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Universidad Nacional Autónoma de México

Facultad de Filosofía y Letras


Licenciatura en Filosofía
Clase de Filosofía en México
Prof: Luis Aarón Jesús Patiño Palafox
Alumno: Francisco Javier Hernández Villaverde Cta: 086285667

FILOSOFAR A LA MEXICANA
1.- FILOSOFÍA MEXICANA
Para abordar esta temática es necesario primero aclarar algunos conceptos que son clave en el análisis de lo que puede
ser entendido con una frase tan sugerente como la del título que impulsa este informe; la palabra “Filosofía” por ejemplo,
inunda mi mente de tantas ideas y tantos sentidos diversos en que puede aplicarse de tal modo que renuncio a la agudeza
de intentar definir este concepto y prefiero tan solo señalar la dirección que se ha de dar a este discurso. No es mi interés
definir la filosofía porque eso sería intentar limitar su investigación en método y en objetivos es decir intentar encasillar a
una ciencia que es universal en algunos temas particulares, una disciplina que explora todos los ámbitos del conocimiento
humano, que se ha considerado la madre de todas las ciencias reducida a explorar los restos de mundo que las ciencias
desprecian. Y sin embargo la palabra “Filosofía”, lejos de haber sido limitada por una definición única se ha mantenido
como un concepto abierto para la reflexión mostrando así que es posible la filosofía incluso de la filosofía misma. El
significado etimológico de esta palabra nos dice más de lo que muchos filósofos quisieran reconocer, la aspiración a la
verdad, la búsqueda apasionada del conocimiento, la afición por la investigación y la “episteme”, “el amor por la sabiduría”,
son proposiciones que describen más que el concepto de una ciencia la actitud y la disposición del investigador que la
práctica y esto hace que la disciplina este “antropomorfizada”, lo cual hace que el resultado creativo mantenga el sello de
su autor y tenga su propia personalidad, sus metas, sus anhelos, su objetivos y sus sueños. Porque la filosofía no sólo
intenta describir de manera científica y racional al universo que nos contiene, no tan sólo busca respuestas teóricas que
resuelvan el nudo del cosmos sino que también busca resolver la dificultad de la vida, el problema de la propia existencia
que es una preocupación profundamente importante para la salud humana y que en la filosofía se expresa en términos de
ontología, metafísica, teología y ética. Así pues, aceptando que toda filosofía está impregnada de la propia actitud y
vivencias del autor podríamos aventurar la tesis de que también la filosofía de una región, cultura o pueblo guarde las
características que la describen y la componen mostrando así el carácter y la actitud de los autores en su búsqueda de
Sophía. Este estudio sinceramente hermenéutico de la literatura de una región para rescatar el carácter y la actitud de su
cultura no es una búsqueda de autenticidad o legitimación del mexicano porque desde que se inicia el trabajo ya se asume
que existen tales cualidades y tan solo se busca resaltarlas, hacerlas visibles al ojo no entrenado.
Así que esta es la dirección que deseo darle al discurso cuando hablo de filosofía, no la búsqueda formal de una
significación conceptual válida para la palabra “Filosofía” si no lo que yo considero el aspecto más apasionante y
fundamental de este quehacer especial, su aspecto humano y concreto, aquel que no pretende la validez universal sino
que, apegada a la realidad, busca tan solo comprender un poco la complejidad de la realidad y de la mente humana
intentando transformarla para hallar el premio de la libertad. Esta perspectiva del término filosofía no menosprecia las
distintas formas de comprender la palabra en diferentes regiones del mundo haciendo del panorama del conocimiento una
especie de monopolio regional como es el caso del Europeo-centrismo que ha sufrido la concepción académica de la
filosofía (Como lo muestra el texto de Vargas Lozano en su análisis del eurocentrismo) obligando así a menospreciar los
esfuerzos orientales y precolombinos de América y África por hallar el conocimiento del Cosmos y de la vida
denominándolas “Mythos” en el sentido de “mentiras”, creencias sin fundamento, etc. actitud que no existió, como quiere
hacerlo ver el análisis histórico de la filosofía, en la Grecia de Sócrates, Platón o Aristóteles en donde se quiere mostrar
una transformación radical del mythos al logos, de la “poyesis” a la “philoshofía”, mostrando el verdadero camino científico
hacia la verdad, sino que lentamente fue construyéndose desde la interpretación romana, cristiana, medieval y renacentista
hasta lograr su máxima expresión con la filosofía romántica y moderna en donde expresamente se desprecia ya la
perspectiva Clásica de las civilizaciones del mundo Mítico.
Otra observación importante tiene que ver con la aplicación social y política de la filosofía en la vida humana, que como es
claro no tan sólo teoriza sino que en la acción transforma la realidad además de intentar explicarla, no sólo se limita a la
observación y descripción del mundo y de la vida humana sino que esta construcción de una cosmovisión se realiza en la

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actitud ante el mundo que comanda la acción del hombre creando al mundo y aventurándose incluso a predecir el futuro o
a interpretar los hechos de la historia intentando alcanzar su comprensión para averiguar el sentido o dirección del mundo.
De este modo una filosofía vista como el modo o perspectiva del mundo con que se construye la actitud y el
comportamiento del ser humano no se refiere tan sólo, como quiere que lo veamos la perspectiva académica, a la
posibilidad racional o lingüística de expresar la verdad del mundo a partir de la observación y experimentación científica,
sino que abarca otros métodos de reflexión y análisis (Que no son otra cosa que formas psicológicas de afrontar el mundo,
modos de relación de la individualidad con la realdad) como la intuición, el ensueño, la inspiración, la meditación, etc., que
no necesariamente son o no racionales o lógico-formales pero no por ello son menos válidos en la construcción de la
cosmovisión de una comunidad o de un individuo y gozan del apelativo de filosofía siempre y cuando denoten en quien las
practica la misma pasión y anhelo por el encuentro del conocimiento del universo para su aplicación en la vida cotidiana y
una metodología coherente y rigurosa. El conocimiento que un Chamán aborigen tiene del cosmos y de la vida en general
al enfrentarse al paradigma occidental desde hace más de cinco siglos no ha sufrido una crisis debido a su falta de
veracidad o de utilidad para la comunidad que la posee sino tan sólo una lucha por la legitimidad y muchos malos
entendidos debidos a la diferencia cultural y lingüística y por tanto a malas interpretaciones; del mismo modo la perspectiva
occidental del mundo, aún de la campaña de deslegitimación que ha lanzado contra todo conocimiento que no surja de su
patentado método científico, no ha podido exterminar los otros métodos y perspectivas de investigación que existen en
todo el mundo.
No es el propósito por ahora demostrar que tal tesis está equivocada al considerar que este quehacer es exclusivo y
original de la creatividad griega y que nunca antes fue posible en ningún sitio del planeta la deliberación racional y teórica
de los problemas de la vida y el devenir histórico y humano, como si la razón no hubiese existido nunca antes del
fenómeno cultural helénico y desacreditando el pensamiento de tales muestras de reflexión apelando a que su método no
es racional o lógico y por tanto no puede ser considerado como filosófico sin darse cuenta que una ciencia o disciplina no
se define en base al método que utiliza para lograr su investigación o exponer su contenido sino en torno a sus objetivos o
temas de estudio, de no ser así ninguna ciencia o disciplina podría evolucionar y tendría que cambiar de nombre cuando
alguien propone una nueva metodología o técnica para estudiar los objetivos de la ciencia o disciplina; que la cultura
occidental a través del pueblo griego hallan desarrollado una metodología lógico racional para el análisis del pensamiento
de la realidad no significa que otras metodologías no sean también modos de estudiar la realidad y el pensamiento que son
objeto de la filosofía. Así pues, la forma sistemática de entender el mundo en todas las latitudes del orbe humano son
válidas como filosofía aun cuando no satisfagan las condiciones de racionalidad y lógica del análisis occidental y/o
académico siempre y cuando mantengan una coherencia interna y una metodología de comprobación interpretativa propia
de tal modo que, por ejemplo, la creencia en los santos y las vírgenes no puede ser considerado filosofía si no viene
acompañada de toda una estructura sistemática coherente y una metodología de comprobación de tesis lo cual es posible
mediante una teología rigurosa y un método de comprobación en la experiencia pero también imposible para el creyente
común y corriente que solo cree con fé y fanatismo sin comprobación alguna de su creencia por lo que este no posee
filosofía alguna sino solo se alía a ella como el marxista que no ha leído a Marx o el liberalista que no conoce los
fundamentos teóricos del pensamiento que defiende. Se comprende entonces que puede existir filosofía a pesar de que los
individuos que la practican no conozcan los fundamentos teóricos de su actuar y pensamiento y solo unos pocos
exponentes y pensadores sea capaces de exponer y explicar el contenido filosófico de tales tesis.
Es necesario también aclarar el término “Mexicano” ya que este término puede entenderse de modos diversos según el
contexto del que se esté hablando, este concepto se puede entender desde el contexto geográfico, político, cultural o
psicológico social o bien tomando en cuenta todos estos elementos al mismo tiempo pero debe mantenerse siempre una
coherencia que unifique todos estos aspectos en el tiempo ya que, por ejemplo, no es lo mismo hablar de México antes de
la colonia, o antes de la independencia o antes de la Revolución de 1910 incluso el México de hoy es diferente. El México
prehispánico se define como el territorio de anahuac, no existen los límites políticos porque para los varios pueblos

