You are on page 1of 18

Entre lo público y lo privado:

los espacios y sus valores en


Los caballeros de la capa, de Ricardo Palma

Por Félix Terrones

Revista Aula Palma_TAREA.indd 429 04/12/2013 08:41:57 a.m.


Escritor, crítico literario y traductor, doctor en Literatura por la
Universidad Michael de Montaigne, de Bordeaux. Actualmente, traduce
la novela “Conquistadors” del francés Eric Vuillard. Profesor contratado
de la Université Francois Rabelais de Tours (Francia).

Revista Aula Palma_TAREA.indd 430 06/12/2013 10:58:45 a.m.


Entre lo público y lo privado: Los espacios y sus valores

Caídos y levantados, hartos y hambrientos,


eso ha sido la colonia y eso es y ha sido la república.

Ricardo Palma, Los caballeros de la capa

Introducción

Los caballeros de la capa pertenece a la segunda serie de las


Tradiciones (1874) que Ricardo Palma publicara en vida. ¿Qué
caracteriza a esta segunda serie con respecto de la primera?
Si tenemos en cuenta lo afirmado por la crítica francesa
Isabelle Tauzin-Castellanos, la segunda serie de las tradiciones
no es una “recopilación de textos dispares sino un volumen
cuidadosamente estructurado que se atiene a una cronología de
modo que el conjunto tiene una nítida orientación historicista,
del todo diferente del predominio de la ficción de la Primera
serie”1. En ese sentido, podemos considerar que, cuando
se trata de la segunda serie, el arte de Ricardo Palma se
encontraba en su apogeo tanto formal como ideológico. Lo cual
nos lleva legítimamente a preguntarnos en la manera en que
dicho arte toma forma literaria, así como las inquietudes y los
posicionamientos que lo alientan.

1 TAUZIN-CASTELLANOS Isabelle, Las Tradiciones Peruanas de Ricardo


Palma: claves de una coherencia, Lima: Universidad Ricardo Palma, 1999.p.46.

431

Revista Aula Palma_TAREA.indd 431 04/12/2013 08:41:57 a.m.


Félix Terrones

Con este objetivo interrogaremos una Tradición en particular,


titulada Los caballeros de la capa, la cual no solo forma parte de la
segunda serie sino que también es el texto que abre el conjunto,
lo que muestra la importancia que dentro de su proyecto estético
le entregó Ricardo Palma. No era para menos pues, además de
ser uno de los mejores logrados en términos estéticos, plantea un
momento culminante de la Historia peruana: el del asesinato del
primer virrey Francisco Pizarro, y el posterior ajusticiamiento
de sus ejecutores por parte de Cristóbal Vaca de Castro. De
esa manera, Ricardo Palma coloca a su lector en el momento
exacto en el que se termina con el caudillismo que caracterizó
los primeros años de conquista y se empieza la instalación
del orden colonial. Momento liminar, en el que se entrecruza
un comienzo con un final, dicho evento adquirirá en el texto
resonancias singulares que pasan de la anécdota a las lecciones
sociales e históricas. Si bien se trata de una Tradición escrita
según un esquema bastante básico que puede resumirse en
introducción, argumento, desenlace, el núcleo argumentativo,
la afrenta al honor y su reparación, le entregan un aliento y una
densidad bastante logrados. Me gustaría, por eso, detenerme
en los tres grandes espacios representados en Los caballeros de la
capa (uno por sección). Se trata de una representación cargada
de valores dramáticos en la cual, conforme avanza la lectura,
se enfatiza el carácter ineluctable de los acontecimientos, tanto
para un bando como para otro, así como se va desplazando a
espacios abiertos la resolución de la intriga de honor individual
y crisis política.

432

Revista Aula Palma_TAREA.indd 432 04/12/2013 08:41:57 a.m.


