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Error Categorial: Un obstáculo en las Psicologías

Un análisis lógico del lenguaje de la Psicología Tradicional desde una


perspectiva interconductual

Bryan Félix Aguirre Jaqui


Estudiante de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Lima.

La función básica del lenguaje es facilitar las interrelaciones de los individuos y


no describir la realidad, (Ribes, 2001). Por ello, podemos percibir que al
momento de interrelacionarnos, de acuerdo al contexto o situaciones que se
presenten, usamos quizá la misma palabra; por ejemplo al decir: Isabel usa la
cuchilla para cortar papeles, es distinto al decir, Isabel baja la cuchilla para que
no haya corto circuito; y caemos en errores categoriales (Ryle, 1949), pero a
pesar de ello en nuestra vida cotidiana nos entendemos (Wittgenstein, 1999)
entonces seguimos con nuestra vida sin hacernos problemas puesto que el
significado de cada palabra está en relación a su uso en un determinado
contexto. El detalle está que al usar el lenguaje ordinario y al tratar de explicar
el comportamiento humano complejo con la utilización de este –extrapolación
de lenguaje ordinario, contextual, multívoco, “ambiguo” a lenguaje técnico o
“teóricamente” preciso-, ha generado mucha confusión en nuestra área de
investigación.

Empezaré definiendo “error categorial”, para ello indicaré una serie de


ejemplos: Nicolás estaba enfermo y su mamá le dice que irán al hospital,
después de haber sido chequeado y salido del hospital le pregunta a su mamá:
¿Mamá cuanto falta para llegar al hospital? Y al escuchar dicha pregunta su
madre le dice: hijo dime lo que has visto del lugar que acabamos de ir, la
respuesta del niño fue: lo que observe fue camillas, enfermeros, médicos, sala
de espera, cuartos…..pero no vi el hospital. Aquí vemos el error que comete el
niño, por su inocencia, al tratar de asignarle a hospital la misma categoría de
enfermero o médico.
El mismo error categorial se cometería si decimos que en el cielo vemos la
luna, las estrellas y el sol, como si fueran tres objetos distintos o tres categorías
de objetos, pero en realidad serán tres categorías, vamos a analizar ello. El sol
no pertenece a una categoría distinta a la de estrella ya que el sol es una
estrella con dimensiones, formas y tamaño quizá diferente peo en sí es una
estrella. Ahora bien, la luna es un satélite que gira alrededor de nuestro planeta
y los planetas giran alrededor del sol, entonces nos damos cuenta que la luna
es satélite de un satélite (Freixa, 2003). En conclusión lo que vemos en el cielo
son estrellas y satélites. Otro ejemplo de error categorial es preguntar: que
diferencia hay entre el colegio y alumno o cuál es más delicioso el plátano o la
fruta. A través de dichos ejemplos podemos definir el concepto de error
categorial como: la atribución de funciones o significados hacia un concepto de
manera equivocada, no cambia el objeto sino su conceptualización.

En la actualidad impera lo que hace siglos Descarte formalizó, constituyendo al


individuo por dos sustancias: siendo una material (cuerpo) y otra espiritual
(mente); donde cada una de ellas poseía características distintas y a pesar de
ello interactuaban de manera peculiar. Según la psicología tradicional la
conducta es todo lo observable y que los procesos cognitivos generan la
conducta, es decir, lo interno genera lo externo. Pero solo por el problema de
accesibilidad se da una diferencia tan marcada, entre la parte pública y privada.
No es posible que el criterio de observabilidad modifique el criterio ontológico
de un fenómeno (Freixa, 2003, Ribes, 2004). Veremos históricamente algunos
errores categoriales en los cuales se han caído como producto de la confusión
y la falta de análisis conceptual en Psicología.

A. “SOMOS” RASGOS Y FACTORES: La persona es morena, mestiza, es


alta, es baja, etc. Desde el criterio biológico podemos definir la palabra ”es”
puesto que se trata precisamente de cómo es la persona como individuo
biológico sin embargo cuando nos referimos desde un criterio psicológico y
nombramos – encasillamos, etiquetamos, rotulamos- a las personas como
agresivo, tímido, impulsivo, inteligente, deficiente, etc. no podemos tomarlo de
forma literal y sobre el plano científico definir a la persona como tal. Y es que
justamente el psicólogo teoriza y se equivoca lo que en el lenguaje ordinario se
juega y se acierta. Para el análisis de Ryle (1949), estas categorías
psicológicas no son más que tendencias, propensiones e inclinaciones que en
el individuo históricamente se han establecido fruto de la interacción con el
ambiente, Por lo que cuando, en el lenguaje cotidiano los expresamos así
como demás terminología mental, nos estamos refiriendo a una descripción de
lo observado más no una explicación o a una eventualidad o proceder
misterioso y oculto dentro de la persona.

