You are on page 1of 38

Belleza

Escondida

Por

Marka Losand


Dedicatoria
A todos aquellos que se cansan de buscar el conocimiento en libros y
computadoras, sin tomarse la molestia de ver a su alrededor, respirar y
simplemente entender.

Luces fluorescentes alumbraban la habitación, personas con trajes de color


azul caminaban todas alrededor de la muchacha de 28 años a quien aún no le
había hecho efecto la anestesia. Sentía como su cuerpo iba cediendo poco a
poco a esa sustancia extraña que entraba por sus venas. Siempre había dicho
que al dar a luz lo haría por cesárea, ya que el dolor del parto siempre le había
causado un temor horrible, pero también le temía a la anestesia porque había
escuchado muchos casos donde un pequeño error en la cantidad suministrada
de esta o si su cuerpo reaccionara mal ante la misma, podría morir; no obstante
prefirió esa segunda opción. Al despertar sentía un dolor muy leve en la zona
baja de su abdomen, ese mismo dolor que sentía una semana antes de que se
presentara su periodo menstrual y que la hacía prevenirse; las luces blancas
continuaban a su alrededor pero eran intermitentes, se prendían y apagaban, le
llevo unos minutos darse cuenta que estaba siendo trasladada de un lugar a
otro por un pasillo hasta llegar a una habitación donde su familia, feliz, como
solían serlo ante eventos familiares de este estilo, vividos por su hermana
mayor quien ya tenía tres hermosos niños. Aun adolorida y sabiendo que al
pasar el efecto total de la anestesia todo sería peor, decidió sonreír y preguntar
dónde estaba su chiquita. Al cabo de unos minutos una masa sin mucha forma,
roja e hinchada hizo una entrada fabulosa con sus ojitos y puños cerrados. Ese
sería el comienzo de la vida de Alanis Cecilia.
Elías Ricotti y Amanda Solano eran dos arqueólogos que se habían
encontrado durante su carrera, al conocerse decidieron ser novios y al cabo de
muchos años de ese noviazgo, que nunca dejo de ser apasionado y lleno de
logros por parte de ambos, decidieron casarse y formar una familia. Se
encontraban estudiando hallazgos fósiles recientes en Argentina, descubiertos
por un fotógrafo en la Patagonia. Los restos se creían eran de una especia que
podría ser el eslabón para relacionar a las aves, los reptiles y los mamíferos de
una forma más clara. Empezaron a escarbar con maquinaria especializada que
si bien, retiraba la tierra del lugar, también lo hacía con suficiente cuidado para
no dañar el preciado tesoro que había debajo de ella. Era una especie de brazo
de metal controlado por una persona que bien podía estar al otro lado del país,
al moverse esta el brazo mecánico también lo hacía, era una maravilla
tecnológica creada por el Instituto de Antropología Latinoamericana (IAL)
para ahorrar tiempo en la extracción de muestras de estudio sin dañarlas y así
poder tener una mejor y más amplia colección de especímenes que solo
aumentarían el grado de conocimiento científico.
El hombre llamado Carlos Gich era el encargado del manejo del brazo
extractor, sus movimientos eran ligeros, el en sí era una persona relajada y con
un pulso increíble, por eso fue seleccionado por el grupo para esa misión tan
importante. Alzó su brazo y lo bajo lentamente cerrando uno a uno sus dedos
hasta formar un puño, el cual subió también muy lentamente hasta llegar a una
altura lo suficiente como para girar bruscamente y abrirlo, expulsando así toda
esa tierra. Lo hizo muchas veces y su brazo ya estaba un poco cansado,
decidieron parar la excavación y prepararse para dormir un rato ya que el día
siguiente prometía ser uno de muchas actividades laborales para todos los
presentes.
Las tiendas del campamento se encontraban a varios kilómetros del lugar
del hallazgo, eran blancas y altas y con suficiente confort para sus huéspedes
porque estaba provista de excelentes colchones donde dormir cubiertos con
una malla para evitar la entrada de animales curiosos y hasta poseían una
planta eléctrica para poder tener todas las comodidades que la energía les
podía dar. Al llegar abrieron unas muestras de comidas deshidratadas que se
comieron con gusto con tan solo agregarles un poco de agua. Se dispusieron a
dormir.
Elías durmió en un colchón y Amanda en otro, siempre en sus viajes lo
hacían así ya que pocas veces tenían el acceso a una ducha y era mejor
mantener el recuerdo del dulce aroma de su mujer y la fragancia masculina de
Elías. Mientras dormían un extraño movimiento en su tienda los hizo
despertarse de un solo golpe. Todo se estremecía y salía disparado para todos
lados, les llevo uno segundos darse cuenta que se encontraban ante un temblor,
uno de alta intensidad pensó sin darse cuenta Amanda. Su esposo la tomó y
salieron de su carpa para ir a un lugar abierto en su totalidad, al hacerlo vieron
como no eran los únicos en pensar así, pero no obstante los demás se
dirigieron hacia los huesos hallados y ellos tomaron otro rumbo, como si el
estar solos los colocara a salvo. Elías observo que estaban juntos a una
inmensa montaña y procuro decirles a todos que lo siguieran en dirección
contraria pero ninguno hizo caso. Él y Amanda corriendo fuertemente
luchando contra el movimiento del piso por donde iban, hasta que llegaron a
un lugar lejano a la montaña y donde la vieron caer sobre su campamento,
destruyéndolo por completo, inclusive a sus colegas y compañeros de
expedición.
Al cabo de unos minutos, que parecieron horas, el temblor cesó, ellos no
podían creer lo que sus ojos veían, estaban ante una catástrofe de verdad. Lo
único que los tranquilizaba era saber que si había sido así de fuerte en la
Patagonia era porque su epicentro estaba cerca y lo más seguro es que donde
sus familiares vivían solo hubiesen sentido unos movimientos telúricos dignos
de haber salido de sus casas sin ver daños mayores. Eso por supuesto no era el
mismo destino de los del campamento. Asustados, cansados y sin nada en qué
pensar que les quitara esa presión del pecho cayeron en un profundo sueño.
Al despertar se dieron cuenta de lo que no pudieron el día anterior en la
noche. Habían corrido tanto que habían penetrado en una especie de bosque,
rodeados por inmensos árboles, cuyas raíces eran tan enormes que sobresalían
del suelo para dar lugar a una especie de pozo con culebras, entendieron que
estaban en el fondo de un valle, caminaron sin saber hacia donde debían
hacerlo, no recordaban en qué sentido era lo que hasta hace un día significaba
una casa con paredes de tela. No entendían como pudieron haber llegado ahí y
rápidamente se vino a su cabeza un reportaje que habían visto juntos en donde
decían que la adrenalina causa efectos en las personas hasta hacerlas más
fuertes, veloces y curiosas; entendieron que corrieron sin cesar para alejarse de
la montaña olvidando así el rumbo de sus pasos.
-Amanda, creo que debes descansar, has caminado demasiado mi amor.
Dijo Elías olvidando que la mujer que estaba con él era posiblemente el ser
más orgulloso sobre la tierra.
-Estoy bien, Elías. Estoy cansada de decirte que no soy una débil criatura.
-Lo siento mi vida, solo me siento culpable porque yo nos arrastré hasta
aquí.
-Entonces la culpa es mía. Replicó ella
-¿Por qué dices eso?
-Porque si tú eras quien usaba la fuerza, yo debí haber usado la lógica. Para
eso somos pareja. Pero no lo hice.
Elías la abrazo comprendiendo que cualquier cosa que dijera seria mal
tomado por la tenaz mente de su mujer, quien desde que la había conocido
siempre había querido tener la razón. Fue justo eso lo que lo hizo enamorarse
de ella, su seguridad en todo lo que hacía y decía.
Sintieron pasos a pesar de estar completamente quietos, voltearon al
mismo tiempo y los vieron, hombres y mujeres de estatura alta cuyo color de
piel era difícil de saberlo por la cantidad de collares que llevaban haciendo la
función de ropas, incluso ni su cara que había quedado libre de esas semillas y
frutos secos entrelazados lograba verse debido a una especie de pintura que las
cubría, era preferible pensar que era pintura a la opción de que se encontraban
con seres de colores rojos, verdes, amarillo y morados.
Ambos alzaron las manos automáticamente como símbolo de paz sin
tomarse la molestia de pensar que significaría para esos extraños seres. Estos
los tomaron, levantaron y apuntándolos con diminutas púas que se veían llenas
de una sustancia viscosa e incolora en su punta los trasladaron hacia su tribu.
Muchos seres iguales a los primeros se hallaban en aquel lugar. Las mujeres
amamantando a sus bebes y creando lo que después usarían como ropas y los
hombres construyendo armas que al final pasaban por encima de sapos,
colgados de un mecate, de colores radiantes para impregnarlos con sus
venenos. Otros se encontraban comiendo lo que parecía ser una especie de
plato con múltiples cereales.
Al llegar una serie de gritos en otro idioma se empezaron a difundir, hasta
que todos lograron pronunciar uno solo que se entendía como Chamajak.
Pronto sabrían que ese era el grito para el jefe de la tribu. Un hombre muy
alto, corpulento y de gran belleza. Este les ordeno a los demás que los soltaran
y se acercó a ellos lentamente y observándolos con detalle, al llegar a donde
estaban parados fue directo a tocar el vientre de Amanda y con un grito
dirigido a su tribu los hizo trasladar a la asustada y aturdida mujer que fue
llevada a una especie de cama en una de las chozas creadas por ellos mismos.
Elías quien intento interceder fue cogido por los brazos y sentado en el piso,
pero sin ser maltratado.
Durante días los alimentaron, vistieron con sus “ropas” y poco a poco los
esposos fueron entendiendo aquel idioma que no era tan difícil una vez que
ponías atención, bastaba saber unas 20 palabras para poder entenderse sobre
aspectos rutinarios. No formaban frases, solo decían la palabra y se realizaba
la labor. Por su parte los Shakatteluu, como se hacían llamar intentaron
aprender un poco del idioma de los extranjeros, aunque les pareció
exageradamente complicado. Las indígenas le explicaron a Amanda que el
grito que había presenciado al llegar allí era porque su esencia emanaba los
claros olores de un embarazo. Amanda esperaba un bebe de Elías.
Entre más conocían a los Shakatteluu, más les gustaba estar ahí, eran
aseados pero libres, eran obedientes pero liberales, eran humildes. Eran todo lo
que ellos querían para ese hijo. Después de haberlo pensado mucho y de que
Amanda casi se infartara al saber que su hijo iba a ser recibido por la
curandera de la tribu, se tomó la decisión de no abandonar el lugar donde
estaban.
Amanda y Elías siempre se quejaban de que la civilización había dejado de
evolucionar hacía mucho tiempo, ya solo estaban estancados en encontrar
curas para males creados por ellos mismo. Para ellos ya no había evolución,
solo pago de deudas. Por eso no les importó quedarse con aquellos seres, que
si bien no sabían lo que era electricidad, aplicaban muy bien sus
conocimientos y cultura para lograr cosas que les permitieran mejorar su estilo
de vida. Ellos estaban en constante evolución.
Habían pasado ya 7 meses y la barriga de Amanda era tan inmensa que no
le permitía movilizarse fácilmente, convirtiendo a Elías en un completo
servidor. Esa noche la mujer empezó a sentir pequeñas puntadas en la parte
baja del vientre y la espalda, dolores que culminaron en un pequeño bebé en
manos de una vieja arrugada y sin dientes que gritaba como loca ChakmaLik,
que si se tradujera sería algo como “hombre extranjero”. Lo llamaron
Whhythu que significaba “valor”.
Pasaron varios años y Amanda había tenido también a una bella niña, a la
que llamaron Shamak para darle el karma de justiciera, según los Shakatteluu
el nombre reflejaba la personalidad del ser. Y con estos dos chicos no se
equivocaron.