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indígenas que habitaron estas tierras comprendidas desde las pampas en Argentina, Centroamérica y hasta el norte en
Alaska, la tierra no es propiedad del hombre sino que el hombre es propiedad de la tierra, el concepto de pertenencia se
refiere a un contexto geográfico más amplio que la sola limitación política territorial, incluso el producto del trabajo es
repartido de forma comunitaria lo que hace que el término “Mexiicano” tenga un sentido ambiguo. Para resolver esta
ambigüedad se debe aclarar que se puede referir al pueblo náhuatl que conformaba el gobierno mexica si se considera tan
solo el origen filológico del término mexicano y se piensa que este, por ser el pueblo preponderante en el territorio durante
la invasión española, tiene el derecho de nombrar todo el territorio invadido por España, pero debe admitirse que el término
debe abarcar también a los pueblos zapotecos, mayas, wicholes, coras, seris, apaches, toltecas, olmecas, etc. que
habitaron este territorio y de algún modo persisten en su cosmovisión y costumbres hasta hoy día y por tanto merecen ser
considerados dentro del concepto “Mexicano” aun cuando lo que los una solo sea su destino común como esclavos de la
corona española. Tras la ocupación y genocidio español se integran otros elementos culturales a la vera del concepto
“Mexicano” que incluyen la cultura y pensamiento africano y chino además del occidental español de manera que comienza
una etapa de sincretismo ideológico en donde se menosprecia todo conocimiento que no sea occidental y se ahoga todo
intento de reivindicación de los grupos sometidos. Así pues, observamos que el concepto de “Mexicano” evoluciona con el
tiempo o bien se enriquece a través de los cambios ideológicos sociales y culturales de manera que, para facilitar la
comprensión del término y definir los límites de lo que hemos de llamar “Mexicano” hemos de comprender en el tan sólo la
unidad cultural, social y política desarrollada en el espacio geográfico que actualmente compone la división política
internacional de nuestro país a lo largo del tiempo independientemente de la variedad de razas, culturas e ideologías que
se han mezclado e interactuado en él. Este modo de utilizar el término elimina ambigüedades que tiene que ver con la
interpretación política o social que se transforma a lo largo del tiempo y puede ser usada de manera universal en cualquier
contexto social o cultural para integrar todas las manifestaciones filosóficas en todo el territorio y cualquier periodo histórico
de México sin intentar definir las características culturales, psicológicas o sociales de lo “Mexicano” para evitar polemizar
inútilmente sobre el caso.

