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realidad tenga dinamismo para expandir la eco-
nomfa y Ilevarla a cabo para el beneficio de la
comunidad. Dinamismo que impulse de una
manera consistente los tres grandes sectores
basicos de la industria, la agricultura y la infrae:
tructura, y a la vez realice una plena justicia
social, traducida en nuevos términos de distribu-
cién del ingreso, que es contraria a las desigual-
dades que padecemos, el ansia inescrupulosa de
lucro, al individualismo ciego a todo compromiso
de solidaridad que generé la filosofia del “lesseffe-
rismo”, y que en nuestro medio tiene tan elocuen-
tes manifestaciones. .
Este ideal no ha sido posible lograrlo, aunque
sea parcialmente, porque no hemos tenido conti-
nuidad en el esfuerzo ni coherencia en los prop6-
sitos fundamentales. En cada cuatrienio se
ensaya un programa, se expone una tesis, se
improvisa un ruta sobre el destino del pats. ¥, por
lo tanto, por falta de metas y de persistencia, la
politica aplicada se ha caracterizado por su
inmediatismo, por su indole pasajera, variable y
tentativa, con olvido de los grandes objetivos de
largo plazo, de tal manera improvidente, que bien
cabe en nuestro caso recordar la sentencia de que
los gobernantes que viven al dia son felices, pero
los pueblos bajo su direccién son desgraciados@
Hegemonia
e Ideologia
en Gramsci
Chantal Mouffe
Durante largo tiempo la teorta de la ideologia
ha constituido una de las dreas mds descuidadas
enelandlisis marxista dela sociedad. Es sin em-
bargo, wn terreno decisivo en el que se plantean
problemas tedricos y politicos de la mayor
importancia.
Resulta fundamental tratar de entender la
naturaleza de las dificultades que se han opuesto
a la formulacién de una teoria que explique ade-
cuadamente la significacién y el papel de la ideo-
logia, ya que no es exagerado afirmar que aquéllas
constituyen el principal obstdculo al desarrollo
mismo del marxismo, a la vez como teorfa y como
doctrina politica.
A primera vista la respuesta pareceria simple.
En efecto, todas las dificultades parecen origi-
narse en un tinico fenémeno, al que una vasta
literatura contempordnea ha dado en denominar
economicismo. Pero la aparente simplicidad del
* Traduceién del original inglés por Cristina de la Torre.168 Gramsci y la realidad colombiana
ino oculta toda una serie de problemas que
frrampen at primer intento de definir con rigor su
especificidad y sus limitaciones. Aunque es claro
que todas las formas del economicismo implican
una ausencia de comprensi6n de la autonomia de
la politica y la ideologia, esta definicién genérica
resulta insuficiente porque da lugar ados posibles
esferas de ambigitedad. La primera deriva del
hecho de que la nocién de economia es cierta-
mente ambigua y est lejos de presentar una
intrinseca claridad (no esta clara, por ejemplo, la
importancia relativa que se te atribuye en ella a
las fuerzas productivas y a las relaciones de pro-
duccion). La segunda resulta de la vaguedad e
imprecision que caracterizan al mecanismo por el
cual se subordinan la politica y la ideologta a la
economia, ya que siempre se lo define en términos
Puramente alusivos (“subordinacién’, “redu
cién’, “reflejo”). De este modo, se abre la posibili-
dad de existencia de formas complejas de econo-
micismo, que no resuita facil detectar, puesto que
a primera vista no se presentan como tales.
Economicismo e Ideologia
Esto es lo que explica la complejidad del pro-
blema del economicismo er relacion con la teoria
de la ideologia, ya que aquel se presenta en milti-
ples formas, aigunas de fas cuales han sido esca-
samente identificadas. La problematica economi
cista de la ideologia ha presentado dos aspectos
claramente distintos aunque intimamente rela-
cionados. El primero consiste en establecer un
vinculo causal entre estructura y superestruc-
tura y en concebir a esta dltima como un reflejo
Gramsci y la realidad colombiana 169
mecanico de Ja base econémica. Por este camino
se desemboca en una vision de las superestructu.
Tas ideolégicas como epifenémenos que no juegan
ningtin papel en el proceso historico. El segundo
aspecto no se refiere al papel de las superestruc-
turas, sino a su naturaleza propia; en tal sentido a
estas Ultimas se las concibe como determinadas
Por la posicién de los sujetos en las relaciones de
Producci6n, es decir, por las clases sociales. Este
segundo aspecto no puede identificarse con el
primero, ya que es compatible con la atribucién
de una cierta “temporalidad diferencial” e,
incluso, de una‘cierta eficacia, a las superestruc.
turas ideoldgicas.
