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Il, Traje ¢ identidad social ) tj pore velpo a i ‘Traje y comunidad En 1937, el semidtico ruso Péter Bogatirév, analizé el traje popular de la Eslovaquia smorava'. Segin un esquema funcionalista éste individus en el traje popular una jerar- quia de funciones, entre ella, la prctica, la estética, a mégica, a ritual. Inchuso un pe-~ quefio detalle del traje permitria, segiin cl andlisis de Bogatiréy, reconocer a qué fun ~ cién responde el traje: por ejemplo ¢l color blanco para los trajes de luto evoca la fanci6n ritual; las rayas rojas en las faldas We las chicas, Ja funcién social, puesto que ca éa color esti relacionado con la edad y, por lo tanto, com el estatus de la mujer dentro de Ja comunidad a la que percenece; el color rojo para la indumentaria infantil, usado para proteger a los ninos de los hechizos, la fyncin magica. Fl andlisis funcionalista del e5- tudioc rico favorece al taj al remitiro a un significado; el tae ex signo dado que lle~ arlo cumple funciones.precisas que pueden, incluso, oe j ‘na indumentaria. Cuando ls funcién dominante ssmiy Frere, comsige neutralivar lac / / otras por efemipls, la funcién estética es la que anula, a menudo, la fondéa pricica, / puesto que,a-veces, oblige al euerpo a soportar deformaciones y sufeimientos. Aunque Bogatirév destaque una especie de cierre en el modo en que cada funciéa esta~ Dlece el significado social del traje y define, en general, el traje popular como sistema Significant is admite, por asi decirlo, un exceso de los “residuos” del significa-_ do, qus, sobre todo s expresan cn cl particular estates represented por Is Fusci6a cs como en el lenguije verbal la que Jakobson tefinie “funcidn fitica”*no tiene {Bio rol que el de mantencr cntre los hablantes un grado minimo de comunicacibn, un contacto (un rol, en realidad, humanamemte mucho més importante que, por ejemplo, definir un estates social), ef la funci6n estética en el lengusje no verbal del trsje popu- Jar, no hace sino significar el mero “estar” de Tos signos det aye. Entre el cuerpo y la indumentaria se instaura una relacién “inmotivada”, que establece von “mis” que exeede la equivalencia funcional. Los mismos signos que significan fon- Gones distintas de Ia estética (por ejemplo, Ios colores o la amplitud de las rayas ea las Seni el lors pple 2 joes Sogo pte pete Hi, ene, 19H faldas de las chicas), y que sancionan el peso social del traje, en origen, se basan en un detalle que remite ala dimcesién estética: un color, una medida, un material, una posi~ in en el espacio. Rei 8 ‘Segiin Bogatiréy, existe una estrecha analogia entre el traje popalar y la lengua materna, definidos ambos por él como sistemas que poscen “la funci6n de una estructura de far ‘Glones”. A le lengua materna y al traje natal, escribe Bogatiréx, nosotros damos une pre eminencia emocional porque éstos nos resultan “més cercanos”, fundan, por asf decir fo, un concepto de comunidad que nos permite usar el adjetivo posesivo nuestro”. BL lecir “nuestra” lengua, o “nuestro” arte, “nuestra” cultura o “nuestro” ajc Stduraria [ps “colorido cmocional” debido a la larga e intima coavivencia que una comunidad ha tablecido con est tipo de manifestaciones. Fl exje popular sometido a lo que Boga- foe define como la “censura de la comunidad” se opone, en este sentido a la moda, { Buesto que la ropa sujeta a la moda, a cansa del répido cambio de é:ta, no tiene tiempo \ de soldarse de manera permanente ni con el “cuerpo social” de la comunidad, ni con el cuerpo del individuo’. / ‘Mientras ¢] traje popular se inserta en una tradicién commitaria més o menos inrmata- ble en el tiempo, el traje de moda es “cosmopolica”. Sin embargo, la moda se ha servi- doy ase se sirve de reclamos explicit hacia el imaginario social de un grupo, deuna comunidad, un imaginai6 qué se construye wives de textos distintos. Lo que sosticne Bogutirev, a propésito de la valorizacida €motiva dela que una comunidad carga al trae popular, tiene sentido en nuestra época si admitimos la posibilidad de concebir la moda misina como forma cultural popular capaz.de poner en marcha y de extracr, de aquella compleja zona del imaginacio social en la que conviven folclore jmigenes estratificadas en la memoria, textos cuya materia semibtica esté hecha de dis- ‘intos lenguajes. TEMES FEREGO%e3 o eh “Por glemplo, consideremos el rol que ha desarrollado y desacrolla hoy el sur de Talia en | construecién de un cierto imaginario del uaje y del cuerpo. Desde Dalex & Gabbans hasta Versace, numerosos creadores de moda se han hecho in- serpretes, recientemente, de este rol, aludiendo con sus colecciones a la presencia del Sar en Is formacicn dele conciencia cultural italiana en Ja que, desde la posguerra has- ‘ hoy, han concurrido, ademas de los lugares canénicos de la literatura y de las bellas rts, también y, de manera imprescindsble, los Jugares del imaginario de los medios de omunicacién, desde el cine hasta la moda. No sdlo la camiseta interior sin Tnangas de hombre aetda como baluarte de este Took compuesto también por conjuntos enyesados BERRGRR © perepe 3 PBepcteey op rsp. 2. lem 9. 