**
“En la vida pasan millones de pequeños y grandes sucesos que marcan y
determinan nuestra vida y la de los demás, mis abuelos me pusieron aquí
porque mi madre es fruto de ellos, y sin ella jamás hubiese logrado llegar a
donde quería. La vida es un cruce de pensamientos y hechos, un aplique
constante de la ley de acción y reacción, un choque de culturas y todo,
absolutamente todo, proporciona o da lugar a un momento o momentos que
jamás olvidarás y que marcaran tu camino sin que siquiera notes mientras
andas en él. En la vida al igual que en la ciencia nada es absolutamente cierto,
pero soy partidaria que la vida no es más que muchas reacciones en el camino,
les deseo entonces, las mejores reacciones del mundo.”
Llena de aplausos y lágrimas de su madre, Alanis Cecilia recibía su título
de bióloga con mención en Ecología. Ella destacó durante toda su carrera y fue
delegada en dar el discurso de graduación, el cual no quería porque sufría de
miedo escénico pero que al final acepto porque su madre así se lo pidió.
A los 24 años ya trabaja en una empresa que le proporcionaba buen sueldo
por realizar estudios de zonas y así determinar donde se podían colocar sus
fuentes de poder e ingreso de dinero sin afectar la fauna y flora. Se llevaba
muy bien con todos sus compañeros de trabajo, más con Ricardo Fuentes,
quien al parecer era su novio, pero nunca etiquetaron su relación y se
presentaban ante todos como “mi amiga” y “mi amigo”. La empresa decidió
colocar fuentes en varias partes de Argentina y ahí debería ir Alanis,
Ricardo Fuentes era un muchacho inteligente y emprendedor, aunque a
veces parecía estar fuera de la realidad, para él los problemas económicos de
un país no eran más que eso, problemas, que deberían ser solucionados por las
personas encargadas de ello. Era muy individualista, solo le importaban sus
problemas científicos y personales, haciendo a un lado todo aquello que
afectara su producción o no lo recompensara de algún modo. Fue por esto que
Alanis sólo podía verlo como un amigo con quien podía estar en los momentos
de soledad. Al ella contarle sobre su viaje a Argentina, este se enfureció y
empezó a gritar toda clase de improperios.
-¿Ricardo qué te pasa? Solo me voy por unas semanas.
Indicó entendiendo que al hombre le haría falta su presencia. O al menos
eso creyó.
-¿No entiendes Alanis? Yo estoy mucho más capacitado para este viaje que
tú, eres una recién graduada que aún vive con su madre y poco o nada entiende
de las grandes zonas de estudio. Hace muchos años todo un grupo de geólogos
fallecieron con un sismo que se presentó. Jamás sobrevivirías ante algo así. En
cambio yo sí puedo.
Alanis indignada por lo que acaba de escuchar de su casi novio, salió
corriendo de la oficina de este con los ojos llenos de lágrimas. A pesar de que
no lo amara, jamás se hubiese esperado un trato así del hombre con quien
hubiese compartido tanto estos últimos años.
Al día siguiente mandó un correo a su jefe confirmándole su asistencia al
viaje a Argentina, así como también pidiéndole consejos sobre qué llevar y
como debería tratar los suelos de aquella zona (el comentario de su ex
“amigo” no había pasado por alto). El jefe en un correo de respuesta le indicó
que eso ella ya lo sabía y por eso había sido escogida. También le indico que
nunca había conocido a alguien con tantos conocimientos y escrúpulos
trabajando para un ente gubernamental, deseándole que continuara por ese
camino y no se dejara opacar, como tampoco opacara a nadie. “Simplemente
disfruta esto que tanto te gusta hacer Alanis” culminó el jefe.
Cerro su laptop y la empaco en lo que al día siguiente sería su bolso de
mano, y se acostó en su cama aun triste por el extraño comportamiento de
Ricardo. Extrañaba mucho a su mama, desde que esta se había ido de viaje con
sus compañeros de trabajo la casa había quedado muy sola. Se dio cuenta que
tal vez el señor Fuentes tenía razón, pero rápidamente comprendió que es
normal extrañar a una madre, es normal querer tenerla cerca, es normal no
sentirte más seguro en ningún otro sitio. Fue allí cuando comprendió que ese
hombre con el que había estado saliendo era lo que todos decían, un patán
insoportable, narciso y egocéntrico incapaz de querer a otro ser humano que
no sea él mismo. Sintió pena por él y se quedó dormida.
El avión estaba lleno de gente ejecutiva, se entendía a simple vista que no
era época vacacional y la mayoría de los que allí estaban eran trabajadores de
compañías en comunes y rutinarios viajes de negocios. Este era el primer viaje
de esa categoría para “Ala”, como le decía su madre, y estaba muy orgullosa
del rumbo que estaba tomando su vida, ahora ella era una chica que viajaba
por negocios. Una sonrisa broto de su cara y decidió que ese sería un gran
viaje.
**
Shamak tenía ya 22 años, era una hermosa niña con larga cabellera de un
color ámbar y ojos verdes muy claros, heredados de su hermosa madre. Su piel
era de tez blanca lo que la hacía resaltar entre las demás niñas de la tribu. Aún
no había superado la muerte de sus padres, ese epidemia fatal que los invadió
a todos y redujo la población de los Shakatteluu a solo una cuarta parte de
ellos, esa espantosa enfermedad también se había llevado consigo al jefe de la
tribu y a la gran mayoría de hombres, quedando de esta forma su hermano
Wehhythu a cargo, esto último no le gustaba a su hermanita ya que al ser jefe
no podía más que ocuparse de sus deberes para la protección y mantenimiento
de la tribu y no le había dado chance ni de desahogar su dolor como tampoco
ayudar a su hermana a superarlo. Ella lloraba cada vez que podía, a solas, para
que nadie la viera.
Todas las mañanas concentraban su atención en la siembra de cereales y la
creación de joyas ornamentales, las de Shamak eran todas de color naranja,
según su madre ese color le favorecía y la verdad le gustaba mucho. La idea de
usar algo de un color distinto al que le fascinaba a Amanda le parecía
inconcebible, usaría ese color para siempre. Los hombres se iban de caza todas
las mañanas, aunque ahora, gracias a la epidemia, eran más niños que hombres
y por eso la siembra de cereales había resultado tan importante en los últimos
tiempos. Themuhh era el mayor de todos y llevaba años enamorado de la
joven de color distinto, pero Wehhythu no le permitía a ninguno acercarse y
por eso la había amado en secreto y así seguiría siendo. Sus ojos lo iluminaban
y no había nada más en este mundo que deseara más que tenerla junto a él día
y noche y agrandar aún más la tribu con seres de su mismo color y belleza. La
adoraba y para su desconocimiento ella también a él.
-Themuhh, gracias por estas conchas naranjas tan hermosas. Dijo
sonriéndole y viéndolo directamente a los ojos con una mirada que sabía lo
desconcertaba.
-Siempre tendrás de mi todo lo que desees. Indicó él, embelesado ante
tanta belleza y ternura.
Al fondo el grito de Wehhythu rompió el encanto del momento, este llego
irritado porque la caza cada vez era peor. Este chico de veinticuatro años
parecía como de cuarenta, de tantas cosas que había realizado desde que quedo
como jefe de la tribu. Era un hombre alto de piel blanca y ojos miel con el
cabello castaño y largo, llevaba conchas secas en todo su cuerpo como una
especie de armadura. Todas las mujeres de la tribu lo admiraban y en secreto,
muy en secreto, se veían muy atraídas por él, pero él solo tenía ojos para el
trabajo duro y el cumplimiento de la última voluntad de su padre de sacar
adelante a esa tribu.
Desde que sus padres murieron, hace ya nueve años, él no había tenido
tiempo ni ojos para pensar en tener una pareja. Cobahami tenía la misma edad
de él y siempre lo había tratado de una forma especial, ella lo amaba y soñaba
todos los días con el hecho de que algún día él la miraría con otros ojos
distintos al de una hermana de la tribu. Todas las noches junto a la bruja de la
tribu realizaba conjuros y oraciones para que su deseo de ser amada por
Wehhythu se hiciera realidad.
-Whhythuno es para ti Cobahami, ya es hora de que lo entiendas, su
destino está en otra parte, te lo dicen todos los días las conchas y tú no les
crees. Olvídate de él, le indicó la bruja, cansada de sus visitas diarias para un
futuro que siempre figuraba igual.
-Él será mío estúpida bruja. Tiene que serlo. Esas estúpidas conchas no
saben lo que dicen.
**
-Primer viaje de negocios.- Le dijo Ala a su compañero en el asiento del
avión, estaba tan orgullosa de sí misma que no pensó en lo ridículo que se
escucharía decir eso. Coloco su equipaje de mano en la parte superior de su
puesto y tomó asiento un tanto nerviosa y también un poco triste, las palabras
de su mal llamado amigo retumbaban en sus oídos y la hacían pensar en si no
era capaz de llevar a cabo ese trabajo, que básicamente era su primera
oportunidad, y donde algo saliera mal seria tachada en la empresa. Al despegar
el avión, inclinó su asiento y decidió simplemente dormirse por las próximas
horas de vuelo y evitar pensar en aspectos negativos que solo la condujeran al
pesimismo.
Después de varias horas de viaje, de una ida al baño poco cómoda y una
comida algo plástica llegó a Buenos Aires donde tomaría el siguiente avión
que la llevaría con un grupo de investigadores a la Patagonia. Ya ahí se sentía
un poco más intimidada, el grupo se veía bastante especializado y con
suficiente experiencia como para que ella siquiera se dignara a hablar y saliera
a relucir su recién obtenido título, además que no se sentía muy cómoda en
aquel avión que tenía más de avioneta, que de lo primero. A los pocos minutos
sus miedos se vieron fundamentados, ya que perdieron altura y se tambaleaban
de forma brusca y fue cuestión de segundos para que se desplomara entre
muchos árboles hasta detenerse.
Alanis abrió los ojos, sentía un fuerte dolor de cabeza, le costaba fijar la
vista en algo, todo daba vueltas, cerró sus ojos una vez más y espero hasta que
los sonidos de la naturaleza la hicieron entender que ya estaba más consciente;
al abrir los ojos todo lo que podía observar era verde y hacia un sol penetrante.
Con mucho esfuerzo se levantó y en cuestión de segundos escucho una voz
nada lejana que gritaba –CUIDADO- al voltear observó a todos los del club de
intelectuales en mano de seres coloridos y sin terminar de entender el
escenario en el que se encontraba un brazo fuerte la tomo por la cintura y la
arrastro dentro del bosque. Eran pasos largos y rápidos los que daba su
secuestrador, apartaba todo en su camino como si entendiera perfectamente
donde estaba y supiera con claridad su lugar de destino, ningún paso era en
falso. Se sentía como los costales de papas que muchas veces vio a señores
fuertes cargando en el mercado, para ese hombre alto y corpulento ella solo
era eso, un costal de papas que llevaba algún lugar que Alanis desconocía pero
a donde él llegaría sin mayor problema. Volteó para ver a los demás y para su
sorpresa no había nada, solo los movimientos de la naturaleza recuperándose
por el peso de aquellas dos criaturas que recién pasaron por ahí.
-¿Dónde están los demás? Preguntó Alanis.
La cara del hombre solo reflejó lo poco importante que eran las palabras
para él. Sintió algo en su frente y al llevar su mano a sintió una sustancia que
al verla en sus dedos reflejaba el conocido color escarlata de la sangre, al verla
perdió el conocimiento una vez más.
-No reacciona Shantuk, advirtió Shamak. Quien estaba muy preocupada
por el estado de salud de la chica que se parecía mucho a ella.
-Tranquila Shamak, ya reaccionara, por eso fue traída aquí, para ser curada
y así se hará. Y ni se te ocurra encariñarte porque una vez esté sana volverá
con los que vino, como siempre ha sido.
Los Shakatteluu tenía la costumbre de ayudar a todo aquel que caía en su
territorio, sin pertenecer a su tribu, pero una vez sanados eran devueltos a los
lugares donde fueron encontrados, así lo habían hecho durante años.
