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VOLATILIDAD
I. Concepto
Se entiende por volatilidad electoral el desplazamiento del voto entre los diferentes partidos,
en dos elecciones sucesivas. Expresado como porcentaje, el índice de volatilidad mide la
diferencia neta entre las proporciones de votos obtenidos por los principales partidos en
esas dos consultas electorales.1
El índice de volatilidad electoral, tal como se lo ha definido, mide los valores netos del
cambio en las proporciones de votos obtenidos por los partidos. En tal sentido, refleja la
volatilidad total dentro del sistema.
Si bien ambos tipos de volatilidad son significativos por sus efectos, es claro que la volatilidad
entre bloques introduce mayor inestabilidad en los sistemas políticos.
Las elecciones españolas de 1982 (llegada al gobierno del PSOE) y las italianas de 1994
(posteriores al desarrollo de la operación judicial conocida como “mani pulite”) son las
que registran más alto índice de volatilidad entre todas las elecciones europeas occidentales
registradas desde 1885. En el caso español, se asistió a la práctica desaparición de la
UCD, el partido que había conducido exitosamente la transición a la democracia. En Italia,
ninguno de los partidos que habían gobernado en las décadas anteriores sobrevivió a las
elecciones de 1994.
No obstante esos extraordinarios índices de volatilidad total, fueron mucho más reducidos
los índices de volatilidad entre bloques. Altos porcentajes de electores españoles e italianos
dieron su voto a partidos distintos que aquellos a los que habían votado en la elección
anterior, pero un número mucho menor se atrevió a cruzar la barrera entre los bloques
partidarios identificados como de izquierda y de derecha. A pesar de la disposición de
gran número de electores a cambiar su decisión partidista entre una elección y otra, los
electores se mostraron renuentes a votar fuera de su bloque preferido4.
Desde ese punto de vista, pueden distinguirse tres tipos de anclajes o raíces de la
fidelidad partidista: los vínculos psicológicos entre el partido y sus votantes
(identificación partidista), la organización partidaria y el enraizamiento de los apoyos
partidistas en clivajes sociales.5 Desde otro ángulo, también puede asignarse un papel
relevante al liderazgo partidario, aún cuando éste incida más en la volatilidad dentro de un
bloque que en la volatilidad entre bloques. Por último, el propio sistema electoral aplicado
incide sobre la estabilidad del sistema político, en la medida en que dificulta o facilita los
fenómenos de volatilidad.
Además de los señalados, la actitud hacia el líder o candidato del partido es otro de los
factores que afectan potencialmente la volatilidad de su electorado. Las valoraciones
positivas respecto a la gestión de un líder político, en el gobierno o en la oposición,
contribuyen a mantener las adhesiones, mientras que las negativas las ponen,
naturalmente, en riesgo, en la medida en que la figura del líder juega un papel cada vez
más significativo en las campañas electorales. Desde este punto de vista parece importante
señalar que la importancia del líder se acrecienta en aquellos partidos “catch all”, con
relación a partidos de ideología definida o con fuerte arraigo en determinados sectores
sociales.
Por último, es una realidad que el sistema electoral tiene efectos sobre la estabilidad del
sistema de partidos. La estructuración de los distritos electorales, las reglas de la
representación, la necesidad de un mínimo porcentual para acceder a cargos electivos,
entre otros mecanismos, pueden operar en forma discriminatoria respecto a los partidos
minoritarios. Como consecuencia de ello, los electores tienden a concentrarse en los
partidos mayoritarios (“voto útil”), lo que dificulta la subsistencia de los pequeños
partidos (y mucho más la aparición de partidos nuevos), que pudieran eventualmente
canalizar la expresión de fenómenos de volatilidad electoral.