12 5 den,» 31 28 ma posi- materna, 2 de fun- una pre- si decir 0”. El furaria nidad ha © Boga~ 2 moda, tempo icon el ‘see vemos llevar s Al Pacino, camisas blancas ajustadss que parocen imitar a las camisas serdes del Po,.atuendo de playa para homt Busca dé'los ideales de belfeza de ma- “bo “postealista"* 0 dole vita. Ideales colocados rigarosimente muy por debajo del Po, seevacién de dogmas réligiosos, tanto més esto debe traducirse en la manera de ofrecer 2.Ja mirada publica su propio-cuetpo. Sin cumbarge, hay algo todavia més profendo,re- {aeionado con el significado simbélico y mitol6gico del traje como “segunda piel”, le vandolo se crvzan les confines entre el mundo de Jos hombres y el de le divinidad: ol so esta, dé hecho, un poco mis all de este oficiante del culzo-que Hea el traje tel re O Ba BROEOEK § Bis ee ee ll il lhl ate A & Sexti90 oe. Veen SESBE Ss" cuerpo revestdo el que sanciona eta colocacisa espacial y social: Rtua- revén que la inieiaci6a religiosa SS crionze la mired modcrna hacia las pricticasintegrisus que se atrevenaxelacio- Ste ¥ sus trajes con prescripcionesy deberes, corre el resgo de dejare conde GLE Por Presuncisn de represeniar, puesto que es un mundo civilizado y dese. S22. Ja cacamacin de-una auténtica libertad en el vest: El mando en e ‘que, por Saves han jurado y se juagan ls antiguas préctcaschinas del wendaje de lex pa & bs mujeres, el velo islimico y todos los demas modos tradicionales o religiosos de Seale los cusrpos en tres de suociéo, no echa las cuentas con una histor ipcloes Soatss cals que la costumbre, 2 menado, ha mansfestado formas de “imtegramy lat ei cealizadss a través dela tropa. Sossiderando s6o l siglo pando, y reficiéndonos ana vez mis, aunque en otro sentido, 22 comunidad judia, la orden dictada por Goebbels en l Alervane sac ‘que imponia a # jndios Uevarsignes distintivos en los wajes para evtar “mevelas” con he “anos”, ¢s #1941. Fl uniforme de la China maoisa, desde otra perspectiva, ha representado del Sep Roto mn signo integrista, motivado ideoligicamente por la supuesta neceddad ¢ realizar wna igualdad social incluso en Ja apariencia compérea, Y hoy en dia, en el pa- riente, Japén, los uniformes constituyen una manera de) / TaCiones jovenés OBligadas en!“ Fegulidos segiin ls edad y ef alos pertenecientes a la mis- Drecisas normas en e vestir, bajo pena de ser excluidos del gru- »Feelaboran Incamente, en la sociedad consumista y metropolitan, antiguos rites ¥ preseripcioncs religiosas o mitologicas normativas del vest, Entonees, cuando se habla de trajes resulta dificil establecer el contin que separa [a au- ‘rica Hhertad de "esi coma uno quien” Wea Oceania de rela -empezando por “Ts de la moda— que fancionan una Verdadera sintaxis del erg, muy similar a la aa. Segui i muestra épocs, cada vez que una elite politica, See ‘© social ha pretendido: reglamentar, con leyes y vinculos, la sintaxis, tanto la de {sur como Ia de hablar, esta situacisn se ha producido ea presencia de formas de tota- Ltarismo existentes o planeadas. Geers comunidades perseguidas han sido, a menudo, objeto de manipulacién ycon- ob como los judios sobre los cuales legislaba Goebbels, o las mujeres cuya pudicia \ exalts hoy el look de Ben Nach. Por lo tanto, se puede “vestirideologia”, pero, queda vuna prerrogativa respecto a la cual, ain asf, es siempre preferible “vestir Fantasia”. Censure Desde siempre, entre moda y censura ha exstido una relzcién de conflicto. Fl carécter ‘voluble y, muy a menudo experimental, de las modas esti en el origen del hecho que, contra las nuevas lineas, larguezas 0 modelos, se puede desencadenar Ia ira de los “con- servadores”, aunque el mecanismo perverso de difusidn de la moda pueda también pro- jucir el efecto contrario: 2 veces, es lo que est fuera de moda lo que resulta socialmen- re censurado por el sentido comin. ‘Todavia mids compleja