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DEMOCRACIA?
HISTORIA.
Colombia se conforma como estado en 1810 a partir del Virreinato de la Nueva Granada,
colonia delImperio español que había sido fundada en 1550. En 1886 toma
definitivamente su nombre actual de República de Colombia. Su historia se divide por lo
general en época precolombina, descubrimiento y conquista española, colonia,
independencia, consolidación republicana y siglo XX.
El primer siglo republicano fue turbulento, con la tensión entre una concepción federalista
del estado a la manera estadounidense y una concepción centralista a la
manera francesa, lo que condujo al país a permanentes guerras y dio principio a los
partidos conservador y liberal. La Constitución de 1886liderada por el presidente Rafael
Núñez puso fin a la hegemonía liberal y creó un estado centralista, conservador y
estrictamente católico.
Entre mediados del siglo XIX y XX fue inaugurado en Colombia por la Guerra de los Mil
Días, que debilitaría de gran manera al Estado, frenaría el desarrollo económico y haría
que el país perdiera a Panamá en 1903. Una primera revolución industrial colombiana se
daría con el regreso de gobiernos liberales, pero la Masacre de las
Bananeras evidenciaría una enorme situación de desventaja del obrero colombiano que
caracterizaría el resto del siglo.
El 13 de junio de 1953, el general Gustavo Rojas Pinilla tomó el poder, gracias a un golpe
de estado. En 1957, después de una epoca de violencia, Rojas Pinilla fue derrocado por
una junta militar. Esta resolvió convocar a elecciones generales y fue acordada una tregua
entre los liberales y los conservadores. Decidieron entonces la alternancia en los más
altos puestos del estado (presidencia y gabinetes ministeriales) por un período de 16
años. Sin embargo, la nueva coalición, el Frente Nacional, no logró detener la violencia
política.
Desde los años '50, cierta parte de la poblacion, influenciada por la emergencia del
comunismo, constituyeron, sobre sus tierras, "zonas de autodefensa". Este movimiento
fue rápidamente sustituido por una guerrilla organizada: las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC), creadas en 1966, que lanzaron una campaña de
atentados. Fue en este cuadro de violencia que se desarrolló la elección presidencial de
1990; tres candidatos fueron asesinados. El liberal César Gaviria Trujillo, elegido
presidente en mayo, intentó entonces una política de reconciliación. Con la nueva
constitución de julio de 1991, quiso reforzar las instituciones democráticas: el estado de
sitio fue levantado y fue acordada la amnistía con los traficantes de droga que se rendían.
Las teorías presentadas por estos pensadores liberales se basa en la idea del “Homo Homini
Lupus”, el hombre es libre y se organiza su conducta por medio de la libertad que el mismo le
entrega a la autoridad.
Nace entonces el estado representativo, es decir el poder centralizado en una persona quién es el
estado y a posterior la nación originándose así al Absolutismo como régimen de gobierno. En
aquél tiempo también surge el voto, como por ejemplo en el sacro imperio germano romano, pero
que en verdad solo correspondía a la ratificación de los poderosos con respecto a sus propias
decisiones y no a la intervención del pueblo en la política real.
renace el concepto de democracia del pueblo perdida luego de la absoluta concepción del poder
divino en el rey, pero esto no correspondió al fin de la lucha por la igualdad que representa la
democracia y que aún no puede jactarse de estar completa y que en realidad sería muy difícil
de lograr aún, mientras no se llegue a considerar a todos los seres humanos como iguales sin
importar la politica, la economía, la religión o la misma sociedad que excluye a los hombres solo
por ser, pensar o querer ser diferentes en cierto modo.
Tipos de Gobiernos
09,24.pm auryleiva
Gobierno es el conjunto de poderes del Estado que rige la vida política de una nación.
De acuerdo con la división de los poderes en el que se fundamenta, un estado de derecho ejerce
funciones legislativas, ejecutivas y judiciales, que sirven para establecer los límites de las
autoridades de gobierno que ejercen el poder.
Lo anterior es muy significativo, puesto que impide el ejercicio arbitrario del poder, al tiempo que
asegura la eficiencia en el desempeño de las funciones que son propias de los cargos públicos. Los
primeros estudios destacados sobre el gobierno los realizaron los griegos. De hecho, una de las
más antiguas clasificaciones la formuló Aristóteles. Según él, los gobiernos se dividían en: formas
puras y en formas impuras.