Entre lo público y lo privado: Los espacios y sus valores

I. El espacio de la intimidad vergonzosa

Dividida en tres partes2, la tradición Los caballeros de la capa


puede ser leída en función de cada uno de los tres espacios
preponderantes que se suceden en concordancia con el ritmo
de la intriga; es decir, primero, el solar en el que viven los
desdichados caballeros; después, el palacio de Pizarro y;
finalmente, el campo de batalla. De hecho, en Ricardo Palma
los espacios no son un simple decorado sino que se encuentran
alentados por un significado que no por subyacente deja de
estar presente, un significado que complementa y enriquece
la evolución de la intriga. En ese sentido, basta detenerse en
el comienzo de la Tradición donde, mediante la indicación
espacial, ya comienza a anunciar el talante del conflicto:

En la tarde del 5 de junio de 1541 hallábanse reunidos en el solar


de Pedro de San Millán doce españoles, agraciados todos por el
rey por sus hechos en la conquista del Perú.
La casa que los albergaba se componía de una sala y cinco cuartos,
quedando gran espacio de terreno por fabricar. Seis sillones de
cuero, un escaño de roble y una mugrienta mesa pegada a la pared,
formaban el mueblaje de la casa. Así la casa como el traje de los
habitantes de ella pregonaban, a la legua, una de esas pobrezas
que se codean con la mendicidad. Y así eran en efecto.3

En la primera línea, Ricardo Palma subraya la dimensión


histórica, mediante la alusión al día y al año, sin que todavía se
especifique por qué dicha fecha es importante. No obstante, el
autor limeño circunscribe inmediatamente después el espacio
a un lugar íntimo, personal; me refiero al solar de Pedro de

2 Las partes son las siguientes: “Quiénes eran los caballeros de la capa y el
juramento que hicieron”, “De la atrevida empresa que ejecutaron los caballeros
de la capa”, “El fin del caudillo y de los doce caballeros”.
3 PALMA Ricardo, Tradiciones peruanas (Selección), Madrid: Cátedra, 2011, p.135.

433

Revista Aula Palma_TAREA.indd 433 04/12/2013 08:41:57 a.m.


Félix Terrones

San Millán, lo cual crea interés en dicho espacio, además de


conferirle un valor, un espesor históricos. ¿Qué interés posee
dentro del mosaico histórico palmino el solar de Pedro de San
Millán?, es una pregunta que queda flotando sin respuesta a la
espera del desarrollo narrativo. Por otro lado, si consideramos
el final trágico de los caballeros de la capa podemos deducir
que Ricardo Palma utiliza la palabra solar tanto en su
acepción espacial como en la familiar. En efecto, “solar”
también significa “descendencia”, “linaje”, lo que no deja de
manifestar una macabra ironía cuando recordamos que todos
los caballeros fueron ajusticiados y que el descendiente de aquel
a quien buscaban vengar, es decir Diego de Almagro, también
es asesinado al final del texto. Como es evidente, se trata de
un significado que en la primera lectura no aparece pero que
contribuye, por anfibología retrospectiva, a cargar los espacios
con un valor diegético específico.

Cabe añadir que en la descripción del lugar –del mobiliario


hasta las vestimentas– se enfatiza un aspecto en especial.
Así, muy en la línea de lo que enunciara Roland Barthes con
respecto de las descripciones y la carencia total de accidente
en ellas4, podemos decir que todo contribuye a configurar el
drama de quienes viven en la casa. La sucesión escalonada de
substantivos y adjetivos no deja, en ese sentido, lugar a dudas:
comienza con “mugrienta”, continúa con “pobreza” y termina
con “mendicidad”, como si con esta palabra se resumiera la
escasez material y moral planteada por las anteriores. Aquellos

4 Así lo enuncia el mismo Roland Barthes: « La singularité de la description (ou


du “détail inutile”) dans le tissu narratif, sa solitude, désigne une question
qui a la plus grande importance pour l’analyse structurale des récits. Cette
question est la suivante : tout dans le récit, est-il signifiant, et sinon, s’il
subsiste dans le syntagme narratif quelque plages insignifiants, quelle est
en définitive, si l’on peut dire, la signification de cette insignifiance? ».En :
BARTHES Roland, L’effet de réel, Communications. 1968, vol 11, n°11, p.85.

