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SEGUNDA PARTE: Instrumentos y Agrupaciones

Musicales.
2. El coro.

En la antigua Grecia, el coro era el canto que acompañaba a la


danza y el lugar donde se danzaba. También recibe este nombre la parte de
la iglesia donde se cantan los oficios divinos y los sitiales donde los
religiosos se sientan para cantarlos. Otra de las acepciones de la palabra es
la de pieza musical. Aquí nos vamos a referir con esta palabra a la
agrupación musical de personas que cantan en común. El coro actual es el
heredero de las antiguas escuelas (scholae) formadas por estudiantes del
“quadrivium”, los cuales, ya en la época paleocristiana, dominaban la
técnica y el arte del canto.

El coro puede cantar sin acompañamiento instrumental (a capella) o


acompañado por un instrumento como pueda ser el piano, el órgano o la
orquesta, entre otros. Existen dos grandes grupos: coros mixtos (voces
femeninas o de niños y masculinas) y coros de voces iguales.

El coro mixto se compone de voces de: soprano, (voz superior de


mujer o niño), alto o contralto (voz inferior de mujer o niño), tenor, (voz
superior de hombre) y bajo (voz inferior de hombre). Esta composición se
puede ampliar con las voces de mezzosoprano (voz intermedia de mujer) y
barítono (voz intermedia de hombre).

El coro de voces iguales: coro de niños (escolanía), coro de mujeres


y coro de hombres. La composición básica de un coro de niños es de dos
voces: soprano y contralto y sus posibles subdivisiones. Su repertorio se
compone de piezas a dos o tres voces, y raramente a cuatro.

Un cuarteto, octeto (ochote) son grupos de cuatro u ocho cantantes


respectivamente. A partir de este número se llama coro de cámara siendo
veinte su número máximo de miembros. La gran masa coral puede constar
de entre 40 a 60 cantores. A partir de ahí, se llega al gran coro llamado
también “orfeón” con un número ilimitado de personas que habitualmente
llega a cien.
3. La voz humana.

En el grupo coral la única fuente de producción del sonido son las


voces de sus componentes. La voz humana es el instrumento musical mas
portentoso y sutil que existe además del más fácil de transportar. Al no
necesitar de ningún intermediario artificial (piano, trompeta, clarinete, etc.)
ningún otro se le puede comparar en capacidad expresiva ni en la gama de
sonoridades que puede producir. Este indiscutible hecho ha definido la
historia de la creación musical durante varios siglos, y aún hoy, donde la
más sofisticada tecnología está al servicio de la construcción de nuevos
instrumentos, la voz humana mantiene el privilegio de seguir siendo
insustituible. El cuerpo humano posee los medios de convertir una columna
de aire, previamente aspirado, en un sonido modulado y articulado por cada
uno de los elementos que componen dicha maquinaria, originando el
lenguaje hablado o cantado. Casi nadie, salvo los profesionales de los
medios audiovisuales se preocupa de emitir correctamente la voz en el
lenguaje hablado. Sin embargo, el conocimiento y la utilización adecuada
del sistema vocal es una necesidad en el canto. Aunque las exigencias
técnicas para un cantante solista no son las mismas que para un cantor de
coro, si que conviene que el coralista las tenga en cuenta para mejorar su
labor. Una de los aspectos negativos que primero resaltan de la audición de
un coro es la falta de cuidado en la emisión de sus voces, producto muchas
veces del desconocimiento de los recursos naturales que todo cantor tiene y
puede utilizar. Como suele ser habitual, en el canto, no obtiene mejores
resultados el que tiene mejores dones naturales sino el que mejor los utiliza
a través del trabajo constante.

El instrumento vocal está formado por:

- El aparato respiratorio.
- El aparato de fonación.
- Los resonadores.

