Colombia: un país por descubir
E
Colombia para Matías
Fabián Hoyos Patiño
Primera edición: un ejemplar para Matías 2015
Ilustraciones: María Paula Hoyos
Diseño y Diagramación: Marcela Londoño
Medellín 2015
ste libro que tienes en tus manos, como todo libro, te invita a emprender
un viaje desde la quietud de tu asiento o el silencio con el que recorres sus
páginas. Efectivamente, comenzarás un recorrido por la geografía física
y humana de un país inagotable, un país que se extiende entre dos océanos,
que abriga en su seno imponentes ríos, espesas selvas y gigantes cumbres
nevadas, un país con la mayor biodiversidad del planeta y cuya gente conforma
un rico mosaico de razas y culturas.
El pretexto de un viaje imaginario de un abuelo que acompaña a su nieto, sirve
de hilo narrativo para adentrarse en un territorio cuyo relieve va desplegando
imágenes visuales de paisajes diversos, vegetación autóctona y centros
poblados que salpican pintorescas escenas en un mapa que se va develando
ante el lector. Desde las remotas islas del Caribe a las encumbradas montañas
andinas, el relieve de suaves laderas, planicies interminables y profundas
gargantas, dan cuenta de una geografía contrastante.
Y en las coordenadas de este telón físico, distintas imágenes van dando
cuenta de los cambios que dejan paso a una vegetación de frailejones, de
árboles gigantescos, de enhiestas palmeras y cactus que parecen brazos
extendidos. Y junto a estas diversas geografías, una constelación de pájaros y
mamíferos y roedores y reptiles y peces e insectos con sus formas curiosas y
elegantes, con sus sonidos y movimientos atrapan el día y la noche, el cielo y la
tierra,
Si algún elemento es privilegiado en este territorio, sin duda alguna, es el agua.
En las profundidades de la tierra, ríos subterráneos ofrecen un inagotable
caudal. Desde las altas montañas hilos cristalinos se desmigajan en cascadas
majestuosas y cursos raudos que dan origen a numerosos ríos que surcan,
alegres, entre valles y planicies. Profundas lagunas que miran al cielo, aún nos
hablan de tiempos lejanos. Y en las costas aguas salobres, manglares y playas
se encuentran en esa línea imperceptible donde el mar se hace infinito.
Poco a poco, en este viaje, se va descubriendo un país más ignoto y
desconocido. El que amalgama la huella que el ser humano ha dejado en
su territorio, las herencias más lejanas de los primeros pobladores y las
tradiciones que fueron creciendo en el proceso lento de mestizaje. Los aportes
de diferentes culturas que el tiempo se encargó de darles un sabor local.
Desde la voz del adulto, el abuelo que se siente orgulloso de presentar ese país
que conoce y que ama, vamos descubriendo un mosaico de costumbres, de
artesanías y comidas.
Y es así como al ritmo del baile, nos parece escuchar la música de distintos
sones: las cumbias con sus notas indígenas y africanas; los vallenatos
acompañados de acordeones, guacharas y cajas; y los joropos del llano adentro
que a golpe de arpa cuatro y maraca encienden las fiestas en las sabanas.
Tradiciones religiosas que ya forman parte de la cultura popular, procesiones,
diablos y festivales despliegan la alegría de un pueblo que celebra la abundancia
y la paz. Productos de la tierra, generosa y pacientemente cultivada, se
desbordan en fantásticas frutas y múltiples flores, orgullo de un territorio
marcado por lo exótico. Y entre todos los cultivos, el café que salpica las
tierras altas y laderas con sus hojas brillantes y sus hermosos frutos rojos.
Este libro, cuyas páginas tienes en tus manos, es un libro cargado de un
profundo amor por Colombia: un país que se va revelando como una historia
que nunca queremos que termine. Porque el asombro y la belleza han dejado
testimonios inagotables en un país que aún está por descubrirse.
Fanuel Hanán Díaz
Matías:

E
n tu último cumpleaños, vi como disfrutabas tu mapamundi y
me impresionó tu habilidad para ubicar en él países y ciudades.
Creo que ya es tiempo de que tengas tu propio libro de geografía;
y qué mejor que una guía de viaje por Colombia que tú mismo podrás
completar cuando vengas de vacaciones y, en un futuro no lejano,
puedas hacer uno o dos años de tu escuela secundaria en Colombia.

La guía que te he preparado es un álbum de recuerdos de mis viajes

durante los años en los que mi trabajo de geólogo y de maestro me llevó
por todos los rincones de Colombia, y me permitió ver todas sus caras.
Te puedo asegurar que Colombia es mucho más que lo que te muestra
esta guía. Tú seguirás descubriéndola el resto de tu vida.

Colombia, sin duda, es un país de luces y de sombras, donde las luces

superan con mucho a las sombras. Quiero mostrarte el lado luminoso.
Otros te mostrarán las sombras. Ya habrá tiempo para ello.
8 9