434

Revista Aula Palma_TAREA.indd 434 04/12/2013 08:41:57 a.m.


Entre lo público y lo privado: Los espacios y sus valores

peruleros que viajaron desde sus pueblos españoles para


hacerse de riquezas parecen, más bien, haberse destinado a una
situación precaria que no les permitiría cumplir con el sueño
buscado ni satisfacer sus ansias de reconocimiento. Finalmente,
subrayemos que la cantidad de sillas y escaños que hay en la
casa es bastante inferior al número de individuos que viven y
se reúnen el ella, asunto que debe ser tomado como una prueba
más de su pobreza material pero también como un anticipo
de lo que les caracterizará dentro de la sociedad evocada por
Palma.

Me refiero al hecho de que solamente exista una capa para


todos, situación que al ser más literaria que histórica debería
ser leída antes que nada en su valor textual; es decir, en diálogo
con la tradición literaria y en función de sus valores al interior
de la narración. En efecto, la anécdota según la cual solamente
existía una capa para los doce españoles no posee fundamento
histórico, tal y como muchos críticos se han encargado de
señalarlo. Antes bien, proviene de la cosecha de Ricardo Palma,
quien se valió de ella para darle un componente adicional a su
relato que no debe ser dejado de lado. Para empezar, el vincular
la identificación de la capa con el honor es una ecuación
connotada intertextualmente. Basta recordar al Lazarillo de
Tormes donde uno de los amos fue un hidalgo arruinado cuya
capa mostraba tanto su anhelo de mostrarse digno como su
pobreza5. Resulta imposible no concebir el diálogo consciente
de Ricardo Palma con la tradición picaresca. Diálogo que no

5 Pensamos también en La vida del Buscón de Francisco de Quevedo y Villegas, en


particular el célebre episodio de los caballeros “hebenes, güeros, chanflones,
chirles, traspillados y caninos” en el cual un grupo de hidalgos que prestan
mucha atención a su indumentaria vive en un espacio donde comparten, al
abrigo de las miradas extrañas, comida y ropa. En: QUEVEDO Francisco
de, La vida del Buscón, Barcelona: Crítica, 1993, p.144-155. Agradezco a Juan
Carlos Garrot Zambrana la referencia.

435

Revista Aula Palma_TAREA.indd 435 04/12/2013 08:41:57 a.m.


Félix Terrones

se detiene en la importancia diegética que se le da a la capa


sino que supone todo un valor dramático, tal y como el mismo
narrador se encarga de precisarlo:

Sabido es que, así como en nuestros días ningún hombre que


en algo se estima sale a la calle en mangas de camisa, así en los
tiempos antiguos nadie que aspirase a ser tenido por decente osaba
presentarse en la vía pública sin la respectiva capa. Hiciese frío o
calor, el español antiguo y la capa andaban en consorcio, tanto en
el paseo y el banquete cuanto en la fiesta de iglesia.6

La capa no era un simple aderezo sino que ella enunciaba, en el


planteamiento palmino, un ascendiente social. Quien la poseía
podía alternar en circunstancias tales como el paseo, el banquete
y la misa (adviértase la cuidada manera que tiene el narrador
de enunciar situaciones sociales diferentes y complementarias).
En caso contrario, como ocurría con los caballeros de la capa, el
individuo se exponía a la marginalización, o bien la “indecencia”.
Por otro lado, se hace una alusión a lo que es espacio público
(la “vía pública”), lo cual no debe ser obviado en la medida en
que el primer lugar, el solar de San Millán, era más bien un
espacio íntimo, privado. Entre el espacio privado, de intimidad
miserable, y el espacio público, de exhibición social, se plantea
una tensión violenta e irresuelta para los denominados caballeros
de la capa. Dicha tensión es configurada, por el momento, de
manera social pero no seguirá así por mucho tiempo pues casi
de inmediato aparecerá el antagonista de los caballeros de
la capa, el secretario de Francisco Pizarro, llamado Antonio
Picado, “que ejerció sobre el marqués una influencia fatal y
decisiva”7.

6 op.cit., p.138.
7 Ibíd., p.139.

