. — XXIV. Su afición al caballo; su excursión a Santos
Lugares. — XXV. No'ticia sobre este campamento militar.— XXVI. Recibimiento que se le
hace allí al ministro británico; brindis de éste y del ministro Arana. — XXVII. Sorpresa que
recibe lord Howden en su visita a Santos Lugares; ecos de El Comercio del Plata. — XXVIII.
Cómo medra el conde Walewski para que lord Howden coadyuve a sus miras. — XXIX. Lo
que quería Walewski; entrega de la pretendida devolución de las banderas tomadas a los
ingleses. ---XXX. Dificultades que promueven los plenipotenciarios sobre el título que se
ciaría a Qribe en la convención; fórmula que presenta el ministro Arana; declaración y
agregado que proponen aquéllos. — XXXI. El ministro Arana se niega a admitirla. —
XXXII. La cláusula sobre navegación de los ríos interiores; los plenipotenciarios insisten en
hacer predominar sus ideas. —. XXXIII. Los plenipotenciarios proponen discutir por la vía
diplomática los derechos de la Confederación a los ríos interiores. — XXXIV. Nueva
forma que dan a esta misma proposición; digna respuesta del ministro Arana. — XXXV.
Ruptura de -la negociación. — XXXVI. Resolución de lord Howden ante sus instrucciones.
---XXXVII. Armisticio que celebran los plenipotenciarios con Oribe.— XXXVIII. El
gobierno de Montevideo lo rechaza. — XXXIX. Motivos notorios de este rechazo. — XL.
Motivo que aduce el plenipotenciario británico para levantar el bloqueo por parte de Gran
Bretaña. — XLI. El ministro británico solicita y obtiene de Oribe una amnistía para el
caso en que se apodere de Montevideo.

CAPÍTULO LVII
RUPTURA DE HECHO DE LA INTERVENCIÓN
(1847 -1848)

I. Resultados del retiro de la intervención británica; el pro tectorado de Francia en


Montevideo. — II. Medidas oficiales con las cuales el gobierno de Montevideo robustece
el protectorado francés. — III. Actitud de la prensa de Montevideo respecto de lord
Howden; Cartas del doctor Várela. — IV. Denuestos y pasquines contra el ministro
británico. — V. El gobierno argentino da cuenta a las provincias y a la legislatura de
Buenos Aires del resultado de la misión Howden-Walewski. — VI. Principios que se
ventilan con este motivo en la legislatura de Buenos Aires. — VIL Los oradores; bo ceto
del doctor Baldomero García: su discurso sobre la necesidad de resistir la intervención.
— VIII. El doctor Lorenzo Torres; su discurso sobre el mismo tema; discurso del doctor
Vicente López. — IX. Declaraciones trascendentales de la legislatura. — X.
Responsabilidad individual que asumen los representantes. — XI. El ludibrio de la prensa
de los emigrados; el voto público y el consenso imparcial.—XII. Notable carta del general
Necochea. — XIII. Situación a que había llegado la fracción antirriverista de
Montevideo. — XIV. Iniciativa de Rivera en favor de la paz con Oribe; proposiciones
acordadas que le remite a éste. — XV. El gobierno de Montevideo se propone cruzar esta
negociación y destituye a Rivera de todo mando. — XVI. Comisión militar del coronel
Batlle para reducir y extrañar a Rivera. —XVII. Cómo da cuenta Batlle de su comisión,
— XVIII. La hipocresía vergonzante contra Rivera; los amigos .de éste exhiben las
verdaderas causas de ese destierro. — XIX. El gobierno de Montevideo corrobora
oficialmente esas causas. XX. Ecos que inspiran a la prensa imparcial. — XXI. Síntesis
biográfica del general Rivera; juicio crítico acerca de su personalidad militar; el jefe de
partido; el general y el caudillo; su personalidad en las batallas; su sistema para conducir
sus campañas; el hombre de familia: circunstancias que atenúan los yerros del general
Rivera. — XXII. Renovación de las hostilidades en Corrientes; Urquiza marcha sobre
Madariaga. — XXIII. Los departamentos de Corrientes se pronuncian en favor de
Urquiza; Madariaga se atrinchera en el campo de Vences. — XXIV. Batalla de Vences:
derrota completa de Madariaga. — XXV. El nuevo gobernador de Corrientes: cómo
reputan éste y Urquiza la victoria de Vences. — XXVI. La muerte de los cuatro jefes del
ejército correntino; corno se explota estas muertes; lo que al res pecto dicen los íntimos
del general Paz. — XXVII. Trascendencia de la victoria de Vences; el pacto federal de
1831, triunfante en los tiempos.
CAPÍTULO LVIII
LA PRENSA PROPAGANDISTA Y DOCTRINARIA
(1845 -1848)