Todo ser humano vive dos historias paralelas, una está formada por lo que le
acaece a su cuerpo y la otra a su mente, la primera pertenece al mundo físico,
la segunda a la mental, una es pública y la otra privada. La concepción
cartesiana no es sólo errónea en parte, sino en principio. No es meramente un
conjunto de errores, es un gran error y un error particular: un error categorial:
Presenta los hechos mentales como si pertenecieran a un tipo de categoría
lógica, cuando en realidad pertenecen a otra (Ryle, 1949). En consecuencia, el
dogma es un mito filosófico. Al tratar de destruir este mito, no se pretende
negar los hechos de la vida mental, sino negar la lógica de este, su
conceptualización.

Un caso ejemplar es el de la Inteligencia así como la Personalidad –o también


los rasgos motivacionales- .Independiente de las rigurosidad procedimental
estadística el concepto de Inteligencia nació vinculado a la operación particular
de su medida (Ribes, 1990): “la inteligencia era (y es) lo que las pruebas de
inteligencia miden” (pág. 70). Sin embargo, nunca diferentes individuos pueden
experimentar lo mismo, en concreto sí pero valorativamente (creencias
diferenciales respecto a algo) es casi imposible ante la historia única de
estimulación en cada persona (Ribes, 1985; Campuzano, M., 2009) y estar en
una misma y exacta situación tanto para la validez de la misma herramienta
como para su validez lógica de sus inferencias; la clasificación estadística y
tipológica es insuficiente y no confiable lógicamente, el cual siempre se realiza
una comparación. Debería de priorizarse “primero” la consistencia
intraindividual en vez de las diferencias interindividuales –para lo cual la
Psicología Interconductual presenta la teoría de los Estilos Interactivos (Ribes,
1990)-, estas devienen de las primeras, sin embargo, la cuantificación “a-
teórica” de la Psicometría nos lleva al clásico problema de confundir
herramienta con sistema teórico (Ribes y López, 1985).

La justificación del criterio estadístico “no justifica” el criterio lógico-conceptual


de dicho “constructo”. Ello es la definición de la inteligencia con referencia a
normas, de la Personalidad de acuerdo a normas y estadísticas, de los
constructos de acuerdo al análisis factorial, de los fenómenos psicológicos de
acuerdo a los test y pruebas cuantitativas de rasgos y factores, los cuales
supone que aquello que se mide (factor general o especifico) se distribuye
normalmente en una población y que, por consiguiente, si todo individuo – o
sólo sí, mientras todo individuo- es ubicado dentro de ella, dicha puntuación
sería su medida de lo operacionalizado, que es otra forma de escapar del
análisis conceptual y lógico de un fenómeno (Ribes, 1990).

Concluyendo, sólo es posible hablar de rasgos inherentes en la persona


referida a sus características genotípicas, esto es, biológica. Toda forma e
intento de extrapolación de la lógica biológicista a lo psicológico, ha
demostrado caer en reduccionismos innecesarios –los cuales se seguirán
viendo posteriormente-. Para el objeto de lo psicológico “genuino”, lo biológico
se determina como un factor disposicional (Ryle, 1949) y no como un
determinante crítico.

B. O “SOMOS” MÁS POR “A” O SOMOS MÁS POR “B”: FALSA


DICOTOMÍA HERENCIA-AMBIENTE (Innato - Herdado); Natura - Nurtura): De
hecho, todo este cúmulo teórico subyace lógicamente al presupuesto del
“sustrato biológico” del cual “se produce” en la concepción del feto, es decir,
nos dirigimos al problema clásico de la interacción herencia-ambiente, el cual
representado sobre un análisis biológico, no sería posible de esclarecer por lo
absurdo de “lo medido”. Además, dentro de un análisis filosófico-analítico,
consiste en un pseudo problema o una falsa dicotomía teórica. Bijou lo
menciona claramente (1976, pág. 86; citado en Ribes, 1990): “…tanto las
variables ambientales como las hereditarias son importantes en la
determinación de cualquier rasgo biológico o característica psicológica. Ni las
influencias hereditarias ni las ambientales pueden existir una sin la otra; ambas
sin componentes esenciales que interactúan continuamente y, por
consiguiente, ejercen influencia desde el momento de la concepción. No hay
organismo sin genotipos y no hay genotipos sin un ambiente” (Pág. 71).

