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El terremoto de México de 1985 tuvo lugar el jueves, 19 de septiembre de 1985, a las

07:19:47, hora local (UTC-6), y alcanzó una magnitud de 8.1 MW. El epicentro se localizó en
el océano Pacífico mexicano, cerca de la desembocadura del río Balsas, en la costa
del estado de Michoacán, y el hipocentro, a 15 kilómetros de profundidad bajo la corteza
terrestre.

El sismo afectó en la zona centro, sur y occidente de México, en particular a la ciudad de


México. Ha sido el más significativo y dañino en la historia escrita de los movimientos
telúricos de dicho país y de su capital,5 y superó en intensidad y en daños al registrado en
1957, que hasta entonces había sido el más notable en la ciudad.1 La réplica acontecida un
día después.

Este fuerte sismo generó el primer Tsunami en México que pudo ser observado de manera
científica directamente y no a través de registros o relatos históricos. La altura del tsunami fue de 2
a 4 metros y no produjo víctimas.

Por lo general, grandes sismos causan destrucción y generan víctimas en lugares cercanos al
epicentro; en Michoacán, los daños más importantes fueron en Lázaro Cárdenas, justo frente a la
zona del epicentro y Playa Azul.

En las localidades cercanas al epicentro existe una cifra aproximada de 100 muertos entre los
estados de Michoacán, Guerrero, Colima y Jalisco.

Al día siguiente se produjo la réplica más fuerte del sismo con magnitud 7.6 a las 19:37 h en la
misma zona del epicentro del sismo principal y que terminó por dañar estructuras que habían sido
afectadas el día anterior.
Origen[editar]
El epicentro fue localizado en el océano Pacífico, frente a la costa del estado de Michoacán,
muy cerca del puerto de Lázaro Cárdenas. Un informe del Instituto de Geofísica en
colaboración con el Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de
México publicado el 25 de septiembre de 1985,25 detalló que el epicentro se localizó cercano a
la desembocadura del río Balsas, límite natural entre los estados de Michoacán y Guerrero, a
las 7:17:48 a. m. Tiempo del Centro, y alcanzó la Ciudad de México a las 07:19 a.m., con una
magnitud de 8.1 MW y una duración de 2 minutos.126 Por su parte, el Servicio Geológico de los
Estados Unidos determinó la magnitud del sismo en 8.0 (MW),4 mientras que la Sociedad
Mexicana de Ingeniería Sísmica sostiene que este movimiento telúrico alcanzó la magnitud 8.2
(MW).27 Fue de un sismo de tipo trepidatorio y oscilatorio a la vez y registró una profundidad de
15.0 km bajo la corteza terrestre.3 La ruptura o falla que produjo el sismo se localizó en la
llamada Brecha de Michoacán, conocida así por su notable, hasta ese momento, carencia de
actividad sísmica. Se ha determinado que el sismo fue causado por el fenómeno
de subducción de la placa de Cocos por debajo de la placa Norteamericana. Se sabe que, por
medio de testimonios, la escala de Mercalli en la Ciudad de México fue de entre IX y X.28
Una de las diversas apreciaciones en cuanto a la energía que se liberó en dicho movimiento
fue su equivalente a 1114 bombas atómicas de 20 kilotones cada una.

Réplicas[editar]
En México se presentaron varias réplicas del fenómeno, siendo la más significativa la del día
siguiente (20 de septiembre de 1985) a las 19:37:13 hora local (01:37:13 UTC) con magnitud
de 7.5 (MW) y 7.3 (ML),30311 localizándose su epicentro cercano a Zihuatanejo, Guerrero, a una
profundidad de 17.6 km.30 La réplica provocó el colapso de 20 edificios más y aseveró el daño
estructural de algunos otros endebles dañados por efecto del primer sismo. El sismo también
produjo un maremoto en Ixtapa-Zihuatanejo con olas que alcanzaron una altura de 1.5 m.28
Otra réplica de consideración ocurrió el 30 de abril de 1986, con una magnitud de 7.0 (MW) y
su epicentro en el estado de Michoacán, al noroeste del sismo principal de 1985.