2.- HISTORIA DE LA FILOSOFÍA MEXICANA


Habiendo ya aclarado lo que hemos de entender como filosofía mexicana podemos comenzar un recuento, a grandes
rasgos debido al límite de espacio y tiempo, de las diferentes concepciones de filosofía mexicana que han caracterizado su
pensamiento y como han evolucionado a lo largo de la historia. Para facilitar este recorrido hemos de dividir la historia
Mexicana en seis grandes periodos: el prehispánico, el colonial, el independentista, el reformador, el porfirista, el
revolucionario y el institucional.
Periodo prehispánico: Poco se dice actualmente de la sobrevivencia del saber indígena tras siglos de dominación del
saber occidental en sus tierras, cuando se habla del indígena suele llevarse el pensamiento a la sensibilidad inexistente del
pasado, se evoca a lo que ya murió y se desvaneció con el tiempo, algo que difícilmente puede recuperarse y por lo tanto
algo ajeno, que de algún modo nos involucra pero no nos pertenece, siempre se olvidan del presente cuando se habla del
pensamiento indígena. Sin embargo el pensamiento indígena prehispánico prevalece en el lenguaje y las costumbres de
los habitantes de las sierras, selvas, desiertos y pueblos perdidos en la geografía mexicana y hoy más que nunca resalta
su cosmovisión al contrastarse con la impositiva cosmovisión occidental, la manifestación cada vez más abierta y profunda
de estos pueblos conscientes de su herencia cultural y de su situación de rehenes esclavizados y condenados a la
ignominia demuestra claramente que el pensamiento indígena, a pesar de la historia, mantiene firmes las raíces de su
entendimiento y se distingue de la manera occidental de entender la vida dejando al descubierto los pilares de su filosofía:
una comunidad inmanente a la naturaleza y respetuosa de la tradición y los valores antiguos. ¿Cuál es su secreto? ¿Cómo
pudo sobrevivir su pensamiento a los embates de la lógica formal occidental, a sus pruebas científicas y tecnología de
punta, al progreso y la civilización positiva? ¿Cómo pudo prevalecer en el indígena el convencimiento de que la sabiduría
de los abuelos supera todo argumento, toda lógica, toda ciencia, todo poder tecnológico y armamentista, toda ley todo
derecho? Cuando León Portilla intenta convencernos de que entre los pueblos indígenas, Mayas, Zapotecas, Náhuatl, y
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Toltecas había un pensamiento filosófico auténtico y equiparable en estatura y dignidad, pero sobre todo en contenido al
de los filósofos griegos clásicos intenta la demostración equiparando los elementos culturales de occidente con los
elementos culturales prehispánicos hallando, a veces de manera muy forzada, similitudes, analogías y coincidencias
principalmente en los cuestionamientos y las reflexiones que pueden evidenciarse en los pocos textos sobrevivientes
recuperados del genocidio español. Su método consiste en una hermenéutica necesaria en la traducción de la lengua
indígena ya que tanto en el náhuatl como en las otras lenguas indígenas las palabras suelen ser “polisintéticas”, es decir
que cada palabra reúne diferentes conceptos y por tanto su significado no es fijo o formal sino móvil y de gran contenido,
así mismo cuando se habla en estas lenguas no se intenta atrapar a la realidad en el concepto definiéndola analíticamente
en el discurso mediante un enlace continuo de conceptos mediante categorías sino que sólo se intenta aproximarse a la
realidad mediante el relato metafórico, buscando la síntesis de la realidad con el individuo mediante la conjunción armónica
de los conceptos. Por ejemplo, el término “verdad” es una conjunción del concepto de raíz y firmeza, mientras que el
concepto de “Saber” o “Conocer” es una conjunción de conceptos como sentir y corazón, la interpretación que pueda
provenir de la unión de tales elementos aparentemente distintos crea un concepto nuevo que difícilmente guarda relación o
parecido con la manera occidental de comprender el mundo, en cuanto al término verdad, puede verse claramente que la
simple unión de tales conceptos en la palabra ya nos lleva hacia la reflexión mediante la metáfora de la raíz firme de una
planta, si a este dato agregamos que para las culturas precolombinas el universo es como un gran árbol, vemos como el
término verdad no solo evoca a un argumento sustentado en fundamentos firmes como podría reflexionar un filósofo
occidental acerca del término verdad, sino incluso su carácter ontológico al referirse a la raíz del mundo, lo que sostiene y
mantiene vivo al universo, al ser, en otras palabras, lo verdadero es también lo existente, dato absolutamente reflexivo que
permita una metafísica de la verdad en el sentido aristotélico ya que para encontrarla se debe escarbar e ir más allá de lo
visible que es la planta para llegar a su fundamento que es la raíz siendo así que la reflexión filosófica se encuentra
inmanente en el lenguaje indígena, lo mismo en cuanto el término conocer que integra el sentir del corazón cuando se
reflexiona que para el pensamiento indígena el corazón es el centro, el equilibrio, la armonía, el punto donde todo converge
y se alinea como referente universal dando orden al universo comprendemos lo que la metáfora inmersa en el concepto
nos indica, conocer es encontrarse en equilibrio con el universo y tener paz, armonía en el corazón que es nuestro centro,
hallar el orden y el equilibrio de las cosas, eso es conocer para el indígena, de donde se sigue que cuando no se conoce
se tiene el corazón dividido, sin centro, extraviado, otro ejemplo importante es el término “pensar” que en lengua Náhuatl se
traduce como “existir”, “estar en existencia” que puede también compararse con el postulado cartesiano aunque las
connotaciones ontológicas aún guarden muchas reflexiones alternativas. La lengua indígena por sí misma es una reflexión
filosófica palabra por palabra y al mismo tiempo una poética constante plagada de metáforas e imágenes, por ello su
expresión ideográfica corresponde de una manera más correcta con su carácter que una expresión silábica o simbólica ya
que lo que interesa a la expresión prehispánica es el contenido de las palabras y no su forma, expresar el pensamiento y
no el sonido lingüístico, esta simple diferencia en la manera de expresar el pensamiento es suficiente para que la
comprensión hermenéutica sea todo un reto. Vemos así que tampoco es extraño que para el indígena la reflexión
ontológica no aborde explícitamente el problema del ser como una ciencia pues su lengua lo expresa sin tapujos este
problema morfológicamente, este fenómeno resulta más claro cuando comprendemos la preocupación de las culturas
sajonas por aclarar filosóficamente la diferencia entre el ser y el existir toda vez que en su lengua se utiliza el mismo
término para uno y otro concepto mientras que en las lenguas latinas estos dos conceptos se expresan con términos
diferentes y por tanto no hay el caso a la reflexión, el trabajo ontológico occidental ha tenido más este camino debido a la
deficiencia lingüística a diferencia de la ontología latina que busca otros campos de reflexión con la ventaja de su lengua,
así mismo la lengua náhuatl tiene muchas ventajas en la expresión ya que cada concepto trae consigo un contenido
conceptual denso y amplio susceptible de interpretación a diferencia de la tendencia lingüística occidental que pretende la
exactitud y rigurosidad significativa restringiendo las interpretaciones en el lenguaje.

Debo decir que me parece un buen inicio el intento de comparar la cultura Náhuatl con la cultura Helénica, ahí empeñaron
su esfuerzo autores como Antonio Caso, Francisco Larroyo, María Garibay, León Portilla o Patrick Johansson entre otros,

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que han realizado un estudio comparativo que ha podido poco a poco desenredar la madeja hermenéutica de la
interpretación del pensamiento indígena equiparándolo histórica, social, antropológica y lingüísticamente al pueblo griego
aunque aún se espera todavía un recorrido muy largo hasta comprender la profundidad de pensamiento y la madurez
filosófica que poseían los antiguos pobladores de estas tierras antes de ser devastados por la ambición occidental,
simplemente la construcción lógico simbólica de su cosmovisión es ya un reto, no digamos ya la precisión de sus
calendarios unido a su pensamiento sintético que lograba un vínculo holístico con todas las posibilidades de configuración
de la existencia en su mística cosmovisión. Pero lo que se intenta comprobar es la existencia de pensamiento indígena que
pueda identificarse como pensamiento filosófico y para ello es menester un parámetro conceptual de lo que significa
pensamiento filosófico, este parámetro debe provenir de la filosofía misma y de su diferenciación con otros tipos de
pensamiento trabajo que varía de uno a otro autor debido a que no existe un acuerdo acerca de lo que debe entenderse
por filosofía para buscarlo dentro del pensamiento Náhuatl, la búsqueda de este parámetro no es algo que se tenga de
inmediato ya que por lo pronto el investigador occidental solo cuenta con el sentido occidental de afrontar el problema y
siendo este el único referente se convierte en un parámetro contaminado ya que se exige que posea características
propias de la cultura occidental que no necesariamente comparten otros pueblos, debido a una deficiente comprensión de
la lógica y la semiótica indígena en comparación con la occidental, debido a ello se ha tratado como culturas pre-lógicas y
mito-lógicas a muchas manifestaciones del pensamiento en todo el mundo como la China, la India, el Tíbet, Egipto, etc.
incluyendo a todas las culturas prehispánicas en América. Diferentes autores han intentado resolver esta falla de diversas
maneras apelando a diversos conceptos de filosofía más abiertos en donde la disciplina filosófica se caracteriza por la
actitud de quien la posee y no por el método que utiliza para desarrollarla, es decir que la filosofía es tal no por el método
que usa para investigar el mundo o por el objetivo de su análisis sino por la actitud intelectual que ostenta el filósofo como
amigo del conocimiento, amante de la sabiduría, la ambición por abarcar el cosmos con el pensamiento. Para Antonio
Caso la filosofía precolombina es un hecho en tanto que en el análisis de su cosmovisión y su pensamiento, se encuentran
elementos afines a la filosofía de la Grecia antigua, la filosofía está unida a la magia y la religión y ésta, a una tradición
respetable que se pierde con el tiempo, y de la cual no se guarda duda alguna, la sola existencia de una preocupación
ética, cosmogónica y tecnológica es consistente con la existencia de filosofía. Caso da en el clavo al centrar su análisis en
el mito indígena ya que desentraña el principio básico en el que el pensamiento occidental desacredita la existencia de una
filosofía indígena, la distinción entre Logos y Mythos, desarticulándolo desde el inicio bajo el concepto de que la
cosmovisión indígena guarda su propia experiencia filosófica dentro de su cultura, sin embargo no logra comprobar con
éxito la existencia de un desarrollo lógico que se diferencie del mitológico y por lo tanto manteniendo latente la objeción
occidental de la inexistencia de filosofía en el pensamiento náhuatl. A este respecto reitero lo dicho en el trabajo anterior en
cuanto a que esta distinción entre el contenido lógico y el mítico es sólo una falta de comprensión hermenéutica del
pensamiento antiguo devenido de una especie de olvido generacional, olvido que ya antes ha sido analizado por Nietzche
respecto de la civilización griega consistente en la pérdida de sentido de los mitos griegos para la comprensión del mundo;
cuando lo que se dice ha perdido el contenido epistemológico y ontológico original para una generación determinada
heredera de tales conceptos, y se pierde el sentido de la realidad de tales formas de expresión, el pensamiento comienza a
buscarlo en mundos más allá de lo visible ya que las palabras pueden manipularse para configurar el error y se echa la
culpa al modo de expresión buscando la precisión para evitar la mentira ya que es precisamente el contenido simbólico el
que ha perdido su significación original. Para la civilización Náhuatl sucede algo similar, con la diferencia de que el
contenido mítico heredado no ha perdido su sentido toda vez que la lengua propicia el contenido y la mentira no se halla en
la expresión lingüística sino en la incapacidad del pensamiento para armonizar con la realidad, para sentir al mundo en su
corazón, la lógica de la verdad no se busca en la expresión simbólica del pensamiento sino en el fenómeno mismo del
pensamiento, pensar con la verdad significa para el indígena existir en el centro del cosmos, hallarse en armonía con este
bien plantado y firme, sin ambigüedades, mientras que la verdad en el sentido occidental significa la adecuación del
pensamiento a la realidad mediante la expresión simbólica, como puede verse, hallar la verdad para occidente implica un
necesario análisis del lenguaje mientras que para el indígena implica un análisis de sí mismo como sujeto pensante, esta
simple distinción marca caminos diferentes a la investigación filosófica ya que si lo que se busca es la verdad el occidental