-¿Y por qué con nuestros papás no fue así?
-Porque tu hermano ya estaba en el vientre de tu madre y luego viniste tú,
ustedes dos pertenecen aquí y sus padres lo entendieron y aceptaron quedarse
con nosotros. Es distinto. Ella no tiene nada en su vientre, sólo una herida que
sanara dentro de poco.
-¿Y si decidiera quedarse?
-No lo hará, este tipo de gente está acostumbrada al lujo, a las
comodidades y de seguro ha de tener una familia, un esposo quizás. Además
tu hermano jamás lo permitiría.
Whhythuse encontraba de caza cuando el grupo de extranjeros cayó en
territorio Shakattelu, desconocía lo que ocurría hasta que llego a la tribu y
Themuhh, que ya había hablado con el hombre que trajo a Alanis, le indicó lo
que ocurría.
-Whhythuhay una mujer herida que vino de los cielos, Shantukcuida de
ella junto con tu hermana.
-¿Cuán herida esta? No tenemos comida suficiente.
-Lo desconozco, iré hablar con tu hermana.
-Aléjate Themuhh. Seré yo quien hable con mi hermana.
-Como desees, indicó este apenado al notarse la patética excusa que había
encontrado para hablar con Shamak.
Una vez explicada la situación de la extranjera, se aclaró que al estar sana
sería llevada inmediatamente al lugar donde el cielo la había traído. Whhythu
sabía perfectamente que no era el cielo quien la había puesto en ese lugar sino
un ave metálica llamada avión, su padre millones de veces le habló de ellas y
le dijo que era así como la gente se transportaba largas distancias en poco
tiempo, pero no le interesaba darle esta explicación a nadie.
- ¿No deseas verla, Whhythu? preguntó la hermana.
-No, no me interesa ver a nadie distinto a los nuestros.
-Es como eran nuestros padres. Las fotos de mamá cuando era joven son
muy parecidas a esa joven. Usan esas cosas que llamaban ropa. ¿recuerdas?
-No, ni me interesa recordar, nuestros padres están muertos y pronto todos
lo estaremos si la caza no mejora y ahora con más razón, teniendo a alguien
más a quien alimentar, además dudo que esa mujer quiera quedarse. Huirá de
nosotros antes de que podamos correrla.
-Ella no es así.
-¿De qué hablas Shamak? Ni siquiera la conoces.
-Lo siento.
-Ja-ja no me extraña de ti. Vete a buscar semillas naranjas y déjame hacer
mi trabajo.
La chica partió molesta y triste a una colina alejada que descubrió cuando
sus padres murieron y solo deseaba soledad y tranquilidad, las palabras de su
hermano la habían herido. Shamak amaba las semillas naranjas porque era el
único recuerdo que le quedaba de su madre, además lloraba porque no
entendía en qué momento su hermano se había convertido en ese ser
despreciable al que todos temían.
-No, si lo sé. Desde que ustedes se fueron. Dijo viendo hacia el cielo.
Una vez más abrió los ojos, esta vez ya no estaba el dolor de cabeza pero si
tenía lo que podría sentirse como hojas. Se asustó y paró del piso donde se
encontraba y una señora mayor con toda la paz y tranquilidad que Alanis
nunca había visto en un ser humano se volteó e indico con un movimiento de
cabeza que se sentara de nuevo. Alanis hizo caso.
-¿Qué pasa aquí? ¿Dónde estoy? Pero la mujer de paz nunca respondió.
Solo emitió un sonido que no logró comprender.
-“Shamak”
En seguida apreció una hermosa chica por la cortina de semillas que
parecía separar el sitio donde se encontraba del resto.
-¿Despertaste?
-Si.- Contestó Alanis, confundida.
-¿Quiénes son? ¿Dónde estoy?
-Somos los Shakattelu, Yo soy Shamak, hermana del jefe de la tribu y ella
es Shantuky es quien está cuidando de tu herida.
-Por qué no habla. Preguntó Alanis
-Porque no sabe hablar tu idioma.
-¿Y por qué tu sí?
-Porque mis padres eran como tú. Mi madre me enseño.
-¿Cómo yo?
-Una extranjera. Pero ellos decidieron quedarse aquí.
-Quiero irme.
-No, hasta que Shantuklo indique, después de eso lo podrás hacer.
-Te dije Shamak que no desearía quedarse. Indicó la vieja en un idioma
que Alanis no conocía pero al que la joven de la tribu respondió con un
asentamiento de cabeza.
Alanis se puso de pie y salió por la puerta de semillas y conchas sin ser
bloqueada por nadie, entendiendo que si la dejaban ahí era por su bien porque
no parecían tener intenciones de retenerla. Al salir todos voltearon a verla por
breves segundos y luego continuaron con sus labores, ella no parecía ser muy
significativa para ellos.
-Trabajan muy duro porque estamos en crisis de caza. Indicó la joven con
el mismo idioma.
-¿No hay animales aquí? Pregunto Alanis con tono de burla.
-Los hay, pero ya se conocen todas nuestras estrategias, son muy
inteligentes. Respondió Shamak ignorando su tono de burla.
-Pues hagan nuevas.
-De eso se encarga mi hermano, aunque no parecen funcionar.
Detrás de ella sintió una fuerte respiración y al voltear lo vio, estaba
Whhythu, la mirada fuerte e imponente de él se vio canalizada por la mirada
tierna y asustada de Alanis que no entendía como un ser que vive en la
naturaleza podría emitir tanto odio y desdén. Agarró a su hermana y se la llevo
lejos. Sin entender que pasaba volvió donde la vieja curandera quien con una
sonrisa solo dijo “Kijjte”, Alanis sin entender se sentó de nuevo.
-Tienes prohibido hacerte amiga de la extranjera.
-¿Por qué? Según tú, ella querrá irse, entonces no veo por qué no debo
acercarme.
-Porque no y punto. Ordenó él mirando fijamente a su hermana.
-No pretendo obedecerte, yo quiero a quien desee empezando por
Themuhh.
La joven muchacha salió corriendo y llorando a su lugar de paz y ahí la
esperaba el chico que despertaba todas sus emociones. Se vieron y ella corrió a
abrazarlo, él alzo el rostro de la joven y unió sus labios de forma muy suave
mientras las yemas de sus dedos secaban las lágrimas que ya habían sido
derramadas por Shamak y muy cerca le dijo: yo siempre estaré aquí cuando
me necesites porque te amo y la besó.
-Whhythu se ha convertido en un ser despreciable, Themuhh. Quiere
controlar todo lo que hago, pienso y digo.
-Tienes que entenderlo, está muy presionado por toda la situación de la
tribu. La comida no está alcanzando.
-¿Y eso que tiene que ver con nosotros? Por ejemplo.
-Él te protege, es todo. No quiere que nadie te haga daño
-Pues no se está dando cuenta que es él quien me está haciendo mal.-
concluyó la joven.
Cobahami estaba en sus deberes, trabajando las conchas para las
vestimentas cuando vio a Alanis, la observó con desprecio dada la increíble
belleza que guardaba ella. No se acercó porque ya había escuchado que en la
tribu se encontraba una extranjera de idioma desconocido. Se dirigió al lugar
donde dormía Whhythu, quien se encontraba pensando en nuevas estrategias
de caza y empezó a acariciarlo. Le masajeaba toda la espalda, luego el
abdomen y poco a poco fue recorriendo el cuerpo del jefe de la tribu, mientras
iba desprendiendo de él todas sus conchas. Este cansado de tanta presión cedió
ante la provocación de Cobahami, él se volteó y de forma brusca la tomó entre
sus brazos y la acercó fuerte a él, la beso y tiro contra el suelo donde la hizo
suya. Al culminar el momento de pasión él se sentía como el peor hombre del
mundo. Había estado con una mujer a quien ni quería, solo se había dejado
llevar por la pasión y el deseo. Su padre siempre le había dicho que a una
mujer se le respetaba, que jamás debía aprovecharse de los sentimientos de
ellas para hacerlas suyas o utilizarlas. Whhythu había faltado a la palabra de su
padre y esto le hizo enfurecer y salir corriendo de lo que representaba su
cuarto, una cueva sin ningún tipo de lujo. Al estar afuera la vio nuevamente
sentada en una roca llorando, era la extranjera.
-Yo también conozco tu idioma, le comento él.
-Quiero regresar a mi hogar, dijo Ala cansada y abrumada por tantas cosas
que desconocía.
-Tan pronto tu herida sane te devolveremos de donde viniste. Mientras
puedes irte tú por tus propios medios.
-No entiendes. Para cuando me regresen a donde me encontraron
probablemente todos se hayan ido y me quedare igual de perdida. Antes al
menos estaba con personas como yo, ahora estaré sola. Llévenme a donde me
encontraron.
-NO, respondió él.
Aunque eso era lo que él quería una fuerza aún mayor no deseaba que ella
se fuera. No quería alejarse de aquella mujer extranjera pero no sabía por qué.
Por otra parte Alanis aturdida por tantas cosas nuevas decidió tomar el rumbo
de vuelta a donde había quedado el avión junto con sus compañeros de vuelo,
estaba decidida a volver con su familia, a su vida.
Sin saber hacia dónde tomar decidió revisar el suelo para verificar donde
hubiesen huellas dejadas por los pobladores de la tribu al salir de ahí y las
encontró, pero marcaban distintos caminos las pocas que se veían claras así
que decidió por primera vez en su vida dejarlo todo al azar y escogió sin
mucho cálculo ni razonamiento una serie de ellas, solo dejándose llevar por la
intuición. El camino comenzaba un poco despejado y hasta como elaborado,
como si siempre recorrieran esa ruta, pero al cabo de un rato todo era confuso
y no solo ya no habían huellas sino que no pareciera haber pasado alguna vez
alguien por ahí. Alanis no entendía en qué momento todo había cambiado y la
ruta que antes parecía tan clara ahora no era más que vida vegetal intacta. No
había pasado mucho tiempo cuando una enorme lanza de madera pasó muy
cerca pero no logro acertarle, incrustándose así en un árbol adyacente. Empezó
a escuchar muchos gritos provenientes de diferentes partes, no sabía lo que
estaba pasando y de repente lo vio.
Whhythu era un hombre alto, fuerte y con una mirada que fascinaba y
atemorizaba al mismo tiempo. Alanis se lanzó encima de él gritándole una
serie de insultos porque casi culminaba con su vida pero este la aparto y tiro a
un lado de él, fue ahí cuando noto que al frente de Whhythu y sus compañeros
de caza estaban otros seres completamente desnudos y con armas idénticas a la
que por poco la atraviesa, fue ahí cuando recordó que los Shakatteluu no usan
armas de ese tipo, sino pequeños palitos afilados impregnados de veneno y
concluyó que por poco había sido cazada por otra tribu de la zona y que
Whhythu estaba poniéndose a él y a los demás en riesgo por salvarle la vida, a
ella, a una perfecta desconocida, por segunda vez.
Los hombres con los cuerpos descubiertos, como luego le indicó Shamak
que se llamaban, les dijeron en su idioma varias cosas a sus defensores e
intentaron acercarse a ella pero Whhythu no lo permitió, colocándose delante
en símbolo de protección y a este le seguían todos los demás. Los otros no
tuvieron más opción que retirarse. Cuando estos se fueron Whhythu volteó
enfurecido hacia Alanis.
-¿Qué planeabas hacer ahora?. ¿No te cansas de que te salven la vida? ¿Así
vives en la ciudad, con un salvador detrás de ti?
-Pues NO, en la ciudad sé qué hacer porque ahí crecí y aprendí a
desenvolverme. Aquí en cambio no sé nada.- replicó molesta.
-Entonces no eres muy inteligente.
-Claro que lo soy, fui la mayor nota de mi grupo de estudio.
-¿Quién te dijo que la inteligencia se media en notas? En este momento
acabas de demostrar que no tienes sentido común. Todos los días salimos de
caza y seguiste las huellas más marcadas que obviamente te llevarían al
terreno donde nosotros y otros más matan a seres vivos para alimentarse de su
carne. ¿ves? No eres nada inteligente.