Sinfonía de colores y sabores

 10
S San Andrés Providencia y
i volamos hacia el sur desde
Nueva York, al cabo de unas horas
estaremos en El Caribe, el mar de
los siete colores, un territorio mágico, lleno
de historias de navegantes y de piratas,
de colonos y comerciantes, de esclavos y
cimarrones.
Las aguas tibias del Mar Caribe permiten el
crecimiento de corales que forman edificios
bajo el agua; son los arrecifes, habitados
por peces de colores, que hacen las delicias
de los buzos, y donde las gaviotas y los
pelícanos tienen siempre su almuerzo
servido.
Por fuera de los arrecifes, mantas,
tiburones y delfines nadan
desprevenidos, los pescadores atrapan
en sus redes camarones y langostinos,
pargos, bonitos, picúas y róbalos, o se
sumergen a buscar vieiras y langostas.
Otros pescadores, los deportivos,
luchan con los peces vela y los peces
espada.
Durante el vuelo verás desde tu avión
Florida, Barbados y Bahamas, donde
se encuentra la primera isla que Colón
avistó en América; volarás sobre Cuba
y Jamaica; un poco al oriente están
Santo Domingo y Puerto Rico, la Isla del
Encanto. Al cabo de unas horas llegarás
a las Islas de San Andrés, Providencia y
Santa Catalina, y su cortejo de islotes y
cayos.
11
Santa Catalina
P
rovidencia y Santa Catalina son las
primeras islas que encontraremos
en territorio colombiano. Son dos
pequeñas montañas, unidas por un
puente, que salen del mar en medio de una
guirnalda de corales que las defienden de
las olas. Al cabo de un poco más de media
hora llegaremos a San Andrés, una isla con
hermosas playas blancas, llenas de turistas
que llegan desde el continente a broncearse
en la playa y hacer compras como locos.
Los hoteles, bares y restaurantes,
almacenes y centros comerciales están
todos cerca de la playa; muchos de los
comerciantes son inmigrantes o hijos de
inmigrantes indios, palestinos, judíos, o
colombianos del territorio continental.
Todos se comunican en castellano.
 12
En una colina en el interior de la isla, se
encuentra San Luis donde se concentran
las viviendas de la mayor parte de la gente
local. Ellos se conocen como los raizales; los
raizales hablan una forma especial de inglés,
el creole, tienen lazos familiares en Jamaica
o Nicaragua, y celebran emocionantes
ceremonias religiosas cristianas con
hermosos cantos comunales.
Una vuelta a la isla en bicicleta o en boogie
nos puede tomar apenas un par de horas,
pero serán más: en este recorrido tenemos
que parar a darnos un chapuzón en el mar, a
comer unas deliciosas muelas de cangrejo
en un pequeño restaurante al borde de la vía
y a mirar el Hoyo Soplador, una especie de
geyser frío. A la hora de comer te recomiendo
un plato inolvidable para mí, un pargo rojo en
salsa de cangrejo, o el plato más apetecido
por los raizales, un rondón, con pescado recién
sacado del mar, caracoles pala y la insuperable
sazón caribeña. El recorrido de la Isla tiene
que incluir una visita a Johnny Cay, un islote
frente a la isla, el sitio ideal para pasar un día
de playa nadando con peces de colores.
Ahora toma tu avión y volemos a Capurganá,
nuestra puerta de entrada al Caribe
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Colombiano, donde el tío Saúl y sus amigos
cuidan un trozo de selva y adelantan sus
investigaciones biológicas.
El Caribe colombiano combina la selva del
Darién, donde todavía hay centenares
de especies de plantas desconocidas,
ensenadas, golfos y bahías, playas, fértiles
llanuras con cultivos de arroz, maíz, palma
africana, banano y algodón, ganado que se
mueve como gigantescas motas de algodón
contra el fondo verde de los pastos, ríos
enormes y ciénagas llenas de peces y de
pájaros, la imponente Sierra Nevada de Santa
Marta, y el desierto guajiro en su extremo
norte.
En ese variado territorio hay puertos y
camaroneras, minas de carbón, níquel y caliza,
yacimientos de gas, ciudades con siglos
dehistoria, industrias pujantes, universidades
y, sobre todo, gente hermosa y alegre.
La gente de El Caribe es producto de una
rica mezcla de todos los continentes. Son
descendientes de los pobladores americanos
originales, de los colonos españoles que
comenzaron a llegar hace 500 años, de los
africanos traídos como esclavos hace 400
años, y de los inmigrantes europeos, turcos,
palestinos y judíos, llegados en los últimos
100 años.
Los habitantes de El Caribe tienen fama de
rumberos y de malos trabajadores, pero esta
última es inmerecida. Cuando veas un grupo
de costeños jugando dominó a las tres de la
tarde puedes asegurar que son pescadores
que descansan después de una jornada que
iniciaron a las dos de la mañana.
 14
El Caribe Chocoano
A terrizar en Capurganá es una aventura. La
pista del aeropuerto se encuentra a lo largo
de un pequeño valle. El pasajero que llega allí por
primera vez piensa que el piloto enloqueció y va
a estrellar el avión contra la montaña y, en el
último momento, respira cuando el piloto parece
recobrar la razón, gira en redondo y se dirige a
la pista. Al llegar, tienes que llevar tu avión casi
hasta chocar contra la montaña, girar en redondo
y tomar la pista en dirección del valle hacia el
mar. Allí nos esperan los tíos Saúl y Marcela, y tu
primo Salomón, para acompañarnos.
Capurganá es un pequeño poblado
donde toda la actividad gira alrededor
del turismo a pesar de que sus playas
son minúsculas. Hay aquí un secreto
especial que atrae miles de turistas a un
sitio desprovisto de playas. Lo tendrás
que descubrir tú mismo. Entre tanto
disfruta un arroz con chipichipi, pequeño
molusco marino que puede recogerse
por centenares en las rocas de la orilla.
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Al norte de Capurganá encontrarás otro
pequeño poblado justo en la frontera
colombo-panameña al que puedes llegar al
cabo de un cuarto de hora de navegación
en bote. Estamos en Sapzurro, en el fondo
de una hermosa bahía, donde conviven unos
cuantos emigrados recientes del interior
del país con los chocoanos que la habitan
desde hace siglos.
Otro corto viaje en bote al oriente,
escoltado por un grupo de delfines, te
llevará a un islote blanco que seguramente
te ha llamado la atención desde tu llegada.
Los locales lo llaman Terrón de Azúcar.
Es el refugio de decenas de miles de
gaviotas, cormoranes y pelícanos, cuyos
excrementos secos al sol le dan ese color
blanco. En el pasado, el excremento de los
pájaros acumulado en islas como ésta,
era colectado para la industria de los
fertilizantes y valía una fortuna.
De Terrón de Azúcar puedes regresar al
continente, al Cabo Pinololo y la Bahía El
Aguacate, el sitio perfecto para descubrir
el encanto de una hamaca. Las playas a
lado y lado del cabo son pequeñas pero
muy bien protegidas. Aquí el tío Saúl y
sus amigos cuidan una parte del bosque
húmedo tropical. En las épocas del año en
que no hay vientos fuertes, la bahía semeja
 16
una gigantesca piscina. Y a propósito
de piscinas, la Piscina de los Dioses,
en el fondo de la bahía es un estanque
comunicado subterráneamente con el mar,
como el Hoyo Soplador en San Andrés,
donde puedes pasar horas jugando con el
agua y tratando de calcular el momento
de su próxima erupción.
Una enérgica caminada, o un viaje de media
hora en bote, te llevará hasta la Playona
donde las gigantescas tortugas Caná
llegan a desovar un poco después del
equinoccio de la primavera; en un número
aún mayor las tortugas Caná llegan a El
Playón al sur de Acandí, a donde puedes
llegar a pie o en bote desde Capurganá.
Antes de continuar nuestro viaje por el
Caribe Colombiano, tienes que conocer
los territorios Kuna. Los Kunas de mar en
el Archipiélago de San Blas, en Panamá,
y los Kunas de tierra, en Colombia. Al
Archipiélago de San Blas llegaremos desde
Capurganá en el velero de nuestro amigo
Germán Peñalosa. En San Blas, los Kuna
gays son bien vistos en la comunidad, que
encuentra en ellos una extraordinaria
combinación de cualidades masculinas y
femeninas, la fuerza de los varones y la
delicadeza y dedicación de las mujeres.
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Los Kunas colombianos son gente de tierra otras zonas del Caribe y de la región Andina
que vive en Unguía, a orillas del Río Atrato, y que vinieron a probar fortuna en la ganadería
en Caimán Nuevo, entre Turbo y Necoclí. Las y la agricultura. “De solo queso viven” le decía
mujeres kunas cosen y utilizan unas blusas su suegro a tu tío abuelo Rodrigo cuando
coloridas con hermosos dibujos geométricos; lo animaba a emprender la aventura de la
son las molas que encontraras convertidas colonización. Y la verdad es que el queso de
en bolsos y objetos de artesanía en los Acandí, de las ganaderías del Rio Tanela, tiene
almacenes sofisticados de las ciudades. un toque especial que me encanta.
En el mismo velero de Germán regresemos a
Capurganá. Pasar de Capurganá a Acandí nos
tomará sólo unos pocos minutos de vuelo.
Es esta una zona donde los nacidos en ella
son una minoría. Las personas de más edad
son, en su mayor parte, colonos llegados de
 18
Urabá
V
olando al sureste, a lo largo de
la línea de costa cruzaremos la
desembocadura del Rio Atrato y el
Golfo de Urabá. Aterricemos en Apartadó
en medio de plantaciones de banano,
palma africana, haciendas ganaderas y
explotaciones de madera de la selva. En
Apartadó tomaremos un campero para viajar
a Turbo y Necoclí.
En el golfo los barcos esperan a ser
cargados con cajas de banano para
ser llevadas a Europa, Estados Unidos
y Asia. En el puerto, que los locales
llaman guafe, se arremolina la gente
para subir a los botes y cruzar el golfo
hacia Triganá, Acandí, Sapzurro y
Capurganá, mientras en la población
se hace todo tipo de negocios y los
estudiantes atienden sus clases.
En el guafe podemos contratar un
bote que nos lleve al Parque Natural
Nacional Los Katíos donde vamos a
encontrar una riqueza biológica que
apenas alcanzamos a imaginar. Para
llegar allí tendremos que navegar
por el Río Atrato y avanzar a pie por
humedales y bosques, refugio de
jaguares, dantas, manatíes, venados,
guaguas y águilas arpías, que la
mayoría de las personas conocen sólo
de oídas.
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De regreso del Parque Los Katíos una corta
excursión en campero nos llevará hasta Necoclí
y podríamos avanzar hacia el norte a lo largo de
la costa hasta San Juan de Urabá y Arboletes, y
seguir por carretera hasta la Guajira, pero mejor
regresemos a Apartadó: toma el avión y vuela
hasta Arboletes; tendrás que tener cuidado al
aterrizar porque aquí solo tenemos una pista sin
ayuda alguna de navegación.
En Arboletes tienes que tomar un baño en el
volcán de lodo, una experiencia única en la que
desaparece la sensación de tener un cuerpo
propio; a la salida del volcán, un baño en la playa,
masajeado por las olas caribes, completará la
experiencia.
 20
El Sinú de ñame y trocitos de queso. En el Sinú las
señoras preparan uno de los dulces más
D
deliciosos que he comido, el mongomongo,
e Arboletes volaremos a Montería. Verás pocas casas en todo el recorrido. Es esta una mezcla extraordinaria de papaya verde,
una tierra de grandes haciendas ganaderas donde la mayoría de los vaqueros son mango pintón y guayaba madura, cocida con
descendientes de los Zenúes y de los africanos traídos a América como esclavos. la dosis exacta de panela.
La leche de las ganaderías ha sido convertida tradicionalmente en un tipo especial de
queso, el queso costeño; el mote con queso es una delicia regional preparada con crema
Las fiestas y días especiales de los pueblos
de las sabanas del Sinú tienen que incluir una
corraleja; la más famosa de ellas queda en
Sincelejo. La corraleja es una corrida de toros
popular en la que cualquiera puede ingresar
al ruedo e intentar la suerte que se le antoje;
los toreros, que aquí se llaman manteros,
son vaqueros corrientes que se atreven a
enfrentarse a unos toros enormes de raza
cebú, en medio de un completo desorden de
espontáneos que inundan el ruedo mientras
los músicos tocan porros, fandangos y otros
aires caribes.
En la noche el espectáculo cambia y las
suertes con los toros se convierten en un
21
baile colectivo, en rueda de cumbia o fandango,
mientras los médicos atienden los contusos
y heridos en la corraleja. En ocasiones las
mujeres en la rueda de cumbia o de fandango
llevan velas encendidas que convierten el baile
en un espectáculo de luces.
Muy cerca de Sincelejo, al sur, está Sampués,
la tierra del sombrero vueltiao, el carné de
identidad colectiva en las sabanas del Sinú.
Es el momento de comprar un sombrero y
unas tres puntadas, el calzado popular del
caribe colombiano, y oír uno de los cuentos de
Tío Conejo.
El Tío Conejo es un habitante muy querido
de las sabanas del Sinú y San Jorge; es el
personaje de graciosas historias en las que
la astucia del pequeño Tío Conejo supera la
fuerza de Tío Tigre.
 22
Cómo te parece esta...
Cuentan que cuentan que un día estaba
Tío Conejo royendo ñame y de repente llegó
Tío Tigre muerto de la rabia por todas las
maldades que le hacía Tío Conejo. Tío Tigre
tenía hartas ganas de comérselo, pero Tío
Conejo no se inmutó.
El astuto conejo, haciendo gala de su
picardía le propuso que en vez de comerse a
un pobre conejo flaco e insípido, lo invitaba
a que comiera un rebaño de vacas bien
alimentadas que pastaban arriba en el cerro.
Tío Tigre aceptó el trato y Tío Conejo le pidió
que cerrara los ojos y abriera los brazos
mientras él las arriaba hacia donde estaba
Tío Tigre.
Tío Conejo subió al cerro y le gritaba a Tío
Tigre que ya iban bajando las vacas. Lo que
Tío Tigre no sabía era que, en vez de arriar el
ganado, Tío Conejo había desprendido una
piedra enorme y la había echado a rodar falda
abajo. Tío Conejo le gritaba a Tío Tigre que
se corriera a un lado y al otro para que su
presa no pasara de largo, mientras Tío Tigre
esperaba emocionado con el ruido que hacían
las supuestas vacas, que según el creía,
bajaban despavoridas, como almas que se
las llevaba el diablo. Pero ni modo, lo que llegó
fue, nada más y nada menos, que la enorme
piedra que dejó a Tío Tigre todo magullado y
aporreado, mientras Tío Conejo se perdía a lo
lejos.
23
Desde San José de Montería podemos vacaciones de miles de antioqueños.
navegar por el río Sinú, aguas abajo, hasta Muy cerca de Coveñas podemos pasar un día
llegar al mar. Pasaremos por San Pelayo y navegando entre los manglares de la Ciénaga
Santa Cruz de Lorica y llegaremos a San La Caimanera. Los mangles son árboles muy
Bernardo del Viento. Las playas de San particulares que crecen en el agua salada. La
Bernardo son largas y reciben unas olas riqueza biológica y la importancia ecológica
cordiales que revuelcan los bañistas sin de los manglares han hecho que se les llame
ponerlos en peligro. En San Bernardo, el las salascunas del mar.
viento acaricia y refresca todo el día, pero
al atardecer, deja de hacerlo y atacan los Regresemos a Montería por carreteras
jejenes que pican las partes descubiertas secundarias disfrutando del paisaje y de
del cuerpo. Lo mejor que puedes hacer es la cordialidad caribe. En Montería toma tu
vestirte con pantalones y camisa de manga avión y volemos a Cartagena de Indias, mi
larga. ciudad preferida.
Cerca de San Bernardo del Viento
encontraremos a San Antero, el pueblo del
Festival del Burro; allí un ingenioso hombre de
negocios ha construido una piscina de lodo
donde puedes ingresar sin costo alguno; al
salir te esperan unas hermosas mulatas que
te cobran una pequeña suma por un baño con
agua limpia. Un poco al este, en el Golfo de
Morrosquillo, llegarás a Coveñas, el centro de
 24
Cartagena y Mompox
C artagena es una ciudad muy especial: allí
encontrarás una urbe moderna que va de la
mano con un pasado heroico que se vive entre
las murallas de la ciudad antigua.
Desde la época de la Colonización española,
Cartagena ha sido una de las ciudades
importantes en esta parte del mundo. En
siglos pasados, fue atacada una y otra vez por
piratas ingleses y franceses; esa es la razón
que hizo que los reyes de España ordenaran
construir murallas y fuertes alrededor de la
ciudad.
Lo mejor que podemos hacer en la ciudad
amurallada, a la que los cartageneros llaman
cariñosamente el Corralito de Piedra, es
descubrirla en un recorrido perezoso a lo
largo de sus calles y plazas, de sus baluartes
y murallas. Por fuera de las murallas hay una
ciudad moderna con su puerto, industrias,
almacenes, bancos y universidades.
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Desde el aeropuerto podemos llegar en menos de quince minutos a la Puerta del Reloj
que nos lleva, directamente, al Portal de los Dulces y a la Plaza de San Pedro Claver.
Desde esta plaza, en tres minutos estaremos en el Museo Naval y podremos iniciar el
recorrido de las murallas hasta la puerta trasera de la ciudad antigua. Al salir de las
murallas, encontraremos el monumento a la India Catalina y el Castillo de San Felipe,
gigantesca fortificación española construida sobre el Cerro de San Lázaro como
bastión de defensa de la ciudad frente a los ataques de los piratas. En la base del Cerro
de San Lázaro, está el monumento a los zapatos viejos, un tema paradójico del poeta
cartagenero Luis Carlos López.
 26
Al caer la tarde o en la noche tomaremos un
coche tirado por caballos para recorrer la
ciudad antigua con la guía experta del cochero.
Más tarde, sentados en una mesa en la Plaza
Santo Domingo, mientras tomamos una
limonada de coco, es posible que veamos una
presentación especial de bailes de cumbia,
mapalé y champeta de los negros del Palenque
de San Basilio. Allí mismo podemos almorzar
o cenar escogiendo entre los ricos menús de
los diferentes restaurantes que comparten
las mesas de la plaza. Te propongo el plato
bandera de la ciudad, la Posta Negra o Posta
Cartagenera, un trozo de carne de pierna
de res adobada y cocida lentamente en una
mezcla de panela y especias.
Desde el Cerro de la Popa podemos tener
una vista completa de Cartagena. El cerro
fue llamado así porque uno de los monjes
que llegaron a estas tierras en el siglo XVI
creyó ver la figura de la popa de una galera
en la silueta del acantilado que limita el
cerro. En este cerro hay un convento, que fue
convertido en guarnición militar y en presidio
durante la mayor parte de los siglos XIX y XX.
En el Muelle Los Pegasos, cerca de la Puerta
del Reloj, encontraremos un bote que nos
llevará a las Islas de El Rosario, un pequeño
archipiélago coralino por fuera de la Bahía de
Cartagena. A la salida de la bahía pasaremos
entre el Fuerte de Bocachica y un baluarte
enfrentado en la orilla opuesta, el Fuerte de
San Fernando. Esta era la primera línea de
defensa de la ciudad, con cadenas sumergidas
para impedir el paso de los barcos enemigos, y
armada de cañones para hundirlos.
En una de las islas estaremos a la hora del
almuerzo; es la oportunidad de disfrutar
de un delicioso sancocho de pescado a la
manera de las negras cartageneras, o de un
pargo rojo frito con patacones. La tarde la
pasaremos en Playa Blanca en la Isla Barú.
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Son tres kilómetros de playa de arena blanca y palmeras y olas
a la medida de turistas perezosos. Si el programa de Playa
Blanca te gustó, en otra ocasión vendremos por el puente que
comunica a la isla con la ciudad.
Otra excursión, un poco más larga nos llevará a las Islas de
San Bernardo, en el Golfo de Morrosquillo. Una de ellas, la
más pequeña, Santa Cruz del Islote, parece en la distancia un
barco que naufraga, una mancha de escombros en medio del
océano, donde viven cerca de dos mil personas que salen todos
los días a pescar o a trabajar en Tolú y Cartagena. Hay otros
islotes más pequeños deshabitados que solo visitan los buzos
y pescadores, y dos islas mayores, Isla Palma y Múcura donde
encontrarás hoteles confortables.
Al norte de Cartagena podemos llegar a Galerazamba y la
Laguna de El Totumo. Cerca de su orilla se encuentra un pequeño
volcán de lodo, versión reducida del Volcán de Arboletes. En
Galerazamba se produce sal por evaporación del agua de mar
desde antes de la llegada de Colón a América. Allí podrás ver y
entender todo el proceso de su producción.
 28
Si seguimos la costa hacia el norte
pasaremos por pueblos de pescadores y las
playas de Santa Verónica y Puerto Caimán.
En las laderas brillan en la noche las luces de
Tubará y Juan de Acosta, con la ensenada
Palmarito en su base.
A corta distancia al occidente de
Cartagena se encuentra Turbaco, sobre
una colina a 150 metros sobre el nivel del
mar, refrescado por la brisa del mar y por
una abundante vegetación tropical que
llena las calles, patios y solares. Turbaco es
bien conocida por sus historias de brujas y
sus mesas de fritos con arepas de huevo,
carimañolas, butifarras turbaqueñas y
queso frito con patacón. Si continuamos
por la misma carretera, cruzaremos el Canal
del Dique y llegaremos a San Basilio de
Palenque en poco más de media hora.
San Basilio de Palenque fue el primer pueblo
libre de América. Hace ya casi cuatrocientos
años, algunos esclavos lograron escapar
de sus amos y se refugiaron en las faldas
de los Montes de María; desde entonces
se han mantenido aislados de modo que
todavía conservan su lenguaje, una mezcla
de castellano del Siglo de Oro y de lenguas
africanas, su comida, medicina, música y
bailes, y su propia organización social.
Una hora más de viaje al sur y
encontraremos a San Jacinto, el mayor
centro artesanal del Caribe, donde
podremos observar cómo hacen sus tejidos
manuales en croché y macramé y fabrican
las hamacas en telares elementales. Si
pernoctamos en esta población es posible
que tengamos la oportunidad de oír los
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Gaiteros de San Jacinto, un grupo que
interpreta la música caribe tradicional al
son de gaitas, maracas y tambores.
Avancemos un poco más al sur y
llegaremos a El Carmen de Bolívar la tierra
de Lucho Bermúdez, uno de los músicos
colombianos más queridos del país.
Continuemos nuestro viaje hasta
Magangué a orillas del río Magdalena
en la Depresión Momposina. Magangué
es la ciudad de los ríos, protegida por
jarillones y albarradas de las inundaciones
semestrales del Magdalena. Cuatro ríos
mayores, Cauca, Nechí, San Jorge y Cesar
desembocan en el Magdalena a corta
distancia de Magangué en medio de un
paisaje de tierras bajas y anegadizas. Casi
la mitad de este territorio queda bajo el
agua durante varios meses cada año, en la
época de lluvias, y en ella sobresalen solo los
albardones, las terrazas y las colinas más
altas.
La comida caribe que escojamos, y ya sé
que vas a pedir pescado, la acompañaremos
aquí con boronía, un plato preparado con
plátanos maduros, berenjenas queso y
condimentos.
Desde Magangué podemos pasar a Santa
Cruz de Mompox en un plano, o llegar en
el carro cruzando el río Magdalena por un
enorme puente recién construido.
Mompox, o Mompós, es una isla, una ciudad
y una leyenda. Ya en el siglo XVI era una
ciudad importante en el Caribe; era un
puerto de paso para mercancías y viajeros
 30
que se internaban en los territorios de la
Nueva Granada, y lugar de residencia de
españoles y criollos ricos; allí construyeron
una ciudad de calles amplias y plazas
pequeña, con enormes casonas de paredes
gruesas como murallas, techos altos para
protegerse del calor y solares grandes
como canchas de basquetbol con mangos y
tamarindos gigantescos.
En Mompox, la celebración de la Semana
Santa católica es todo un acontecimiento,
en el que participan activamente las siete
iglesias de la ciudad; las procesiones del
Jueves y Viernes Santos son marchadas,
dos pasos adelante y uno atrás, al ritmo de
música solemne, con cargueros vestidos de
túnicas, en medio de una multitud silenciosa.
En el hotel de Mompox pidamos que nos
sirvan, el queso de capa con yuca y suero en
el desayuno y, a la hora de la cena el arroz de
pajarito, acompañado del dulce de limón y el
bolón de coco como postre.
De Mompox regresemos a Magangué y, de
allí, a Montería. En Montería tomemos el
avión hasta Barranquilla. Antes de aterrizar
demos una vuelta sobre la desembocadura
del río en el mar Caribe y la Ciénaga Grande
de Santa Marta. El color pardo amarillento
de los sedimentos le da a las aguas del mar
un color que recuerda la ceniza, de donde
viene el nombre Bocas de Ceniza nombre
que le han dado desde hace siglos a la
desembocadura del río Magdalena en el mar
Caribe.
31
Barranquilla
E n épocas pretéritas muchos españoles se apoderaban de grandes
extensiones de tierra a las que les daban nombre, uno de ellos llamó a la suya
San Nicolás de Tolentino, y los trabajadores y vecinos terminaron llamándola
Barrancas de San Nicolás, por las orillas altas que forma el río en su margen
izquierda. En el sitio de la casa de la hacienda llegó a formarse un pueblo pequeño
que, con los años, se convirtió en Barranquilla, el mayor puerto de Colombia.
En Barranquilla vivieron un tiempo tres de tus tíos que algún día te contarán
historias de sus aventuras en el Caribe.
La actividad en el centro de la ciudad se desarrolla en el Paseo Bolívar al que
llaman Calle de las Vacas. Cuando pregunté el porqué de este nombre, me
contaron que esa calle es tan antigua o más que la Barranquilla misma; por ahí
pasaban las vacas que traían desde Galapa para beber en el caño.
32
Vamos a almorzar en el Restaurante
La Cueva donde su dueño ha combinado
restaurante, bar, museo, tertuliadero,
sala de video y teatro. Allí, hace ya
más de cincuenta años, un grupo de
escritores y pintores mamagallistas
terminaron por tomarse el Bar La Cueva,
en todos los sentidos de la palabra.
Otro día buscaremos el sancocho
de guandules y carne salada en los
restaurantes populares de la plaza de
mercado.
Los barranquilleros y miles de turistas
prolongan las fiestas de fin de año
hasta los días previos al Miércoles de
Ceniza cuando entran en un estado
de locura colectiva. En esa semana
toda Barranquilla está de fiesta, es el
carnaval.
33
Sin lugar a dudas, son estas las
fiestas colectivas más populares en
todo el país. Por fuera del programa
oficial, la rumba colectiva no para
desde la última Noche de Guacherna
hasta el Miércoles de Ceniza. El
carnaval comienza propiamente el
sábado con la Batalla de Flores,
continúa el domingo con un gigantesco
desfile en el que miles de personas con
disfraces multicolores salen a bailar en
las calles, continúa con el espectáculo
de decenas de orquestas y grupos
musicales de todo el Caribe que
participan en el Festival de Orquestas,
y termina el miércoles con el entierro
de Joselito Carnaval.
 34 35

El Hombre Caimán es un personaje destacado del carnaval. Vale la pena que conozcas la leyenda
del Hombre Caimán:

Cuentan que cuentan que hace mucho tiempo a un pescador picarón le Dicen que la única persona que se atrevía a acercársele era su desconcertada
encantaba ver a las mujeres bañarse desnudas en el río Magdalena. Para madre, quien por las noches le llevaba queso, yuca y trozos de pan mojados en ron.
lograr su objetivo, sin ser visto, le pidió ayuda a un amigo brujo quien se Al morir su madre, el Hombre Caimán comenzó a viajar entre Plato y Barranquilla,
ofreció a hacerlo preparándole dos hechizos: una pócima y un ungüento; al y cuentan los pescadores y navegantes que en las noches de luna llena se le puede
tomar la pócima, se convertía en caimán; cuando quería tomar la forma de ver en los playones.
hombre, un amigo que lo acompañaba debía untarle el ungüento. Así podía
pasar un tiempo espiando a las mujeres que se sumergían desnudas en el
río, y después de cada faena su amigo le untaba el ungüento para devolverlo
a la normalidad.

En una ocasión en la que el amigo no pudo acompañarlo, fue al río con otro
amigo que al verlo, convertido en caimán, le entro tal temor que soltó la
mezcla y este alcanzó a salpicar tan solo la cabeza de la bestia, dejando al
pescador con cuerpo de caimán y cabeza de hombre.

Por más que sus amigos trataron de buscar al brujo para hacer otro
ungüento, nunca lo consiguieron; el brujo había muerto días antes de que el
pescador quedara convertido en el Hombre- Caimán.
 36
Isla de Salamanca
y Ciénaga de Santa Marta
L a ruta de Barranquilla a Santa Marta y
la Guajira la haremos en carro. Una vez
pasemos el puente sobre el río Magdalena
nos adentraremos en la Isla de Salamanca
y el límite norte de la Ciénaga Grande de
Santa Marta que ya habíamos visto desde
el avión.
La carretera a Santa Marta cruza por
playones, ciénagas y manglares que ocupan
el antiguo estuario del río Magdalena. A
medida que avancemos, comenzaremos
a apreciar la vegetación típica del norte
del Caribe: tulipanes africanos, acacias,
aromos, cardones, tunas, pitahayas, dividivis,
mangles, juncos, palmiches, trupillos y uvitos.
La observación de la fauna propia de la
ciénaga nos exigirá paciencia. Con la suerte
que nos acompaña, encontraremos caimanes,
babillas, iguanas, boas, lagartos pasarroyos,
mapaches, nutrias y zorros cangrejeros,
gaviotas, pelícanos, águilas pescadoras,
barraquetes aliazules, patos agujas y
cucharos, mariamulatas, colibríes, tordos,
martines pescadores, y garzas blancas y
morenas.
37
Santa Marta
D espués de recorrer el Parque Isla
de Salamanca llegaremos a El
Rodadero. Allá los turistas se deslizan
sobre la arena, desde un pequeño cerro
hasta la base donde el agua los espera.
El balneario es un premio para el turista.
Las arenas son blancas y suaves, el agua
cristalina y las olas mansas; la brisa fría
baja de la sierra y provoca una resaca
casi continua, que impulsa los botes mar
afuera. Los pilotos de los veleros tienen
que hacer uso de toda su pericia para
regresar de nuevo a tierra. Es asustador
eso de ver la playa y los hoteles pequeñitos en
la distancia y el mar empujando el bote lejos de
la orilla.
Muy cerca de El Rodadero está Santa Marta.
Durante muchos años Santa Marta soportó
ataques de indígenas y filibusteros ingleses
y franceses, y españoles descontentos; fue
capital de la gobernación de Santa Marta,
centro de la resistencia realista en el Caribe
durante la Guerra de Independencia y el último
refugio de Bolívar en la Quinta de San Pedro
Alejandrino. Las avenidas Rodrigo de Bastidas
y Campo Serrano son dos paseos urbanos que
vale la pena recorrer.
 38 39

Desde Santa Marta podemos

programar una excursión a Aracataca,
Vale la pena pasar el día aquí, entre la playa
y los restaurantes populares, o podemos
El Parque Tayrona

la pequeña población donde nació
Gabriel García Márquez. A mitad de
camino encontraremos a Ciénaga una
población antigua que fue el centro de
la producción de banano en Colombia
hace 100 años.
continuar nuestro recorrido bordeando la playa y
desembarcar en bahías y playas escondidas, casi
secretas, Concha, Neguage, Neirangue, Nenguanje,
los Ángeles, Cristales.
L
a Sierra Nevada de Santa Marta es una gigantesca pirámide de 5800 metros de altura
situada al borde mismo del mar y formada por rocas que los geólogos piensan que tienen
centenares de millones de años. Las nieves perpetuas, que ocuparon cientos de kilómetros
cuadrados hasta hace cincuenta años, están desapareciendo rápidamente y las cumbres de la
sierra están convertidas hoy en extensos arenales pardos y grises.