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intenta hallarla fuera de la realidad, en el lenguaje como medio de expresión del pensamiento y no en su raíz como
fundamento de la realidad que es independiente de su expresión, por ello para el indígena la expresión del pensamiento es
flor y canto mientras que para el occidental es lingüística y lógica, se puede ver como es condición de la expresión Náhuatl
la belleza y la armonía mientras que para el occidental es el simbolismo y la precisión, el primero hace énfasis en el
contenido de la expresión y el segundo en la forma de la expresión, estas diferencias hacen a las dos perspectivas
incompatible y por tanto incomprensibles la una para la otra al grado que hasta ahora prevalecen sus antagonismos
resultando el primero en una civilización que valora la tierra como su benefactora y proveedora y el otro como su propiedad
y recurso.

Vale la pena entonces acercarse a los textos prehispánicos con una visión lo más alejada posible del prejuicio occidental
para interpretar el pensamiento indígena y apuntalar, antes de las dilucidaciones, ciertos parámetro que harán firme la
expedición hacia el descubrimiento de una filosofía prehispánica que, ante la imposibilidad de rescatar completamente los
hechos y los dichos de los pensadores indígenas, la dificultad de identificar estos elementos aún en los sobrevivientes de
estas culturas y el peligro de incurrir en malas interpretaciones y malos entendidos culturales así como en prejuicios y
fantasías, aun así pueda marcar un camino seguro y diáfano hacia el aprovechamiento de la tradición pre-cortesianana
para la construcción de una filosofía fundada en bases meramente indígenas, esto es, propongo construir la filosofía a
partir del análisis de sus elementos culturales auténticos y el análisis lógico-simbólico de sus elementos lingüísticos e
ideográficos no para rescatar o comprobar la existencia del pensamiento filosófico precolombino sino para comprobar que
este es posible construyendo uno a partir de sus propios elementos culturales. Para ello se debe distinguir claramente los
elementos axiomáticos fundamentales de la lógica occidental para no caer en el error de aplicarlos en la lógica indígena
plagiando así su contenido, por ejemplo el principio de no contradicción, fundamental para la lógica occidental, funciona de
manera distinta en la lógica indígena toda vez que el mundo para su cosmovisión siempre se halla en una constante
armonía de contradicciones, toda divinidad, fuerza natural o concepto posee siempre una ambigüedad implícita y por ello la
verdad está en la raíz del mundo y el conocimiento se halla en el centro de las dualidades, en donde la contradicción
desaparece en el equilibrio que no niega las contradicciones sino que las equilibra. Para este pensamiento entonces elegir
entre dos contrarios y tomar partido de un lado o de otro para evitar la contradicción significa poseer dos corazones, estar
dividido, extraviar el centro y la armonía con el mundo mientras que en occidente esta posición no es posible en absoluto,
claramente podemos ver como el desarrollo de una lógica a partir de este principio resulta en una lógica muy diferente a la
desarrollada por occidente lo que nos llevaría a una concepción diferente del concepto de verdad y validez para la
expresión del pensamiento. Al hacer el estudio comparativo de las lenguas occidentales junto a lenguas ancestrales
podemos comprobar que el desarrollo del racionalismo analítico y formalista es exclusivo de la forma de expresión
occidental al observar que la trascendentalidad de la razón obtiene una estética distinta en la configuración del
entendimiento de manera que el pensamiento indígena no se delinea en una analítica trascendental sino en un ejercicio
sintético constante en donde los términos o unidades simbólicas no son determinados en la diferenciación y delimitación
simbólica que favorecen la formalidad discursiva para su racionalización sino que cada término es una síntesis pluri-
simbólica que se entrelaza en un discurso que favorece el contenido simbólico con un sentido holístico indeterminado y
libre. Tal lógica contenida en las expresiones prehispánicas en las que el pensamiento no queda atrapado en el lenguaje y
sus limitaciones lógicas sino que libremente expresa todas sus posibilidades significativas en una ordenación distinta el
pensamiento que lleva el concepto de racionalidad a un contexto distinto del que hasta ahora ha explorado la filosofía
occidental y confirma la existencia de un pensamiento racional y filosófico indígena. En efecto, la manifestación del
pensamiento indígena no sucede, como en la expresión occidental en una sucesión de símbolos atómicos y autónomos
encadenados por conectivas lógicas sino que resulta en una andanada de paquetes simbólicos ricos en contenido
significativo entrelazados en la síntesis lingüística propia del idioma autóctono. Para el idioma occidental heredado de una
deformación local europea del latín y el griego, cada palabra tiene un significado definido mientras que en la lengua
indígena cada palabra implica una multiplicidad de posibilidades significativas todas válidas en la configuración lógica
conformando una racionalidad que admite contradicciones en la expresión sin que esto implique un absurdo ya que su

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contenido tiene una fundamentación ontológica y no metafísica. Si aunamos a este juicio el hecho de que para el contexto
del pensamiento indígena el tiempo no es una secuencia lineal sino un ritmo cíclico y el espacio no esta contenido de
unidades ontológicas o seres sino de una totalidad compuesta de unidades relativas, podemos comprender mejor la
diferencia entre la estética trascendental de occidente para la dirección de su pensamiento y racionalidad que es analítica y
primordialmente espacial en su configuración ontológica y la estética trascendental indígena que es sintética y
primordialmente temporal en su configuración ontológica.