El aparato respiratorio lo constituyen la nariz, la boca, la tráquea, los


pulmones y el diafragma. Su función consiste en aspirar el aire necesario
para después expulsarlo convertido en sonido. El secreto de una buena
técnica vocal se encuentra en la respiración. De poco sirve tener una
hermosa voz si no se sabe respirar correctamente. Parece fácil, pero la
mayoría de la gente no sabe respirar bien. Si a la mayoría de las personas se
les pide que respiren profundamente, en muchas ocasiones se pondrán
rígidos y aspirarán con gran esfuerzo, levantando los hombros, para acabar
expulsando el aire de forma ruidosa. Lo más adecuado es sencillamente
aumentar la respiración natural que es la que se realiza inconscientemente
durante el sueño. Una forma de comprobarlo es colocar una mano sobre el
estómago y otra sobre las costillas, estando acostado. Al respirar
relajadamente se nota la dilatación de la caja torácica y se observa que los
hombros no intervienen en absoluto en el proceso. La respiración profunda
llena por completo los pulmones, haciendo descender el diafragma y
dilatando las costillas.

La respiración se produce en tres tiempos.

1. La inspiración consiste en que el aire, inhalado por la nariz o por la


boca, pasa por la tráquea y llega a los pulmones.
2. La suspensión o bloqueo es un pequeño instante en el cual el aire
permanece retenido en los pulmones.
3. La espiración tiene lugar en el momento en el que el aire es expulsado.

El diafragma, que es un músculo transversal situado entre la cavidad


torácica y la abdominal, juega aquí un importante papel ya que este órgano
constituye la base más importante de la respiración. Elier Gómez lo llama el
“ilustre desconocido” y lo define como “un tabique fibroso-muscular que
separa el tórax del abdomen y que, por su colocación estratégica, actúa
como émbolo o pistón, que moviliza especialmente el aire de la respiración,
pero además colabora efectivamente en la dinámica circulatoria y
digestiva”. Durante la inspiración el diafragma desciende, permitiendo la
dilatación de los pulmones. En el transcurso de la suspensión permanece
inmóvil ayudando al bloqueo del aire, y durante la espiración actúa como un
fuelle empujando hacia arriba a los pulmones. Por la acción del diafragma y
de los músculos intercostales, la caja torácica aumenta su diámetro en la
zona media y baja, en el momento de la inspiración, y al cesar la fuerza de
los músculos que intervienen en la inspiración, éste tiende a recobrar su
posición de reposo, realizando una presión hacia el centro que sirve para
expulsar el aire. Sabiendo utilizar el diafragma, se puede controlar
perfectamente el aire que entra, y dosificar el que sale imprimiéndole la
fuerza necesaria. Un antiguo adagio italiano dice: “Chi sa respirare, sa bien
cantare”, aunque no sea del todo cierto, sí es importante recordarlo.

Se puede respirar de tres formas. La respiración clavicular es la peor,


ya que al inspirar se elevan los hombros manteniendo rígida la cavidad
torácica. Es la típica en estados de ansiedad, pues impide una buena entrada
de aire. La respiración costal, que es la típica en estado de reposo, ayuda en
la inspiración pero limita la cantidad de aire que entra en los pulmones.
Finalmente, la respiración diafragmática es la mejor de todas para la
relajación y para el ejercicio del canto. Es la más natural y es la que se
realiza inconscientemente durante el sueño, y permite una mayor y mejor
entrada de aire. Cuando se toma el aire, se hincha el abdomen. Una vez que
se domine con naturalidad la respiración diafragmática, se debe utilizar
continuamente mientras se canta. Una excesiva preocupación por hacerlo
bien puede dar al traste con el fin que se persigue. Es mejor tomar el aire por
la nariz ya que el aire inspirado se transforma al pasar por la nariz en aire
caliente, húmedo y limpio. La respiración diafragmal llamada también
costo-abdominal produce beneficiosos efectos para la salud mental y física
como lo demuestra el ser la más utilizada por las técnicas de relajación más
conocidas en el mundo como es, por ejemplo, el Yoga.