En la actualidad, los gobiernos se dividen en: monarquía, autocracia, democracia y república.
La monarquía
Es la forma de gobierno en la cual el jefe del Estado es un rey, príncipe o emperador que goza de
un poder vitalicio (gobierna de por vida) y hereditario (recibe el poder por herencia, formándose
una dinastía o familia de reyes). A su vez, esta forma de gobierno puede ser de dos tipos: absoluta,
si el soberano ejerce en forma exclusiva los poderes del Estado, y constitucional, si otros órganos
de gobierno participan y colaboran con el monarca atendiendo a lo dispuesto en una ley máxima.
Este último tipo de monarquía es bastante particular, por cuanto está más cercana a un régimen
democrático. El ejemplo más claro es Inglaterra, que estableció que los monarcas deberían de
actuar tomando en cuenta la voluntad y los deseos del pueblo, siendo obligados a respetar ciertos
documentos jurídicos para garantizar un gobierno conforme al bien común.
Hoy existen, además de Inglaterra, otros estados con gobiernos monárquicos constitucionales o
parlamentarias son: Dinamarca, Holanda, Noruega, España, Japón y Bélgica.
La autocracia
Esta forma de gobierno se encuentra en manos de una autoridad arbitraria y el poder lo concentra
un pequeño grupo de personas o un partido. Puede clasificarse en regímenes totalitarios y en
regímenes autoritarios. Los primeros se caracterizan por la concentración absoluta del poder en el
aparato del Estado, lo que permite controlar completamente todas las actividades de la población.
Una de sus principales características es la existencia de un único partido político, que es la voz
oficial del Estado y que no acepta minorías que discrepen de sus órdenes. Ejemplos de este tipo de
regímenes han sido el fascismo italiano, el Estado Nacional Socialista alemán, liderado por Hitler, y
el comunismo en la ex Unión Soviética.
Los regímenes autoritarios son sistemas de gobierno con un pluralismo político limitado, que
permite la existencia de algunos partidos políticos más o menos afines a sus principios. No existe
solo un partido oficial, como en el sistema totalitario, pero sí un jefe carismático o un grupo
dirigente que tiene mayor poder. Un ejemplo de ello fueron las dictaduras latinoamericanas (siglo
XX).
La democracia
El origen de la palabra democracia proviene del griego demos, que significa pueblo, y kratos, que
quiere decir gobierno, autoridad. Es decir, la autoridad o poder del pueblo.
La democracia es, en concreto, un sistema de organización política en la que cada uno de los
miembros de la comunidad tiene reconocido el derecho a participar en la dirección y gestión de
los asuntos públicos. Además, se caracteriza por la existencia de procedimientos que
complementan los principios antes señalados, posibilitando su implantación.
- Gobierno de las mayorías con respeto de las minorías.
- Pluripartidismo político y pluralismo ideológico.
- Elecciones periódicas, libres e informadas.
- Uso de métodos pacíficos en la solución de los conflictos.
- Alto grado de participación ciudadana.
- Existencia de un estado de derecho.
Las repúblicas democráticas son una forma de gobierno representativo, en el que el poder reside
en el pueblo, el que lo delega libre o informadamente a través de los procesos electorales; pueden
clasificarse en presidenciales y parlamentarias.
La presidencial es una forma de gobierno representativo, donde el presidente es elegido por la
ciudadanía y ejerce tanto la función de jefe de Estado como jefe de Gobierno. Posee facultades
para nombrar a los ministros e igualmente para removerlos de sus cargos. En este tipo de sistema
de gobierno existe una rígida separación de los poderes. Ejemplo: Chile y Estados Unidos.
Democracia
Es una forma de organización de grupos de personas, cuya característica predominante es que la
titularidad del poder reside en la totalidad de sus miembros, haciendo que la toma de decisiones
responda a la voluntad colectiva de los miembros del grupo. En sentido estricto la democracia es
una forma de gobierno, de organización del Estado, en la cual las decisiones colectivas son
adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que le
confieren legitimidad a los representantes. En sentido amplio, democracia es una forma de
convivencia social en la que los miembros son libres e iguales y las relaciones sociales se
establecen de acuerdo a mecanismos contractuales.
