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Apuesto a esa arisca Aglaura como metáfora para definir la ciencia en tanto
hecho histórico. ¿Cuánto de lo que ayer ocupaba el ámbito teratológico del
conocimiento no ha venido a ocupar hoy el centro? y ¿cuánto de lo que ayer
permanecía inmóvil en el centro no se haya arrojado hoy por abra suya en los
confines de la periferia? Nuestro propio mundo entre muchas otras cosas
¿cuánto se puede desdecir de ella y con fundamento? Y sin embargo, cuán
sólida y compacta es su arquitectura . ¿Cuánto se puede sesgar habitando en
sus recintos? ¿Cuánto ha cambiado? ¿cuánto se conserva de ella desde el hito
de la modernidad?
1
Italo Calvino. Las Ciudades Invisibles. Madrid, Unidad Editorial, 1999, págs. 56-57
Así lo señala Luis Enrique Ruiz cuando dice: “El hecho es tan contundente, que autores como el filósofo de
la ciencia Mario Bunge, han llegado a proponer (…) que se construya ya , de manera intencional una cultura
planetaria fundada sobres bases estrictamente científicas, que le permita al ser humano el desarrollo de una
racionalidad plena y de un racionalismo total” . (Cfr. Luis Enrique Ruiz “Filosofía de las Ciencias” . Bogotá:
Unad, 2002, pág. 18.
de la gravitación universal a la física cuántica. Hay un hecho contundente y
limítrofe, el báculo con el que la ciencia positiva estropeó durante siglos el
lomo de la filosofía y de las ciencias del espíritu –esto es, la física- se ha
trocado en serpiente y le ha estrechado el cuello a todas las certidumbres.
Decía ya Bertrand Russell hacia el cuarto decenio del siglo pasado, para
ilustrar un poco esa sensación de profundo malestar que en el mundo de la
ciencia causaba la pérdida de fuerza operante de la fe en el determinismo
mecanicista de las leyes físicas.
2
Bertrand Russell. La Perspectiva Científica. Barcelona, Ariel, 1983, pág. 71
3
Cfr. Luis Enrique Ruiz “Filosofía de las Ciencias. Bogotá: Unad, 2002, pág. 19.
4
Cfr. Edgar Morin. “Introducción al Pensamiento Complejo”. Barcelona: Gedisa, 2001, pág 29.
Cfr. Luis Enrique Ruiz. Op. Cit. Pág. 20.
5
6
Ilya Prigogine “El Fin de las Certidumbres”. Madrid: Taurus, 2001, pág. 12.
Esas nuevas formas de concebir lo que es la ciencia, conducen necesariamente
a mirar la historia de su producción con ojos nuevos; es así como Luis Enrique
Ruiz en su breve esbozo de la historia de la ciencia nos refiere que desde
cierta perspectiva social de la historia de las ciencias, que concibe aquella
como la exploración sistemática de los fenómenos, muchos de los conocimientos
adquiridos durante la prehistoria encuadrarían en el ámbito de una ciencia, que
aunque incipiente7, tendría el valor de hacer un uso sistemático de la razón; así
lo afirma también S. F. Mason en su Historia de las Ciencias cuando dice:
Es así como podemos ubicar los inicios de la ciencia experimental a finales del
siglo XVI con los trabajos de Galileo sobre la dinámica de los cuerpos, su
confirmación del sistema copernicano y la utilización y el perfeccionamiento de
instrumentos de precisión como el telescopio; además Galileo fue el primero en
dar aplicación al método científico en sus investigaciones 13.
Y todo ello a la luz de una manera de hacer ciencia que surge, y que de alguna
forma funda la modernidad: la ciencia experimental, una ciencia que deslinda su
territorio con la tradición precedente mediante la instalación de tres mojones:
la reducción, la experimentación y la matematización. Reducción por cuanto
para la que la ciencia moderna pueda hacer algo congnoscible, requiere
separarlo de lo demás, allí está el origen de la especialización;
12
Rubén Sánchez Godoy. Epistemología de las ciencias naturales. Bogotá: Unad, 1998, pág. 41-42.
Isaac Asimov le pone un año exacto: 1589 (Cfr. Isaac Asimov. Grandes Ideas de la Ciencia. Madrid:
Alianza Editorial, 2001, pág. 34
13
Cfr. Isaac Asimov. Momentos Estelares de la Ciencia. Madrid: Alianza Ed. , 2001, pág. 32-33.
14
Cfr. L. E. Ruiz. Op. Cit. , pág, 18.
experimentación, ya que la confirmación o negación de una hipótesis se
fundamenta en la observación y verificación de los fenómenos, y
matematización en tanto lo observado debe proveer datos exactos de medida
y cantidad15.
Y quizás podríamos responder con muchos de los que hoy se dedican a hacer o a pensar la
ciencia: “la certidumbre”
15
Cfr. Martín Heidegger. La Época de la Imagen del Mundo, en Sendas Perdidas. Buenos Aires: Losada,
1960.
16
Cfr. Emil Cioran. Saint-John Perse o el Vértigo de la Plenitud, en Ensayo sobre el Pensamiento
Reaccionario y otros textos. Bogotá: Tercer mundo, 1992.