Un ejemplo muy utilizado, para representar el mecanismo de la


inspiración y de la espiración, es el de un globo, que hay que llenar
dirigiendo el aire hasta el fondo para llenarlo totalmente y, después,
presionando lateralmente para que salga todo a través de un pequeño
orificio, podemos conseguir con los dedos en la zona de la boca del globo,
que salga de manera constante y controlada. Si no lo hacemos así, saldrá
todo el aire de un golpe y rápidamente nos quedaremos sin él. El objetivo es
economizar, controlar el aire y disponer de él para poder cantar una frase
larga sin necesidad de tomar aire de nuevo, es decir conseguir aumentar el
“fiato”. Llenar en exceso los pulmones, oprime y causa malestar. Vaciarlos
completamente una vez acabada una frase, obliga a llenarlos de nuevo,
además hace perder un tiempo precioso antes de iniciar otra frase. Como
vemos, la adecuada utilización del diafragma es la clave de una correcta
técnica de respiración.

El aparato de fonación lo constituyen la laringe y las cuerdas


vocales. La voz se produce en la laringe, que en los hombres forma lo que
conocemos como “nuez" y en su interior se encuentran las cuerdas vocales.
Si no existieran las cuerdas vocales, el sonido sería plano e insignificante.
Las cuerdas vocales son dos pequeños músculos que vibran con el paso del
aire. Cuando están en posición de reposo, las cuerdas vocales permanecen
abiertas dejando pasar el aire libremente y se cierran en el momento de la
emisión. El glotis es la hendidura que forman las cuerdas vocales. Según sea
la separación de las cuerdas vocales, se producen los sonidos graves (mayor
separación) o agudos (menor). Por esta razón es muy importante dosificar el
aire especialmente en las notas que necesitan mayor cantidad de aire, como
son las graves. Los repliegues vocales son susceptibles de cambiar su
longitud, su tensión, su proximidad, en el momento de la fonación, se
acercan. Estos cambios influyen en el tono de los sonidos y en la intensidad
de los mismos. Según sean graves o agudos los sonidos, la laringe varía su
posición. Desciende en los graves y se eleva en los agudos. Los órganos de
la boca modifican el color y la sonoridad de la voz. También depende de
ellos y de su posición y soltura, la libertad y la facilidad en la articulación.
La mandíbula inferior, libre de toda contracción, debe ascender y descender
con soltura, sin alterar el sonido. La lengua debe ser blanda y pasiva en los
sonidos tenidos y firme y vivaz en la articulación. Debe volver siempre
rápidamente a su lugar habitual, que es el fondo de la mandíbula inferior con
la punta apoyada entre los incisivos inferiores. El paladar blando o velo del
paladar tiene una misión importante en la producción de la voz cantada: al
elevarse bloquea las fosas nasales, deja el fondo de la garganta libre y
asegura un sonido “redondo” opuesto al estridente o áspero. Los labios
deben tener toda la firmeza y soltura requeridas para la pronunciación.

Igual que un violín tiene su caja de resonancia, la voz humana


también tiene las suyas. El sonido producido por la laringe y modulado por
las cuerdas vocales necesita un "amplificador” que lo enriquezca. Aquí es
cuando entran en juego los resonadores. Su función es la de robustecer el
sonido. La cavidad torácica es una caja de resonancia y da origen a lo que se
denomina registro de pecho, cuando se usa como único resonador. Por
encima de la laringe hay una cavidad en forma de embudo llamada faringe
que se convierte en el primer amplificador de la voz y está comunicada
directamente con los principales resonadores, que son la cavidad bucal y la
cavidad nasal. Estas cavidades determinan el volumen y el color de la voz y
están separadas por el velo del paladar, que ha de elevarse ligeramente para
que la voz llegue sin obstáculo desde la laringe hasta los resonadores
faciales, como ocurre involuntariamente cuando se bosteza, originando así
una gran amplitud de la cavidad bucal. Colocar adecuadamente la voz en los
resonadores faciales es lo que, técnicamente, se denomina impostación. El
sonido resultante se conoce con el nombre de registro de cabeza, y aunque
pierde fuerza en relación con el de pecho, gana en agilidad y sutileza. Existe
también el llamado registro de centro que es el resultante de utilizar, al
mismo tiempo, los resonadores faciales y la cavidad torácica.