Una última reflexión al respecto del pensamiento indígena que hasta aquí voy a dejar por el límite de tiempo y espacio,
tiene que ver con la superación del prejuicio existente entre el pensamiento mágico-religioso y el científico-filosófico,
distinción que no existió realmente en occidente sino hasta pasada la época cristiana y que se funda en la creencia en la
libertad del actuar humano, creencia que en el pensamiento indígena es claramente improcedente toda vez que el destino
del individuo está marcado desde el nacimiento y solo es posible tras la muerte que es parte de la existencia mientras que
en occidente el destino es desconocido y la existencia depende de las propias decisiones lo que crea un desarrollo delculto
de la personalidad propia, es decir, de la creencia en el individuo independiente del mundo y por tanto de su comunidad en
tanto que en la concepción indígena el individuo depende del mundo y dela comunidad y su libertad tiene necesariamente
estos límites. Las consecuencias éticas de tales diferencias conceptuales son relevantes para el desarrollo de sus
civilizaciones y de su pensamiento en general de manera que en las culturas indígenas el culto al individuo, la importancia
personal y la autoría del pensamiento son poco valorados y se toman como un desarrollo de la comunidad en general y no
como un logro individual lo que deja a la tradición y la herencia intelectual de los pueblos precolombinos huérfanos de
autoría individualista sin que esto demerite la calidad de sus contenidos mientras que en los pueblos occidentales es más
valorada la individualidad que la comunidad teniéndose a esta tan sólo como un accidente en la vida del pensador.
Vislumbro en el conocimiento del pensamiento indígena una mina intelectual y conceptual todavía no explorada que podría
llevar la historia de la filosofía por rumbos insospechados todavía por el pensamiento occidental aunque se deben
desarrollar todavía los parámetros meta-culturales que permitan una hermenéutica cierta y confiable que no den lugar a
falsas interpretaciones que superen también las falacias argumentales inmersas en la interpretación occidental de la
historia y la cultura que dejan fuera de lugar la perspectiva indígena del mundo y menosprecian su filosofía y su cultura. La
filosofía prehispánica todavía tiene mucho que enseñar a la civilización contemporánea, pero sobre todo a nosotros, sus
herederos culturales.

3.- MÍTICA MEXICANA AL ENCUENTRO

III LA FILOSOFÍA MEXICANA DEL SIGLO VEINTE

Una particularidad del carácter y la actitud de lo que podría llamarse una Filosofía Mexicana proviene precisamente de
esta discusión para la que fue necesario una pugna entre las cosmovisiones que forman parte de la antigüedad de México
con las cosmovisiones de occidente en donde lentamente se fue construyendo lo que podríamos llamar la filosofía
mexicana, es decir, la cosmovisión y actitud que han manifestado los filósofos Mexicanos que más han influido en la
construcción del México actual. Debe quedar claro que, al igual que las personas, la filosofía se transforma con el tiempo y
va desarrollándose en distintas formas de expresión que van desde lo que se llama juventud hasta la madurez de una
interpretación de la realidad de manera que las ideas expresadas por el filósofo se transforman y evolucionan con el tiempo
perfeccionándose en su expresión para determinadas formas del pensamiento por lo tanto la filosofía mexicana no es una y
la misma siempre sino que se ha transformado hasta formar la riqueza de pensamiento que hoy día muestra nuestra
pluricultural sociedad habiendo mostrado en su desarrollo también diferentes modos de ver el mundo aún que la mayoría

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han sido menospreciados y hasta ignorados por el ojo del investigador académico debido a la perspectiva euro-centrista
que le domina.
Estas distintas filosofías buscan claro, legitimar los fenómenos culturales que el grupo manifiesta en su vida, esto es,
buscan legitimar posiciones y actitudes o cosmovisiones del mundo que son clara muestra de lo que une a la comunidad
mexicana. Es evidente que estos conceptos tienen los límites que la posibilidad de distinguir verdaderamente las
costumbres entre una comunidad y otra marcan en la investigación, por ejemplo, las semejanzas existentes entre una
nación y otra pueden hacer difícil la distinción cultural debido a que los objetivos, las necesidades, la historia y las
preocupaciones sociales pueden ser similares e incluso idénticas aunque en diferentes intensidades, de manera que la
distinción entre una nación y otra se basan en términos como la raza, la religión, la lengua etc. como sucede con los
pueblos europeos que aunque comparten un territorio común mantienen cada cual su individualidad cultural, social y
política de manera que la filosofía de cada región fundamenta la actitud y forma intelectual que cada uno vive en su
momento histórico.
En América sucede otro tanto, de manera que, aunque las distintas regiones comparten historias y políticas similares, su
cultura y sus territorios se distinguen formando la actitud social individual de cada pueblo y aunque filosóficamente se
persigan fines similares cada construcción teórica tiene su muy particular estilo y revelación. Así la filosofía mantiene
temas, inquietudes e intereses comunes mientras que los resultados en la producción filosófica se vierten por diferentes
rutas y soluciones en Argentina o en Chile, en Venezuela, Colombia, Centroamérica, Cuba o México, los representantes de
la Filosofía Nacional han buscado a la vez la Universalidad del discurso como la originalidad del estilo, el método o la
teoría.
Por ejemplo, la radicalidad teórica de Benito Juárez y Miguel Lerdo de Tejada en cuanto al concepto de derecho en el
México recién estructurado como Nación que dio el nacimiento de las Leyes de Reforma para la estructuración del Estado
laico tuvo que justificar teóricamente la necesidad de expulsar a la iglesia de los procesos políticos en un país en donde la
gran mayoría se decían fieles al catolicismo y que fue “Liberado” por el lábaro Guadalupano. La transición cultural de un
paradigma religioso en donde la máxima autoridad es la iglesia a un paradigma laico en donde la máxima autoridad es el
estado seguramente necesitó fuertes dosis de positivismo y materialismo para afrontar tal ímpetu social. Además la política
Internacional de que tuvo que hacer gala la elocuencia del discurso para mantener unido al pueblo ante las intervenciones
extranjeras dejó tal huella en el territorio que vino a especializarse a lo largo del siglo XIX y XX como una actitud de
prestigiosa política internacional. Esto habla de la preocupación que la filosofía en México ha venido heredando a los
pensadores nacionales, los temas recurrentes de nuestros autores buscan alentar la opinión hacia la dirección que parece
estar buscando la actitud social; los Chauvinismos, Malinchismos, Nacionalismos, Anarquismos, Estridentismos,
Europeocentrismos, Liberalismos, Comunismos, Socialismos, y tantos “ismos” que han visto su desarrollo dentro del
pensamiento nacional han logrado con el tiempo estructurar una filosofía propia como propia es la actitud del pueblo ante
su propia realidad de manera que observamos esa preocupación de que el pensamiento sea de una aplicación útil y
benéfica a la comunidad humana entera y en particular a la sociedad Mexicana que busca desde hace siglos las mismas
cosas: Libertad, Justicia y Autonomía. La actividad intelectual de una nación siempre estará en función de la jerarquización
natural que se produzca con las otras naciones, de manera que la actitud rebelde de la filosofía mexicana (y en general de
la filosofía latinoamericana) ante la Filosofía occidental que mantiene una actitud de escepticismo y ninguneo de todo aquel
análisis del mundo que no siga las reglas de la academia europea es una muestra clara de la lucidez que se va marcando
en el análisis de nuestras propias necesidades nacionales de jerarquización cultural internacional, esto quiere decir que,
así como cada individuo se jerarquiza con su entorno y con los otros para mantener su individualidad y su estatus delante
del mundo, así también los grupos humanos deben jerarquizarse entre sí para ubicar sus posibilidades sociales. De esta
jerarquización nace la actitud colectiva que guía las necesidades de grupo y da tema de análisis a los filósofos para su
producción intelectual (Entiendo “Jerarquización” como el proceso Físico-Bio-Psico-Social en el que la individualidad se
enfrenta a la multiplicidad del mundo).