I. Los ecos dirigentes de la propaganda; El Comercio del Plata, — II. Antecedentes


periodísticos del doctor Várela; reputación que le creó su hermano don Juan Cruz. — III.
El diarista y el político durante la elaboración social y la época de guerra. — IV. El
político rivadaviano; su caudal y el de los sociólogos sus coetáneos. — V. Perfiles de la
propaganda de Várela. — VI. El Comercio del Plata, campeón de la intervención
anglofrancesa; relaciones sobre el combate de Obligado.— VIL Cómo personaliza en
Rozas la cuestión de la intervención; distinción que hace La Gaceta Mercantil; del sistema
americano. — VIII. Los votos de Mr. Thiers; la opinión del mundo civilizado según El
Comercio del Plata. — IX. El extravío motejando al Libertador San Martín; cómo encara
el Libertador la cuestión de la intervención anglofrancesa. — X. Contraste entre esta
propaganda y el consenso nacional; cómo ha de apreciarla el historiador.—XI. La
propaganda doctrinaria de El Comercio del Plata; la legitimidad de la segregación del
Paraguay; adjudicación a Bolivia de ríos argentinos. — XII. Derechos que a tal título
pretende crearse el gobierno de Bolivia; sus decretos sobre territorios argentinos. — XIII.
El Comercio del Plata hace caso omiso de los títulos argentinos; resumen de estos títulos
notorios. — XIV. Doctrina de El Comercio del Plata sobre navegación de ríos interiores;
uniformidad de la legislación internacional y de las leyes argentinas que Rozas invocaba. —
XV. El hecho de la Confederación Argentina según El Comercio del Plata; doctrina
demoledora del orden nacional; los antecedentes unitarios que invocaba Vareta
contra la Confederación; antecedentes legales de la federación; la convención de Santa
Fe; Rozas y el pacto de 1831; principios orgánicos del pacto de 1831; el hecho legal de la
Confederación Argentina, reconocido por las naciones civilizadas; trascendencia del
pacto de 1831 en el organismo definitivo de la República Argentina. — XVI. Efectos de
esta propaganda; la opinión de Echeverría. — XVII. La prensa de los emigrados de
Chile; unanimidad de la chilena para condenar la intervención anglofrancesa. — XVIII. El
Araucano y La Gaceta de Comercio. — XIX. El Progreso; el ingenio de Sarmiento;
Sarmiento-idea: resistencias que siempre provocó. — XX. Sarmiento combate a Rozas
propagando doctrinas. — XXI. Sus primeros artículos sobre Chacabuco. —XXII. Congreso
Americano; libre navegación de los ríos. —XXIII. El Facundo; el ambiente de la
naturaleza selvática. — XXIV. La personalización en los instrumentos de acción para
fundar la teoría de civilización y barbarie; de dónde surge la idea trascendental que
asegura el porvenir y el progreso de la República; a quién puede regir la doctrina de
civilización y barbarie; lo que hace notable el Facundo; impresiones de Rozas acerca de
este libro, —XXV. La Crónica; cómo Sarmiento parte de los hechos consumados para
hacer propaganda contra Rozas. — XXVI. Sarmiento aboga por el régimen de gobierno
federal e invita a Rozas a dar una Constitución; la legalidad y los fundamentos de la
Constitución, según La Gaceta Mercantil. — XXVII. Sarmiento divulga en La Crónica los
principales fundamentos del gobierno federonacional. — XXVIII. El derecho humano
aplicado a las constituciones. — XXIX. Rozas reclama de la propaganda de Sarmiento;
Sarmiento le atribuye a Chile los derechos sobre el Estrecho de Magallanes. — XXX.
Cómo explica esto Sarmiento en Sud-América. — XXXI. Apogeo de Sarmiento en Chile;
libros que da a luz. — XXXII. Várela y Sarmiento; distancia que los separaba en política.
— XXXIII. Sus desacuerdos literarios.

CAPÍTULO LIX
EL GOBIERNO SUPREMO
(1848)

I. Apogeo del poder de Bozas después de la batalla de Ven ces. — II. Regreso de los
emigrados. — III. Aspecto general del país en el año de 1848. — IV. Similitudes
sociológicas entre el gobierno de Rozas y los de César, Carlos V e Isabel de Inglaterra. —
V. Palermo; lo que era Palermo. —VI. Trabajos que Rozas emprende allí; Palermo cuatro
años después. — VII. La casa de Palermo. — VIII. Las dependencias del establecimiento.
— IX. Las peonadas de Palermo: distribución del trabajo y método del establecimiento. —
X. La vida de Rozas en Palermo. — XI. Palermo, paseo público. — XII. Rozas, absorbido
por la tarea gubernativa. — XIII. Cómo se identifica con el gobierno. — XIV.
Consecuencia de esta concepción del personalismo. — XV. Cómo se inicia su decadencia
intelectual. — XVI. Sus relaciones con los oficiales de su secretaría. — XVII.
Ceremonial en las conferencias semioficiales. — XVIII. Arrebatos que le sobrevienen.
— XIX. Su manifiesto fastidio por los honores que le dispensan. — XX. Rozas en la
intimidad de su casa; el general Soler. — XXI. Don Adolfo Mansilla; el doctor Lepper. —
XXIL Una dama y el doctor Vélez Sársfield. — XXIII. Sombras del apogeo; la mina
para hacer volar la casa de Rozas. — XXIV. Ecos de £1 Comercio del Plata y de La
Gaceta Mercantil. — XXV. Actitud respectiva de la prensa del Plata; programa limitado y
conservador de la de Buenos Aires; descrédito en que había caído la de Montevideo. —
XXVI. Situación angustiosa de Montevideo: el gobierno declara imposible su existencia y
la de esa plaza. — XXVII. Atentados contra la propiedad y la vida: imposibilidad de
reprimirlos. — XXVIII. El asesinato sensacional del doctor Várela. ---XXIX. Cómo se
conceptúa este asesinato en el Cerrito. — XXX. Eco del British Packet; imputación de
El Conservador. — XXXI. Ecos de La Gaceta Mercantil. — XXXII. Ecos de la prensa del
Brasil; la imputación; el asesinato a la luz de los hechos. — XXXIII. Dificultad para
encontrar la verdad a través de estos ecos; Moreira. — XXXIV. Lo que Moreira le dijo a
Cabrera haber visto en su casa; ¿Oribe le ordenó a Cabrera que matase a Várela?;
deposición de Blanes; extravío del proceso de Cabrera; notable declara ción del doctor
Juan Carlos Gómez, miembro del jury que juzgó a Cabrera; circunstancias que
impiden afirmar con conciencia que Oribe le ordenó a Cabrera ese asesinato; necesidad
de que ese proceso apareciera para execrar una vez más el asesinato político. — XXXV.
Corno se entendió entonces la solidaridad respecto de las inmunidades y garantías de la
palabra escrita.
CAPÍTULO LX
LA MISIÓN GORE-GROS. - EL GOBIERNO SUPREMO
(1848)