436

Revista Aula Palma_TAREA.indd 436 04/12/2013 08:41:57 a.m.


Entre lo público y lo privado: Los espacios y sus valores

Antonio Picado es denominado por el narrador, generalmente


circunspecto cuando se trata de sus personajes, como “demonio
de perdición”8, lo que no deja de apuntalar la representación
negativa del personaje. Será el precisamente quien se
aprovechará de la protección de Francisco Pizarro para insultar
públicamente a los almagristas: “llevando su provocación hasta
el punto de que cuando algunos de ellos se asomaron, les hizo
un corte de manga diciendo: -Para los de Chile –y picó espuelas
al bruto”9. El gesto de Antonio Picado trasciende la intimidad
del solar en el que se refugian los caballeros de la capa, elimina
simbólicamente lo poco que conservaban de honor y les obliga
a reaccionar de manera excesiva si es que quieren resarcir
su imagen, ya de por sí precaria. De ahí que juren vengar la
afrenta: “Juremos por la salvación de nuestras ánimas morir
en la guarda de los derechos de Almagro el Mozo, y recortar
de esta capa la mortaja para Antonio Picado”10. Si el insulto
del secretario altera las relaciones entre el espacio de “adentro”
y el de “afuera”, el destino de la capa corre igual suerte al ser
concebida como mortaja. El honor solamente se puede resarcir
mediante el asesinato o, lo que es lo mismo, la eliminación
física de aquello que lo ha mancillado.

II. La casa del noble conquistador

No se puede dejar de señalar la secreta simetría entre las


partes que componen la Tradición. Así, si en la primera parte
nos encontramos frente a un movimiento que desde adentro
se abre hacia fuera, en la segunda es más bien lo inverso, es
el afuera que termina invadiendo el espacio de adentro. Es en

8 Ibíd., p.138.
9 Ibíd., p.140.
10 Ibíd., p.141.

437

Revista Aula Palma_TAREA.indd 437 04/12/2013 08:41:57 a.m.


Félix Terrones

esta dinámica que debemos entender el hecho de que Francisco


Pizarro, en su calidad de autoridad, convoque a Juan de Rada,
el tutor de Almagro el Mozo, al palacio. Quienes se reconocen
como subordinados a un poder establecido, aunque sea por
delegación, deben rendir cuentas en el espacio que lo encarna.
De esta manera se abre la segunda parte con un gobernador que
intenta quedar en buenos términos con quienes lo asesinarán,
sin darse cuenta cabal de lo que se teje en contra suya:

Las cosas no podían concertarse tan en secreto que el marqués no


advirtiese que los de Chile tenían frecuentes conciliábulos, que
reinaba entre ellos una agitación sorda, que compraban armas
y que, cuando Rada y Almagro el Mozo salían a la calle, eran
seguidos, a distancia y a guisa de escolta, por un grupo de sus
parciales. Sin embargo, el marqués no dictaba providencia alguna.
En esta inacción del gobernador recibió cartas de varios
corregimientos participándole que los de Chile preparaban sin
embozo un alzamiento en todo el país. Esta y otras denuncias le
obligaron una mañana a hacer llamar a Juan de Rada.
Encontró este a Pizarro en el jardín de palacio, al pie de una
higuera que aún existe (…).11

Cuando se trataba de los caballeros de la capa, el grupo de


hombres se guarecía en un solar; en cambio, el gobernador hace
uso del palacio en el cual no se esconde sino que recibe en
su calidad de funcionario real. Entre un espacio cualquiera,
como el del solar, y el palacio se plantea una jerarquía
consecuencia de las prebendas obtenidas por el conquistador,
no necesariamente aceptadas acríticamente. Aquel hombre,
otro hidalgo español de situación humilde, que se hizo de
un destino en tierras americanas, es denostado y odiado por
quienes vieron destruidas sus esperanzas de un futuro mejor.

11 Ibíd., p.142.

438

Revista Aula Palma_TAREA.indd 438 04/12/2013 08:41:57 a.m.


