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AVATARES
DE UN MITO NACIONAL EN EL CONTEXTO
DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
(ANTONIO MACHADO Y GREGORIO MARAÑÓN)
1
Cf. ERIC HoBSBAWM, Nations and nationalism since 1780. Programme, myth,
reality, Cambridge University Press, Cambridge, 1990; el artículo del mismo
autor "Ethnicity and nationalism in Europe today", en GOPAL BALAKRISHNAN
(ed.), Mapping the nation, Verso, London-New York, 1996, pp. 255-266; y el
artículo de ANTHONY D. SMITH, "Nationalism and the historians", en el mismo
libro de Balakrishnan, pp. 17 5-197.
2
Cf. INMAN Fox, La invención de España, Cátedra, Madrid, 1998; CIRIACO
MORÓN, El "alma de España". Cien años de inseguridad, Eds. Nobel, Oviedo, 1996,
y CARLOS MORENO, En torno a Castilla. Ensayos de historia literaria, Gobierno de
Canarias-Fundación de Enseñanza Superior-UNED, Las Palmas, 2001. Ya en la
primera mitad del siglo XX, Ángel del Río y José Benardete ponían de relieve la
importancia de la temática nacional en la literatura española contemporánea en
su antología El concepto contemporáneo de España, que abarcaba la producción
ensayística del primer tercio del siglo.
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l. Fox, op. cit., p. 201 (cursivas del autor).
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Lurs GALVÁN, El "Poema del Cid" en España, 1779-1936: Recepción, mediación,
historia de la filología, EUN SA, Pam piona, 2001, pp. 305 ss.
5
!bid., p. 242.
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/bid.,pp.27y317.
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Cf. MARÍA EUGENIA LACARRA, "La utilización del Cid en la ideología
militar franquista'', Ideologies & Literature, 3 ( 1980), 95-127, y PAUL PRESTON, "El
gran manipulador", Especial: 25 años después de Franco, El País Digital, 2000,
www. elpais.es/ especiales/ 2000/ franco/ preston.htm [11/0 7/2004 ].
8
ANTONIO MACHADO, Prosas dispersas (7893-7936), ed. Jordi Doménech,
Páginas de Espuma, Madrid, 2001, p. 669.
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La obra en prosa de Machado contiene numerosas referencias esporádicas
al Cid. La mayor parte de ellas remiten de algún modo a uno de los siguientes
textos: los apartados VI y VII de "Madrid" (agosto 1936), que corresponden con
los apartados IV y V del discurso "Sobre la defensa y la difusión de la cultura",
pronunciado en el II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas en julio
de 193 7; y el segundo apartado de "Mairena póstumo I", de septiembre de 1938
(cf. ANTONIO MACHADO, La guerra. Escritos: 1936-1939, introd. y notas de Julio
Rodríguez Puértolas y Gerardo Pérez Herrero, Ed. Emiliano Escolar, Madrid,
1983, pp. 126-127 y 269-270).
10
Cf. los textos, ya citados, de LACARRA {pp. 107-109) y PRESTON.
11
MACHADO, La guerra, p. 79.
12
Se trata de una alusión a la etimología del apodo "Cid", que deriva de la
voz árabe sayyid, "señor".
13
Cf. "Cuando el Cid, el señor, por obra de una hombría que sus propios
enemigos proclamaban, se apercibe, en el viejo poema, a romper el cerco que los
moros tienen puestos a Valencia, llama a su mujer, doñajimena, y a sus hijas
Elvira y Sol, para que vean «cómo se gana el pan»" (ibid., p. 79).
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RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL, "Introducción", Poema de mio Cid, Espasa-Calpe,
Madrid, 1946, p. 78.
15
La identificación del Cid con el pueblo y con la nación española encuentra
su expresión más firme en un artículo de 1938 sobre el Quinto Regimiento:
"Todo lo demás, empezando por el Campeador, es pueblo, hondamente pueblo y,
por ende el elemento constructor y fecundo de la raza" (MACHADO, La guerra, p.
230, cursivas del autor}. En realidad, no ha cambiado el concepto de España en
el discurso de Machado: el poeta siempre entendió a España "como pueblo, y
como pueblo, a todos los trabajadores, sin otra exclusión que la del señorito y sin
otro condicionamiento que la negación de la élite", así como creía que lo
verdaderamente selecto estaba en el "señorío de si mismo que tantísimos
campesinos y artesanos aciertan a tener" (P. COBOS, El pensamiento de Antonio
Machado en]uan de Mairena, Ínsula, Madrid, 1971, pp. 221-223, cursivas mías).
