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Conceptos de
scJcic1lc)0ia lil eraria

UNIVEQ0IDAD
ABIERTA
Centro Editor de América Latina
Lectura

Es, en la actualidad, la forma típica del consu-


mo de obras literarias, aunque no siempre lo fue:
el recitado de canciones y poemas, la narración
oral de historias -formas todavía vigentes en
sociedades africanas y asiáticas y zonas margi-
nales de América Latina~ son modalidades de
consumo ligadas a condiciones particuiares del
público, de las convenciones artísticas, de los
procesos de urbanización y alfabetización, de la
·~ difusión del libro impre·SO, etc. Durante buena
parte de la Edad Media europea, por ejemplo,
.~ "leer" significó en la mayoría de los casos, leer
en voz alta y en público y gran parte de la pro-
fl ducción literaria sólo luego, y en ocasiones nun-
J ca, pasaba a ser escrita. Ambos tipos de lectura
pueden coexistir durante largo tiempo y por mo-
J tivos diferentes en una sociedad. El crítico inglés
Terry Eagleton (1978) proporciona a este respecto
1 un ejemplo sorprendente: en la Irlanda anterior
)
e~ al siglo VI d.C., la lectura predominante era oral;
el desarrollo posterior de las formas escritas no
desplazó a la forma oral de consumo literario,
~ que permaneció ligada a una poderosa casta in-
) telectual de origen druídico. La oralidad deter-
minó, a su vez, la supervivencia de efectos esté-
J ticos tales como la aliteración y la repetición, que
iban desapareciendo paulatinamente de la litera-
) tura escrita y leída. Ambos modos de producción
.; y consumo literario tardaron sjglos en articular-
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se y durante ese lapso se interpenetraron mutua-
) mente.
De todas maneras, el avance de la alfabetiza-
~ ción es uno de los rasgos decisivos del largo
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d~I . siglo XVIII _so~ testigo de un impetuoso cre-
proceso de imposición de la forma de lectura de c1m1ento del publico que accede a las primeras
material escrito e impreso que es habitual ~n la ediciones de Shakespeare y de los poetas isabe-
actua.•idad. Los datos de una nación que tiguró linos. Lt.:oqo, en el primer tercio del XIX, Wa!ter
a la cabeza de los cambios cuantitativos y cua!i- Scott y Dickens reflejan la forma moderna de e 3 te
tativos, lngHitérra,- son-trabajados inteligentemente público y de sus modos de acceso a la lectura
por Raymond Williams en The Long Revo/u!ior (véase edición).
(1971 a). Williams registra allí el crecimiento del
público lector, vinculado con los procesos de El crecimiento del público lector no se produjo
urbanización, la reducción de la jornada lab,Jral, sin modificar al mismo tiempo todo el sistema de
el control del trabajo infantil y la difusión de la percepción estética incluido en el acto de leer.
educación gratuita, en un período que va desde En realidad, para la obra literaria, la lectura cons-
mediados del siglo XVIII para culminar a fines tituye el acto mismo de la percepción estética.
del XIX. Señala, al mismo tiempo, la multiplica- Tanto como la actividad de escribir, la lectura
ción de las casas impresoras, de los periódicos es una práctica determinada por condiciones so-
que proporcionaban materia! literario y, lo que es ciales, económicas y culturales que pautan la
esencial a una historia del gusto y las convencio- percepción de los valores y la captación de los
nes estéticas, los cambios qae provocó el acceso significados inscriptos en la obra. La mera alfa-
de un público masivo a la lectura de literatura. betización no constituye sino la precondición de
En 1725, Defoe podía ya afirmar: "La escritu- la lectura literaria: sus condiciones son más com-
ra. ( ... ) se ha convertido hoy en una rama muv plejas y exigen en quien la practique el dominio
importa,1te del comercio inglés. Los libreros son de una serie de técnicas y el conocimiento de las
los empresarios y empleadores. Escritores, auto- convenciones (véase}, en cuyo marco la obra ha
res, copistas, subescritores y todcs los demás sido producida. La obra, por otra parte, comunica
trabajadores de papel y tinta son los obreros un sentido social global (o una condensación de
empleados por ios así llamados empresarios". A sentidos, según su densidad semántica) del que
lo que Go1dsmith agregaba con pesimismo: "Fatal son portadores -como se afirma en la estética
semiológica de Jan Mukarovsky (1977)- todos
revo!ución, en la que la escritura se ha convertido
los componentes del texto. La lectura es justa-
en un comercio". Porque ésta era efectivamente
mente el acto individual y socialmente definido
la condición para el surgimiento de una lectura
de la captación de estos componentes, su deses·-
de masas: tiradas ampliadas, ediciones más ba- tructuración y restructuración. Las condiciones
ratas. multiplicación de las casas editoras, biblio- de esta práctica no están garantidas siempre del
tecas circulantes, en suma: traslados de rasgos mismo modo ni totalmente:~ "Ocurre con mucha
de la producción capitalista al comercio editorial frecuencia, e incluso casi siempre, que una parte,
y de la mercancía al libro. Algunas ci frns permi- a veces considerable, de los valores percibidos
ten evaluar la rnagnitud de este proceso: de El por el receptor en la obra artística está en con-
Paraíso perdido, de Milton, se vendieron 1.300 tradicción con el sistema válido para él mismo.
ejemplares a lo largo de dos años; cincuenta Esta contradicción y la tensión que se desprende
años más tarde, en 1791, Los derechos deí hom- de ella se produce de la manera siguiente: o el
bre, de Paine, llegaban al tope de 50.000 ejempla- artista que ha creado la obra pertenece al mismo
res en unas pocas semanas. Los últimos años
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1,