A 5 kilómetros al norte de Santa

Marta llegaremos a Taganga una
pequeña aldea de pescadores, en la
base de la Sierra Nevada de Santa
Marta. Este trayecto lo podemos
hacer en carro o en bote. La Bahía de
Taganga, no es recomendable para los
bañistas vespertinos: los tiburones
buscan aquí su cena en los restos de
vísceras del pescado preparado para
la venta y pueden encontrar un bocado
fresco en el turista desprevenido.
 40 41

En la base de la sierra, cerca de Santa Marta se encuentra el Parque

Tayrona. Casi contiguo está el territorio Kogui llamado Parque Sierra
Nevada de Santa Marta. Si nos atrevemos a explorarla encontraremos
cantidades de especies de árboles y de animales, muchos de ellos
diferentes a los que se encuentran entre Capurganá y la Guajira. Algunos
de ellos se encuentran solo en la sierra.

Cuando los indígenas perdieron su guerra de resistencia contra los

ocupantes españoles en el Siglo XVI, muchos quedaron bajo la dominación
de los encomenderos pero los más audaces huyeron a las partes altas de
la sierra. Hoy, solo quedan unos pocos descendientes de ellos, aislados con
su centro de actividad comunal en Pueblito.

Una caminada de tres horas por caminos de piedra, atravesando bosques,

puentes colgantes y cascadas nos llevará a los restos de una ciudad
antigua donde encontraremos terrazas y plataformas en las que fueron
construidos centros ceremoniales, casas y sitios de almacenamiento de
víveres, intercomunicados por una serie de caminos empedrados, escaleras
y muros que apenas está siendo descubierta. Es la Ciudad Perdida de
los Tayronas. De ella hoy solo quedan los caminos, muros, escaleras y
plataformas.
 42
La Guajira
D e Santa Marta tomaremos la
carretera que bordea la playa desde
el Parque Tayrona hasta Riohacha. En la
mitad del camino las playas de Dibulla
invitan a un baño.
La península de la Guajira parece la cabeza
de un niño curioso que se asoma por
encima de Suramérica a mirar el Golfo de
Maracaibo y las Antillas Menores. En la
Guajira la vegetación es baja y espinosa
con cactus, chaparros, dividivis, cujíes
y guamachos que crecen sobre arenas y
paisajes de colinas en las que los colores
ocres ganan la batalla visual a los verdes.
Las bandadas de flamencos rosados son
un espectáculo digno de contemplar por
horas; los flamencos viven en las lagunas
costeras pobladas de pequeños peces,
camarones y cangrejos que les sirven de
alimento; solo las tortugas se salvan de
sus temibles picos curvos.
A medida que nos acercamos a
Riohacha aumenta el movimiento de
gente en bicicletas, motos y camiones
cargados con chivos. La Guajira es
territorio Wayúu, donde los locales
hablan wayuunaiki y utilizan el castellano
solo para dirigirse a los forasteros.
Los wayúu son un pueblo fuerte e
independiente, extendido por toda la
Guajira, dedicado a la cría de cabras
y al comercio, y que no reconoce la
frontera colombo-venezolana. La mayor
parte de ellos están concentrados en
Riohacha, Uribia, Manaure y Maicao: los
demás viven en rancherías, pequeñas
agrupaciones de ranchos de madera.
43
La vestimenta de los wayúu es
colorida y muy particular: los
varones utilizan una faja llamada
guayuco, o taparrabo, la sandalia
tres puntadas de cuero de res
o guaireñas con suela de caucho
que puede ser un trozo de
llanta, y una mochila; las mujeres
usan la manta guajira, sandalias
tres puntadas con borlas de
colores, cuyo tamaño indica el
grado de autoridad dentro de
su clan. En sus fiestas bailan la
chichamaya, al sonido de un solo
tambor; la mujer danza hacia
adelante, mientras el hombre
retrocede todo el tiempo.
 44
La cocina guajira es cocina de mar
y desierto: arroz acompañado con
camarones secos al sol, o con tortuga,
en sopa, frita o guisada; igual puede ser
pescado, iguana guisada con coco, o friche,
que es carne de chivo sofrita con sal; la
iguaraya, la fruta de un cactus, es utilizada
como ingrediente básico de jugos y dulces.
En las familias guajiras todas las
decisiones son tomadas por las madres
que solo piden consentimiento, cuando
lo consideran necesario, a un tío de la
línea materna. Las diferencias grandes
y pequeñas son solucionadas por
palabreros, hombres sabios que actúan
como jueces; no tienen cárceles para
castigar los delitos. Los daños y ofensas
deben ser reparados por la familia en
grupo con un pago en dinero, ganado,
collares, etc.
Una corta excursión desde Riohacha
nos llevará a Manaure: unas montañas
blancas nos indicarán que hemos
llegado a las salinas. Aquí, como en
Galerazamba, la sal es producida
por evaporación del agua de mar en
estanques controlados cuidadosamente
por los operadores de la salina.
45
Jarara, Macuira y
Castilletes
E
n Riohacha nos tenemos que preparar
para una excursión por el desierto
guajiro. Necesitaremos un campero,
combustible, repuestos, agua y provisiones
y, sobre todo, un guía local; muchos de
los caminos que utilizaremos no son más
que huellas de otros vehículos que han
pasado por allí antes que nosotros. Desde
el campero alcanzaremos a ver miles de
flamencos rosados que buscan su comida en
las lagunas costeras.
En unas pocas horas, habremos recorrido la
distancia que nos separa del Cabo de la Vela.
Cuentan los wayúu que los cerros son hijos
de la sierra que tomaron caminos distintos,
unos llegaron al mar y son los islotes de los
Monjes, los demás son cerros aislados y
pequeñas serranías: Itojoro, Ipuana, Macuira
y Jarara.
 46
Uno de estos cerros es el Cabo de la Vela, coronado por un faro,
que se adentra en el mar. En la playa cercana podemos saborear
la sierra frita más deliciosa que te puedas imaginar: para
prepararlo solo se requiere el pescado, sal, aceite y fuego, y la
sabiduría ancestral de la cocinera.
Las serranías de Macuira y Jarara en el extremo norte de la
Guajira son oasis verdes en el desierto guajiro que bordearemos
por caminos extraviados para llegar a la bahía Cocinetas y
Castilletes en la frontera con Venezuela.
En Bahía Honda, en el límite entre Colombia y Venezuela
encontraremos a Castilletes. Así llamaron este lugar los
aventureros del Siglo XVI. Hubo allí un cabildo y una iglesia
que se llamó Santa Cruz de Castilletes. Aún hay restos de
cimientos y de las construcciones de lo que fueron la ermita, el
cabildo y las primeras casas en la provincia de Coquivacoa.
47
Los Vallenatos
R
egresemos a Cartagena a recuperar tu avión y volemos al
suroriente, a la Ciudad de los Santos Reyes del Valle de Upar,
Valledupar para los amigos, a orillas del río Guatapurí, entre la
Sierra Nevada de Santa Marta y la Serranía de Perijá. En la ruta de
Cartagena a Valledupar hagamos una ligera desviación para sobrevolar
el Cerrejón, la mina de carbón a cielo abierto más grande del mundo.
Valledupar es tierra de enormes haciendas ganaderas, cultivos de
algodón y maíz, plantas procesadoras de leche y minas de carbón, de
contrabandistas y juglares, de poetas andariegos, y parrandistas sin
remedio, cuyo santo patrón es Francisco el Hombre, personaje real
que dio origen a una leyenda.
 48
Cuentan que cuentan que por las calles del Valle
de Upar había un juglar a quien llamaban Francisco
El Hombre; era un poeta callejero que recorría las
llanuras del Cesar pregonando las noticias al ritmo de
su acordeón.
Dicen que una noche de luna nueva, mientras tocaba
su viejo acordeón, sintió que sus melodías eran
respondidas con otras mejores que las suyas, pero
Francisco El Hombre no podía ver quién respondía a
su música, hasta que a lo lejos pudo divisar una figura
difusa; de pronto aquella figura fue tomando forma y
en medio de la noche estrellada pudo distinguirla. Era
el mismísimo Diablo. Comprendió Francisco El Hombre
que este iba a hacer el duelo musical más importante
de su vida. Francisco El Hombre miró hacia arriba,
rezó el credo al revés y enseguida entonó la melodía
más hermosa jamás escuchada; al instante, Satanás
salió en huida, derrotado.
49
El Vallenato es el habitante del Valle de Upar,
y es la música propia de esta región que se ha
hecho popular en toda Colombia y en países
vecinos. Los cantos de vaquería con que los
peones de las grandes haciendas acompañaban
sus jornadas y charlas vespertinas, fueron el
origen de las historias cantadas y de la poesía
de los vallenatos.
Siempre habrá un motivo para que los amigos
se reúnan en torno a un grupo conformado
por un cantante y su acompañamiento de
caja, guacharaca y acordeón. La verdad es que
el cantante pronto se convierte en un coro
formado por todos los presentes que, con mejor
voluntad que gracia, cantan vallenatos y toman
whiskey. Es la famosa parranda vallenata.
La parranda vallenata por excelencia tiene
lugar la última semana de abril en el Festival
de la Leyenda Vallenata. Durante cinco días,
Valledupar está de fiesta; los concursos
musicales en diferentes categorías se
desarrollan en medio de la alegría colectiva de
locales valduparenses y visitantes de todo el
mundo.
En territorio vallenato, existe una pequeña
biblioteca itinerante y lo más curioso es que
es transportada en dos burros. Un maestro
soñador; con alma de apóstol, recorre los
caminos con un par de burros, Alfa y Beto,
cargados de libros para prestarlos a los niños
de las zonas rurales y a cualquier persona que
quiera leerlos.
Cuando seas mayor visitaremos el territorio
arhuaco saliendo de Valledupar. Los arhuacos
se consideran nuestros hermanos mayores.
En los caminos los vamos a encontrar con
sus vestidos de algodón y sus mochilas. Por
el occidente llegaremos hasta Pueblo Bello y
luego al norte a Nabusímake, San Sebastián
de Rabago y Mamancanaca; muy cerca de
esta alcanzaríamos las cumbres de la Sierra
Nevada de Santa Marta.
Regresemos a Valledupar y abordemos
nuevamente el avión; enrútalo ahora al sur
hacia Bucaramanga, la Ciudad Bonita.  
50 51

Territorio comunero
52
E
n las montañas del Nororiente,
entre el río Magdalena y los
Llanos Orientales, hay un pueblo
independiente, aguerrido, franco y
trabajador. Es la tierra comunera, donde
ocurrió el primer levantamiento popular
contra el gobierno español en protesta
contra los impuestos excesivos, hace ya
casi trescientos cincuenta años.
Las montañas santandereanas, ricas
en minerales y carbón, están coronadas
por páramos extensos. Son famosos allí
los bocadillos de guayaba y las hormigas
culonas, que salen a la superficie en
grandes cantidades cuando llueve
después de un periodo de sequía largo, y
son consideradas un manjar exquisito.
53
Bucaramanga
E
l aeropuerto de Bucaramanga se
encuentra en el borde de una meseta,
en lo que fue un campo de batalla de la
última guerra civil, llamada la Guerra de los
Mil Días porque duró casi tres años.
Dejemos el avión en un hangar y alquilemos
un automóvil para llegar a Bucaramanga,
la Ciudad Bonita, que se asienta en una
terraza bordeada de terrenos erosionados
con formas caprichosas. A la entrada de
la ciudad encontrarás la más hermosa
bienvenida que conozco: una valla que anuncia
Todo el que pisa tierra de Santander es
santandereano.
Pasaremos por San Juan de Girón, una
hermosa población, a orillas del Río de Oro, de
casas blancas y calles amplias, algunas de
ellas empedradas desde épocas remotas,
donde vale la pena parar a almorzar o
cenar.
Según el restaurante que escojamos
podrás pedir el mute santandereano, una
sopa hecha con carne de cerdo, maíz, papa
y garbanzos; la pepitoria, una preparación
de vísceras y sangre de cabro, mezclado
con arroz blanco; cabrito al horno; la
sobrebarriga, cocida con una mezcla de
cebolla, ajo y tomate y acompañada de
papa cocida; la carne seca al sol; la arepa
santandereana de maíz con tocino; o
el tamal santandereano. No te pierdas
las hormigas culonas que se consumen
tostadas después de quitarles la cabeza y
las alas.
 54
Bucaramanga ha sido llamada la Ciudad de Los Parques, y de verdad lo merece.
En junio justo al comenzar la época de estío, podremos gozar del espectáculo
de los guayacanes en flor; de todas maneras disfrutarás de la vegetación
El Cañón del Chicamocha y Barichara
que orna y refresca la ciudad con oitís, gallineros, leucaenas, ficus, tulipanes
D
africanos, búcaros, sarrapios, palmas reales, palmas arecas y palmas abanico.
e Bucaramanga saldremos hacia
el sur rumbo a Barichara. En el
camino, antes de llegar al Cañón
del Chicamocha, encontraremos
a Floridablanca, donde podemos
deleitarnos con los dulces tradicionales
de apio, limón, cidra, arroz, arequipe y
piña; luego pasaremos por Piedecuesta,
Aratoca, Curití, y San Gil.
Una vez crucemos el Río Chicamocha
tenemos que ascender desde el fondo
del cañón por una carretera con curvas
cerradas que desafían la pericia de los
conductores de las tractomulas. En el filo
de la montaña encontraremos un parque
55
de diversiones, el Parque Nacional del
Chicamocha. Gozarás cruzando el cañón,
suspendido de un cable a mil metros por
encima del nivel del río, hasta la Mesa
de los Santos, volando en parapente o
haciendo canotaje en el Río Chicamocha.
Una pequeña desviación de la carretera
te permitirá conocer a Curití, un pueblo
pequeño cuyas calles están pavimentadas
con enormes losas de piedra y donde la
imaginación de los artesanos del fique
parece no tener límite. Con la fibra teñida
del fique, o cabuya, como la queramos
llamar fabrican todo tipo de productos
multicolores.
56 57

Un poco más adelante, en San Gil, en el Regresemos a San Gil y continuemos hacia el Sur hasta el Socorro, centro de la
Parque del Gallineral no encontrarás una insurrección comunera, y Vélez famoso por sus bocadillos de guayaba; las guayabas de
sola gallina, sino árboles centenarios la provincia de Vélez son tan dulces que puede fabricarse bocadillos sin mezcla alguna
llenos de melenas que son llamados de azúcar o endulzante.
gallineros. Aquí abandonamos la
carretera principal para dirigirnos a
Barichara.

En Barichara, al borde mismo del

Cañón del Chicamocha, encontrarás
calles amplias con pavimento de piedra
y enormes casonas centenarias,
construidas con piedra y tierra; muchas
de ellas han sido acondicionadas como
hoteles, restaurantes y almacenes.
Un almuerzo con arroz campesino nos
preparará para una excursión a pie hasta
el vecino caserío de Guane, por un camino
empedrado que fue construido en el siglo
XIX por un empresario alemán. El arroz
campesino en Santander es una sabrosa
mezcla de pepitoria, arroz, verduras y
trozos de carne de cerdo y tocino.
 58
Cúcuta
R egresemos a Bucaramanga para tomar
el avión y volar a Cúcuta, en la frontera
con Venezuela. De Bucaramanga a Cúcuta
sobrevolaremos los páramos del macizo de
Santander; el más conocido de ellos, el Páramo de
Santurbán.
Casi todas las poblaciones de esta región
montañosa están aferradas a las faldas de las
montañas y son centros de reunión semanal
de campesinos que cultivan caña y café
en las tierras cálidas y templadas, papa,
verduras y legumbres en las tierras frías, y
maíz en todas ellas.
Los fuertes vientos ascendentes desde
el Valle del Río Zulia te exigirán toda tu
pericia de piloto para llegar a Cúcuta en
un avión pequeño. Una vez en tierra, vas a
encontrar una población atareada como
una colmena, dedicada a la industria y al
comercio fronterizo. La arcilla local hace
que las tejas y ladrillos de Cúcuta sean
famosos en todo el país.
La comida tradicional la encontraremos en
los restaurantes populares. La turmada es
el plato bandera de la ciudad, posiblemente
heredera de la tortilla española; es una
especie de torta que se prepara con
59
huevos cocidos, papa sabanera, queso,
natas, salsa de soya y los condimentos
tradicionales; podemos pedir también
mute, servido con arroz, los pasteles de
garbanzo, el arroz de arveja y el arroz de
yuca.
Si salimos de Cúcuta hacia el suroeste, por
la carretera a Bucaramanga, llegaremos
a Pamplona, una ciudad pequeña que
vive alrededor de su universidad y de los
colegios de educación media; el Festival
Internacional Coral de Música Sacra hace
parte de la celebración de la Semana
Santa católica, tan solemne como la de
Mompox.
En dirección norte, en la frontera con
Venezuela, podemos llegar al Catatumbo
donde viven los indómitos motilones
Yupka, o motilones bravos, que apenas
hace poco han aceptado la presencia de
los misioneros capuchinos, y los motilones
Barí o motilones mansos.
En el Catatumbo podremos observar,
desde Tibú, el Faro de Maracaibo. Este
es un espectáculo de relámpagos casi
continuos en la cuenca del río Catatumbo
que pueden prolongarse durante más
de diez horas y pueden ser vistos desde
centenares de kilómetros. Para apreciar un
espectáculo similar tendrías que ir a la Isla
de Java, en las antípodas.
Volvamos a Cúcuta y tomemos nuevamente
el avión y volemos al suroriente, a Arauca,
en los Llanos Orientales.
60 61

LA ORINOQUIA
Tradición llanera y petróleo
62
E
n el oriente de Colombia está
la enorme selva amazónica y
las sabanas de la Orinoquia. La
Orinoquia es el territorio de los llaneros,
gente independiente y valerosa, dedicada
a la cría de ganado durante siglos. En
estos llanos extensos, cruzados por ríos
enormes que casi llegan a secarse de
diciembre a marzo, la vista se pierde sin
encontrar una montaña. En ese espacio,
que parece ilímite, ningún color puede
faltar en los arreboles del amanecer.
63
En la inmensidad del llano la vista se pierde sin apreciar
una montaña y las colinas pasan desapercibidas, los ríos
de cauces enormes bajan cargados de sedimentos desde
la cordillera, y, en medio de los pastizales, se destacan las
matas de monte y los morichales, donde se refugian jaguares,
osos hormigueros, chigüiros, guaguas, dantas, armadillos,
zorros, venados, titíes, monos aulladores y cachicamos.
En los caños de aguas perezosas no faltan la nutria gigante,
el amarillo, el tucunaré, el yamú, las cachamas, y las babillas
en acecho, el cachirre, la anaconda y la mapaná; y entre
ríos y caños, sabanas y morichales vuelan garzas blancas y
morenas, loras, pericos, tucanes, paujiles y carraos.
 64 65

El carrao es un pájaro de grito grave cuyo nombre está asociado a una hermosa
leyenda llanera que exalta la amistad más allá de la muerte:

Cuentan que cuentan que en el indomable Llano vivían dos amigos inseparables,
Carrao y Mayalito; eran como hermanos aunque muy distintos uno del otro.
Carrao era de temple fiero, recio, no conocía el miedo y le encantaba tentar a
la muerte; en cambio a Mayalito lo caracterizaba otro espíritu, era calmado y
meticuloso, aplomado como él solo.