I. Pésima impresión que produjo en Londres el fracaso de la misión Howden-Walewski; el


Parlamento y los círculos comerciales. — II. El Times y el Dayly News. — III. La misión
Gore-Gros; cómo la interpretan las partes interesadas en el Río de la Plata. — IV.
Negociación que, a título de mediadores, inician con el gobierno de Montevideo y el
general Oribe. — V. Invitación de los plenipotenciarios al gobierno de Montevideo para que
trate con Oribe, bajo apercibimiento de dar por terminada su misión; cómo entienden
esto en Montevideo. — VI. Bases de arreglo que presentan a Oribe y al gobierno de
Montevideo, y que éste acepta. — VII. Oribe comunica al gobierno argentino lo actuado
en la negociación- el gobierno argentino desaprueba la negociación. VIII. Bases bajo las
cuales Oribe acepta la mediación; complemento en lo relativo al gobierno argentino. — IX.
Lo que había de esencial para el gobierno de Montevideo: éste pide a los
plenipotenciarios que exijan la aceptación o negativa de Oribe a las bases aceptadas
por su parte. — X. Crítica de la conducta del gobierno de Montevideo y del argentino.
— XI. Presión de Rozas sobre el ánimo del ministro Arana. — XII. Vistas que sobre la
negociación le transmite a Oribe el gobierno argentino. — XIII. Lo que debía ser
esencial para este último. — XIV. Error de Rozas en oponerse a la negociación tal como la
conducían los plenipotenciarios. — XV. Oribe les representa a éstos la necesidad de tratar
con el gobierno argentino; sorpresa que causa en Montevideo el rechazo de Oribe. —
XVI. Alegato del gobierno de Montevideo ante los plenipotenciarios para que vuelvan al
estado de intervención; negativa de éstos. — XVII. Comunicación antidiplomática de los
plenipotenciarios al gobierno argentino. — XVIII. Tono contundente con que éste repulsa
esas declaraciones. — XIX. El bloqueo sui generis sobre puertos orientales; recursos que
daba este bloqueo a los negociantes que tenían rematado el derecho de, aduana. — XX.
Protesta del gobierno argentino y represalia que toma. — XXI. Medidas extremas del
gobierno de Montevideo. — XXII. Los usureros extranjeros y la influencia de estos
dineros. — XXIII. Bala rasa entre El Comercio del Plata y La Gaceta Mercantil; sobre
la intervención: sobre la libertad de la prensa. — XXIV. La revolución de los últimos
orientales para fraternizar con Oribe; las legiones extranjeras ahogan la revolución. —
XXV. El penúltimo baluarte de la intervención; cómo estaba defendida la Colonia; asalto
que lleva el coronel Moreno; la Colonia se rinde a Oribe. — XXVI. Movimiento de la
diplomacia argentina; trabajos ante los gabinetes de París y Londres- en Solivia y en el
Brasil: rechazo del cónsul general de S. M. B; pasaportes remitidos al ministro del rey
de Cerdeña.
CAPÍTULO LXI
EL GOBIERNO SUPREMO
(CONTINUACIÓN) (1848)