Alanis entendió que aquel hombre brusco y con un castellano muy malo
tenía total y absoluta razón y se sintió completamente humillada y estúpida,
pero al mismo tiempo fascinada por las palabras que acaba de escuchar.
Todos regresaron a la tribu, Shamak, estaba muy preocupada, tanto por la
extranjera que había desaparecido como por su hermano y el resto de los
cazadores que no habían regresado de su jornada a la puesta de sol, como era
la costumbre.
-¿Qué pasó? Pregunto la joven preocupada.
-Tu amiga quiso escapar y por poco la matan.- añadió el jefe de la tribu.
Alanis solo pudo bajar la mirada al suelo, pero la joven de conchas
naranjas la tranquilizó y la llevo a una especie de cama elaborada con conchas
y hojas para que descansara allí. La bióloga sabía que después de esa
experiencia no podría dormir pero igual acepto las indicaciones de la tierna
Shamak.
Efectivamente no había logrado quedarse dormida después de varias horas
y decidió levantarse de donde estaba y caminar por dentro de los terrenos de la
tribu (después de lo de ese día no volvería a salir de allí sin un guía) y sin
darse cuenta estaba frente a la cueva del jefe de la tribu y de ahí salió él.
-¿Ahora que se supone que haces?- pregunto él de forma descortés.
-No logro quedarme dormida, no es necesario que seas tan brusco
conmigo. Te pido disculpas por lo de hoy y tan pronto la curandera me indique
que puedo irme lo haré con uno de tus guías y más nunca volverás a verme.
-Te pareces mucho a mi madre. Loca y testaruda, pero que sabe aceptar
cuando se equivoca.
-No pretendo mantener una conversación contigo. No me interesa. Solo
quiero curarme e irme.
-Te salvamos la vida dos veces y no buscas más que regresar con aquellos
a quienes no les importó que te trajéramos con tal de que a ellos no los
tocaran. Me das pena.
-¿Qué rayos te pasa?
-Me pasa que los hemos estado vigilando para que no descubran nuestra
tribu y no han hecho ni el mínimo intento por buscarte.
-Eso es porque no me conocen. Solo estaban conmigo en el avión.
-Si yo hubiese estado en ese avión contigo, estaría buscándote justo ahora.
Alanis no encontró que decir, ese hombre siempre tenía las palabras
perfectas y en el momento indicado. Cómo era posible que alguien así dijera
ese tipo de cosas. Entonces entendió que aquella gente, los Shakatteluu, eran
especiales, y lo eran por el simple hecho de amarse y respetarse entre ellos.
Alanis volvió a su cuarto, pero no sin antes ser vista por Cobahami quien
presencio en silencio y escondida toda la escena, sin entender ni una sola
palabra, pero observando la forma en que el amor de su vida y la extranjera se
veían y sintió mucho coraje. Salió corriendo hacia la bruja de la tribu como
hacía cada noche.
-Te dije que no era para ti. –advirtió la vieja bruja.
-Lo será.
-No, no, no. Ya el destino está marcado y esos dos estarán juntos. Así me
lo dijeron las conchas.
-Estúpidas conchas, no sirven.
-Ellas han predicho todos y cada uno de los sucesos de la tribu, qué te hace
pensar que se equivocan ahora.
-En que yo haré hasta lo imposible porque no sea así.
-Entonces no crees en el destino.
-No. No creo.- finalizó la joven.
Acostada entre hojas secas Alanis no podía más que pensar en su mamá, en
lo preocupada que debería estar. Cómo podía decirle que estaba bien, sana. Al
regresar quería contarle todo lo vivido y demostrar como aún quedan seres
humanos para los que el dinero y los lujos solo forman parte de algo
desconocido, lo que para la civilización actual lo único desconocido es el amor
y la lealtad, esta gente no necesitaba aprender nada de afuera, sino los demás
deberían aprender de ellos. La joven estaba empezando a imaginarse viviendo
ahí para siempre y se rio de solo pensar que no tendría con qué acomodarse su
cabellera, finalmente se quedó dormida, no sin antes recordar la mirada del
jefe de la tribu.
**
-Alanis esta noche habrá una celebración porque lograron cazar un animal
muy grande. Ayúdame con los vestuarios.- le suplicó Shamak.
-No deberían ahorrar mejor esa carne para otro día que no tengan.- indicó
Alanis algo irritada por el tono de súplica de la chica.
-¿Y cómo haríamos algo así Ala?
-Alanis recordó que ellos no tenían ningún método de refrigeración y que
de no comerse al animal este se descompondría en pocas horas.- que tonta,
disculpa, cuenta con mi ayuda.- Alanis se percató también de cómo la había
llamado, “Ala”, como le decía su madre. Una lagrima se resbalo por su
mejilla.
Todos estaban alegres con una gran sonrisa en su rostro, emitían sonidos en
lo que parecía ser alguna especie de canto. Whhythu estaba junto con los
demás cazadores alrededor del animal al que Alanis a pesar de todos sus
conocimientos en zoología no lograba reconocer debido al estado en el que
este se encontraba. Se imaginó por un instante a todos los cazadores como
locos y desesperados por la comida atacando al pobre animal sin siquiera una
estrategia de caza en particular, o al menos eso daba a entender la
desfiguración de lo que en breve sería el alimento de todos. Se acercó al jefe
de la tribu con algo de temor con respecto a lo que iba a hacer.
-Felicitaciones. Muy buena caza chicos.- dijo Alanis de una forma muy
suave.
-Ellos no te entienden.- le indicó Whhythu de forma brusca.
-Puedes traducirles.- advirtió la joven bastante molesta.
-No quiero. No les importa la opinión de una extranjera que en poco
tiempo se irá.
-Eres un grosero y un mal agradecido.- y tanta fue la molestia que Alanis
se sintió un poco mareada y empezó a dolerle bastante la herida. Al acercarse
la mano a la razón por la cual seguía en la tribu noto nuevamente sangre y se
desmayó.
Con un esfuerzo muy grande Alanis logró abrir por completo sus ojos y
noto a la vieja bruja a su lado.
-Tu cuerpo quiere quedarse.- dijo riéndose la vieja.
-¿Puede hablar castellano?- pregunto confundida Alanis.
-Hay muchas cosas que sé hacer pero nadie sabe. No puedes revelar mi
secreto. ¿me lo prometes?
-Toda esta tribu es una verdadera locura.
-Locura que amas muchacha. Lo veo en tus ojos. Te gusta nuestra forma de
ver la vida. Muy en el fondo es lo que siempre has querido, pero tu mundo no
te lo permite, te juzgarían si no eres lo que ellos quieren que seas y por eso no
te has permitido pensar en qué realmente es lo que estás buscando. Allá en tu
mundo nadie lo piensa, solo viven por inercia.
-En mi “inercia” nadie me trataba mal y me hacía sentir como una
completa extraña.
-Ja-ja-ja. Su mirada te penetró. Ya no hay nada que puedas hacer.
-¿De qué habla? –preguntó Alanis desconcertada.
-Tú mejor que nadie sabes de que hablo. Pero tranquila, él también piensa
en ti. Me lo dijeron las conchas.
Y antes de que Alanis pudiera decir algo, la vieja bruja se alejó de pero
había entendido perfectamente las palabras de la bruja, sabía a la mirada de
quien se refería.
-¿Estás bien? – llegó preguntándole bastante asustada Shamak.
-Sí, estoy bien. Fue solo un disgusto con el mal educado de tu hermano.
-Lo siento. Él se siente bastante mal por haberte hecho molestar y me pidió
que te trajera esto. Es un vestuario típico de nuestra tribu para las
celebraciones, es de conchas de color verde porque es el color mayoritario de
la naturaleza, la que nos suministra todo. Era de nuestra madre.
-¿De tu madre? Wow, gracias.
-Tranquila, agrádeselo a él.- dijo con voz de entusiasmo la joven hermana,
como si supiera algo que ella desconocía.
El traje era una especie de vestido corto, digno de un diseñador ecológico
(pensó Alanis entre risas), tenía diferentes tipos de conchas unidas por una
especie de tejido logrado con raíces muy finas de plantas. Era hermoso. La
chica decidió dar las gracias por el gesto y se dirigió a la cueva del jefe de la
tribu.
-Gracias. – dijo Alanis desde la entrada.
-¿De qué hablas?
-Del vestido de tu madre. Gracias.
-Es lo menos que podría hacer después de la forma en que te traté.
-En el fondo no eres tan mal educado, entonces.
-Contigo hay muchas cosas que no sé cómo manejarlas. Desde que me tocó
ser jefe de la tribu no sé tratar de otra forma que no sea con carácter.
-Todos te respetan y aprecian. No es necesario que seas brusco. Estoy
segura que igual conseguirías las mismas cosas si trataras con más amor.
-¿Y contigo como puedo conseguir las cosas?- pregunto el gran hombre
algo apenado y bajando bastante el tono de voz.
-Solo tratándome con respeto. Eso es algo que me ha encantado de aquí, la
manera como todos se aman y aprecian, como disfrutan de las cosas más
pequeñas y usan sus conocimientos solo para el bien y el equilibrio y no para
el mal. Ojalá de donde yo vengo fuera así.
-Pero aquí pasamos hambre muchas veces. En tu mundo no.
-Claro que sí. Hay personas muy pobres, y que adicional sufren día a día
del desprecio y maltratos de otros que se consideran superiores. Ustedes se
apoyan, buscan soluciones en conjunto. Son perfectos.- Alanis no podía creer
las palabras que estaban pronunciando sus labios.
-Algo me comentaron mis padres. Pero con todo y eso aún prefieres estar
allá que aquí.
-NO.- qué estaba pasando, por qué acaba de decir que no preferiría estar de
nuevo en su hogar. La joven estaba asustada de sus palabras, de su rotunda
negación ante el hecho de volver a ver lo único que conocía, incluyendo a su
madre. Se sintió confundida y antes de que Whhythu pudiera decir algo salió
corriendo de allí.
Corrió y se alejó un poco de la tribu, lo bastante como para no ser vista
llorando, pero no lo suficiente como para perderse y casi ser cazada de nuevo.
Se sentó en el suelo y continúo llorando, pero no lo hacía por las respuestas a
las preguntas que le acababan de hacer sino porque sabía que en cuestión de
días tendría que irse y dejar todo aquello que, que si bien odió al principio,
hoy en día lo estaba llegando a querer e incluso se estaba cuestionando por
completo si en algún momento le había gustado su vida. Estaba cuestionando
su forma de haber vivido los pasados años. Cómo tanta simplicidad podría
hacer dudar de cosas tan complejas, nada tenía sentido. Tantas preguntas
pasaron por su cabeza, acompañadas de respuestas inconclusas y recuerdos
que, sin darse cuenta, se hizo de noche, al notarlo regreso a la tribu y se puso
el vestido de la madre de los chicos blancos de la tribu.
No sabía cómo lucia porque no había nada que permitiera un reflejo del
look que estaba llevando. Pero prefirió pensar que se veía bastante bien, soltó
su cabello, a pesar de la herida y lo que sea que le había puesto la bruja para
taparla, agradeció haberse depilado antes del viaje (lo cual pensó que era
estúpido porque allá fuera nadie notaría su vello corporal en caso de tenerlo).
Tomo unas frutas que le habían llevado para comer y se froto los labios con las
más rojas, con sus dedos pellizco sus cachetes a fin de obtener un ruborizado
natural. Salió a la celebración.
Todos voltearon a verla llegar, estaba hermosa. Whhythu al darse cuenta de
su presencia dejó de agradecer a la naturaleza por el animal cazado, Themuhh
advirtió la situación y le dio un codazo y al obtener la atención del joven
distraído le señalo con la cabeza al animal para indicarle que continuara con la
ceremonia. Los Shakatteluu tenían la costumbre de agradecer a la naturaleza,
mediante oraciones, las grandes cazas. Estas oraciones en castellano, le había
comentado Shamak a Alanis una tarde mientras hablaban, significarían un
poco lo siguiente: “Oh gran madre naturaleza, gracias por una vez más
habernos dado el alimento, producto de ti y tus movimientos constantes.