Una tarde, cuando el sol comenzaba a ponerse en el horizonte, un cielo

encapotado se dibujaba a lo lejos, las nubes avisaban tormenta y en ellas se
clavaban los rayos del sol dándoles un aspecto lúgubre y tenebroso. Carrao
sintió la tentación de salir a cabalgar, montó su caballo y partió; en adelante no
se supo más de él.

Al cabo de unos días, Mayalito extrañado por la ausencia de su amigo, ensilló su

caballo y partió en búsqueda de Carrao. Lo busco día y noche durante semanas.
Un día, en medio de una tormenta vio algo que brillaba en el suelo; iluminados por
los relámpagos, Mayalito encontró los estribos del caballo de Carrao. Mayalito
pensó que su amigo no debía estar lejos y continuó su búsqueda mientras lo
llamaba desesperado. Al cabo de los años, Mayalito murió buscando su amigo,
pero cuentan que su lamento se quedó en el Llano en forma de pájaro y sigue
llamando al amigo: “Carrao, Carraooo”.
 66
Hasta hace poco el vaquero a caballo
señoreaba sobre rebaños de ganado casi
silvestre, y viajar al llano era una aventura.
Las carreteras en muchos casos apenas
eran trochas o huellas de camperos y
camiones. La forma tradicional de vida del
llanero apenas ha cambiado en algunos
sitios debido a la explotación de petróleo
y la agricultura moderna. En los últimos
decenios esa ganadería primitiva ha dado
paso a empresas agrícolas modernas, con
canales de riego, tractores y cosechadoras.
La explotación de petróleo en Caño Limón,
Cusiana, y decenas de campos menores,
han cambiado completamente el paisaje del
piedemonte llanero, ha obligado a mejorar
las carreteras y los servicios públicos y ha
atraído centenares de miles de habitantes
de la región andina en busca de trabajo y de
oportunidades de negocios.
67
Los llanos orientales no se entienden
sin el llanero, al que no se entiende sin su
caballo. El cuidado de los hatos de ganado
en estas llanuras interminables exige que
el vaquero vaya a caballo. Y así el coleo,
que consiste en derribar un toro en plena
carrera, halándolo de la cola desde el caballo,
y amarrándolo rápidamente mientras se
encuentra atontado en el suelo, resultó
el deporte preferido de los llaneros.
Lo que, en un comienzo, fue una forma de
dominar un toro para marcarlo, descornarlo
o sacrificarlo en el campo, se convirtió en un
deporte. Antes el coleo era una competencia
entre vaqueros de una misma hacienda en
medio de su trabajo, para alcanzar y derribar
una res. Es esta una forma de apuesta
y entretenimiento que ha permanecido
invariada desde el siglo XVII, y se mantiene en
 68 69

las celebraciones y fiestas religiosas. La competencia termina con una mamona. Así se
llama el asado de una ternera entera, abierta por el vientre y sin vísceras, al calor de una
fogata de madera de Yopo.

En el llano se llama simplemente mamona; en la zona andina se le conoce como

ternera a la llanera. Cada asistente está en libertad de acercarse en cualquier
momento y cortar el trozo que apetezca y acompañarlo con un pedazo de
yuca cocida y una cerveza. La mamona siempre se acompaña con la música
de un conjunto de arpa, cuatro y maracas, y un cantante de joropos.
 70
Arauca, Yopal y Villavicencio
H
asta hace unos cuantos años
Arauca era una pequeña población
soñolienta, a orillas del río que marca
el límite con Venezuela, en medio del calor
del llano. Hoy es una ciudad que ha crecido
en forma extraordinaria debido a la llegada
de decenas de miles de trabajadores de la
industria petrolera.
De los llanos de Arauca partió Bolívar a
desafiar el poder español en 1819 con
unos cuantos jinetes, famosos por su
arrojo y sus ingeniosas tácticas militares.
En un par de meses, Bolívar triunfó en
Colombia, y en unos pocos años ganó todas
las batallas y expulsó a los gobernantes
españoles de América.
71
en las montañas que parecen permanecer en Desde Villavicencio podemos volar hasta la
el pasado. Macarena y de allí seguir en campero hasta
la base de la sierra, donde corre, sobre rocas
Desde Arauca volemos a Yopal. Otra ciudad
De Yopal volemos a Villavicencio; nos tomará antiquísimas, el Caño Cristales, el río de los
que creció al impulso de la explotación del
sólo media hora. A la derecha mantendremos cinco colores.
petróleo. Yopal se llama así porque en sus
la Cordillera Oriental y el piedemonte llanero
alrededores abunda un árbol llamado Yopo.
y a la izquierda el llano inmenso. Caño Cristales es un arco iris líquido: el
En Yopal como en Arauca, sus habitantes
agua transparente deja ver las algas rojas,
proceden de todas partes de Colombia y
Lo más interesante de Villavicencio se amarillas, verdes, azules y negras que se
algunos vienen de otros países; los nacidos
encuentra por fuera de ella: la carne deliciosa reproducen en las piedras de su lecho como
en ella son una minoría.
que se degusta en Restrepo, las playas y las la paleta de un pintor. Para poder ver este
arenas blancas de las dunas del río Yucao, y espectáculo prepárate para un día completo
Al norte de Yopal podemos ir a Pore,
los colores increíbles de las aguas de Caño de camino: a pie o a caballo, necesitaremos
Nunchía que conservan viva la memoria del
Cristales en el Parque Natural Sierra de la tres horas para llegar hasta allí.
paso del ejército de Bolívar. No muy lejos de
Macarena, donde se encuentran los Andes,
Nunchía y de Yopal encontraremos a Támara
la Orinoquia y la Amazonia.
y Labranzagrande, poblaciones escondidas
 72 73

Uno de los parques naturales más hermosos e interesantes de Colombia, El Tuparro,

se encuentra en el extremo oriental de la Orinoquia, en la frontera con Venezuela, a
setecientos kilómetros de Villavicencio. El parque es un santuario para los delfines
rosados, aves, monos y serpientes en los bosques galería a lo largo de los ríos. Para
llegar allí tenemos que volar de Villavicencio a Puerto Ayacucho y viajar río arriba por
el Orinoco hasta las bocas del río Tuparro; los Raudales de Maipure nos impedirán
continuar la navegación.

Desde Puerto Ayacucho volemos a Florencia, la última de las ciudades en el piedemonte

llanero y puerta de entrada a la Amazonia, que fue el centro comercial de la explotación
del caucho de la selva amazónica. Si volamos en un día despejado, de modo que
lleguemos a Florencia al caer la tarde, podremos disfrutar el juego de luces y sombras
en las secuencias de estratos de la Cordillera Oriental.

La comida florentina la vamos a encontrar más fácilmente en los restaurantes

populares en días festivos. Pidamos el pescado moquiao, que lo preparan sobre fuego
de leña envuelto en hojas de plátano, y se acompaña con bebidas y postres preparados
con frutas amazónicas. Pruébalas. Sus sabores son diferentes, muy difíciles de
describir. Encontrarás en el mercado, y en los restaurantes, arazá, cocona, copoazú, y
uva caimarona.

De Florencia volemos a Leticia, en el corazón

de la Amazonia.
74 75

LA AMAZONIA
Pulmón del mundo
76
V
olar desde Florencia a Leticia,
a orillas del río Amazonas, nos
tomará varias horas. Son casi
900 kilómetros de distancia. Volaremos
los primeros 100 kilómetros, hasta Tres
Esquinas, sobre sabanas ocupadas por
grandes haciendas ganaderas.
A partir de Tres Esquinas solo veremos
el dosel de la selva, cruzada de una
densa red de ríos que llegan al Orinoco
o al Amazonas. En caso de necesidad
tenemos cinco aeropuertos cerca de la
ruta Florencia-Leticia: Tres Esquinas, La
Chorrera, El Encanto, Puerto Leguízamo
77
y Arica. Leticia, la capital de Amazonas, está separada de
Tabatinga en Brasil sólo por una calle, y de Perú por el río que
es atravesado continuamente por lanchas a motor. Leticia
será el centro de unas cuantas excursiones interesantes.
Si navegamos río arriba podemos llegar hasta Iquitos en Perú;
río abajo llegaremos a Manaos en Brasil y, si alargamos la
navegación un par de semanas, al Océano Atlántico.
Los habitantes de la Amazonia, son indígenas, los pobladores
originarios de esta región, y unos cuantos colonos llegados
desde la zona andina; la mayor parte de ellos viven en la selva
inexplorada.

Cómo encontremos el río Amazonas
dependerá mucho de la época en que
lleguemos: de marzo a junio estará en su
máximo nivel, y difícilmente alcanzaremos a
apreciar la orilla opuesta, pero en septiembre
estará casi seco en medio de extensos
playones e islas de arena y grava.
A lo largo del río, en el Parque Nacional
Amacayacu encontraremos unos cuantos
78
poblados indígenas donde podremos ver
presentaciones de canto y baile autóctonos,
y comprar artesanías auténticas. De ellas
me han gustado los instrumentos de mesa
y cocina labrados en una madera dura de
color rojo llamada Nazareno. En las lagunas
y esteros abunda la Victoria Regia cuyas
hojas hasta de un metro de diámetro
pueden recibir la carga de un hombre sin
hundirse.
79
En la isla de los Micos hay monos por millares; podremos
ver algunos perezosos, dantas, y con suerte un jaguar;
en los lagos Tarapotó y Caballococha veremos nutrias,
manatíes, bufeos colorados y otros delfines de agua
dulce.
Después de dos horas de navegación río arriba llegaremos
a Puerto Nariño, una pequeña población que se ha dado
el lujo de prescindir de carros y motos, a excepción de
una mini ambulancia y un pequeño tractor utilizado en la
recolección de basuras.
Los peces del Amazonas, el enorme pirarucú, el tucunaré,
la gamitana, el paiche y el dorado, son la base del menú
regional, acompañados de plátano y casabe, y jugos de
las frutas regionales, arazá, copoazú, anón amazónico y
maracuyá. La bebida regional es una mezcla de harina de
yuca con agua, panela y miel de abejas, conocida como
chive; puede remplazarse por el guandolo, una mezcla de
panela, agua y limón que se consume en todo el país.
 80
El cazabe, o casabe según el gusto
de cada cual, es una torta delgada y
crujiente preparada con harina de yuca
o mandioca. Hay una variedad de yuca,
la yuca brava, utilizada para producir la
harina; entonces, es necesario utilizar un
procedimiento especial para procesarla
de manera que los líquidos venenosos que
contiene queden reducidos a un mínimo
tolerable.
Las pirañas no hacen parte del menú
corriente; más bien, el turista descuidado
puede hacer parte del menú de las
pirañas. Excepcionalmente encontrarás
platos preparados con tortuga o carnes
de caza, las más comunes danta y
capibara. La boa ahumada dicen que es un
plato exquisito pero escaso.
El delfín rosado del Amazonas es el
protagonista de una leyenda regional:
81
Cuentan que cuentan que en el río habitan
los espíritus de los pescadores que han
perdido su vida en él. Estos espíritus
ocupan los cuerpos de los bufeos
colorados, los delfines rosados, que hacen
cabriolas en el río. En ocasiones, durante
las fiestas que celebran en noches de luna
llena, llega un pescador que todos creen
conocer sin recordar propiamente quién es
y que encanta a todos con su generosidad
y galantería. Es un delfín con el espíritu
de un pescador que recupera su forma
humana cuando escucha los bombos,
tambores, redoblantes y quenas y quiere
participar en la fiesta para coquetear
con mujeres bonitas. El delfín llega a la
fiesta noche tras noche y corteja las
mujeres con regalos sacados del río hasta
enamorarlas. Una vez pasadas las fiestas,
ellas quieren permanecer cerca al río
hasta que deciden lanzarse a sus aguas
para nunca más salir.
 82
La topografía casi plana de la Amazonia es
interrumpida por los tepuyes de la Serranía
de Chiribiquete y los Cerros de Mavecure.
Los tepuyes son mesetas de paredes
verticales y cumbres planas. Algunos
de ellos alcanzan más de mil metros
de altura, donde abundan las especies
vegetales y animales sorprendentes, donde
se encuentran murciélagos, armadillos,
ñeques, cerrillos, borugos, , pumas, tigrillos,
perros de agua, la babilla del Apaporis, el
gallito de roca, el guácharo, las guacamayas
multicolores, los barranqueros, los
martines pescadores y numerosas especies
de micos.
En los refugios que forman las salientes
de los tepuyes, entre los ríos Apaporis y
Yarí, es frecuente encontrar muestras de
arte propio de los pueblos originarios que
hoy solo pueden apreciar los antropólogos
especializados y los aventureros que
se atrevan a llegar a la Serranía de
Chiribiquete.
83
En la Amazonia se encuentran varios parques
naturales. La verdad es que toda la Amazonia
debería ser un solo parque natural por su
extensión, por la extraordinaria diversidad
de plantas y animales que alberga y por su
fragilidad ecológica.
Para llegar a los parques naturales de la
Amazonia tenemos que volar hasta un
aeropuerto cercano y luego, en compañía de
guías tomar un bote que nos lleve hasta los
sitios que nos interesan y terminar nuestros
recorridos a pie.
De Leticia volemos a Araracuara, a orillas del
río Caquetá; Araracuara quiere decir nido de
aras o papagayos, que llegan en bandadas
a comer la sal de las rocas negras de los
escarpes de la Mesa de Araracuara.
Araracuara fue en años pasados una
colonia penitenciaria, una prisión en medio
de la selva; hoy es apenas un punto de paso
para los parques Cahuinarí, Araracuara y
la Serranía de Chiribiquete. En Araracuara,
Cahuinarí, Chiribiquete y en toda la Amazonia,
el menú para los estudiosos de la biología es
inagotable, cualquiera que sea su especialidad.
 84 85

De Araracuara volemos a Tumaco con escala en Puerto Leguízamo y el Parque Natural

La Paya. Este parque natural es una porción de selva llana con pequeñas colinas
aisladas y extensos bajos inundables que permanecen anegados la mitad del año;
en ellos abundan palmas anfibias y plantas flotantes, garzas, gallitos laguneros,
camungos y patos, chigüiros y báquiros. Los báquiros son cerdos salvajes, parecidos a
jabalíes, que recorren la selva en manadas en busca de comida.
86 87