Respuesta inmediata y organización civil[editar]

Obras de reconstrucción del edificio de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes

Fue notoria la ausencia de una respuesta inmediata y coordinada de parte del gobierno, lo
cual fue asumido como un "rebase" por la dimensión de la catástrofe.36 El propio presidente
demoró 36 horas en dirigirse a la nación.36 Debido a la falta y la tardanza de acciones por
parte del gobierno federal, la población civil tomó en sus manos las labores de rescate.37 Las
primeras acciones organizadas fueron realizadas por los grupos scouts de las localidades
afectadas, mismas que fueron sostenidas durante varios meses con la atención de
damnificados.
A las afueras de los edificios colapsados se formaron improvisados campamentos, con el fin
de organizar las tareas de rescate, alimentar a los voluntarios y voluntarias, a los heridos y
familiares que esperaban noticias de sus seres queridos atrapados en los escombros.7 En
estos sitios líneas de personas movían medicamentos para ser inspeccionados y
posteriormente ser suministrados. Las cruces dibujadas con un color rojo sobre papel eran
suficientes para identificar personal o locales de auxilio.
La UNAM, a pesar de no haberse visto afectada directamente, cerró sus puertas una semana
suspendiendo clases para que los universitarios que así lo desearan pudieran integrase a las
brigadas de rescate y ayuda. También fue notable el hecho de que la policía y
el ejército tardaron en hacer presencia y su labor inicial se limitó a «resguardar» los edificios
destruidos.
Entre los esfuerzos civiles organizados, surgió el grupo que posteriormente se incorporaría
como la Brigada de Rescate Topos.

Edificios y zonas colapsadas


En la época existían un estimado de 1 404 000 edificios en la Ciudad de México, de los cuales
50 500 sufrieron daños de distinta magnitud.35 Grandes extensiones habitacionales de la
ciudad quedaron sin daños,35 pero la zona de terreno blando de la capital mexicana concentró
una gran cantidad de daños graves35 debido a lo inusitado del movimiento, que en ciertas
zonas de la urbe llegó a aceleraciones de 18 % de gravedad, cuando en un sismo como el de
1957 fue del 3 %.25
El informe rendido por el diputado Sergio Valls Hernández presidente de la Comisión Especial
Pluripartidista, que presentará ante el Pleno de la Cámara de Diputados el día 24 de
septiembre de 1985, dijo que fueron 252 edificios derrumbados y 165 dañados.24
Por su parte, el presidente Miguel de la Madrid Hurtado en su IV Informe de Gobierno —1 de
septiembre de 1986— manifestó que fueron 412 edificios los que quedaron destruidos y 5728
quedaron afectados, habiendo sido 100 000 familias los que sufrieron daños en sus
viviendas.40
Entre los edificios más emblemáticos derrumbados o parcialmente destruidos durante el
terremoto fueron:

DAÑOS

Cientos de casas, edificios públicos y gubernamentales sufrieron severos daños. Los más
representativos en la Ciudad de México:

 Edificio Nuevo León en el Conjunto Urbano Nonoalco – Tlatelolco

 Multifamiliar Juárez

 Televisa Chapultepec

 Los Televiteatros

 Conjunto Pino Suárez

 El Hotel Regis
 Fábricas de ropa en San Antonio Abad

 En el Hospital General de México (ginecología y la residencia médica)

 Centro Médico Nacional

 Hospital Juárez, (Recién nacidos fueron rescatados a los 7 días).

Inmediatamente se notó la falta de respuesta del gobierno: el ejército se dedicó a cuidar las calles
en vez de participar en labores de rescate. Los ciudadanos por cuenta propia tomaron la iniciativa
de rescatar a las víctimas surgiendo decenas de héroes anónimos.

La ayuda llegó tanto de México así como de Estados Unidos, Francia, Alemania, entre otros países
que fueron solidarios con México.

La cifra final de muertos varía de fuente a fuente, pero se estima que superaron las 10 mil
personas en la ciudad de México. Más de 4 mil personas fueron rescatadas con vida entre los
escombros.

El parque de béisbol del seguro social fue utilizado como anfiteatro recibiendo centenares
de cuerpos en espera de ser identificados por sus familiares.

Se estima que los costos causados por el sismo ascendieron a más de 4 mil millones de dólares,
de aquel año.