Gracias por darnos abrigo y un lugar donde vivir. Gracias por permitirnos estar
aquí. Oh gracias gran madre”. Lo que llamó la atención de Alanis fue la
manera en que aquella gente denominada al ciclo de la vida, “movimientos
constantes”.
Continuaron el ritual, el cual se hacía alrededor de una fogata y con
integrantes de la tribu cantando, y al finalizarlo Shamak se acercó a la bella
joven y le dijo que la acompañara a un lugar muy especial para ella. Alanis
accedió. El lugar quedaba en lo alto de una montaña, donde se apreciaba una
hermosa vista, aunque por ser de noche no se lograba apreciar mucho.
-Aquí venia después de la muerte de mis padres. Cuando Whhythu estaba
tan concentrado en sus labores que ni siquiera me tomaba en cuenta. También
es el lugar donde Themuhh me confesó su amor. Yo lo amo pero mi hermano
jamás lo permitirá.
-No sabía al respecto. Debe ser muy complicado para ustedes verse con tan
poca gente en la tribu. Pero si lo amas debes luchar por ese amor, no entiendo
cómo ustedes pueden tener problemas de ese tipo. Parecieran ser tan libres, tan
claros y puros. No imaginaba que tuvieras que esconder algo y menos el amor.
-Mi hermano fue muy claro cuando me dijo que no me quería ver con
chicos.
-Tal vez porque no sabe lo que tú y ese chico sienten en verdad. Tienes que
decírselo, ellos dos parecen ser muy buenos compañeros de caza. Algún
aprecio debe tenerle al pobre muchacho.- indicó Alanis, riéndose al decir las
últimas palabras.
-Lo hare. Pero solo si tú también te confiesas ante él.
-¿Me confiese sobre qué?
-Sobre que lo amas.
-Ja-ja-ja-ja-ja-ja. El amor no nace así de sencillo, pequeña.
-Ahí estas equivocada. Mis padres me contaron que en ese mundo nunca
quieren ver lo obvio y tienen una palabra para cada cosa a fin de justificar el
por qué no es lo otro. Que pérdida de tiempo.
Aquellas palabras hicieron pensar una vez más a Alanis. Esta gente era
mucho más sabia que todos sus profesores de educación superior juntos.
Regresaron juntas a la tribu y ahí las esperaban bailes, cantos y comida;
aunque Alanis poco o nada quería probar del animal recién cazado.
Whhythu la observaba desde el otro extremo de donde ella se encontraba,
no podía dejar de verla, ni siquiera porque Cobahami siempre estaba sobre él
abrazándolo, cosa que por alguna extraña razón molestaba enormemente a
Alanis. Finalmente el jefe de la tribu se acercó al animal que era cocinado por
el fuego y arranco un pedazo para luego llevárselo a la extranjera, esta algo
asqueada lo aceptó para evitar tener otro percance. Lo irónico fue lo mucho
que le gustó, estaba aprendiendo a apreciar la simplicidad de las cosas.
-Sabe muy bien. Gracias.- dijo Alanis con una sonrisa.
-Me alegro que aprecies lo que te podemos ofrecer.
Y con un cruce de miradas se dijeron mucho más de lo que antes hubiesen
podido decir con palabras, bien sea Whhythu pegándole gritos a los demás de
la tribu o Alanis en sus presentaciones con sus múltiples conocimientos de
literatura y ciencia. Decidieron bailar, aunque la extranjera mostraba poco o
nada de afinidad al baile, aspecto que en lo absoluto le importó a su
compañero.
Se hizo muy tarde, todos dormían y cuando Ala se disponía a irse a dormir
también, una mano la tomó por el brazo y se la llevó al bosque, Alanis no
gritaba porque a pesar de la oscuridad que había quedado una vez apagada la
fogata, reconoció con facilidad la silueta de Whhythu. Finalmente llegaron a
una roca inmensa y ahí él se volteó y la besó. Con su mano ella torneaba todo
su cuerpo y él con las suyas la aferraba fuertemente a su pecho. Sus labios se
despegaron.
-Bajo esta roca yacen mis padres.- advirtió Whhythu- te traje aquí porque
quiero que ellos te conozcan antes de que te vayas. La vieja bruja me dijo que
ya tu herida está sana.
-No me quiero ir.- dijo Alanis con tristeza.- ustedes son fabulosos. Viven
porque aman y no aman para obligarse a vivir como lo hacemos allá fuera,
donde buscamos algo en que apoyarnos para levantarnos todos los días porque
la verdad estamos cansados.
-Debes irte. Ya todo está preparado.- culminó la conversación y se
devolvieron a la tribu sin pronunciar ni una sola palabra en el camino.
**
Hacía un sol deslumbrante cuando Alanis despertó justo donde su avión
había caído, no sabía ni como, ni cuando había sido llevaba ahí por los jefes de
la tribu. Al verla sus otros acompañantes se sintieron atraídos por la curiosidad
de saber cómo había sobrevivido a aquellos seres que se la habían llevado días
antes. Alanis solo pudo pronunciar pocas palabras, porque la tristeza se había
apoderado por completo al sentir que ya mas nunca volvería a ver a aquellos
hombres y mujeres tan simples y fabulosos. Solo alcanzó a decir que no
sobrevivió a ellos sino que ellos la ayudaron a sobrevivir.
Impactados, sus compañeros de viaje, le contaron que ya la ayuda venía en
camino, durante el tiempo que estuvo afuera se produjeron varias señales de
humo de distintas partes del bosque que llamaron la atención de las unidades
de rescate, aunque ellos nunca supieron quienes las habían hecho (Alanis
sospechó inmediatamente los autores),
-Siempre supo que me iba. Siempre lo tuvo en mente. – pensó Alanis con
nostalgia, al darse cuenta que Whhythu nunca había cambiado sus planes.
Pocas horas después múltiples unidades de rescate llegaron al sitio,
helicópteros, para ser más precisos. Durante el viaje de regreso a su casa, la
recién graduada en Biología en unas de las mejores universidades de
Venezuela, no dejaba de pensar en todas las pequeñas lecciones que había
aprendido de los Shakatteluu, gente que le demostraba que en esta vida no
todo es conocimiento adquirido por la lectura o las experiencias ajenas, sino
por las vivencias propias y el amor a todo aquello que nos rodea. Alanis
después de muchos años de vida entendió lo que realmente es vivir, sentir y
amar, y todo gracias a unos humanos vestidos con conchas de semillas.
Al llegar a su casa Alanis abordó a su mamá, los últimos días desde la
desaparición de su hija, no había momento en que la señora no pensara en su
hija, llorando y suplicándole a todo en lo que creía para que su hija estuviese
con vida y bien.
-¿Mi amor y esa herida que tienes en la cabeza? - preguntó la madre.
-Me la hice en el accidente mama, obvio.
-Si, entiendo, pero está curada ya.
-Ah sí, es que… las unidades de rescate hicieron un buen trabajo.
-Qué extraño, balbuceo la mamá de Alanis.
Alanis se había prometido a sí misma nunca hablarle a nadie sobre quienes
la habían salvado la vida, por miedo a que intentaran buscarlos y destruir
aquello tan bello que tenían, pero también se comprometió a todos los días de
su vida aplicar los conocimientos adquiridos y a compartirlos con todos los
que la rodean, porque tanta sabiduría merecía ser transmitida.
-Te dije que nunca estarían juntos, vieja bruja. - dijo con desdén Cobahami.
-Ellos aún siguen unidos por la sabiduría y el corazón, que es mucho más
importante que cualquier otra unión, y eso es lo que significa “Kijjte”. No
obstante si puedo asegurar que tú y Whhythu jamás estarán juntos en ningún
sentido porque la maldad forma parte de ti y esa maldad debe morir solo
contigo. A diferencia de Shamaky Themuhh que justo ahora están en su lugar
preferido.- indicó la vieja finalizando la oración con una pícara sonrisa en el
rostro.
**
Pasaron los años y Alanis se había convertido en una excelente
profesional, tenía un alto cargo y se había mudado a un departamento amplio.
Todo parecía marchar bien, excepto que ella no se sentía del todo cómoda.
Desde la vez de su accidente y de haber conocido a los Shakatteluu su visión
de la vida se había distorsionado y al regresar a la ciudad tuvo que adaptarse
nuevamente, pero, aunque lo había logrado sin problemas algo en ella sentía
que no encajaba. No había vuelto hablar con Ricardo y en general no ha
mostrado interés por ningún chico, a pesar de las muchas invitaciones a salir o
a comer. Alanis extrañaba a Whhythu, lo extrañaba muchísimo.
-Alanis, mi amor, debes aceptar esa excursión al Amazonas, sería una
excelente oportunidad para ti – Dijo su adorable madre.
-No lo sé mama, me llama mucho la atención, pero esa pequeña empresa
que desea establecerse en La Patagonia me parece que tiene mucho potencial a
futuro.
-No lo sé hija mía, la última vez que viajaste allá fue cuando ocurrió el
accidente y no deseo que nada malo te pase nunca más. Esos días fueron los
peores para mí.
-Lo sé madre, pero debes entender que debo elegir uno de los dos
proyectos y es el de La Patagonia el que me enamoro.
Hace tan solo una semana le había llegado a Alanis un sobre de la empresa
Chemical Business, solicitando su presencia en sus inhalaciones a fin de una
propuesta de trabajo para un estudio en La Patagona donde ellos se disponían
a explotar un terreno para la extracción de un compuesto natural que al
procesarlo sería un excelente anticancerígeno. El proyecto era ambicioso y
estaba muy bien elaborado, con estudios científicos que lo respaldaban al
máximo. Habían conseguido respaldo económico de grandes empresas e
incluso un visto bueno del gobierno extranjero donde se hallaba ese
compuesto tan valioso. El proyecto además ya tenía varias publicaciones muy
elogiadas en el ámbito científico y de la salud. Todo esto enamoraba
enormemente a Alanis, pero en secreto lo que más llamaba su atención era la
idea de quizás poder encontrase con Whhythu y Shamak, ya que ni siquiera
tuvo oportunidad de despedirse.
El proyecto en la Amazonas era para una empresa farmacéutica muy
reconocida a nivel mundial y aseguraba unos grandes ingresos en la economía
de Alanis, como también un contrato por no menos de 5 años, era el proyecto
a donde su mama quería que ella fuera, pero desde el momento que recibió la
otra oferta su corazón dio un palpito de emoción y si algo había aprendido de
los días con esa tribu tan maravillosa, era a ir a donde tu corazón te llevara, ya
habían pasado tres años desde su encuentro y solo deseaba volver a verlos.
Estaba decidida a ello así implicara tumbar la avioneta.
Ya con la decisión tomada y el contrato firmado, Alanis empaco sus
maletas y convenció a su madre que todo estaría bien, esta al verla tan feliz no
tuvo otra opción que abrazarla y sentir felicidad por ella. Incluso Ricardo la
llamo para felicitarla, en especial porque al ella tomar ese proyecto le
ofrecieron a él el otro y esto le dibujaba una enorme sonrisa, obviamente
Alanis no creía en sus palabras.
Desde que había vuelto a la ciudad, Ricardo se había decidido a
reconquistarla, pero nada funcionada con ella, estaba muy cambiada. Si le
regalaba flores le preguntaba que por qué contribuía con ese comercio tan
barato, si la invitaba a comer detestaba ir a los restaurantes costosos que antes
le fascinaban, al ir a correr a los parques ya no se ponía los audífonos, sino que
contemplaba embelesada de la belleza de la naturaleza. Era otra mujer, una
que no mostraba el menor interés por él, definitivamente la había perdido.