Sabiduría ancestral
88
E
l Chocó Biogeográfico es una
selva montañosa desde las
cimas de la Cordillera Occidental
hasta la orilla del Océano Pacífico,
y desde el norte de Ecuador hasta
Costa Rica. Allí una semana sin lluvia
es considerada una sequía. Los
caños y esteros, y los grandes ríos,
Patía, San Juan, Atrato, Baudó, que
podríamos llamar botepistas, son el
equivalente de las carreteras en la
Zona Andina. La agricultura es escasa,
pero la pesca en el mar y los ríos es
abundante, como el oro y el platino en
sus aluviones.
89
En esta selva se refugiaron hace
mucho tiempo los esclavos fugitivos y
los recién liberados en el siglo XIX, y se
mantienen los habitantes originales,
los Kuna y los Emberá-Catíos
asentados en las orillas de los ríos.
En los centros urbanos, grandes y
pequeños, la población incluye mulatos
y mestizos, e inmigrantes llegados de
la zona andina.
En Chocó viven muchas personas
llegadas de otras partes del país, y
del resto del mundo, enamorados de
la naturaleza, que han descubierto la
felicidad en lo simple; allí un atardecer
no se repetirá jamás, las noches
llenas de estrellas cambian como
cambian de piel muchos animales de
la selva, y no es necesario aprender
a vestirse de manera especial para
cada ocasión. La selva chocoana, como
la amazónica, está a la espera de un
cambio en la forma de aprovecharla.
Ambas son regiones llenas de
historias, de mitos que salen de la
fantasía para hacerse realidad.
 90
La selva ha sido y será una gigantesca
despensa y laboratorio natural. Los
indígenas y los afros han encontrado
la manera de utilizar los árboles y
las plantas de la selva para atender
casi la totalidad de sus necesidades;
sin ellas, la vida sería prácticamente
imposible. Imagínate cómo hacer una
chalupa sin un buen tronco de madera.
¿Y los alimentos? ¿Y qué decir de la
construcción de las casas, alejados
como están de los almacenes de
materiales de construcción de las
ciudades, si no cuentan con madera
y hojas de palma? Los habitantes
91
del Chocó han encontrado en esta
selva remota remedios probados
durante miles de años que desafían el
conocimiento establecido y aceptado
de la medicina convencional. Yo
mismo he evitado dos intervenciones
quirúrgicas mayores con los remedios
ancestrales que conocen los sabedores
en la selva. ¿Seremos capaces de
conservar la selva y saber aprovecharla?
Afortunadamente existen personas
como el Tío Saulo que se dedican a la
conservación y protección del medio
ambiente.
 92
Tumaco
T
umaco es nuestra puerta de entrada
al Chocó Biogeográfico en el occidente
de Colombia.
San Andrés de Tumaco fue el centro de
una importante cultura precolombina; sin
embargo, hoy es difícil identificar rasgos
indígenas en sus habitantes, la mayor parte
de ellos negros y mulatos.
El trabajo de los habitantes de Tumaco
gira alrededor de la actividad del puerto,
de la pesca y del cultivo de palma africana.
La cocina tumaqueña es cocina de puerto
tropical, basada en pescado y frutos de
mar, plátano, arroz y coco. En Tumaco, y
93
en toda la costa del Pacífico Colombiano,
saborearemos el tapao de pescado, un
cocido de pescado con papas y plátanos
maduros, el encocao de camarón, el ceviche
de concha, el arroz con toyo, y las chautizas,
unos pequeños peces blancos, casi
transparentes, preparados en todas las
formas posibles. En caso de que te acose la
sed, cambia las bebidas industriales por una
mezcla fría de agua y panela con limón o jugo
de chontaduro.
A unos pocos kilómetros del puerto
se encuentra la cordillera, por donde
asciende una carretera que lleva al
altiplano nariñense, la tierra de los pastos,
bordeando precipicios que obligaron a los
ingenieros a construir una parte de la
carretera literalmente en el aire. Por esta
ruta podemos llegar a la Reserva Natural
Río Ñambí con la mayor concentración de
colibríes que se conozca en el mundo.
En Tumaco dejaremos el avión en un
hangar y tomaremos un barco de cabotaje
que nos llevará por las poblaciones
costeras del Pacífico hasta Guapí, y
el puerto de Buenaventura. En Guapí
podemos tomar una lancha con motor
fuera de borda que, en poco más de una
hora, llegaremos a la isla Gorgona.
 94
Gorgona
G
orgona es otro parque natural
nacional establecido en lo que
D
anteriormente fue una colonia
penitenciaria. En Gorgona, como en Santa
Marta, encontraremos arrecifes coralinos
al lado de la selva. El viento y las olas han
distribuido los acantilados en el occidente
y las playas en el oriente de la isla. El
resultado es una riqueza natural única
distribuida en toda la isla y en el mar que
rodea la isla.
Allí verás delfines, marsopas, cachalotes,
rorcuales, tiburones aletiblancos,
tortugas, lobos marinos y ballenas
jorobadas; cangrejos, lagartos y babillas
en las playas y quebradas; gaviotas,
fragatas, piqueros y pelicanos en el cielo;
y monos, agutís, perezosos y serpientes
en la selva.
95
Buenaventura y
En la ruta a Bahía Solano el barco fondeará ocasionalmente frente a pequeños poblados
Bahía Solanao
de pescadores. Solo Nuquí, Bahía Solano y Juradó son escalas obligadas de los barcos de
cabotaje.
e regreso a Guapí tomaremos
En septiembre, cerca del equinoccio de otoño, pasan las ballenas jorobadas rumbo a la
nuevamente nuestro barco
ensenada de Utría. Nuquí es un observatorio privilegiado del paso de estos hermosos
de cabotaje para llegar a
animales y la puerta de entrada al Parque Nacional Natural Ensenada de Utría.
Buenaventura. En el puerto de
Buenaventura nos alojaremos solo
dos días en el hotel Estación, tiempo
suficiente para recorrer el puerto,
disfrutar las playas en Ladrilleros y
Juanchaco, y saborear un sudao triple,
que es un estofado de piangua, camarón y
toyo. Si tenemos suerte podremos comer
cangrejo azul, alimentado con plátano
maduro durante tres días para que su
carne adquiera un sabor especial.
Volvamos a tomar un barco de cabotaje
cargado de mercancías y provisiones para
las poblaciones costeras y sigamos al
norte hasta Bahía Solano.
 96 97

Si nos quedamos unos pocos días, encontraremos decenas de especies

de aves, cangrejos y murciélagos, tortugas, osos hormigueros,
nutrias y perezosos, serpientes, lagartos y ranas arlequines.

Las playas en Bahía Solano, como en la mayor parte del Chocó, son pequeñas y
aisladas; en la marea baja, solo se encuentra la acumulación de grava y cantos
rodados que el mar deja descubiertos al retirarse. Los pescadores llegan muy
temprano con el producto de su labor que es enviado inmediatamente en avión
para Quibdó y Medellín; los pescadores deportivos no perdonan vacaciones en
esta bahía en busca de los peces más grandes que son los más luchadores.

Abandonemos el barco en Bahía Solano y tomemos un

avión que nos lleve a Quibdó sobre el río Atrato.
 98
Quibdó
Q
uibdó no puede quedarse sin su
fiesta. La fiesta de San Pacho, al
que en el resto del mundo llamamos
San Francisco de Asís, dura desde el 20
de septiembre hasta el 4 de octubre. Las
fiestas de San Pacho son quince días de
jolgorio y uno de reflexión. Hay desfiles,
comparsas y danzas en honor al santo, al
son de la chirimía chocoana, compuesta
por clarinete, platillos, tambor alegre o
redoblante, tambora, bombardino y saxofón.
El 4 de octubre Quibdó amanece en
silencio: la música se apaga para dar paso
a las plegarias y la fiesta termina con una
procesión en la que los fieles visten hábitos
franciscanos y le dan gracias a su santo
por sus logros en la fiesta y en la vida, que
también es una fiesta.
El Chocó es un pueblo musical. En las
fiestas religiosas, particularmente
en navidad, la comunidad lleva desde
las veredas cercanas a la iglesia
representaciones del Niño Jesús
acompañado con música y canciones
de cuna convertidas en villancicos que
llaman arrullos. Fuera del tiempo navideño
las madres y abuelas los cantan para
hacer dormir a sus pequeños, y todos,
hombres y mujeres los entonan en los
99
gualíes o velorios de niños. En el
Viernes Santo, o en el velorio de un
adulto, se oye siempre el canto de los
alabaos encabezado por un hombre y
respondido por toda la comunidad.
Un corto viaje por carretera nos llevará
a Istmina, Andagoya y Condoto, la
tierra del oro y del platino. La mayoría
de los mineros son hombres y mujeres
independientes, que tienen por
herramientas solo una pala pequeña y
una batea de madera.
Si navegamos aguas abajo por el
río Atrato llegaríamos al Golfo
de Urabá, donde se puede ver la
explotación maderera a lo largo del
río. Sería excelente ir acompañado
de un biólogo para que nos ayude a
entender la riqueza tan grande que
posee esta región. Volvamos a Tumaco
por vía aérea, para tomar tu avión
y entrar a la región andina por San
Juan de Pasto, en el Valle de Atriz.
100 101

EL SUROCCIDENTE
Mosaico de paisajes y culturas
 102 103

E
ntre la selva y los llanos al oriente y el Océano Pacífico al En el Suroccidente Colombiano, entre Cordillera Central; sus cumbres más
occidente, está la Cordillera de los Andes. Allí se encuentra las cordilleras Central y Occidental elevadas tuvieron nieve permanente
la mayor parte de la población colombiana y las ciudades encontrarás a las regiones de los hasta hace poco. La mayor parte de
más grandes. En esa zona montañosa, con elevados picos nevados, pastos y el Cauca. En esta región se la población es indígena; hoy muchos
profundos cañones y extensos altiplanos, hay varias regiones bien encuentra el Macizo Colombiano donde preferimos llamarla nativa americana.
diferentes entre sí: el Suroccidente, vale decir Cauca y Nariño, el nacen los ríos más importantes de Los descendientes de inmigrantes
Noroccidente, o el Eje Cafetero y Antioquia, el Valle del Magdalena, y el la zona andina, Cauca, Magdalena y europeos o de africanos son minorías.
Centro, dominado por el Altiplano Cundiboyacense. Patía y algunos de los volcanes de la
 104
Pasto
L
os Pastos es la región del
Suroccidente que limita con
Ecuador. El paisaje de las pequeñas
parcelas de las montañas y altiplanos
de esta región, cultivadas con papa,
verduras, trigo, maíz y cebada con
métodos tradicionales basados
en semillas propias, herramientas
manuales y arados tirados por bueyes,
es un regalo para los ojos.
Los pastusos son gente tranquila e
inteligente como pocas, capaces de
hacer chistes sobre ellos mismos que
luego repiten en el resto del país; ellos
prefieren las tierras altas del altiplano,
y dejan las tierras bajas y las vertientes
del Pacífico a los negros, mestizos y
mulatos.
105
Si llegamos a Pasto en la primera
semana de enero, podemos participar
en el Carnaval de Blancos y Negros, que
combina celebraciones precolombinas,
el recuerdo del primer día libre que
tuvieron los esclavos en América, las
ocurrencias de un patricio fiestero y
la presencia accidental de una familia
antioqueña que salía del Putumayo.
El carnaval empieza con el Día del Agua,
cuando gente de todas las edades sale
a la calle a mojarse. Ese día, todo vale
para mojar al que se atraviese en el
camino. Canecas de agua transportadas
en carros, motobombas, bombas
inflables llenas de agua, mangueras y
hasta hidrantes, ayudan a que sea un
día especial en donde el único objetivo de
 106
todos es empapar a quien se aparezca en el
camino.
Entre el Día del Agua y el Día de los Negros
hay un par de días de tregua en los que
la población disfruta del Carnavalito, el
desfile infantil, la Serenata a Pasto, con los
mejores tríos de cuerdas de la región andina,
y el desfile de la Familia Castañeda. En él
salen comparsas de grupos de personas
disfrazadas o vestidas con trajes que
recuerdan las costumbres de principios
del siglo pasado y a una familia antioqueña
colonizadora de las selvas al oriente de
Nariño.
El Día de los Negros es el cinco de enero.
Ese día las personas van dispuestas a
recibir “pinticas” negras hasta el punto que
toda la ropa, el rostro y los brazos quedan
pintados de negro mientras las orquestas
animan el baile desde los tablados. El seis de
enero, el día de los Blancos. Ese día la gente,
completamente desinhibida, se arroja talco
blanco, harina de trigo, caolín, o cualquier
sustancia blanca en polvo, mientras avanza
el desfile de carrozas.
El mercado artesanal de Pasto merece
una visita. Los ebanistas, talladores y
marroquineros pastusos son excelentes.
Hay chaquetas y bolsos de cuero, objetos
elaborados con tamo tejido, cajas de madera
enchapadas con dibujos geométricos y
tallas de imágenes en madera; el tamo es el
tallo del trigo que los artesanos nariñenses
usan magistralmente en formas diversas.
Las artesanías más apetecidas son objetos
de madera cubierta con el barniz de Pasto,
que preparan a partir de una resina obtenida
de un fruto silvestre llamado mopamopa.
107
En el tiempo que permanezcamos en Pasto
y sus alrededores tendremos oportunidad
de disfrutar a la hora del desayuno los
panes, empanadas y hojaldres de herencia
española. A la hora del almuerzo podemos
buscar el pusandao, un cocido de carne
salada con plátano y papa al que se agregan
huevos duros; la juanesca es un cocido de
granos tiernos y legumbres, sazonado con
leche y queso, nata y condimentos, al que se
agrega pescado seco y se sirve con rodajas
de huevo duro. En la comida nos servirán
locro, una sopa de papa amarilla, sopa de
cebada o sopa de maíz, con lomo biche
encebollado, o lomo de cerdo en salsa de
mora o lulo. Si estás de veras interesado en
comer algo exclusivo de esta tierra, prueba
el cuy, frito o asado. Cuy es el nombre local
para el conejillo de indias. Yo no he podido
hacerlo.
El espectáculo de los picos de los conos
volcánicos erosionados, con lagunas de
aguas verdes en sus cráteres, cercanos
a Túquerres y Cumbal, pagan el viaje de
una hora desde Pasto y el ascenso a su
cumbre. El regreso podemos hacerlo en
parapente, hasta donde el viento nos lleve,
para apreciar el espectáculo de las parcelas
en todos los tonos de verde del altiplano
nariñense.
Una excursión al Valle del Sibundoy por la
carretera que lleva a Mocoa en el Putumayo
nos tomará un día por territorio indígena
donde la mayor parte de sus habitantes
son bilingües: hablan kamsá entre ellos y
castellano con los visitantes. Paremos en
la Laguna de Guamués, que muchos llaman
Laguna de la Cocha, que es tanto como
 108
decir Laguna de la Laguna; allí podemos
tomar un bote, remar y tentar la suerte
pescando truchas.
Unos kilómetros más de camino y
pasaremos por Santiago, un pueblo
dormido en la entrada del Valle de
Sibundoy. Si paramos en Colón,
podemos disfrutar de sus aguas
termales y avanzar hasta San
Francisco pasando por Sibundoy.
Al occidente de Pasto está el Volcán
Galeras y su santuario de flora y
fauna donde se encuentran venados,
venados conejo, osos de anteojos,
guaguas lobas, zarigüeyas, conejos,
cuyes y musarañas, vencejos, patos,
guacharacas y cóndores.
Desde la carretera podemos llegar
fácilmente al borde del cráter activo
después de una corta caminada. Si
tenemos suerte podremos observar
la fumarola. En todo caso, antes de
subir preguntaremos en el observatorio
vulcanológico cual es el nivel de
actividad del volcán.
De San Juan de Pasto vamos en el
avión hasta Popayán. Cruzaremos
el Cañón del Patía antes de llegar
a Popayán, la Ciudad Blanca.
Tomemos allí un carro en alquiler.
109
El Cauca
E
l río Cauca cruza el país de sur a norte,
marca el límite entre las cordilleras Central y
Occidental, y le da su nombre a una porción de
la región del Suroccidente Colombiano. Son tierras
altas, dominadas por la Sierra de los Coconucos
y el Volcán Puracé, con un clima suave, donde viven
grandes concentraciones de indígenas guambianos,
paeces y misak, que mantienen vivas sus tradiciones
milenarias, hablan su propia lengua, tienen su propia
organización social, se dedican a la agricultura y a
la ganadería con métodos tradicionales, y se visten
con trajes y telas que ellos mismos confeccionan
manualmente. Los descendientes de los europeos,
que comenzaron a llegar hace más de cuatro siglos
son una minoría.
 110
Popayán es una ciudad de casas grandes
y calles amplias, reconstruida después del
terremoto de 1982, que ha sido llamada
la Ciudad Blanca. Popayán ha sido centro
de poder y de actividad intelectual en
Colombia, comparable con Cartagena.
A diferencia de Cartagena, Popayán no
entró en la vía de desarrollo industrial
y permaneció como centro intelectual
tradicional alrededor de la Universidad del
Cauca.
Durante la Semana Santa, Popayán vive
su fiesta principal en la que, casi a diario,
hay un desfile de fieles católicos que
llevan numerosas imágenes, cargadas
en plataformas por las personas más
distinguidas de la ciudad, precedidos
por un estandarte que portan las
autoridades. A la par de las procesiones
católicas, hay en esa semana un festival
111
de música religiosa en el que los templos
sirven de auditorios.
En septiembre hay en Popayán un evento
especial, es el festival gastronómico:
una fiesta del buen comer donde los más
afamados cocineros comparten sus
secretos y los asistentes disfrutan de
platos exquisitos.
La mesa en Popayán es especial y sus
platos únicos. Uno de ellos el pipián, que
consiste en un puré de papas coloradas
acompañado con maní tostado y molido,
ajo, huevo duro picado, tomate, cebolla
y achiote, es característico de la cocina
caucana. El kumis del Patía, espeso y
cremoso, y el champús que nada tiene
que ver con el shampoo, los encontramos
solo en esta región. El champús que te
sirven en Popayán y Cali, se prepara en
 112
las tardes calurosas con piña, lulo, maíz cocido, fermentado y molido, panela, jugo de Al oriente de Popayán, por una carretera
naranja agria y sus hojas. Parece extraño pero sabe rico. empinada y sin pavimento, podemos
llegar al Volcán Puracé y a la Serranía de
A los postres que intercambian las señoras en navidad, se les llama Plato de los Coconucos que, en tiempos pasados,
Nochebuena y tiene fama de ser el más completo de Colombia, con manjar payanés, tuvo nieve en sus cumbres. En las laderas
dulce cortado, desamargados, hojaldras, rosquillas, manjarcillo y todo lo que resulte del volcán podemos visitar los restos
de la tradición culinaria local, la imaginación y recursos de las doñas. de una mina de azufre cerrada hace
poco. Si continuamos por la misma ruta
podemos llegar hasta Tierradentro,
tierra de los paeces, sobrevivientes a
siglos de guerra contra la ocupación de
los españoles y sus descendientes.
Los paeces son fuertes para el trabajo
y duros en la pelea; las mujeres paeces,
trabajadoras incansables, recorren
los caminos de Tierradentro hacia los
mercados y labranzas hilando lana o
algodón para las mochilas y los chumbes,
o fajas para amarrar el niño a las
espaldas.
113
Llegar a Tierradentro en un campero
desde Popayán nos tomará cinco
horas. Con suerte, podremos
ver cóndores, colibríes, venados
conejo, venados rojos, dantas,
osos de anteojos, armadillos, loros
orejiamarillos, cotorras de montaña,
monos aulladores, ardillas, pavas
coloradas y pavas moras.
En Tierradentro se conservan tumbas
subterráneas, labradas en la roca
viva y decoradas profusamente con
motivos geométricos pintados de
varios colores que son conocidas
por muy pocos. Nosotros haremos
parte de los afortunados.
Tenemos que regresar a Popayán
por la misma carretera y, de
allí, volar a Palmira y Cali.
 114
El Valle del Cauca, Cali
C
ali, Palmira, Yumbo, Jamundí, Puerto Tejada y Santander de Quilichao
son ciudades y poblaciones que están muy cerca unas de otras
y que, para la mayor parte de las actividades diarias, funcionan
como una sola unidad. Es la parte sur del rico Valle del Cauca, donde se ha
desarrollado la agricultura y la industria modernas y donde comienza el
paso del Suroccidente a el Eje Cafetero y Antioquia.
El Valle del Cauca es una zona privilegiada de tierras fértiles con un
clima cálido refrescado por los vientos que soplan desde las cordilleras.
Los meandros abandonados del río Cauca, son hoy ciénagas y lagunas,
llamadas madreviejas, donde abundan peces, lagartos y pájaros. Los
habitantes del Valle, gente amable y emprendedora, dedicada al trabajo
en el día y a la rumba en su tiempo libre, dicen orgullosos: Valle es valle, lo
demás es loma.
115
Cuando lleguemos a Cali, es muy posible
que tengamos allí primos o amigos que nos
ofrezcan su hospitalidad y quieran servirnos
de cicerones. Si no, hay excelentes hoteles
y apartamentos para alquilar. Un recorrido
por el centro de la ciudad nos llevará desde
la Ermita, a lo largo del paseo del río Cali por
el Parque de los Poetas, hacia la Iglesia de
La Merced y el Museo del Oro, y de aquí al
Teatro Municipal y la Plaza Caycedo.
Por fuera del Centro, vale la pena visitar
el Museo de Arte Moderno la Tertulia
y el Museo Arqueológico Calima Darién,
donde se encuentra una completa
colección de piezas de cerámica, urnas
funerarias y orfebrería precolombina.
116
Cali es la capital de la rumba, la fiesta
callejera y la salsa. Por las noches, los
caleños rinden culto al baile. En Juanchito,
los que fueron humildes tablados de la
zona mulata son ahora salsódromos
donde todos quieren rumbear. El año se
cierra con una gran fiesta: la Feria de Cali,
que también llaman la Feria de la Caña y la
Feria de la Salsa, con cabalgata urbana,
desfiles de escuelas de salsa en los que
bailan centenares de caleños, desfiles de
comparsas de Cali Viejo, corridas de toros,
conciertos, encuentros de melómanos y
coleccionistas y el Reinado de la Caña.
La cocina del Valle del Cauca tiene platos
de un sabor único: el sancocho de gallina,
el arroz atollao, la sopa de tortillas, el
117
aborrajado, las tostadas de plátano verde
con hogao, los tamales, las colaciones, el
manjar blanco, la gelatina y las cocadas. En
la calle te ofrecerán chontaduro, pruébalo.
Los caleños aseguran que es delicioso.
Capítulo aparte merecen el pandebono,
el champús y la lulada, un jugo de lulo con
trozos de fruta, invento caleño sin lugar a
discusión.
Por fuera de la ciudad, hay que ir al Museo
de la Caña en la Hacienda Piedechinche, al
norte de Palmira, donde puedes conocer la
evolución de los trapiches y herramientas
para el beneficio de la caña de azúcar, hacer
un viaje en trencito cañero, o cabalgar entre
cañaduzales. La Hacienda El Paraíso, al
oriente de Palmira, conserva el ambiente
romántico del Siglo XIX.
Sigamos el viaje hacia el norte, hasta Buga,
una ciudad fundada hace cerca de 450
años. Miles de personas vienen a Buga a
venerar una imagen conocida como el Señor
de los Milagros. Muy cerca, en la Laguna de
Sonso, paran bandadas de aves migratorias
y podemos hablar con los científicos de la
Estación Biológica El Vínculo.
En Roldanillo, el museo Omar Rayo, mantiene
una exposición con una muestra del trabajo
de este artista y de otros dibujantes de
Latinoamérica. Muy cerca se encuentran
los viñedos de La Unión, con su planta de
fabricación de vino, y un excelente hotel
donde podemos pernoctar.
118 119