La democracia se define también a partir de la clásica clasificación de las formas de gobierno
realizada por Platón primero y Aristóteles después, en tres tipos básicos: monarquía (gobierno de
uno), aristocracia (gobierno "de los mejores" para Platón), democracia (gobierno de la multitud
para Platón y "de los más", para Aristóteles).1
Hay democracia directa cuando la decisión es adoptada directamente por los miembros del
pueblo. Hay democracia indirecta o representativa cuando la decisión es adoptada por personas
reconocidas por el pueblo como sus representantes. Por último, hay democracia participativa
cuando se aplica un modelo político que facilita a los ciudadanos su capacidad de asociarse y
organizarse de tal modo que puedan ejercer una influencia directa en las decisiones públicas o
cuando se facilita a la ciudadanía amplios mecanismos plebiscitarios. Estas tres formas no son
excluyentes y suelen integrarse como mecanismos complementarios.
Democracia directa: Se trata de la democracia en estado puro, tal como la vivieron sus
fundadores atenienses. Las decisiones las toma el pueblo soberano en asamblea. No
existen representantes del pueblo, si no, en todo caso, delegados que se hacen portavoces
del pueblo, que únicamente emiten el mandato asambleario. Se trata del tipo de
democracia preferido no sólo por los demócratas de la Antigua Grecia, si no también para
muchos pensadores modernos (Rousseau, por ejemplo) y para una buena parte del
Socialismo y del Anarquismo, en cual esta última es una de las principales bases. (Véase
también Acción directa). Un ejemplo de democracia directa más conocido es el de la
Atenas clásica.
Indirecta o representativa: el pueblo se limita a elegir representantes para que estos
deliberen y tomen las decisiones, de forma jerárquica.
Estas diferenciaciones no se presentan en forma pura, sino que los sistemas democráticos suelen
tener componentes de unas y otras formas de democracia. Las democracias modernas tienden a
establecer un complejo sistema de mecanismos de control de los cargos públicos. Una de las
manifestaciones de estos contrales horizontales es la figura del "juicio político", al que pueden ser
sometidos tanto los presidentes como los jueces, por parte de los parlamentos, de acuerdo a
ciertas constituciones, como la de Argentina, Brasil o Estados Unidos. Otras agencias más
modernas orientadas al mismo fin son el defensor del pueblo u ombudsman, las sindicaturas de
empresas públicas, los organismos de auditoría, las oficinas de ética pública, etc.6
hace referencia la conjunto de acciones o iniciativas que pretenden impulsar el desarrollo local y la
democracia participativa a través de la integración de la comunidad al quehacer político. Está
basada en varios mecanismos para que la población tenga acceso a las decisiones del gobierno de
manera independiente sin necesidad de formar parte de la administración pública o de un partido
político.
Otra forma en que se manifiesta la participación ciudadana es a través de las ONGs las cuales
pugnan por ciertos temas sociales sin sustituir en las funciones del gobierno sino evaluándolas,
cuestionándolas o apoyándolas (véase: lobby). También puede proponerse a través de la discusión
de temas de importancia de los ciudadanos en foros organizados o por otras vías para llegar a un
consenso.
Algunas Administraciones prestan muy poca atención a la participación de los agentes, bien
considerando que los profesionales son los más adecuados para tomar las decisiones de
transporte con una orientación técnica, bien porque los políticos locales piensen que ellos
representan mejor los intereses de los distintos agentes. Los beneficios de la participación son
diversos:
- Aporta el punto de vista de los usuarios/clientes que puede mejorar los proyectos y planes.
- Demuestra un compromiso con una gestión eficaz y transparente.
Información pública impresa como cartas, postes, folletos, boletines, etc. Telefónicas y de
programas de radio y TV. Técnicas de Internet. Encuestas y sondeos.
En cualquier caso, es importante tener en cuenta a grupos especiales como minorías étnicas (que
pueden tener problemas con el lenguaje), discapacitados físicos y mentales, jóvenes y ancianos,
personas con bajo nivel de alfabetización, etc.