I. Ideas de Rozas en materia religiosa; principios que observó en su gobierno. — II.


Conflicto entre el gobierno argentino y la Santa Sede; el patronato nacional y las
provisiones directas de Su Santidad. — III. Negativa de Su Santidad a confirmar el
nombramiento del obispo diocesano de Buenos Aires. — IV. La diócesis queda bajo el
gobierno del senado del clero: misión de monseñor Badini; conflicto con motivo de la
abolición de días festivos. —V. Rozas y la Compañía de Jesús; sus notas a López y demás
gobernadores para aboliría en la Confederación. — VI. Cómo ventilan esta cuestión la
prensa y la legislatura; discursos contra los R. P. jesuítas con motivo de la discusión de la
respuesta al mensaje del Ejecutivo. — VII. Boceto de Camila O'Gorman. — VIII. Boceto
de Gutiérrez. — IX. Relaciones entre ambos; la fuga a Corrientes. — X. Impresiones
diversas que este hecho produce. — XI. Situación comprometida del clero; pesquisas
para encontrar a Gutiérrez. — XII. Cómo clasifican ese hecho las dignidades del clero.
— XIII. Impresión que le produce a Rozas. — XIV. Providencias que expide para que
Gutiérrez sea librado a la justicia ordinaria y Camila sea recluida en la Casa de
Ejercicios. — XV. Deposición de un testigo ocular. — XVI. Crueldad singular de los
enemigos de Rozas para con Camila y Gutiérrez. — XVII. El Comercio del Plata los
condena como criminales infames. — XVIII. Rozas consulta el punto a varios letrados. —
XIX. Siniestro del buque que conduce a los prófugos; el jefe de San Pedro los remite a
Santos Lugares; y Rozas le ordena al jefe que los haga fusilar. —XX. Sorpresa del
mayor Reyes.— XXI. El ánimo y la fortaleza de Camila; Reyes demora la ejecución; le
pide a la señorita de Rozas que interceda por Camila y le comunica a Rozas el estado de
ésta. — XXII. Preparativos de la ejecución. — XXIII. El cuadro del patíbulo. — XXIV.
Visita a Santos Lugares treinta y siete años después; el calabozo de Camila y el sitio en
que fue sacrificada. — XXV. Indignación que subleva esta bárbara ejecución;
convencimiento que tuvo y conservó Rozas de la necesidad de tal ejecución;
declaraciones que hizo en 1870 desde su ostracismo. — XXVI. Sus declaraciones de
esta época.

CAPÍTULO LXII
LAS CONVENCIONES CON GRAN BRETAÑA Y FRANCIA
(1848 -1849)

I. La crisis europea en 1848. — II. Aspiraciones y principios que proclama y demanda la


democracia europea. — III. Progreso notable que señala este movimiento general y
simultáneo. — IV. Opinión que sobre el aspecto de Europa le transmite San Martín a
Rozas. — V. Rumbos del nuevo gobierno de Francia respecto de la Confederación
Argentina; Lamartine y Thiers. — VI. Manifestación de simpatía hacia la Confederación
Argentina. — VII. Gran Bretaña se pronuncia definitivamente por la paz con la
Confederación. — VIII. Inútiles esfuerzos de los agitadoras de la guerra en el Plata; el
general O'Brien y el ex ministro Ouseley. — IX. Memoria que el primero le dirige a lord
Palmerston; respuesta de lord Palmerston. — X. El ex ministro Mandeville; las dispo-
siciones en favor de la paz. — XI. El Libertador San Martín ante el triunfo de la
Confederación Argentina; testimonio clásico que le da a Rozas. — XII. La respuesta de
Rozas a San Martín. — XIII. Misión del caballero Southern; exigencias previas del
gobierno argentino. — XIV. Término conciliatorio a que llega a mérito de las seguridades
del ministro Southern; proyecto de arreglo que confidencialmente pre senta el gobierno
argentino, para ser sometido, de acuerdo con Oribe, a S. M. B. — XV. Impresión que esto
produce en Montevideo; esfuerzos de los negociantes; impresión de Disraeli; impresión
de Sarmiento. —XVI. Negociación de paz que inicia por separado el contraalmirante
Lepredour en nombre de Francia; hábiles trabajos de los ministros Sarratea y Moreno
para romper la unidad de la inter vención en favor de la paz. — XVII. Gran Bretaña
ante sus intereses y los visibles de Francia. — XVIII. Francia ante la perspectiva de
seguir la intervención por sí sola. — XIX. Bases de arreglo que le presenta el contra -
almirante Lepredour al gobierno argentino; éste insiste en tratar sobre las bases
Hood. — XX. El contraalmirante acepta el referir a su gobierno un proyecto de con -
vención que confidencialmente le presenta el gobierno argentino. — XXI. Medidas
amistosas que éste adopta con Francia y Gran Bretaña. — XXII. La Cámara de los
Lores acepta la convención propuesta por el gobierno argentino. — XXIII. La prensa de
Francia ante el arreglo entre Gran Bretaña y la Confederación Argentina. — XXIV. Dis-
cusión en la asamblea de Francia sobre el subsidio acordado a Montevideo. — XXV.
Proyecto de los partidarios de la guerra. — XXVI. Cómo encaraban estos proyectos la
prensa guerrera y la pacífica. — XXVII. Circunstancias que debían decidir al gobierno
argentino a concluir el arreglo con las grandes potencias. — XXVIII. Cómo el ministro
Guido des- cubre la nueva coalición encabezada por el Brasil; cómo la corrobora el ministro
Lamas. — XXIX. Oribe y Echagüe le corroboran a Rozas las relaciones de Urquiza con el
Brasil; actitud de Rozas. — XXX. Actualidad de paz y de prosperidad en medio de la cual
Rozas renuncia el gobierno. — XXXI. Ideas que prevalecían en la legislatura^ manifesta-
ción que ésta le hace a Rozas; motivos que da Rozas para insistir en su renuncia. — XXXII.
Sensación que produjo la insistencia de Rozas; manifestación popular que prohíbe el jefe de
policía; el pueblo peticiona a la legislatura; los gobiernos de provincia manifiestan que el
retiro de Rozas sería una calamidad pública. — XXXIII. El ministro de S. M. B. hace igual
manifestación, y presenta una petición de los residentes británicos. — XXXIV. La legislatura
procede de acuerdo con las peticiones; palabras del mensaje gubernativo relativas a la
iniciativa de los extranjeros. —XXXV. S. M. B. autoriza al caballero Southern para firmar
la convención con el gobierno argentino; crítica legal comparada de la convención
Southern-Arana; el preámbulo; desalojo del territorio y saludo al pabellón argentino; retiro
de las fuerzas argentinas del Estado Oriental, simultáneamente con las de Francia;
reconocimiento del derecho soberano del gobierno argentino sobre los ríos interiores de la
Confederación. — XXXVI. Importancia trascendental de la convención Southern-Arana.
CAPÍTULO LXIII
LA CONVENCIÓN ARANA - LEPREDOUR
(1850)