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Cabe aclarar que la producción filosófica vista desde esta perspectiva abarca más autores de los que se ha querido
reconocer ya que toma en cuenta la producción intelectual que se clasifica como tan solo literaria o perteneciente al
“mythos” del pueblo como por ejemplo los enfoques en los que el cuerpo humano posee un espíritu, aquellos que
manifiestan a la tierra como un ser vivo o aquellos en los que se expresa que nuestro mundo es tan solo una posibilidad de
la existencia a la que se puede acceder entre otras realidades alternas ya que, aunque su método investigativo difiere en
todas sus formas del patentado método europeo, aún así la experiencia de grupo lo avala y lo muestra como una
cosmovisión alterna con su propia filosofía de comprensión del mundo y de la vida como lo muestran las sobrevivientes
culturas autóctonas de México y las corrientes que han sido adoptadas de culturas míticas extranjeras.
Sé que muchas objeciones pueden hacerse a esta forma de explicarse la evolución filosófica de México, sin embargo
considero que el análisis histórico que muestran los filósofos académicos que estamos estudiando abarcarcan tan solo a
aquellos pensadores que acudieron a las academias de filosofía europeas o mexicanas dejando de lado tantos otros rubros
de conocimiento que, si bien no gozan de la aprobación científica si influyen con su opinión en los acontecimientos sociales
e históricos de nuestro país, como por ejemplo el enfoque, influencia y poder que tuvieron las sociedades secretas en los
movimientos independentistas, reformistas y revolucionarios en donde hombres verdaderamente amantes del conocimiento
propiciaron cambios en el comportamiento y la perspectiva social del mundo que se tenía en la nación utilizando filosofías
que no necesariamente fueron académicas sino más bien míticas como los grupos guadalupanos, masones, rosacruces,
espiritistas, orientalistas, hinduistas, islamistas, budistas, toltecas, mayas, mexicas, etc. que aún hoy mantienen un estatus
social y una identidad filosófica al margen de la oficial forma de clasificar la filosofía. Hasta aquí las aclaraciones acerca del
enfoque que doy a la palabra filosofía y a lo que debe ser considerado como filosofía mexicana que, en resumen, pienso
que para su mejor comprensión debería ampliar su espectro o rango de análisis de lo que se considera “verdadera
filosofía” para no dejar fuera pensamientos y perspectivas que, aunque no son considerados por los analistas si son parte
de lo que debe ser considerado como “Filosofía Mexicana” aún cuando no sigan las reglas que la academia dicta para ser
reconocidas desacreditando el método, el contenido y los resultados de tales muestras del pensamiento.
Esa cosmovisión que algunos han llamado “mágico-religiosa” o “Metafísica-mítica”, que son términos considerados
peyorativos para la clasificación académica y que sin embargo continúan hoy influenciando el comportamiento popular con
mayor fuerza incluso que las perspectivas que se llaman verdaderas, oficiales o académicas, hacen que nos preguntemos
si cuando hablamos de la filosofía mexicana nos referimos a la producción filosófica que han realizado los escritores que
han pertenecido a la academia mexicana de filosofía o nos referimos al pensamiento filosófico del pueblo mexicano a
través de sus autores que no necesariamente han pertenecido a la academia mexicana de filosofía si no que tan sólo
pertenecen a la comunidad mexicana, esta, a mi ver y a riesgo de parecer incómodo para algunos, es una pregunta
fundamental en este análisis.
Por último y para que no parezca que se está eludiendo el verdadero objetivo de este trabajo que es mostrar la
comprensión que se tiene del tema a partir de los textos sugeridos creo pertinente llevar este enfoque al análisis de los
autores que la lectura propone. Comencemos con el mítico Gabino Barreda a quien se atribuye el ímpetu positivista de
principios de siglo al incorporar a la educación media el enfoque de Augusto Comte, el mérito de Barreda consiste en haber
dado a la academia mexicana la forma occidental necesaria para una legitimación internacional a la dirección educativa
pretendida mediante la utilización del lenguaje y los conceptos intelectualmente adecuados para la academia europea que
mantenía la “patente de certificación científica” del conocimiento. Sin embargo, mientras Barreda estudiaba en Europa, en
México comenzaba la preocupación anticolonialista y la pérdida del territorio nacional naciendo así una necesidad nacional
por construir un pensamiento propio que era imposible mientras dominara la perspectiva católica proveniente de Europa de
manera que a su regreso a México, tras la experiencia del pueblo mexicano con el Imperio de Maximiliano se hizo patente
la necesidad de encontrar una perspectiva filosófica que hiciera a un lado la influencia de la iglesia en la vida política
nacional y que sustentara un pensamiento libre y objetivo para el futuro de la nación de manera que el encargo de Juárez a
la comisión de instrucción pública no proviene ni de la influencia de Augusto Comte ni de la iniciativa de Barreda haciendo

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que sea engañoso el análisis histórico. Esta es la razón por la cual el estado Juarista construyo una nación basada en
perspectivas filosóficas contradictorias como lo son el liberalismo y el positivismo ya que el estado nacional mexicano de
Juárez tenía esta necesidad para la mantener una posición de unidad y soberanía en la jerarquización internacional; la
perspectiva liberal daba los argumentos necesarios para disminuir la influencia de la iglesia en la vida nacional mientras
que la perspectiva positivista daba el enfoque de progreso y futuro que dotaba a la promesa del nuevo gobierno la energía
necesaria para aliar a la población mexicana al proyecto político de la reforma.
Tal concepción del mundo para guiar la posición filosófica de la academia no fue realmente reflexionado o debatido sino
más bien impuesto por la política del momento siendo que las otras perspectivas ya sea espiritualistas, intuicionistas y
metafísicas nunca perdieron fuerza en capacidad de influir en la actitud nacional de manera que la iglesia no cesó nunca
de atacar la posición de la ENP proponiendo posiciones francamente espiritualistas que gracias a la intervención de
personajes como Justo Sierra no lograron prosperar en su intención de acabar con la perspectiva materialista y cientificista
que se estaba cultivando, sin embargo no debemos olvidar que pocos realmente tenían acceso a la educación académica y
que lo que se narra en estos pormenores de la historia poco muestran realmente el pensamiento nacional mexicano de la
época que era en su mayoría francamente católico, animista, mágico, mítico y espiritualista. Observamos así como la
política y el poder influyeron en las decisiones que la academia señalara como la senda que la educación del pueblo
debería tomar según la filosofía que convenía en la jerarquización social e internacional del México de fin del siglo XIX, la
necesidad política de ostentar tal posición filosófica no necesariamente impedía a los académicos asistir a misa y
confesarse todos los domingos a ellos o a su familia, este es un fenómeno que muestra una contradicción intelectual poco
señalado en los análisis de la historia de las ideas.
Como podemos ver la lucha entre la perspectiva materialista-positivista y la espiritualista-religiosa fue muy clara en este
momento de la historia mexicana y es la jerarquización entre estas dos filosofías lo que ha dado forma a la filosofía en
México y claro, debido a la falta de legitimidad propia todos los debates giraron en torno a perspectivas filosóficas europeas
que enriquecieron y dieron forma a los debates académicos de la época. Pero lo que es también relevante en torno a esta
pugna por la preponderancia dentro de la academia es que las decisiones políticas tenían más que ver con la búsqueda de
mantener el poder del estado en equilibrio con el poder de la iglesia y de las potencias extranjeras que con la búsqueda de
objetividad y validez en los argumentos esgrimidos de manera que podemos observar como los resultados del encuentro
poco tuvieron que ver con los argumentos intelectuales de cada posición sino más bien con los argumentos y posiciones
políticas de los actores, como por ejemplo, la abierta manifestación espiritualista de Justo Sierra en contradicción con su
posición académica que fue más bien positivista según su discurso oficial que reivindicó las tendencias de Juárez y
Barreda; o la posición contradictoria de Porfirio Díaz, de donde nace la razón de llamar científicos a los miembros del
gabinete que siguen el rumbo iusfilosófico de Juárez, Lerdo y Barreda, a pesar de la tendencia social, como una minoría
autoritaria y poderosa que dominaba los hilos de la actitud nacional que parecía manifestarse como positivista y sin
embargo apoyaba las posiciones espiritualistas de la iglesia apoyando a los Ateneos siendo así que en la nación se respira
una posición filosófica que al mismo tiempo busca el progreso científico positivista mientras mantiene una religiosidad
espiritualista a toda prueba. No omito mencionar que esta posición contradictoria no sería posible sostenerla como una
perspectiva filosófica única sino como dos perspectivas en pugna, sin embargo para el individuo humano como para la
comunidad humana poco importa la contradicción lógica que el rigor del método científico lógico-racional exige y puede
aliar en su actitud las dos posiciones sin que esto muestre conflicto alguno en la vida real y en la concepción del mundo
que se tiene de este. El conocimiento válido para el pensamiento humano pertenece más al orden de la jerarquización que
al de la razón y la lógica.
El equilibrio epistemológico (Como diría Jean Piaget) de la época consistió entonces en la pugna entre estas dos fuerzas
intelectuales que mantenían una armonía extraña (Uno de los méritos del Porfiriato fue la maquiavélica manera que tuvo de
mantener este equilibrio y estabilidad por tantos años) que se rompió en el momento en que una de las dos perdió fuerza y
comenzó la búsqueda de una compensación epistemológica que restaurara el orden. Los últimos años del Porfirismo, que