Entre lo público y lo privado: Los espacios y sus valores

Los almagristas, representados por Juan de Rada, ingresan a


palacio como los derrotados que deben justificar sus acciones.
Una nueva afrenta que se añade a la serie de malentendidos y
discusiones entre un bando y otro.

Curiosamente, el Francisco Pizarro de la Tradición parece


instalado en una situación en la que no advierte lo crítico
del momento, razón por la cual deja de reaccionar con la
rapidez y el rigor debidos: “el marqués no dictaba providencia
alguna”. Como si se tratase de una divinidad, Francisco
Pizarro se encuentra en la capacidad de “dictar providencias”,
disposiciones que pongan término al conflicto político con los
almagristas. Sin embargo, no manifiesta la clarividencia propia
de las divinidades, sino más bien una ceguera muy humana y, si
consideramos el momento, poco oportuna. Eso no impide que,
por un efecto dramático, con el uso de la palabra “providencia”
se enfatice en las alturas donde se encuentra el gobernador,
en la medida en que páginas más adelante el mismo personaje
será “echado abajo”, derrocado por los rencores almagristas.
Asimismo se anticipa, de un modo o de otro, el espacio de la
entrevista entre él y Juan de Rada, el jardín del palacio.

Ambos no se encontrarán, como el protocolo lo hubiera


esperado, en cualquier salón, sino en el jardín, una especie de
epígono, continuando con la intertextualidad, tanto del Edén
(Antiguo Testamento) como de Getsemaní (Nuevo Testamento).
En el jardín, donde se encuentra la divinidad, curiosamente
un espacio literariamente antes femenino que masculino12, se
discutirá acerca de la sedición y las motivaciones almagristas.
Dicha discusión sirve a Ricardo Palma para mostrar un Francisco

12 Para continuar con la intertextualidad bíblica, no podemos olvidar al Cantar


de los cantares donde el jardín y el huerto presentados son feminizados en
la amada: “Eres un jardín cerrado hermana mía, novia mía; eres un jardín
cerrado, una fuente sellada” (4:12).

439

Revista Aula Palma_TAREA.indd 439 04/12/2013 08:41:57 a.m.


Félix Terrones

Pizarro comprensivo, benevolente e incluso generoso: “le obsequió


Pizarro seis higos que él mismo cortó por su mano del árbol”13.
La alusión al jardín, pese a su brevedad, carga semánticamente
el espacio confiriéndole no solo un aliento bíblico sino también
político. Los higos no dejan de recordar al árbol del jardín del
Edén, árbol del conocimiento y de la sabiduría. Lamentablemente,
para Francisco Pizarro no existe conocimiento alguno sino todo
lo contrario, una profunda ignorancia de lo que se está tramando
contra él, lo cual supone una ironía por la parte del autor. Por
otro lado, no se trata de un manzano sino de un higuero, un
árbol que en la tradición occidental simboliza la ciencia y la
fertilidad14.Si bien el primer valor concuerda con el guiño al
Jardín del Edén, el segundo apunta en el sentido irónico de la
situación pues, sin querer agotar las interpretaciones, podemos
decir que con sus higos Francisco Pizarro le entrega la “vida”
a quien le devolverá la muerte. Decimos, por lo demás, aliento
político pues el virrey entrega a Juan de Rada seis higos, el mismo
número de sillones que hay en el solar. Los higos no alcanzarán
para todos los descontentos hidalgos cuyo número es el doble.
Se trata de un regalo inconsciente de Francisco Pizarro que
desnuda el porqué de las tensiones: un considerado mal reparto
del botín y las prebendas.

A Francisco Pizarro no le sirve de nada el encuentro con el mentor


de Almagro el Mozo. Inmediatamente después el narrador
se detiene en el asesinato del marqués. La representación de
Francisco Pizarro pareciera colocarlo moralmente por encima
de quienes lo asesinaron. No solo luchó en desventaja contra

13 Op.cit., p.143.
14 Así se explica en el Dictionnaire des symboles dirigido por Jean Chevalier: “Avec
l’olivier, la vigne, le figuier est un des arbres qui symbolisent l’abondance”. Poco
más adelante se añade que: “Le figuier symbolise la science réligieuse”. En:
CHEVALIER Jean (Dir.), Dictionnaire des symboles, Paris, Robert Laffont, 1969,
p.352.