. La legislatura autoriza a Rozas para ratificar la convenc ión Southern-Arana;


recepción del ministro de S. M. B. ---II. Cumplimiento del artículo 1° de la
convención; entrega e la isla de Martín García; entrega del barco 25 de Mayo; los
buques de S. M. B. arbolan a proa el pabellón argentino lo saludan con 21 cañonazos. —
III. Entusiasmo que estos sucesos producen en Buenos Aires; las manifestaciones y testas
públicas. — IV. Boceto del caballero Southern: su afición a los retruécanos; sus
observaciones útiles con don Santiago Arcos. — V. Retraimiento de Rozas en las fiestas
de estos días. — VI. Lógica a que obedece la elección e gobernador de Buenos Aires;
declaración que con tal motivo suscriben individualmente los miembros de la
legislatura. — VII. Lo que absorbía por entonces la atención .e Rozas; giro inesperado
que toma en Francia la cuestión .el Plata. — VIII. Oposición que suscita Mr. Thiers al
arreglo de esta cuestión; la asamblea exige los antecedentes de la negociación
Lepredour. — IX. Cómo se deja sorprender 1 gabinete; ruidosa discusión que provoca la
hábil estratagema de Mr. Thiers; informe del conde Darú; fundamentos del informe. —
X. Impugnación del ministro Rouher. — XI Arenga del almirante Du Petit Thouar. — XII.
Discusión del proyecto de tratado Lepredour; cómo lo combate el conde Darú. — XIII.
Cómo es que no podían faltarle conocimientos exactos al conde Darú. — XIV. Informes
que le había dado e1 general San Martín. — XV. Modo como aplica estos informes el
conde Darú. —XVI. Trabajos del Libertador San Martín con el gabinete de Francia;
carta que le dirige al ministro de Obras Públicas. — XVII. El gabinete hace suyas las
conclusiones de San Martín; simultáneo despacho del contraalmirante Lepredour, y
petición de los negociantes franceses en favor del tratado. — XVIII. Mociones en la
asamblea de acuerdo con las miras, del gabinete. — XIX. El momento crítico para los
partidarios de la guerra; la elocuencia de Mr. Thiers puesta a prueba. — XX. Sus vuelos
lor la guerra con el Plata. — XXI. Sus argumentos en contra leí tratado Lepredour. —
XXII. Notable réplica del ministro Rouher. — XXIII. Su táctica para destruir los
argumentos le Mr. Thiers; la navegación del Paraná y el tratado de Viena invocado;
Mr. Thiers contra Mr. Thiers; la pretendida garantía de Francia sobre la independencia
del Estado Driental y .el derecho de paz y guerra de la Confederación Argentina; el
saludo al pabellón argentino. — XXIV. Triunfo del gabinete; la asamblea vota el subsidio a
Montevideo. — CXV. El gabinete se contrae a terminar la cuestión del Plata: carta del
almirante de Mackau al ministro Arana. —XXVI. La negociación Arana-Lepredour. —
XXVII. Satisfacción previa que exige el gobierno argentino; discusión del objeto de la
convención; del retiro de las fuerzas argentinas; del bloqueo; devolución de la isla de
Martín García y saludo al pabellón argentino; del título que se daría a Oribe. — XXVIII.
Respuesta del contraalmirante Lepredour: conferencias de éste con el general Rozas. —
XXIX. El contraalmirante Lepredour arregla con Oribe la convención respectiva; principios
y derechos que ésta deja a salvo. — XXX. El gobierno argentino autoriza al ministro Arana
para firmar la convención definitiya de paz; la convención Arana-Lepredour. — XXXI. El
triunfo del derecho de la Confederación Argentina.
CAPÍTULO LXIV
LA DIPLOMACIA DEL BRASIL Y LA NUEVA COALICIÓN
(1850-1851)