Es más, se cree que los reflejos dependen de lo genético, más no del


ambiente, sin embargo cualquier conducta depende igualmente tanto de su
genotipo como de su ambiente, del cual le provee la estimulación precisa, sino
fuera por ella, no ocurriese (Burgos, 2002b). Es menester por tanto afirmar que
lo innato no implica lo heredado genéticamente: “no todo lo innato es heredado
genéticamente, pues no está constituido por el material genético transmitido a
los progenitores” (Burgos, en Ribes 2002, p. 42). Es por ello que el problema
del estrato biológico también se trata de un pseudo problema puesto que a fin
de cuentas “lo psicológico reconoce como condición necesaria, más no
suficiente, de su existencia, los niveles descritos por las ciencias físico-
químicas y las biológicas” (Ribes, 1985, pág. 75).

Es decir, que se requiere evidentemente del soporte biológico además de que


por sí mismo, constituiría un factor disposicional a manera de predisposición
genética, más no determinante. Todo intento localizacionista de atribuir el
comportamiento inteligente a ciertas áreas cerebrales específicas y “dominios”
biológicos, se constituiría de un Reduccionismo absurdo –además de una
paradoja epistemológica, (Ribes, 2005)- y casi innecesario en el sentido de que
no permitiría establecer realmente cuáles fueron los procedimientos y
regularidades de dicho comportamiento especial y que subordinaría a la
experiencia con un mero facilitador y potenciador de las dotaciones genéticas
(Ribes, 2004a).

Por ejemplo, para escribir necesito el sustrato ascendente y descendente


neurológico, pero ello no limita la ejecución de la escritura, sino todo el proceso
de aprendizaje social de movimientos y producción de signos convencionales
por cada comunidad. Aún cuando sea difícil de justificar teórica o
empíricamente, que las pruebas de inteligencia “miden” una “capacidad
mental”, o las “determinaciones genéticas de un conjunto de habilidades
generales y/o específicas” de que una población difieren y/o comparten, si debe
de considerarse que las pruebas miden el comportamiento, es decir, “las
formas en que los individuos responden de manera lingüística o no lingüística a
un conjunto de condiciones de estímulo estandarizadas en las formas de
reactivos o problemas a resolver” (Ribes, 1990, pág. 70).

C. SOMOS ESTRUCTUAS Y ESQUEMAS: Hasta el momento, partiendo


desde el modelo factorial de rasgos generales y/o específicos en el individuo,
hasta el modelo Cognitivo de inteligencias, tipos, estructuras mentales, etc., los
dos comparten la suposición ontológica que establece como locus de lo
intelectual en el interior del cuerpo, sea como función de una mente o del
cerebro, o actividad de alguna entidad no espacial (mente o aparato
intrapsíquico) o un fragmento mismo del cuerpo (áreas particulares del
cerebro). Es por ello, que conlleva inevitablemente al compromiso
epistemológico del acceso restringido, y a la mera inferencia con base a
indicadores “externos” (Campuzano, 2009; Carpio, 2005, 2008; Carpio, et. al.
2007; Ribes, 1985, 1990, 2002, 2004a).

Uno de los problemas inherentes y principales a este compromiso ontológico


dualista – o de la teoría oficial de la mente- se relaciona con la confusión de
diferentes dimensiones lógicas a las que pertenecen los términos que se
utilizan respecto a su juego de lenguaje particular o categoría semántica (Ryle,
1949; Wittgenstein, 1999; 2004a; Ribes y López, 1985; Carpio, 2005; Carpio,
C., et. al., 2007; Varela, 1998). Una de ellas es la “Imposibilidad lógica” de
predicación común al dictaminar dos esencias ontológicamente diferentes
hasta contrapuestas. Siendo la mente, conciencia, psique, etc. un ente
cualquiera que no posea la propiedad de ocupar un lugar en el espacio, se
cancela la posibilidad de emplear cualquier término que refiera a las
propiedades de aquellos entes que sí ocupan un lugar en el espacio.