EL NOROCCIDENTE
Arrieros, mineros,
empresarios y poetas
120
E
l Noroccidente, es tierra de
gente trabajadora, alegre,
emprendedora y hospitalaria,
conocida como paisas. Si se trata de
industria, café, ganado, agricultura
moderna, minería, comercio,
generación de energía eléctrica,
parques naturales, educación, o
tecnología, los paisas tienen algo que
ofrecer. El territorio, entre volcanes
nevados y enormes ríos que llegan al
Caribe, combina elevados altiplanos,
montañas empinadas, cañones
profundos y fértiles valles.
121
Doscientos años atrás, muchos
antioqueños salieron a colonizar las
tierras baldías en el sur, abrieron
fincas con café, caña y ganado,
fundaron decenas de pueblos y le
dieron un carácter común a una
extensa zona que fue llamada
Antioquia La Grande. Las fundaciones
antioqueñas se extendieron por las
cordilleras y los valles andinos hasta
el Cauca y el Tolima. A nosotros no
nos importan esos límites, ni las
divisiones que los políticos hicieron
más tarde; entremos al Noroccidente,
por Cartago.
Como tantas ciudades fundadas
por españoles siglos atrás, Cartago,
en la vega del río La Vieja, es un
entramado de calles amplias, casonas
centenarias con solares inmensos
y árboles frutales en ellos. Muchas
casas han sido modificadas o las han
demolido para construir edificios
modernos.
De Cartago salgamos hacia Pereira;
el viaje nos tomará una hora, a
menos que paremos a comer frutas
a orilla de carretera en Cerritos.
 122
El Eje Cafetero
E
ntramos al Eje Cafetero por
Pereira, la ciudad querendona,
trasnochadora y morena. Dos
rasgos particulares distinguen a Pereira:
su aeropuerto que fue construido con el
trabajo voluntario de sus habitantes y
una estatua de Simón Bolívar desnudo
en su plaza principal. Allí he comido las
empanadas de pollo más sabrosas que
te puedas imaginar.
El Eje Cafetero es el territorio alrededor
de Pereira, Armenia y Manizales, donde
encontrarás matas de café hasta el
borde mismo de las carreteras y en
los patios de las casas. Aquí podemos
alojarnos en las casas principales de
haciendas cafeteras, convertidas hoy en
hoteles.
En época de cosecha, seremos testigos
de todo el proceso de recolección de
123
los granos de café uno a uno, que se
pelan en máquinas especiales, se lavan
y se secan antes de llevarlos a los
compradores que enviarán el café seco a
las fábricas donde lo tuestan y muelen,
para venderlo en las tiendas y los
supermercados.
En estos hoteles nos servirán, si lo
pedimos, la comida campesina propia
de la región a base de maíz, fríjoles,
arroz, plátano, yuca, papa y carnes de
res, cerdo y pollo. Con ellos preparan
sancochos, sudaos, mondongo, frijoles
con chicharrón, que se acompañan con
mazamorra y arepa; los chorizos del
Eje Cafetero merecen mención especial.
Esa fue la comida de la colonización
antioqueña y es hoy la base de la comida
popular en toda la región cafetera. Y
no tenemos que esperar a estar en un
hotel o restaurante citadino.
 124
Los restaurantes de carretera en esta
región son tan buenos como los de las
ciudades.
Desde Pereira nos podemos desviar a
Marsella por una carretera estrecha en la
que las curvas se suceden sin interrupción.
Marsella es una población tradicional
de la región donde es posible sentir lo
que significa un maestro para un pueblo.
Pregunta allí por Don Tomás Issa; él ya murió,
pero cualquier Marsellés te contará quien
fue y qué hizo por su pueblo.
De Pereira continuemos nuestro viaje a
Armenia. En el camino nos desviaremos un
poco para entrar a Salento y al Parque el
Cocora; allí nos comeremos una trucha sobre
un patacón, del tamaño de una bandeja,
preparado a partir de un plátano entero. Por
supuesto que hay muchas otras delicias de
la cocina quindiana que podemos saborear
aquí; no dejes de probar la mazamorra con
bocadillo de guayaba.
125
Las palmas que alcanzas a ver son palmas taludes en suelo descubierto, comunes en la ciudad; hay que estar atentos para
de cera que pueden tener más de 100 apreciarlos.
años y se destacan sobre el bosque
de romerones, sietecueros, arrayanes, De paso para el centro de la ciudad, reconstruida después del terremoto de 1999,
yarumos, laureles negros, cominos y podemos entrar al Museo Quimbaya; allí verás una completa colección de arte
encenillos, y centenares de especies más en precolombino. Una corta excursión al sur nos llevará al Museo de la Guadua y el
las que crecen orquídeas y bromelias. Bambú, el lugar ideal para conocer las técnicas de cultivo y utilización de este pasto
gigante, que es parte esencial del paisaje en el Eje Cafetero.
La red de carreteras que llevan a los
municipios cafeteros nos permitirá ver de
cerca pequeñas casas campesinas, llenas
de flores en sus corredores, campesinos
atareados en los cultivos de café, grupos
de niños camino a la escuela y, si estamos
en época de cosecha, el típico jeep cafetero,
cargando bultos de café y los racimos de
plátanos, rumbo al pueblo más cercano.
Al entrar a Armenia, dejaremos atrás a
Calarcá, donde nació tu bisabuelo, Héctor
Isaac. En Armenia, llamada la Ciudad Milagro
por su rápido crecimiento, ha comenzado
a desarrollarse un tipo de arte callejero: el
barranquismo, esculturas talladas en los
 126
En el parque principal de Armenia hay una escultura que recuerda a los colonizadores
paisas: un hacha gigantesca hincada en el tocón de un árbol. Los colonizadores
antioqueños tumbaron millones de árboles de la selva para sembrar maíz, frijol,
caña, café o pasto para su ganado, pero también reconocían la importancia de la
selva a la que le asignaron un guardián muy particular: el Hojarasquín del Monte.
Cuentan que cuentan que un campesino una
vez entró a la selva a tumbar guayacanes y
fue sorprendido por la Madremonte quien lo
convirtió en vegetal condenándolo a vivir en la
selva por siempre. Cubierto de hojas, líquenes,
helechos y musgos; puede oír, ver y sentir el
terror que sienten los árboles amenazados
por los humanos que se adentran en el
bosque con machetes, hachas o sierras.
El Hojarasquín terminó por convertirse en
protector de los bosques, ahuyentando los
cazadores y leñadores, imita las huellas
de los animales y las pone invertidas
para despistar a los cazadores, y ayuda a
quienes se han perdido en la selva y no han
lastimado la naturaleza, pero es despiadado
con los que entran a hacerle daño.
127
En Quimbaya, a menos de una hora en
automóvil desde Armenia, pasaremos una
tarde en el Parque Nacional de la Cultura
Agropecuaria, PANACA, donde podrás
disfrutar un parque temático único sobre
la vida en el campo colombiano y acercarte
y alimentar a todo tipo de animales de las
fincas cafeteras. Muy cerca del parque
encontraremos alojamiento en una finca
hotel. En Quimbaya nacieron tu tatarabuela,
Clara, tu bisabuela, Cesarfina, y tres de tus
tíos abuelos.
Los papás de tu tatarabuela, Don Indalecio
y Doña María Ana Sara de Guadalupe,
trabajaron cerca de allí, hace ya más de un
siglo, durante muchos años para montar
una finca cafetera a orillas del Río La Vieja.
Justo en el lindero de esta finca tomaremos
una balsa de guadua para navegar en el
río La Vieja hasta el sitio Piedra de Moler,
en medio de caracolíes, laureles, guamos,
ceibas y samanes, avistando garzas blancas,
azules y negras, gavilanes, loros, ibis, osos
hormigueros y armadillos; esta será la
oportunidad de darnos un chapuzón en el río.
Si te gusta más, este programa podemos
hacerlo también en una noche de luna llena,
acompañados de los cantos de los grillos y
chicharras.
En Montenegro vamos a conocer los
secretos del café en el Parque Nacional del
Café mientras degustamos todo tipo de
golosinas, a lo largo de un sendero en el que
podemos conocer en un recorrido corto
128
la arquitectura típica de las montañas
colombianas, y una variedad de orquídeas,
heliconias y helechos, que pocas veces
podemos ver en el mismo lugar. Y muy
cerca de Montenegro tenemos que parar
en Circasia para conocer su Cementerio
Libre, un hermoso homenaje a la libertad
de pensamiento.
Tomemos nuevamente la Autopista del
Café y vamos a Manizales. Cruzaremos
un puente imponente entre Pereira y
Dosquebradas y, al salir de Dosquebradas,
pasaremos por una combinación de túnel
y puente en espiral y comenzaremos
el ascenso hacia Manizales, cruzando
colinas sembradas de café y tachonadas
de gualandayes florecidos de color
púrpura, cámbulos rojos y guayacanes
amarillos.
Desde Chinchiná, donde se encuentra un
importante centro de investigación de
129
café, tomaremos en serio el ascenso por las
vertientes de la cordillera.
Manizales es un desafío al buen sentido y un
reconocimiento al tesón de sus pobladores.
Lo que fue una aldea aferrada al filo de la
montaña, como tantos otros pueblos de la
región, se ha extendido por kilómetros sobre
cuchillas y hondonadas, y hoy es una ciudad
amable que se hace visitar con frecuencia
como una novia consentida. En Manizales
nació tu bisabuela Ofelia, y tu trastarabuelo
Indalecio; fue testigo de importantes
eventos de la historia en la época de Tomas
Cipriano Mosquera, hace ya siglo y medio.
El Manizales tradicional podemos recorrerlo
de occidente a oriente por la Carrera
Veintitrés que en la noche se llena de
gente que quiere disfrutar el clima fresco
y compartir con los amigos un bocado de
comida rápida o más delicias del lugar.
A lo largo de la avenida, hay un conjunto
de esculturas coloreadas con motivos
de la colonización antioqueña. Sobre La
Veintitrés, o muy cerca de ella, tienes el
parque Bolívar con su catedral y el hermoso
edificio de la Gobernación, el Teatro
Fundadores donde se desarrolla el Festival
de Teatro de Manizales en septiembre, y la
Torre del Cable; este es el último vestigio
del cable aéreo en el que los comerciantes
transportaban el café de exportación
hasta Mariquita en el río Magdalena, y
traían las mercancías importadas. Por
fuera del centro tenemos que visitar la
antigua estación del ferrocarril convertida
hoy en un centro universitario.
 130
En la primera semana del año la fiesta es
en Manizales con las corridas de toros,
desfiles y el Reinado del Café. Es la Feria de
Manizales.
Desde Manizales organicemos una excursión
al Volcán Nevado del Ruiz y la Laguna del
Otún, en el Parque Natural los Nevados. En el
camino, muy cerca de la ciudad, entremos al
Recinto del Pensamiento.
El Recinto del Pensamiento es un hotel
y centro de convenciones con una bella
estructura construida completamente con
guadua. En los predios del Recinto vamos
a hacer un recorrido por un sendero que
incluye el Huerto de los Aromas, Mirador
de las Aves, el Mariposario, el Bosque de
Orquídeas, para terminar con el Ritual del
Café.
Así nos demoremos un poco más, salgamos
por la carretera antigua que nos llevará
a los Termales Los Chorros. Podríamos
tomar un baño en las piscinas con aguas
termales que ofrecen algunos hoteles, pero
es más interesante buscar el sitio donde el
agua termal sale directamente de la roca,
caminar un rato por un sendero casi borrado
por la vegetación, y llegar a un sitio poco
frecuentado donde muy probablemente
seremos los únicos bañistas.
Sigamos el camino por el páramo y
llegaremos a una pequeña cabaña, la última
antes de entrar al parque, donde podemos
tomar una aguapanela caliente con quesito.
En el páramo vas a encontrar frailejones,
cojines vegetales que crecen en lagunas,
pastos de hoja larga y delgada, árnica y
loricaria, y verás cóndores, barranqueros,
colibríes, zorros, dantas y osos de anteojos.
131
La carretera sigue ascendiendo apenas
marcada en los arenales que formaron
pequeños trozos de roca que ha lanzado el
volcán durante millones de años, pasa por
el Valle de la Luna, bordea la base del cráter
la Olleta, cruza una pequeña quebrada que
trae las aguas de deshielo del glaciar las
Nereidas que desciende desde el Nevado del
Ruiz, esquiva el Nevado de Santa Isabel y nos
lleva hasta la Laguna del Otún. En la distancia
puede verse el Nevado del Tolima.
Regresemos del Parque Natural Los Nevados
a Manizales donde pernoctaremos una noche
más. De Manizales iremos a Medellín por la
ruta de Anserma y Riosucio.
Riosucio, al pie del Cerro Ingrumá, celebra cada
dos años el Carnaval del Diablo, coincidiendo
con la festividad católica de los Reyes Magos.
No es este un diablo que tenga que ver con
cuestiones religiosas. Es el patrocinador
de la fiesta, en la que se mezclan chirimías,
conjuntos musicales, danzas y cantos de
origen africano, con teatro sacro español
y formas de baile colectivo europeas.
De Riosucio bajemos al Cañón del río
Cauca en Supía y sigamos muestra ruta a
Medellín. Una corta desviación nos llevará
hasta Marmato, aferrado a las faldas
de la Cordillera Occidental, y construido
sobre los socavones mineros que cruzan
la montaña en todas direcciones. Es
el único pueblo que conozco en el que
las calles son tan empinadas que los
carros no pueden circular por ellas. Muy
cerca de la pequeña plaza del pueblo, se
encuentra la planta de beneficio donde
podrás observar cómo sacan el oro que
los mineros han extraído de la Montaña.
Otra desviación desde La Pintada, nos
llevará a Arma, una de las más antiguas
fundaciones españolas en esta región, y
a Aguadas. De Aguadas, tierra cafetera,
es el famoso sombrero aguadeño, el
sombrero blanco con cinta negra que se
utiliza en toda la región y por fuera de ella.
 132 133

El Suroeste Antioqueño

N
uestro viaje continúa desde la
Pintada hasta Bolombolo por una
carretera paralela al río, cruzando
haciendas ganaderas y cultivos de naranjas
y mandarinas. Los árboles blancos que ves
a orillas del río, en realidad no son blancos,
parecen florecidos por las bandadas de
garzas que se posan en ellos.
Son todos pueblos cafeteros, famosos
por la belleza de sus mujeres y el arrojo de
sus hombres, que durante la semana están
casi desiertos; los fines de semana, por el
contrario, la plaza central y las calles están
llenas de campesinos que hacen su mercado,
concretan negocios y charlan con sus
amigos.
cafeteros han convertido en un huerto en el que combinan el café y los árboles
frutales, y algunos habitantes de Medellín han hecho su lugar de descanso.
En el ascenso de Bolombolo a Amagá podemos parar a mirar en la
distancia el Cerro Tusa. Es este un enorme cono de roca que queda como
testigo de los volcanes que existieron en esta zona hace millones de
años. En unos pocos kilómetros entraremos al Valle de Aburrá.