440

Revista Aula Palma_TAREA.indd 440 04/12/2013 08:41:57 a.m.


Entre lo público y lo privado: Los espacios y sus valores

ellos –lo cual no puede más que enaltecerlo– sino que también
se muestra como un buen cristiano pues al final llega a hacer
una cruz con su sangre en la tierra: “El conquistador del Perú
solo pronunció una palabra: ¡Jesús!, y cayó, haciendo con el
dedo una cruz de sangre en el suelo, y besándola”15. Podemos
decir que el narrador de Los caballeros de la capa, a diferencia
del metomentodo que Palma utiliza en otras tradiciones, se
mantiene relativamente discreto en esta, pero lo que no se
puede negar es el parti pris del autor por Francisco Pizarro,
quien hasta en el momento de su muerte se encargará de
subrayar su coraje, entrega y devoción. En el universo colonial
representado, el marqués Pizarro es la imagen de un gobernador
ideal, asesinado por fuerzas irracionales y abyectas: “Quisieron
más tarde sacar el cuerpo de Pizarro y arrastrarlo por la plaza;
pero los ruegos del obispo de Quito y el prestigio de Juan de
Rada estorbaron este acto de bárbara ferocidad”16. Así, termina
la vida de un hombre que, tal y como lo presenta el autor, pudo
haber sembrado la semilla de la civilización y piedad en tierras
americanas.

Finalmente, continuando con la simetría entre las partes, si


la primera sección se terminaba con el juramento hecho por
los hidalgos de vengarse de la afrenta efectuada por Picado,
la segunda termina con la resolución de este juramento en un
espacio público. A la afrenta social le sigue su venganza en la
plaza, lo cual podría resolver el conflicto del argumento. No
obstante, la tercera parte muestra la restitución del orden social
y político mediante la representación de un nuevo y último
espacio en el cual ya no se enfrentarán dos bandos sino que, en
una precipitación de la violencia, se chocarán los almagristas
contra las fuerzas reales.

15 op.cit., p.145.
16 op.cit., p.145.

441

Revista Aula Palma_TAREA.indd 441 04/12/2013 08:41:57 a.m.


Félix Terrones

III. El espacio abierto de la resolución social

Apenas empieza la tercera y última parte, lo primero que llama


la atención son las palabras del narrador:

No nos proponemos entrar en detalles sobre los catorce meses


y medio que Almagro el Mozo se mantuvo como caudillo, ni
historiar la campaña que, para vencerlo, tuvo que emprender Vaca
de Castro. Por eso, a grandes rasgos hablaremos de los sucesos.
Con escasas simpatías entre los vecinos de Lima, viose don Diego
forzado a abandonar la ciudad para reforzarse en Guamanga y
el Cuzco, donde contaba con muchos partidarios. Días antes
de emprender la retirada, se le presentó Francisco de Chaves
exponiéndole una queja, y no recibiendo reparación de ella le dijo:
«No quiero ser más tiempo vuestro amigo, y os devuelvo la espada
y el caballo». Juan de Rada lo arrestó por la insubordinación, y
enseguida lo hizo degollar. Así concluyó uno de los caballeros de
la capa.17

Contra todo pronóstico, el narrador anuncia que no continuará


con esa manera minuciosa de contar las tensiones entre bandos
rivales: de ahí se explica que las dos primeras partes desarrollen
eventos ocurridos en apretados tres meses (del 5 de junio al 29
de septiembre de 1541), mientras que la tercera se extiende a
lo largo de tres años; es decir, de septiembre de 1541 a 1544,
la fecha en que muere el último de los caballeros de la capa. Lo
importante no es el destino de aquellos que con su conducta
desafiaron al poder colonial, destinos evacuados rápidamente;
antes bien, lo que cuenta de verdad es la restitución del
orden por parte de las autoridades reales. En otros términos,
la tercera parte se detendrá en la manera en que la violencia
oficial y legal se impone para restituir el correcto curso de los

17 op.cit., p.148.