Por ejemplo, de un no-cuerpo, no podría afirmarse en extensión, duración,


presión, fuerza, intensidad, entre otras que si poseen los cuerpos. Y que a
pesar de ello, Descartes y los autores que han seguido “su doctrina dualista”,
han postulado –y siguen postulando- estas relaciones de “contacto entre sí”,
como si ambos poseyeran las mismas propiedades. Y quizás, la más resaltante
aclaración crítica que marcó un hito histórico en la teoría de la mente y en la
Psicología en general así como en la teoría de la Conducta, haya sido el que
hizo el filósofo del lenguaje Ryle mediante su “conductismo lógico”, el cual
consiste en que usualmente, la mayoría de filósofos y teóricos –y por
extensión, psicólogos- “atribuyen un concepto en una categoría del cual no les
corresponde” (Freixa, 2003; Ryle, 1949; Wittgenstein, 1999). Esto se llama
“Error Categorial”, el cual es muy usual en el habla ordinario o coloquial.

Sin embargo, el error no infunde en que en una conversación ordinaria, dos


personas expresen palabras como categorías que gramaticalmente no le
pertenezcan (amor por conducta de amar, inteligencia en vez de inteligir, etc.)
sino que el científico: a) Aproxime ingenuamente un concepto utilizado
coloquialmente hacia un término técnico para que pueda ser utilizado sobre
una teoría científica sistemática donde una de las características principales de
ésta, sea de poseer una terminología precisa, exhaustiva, universal y
específica sobre la realidad; b) Aproxime ingenuamente sobre un explicación
objetiva de la realidad –en nuestro caso, de la conducta inteligente- palabras
ambiguas como pensamiento, motivación, consciencia, entre otros. Los cuales
no cumplen las características de un bagaje suficientemente técnico para la
explicación efectiva del comportamiento. Podemos notarlo claramente citando a
Wittgenstein (Ribes, 2004a): “Los conceptos psicológicos son conceptos
cotidianos. No son conceptos recién creados por la ciencia para sus
propósitos, como lo son los conceptos de la física y de la química” (pág. 52)
Por tanto se deduce que la lógica de los conceptos mentales son la lógica de
su uso y de su contexto por lo que puede referir a distintos sentidos, y no a un
sentido preciso y universal como lo es el término científico.

Por lo tanto, se juega distintas reglas de “juegos de lenguaje” (Wittgenstein,


1999) de otros juegos, o se define conceptos dentro de categorías que no le
pertenecen a su “geografía lógica” (Ryle, 1949). La “Inteligencia” como
sustantivo se trataría de un verbo o un adverbio “substantivizado” por motivos
ordinarios que, sin embargo, gran parte de la comunidad científica psicológica
lo utiliza como tal. Por tanto, estaría cayendo en la “Cosificación” de lo
inobservable o lo privado.
D. SOMOS “CUALQUIER COSA” QUE PUEDA RELACIONARSE CON LA
CONDUCTA: Un tercer aspecto refiere a la característica de “Autonomía” que
se le atribuye a estas variables latentes nacidas de los errores categoriales
(Ryle, 1949) o regla de juegos foráneos (Wittgenstein, 1999). De lo cual se
desprende que se le atribuyen la “causa” a la ocurrencia de otras variables
manifiestas o conductas “externas”, por ello, una persona resolverá problemas
matemáticos y analíticos (manifiesto) a causa de su inteligencia matemática
(latente efectiva) o se compartará de tal y cual manera por que en ella yace un
rasgo o carácter de personalidad implícita hasta intrínsica, o también por las
variaciones metabólicas o estructuras determinadas genéticamente de su
corteza cerebral; o también por el complejo de Edipo evaluado del Test de
Rorshach –últimamente psicometrizado- o por tu personalidad histriónica desde
el MMPI, o por el gen de Dios, el gen de la Religión, el gen del Lenguaje; o
ciertos neurotransmisores como primeras instancias de conducta, o
sencillamente por sendas variables que de lo que tienen en común es que
ninguna está delimitada conceptualmente por el escape operacionalista de los
fenómenos psicológicos.

TODO, absolutamente todo puede ser explicado por CUALQUIER COSA que
pueda relacionarse –cualitativamente- y/o correlacionarse –cuantitativamente-
con la ESTADÍSTICA o con las NEUROCIENCIAS. Repito, las relaciones son
nada concluyentes e inconsistentes para la afirmación fáctica de un fenómeno
sobre otro, la Psicometría y la Neuropsicología no definen el status ontológico
por tanto, científico de lo relacionado; en el mejor de los casos sistematiza el
conocimiento con las matemáticas y descubre disposiciones neurales, y en el
peor de los casos, crea violentamente cualquier constructor o los justifica para
su teorización pseudo-sistemática por los resultados.