Si nos atuviéramos a una visión simplista del régimen democrático, podríamos concluir que el
mejor gobierno es el que resuelve todas y cada una de las demandas planteadas por los
ciudadanos en el menor tiempo posible. Pero ocurre que un gobierno así no podría existir: aun en
las mejores condiciones de disponibilidad de recursos, las demandas de la sociedad tenderían a
aumentar mucho más de prisa que la verdadera capacidad de respuesta de los gobiernos. Cada
demanda satisfecha generaría otras nuevas, mientras que los medios al alcance del gobierno
estarían irremediablemente limitados, en el mejor de los casos, a la dinámica de su economía. De
modo que, al margen de los conflictos que podría plantear la permanente tensión entre las
aspiraciones de igualdad y de libertad entre los ciudadanos, un régimen capaz de satisfacer
hasta el más mínimo capricho de sus nacionales acabaría por destruirse a sí mismo. El
mundo feliz que imaginó Aldous Huxley sólo podría subsistir como lo describió ese autor: a
través de un gobierno tiránico y con estratos sociales inamovibles. No sería un gobierno
democrático sino una dictadura.
De modo que las democracias modernas se mueven entre ambas aspiraciones, en busca de
aquel equilibrio entre demandas y capacidad de respuesta; entre participación ciudadana y
capacidad de decisión del gobierno.
II
los gobiernos no sólo administran el gasto público, sino que emiten leyes y las hacen
cumplir, y también producen símbolos culturales: ideas e imágenes que hacen posible un
cierto sentido de pertenencia a una nación en particular e identidades colectivas entre
grupos más o menos amplios de población. Estos últimos forman además los criterios de
legitimidad sobre los que se justifica la actuación de cualquier gobierno: las razones - más o
menos abstractas -que hacen posible que los ciudadanos crean en el papel político que
y sentido de pertenencia
Los recursos financieros, jurídicos y simbólicos que posee un gobierno están íntimamente
ligados, pues, a la legitimidad de sus actos: a esa suerte de voto de confianza que les
otorgan los ciudadanos para poder funcionar, y sin el cual sería prácticamente imposible
mantener aquellos equilibrios que llevan a la gobernabilidad de un sistema. Gobernabilidad
y legitimidad: palabras concatenadas que se entrelazan en la actividad cotidiana de los
regímenes democráticos a través de los conductos establecidos por las otras dos palabras
hermanas: representación y participación. ¿cómo? Mediante las decisiones legislativas y
reglamentarias, los actos y los mensajes políticos, y el diseño y el establecimiento de
políticas públicas. Conductos todos en los que resulta indispensable, para un régimen
democrático, contar con su contraparte social: la participación de los ciudadanos.
Ya hemos visto que existen múltiples cauces institucionales para asegurar que la opinión
de los ciudadanos sea realmente tomada en cuenta en las actividades legislativas y políticas
del gobierno, para garantizar que la representación no se separe demasiado de la
participación. Pero es en la administración pública cotidiana donde se encuentra el mayor
número de nexos entre sociedad y gobierno y en donde se resuelven los cientos de
pequeños conflictos que tienden a conservar o a romper los difíciles equilibrios de la
gobernabilidad. Sería imposible enumerarlos, entre otras razones, porque probablemente
nadie los conoce con precisión. En ellos cuentan tanto las leyes y los reglamentos que dan
forma a las diferentes organizaciones gubernamentales, como las demandas individuales y
colectivas de los ciudadanos que deciden participar. Se trata de un amplio entramado de
pequeñas redes de decisión y de acción que todos los días cobra forma en los distintos
niveles de gobierno.
III
Más allá del funcionamiento de los parlamentos legislativos y de los procesos electorales,
para la administración pública, el ciudadano ha ido perdiendo la vieja condición de súbdito
que tenía en otros tiempos, para comenzar a ser una suerte de cliente que demanda más y
mejores servicios de su gobierno y un desempeño cada vez más eficiente de sus
funcionarios, porque paga impuestos, vota y está consciente de lOS derechos que le dan
protección. El ciudadano de nuestros días está lejos de la obediencia obligada que
caracterizó a las poblaciones del mundo durante prácticamente toda la historia. La
conquista de los derechos que condujeron finalmente al régimen democrático -derechos
civiles, políticos y sociales - cubrió un largo trayecto que culminó- si es que acaso ha
culminado -hasta hace unas décadas.