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Cf. MARÍA EUGENIA LACARRA (art. cit., pp. 107-117) sobre la apropiación
de la obra de Menéndez Pidal por el ejército franquista. El artículo de PETER
LINEHAN, "The court historiographer of Francoism ?: la leyenda oscura of Ramón
Menéndez Pida!", Bulletin of Hispanic Studies, 73 ( 1996 ), 43 7-450, está dedicado a
la polémica acerca de la presunta colaboración del autor de La España del Cid con
el régimen de Franco.
17
GREGORIO MARAÑÓN, Obras completas, Espasa-Calpe, Madrid, 1968, t. 4, p.
606.
18
La amistad entre ambos autores, que data ya del periodo de entreguerras,
se fortaleció en diciembre de 1936, cuando las familias Marañón y Menéndez
Pidal abandonaron juntos el territorio español, y durante su exilio común en
París.
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que unos estudios eruditos sin mayor alcance social y había siempre
concedido un interés especial al "valor nacional" del Poema 19 • Sin
embargo, no deja de llamar la atención el contraste entre la apariencia
"técnica" del prólogo de Menéndez Pidal a la nueva edición de su España
del Cü!° y la reseña de Marañón, que trata no tanto del libro reseñado
como del porvenir de España en la nueva constelación política En 1940,
el médico exiliado en Francia aún no había fijado su propia posición
respecto al régimen franquista. La vacilación entre la fidelidad a su credo
liberal y la adherencia al régimen de los vencedores, que le permitiría
volver a España, es muy perceptible en su discurso sobre el Cid21 •
Algunas de las "lecciones" que Marañón saca de su relectura de La
España del Cid tienen un parecido más bien sospechoso con las lecturas
fascista y nacionalista del Poema y su fijación en la España unitaria de los
Reyes Católicos y del Imperio. En la conducta del Campeador, Marañón
encuentra "las fuentes de la aspiración de España a la unidad estatal e
imperial". También traza el parangón, habitual en el discurso franquista,
entre la época de la reconquista y la actualidad:
19
Cf. la introducción citada de MENÉNDEZ PIDAL, pp. 95-97, y el prólogo a
la primera edición de La España del Cid (1929), donde el autor advierte que la
vida del Cid tiene "una especial oportunidad española ahora, época de desaliento
entre nosotros, en que el escepticismo ahoga los sentimientos de solidaridad y
la insolidaridad alimenta al escepticismo" (MENÉNDEZ PIDAL, La España del Cid,
Espasa-Calpe, Madrid, 1947, p. viii).
20
Menéndez Pida! centra su prólogo a la segunda edición de La España del
Cid sobre todo en la cuestión de la concordancia entre poesía e historia que,
según el autor, constituye la singularidad de la epopeya española en el contexto
europeo. Pone de relieve asimismo que las fuentes históricas coinciden con su
propia reconstrucción de la figura del Cid en destacar la fidelidad y la
moderación como rasgos principales del héroe castellano.
21
. Otro texto interesante desde esta perspectiva es "Liberalismo y
comunismo'', un artículo de 1937 en que trasluce el escaso entusiasmo de
Marañón por la ideología nacionalista y fascista, pero cuya visión reductora y
tendenciosa de los bandos implicados en la Guerra Civil -uno, comunista y
"antiespañol", otro "anticomunista" que "no es necesariamente fascista"-
demuestra que el autor habia caído en la trampa de las "dos Españas" y ya no
podía aspirar a la neutralidad (cf. GREGORIO MARAÑÓN, Obras completas, t. 4, pp.
373-386).
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!bid., p. 607.
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Esta conclusión coincide en gran medida con la "lección política" que
Menéndez Pida!, según M. EUGENIA LACARRA, quiso ofrecer a los españoles de
1929, pero que en aquella fecha no fue entendida por los intelectuales españoles
(art. cit., pp. 105-107).
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Ya en frase inicial del texto se encuentra una alusión al exilio: "Cada uno
tiene sus manías -me dijo mi amigo una de las tardes inacabables de la
ausencia- y la mía ha sido la historia de las piedras preciosas", GREGORIO
MARAÑÓN, Obras completas, Espasa-Calpe, Madrid, 1973, t. 9, p. 399.