Ya en el aeropuerto internacional Alanis se encontró con varios
compañeros de universidad y hubo una de ellos que en especial que le recordó
muy buenos momentos. Andreina siempre había sido una chica muy estudiosa
y algo reservada pero los años la habían vuelto más alegre y desinhibida, ellas
dos fueron compañeras más de una vez de estudio y laboratorios y al verse
decidieron ponerse al día con sus vidas.
-Me contaron que también te habían ofrecido el proyecto del Amazonas.
¿Por qué no lo tomaste? – Pregunto Andreina un poco confundida, ya que
todos aneblaban ese proyecto.
-Este proyecto me pareció más beneficioso parala humanidad, el otro solo
beneficiaba mi bolsillo.
-Lo peor es que se lo dieron a un tal Ricardo Fuentes que tuve la
oportunidad de conocer el año pasado y en verdad es insoportable, me hubiese
gustado más que tú te llevaras ese billete gordo.
Entre muchas risas, Alanis respondió:
-Conozco muy bien a Ricardo, salimos hace algunos años y si, en efecto es
un completo patán. Y la verdad no me importa que él se lo haya tomado, tengo
mucha fe en este proyecto y sé que no me podre arrepentir.
-Seguro que sí, además estaremos juntas en él, así que será una excelente
oportunidad de ponernos al día con nuestras vidas. – aseguro Andreina con un
tono de emoción en su voz.
Al llegar al otro país y ver lo que los iba a transportar a su centro de
estudio desilusiono enormemente a Alanis, ya que el modelo viejo que ella
esperaba muy parecido al de su último viaje había sido reemplazado por un
avión super grande y moderno. Si, definitivamente su estatus había cambiado
y ahora verse con los Shakatteluu no iba a ser tarea fácil, incluso parecía un
imposible. Andreina al ver la cara de desilusión de Alanis le pregunto de que
iba esa cara y ella solo sonrió fingiendo que todo estaba bien y que esperaba
no extrañar a su mama.
A la conversación se le unió un señor de un poco más de cuarenta años
quien se presentó como el gerente de la empresa Chemical Business, ellas
agradecieron la oportunidad y se sentaron con él a discutir aspectos científicos
de importancia, esto último llamo la atención de Alanis porque en todos ellos
no parecía haber alguna importancia a la conservación de la zona, que
básicamente era el trabajo de ella.
Cuando Alanis en su carrera universitaria decidió irse por Ecología sabía
que pasaría el resto de sus días estudiando terrenos para que las grandes
empresas no destruyeran el ecosistema o al menos no crearan un impacto tan
significativo, también tenía claro que habrían algunas que ofrecerían “bonos
extras” por poder llevar a cabo sus proyectos sin importar el impacto
ambiental, a esto último Alanis siempre se mentalizo a jamás ser parte, ya que
su trabajo seria ético. Por eso al hablar con Felipe Gómez ella tuvo un mal
presentimiento, en sus palabras había mucha codicia, no mencionaba jamás el
efecto en la salud que el proyecto priorizaba, tampoco hablaba del ambiente
como un tema que marcara importancia en la ejecución del mismo, solo
hablaba de la cantidad de dinero que esto le llevaría a la empresa y por ende a
todos los involucrados, a decir esto último una sonrisa de complicidad fue
directa a Alanis, quien solo se limitó a contestar:
-Espero entonces que se pueda llevar a cabo, tan pronto llegue estudiare la
zona y veré que tan viable es este valioso proyecto. – las últimas dos palabras
las dijo imitando a su interlocutor y agregándole un toque de sarcasmo.
Ya en el avión rumbo al centro de estudio, Andreina estaba super
emocionada y no paraba de comer unos frutos secos que había adquirido ahí
mismo a un precio absurdo, pero se excusaba con el hecho de que le daba
miedo volar, aunque Alanis sabía que era mentira, ya que la recordaba siempre
comiendo, clases, descansos y escondidas en los laboratorios.
Andreina era una chica guapa, pero con exceso de curvas, no obstante, la
hacían ver bastante llamativa, Alanis aunque siempre ha sido muy simpática
para el sexo opuesto, era un estilo bastante diferente. Había heredado de su
madre las pecas y a ellas las acompañaba un rosto cálido y un cuerpo delgado
y menudo, la verdad se parecía más a su padre.
Amabas eran muy cotizadas en la universidad y ahora, años después, la
cosa no había cambiado, en el proyecto los chicos no dejaban de verlas y
aunque siempre estaba el ambiente laboral volando sobre ellos, no podían
dejar a un lado las hormonas y ahí estaban esas dos bellas mujeres solo para
ellos en un estudio que llevaría meses. Parecía tarea fácil para ellos.
Al llegar a su destino, Alanis observo un amplio terreno inexplorado, lleno
de selva poco característica de la zona, lo que hacía de aquello aún más
extraordinario. Felipe indico que la maquinaria empezaría a llegar a partir de
la próxima semana y que por estos días solo estarían ellos haciendo análisis
del terreno y estudiando el ecosistema. Sus casas y laboratorios era en realidad
grandes tiendas de un material bastante resistente y seguro, los cuartos estaban
acomodados para albergar a dos investigadores, así que Alanis y Andeina
acordaron ser compañeras de habitación.
Esa misma noche comieron una deliciosa comida elaborada por el cocinero
del proyecto y al anochecer los chicos decidieron hacer una fogata y celebrar
el primer día de muchos en aquella zona donde solo estarían ellos y la
naturaleza. No paraban de intentar ligar con Andreina que parecía ser la más
disponible de las dos, pero, aunque ella fuera más abierta a las conversaciones,
no buscaba nada más. En la ciudad Andreina había logrado continuar con su
noviazgo de la universidad y estaban planeando la boda que se llevaría a cabo
tan pronto ella regresara de este trabajo, por tal motivo no estaba interesada en
nada más que hacer un buen grupo de trabajo. Alanis por su parte nunca fue la
más platicadora, pero si eso le sumas que sus últimas dos experiencias
amorosas habían acabado mal, la ecuación solo podía dar un único resultado y
era el no tener el más mínimo interés en relaciones, ni siquiera de encuentro
casuales.
Felipe la observaba constantemente mientras ella miraba a su alrededor y
tomaba apuntes, aun siendo de noche se podían observar varios puntos de
interés como adicional conocer la flora y fauna nocturna del terreno y ella
estaba decidida trabajar desde el día uno. No obstante, esto en vez de agradar
al gerente parecía molestarle y constantemente lanzaba comentarios hacia
Alanis donde le daba a entender que no era necesario trabajar tanto.
Esa misma noche al irse a dormir con su compañera de cuarto no pudo
evitar sentirse observada, por un momento creyó que se trataba aun de Felipe o
incluso alguno de los chicos deseosos de una noche de pasión, pero sus tiendas
ya tenían la luz apagada y la verdad la sensación la hacía voltear hacia el
bosque, como si alguien o algo la viera desde allá. Se obligó apartar esos
pensamientos para evitar asustarse y dormir incomoda.
Esa noche la vio, en sus sueños vio a Shamak, quien le daba las gracias por
volver al mismo tiempo que le pedía ayuda. Alanis se despertó sobresaltada en
medio de la madrugada y decidió salir de la tienda para no molestar a
Andreina, se abrigo bien, se colocó sus botas y salió a tomar un poco de aire.
Ya afuera todo estaba absurdamente oscuro, Alanis había olvidado cuando
había sido la última vez que había podido ver el cielo tan despejado y admirar
todas sus estrellas, en la ciudad era imposible verlas siempre había un exceso
de contaminación, incluso cuando la NASA advertía lluvia de estrellas o algún
planeta cercano a la Tierra por un periodo de tiempo era necesario un
telescopio y mucha paciencia para poder ver esos hermosos fenómenos. Ella
pudo imaginarse las estrellas fugaces vistas desde su actual sitio y una sonrisa
invadió su rostro, pero esta fue borrada inmediatamente al escuchar un ruido
de pasos, como de una persona corriendo dentro del bosque, pero se alejaban,
sea lo que sea que hubiese sido estaba ahí cerca de Alanis y había decidido
alejarse.
A la mañana siguiente todos los investigadores empezaron a primera hora a
verificar el terreno, tomaron muestras del suelo para estudiarlo en las tiendas
acondicionadas como laboratorios, Alanis tomo varias fotos de la vegetación y
ayudo a sus compañeros a recolectar material de estudio. Esta vez cuando ella
escucho los pasos no se sintió como una loca porque no había sido la única en
oírlos, todos sus compañeros se voltearon al tiempo en dirección al sonido que
ya era familiar para ella. Los pasos desaparecieron y al abrirse paso entre la
vegetación vio lo que parecían unas conchas de cereal en el piso, el corazón de
Alanis empezó a latir con fuerza, ella sabía de qué se trataba o, mejor dicho,
de quienes se trataba. No dijo una sola palabra y decidió fingir asombro como
los demás, hasta le toco pretender que sentía miedo para acompañar a
Andreina en ese sentimiento.
Ese mismo día en la tarde mientras todos comían y hablaban sobre lo
ocurrido en horas de la mañana, Alanis termino rápidamente los alimentos de
su plato e indico que daría una vuelta por el laboratorio No. 7 que era el más
lejano del campamento, con la excusa de que ahí había llevado por error unas
muestras producto de su desorientación por lo sucedido. Todos entendieron
perfectamente y la dejaron ir, incluso dos de ellos se ofrecieron acompañarla,
pero Alanis indico que no era necesario y se fue rápidamente para evitar más
ofrecimientos.
Ya estando lejos de lo que habían convertido en un comedor, se dispuso a
entrar en el bosque y unos cuantos metros dentro empezó a decir el nombre de
su buena amiga Shamak, pero no parecía haber respuesta de ningún tipo.
Alanis se empezó a cuestionar si en verdad sido ellos los que merodeaban por
ahí o alguna otra tribu y ella una vez más estaba en medio de un territorio de
caza, sus dudas rápidamente fueron aclaradas al ver del otro lado a un hombre,
no, un chico con toda su piel cubierta de barro y conchas de cereales
cubriéndolo casi en su totalidad, él le dijo unas palabras que ella no logro
entender y a las que solo pudo responder diciendo: Whhythu, este al ori ese
nombre se le abrieron ampliamente los ojos y salió corriendo sin siquiera darle
tiempo a Alanis de ver hacia qué dirección. Después de ver la expresión de ese
chico y su “vestimenta” no cabía duda de que se trataba de un Shakatteluu,
pero él no pareció reconocerla, probablemente para cuando ella había estado
en su tribu ese chico debió haber tenido unos 7 años, quizás por eso no la
reconocía y debió haber llegado allá gritando que una perfecta desconocida
había dicho el nombre de su jefe, en caso de que lo siguiera siendo, la verdad
era que Alanis no llego a conocerlos los suficiente y no sabía cómo era la
logística para acceder a los altos cargos. Otro pensamiento empezó a
preocuparla enormemente y era si ya él se había casado o lo que sea que hacen
ellos cuando consiguen el amor, también se preguntaba si los días difíciles ya
habían pasado y lo que más le causaba ruido en su mente era por qué estaban
ahí si ese lugar estaba muy lejos de lo que ella había asumido mentalmente era
el sitio de su ubicación real.
Después del accidente, ya estando en la ciudad, Alanis hizo todo un
estudio de la ubicación de la tribu, con respecto al lugar del accidente, tiempo
en que la llevaron caminando hasta ella y no era posible que fuera un lugar
cercano a donde ella se hallaba en ese momento. ¿Por qué se trasladaron tan al
sur? ¿Qué había ocurrido exactamente?