Esimportante entender las distintas. formasen
que estos dos aspectos se han combinado en la
tradicion marxista. De hecho, puede dividirse el
Proceso en tres fases principales: la primera,
aguella que combina los dos aspectos sefialados,
constituye la forma pura y clasica del economi.
cismo; la segunda se aleja de a vision clasica, para
disociar ambos aspectos; en la tercera, final-
mente, se rompe con los dos aspectos del econo-
micismo y se sientan las bases tesricas para una
reinterpretacién del materialismo histérico des.
de una perspectiva antiveconomicista radical.
Existen varias razones que explican la necesidad
de distinguir entre estos tres momentos en la biis-
queda de una comprensién adecuada del econo.
micismo. La primera es que, si bien hay consenso
sobre el cardcter economicista de la Segunda y
Tercera Internacionales, no se ha especificado
adecuadamente su forma peculiar de economi.
cismo; con el resultado de que se ha tendido a
identificar al reduccionismo con e) epifenomena-
lismo, 0 al menos se los ha visto como interrela-170 Gramsci y la realidad colombiana
cionados mutuamente. Con respecto a las inter-
pretaciones marxistas “superestructurales” (Lu-
xacs, Korsch, etc.), es importante observar que
s6lo rompen parcialmente con el economicismo
porque, si bien rechazan la concepcién epifeno-
menalista de la ideologia, retienen el reduccio-
nismo de clase. Finalmente, es preciso advertir
que el tercer momento apenas se ha iniciadoy que
superar los dos aspectos del economicismo es un
proyecto teorico que en gran medida esté ain por
realizarse.
Para leer a Gramsci. El primero en emprender
‘una critica completa y radical del economicismo,
fue, sin duda, Antonio Gramsci; yesen ello donde
estriba su principal contribucion ala teoria mar-
xista de la ideologia. El objeto de este articulo es
pues, analizar la contribucién de Gramsci dentro
de la perspectiva trazada. Sin embargo, es impor-
tante advertir las particulares dificultades que
esta tarea implica. Algunas de elias son inheren-
tes a cualquier intento de Jo que se ha dado en
lamar una ‘lectura sintomal”, en tanto que otras
provienen dela naturaleza particular de los escri-
tos de Gramsci y de su cardcter fragmentario. El
principal peligro, que debe evitarse a cualquier
precio, es el de hacer una lectura instrumental de
Gramsci, que utilice el.caracter disperso (no-
sistematico) de su trabajo para extrapolar pasa-
Jes en forma arbitraria y sostener una tesis que
guarda poca relacién con su pensamiento.
Si toda lectura sintomal implica practicar una
problemética, es fundamental explicitar esta
ultima para no transferirle al texto en cuestion
las contradicciones del sistema conceptual que
inspira el andlisis que se realiza. Ademds debe
tenerse en cuenta que la problematic implicita
an i RR
Gramsci y la realidad colombiana 171
en el andlisis del texto es exterior al mismo y que
la unidad del texto con frecuencia se establece
sobre bases bien diferentes a las de dicha proble-
matica. Para conjurar cualquier ambigiedad,
comenzaré por definir los principios fundamen-
tales de la problematica anti-reduccionista,
que constituye la base de la presente lectura de
Gramsci. Entonces podra juzgarse simi hipdtesis,
que consiste en atribuirle a Gramsci el mérito de
haber construidolos fundamentos de tal enfoque,
puede aceptarse 0 no. i
Principios de una.concepcién
no-reduccionista de ia Fdeologia
Laconcepeién no reduccionista de laideologia,
que constituye el fundamento teérico de la pre-
sente lectura sintomal de Gramsci, se basa en los
siguientes principios.
1: La nocién de lo concreto como sobredeter-
minacién de contradicciones. Frente a una con-
cepcién de tipo hegeliano que reduce a cada
coyuntura al proceso de autodescnvolvimiento de
una contradiceién tinica, que, en consecuencia,
reduce el presente a momento abstracto y nece-
sario de un desarrollo lineal y predeterminado,
aceptamos la concepcién de Althusser, que privi-
legia la nocion de coyuntura en el andlisis de Jo
concreto y considera a cada coyuntura como una
sobredeterminacién de contradicciones, cada
una de las cuales puede pensarse abstracta-
mente, es decir, con independencia conceptual
frente a las otras, Esta es la base de una concep-
cién no-reduccionista de lo politico y 10 ideold-
gico, en la medida en que el reduccionismo se