Contexto de la situación política y económica de la Ciudad de


México[editar]
La Ciudad de México, en ese entonces denominada oficialmente Distrito Federal, era la sede
de los poderes federales. Además de encontrarse las oficinas de la Presidencia de la
República, el Congreso de la Unión y la Suprema Corte de Justicia de la Nación, se hallaban
en ella las de las dependencias gubernamentales, así como de las empresas nacionales y
extranjeras del país.

Población[editar]
En su tercer informe de gobierno, el entonces presidente Miguel de la Madrid
Hurtado mencionó que la Ciudad de México tenía una población que superaba los diez
millones de habitantes, a nivel nacional eran 78 millones. Por ello, el objetivo del gobierno
consistía emprender acciones que mejoraran los servicios públicos básicos a favor del mayor
número de habitantes.

Daños a la infraestructura urbana[editar]


Miguel de la Madrid Hurtado en su IV Informe de Gobierno, rendido el 1 de septiembre de
1986, dijo que entre las consecuencias que generaron los sismos del 19 y 20 de septiembre,
fueron los daños ocasionados a 1568 escuelas, dejar de abastecer 7.6 metros cúbicos por
segundo de las redes primarias y secundarias del sistema de agua potable, lo que causó que
numerosas colonias quedaran sin el vital líquido.

Calles[editar]
Más de 516 000 m2 de la carpeta asfáltica de las calles resultaron afectados por fracturas,
grietas y hundimientos (equivalentes a más de 80 kilómetros de una carretera de un carril).
Los rieles del antiguo tranvía en la Colonia Roma, se salieron del asfalto. También quedaron
destruidos y afectados más de 85 000 m2 de banquetas (aproximadamente el área del tamaño
12 canchas del tamaño del Estadio Azteca), más sus respectivas guarniciones (37 744 m).
Metro de la Ciudad de México[editar]
El Sistema de Transporte Colectivo Metro quedó afectado en 32 estaciones. Uno de los
comedores del sistema que se encontraba en la Torre D conjunto Pino Suárez se derrumbó y
dejó atrapadas a unos 60 trabajadores que hacían cambio de turno y que laboraban en las
oficinas de mantenimiento. Su rescate inició, según denuncia de familiares, hasta el 30 de
septiembre.

Rescates[editar]
Las personas rescatadas con vida de los escombros fueron aproximadamente más de 4000.10
Hubo gente que fue rescatada viva entre los derrumbes hasta diez días después de ocurrido el
primer sismo.
"Niños milagro"[editar]
Es notable el hecho de que en los hospitales derrumbados, una parte de los recién nacidos –
algunos de ellos en incubadora— se lograron rescatar. En especial tres recién nacidos (dos
niñas y un niño) que fueron rescatados de entre los escombros del Hospital Juárez siete días
después del terremoto. A esos bebés se les llegó a conocer como «Los niños/bebés del
milagro», o «El milagro del Hospital Juárez»; la razón de este sobrenombre fue que en los
siete días que estuvieron bajo los escombros, los bebés estuvieron completamente solos, no
hubo nadie que les diera de comer o beber, nadie que los cubriera y les diera calor, y a pesar
de tener todo en contra, los tres salieron vivos. Se recuerda que al momento de rescatar al
primer bebé (una niña), todos los equipos de rescate y trabajadores pararon e incluso
apagaron toda la maquinaria a la espera del llanto del bebé, que vino unos instantes después,
corroborando que se encontraba con vida.
MÉXICO - La destrucción que provocó en Ciudad de México el terremoto
de 1985, del que ahora se cumplen 30 años, dio lugar a una severa norma
de construcción que se sigue renovando para garantizar la seguridad en
una urbe muy vulnerable a los movimientos sísmicos y que no cesa en la
búsqueda de la innovación.

"Se está preparando una nueva versión de las normas de construcción que
saldrá probablemente el próximo año y será más severa", adelantó el
investigador emérito del Instituto de Ingeniería de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM) Roberto Meli.

El experto, que tras el devastador terremoto participó en una


investigación sobre las variables estructurales de los edificios, expresó que
es necesaria una reglamentación más severa porque "al estudiar
experiencias de sismos históricos se piensa que puede haber uno más
intenso que el del 85".