Esa misma noche tuvo otro sueño con Shamak, en esta oportunidad ella la
veía con cara pálida, sin maquillaje de barro, ni cereales. Solo la observaba
con ojos vidriosos desde la puerta de la tienda donde dormía Alanis, quien se
despertó automáticamente y observo hacia el lugar donde su amiga había
estado en el sueño, pero novio a nadie. No soporto más la angustia y la
curiosidad y se colocó sus botas de excursión, un abrigo y salió a averiguar si
los seguían observando para de esa forma intentar acercarse a uno de ellos y
seguirlo, aunque esto último no lo vio nada fácil porque ellos se debían saber a
la perfección el terreno y ella tan solo llevada ahí un día y además era de
noche. En efecto, al salir escucho unos pasos que se alejaban y decidió ir tras
ellos, al estar relativamente lejos de las tiendas pronuncio los nombres de su
amiga y el del jefe de la tribu una vez más y automáticamente los pasos se
detuvieron. Como noto que quien estuviese ahí había reconocido los nombres
aprovecho y también menciono el de la vieja bruja, dijo casi en un susurro
Shantuk, y casi de forma inmediata apareció una forma humana, casi
imperceptible, ante sus ojos, quien le extendió la mano para que ella la tomara
y eso hizo. Casi sin darse cuenta se encontraba corriendo entre a selva guiada
por un joven y después de lo que ella creería fueron como veinte minutos
corriendo sin parar, llegaron a terreno vacío, no solo de vegetación sino de
todo, estaba completamente solo y había únicamente estacas de madera
enterradas en el suelo con llamas en sus puntas para iluminarlo. Cuando volteó
a ver al chico supo que era el mismo que había visto en una primera
oportunidad y este le señalo en una dirección, pero ella dudo sobre lo que
quería porque hacia allá o había absolutamente nada. De prono sintió una
presencia justo detrás de ella y volteo lentamente y con miedo hasta estuvo
justo debajo de la mirada de Whhythu, su corazón simplemente se disparó, lo
tenía de nuevo al frente, igual de imponente, alto y fuerte. Alanis recordó cada
centímetro de él y esa mirada, Dios esa mirada, que no había logrado olvidar a
pesar de todos estos años, ella no lo había querido admitir, pero había sido el
recuerdo él lo que la había hecho obviar a todos aquellos que se acercaban con
intensiones románticas a su vida. Ella llevaba todos estos años deseando verlo
y finalmente ahí lo tenía, en frente.
El la tomo por el brazo y la arrastro en la misma dirección que hace unos
segundos le había indicado el niño, pero no entendí hacia donde la llevaban,
hasta que se dio cuenta que lo que antes era una especia de pequeña montaña
para ella era en realidad una cortina de vegetación que usaban como
camuflaje. Pero desde cuando los Shakatteluu se ocultaban en sus propias
tierras, ella recordaba verlos dispuestos a sus anchas en todo lo que ellos
consideraban su territorio, jamás noto un ápice de miedo o temor que los
llevara a camuflajearse, excepto claro sobre su piel, pero eso era para poder
cazar. Al pasar la cortina vegetal vio a la vieja bruja parada de frente a ella y
por delante tenía una especie de cama hecha con leña e hierbas donde yacía en
una posición encorvada su amiga, Shamak. Alanis no puedo contener el llanto
al verla ahí pálida y con los ojos cerrados y a un costado y de rodillas estaba
Themuhh, quien sostenía su mano y lloraba sobre ella. Ella se volvió hacia
Whhythu y le pregunto que ocurría, al fin y al cabo solo él podía entenderla.
Este solo la tomo nuevamente del brazo y la arrastro hacia otro escondite
vegetal al otro extremo de donde se encontraban y llegaron a lo que ella podía
entender era la cueva de él y no era la misma a la que ella una vez había
entrado y donde habían peleado, al parecer la tribu se había mudado.
El vio a Alanis y noto la confusión en sus ojos, sabía lo que ella estaba
pensando.
-Las cosas no han estado fáciles para nosotros desde hace varias lunas. –
Dijo Whhythu
-¿Qué ha ocurrido? – Pregunto ella
- Los tuyos han llegado a nosotros y destruyeron todo.
Alanis quedo paralizada de la tristeza, ella entendía a qué se refería. Todos
los días la ciencia avanzaba más y más y en sus ansias de querer demostrar sus
hipótesis habían destruido varios terrenos alrededor del mundo y esta vez
había llegado hasta ellos. Ella jamás los menciono, ni siquiera a su amada
madre para evitar que algo los perturbara, ella solo quería lo mejor para ellos y
eso era mantenerse en secreto. Pero alguien los había encontrado.
-¿Qué le paso a Shamak? – pregunto Alanis con la garganta seca y la voz
quebrada.
-La bruja aún no sabe, solo dice que fueron ellos.
-Permíteme revisarla por favor, no soy médico, pero quizás lo que tenga
puedo conocerlo. – Suplicó Alanis
Y con un asentamiento de cabeza ella supo que tenía luz verde para volver
donde su amiga e intentar ver que tenía en realidad y si aún podía salvarla. Al
llegar de nuevo donde se encontraban la bruja y su amiga, decidió acercarse a
ella, pero al principio ese hombre enamorado y triste que estaba a su lado no la
dejaba siquiera tocarla, pero fue el jefe de la tribu quien autorizo que pudiera
hacerlo. Themuuh de mala manera se alejó y dedicó una mirada de odio a
Alanis.
En los últimos años, tras la partida de Alanis, Themuhhy Shamak habían
podido unirse como pareja, al principio no fue nada fácil y debían verse a
escondidas hasta que la vieja bruja detecto que había vida dentro de ella, un
bebe venia en camino y decidieron contarle a Whhythu toda la verdad, este al
principio se mostró fuera de sus cabales, pero con el paso de los días decidió
ser parte de ese momento tan hermoso que estaba viviendo su hermana.
Lastimosamente después de dos meses Shamak perdió al bebe y desde
entonces no ha vuelto tener vida dentro de ella, no obstante, ellos siguieron
estando juntos y hasta ese momento su amor seguía intacto.
Alanis se acercó a Shamaky noto que su temperatura estaba demasiado
alta, ella sudaba de su calor corporal y por eso había perdido la conciencia. La
reviso con más detalle y pudo encontrar una herida completamente infectada.
-Eso lo hizo uno de los tuyos. – dijo Whhythu
-¿Con que se hizo esto exactamente? – pregunto ella, ignorando el tono
acusador.
-Gran cosa de…mechal marrón.
-¿Metal? – corrigió Alanis
A lo que no recibió respuesta, pero supuso que era una afirmación, solo
que el jefe de la tribu era tan orgulloso que no iba aceptar haber dicho mal una
palabra del castellano.
-Necesito volver a mis tiendas, allá tengo lo que ella necesita- exigió
Alanis.
Al llegar al campamento corrió a buscar el botiquín de primeros auxilios y
adicional busco antibióticos, lo más probable es que Shamak tuviera tétano ya
que la herida profunda y la posición de cuerpo lo daban a entender, el
antibiótico al menos mataría la bacteria. De regreso a la tribu, Alanis limpio
muy bien l herida y luego le suministro el antibiótico, además había llevado
varios paños y potes de agua fría para controlar la fiebre. Al amanecer ya la
fiebre había cesado y esperaba ver como respondía al tratamiento, le dijo a
Themuhh como darle el antibiótico y que se guiara por la luz del día y él se
mostró completamente abierto hacer todo tal cual ella se lo indico y le dio las
gracias en su idioma.
Alanis le pidió el favor a Whhythu que la llevara a su campamento y que la
fuera a recoger en la noche de nuevo para ver como seguía su amiga, este
acepto sin siquiera pelear porque estaba muy agradecido con Alanis como para
pelear por lo que fuera. Adicional ella le pidió que por favor al regresar ella en
la noche le contaran exactamente que paso con la tribu y de qué forma los
como ella los habían perjudicado.
Al llegar al campamento el gerente estaba parado afuera de su tienda y no
tenía muy buena cara, parecía bastante molesto. Alanis solo pudo saludarlo y
decirle que estaba realizando una caminata vespertina para ver algunos
ejemplares de la fauna.
-Supongo que ya notaste que hemos empezado la explotación – Dijo con
cautela Felipe.
-Sí, eso he notado y sin nuestro permiso. – se atrevió a confesar Alanis.
-Este estudio es muy importante para nosotros e involucra a demasiados
inversionistas, pero en el proceso notamos que había una comunidad indígena
colonizando el lugar e intentamos de todo para trasladarlos a un mejor sitio,
pero son unos salvajes que no quieren razonar, de hecho, creí que no hablaban
español hasta que los vi contigo.
Alanis sintió la sangre hervir y el corazón palpitar a mil, si ese hombre
había sido capaz de seguirla la noche anterior es porque era capaz de cualquier
cosa para continuar con el proyecto. Pero aun había algo que no encajaba en el
rompecabezas.
-Las explotaciones las iniciaron desde mucho antes y en un territorio aún
más alejado de aquí. Nos trajeron solo para estudiar lo que ustedes querían,
pero no contaron con que ellos se hubiesen trasladado – Alanis suspiro
enfurecida – Solo nos trajeron para firmar los papeles de aceptación y ustedes
continuar con el proyecto sin importarles lo que aquí habita, o quienes aquí
habitan.
Felipe solo pudo permanecer en silencio, mientras le tendía los papeles de
aprobación del proyecto para su firma. Alanis los tiro al suelo y se marchó
enfurecida hacia el campamento. Andreina estaba apenas abriendo sus ojos
cuando la vio y no pudo evitar levantarse enseguida.
-Alanis ¿ocurre algo malo?
-Si, la verdad sí. Chemical Business nos ha estado ocultando la verdad, ya
empezaron hace mucho tiempo el proyecto desde una zona lejana y se
encontraron con una tribu de la que no se han podido librar. Nos trajeron solo
para que viéramos lo que ellos querían, aceptando así el proyecto y después
ellos solo Dios sabe que harían con esa gente.
-¿Lo has visto? – Pregunto Andreina aun confundida.
-Si, hace un día vi a un chico, nos estaban espiando porque creen que
somos como los demás. Debemos parar este proyecto Andreina.
-¿Estas loca? Es demasiado dinero el que han invertido, sería como pelear
con el aire y pretender ganarle. – Argumento su amiga.
-Debe haber una manera. – Sentencio Alanis.
Después de mucho pensarlo y discutirlo con sus otros compañeros, Alanis
no tuvo más opción que llamar a Ricardo, él era un completo idiota pero sabía
de todas las leyes que amparaban la flora y fauna de un terreno, y la verdad es
que si era muy inteligente y competente. Este se mostró muy receptivo con la
información y en vez de tomar una postura a favor del dinero, por primera vez,
estuvo a favor de Alanis y se comprometió ayudarla. Primero verifico la zona
en un mapa geográfico y luego realizo un estudio para verificar que tribu
podría vivir en aquella zona, al no encontrar nada y llamar a Alanis para
indicarle que esa información era fundamental, esta le dijo el nombre y donde
se ubicaban en un principio.
Alanis nuca fue capaz de hablar sobre los Shakatteluu con nadie, ella
quería preservar eso tan hermoso que tenían y se había prometido a si misma
jamás emitir comentario alguno, pero tuvo que faltar a su promesa porque era
necesario que la gente supiera de ellos y que no se podía explotar ese
territorio. Por otro lado, estaba el tema científico, era un proyecto no solo
ambicioso desde el punto de vista económico, sino del de la salud porque si lo
que afirmaban era cierto se tendría prácticamente la vacuna contra el cáncer,
con un 100% de efectividad.
Cuando empezó sus estudios en la facultad de Ciencias, Alanis empezó a
entender que la ciencia y la naturaleza no siempre estaban de la mano, hasta se
llegó a cuestionar más de una vez si ella serviría para eso. Cuando conoció a
esa hermosa tribu hace tres años ella noto que la ciencia solo tapa los agujeros
de las heridas provocadas por nosotros mismo en nuestro intento por
evolucionar, era como un círculo vicioso donde los únicos afectados éramos
nosotros mismos. Quizás hoy acabaran con el cáncer, pero probablemente esa
vacuna tendría algún compuesto que de seguro desarrollaría otra enfermedad a
futuro. Y seguiríamos acabando con la naturaleza siempre en búsqueda de la
cura para una nueva enfermedad, que los “civilizados” hubiésemos creado.