Primero fueron los límites que los ciudadanos impusieron a la autoridad de los gobernantes,
en busca de nuevos espacios de libertad. Fue aquel primer proceso del que ya hemos
hablado y que condujo, precisamente, a la confección de un nuevo concepto de ciudadano y
a la creación de un ámbito privado para acotar la influencia del régimen anterior. Más tarde
vinieron los derechos políticos que ensancharon las posibilidades de participación de los
ciudadanos en la elección de sus gobernantes. Y por último, los derechos sociales: los que
le pedían al Estado que no sólo se abstuviera de rebasar las fronteras levantadas por la
libertad de los individuos -los derechos humanos-, sino que además cumpliera una función
redistributiva de los ingresos nacionales en busca de la igualdad. De modo que, en nuestros
días, las funciones que desarrolla el Estado no solamente están ceñidas al derecho escrito,
sino que además han de desenvolverse con criterios democráticos y sociales. Vivimos, en
efecto, la época del Estado social y democrático de derecho.
Por eso ya no es suficiente que los gobiernos respondan de sus actividades exclusivamente
ante los cuerpos de representación popular, sino también ante los ciudadanos mismos. Y de
ahí también que las otrora distantes autoridades administrativas hayan ido mudando sus
procedimientos para seleccionar prioridades por nuevos mecanismos de intercambio
constante con los ciudadanos que han de atender. La palabrapartici4>ación ha ido cobrando
así nuevas connotaciones en la administración pública de nuestros días. Y ese cambio ha
llevado, a su vez, a la revisión paulatina de las divisiones de competencias entre órganos y
niveles de gobierno que habían funcionado con rigidez. Convertidos en ciudadanos, los
antiguos súbditos exigen ahora no Sólo una mejor atención a sus necesidades, expectativas
y aspiraciones comunes, sino una influencia cada vez más amplia en la dirección de los
asuntos públicos. En las democracias modernas, cada vez se gobierna menos en función de
manuales y procedimientos burocráticos, y más en busca de las mejores respuestas
posibles a las demandas públicas.
IV
Se trata de una transformación que está afectando muchas de las viejas rutinas burocráticas
y que está obligando, también, a entender con mayor flexibilidad las fronteras que
separaban las áreas de competencia entre los gobiernos nacional, estatal y local. Las
prioridades y los programas de gobierno, entendidos como obligaciones unilaterales de los
organismos públicos, están siendo sustituidos gradualmente por una nueva visión apoyada
en el diseño de políticas públicas que atraviesan por varios órganos y varios niveles al
mismo tiempo. Ya no son los viejos programas gubernamentales que se consideraban
responsabilidad exclusiva de los funcionarios nombrados por los líderes de los poderes
ejecutivos, sino políticas en las que la opinión de los ciudadanos cuenta desde la
confección misma de los cursos de acción a seguir, y también durante los procesos que
finalmente ponen en curso las decisiones tomadas. Políticas públicas en el más amplio
sentido del término; es decir, acciones emprendidas por el gobierno y la sociedad de
manera conjunta. Pero que lo son, además, porque exceden los ámbitos cerrados de la
acción estrictamente gubernamental:
Gobernar no es intervenir siempre y en todo lugar ni dar un formato gubernamental
homogéneo a todo tratamiento de los problemas. Lo gubernamental es público, pero lo
público trasciende lo gubernamental. Una política puede ser aquí una regulación, ahí una
distribución de diversos tipos de recursos (incentivos o subsidios, en efectivo o en especie,
presentes o futuros, libres o condicionados), allá una intervención redistributiva directa,
más allá dejar hacer a los ciudadanos.16
Una visión participativa del quehacer público, sin embargo, no ha de confundirse con una
ausencia de responsabilidad por parte de quienes representan la vida política en una
nación. Sumar la participación ciudadana a las tareas de gobierno no significa lanzar todas
las respuestas públicas hacia una especie de mercado político incierto ni, mucho menos,
que el Estado traslade sus funciones hacia los grupos sociales organizados. lo que significa
es un cambio de fondo en las prácticas gubernativas que llevaron a separar, artificialmente,
las ideas de representación y de participación como si no formaran el binomio inseparable
de los regímenes democráticos. Ni es tampoco una nueva forma de movilización "desde
arriba", porque el elemento clave de cualquier política pública reside en la libre voluntad de
los ciudadanos. Ciertamente, no es sencillo distinguir los matices ni las posibles
desviaciones que suelen ocurrir en la práctica cotidiana de los gobiernos. Pero tampoco
debe perderse de vista lo que hemos repetido a lo largo de las páginas anteriores: la
verdadera participación ciudadana es el encuentro entre algunos individuos que libremente
deciden formar parte de una acción colectiva y de un entorno que la hace propicia.