El 19 de septiembre de aquel año un terremoto de magnitud 8.1 grados en


la escala de Richter y con epicentro en la costa del Pacífico demolió cerca
de un tercio de los edificios de esta metrópolis con el resultado de 20,000
muertos, según fuentes oficiales, y 45,000, de acuerdo a organizaciones
civiles.

Tras ese suceso la ciudad buscó recuperarse en medio del caos, por lo que
se publicaron poco después normas de emergencia para "guiar las
operaciones de refuerzo de los equipos dañados", recordó Meli.

Un año después se estableció un Reglamento de Construcciones para el


Distrito Federal que sustituía el de 1976, pero se "quedó corto", aseguró el
especialista, al considerar que un sismo de esa magnitud podría impactar
a 300 kilómetros de su epicentro.
Y es que Ciudad de México "tiene como fondo antiguos lagos, que
amplifican el movimiento del suelo, es como una gelatina", advirtió.

Desde entonces no han dejado de actualizarse las llamadas Normas


Técnicas Complementarias para Diseño por Sismo de México D.F., que
obligan a que cada edificio presente proyectos, planos, memorias de
cálculo y sea avalado por un director de obras.

Aún así existe rezago en un punto fundamental: el seguimiento de la obra.

"Se han detectado edificios que no cumplen al 100 por ciento con la
norma. No cuentan con documentación suficiente", dijo el ingeniero civil,
quien recordó que el nuevo Instituto para la Seguridad de las
Construcciones en el Distrito Federal, creado en 2014, cuenta con gente
especializada para ello, aunque falta personal.

Meli reveló que todavía existen construcciones ilegales, aunque a menudo


alejadas de la zona más expuesta a sismos, el centro de la capital, y matizó
que el principal problema reside en pequeños cambios que a veces se
efectúan en edificios para abaratar costos.

Pero también se desarrollan obras que apuestan por la seguridad y la


innovación sin dejar de lado el diseño, como algunos de los rascacielos
que están creciendo como setas en el nuevo horizonte capitalino.

"Estos edificios no escapan de la vigilancia y cuentan con personal muy


calificado e instrucciones que siguen al cuidado", dijo el especialista, al
exponer que su altura los hace "más flexibles", a pesar del temor que
generan en muchos habitantes.

Es el caso de la Torre Reforma, que con 57 pisos y 246 metros es el


edificio más alto de Ciudad de México, y además presenta un innovador
sistema antisismo.
"Es una estructura única en el mundo, con un diseño geométrico que le
permite absorber la fuerza sísmica por la propia forma del edificio",
detalló a pie de obra Raymundo Lombera, director de Lomcci, una de las
constructoras involucradas en esta magna construcción que se será
inaugurada a principios de 2016.

Diseñado por el arquitecto Benjamín Romano, el rascacielos no llama solo


la atención por su altura.

Acoplado al edificio por un conjunto de barras diagonales se encuentra el


nodo, una estructura metálica de acero creada para soportar los
movimientos telúricos. Y en su fachada, de cemento o concreto, destacan
unos peculiares e irregulares agujeros que sirven para algo más que las
ventanas tradicionales.

"Una parte de la fuerza del sismo la absorbe el nodo y posteriormente la


energía se disipa por medio de los huecos en las paredes, que llamamos
tetris", aclaró el gerente de Lomcci, Óscar Gómez, para asegurar que el
rascacielos puede soportar hasta un terremoto de magnitud 10 en la
escala de Richter.

Este sistema sustituye a la habitual base de gatos hidráulicos que da


flexibilidad a edificios de estas características, empleado, por ejemplo, en
la Torre Latinoamericana que, construida en los cincuenta del siglo
pasado y con más de 180 metros de altura, sigue siendo un icono de la
capital mexicana.

Cimentada a decenas de metros bajo tierra, en la capa resistente de esta


lacustre ciudad, la Torre Reforma cuenta con otras peculiaridades
arquitectónicas como que en su interior no hay ni una sola columna.
Se trata de retos arquitectónicos que siguen una máxima: "Los trabajos en
altura merecen un cuidado único, con normas y procedimientos especiales
que hay que cumplir y aprender", sentenció Lombera.

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