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Serie de Sermones – El Dios que Adoramos

Sermón N°2: Adoramos a nuestro Dios ayudador


Por: Jorge Betancur

El domingo antepasado, comenzamos una nueva serie de sermones que titulamos “El Dios que
adoramos”

Entendimos que el significado de la palabra hebrea y griega traducida como "adoración" tiene el sentido
de "postrarse delante" o "arrodillarse delante." Es así, que la adoración es una actitud del espíritu.

Adorar, es avivar la conciencia mediante la santidad de Dios, alimentar la mente con la verdad de Dios,
purificar la imaginación con la belleza de Dios, abrir el corazón al amor de Dios, dedicar la voluntad al
propósito de Dios.

Nuestra verdadera adoración surge de nuestro conocimiento de Dios y Dios se ha revelado a nosotros
por medio de su revelación general la cuál esta explicita en todo lo creado y por medio de la revelación
especial que es mediante Su Palabra.

En esta mañana, veremos el segundo sermón de esta serie que se titula “Adoramos a nuestro Dios
ayudador”.

¿Cuántos de los aquí presentes, en un momento determinado de su vida han necesitado ayuda?

La palabra nos exhorta constantemente a entender que nuestra ayuda proviene de Dios y es en él en
quién debemos depositar nuestra confianza.

El Salmos 146 es un himno que se enmarca como un salmo didáctico o sapiencial que ponen énfasis en
la enseñanza, es decir, es un salmo que es de utilidad para la vida diaria.

Probablemente este Salmo es posexílico, el cual es un compendio de cinco himnos (146— 150) que
empieza y termina con ¡Aleluya!

Este Salmo está bien estructurado llamado “Correspondencia combinada” donde los temas se repiten en
forma sistemática:

[A] Alabanza (vv. 1, 2)

[B. a.] Es malo confiar en el hombre (v. 3)

[B. b.] El hombre no tiene poder (v. 3)

[B. c.] El hombre es perecedero (v. 4)

[B’ a.] Es bueno confiar en Dios (v. 5)

[B’ b.] Dios es todo poderoso (vv. 6-9)

[B’ c.] Dios es eterno (v. 10)

[A’] Alabanza (v. 10).

Es así que en esta mañana veremos cuatro aspectos que están explícitamente desarrolladas en el
Salmos 146 en cuanto al entendimiento de Dios como nuestro ayudador.
Primeramente, veremos una invitación a Adorar, en segundo lugar, veremos una advertencia, en tercer
lugar, veremos la fuente de nuestra ayuda y en cuarto lugar veremos los alcances de la ayuda.

1.- Invitación a Adorar

Salmos 146:1-2 “1 Alaba, oh alma mía, a Jehová. 2 Alabaré a Jehová en mi vida; Cantaré salmos a mi
Dios mientras viva.”

El Salmista hace un llamado a la alabanza, vv. 1, 2 ¡Aleluya! en sí es un llamado a la adoración; lit. es


“Adorad a Yah (Jehová)”; toma una decisión consciente y definida. Así hemos de decidir alabar a Dios.

El versículo 2 tiene que ver con dos preguntas: 1) ¿cuándo adoramos?, y 2) ¿cómo adoramos?

Dice que adorará en su vida. Mientras que viva, todo el tiempo que viva; no vale esperar hasta que la
muerte se acerque. Ahora, cuando tenemos vida, hemos de adorar.

El ¿cómo? causa mucha discusión, pues diferentes tradiciones usan diferentes modos o costumbres.
Seguro muchas maneras de adoración agradan a Dios, pero ciertamente la misma Biblia es la mejor guía.
El salmista adora cantando salmos a Dios, pero estos salmos surgen de una experiencia viva a la
revelación de Dios.

El llamado a la adoración de Dios tiene su origen en el corazón de Dios mismo. Dios nos formó para que
tuviéramos comunión con él. Dios tomó la iniciativa en buscar el encuentro con los seres humanos.

2.- Una advertencia

Salmos 146:3-4 “3 No confiéis en los príncipes, Ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación. 4
Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; En ese mismo día perecen sus pensamientos.”

La Biblia enseña por medio de contraste. La alternativa de confiar en Dios o confiar en el hombre. Pero si
uno confía en el hombre, consigue lo que el hombre puede producir; sin embargo, si confía en Dios
consigue lo que Dios puede hacer.

Somos dados a descansar en hombres importantes de la tierra antes que en Dios, tenemos la tendencia
a poner en manos humanas nuestras carencias, esperando una pronta ayuda por parte de los hombres,
cuando tenemos un Dios que se yergue como poderoso Gigante, un Salvador que ha dado su vida por
nosotros.

No hay en él salvación (v. 3) es cierto, La verdadera liberación del mal, del pecado, de la corrupción, de
la depresión, del camino equivocado viene solamente de Dios en Cristo. El salmista nos llama a los
valores verdaderos.

Otra razón de no confiar en el hombre es la realidad de la muerte. Su espíritu ha de salir es una


traducción lit. y muy buena. El volverá. El se refiere al hombre; aquí tenemos una sugerencia clara de
que parte del hombre, su espíritu, sigue existiendo aun después de la muerte de su cuerpo. El salmista
hace un juego de palabras entre “hombre” (adam 120 v. 3), y “polvo” (adamah 127 v. 4).

Perecerán sus pensamientos o “proyectos”. Los grandes del mundo hoy son descoronados mañana.
Muchos sueños y proyectos grandes quedan estancados cuando fallece su autor. El próximo párrafo
enfatiza por qué hemos de confiar en Dios; sus proyectos no fallan.