El falsete es un registro sonoro producido por la mezcla parcial de


las vibraciones de las cuerdas vocales y los sonidos armónicos naturales que
la voz humana posee, utilizando como resonadores las fosas nasales. Lo
suelen emitir los tenores en la entonación de notas muy agudas. Los
resonadores más importantes son los faciales: paladar óseo, región de la
faringe y sobre todo los senos, cavidades óseas diseminadas por detrás de la
cara, entre la mandíbula superior y la frente. Esta región que se llama “la
máscara” es la mas importante en la resonancia vocal. “Cantar en la
máscara”, “cantar hacia delante”, significa cantar utilizando los resonadores
de la cara. Antiguamente eran muy populares los “castrati” que se utilizaban
para cantar las voces más agudas dedicadas hoy a las voces de mujer.

En el canto, la emisión de la voz se basa en la articulación y el


fraseo. Por articular se entiende la diferenciación entre distintos sonidos,
sean sílabas o no. La buena articulación depende exclusivamente de un
correcto uso del velo del paladar, lengua, dientes y labios, en perfecta
combinación. Obviamente, articular correctamente influye de forma directa
en la pronunciación del texto, que siempre ha de ser clara y comprensible.
El fraseo es el arte de "ligar" con lógica los acentos y el ritmo de todas y
cada una de las frases que componen una melodía. De la misma forma que
se hace al hablar, se deben dejar sentir las divisiones, períodos y descansos
de cada frase y procurar el correcto encadenamiento de unas con otras. El
fraseo depende casi exclusivamente de la respiración, ya que la adecuada
dosificación del aire permite lograr la expresividad y cadencia que cada
frase o grupo de frases necesitan. Es muy importante cuidar con rigor este
aspecto técnico del canto, porque, si no es así, se puede perder el sentido del
texto y la estética de la música. Excepcionalmente se puede respirar en el
transcurso de una frase. Esto puede ocurrir en algunas piezas de polifonía
clásica donde el canto de un “amén” puede ocupar varios compases, pero
siempre vigilando en qué momento se hace para evitar una acentuación
incorrecta. Otro aspecto de gran importancia lo constituye la emisión de las
vocales. Con la entonación de las vocales se consiguen lo que podríamos
llamar sonidos "naturales", y a pesar de que cada una de ellas tiene sus
peculiaridades sonoras, en el canto se debe procurar siempre un sonido
redondo en todas. Con la emisión de la "A" se obtiene la entonación normal
por excelencia, ya que todo el sistema vocal se encuentra en la mejor
disposición para desarrollar al máximo la capacidad sonora de la voz,
independientemente de su timbre y extensión. Para conseguir una emisión
similar con el resto de las vocales, se debe adoptar la posición de “bostezo”
que antes citábamos, evitando deformar su sonido excesivamente. En el
idioma castellano, la vocal cuya emisión varía ostensiblemente en el canto
es la “I”, que se debe pronunciar como la "U" francesa. Las consonantes,
sean guturales, labiales o dentales, son un apoyo que proporciona relieve y
agilidad a las vocales y, por su solidez, actúan como un resorte,
proyectándolas hacia adelante. Para ejercitarse en el uso de las consonantes
hay que dotar de una gran flexibilidad a los labios, lengua y mandíbula,
evitando toda rigidez en cualquiera de estos tres elementos. La afinación es
otra de las cuestiones fundamentales de la técnica vocal. La colocación de
una nota, entonada en su sitio justo, evidencia un sentido musical muy
saludable. Es algo natural en muchos cantantes, y su peor enemigo es la
pereza. En muchas ocasiones el nivel de afinación de un coro no sólo
depende de la calidad de sus voces, sino del grado de tensión con el que se
cante. Cualquier mínima distracción influye negativamente en este sentido.
La articulación es la parte mecánica de la palabra y la dicción es la manera
más o menos estética de articular, de pronunciar las palabras. Una buena
articulación permite que el oyente entienda la letra. Si además está
impregnada de una buena dicción se conseguirá un adecuada interpretación
en el sentido de transmisión de sentimientos.