Por tanto, estas variables latentes, de acuerdo con el mentalismo, tienen


existencia propia e independiente de sus manifestaciones ahora sobre los
avances en el estudio de las Neurociencias. Éstos se encuentran “dentro” de
circuitos neuronales o como efectos de la actividad nerviosa (Holding, 1992;
McNmara, 1986, citados en Corral, 2001; Burgos, 2002a, 2002b). Sobre el caso
de la relación cerebro-inteligencia-conducta, se destila una concepción de
complementariedad entre dos sistemas de relaciones funcionales (uno con
base en estructuras y relaciones biológicas, y el otro sobre la conducta
observable), el cual lleva a la misma lógica dualista incorrecta, propia de la
concepción constructivista de la realidad, de la que Pacheco (2008) ha hecho
un exhaustivo análisis crítico de sus planteamientos; y de igual forma, Burgos
(2002b), luego de un análisis exhaustivo sobre el plano neurocientífico, afirma
que “sea como fuere, la inteligencia no se hereda genéticamente” (p. 87) y de
que de lamisa forma se caer en error al afirmar que la inteligencia se encuentra
en nuestro material genético o ADN, que es indudable el beneficio médico a la
larga, sin embargo, “no importa cuan completo sea, será insifuciente para
entender la conducta humana (…) esto difiere mucho de “diseñar”
genéticamente seres humanos más inteligentes (o más sensibles, bondadosos,
honestos o creativos) (p. 87). Finaliza que la manipulación será necesaria más
no suficiente, puesto que la influencia ambiental será crítica al respecto.

E. ERRORES CATEGORIALES FRECUENTES: Encontramos expertos en la


psicología de "algo" (el ajedrez, el sexo, la enfermedad mental) y no podemos
generalizar más allá de los límites de cada área. Los estudiantes no obtienen
una explicación sistemática de la conducta humana que puedan aplicar a
muchos de sus intereses. Suelen darse dos excusas: que el objeto de estudio
es muy complejo, y que la psicología es una ciencia reciente. Respecto a la
primera excusa, es cuestionable que los interrogantes de la investigación
psicológica sean más complejos que los de otras disciplinas actuales como la
física y la medicina y de lo segundo podemos recordar que en la Ilustración fue
la Psicología con las demás disciplinas que se desataron de la escolástica
aunque en este caso, siguió persistiendo la idea de alma como mente.

Este tipo de errores es la fuente de lo que Ryle denomina "el mito del fantasma
en la máquina" o "la teoría de los dos mundos", que afirma que cada ser
humano tiene un cuerpo y una mente. En la psicología, el error categorial más
frecuente consiste en tratar como si fueran eventos singulares a ciertos
patrones de conducta que sólo pueden ser identificados mediante repetidas
observaciones. Podemos mencionar didácticamente algunos errores
categoriales:

1. Duplicar el fenómeno que debe ser explicado, confundir descripciones


con explicaciones y viceversa:
Si alguien afirma que "Juan sufre de senilidad, la cual le ha provocado
conductas seniles", vemos que la "senilidad" se infiere de regularidades de
conducta en el tiempo, y no designa un evento aislado en el tiempo. Por lo
tanto, la relación no es de causa y efecto (para ser causa, debe ser un evento).
Si decimos que "la conducta que no es reforzada disminuye, debido a la
extinción" ocurre el mismo error: la "extinción" no es un evento relacionado
causalmente con el fenómeno que debe ser explicado, sino un concepto
inferido de ciertas regularidades. No es que esos conceptos inferidos no
cuenten como explicación, sino que no constituyen explicaciones en el mismo
sentido que las explicaciones en términos de eventos históricos. Veámoslo
desde la óptica de la gramática, un sustantivo se supone que es sustancia, un
verbo se supone que es acción, un adjetivo se supone que califica a un
sustantivo, y un adverbio se supone que califica a un verbo o una acción: ¿Por
qué Humberto grita? Pues por que es agresivo (rasgo mental), ¿Y qué es
agresivo? Por que tiene agresividad (estructura mental) ¿Y qué es la
agresividad? Es eso mismo, gritar –o quizás un instinto perverso inconsciente-.
Notamos aquí también otro error categorial producido que es la
CIRCULARIDAD.