El salmista aconseja a su auditorio a que no confíe en gobernantes mortales transitorios el Salmista nos
invita a no tener como nuestra confianza al hombre porque la palabra dice que ese aliento vuelve a la
tierra, es decir que estarías confiando en alguien que es temporal.
3.- La fuente de nuestra ayuda

Salmos 146:5-6 “Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, Cuya esperanza está en
Jehová su Dios, 6 El cual hizo los cielos y la tierra, El mar, y todo lo que en ellos hay; Que guarda
verdad para siempre.”

La confianza del creyente en que Dios le ayudará, está en la seguridad de la promesa divina. Una
promesa de fidelidad de Dios atendiendo a la provisión de creyentes y de todo su pueblo.

Génesis 28:15 “He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a
traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho.”

Bienaventurado (v. 5). Esta es la última de las 26 bienaventuranzas en el libro de los Salmos.

¿Por qué hemos de confiar en Dios? Por causa de sus hechos; él creó todo y es fiel.

Para poder entender la fuente de nuestra ayuda que proviene de Dios, debemos primeramente
entender la obra continua de la providencia de Dios.

La palabra providencia “pronoia” es una palabra compuesta (pro, antes; noeo pensar). Esta palabra
significa «percibir por anticipado», «notar de antemano», «prever»; también «saber por adelantado».

Esta providencia de Dios tiene dos aspectos. Un aspecto es la obra de Dios para conservar la existencia
de su creación, manteniéndola y sosteniéndola.

La otra es la actividad de Dios guiando y dirigiendo el curso de los acontecimientos para cumplir con sus
propósitos, esto es el gobierno de Dios.

El apóstol Pablo en medio de la escasez o abundancia refleja su confianza paciente en la providencia


soberana de Dios.

Él estaba seguro que Dios, en el momento propicio, dispondría las circunstancias para suplir sus
necesidades.

En él no había temor sino contentamiento porque sabía que cada área de su vida estaba bajo el control
soberano de Dios.

Romanos 8:28 “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los
que conforme a su propósito son llamado”

La providencia de Dios no es evitar que el creyente se enfrente al peligro, al sufrimiento o al pecado,


sino preservarle en medio de él. No hay promesa de que no vaya a haber persecución y sufrimiento. La
promesa es que no prevalecerá sobre nosotros.

El salmista hablado sobre esto dice lo siguiente:

Salmos 46:1 “Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.”

El salmista nos anima a depositar la confianza en Dios. Debemos tener esperanza en la providencia de
Dios para todo lo que necesitamos respecto de esta vida, y en la gracia de Dios para la venidera. El Dios
del cielo se hizo hombre para llegar a ser nuestra salvación. Aunque murió en la cruz por nuestros
pecados, y fue puesto en la tumba, sus pensamientos de amor por nosotros no perecieron; se levantó
de nuevo para cumplirlos.
4.- Los alcances de nuestra ayuda

Salmos 146:7-9 “7 Que hace justicia a los agraviados, Que da pan a los hambrientos. Jehová liberta a
los cautivos; 8 Jehová abre los ojos a los ciegos; Jehová levanta a los caídos; Jehová ama a los justos. 9
Jehová guarda a los extranjeros; Al huérfano y a la viuda sostiene, Y el camino de los impíos
trastorna.”

Jesús afirmó su interés por el pobre y el afligido. El no separa las necesidades sociales y espirituales de
las personas, sino que atiende a las dos. Mientras Dios, no el gobierno.

La conservación es el mantenimiento que Dios hace de su creación para que siga existiendo. Implica la
protección de Dios contra el daño y la destrucción y su provisión para las necesidades de los elementos
u miembros de su creación.

Un ejemplo claro de conservación que tenemos gustamos hoy en Día es la reconciliación que tenemos
con Dios por medio de Cristo.

Colosenses 1:16-17 “16 Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que
hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades;
todo fue creado por medio de él y para él. 17 Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él
subsisten”

Jesús en esta enseñanza nos muestra claramente lo que se refiere a la obra de conservación del Padre. A
los discípulos les preocupaban, estaban ansiosos por las necesidades de la vida: Lo que debería comer y
vestir. Jesús les confirmo que el Padre alimenta a las aves del cielo y viste las flores del campo. Y que
haría lo mismo por ellos argumentando que para el Padre somos más valiosos que las aves y las flores.

Jesús nos muestra por medio de la naturaleza la falta de ansiedad de sus criaturas por el alimento,
cuanto más nosotros que hemos depositado nuestra fe en aquel que es terno, que todo lo sostiene en la
palma de su mano, acaso, ¿nos podrá faltar algo si tenemos un Dios como Padre que sabe de que
tenemos necesidad?

Conclusión

Génesis 21:14-21 “14 Entonces Abraham se levantó muy de mañana, y tomó pan, y un odre de agua, y
lo dio a Agar, poniéndolo sobre su hombro, y le entregó el muchacho, y la despidió. Y ella salió y
anduvo errante por el desierto de Beerseba. 15 Y le faltó el agua del odre, y echó al muchacho debajo
de un arbusto, 16 y se fue y se sentó enfrente, a distancia de un tiro de arco; porque decía: No veré
cuando el muchacho muera. Y cuando ella se sentó enfrente, el muchacho alzó su voz y lloró. 17 Y oyó
Dios la voz del muchacho; y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, y le dijo: ¿Qué tienes, Agar?
No temas; porque Dios ha oído la voz del muchacho en donde está. 18 Levántate, alza al muchacho, y
sostenlo con tu mano, porque yo haré de él una gran nación. 19 Entonces Dios le abrió los ojos, y vio
una fuente de agua; y fue y llenó el odre de agua, y dio de beber al muchacho. 20 Y Dios estaba con el
muchacho; y creció, y habitó en el desierto, y fue tirador de arco. 21 Y habitó en el desierto de Parán; y
su madre le tomó mujer de la tierra de Egipto.”

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