:.
medio social y a la misma época que el receptor, ¡; Particularmente significativos son a este respecto
,. los trabajos de Robert Escarpit. El ya clásico
Y entonces las contradicciones entre los valores
efectivos para éste y los valores contenidos en la
1
¡ Atlas de Ja Lecture a Bordeaux, de Escarpit y N.
obra son la consecuencia del desplazamiento de Robine, publicado en 1963, deséribe y sitúa so-
'
• i
¡ cialmente los niveles de lectura culta y popular,
la escritura artística, conseguido intencionalmen-
te por el -arUsla'; o la-obra proviene de un medio los diferentes públicos y sus hábitos de consumo
temporal y socialmente diferente que el receptor, cultural, etc. Por otra parte, las investigaciones
Y en ese caso las contradicciones dentro de los de organismos internacionales como la UNESCO
valores extraestétic.os son inevitables". Mukarovs- ilustran sobre el aumento cuantitativo de ta po-
ky se:ñ~la adecuadamente la abigarrada trama de blación de lectores a través de la producción y
C_?~d1c1ones que ~seguran, en la percepción es- difusión del libro. Algunas cifras comparativas
tet1ca, una ?~ptación exhaustiva de significacio- arrojan los siguientes resultados para el mundo
nes. Las d1f1cultades que asedian, desde este entero:
punto de vista, a la empresa de la lectura de
ningún modo autorizan a suponer en la obr~ un 1950 1966
residuo ,significativo inaccesible. Señalan sí el Títulos editados 230.000 460.000
conjunto de instrumentos, juicios y conocimientos Ejemplares de
que una lectura que aspire a captar la totalidad libros 2.500.000.000 7.500.000.000
de la significación requiere como presupuesto.
La percepción estética debe definirse siempre
Esta verdadera "revolución del libro" ha modi-
en el marco de su naturaleza sociológica: se im-
ficado profundamente los hábitos de lectura, la
P?ne, como dirá el sociólogo francés Pierre Bour-
d1eu, no por una necesidad lógica, sino histórica estratificación cultural, los circuitos de distribu-
Y transubjetiva. Instancias como la familia y la éión, los modos de la distribución (librerías, bi-
escuela, entre. otras instituciones (véase), algunas bliotecas, bibliotecas circulantes, clubes de lec-
de ellas propiamente culturales, imponen, desa- tores, etc.), las formas de edición (libro de bolsillo,
rrollan y educan en el reconocimiento de los va- colecciones periódicas, bestsellers, etc.). Tam-
) bién ha incidido sobre el aumento del número de
lores estéticos y enseñan las operaciones propias ~
de la lectura: "La obra de arte -prosigue Bour-
dieu (Altamirano y Sarlo, comp. 1977)- no existe
IJ-
) ~ lectores: así, según estadísticas del Sindicato
Nacional de Editores de Francia, puede saberse
como tal sino para quien posea los medios de que el 29 % de los adultos y el 63 % de los jóve-
apropiarse de ella mediante el desciframiento,
aquel que tenga en su poder el código histórica-
\! nes son lectores regulares. Este perfil estadístico,
sin embargo, no puede proyectarse sobre las na-
mente constituido y socialmente reconocido como
condición de apropiación simbólica de las obras ¡; ciones latinoamericanas o del resto del Tercer
Mundo, si se exceptúa China y algunos otros casos

¡';,·
ofrecidas en una sociedad dada y en un momento excepcionales, aunque de dimensión más modesta.
determinado". ' Por otra parte, es necesario recordar que las ci-
. ~sí considerada esta actividad de decodifica- fras estadísticas se refieren a libros en general
c10~ (véase código), configura el objeto de un \
y no a literatura en particular y, finalmente, que
capitulo completo de la sociología de la literatura. una sociología de la lectura literaria deberá tener

~
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en cuenta no sólo la cantidad de volúmenes leí-
dos, las .horas dedicadas a la lectura, las cifras
de ediciones y su carácter, sino también poner
en consideración el tipo de literatura consumida, su
estratificación -culta, popular, marginal, de en-
. tretenimientQ.,, jn1antil, etc.-, y la relación que la
lectura establece con-,ª literatura del pasado y
coñ la contemporánea.

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