I. Propósitos del Imperio del Brasil cuando ve triunfante la Confederación Argentina de la


intervención anglofrancesa.— II. Antecedentes de su diplomacia. — III. La invasión del
barón de Jacuhy al Estado Oriental; combates con las fuerzas aliadas hasta que aquél
repasa la frontera. — IV. Importancia que daba el gobierno imperial a esas invasiones;
cómo las aprecia la prensa de Río de Janeiro. — V. Cómo acoge el Imperio las
reclamaciones del ministro Guido; graves declaraciones del ministro Paulino Suárez.
— VI. Guido presenta en conjunto los hechos que motivan sus re clamaciones;
provocaciones a la guerra que denuncia. — VII. Cómo atenúa el gobierno imperial las
invasiones del barón de Jacuhy; Guido insiste y declara que se retirará de Río si no se
dan reparaciones. — VIII. Lo que acerca de esto pensaba el ministro Arana; el tratado
arreglado con el Imperio en 1841. — IX. Por qué Rozas rechazó este tratado. —X.
Ultimátum que Rozas ordena se presente al gobierno imperial. — XI. La diplomacia del
Imperio en el Paraguay, con Urquiza y con el gobierno de Montevideo. — XII. Arreglo
sobre límites y renuncia que este gobierno le propone al del Imperio en cambio de un
fuerte subsidio en dinero y armas. — XIII. Por qué el Imperio no concluyó inmediata
mente tratado tan halagüeño. — XIV. Oportunidad en que lo concluye. — XV. Reserva de
que se valen los contratantes para dar y recibir el subsidio; Da Souza y Buchental, o sea el
gabinete imperial. — XVI. Fallecimiento del Libertador San Martín. — XVII. Honores
que le discierne la prensa europea. — XVIII. San Martín lega a Rozas el sable que usó en
sus campañas por la independencia americana; testimonio que le da en su testamento. —
XIX. Por qué discernió el Libertador tan insigne honor a Rozas; éste manda repatriar los
restos del Libertador. — XX. Protestas de la legislatura de Buenos Aires contra -el Imperio;
Rozas insiste en dimitir el mando. — XXI. Ruidosas manifestaciones en las provincias para
que Rozas permanezca en el gobierno. — XXII. Cómo Urquiza hace resaltar la figura de
Rozas al pedirle lo mismo. — XXIII. Lo que se pensaba respecto de la insistencia de
Rozas. — XXIV. Lo que había en el fondo de la resolución de Rozas. — XXV. Gestiones
confidenciales del ministro Guido con el ministro Paulino.— XXVI. El ministro Arana
desaprueba esta conducta y le ordena pida sus pasaportes si no se da inmediata reparación.
—XXVII. Exposición de Guido al gobierno imperial; su retiro de la corte de Río de
Janeiro. — XXVIII. Este resultado revela el estado de la nueva coalición, — XXIX. El
Imperio le exige al gobierno del Paraguay que invada Corrientes; marcha de López por
la línea del Aguapey. — XXX. Desavenencia entre López y el gobierno imperial;
importancia que a éste sé atribuye.— XXXI. Inexplicable actitud de jefes caracterizados
de la coalición, para alejar la idea de un rompimiento con el Imperio.
CAPÍTULO LXV
LA TERCERA COALICIÓN CONTRA ROZAS
(1851)