De Bolombolo vamos hacia el norte a Urrao En Jericó, la tierra de tus trastarabuelos

en el valle del río Penderisco, la tierra de las
granadillas y el bocadillo de leche. Desde
Urrao llegaremos al Parque Natural Las
Orquídeas, donde trabaja el tío Saúl que, en
cada campaña, sale con un nuevo hallazgo
botánico.
Desde Bolombolo llegaremos por carreteras
diferentes a Tarso y Jericó, Ciudad Bolívar,
Andes y Jardín, cuál de ellos más acogedor.
En Andes vive y trabaja el abuelito Jaime.
Alzate Orozco, tenemos que hacer un
vuelo en parapente que puede durar horas
si aprovechamos, como es debido, las
corrientes de aire caliente que ascienden
desde el fondo del Cañón del Cauca.
En la ruta de Bolombolo a Medellín
comenzaremos a subir por las laderas
de la Cordillera Central que los mineros
han perforado para sacar oro y carbón,
los ganaderos han poblado de reses, los
 134
Valle de Aburrá
M
edellín y otras seis ciudades
vecinas se desarrollaron en el fondo
de un valle estrecho, el Valle de
Aburrá, que los antiguos llamaban El Cañón,
y no sin razón: las dimensiones del Valle de
Aburrá son similares a las del Cañón del
Colorado.
A Medellín la llaman justamente la Ciudad
de la Eterna Primavera, y aunque tiene
menos árboles que los que yo quisiera, hay
bastantes en las calles, en los solares de
las casas y en las rondas de las quebradas.
Un par de días de sol después de una
temporada de lluvias son suficientes para
que los guayacanes enciendan sus copas
con miríadas de flores amarillas. En Medellín
hay quienes adoptan una orilla de una
quebrada para hacer allí un jardín público
sostenido con el esfuerzo de la comunidad.
135
En Medellín nacieron tus papás, el abuelito estación Aurora. En el Metro podemos llegar fácilmente a la mayoría de los puntos de
Jaime, tus bisabuelos Salazar, Marta y interés en el área metropolitana. Y donde no llegue el Metro tendremos conexiones de
Jesús, y el bisabuelo Antonio Arcila. tranvía, cable, metroplús, buses y bicicletas públicas que puedes tomar prestadas en
muchas de las estaciones.
En Medellín nos alojaremos fuera de la
ciudad, en la casa del Tío Víctor, en Santa
Elena, donde ya tienes tu casa en el árbol.
De allí podemos llegar en media hora al
centro de la ciudad en automóvil. Mejor
dejemos el automóvil en el parque Arví
y tomemos un teleférico que nos lleve,
suspendidos sobre los barrios populares de
la Comuna Nororiental, hasta una estación
del Metro.
El Metro sigue el curso del río Medellín y nos
permite tener una visión rápida de la ciudad
desde Niquía hasta La Estrella y desde San
Antonio, en el centro, hasta San Javier. En
San Javier podemos tomar otro teleférico,
que aquí llamamos Metrocable, hasta la
 136 137

En el centro de la ciudad encontrarás el Museo de Antioquia y una plaza

con 23 esculturas de Fernando Botero, el artista preferido de Pilarica, y
la Catedral Metropolitana construida en su totalidad con ladrillo cocido.
Cerca del centro, hacia el norte podrás entrar al Jardín Botánico y al
Parque Explora, con un gigantesco acuario y divertidos juegos científicos;
hacia el sur encontrarás el zoológico. Otra de las rutas del Metro te
llevará al occidente hasta la ciudadela deportiva con estadio de futbol,
coliseos deportivos, piscinas y cancha de béisbol.

Hay dos cerros en medio de la ciudad: El Volador y el Nutibara. El Cerro

El Volador es un parque ecológico urbano, con senderos e instalaciones
para atender los caminantes. En el Cerro Nutibara está el Pueblito Paisa,
una pequeña reproducción de la plaza de un pueblo típico antioqueño
para quienes no tienen tiempo de conocer uno de verdad. Desde la cima
de cualquiera de los dos tendrás una vista panorámica de la ciudad.
138
En agosto se prende la fiesta en
Medellín: es la Feria de las Flores. Son
dos semanas de fiesta que combinan
la rumba en los tablados, desfiles de
autos antiguos y de comparsas que
representan mitos y leyendas regionales,
exposiciones de flores y bonsái. El
remate es el desfile de silleteros, en
el que centenares de campesinos
de Santa Elena salen a mostrar sus
creaciones multicolores hechas con
flores sobre armazones de madera.
La temporada navideña comienza en
Medellín desde octubre cuando inician
el montaje de las estructuras de la
iluminación navideña, a la que nosotros
139
llamamos Los Alumbrados. Desde hace más
de sesenta años la municipalidad engalana
la ciudad en Navidad con luces y adornos
multicolores. En un comienzo fueron sólo
bombillos de colores y esferas metálicas
colgados de los árboles en una avenida
del centro de la ciudad; con el tiempo
evolucionaron hasta convertirse en un
espectáculo en las calles y en toda la ciudad
que dura casi todo el mes de diciembre
y parte de enero y que es aprovechado
por pequeños empresarios para instalar
ventas de curiosidades, luces, comestibles
y todo tipo de bebidas, a lo largo de las vías
adornadas con figuras de papel de aluminio
de todos los tamaños e iluminadas con
millones de bombillos y cuyo diseño cambia
todos los años.
La temporada navideña remata con las
corridas de toros de la Feria de la Candelaria,
en la plaza de la Macarena; algunos
grupos opuestos a ellas aprovechan la
ocasión para manifestarse en contra.
Salgamos por el occidente a buscar a Santa
Fe de Antioquia, una antigua ciudad del tiempo
en que los españoles comenzaron a invadir los
territorios americanos. Es esta una de las
poblaciones más hermosas del país comparable
con Mompox y Popayán.
Antes de entrar al Túnel de Occidente podemos
tomar una desviación que nos lleve a San
Pedro de los Milagros, en una rica zona lechera.
Desde la carretera, en el altiplano, tendremos
 140
una vista extraordinaria de toda la ciudad;
y en la vía encontraremos estaderos
donde tomar un chocolate acompañado de
empanadas, pandequesos, pandebonos, y
arepa de chócolo con quesito.
De regreso a Santa Fe de Antioquia, en el
camino, podemos parar en San Jerónimo, a
comer deliciosas frutas de tierra caliente y
disfrutar de la piscina con tus primos Arcila.
Si nos desviamos a Sopetrán podemos
llegar al Puente de Occidente, un hermoso
puente colgante sobre el río Cauca, de casi
trecientos metros de longitud, que fue
construido hace más de 100 años.
De Santa Fe de Antioquia al norte continúa
la carretera al mar que llega hasta Urabá,
pasando por Cañasgordas, Dabeiba y
Mutatá que mantienen su aspecto de
pueblos de colonización. Entre Dabeiba y
Mutatá la carretera bordea el Cañón del río
Sucio cubierto de vegetación virgen. En mis
años mozos esta era la parte más difícil de
la carretera; en algunos tramos solo podía
pasar un carro a la vez.
De regreso en la noche, las luces de la
ciudad en el fondo del valle parecen estrellas
caídas del cielo. De Medellín podemos
tomar otra ruta hacia El Caribe por la vía
regional del norte; abandonamos el Valle de
Aburra en el Hatillo y subimos al altiplano y
pasamos por Don Matías, Santa Rosa de
Osos y Yarumal, en medio de un mosaico
de verdes donde abundan las vacas
lecheras. Del altiplano descendemos al río
Cauca en Puerto Valdivia donde el cañón
del Cauca comienza a ampliarse hasta
confundirse con las llanuras del Caribe.
141
El Oriente Antioqueño
U
na corta excursión al oriente de
Medellín nos llevará hasta El Retiro,
una población tranquila en el fondo
de un pequeño valle, donde Doña Javiera
Londoño liberó a sus esclavos en el Siglo
XVIII, un siglo antes que fuera abolida la
esclavitud en el mundo. En El Retiro hay un
concierto mensual y un concurso anual de
bandas juveniles: son horas de música en
un parque lleno de gente embelesada. Aquí
podemos pasar un par de días en la casa
solariega de la familia Vallejo que Pilarica
heredó de su tía Amelia.
Desde El Retiro vamos a Rionegro y El
Carmen de Viboral. Este es un pueblo
tranquilo dedicado a la fabricación de
artículos de cerámica. Si alargamos la
excursión al sur podemos llegar a Sonsón
una pequeña ciudad anclada en el tiempo
donde puedes ver en directo el estilo de vida
tradicional de los pueblos antioqueños.
La carretera a Sonsón pasa por La Ceja y La
Unión. Entre El Retiro y La Ceja, nuestra amiga
Beatriz prepara las truchas ahumadas más
exquisitas que te puedas comer. En ninguna
parte he encontrado algo igual.
La Ceja del Tambo es tierra de flores, de
ganado lechero y de casas de recreo. Muy
probablemente las flores que ves en el mercado
fueron cultivadas en esta zona. Allí viven dos
tíos abuelos y dos primos tuyos.
 142
La Unión es tierra de agricultores, que
siembran papa, y ganaderos que producen
grandes cantidades de leche. Pararemos
donde Gloria y sus amigas, cinco valiosas
mujeres que combinan su planta de lácteos
con un original restaurante en el que los
quesos constituyen la base del menú.
La Unión es también tierra minera, de una
minería particular, la del caolín, esa arcilla
blanca que utilizan para fabricar porcelana y
productos sanitarios.
Si salimos de Medellín hacia el Valle del
Magdalena, pasaremos por Guarne,
Rionegro, Marinilla y El Santuario y cerca
de El Peñol, Cocorná, Granada y San Luis.
Rionegro y Marinilla son poblaciones con una
rica historia desde el siglo XVII. En Rionegro
se escribió hace ciento cincuenta años la
constitución más liberal que haya tenido
Colombia. Los tiempos cambiaron y ambas
perdieron su importancia frente a Medellín,
la que ya han comenzado a recobrar por
143
el reciente desplazamiento de muchas embalse de Guatapé que permite la generación de energía eléctrica para gran parte
industrias al Valle de San Nicolás. del país.
En Marinilla nació Don Indalecio, tu Por encima del embalse se levanta una roca gigantesca, de más de cien metros
trastatarabuelo. En El Santuario libró su de altura que es conocida como el Peñol de Guatapé. En sus orillas están El Peñol,
última batalla por la libertad el General José una población recién construida en lugar de la que desapareció cuando se llenó el
María Córdova, uno de los más valientes embalse, y Guatapé, con sus casas coloridas con zócalos ornamentados que le dan un
guerreros de la independencia americana, ambiente de fiesta permanente.
y allí nació tu abuela, Blanca Marina, tus
bisabuelos, Don Elciario y Doña Fidelina, tus
tíos abuelos Gómez Duque, y muchos de tus
antepasados Gómez. En Granada y San Luis
nacieron tus bisabuelos y tatarabuelos de la
rama Hoyos.
En estos pequeños pueblos enclavados en la
montaña, la gente se dedica a la agricultura
y al comercio en pequeña escala; muchos
de sus jóvenes salen a las ciudades y se
convierten en profesionales o comerciantes,
la mayoría de ellos exitosos.
A poco más de media hora en carro desde
Marinilla llegaremos a un enorme lago, el
 144 145

En la ruta al Valle del Magdalena, ya cerca de Puerto Triunfo, pararemos

a pasar la noche en el Río Claro, donde un paisa soñador ha establecido
una reserva natural. El Río Claro baja desde la montaña por un profundo
cañón labrado en mármol. En un día de recorrido podemos parar en
balnearios de aguas cristalinas, bajar flotando en el río sobre un neumático,
deslizarnos sobre el río suspendidos de un cable, explorar cavernas y, con
suerte, avistar monos, guaguas y guacamayas. Con ese mismo mármol
fabrican millones de toneladas de cemento en una fábrica cercana.

Del Río Claro podemos hacer una excursión de dos días a Norcasia,
donde un lago de un kilómetro de diámetro y sesenta metros de
profundidad, la Laguna de San Diego, ocupa un antiguo cráter
volcánico. Un simpático guía, conocido en la región con el remoquete
de El Tigre, nos llevará en su lancha y nos alojará en su casa.
146 147

EL VALLE DEL MAGDALENA

Ruta acuática de sur a norte
 148
A
l Valle del Magdalena entraremos por Puerto Triunfo.
Los picos de las montañas de las cordilleras Central
y Oriental arropan este territorio, por donde corre
el Río Grande de la Magdalena y la música es una vocación
colectiva. Sus gentes son todas descendientes de los
aguerridos pijaos y de los europeos y africanos que han
llegado en los últimos quinientos años. En las tierras planas
del fondo del valle la ganadería y la agricultura moderna del
arroz y el algodón, se combinan con las actividades de la
industria petrolera.
Crucemos el río Magdalena en Puerto Triunfo y vamos hacia
el sur; pasaremos por las haciendas ganaderas de la Dorada
149
antes de llegar a Honda; allí el valle se
estrecha y el río forma rápidos que
impiden la navegación y hacen difícil la
migración de los peces en su viaje de
reproducción anual aguas arriba.
En la época de la subienda centenares
de pescadores y comerciantes llegan a
sus orillas y se celebra el Festival de la
Subienda, con el concurso de viudo de
pescado. Este plato es básicamente un
cocido de pescado con papa, plátano,
yuca y arracacha, condimentado con
cebolla, ajo, pimentón, sal, pimienta y
comino, que se sirve con hogao, salsa
de cebolla y tomate, sal y pimienta que
acompaña muchas comidas en Colombia.
Desde Honda vamos a Ibagué cruzando
plantaciones de maíz, arroz y algodón,
y potreros con ganado; pasaremos por
Mariquita, Guayabal, Armero, Lérida y
Venadillo. Mariquita es la tierra donde
nació tu trastarabuela María Ana Sara
Guadalupe. De Armero solo quedan
unas cuantas edificaciones enterradas
en el lodo que arrastró la avalancha
producida por la erupción del Volcán
Nevado del Ruiz en el siglo pasado.
150 151

Ibagué, a la sombra del Volcán Nevado del Tolima y a orillas del río
Combeima, es el centro del Tolima Grande. La fiesta en Ibagué es con
música. En junio es la época de vacaciones escolares y de las fiestas
de San Juan y San Pedro cuando la ciudad se viste de color y se llena
de música, desfiles y juegos pirotécnicos; las plazas y los parques se
convierten en escenarios musicales donde la gente baila al son de los
bundes, sanjuaneros, bambucos y pasillos. Es el famoso San Pedro.
Es la oportunidad para oír un bunde y probar la lechona y los tamales
tolimenses.

En medio de la fiesta saquemos un tiempo para visitar el Jardín Botánico

San Jorge, obra de un profesor ibaguereño enamorado de su ciudad y de
la naturaleza, desde donde podemos tener una vista panorámica de la
ciudad y observar una rica colección de árboles y plantas de la región.

De Ibagué descendamos hacia el río Magdalena; en la ruta hacia Neiva

pasaremos por El Espinal, El Guamo, Saldaña y Natagaima. Unos veinte
 152
kilómetros después de pasar por Natagaima, desviémonos hacia el Desierto de la En los sedimentos antiguos podemos
Tatacoa. encontrar fósiles de tortugas,
armadillos y perezosos gigantes, pero
Los primeros españoles que cruzaron este territorio lo llamaron Valle de las Tristezas no encontraremos tus dinosaurios
y Desierto de las Tatacoas, asustados por las serpientes que allí abundaban. Si preferidos. Podemos intentar quedarnos
permanecemos tiempo suficiente podremos ver también tortugas, roedores, arañas, en Villavieja, en el límite del desierto, cerca
escorpiones, águilas y lagartos que comparten este espacio, escondiéndose en la tierra de Neiva, para alargar nuestra excursión
seca y entre los cactus que alcanzan hasta cuatro y cinco metros de altura. en busca de fósiles.
En Neiva donde se cierra el Valle del
Magdalena. Igual que en Ibagué, en las dos
últimas semanas de junio solo hay cabeza
para la fiesta. Es el San Pedro, que remata
con el Festival Folclórico, el Reinado
Nacional del Bambuco y la Muestra
Internacional del Folclor.
Terminadas las fiestas de San Pedro,
un buen programa es participar en la
Fiesta de las Estrellas del Observatorio
153
Astronómico. Lo mejor que podemos
hacer es invitar a nuestros amigos
Oscar y Adriana para que nos presenten
las constelaciones y nos orienten
en la Vía Láctea. En el desierto las
noches son especiales: la temperatura
es fresca, el cielo despejado, mínima
la probabilidad de lluvia, y todo el
firmamento está disponible para
explorarlo en busca de Orión, Casiopea, La
Osa Mayor, Andrómeda y muchas otras
constelaciones.
Ya saturados de desfiles y comparsas,
nos podemos escapar para los termales
de Rivera y, de allí, continuar para San
Agustín.
En el trayecto de Neiva a San Agustín
podemos desviarnos desde Pitalito
 154 155
hacia un lugar apartado y poco conocido, la Cueva de los Guácharos. En este el Estrecho del Magdalena donde el río
territorio hay unas cuevas profundas, donde anidan los guácharos, unos inmenso de color amarillento que vimos en
pájaros grandes de color café y pico curvo, que, al igual que los murciélagos se Barranquilla, es una corriente de aguas de
orientan mediante una especie de radar natural. La selva circundante alberga color verde claro que tiene menos de dos
venados, zorros, monos, tigrillos, pumas y muchas otras especies de animales. metros de ancho.
San Agustín es el remate de nuestro viaje por el Alto Magdalena. San Agustín Un poco más adelante tenemos que parar a
es capítulo aparte. En la carretera de ascenso desde Pitalito pasaremos por mirar el Salto del Mortiño, donde el río Isnos
se precipita hacia el Magdalena desde el
Nudo de los Pastos.
Una corta excursión desde San Agustín
hacia San José de Isnos y estaremos frente
al salto de Bordones que parece brotar de
en medio de las nubes y de la vegetación.
Es el río Magdalena que sale del Macizo
Colombiano y se abre camino para llegar a las
tierras bajas del Valle del Magdalena.
En el sitio más alejado de los Andes, cerca
de las fuentes de los grandes ríos de
Colombia, los antropólogos encontraron
hace mucho tiempo unas curiosas estatuas
de piedra, pero hasta hoy no han podido
saber quiénes las esculpieron o cómo
llegaron allí. El tío Manuel, amigo de todo
tipo de explicaciones fantásticas, asegura
que son otra evidencia de visitas de
extraterrestres. Vamos a conocerlas en el
sitio donde las encontraron.
Hasta aquí llega la carretera y debemos
iniciar nuestro viaje de regreso por Neiva,
siguiendo el curso del río Magdalena.
 156 157

El río Magdalena fue durante varios siglos, desde la época del dominio español,
la vía de comunicación más importante de Colombia. Canoas, piraguas y
champanes, en un principio; barcos de vapor luego y, finalmente remolcadores,
llevaron mercancías y pasajeros desde Barranquilla y Cartagena a la zona
andina y permitieron los viajes y el comercio de exportación desde Colombia
hacia el resto del mundo.