Esta lógica se usa en Psicopatología, Psicometría, y en toda área plagada de


dualismo ¿Nos ha dicho algo sobre el comportamiento del individuo esa lógica?
Definitivamente no. Nos demuestra que no todo sustantivo (agresividad) es
sustancia y no todo calificativo califica a un sujeto como su rasgo (agresivo)
sino que pueden ser adverbios o formas probables de cómo se han dado el
comportamientos catalogados así por la convencionalidad en un determinado
contexto. Es otra forma de error categorial que consiste en definir un concepto
en otro concepto y en realidad no nos explican la verdadera definición, es decir,
no hay nada en el concepto que explique otro concepto. Como por ejemplo que
nos dicen cuando queremos definir atención: la atención está vinculado
íntimamente con la concentración; es la concentración sobre una determinada
actividad. Mediante este ejemplo podemos percatarnos que no nos dan una
definición en sí.

2. Cosificación, reificación y/o sustantivización:


La cosificación o sustantivación es otro ejemplo de error categorial, consiste en
darle vida a los conceptos (¿alguien dijo Vitalismo? Pero si eso ya feneció en
Química como en Biología). Hemos escuchado con mecha frecuencia decir:
“tienes que vencer tus miedos” o “quítate esa ira”, como si estos que son
conceptos, es decir, entes abstractos tengan influencia en nuestra conducta.
Por ejemplo: recordar es cuando supuestamente esa imagen “mental” del
objeto que has percibido, se “almacena” en tu memoria y esa imagen “mental”
te lleva a evocar lo recordado. En primer lugar cómo una imagen que no existe,
no tiene propiedades de existencia puede influir en tu acción de recordar y otro
punto es cómo lo que anteriormente fue visible y observable (objeto percibido),
se puede “almacenar” como un ente abstracto (recuerdan como el niño de
manera ingenua creía que el que generaba el caramelo era la oreja del adulto),
estamos creyendo que la acción de recordar se genera por que “algo” dentro
de nosotros nos impulsa a realizarlo. Seria mejor decir que recordar es una
manifestación conductual similar a actos anteriores y que por diversos factores
disposicionales se llega a realizar. Como cuando uno aprende a bailar cierto
tipo de música, al volver a escuchar cierta música (factor disposicional) va a
realizar una conducta similar pero no igual a la anterior ya que el contexto o la
situación que se presenta ya no es el mismo, es decir bailaras de manera
similar pero no igual.

3. División de Conceptos:
Dividir conceptos de forma equivocada es otro error categorial, un ejemplo
claro de ello es cuando definimos universidad, sabemos que es el conjunto
organizado y sistemático de alumnos, catedráticos, decanos, etc. Si nos dicen
que la universidad es solo los salones o solo el alumnado sabemos que está
cayendo en un error. De la misma manera sucede con la psicología, tratamos
de dividir el comportamiento humano complejo en partes, como por ejemplo:
cuando decimos mis ojos son los que te ven, en realidad Yo soy la que te veo,
otro ejemplo es separar al ser humano en mundo interno y externo. Es
necesario tener en cuenta que el que realiza la acción o interactúa con su
entorno es el ser humano con todas sus estructuras, no solo lo hace su cerebro
o solo su “mundo interno” o solo su “mundo externo” es una interacción del ser
en forma completa y no lo hace en partes.

Como lo hemos notado en psicología no es suficiente el desmerecimiento


epistémico y lógico de una teoría para que ésta deje de perpetuarse en la
actividad científica. Estas perviven y coexisten a través del tiempo, pero siendo
la disciplina psicológica sui generis, en el sentido de que no podría hablarse de
un estado pre-paradigmático de la ciencia (Kuhn, 1962), puesto que existen las
teorías no para problematizar en torno a un fenómeno consensuado, sino
existen diversas psicologías (Ribes, 2000) paralelas hasta antagónicas en
términos de constituirse distintos compromisos de ser, de estudio y de
aplicación. Sin embargo, como bien lo menciona Putnam (2006) “… es claro
que Wittgenstein piensa que los mismos juegos de lenguaje pueden ser peores
o mejores… Wittgenstein da a entender que existen juegos de lenguaje
primitivos que el combatiría y otros que considera absurdos” (pág. 59).

REFERENCIAS

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