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son los primeros años de la Revolución, demuestran los dolores de parto que la nueva cosmovisión nacional tuvo que vivir
echando mano incluso de las raíces precolombinas para formarse una identidad integrando a la filosofía la aceptación del
conocimiento indígena como una verdadera sabiduría aunque todavía en este momento con el sentido académico europeo
de “Sophos poético”, que Antonio Caso introdujo como la propia mitología mexicana influyendo a los historiadores a tomar
en cuenta al México precolombino como parte de nuestra historia patria echando mano de los argumentos de la crítica a
Comte, Spencer y Mill apoyado en Bergson en la que restaura la posición espiritualista e intuicionista del conocimiento
rescatando así aspectos de la cultura mexicana que exigían su integración a la filosofía dentro de la academia. Los trabajos
arqueológicos y antropológicos de Antonio Caso me parece impulsaron esta tendencia en el filósofo. ¿Cómo era posible
que la heroica cultura Mexica-Tolteca-Maya y Zapoteca fueran tan solo la manifestación salvaje de la ignorancia mientras
que la clásicas culturas Romana y Griega fueran la máxima representación del conocimiento y la civilización? Esta es la
pregunta que yo me abría hecho con Caso al observar sorprendido la imponente piedra del sol surgiendo de los cimientos
de la catedral metropolitana, al contemplar arrobado a la Coatlicue ferozmente esbozada con el cincel artístico del
indígena; el impulso psicológico de esta idea y la evidente confrontación de razas que había sufrido el pueblo durante los
últimos siglos llevaron su influencia a las mentes magistrales de José Vaconcelos y Alfonso Reyes quienes dedicaron su
pluma a esculpir una visión mexicana del mundo que se alejara del dominio eurocentrista de la historia utilizando los
mismos argumentos de los versados europeos que los ninguneaban a favor de la raza y el pueblo Latinoamericano. Por
último y para confirmar el sentido que el pensamiento académico debía guiar, y haciendo a un lado su particular posición
intelectual, Justo Sierra al inaugurar la Universidad concluye en la apertura de todas las formas del pensamiento para
integrar la cátedra universitaria de manera que se muestra abierta a todas las posiciones en una verdadera muestra de
profesionalismo en la actitud y estatura del filósofo.
Fue también debido a estas expresiones nacionalistas que en el extranjero los intelectuales imaginaban a la revolución
mexicana más como una rebeldía indígena que por fin se reivindicara ante la tiranía de la razón y la ciencia y la
domesticación de la iglesia y el estado para formar un nuevo mundo que por fin resolviera la pugna intelectual europea (la
filosofía comunista, anarquista y la revolución rusa influyeron en esa fantasía) pero lo que descubrieron escritores como
Antonin Artaud, Kenet Turner, John Reed, etc., fue más sorprendente ya que el movimiento no tenía aparentemente (y aún
hoy esto continúa discutiéndose) ningún fundamento filosófico ni intelectual sino que nacía del corazón profundo y herido
del pueblo que necesitaba reivindicarse para sobrevivir, fue como la explosión de una energía largamente reprimida, el
resultado de un largo y penoso ejercicio de represión intelectual que hizo nacer el arte y la cultura de principios de siglo XX
en México y que aún hoy goza del reconocimiento intelectual del mundo entero. Parece paradójico pensar que si la
aparente tendencia del pensamiento estaba derrotando a la perspectiva positivista que se comprendía como la posición de
las potencias extranjeras frente a la posición nacional más tendiente al espiritualismo, al intuicionismo, al romanticismo y al
mito, si la balanza del poder se estaba inclinando hacia las perspectivas metafísicas ¿Por qué en los resultados de la
contienda el impulso del movimiento revolucionario se inclinó más hacia el materialismo y la razón apropiándose de teorías
positivistas, anarquistas y socialistas en vez de adoptar a las filosofías que comenzaron el ímpetu revolucionario por lo
menos a nivel intelectual del anti positivismo cientificista con el que se identificaba al porfiriato? ¿Por qué parece como si el
pueblo hubiera traicionado a quienes impulsaron desde un principio una abierta incomodidad ante el régimen de Don
Porfirio minado la influencia extranjera para resaltar la personalidad y la actitud nacional aliándose a la posición que niega
esa identidad y resalta más bien una posición histórica que deja en desventaja al país?. Debo decir que en realidad la
posición intelectual del pensamiento popular nunca estuvo de un lado o de otro como sucede en otras formas de revolución
en la historia mundial, los hombres y mujeres revolucionarios fueron católicos y ateos, anarquistas y republicanos, liberales
y socialistas, espiritualistas y materialistas, científicos y místicos, (sin descartar la influencia de ideologías extranjeras que
poco a poco fueron asimiladas por la población mexicana que, aunque en nsu mayoría estuvo limitada a la escuela
Europea y Estadounidense, no podemos descartar la influencia árabe, sudamericana, China, Japonesa etc., que dieron a la
actitud mexicana uh sabor realmente cosmopolita por lo menos en su población ilustrada durante al porfiriato) no hubo una
bandera intelectual común sino tan sólo un anhelo de transformación social que, debido a la falta de una compensación