I. Formas concretas y tangibles de la nueva coalición. — II. Oribe le da cuenta de ello a


Bozas y le propone batir a Urquiza.— III. Negativa de Rozas a pesar de las seguridades
de Oribe. — IV. Optimismo de Rozas ante los actos de la coalición. — V. La circular de
Urquiza a las provincias. — VI. Los jefes federales; la respuesta del coronel Lagos al mi-
nistro Galán. — VIL Forma política del pronunciamiento de Urquiza; el decreto de 1°
de mayo de 1851. — VIII. Crítica de este decreto; las formas legales y la participación del
Brasil. — IX. El pacto de 1831 ante la segregación de Entre Ríos. — X. La ultima ratio
del general Urquiza para llamar a los argentinos a la obra común. — XI. El tratado entre
Urquiza, el Imperio y el gobierno de Montevideo.—XII. Contradicción entre el motivo y
el fin de este tratado; reminiscencia del tratado de 1843. — XIII. Lógica a que obedecía el
Imperio del Brasil; las estipulaciones del tratado. XIV. El verdadero fin del tratado;
triunfo de la diplomacia del Imperio. — XV. Circunstancias que influían para que las
provincias no se adhiriesen al pronunciamiento de Urquiza.— XVI. Las provincias
invisten a Rozas con el poder supremo de la Nación y lo encargan de convocar un con-
greso constituyente; la de Catamarca se lo comunica así a Urquiza. — XVII. La de Salta
sanciona idéntica investidura; la proclama del gobernador Saravia y su circular a las
provincias. — XVIII. Solemnidad de formas con que se revisten estos pronunciamientos
en las demás provincias: el pronunciamiento de la de Mendoza. — XIX. Los de San
Juan, San Luis, Santa Fe y La Rioja. — XX. El de Córdoba y el de Tucumán. — XXI.
Crítica de este pronunciamiento. — XXII. Bases del criterio histórico para apreciarlo en
todo su alcance; la organización de Urquiza, frente a la organización de las provincias.
— XXIII. Repercusión de este pronunciamiento en Buenos Aires; la revista militar del 9
de julio. — XXIV. Ovación popular a Rozas. — XXV. Demostraciones singulares en los
teatros: las alegorías de circunstancias. — XXVI. El drama Juan sin pena y las
consecuencias del parecido del protagonista con Urquiza. — XXVII. La propaganda en la
prensa. — XXVIII. La poética guerrera. — XXIX. Reclamación del ministro de S. M. B.
respecto del previo aviso para que rompan hostilidades las potencias signatarias del
tratado de 1828. — XXX. Respuesta del Imperio; exposición de motivos del gobierno
argentino para declarar que se ve precisado a recurrir a las armas. — XXXI. Hostilidades
que, en violación del tratado de 1828, inició el Imperio. — XXXII. Motivos que da Rozas a
las provincias para aceptar el mando supremo. — XXXIII. La legislatura de Buenos
Aires reproduce la sanción de las demás legislaturas y declara nulos los actos de
Urquiza. — XXXIV. Nuevas manifestaciones en celebración de haber Rozas aceptado el
mando supremo; las inscripciones en la plaza de la Victoria; la procesión cívica; los
oradores en los teatros. — XXXV. Las actas de adhesión al gobierno nacional de Rozas; las
de los dignatarios del ejército y armada; la de los altos funcionarios de la administración; la
de los magistrados, curia eclesiástica y corporaciones; la de la academia de jurisprudencia; de
los abogados; manifestaciones individuales de hombres notables. — XXXVI. Exposición de
los paraguayos notables a Rozas, para que la provincia del Paraguay sea reincorporada a la
Confederación Argentina.
CAPÍTULO LXVI
LA TERCERA COALICIÓN CONTRA ROZAS
(CONTINUACIÓN) (1851)

I. Últimos arreglos entre los aliados. — II. El Imperio del Brasil como entidad dominante
en la coalición. — III. El general Rivera reclama un puesto en la coalición; esfuer zos
infructuosos en este sentido. — IV. Dislocación del ejército de Oribe; pronunciamiento
de Garzón; éste pasa el Uruguay con Urquiza.— V. El gobierno de Montevideo denuncia
el armisticio de 1849 y comienza las hostilidades. — VI. Situación definida de Oribe;
misión d^l coronel Ramos ante Rozas; los jefes argentinos se dirigen a un buque británico
y pasan a Buenos Aires. — VII. Capitulación de Oribe; declaraciones que justifican su
conducta. — VIII. Fin de la carrera pública de Oribe. — IX. Ajuste entre los coaligados
para cumplir los objetos del tratado de 29 de marzo. X. Estipulación sobre la formación
del ejército aliado y su entretenimiento. — XI. El tratado de 1843 y el de 1851; dónde
aparece la razón por la cual Rozas no quiso ratificar aquél. — XII. Hechos
trascendentales que el Imperio le hizo suscribir a Urquiza por el tratado de 1851. — XIII.
Situación ventajosa que esta alianza creaba para el Imperio; prevenciones y temores del
Imperio. — XIV. Interposición del ministro de S. M. B. ante el gobierno del Brasil. — XV.
Comunicaciones confidenciales de dicho ministro al ministro Arana. — XVI. Cuándo
cambia de actitud el gobierno imperial respecto del ministro de S. M. B.; lo que el
ministro Paulino pensaba de Rozas, según el ministro Southern. — XVII. Combate con
los imperiales en el río Paraná; cómo lo aprecian la prensa de Montevideo y la de
Buenos Aires. — XVIII. El Imperio abultando las dificultades. — XIX. Recursos que le
proporcionaba a Rozas la próspera situación financiera de Buenos Aires. — XX.
Fisonomía de la situación política; la desorganización y el miraje. — XXI. El momento
psicológico de Rozas. — XXII. Incuria del general Pacheco. — XXIII. Pacheco y Lagos;
las fuerzas de Santos Lugares. — XXIV. Sublevación del número 2 en el Rosario. —
XXV. Inútiles esfuerzos de Echagüe para que Rozas lo refuerce en Santa Fe. — XXVI.
Urquiza pasó el río Paraná sin encontrar resistencia. — XXVII. Urquiza ocupa Santa
Fe y Echagüe se retira a Buenos Aires.— XXVIII. Espíritu de las fuerzas de Buenos
Aires que Urquiza agregó a sus filas. — XXIX. Sublevación del regimiento Aquino: los
soldados se presentan todos en Santos Lugares. — XXX. Desaliento de los jefes de Rozas
ante la idiosincrasia de éste. — XXXI. Actitud del general Pacheco respecto de las fuerzas
del Norte. — XXXII. Lagos enfrente de Pacheco. — XXXIII. El coronel Sosa;
distribución de las fuerzas del norte. — XXXIV. Lagos, comandante en jefe del norte;
primeros movimientos de la vanguardia de Buenos Aires. — XXXV. Lagos avanza a
cubrir la línea del arroyo del Medio; Pacheco desaprueba este plan y le ordena se
repliegue sobre el cuartel general. — XXXVI. Motivos que abonaban el plan de Lagos.—
XXXVII. Urquiza ocupa los puntos que Lagos quiso ocupar. — XXXVIII. Lagos sor-
prende las partidas de la vanguardia aliada, y se le pasan algunas fuerzas de Urquiza.
CAPÍTULO LXVII
CAMPAÑA DE CASEROS
(1852)