Algunos grandes profesores de canto como Madaleine Mansion


aconsejaban a sus alumnos claramente que:

El sonido debe comenzar en el preciso instante en que se inicia


nuestra espiración y detenerse con el canto. Para cantar no es necesario
aspirar mucho aire, sino saberlo emitir con economía. Las inspiraciones
profundas solo deben ser practicadas en los ejercicios respiratorios. Todo el
aire debe transformarse en sonido. No se debe oír ni ver cuando respira el
cantante.

Para elevar el velo del paladar, la boca debe estar en la posición de


bostezo y el aire debe estar en contacto con los resonadores.

La correcta emisión vocal cuenta con la ayuda de una buena


articulación. Las consonantes pronunciadas con energía, contribuyen a la
precisión del ataque, y las vocales tienen el poder de colorear la voz y darle
relieve.

La profesora Mansion decía: “cantad siempre para la última fila de la


sala” es decir, proyectar el sonido para que lo oiga la audiencia
independientemente de en que lugar de la sala esté sentada. Esto no significa
que se cante fuerte pues Mansion advertía: “cuando cantáis fuerte, se os oye,
cuando cantáis piano se os escucha”. También afirmaba que “sería muy
deseable que en el transcurso de los estudios, se hayan tenido numerosas
ocasiones de actuar en público, afrontándolo en la intimidad, pues para
muchos, el trac es una temible trampa”.
3.1. Los maestros y la voz.

Uno de los primeros problemas que se ve obligado a afrontar el


maestro una vez que ha conseguido su primer trabajo, son las afecciones de
garganta, las ronqueras, afonías etc. Debido todo ello al abuso de la voz
hablada, en la mayoría de los casos forzada por las características de la clase
de primaria en la que la típica algarabía, unida a la falta de experiencia en
como afrontar estas situaciones y sobre todo en como utilizar la voz para no
dañarla, producen en los maestros efectos lamentables. Todos estos
problemas se podrían paliar utilizando adecuadamente la voz hablada. Por
eso este capítulo de esta asignatura es tan importante para todos los
maestros en general y no solo para los de música. La misma profesora
Mansion aconsejaba que al hablar, se vigilase la “altura” de la voz. Las
mujeres, en general, la apoyan demasiado en las notas graves y la cansan,
ocasionándose graves daños. Al hablar como al cantar, es necesario emplear
los resonadores superiores. En la intimidad, es mejor acostumbrarse a hablar
sobre notas un poco más agudas que las que se emplean habitualmente. No
conviene olvidar que son los labios y la lengua los que articulan: por tanto,
deben mantenerse firme y dóciles.

Si se articula cuidadosamente al hablar, se necesitará mucha menos


voz para ser oídos. Es preferible hablar siempre que se pueda en voz baja,
reservando los grandes efectos de voz para los acentos de fuerza y no abusar
de ellos. Si el maestro o maestra siente, a lo largo de su intervención que se
le cansa la voz, deberá aprovechar una pausa para adoptar la posición bucal
del “bostezo reprimido”; a continuación se puede continuar hablando “por
encima del paladar” y articulando. “No malgastéis vuestro capital vocal en
charlas, escenas domésticas o inútiles llamadas telefónicas” (Mansion).

La misma autora realiza las siguientes sugerencias a los profesores:

Quered a cada uno de vuestros alumnos. Tratad de conocerlo.


Buscad siempre fomentarle la tendencia hacia lo bello. A menudo no gusta
la buena música por ignorancia. Alentad siempre a los tímidos. La confianza
en sí mismos los hará rendir al máximo.

Mantened por medio del ejercicio la flexibilidad de vuestra voz, con


el fin de poder brindar a vuestros alumnos ejemplos cantados (Mansion).

La mayor parte de los fallos son el resultado de técnicas deficientes


de control de la respiración, ataque y resonancia.
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