En el viaje hacia el norte por el Valle del Magdalena vamos a encontrar puertos
fluviales importantes: Puerto Berrio, La Dorada, Barrancabermeja, El Banco, y
llegaremos a Magangué y Mompox que ya habíamos visitado.

En Barrancabermeja se encuentran los primeros campos petroleros que fueron

explotados en el país y una enorme refinería donde se produce gasolina.

Desde Neiva podríamos seguir una carretera desierta y sin pavimento

para volver a Palmira, vía Popayán, para recuperar tu avión. La mejor
opción es seguir nuestro viaje terrestre a Bogotá vía Neiva - Girardot.
158 159

EL CENTRO
La región de El Dorado
 160
E
ntre el río Magdalena y los Llanos Orientales
se encuentra la región central dominada por
un extenso altiplano, sobre el que se elevan
serranías alargadas, numerosos páramos, y la Sierra
Nevada del Cocuy. Hasta aquí llegaron los españoles
alucinados con la leyenda de El Dorado. Los
descendientes de los habitantes iniciales, muiscas
y chibchas y de inmigrantes europeos forman hoy el
grueso de la población.
Los campos están ocupados con cultivos de papa,
maíz y cebada, y con la cría de ovejas y vacas. Las
plantas industriales se encuentran distribuidas en
gran parte del altiplano. Los mineros explotan las
minas de sal de Zipaquirá, de carbón en gran parte
del territorio, y de esmeraldas en Muzo, donde
las mariposas, de un color azul metálico, compiten
en belleza con las esmeraldas. En una zona con un
nombre hermoso y evocador, Paz de Río, numerosas
161
minas de caliza y carbón, y los únicos
yacimientos de hierro explotados en
Colombia, abastecen las fábricas de
acero y cemento.
A la región central entraremos por
Girardot. Desde Girardot, muy cerca
de Ibagué, podemos llegar a Bogotá
por varias rutas pero escogeremos
la vía Girardot-Fusagasugá. Vamos
a ascender por la Cordillera Oriental
desde 300 hasta 2600 metros
sobre el nivel del mar. En algunos
trechos, la carretera está labrada en
la roca; en un punto de la carretera, el
automóvil pasa debajo de un saliente
de roca que la gente ha llamado La
Nariz del Diablo.
 162
Girardot y Melgar son sitios de descanso
de fin de semana y de vacaciones de los
bogotanos, que buscan la posibilidad
de disfrutar de la tierra caliente, con
actividades y comidas diferentes a las
de su día a día. Podemos quedarnos
en uno de los hoteles de Melgar para
darnos un buen baño en una piscina.
A mitad de camino, entre Melgar y Bogotá,
pasaremos por Fusagasugá, la tierra de
la abuelita María Antonieta; en la misma
ruta, cerca de Granada, podemos parar una
tarde en un experimento de convivencia
muy interesante. Es una ecoaldea, Varsana,
con un centro de enseñanza y práctica de
Yoga. Aquí podemos alojarnos y participar
en las actividades comunitarias de cultivos
163
orgánicos, jardinería, arte, construcción
ecológica y terapia musical con
instrumentos orientales. Incluso podemos
participar en la preparación de alimentos y
la atención a los visitantes del restaurante
vegetariano.
Antes de entrar a la Sabana de Bogotá,
desviémonos a dar un vistazo al Salto del
Tequendama. Cuenta una leyenda chibcha
que cuando los habitantes del Zipado
de Bacatá fueron castigados con una
inundación que convirtió todo su territorio
en un lago, su maestro y protector, Bochica,
rompió la roca en este sitio con su bastón;
las aguas represadas salieron por el punto
donde golpeo Bochica y se formó el Salto del
Tequendama.
 164
La Sabana de Bogotá es un caleidoscopio
de todos los tonos de verde. Los cultivos
resisten la invasión de siete ciudades que
crecen sin parar, y han terminado por quedar
unidas en el Distrito Capital. Entraremos
por Soacha y cruzaremos los barrios
populares del sur, hasta llegar al centro
tradicional de la ciudad.
En Bogotá donde habitan más de ocho
millones de personas se concentra
una parte importante de la actividad
industrial y comercial del país. Bogotá
es un gigantesco magneto que atrae
inmigrantes de todo el país.
Comencemos nuestro recorrido de Bogotá
por la Plaza de Bolívar, rodeada de los
edificios públicos más importantes: Palacio
de Justicia, Catedral, Alcaldía y Congreso;
aledaño al Congreso está el Palacio
Presidencial o Casa de Nariño. En una de las
esquinas de la plaza se encuentra una casa
antigua conocida como la Casa del Florero.
Allí comenzó la trifulca que culminó años
más tarde con la independencia de Colombia
de España; hoy es la sede de un museo
histórico.
Si salimos de la plaza de Bolívar hacia el
oriente entramos al barrio La Candelaria,
el más tradicional de los barrios
bogotanos. En sus calles se mezclan casas
tradicionales con ventanas enrejadas,
amplios portones, techos de tejas de barro,
aleros que protegen del sol y de la lluvia
a los caminantes, con sedes de museos
e instituciones, iglesias y universidades,
y siglos de historia. Un par de edificios
modernos en medio de las casas antiguas,
la Sociedad de Ingenieros y la Biblioteca
Luis Ángel Arango, resaltan el sabor añejo
165
del barrio. Si estamos de suerte podremos
asistir a un concierto en el Teatro Colón,
construido hace más de 120 años. De todas
maneras entraremos a conocer y admirar su
extraordinaria arquitectura.
En el extremo oriental del barrio abordemos el
funicular o el teleférico que nos lleve al Cerro
Monserrate. Este es un mirador excepcional
sobre la ciudad, con el Santuario del Señor
Caído y dos buenos restaurantes; este es
el lugar indicado para degustar el ajiaco
bogotano.
El descenso podemos hacerlo en funicular o
por un sendero empinado que nos permitirá
ver restos del bosque andino y pájaros de las
numerosas especies que lo habitan.
 166 167

En el centro, no lejos de la estación del teleférico, está el Museo del Oro. La visita
a este museo justifica, por sí sola, el viaje a Bogotá. Los restos de las inmensas
riquezas de los nativos americanos de esta parte del continente están allí y nos
hacen pensar que la leyenda de El Dorado era cierta. La Laguna de Guatavita era el
centro de la ceremonia descrita en esta leyenda.

Cuentan que cuentan que cuando se nombraba a un nuevo zipa

que gobernaría a Bacatá, país de los muiscas, se realizaba una
ceremonia especial: en una noche de luna llena el nuevo zipa se
dirigía hacia la laguna sagrada, en medio del pueblo y acompañado
de guerreros y sacerdotes. A orillas de la laguna frotaban su
cuerpo desnudo con aceites vegetales y lo cubrían con polvo y
láminas de oro, luego subía a una balsa cargada con ofrendas,
oro y esmeraldas. En el centro de la laguna tomaba un baño y
daba sus ofrendas arrojándolas a las aguas. Los asistentes
también lanzaban ofrendas de oro a las aguas para iniciar las
fiestas que duraban una luna completa. Así era consagrado
como zipa o gobernador, regido por las normas de Bochica.
 168
Para llegar hasta la laguna sagrada
basta una corta excursión que podemos
rematar con un poco de ski en el embalse
de Tominé.
Cerca del museo tenemos un par de
iglesias antiguas y referencias obligadas
a las guerras del siglo XIX, y la tradicional
Carrera Séptima. Si avanzamos hacia el
norte pasaremos por la Iglesia de San
Diego antes de llegar al Museo Nacional.
En tiempos pasados aquí hubo una cárcel.
Mira los altos muros sin ventanas y
te imaginarás la cárcel que se llamó el
Panóptico porque todo su interior puede
ser visto desde un solo punto.
Muy cerca al Panóptico, se encuentran
el Planetario y la Plaza de Toros la
Santa María donde ya no se corren más
los toros en febrero, pero sirve como
escenario de conciertos.
Bogotá, como toda ciudad, tiene rincones
y atracciones que hay que descubrir
y a donde uno llega de la mano de los
amigos que hace en el viaje. Hay salas de
teatro, cafés, librerías, restaurantes,
universidades, parques, museos, centros
comerciales, escenarios deportivos
y eventos que hacen interesante y
divertida cualquier temporada aquí.
En el centro de la cordillera hay bloques
gigantescos de sal que se formaron en la
época en que en toda esta región había un
mar en lugar de las montañas que vemos
hoy. Vamos a mirar uno de esos bloques en
una excursión muy cerca de Bogotá, en un
tren con locomotora antigua. Vamos a las
Salinas de Zipaquirá donde los mineros
sacan la sal en trozos que son sometidos
a procesos industriales para obtener la
sal que utilizamos en las comidas y en los
169
productos químicos necesarios en otras
fábricas.
Durante una hora vamos a vivir la
experiencia de ser mineros: recorreremos
los socavones participando en el
proceso de la minería y beneficio de la
sal con el equipamiento de trabajo y de
seguridad propios de los mineros. Tan
interesante como las minas es una iglesia
excavada en el interior de la montaña.
A la catedral de sal se llega por túneles
que se van descubriendo, mediante luces
sabiamente dispuestas, hasta llegar a la
imponente caverna que alberga la iglesia
con una cruz central que parece flotar
sobre la roca de sal.
 170
Un viaje desde Bogotá hacia el norte nos
llevará hasta Chiquinquirá, Tunja, Villa
de Leyva, Paipa, Duitama y Sogamoso a
través de valles y serranías bajas, con
cultivos de papas y verduras, vacas y
ovejas, cuidados por campesinos que se
defienden del frío del altiplano con ruanas
y sombreros.
En la ruta vamos a encontrar, pueblos
pequeños con sorpresas preparadas
con los productos de la tierra: jaleas,
mermeladas y bocadillos, monumentos
históricos y casonas antiguas, algunas de
ellas acondicionadas como hoteles y, en
el filo de la montaña, un enorme lago, Tota,
donde abundan las truchas arco iris; su
playa blanca parece copiada de el Caribe.
Escogeremos estas antiguas casonas
para pernoctar durante nuestra excursión
en territorio boyacense.
171
Chiquinquirá es un centro de peregrinación
católica. Hay allí una famosa imagen de
la Virgen que hace parte de una antigua
historia de indios y apariciones milagrosas.
Entre Zipaquirá y Tunja encontraremos el
Puente de Boyacá donde se libró la batalla
final entre los realistas y el ejército de
Bolívar en 1819.
Al occidente de Chiquinquirá, por fuera
del altiplano, podemos llegar a Muzo y
sus minas de esmeraldas. Si fuera solo
por las minas de esmeraldas podríamos
dejar este destino a un lado, pero en Muzo,
en medio de la selva y de montañas que
parecen fortalezas de gigantes, vamos a
encontrar unas mariposas de color azul
iridiscente. Entre esmeraldas y mariposas,
personalmente, prefiero las mariposas.
 172
Tunja es una de las ciudades más
antiguas y tradicionales de Colombia,
donde se mantienen vivas las historias de
encomenderos españoles, comerciantes
y clérigos de la época colonial. En
diciembre Tunja vive su fiesta, el
Aguinaldo Boyacense; son dos semanas
de festividades alrededor de la novena
del Niño Dios, con juegos pirotécnicos,
concursos, presentaciones de grupos
artísticos y desfiles.
Tibasosa merece una visita especial.
Durante años este pequeño municipio ha
sido administrado por mujeres que lo han
convertido en un ejemplo de limpieza y
eficiencia.
A Villa de Leyva podemos llegar desde
Tunja o desde el Puente de Boyacá.
Villa de Leyva es una hermosa ciudad
que mantiene el aspecto que tenía hace
doscientos años: una plaza central enorme,
con su casa de gobierno, iglesia principal,
almacenes, casas de gentes principales,
conventos, y por fuera de ella, casas,
conventos y dependencias oficiales, con
un estilo añejo que parece conservada
por su clima frío y seco. En el refectorio
del convento de los Agustinos podrás
encontrar un sabio consejo: come de
modo que quedes con apetito.
En Villa de Leyva vamos a encontrar un
festival o alguna celebración especial
en todas las épocas del año: festivales
de astronomía, música, cine, cometas,
caballos, gastronomía y, por descontado,
al menos tres grandes festividades
religiosas. Y lo mejor, podemos hacer
nuestras propias exploraciones en busca
de fósiles y mirar en los museos algunos
173
de los saurios enormes que vivieron en
los mares que hubo en esta región hace
millones de años.
No muy lejos de Villa de Leyva vamos
a encontrar viñedos extraviados en el
trópico, conventos antiguos y un desierto,
el Desierto de La Candelaria. Y en el
extremo del Desierto de la Candelaria,
Ráquira, un pueblo dedicado a la alfarería y
a los tejidos artesanales. Las ollas y platos
negros que ves en muchos restaurantes
fueron hechos en Ráquira.
Si quieres ver como se fabrican los balones
alarguemos un poco nuestro recorrido
para visitar Monguí, una hermosa aldea
escondida entre las montañas, muy cerca
de Sogamoso, Belencito y Paz de Río.
Tenemos que extender nuestro viaje hacia
el nororiente, por las poblaciones por donde
pasó Bolívar con su ejército en la Guerra
de Independencia: Cerinza, Betéitiva,
Tasco, Socha, Socotá, y Pisba. Son pueblos
tranquilos, en los que la mayor parte de
sus habitantes permanecen en el campo
cultivando papa y cebada, y la actividad
comercial se concentra en los domingos.
En la vertiente oriental de la cordillera,
están las poblaciones de la Ruta
Libertadora, Labranzagrande y Nunchía,
que ya habíamos visitado cuando nos
desviamos de nuestro recorrido por la
Orinoquia.
 174 175

Terminemos aquí este recorrido parcial por Colombia, regresemos a

Bogotá y de allí volemos a Palmira a recuperar tu avión. En una ocasión
futura iremos de aventura a la Sierra Nevada del Cocuy, a través de la
selva andina y de los páramos, en medio de robles, encenillos, canelos,
palmas y frailejones; remataremos ese viaje en sus cumbres nevadas
con los juegos de luces del sol en los escarpes rocosos de la sierra. Y
debemos hacerlo pronto, antes que desaparezcan sus nieves perpetuas.
 176
De regreso a casa, crucemos la Cordillera Central hacia el oriente
hasta Neiva, y luego hacia el norte siguiendo el río Magdalena.
Con suerte, y saliendo temprano en la mañana, puedes gozar de
la vista de los volcanes nevados, Huila, Tolima y Ruiz, y ver como
el Valle del Magdalena se ensancha hasta confundirse con las
llanuras de el Caribe. Dale una última mirada a Mompox, Cartagena,
Barranquilla, Santa Marta y la Ciénaga Grande, y orienta tu
avión rumbo norte para llegar sin pérdida a Nueva York.
177
Fabián Hoyos Patiño, ingeniero geólogo de la Universidad Nacional de
Colombia, Master of Science de Arizona State University, Tempe, y Magister en
Filosofía de la Universidad de Antioquia. A más de su práctica profesional en la
consultoría hidrogeológica y geotécnica, y en la construcción de carreteras, túneles
y plantas industriales, ha desarrollado su actividad como docente e investigador
en varias universidades en Colombia y fuera de ella. Su actividad académica ha dado
lugar a decenas de publicaciones en revistas científicas y en memorias de congresos,
y a la publicación y edición de varios libros de su especialidad; adicionalmente ha
cultivado la historia y la filosofía de la ciencia con énfasis en la Revolución Científica.
Su tesis de maestría en filosofía, publicada con el título Sobre Hombros de Gigantes,
versó sobre la formación del concepto de inercia. Unos cuantos cuentos cortos y
crónicas, escritas en su juventud, pueden haber quedado en archivos nostálgicos
de periódicos estudiantiles de la época. Hoy ofrece a los niños de Colombia una
versión de su geografía escrita para su nieto Matías al cumplir sus siete años.
Maria Paula Hoyos (Pala) artista colombiana, diseñadora gráfica e
ilustradora vive hace 15 años en Australia. Ama explorar nuevas técnicas,
dejando a menudo el camino de lo común, para mezclar deliberadamente pintura,
collage, dibujo e ilustración. Al llegar a Australia en el 2004 comenzó su viaje
en la ilustración, con sus libretas; diarios en los que ha relatado a través de
imágenes el descubrimiento de ese nuevo mundo para ella. Así descubrió la fuerza
de la ilustración que comunica, comparte y abre puertas a otros mundos.
“Por Colombia con Matias” ha significado para Pala Hoyos la oportunidad
de encontrarse de nuevo con su país, y compartir con sus hijos que
crecen fuera de Colombia, su cultura, paisajes, fauna y recursos.
 178 179

Contenido

El Caribe..................................................................8
El Nororiente.......................................................50
La Orinoquia.........................................................60
La Amazonia..........................................................74
El Chocó...................................................................86
El Suroccidente................................................100
El Noroccidente................................................118
El Valle del Magdalena...................................146
El Centro..............................................................158