442

Revista Aula Palma_TAREA.indd 442 04/12/2013 08:41:57 a.m.


Entre lo público y lo privado: Los espacios y sus valores

acontecimientos tanto a nivel político como administrativo:


“Estaba escrito que todos habían de morir de muerte violenta
y bañados en su sangre”18. No deja de resultar curioso que con
la alusión a la escritura se subraye el carácter ineluctable de
los acontecimientos y también la ejecución de la legalidad, esa
palabra escrita que prescribe las conductas.

Por eso, el narrador precisa desde el inicio que Almagro el


Mozo abandonó Lima. El espacio en el cual se desarrolló la
historia en las dos primeras partes termina siendo cambiado
por otros lugares “periféricos” en términos administrativos; nos
referimos a las provincias de Huamanga y Cuzco. Ricardo Palma
configura el espacio de la Ciudad de los Reyes como favorable
al gobernador asesinado y enemigo de los de la capa. En el
texto, los vecinos limeños son homogéneamente ciudadanos
fieles del orden, sujetos celosos por deslindar responsabilidades
(lo cual sigue enfatizando la nula corrección de los asesinos).
Eso explica el hecho que Almagro el Mozo se acerque a espacios
hostiles al orden colonial como Huamanga y Cuzco, lugares en
los cuales se dieron numerosas sublevaciones indígenas. De ahí
que no sea casual que, hacia el final del relato, Diego Méndez y
Gómez Pérez se asilen en Vilcabamba, Cuzco, donde se refugia
Manco Inca, otro rebelde del poder establecido. Los españoles
que asesinaron a Francisco Pizarro no dudan ningún momento
en aliarse con los enemigos declarados del poder colonial.
En la representación de Ricardo Palma los indígenas, al ser
colocados del lado de los asesinos, resultan ser cómplices de los
delincuentes. No podemos dejar de reconocer, por lo tanto, la
manera sutil con que el escritor limeño se alinea en los rangos
hispanizantes, restándole a los incas de Vilcabamba cualquier
legitimidad política.

18 op.cit., p.148.

443

Revista Aula Palma_TAREA.indd 443 04/12/2013 08:41:57 a.m.


Félix Terrones

Es necesario añadir que en la actitud de Francisco de Chaves


se formula y anuncia lo que será la conducta de los otrora
enemigos de Francisco Pizarro. Una vez desaparecido el virrey
y asesinado Picado, ya nada los reuniría frente en un territorio
acéfalo de poder. La discordia y la inquina aparecen entre ellos
para hacer que se odien y se traicionen mutuamente. Si en el
palacio de Pizarro, Juan de Rada había aparecido como Judas
delante de Jesús en Getsemaní, lo cual anunciaba la temática
de la traición, ahora se lleva al extremo este rasgo pues los
doce caballeros llevan la felonía en la sangre. Incapaces de
mantenerse unidos, sucumben lentamente a los esfuerzos de
Vaca de Castro por restablecer el orden colonial mientras “se
aproximaba el momento decisivo”19.

El momento decisivo no es otro que el del domingo 16 de


septiembre de 1542, cuando tuvo lugar la batalla de Chupas.
Pese a que no existe descripción alguna del campo de batalla,
el lector reconocerá en la evacuación total de espacios ya
conocidos en el texto, como los solares (primera parte) o los
palacios (segunda parte), el deseo de reducir la resolución del
conflicto a un espacio bélico y abierto. Ya no existen los lugares
de las intrigas, los honores heridos y las infidencias a media
voz; en lugar de ellos encontramos un espacio en el que los
héroes y los mártires, junto con los traidores, luchan a muerte
por el deseo regio de restablecer el óptimo funcionamiento con
respecto de los intereses monárquicos. Eso explica, en última
instancia, que Vaca de Castro no se haya contentado con ganar
sobre el terreno de batalla sino que se también haya buscado el
“espectáculo” del poder restablecido mediante ajusticiamientos
que no dejan de tener un sentido poético, a juzgar por las
palabras de Almagro el Joven: “muero en el lugar donde
degollaron a mi padre, ruego solo que me coloquen en la misma

19 op.cit., p.149.