Ya hemos dicho que en ese proceso de transformación de las prácticas gubernativas se han
ido diluyendo, también, los cotos que solían separar a los distintos niveles de competencia.
La organización departamental que acuñó el siglo pasado para responder a las funciones de
gobierno y los criterios de soberanía o de autonomía entre los ámbitos locales, regionales y
nacionales de cada gobierno. Problema difícil, que sin embargo forma parte de las agendas
nacionales de las democracias contemporáneas.
Un gobierno democrático tiene que ser un gobierno responsable, en el doble sentido del
término, Pero no puede llegar a serlo, paradójicamente, silos ciudadanos a su vez no logran
establecer y utilizar los cauces de participación indispensables para asegurar esa
responsabilidad. Camino de doble vuelta, la representación política y la participación
ciudadana suponen también una doble obligación: de los gobiernos hacia la sociedad que
les ha otorgado el poder, y de los ciudadanos hacia los valores sobre los que descansa la
democracia: hacia los cimientos de su propia convivencia civilizada.
ROUSSEAU ESCRIBIÓ EN EL CONTRATO social una frase lapidaria sobre los graves
efectos que tiene la desigualdad extrema para una democracia.
Según este filósofo, para que la democracia subsista es indispensable que “ningún
ciudadano sea tan opulento como para poder comprar a otro, ni ninguno tan pobre como
para que se vea obligado a venderse”. Por ello, concluye Rousseau, la construcción de un
Estado democrático genuino requiere evitar las riquezas y pobrezas extremas, ya que
ambas son funestas para el bien común, pues de las primeras salen los tiranos y de las
segundas, quienes los apoyan. Entre ellas “se trafica la libertad política: unos la compran
y otros la venden”.
política y social. Como vemos la ley no lo es todo, pero es un requisito para darle
intimidad a la reforma política. El logro de la democracia es, pues, una tarea difícil pero no
entre los grandes pensadores. Entre los griegos era casi un pensar común afirmar que la
elegir y ser elegido, sino el sujeto activo en búsqueda de mejores destinos colectivos esto
de cualquier asunto. Sabemos que son los hombres los que han hecho la sociedad en el
transcurso de los siglos, si el hombre por sus propios medios puede comprender no hay
autoridad mas grande por encima de la razón misma.No fue la democracia la ejecución de
algo establecido. La experiencia de los pueblos y los Estados; las disputas entre los
partidos y las teorías políticas, las marchas y las contramarchas, los ensayos errores y
De esta manera surgió el concepto de Estado social de derecho que busca establecer la
Por esto, la democracia participativa debe salirse de las leyes y poblar las
calles, las aulas escolares, las universidades, los barrios y comunas, los
municipios, departamentos y el país, e incluso llegar hasta espacios
supranacionales que permitan la participación de todos en decisiones sobre
asuntos regionales o globales como la firma de tratados de libre comercio, o
la suscripción de tratados internacionales de protección del medio ambiente,
la lucha mundial antidrogas o el combate al terrorismo.
Primero que todo hay que hacer una salvedad inobjetable: la participación
es un medio no un fin., Participamos para alcanzar una meta, un logro, un
proyecto compartido de país. Nuestra democracia es participativa porque
nuestro Estado tiene unos fines que ha estipulado cumplir por medio de la
participación ciudadana.
Semana.com
*Gabriel Bustamante Peña es asesor jurídico-político de la Corporación Viva la
Ciudadanía.