Definitivamente Alanis tenía clara su postura y no descansaría hasta ayudar a
esa tribu que le habían salvado la vida en más de una oportunidad durante su
accidente.
Después de contarle todo a Ricardo, incluyendo lo del accidente, este
decidió poner manos a la obra, y fue ahí cuando Alanis entendió el porqué de
tanta disposición ayudar y era por toda la fama que se le vendría encima
apoyando una causa tan fuerte como la preservación de toda una comunidad
aborigen. Por su parte Felipe Gómez estaba histérico por las acciones
emprendidas por Alanis y ese mismo día viajo de vuelta a su país para aclarar
esta situación con la empresa que tardaría poco en enterarse de todo.
Sin Felipe merodeando por el campamento y sus compañeros haciendo
estudios para ver que otro factor a su favor podían encontrar para descartar el
proyecto, Alanis decide internarse en la selva y encontrarse de nuevo con el
chico o alguno de los Shakateluu, deseaba ver como seguía su amiga y quería
demasiado volver a ver a Whhythu. Camino por más de media hora y no
lograba dar con ellos, ya estaba empezando a sentir miedo por la posibilidad
de haberse perdido, continuó caminando sin rumbo claro hasta que escucho un
crujir de hojas a su espalda y al voltear lo vio, grande, fuerte y con su cabello
largo y despeinado, sus ojos lucían cansados e iban acompañados de grandes
ojeras, ni siquiera tenía barro en su cuerpo y solo le quedaban algunas
conchadas pegadas a su piel. Se veía destruido. Alanis tan pronto lo vio corrió
a sus brazos, lo extrañaba demasiado y acto seguido le pregunto por su
hermana.
-¿Cómo esta Shamak?
-La salvaste, está ya consiente, pero aun débil. Ella quiere verte. – afirmo
el mientras la observaba con detalle como recordando cada minúscula parte de
ella.
Al entrar donde se encontraba Shamak, ella sonrió al ver a Alanis.
-Sabía que volverías a nosotros – dijo ella en lo que casi fue un susurro.
-No te esfuerces en hablar, aun estás débil. Me alegra verte mejor.
-Mi hermano te ha extrañado. Desde que te fuiste se ha puesto más
amargado. ¿Por qué te marchaste? El realmente creía que te quedarías.
-¿De qué hablas? – pregunto Alanis confundida – ustedes me trasladaron al
avión mientras dormía.
La cara de confusión de Shamakdejo bastante claro que ellos no sabían de
esa orden. En ese momento entro Whhythu y al notar la mirada de ambas no
puedo evitar correr a donde su hermana para verificar que todo estuviese bien
y esta le conto lo que hace un minuto le había confesado Alanis. En ese
momento entro Shantuk, la bruja.
-No ha sido una orden tuya Whhythu, con el tiempo descubrí que fue
Cobahami quien les dijo a varios chicos que la llevaran a donde estaba el ave
metálica y prendieran fuego en las adyacencias para que los encontraran
rápido - aseguro la bruja en su idioma, aunque Alanis sabía perfectamente que
ella también dominaba el castellano – Pero no mostré preocupación alguna
porque las conchas me dijeron que ella volvería. – culmino la anciana con una
sonrisa en la que faltaban varios dientes.
El jefe de la tribu salió del lugar con la furia incendiando sus ojos y fue
directo donde Cobahami, quien ya sabía que la extranjera había regresado y al
ver a Whhythu supo que ya toda verdad había quedado expuesta.
Cuando ocurrió el accidente de Alanis y había llegado al territorio de su
tribu, Cobahami sabía que significaría un problema para ella por la forma
como Whhythu la veía y ella a él. Desde el primer momento supo que entre
ellos había una fuerza más poderosa que la de ella con el jefe de la tribu, es
más, dudaba que alguna fuerza siquiera existiera entre ambos. Fue entonces
cuando contaba los días para que la extranjera se curara y ellos la desterraran,
pero las cosas fueron cambiando con los días y en una noche que ella los
siguió pudo ver como el llevo a esa recién llegada y además extrajera, a la
tumba de sus padres. Eso último en la tribu significa amor. Pero Whhythu
incluso hasta ese momento seguía manteniendo en pie la idea de devolverla a
los suyos porque se despidió sobre la tumba de sus padres. Pero al regresar a la
aldea escucho como le comentaba a su amigo Themuhh, que no la devolvería
y que esperaría que fuera ella quien decidiera, fue entonces cuando no
Cobahami no soporto más la idea de tenerla ahí y perder a su amor y decidió
hablar con varios niños de la tribu dándoles la orden de trasladarla porque así
lo había deseado el jefe, estos últimos asustados y sabiendo la cercanía entre
Cobahami y Whhythu decidieron obedecerla. Fue así como Alanis regreso con
los suyos pensando que la tribu la había desterrado mientras dormía.
-¿Por qué lo hiciste Cobahami? – pregunto enfurecido Whhythu.
-Porque te iba perder, tú eras mío. Pero igual te perdí porque al marcharse
ella es como si todo para ti hubiese perdido valor.
El necesitaba un tiempo a solas y decidió internarse en la vegetación.
Ahora no solo debía lidiar con los problemas por los que atravesaba a tribu
sino además redescubrir lo que sentía por Alanis, como también saber qué
opinaba ella de todo lo ocurrido. ¿estaría ya casada? ¿tendría hijos? ¿lo habría
olvidado? Varias lunas habían pasado desde su separación. Mientras él se
hundía en sus pensamientos no pudo notar que Alanis se acercaba y se sentó
justo al lado de él.
-Ya en la ciudad se está resolviendo lo de la explotación a este terreno, ya
que ni siquiera tenían autorización. A mi equipo y a mí nos trajeron engañados
con la idea de que veníamos a estudiar los recursos para verificar si se podía
llevar a cabo o no el proyecto, pero no contaban con que uno de ustedes me
hallaría y se descubriría la verdad – dijo ella viendo el perfil perfecto del
hombre que había estado durante todos estos años en sus sueños.
-Él no te hallo, yo te vi y le di instrucciones para que te acercara a mí, ese
niño es muy silencioso al punto de ser casi imperceptible. Él era el indicado,
solo se podía dejar ver por ti.
-No llevas bien tu ‘’atuendo’’ – le declaro Alanis.
-No he tenido mucho tiempo de arreglarme para ti – dijo entre risas – no he
dejado de pensarte desde hace demasiadas lunas, pero supongo tú ya habrás
seguido tu camino.
-Sí, me he dedicado a trabajar y jamás he dejado de pensarte. – dijo Alanis
con un suspiro – podría confesarte que acepte este proyecto porque una parte
de mi estaba empeñada en volver a verte, a verlos y al final lo conseguí.
-¿Si Cobahami no hubiese hecho que te devolvieran, te hubieras ido?
-No, ya tenía pensado mandarle una carta a mi madre con uno de los del
avión y quedarme a ser una de ustedes. Pero de la nada amanecí junto a ello
sin saber cómo regresar. – Alanis soltó a llorar – Pensé que te habías deshecho
de mi como con cualquier otro extranjero y me dolió mucho, pero igual me
prometí jamás hablarle a nadie sobre ustedes porque no quería que esto que
está pasando ocurriera, pero la ciencia igual llego a ustedes y esto seguirá
pasando porque ya su vegetación es materia clave para muchos avances
medicinales.
-¿Qué propones que deberíamos hacer? – pregunto el con nobleza, lo que
llevo a Alanis a pensar en lo abatido que debía encontrarse.
-Debemos trasladarnos más al sur, las condiciones son más precarias, pero
podríamos lograr que funcione.
-Hablas incluyéndote.
-He decidido una vez más quedarme con ustedes, contigo.
Whhythu estaba asombrado por aquella revelación y solo se acercó a ella y
le acaricio la mejilla mientras poco a poco iba acercándose. Necesitaba
besarla, tenerla entre sus brazos, nuca había deseado tanto a una mujer y
Alanis le correspondió en cada movimiento. Esa noche una luna llena fue
testigo de una entrega total de amor.
Del otro lado de la tribu una vieja bruja no pudo evitar sonreír.
Ricardo se comunicó con Alanis en el campamento y le informo que el
proyecto no había sido cancelado aun pero si habían ordenado paralizarlo
hasta tanto no se verificaran todas las acusaciones impuestos por su grupo de
estudio, pero si ellos no habían mentido, era casi casi seguro que ganaran y
echaran para atrás la explotación, probablemente les tocaría buscar los
recursos vegetales en otro lugar en donde no se afectara a la tribu que ahí vive.
Alanis supo que los Shakatteluu no podrían trasladarse aun hacia sur, no sin
antes ganar el caso, luego podrían desaparecer, junto con ella.
A los días se ordenó levantar el campamento y un grupo de abogados y
científicos se acercaron a estudiar la zona, Alanis le indico a la tribu que
debían dejar verse y así lo hicieron. Tardarían varios meses en tomar una
decisión legal, pero al menos ya los dejarían tranquilos por un tiempo., el
suficiente como para poder trasladarse sin prisas e irse adaptando al nuevo
terreno. Alanis regreso con su equipo de estudio y le pidió a Whhyyhu que la
esperar en ese mismo lugar pasada cinco noches, ella necesitaba hablar con su
madre y él lo entendió.
De regreso en la ciudad Alanis fue a casa de su madre y le conto todo lo
sucedido, incluso durante su accidente y que ella muy en el fondo deseaba esa
simpleza para vivir. Alanis y su madre siempre habían sido muy buenas
amigas y aunque les doliera la separación ambas sabían que era lo correcto. En
los demás días desocupo su apartamento y dono su ropa a la caridad. Dejo
instrucciones a su madre de varios asuntos que dejaría pendientes y le
prometió volver en algún tiempo porque no deseaba no volver a verla nunca
más, no a esa mujer que lo había dado todo por ella. Y fue así como regreso
con los Shakatteluu.
**
Dia 200, misma tribu.
Hoy me desperté junto a él una vez más, no me canso de admirar su
belleza. Ha sido todo lo que me imagine que sería esta decisión, ya no vivo en
lujos y lo único que me recuerda a mi vieja vida son estos cuadernos lápices
que me traje porque deseo en un futuro que muchos más se enteren de mis
experiencias y que sepan lo maravilloso es que es ser libre, pero libre de
verdad. Ya no ando pendiente de mi móvil cada dos segundos esperando una
llamada que quizás nunca llegue, ni ando viendo el reloj cada tanto sin
siquiera fijarme en la hora, tampoco he vuelto a tener insomnio por
preocupaciones que en su momento lo eran todo. He vivido estos doscientos
días al máximo, junto a mi amor y a los suyos, que ahora también son los
míos. Shamak s recupero por completo y está embarazada de Themuhh tal y
como nos lo dijeron las conchas, porque si la vieja bruja me está enseñando a
leerlas, no es tan complicado una vez te drogas con una planta nativa. Hace
poco Shantuk me dijo que estaba embarazada también y ando ansiosa por que
me crezca la barriga, he pensado que cuando se note el embarazo viaje de
nuevo a la ciudad a ver mi mama, hicimos el trato de que al cumplirse un año
de mi partida nos veríamos en un punto clave que es secreto entre las dos.
Quiero verla y abrazarla y también que me cuente en que termino el caso con
Chemical Business. Hay tantas cosas que deseo hacer tan pronto la vea, la
extraño mucho. No creo poder convencerla de venirse a vivir conmigo porque
ella sí que le gustan las comodidades, pero al menos le propondré unos días
aquí, quizás su futuro nieto la anime.
Me despido de mi diario por el día de hoy, saldré a recolectar conchas y
cereales, luego me toca mi clase diaria con la bruja (espero esa droga no afecte
al bebe) y finalmente ayudare a Shamak a elaborar su vestido de parto, como
debe ser de color naranja pues hace el trabajo más engorroso, al parecer las
cosas tampoco son tan distintas aquí en asuntos de moda.
Nota: amo la naturaleza y ya sé que ella no existe para complacerme a mí,
sino yo existo para abrigarme en ella.

FIN

You might also like