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firme y definida debido a la multiplicidad de influencias, restauró el equilibrio nuevamente en base al poder político que
obviamente se inclinaba hacia el compromiso con las potencias extranjeras, es decir, que la energía que la posición
positivista había perdido durante el régimen de Porfirio en el que México como nación ostentó una posición de riqueza y
autonomía ante el extranjero tal que era difícil imaginar el nivel de marginalidad en la que vivía la población y que, al
alimentar el desequilibrio social alimentó también su caída rompiendo el cerco que protegía del extranjero la posición
política mexicana. El derrocamiento de Francisco I. Madero es una muestra de este fenómeno así como la traición de
Venustiano a los revolucionarios y la instauración de una constitución basada en los principios positivistas, liberales y
materialistas impuestas por la potencia dl norte nuevamente a pesar de la incongruencia que ya estamos mencionando.
Ahora bien, ya instaurada y fundada la constitución se dio esa oportunidad al ser reconocida por el extranjero logrando la
estabilidad social necesaria para el siguiente paso, la tarea de reconstruir la perspectiva académica volvió a surgir como
una preeminencia. José Vasconcelos urgió en la necesidad de la educación popular al darse cuenta que la falta de
consenso intelectual se debía a la falta de pericia lingüística que impedía los consensos necesarios en el pensamiento
popular que pudieran garantizar una democracia verdadera que detuviera las luchas de poder en que el país estaba
inmerso. Esta relativa paz y calma social hicieron surgir en México un movimiento nacionalista intelectual que dio la vuelta
al mundo, Estridentistas, Muralistas, Psicoanalistas, Socialistas, Liberalistas, Cientificistas etc. surgieron entonces con un
nuevo rostro para la academia de manera que la pregunta por la mexicanidad de la filosofía que era evidente para la
experiencia intuicionista y emotiva pero difícil de definir para las exigencias de la academia europea hizo nacer diferentes
intentos de reivindicación de la filosofía nacional como la de Samnuel Ramos, Leopoldo Zea, José Gaos, Vicente
Lombardo toledano, Narciso Basols, etc. Quienes desde su muy particular filosofía influyeron en la construcción de la
perspectiva académica de la filosofía con la finalidad de impulsar el pensamiento hacia la vertientes que ellos defendían.
Corrientes filosóficas extranjeras vinieron a unirse a la naciente construcción del pensamiento mexicano de manera que la
pugna internacional entre la perspectiva comunista y la capitalista, ambas abiertamente materialistas y positivistas vinieron
a dominar el panorama académico al grado de olvidar por completo la antigua pugna espiritualista y materialista ahora por
una antítesis más práctica que teórica, abiertamente política, el gobierno cardenista vino a poner énfasis en la actitud
materialista oponiéndose al dominio eclesiástico y Norteamericano incluso; filósofos comunistas vinieron a pintar los muros
mexicanos creando nuevamente la contradicción teórica en la actitud nacional ostentando a conveniencia el liberalismo por
un lado y el sindicalismo y marxismo leninismo comunista por el otro mientras el mundo se enfrentaba a los fascismos
europeos; filósofos como Sánchez Vázquez aportaron su visión de lo que el verdadero comunismo significa más allá de las
banderas rojas. Claro que estamos hablando tan sólo del dilema surgido en la academia Mexicana por que en lo que
respecta al espiritualismo mexicano y su actitud metafísica siempre ha estado presente en todas las manifestaciones
culturales sin abandonar siquiera un poco esta contradicción. Es entonces que la fuerza argumentativa de las posiciones
materialistas en confrontación abierta con la necesidad espiritual del pueblo hace surgir a fines del siglo XX propuestas
filosóficas como la de la teología de la liberación desde donde se construye lentamente una perspectiva complementaria
entre el materialismo y la metafísica que reivindica la actitud filosófica que siempre mantuvo el pensamiento mexicano y
acercándose más a la compensación intelectual que buscaba la revolución mexicana.
Claro que para que fuera posible el surgimiento de la nueva filosofía mexicana moderna más abierta a la espiritualidad y
más dispuesta a re-analizar aquel antiguo prejuicio de “mythos y logos” confrontados como verdad y mentira hubo
necesidad de una sobrecarga de materialismo en la actitud del poder que gobierna el consenso intelectual de la academia
mexicana al grado de que surge ahora un nuevo conflicto de paradigmas asociado al sentir social en contra del sentir que
se quiere imponer desde el extranjero, un nuevo movimiento nacionalista se prepara entonces en todos los pueblos latinos
desde entonces, desde los cimientos culturales y artísticos de la segunda mitad del siglo XX se fue esbozando lentamente
la bandera del próximo siglo el espiritualismo ganó terreno con la influencia de filosofías orientales y sudamericanas. La
tendencia académica a favorecer el estudio Lógico-racional y lingüístico del mundo en la filosofía es tan sólo la respuesta
normal ante el embate espiritualista y metafísico que buscó asomarse a pesar de tantos argumentos y propaganda

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científica y materialista en su contra (Heissemberg, Einstein, Freud, etc.) las tendencias espiritualistas de los años sesenta
y setenta en todo el mundo y particularmente en México hicieron surgir de nuevo la antigua disputa, la respuesta
académica, inserta ahora en la estructura del poder político dominado por el poderío extranjero, fue abierta y francamente
en contra de tales manifestaciones. La posición intelectual de la academia sin embargo no podía ser tan clara y firme como
hubiera querido la política del momento ya que los cimientos de universalidad fijados por Justo Sierra, Antonio Caso y José
Vasconcelos no permitieron la imposición de ninguna ideología dentro de los muros Universitarios de manera que ante la
represión del gobierno a la libre manifestación de la ideas los universitarios tomaron una posición justamente rebelde. En
hábil juego maquiavélico se había mantenido el poder del discurso oficial por encima de la opinión pública al grado de
manifestarse laico, científico y progresista por un lado, pero católico, conservador y moralista por el otro, siendo así que se
aliaba a la iglesia para atacar el comunismo y a la ciencia para atacar la metafísica del amor que se manifestó como una
especie de renacimiento del mythos sobre el logos. La filosofía mexicana se convirtió entonces en un enigma inasible al
mostrar tales grados de abierta contradicción, este fenómeno se explica debido a la falta de parámetros en la concepción
europeocentrista de la historia y del mundo para comprender en la naturaleza humana las dos tendencias unidas: “mythos
y logos”, como fundamento y desarrollo de la inteligencia humana, la literatura filosófica se enriquece entonces con plumas
como la de Leopoldo Zea, Ramón Xirau, Octavio Paz, Jorge Portilla etc., que intentan analizar ese enigmático rostro de
México.
El duro golpe asestado a la visión romántica y mística de la filosofía en los años sesenta y setenta, golpe que no sólo fue
intelectual sino incluso político y social, hizo que la academia desarrollara la parte racional, lógica y analítica de la filosofía
con plumas como las de García Maynes, Juliana González, Eli de Gortari, etc. Quienes, en contraposición con estas
tendencias llevaron a la escuela mexicana por el camino que tomo la escuela anglosajona del mundo, mientras que al
unísono se fueron creando perspectivas filosóficas en donde la visión espiritual y metafísica se unía a la visión materialista
como por ejemplo el fenómeno de la teología de la liberación.
Para dar fin a este discurso, no porque se considere agotado o aclarado siquiera el tema, sino debido a la limitación del
espacio concedido, quiero tan sólo reforzar la idea de concebir a la filosofía de un modo alterno a la definición que la
academia ha sostenido. Debo aventurar que la tendencia en la filosofía actual mexicana nos lleva a quienes sentimos la
inquietud de la filosofía a reflexionar en torno no a si existe o no una filosofía nacional sino en torno a la filosofía que
conviene que exista en México para lograr los cambios sociales que necesitan las personas en este país y para garantizar
la sobrevivencia y preponderancia de nuestra cultura ante el mundo a pesar de las tendencias imperialistas y
neoliberalistas que mantienen su poderío sobre el juicio y actitud del mundo actual. La filosofía Mexicana, estoy de acuerdo
con los análisis de aquellos que lo demuestran, siempre ha sido, en concordancia con la de toda latino-América, una
filosofía combativa y rebelde que busca legitimarse ante la actitud de dominio de los países que con su filosofía han
justificado su barbarie y esclavismo, los argumentos filosóficos de las potencias mundiales en cada época han pretendido
justificar su dominio sobre los otros basados en falsos supuestos que deben ser desenmascarados. Este es un rumbo del
pensamiento verdaderamente importante y necesario para nuestra época y nuestro pueblo además de ser un problema
filosófico serio el averiguar la posibilidad de conciliar tales tendencias aparentemente contradictorias del pensamiento
contemporáneo ya que vivimos actualmente una crisis epistemológica en donde una variada y multidisciplinaria muestra de
colorido filosófico e intelectual lucha por la preponderancia en la tendencia intelectual, social y política del mundo lo que da
al pensador, al amante del conocimiento, al verdadero filósofo comprometido con su quehacer la responsabilidad y el reto
de intentar aclarar tal enredo en el pensamiento e injusticia en la actitud de este siglo XXI.
México Mayo 2011.

4.- IMPETU HISTÓRICO FILOSÓFICO DE MÉXICO


5.- VÍSPERAS DEL RENACIMIENTO MEXICANO

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