I. Éxitos íáciles que Rozas y Pacheco propician al Imperio y a Urquiza; resultado


negativo de las representaciones de Mansilla, Chilavert y Lagos. — II. Momentáneas
reacciones de Bozas; cómo se organizó la brigada de infantería del coronel Pedro J. Díaz.
— III. Pacheco manda retirar las divisiones de vanguardia de frente al enemigo. — IV.
Salvedades que hace Lagos al respecto. — V. Acusaciones al general Pacheco; obcecación
de Rozas. — VI. El ejército aliado ocupa Lujan; Lagos se adelanta a batir la vanguardia. —
VII. Combate de Álvarezj Lagos se retira al puente de Márquez, donde debía estar
Pacheco. — VIII. Ausencia de Pacheco y de sus fuerzas. — IX. Pacheco renuncia el
cargo de general en jefe frente al enemigo; Rozas no lo acepta. — X. Irritación de Roza*
cuando sabe que Pacheco abandonó la defensa del puente de Márquez; Rozas corta
bruscamente la entrevista que Pacheco va a pedirle a Santos Lugares. — XI. Espíritu del
ejército de Buenos Aires después del combate de Álvarez; la decisión de las poblaciones
en favor de Rozas; motivos a que ello obedecía. — XII. Impresiones del jefe de la
división oriental. — XIII. Junta de guerra que solicitan los jefes de Buenos Aires; lo que
se habían propuesto previamente. — XIV. Declaración de Rozas en la junta de guerra;
peroración de Chilavert; propósitos orgánicos que demanda a Rozas. — XV. Promesa
solemne que hace Rozas. — XVI. Análisis que hace Chilavert de la posición de ambos
ejércitos y del teatro de la guerra. — XVII. Su plan de cubrir la línea de la ciudad y
hacer maniobrar la caballería a retaguardia de Urquiza. — XVIII. Díaz apoya el plan de
Chilavert; Rozas se decide a dar la batalla inmediatamente.— XIX. Escoge el terreno y
coloca su ejército. XX. El ejército aliado pasa el puente del arroyo de Morón; formación
del ejército aliado. — XXI. Batalla de Monte Caseros; Rozas ordena a Chilavert que rompa
sus fuegos: Urquiza lanza sus caballerías sobre la izquierda; las cargas de Lagos;
Lagos es llevado fuera del campo de batalla.— XXII. Vacilación del centro aliado; es
rechazado por Chilavert. — XXIII. Segundo ataque de la izquierda aliada: toma de la
casa de Caseros; la saña del vencedor; la muerte de Cuenca; declaración de los
sacrificadores. — XXIV. Rozas ordena a Chilavert y a Díaz que cambien su frente; la
brigada de la muerte. — XXV. La artillería de Chilavert contra todo el ejército aliado;
Chilavert hace el tiro postrero y espera a que lo tomen. — XXVI. Victoria completa de
los aliados; la retirada de Rozas del campo de batalla. XXVII. Su camino hasta el hueco
de los Sauces. — XXVIII. Renuncia desde allí la suma del poder público. — XIX. Se
asila en la legación británica; se embarca con su hija en un buque británico. — XXX. Las
escenas de sangre en Santos Lugares. — XXXI. Entereza de Chilavert ante su sacrificio
decretado. — XXXII. Urquiza lo hace conducir a su presencia; ordena que lo fusilen por
la espalda. — XXXIII. El cuadro del sacrificio de Chilavert. — XXXIV. Los
fusilamientos en masa en Palermo. — XXXV. El cuerpo diplomático solicita de Urquiza
garantías para la ciudad; resultado negativo de esta gestión. — XXXVI. Saqueo de la
ciudad de Buenos Aires. — XXXVII. Nueva gestión ante Urquiza; la comisión declara
haber excitado la generosidad de Urquiza, y el saqueo es reprimido. — XXXVIII. En-
trada triunfal del ejército aliado en Buenos Aires; el desfile por la calle del Perú.
CAPÍTULO LXVIII
LA FEDERACIÓN CONSTITUCIONAL

I. — Palermo, centro de la política; los unitarios y los federales. — II. Lo que importaba
la exigencia de los primeros; el hecho consumado de la Confederación Argentina que sos-
tenían los segundos. — III. Urquiza se decide por el hecho consumado; el acuerdo de San
Nicolás. — IV. El grueso del partido unitario rechaza el acuerdo en Buenos Aires. — V.
El congreso del Paraná' sanciona la Constitución federal. VI. Los emigrados unitarios
sancionan la Constitución provincial de 1854. —VIL La convención nacional de Santa Fe;
cómo queda sancionado en los tiempos el hecho consumado de la Confederación
Argentina.

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