En primer lugar, recorriendo todas las sociedades democráticas, desde América Latina
hasta los países de Europa occidental, parece verificarse una tendencia generalizada a la
disminución del interés de los ciudadanos por la actividad política. Sea como
consecuencia de la caída de paradigmas provocada por el derrumbe del socialismo real,
de la transformación de los estilos de vida, la entronización del consumo como valor
fundamental, u otras múltiples causas, lo cierto es que la preocupación por lo público ha
cedido claramente el lugar a una actitud en que predomina la búsqueda de la realización
individual. Todas las encuestas recogen una menor cercanía a los partidos, coincidente
con la baja en la tasa de afiliación. Esa tendencia parece tanto más clara cuanto se la
verifica también con relación a los sindicatos, unidos desde su origen a la participación
política de las clases trabajadoras. Incluso en muchos países cae el interés ciudadano por
participar en otro tipo de organizaciones formales que pudieran canalizar inquietudes
sociales. Las raíces de la fidelidad partidaria aparecen así claramente debilitadas. Un
ciudadano desinteresado de la política, que no se siente cercano (y mucho menos está
afiliado) a un partido, sin encuadramiento sindical o social susceptible de conectarlo con
la vida política, preocupado básicamente por su vida cotidiana y su destino individual, es
potencialmente un elector volátil, que decidirá su voto ante cada consulta electoral e
influido básicamente por campañas publicitarias en las que, por otra parte, tampoco se ha
interesado demasiado.
A esos factores de influencia general sobre la volatilidad, cabe agregar algunos otros
específicos de ciertas situaciones. En América Latina, en la década del 80 y en Europa
del Este en la del 90, los partidos triunfantes en elecciones celebradas luego del retorno ( o
en este último caso de la fundación) de la democracia han asumido el poder en medio de
expectativas ciertas de que el funcionamiento de sus instituciones sería suficiente para
operar un mejoramiento real e inmediato en la deplorable situación económica y social
de las grandes mayorías. Sin embargo esos gobiernos se vieron abocados a gestionar
crisis económicas de gran profundidad, partiendo de estructuras sociales signadas por la
desigualdad, con economías débiles, aplastadas por el peso de la deuda. Las soluciones
ensayadas y las reformas emprendidas, aún cuando puedan juzgarse inevitables desde el
punto de vista macroeconómico o de la llamada globalización, es lo cierto que no han
respondido a las expectativas populares. El paso del tiempo sin una reducción
significativa de los índices de desempleo, pobreza o marginalidad, el llamado “cansancio
de las reformas”, produce un efecto de insatisfacción generalizado que se manifiesta en
muchos casos en la volatilidad electoral a través del llamado “voto castigo” al gobierno de
turno, ineficaz en la satisfacción de aquellas expectativas del electorado.
Cleavages
Comportamiento electoral
Elecciones
Estructura social y elecciones
Identificación partidaria
Ideología política
Liderazgo político
Opinión pública
Bibliografía:
Bartolini, Stefano: “La volatilita elettorale”, Rivista Italiana di Scienza Politica, Vol.XVI,n.3, 1986.
Bartolini, Stefano y Mair Peter: Identity, Competition and Electoral Availability. The Stabilisation of European
Electorates, 1885-1985, Cambridge University Press, 1990.
Fernández Baeza, M.: “Clivaje” en Diccionario Electoral, IIDH/CAPEL, San José, 1989.
Gunther, Richard y Monterio, José Ramón: “Los anclajes de partidismo: Un análisis comparado del comportamiento
electoral en cuatro democracias del sur de Europa” en Comportamiento político y Electoral, CIS, Madrid, 1994.
Lipset Seymour M. y Rokkan, Stein, (comps.): Party Systems and Voter Alignments: Cross-National Perspectives,
Nueva York, Free Press, 1967.
Edgardo CARVALHO
NOTAS
1 Bartolini S. y Mair.P.: Identity, Competition, and Electoral Availability. The Stabilization of European Electorates, 1885-1985,
Cambridge University Press, 1990. Pág.20 ss.
2 Fernández Baeza, M.: “Clivaje” en Diccionario Electoral, IIDH: CAPEL; Costa Rica, 1989. Pág.119.
3 Bartolini S. y Mair P.: op.cit., pp.41 ss.
4 Gunther R . y Montero, J.R.: “Los anclajes del partidismo. Un análisis comparado del comportamiento electoral en cuatro
democracias del sur de Europa” en Comportamiento político y electoral, CIS, Madrid, 1994 Pp. 474 ss.
5 Gunther R. y Montero J.R.: op.cit.pp.479 ss.
6 Bartolini S. y Mair P.: op.cit., pp. 96 ss.