es le relacibn entre mods y ‘eeasira cuando se defa circular Ia moda a través de mecanismos comunicativos de ma~ boss ——_ ‘Psindalo desencadenado con la publicidad de Klein-Meisel tice Gerssmente Gistiamo una Gamiseta tiene escrito, supongamos, "No tendris a otro Dios que no sez 70" 0 “dejad que los nifios se acerquen a mi”, nos pareceria un objeto kitsch yun eco beato, més que nada para hacer circular en las reuniones de Comunida y Libera son, en el mundo islimico Ja palabra de] Corn no puede escribirse en otro sentido ce el sacrilego en el chaleco de un taje. La tradicién judfa, en cambio, hace del “ves- exe de escritura” incluso una ley: los tefilin, aquellas tiras de pergamino que el judio Sevoto lleva en Ie cabeza estén, de hecho, marcadas por versos biblicos. Para Tos judios ese ritmal responde a precisos dogmas del Exodo y del Deuteronomio que prescriben exvolver el cuerpo con el texto sacro’. Pero resulta més que obvio que, de todas for- sms, alguna perplejidad cansar‘a, incluso en un judio, ver aparecer una filacteria, debi- amente adornada con sagradas escrituras, en le cabeza de una top model en el ejerci io de sus funciones.. Una reedicién en clave de historia de la moda, de la censura de los Versossatanitos de Rushdie? -Excesos del fundamentalismo? La cuestién.es compleja: & ‘aumento de pe- so, a veres, incluso la gafss. Fl episodio del ssorodiputado se concluyé con una inyec- sen Je clasiidad mental pera los dirigentes minssterales. Sit ‘embargo, se puede con- Geran indicatvo de un hecho: no s6lo «std wniversalmense claro que eLhibito bace al _ monje sino qu tpsbiew el habia hace a pou 20 viceversi® 2s quizis el politico / jo politica que hace al habito® ‘os habri ocumrd a todos encontrar, por ejemplo en la playa, ut persona que nor- rpalmente vemos en ¢l lugar de trabajo, supongamos ane £2 Nt ‘panco, y no reconocer ceenmediatamente porgue ests vessida (0 desvestida) de mane realmente distinta; Jo inisimo nos puede ocurrir con un soldado, ub policia o wa ‘enfermero al que estamos se tmbeados a ver, probablemente code dia, en unifome Peto Gh 0 reconocemos quando, como se suele deci, esta de paisano. ¥ bien, pars l parlamentario o euro-pat- Tamentacio var6n, [a corbata parece haberse convertido en ns verdadero uniforme, tan- to és anf que a través de la misma se reconoce #3 ‘dentidad no shlo es0, sino que tam | ga encuentra la posibilidad fsiea'de aceeder a las sesiones de tales instinaciones. Hoy ef a, l euidado de a imagen exterior el hombre y 1a mujer piblicos son pri- 1a mente importantes. Se ha esablecido una relaciGn directa ¢ imprescindible entre ddos lenguajes: l politico y et del traje, una relacion 1yuy ‘seforzada por el hecho de que tl lengraje politico ¢s hoy, en gran parte, lenguaje ‘elevisivo y; macho antes de escuchar Jas palabras que el hombre o la mujer politics ‘promunca, nos encontramos frente 2.5 smagen, a su cuerpo revestido. Los estsores de smagen ave cuidan cl Jook de los perso- “ajes de La cosa psblien,inchso el privado st usp ya 6° ‘todas partes, y este oficio yane na) Susivo del Ingar donde tl atencibn leva mis aos, 0 Sea JO Estados Unidos. Son fnuy indeatvas en esta sinuaci6a las piginas que Joba Grisham, en su novela El anforme Pelzano’ dedican al cardigan que wa unaginario presidente ‘estadounidense lleva, suge- ido por sa consejero, cuando debe comparecer © televisiOn para comentar el preoct= ppante homicidio de dos componentes de Ja Comte SUpre™ de Justicia, con el fin de s- eulars mediante el traje, la confortante figura del Sgbuelo buen”. 4. Ge ra Plon Gi, Manns 192 (Beco Pune I:D) u oie hee scatio tclevisivo, 0 mejor, el uso exagerado y mistficador que, 2 menudo, se hace “| stevisién en politica, convertida ya en sustituta de las plazas con inmensa concu- ss eatevivar electrodoméstico, en definitiva, ha confundido las aguas y ba reali- cm: indebida conmintiOn entre ojos, oidos y cerebro, hay que recordar que entre ® plitea siempre ha habido, incluso antes de la televsiGn, una estechs £2368 secde recordar, como un ejemplo cacbre, que cl apelaivo de sans culos atribuido cxolucionarins franceses, procedia directamente de que, prefiriendo éstos los pan= Fe tiegos, aparectan sans canoes, ese deix sin los pantalones ortos tipios de los ecsces del Ancien Régime. x Sevno ost vest + politica, ademés, ha contsibuido a menudo 2 dar nombre a modas gue se has ifn SF macho mis alld del restringido grupo de los politiens de profesion: pensemos en

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