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Un primer apartado dedicado el tema (La España del Cid, pp. 433-434),
resume la historia del ceñidor, consignada en lás crónicas árabes, y narra, en un
estilo más bien novelesco, la huida del rey toledano Alcádir, disfrazado de mujer
y con el ceñidor puesto debajo de su túnica, su asesinato por encargo del cadí
Ben Y ehhaf, el robo de la joya y el entierro del cuerpo descabezado del rey por
un mercader caritativo. Más adelante, se describen el juramento exigido por el
Cid, protector de Alcádir, al cadí (p. 487), la revelación del perjuro de éste, su
confesión después de ser torturado, su ejecución y la confiscación de sus bienes
(pp. 511-517). También se dedica un párrafo a las aventuras subsiguientes del
sartal de Zobeida (pp. 566-567).
26
El paralelo entre Menéndez Pida! y el "amigo" narrador del relato
enmarcado es obvio. Es probable que fuera el propio Menéndez Pida! quien
llamó la atención de su amigo sobre la historia del ceñidor e incluso le ofreció la
clave de su relato, al igual que lo hace su homólogo ficticio al comenzar su
relación de la historia de las esmeraldas: "El mundo ignora la cantidad de
sucesos memorables cuyo motor ha sido la ambición de poseer cualquiera de
estos cristales maravillosos que alucinan a la vanidad de las mujeres o a la
codicia de los hombres" (MARAÑÓN, Obras completas, t. 9, p. 399).
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Esta ausencia es tanto más significativa cuanto MENÉNDEZ PIDAL, al final
de su apartado sobre las peripecias castellanas del ceñidor de Zobeida, formula
la hipótesis de que lo luciera Isabel la Católica, hija de Juan 11 y notoria
aficionada a los cinturones de lujo, o que esta reina lo hubiera empeñado para
financiar la guerra católica (La España del Cid, p. 567).
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La representación del Cid como un hombre codicioso, constituye otro
ejemplo de este enfoque externo de lo español, ya que este retrato corresponde
al de las crónicas árabes (cf. MENÉNDEZ PIDAL, La España del Cid, p. 4).
29
En esto MARAÑÓN discrepa otra vez de una hipótesis de Menéndez Pida!,
quien suponía que el sartal de la sultana Zobeida "hubo de servir en las grandes
solemnidades de Valencia para halagar el orgullo señoril de Jimena, la noble
asturiana" (op. cit., p. 566 ).
30
Aunque el narrador en primera persona no se identifique explícitamente
con el autor, es evidente que el lector de 1940 no podía dejar de identificar el
personaje del médico exiliado en Paris con el autor del relato. Se trata, pues, de
una ficción autobiográfica.
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Cuatro de los once titulares de apartado refieren directamente a una forma
de ajusticiamiento o muerte por violencia: "La cabeza en la pica" (Alcádir), "El
cadí en el tormento" (Ben Yehhaf), "El cadalso de Valladolid" (D. Álvaro de
Luna), y "Don Rodrigo en la horca" (Rodrigo Calderón).
32
Cf. el párrafo final del relato que, como en. una pesadilla, culmina con la
imagen de los ojos dilatados del refugiado español que acaba de morir: "Sus ojos
se quedaron terriblemente abiertos, extáticos, como recordando una escena de
supremo horror. Yo cerré los míos y me pareció ver, una vez más, las dos piedras
verdes rodando a través de los siglos, luminosas y siniestras, perdurablemente
ensangrentadas" (t. 9, p. 410).
33
Cf. la noción del actingout como una de las respuestas posibles al trauma
en la teoría de DOMINICK LACAPRA: El acting-out "tends intentionally or
unintentionally to aggravate trauma in a largely symptomatic fashion. This may
be done through a construction of ali history ... as trauma andan insistence that
there is no alternative to symptomatic acting-out and the repetition compulsion
other than an imaginary, illusory hope for totalization, full closure and
redemptive meaning" (Representing the Holocaust. History, theory, trauma, Cornell
University Press, Ithaca-London, 1994, p. 193). Ahora bien, la aspiración a la
totalización y la búsqueda de un significado redentor de la historia están,
precisamente, ausentes en el texto de Marañón. Un análisis más profundo de la
relación entre historia, trauma y lo sublime en "Rapsodia" se encuentra en mi
artículo "Trauma, geschiedenis en het sublieme: «Rapsodia de las esmeraldas»
van Gregario Marañón", en A.M. MUSSCHOOT &J. PIETERS (eds.), Het sublieme
en het alledaagse, ALW-Cahier, 22, 2000, pp. 111-125.
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Universidad de Gante
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