444

Revista Aula Palma_TAREA.indd 444 04/12/2013 08:41:57 a.m.


Entre lo público y lo privado: Los espacios y sus valores

sepultura debajo de su cadáver”20.Donde se enterró al padre


se enterró al hijo, concluyendo de esa manera la sedición de
los caballeros de la capa y el relato de Ricardo Palma, como si,
pese a todo, la política y la familia se explicaran y reclamaran
mutuamente.

Conclusiones

Ricardo Palma se sirve de hechos históricos para interrogar


el momento, frágil, inestable, en el que se estaba instalando
un poder colonial en las tierras americanas. No lo hace como
historiador sino como literato y, en ese sentido, insufla una
carga simbólica a los espacios en los cuales se desarrollan sus
tradiciones. En el caso específico de Los caballeros de la capa,
develamos las simetrías narrativas que juegan en paralelo con
la constitución y la interacción de los espacios. Las tensiones
entre los espacios cerrados y los espacios abiertos, los espacios
privados y los espacios públicos, son declinadas a diversos grados
y registros con el objetivo de darle una densidad narrativa al
relato. Al mismo tiempo, la literatura permite a Ricardo Palma
un posicionamiento moral y político singular. Pese a haber
abandonado la política activa en 187221, Ricardo Palma nunca
dejó de lado sus inquietudes sociales y políticas, haciendo de la
literatura un terreno de memoria y combate. Por eso, el pasado
le interesa pero no como si se tratase de un objeto de colección,
totalmente desconectado del presente, sino por todo lo que de

20 op.cit., p.152.
21 Así lo formula el crítico José Miguel Oviedo: “Pero Palma ya no es el mismo:
los sangrientos hechos, la muerte brutal de su amigo Balta, la violencia
destructora de la lucha por el poder, han dejado en él huellas imborrables.
Él que había firmado aquella tarde del 22 de julio una propuesta del senado
contra el golpe de los Gutiérrez, ha perdido toda fe e interés en la política”. En:
OVIEDO José Miguel, Genio y figura de Ricardo Palma, Buenos Aires: Editorial
Universitaria, 1965, p.82.

445

Revista Aula Palma_TAREA.indd 445 04/12/2013 08:41:57 a.m.


Félix Terrones

contemporáneo existe en él. Esto explica la frase con la que


abrimos este artículo, y que nos sirvió de epígrafe, acaso la
que mejor encarna la perspectiva de Ricardo Palma: “Caídos y
levantados, hartos y hambrientos, eso ha sido la colonia y eso es
y ha sido la república”. Desencantado de la actividad política,
aunque comprometido con el derrotero nacional el autor de
las Tradiciones peruanas se vale de la literatura para recrear un
pasado y, mediante la literatura, entregarle un significado
contemporáneo de claro sello hispanizante, de castizo motivo
e intención.

Bibliografía

ANÓNIMO, Lazarillo de Tormes, Madrid : Cátedra, 1192, 336 p.

BARTHES Roland, L’effet de réel, Communications. 1968, vol 11,


n°11, p.84-89.

CHEVALIER Jean (Dir.), Dictionnaire des symboles, Paris, Robert


Laffont, 1969, 844 p.

OVIEDO José Miguel, Genio y figura de Ricardo Palma, Buenos


Aires: Editorial Universitaria, 1965, 192 p.

PALMA Ricardo, Tradiciones peruanas (selección), Madrid:


Cátedra, 2011, 635 p.

QUEVEDO Francisco de, La vida del Buscón, Barcelona: Crítica,


1993, 437 p.

TAUZIN-CASTELLANOS Isabelle, Las Tradiciones Peruanas


de Ricardo Palma: claves de una coherencia, Lima: Universidad
Ricardo Palma, 1999, 234 p.

446

Revista Aula Palma_TAREA.indd 446 04/12/2013 08:41:58 a.m.

You might also like